Camino a Roma

por Breda Jue Ago 19, 2010 6:13 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Era exactamente mediodía, con el sol en el punto más alto del cielo y unas pocas nubes proveyendo algo de sombra sobre la vasta pradera en la cual se encontraba viajando la Decimo Segunda Legión de Roma, justo la compañía que tenía a mi cargo. Haciendo un poco de historia y si se le preguntaban a los demás soldados del Imperio, mis propios hombres eran conocidos por ser sanguinarios, violentos, impredecibles y ciertamente…unos muertos de hambre que eran movidos por un cerebro por demás superior al de todos ellos juntos, cosa que me causaba gracia. Ya llevábamos unos dos días de viaje ininterrumpido (con las obvias excepciones hechas para comer y descansar), logrando avanzar un enorme trecho que sin embargo no era ni la mitad del recorrido final, no, tardaríamos muchísimo más si esperábamos llegar pronto a la capital y por lo menos el tiempo, clima y otros factores eran favorables a nuestra empresa.

La pradera que nos encontrábamos cruzando era una plana extensión de césped que se mecía perezosamente de un lado a otro, sin que hubiera algún tipo de viento lo bastante fuerte como para dejar las pequeñas hojas en un ángulo “fijo”; así como tampoco era lo bastante débil como para dejar de refrescar a los hombres que avanzaban con paso fijo y casi al unísono, aplastando las pequeñas plantas así como a los insectos sin piedad alguna. Y al considerar aquello también recordé como una parte de la fuerza de ataque que dirigía había sido eliminada, un sacrificio necesario en realidad…ya tocaría buscar más voluntarios una vez llegáramos a nuestro destino.

Soldados, provisiones, materiales y finalmente armas…tal vez una que otra de las grandes para asaltos masivos, si, eso sería bueno…necesitamos nuevos peones y juguetes… murmuré para mi mismo, montado en mi caballo especialmente criado que trotaba con pasividad por encima de la fresca hierba, mientras pifaba una que otra vez…tal vez era porque aparte de mi, también debía cargar con la princesa germana, quien dormitaba delante de mí, apoyándose sobre mi enorme barriga, casi como si fuera una -almohada completé en un susurro un tanto disgustado, ya que… que demonios!? Es que yo era un mueble viviente o que diablos???...pero bueno, me tocaba aguantarme, sino, iría en contra las órdenes del jefe, cosa que tampoco quería o debía hacer…ya cuando llegáramos acabaría todo aquello, finalmente…

por Milanor Lun Ene 24, 2011 10:57 am

Hacía ya algún tiempo que me encontraba caminando en la inmensidad de las praderas que se ubicaban en los Límites del famoso Imperio Romano, haciendo el trayecto contrario al que en un inicio me había llevado hasta el corazón de aquella civilización en particular. La diferencia entre transitar por ahí y por el bosque era abismal: en un principio…NO HABÍAN PINOS!...a menos claro, que los buscara o me fijara especialmente donde se encontraban esos irritantes árboles y sinceramente, no me preocuparía por eso; por otro lado el avance era mucho más sencillo al tener que caminar en una sola dirección y de vez en cuando, detenerme a verificar si seguía la ruta correcta. Las praderas no eran más que una vasta extensión de terreno fértil con un manto de pasto pegado por encima, con algunos campos de flores actuando de manchas multicolores (interrumpiendo por supuesto la dominancia del mar verde) con numerosos insectos alegres que correteaban o los sobrevolaban con inusitada alegría…todo lucía más vivo al salir del territorio del Imperio, era casi como una ley del universo que si te acercabas a la Capital, todo se volvería gris y desprovisto de vitalidad sin excepción alguna. O podía que me lo imaginara pero sinceramente, dudaba que ese fuera el caso.

Al menos ya salí de ahí… me dije a mi mismo con un suspiro de alivio sin dejar de andar en pos del camino que tenía marcado en mi mente, una ruta que seguía sin dudar ni un solo momento y que me tenía con bastante ánimo ya que después de todo, me llevaría a un terreno que me conocía como la palma de mi mano.

Pensando en lo que haría una vez retornara a los bosques más allá del norte de Germania recordé una vieja leyenda sobre un objeto que permitía acabar con cualquier tipo de demonio o algo por el estilo…Como me hubiera venido bien contra aquella anciana…ugh. murmuré con el entrecejo fruncido ligeramente para considerar momentáneamente que robar aquella “leyenda” sería un reto particularmente divertido de intentar, independientemente de que existiera o no, en cualquier caso ganaría algo: si era verdad tendría un objeto único e inigualable y por tanto, un botín como ningún otro; si no lo era…al menos desmentiría un mito. Con todo eso en mente, no dejé de caminar ni un solo instante.

por Sophia Dom Jul 31, 2011 10:41 pm

No era difícil seguir el rastro que el gran ejercito romano había tomado para volver a casa luego de su aplastante victoria sobre los bárbaros. Sophia vio la destrucción que habían dejado con sus propios ojos durante el camino, pensando con pesar que la unificación de los pueblos costaba más caro de lo que hubiese querido que costara.

Había salido de aquella caverna atras de la catarata con mucho esfuerzo, sin que el desertor del ejercito romano pudiera disuadirla. Estaba obstinada por completo de volver a Roma, advertirles a todos de la furia de los dioses y ponerlos a salvo de alguna forma. Cuando pensaba en su hermano Gelum se le cerraba la garganta en un nudo... sabía que su pequeño estaba en peligro.

Deberías dejar de pensar de esta forma... ya no es un niño... ha recorrido el mundo y seguramente hasta ha tenido mujeres... ya no es un niño... pero sigue siendo mi niño...

No se preocupaba realmente por Fye, no por que su corazón estuviera menos angustiada por su destino, sino porque su hermano mayor era todo un hombre, tan habil con la espada como cualquiera de su estirpe y se podría proteger.

Pero el filo del acero no puede tocar la piel de un dios...

Caminaba con mucho trabajo, descalza por la ruta erosionada que había dejado la caballería romana. Los primeros días sollozó en silencio por el dolor que sentían sus pies al rasparse con las rocas. De noche, cuando creía que Edward no la miraba, se los sobaba y dejaba escapar más lágrimas. Estaba avergonzada de llorar frente a él. Una mujer de su estirpe no lloraba.

Fye tenía su espada, Gelum tambien... podían defenderse con ellas. Y Sophia, a pesar de que no era menos Juliai que ellos y tambien había prácticado con la espada gracias a Octavius y su insistencia en que se supiera defender... no podía portar una espada. Sus hermanos tenían el acero, ella... ella tenía las lágrimas. Esa era su única defensa.

No lo serán esta vez... Una Julia no puede usar lágrimas para protegerse. Nuestros huesos forjaron las siete colinas de Roma con valor, no con lágrimas.

Pero el camino había sido debastador en su cuerpo, desprovista de ropa comoda para caminar, de zapatos, de montura... lentamente sentía como todo aquel esfuerzo podría acabarse si desfallecía por el cansancio. Bien sabía que era factible que su caminata en busqueda de la salvación de su familia se volviera su ruina, pero no podía quedarse a salvo sabiendo lo que sabía. Vio a Vergilius volverse un ente sin sentimientos, vacio, un extraño para ella... había visto como Octavius era el servidor del espiritu de un dios... y temía por Samantha, por Richard... y sobre todo por Solomon. Hacía algunas noches ya su angustía por él la había mantenido despierta, no podía dejar de soñar como entre hermanos intentaban destruirse.

Pero cuando amaneció las cosas no se volvieron nada mejor. Vio aldeas quemadas hasta sus cimientos, esqueletos de animales y tal vez personas decorados por cuervos.

¿Esta es la gloria de Roma? Huesos y cuervos...

Vio niños por el camino, moribundos. Encontró a dos en especial que al verla temblaban. se dio pronto cuenta que era una niña que abrazaba el cadaver de lo que sólo podía ser su hermano. Le dio comida, le peinó el cabello con los dedos y le cantó pues no sabía hablar su idioma... y aún así, la chica les había robado esa noche la comida y había huído.

Esa jornada caminó en silencio... sin atreverse a mirar a Edward por verguenza de que por su blando corazón hubiesen perdido la comida que él había cazado.

La noche había caido hacía un tanto ya. Estaba acurrucada frente a la hoguera. No sabía cuanta distancia había aún por caminar, pero sentía que las fuerzas la estaban abandonando.

