Detrás de las tiendas [Camino poco transitado]

por Pandora1 Jue Oct 14, 2010 5:47 pm

Tras cabalgar una largo rato, más de una hora de seguro, pues no tenía suficientes fuerzas ni siquiera para jalar de las riendas y presionar al caballo para apresurar su paso. Mis ojos se cerraban y mi cabeza se movía tambaleante sin fuerzas. Ya mis manos sostenían las riendas solo por instinto porque mi cuerpo ya no respondía a las acciones que quería realizar. Una respiración agitada soltaban mis labios, a causa de toda la energía que había gastado en aquel encuentro con la joven de nombre Alessa y todos los fenómenos que habían ocurrido en aquel cementerio abandonado. Tan solo unas palabras salían de mi boca, casi sin fuerzas, como un leve susurro difícil de escuchar, hablándome a mi misma.

-No creo poder llegar a la Villa, sin me conozco más de lo que creo, supongo que me quedaré dormida por el camino...- Luego de un suspiro, entrecerré los ojos, ya mirando hacia la nada, no tenía en realidad un punto fijo en el universo al cual mirar, ya no podía fijar mi vista en ningún lado. Era impresionante el cansancio de me invadía que ya ni siquiera pensaba en el viaje en busca de mi hermano. Solo pensaba en relajar mi cansado cuerpo y cerrar los ojos, olvidándome de todo mi alrededor y descansar al menos un día entero.

Entonces, al cabo de unos pocos minutos, en medio de un camino abandonado, al parecer, de tierra, rodeado de casas grises, sin nadie en su interior, pasó lo que suponía. Sin querer solté las riendas que sostenían al animal, y resbalé por su lomo hasta estrellarme contra el suelo el polvillo que voló en la escena a causa del impacto de mi cuerpo, se posó sobre mis ropas, pero sinceramente no sentí mucho el golpe, puesto que ya estaba casi totalmente dormida. Ya no podía seguir mi camino. Mis ojos estaban un poco abiertos pero ya no sentía mi cuerpo, observaba como el corcel se alejaba lentamente pero eso ya no me importaba demasiado, puesto que tenía bastante sueño como para interesarme aquello. Entonces cerré lentamente los ojos, y quedé profundamente dormida sin importarme lo que iba a hacer o a donde me dirigía en ese entonces.

por Pandora1 Vie Oct 15, 2010 7:13 am

Narración - Hablo - espíritu de la muerte

Pasaban horas y no despertaba, ya se hacía de madrugada, no había nadie en la calle, estaba sola, tirada en medio de la tierra sin fuerzas. Al cabo de unos instantes, comenzó a haber un fuerte viento frío, lo que me despertó, lentamente abría los ojos, y con mi mano derecha limpiaba el polvo que estaba en mi cara. Aún no reaccionaba, creía que estaba acostada en mi cama. Pero cuando me dí cuenta resultaba ser que aún seguía detrás de las tiendas, había estado desmayada y ya eran las 3:00 am. Me senté sobresaltada y comencé a inspeccionar todo el sitio con mi mirada, mientras frotaba mis ojos para ver mejor.

-¿Donde estoy? ¿Que se supone que hago aquí?- Me preguntaba a mi misma con un tono de cansancio y casi de un susurro. Mientras frotaba mi cabeza con fuerza pues un leve dolor me molestaba en ella. Después de un notorio suspiro me fui levantando del suelo con cuidado, sintiendo el dolor en mis piernas. Sacudí un poco la tierra de mis vestimentas y logré ponerme de pie. Cuando me dí cuenta comencé a escuchar la voz del mismo fantasma de la muerte que me había atormentado hace algunas horas, pero esta vez la diferencia era que no lo reconocí.

-Ya es hora... ven... ven...- Aquella estridente voz resonaba en todo el lugar, por lo que me alerté y comencé a observar en todas direcciones.

-¿Que? ¿Quien eres? sal ya, para que pueda verte...- Decía con un tono de miedo en mi voz, y en mi mirada podía notarse la confusión y curiosidad.

-Es tiempo de que te reúnas con la muerte... ve al lugar apropiado y te mostraré a lo que me refiero...-

-Al lugar apropiado- Repetí y una leve aura negra comenzaba a rodearme, como la primera vez que encendí mi cosmos, pero esta vez no lo había hecho a propósito. En mi mirada una sombra que no dejaba ver mis ojos. Entonces sin decir más comencé a caminar en un rumbo que mi mente no conocía pero solo mi alma sabía a donde me dirigía, a medida que avanzaba dejaba un oscuro rastro de cosmos que podía sentirse a distancia. Alejándome poco a poco del lugar del hecho.

por Alessa0 Vie Oct 22, 2010 5:51 pm

El momento de culminar su tránsito perene llego como fogonazo resplandeciente típico del nacer del sol, un leve suspiro para nada mas merodear entre las callejuelas detrás de los puestos que expedían diferentes texturas, aromas, colores toda una variedad cultural, simplemente para hipnotizar la visa mediocre del espectador mortal y así estafarle con perfección y ligereza en acción.

