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Embarcacion a Grecia
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Embarcacion a Grecia
La brisa marina azotaba el rostro de la chiquilla que alzaba su rostro disfrutando su fresca caricia, sus cabellos negros se mecían haciéndole cosquillas. Con alegría observaba un eterno horizonte azulado, pues podía verlo con mucha mas claridad desde los hombros de Aldebarán. La simple idea de todo lo que estaba ocurriendo y de la aventura que comenzaría le emocionaba en sobremanera. Y tal vez aquel vínculo que inesperadamente se había generado con su enorme compañero se tornaría en algo grande, ahora era también su maestro. Luego de mucho tiempo volvía a sentir como que había alguien confiando en ella, poniendo sus esperanzas en ella y eso en verdad le agradaba mucho, le traía una felicidad que parecía borrada hace mucho. Mas allá de su entusiasmo juguetón, su alegría era diferente, menos eufórica y mas simple, aun así jamás perdía esa aparente infantilidad.
A medida que se acercaban al puerto de los límites de Roma podían ver muchas embarcaciones que se dirigían a distintos lugares, mucha gente iba y venía. Sylvanas apoyó sus brazos en el casco de su maestro y posó su mentón en estos admirando el horizonte.
-Me pregunto si Grecia será como en las historias…aun no puedo creer que sea real, parecía ser tan solo cuentos. Sin embargo me temo que no será nada muy diferente a la realidad. No importa, no me asusta. – musitó tranquila y tiernamente a pesar de la seriedad de sus palabras. A su ágil oído le pareció escuchar en una de las embarcaciones algo sobre Grecia. –Creo que es esa.- Señaló rápidamente al barco que parecía no tardar mucho en zarpar.
No fue muy difícil orientarse, alguna que otra pregunta y lograron embarcarse sin mucha dificultad. Syl se colocó una tela encima de su cabeza y hombros para cubrirse un poco del sol que brillaba intensamente. –Alde…cuéntame tú historia.- pidió la pequeña inesperadamente con inocencia y una chispa de curiosidad, dentro de todo no era algo muy común terminar viviendo en el bosque ni abandonarlo todo así como ellos lo habían hecho.
A medida que se acercaban al puerto de los límites de Roma podían ver muchas embarcaciones que se dirigían a distintos lugares, mucha gente iba y venía. Sylvanas apoyó sus brazos en el casco de su maestro y posó su mentón en estos admirando el horizonte.
-Me pregunto si Grecia será como en las historias…aun no puedo creer que sea real, parecía ser tan solo cuentos. Sin embargo me temo que no será nada muy diferente a la realidad. No importa, no me asusta. – musitó tranquila y tiernamente a pesar de la seriedad de sus palabras. A su ágil oído le pareció escuchar en una de las embarcaciones algo sobre Grecia. –Creo que es esa.- Señaló rápidamente al barco que parecía no tardar mucho en zarpar.
No fue muy difícil orientarse, alguna que otra pregunta y lograron embarcarse sin mucha dificultad. Syl se colocó una tela encima de su cabeza y hombros para cubrirse un poco del sol que brillaba intensamente. –Alde…cuéntame tú historia.- pidió la pequeña inesperadamente con inocencia y una chispa de curiosidad, dentro de todo no era algo muy común terminar viviendo en el bosque ni abandonarlo todo así como ellos lo habían hecho.
Sylvanas- Amazona Dorada
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Fuerza de voluntad
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Re: Embarcacion a Grecia
¿Mi historia? Jajaja, no creo que sea tan interesante. Pero te contaré un poco de ella... – musitó Aldebarán para observar hacia los costados a la gente que pasaba, no confiaba en nadie, puesto que quizás eran simples bandidos y usar su cosmos en ese barco, podría llegar a hundirlo.
Sus ojos se posaban en la pequeña de ojos blancos, para apoyar su brazo en la enorme caja dorada de Pandora, puesto que de seguro era muy tentadora para cualquier maldito pirata que le encantara el brillo del oro. Quien se animara a tocar esa armadura, iba a ser lanzado al mar sin retorno, eso era seguro. – Algún día fui alguien como tu, no tenía paradero, puesto que mis padres habían muerto. Una de las causas por la que odio la guerra, puesto que aun tenía a mi padre antes de que se uniera a la Legión ahora liderada por Octavius.
Dijo para agachar un tanto su mirada. No extrañaba a sus padres, hacía tiempo que se había conformado con la idea de vivir solo, pero siempre le dolía hablar de ellos por una extraña razón, pero al recordarlos ni siquiera sus rostros se venían a la mente porque casi nunca podía estar con su padre, y su madre nunca la había conocido por fallecer dándolo a luz a él ante un mal cuidado de la partera.
Estaba en la calle, prácticamente solo y sin nada, me supe hacer de un grupo de niños que veían la vida de otro modo y supe verla del mismo, creando así prontamente amistades que quedarán aquí para siempre y me las llevaré a la tumba. – dijo para señalar su corazón y una sonrisa surcó su rostro, cambiando repentinamente.
En la calle era bastante conocido, sobretodo por mi altura y mi fuerza, dado que siempre en el mercado alguien tenía que cargar algo pesado y para poder darme una mano, al mismo tiempo que yo se las daba a ellos me pagaban con oro o con comida. Me hacían trabajar, y alguien supo de mi fuerza y decidió entrenarme para combatir en la arena. – musitó viniéndosele prontamente a la cabeza la imagen del viejo Ydrah.
Era un maldito anciano… ¡Al que nunca pude derrotar! No sé… cuando chocaba mis puños con los de él, podía sentir una fuerza interna que me mandaba a volar y hasta llegó a quebrar mi mano varias veces. Era un poquito mas grande que tu y me podía levantar como si de una flor se tratase, el único maestro que tuve y que nunca olvidaré. – dijo para asentir con su cabeza y suspirar mirando a sus pies extendidos en el suelo.
Ese viejo me hablaba acerca del cosmos, quizás era por eso que me podía vencer. Yo ni siquiera creía en el cosmos, sin embargo el me dijo que existía, que era como un universo que se creaba dentro de uno y podía hacer temblar galaxias. Algo de otro mundo, si en algún momento hubiese creído en él, hoy sería quizás más fuerte. Pero ahora que lo pienso, creo que si él me observa desde el cielo, estaría orgulloso de lo que ahora soy. – dijo para sonreír mientras revisaba su bolso, ahí había algo que había conseguido en la escuela de gladiadores cuando fue a visitar a Ydrah.
Mira, esto es un presente de él. Sonará un poco tonto lo que te diré, pero el murió hace unos años y cuando fui a visitarlo me dieron la noticia. Pero es como si el alma de él aun estuviese esperándome… y me entregó este amuleto hace unos días. – dijo para mostrar la insignia dorada de un toro que le había entregado el alma de Ydrah.
Y bueno, alguna vez tuve un orfanato… pero eso ya es cuestión de otra cosa. Lo compré con mis ahorros que junté a lo largo de mi trabajo en la calle, ese orfanato estaba en Roma y lo dejé al cuidado de uno de mis mejores amigos que se crió junto a mí. Creo que quedó en buenas manos y para alejarme de todo, decidí ir al bosque, estuve cinco años viviendo ahí y lo siguiente prácticamente ya lo sabes… Ya ves que no era muy interesante mi historia. Sin embargo me intriga saber un poco de la tuya… - dijo Aldebarán lanzando hacia arriba la insignia dorada y atajándola, una y otra vez.
Sus ojos se posaban en la pequeña de ojos blancos, para apoyar su brazo en la enorme caja dorada de Pandora, puesto que de seguro era muy tentadora para cualquier maldito pirata que le encantara el brillo del oro. Quien se animara a tocar esa armadura, iba a ser lanzado al mar sin retorno, eso era seguro. – Algún día fui alguien como tu, no tenía paradero, puesto que mis padres habían muerto. Una de las causas por la que odio la guerra, puesto que aun tenía a mi padre antes de que se uniera a la Legión ahora liderada por Octavius.
