[Villa Vallis Mellitus] Residencia de Artorius.

por Artorius Vie Oct 01, 2010 1:48 pm

Tras un largo día en el mercado, Artorius había llegado a su casa. Una pequeña mansión, una gran puerta se abrió y por allí entro el joven, la casa estaba totalmente vacía excluyendo a algunos arácnidos que se encontraban en las paredes. El joven pelinegro se quito sus ropajes superiores quedando así sin camisa y chaleco, viejos cuadros de su padre y su madre habían por las paredes, las escaleras aun estaban teñidas de sangre de aquel sangriento día, Artorius caminando lentamente hacia la chimenea la encendió frotando 2 palos contra una pequeña roca se acerco hasta el sofá y se sentó allí, quedando enfrente de la chimenea ubico sus pies en la pequeña mesa que se encontraba en dicho lugar.

Sus ojos se reflejaron contra el fuego, aun escuchaba los gritos de sus víctimas en las paredes, aun escuchaba aquellos rotundos ruidos de cadenas, aun escuchaba los gritos de su madre y los gemidos agonizantes de su padre, pero sobre todo escuchaba y recordaba su cuchillo ensangrentado y como cortaba la carne humana.

En la pequeña mesa había un vaso con agua, estirándose hasta el punto de alcanzar el vaso Artorius lo tomo para dirigírselo hacia su boca y comenzar a tomarlo mientras que la agua corría por su garganta. Termino de tomar el vaso dejándolo nuevamente en la mesa.

- Marte, dios Romano de la guerra solo es una copia del dios Griego Ares. Roma tiene pecadores en abundancia, ni siquiera saben que significa la guerra pobres ilusos, pronto llegara la hora de implantar en el corazón de el emperador el odio y la guerra, para que aprendan que es lo que significa ser un guerrero. -

Dijo con una voz metálica y fría, se levanto del sillón quitándose así los zapatos y dirigiéndose hacia la escalera para así subir por ella y llegar a la habitación donde entraría y se recostaría en su cama para luego así entrar en lo que llamaban "sueño".

por Artorius Dom Oct 03, 2010 12:16 am

Del territorio se había apoderado una gran neblina la cual no dejaba ver mas allá de sus miembros físicos. Artorius se encontraba rodeado de la completa nada, no había ruido ni siquiera suspiros de vida humana todo era paz y silencio. Ni siquiera se reflejaba el Sol allí en lo alto si quiera pájaros en el cielo o mamíferos en la Tierra, incluso el propio joven no sentía su cuerpo, todo era un espacio sin fin. Sentía aquel roció prometedor de la briza de la neblina rozar por su cara.

Ruidos de cadenas se escucharon acompañados de las palabras Artorius.... Artorius. Las cuales cuando terminaron de oírse el joven había despertado, se encontraba sudando. Quien luego de pasarse su mano derecha por la frente se levanto de la cama. Solo para colocarse una remera que se encontraba tirada en el piso acompañada de unos zapatos. Salio de la oscura y encerrada habitación, bajo las escaleras para llegar a si a la planta baja y dirigirse hacia la cocina y de allí hasta la lacena donde la abriría y de adentro sacaría 2 galletas de maíz, las comenzó a comer lentamente mientras que se sentaba en una silla de la habitación y tomaba un libro del estante para así abrirlo y comenzar a leerlo.

El titulo era "Memorias de un poeta", un libro basado en un hecho real no muy alejado de la época, trataba sobre un joven el cual compartía el amor prohibido con una joven de una familia adinerada.

- Los libros que solía leer mi padre eran emocionantes y a la vez intrigantes, me fascina leer aquellos libros a los cuales alguna vez mi padre les echo un ojo. -

por Artorius Sáb Oct 09, 2010 9:32 pm

Me había entretenido profundamente con aquel libro, sobre todo por las tragedias y muertes que contenía en sus escrituras. Mis pupilas se movían de lado a lado, hasta que por fin termine de leer el libro entero. Me levante lentamente del sillón y puse el libro. Mi atención se enfoco en otro libro el cual tenia en la portada escrito "Alexander Magno", lo tome y comenze a ver las paginas, era la vida entera de este gran conquistador. Sonreí un poco y volví a dejar el libro en el pequeño estante.

- Alejandro Magno, es la única persona a la cual puedo comparar mi intelecto. Pero esa persona murio el día 13 de junio del 323 A.C, seguramente el hombre mas brillante de todos los tiempos, si estuviera vivo seguramente sus travesías habían continuado, hahaha pero en fin soñar no cuesta nada. -

Cerré ambos parpados mientras que me sentaba nuevamente en el sillón, mire fijamente al fuego solo para sentir como este me quemaba, como rostisaba mi piel y me arrebataba la sensibilidad de mi piel. Eso pasaba cada ves que miraba fijamente a aquel fluido de dolor y guerra. Aquella razón de destrucción de incluso miles de naciones.

Tome mi bata del sillón y lentamente me la puse, abrí lentamente la puerta para luego salir por esta y de la Villa rumbo a otras direcciones y lugares.

por Artorius Miér Oct 27, 2010 8:17 am

Caminaba por las calles de la Villa Vallis Mellitus hogar donde se encontraba mi residencia y todas mis pertenencias. Hogar donde mis padres se bañaron en sangre junto a los empleados de la mansión, historia que toda Roma había olvidado en lo mas profundo de su razonamiento. Los centuriones amantes de la guerra servían fielmente a su emperador, ¿Pero hasta que punto? La Noche era fría junto al viento que elevaba las hojas esparcidas por el suelo. Realmente Roma solo era una ciudad fantasma en las Noches, solo se podían ver grandes cantidades de personas en el día. O solo cuando habían festividades importantes los ciudadanos abundaban por estas calles.

De vez en cuando podía lograr ver a mis padres rondando por estas calles, pero sabia que solo eran alucinaciones ya que había matado a todos sin dejar sobrevivientes. Mi sonrisa cambio a una cara fría y despiadada, no era momento para bromear era hora de que me ponga serio. Finalmente había llegado a la gran figura de madera a la que muchos llamaban hogar... Quede enfrente de aquella puerta y tomando lentamente el picaporte di media vuelta este y la abrí para luego poder entrar.

Solo eramos yo y aquella casa abandonada la cual traía muchos recuerdos, únicamente quede allí parado. Un fuerte lazo me ataba a esta morada el cual no me dejaba moverme. En un pestañeo recordé el rostro de mi padre y así finalmente pude movilizarme hasta la Planta Alta de la mansión donde se encontraba mi habitación. En las sabanas ya había desaparecido aquel liquido carmín llamada sangre.

Sabia porque había venido y que era lo que buscaba, los materiales perfectos para realizar con éxito la misión no eran mas que una Mascara y un Cuchillo. Finalmente encontré la mascara adornando la parte superior de la cómoda cama, la tomo lentamente y la puso entre los bolsillos de su saco. Luego vi el cuchillo el cual estaba colgado de la pared con un hilo metálico casi imposible de ver. Al igual que la mascara lo tome y baje las escaleras para luego salir de la casa y finalmente volver a buscar a Nia.

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