Alessa no sabía cómo esconderse de tan concurrido lugar como lo era aquel mercado y aunque en la parte principal ya no estaba, aun así la abundancia grotesca de gente yacía desorbitantemente, pues en su mente corrompida de odio y demás pecados excitantes… un leve miedo por ser descubierta portando tal armadura llegaba… tal cual fuera un asesino escondiéndose de la justicia, mirando el firmamento que tenía en frente, levemente percataba un sendero que se desviaba de aquella civilización por lo que surcando una sonrisa maquiavélica y apretando su capucha para así no mostrar su metal ante la vista importune de los alrededores…

-Veo que una vez más me tornare como una simple hoja a la merced del iracundo aire que ronda como lobo hambriento entre estos valles…la verdad tan solo estoy dando círculos en una sola área sin entregar nada a cambio… ¿Maldita sea os juro que no sé qué hacer? Ahora e cuando digo que necesito la compañía por lo mientras de un hombre hasta que no lo mate o me canse de el… que al final es lo mismo…jajaja… ¿Antes que hacia para no caer en esta locura? Por lo menos si tuviera recuerdo de mi vaga vida como mortal simple… estaría distrayéndome burlándome irónicamente de mi misma…pero ni eso… Haaaa… que mierda…

Llevándose con leve desespere las manos hacia su cabeza Alessa golpeaba el piso con su zapatilla metálica surda, después de suspirar por unos cuanto minutos y divagar con su ojo, aquella se aleja de aquella sección del mercado … ¿ A dónde? A buscar un propósito por el cual respirar libremente por al menos un segundo de su maldita existencia…

por Arone Mar Oct 26, 2010 10:51 pm

Me encontraba caminando por atrás de las tiendas ya que por el momento se encontraban demasiadas personas transitándolo aunque quería de nuevo comprar víveres hay me sentía algo adormilado por despertar mas tarde a lo que normalmente lo hago, además de que si llegaran a despertar a Guren no les iría muy bien que digamos a los que se encuentren en ese momento alrededor pensaba mientras lo cargaba en brazos.

Me pregunto seria bueno salir de roma un momento para así poder despejar mis ideas o tal vez no?.-seguía caminando por el camino que por el momento se encontraba solo, mire que el amanecer tornaba el cielo de colores que me gustaban demasiado pero por ahora no me encontraba en un buen lugar como para observarlo con detalle al caminar encontré un lugar donde parecía se podía apreciar por completo el amanecer.

Aquí es un buen lugar para contemplar el amanecer.-Me quede parado en ese lugar relajado por el fresco de la mañana observando los colores que anunciaban el inicio del día, pero un escalofrió que recorrió todo mi cuerpo me entumió provocándome una ligera angustia.-Porque siento una presión en el pecho, es como si me avisara de algo malo esta por ocurrir.-Me sentí desconcertado en esta ocasión si me angustio este extraño sentimiento ya que no era la primera vez, además de que ya había tenido extraños sueños y visiones que parecían anunciar una especie de guerra.

Que será esto que me pasa que es lo que…acaso será esto a lo que llaman premonición una de las virtudes divinas…-Mientras me encontraba confundido y sorprendido empecé a recordar algo que creí haber olvidado, cuando viajábamos a Egipcio para quedarnos unos cuantos días y convivir con mi familia egipcia en un momento de esos viajes algo me conto Hang sobre las virtudes divinas.

Arone sabes que son las virtudes divinas?.-lo mire extrañado ya que no me imaginaba de que hablaba.-No que son?-Las virtudes divinas son como regalos divinos que los dioses dieron a pocas personas, por ejemplo…tu me dijiste que a beses puedes ver que pasara el día siguiente no?...esa es una de las virtudes divinas y creo que se llama premonición es la habilidad de ver hechos que pasaran en el futuro o como la mía que yo puedo ver como son en realidad las personas por su aura o mirar cosas que los demás no..

Que es lo que pasara para que esta habilidad volviera a despertar en mí.- Estaba mirando el amanecer pero con los recuerdos que afloraron en ese momento decidí seguir caminando y ver hacia donde me dirigiría después.

por Helena Jue Nov 04, 2010 12:53 pm

La hermosa joven de cabellos rubios empezó a caminar por las calles más alejadas del tumulto y menos transitadas del mercado. Por un lado esto parecería un imrpudencia, pero dado el caso de que ella no tenía problemas con enfrentarse a nadie para salvar su vida decidió no preocuparse de que alguien quisiera meterse con ella y decidió caminar lentamente mientras iba en repasando en su cabeza cada paso de su plan casi reestructurado por sus impertinentes olvidos y falta de previsión.

-A todo esto, yo estoy yendo a verle, pero el no sabe que yo iré- Helena deshizo su trenza mientras seguía pensando qué le diría a ese joven que nunca la había visto en toda su vida; no se eplicaba bien que podría hablar con el, a pesar de que al estarlo observando por tanto tiempo sabía muchas cosas que parecían gustarle, sin embargo sentía que talvez el ya estaba harto de todas esas cosas y que de pronto si ella le salía con lo mismo lo terminaría por hostigar.

-Qué es lo que le voy a decir? He planeado llevar mi arco para enseñárselo y tratar de impresionarlo con su perfecta elaboración, pero que tal si el ya está cansado de los arcos y las flechas- La joven hizo un puchero y sacó su espada para admirarla detenidamente y luego de pensar que el también estaría harto de aquello la guardó, para seguir así con su caminata hasta el mercado; decidió no desanimarse, puesto que si ella ponía todas las ganas en lo que estaba haciendo y lo proyectaba de manera que podría alcanzarlo, estaba más que segura que el universo conspiraría en su favor sólo para que su plan funcionara y pudiera hablarle aunque fuera solo una vez de frente a ese joven.