Dijo para agachar un tanto su mirada. No extrañaba a sus padres, hacía tiempo que se había conformado con la idea de vivir solo, pero siempre le dolía hablar de ellos por una extraña razón, pero al recordarlos ni siquiera sus rostros se venían a la mente porque casi nunca podía estar con su padre, y su madre nunca la había conocido por fallecer dándolo a luz a él ante un mal cuidado de la partera.
Estaba en la calle, prácticamente solo y sin nada, me supe hacer de un grupo de niños que veían la vida de otro modo y supe verla del mismo, creando así prontamente amistades que quedarán aquí para siempre y me las llevaré a la tumba. – dijo para señalar su corazón y una sonrisa surcó su rostro, cambiando repentinamente.
En la calle era bastante conocido, sobretodo por mi altura y mi fuerza, dado que siempre en el mercado alguien tenía que cargar algo pesado y para poder darme una mano, al mismo tiempo que yo se las daba a ellos me pagaban con oro o con comida. Me hacían trabajar, y alguien supo de mi fuerza y decidió entrenarme para combatir en la arena. – musitó viniéndosele prontamente a la cabeza la imagen del viejo Ydrah.
Era un maldito anciano… ¡Al que nunca pude derrotar! No sé… cuando chocaba mis puños con los de él, podía sentir una fuerza interna que me mandaba a volar y hasta llegó a quebrar mi mano varias veces. Era un poquito mas grande que tu y me podía levantar como si de una flor se tratase, el único maestro que tuve y que nunca olvidaré. – dijo para asentir con su cabeza y suspirar mirando a sus pies extendidos en el suelo.
Ese viejo me hablaba acerca del cosmos, quizás era por eso que me podía vencer. Yo ni siquiera creía en el cosmos, sin embargo el me dijo que existía, que era como un universo que se creaba dentro de uno y podía hacer temblar galaxias. Algo de otro mundo, si en algún momento hubiese creído en él, hoy sería quizás más fuerte. Pero ahora que lo pienso, creo que si él me observa desde el cielo, estaría orgulloso de lo que ahora soy. – dijo para sonreír mientras revisaba su bolso, ahí había algo que había conseguido en la escuela de gladiadores cuando fue a visitar a Ydrah.
Mira, esto es un presente de él. Sonará un poco tonto lo que te diré, pero el murió hace unos años y cuando fui a visitarlo me dieron la noticia. Pero es como si el alma de él aun estuviese esperándome… y me entregó este amuleto hace unos días. – dijo para mostrar la insignia dorada de un toro que le había entregado el alma de Ydrah.
Y bueno, alguna vez tuve un orfanato… pero eso ya es cuestión de otra cosa. Lo compré con mis ahorros que junté a lo largo de mi trabajo en la calle, ese orfanato estaba en Roma y lo dejé al cuidado de uno de mis mejores amigos que se crió junto a mí. Creo que quedó en buenas manos y para alejarme de todo, decidí ir al bosque, estuve cinco años viviendo ahí y lo siguiente prácticamente ya lo sabes… Ya ves que no era muy interesante mi historia. Sin embargo me intriga saber un poco de la tuya… - dijo Aldebarán lanzando hacia arriba la insignia dorada y atajándola, una y otra vez.
Aldebaran- Caballeros Dorados
- Reino : Santuario de Athena
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Re: Embarcacion a Grecia
La pequeña Syl escuchó cuidadosamente la historia que su inmenso amigo le contaba, observando sus gestos, las emociones que revivían al relatarle su historia. La chiquilla en ningún momento perdió su sonrisa sosegada, pues Aldebarán no parecía estar triste de su pasado, era un hombre fuerte y feliz. Sin embargo sintió muchas ganas de abrazarlo pues compartía gran parte de sus pensamientos, y fue así que envolvió el cuello del gigantón con sus bracitos y apoyo su mentón en el hombro de este, deslizando su cuerpo por su espalda trabando sus piernas en el torso de este para poder sostenerse.
-Mi historia tampoco es gran cosa, de hecho comparto muchas vivencias como las que has vivido.- musitó tranquila la pequeña, sin embargo podía sentir en su pecho que su pasado no le resultaba tan liviano como parecía serle a él. Mas allá de toda esa alegría y ese optimismo infantil, su vida había sido algo sumamente difícil para ella, y recordarlo le apenaba, aunque no por ello dejaría de avanzar.
-Desde que tengo memoria viví en una villa de una importante familia, pero ni siquiera era considerada esclava era como…una mascota. –dijo haciendo una mueca algo desinteresada y divertida, como si no le diera demasiada importancia. –Nunca supe quienes fueron mis padres y tampoco los busque jamás, pase mi tiempo explorando y jugando con los animales que había allí. Digamos como que mi posición alli no era muy bonita, si a un esclavo lo maltratan ni te imaginaras a algo inferior. – no era algo bello de recordar sin embargo no afectaba su temple sereno y contento.
-Pero cuando las guerras comenzaron trajeron nuevos esclavos y entre ellos una mujer me adoptó como su hija, era la persona mas amable que jamás conocí y me cuido, me dio todo su cariño. La desgracia llegó para los señores de la villa y lo perdieron todo, tuvieron que liberarnos, ya parecía que una vida perfecta se abría camino. Pero…-se pausó un instante tragando con un poco mas de dificultad al tratar de pasar las palabras que continuaban. –Mi madre enfermó, y en la pobreza en la que vivíamos no logro aguantar y murió. Fue algo muy duro para mi…-su expresión se torno un tanto triste sin embargo volvió a sonreír tiernamente al instante haciendo desaparecer la aparente pena. –Lo ultimo que me dio fue este brazalete y me dijo que con él algún día encontraría a mi hermana, su verdadera hija. La esperanza de tener una familia y una meta me dio un poco de fuerzas. –murmuró tenuemente mientras con un dedo jugaba con los cascabeles haciéndolos tintinear. – Desde entonces en las calles o en los bosques me las he arreglado para sobrevivir y divertirme. De hecho había ido al orfanato, no sabía que era tuyo, de haberlo sabido me habría animado a entrar.- musitó al tiempo que se colgaba del brazo de Aldebarán y pasaba a sentarse sobre la caja de Pandora, mirando a un lado y otro para asegurarse que nadie estuviese acechando la brillante caja que sabía era algo preciado para su maestro. Volteó nuevamente su rostro para observar a Alde y rascando su cabeza añadió. -Siempre se me consideró una molestia, alguien mala y algo loca, y que atraigo el infortunio, no creí que pudiese encajar. –
Con pereza se acostó en la caja boca arriba, torciendo el cuello para seguir mirando al hombre. – Por lo que dices tu maestro confió siempre en que tu serías el elegido por la constelación de Tauro y que encontrarías ese camino, no tengo dudas de que serás alguien grande, y mas allá de tu tamaño jaja... Le agradezco al anciano por ponerte en este camino, pues porque así me topé contigo. Tal vez algún día yo también pueda llevar esta armadura haciéndote orgulloso. – finalizó la niña nuevamente con una amplia sonrisa, tal vez era algo extraño para decir, o muy temprano pero de alguna forma ella lo sentía así. En el poco tiempo que lo había conocido había dejado una gran impresión en ella.
-Mi historia tampoco es gran cosa, de hecho comparto muchas vivencias como las que has vivido.- musitó tranquila la pequeña, sin embargo podía sentir en su pecho que su pasado no le resultaba tan liviano como parecía serle a él. Mas allá de toda esa alegría y ese optimismo infantil, su vida había sido algo sumamente difícil para ella, y recordarlo le apenaba, aunque no por ello dejaría de avanzar.
-Desde que tengo memoria viví en una villa de una importante familia, pero ni siquiera era considerada esclava era como…una mascota. –dijo haciendo una mueca algo desinteresada y divertida, como si no le diera demasiada importancia. –Nunca supe quienes fueron mis padres y tampoco los busque jamás, pase mi tiempo explorando y jugando con los animales que había allí. Digamos como que mi posición alli no era muy bonita, si a un esclavo lo maltratan ni te imaginaras a algo inferior. – no era algo bello de recordar sin embargo no afectaba su temple sereno y contento.
