VILLA CRISADIA[ENTRADA]

Sirvientes que esperaban con ansias la llegada del amo, aun así la desconfianza se derrochaba tras llegar Alucard y Samantha en un carruaje ajeno a su conocimiento, órdenes, besos y abrazos, todo eso en un pequeño cajón de madera, que en segundos de detenían para así bajar primero Alucard y con caballerosidad extender su mano y así servir de respaldo tras bajar Samantha la cual cubierta del rostro estaba con su oscura capucha, tomando esta el brazo de su amado el cual miraba a todos su criados mientras proclamaba algunas palabras, el por qué de la visita de Samantha, su planes de tomar nupcias espontáneamente, ordenamientos de silencio, lealtad y proteger a dicha mujer, mientras otros se les encomendados a traer adornos para la vida que se llevaría en la cúpula tras ocultarse el sol…

Samantha sonrojada escuchaba y no decía nada solo esperaba a que aquel parloteo culminara, los minutos pasaron y por fin aquellos dos solos se quedaban entre la hermosa jardinera del patio principal, Samantha percatándose de su intimidad, quitaba su capucha y levemente se detenía frente a él, mientras sostenía su mandíbula, acercando lentamente su rostro hasta chocar las puntitas de ambas narices, sonriendo aquella dice:

-Gracias amor… Gracias… no sabéis como estoy de nerviosa por los acontecimientos que se vendrán, la añoranza casarme con vos es asfixiante…

Cerrando sus ojos moviendo su rostro a un lado aquella le besa con desmesura, mientras lentamente lo abrazaba, los minutos parecían una eternidad, peor todo lo que empezaba se tenía que culminar y la magua de aquel húmedo besos culmino con un sonrojar, separándose y aferrándose a su brazo izquierdo y recargando su nuca en su hombro la damisela se expresaba:

-Tengo un poco de hambre de ahí me bañare para así colocarme mi vestido de bodas…(suspirando) Te amo Alucard y vos eres lo único que requiero para vivir eternamente…

Silencio, palabras, palabras y mas silencio, un abrazo entre que culminaba en un beso efímero en los pasillo frente a una entrada que daba paso a lo que seria el comedor principal de aquella villa, con ello una esclava de confianza a lo cual su amado le ordenaba, y de la nada comida que se posaba en la mesa, ambos se nutria en silencio tras la boda que se programaría, Alucard hablaba demasiado generando algunas veces el sonrojar de Samantha por sus oraciones en otras no entendía y algunas la ignoraba, ya culminando aquellos se retiraron a los aposentos de Alucard, esta quedaba maravillada por tan hermosos tapizados, su amado una vez hablaba y notificaba que el entraría después pues tendría que arreglar asuntos de su boda, Samantha estaba demasiada cayada pues su nerviosismo le embriagaba, lentamente cerraba al puerta y se desnudaba pues la bañera estaba preparada con sales aromáticos de jazmín y rosas como adornos, esta se adentraba a las cálidas aguas mientras levemente se refregaba el cuerpo con esponjas suaves, suspirando dice:

-Solo vasta pocos minutos y seré la fiel esposa del senador Alucard… peo que emoción y ala ves un miedo desgarrador…

Culminando sus refrescar entre la bañera esta salía percatándose que en la cama un lindo vestido estaba de colores blanco, y frente a tal mueble un enorme espejo que reflejaba su figura desnuda, se seco la humedad del baño y lentamente se lo fue poniendo, la falda era corta, pero aun así con un lindo repliegue, escote algo seductor pero no tan descarado, pero para el busto de Samantha apuradamente le trepaba la piel por arriba de su pezones, haciendo que sobresaliera aquella parte de su compleción, guantes que tenia levemente encaje, largos que cubrían toda la piel de sus brazos, medias del mismo color con ajustadores sensuales, y un velo largo con lindo acabados, un collar de perlas y un lindo moñito que lo colocaba a un lado de sus cabellos…

