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[Puerto Grecia -Roma]
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[Puerto Grecia -Roma]
Tras internarse en el bosque, recorrió varios paisajes demasiado pintorescos que solo le hacian recordar un poco de su niñez y adolescencia en Aqua Solius y Britania. Lugares donde con ayuda de sus conocidos pudo visitar y conocer a la princesa Lin; que en ese tiempo sentía que ella tenía una aura muy relajante y amigable, siempre poniendo delante a su nación que del amor propio. Hasta en cierto punto admiro a la princesa y eso hizo ser una de sus damas de compañía pero el destino la había llevado hasta Fye, el que en estos momentos era su amo y Dios absoluto. Esta nueva etapa en su vida le hizo olvidar de cierto modo las carencias que de pequeña tuvo, pues al estar al servicio de una personalidad de Roma, hacian que tuviera una vida más digna y dejando en el baúl del olvido los sentimientos de frustración, dolor, sufrimiento y soledad que pasó a muy temprana edad.
Armand más que un compañero de trabajo y amigo fue como el hermano que nunca tuvo, pues siempre le protegía y le ayudaba en cuanta labor podía, cosa que no pasaba desapercibida por su amo y al ver que eran ambos chicos muy buenos compañeros los hizo sus más fieles sirvientes dándoles tareas de extrema confianza. En ese momento se dio cuenta que su vocación había sido servir a un solo hombre de familia al igual que su hermano sin embargo los acontecimientos que marcaron sus vidas recientemente habían delimitado cosas que en un principio le hicieron dudar e inclusive incapaz de creer pues esto se le hacía como si fuera una leyenda mas del gran mundo griego, pero no era así y le toco afrontar su nueva realidad. Pero el que no le había seguido era Armand y por alguna extraña razón le hizo pensar que se había perdido y tal ver muerto sin que ella estuviera para protegerle como tantas veces lo hizo el por ella. Aquel sentimiento de frustración volvió al recordar esa parte de su nueva vida, pero se alegro al sentir un poco de la energía que lo caracterizaba dándole una tranquilidad que por mucho tiempo había esperado.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el canto de dos aves que sobrevolaban la área. La rubia paro su paso y miro aquellas criaturas que le recordaban a una añorada libertad que ella deseaba desde pequeña, la libertad de decidir por sí mismo. Pero al volver a emprender su camino se dio cuenta que se encontraba muy cerca de su destino el cual era el puerto para poder regresar a Roma, así que apresuro su paso para llegar más rápido sin embargo algo inesperado le hizo parar en seco; su corazón palpitaba con gran fuerza y sentía que la sangre le bombeaba más de lo normal además de que su cosmos se mostrara muy alterado. Se llevo su palma derecha a la boca y ahogo un pequeño grito.
–No…no puede…no es posible….no debe ser mentira….no…NOOOOOOOO!!! El cosmos de Abel…de Fye no lo siento!!!....Nooooooo!!!!!!! Fye!!!!!! - Su voz apenas era audible por el gimoteo que no le dejaba articular alguna palabra coherente. Sentía que una parte de su alma se rompía y le dejaba, como si el alma del espíritu de Venus quisiera salir e ir inmediatamente con la de su Dios, pero por una extraña razón no podía controlar los impulsos de una humana normal. El shock atañaba a la humana haciendo que su lógica y pensamiento se fueron por la borda quedando solo la parte primitiva que le permitía respirar y por inercia quedarse de pie.
Su respiración se hacía cada vez mas apresurada, no tenía ya sentido de donde estaba y lo único que atino a hacer fue sostenerse de un árbol cercano y controlar su respiración. Mientras tanto en su interior había una lucha entre la alma de Alexandra que decía que tenía que terminar la encomienda que le había dejado su amo y el espíritu de Venus que le quería obligar a regresar al Templo y buscar a su Dios. Constantes alteraciones en la cosmoenergia habían entre la llamada amazónica de Venus y la humana Alexandra pues no lograban decidir quién sería la que controlaría a la otra.