- Señor Edward - Murmuró. - ¿Por qué desertó al ejército Romano?

por Edward Sáb Ago 06, 2011 1:45 pm

No quedo mas remedio que abandonar esa cueva detras de la cascada para partir rumbo a Roma una vez mas, estabamos metiendonos de nuevo en el foco del peligro, pero era lo que Athena deseaba, y yo no podia luchar contra su voluntad, tenia que aprender a no quejarme y hacer lo que debia hacer desde años atras, protegerla a toda costa.

El camino era muy dificil, observaba como los pies de la señorita se resentian de las rocas afiladas, mas no le decia nada pues era su decision como mujer. Tendria que aguantarme las ganas de intentar ayudarla, y dejar que ella hiciese las cosas como queria. Pasamos por mucho lugares demacrados por la guerra, esqueletos, destruccion, casas caidas, poblados aun con algunas llamas. Era una total tragedia que estaba haciendo ver a mi diosa.

Siento que tenga que ver todo esto..

Le decia de vez en cuando, desde siempre el mundo habia sido un lugar peligroso, lleno de guerras y disputas, y ahora, que Athena no habia estado en muchos años, la maldad y el desorden gobernaban el mundo. Inutilmente, intente remediar eso, haciendome general romano, pero lo unico que hice fue seguir ordenes durante muchos años, y no consegui nada de lo que me proponia. Como mucho.. era feliz de poder salvar numerosas vidas, gracias a mis acciones en las guerras. No era un general dictador, sino piadoso y bondadoso, pero de nada servia, por que en las guerras provocadas por mi ejercito, moria mucha mas gente de la que conseguir salvar, y eso.. solo hacia generar mas odio.

Por el camino conocimos a una niña que habia quedado sola en este mundo, no hablaba, no motraba ningun sentimiento hacia nosotros, aun asi Sophia la cuido toda la noche, la limpio, le dio de comer. Pero cuando amanecio, la niña se habia marchado robando nuestra comida. Cuando continuamos el camino podia sentir la tristeza de Sophia y algo de verguenza por que se sentia culpable de perder la comida.

No te sientas asi señorita. No te culpes, no la culpes a ella. Piensa en que si no nos hubiera encontrado quizas.. estaria muerta. Has hecho bien, y cuando crezca, esa niña se acordara siempre de tu bondad, ahora solo.. estaba desesperada y asustada.

Esperaba que mis palabras reconfortaran a Sophia, recordaba, que en el pasado, cuando estaba con ella, teniamos una relacion bastante cercana, y que mis palabras siempre la tranquilzaban, ese era uno de tantos recuerdos que tenia ahora.

La noche volvia a caer, y tuvimos de nuevo que acampar, encendia un fuego donde colocaba algunos animales que habia cazado, esperando a que se hiciera la cena. Sabia que no era una comida apta para una diosa, que era una comida barbara, pero no podia hacer otra cosa. Miraba de nuevo su cuerpo, tenia herida por todos lados. El mio tambien, pero estaba claro que el suyo era mucho mas fragil que el mio. Al lado nuestra, estaba la caja dorada de sagitario, y dentro la armadura, durante todo el viaje la llevaba en mi espalda.

A veces, nos equivocamos. Elegimos el camino correcto, pensamos que podemos cambiar solos el mundo. Pero te das cuenta, que necesitas a las personas correctas a tu lado.

Las chispas del fuego sonaban en la fogata mientras que la carne cada vez se hacia mas. Con la piel de los animales que habia cazado habia creado una especie de abrigos, que ahora usaba para sentarnos sobre ellos y que ella descansara de las dolorosas piedras del camino.

Lo intente, pero no pude conseguir lo que me proponia dentro del ejercito, no pude cambiar las guerras, solo participe en ellas. Pero ya estaba cansado de luchar , y entonces, recorde a Athena. Junto a ella, si que podria cambiar el mundo, para mejor, por eso deserte, y busque a Athena.

Hablaba de Athena, como si fuera otra persona, pues ella aun no se veia como Athena, y quizas decirle que era ella, era inutil. Cogia uno de los palos que estaban clavados en el suelo, la carne estaba lista, asi que empece a soplar para enfriarla levemente antes de acercarselo a ella.

Tenga, espero que le guste. No es gran cosa lose.

por Sophia Jue Ago 11, 2011 2:15 am

La madera crujía cuando se hizo el silencio entre Edward y Sophia. La chica lo miraba con nostalgia, como si sus palabras

- ¿Las personas correctas? – Sophia bajó lentamente la mirada apartándola de Edward. Sentía que aquel hombre mucho mayor que ella había vivido cosas que tal vez ella nunca entendería.

Había pensado toda su vida que la persona correcta para enfrentarse al mundo y todo lo que ella conllevaba era Vergilius. Lo había amado, y aún lo amaba, a pesar de todo. Por ello la sonrisa se le escapaba tanto a darse cuenta que él nunca había sentido lo mismo por ello. Pero no quería creer eso, ella sabía que cuando la había mirado tantas veces a los ojos para suspirarle a los labios que la amaba para luego besarla, no podía ser una mentira. Lo sentía en su corazón y tal vez por la misma razón le dolía tanto.

- Espero que encuentre a la persona correcta, señor Edward. – Dijo con un tono un poco más alegre y ligero, moviendo las brazas con un palito. – ¿Usted cree en los dioses antiguos? ¿No? Tal vez ellos le traigan a la persona correcta para que le ayude… sería lindo, ¿No lo cree? Un amigo, un hermano, una esposa, un hijo… cualquiera podría ser esa persona que lo ayude a construir el mundo que ha soñado. Estoy segura que su Athena escuchará su corazón y pondrá en su camino a la persona que lo ayude a lograr lo que se propone. – Los ojos de Sophia, a pesar de la melancolía que intentaba esconder, brillaban al desearle éxito en su propósito. Su voz era dulce como la de una niña atrapada en el cuerpo de una mujer, y llenaba el ambiente de un silencio pacífico en el cual las estrellas brillaban y se movían con fuerza. – Aunque… cualquier otra persona le diría que está perdiendo el tiempo. Creo que los dioses antiguos que han despertado al mundo no son nada bondadosos. – Sonrió nuevamente, pero esta vez no pudo ocultar su melancolía.

Edward le facilitó un palo en el cual estaban clavados restos de animales. Ni si quiera quizo saber que era. Simplemente lo recibió y le agradeció por ello con una leve reverencia.

- Estoy segura que será delicioso. – Siempre decía lo correcto. La habían educado para ser una dama y eso era. No importaba que tan mal supieran aquellos animales, ni si quiera que estuviesen quemados o no, Sophia le hubiese dicho lo mismo.

Le dio un pequeño mordisco a la carne jugosa y masticó lentamente intentando no pensar en el pobre conejito que se estaba comiendo. Quería creer con toda su alma que era un conejo, pues de haber pensado que era un ratón habría vomitado. Pero no podía ser muy caprichosa con la comida… el mundo estaba en guerra y ella estaba en medio del peligro. De por si tenía suerte de haber encontrado a Edward y tener algo para comer.

Aunque, ella no había encontrado a Edward, sino que él la había encontrado a ella. No pensaba mucho en eso… en la armadura dorada, en Ares, en la voz de Vergilius diciendo que la odiaba con los ojos de otro hombre. No quería perder la cordura en el momento en que debía ser fuerte para encontrar a su hermano Gelum y ponerlo a salvo.

- Sabe… mi hermanito Gelum soñaba con ser un soldado cuando era pequeño. Le enseñé todo lo que me enseñó Octavius sobre la espada y aunque me hacía caso, cuando se dio cuenta que una niña le estaba enseñando a pelear se sintió humillado y pidió un profesor. – Sophia le dio otro mordisco y se limpió disimuladamente los labios con la lengua. – Un tal Breda lo entrenó, lo trataba tan mal que muchas veces sentí que se me partiría el alma… pero tenían que hacerlo un hombre. No se si me odiará por no haberlo defendido… era tan pequeño… Fye le negó la oportunidad de unirse a las legiones. Le dijo que un Juliai pelea con su mente y no con su puño… que el puño se guarda para el momento en que la mente gana el resto. Mi hermano siempre se mantuvo al margen del ejercito Romano… y no porque fuera un cobarde o un debilucho. – Dijo esto último con gran entusiasmo, defendiendo a su hermano en caso de que Edward pensara que Fye era un pusilánime. – Es grandioso con la espada, uno de los mejores jinetes que he visto y además tenía habilidad con el arco. Pero nunca se unió al ejercito...seguramente de haberlo hecho también habría sido general de alguna legión o de todas!! … aunque… ese puesto es de Vergilius.