Era así como Samantha festejaría su boda, nunca lo había pensado ni planeado generando su excitación al grado de sonrojarse demasiado, aquellos momentos era los mas lindos que no sabia como expresarlos, sentándose en la cama solamente se quedaba mirando en el espejo, esperándolo a que su amado se adentrara ya si se fueran al jardín donde ambos se casarían… para tan solo susurrar un simple *te amo*

Las puertas se abrían y con ello un sobresalto surgía, Samantha tan solo miraba el como su prometido se acercaba, con un simple y fugas beso, mientras sus brazos se repagaba a su cuerpo y así, transmitía un sentimiento apaciguó para su ser envuelto en nerviosismo toxicó.

Sonrisas que se disipan tras el voltear de un cuerpo pues Alucard se disponía a bañar, Samantha desea con ansias hablar pero nada salía de su garganta, tan solo se sentaba cruzándose de piernas mientras su prometido se aseaba, percatándose como un criado se adentraba a la estancia y en sus bazos el traje de nupcias para el amo, aquella solo con la mano le indicaba donde ponerlo, por lo cual el esclavo lo colocaba con cuidado en la cama, para tan solo dar una reverencia y salir de inmediato.

Suspiros que se entrecortaban con algunos pasos descalzos y húmedos de su amado, el cual, salía de inmediato del baño, cubierto con una simple toalla, Samantha se sonrojaba y desviaba la mirada a otro punto, mientras aquel se cambiaba con tranquilidad y comodidad.

Manos que se extendían para así poder levantarse, un beso fugas que culminaba en el salir con temple de aquel cuarto, aquella estaba demasiado seria cosa que culmino cuando terminaron de bajar las escaleras, para así salir de aquella edificación.

Pasillos adornados con las flores favoritas de aquella mujer: orquídeas blancas; que con sus néctares la hechizaban generando que aquel semblante serio se disipara y un nuevo naciera con el simple echo de una límpida sonrisa; aferrándose a aquel brazos salían para así, ser azotados con la brisa de la tarde y los rayos fugaces del sol durmiente, Samantha por fin sonreía y con ello escasas palabras proclamaba:

-Amado mi solo faltan pocos minutos para que seamos una pareja de eternidad, estoy demasiado nerviosa que quiero llorar, la emoción me ahoga pero no me molesta al contrario me encanta… nunca pensé que aria esto y mucho menso contigo Alucard…pero con tus sentimientos tan repentinos hiciste nacer los míos, los cuales no sabia que embargaba en mi corazón, gracia por esto y solamente te en cuenta que te amo y te amare Alucard, aunque cambia y olvide mis recuerdos, mi corazón siempre proclamara vuestro nombre, no lo olidas amor…

Cerrando sus ojos, colocando correctamente su velo de novia, lentamente se acercaban hacia la mesa del ministro, para así ante las leyes y los dioses fisgones proclamar su amor y fundirlo en el honor de un matrimonio…

Ya en la villa de su marido estaba, percatándose que aun los adornos de la boda estaban, el aire había causado estragos en los alrededores, pues los floreros yacían quebrados entre el suelo, los pisos sucios q con basto manto de hojas desquebrajadas… ¿Pero que era lo que pasaba?… Esta temblaba del miedo, el cual surgía de entre su ser, pues cada vez el pensamiento de haber llegado demasiado tarde se remarcaba en sus ojos llorosos. Camino lentamente hacia el interior, gritando sutilmente un hola hay alguien allí, mas solo sus ecos eran lo que le contestaba, trago saliva y siguió su andancia, caminando entre las salas principales gritando Alucard con algo de desesperación a no ser contestada con un aquí esto amor, mas sin embargo as esperanzas aun yacían en su corazón, por lo que deteniéndose en la escaleras que daban a la segunda plata esta pensó:

-Espera Samantha, no maquines pensamientos infaustos, sin saber aun el resultado de tu falta en este lugar, tal vez Alucard dormido esta, si e lo as seguro, a de estar desnudo en la cama matrimonial, esperando a que yo regrese, pero que estúpida al pensar las peores cosas, Solomon no se atrevería, Eris ya le amenazó, es estar en contra de un dios…jajaja.