-Pero cuando las guerras comenzaron trajeron nuevos esclavos y entre ellos una mujer me adoptó como su hija, era la persona mas amable que jamás conocí y me cuido, me dio todo su cariño. La desgracia llegó para los señores de la villa y lo perdieron todo, tuvieron que liberarnos, ya parecía que una vida perfecta se abría camino. Pero…-se pausó un instante tragando con un poco mas de dificultad al tratar de pasar las palabras que continuaban. –Mi madre enfermó, y en la pobreza en la que vivíamos no logro aguantar y murió. Fue algo muy duro para mi…-su expresión se torno un tanto triste sin embargo volvió a sonreír tiernamente al instante haciendo desaparecer la aparente pena. –Lo ultimo que me dio fue este brazalete y me dijo que con él algún día encontraría a mi hermana, su verdadera hija. La esperanza de tener una familia y una meta me dio un poco de fuerzas. –murmuró tenuemente mientras con un dedo jugaba con los cascabeles haciéndolos tintinear. – Desde entonces en las calles o en los bosques me las he arreglado para sobrevivir y divertirme. De hecho había ido al orfanato, no sabía que era tuyo, de haberlo sabido me habría animado a entrar.- musitó al tiempo que se colgaba del brazo de Aldebarán y pasaba a sentarse sobre la caja de Pandora, mirando a un lado y otro para asegurarse que nadie estuviese acechando la brillante caja que sabía era algo preciado para su maestro. Volteó nuevamente su rostro para observar a Alde y rascando su cabeza añadió. -Siempre se me consideró una molestia, alguien mala y algo loca, y que atraigo el infortunio, no creí que pudiese encajar. –
Con pereza se acostó en la caja boca arriba, torciendo el cuello para seguir mirando al hombre. – Por lo que dices tu maestro confió siempre en que tu serías el elegido por la constelación de Tauro y que encontrarías ese camino, no tengo dudas de que serás alguien grande, y mas allá de tu tamaño jaja... Le agradezco al anciano por ponerte en este camino, pues porque así me topé contigo. Tal vez algún día yo también pueda llevar esta armadura haciéndote orgulloso. – finalizó la niña nuevamente con una amplia sonrisa, tal vez era algo extraño para decir, o muy temprano pero de alguna forma ella lo sentía así. En el poco tiempo que lo había conocido había dejado una gran impresión en ella.
Sylvanas- Amazona Dorada
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Re: Embarcacion a Grecia
Es una historia bastante interesante, y no te preocupes; sé que podrías ser aun mucho mejor de lo que yo fui con Ydrah, ese viejo se merece mi respeto. – musitó Aldebarán observando al cielo, como dando alusión de que él le miraba desde allí.
El gigante estaba por agregar algo más, cuando un fuerte sacudón terminó dejando contra la pared del barco al grandullón. Se colocó con una rodilla en tierra recomponiéndose y sobándose la cabeza puesto que se había golpeado. Algo aturdido meneó la cabeza de lado a lado intentando restaurar su vista y una sombra enorme cubrió todo su ser, observó hacia arriba y un navío de grandes magnitudes cubría el sol.
¿Qué carajo? – musitó mientras colocaba su mano en forma de visera para observar a través de los rayos de sol que se escapaban por detrás de aquel enorme barco. Sus ojos no le dejaban mentir, cuando una bandera con calaveras flameaba eufóricamente en él.
¡Piratas! – gritó un hombre horrorizado y se lanzó al mar. Aldebarán se ponía en guardia y prontamente se escuchó el ruido de muchas espadas siendo chocadas contra algunos guerreros que combatían para que el barco no sea hundido o saqueado.
Sus ojos se posaban en la vela, pues allí un pequeño hombre estaba parado. Se cruzó de brazos para cerrar sus ojos y la caja de Pandora se abrió, para ensamblarse parte por parte en el cuerpo del gigante. Su temple era serio, mas si usaba cosmos podría acabar con la embarcación, así que debería usar su fuerza física. - ¡Syl, demuéstrame que tanto puedes hacer… no uses el cosmos podríamos acabar con el navío!
Salió corriendo a gran velocidad para encarar a dos piratas y con su antebrazo puesto a la carrera en sus cuellos, hacerle dar dos giros en el aire antes de caer de espaldas contra el suelo de madera de la embarcación. Los levantó uno en cada mano y los lanzó al mar.
Durmió a otros dos de un golpe con su derecha cada uno y a un tercero dejó sin aire de una fuerte patada en el estomago, lanzándolos posteriormente al mar, eran pocos los piratas, muy experimentados en combate pero nada que un Caballero dorado no pudiera detener, sus ojos se posaron con desafío en aquel pirata que veía la acción desde lejos. No se podía ver nomás su silueta negra por el resplandor del sol, pero prontamente desapareció para aparecer justo en la proa y mostrar su rostro.
Bonita armadura… - musitó el hombre con interés, mientras observaba sus uñas y se las limaba con delicadeza para bostezar un momento.
Bonita barba… - contestó rápidamente el caballero dorado para sonreír.
¡Gracias! Todos me lo dicen, pero no vengo aquí para hacer sociales. ¿Me entregas la armadura por las buenas o por las malas? ¡Tu escoges camarada! – dijo el capitán pirata para desenfundar su espada y colocar una bota al borde del barco, amenazando con lanzarse.
Ven por ella, apuesto a que te divertirás… - dijo Aldebarán haciendo un ademán con su mano para incitarlo a que venga hacia él.
¿Es eso una propuesta homosexual? ¡Ay y tan machito que parecías! – dijo el pirata para chiflar y de la espalda del dorado un joven se acercó a gran velocidad tomándolo por las piernas y derribándolo, sin duda alguna tenía una gran fuerza y técnica.
El caballero dorado se reponía al instante, girando hacia atrás y colocándose de pies al instante en un gran movimiento de habilidad, sobretodo para ser de su tamaño. Por primera vez en su vida no había logrado sentir a aquel que estaba en su retaguardia, era un rival digno de conocer, al menos en batalla. Fue en ese momento que dijo. – Felicidades, entonces seremos dos contra dos…
Dijo esperando que la niña apareciera, mientras el capitán Pirata se deslizaba por una soga y caía al lado del de cabellos turquesas, sin duda alguna una épica batalla se iba a desencadenar ahora mismo…
El gigante estaba por agregar algo más, cuando un fuerte sacudón terminó dejando contra la pared del barco al grandullón. Se colocó con una rodilla en tierra recomponiéndose y sobándose la cabeza puesto que se había golpeado. Algo aturdido meneó la cabeza de lado a lado intentando restaurar su vista y una sombra enorme cubrió todo su ser, observó hacia arriba y un navío de grandes magnitudes cubría el sol.
¿Qué carajo? – musitó mientras colocaba su mano en forma de visera para observar a través de los rayos de sol que se escapaban por detrás de aquel enorme barco. Sus ojos no le dejaban mentir, cuando una bandera con calaveras flameaba eufóricamente en él.
¡Piratas! – gritó un hombre horrorizado y se lanzó al mar. Aldebarán se ponía en guardia y prontamente se escuchó el ruido de muchas espadas siendo chocadas contra algunos guerreros que combatían para que el barco no sea hundido o saqueado.
Sus ojos se posaban en la vela, pues allí un pequeño hombre estaba parado. Se cruzó de brazos para cerrar sus ojos y la caja de Pandora se abrió, para ensamblarse parte por parte en el cuerpo del gigante. Su temple era serio, mas si usaba cosmos podría acabar con la embarcación, así que debería usar su fuerza física. - ¡Syl, demuéstrame que tanto puedes hacer… no uses el cosmos podríamos acabar con el navío!
Salió corriendo a gran velocidad para encarar a dos piratas y con su antebrazo puesto a la carrera en sus cuellos, hacerle dar dos giros en el aire antes de caer de espaldas contra el suelo de madera de la embarcación. Los levantó uno en cada mano y los lanzó al mar.
Durmió a otros dos de un golpe con su derecha cada uno y a un tercero dejó sin aire de una fuerte patada en el estomago, lanzándolos posteriormente al mar, eran pocos los piratas, muy experimentados en combate pero nada que un Caballero dorado no pudiera detener, sus ojos se posaron con desafío en aquel pirata que veía la acción desde lejos. No se podía ver nomás su silueta negra por el resplandor del sol, pero prontamente desapareció para aparecer justo en la proa y mostrar su rostro.