Al decir su nombre su sonrisa desapareció y dejó de comer. Aun dolía en su pecho pensar en él.

- También lo sacaré de Roma de alguna manera… no quiero que nada le haga daño, aunque me odie. Aunque me odie…

por Edward Jue Ago 11, 2011 3:54 pm

La noche se habia convertido en un momento refrescante y tranquilo para recuperar las fuerzas, Despues de duras horas de camino por esos dificiles senderos, podia sentia como al estar sentado mi sangre fluia por mis pies piernas, relajandose y dandome algo de descanso. Aunque en comparacion con lo que debia dolernos el cuerpo por andar, no dormir bien, no comer en condiciones, con tanto sufrimiento, era normal que disfrutaramos del descanso de la noche, aunque fuera minimo. Ya que la noche era algo fria, pero cerca del fuego que habia conseguido crear, no se estaba tan mal.

Estabamos sucios, con la ropa hecha pedazos, los cabellos alborotados, pero eso no nos detenia en nuestro camino hacia Roma. Y sobre todo esa pequeña diosa, que tenia un espiritu tan fuerte. Segun estaba calculando y los caminos por donde ahora andabamos, teniamos que estar ya cerca de entrar dentro de los limites de Roma.

Pero ahora no era momento de pensar en el camino que aun nos quedaba, sino de escuchar lo que sentia el corazon de mi diosa, ese tambien era mi trabajo, aunque no lo hacia por eso, sino, deseaba escuchar cuales eran sus preocupaciones, me gustaria ser su apoyo en los momentos mas dificiles.

Gracias, pero..creo, que ya he encontrado a la persona correcta.

Di un mordisco mas a la carne de conejo, sabia algo quemada y si yo pensaba asi que habia comido muchas veces comida de este modo, seguro que para ella no seria ningun manjar, pero aun asi, lo soportaba, decia que estaria sabroso, que no importaba, ella siempre era.. tan amable.

Eso es lo que mas deseo en este momento, que Athena escuche mi corazon. Creo, que ahora mismo no puede oirlo, se ha olvidado de el, pero, no me importa, pues yo la seguire de nuevo, la protegere, y luchare por ella. Ese es el objetivo que tanto tiempo he estado esperando. Puede que los demas dioses no sean tan bondadoso, pero yo tengo esperanza en Athena, ella es la salvacion de este mundo.

Se podia notar en mis palabras, en mis ojos, lo feliz y maravillado que estaba cuando hablaba de mi diosa, era ironico, contarle esas cosas a la propia Athena, sin que ella supiera que era ella, y sin que ella me recordaba, en parte era triste. Queria continuar escuchandola mas, queria escuchar los relatos sobre sus hermanos, ese era el motivo por el cual nos habia aventurado en este camino, para salvaros.

Tranquila, no pensaria mal de su hermano por eso, y menos alguien como yo, un desortor, no tendria derecho a ello. Sabe.. creo que sus hermanos, tienen mucha suerte de tener una hermana que se preocupe tanto por ellos, seguro que te estan buscando.

por Sophia Vie Ago 12, 2011 4:01 am

Al escuchar como Edward le decía que sus hermanos la estaban buscando le entró un pequeño dolor en el pecho que intentó esconder bajo su mirada perdida en las llamas. Estaba preocupada por ambos… las cosas que sentía no eran buenas. Ambos estaban lejos de ella en una Roma que caía en el caos mas absoluto de todos y no había nada que ella pudiese hacer para llegar más rápido al lugar donde quería.

Ojala tuviera alas… - Pensó mientras las llamas danzaban con gracia una tras la otra. Le dio un nuevo mordisco al animal y sintió como una gotita se le escapaba por la mejilla. Sonrosada, se limpió disimuladamente con la manga de la chaqueta que Edward la había prestado. – La lavaré algun día… - volvió a pensar, pero no por ello se sentía mejor de estar manchando algo que no le pertenecía.

- Sé que así debe ser. Me aman tanto como yo a ellos. Pero la mera idea de que algo malo les pueda ocurrir me tiene muy preocupada… y triste. – alzó la mirada de las llamas para alcanzar los ojos de Edward. – Lo siento mucho por hacerlo ir a Roma. Siento incluso más ser una compañía tan poco divertida… solía ser mucho más alegre que ahora cuando los días consistían en caminar por los prados del valle y beber vino veraniego. – Sonrió recordando su casa, el Valle Dulce… - Si lo viera señor Edward… es tan hermoso. Alrededor de la casa Fye plantó rosas blancas, pues a mi madre le gustaban. En las paredes crecen pequeñas violetas colgantes y su aroma dulce inunda los pasillos en el amanecer. El camino entre el gran portón de la Villa hasta la entrada de la casa esta hecho de piedras y hay pilares de mármol con estatuas alabando a los dioses. Por los pilares cuelgan todo tipo de flores y plantas hermosas que mi tío traía de todas partes del mundo. Atrás de la casa están las caballerizas y los graneros. Con Gelum solemos entrar en ellos en secreto a comer frutas en conserva y olivas a escondidas… a veces teníamos suerte y encontrábamos melocotones en almibar y los comíamos en el estero. Hay muchísimas colinas cubiertas en Viñas… y cada vez que termina el verano hay una vendimia en la que se corona entre las campesinas a las señoritas con hojas de parra y ovas en la cabellera…

Suspiró, comprendiendo que tal vez no volvería a ver todo aquello. Que tal vez, los acontecimientos de los últimos días habrían hecho desaparecer la hermosura del valle dulce. La imagen de Gelum en su corcel blanco se le vino a la cabeza y su garganta se le ennudeció. Recordaba que cuando alguien ofendía al imperio solían crucificarlo… y lo último que hubiese deseado era que la ira de su primo Vergilius y su creciente odio hacia ella no hubiese hecho que descargara su descontento contra sus hermanos.

No… ni si quiera odiándome podría hacerles daño… somos primos… compartimos…

Pero luego recordó que había intentado dañarla de cualquier forma cuando Gelum la había salvado de su ira. ¿Habría sido eso un sueño? No sabía decirlo.

Esa noche no tuvo sueños. A la mañana siguiente se dieron cuenta que habían entrado en territorio romano después de días de largas caminatas.

por Edward Dom Ago 21, 2011 6:26 pm

Aquella noche pude conocer mas de ella, de las experiencias que habia tenido en su vida. Queria conocer todo lo que me habia perdido de Athena en estos años. Antes creia conocerla muy bien, pero ahora, era como estar delante de otra persona totalmente diferente y eso en parte me entristecia. Me contaba del que habia sido su hogar durante este tiempo, hablaba de el como si fuera todo un paraiso en su vida. Se notaba que habia llevado una vida feliz dentro de lo que cabia, estaba contenta con la familia que le habia tocado.

Ese tal Fye, y ese tal Gelum, tenian que de verdad estar buscandola desesperadamente. Ahora recordaba, cuando la protegi de aquel ataque que me dejo sin poder moverme mucho tiempo, que en aquella ocasion alli se encontraba uno de sus hermanos segun habia escuchado. Y habia dado la vida por ella, eso le tranquilizaba y que no habia tenido muchos problemas en su vida, hasta ahora.. que estaba sufriendo demasiado.

No estoy siendo forzado a acomparte. Es mi deber protegerte, vayas donde vayas. Solo le pido, que a partir de ahora, sea fuerte.

No sabia que se encontraria cuando llegara a Roma, podia que sus hermanos, hubieran caido en la desgracia, puede que ya no estuvieran en este mundo. Aunque uno de ellos.. habia sobrevivido tambien al ataque de un dios, puede que no fueran normales. Se habia muy tarde y terminaban de comer, animarla era algo muy dificil, y estaba cansada, asi que lo mejor fuera que durmiera.

Es tarde, ve a dormir señorita Sophia, yo vigilare la noche.

Ella asintio y fue a dormir, yo me quede no muy lejos vigilando en la oscuridad de la noche, seria horrible ser atacados cuando los dos estuvieran dormidos. El cuerpo y mente de Edward se estaba debilitando mucho estos dias, pero aun no se rendiria.

Llego la mañana y de nuevo se pusieron en marcha. Caminaron toda la mañana, hasta que al fin, en la lejania se podia ver Roma, la sonrisa se vio reflejada en el rostro de Edward, despues de tanto, estaban alli.