Paso bastante tiempo para que se pudiera definir quién de las dos seria la que dominaría sobre la otra. El espíritu de Venus estaba más que seguro que podría ganarle a la débil voluntad y determinación que poseía Alexandra sin embargo la caja que había dejado cerrado por mucho tiempo en su interior se abrió al darse cuenta que en esa circunstancia no tenía que esperar ayuda de nadie más que de ella misma; en esos momentos no vendrían sus compañeros de reino, ni Armand y mucho menos su amo, por lo que con la entereza que había guardado por años desecho al espíritu de Venus que tantos dolores de cabeza le había causado. Así se dio cuenta que efectivamente ella podía ser grande y podía tener el poder de decidir qué hacer y que sendero tomar para poder equivocarse cuantas veces fuera necesario pues ella jamás había puesto su entendimiento en la belleza sino la belleza en su entendimiento.
Con una nueva aura de color negro que rodeaba su cuerpo, sus ojos de una tonalidad verde, una determinación renovada y apariencia totalmente diferente aparecieron en la joven rubia. Ahora tomaría los caminos que conducían a la playa y específicamente al puerto de Grecia. Este solo era el comienzo de algo completamente diferente, pero tendría el poder de elegir y equivocarse.
Armand más que un compañero de trabajo y amigo fue como el hermano que nunca tuvo, pues siempre le protegía y le ayudaba en cuanta labor podía, cosa que no pasaba desapercibida por su amo y al ver que eran ambos chicos muy buenos compañeros los hizo sus más fieles sirvientes dándoles tareas de extrema confianza. En ese momento se dio cuenta que su vocación había sido servir a un solo hombre de familia al igual que su hermano sin embargo los acontecimientos que marcaron sus vidas recientemente habían delimitado cosas que en un principio le hicieron dudar e inclusive incapaz de creer pues esto se le hacía como si fuera una leyenda mas del gran mundo griego, pero no era así y le toco afrontar su nueva realidad. Pero el que no le había seguido era Armand y por alguna extraña razón le hizo pensar que se había perdido y tal ver muerto sin que ella estuviera para protegerle como tantas veces lo hizo el por ella. Aquel sentimiento de frustración volvió al recordar esa parte de su nueva vida, pero se alegro al sentir un poco de la energía que lo caracterizaba dándole una tranquilidad que por mucho tiempo había esperado.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el canto de dos aves que sobrevolaban la área. La rubia paro su paso y miro aquellas criaturas que le recordaban a una añorada libertad que ella deseaba desde pequeña, la libertad de decidir por sí mismo. Pero al volver a emprender su camino se dio cuenta que se encontraba muy cerca de su destino el cual era el puerto para poder regresar a Roma, así que apresuro su paso para llegar más rápido sin embargo algo inesperado le hizo parar en seco; su corazón palpitaba con gran fuerza y sentía que la sangre le bombeaba más de lo normal además de que su cosmos se mostrara muy alterado. Se llevo su palma derecha a la boca y ahogo un pequeño grito.
–No…no puede…no es posible….no debe ser mentira….no…NOOOOOOOO!!! El cosmos de Abel…de Fye no lo siento!!!....Nooooooo!!!!!!! Fye!!!!!! - Su voz apenas era audible por el gimoteo que no le dejaba articular alguna palabra coherente. Sentía que una parte de su alma se rompía y le dejaba, como si el alma del espíritu de Venus quisiera salir e ir inmediatamente con la de su Dios, pero por una extraña razón no podía controlar los impulsos de una humana normal. El shock atañaba a la humana haciendo que su lógica y pensamiento se fueron por la borda quedando solo la parte primitiva que le permitía respirar y por inercia quedarse de pie.
Su respiración se hacía cada vez mas apresurada, no tenía ya sentido de donde estaba y lo único que atino a hacer fue sostenerse de un árbol cercano y controlar su respiración. Mientras tanto en su interior había una lucha entre la alma de Alexandra que decía que tenía que terminar la encomienda que le había dejado su amo y el espíritu de Venus que le quería obligar a regresar al Templo y buscar a su Dios. Constantes alteraciones en la cosmoenergia habían entre la llamada amazónica de Venus y la humana Alexandra pues no lograban decidir quién sería la que controlaría a la otra.