Bonita armadura… - musitó el hombre con interés, mientras observaba sus uñas y se las limaba con delicadeza para bostezar un momento.
Bonita barba… - contestó rápidamente el caballero dorado para sonreír.
¡Gracias! Todos me lo dicen, pero no vengo aquí para hacer sociales. ¿Me entregas la armadura por las buenas o por las malas? ¡Tu escoges camarada! – dijo el capitán pirata para desenfundar su espada y colocar una bota al borde del barco, amenazando con lanzarse.
Ven por ella, apuesto a que te divertirás… - dijo Aldebarán haciendo un ademán con su mano para incitarlo a que venga hacia él.
¿Es eso una propuesta homosexual? ¡Ay y tan machito que parecías! – dijo el pirata para chiflar y de la espalda del dorado un joven se acercó a gran velocidad tomándolo por las piernas y derribándolo, sin duda alguna tenía una gran fuerza y técnica.
El caballero dorado se reponía al instante, girando hacia atrás y colocándose de pies al instante en un gran movimiento de habilidad, sobretodo para ser de su tamaño. Por primera vez en su vida no había logrado sentir a aquel que estaba en su retaguardia, era un rival digno de conocer, al menos en batalla. Fue en ese momento que dijo. – Felicidades, entonces seremos dos contra dos…
Dijo esperando que la niña apareciera, mientras el capitán Pirata se deslizaba por una soga y caía al lado del de cabellos turquesas, sin duda alguna una épica batalla se iba a desencadenar ahora mismo…
Aldebaran- Caballeros Dorados
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Re: Embarcacion a Grecia
Un brusco sacudón interrumpo la interesante conversación, y puesto que aquello en un barco en medio del mar abierto no era una buena señal, pusieron atención a que demonios estaba ocurriendo. Gran parte de la tripulación y los navegantes corrían desesperados os e tiraban por la borda ante la presencia de lo que según gritaban parecían ser piratas.
-Wiiii voy a divertirme hoy.- exclamó la pequeña poniéndose de pie al ver que su maestro comenzaba a combatir parea ayudar. Una inmensa sonrisa surco su rostro, tan amplia y divertida que parecía llegarle de oreja a oreja. Tomó su hacha y la arrojó con rapidez a las patas de uno que estaba por golpear a una señora, esta voló con tanta rapidez que el pirata apenas logro percibir que era lo que de repente lo había tirado al suelo, y no fue hasta que vio la mancha de sangre donde estaba tirado que entró en pánico. Sylvanas corrió increíblemente veloz saltando para caer encima de su hacha que había quedado clavada en la madera. En cuclillas sobre el mango de su arma la chiquilla ladeó su cabeza para observar al hombre malherido.
-¿Estas un poquito bajito no? Jijiji.- rió la niña sonriente y burlona, parecía desatenta a otros dos hombres que buscaban emboscarla desde atrás, pero cuando estuvieron lo suficientemente cerca y se lanzaron a atraparla, ella se agarró con una mano del mango impulsándose de un salto, pegándoles a ambos una flor de patada en la cabeza que los tumbó al suelo y cayendo encima de los estómagos de los ladrones. Fue entonces que volvió a sentir el suelo estremecerse, era su maestro y amigo a quien habían tirado al suelo, eran dos contra uno, algo bastante injusto a su parecer, así que moviéndose entre ágiles acrobacias llegó al lado de Aldebarán.
-¿Cuál me toca a mí?- inquirió mas sonriente que nunca, pero antes de que pudieran dirigirse otra palabra el hombre que parecía ser el capitán de los piratas le interrumpió.
-Que niña bonita…ahora hazte a un lado.-
-Elijo al idiota.- musitó riendo y señalando al desubicado para luego arrojarle el hacha. El hombre se volteo para que esta le pasara rozando su nariz.
-Wooa… Eso estuvo cerca. Me trae recuerdos ¿Les he amenazado antes?.- exclamó. Sparrow haciendo movimientos con sus brazos algo extraños y exagerados. Pero la pequeña ya no estaba a la vista, fue tan solo un segundo después que la vista de Jack se vio bloqueada, era ni mas ni menos que la chiquilla que había saltado sobre su cabeza y le había bajado el sombrero cubriéndole los ojos.
-Maldita... ¡mono!- gritó el pirata tratando de quitarse el sombrero, justo para ver que la pequeña se abalanzaba hacia él. Trató de agarrarla pero la chiquilla se lo vino venir y en su agilidad y rapidez hizo una voltereta en el aire usando el peso del capitán contra sí mismo y haciendo que este golpeara su cabeza contra el suelo.
Sylvanas se puso de pie riendo de aquello que para ella comenzaba a parecer un juego, sin embargo el ruido de Alde contra el chico de cabello turquesa le llamó la atención haciéndola voltear, para el gran tamaño de su amigo el pirata le estaba dando buena pelea. Fue el instante en que se distrajo que acabo dentro de un sacón. No tenía ni idea de cómo demonios estaba allí dentro, pero se podía hacer una imagen.
-Si estabas esperando el momento oportuno…era ese Jajaja.- dijo el capitán lanzando el sacón contra un costado del barco y atravesando la espada en él. La bolsa de tela se desgarró desde su interior, Sylvanas salía de ella con brusquedad. Ya no sonreía, un temple absolutamente serio se plasmó en su rostro. La ropa que su maestro la había dado estaba tajada y la punta de la espada había rozado las esferas del brazalete, rasgándolas. Las expresión de la niña se torno furiosa y a su alrededor el viento comenzó a alborotarse, un aura dorada comenzaba a intensificarse envolviendo su cuerpo que como llamas se extendían a todo su alrededor. Dio dos pasos saliendo del saco, estos se aferraron al suelo en una pisada firme y sólida, tan potente que agrieto los tablones debajo. El furor de su cosmos liberándose comenzó a derretir las cosas a su alrededor.
El pirata se mostró algo sorprendido y confuso, se iba alejando de a poco ante el inminente peligro, buscando la forma de esfumarse de allí. Syl por su parte seguía sumida en el poder que su cuerpo emanaba, comenzaba a sentir que el calor crecía y comenzaba a dolerle. Intentó bajarlo, poner su mente en blanco, no podía detenerlo. Su cuerpecito comenzó a temblar mientras sus ojos se pintaban completamente de un dorado intenso como la mismísima luz. El cosmos desbordaba estremeciendo la embarcación entera.
-AAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH- gritó de dolor en un estallido de poder, destruyendo gran parte de las cosas a su alrededor por suerte el barco seguía en pie. Cayó de rodillas al suelo abatida, su poder se fue apagando hasta desaparecer por completo dejando a la pequeña acurrucada en el suelo boca abajo respirando agitadamente, retorciéndose por el sufrimiento en cada mínima parte de su ser. Su cuerpo mostraba múltiples manchas coloradas de las quemaduras generadas en su piel, bajo su rostro había manchas de sangre que caía por sus manos con las cuales cubría sus ojos. Se quedó allí hecha una bolita llorando y temblando, esperando por alguien que la ayudara, ya que ella…ya no podía ver.
-Wiiii voy a divertirme hoy.- exclamó la pequeña poniéndose de pie al ver que su maestro comenzaba a combatir parea ayudar. Una inmensa sonrisa surco su rostro, tan amplia y divertida que parecía llegarle de oreja a oreja. Tomó su hacha y la arrojó con rapidez a las patas de uno que estaba por golpear a una señora, esta voló con tanta rapidez que el pirata apenas logro percibir que era lo que de repente lo había tirado al suelo, y no fue hasta que vio la mancha de sangre donde estaba tirado que entró en pánico. Sylvanas corrió increíblemente veloz saltando para caer encima de su hacha que había quedado clavada en la madera. En cuclillas sobre el mango de su arma la chiquilla ladeó su cabeza para observar al hombre malherido.