Y surcando una dolida sonrisa esta corrió hacia las escalera ascendiendo con desesperación, rumbo a la habitación donde había dejado la noche anterior a su amado, con hacia de tener una noche loca y desmesurada para si culminar aquel ritual de matrimonio en intimidad.

Y ya en la entrada estaba, había dejado atrás las sombras de aquellos fantasmas, de los cuales tres eran a las personas que mas amaba en ese mundo, aun se sentía demasiado destrozada y culpable por lo que estaba pasando, pues tan sufrimiento que habían nacido en cada cuerpo, era por su culpa, así que el plan ya estaba maquinado en su mente, debía de morir o derrotar a aquella divinidad, para así liberar el alma de Alucard, Sheznarda y Flori… el joven Aramse apenas le conocía pero también merecía ser libre para poder sonreír.

Comenzó a caminar entre los pasillos pulidos de la villa Crisadia, pues su siguiente parada era su antiguo cuarto, aquella habitación donde días atrás había dejado a un Alucard distinto a lo que encontró tras su renacer como diosa, aquellas palabras que le dijo antes de irse, cuando aun normal estaba, eran frases mortíferas para su corazón, que siempre tendría presente en sus pensamientos, como n fiel medio de castigo a lo que había hecho.

Samantha alzo su mirada y se detuvo frente a las escaleras que daban al segundo piso de dicha residencia. Surco una sonrisa y recordó, cuando ella y su amado bajaban tomados de la mano rumbo al altar, rumbo a desposarse, a ser felices… para que después por orgullo de sangre fuese totalmente arruinada su unión.

Camino hacia el baranda y reposo la surda en tal construcción, bajo su rostro y cerro sus ojos, elevo bruscamente su cosmos y causo el partil de dicho material. Después surco una macabra sonrisa y musito para si misma:


-Ya no me voy a estar lamentando por eso pasado… ya eso quedo atrás, mejor comienzo a realizar mi venganza contra ellos… si… mejor.

Después de eso se carcajeo y comenzó a subir las escaleras rumbo a su habitación, esperando que sus fantasmas llegaran pronto para así irse de inmediato de aquella villa rumbo a su antigua casa.

El aire se tornaba de una manera feroz, ocasionando que sobre aquella villa ya abandonada por seres inferiores, lentamente se hundiera en una bruma de tierra. Nubarrones se esbozaban por entre los cielos y ligeros rayos comenzaron a caer… y tras el partir de los suelos y su sucumbir, la diosa reencarnada reaparecía sentada tranquilamente, peinando sus cortos cabellos azulados, en un monolito histórico romano, cruzada de piernas y brazos, con una sonrisa de lado a lado, simplemente alzo la diestra y elevo fugazmente su cosmos, así formando una pequeña nova de color carmesí, se levanto toda campante, camino hacia la entrada y en cuclillas culmino su pose, soplando ligeramente al cumulo de poder, rápidamente generaba su explayar, tomando así una forma inerte al principio para culminar tras el oscurecer total del cielo en un hermosos cabello negro e imponente.

Samantha se levanto toda feliz por su creación, repasando sus finas manos por su lomo, esta levito y se sentó con sus piernas cruzadas sobre el animal, rápidamente el azabache caballo relinchaba y sacaba su aliento jadeante, que al momento de materializarse entre el medio dejaba una pequeña bruma verdosa, sus ojos tal cual fueran calderas escupiendo carbón ardiente y sus melenas como víboras durmientes.

Mirando el frente la dama simplemente alzo la diestra, indicando así el proceder se su trotar rumbo a la villa Adriana, el caballo una vez mas relinchaba y daba así su primer paso, dejando un sendero de azufre y muerte por donde pasaba, y tras el caer de un rayo una vez mas su silueta desaparecía del lugar.