Paso bastante tiempo para que se pudiera definir quién de las dos seria la que dominaría sobre la otra. El espíritu de Venus estaba más que seguro que podría ganarle a la débil voluntad y determinación que poseía Alexandra sin embargo la caja que había dejado cerrado por mucho tiempo en su interior se abrió al darse cuenta que en esa circunstancia no tenía que esperar ayuda de nadie más que de ella misma; en esos momentos no vendrían sus compañeros de reino, ni Armand y mucho menos su amo, por lo que con la entereza que había guardado por años desecho al espíritu de Venus que tantos dolores de cabeza le había causado. Así se dio cuenta que efectivamente ella podía ser grande y podía tener el poder de decidir qué hacer y que sendero tomar para poder equivocarse cuantas veces fuera necesario pues ella jamás había puesto su entendimiento en la belleza sino la belleza en su entendimiento.
Con una nueva aura de color negro que rodeaba su cuerpo, sus ojos de una tonalidad verde, una determinación renovada y apariencia totalmente diferente aparecieron en la joven rubia. Ahora tomaría los caminos que conducían a la playa y específicamente al puerto de Grecia. Este solo era el comienzo de algo completamente diferente, pero tendría el poder de elegir y equivocarse.
Alexandra- Berseker de Ares
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Muro de Venus
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Re: [Puerto Grecia -Roma]
Iba al Olimpo pero de repente sus planes cambiaron al sentir en las cercanías de la playa una potente y perturbante energía oscura que se intensificaba cada vez más. Al principio era confuso, un cambio constante de energía que de a poco se fue definiendo en algo que verdaderamente captó la atención del berseker, tanto como para cambiar el rumbo de sus pasos.
Ese cosmos tan intenso, tan... destructuvo y confuso –Murmuró Tafariel mirando en todas direcciones, podía sentirlo rondando en el ambiente –¿Un alma perdida sin rumbo? O tal vez... un futuro soldado Berseker.
Por la mente de la mujer peliblanca pasaban muchos pensamientos y posibilidades que aumentaban su intriga por saber de qué se trataba. Fue así que avanzó sin quitar esa maliciosa sonrisa de su blanquecino rostro. Sus ojos rojos destellaban con el reflejo del atardecer en el firmamento y las aguas cristalinas de la playa mostraban un efecto anaranjado sin igual.
El cosmos que sentía Lady era tan potente como el de un berseker mismo, sin embargo no conocía la identidad de su portador. La idea de ser quien lo encontrara le fascinaba; poder conocer a esa extraña persona y comprobar sus poderes, sus intenciones.
El viento que le ayudaba a elevarse por los aires con la ayuda de las alas de su armadura pronto se calmaba para que la amante de los condenados descendiera al suelo lentamente, deteniéndose detrás de una persona que iba sola con sus pasos lentos en medio de aquel sitio.
¿Será ella? –Murmuró anciosa cuando vio a una mujer rubia que caminaba silenciosa en los caminos arenosos de la playa cercanas al puerto. Se mostraba alrededor un aura especial, era interesante.
Tafariel se detuvo unos pasos detrás de ella y decidó hablar para llamar su atención.
Una mujer solitaria y silenciosa con una potente energía... un cosmos lúgubre y llamativo. –Declaró el berseker en voz alta – Me pregunto si tus pensamientos serán tan oscuros como el aura que te rodea.
No deberías descuidarte de esa manera... hasta a mí me llamó la atención tu cosmos que se presentó súbitamente y tan cambiante en estos territorios.
Fueron sus últimas palabras. En su mente no estaba la idea de una batalla ni mucho menos; lo que deseaba era conocer en verdad de quién se trataba y por qué se había presentado su energía de esa manera tan cambiante. Fue verdaderamente llamativo para la mujer de cabellos blanquecinos.
Ese cosmos tan intenso, tan... destructuvo y confuso –Murmuró Tafariel mirando en todas direcciones, podía sentirlo rondando en el ambiente –¿Un alma perdida sin rumbo? O tal vez... un futuro soldado Berseker.