-¿Estas un poquito bajito no? Jijiji.- rió la niña sonriente y burlona, parecía desatenta a otros dos hombres que buscaban emboscarla desde atrás, pero cuando estuvieron lo suficientemente cerca y se lanzaron a atraparla, ella se agarró con una mano del mango impulsándose de un salto, pegándoles a ambos una flor de patada en la cabeza que los tumbó al suelo y cayendo encima de los estómagos de los ladrones. Fue entonces que volvió a sentir el suelo estremecerse, era su maestro y amigo a quien habían tirado al suelo, eran dos contra uno, algo bastante injusto a su parecer, así que moviéndose entre ágiles acrobacias llegó al lado de Aldebarán.
-¿Cuál me toca a mí?- inquirió mas sonriente que nunca, pero antes de que pudieran dirigirse otra palabra el hombre que parecía ser el capitán de los piratas le interrumpió.
-Que niña bonita…ahora hazte a un lado.-
-Elijo al idiota.- musitó riendo y señalando al desubicado para luego arrojarle el hacha. El hombre se volteo para que esta le pasara rozando su nariz.
-Wooa… Eso estuvo cerca. Me trae recuerdos ¿Les he amenazado antes?.- exclamó. Sparrow haciendo movimientos con sus brazos algo extraños y exagerados. Pero la pequeña ya no estaba a la vista, fue tan solo un segundo después que la vista de Jack se vio bloqueada, era ni mas ni menos que la chiquilla que había saltado sobre su cabeza y le había bajado el sombrero cubriéndole los ojos.
-Maldita... ¡mono!- gritó el pirata tratando de quitarse el sombrero, justo para ver que la pequeña se abalanzaba hacia él. Trató de agarrarla pero la chiquilla se lo vino venir y en su agilidad y rapidez hizo una voltereta en el aire usando el peso del capitán contra sí mismo y haciendo que este golpeara su cabeza contra el suelo.
Sylvanas se puso de pie riendo de aquello que para ella comenzaba a parecer un juego, sin embargo el ruido de Alde contra el chico de cabello turquesa le llamó la atención haciéndola voltear, para el gran tamaño de su amigo el pirata le estaba dando buena pelea. Fue el instante en que se distrajo que acabo dentro de un sacón. No tenía ni idea de cómo demonios estaba allí dentro, pero se podía hacer una imagen.
-Si estabas esperando el momento oportuno…era ese Jajaja.- dijo el capitán lanzando el sacón contra un costado del barco y atravesando la espada en él. La bolsa de tela se desgarró desde su interior, Sylvanas salía de ella con brusquedad. Ya no sonreía, un temple absolutamente serio se plasmó en su rostro. La ropa que su maestro la había dado estaba tajada y la punta de la espada había rozado las esferas del brazalete, rasgándolas. Las expresión de la niña se torno furiosa y a su alrededor el viento comenzó a alborotarse, un aura dorada comenzaba a intensificarse envolviendo su cuerpo que como llamas se extendían a todo su alrededor. Dio dos pasos saliendo del saco, estos se aferraron al suelo en una pisada firme y sólida, tan potente que agrieto los tablones debajo. El furor de su cosmos liberándose comenzó a derretir las cosas a su alrededor.
El pirata se mostró algo sorprendido y confuso, se iba alejando de a poco ante el inminente peligro, buscando la forma de esfumarse de allí. Syl por su parte seguía sumida en el poder que su cuerpo emanaba, comenzaba a sentir que el calor crecía y comenzaba a dolerle. Intentó bajarlo, poner su mente en blanco, no podía detenerlo. Su cuerpecito comenzó a temblar mientras sus ojos se pintaban completamente de un dorado intenso como la mismísima luz. El cosmos desbordaba estremeciendo la embarcación entera.
-AAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH- gritó de dolor en un estallido de poder, destruyendo gran parte de las cosas a su alrededor por suerte el barco seguía en pie. Cayó de rodillas al suelo abatida, su poder se fue apagando hasta desaparecer por completo dejando a la pequeña acurrucada en el suelo boca abajo respirando agitadamente, retorciéndose por el sufrimiento en cada mínima parte de su ser. Su cuerpo mostraba múltiples manchas coloradas de las quemaduras generadas en su piel, bajo su rostro había manchas de sangre que caía por sus manos con las cuales cubría sus ojos. Se quedó allí hecha una bolita llorando y temblando, esperando por alguien que la ayudara, ya que ella…ya no podía ver.
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Re: Embarcacion a Grecia
Aldebarán al ver que la joven se abalanzaba sobre el capitán, sin dudarlo corrió hacia el otro. Apenas dando un gran movimiento, sin usar el cosmos como había dicho lanzó un golpe con su antebrazo para intentar acertarlo al cuello y así tirarlo al suelo, pero el de cabellos turquesas se agachó esquivando y lanzó una patada al centro del pecho del dorado, que rápidamente el gigante no tardó en atraparla. - ¡Buenos reflejos!
Tu no… - musitó el pirata para dar la vuelta en su eje con la pierna agarrada por Aldebarán y cruzarla a su cabeza, el grandullón se agachó pasando por arriba la patada y no contaba con que pronto aquel pie volvería con mas impulso rebotando y se la daría en su nuca dejándolo de rodillas al instante.
Un golpe de puño salía rápidamente por parte del joven de aspectos nórdicos, para luego Aldebarán se lo devolviera con la misma fuerza sin intentar pararse. Nuevamente otro golpe de puño a la boca de Aldebarán y nuevamente otro puño al rostro del nórdico, lo hicieron una vez mas parecía que ninguno se quería rendir y era para ver quien caía mas, pero prontamente los puños llegaron a venir mas veloces por parte del chico de cabellos turquesas comenzando a hacer trastabillar a Aldebarán. Cuando vio que el gigante ya no podía mantenerse en pie lo quiso rematar con un golpe mas fuerte y estiró su brazo hacia atrás con mas potencia para que Aldebarán se colocara en una posición rápidamente como de flexiones de brazos y rodara hacia delante, colocando sus piernas en formas de pinzas en su pecho y en su cuello para girar en un movimiento extraño y, quedar con el hombre agarrado de un brazo intentándoselo quebrar.
Tienes buen golpe con la derecha, me pregunto que pasaría si se te rompe. – el dorado comenzaba a destilar sangre por su fosa nasal de tantos golpes que había recibido, pero aun se negaba a usar el cosmos, después de todo esa pelea estaba bastante divertida.
Palanqueó con fuerza al brazo, mientras colocaba sus piernas en el cuello fuertemente haciendo presión para que al mismo tiempo perdiera el aire. El chico miró para su costado con poca certeza de que estaba viendo, su cara se enrojecía al pasar el tiempo puesto que estaba perdiendo respiración y tomó lo que parecía ser un arma con el brazo que le quedaba libre para pegarle con fuerza en la cabeza a Aldebarán que ni se inmutó por tener su casco. Estaba a punto de dejarlo inconsciente, sin respiración, cuando de repente un cosmos enorme se hizo presente haciendo temblar toda la embarcación. - ¿Syl?
Musitó para distraerse un momento en esa luz cegadora que envolvía el cuerpo de la pequeña, le había dicho que no usara cosmos pero parecía que no le había hecho caso. Pronto la niña cayó al suelo boca abajo, mientras su cuerpo aun destilaba un par de pequeños rayos de cosmoenergía y comenzaba a sangrar por su boca. La niña no controlaba con certeza el cosmos, puesto que al parecer se había hecho daño.
Mientras se distraía aflojando su llave al brazo, el hombre no tardó en liberarse y rodar hacia el suelo, sosteniéndose su brazo y sobándolo un poco. Aldebarán se puso de pie rápidamente para intentar correr hacia Sylvanas, pero un golpe a la parte trasera de la rodilla lo dejaba bastante malherido con su torso hacia atrás, para que una volada espectacular de Jack Sparrow lanzándose de una soga, con sus pies completamente tensados le diera justo un golpe en el rostro que lo dejara en el suelo.
Pronto quitémosle la armadura, nos tenemos que ir rápidamente de aquí, Seisyll. – dijo el capitán para tomar el casco de Aldebarán. El nórdico que había quedado bastante furioso ni siquiera respondió a las ordenes de Jack, sino que lo trabó al cuello al gigante intentándolo dejar sin aire antes de quitarle la armadura. Manotazos daba Aldebarán, sabiendo que aun no era momento para usar su cosmos, intentaba liberar su cuello mientras que Seisyll hacía fuerte presión a él. Jack aprovechaba para comenzar a golpear el rostro de Aldebarán y dejarlo bastante atontado para que así cayera al fin.
