Fuera de las tiendas egipcias

enfurecido, decepcionado y hasta triste salió a toda velocidad en dirección contrario al banquete, se hallaba muy resentido, pero no con la reina egipcia, sino, con Lydia y por sobre todo con Gelum, quien se había quedado pasmado sin decir o hacer absolutamente nada, solo silencio de su parte, era una insolencia imposible de comprender, acaso se creia un siervo de la niña reina o es que acaso la tal Selene había utilizado la misma clase de embrujo que una vez hacía tiempo Diva uso con su padre, tio e incluso él.

La frustración hacía que perdiera con mayor facilidad el aire, el cual se le escapaba en gran cantidad a cada minuto, pensaba dirijirse de inmediato al barco cuando la fuerza de su prima le detenia, ya no amablemente como de costumbre, en sus ojos se veia algo más que enfado. Solomon quedo allí, oyendo claramente las palabras de la dolida Lydia, sintió algo de pena aceptando algunas acusaciones de su prima, la verdad, pocas cosas le importaban, sentia que su vida se iba por el drenaje. La gente seguía reuniendosé a su alrededor, eso tampoco interesaba, el joven solo los aparto para sentarse sobre los restos de una columna.

Hasta cuando Lydia...Diva nada tiene o tendra que ver en esto, solo Roma, nada más.

Estaba notoriamente irritado, y más aun cansado. Suspiro y se hizo a un lado dejandole un sitio para que pudiera sentarse también, milagrosamente los egipcios desaparecian para seguir con su regozijo, se escuchaba a lo lejos los canticos ceremoniales de los "felicez prometidos".

Jamas sentí tanto asco...

Giro para ver a su pariente, solo viendo a una bella joven perfectamente adornada de pies a cabeza, solo allí la percibio, ya dejando de lado Egipto. Vio rapidamente a la nocturna oscuridad del cielo, la Luna yacía fantastica, tal como la vio alguna vez en las tierras del norte.

Demostraste valentia...pero esto parece haber sido en vano, Roma caera y lo mejor será tratar de inpedirlo, Egipto debera esperar, debemos regresar a Roma e iniciar la guerra.

Pienso-
Hablo

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Solomon perdía el instante preciso en que una idea se terminaba de concretizar en su
mente a causa de Lydia, estaba algo extraña y peculiar a la vez, jamas noto la firmeza tan fina de su cuerpo, ni el blanco perfecto de su tez. Estaba por preguntarlo algo cuando ella se adelanto en la respuesta sin querer.

Pero tu...

Solomon esbozo con sorpresa, levantandose de inmediato, impresionado en conocer la real naturaleza de su prima, no pudo evitar sentir algo de temor o hasta panico, pero algo resultaba diferente, no sentía la misma emoción que con su menor Samantha, el aura que rodeaba a Lydia era cordial, algo frivola, pero bastante alegre. Solomon quedo pensativo.

Si Samantha esta posecionada por el demonio egipcio, que haría pensar que el olimpo no enviara a algun buen mensajero para luchar en contra de la peste roja, sería normal, o hasta usual de parte de la casta de nuestros dioses.

El aun senador se aproximo a su prima dandole la mano para que puediera levantarse, aun desconfiado no sabía si aceptar o no su propiesta. Era en verdad interesante saber que no solo existia maldad en el mundo actual pero robar era algo primitivo para sus principios.

Dime algo...que sucede en verdad en estas tierras?...lo debes saber.

Giro y vio las tiendas donde se celebraba el noviazgo, luego de unos segundos algunos hombres con armadura ya estaban rodeandoles, eran enviados por Gelum, especificamente para borrarlos del mapa y enviarlos de regreso a Roma, Solomon los vio como poca cosa pues sabía que la potestad que llevaba junto con la princesa era más que suficiente como para que la reina niña se atreviera a si quiera tocarles un pelo. Respondiendo en latón les dijo.

No seguimos ordenes egipcias, si Gelum lo mando, entonces que el mismo sea el que venga aquí a negar a su nación...a ser un vil traidor.

Todo parecía indicar que algun guardía conocia el latin, pues se detuvieron sin saber que hacer o como reaccionar.

Con mezcla de susto y curiosidad aterradora vio como su prima se le adelantaba, dirigiendo a donde los soldados quienes si bien confusos estaban no bajaban en ningún instante la guardia, sus dagas egipcias apuntaban hacía sus pechos, pero estos, desestimaban a la doncella que se les acercaba, daban por hecho que sus habilidades para combatir eran nulas al ser mujer y noble.

Pero Solomon temía lo contrario, y así sucedió, ella se les acerco, diciéndoles a los oídos en bajo tono cosas que más lidiaban con los conjuros pues luego de su retirada los hombres que eran varios comenzaron a pelear entre ellos, sin razón alguna más que el hechizo de Lydia. El senador entonces comprendió la gravedad del asunto en el cual ya estaba metido, un humano entre fuerzas antinaturales, era demasiado para él o al menos eso pensaba.

Quedaba paralizada ante el toque suave de las yemas de su prima, como si solo el contacto liberada alguna clase de veneno en su cuerpo. Recordó lo que le hizo alguna vez a Gelum en Roma, dormirlo mediante a planta del sueño, era irónico que le sucediera lo mismo a él por parte de un familiar, era un castigo entonces?...al parecer no, pues la doncella se detuvo cerca suyo, sin causarle daño, al contrario a decirle nuevamente que estaba de su parte aunque no estaba segura de si su lealtad estuviera con Roma.

Solomon abrió sus ojos ante lo dicho, no le importo su frágil situación, amaba a Roma más que nada, esa pasión lo llevaría a la tumba de ser preciso.

Que es lo que deseo?

Se pregunto luego de que su prima le diera a elegir. La imagen de a Roma pacifica venía a su mente. Pediría volver al pasado y olvidar todo lo ocurrido, regresar a ser lo que era y nunca debió dejar de ser. Que Diva jamás hubiera conocido a su padre y tío y por ende a Solomon mismo. Que Egipto hubiera caído ante las manos del general Edward para que no tuviera que estar en semejante predicamento. Todo esto representaba lo que su corazón pedía a gritos, pero algo le detenía, su naturaleza recelosa actuaba, no estaba seguro con quien hablaba, si con Lydia o con otro demonio de Samantha, tal vez todo era un juego, sería muerto o peor. Por eso no pidió más que...

Deseo que me digas quien eres...