Por la mente de la mujer peliblanca pasaban muchos pensamientos y posibilidades que aumentaban su intriga por saber de qué se trataba. Fue así que avanzó sin quitar esa maliciosa sonrisa de su blanquecino rostro. Sus ojos rojos destellaban con el reflejo del atardecer en el firmamento y las aguas cristalinas de la playa mostraban un efecto anaranjado sin igual.
El cosmos que sentía Lady era tan potente como el de un berseker mismo, sin embargo no conocía la identidad de su portador. La idea de ser quien lo encontrara le fascinaba; poder conocer a esa extraña persona y comprobar sus poderes, sus intenciones.
El viento que le ayudaba a elevarse por los aires con la ayuda de las alas de su armadura pronto se calmaba para que la amante de los condenados descendiera al suelo lentamente, deteniéndose detrás de una persona que iba sola con sus pasos lentos en medio de aquel sitio.
¿Será ella? –Murmuró anciosa cuando vio a una mujer rubia que caminaba silenciosa en los caminos arenosos de la playa cercanas al puerto. Se mostraba alrededor un aura especial, era interesante.
Tafariel se detuvo unos pasos detrás de ella y decidó hablar para llamar su atención.
Una mujer solitaria y silenciosa con una potente energía... un cosmos lúgubre y llamativo. –Declaró el berseker en voz alta – Me pregunto si tus pensamientos serán tan oscuros como el aura que te rodea.
No deberías descuidarte de esa manera... hasta a mí me llamó la atención tu cosmos que se presentó súbitamente y tan cambiante en estos territorios.
Fueron sus últimas palabras. En su mente no estaba la idea de una batalla ni mucho menos; lo que deseaba era conocer en verdad de quién se trataba y por qué se había presentado su energía de esa manera tan cambiante. Fue verdaderamente llamativo para la mujer de cabellos blanquecinos.
Lady- Berseker de Ares
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Re: [Puerto Grecia -Roma]
El nuevo poder que le rodeaba era mucho más poderoso que poseía cuando tenía el espíritu de Venus, la sensación que le causaba era totalmente diferente a todo lo que ella hubiese sentido. Los más recónditos y oscuros pensamientos comenzaban a abordar su mente. Aquella época de carencia que tuvo de niña apareció, la hipocresía en el trato cuando se convirtió en dama de compañía la atañeron como sirenas seduciendo a sus presas, la apariencia y el cuidado que tenía que tener para con Fye se revelaban incontables veces en su mente. Ahora mismo la verdadera Alexandra, la que era recluida por el poder de Venus comenzaba a surgir o más bien la influencia que poseía Abel sobre el espíritu le daba fuerza a este para poder mantener al margen al espíritu dormido que habitaba el alma de Alexandra sin embargo tras perder el poder el Dios al que la humana servía, perdió total dominio de la prisión que mantenía guardada la parte más oscura e impetuosa, la verdadera personalidad y alma de esta joven rubia. La simbiosis de Venus y la humana se había perdido para siempre y ahora daba lugar a un nuevo ser con su verdadera esencia que era mucho más tenebrosa y poderosa que aquella débil ánima mediocre.
Mientras sus pasos eran firmes sintió un cosmos muy poderoso en el Olimpo, cuya aura despedía terror y también una tranquilidad para ella. Jamás había sentido tanto poder concentrado en un solo Dios que increíblemente además de poseer una clase de espacio que ni Abel tenia. Sus pensamientos solo atinaban a una divinidad capaz de realizar proezas en guerras y tener una aura tan vigorosa en todo momento, y ese nombre era Ares, Dios de la Guerra. Todo era sumamente atrayente para esta joven rubia que aun seguía conservando su nueva cosmoenergia encendida pues esos momentos solo pensaba en una cosa. Sangre.
Con el paso de los minutos se percato de una energía parecida a la suya que rondaba por aquellos lugares pero era de un portador que jamás había sentido antes. Eso le hizo muy interesante pues ni el cosmos de Helena le causaba tanta intriga como este y se sorprendió al ver que esta energía se acercaba a ella.