Estaba de rodillas el gigante, intentándose poner de pie, colocando prontamente su pie flexionado y así quedar solo con una rodilla sobre la embarcación, codazos espectaculares y con una fuerza tremenda salieron despedidos hacia Seisyll para que éste aflojara su fuerza y lo había logrado, dejándolo sin aire. Un puño de la derecha mas poderosa salía despedido de Aldebarán con un giro tremendo de su torso, para dejar al jovencito de cabellos turquesas completamente fuera del juego.
Se ponía de pie la inmensa mole, respirando profundamente como si de una bestia indómita se tratase. Haciendo una gran sombra a Jack que se tiraba un poco hacia atrás, dando pasos pequeños y con sus manos en alto, como queriendo decir “Que el no quería hacerlo”, gruñó el gigante de Tauro. - ¿Qué le hiciste a la niña?
Nada, jejejeje. ¡Hazlo Seisyll AHORA! – dijo Jack para que Aldebarán se volteara, puesto que anteriormente no lo había sentido a ese chico y quizás todavía seguía de pie. Sus ojos se sorprendieron al ver que el joven seguía tendido en el suelo y que el pirata le había engañado. Se dio la vuelta para notar que él ya no estaba.
Lo buscó rápidamente y estaba con la niña, tomó a Sylvanas cargándola a su hombro y haciendo un ademán en su cabeza, saludó mientras arrojaba a la niña al mar, puesto que esta se ahogaría en caso de que aun siguiera inconsciente. – Se te hunde el barco, grandote, ¿O debería decir la niña...?
Dijo en sentido de metáfora para subirse al Perla Negra y comenzar a irse a una velocidad tremenda, Aldebarán estaba a punto de ir detrás de aquel barco y recordó a Sylvanas, se arrojó rápidamente al agua mientras que el Capitán pirata navegando con su timón en mano cantaba eufóricamente. – Y somos tan malos como un huracán, todos brindando yo-ho, yo-ho…
Prontamente el barco desaparecía a pesar de ser gigante, a gran velocidad, viéndose apenas una silueta en la nada que era todo esa mar. El dorado estaba bajo el agua nadando a gran velocidad en busca de la niña, pero no la veía ni siquiera. Una pequeña mancha carmesí se notaba en el agua, pudiendo saber que venía de Sylvanas, puesto que ella estaba sangrando en la embarcación cuando cayó desmayada.
Nadó con fiereza moviendo sus pies a gran velocidad llegando hasta la niña, la tomó entre sus brazos y salió de ahí lo más pronto posible, su armadura comenzaba a pesarle y no podía aguantar mucho la respiración, luego del combate agitado que había tenido. Pero la sangre era un mal indicio en la mar, puesto que había muchos depredadores que la podían oler a kilómetros, entre ellos uno muy conocido… puesto que pronto una aleta de tiburón se asomaba por el agua, yendo con fiereza hacia Aldebarán; sabía que el momento para usar el cosmos era ahora o nunca…
¡HAAAAA! – musitó el dorado para con una mano sostener a la pequeña y con la otra enviar tremenda ola de energía hacia el tiburón, acabando con él de un solo golpe, o al menos eso se creía puesto que al parecer había salido huyendo. Nadó lo más rápido que puso comenzando a trepar el barco por las redes de los costados y se asomó una mano desde arriba. – Rápido, dame a la pequeña…
Musitó el chico de cabellos turquesas para que Aldebarán lo mirara un momento y le cediera a Sylvanas. Prontamente el gigante trepó la red y el chico nórdico estaba ayudándole quitando el agua de sus pulmones y dándole respiración boca a boca. A pesar de ser un pirata, no parecía ser tan malvado o al menos eso veía en él Aldebarán.
¿Por qué lo hacías? – dijo Aldebarán sentándose en la embarcación para notar que estaban ellos solos, puesto que todos se habían tirado a nadar como enfermos y vaya a saber uno donde andaban.
¿Qué… - dijo para darle respiración boca a boca a la niña y responder nuevamente. - …cosa?
Lo de ser pirata, y eso… no te veo que seas alguien desalmado como dicen. Aunque si bastante fuerte, jajaja… - musitó el caballero dorado, no había tenido una lucha así en años. Era un chico bastante táctico y bastante bueno en cuanto a lucha.
Soy un vikingo, en realidad. Aquel capitán pirata me ofreció de llevarme a Roma, para cambiar un poco mi vida y… no sé… todo se volvió tan rutinario. Volver a mi pueblo sería la muerte… - musitó con voz baja el hombre.
Ya veo… - dijo el caballero dorado. – Sería interesante que te nos unieras en el viaje. Somos de Roma, y ahora vamos hacia Grecia, un potencial como el tuyo sin duda alguna la serviría a nuestro destino.
Una sonrisa surcaba el rostro del gigante, mientras Sylvanas parecía despertar. El niño pasaba la mano de lado a lado frente a su vista, para ver si ella reaccionaba pero no parecía inmutarse ante ello. Era como si estuviese ciega… - ¿Estas bien, jovencita?
Eso… ¿Estas bien, Syl? – dijo Aldebarán intentando reafirmar que aun estaba ahí, para que la niña no perdiera esperanzas en ningún momento que la iba a dejar sola.
Off: Manipulación Aceptada.
Tu no… - musitó el pirata para dar la vuelta en su eje con la pierna agarrada por Aldebarán y cruzarla a su cabeza, el grandullón se agachó pasando por arriba la patada y no contaba con que pronto aquel pie volvería con mas impulso rebotando y se la daría en su nuca dejándolo de rodillas al instante.
Un golpe de puño salía rápidamente por parte del joven de aspectos nórdicos, para luego Aldebarán se lo devolviera con la misma fuerza sin intentar pararse. Nuevamente otro golpe de puño a la boca de Aldebarán y nuevamente otro puño al rostro del nórdico, lo hicieron una vez mas parecía que ninguno se quería rendir y era para ver quien caía mas, pero prontamente los puños llegaron a venir mas veloces por parte del chico de cabellos turquesas comenzando a hacer trastabillar a Aldebarán. Cuando vio que el gigante ya no podía mantenerse en pie lo quiso rematar con un golpe mas fuerte y estiró su brazo hacia atrás con mas potencia para que Aldebarán se colocara en una posición rápidamente como de flexiones de brazos y rodara hacia delante, colocando sus piernas en formas de pinzas en su pecho y en su cuello para girar en un movimiento extraño y, quedar con el hombre agarrado de un brazo intentándoselo quebrar.
Tienes buen golpe con la derecha, me pregunto que pasaría si se te rompe. – el dorado comenzaba a destilar sangre por su fosa nasal de tantos golpes que había recibido, pero aun se negaba a usar el cosmos, después de todo esa pelea estaba bastante divertida.
Palanqueó con fuerza al brazo, mientras colocaba sus piernas en el cuello fuertemente haciendo presión para que al mismo tiempo perdiera el aire. El chico miró para su costado con poca certeza de que estaba viendo, su cara se enrojecía al pasar el tiempo puesto que estaba perdiendo respiración y tomó lo que parecía ser un arma con el brazo que le quedaba libre para pegarle con fuerza en la cabeza a Aldebarán que ni se inmutó por tener su casco. Estaba a punto de dejarlo inconsciente, sin respiración, cuando de repente un cosmos enorme se hizo presente haciendo temblar toda la embarcación. - ¿Syl?
Musitó para distraerse un momento en esa luz cegadora que envolvía el cuerpo de la pequeña, le había dicho que no usara cosmos pero parecía que no le había hecho caso. Pronto la niña cayó al suelo boca abajo, mientras su cuerpo aun destilaba un par de pequeños rayos de cosmoenergía y comenzaba a sangrar por su boca. La niña no controlaba con certeza el cosmos, puesto que al parecer se había hecho daño.