-Si puedo pasar una sola hora con el podré estar feliz, y aunque no pueda verle de nuevo mi alegría de haber estado con el una sola vez hará que siga adelante incluso si debo hacer caso a mi madre- Dijo finalmente la joven mientras corría con emoción por las calles para llegar a la tienda en donde iba a comprar las cuerdas.

por Pandora1 Dom Nov 14, 2010 2:54 pm

Decidí venir por aquí, por este camino abandonado donde lo único que hay es tierra y soledad, pero porque ya conocía ese sitio, había pasado por allí en una ocasión anteriormente. Comenzaba a sentirse el cálido viento de la mañana mientras cabalgaba en mi caballo fantasma. Mis ojos se cerraban lentamente, era difícil mantenerme despierta, estaba muy cansada, y me dificultaba aún más el hecho de llevar aquella pesada caja que contenía mi armadura, pues no tenía mucha fuerza y me invadía el sueño. Estaba ansiosa por llegar a la Villa y encontrar a alguien conocido y poder dormir y comer algo. El polvo se levantaba del suelo por el fuerte viento caliente que comenzaba a sentirse mientras que yo tenía que cubrir mi rostro con el brazo para evitar que la tierra golpee en él.

Estaba cada vez más cerca de la villa Adriana, aunque a mi parecer no sabía lo que encontraría allí, no pensaba que las cosas fueran a estar distintas que antes. No pensaba en viajar para encontrar a mi hermano ni volver con mi gente, lo único que quería era encontrar de una vez por todas a mi diosa y reunir con ella a los fantasmas restantes, sabía que la guerra estaba próxima y sentía el cosmos de otros guerreros que ya habían despertado, incluso ya había un dios. Por lo que mis ansias por reunirme con los míos era aún mayor. Agité una vez más las riendas para que mi caballo apresure el paso, tenía prisa por salir de aquel lugar.

por Lydia Mar Nov 23, 2010 9:33 am

La joven princesa de Roma llegó al mercado, justo en la entrada había un amontonamiento de gente que casi terminó por desesperar a la joven mujer, quien empezó a ponerse paranoica pensando en que Solomon se iría sin ella a Egipto dejándola en ese sitio tan aburrido que tanto detestaba como lo era el palacio real; talvez si su padre estuviera en ee lugar la cosa fuera más llevadera, pero bien sabido era que el talvez no regresaría jamás, cosa que casi siempre hacía que la joven princesa de cabellos negros entristeciera marcando su hermosa faz con una tristeza que no se borraba por días enteros, sin embargo con el pasar del tiempo esta misma tristeza se escondía ahora tras una mueca de altivez y prepotencia que tanto alejaba a los demás, pero que le servía bastante para poder defenderse de todo y todos los que quisieran herirla.

Una vez que toda la gente se fue de la puerta del mercado, la joven princesa entró y rápidamente tomó el camino menos transitado, uno que iba compensar el tiempo que había perdido en esa entrada del mercado y le permitiría llegar a tiempo otra vez al senado, aunque por ahí recordó que el hombre del carruaje la vio irse, y seguro se lo contaría a Solomon, quien estaba tan paranoico, que podría pensar quien sabe qué cosas de su salida; pensado esto la mujer de cabellos negros suspiró y siguió su camino para no perder el tiempo que en esos momentos era vital conservar todo el que se pudiera.

-Sólo unos minutos más y estaré de regreso en ese lugar, no importa si Solomon ha salido hasta eso, puesto yo claramente no he ido en contra de sus planes, todo lo que pude haber hecho ya está concluído, ya he puesto la duda en las mentes de esos imbéciles... Pero como son tan idiotas todo le creerán al el-

Muy pronto empezó a verse a lo lejos la tienda en donde siempre compraba sus pociones y brejabajes, eso sí, era un sitio poco agradable para los demás pero era precisamente el lugar en donde casi nadie podría verla, puesto que no lo frecuentaban. Era el mercado negro.

-Ya está cerca...- Lydia apresuró su paso para marcharse de ese lugar.

Narro/ Hablo/ Pienso

por Lydia Vie Nov 26, 2010 10:29 pm

Lydia caminó lentamente por los callejones detrás de las tiendas, ese camino poco transitado que le permitía poder hablar con esa existencia que estaba en su cabeza molestándola de esa forma tan absurda que distaba mucho de ser soportable y sostenible para un ser humano normal; una vez que al fin encontró una tienda de telas abandonada entró a la misma y se sentó en un banco adornado con telas moradas y blancas, el banco estaba frente a un espejo muy grande que reflejaba el rostro más bello de toda la tierra; el rostro de la diosa del amor y la lujuria, sólo que ella aún no lo sabía completamente, pero muy pronto lograría comprender quien era y como tenía que conducirse.

-Este lugar es tan raro- dijo Lydia mientras se sentaba y se sacaba el velo para poder ver su rostro con claridad y poder quedar ella misma admirada con aquella belleza con la que había nacido, ahora solo estaba esperando que la voz en su cabeza hablara para poder entender lo que estaba pasándole. Por unos segundos pensó que no iba a sonar en su cabeza, pero cuando sacó el brazalete de la bolsa y se lo puso en el brazo derecho, y apenas vio la corona; la voz de su cabeza empezó a sonar más seductora y aterciopelada que nunca, estaba como hipnotizando a la joven, quien sin saber porqué empezaba a ver fijamente ese espejo descubriendo alrededor de su figura un halo de color dorado que sólo imaginaba se presentaba o se veía en los dioses.

-Ahora lo entiendes? Entiendes quien soy?

Lydia se sorprendió y abrió los ojos de par en par al ver detrás de su reflejo a una mujer igual a ella solo que con un aire diferente, un aire dominante, altivo y lleno de una belleza que iba más allá de sólo la física. Se le hacía difícil comprender ciertamente que ella era la reencarnación de la más bella de todas las diosas, pero ella al sólo suponer eso y no querer creerlo estaba ya dando hincapié a la confirmación de esa verdad tan irrefutable como el hecho de cuando una hoja caía del árbol era porque esta se había secado.