Mire señorita, ahi esta, solo un poco mas y llegamos.

por Gelum Dom Ago 21, 2011 9:17 pm

No habia ningun movimiento desde la noche que me habia salido completamente de la casa, pero ahora estaba en el bosque, donde solo el aullido de los lobos por las laderas, y el ruido de otro bicho raro, eran mi compañia. Comenze a respirar profundo mientras seguia caminando, hasta que encontre uno de los caminos, donde se podia aun ver pisadas, y llantas de los carruajes, y a lo lejos, se miraba aun Roma. Este sin duda era el camino mas transitado para poder llegar a aquella ciudad. Seguia caminando, mi busqueda aun no terminaba, pero tenia que ser racional, era ya demasiado noche, y tenia que descanzar.

Me aleje del camino principal, para acampar, solo tenia unas cuantas mantas que pude conseguir, pero el fuego me faltaba, junte unas cuantas varas que habian por ahi cerca, las tendi al suelo para formar un fogon. El problema fue encenderla, tarde demasiado tratando de hacerlo. Frote cuanto pude algunos leños que estaban ahi, unos se rompian, otros solamente no encendian, pero despues de varios minutos, al fin pude crear unas pequeñas chispas, que junto a la yesca que habia juntado de los pinos pudo encender.

Ese era mi unico resguardo, el fuego, y la caja dorada que portaba a mis espaldas que comenzaba a brillar con los primeros rayos de luz por parte del fuego. Recordaba como la habia obtenido, y ahora como estaba buscando a mi hermana. Esta armadura podria ayudarme a encontrarla de nuevo.

La noche transcurria mientras que mis ojos no pudieron conocer el sueño, interrumpiendo siempre con el constante ruido de las hojas, buhos, lobos, todo estaba conspirando en mi contra para hacerme sentir de lo peor. Los primeros rayos del sol iluminaron los alrededores, llegando justo a mis ojos desvelados, que solo necesitaba eso para despertar completamente. Del fuego, no se encontraba nada mas que cenizas, tape lo poco que habia con mis pies, aventandole tierra. Tome la caja de mi armadura, y me la lleve a la espalda, y comenze a caminar mas y mas, hasta llegar de nuevo al camino.

Por alguna extraña razon, se hacia notoria la presencia de algun personaje, cuando estuve a punto de morir protegiendo a sophia, alguna persona se acerco a ella, y tambien la protegio, pero no lo habia visto, ni siquiera como era, solo senti un cosmos, parecido al mio, como una presencia dorada, pero aun asi, tenia que estar al pendiente. Pero las dudas se borraron, cuando mi corazon comenzaba a latir mas rapido, como sintiendo a aquella, si aquella mujer, a la que habia ido a buscar, quizas era ella, mi felicidad era inmensa... Me detuve unos momentos y musite.

Sophia...

por Sophia Vie Ago 26, 2011 12:19 am

Caminar por las rutas era agradable. Le hubiese gustado mucho más si hubiese tenido zapatos pero ya casi no sentía dolor. El barro, la arena, la tierra, las piedras y el pasto se sentían bien contra su piel. Caminaba junto a Edward mirando todo a su alrededor, viendo que entre más se acercaban a Roma menos destrucción había. Las casas volvían a estar en pie, las personas no los miraban con miedo, y hasta grandes plantaciones encontraron. Sophia se detuvo en una de ellas y vio a dos niñas cultivando tomates, y fueron lo suficientemente amables para regalarles uno.

- Algun día, volvere y se los pagaré... - Les dijo Sophia con los ojos llorosos, conmovida por el gesto.

Pero el camino seguía, y entre más avanzaba más cómoda comenzaba a sentirse alrededor de Edward.
Cuando habia caminado con Manigoldo, el hombre la había hecho sentir debil, inservible y tonta. Se había enfermado por la lluvia, se había fatigado, no había aguantado el viaje ni si quiera sobre un caballo. Había sido una carga...

Pero con Edward, por muy cansada que estuviese, y de verdad lo estaba, sentía que sacaba mas fuerzas. No entendía porque, pero su cabellera rojiza había tomado un hermosos color cereza/guinda con el pasar de los días. Pensaba que habia sido el sol... y le ponía nerviosa la posibilidad de que Fye le diera un sermón por las pecas que le habían salido en las mejillas producto del sol.

- Daría todo por un lindo caballito ahora. No los se cabalgar, pero de seguro usted si. - Le dijo alegremente a Edward. - En el Valle mi hermano tiene hermosos caballos, negros, blancos, moteados, cafe, crema... tiene tantos que podría formar una pequeña caballería. El y Gelum tienen corceles blancos hermosos, pero nunca me dejaron montarlos, decía que no eran propios de una dama... pero vaya que me hubiese gustado. Vergilius tambien tenía un corcel, cabalgamos en él muchas veces... - Hablar de Vergilius parecía desanimarla, pero lo ocultaba bien. - Espero volver a ver a los caballitos pastando en Roma... rezo a los dioses por que el Valle este a salvo.

Y entre más caminaba, más frío sentía. De hecho, de pronto su aliento se volvía vapor. Era extraño que hiciera ese tipo de clima en un lugar como ese con el sol aun en el cielo. ¿Podría ser que ese frío tan extraño tuviese algo que ver con su hermano?

- ¿Gelum? ... - Murmuró y cerró los ojos, sintiendo que algo a su alrededor la cubría, como si fuese una luz dorada y cálida que le evitaba tiritar... era la misma sensación que tenía cuando miraba la estrellas.

por Gelum Vie Sep 02, 2011 1:07 am

Era sin duda mi hermana, aquella mujer que se encontraba a escasos metros de mi. No podi articular palabra, y en cambio a eso, se formaba un nudo en mi garganta. Ahora me estaba viendo como uno mas, a su lado se encontraba alguien, que parecia que me conocia, o por lo menos yo a el. Portaba tambien una armadura dorada igual que la mia, que relucia tambien con las lineas de sol que aun no se ocultaban entre el bosque.

Comence a caminar despacio, mientras el brillo se esparcia por el lugar, me fui acercando, tenia tantas incognitas para ella. Y o sabia por donde empezar. Solo seguia quieto, mientras que en mi cerebro trataba de poder ordenar todas las palabras para asi tener concordancia. Respiraba dequedito. Miraba como la distancia que me separaba de mi hermana quedaba mas reducida, mientras mis pisadas eran un poco mas fuertes. Estaba en un animo que parecia que estaba flotando por las nubes, y no queria perder la razon, por lo cual pisaba con mas fuerza para asi no perderme entre mis pensamientos.

Vamos, tienes que preguntar, has cruzado todos estos lares solo, ¿para que, para que te encuentre como un cobarde delante de ellla?... mi mente comenzaba a jugar con la realidad... Podia oir claramente mi conciencia gritarme una y otra vez lo mismo. Casi queria explotar. Vamos, cobarde, ¿para eso le hiciste la afrenta a tu hermano?... Sophia, lo siento... no podia decir mas, los remordimientos y verla a ella comenzaban a efectarme, incluso los ultimos recuerdos con mi hermano Fye, hacian que mi cuerpo se desplomara aun mas, no habia tenia respeto con mi mayor, y ahora quedaba arrodillado frente a mi hermana....No pude hacer mucho, durante tu ausencia todo cambio, incluso nuestra casa, a cambiado en su totalidad, mi hermano no es mi hermano, por alguna manera tuvimos diferencias, y sali, solo, para buscarte,¿ Donde estabas hermana, Que te han hecho?

por Sophia Dom Sep 04, 2011 4:33 pm

El pecho de Sophia se llenó de una alegría que se reflejó en sus ojos. Si no le hubiese parecido completamente inapropiado habría llorado de felicidad. No esperó a que Gelum terminara de hablar para rodearlo con sus brazos, apretandolo como lo hacía cuando él era sólo un niño.

- No entiendo nada... no se porque estás con una armadura como esa, ni que esta pasando en Roma... pero no tienes idea de cuanto me alegro de verte pequeñito. - Cerró los ojos y se dejó llevar por el sentimiento de ternura que se arraigaba en su pecho. Pero pronto su sonrisa se esfumó al escuchar que que algo le había ocurrido a Fye, que Gelum decía que Fye ya no era Fye. - ¿A que te refieres con eso Gelum? - Preguntó nerviosa, con la voz temblando. - ¿Fye está bien, verdad? Tiene que estar bien... yo... yo se que debe estar bien...