La brisa del lugar, que era sumamente relajante y energética, movió sus cabellos rubios mientras de reojo observaba como descendía una silueta de una mujer con una armadura de color rojizo como si de sangre estuviera pintada. Volteo rápidamente para ver totalmente al ser que se encontraba detrás de ella cuando escucho las primera palabras de la mujer.
Una mujer solitaria y silenciosa con una potente energía... un cosmos lúgubre y llamativo….Me pregunto si tus pensamientos serán tan oscuros como el aura que te rodea.
No deberías descuidarte de esa manera... hasta a mí me llamó la atención tu cosmos que se presentó súbitamente y tan cambiante en estos territorios.
Una sonrisa socarrona salió de los labios de la rubia mientras quedaba totalmente de frente de la mujer de cabellera blanquecina que le hablaba. La miro detenidamente mientras la analizaba a ella y el ropaje que portaba. Lo que recordaba del dios Ares era que tenía fieles subordinados que vestían ropajes de color rojo como la sangre y que sus miradas podían causar terror con el simple hecho de toparse en su camino. Aquello cuando lo leyó en el tiempo que permaneció en el castillo de Britania le pareció fantástico y ahora le hacía que se inclinara por el término de fascinante. Estaba segura que era un berseker de Ares, su cosmoenergia lo despedía pero antes de realizar algo imprudente se puso en una posición relajante y le contesto.
- Mmmm ya veo que pudiste sentir mi cosmos…lúgubre como mis pensamientos, porque querida no por nada tengo esta aura y si fue un hecho que descuidara este aspecto por que cerca de aquí existe o existía el templo de un Dios.
Pero ¿qué hace aquí un ser cuyo cosmos es poderoso y sugerente como el tuyo?-
Realmente quería saber que hacia frente a ella, bien sabía que no por nada se mostraban aquellos seres cuyo poder era impresionante como el que ella poseía en esos momentos, pero su situación era diferente ya que apenas había desechado aun inútil espíritu y se encontraba en un nuevo sincretismo. Con una mirada expectante espero la respuesta de la mujer da cabellos blancos.
Mientras sus pasos eran firmes sintió un cosmos muy poderoso en el Olimpo, cuya aura despedía terror y también una tranquilidad para ella. Jamás había sentido tanto poder concentrado en un solo Dios que increíblemente además de poseer una clase de espacio que ni Abel tenia. Sus pensamientos solo atinaban a una divinidad capaz de realizar proezas en guerras y tener una aura tan vigorosa en todo momento, y ese nombre era Ares, Dios de la Guerra. Todo era sumamente atrayente para esta joven rubia que aun seguía conservando su nueva cosmoenergia encendida pues esos momentos solo pensaba en una cosa. Sangre.
Con el paso de los minutos se percato de una energía parecida a la suya que rondaba por aquellos lugares pero era de un portador que jamás había sentido antes. Eso le hizo muy interesante pues ni el cosmos de Helena le causaba tanta intriga como este y se sorprendió al ver que esta energía se acercaba a ella.
La brisa del lugar, que era sumamente relajante y energética, movió sus cabellos rubios mientras de reojo observaba como descendía una silueta de una mujer con una armadura de color rojizo como si de sangre estuviera pintada. Volteo rápidamente para ver totalmente al ser que se encontraba detrás de ella cuando escucho las primera palabras de la mujer.
Una mujer solitaria y silenciosa con una potente energía... un cosmos lúgubre y llamativo….Me pregunto si tus pensamientos serán tan oscuros como el aura que te rodea.
No deberías descuidarte de esa manera... hasta a mí me llamó la atención tu cosmos que se presentó súbitamente y tan cambiante en estos territorios.
Una sonrisa socarrona salió de los labios de la rubia mientras quedaba totalmente de frente de la mujer de cabellera blanquecina que le hablaba. La miro detenidamente mientras la analizaba a ella y el ropaje que portaba. Lo que recordaba del dios Ares era que tenía fieles subordinados que vestían ropajes de color rojo como la sangre y que sus miradas podían causar terror con el simple hecho de toparse en su camino. Aquello cuando lo leyó en el tiempo que permaneció en el castillo de Britania le pareció fantástico y ahora le hacía que se inclinara por el término de fascinante. Estaba segura que era un berseker de Ares, su cosmoenergia lo despedía pero antes de realizar algo imprudente se puso en una posición relajante y le contesto.