-No entiendo bien… Quién eres tú?- La princesa de Roma miró al espejo y regresó la vista para ver por encima de su hombro, pero no vio a nadie detrás de ella.

-Tú y yo somos una recuérdalo. Tu madre te dijo que tú estabas destinada a ser la más bella de todas las naciones, es porque yo Afrodita la diosa del amor y la lujuria soy tú, y ya ha llegado el tiempo de que despertemos juntas.

Cuando la diosa terminó de decir esto el espejo que estaba frente a la princesa de ROma reflejó la imagen de una playa pacífica en donde la espuma de mar se pegaba contra las rocas; una vez que Lydia estaba mirando esta imagen un recuerdo vago vino a la memoria de la princesa una imagen de su despertar como diosa, el día de su nacimiento.

-Yo… No entiendo nada… Esto es…

-El día de tu nacimiento, o debo decir nuestro nacimiento, ese día fue cuando emergimos de la espuma, y es el día de hoy que tú misma lo harás.- Cuando la diosa terminó de decir esto empujó a Lydia dentro del espejo, de modo que ella cayó dentro de un agua tan salada como el mar, y cayó en una concha gigante que cerró haciendo que la princesa se asustara; sin embargo cuando estuvo sumida en la oscuridad de esa prisión en el mar vio la imagen de esa otra mujer igual a ella de pie tendiéndole la mano. Asustada Lydia la tomó y se puso de pie, de modo que quedó frente a la mujer de esa voz tan sensual y misteriosa que invadía su cabeza de vez en cuando.

-Tú y yo vamos a unirnos y ser una sola, porque a final de cuentas tú eres yo, y yo soy tú. – Una vez que la diosa dijo esto brilló con más fuerza y abrazó a Lydia, en ese momento llegaron a la mente de la hermosa princesa todos los recuerdos de la diosa, los innumerables amantes que había tenido, las peleas con sus hermanas por envidia o por muchos motivos más que no tenían sentido; la intensidad de la luz se hizo más fuerte y la princesa tuvo que cerrar los ojos por unos momentos, cuando los abrió ya la concha estaba sobre el mar, bien abierta para mostrar su más hermosa joya. La diosa del amor y la lujuria, tal como vino al mundo, y fue así también que apenas el sol tocó su piel que las gracias (divinidades de las estaciones) la vistieron y la llenaron de joyas perlas; una vez que la diosa estuvo vestida y adornada la concha se movió y llegó a la orilla del mar para dar paso a su reina, quien caminó hasta una roca.

Una vez estando frente a la roca la diosa del amor y la lujuria hizo trizas una concha con sus manos y de esta salió un polvo negro con rosado que deshizo la capa dura de la roca y dio paso a la caja de la armadura de la diosa; una caja blanca con rosado que guardaba la kamei de la más hermosa de las diosas. Una vez que la princesa vio esto terminó de comprenderlo todo y dijo en voz alta.

-He entendido ya todo… No tengo porqué estar bajo las órdenes de nadie ni porqué estar detrás de un hombre tan idiota que no es capaz de apreciar mi belleza, yo soy la diosa del amor y la lujuria, no tengo porqué perder mi tiempo en asuntos meramente humanos, aunque por ahí puedo estar haciendo uno que otro estrago para divertirse, ahora por fin entendía que no debía tomarse las cosas tan a pecho.

Una vez que la diosa del amor comprendió cual era su lugar regresó a la realidad, ahora estaba en esa tienda abandonada, pero ya no era solo Lydia la princesa de Roma, sino que también era la diosa del amor y la lujuria, y ahora tenía que fingir no serlo solo para poder ver qué hacía con tal de arruinar los planes de su primo y salvar a su prima Samantha, quien ahora entendía tenía la misma naturaleza que ella, después de todo ella también era una diosa como ella.

-Bueno ahora sí debo regresar a las afueras del senado, antes que Solomon sospeche, aunque no sé qué podría sospechar él, ya no importa, ahora no tengo miedo de nada,ni de nadie.- Lydia ahora estaba más sonriente que nunca, ahora estaba más que contenta, ya no le importaba el asunto de Diva o lo demás, ya que nada de eso le competía a ella, incluso su ida a Egipto le parecía tonta y falta de utilidad, así que con toda la alegría del mundo le diría a su primo que no iría con el. Pasara lo que pasara ahora ella tenía el mando de su vida, y no iba a permitir que nadie más metiera sus manos en ella.

Narro/ hablo/ Diosa Afrodita

por Aglaya Dom Dic 12, 2010 2:36 am

El caminar se volvía lento o rápido dependiendo de la cantidad de gente que estuviese cerca, rápido cuando no hubiese mucha y lento cuando hubiese demasiada multitud entre las calles del mercado, a veces era molesto estar entre tanta gente, otras era perfecto puesto que podía hacer de mi oficio sin que nadie se diese cuenta si quiera de le habían hurtado su dinero o joyas, el sol aún mantenía su intenso calor y en aquel momento lo único que quería era salir de entre la multitud, el calor era peor en masa, no había buena ventilación, así que buscando una manera de salir de entre la muchedumbre me escabullí por distintas callejuelas poco transitadas hasta llegar detrás de las tiendas donde había poco transeúnte, la mayoría familia de mercaderes y unos tantos ladronzuelos contando su ganancia con cuidado, algunos me miraron desconfiados otros me reconocieron más no se acercaron, sabían que soy una de ellos, pero de la peor calaña, si podía matar por obtener dinero lo haría con gusto esa era la diferencia entre un ladrón de la calle y yo, estaba dispuesta a todo por dinero, un escalofrío sacudió mi cuerpo con solo pensar en el tintinear de las monedas y en el dinero que ganaría si el negocio seguía andando tan bien, era de cierta forma excitante y a la vez satisfactorio el saber que obtendría más de lo que quería, me relamí los labios con placer.
- Más les vale a las meseras y meretrices haber hecho su trabajo - mi voz sonó de manera desafiante, pero manteniendo un tono bajo para que nadie me oyese, y me retiré del lugar