Soltó a Gelum y lo miró al rostro examinando que era lo que había ocurrido para que su pequeño le dijera que las cosas con Fye no estaban bien. Tal vez que ella desapareciera había vuelto que las cosas entre Fye y Gelum se asperaran. No entendía bien el motivo para que el orden en su casa se hubiese roto, pero ya tendrñia tiempo de hablar con todos, por ahora, ella tambien debía una explicación.

- Espero que no pienses que estoy loca... - Suspiró, nerviosa por lo que iba a decir. - Siento tanto haberles causado molestias una y otra vez durante estos ultimos meses.

Junto sus manos sin saber que hacer con ellas. De seguro se veía horrible con un ropaje que no le pertenecía que le caía hasta las rodillas pesadamente, un abrigo perteneciente a Edward pues cuando la encontró estaba desnuda. Su cabello era una maraña de pelo enredado y ya no tenía el mismo brillo rojizo de antes... algo en éste había cambiado.

- Octavius me sacó de la Villa... pensé que estaba soñando, pero simplemente en un momento estaba en mi habitación, vistiendome para ir a comer alguna cosa con ustedes, cuando apareció como un ... espiritu atras de mí... y... y... lo proximo que supe fue que estaba flotando en el aire sobre Germania, sin caer... sin poder tocar nada fijo bajo mis pies... tenía mucho miedo, pero... el Señor Edward me sacó de ahi. Venimos caminando por días, semanas, no se cuanto tiempo ha pasado... quería volver a Roma porque en mi corazón algo decía que estaban en apuros. ¿Dónde esta Fye Gelum? ¿Sigue en el Valle Dulce o tambien se ha marchado? ¿Richard? ¿Samantha? ¿Solomon? ¿Lydia? ¿Aspros y Defteros? ¿Mauritius? ¿Cómo estan ellos? ¿Dónde esta nuestra familia?... - Hizo una pausa avergonzandose si quiera de preguntarle a Gelum por él, siendo que los había intentado matar... pero su corazón se lo exigía. Su rostro se descompuso levemente y sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas al recordarlo. - ¿Vergilius está bien?

por Gelum Dom Sep 04, 2011 7:40 pm

Solo podia sentir elcalor de su pecho oprimiendose con el mio, de alguna manera ese calor de madre hacia que mi corazon volviera a latir, no importara como ella lo hacia. Era sin duda el calor que podria brindarme seguridad y cariño a la misma vez. No pude evitar dejarme llevar entre sus brazos, y al fin sentir su abrazo como algo mio, como algo que me habia sido arrebatado durante mucho tiempo y que no queria que fuera jamas a desaparecer. Los cuestionamientos salieron a la luz. ¿ Porque tenia esa armadura?, mire a lo lejos y parecia que tambien aquel sujeto portaba una, ¿era posible que ambos tendriamos una conexion?, solo por el brillo de nuestras armaduras.

Fye, Fye, no es el mismo Sophia, desde que saliste, unas personas lo fueron a buscar, justo a nuestra villa. El los tomo bajo su tutela. Encare a uno de sus guerreros, manipulaban algun elemento, incluso uno logro afectarme, quede dormido por varios minutos. Desperte y fui a pedir una explicacion a nuestro hermano. Cuando me encontre en la sala, no quedaba, solo restos, esos sujetos habian corrompido todo. Acabaron con la habitacion. Yo me acerque a Fye, que solo observaba, le pregunte quienes eran, incluso pregunte por ti, y eso fue donde no me supo respoder, y peleamos, le grite en su cara, el por que no sabia cuidarnos, y entonces decidi venirte a buscar de mi cuenta, el solo queria hacer un viaje, quizas dejaria la villa, al igual que yo...

Se alejaba ligeramente aquel calor, y con ello su pecho de mi hermana, me sentia reestablecido, el solo sentirla me hacia mucho bien. La mire. Habia pasado quizas por un infierno, para que sus mejillas perdieran ese brillo, que ahora era cubierto por sudor y polvo. Su cuerpo solo era protegido por unos cuantos harapos, y su fina piel habia sido rasgada por ramas, o piedras, se podian ver los cortes. Sus pies, descalzos sin nigun motivo, mientras que se le miraban ampollas. Aquel viaje le habia hecho estragos en su ser.

Octavius... solo pude musitar, mientras solo escuchaba. Octavius la habia pretendido y ahora la habia sacado de la villa, quizas se trataba del poder de un dios, o solo estaba divagando con mis pensamientos, pero ahora ella, tendria que saber la verdad, en mis sueños la veia como alguien mas, como athena, pero seria casi imposible que ella lo creyera en ese momento, deberia solo callar, hasta poder decirselo y tener pruebas suficientes. Vamos, es un milagro que estuviera ahi mismo este señor, Edward como lo hacer llamar... y la familia, no se casi nada, he estado de viaje los ultimos dias, buscandote, y me he desconectado completamente de Roma, lo unico que se, y como te dije es de Fye que realizaria un viaje. Calle por un momento, mientras que de sus labios salian las palabras que hirieron mi corazon como flechas envenenadas.

Me levante rapidamente, que pensaba en ese momento mi hermana, no le bastaba con el dolor que habia infrigido en mi cuerpo con tal de salvarla de las manos de ese tipo. Que demonios buscaba con el hecho de repetir su nombre en ese preciso momento. Me quite rapidamente la armadura, la parte del pecho, fui cuidadoso porque aun persistia el dolor. Cayo el pedazo de esta, y ante la vista de ella, mostre las heridas cuasadas por el ataque que habia realizado. Sophia, como te atreves, no te basta que ahora tenga en mi cuerpo las heridas que provoco ese maldito, ahora mencionas si quiera su nombre, no me causes este coraje, no porfavor, demasiado tengo con este ardor en mi piel y el dolor que llevare conmigo todo mi existir... retactate hermana, deja de buscarlo...

por Sophia Sáb Sep 10, 2011 2:41 am

Ver la reacción de Gelum la asustó un tanto. No entendía de donde procedía tanta rabia acumulada en su hermano pequeño. No podía entender lo que le habría causado que de un momento a otro se enfureciera, pero lo sentía con fuerza en su pecho, por lo cual, las razones sobraban.

No se había dado cuenta lo mucho que Gelum estaba creciendo. Su cuerpo ya no era el de un niño y su pecho, aunque magullado, comenzaba a mostrar los primeros signos de que era un hombre, con cicatrices, tal como le hubiese gustado a su padre que Gelum fuera, pero de seguro no a su madre.

Escuchó su reprimenda con calma, pues en el fondo entendía cada una de sus quejas. Pensó en Fye y la forma en que Gelum había dicho que éste había cambiado y ya no era su hermano. Miró al suelo, las lagrimas en su rostro se estaban secando pero en su corazón había muchas más muy orgullosas para salir. Ya iba siendo tiempo de parar de llorar y mostrar que ella no se dejaría vencer ni si quiera por el dolor.

- La Villa del Valle Dulce... destruida. - Un nudo se le hizo en la garganta y no pudo respirar por algunos instantes. La imagen de su hogar sumido en ruinas le dolió mas que cualquier golpe hasta entonces recibido, incluso más que las últimas palabras que Vergilius había pronunciado. - Volveremos a construirla Gelum, levantaremos piedra por piedra hasta que vuelva a ser lo que siempre fue... siempre que haya un Juliai ahí se podrá volver a construir. Tal vez deba hacer como dices y olvidarme de lo ocurrido con Vergilius, buscar un esposo que nos pueda mantener y cuidar, devolverle el resplandor de antigua al Valle... supongo que eso lo verá Fye cuando vuelta.

Su mirada se fijó en el horizonte. El viento se levantaba y traía olor a muerte desde Roma. Lo sentía con mucha claridad. El viento la alejaba de ese lugar, no la quería ahí. Por primera vez en mucho tiempo sintió que no debía ir en esa dirección... si no... al este... seguir al este y alejarse de Roma, de Vergilius, de Octavius, de las cenizas, la sangre, la hambruna, la muerte y la traición. La horrible traición de su familia.