Mientras se distraía aflojando su llave al brazo, el hombre no tardó en liberarse y rodar hacia el suelo, sosteniéndose su brazo y sobándolo un poco. Aldebarán se puso de pie rápidamente para intentar correr hacia Sylvanas, pero un golpe a la parte trasera de la rodilla lo dejaba bastante malherido con su torso hacia atrás, para que una volada espectacular de Jack Sparrow lanzándose de una soga, con sus pies completamente tensados le diera justo un golpe en el rostro que lo dejara en el suelo.
Pronto quitémosle la armadura, nos tenemos que ir rápidamente de aquí, Seisyll. – dijo el capitán para tomar el casco de Aldebarán. El nórdico que había quedado bastante furioso ni siquiera respondió a las ordenes de Jack, sino que lo trabó al cuello al gigante intentándolo dejar sin aire antes de quitarle la armadura. Manotazos daba Aldebarán, sabiendo que aun no era momento para usar su cosmos, intentaba liberar su cuello mientras que Seisyll hacía fuerte presión a él. Jack aprovechaba para comenzar a golpear el rostro de Aldebarán y dejarlo bastante atontado para que así cayera al fin.
Estaba de rodillas el gigante, intentándose poner de pie, colocando prontamente su pie flexionado y así quedar solo con una rodilla sobre la embarcación, codazos espectaculares y con una fuerza tremenda salieron despedidos hacia Seisyll para que éste aflojara su fuerza y lo había logrado, dejándolo sin aire. Un puño de la derecha mas poderosa salía despedido de Aldebarán con un giro tremendo de su torso, para dejar al jovencito de cabellos turquesas completamente fuera del juego.
Se ponía de pie la inmensa mole, respirando profundamente como si de una bestia indómita se tratase. Haciendo una gran sombra a Jack que se tiraba un poco hacia atrás, dando pasos pequeños y con sus manos en alto, como queriendo decir “Que el no quería hacerlo”, gruñó el gigante de Tauro. - ¿Qué le hiciste a la niña?
Nada, jejejeje. ¡Hazlo Seisyll AHORA! – dijo Jack para que Aldebarán se volteara, puesto que anteriormente no lo había sentido a ese chico y quizás todavía seguía de pie. Sus ojos se sorprendieron al ver que el joven seguía tendido en el suelo y que el pirata le había engañado. Se dio la vuelta para notar que él ya no estaba.
Lo buscó rápidamente y estaba con la niña, tomó a Sylvanas cargándola a su hombro y haciendo un ademán en su cabeza, saludó mientras arrojaba a la niña al mar, puesto que esta se ahogaría en caso de que aun siguiera inconsciente. – Se te hunde el barco, grandote, ¿O debería decir la niña...?
Dijo en sentido de metáfora para subirse al Perla Negra y comenzar a irse a una velocidad tremenda, Aldebarán estaba a punto de ir detrás de aquel barco y recordó a Sylvanas, se arrojó rápidamente al agua mientras que el Capitán pirata navegando con su timón en mano cantaba eufóricamente. – Y somos tan malos como un huracán, todos brindando yo-ho, yo-ho…
Prontamente el barco desaparecía a pesar de ser gigante, a gran velocidad, viéndose apenas una silueta en la nada que era todo esa mar. El dorado estaba bajo el agua nadando a gran velocidad en busca de la niña, pero no la veía ni siquiera. Una pequeña mancha carmesí se notaba en el agua, pudiendo saber que venía de Sylvanas, puesto que ella estaba sangrando en la embarcación cuando cayó desmayada.
Nadó con fiereza moviendo sus pies a gran velocidad llegando hasta la niña, la tomó entre sus brazos y salió de ahí lo más pronto posible, su armadura comenzaba a pesarle y no podía aguantar mucho la respiración, luego del combate agitado que había tenido. Pero la sangre era un mal indicio en la mar, puesto que había muchos depredadores que la podían oler a kilómetros, entre ellos uno muy conocido… puesto que pronto una aleta de tiburón se asomaba por el agua, yendo con fiereza hacia Aldebarán; sabía que el momento para usar el cosmos era ahora o nunca…
¡HAAAAA! – musitó el dorado para con una mano sostener a la pequeña y con la otra enviar tremenda ola de energía hacia el tiburón, acabando con él de un solo golpe, o al menos eso se creía puesto que al parecer había salido huyendo. Nadó lo más rápido que puso comenzando a trepar el barco por las redes de los costados y se asomó una mano desde arriba. – Rápido, dame a la pequeña…
Musitó el chico de cabellos turquesas para que Aldebarán lo mirara un momento y le cediera a Sylvanas. Prontamente el gigante trepó la red y el chico nórdico estaba ayudándole quitando el agua de sus pulmones y dándole respiración boca a boca. A pesar de ser un pirata, no parecía ser tan malvado o al menos eso veía en él Aldebarán.
¿Por qué lo hacías? – dijo Aldebarán sentándose en la embarcación para notar que estaban ellos solos, puesto que todos se habían tirado a nadar como enfermos y vaya a saber uno donde andaban.
¿Qué… - dijo para darle respiración boca a boca a la niña y responder nuevamente. - …cosa?
Lo de ser pirata, y eso… no te veo que seas alguien desalmado como dicen. Aunque si bastante fuerte, jajaja… - musitó el caballero dorado, no había tenido una lucha así en años. Era un chico bastante táctico y bastante bueno en cuanto a lucha.
Soy un vikingo, en realidad. Aquel capitán pirata me ofreció de llevarme a Roma, para cambiar un poco mi vida y… no sé… todo se volvió tan rutinario. Volver a mi pueblo sería la muerte… - musitó con voz baja el hombre.
Ya veo… - dijo el caballero dorado. – Sería interesante que te nos unieras en el viaje. Somos de Roma, y ahora vamos hacia Grecia, un potencial como el tuyo sin duda alguna la serviría a nuestro destino.
Una sonrisa surcaba el rostro del gigante, mientras Sylvanas parecía despertar. El niño pasaba la mano de lado a lado frente a su vista, para ver si ella reaccionaba pero no parecía inmutarse ante ello. Era como si estuviese ciega… - ¿Estas bien, jovencita?
Eso… ¿Estas bien, Syl? – dijo Aldebarán intentando reafirmar que aun estaba ahí, para que la niña no perdiera esperanzas en ningún momento que la iba a dejar sola.
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Aldebaran- Caballeros Dorados
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Re: Embarcacion a Grecia
Era demasiado el tormento interno como para poder percibir todo lo que ocurría a su alrededor. La pequeña continuó retorciendo de dolor, sintiendo como toda su anatomía ardía como si estuviese envuelta en llamas. Solo se percataba del constante estremecimiento de los tablones en los que estaba tirada. Trataba de abrir sus ojos y limpiar la sangre que brotaba de sus lagrimales pero era inútil, todo estaba negro. De pronto sintió un fuerte golpe en el estomago, como una patada, haciendo que el dolor fuese tan intenso que perdió la conciencia. Tan solo llegó a escuchar una risa mientras se desvanecía en un abismo.
Sin embargo su cuerpo extrañamente continuó sintiendo, de pronto caía, y al segundo una presión sofocante la envolvió compungiendo su pecho y todo su ser. Todo se hacía cada vez más pesado y oscuro, al punto en que llegó a creer que moría. Todos sus recuerdos se dibujaron en su mente y se fueron desvaneciendo de a poco, su esperanza se apagaba, ya solo quería volver a ver el rostro de su madre. Iba a dejarse llevar por aquella fuerza que la arrastraba, que la ahogaba, cuando sintió de pronto que se elevaba, su cuerpo se liberaba del extenuante agobio. Sus oídos comenzaron a escuchar un murmullo, sus pulmones repentinamente se llenaron de aire y pudo volver a respirar. Entonces supo que había despertado, sin embargo abrió sus ojos y todo continuaba en penumbras, no podía ver por mucho que intentara. Una voz le hablaba, desconocida y extraña. Asustada comenzó a tirar manotazos y a moverse, pero como aguijonazos el dolor le impedía hacer mucho. Su pecho subía y bajaba alborotado, tosiendo y buscando hasta la más mínima bocanada de aire, su corazón estaba tan acelerado que parecía querer salirse de su pecho. Para su fortuna una segunda voz llegó a sus oídos, una más familiar. Mas aliviada intento costosamente estirar sus brazos para alcanzarlo, asegurarse de que él estaba allí a su lado.