por Helena Mar Dic 14, 2010 12:49 pm

Helena llegó muy contenta al mercado, estaba buscando algún sito en donde la se pudiera procesar y confeccionar la piel del jabalía que ella tenía a cuestas para poder hacerle el vellocino a su querido amor platónico; aunque había pasado poco tiempo desde que estuvo en la villa de su amado, sentía que había pasado una eternidad, rogaba que el joven Fye ya hubiera entrado a su habitación se hubiera comido el asado que ella con tanto amor le había preparado. La hijal del soldado en ningún momento había pensado en su madre, todo el tiempo estuvo pensando en Fye hasta que vio un par de aretes muy lindos que con seguridad le que quedarían bien a su amada madre que lo único que hacía era preocuparse por ella.

-Qué lindos son para mi madre seguro! Pacerece que los hubieran hecho pensando en ella y sus gustos.- Dijo Helena mientras sacaba unas monedas y pagaba por los aretes que ya tenían el precio indicado a la vista de todos, luego los guardó en una bolsa y tomaba rumbo hacia el sitido donde podrían ayudarle con la piel del jabalí; aunque era gruesa y áspera sabía que la misma era muy útil para cubrirse del frío.

-Buenos días, por favor procese esta piel y déjela limpia y suave- dijo la chica de cabellos rubios entrengando la piel a un señor que se la llevó a la parte de atrás del local y luego de varios minutos largos regresó con la piel como la había pedido la chica rubia; y así pagando unas monedas más la hija del soldado tomó la piel y se la llevó tomando camino hacia su villa, porque después de todo allá iba a hacer su vellocino.

por Larissa Vie Ene 21, 2011 11:31 am

Al fin había llegado a un sitio mejor para moverse, estaba en el camino poco transitado del mercado, lo cual hacía que su vida fuera mejor, y que ella se sintiera bastante contenta, ya no tropezaba y ahora que estaba detrás de las tienedas podía tranquilamente irse a comprar frutas a y demás cosas para la comida, porque ese día le tocaba hacerla a ella, y si no se ponía en marcha lo más pronto posible, seguro su amo se enojaría y la haria despedir por ser tan negligente.

-Bueno veamos qué haré de comer el día de hoy? Según eso podré comprar lo que necesito, tengo que tener en cuenta que hay que ser cuidadosa al escoger las cosas, pero tampoco hay frutas para la mesa, eso también tengo que comprar, así que no puedo perder el timpo.

Larissa entró a otro callejón más y pasó por un puesto de frutas podridas, definitivamente ese puesto no tenía nada bueno para ella, por lo que ni se acercó al mismo sino que se fue de largo; aún le dolía la rodilla, porque se había caído y se había lastimado bastante, pero no podía atender eso ahora, su obligación era primero, y lo primero que tenía que hacer era ir a comprar los alimentos para la villa, por lo que con más fuerza y vitalidad que nunca, Larissa se dirigió a donde se veían las tienas para poder comprar, claro que ese sitio estaba lleno de gente y una vez más se iba a sentirs sofocada en ese lugar, pero no había nada qué hacer tenia que cumplir con sus obligaciones, y esas eran el hacer las compras para la casa.

-Cierto no me disculpé con ese hombre con el que me tropecé, seguro estará molesto y pensará que soy grosera, eso no es bueno ¿Qué haré?- Larissa dijo esto bastante preocupada mientras dejaba ese lugar.

por Aixa Mar Feb 08, 2011 7:35 pm

Estaba tan cansada que tan solo siguió caminando para ver si encontraba algún lugar donde sentarse a apaciguar su sed y quizá meditar sobre las siguientes medidas para encontrar la información que necesitaba sobre la Villa del Casale. Sin darse cuenta había terminado en un camino poco transitado del mercado, podía ver apenas unos puestos desparramados a los ladios de la calle y algún que otro vendedor transportando cosas con su mula, lo que levanta una oleada de polvo a su paso. A pesar de estar un poco vacio y por eso ser peligroso, ignoro esto por un rato, pero al ver que no llegaba a ningún sitio decidió preguntar a alguno de los mercaderes si existía algún bar o posada cerca donde descansar unas horas y comer algo.

- Señorita, siga por este camino algunos minutos y vera un gran local, la taberna se llama “El pájaro Dorado” allí será bien atendida y a pesar de ser un sitio sin muchos lujos estará cómoda – le respondió un hombre alto de tez bronceada y acento hispano.

- Muchas gracias por tu amabilidad – la pelilila le sonrió y tras entregarle una pieza de oro por la ayuda siguió con su paseo.

por Drakins Vie Mayo 13, 2011 6:06 pm

Por fin un atajo entre tanta gente, que bien por aquí no hay muchas personas, parece que no hay nadie, wiki mejor para mi sigamos rápidamente creo que aquí si podre correr con libertad y gusto. Espero no chocar con algo correré con los ojos cerrados, parece que al frente no hay nada así, bien vamos pues.