- Te prometo, que te cuidaré Gelum. - Le dijo sin mirarlo, con frialdad en su voz, pero más que eso, era determinación y la seriedad que Sophia nunca había tenido. Las circunstancias la había obligado a madurar, a fortalecerse, a dejar de temerle a todo y de mostrar el dolor en su pecho. - Siempre lo he hecho ¿no?... lo seguiré haciendo. Pero no me pidas que no me preocupe por el resto de nuestra familia. Desistí de buscarlo, sólo deseo que encuentre la felicidad cerca de alguien que lo necesite más que yo y que encuentre paz en su corazón el resto de los días que viva. - No podía imaginarse que alguien necesitara a Vergilius más que ella en
ese momento. Estaban en una situación miserable, desesperada, sin
hogar, sin provisiones, sin vestimenta propia para las noches de frío,
en medio de la nada. - Pero no puedo dejar de buscar al resto... a Nuestros primos, a nuestro hermano. No puedo hacer nada para borrar lo que pasó, no puedo eliminar de tu mente el hecho de que un ser querido nos haya lastimado, pero... pero hace algun tiempo... descubrí que.... - Se sonrojó un tanto, nerviosa, mirando a Gelum con los ojos de una madre amorosa. - Que puedo sanar el cuerpo de cualquiera si realmente lo deseo.

Estiró su mano sucia de barro y polvo y la poso con delicadeza sobre el pecho de Gelum. Una calidez impropia del ambiente surgió de sus dedos y se esparció por el cuerpo de su hermano, calmando el dolor en su cuerpo y en su alma, cerrando sus heridas y finalmente... haciendo que éstas desaparecieran como si el tiempo se hubiese acelerado en extremo.

Sophia no sabía como podía realizar aquello, así como no sabía porqué Gelum enfriaba todo a su alrededor con su presencia, ni porqué Edward tenía alas Doradas que volaban, ni el motivo por el cual Octavius había sido elegido como la voz de los dioses. Sólo se consolaba con pensar que a ella tambien los dioses le habían dado armas... sus manos sanadoras y su enorme corazon lleno de bondad.

- Tenemos que conseguir mejor vestuario... no puedo seguir caminando por estos lugares vestida así y descalza Gelum. ¿A cuanta distancia estamos de Roma? ¿Encontraremos algunas cosas en el Valle si volvemos allá o esta completamente destruido? - Sophia pensaba en un viaje, un gran viaje que despejara sus cabezas y tal vez, los ayudara a buscar y encontrar a su otro hermano. - Debemos volver por provisiones, vestuario, oro... iremos por Fye Gelum. Somos hermanos, somos de la misma sangre, no podemos dejarlo solo, tenemos que ir por él y hacerlo entrar en razón, recordarle quien verdaderamente es.

por Gelum Miér Sep 14, 2011 12:06 am

Solo la calidez de sus manos que se posaban sobre mi pecho, era lo unico que sentia. Era una calidez unica, habia sentido tan cerca a mi hermana, pero nunca como esto. De pronto senti un alivio completo, al ver como mi cuerpo comenzaba a curarse de poco a poco, y las cicatrices que habia dejado el ataque de Vergilius desaparecian lentamente. Que habia hecho mi hermana en ese momento, ella tambien tenia un poder que aun no conocia, pero incluso antes, sin saber que ella podria curarme, habia sentido esa presencia. Mucho antes de tener el altercado contra ese tipo, sabia que siempre debia estar ahi, sin temer a nada, solo para protegerla y sin nada que decir.

Perdona sophia, es que aveces no se donde tengo la cabeza, puedo perderla, pero aun asi, tienes razon... Es mejor poder saber mas de nuestra propia familia... musite mientras la apresaba en un abrazo, ya no tenia ningun dolor, todo lo habia hecho muy bien. Hermana, no prometas mas, que mi vida depende de ti, lo e sabido desde hace varios meses atras, tu y yo no somos realmente humanos, yo tengo el poder de convertir en hielo lo que quiera, puedo hacer que se congele el ambiente, en cambio tu, puedes curar, y eso ya lo has demostrado. Por ello, creo que los dioses nos han bendecido con este poder. Tenemos solo que encontrar nuestra vocacion. Yo por ti estoy dipuesto a usarlo contra el que trate de herirte o hacerte daño. Desde este dia y siempre, te protegere Sophia... Respire un poco... Todo te lo debo a ti...

Me quede suspendido por unos segundos, la mire de nueva cuenta, y su ropa toda harrapienta, casi la dejaba desnuda, le podia ver solo la silueta, pero aun asi, las piedras habian hecho mas daño a su ropa que a su cuerpo. Tome una manta de mi mochila, y la puse sobre ella, no queria que nadia la menospreciara por como se visitiera. Podermos partir justo ahora hermana, depende de como te sientas, creo que el señor Edward no podra seguirnos mas alla, de ahora en adelante me encargare yo... decia mientras miraba en su direccion... Vamos Sophia,si tus pies aun pueden caminar, prosigamos que estamos muy cerca de Roma, aquel lugar que solo regresaremos por tus vestimentas y para decir adios...

por Edward Miér Sep 14, 2011 2:18 pm

El cual por el cual continuamos seguia siendo un sitio lleno de pobreza, hay es donde se veia la verdadera debilidad de Roma, detras de esos grandes palacio, ese gran ejercito estaba todo esto, hombres y mujeres que se morian de hambre, que tenian lo que podian, la comida excaseaba para ellos solamente, pero eso no les hacia perder la sonrisa y la amabilidad. Una niña que se nos cruzo, al vernos en nuestro estado, tuvo la amabilidad de regalarnos algo que comer. Por ese tipo de cosas, era por las que merecia la pena luchar.

Sophia acepto aquel regalo, pero volveria para pagarlo, esa fueron sus palabras, ella era tan amable, como cualquiera de esas personas. Ademas tenia pensamientos muy profundos, y durante todo este viaje, estuve escuchandola atentamente todas las cosas acerca de su villa y familia, era como si se necesitara desahogar con alguien y yo estaba ahi. Yo estaba encantado de escucharla.

Espero que ahora señorita, se haya dado cuenta de la importancia de ciertas cosas, usted a tenido una vida llena de lujos y facilidades. Ahora es el momento de crecer y de valerte por ti misma. Pero.. no se preocupe, estoy seguro que lo hara muy bien.

De repente un extraño frio nos invadio, era muy raro que a esa hora hiciese ese frio. No era normal, el frio venia acompañado de un cosmos que habia sentido antes. Y entonces aparecio, un chico de poca estatura, cabello blanco, lo habia visto antes. Estaba seguro.

Este chico..?

Si, ya lo recordaba, era aquel que resulto herido antes que yo, la ultima vez que protegimos a Athena. Y no solo era eso, era el hermano de Sophia, uno de los dos, era una autentica suerte encontrarlo sin tener que llegar a Roma. Pero habia algo mas, en su espalda, una caja dorada, perteneciente a una de las 12 armaduras doradas.

Vaya.. eso no me lo esperaba.

Ambos hermanos empezaron a hablar y yo no queria meterme en la conversacion intima de dos hermanos. Solo asenti de vez en cuando cuando ellos se referian a mi, pero por el resto, preferi dejarlos solos todo el tiempo que pude. Pero despues de la conversacion estaba listos para ir de nuevo a Roma, confiaba que al encontrar a uno de sus hermanos, decidiera no ir, pero estaba decidida tambien a encontrar al segundo de sus hermanos.

No sera necesario que estes solo, ahora que ya terminaron, sera buena idea seguir el camino los tres.

Me adelante poniendome delante de ellos dos, mirando el horizonte, cubriendo con mi mano los ojos del brillo del sol.

Mas adelante, esta la puerta principal a Roma, pero va a ser una locura entrar asi, ellos ya saben quien es Sophia, y la estaran buscando, por eso tenemos que ser cautelosos, y aunque es arriesgado ir a su casa, si usted lo desea iremos, pero alli es donde es mas probable que este el enemigo. Debemos ser rapidos.

por Sophia Vie Sep 23, 2011 9:54 pm

- Entiendo... - Dijo Sophia con cierto aire de melancolía. No podía creer que a quien Edward se refería como el "enemigo" fueran sus queridos primos Octavius y Vergilius. Era algo que su corazón se negaba a creer pero que muy en el fondo sabia que era verdad.

Suspiró mirando el horizonte. No seguiría aquella ruta si la llevaba directamente a la puerta de Roma. No deseaba que el pueblo de sus antepasados viera en la desgracia que había caído Sophia de la casa Juliai. Aún su dignidad valía algo, no deshonraría a Fye y a sus padres entrando en esa condición a Roma.

- No iremos a Roma. Iremos por la ruta del Valle hasta llegar a la Villa. - Dijo imperiosa, sin cabida para dudas. - Gelum, se que me puedes cuidar bien solo, lo has demostrado en innumerables ocasiones, pero ahora esta el señor Edward con nosotros.