- Mmmm ya veo que pudiste sentir mi cosmos…lúgubre como mis pensamientos, porque querida no por nada tengo esta aura y si fue un hecho que descuidara este aspecto por que cerca de aquí existe o existía el templo de un Dios.
Pero ¿qué hace aquí un ser cuyo cosmos es poderoso y sugerente como el tuyo?-
Realmente quería saber que hacia frente a ella, bien sabía que no por nada se mostraban aquellos seres cuyo poder era impresionante como el que ella poseía en esos momentos, pero su situación era diferente ya que apenas había desechado aun inútil espíritu y se encontraba en un nuevo sincretismo. Con una mirada expectante espero la respuesta de la mujer da cabellos blancos.
Alexandra- Berseker de Ares
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Re: [Puerto Grecia -Roma]
Tafariel se detuvo a escuchar atentamente las palabras de la joven rubia mientras que la miraba directo a los ojos, con sus rojos y opacos orbes, analizándola y tratando de decubrir sus más profundos deseos, su verdadera personalidad. Quizás era demasiado temprano para intentar deducir de qué clase de persona se trataba, pero lo cierto era que la peliblanca Berseker no se encontraba allí con un objetivo en especial, simplemente le había llamado la atención la energía oscura y esa aura destructiva de la mujer que allí se encontraba.
Interesante respuesta, mujer –Mencionó la portadora de la roja armadura –Eres la clase de ser que en este mundo me llama la atención, y te diré que simplemente por eso es que estoy aquí.
A alguien como yo... le interesa un oscuro y llamativo cosmos como el que has mostrado. Por el cosmos que presencio, puedo ver y sentir a travez del alma y espíritu de cada ser como tú y sé lo que tu alma está pidiendo.
Expresaba todo aquello con claridad y absoluta sinceridad. No le interesaba para nada estar haciendo amistades ni mucho menos, pues en verdad prefería la soledad y se inclinaba aún más por el odio hacia la humanidad.
Soy Tafariel, la amante de los condenados... un Berseker de Ares. –Sin dar muchos rodeos, la mujer pronunció su identidad verdadera –Y puedo reconocer a alguien como yo cuando lo veo. Después de todo, según puedo percibirlo no somos tan diferentes.
¿Puedes sentirlo? –Inquiró la peliblanca haciendo muestra de su cosmos en una intensidad aún mayor, insinuando que el aura que rodeaba a cada una, no eran distintas una de la otra. Eran muy parecidas, sólo que el cosmos del berseker estaba mucho más definido que el de la rubia.
Interesante respuesta, mujer –Mencionó la portadora de la roja armadura –Eres la clase de ser que en este mundo me llama la atención, y te diré que simplemente por eso es que estoy aquí.
A alguien como yo... le interesa un oscuro y llamativo cosmos como el que has mostrado. Por el cosmos que presencio, puedo ver y sentir a travez del alma y espíritu de cada ser como tú y sé lo que tu alma está pidiendo.
Expresaba todo aquello con claridad y absoluta sinceridad. No le interesaba para nada estar haciendo amistades ni mucho menos, pues en verdad prefería la soledad y se inclinaba aún más por el odio hacia la humanidad.
Soy Tafariel, la amante de los condenados... un Berseker de Ares. –Sin dar muchos rodeos, la mujer pronunció su identidad verdadera –Y puedo reconocer a alguien como yo cuando lo veo. Después de todo, según puedo percibirlo no somos tan diferentes.
¿Puedes sentirlo? –Inquiró la peliblanca haciendo muestra de su cosmos en una intensidad aún mayor, insinuando que el aura que rodeaba a cada una, no eran distintas una de la otra. Eran muy parecidas, sólo que el cosmos del berseker estaba mucho más definido que el de la rubia.