Drakins sonrió, y en cuestiones de segundos comenzó a correr muy rápido tan rápido como sus piernas le permitían, con sus ojos cerrado disfrutaba un poco de la infancia que no puedo disfrutar aun estaba joven y podía darse esos pequeños lujos, no avía escuchado ninguna regla en que los caballero no se podían divertir así que pues, corría a gran vellosidad, a pocos metros de distancia, detrás de una taberna, avía un pedazo de carne tirado, drakins con los ojos cerrados no lo vio, resbalo en el patinando, hasta chocar bruscamente, con un tubo que salía de uno de los edificios. Un gran golpe contra el tubo y el suelo dejo a drakins desmallado, paso el tiempo y nada que drakins reacionaba,cuando un perro llego al lugar, y comenzó a lamer la cara de drakins, poco a poco comenzó a tomar conciencia el joven caballero. a ver el perro, sus ojos quedaron bien abierto y bien lamidos por el perro, tomándolo con el cuello, comenzó hacerle cosquillas para que se quedara quieto, tomando el pedazo de carne con cl. cual avía chocado, se le dio al perro sonriendo, siguió su camino corriendo, no sabía porque pero tenía ganas que correr muy pero muy rápido

por Michiru Vie Mayo 13, 2011 7:19 pm

La reacción de los animales al terminar de escuchar la música entristeció un poco a Michiru ella se encontraba pensando "porque existirá odio incluso en el reino animal es realmente triste ver que haya tanto odio, guerras, envidia todos aquellos sentimientos que hacen de este mundo una basura" Michiru bajo del tejado poco a poco pisando unos barriles que se encontraban debajo pisando con cuidado ya que un paso en falso y caería sin lugar a dudas. Ya había terminado de bajar y ahora se encontraba lo que parecía ser detrás de las tiendas realmente este camino era poco transitado solo es para evitar el trafico de gente y los gritos que provocan al escuchar alguna oferta - Ah realmente ya no se que hacer, pero tengo que divertirme no puedo estar todo el día dentro de la posada tengo que divertirme además no se cuando me llame alguien para que le haga un recital tengo que aprovechar que no me ah llamado nadie - Michiru comenzó a caminar nuevamente para salir de hay y reincorporarse a alguna actividad -Ahora veamos a donde ire... veamos un lugar que sea divertido no me caería nada mal roma es bastante romantico debera haber algo que pueda hacer-

por Aglaya Dom Sep 04, 2011 1:40 pm

Mis pasos me guiaron a Roma la ciudad que hace unas horas había dejado atrás, al parecer mi sed de venganza era la que mandaba por el momento y que mejor manera de quitármela que haciéndola efectiva, caminé a través de la entrada de aquella ciudad sin que me importase nada más que mi objetivo. Con cada paso que daba sentía que más cerca encontraría a aquel bastardo que marco mi piel como si se hubiese tratado de un esclavo, llegué a los inicios del mercado allí camine con agilidad y sin tocar a nadie mientras pasaba en medio del mar de gente ya me encontraba muy cerca, doble en un callejón a la izquierda para comenzar a transitar por un camino de tierra hasta que llegué a la puerta de una cas toqué su puerta cortésmente a pesar de mis malas intenciones, no pasó mucho tiempo para que abriera un hombre y justo era aquel.
-Aún torturas a los ladrones por lo visto - dije al ver a un costado de él a una joven que en cierta forma me recordaba a mí, se encontraba amarrada y sus espalda ciertamente se encontraba lastimada, él hombre me miró fijamente para luego cambiar su expresión a la de miedo - Creíste que moriría por las heridas que me habías hecho - dije mientras ingresé a su domicilio empujándolo a él adentro, le di un golpe en sus partes nobles haciendo que se cayera al suelo allí le mire seriamente para luego lanzarle un rodillazo en la quijada - Creíste que me quedaría como si nada maldito bastardo, ahora sufrirás lo que yo sufrí en carne propia - tras esto último saqué mi látigo con el cual comencé a golpearlo creándole diversas heridas.

por Kardia1 Lun Oct 10, 2011 11:02 am

Por suerte me alejé de aquel asqueroso lugar donde nuevamente todos me miraban con caras de odio. No me agradaba que lo hicieran, pero tampoco yo mismo hacía lo posible por que eso pasara. Siempre tomaba alguna decisión sólo por mis impulsos, que me metía en algún problema sin siquiera haberlo planeado. A veces resultaba ser un tonto, pero bueno… eran sólo épocas en las cuales no me sentía bien con el mundo y por ende tampoco conmigo mismo. Ese humor de perro me dominaba y ni aunque me emborrachara y me tirara a dormir dos días enteros podía curarme.

Doblé en una esquina donde había una especie de pequeño callejón; en el camino no se encontraba nadie… mejor así, no quería soportar un problema más como los anteriores. Nadie me dejaba tranquilo ni un segundo. Me adentré en aquel callejón luminoso por los tenues rayos del sol de la tarde que ya se mostraba sobre la ciudad. Un camino de tierra mugriento fue lo que vi frente a mí cuando llegué al final de ese angosto pasillo. La verdad… me daba asco un lugar así, pero en cierto modo se me hacía cómodo por el simple hecho de estar sólo. A lo sumo un par de indigentes estaban durmiendo bajo la sombra de algún que otro arbolito.