Miró a Edward sonriendole tiernamente. Había algo en los ojos de ese hombre que la hacía acordarse de esos sueños en que Gelum y ella estaban en grandes ruinas rodeadas de hombres con armaduras doradas. Ya había visto la de Gelum y tambien la de Edward... quizás no estaba tan equivocada para pensar de que esos sueños eran un vistazo a su futuro.

- Puedo caminar Gelum... no te preocupes por mí. No seré una carga para ustedes.

Y de esa forma, Sophia siguió el camino que la llevaría a su hogar.

por Lestat Mar Oct 04, 2011 9:06 pm

Medio día ya era. Sin duda la brisa que corría en aquel lugar era más que cálida. El sol estaba en su apogeo y de poco en poco los caballos comenzaban a ser dañados por la inclemencia del clima. Lestat se percataba como la potencia de las patas de los caballos bajaba y como también se comenzaban a agitarse. Arqueando una de sus cejas tiró del fuete y así generó que su jaco se detuviera. El joven rubio bajó de inmediato y vio el cielo, suspirando lo halo hacia una sombra de un árbol y apneas veía a Larissa se posaba deteniendo al cuadrúpedo. Tomando las riendas de este y viendo hacia arriba… directo a Larissa; y mientras caminaba aquel dijo:

-Sé que tenemos poco tiempo, pero los animales se cansan. Por ello que descansen un poco en lo que busco agua tanto para ellos como para nosotros, ¿tenéis hambre corazón? Puedo buscar un conejo y así prepararlo bien ahumado y comer un poco antes de ir al encuentro de vuestro Dios…

Guardó silencio. Amarrando al caballo de inmediato tomó las caderas de su dama y así la bajó. Teniéndola entre sus brazos le sonrió con ternura y repasó una de sus manos en su mejilla, sintiendo la frescura que generaba aquella sombra de árbol. Besando su frente y abrazándola con fuerza, bajó su torso y con suavidad le susurró:

-O tan sólo quieres descansar un poco en lo que los caballos toma fuerza, la verdad yo no tengo hambre, pero no sé tú… así que decídelo, y así se hará.

por Larissa Sáb Oct 08, 2011 7:49 pm

Llevaba ya Larissa medio día de viaje cuando la potencia con la que se movían las patas de su caballo hizo que pensara en detenerse, y al parecer no era la impresión solo de ella, sino que también era la de su esposo quien apenas pudo se bajó de aquella bestia de carga y se acercó a la suya para hacerle detener su marcha. No sabía hasta qué punto podía ser bueno que Lestat quisiera hacer detener el viaje para que los caballos descansaran, pues pensaba que el detenerse no iba a favorecerlos de ninguna manera; sin embargo era más que claro que si no hacían eso entonces se retrasarían más porque seguro esos caballos iban a desfallecer donde ellos quisieran hacerlos avanzar más.

Ante las manifestaciones de amor de aquel general, la joven no pudo evitar sonreír y cerrar los ojos. Estaba más que claro que aunque fuese una beseker de Ares aún sentía mucho amor por aquel hombre de los cabellos castaños, y no le era posible ignorar aquellas muestras de cariño del amor de su vida. Definitivamente ese hombre hacía que ella se olvidase de aquellas cosas que le preocupaban, como el hecho de que estaban retrasados para llegar al templo.

-Está bien querido... Te agradezco que quieras hacer el viaje lo más eficiente posible. En cuanto a la comida te agradezco pero no tengo ganas de comer nada la verdad, quizá más adelante tenga deseos de consumir algo para nutrir mi cuerpo, por ahora quiero quedarme a tu lado bastante tiempo.- Larissa cerró sus ojos y le dio un beso a su esposo, luego recostó la cabeza sobre su hombro y suspiró porque estaba feliz de tenerlo a su lado en momento de tranquilidad como ese, uno de los pocos que iba a tener, porque cuando llegasen al templo no habría más momentos como esos.

por Lestat Dom Oct 09, 2011 7:37 pm

-Está bien, la verdad es que yo tampoco no tengo hambre, ya comeremos un poco en el palacio de nuestro señor. Larissa sé que quieres llegar cuanto antes al templo de Ares, pero no podemos presionar tanto a los animales, es por ello que deben de descansar, además extrañare tus labios mucho, no podemos ser cariñosos en frente de mis compañeros es por ello que…

El joven guerrero guardó silencio y sonriendo cargó a su joven esposa entre sus brazos. Caminando se dirigió rápidamente hasta la sombra de uno de los árboles más cercanos y con delicadeza le sentó haciendo que su espalda se recargara en el tronco seco. Recostándose en el pasto y posando su cabeza sobre sus piernas el joven besó su vientre y con tranquilidad dijo:

-… quiero disfrutar un poco más estos momentos tranquilos contigo. Te presentare como mi esposa, como lo que eres ante los compañeros de reino, ante el mismo Ares. Lucharemos juntos hasta el final mi querida Larissa… recuérdalo, hasta el final.

Sonriendo suspiró. Lestat de la nada comenzó a sentir el cosmos de su deidad un poco más fuerte y sonriendo observó la frondosa copa del árbol y alzando su mano con delicadeza rosó por la parte baja del mentón de su esposa y riendo dijo:

-Me hubiera encantado ser padre. Hacer una familia contigo, ser normal sólo un poco más, pero no se pudo… como lo siento amor, de verdad como lo siento. Mas los demonios no pueden hacer eso, aún así estoy muy feliz por conocerte y hacerte mi esposa… gracias por escogerme Larissa… gracias, sabes que te amo y moriré diciéndolo… jeje…

Sentía Lestat que algo malo pasaría y era por ello que aprovechaba esos momentos a solas con Larissa, diciéndole con sinceridad todo lo que sentía, presentía que si no lo hacía en ese momento no habría otra oportunidad. Bajando su mano cerró sus ojos y se ladeó un poco para quedar mirando el vientre de su mujer, esperando una respuesta por parte de aquella.

por Larissa Sáb Oct 15, 2011 12:08 pm

La mujer de los cabellos castaños dejó que su esposo la recostase en el tronco de ese árbol y disfrutó del paisaje y la sombra del mismo. Cierto era que necesitaba llegar cuanto antes a aquel palacio, pero si seguía presionando a esos caballos seguro ellos caerían muertos a la mitad del viaje. Los besos del ex-general hicieron que la joven riese mientra se movía por acción de las cosquillas que causaba en su cuerpo aquellos besos. Las razones que Lestat exponía eran bastante interesantes y por primera vez en la vida, la joven pensó con tristeza que su futuro con él no podía estar totalmente realizado ni mucho menos.

Con un suspiro se marcó lo que la joven iba a empezar a decir, pues no quería que su amado esposo hablase solo y mientras ella se quedaba muda como una estatua, claro que no había que podía decir para consolar a ese hombre, pero ya no tenía muchas opciones, y tampoco podía dejarse llevar por la tristeza, así que sin pensarlo dos veces empezó a argumentar:

-La verdad es que yo también hubiese querido ser madre... Pero bueno tú sabes que eso no es posible para personas como nosotros, recuerda que somos guerreros.- Larissa cerrró sus ojos y le dio un beso en la frente a su esposo, luego se separó y sonriendo siguió con su diálogo- Bueno querido, no creo que debas preocuparte, si sobrevivimos a todo esto igual podemos estar juntos toda la vida, y si nuestra deidad duerme entonces nuestros poderes se guadarán para cuando regrese y de igual seguiremos juntos.

Larissa sonrió y abrazó otra vez a su esposo mientras suspiraba y recostaba la cabeza sobre su hombro. Estaba feliz de tener a es hombre aunque no viese cumplido su sueño de tener una familia para cuidar al lado de su esposo, y eso era algo que no le quitaba nadie.

por Lestat Mar Oct 18, 2011 8:57 pm

Lestat cerró sus ojos y dejó que el tiempo transcurriera con cada soplido del viento. El clima en si estaba agradable y más porque a lado de su esposa tranquilo permanecía. El tiempo era oro para esos momento en que se avecindaba una guerra, pero sólo quería disfrutar un poco más de aquella paz que sin duda se quebrajaría por el duelo entre dos reinos… además gustaba demasiado estar de esa manera con su esposa, que sin duda comenzó a hablar y aquel no pudo evitar contestarle:

-Tienes razón… mucha razón, cuando esto se acabe tendremos tiempo de hacer hijos… ja, ja, ja… y vivir como lo que somos, marido y mujer. Ya esta haciendo de nuevo tarde, debemos de continuar el viaje corazón, creo que los caballos ya descansaron, además no queda tan lejos ya el templo de nuestra deidad…

Suspirando el caballero se levantó de las piernas de Larissa, hincándose en frente de ella la tomó de sus mejillas le robó un beso corto, para después levantarse y tomarla de su hombros para que hiciera lo mismo. Cerrando sus ojos abrazaba a su esposa el romano y se quedaba así esperando a que ella diera la iniciativa para continuar con el viaje. Cierto era que Lestat quería quedarse en esos valles un poco más, disfrutando la compañía de su eterna amante, pero era necesario ya estar con su Dios.

por Larissa Sáb Oct 22, 2011 7:35 pm

Con una nueva emoción en su ser, la joven mujer de los cabellos castaños se puso de pie y cerró sus ojos para recibir el abrazo de su amado esposo, luego con el mismo cariño de siempre, se separó de su esposo y se encaminó hacia donde estaban sus caballos. No podía decir que se sentía cien por ciento segura de lo que estaba pasándole, pues nunca antes se había portado de esa manera; siendo la guerrera que era, ella nunca había pensado en tener hijos con nadie jamás en su vida, tenía que admitir que en su nuevo despertar ella no sólo estaba conociendo nuevos horinzontes, sino también nuevas emociones.