Lady- Berseker de Ares
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Re: [Puerto Grecia -Roma]
Mientras hablaba la chica de cabello rubio se sentía analizada por la mirada de la joven de cabellera blanca. Realmente no esperaba menos de ella pues con el hecho de observarla de tal manera le hacía pensar que trataba de descubrir realmente quien era y he aquí una cuestión que la abordo. ¿Ahora quien era? Porque ya se había desecho del espíritu que la mantenía atada al Dios Abel y no la había dejado que saliera su verdadera personalidad, tan oscura como la noche misma, pero ¿Realmente sabia para que había estado destinada?
Torpemente seguía la ideología del espíritu de Venus al no tener más remedio que aguardar en la sombre del alma de la humana, pues la influencia que ejercía Abel con aquel espíritu era más fuerte de lo que tenía pensado sin tener oportunidad de poder controlar el espíritu y dominar el cuerpo de la humana. Pero el señor al que anteriormente servía Alexandra se había debilitado haciendo que aprovechara la oportunidad dada por el destino y surgir.
Pero ahora no entendía muchas cosas, una de ella la atracción que había tenido tiempo atrás hacia la sangre. Esta le hacía sentir un inmenso placer con tan solo verla que era difícil de explicar pero que rápidamente podía entender. Sin embargo le hizo captar su atención a las palabras que decía la portadora de aquella armadura que cada vez que le veía se le hacía más familiar.
- Por el cosmos que presencio, puedo ver y sentir a través del alma y espíritu de cada ser como tú y sé lo que tu alma está pidiendo.
Aquellas palabras tan solo le hacian pensar una y otra vez mientras su cosmos actuaba de forma extraña al estar cerca de la mujer de cabellos blanquecinos. Por pequeños lapsos de tiempo creía sentir la misma aura que poseía ella en la otra joven y ahora las palabras de Tafariel le daban afirmación a sus pensamientos. Ella realmente tenía un cosmos similar y ahora que lo había elevado mas no podía negarlo, por lo que contesto.
- Bueno Tafariel, has acertado en decir que no somos tan diferentes, pues es oscuro y lúgubre como el mío tu cosmos además, de saber qué es lo que pide mi espíritu….-
Sus palabras fueron interrumpidas por un destello rojizo en el cielo azulado que acompañaba ese día la playa. Su mirada se fijo en aquel punto que interactuaba directamente con su cosmos, haciendo que le pareciera esto muy interesante a la rubia. Poco a poco se iba acercando el destello que era ni más ni menos que el resplandor de una armadura parecida a la de Tafariel, sin embargo esta era aun mas grande, con unas tonalidades mas rojizas de la que tenia la amante de los condenados y una majestuosidad con las formas que tenían que inmediatamente se fascino con la imagen que veían sus orbes verdes.
La armadura y el cosmos rojizo y oscuro de la rubia se acoplaron donde prácticamente eran uno solo, una simbiosis se estaba llevando a cabo puesto que la mente de Alexandra no estaba en ese lugar, sino en una dimensión alterna donde veía como si se tratase de una representación, la vida de su ahora Dios Ares y de lo demás que sucedió en el pasado, recordándole el por qué tenía que causar dolor y sufrimiento para poder ver la sangre que tanto anhelaba. Alexandra no se oponía por que en su interior sabia que siempre había esperado un momento como este para poder quitarse una imagen de vil débil que había adoptado anteriormente y surgir como un nuevo ser renovado pues ahora sabia quien seria, simplemente seria Madereth la señora de la guerra enamorada de la Sangre.
Las imágenes siguieron pasando hasta que cesaron de la misma forma en que aparecieron e inmediatamente se vio frente a la armadura que esperaba que estuviera lista para poder adherirse a su cuerpo y así lo hizo al momento que sonreía maliciosa la mujer de dorados cabellos. Pieza por pieza se colocaba en el cuerpo de la chica y una vez terminada la labor, el cosmos de Alexandra era más vigoroso, incluso lo sintió más vivo que nunca pues una sensación de poder como este no había tenido oportunidad de apreciarlo hasta este instante.Con una media sonrisa se admiro y cerrando los puños apago lentamente su cosmos, dirigió su mirada a Tafariel y le dijo.
- Desde el primer momento sentí que nuestra energía era parecida, ahora esto confirma todo lo que has dicho.