-¡Ay pero qué es lo que veo!- exclamé aunque en un tono no tan elevado. Una carroza hecha de una buena madera estaba en un rincón frente a mí, con dos lindos y bien cuidados caballos marrones manchados. Se veía bastante bonita y elegante, llena de adornos y lujos. Lo primero que pensé fue en “pedir prestado sin permiso” ese carro, o al menos uno de esos animales. Sonreí con malicia y entrecerrando los ojos me adelanté inspeccionando la zona. Vi a un hombre que se alejaba justo del sitio donde estaban esos animales, dirigiéndose a una de las esquinas adentrándose en una de las tantas tiendas que había en ese lugar. –Este tipo debe ser el dueño de esos animales.-

-Jaja!! Bueno, justo lo que necesito…- murmuré volviendo a mirar a los caballos, que estaban atados de una soga a un pilar, y con otra enganchados en el carruaje. Lo más fácil sería sacarlos de allí, no me causaría mucha molestia cortar alguna de esas sogas.

Volví a mirar en todas direcciones. El tipo ya no se veía por ahí, pero me quedé analizando el lugar durante unos segundos. Noté que algunas de las pocas personas que pasaban por ahí me miraban extraño, tal vez sospechaban de mi actitud pero eso a mi qué mierda me importaba. Traté de disimular por un momento apoyándome en una de las paredes traseras de alguna de la tienda, mirando en otra dirección y tarareando alguna que otra melodía, como todo un idiota. Tenía que esperar un momento aunque quisiera hacerlo justo en ese mismo instante.

-¿Pasa algo, hermano?- dijo un borrachos que estaba tirado por ahí.

-¿Qué quieres imbécil? No te metas en lo que no te incumbe y sigue con tus estupideces, delincuente.- contesté mirando al sujeto y enseguida desvié la vista hacia otra dirección cerrando los ojos.

-Como quieras ¡Salud hermano!-

Suspiré. No quería soportar a nadie más y parecía que todo giraba a mi alrededor… al parecer todos querían molestarme o no apreciaban su vida. Pero bueno, me tocaba esperar un rato más.

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Algunos minutos después

Estuve ahí bastante tiempo, me distraje, o me dormí parado que no me di cuenta del tiempo que había pasado. Abrí los ojos y miré en todas direcciones, no había casi nadie en ese camino, nada más el estúpido borracho loco que me había hablado hacía un momento. Suspiré y saqué mi daga que lleva siempre guardada.

-Bueno, mis queridos animalitos, es hora de elegir.- murmuré en un tono irónico dirigiéndome hacia los caballos. –Serás tú, o serás tú.- añadí al detenerme al lado de los animales, apuntando con el filo del arma a una soga y luego a las otras, que poseían atados a los caballos a aquel árbol. Y cuando estuve a punto de cortar una de esas sogas para llevarme a uno de los potrillos, escuché la voz que un hombre detrás de mí, a unos cuantos metros de distancia. Volteé y fije mi vista en él, era el mismo que hacía un momento se había ido hacia una de las tiendas del mercado. Hablaba con otro tipo.

-Sí, tenemos que irnos ya mismo. Disculpa que no te avisé antes… me comunicaré contigo lo más pronto posible. Que estés bien, adiós colega.- Y se daba vuelta para volver al carruaje.

-¡A la puta madre! ¿Ahora que hago?- dije enseguida mirando hacia todos lado pensando qué podía hacer antes que aquel tipo pudiera verme.

Hice lo primero que se me ocurrió y abrí la puertecita de la carroza y sin siquiera mirar moví una pequeña cortina y me metí dentro… al menos así iba a evitar que me vieran. Pero me llevé una sorpresa cuando allí adentro vi a una hermosa pelirroja, con un largo vestido blanco. Mis ojos se abrieron como platillos y me le quedé mirando por un momento hasta que escuché su voz.

-¡Ah! ¿Quién eres tú y qu–?- Alcanzó a decir la joven pero me abalancé hacia ella y apoyé una mano sobre sus labios para que dejara de gritar. Sino iba a meterme en otro lío y no tenía muchas ganas de seguir soportando que me miraran mal o me insultaran sin motivos… bueno con motivos pero no para odiarme tanto.

-No digas nada… no hables, preciosa.- susurraba para que nadie oyera. Esperaba que aquella mujer colaborara conmigo y dejara de gritar tanto. –No voy a hacerte daño sin no dices que estoy aquí.-

-¿Estás bien Aricia? ¿Ya podemos irnos?- Se escuchó desde afuera. Entonces la muchacha tomó mi brazo mirándome y enseguida saqué mi mano de su rostro para que pudiera hablar.

-¡Sí Damon, ya podemos irnos, pero no tengo prisa así que no apresures mucho a los caballos… no quiero que se cansen rápidamente!- la muchacha suspiró y me miró, al mismo tiempo que la carroza empezaba a moverse. –No te preocupes, no diré nada, pero compórtate ¿Sí?-

-Eso creo.- Unos minutos después y me quedé mirando en todas direcciones ahí adentro y como que yo desentonaba un poco en ese lugar… un poco mucho tal vez. Tan lujosa carreta y yo mugriento y rotoso. De todas formas eso no me importaba ni un poco.

-Sólo una pregunta, joven. ¿Cuándo piensa abandonar este carruaje?-

Estaba mirando hacia otro lado, así que cuando escuché su voz me volteé y me quedé pensativo mirando a la joven.