-Cierto, no está tan lejos, y ya decidí que no me preocupa lo que digan los demás por el tiempo en el que estaremos llegando, puesto que no es de mi incumbencia lo que ellos consideren. Sólo me importan dos cosas, y una de esas es el servir a mi deidad.

Larissa dijo esto bastante contenta y se subió a su caballo, quien ya había descansado bastante tiempo y ahora tenía muchas energías para contiunar con su viaje. Ciertamente algo emocionante iba a suceder con el despertar de su amo, puesto que su corazón brincaba de emoción cada que pensaba en él y se sentía agradecida al recordar que por su poder y su fuerza era que ella podía estar cerca de su querido y amado esposo. Definitivamente, la mujer más feliz del mundo era ella, por lo menos en cuanto a su situación se refería. Ya estaba anocheciendo, y tenía que apresurar su marcha, estaba segura de que no pasaba nada si ella estaba en compañía de Lestat, quien había mostrado en más de una ocasión ser apto para protegerla y para ser un berseker de Ares.

-Vamos querido, tenemos que llegar a ese lugar de una vez por todas, puesto que es nuestro deber el estar frente a nuestro superior. Puede que no se nos vea como los más fuertes, pero eso no importa, porque poco a poco probaremos nuestro valor.

Una vez dicho esto, la berseker de Ares puso en marcha su caballo para al fin empezar lo último que quedaba de su viaje para llegar al sitio donde empezaría su vida como un berseker de Ares.

por Lestat Dom Oct 23, 2011 8:52 pm

Sonriendo Lestat simplemente vio como su esposa se montaba al caballo y así animaba al animal para que este respondiera a trotar. Tranquilamente se acomodó la toga y de inmediato se dirigió a su potro, para así montarse y dominarle con gran elegancia, digna de un general de Roma. En silencio aquel joven de cabellos dorados escuchó las palabras de su esposa, quien sin duda estaba excitada con todo lo que pasaba… su voz la delataba, sonriéndose y suspirado el joven exiliado le contestó:

-Pues andando amor mío que vuestra deidad os pera para así comenzar con su travesía de conquista, qué nos debe de importar la reacción de los demás guerreros, la verdad nada, así que corazón tensaos bien la rienda del caballo y en marcha rumbo al templo del dios de la guerra, pues hoy sin duda llegaremos, para así comenzar con nuestra misión.

Tranquilo el muchacho comenzó a golpear los costados del cuadrúpedo, el cual relinchó y así comenzó a trotar hacia el este. Sin duda Infernatil estaba emocionado por travesía y más pues a lado de Larisa estaba. Su tranquilidad se reflejaba en un semblante sereno y una postura erguida que mostraba más que confianza.

Suspirando el joven rubio continuó su camino, teniendo en cuento que la dama le seguía. ¡Uf! Algo nervioso estaba , pues había estado una era completa fuera de casa, así que estaba expectante a la reacción que tendrían sus demás compañeros y más al saber que a su lado su esposa y guerrera también de Ares le acompañaba, pues siendo demonio ese tipo de debilidades no eran aceptables… ya que se decían que hacían debilitar la imagen del Dios mismo, pero eso lo tenia sin cuidado… lo único que temía era que maltrataran emocionalmente a Larissa, por lo que Lestat se propuso que debía estar a cuidado de esa mujer al cien porciento… si es que más, ya que en verdad la amaba.

Off: Haré otro post en la entrada del templo de Ares

por Hang Lun Ene 30, 2012 10:43 pm

Este será un buen lugar jeje…

Eso fue lo último que dije antes de elevar mi cosmos para crear una puerta al inframundo, enseguida repelí de mi cuerpo la sappuri de la Garuda, misma que me identificaba como el rey de los cielos. Mostraba una sádica sonrisa mientras hacia eso, mi plan era dejar que mi lado humano volviera a tomar en control mientras yo vigilaba todas sus acciones desde el interior de su alma.

Ahora yo seria el que controlaría las cadenas que ataban el alma de aquel simple mortal. No obstante no podría recordar nada, quien fue, donde vivo…todo eso será nada más que una simple nube oscura que lo asecharía hasta que yo decidiese volver a tomar el control.

El viento comenzó a soplar con fuerza en aquel paramo, el césped comenzó a moverse con gran violencia hacia los lados. Los arboles comenzaron a dejar caer sus hojas con forme mi cosmos se comenzaba a atenuar, la fuerza destructiva que lo caracterizaba comenzaba a apaciguarse al igual que la oscuridad que se podía sentir en el, al poco tiempo mi alma de juez comenzó a hundirse en las profundidades del alma de aquel humano llamado Hang

Ahora será mejor que fortalezcas de nuevo tu cuerpo… para que logre soportar una vez más mi verdadero poder…

De un momento a otro la oscuridad de comenzó a apoderar de mi visión, al mismo tiempo que mi cuerpo perdía su fuerza para sostenerse a si mismo. En un abrir y cerrar de ojo mi cuerpo se encontraba tirado en medio de aquella pradera mientras los vientos se calmaban y todo volvía a su aparente normalidad.

por Hang Mar Ene 31, 2012 9:15 pm

Las cosquillas que me propiciaban los movimientos de mis cabellos por el soplo del viento me despertaron. ¿Pero donde me encontraba? Al abrir los ojos estos se vieron lastimados por la luz del sol, podía escuchar el batir de las alas de las aves cercanas mi, me dolía levemente la cabeza, además de que me sentía un tanto adormilado. Era como si hubiera estado dormido por mucho tiempo.

¿Dónde me encuentro?...

Me preguntaba mientras me intentaba sentar en aquel inmenso prado, observe a mis alrededores pero lo único que pude ver a la distancia era pasto de un verde claro y algunos cuantos arboles que se encontraban esparcidos en aquella pradera. Pero algo se encontraba mal, por más que intentaba recordar en donde me encontraba o como había llegado a aquel lugar no podía. Entonces intente recordar mi nombre…

Hang…

Eso fue primero que llego a mi mente, intentaba recordar de donde venia pero al hacerlo me comenzó a doler horriblemente la cabeza. Aquel inmenso dolor provoco que llevara ambas manos a mi nuca mientras me agachaba hacia el frente, mi rostro toco el pasto y con ello sentí la tierra fría debajo. De pronto varias imágenes que agudizaron el dolor comenzaron a proyectarse dentro de mi mente.

Escenas de personas muriendo mientras su sangre creaba grandes ríos carmesí, estos ríos llevaban consigo el dolor y la angustia de todos aquellos que había sido asesinados ¿pero por quien? Varias plumas de color negro comenzaron a caer del cielo de tonalidad rojiza, mientras el graznido de un ave resonaba en los alrededores. Aquel sonido retumbo en mi mente, antes de que volviera a ver el suelo debajo de mi rostro.

¿Qué era todo eso?...

Me preguntaba mientras me erguía nuevamente. Note que estaba vestido con ropas que parecían de algodón teñido de negro, pase mi mano derecha sobre mis cabellos dándome cuenta de que estos eran demasiado largos. Me levante ya que no deseaba estar sentado, en esos momentos me sentía confundido pero por alguna razón no me sentía…angustiado…

Sera mejor que me mueva, quizás encuentre a alguien que me reconozca…

Comencé a caminar a través de esa gran pradera, sin algún rumbo fijo, sin recuerdos. Solamente sabiendo cual era mi nombre…

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Camino a Roma

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