-¡Alde!- exclamó desesperada Sylvanas intentando levantar el torso solo para volver a caer, su cuerpo no podía más. Sus manos chocaron con algo, un brazo al parecer, y de gran tamaño. Fue entonces que sintiendo el tacto, la solidez de su maestro al cual se aferraba, que cayó en la cuenta de la horrible realidad. –No puedo ver…- murmuró al tiempo que lagrimas comenzaban a brotar de sus ojos mezclándose con la sangre, delineando caminos carmesí que bajaban por sus mejillas hasta chocar contra el suelo.
–¡No puedo ver!-
Sin embargo su cuerpo extrañamente continuó sintiendo, de pronto caía, y al segundo una presión sofocante la envolvió compungiendo su pecho y todo su ser. Todo se hacía cada vez más pesado y oscuro, al punto en que llegó a creer que moría. Todos sus recuerdos se dibujaron en su mente y se fueron desvaneciendo de a poco, su esperanza se apagaba, ya solo quería volver a ver el rostro de su madre. Iba a dejarse llevar por aquella fuerza que la arrastraba, que la ahogaba, cuando sintió de pronto que se elevaba, su cuerpo se liberaba del extenuante agobio. Sus oídos comenzaron a escuchar un murmullo, sus pulmones repentinamente se llenaron de aire y pudo volver a respirar. Entonces supo que había despertado, sin embargo abrió sus ojos y todo continuaba en penumbras, no podía ver por mucho que intentara. Una voz le hablaba, desconocida y extraña. Asustada comenzó a tirar manotazos y a moverse, pero como aguijonazos el dolor le impedía hacer mucho. Su pecho subía y bajaba alborotado, tosiendo y buscando hasta la más mínima bocanada de aire, su corazón estaba tan acelerado que parecía querer salirse de su pecho. Para su fortuna una segunda voz llegó a sus oídos, una más familiar. Mas aliviada intento costosamente estirar sus brazos para alcanzarlo, asegurarse de que él estaba allí a su lado.
-¡Alde!- exclamó desesperada Sylvanas intentando levantar el torso solo para volver a caer, su cuerpo no podía más. Sus manos chocaron con algo, un brazo al parecer, y de gran tamaño. Fue entonces que sintiendo el tacto, la solidez de su maestro al cual se aferraba, que cayó en la cuenta de la horrible realidad. –No puedo ver…- murmuró al tiempo que lagrimas comenzaban a brotar de sus ojos mezclándose con la sangre, delineando caminos carmesí que bajaban por sus mejillas hasta chocar contra el suelo.
–¡No puedo ver!-
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Re: Embarcacion a Grecia
Aldebarán rápidamente al ver que despertaba y decía unas palabras la niña, colocó su mano junto con la de ella estrechándola y dándole fuerzas. Tal vez haber usado el cosmos era algo que su pequeño cuerpo no podía soportar a pesar de ser una elegida y podría haberle afectado algunos de sus sentidos, algo que le parecía extraño pero realmente posible. Tomó la espalda de la pequeña y la sentó un poco. – Shhh, pequeña… calma, calma, aquí estoy. Nada te pasará…
Dijo Aldebarán para soltar la mano y acariciar su rostro, sus mejillas lentamente intentándole dar calma. Estaba completamente maltratada, sus ojos se dieron cuenta de la realidad, sus pupilas estaban aun más blanquecinas que anteriormente, había quedado ciega. Un temple mas frío tuvo el Dorado de Tauro, solo para no querer llorar por la pequeña, no moriría pero su vista ya lo había hecho. – Descansa, pequeña, es solo cuestión del momento ya verás que cuando despiertes estarás bien.
Una nana salía de sus labios, intentando relajar a la niña. Con su cosmos le acunaba entre sus brazos dándole una calidez necesaria para aliviarla, tenía que reponer sus heridas con un buen descanso y así sería. Pronto la niña se iría ante el amparo de Morfeo, quedando en brazos de Aldebarán, que se puso de pie aun con ella en manos. Ya no podía oír, pues se había dormido y el gigante observó al vikingo con decepción.
¿Sabes que ella no podrá hacerlo nuevamente, verdad? – dijo Seisyll.
Lo sé, ¿Pero para que quitarle la ilusión a un niño ahora? – musitó Aldebarán observando hacia el cielo y pensando en Atenea. – Por favor, cuida de ella y bríndale tus fuerzas para que ella salga adelante, al menos bríndame la fuerza a mí y, prometo cuidarla a todo momento y apoyarla para que jamás baje sus brazos.
¿A quien le rezas? ¿Un Dios? – dijo Seisyll recordando a Odín.
A una Diosa, pronto lo sabrás cuando lleguemos a nuestro destino, ¿Sabes manejar un barco? – musitó el santo dorado observándole a los ojos.
Algo aprendí de Jack, supongo que después no era tan malo del todo, ¿A dónde vamos? – musitó Seisyll para caminar hasta la vela y comenzar a colocarla en posición para navegar.
- Hacia Grecia, supongo que vienes con nosotros, ¿Verdad?
Seré su transporte, y ya que el destino me dio a encontrarme contigo, quizás los acompañe si me enseñas a dominar un poco de eso a lo que tú llamas "cosmos". – dijo para sonreír.
No todos pueden hacerlo… - musitó Aldebarán aun con la niña en brazos.
De repente un viento gélido comenzó a soplar, los ojos de Seisyll se cerraban y un aura color del firmamento comenzaba a rodear al nórdico. Sus ojos se abrieron y en su mano una enorme esfera azulada residía. – Confía en mí, sé que puedo…
- Me caes bien, chico... me caes bien.
Dijo Aldebarán para soltar la mano y acariciar su rostro, sus mejillas lentamente intentándole dar calma. Estaba completamente maltratada, sus ojos se dieron cuenta de la realidad, sus pupilas estaban aun más blanquecinas que anteriormente, había quedado ciega. Un temple mas frío tuvo el Dorado de Tauro, solo para no querer llorar por la pequeña, no moriría pero su vista ya lo había hecho. – Descansa, pequeña, es solo cuestión del momento ya verás que cuando despiertes estarás bien.
Una nana salía de sus labios, intentando relajar a la niña. Con su cosmos le acunaba entre sus brazos dándole una calidez necesaria para aliviarla, tenía que reponer sus heridas con un buen descanso y así sería. Pronto la niña se iría ante el amparo de Morfeo, quedando en brazos de Aldebarán, que se puso de pie aun con ella en manos. Ya no podía oír, pues se había dormido y el gigante observó al vikingo con decepción.
¿Sabes que ella no podrá hacerlo nuevamente, verdad? – dijo Seisyll.
Lo sé, ¿Pero para que quitarle la ilusión a un niño ahora? – musitó Aldebarán observando hacia el cielo y pensando en Atenea. – Por favor, cuida de ella y bríndale tus fuerzas para que ella salga adelante, al menos bríndame la fuerza a mí y, prometo cuidarla a todo momento y apoyarla para que jamás baje sus brazos.
¿A quien le rezas? ¿Un Dios? – dijo Seisyll recordando a Odín.
A una Diosa, pronto lo sabrás cuando lleguemos a nuestro destino, ¿Sabes manejar un barco? – musitó el santo dorado observándole a los ojos.
Algo aprendí de Jack, supongo que después no era tan malo del todo, ¿A dónde vamos? – musitó Seisyll para caminar hasta la vela y comenzar a colocarla en posición para navegar.
- Hacia Grecia, supongo que vienes con nosotros, ¿Verdad?
Seré su transporte, y ya que el destino me dio a encontrarme contigo, quizás los acompañe si me enseñas a dominar un poco de eso a lo que tú llamas "cosmos". – dijo para sonreír.
No todos pueden hacerlo… - musitó Aldebarán aun con la niña en brazos.
De repente un viento gélido comenzó a soplar, los ojos de Seisyll se cerraban y un aura color del firmamento comenzaba a rodear al nórdico. Sus ojos se abrieron y en su mano una enorme esfera azulada residía. – Confía en mí, sé que puedo…
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