-Cuando pueda ¿No te parece niña? Por ahora me voy a quedar hasta que ese amiguito tuyo haga otra parada y se marche.- eso pudo sonar algo agresivo pero tampoco me importaba, mientras no le hiciera nada a esa chica que pudiera ofenderla mucho, no iba a delatarme, o eso creía, pero bueno ya iba a ver que hacía. –Por cierto, no me metí aquí porque quisiera. Estaba por robarte un caballo y llegó ese tarado, fue lo primero que pude hacer así que no te emociones. Ni siquiera sé quién eres y no me importas mucho.-

Eso fue lo último que dije para después apoyar mi cabeza en el muro y cerrar los ojos por un momento. No tenía idea de a donde iban pero bueno… tenía que quedarme sí o sí, al menos los caballos iban con nosotros, ja,ja. Cuando tuviera la oportunidad iba a seguir con el plan, aunque no me gustara, tenía que ser paciente en ese momento. Por lo menos tenía una bonita compañía.

-ohmm… está bien… digo… que haya llegado Damon…- dijo pro último la muchacha algo confundida, a lo que directamente no contesté.

por Zelghadis Jue Dic 22, 2011 10:03 pm

Iban en dos columnas encadenados con grilletes oxidados, el pie izquierdo del sujeto a la derecha iba unido por medio de una cadena al pie derecho del de la izquierda. Las manos encadenadas a la espalda y unidas por una cadena a otro grillete sujetado firmemente a sus cuellos de tal forma que no pudieran mirar al frente.

Mantenían una escolta de cinco elementos de infantería, dos al frente y dos al fondo con un centurión que iba y venía a lo largo de la fila cerciorándose de que ningún esclavo quisiera pasarse de listo si es que en esas condiciones de verdad pudieran hacer algo. Les conducían por un camino polvoriento, sin pavimento y alejado del tránsito habitual de los comerciantes y nobles romanos.

No habría sido bien visto que por las calles mercantiles un puñado de esclavos, harapientos y un monumento a los despojos humanos deambulara como cualquier otro. Zelghadis miraba la tierra, iba en el centro y su compañero le había estado relatando los pormenores de la batalla. Él había sido herido en la primera escaramuza viéndose estrechado entre el scutum rojo del enemigo y el escudo del compañero. Aunque su desconocimiento del uso del espada en esos momentos le salvaron cuando por mero instinto bloqueo la trayectoria fatal de una lanza arrojada desde las filas traseras de la formación romana.

Tuvo la fortuna de cambiar la dirección del mortal objeto desviándolo lo suficiente como para que le golpeara la sien derecha. Su yelmo cayó y sus manos se aferraron por instinto a su cabeza preso del inmenso dolor. Lo último que recordaba era estar sobre el suelo mientras los romanos pasaban por encima de él y sus compañeros retrocediendo.

La cabeza le punzaba en intensas oleadas y de vez en cuando su rostro parco denunciaba el momento. Los niños del lugar que comúnmente jugaban en los alrededores se vieron atraídos por aquellos desdichados. Se asombraron al mirar a los soldados y sus atuendos pulcros. Capas rojas, corazas brillantes, escudos rectangulares y lanzas era como para comentar al regreso en sus hogares. La mayoría comenzaba a burlarse, a emitir gestos o lanzar una bola de barro hacia los que iban encadenados.

El centurión con voz seca y ronca refunfuñó hacia los niños que como piedras permanecieron estáticos dejando de lado sus juegos. Zelghadis giró el rostro y sus ojos se encontraron con los de una pequeña que los miraba con profunda tristeza. Le emitió una sonrisa conciliadora tratando de infundirle un poco de sosiego. Él comprendía que los niños no entendían la naturaleza de sus actos pues él alguna vez también fue niño...

por Defteros Sáb Ene 14, 2012 12:04 am

El mercado era un buen lugar para buscar una persona que lo reconociera y quizás le diera indicios de las personas que buscaba, sus prioridades habían aumentado y tenía que darse prisa, Defteros quería llegar al centro del mercado para después deambular por todos sus rincones esperando encontrar a alguien conocido, pero para eso tenía que transitar por los callejones que se encontraban paralelamente acomodados del extenso mercado, transitando por estas se podía distinguir con facilidad la vida cotidiana de un mercader en otro dia apretado, se podía ver la mercancía que aun no se ponía en exhibición y que se encontraba oculta a la vista de los compradores , quizás como una estrategia de ventas o tal vez como un mecanismo de defensa para evitar ser robados por los abundantes ladrones que deambulaban en ese lugar.
El camino al centro del mercado se encontraba cercas y Defteros se sentía ansioso por saber si alguien en ese abarrotado lugar lo reconocería y le daría información, si no era el caso por lo menos se distraería un rato en ese lugar.

por Vice Dom Ene 29, 2012 5:36 pm

Había a salido de los baños públicos completamente seca, no quería salir húmeda puesto que podría pescar un resfriado, comenzó a caminar de regreso hacía el hospedaje, las calles del mercado aun seguían repletas de gente a pesar de que le pareció divertido cruzar perdería mucho tiempo el tratar de cruzarlo de nuevo, lo que necesitaba era un atajo u otro camino por donde se pudiera transitar libremente. Estuvo de pie buscando una solución cuando un pequeño callejón que estaba detrás de todas las tiendas le llamo la atención, estaba completamente libre y al parecer ningún ladrón deambulaba por esos Lares.

No lo pensó 2 veces y se fue por aquel callejón así no perdería tanto tiempo “quien sabe que peligros haya por las noches en roma” a pesar de haber sido su primer día le fue bastante bien y sin ningún problema –El día de mañana tengo cita espero que todo salga muy bien- mencionando esas palabras con mucha esperanza, el camino parecía que era bastante largo y un poco tenebroso. Apresurando el paso continuo caminando deseando ya salir de hay.

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Detrás de las tiendas [Camino poco transitado]

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