Ahora bien, supongo que antes de desviarte conmigo ibas camino al Olimpo. ¿Se encuentra ahí Ares no?....Puedo sentirlo, sin embargo no sé exactamente donde… Mmmm ¿Me podrías decir el camino?
Torpemente seguía la ideología del espíritu de Venus al no tener más remedio que aguardar en la sombre del alma de la humana, pues la influencia que ejercía Abel con aquel espíritu era más fuerte de lo que tenía pensado sin tener oportunidad de poder controlar el espíritu y dominar el cuerpo de la humana. Pero el señor al que anteriormente servía Alexandra se había debilitado haciendo que aprovechara la oportunidad dada por el destino y surgir.
Pero ahora no entendía muchas cosas, una de ella la atracción que había tenido tiempo atrás hacia la sangre. Esta le hacía sentir un inmenso placer con tan solo verla que era difícil de explicar pero que rápidamente podía entender. Sin embargo le hizo captar su atención a las palabras que decía la portadora de aquella armadura que cada vez que le veía se le hacía más familiar.
- Por el cosmos que presencio, puedo ver y sentir a través del alma y espíritu de cada ser como tú y sé lo que tu alma está pidiendo.
Aquellas palabras tan solo le hacian pensar una y otra vez mientras su cosmos actuaba de forma extraña al estar cerca de la mujer de cabellos blanquecinos. Por pequeños lapsos de tiempo creía sentir la misma aura que poseía ella en la otra joven y ahora las palabras de Tafariel le daban afirmación a sus pensamientos. Ella realmente tenía un cosmos similar y ahora que lo había elevado mas no podía negarlo, por lo que contesto.
- Bueno Tafariel, has acertado en decir que no somos tan diferentes, pues es oscuro y lúgubre como el mío tu cosmos además, de saber qué es lo que pide mi espíritu….-
Sus palabras fueron interrumpidas por un destello rojizo en el cielo azulado que acompañaba ese día la playa. Su mirada se fijo en aquel punto que interactuaba directamente con su cosmos, haciendo que le pareciera esto muy interesante a la rubia. Poco a poco se iba acercando el destello que era ni más ni menos que el resplandor de una armadura parecida a la de Tafariel, sin embargo esta era aun mas grande, con unas tonalidades mas rojizas de la que tenia la amante de los condenados y una majestuosidad con las formas que tenían que inmediatamente se fascino con la imagen que veían sus orbes verdes.
La armadura y el cosmos rojizo y oscuro de la rubia se acoplaron donde prácticamente eran uno solo, una simbiosis se estaba llevando a cabo puesto que la mente de Alexandra no estaba en ese lugar, sino en una dimensión alterna donde veía como si se tratase de una representación, la vida de su ahora Dios Ares y de lo demás que sucedió en el pasado, recordándole el por qué tenía que causar dolor y sufrimiento para poder ver la sangre que tanto anhelaba. Alexandra no se oponía por que en su interior sabia que siempre había esperado un momento como este para poder quitarse una imagen de vil débil que había adoptado anteriormente y surgir como un nuevo ser renovado pues ahora sabia quien seria, simplemente seria Madereth la señora de la guerra enamorada de la Sangre.
Las imágenes siguieron pasando hasta que cesaron de la misma forma en que aparecieron e inmediatamente se vio frente a la armadura que esperaba que estuviera lista para poder adherirse a su cuerpo y así lo hizo al momento que sonreía maliciosa la mujer de dorados cabellos. Pieza por pieza se colocaba en el cuerpo de la chica y una vez terminada la labor, el cosmos de Alexandra era más vigoroso, incluso lo sintió más vivo que nunca pues una sensación de poder como este no había tenido oportunidad de apreciarlo hasta este instante.Con una media sonrisa se admiro y cerrando los puños apago lentamente su cosmos, dirigió su mirada a Tafariel y le dijo.
- Desde el primer momento sentí que nuestra energía era parecida, ahora esto confirma todo lo que has dicho.
Ahora bien, supongo que antes de desviarte conmigo ibas camino al Olimpo. ¿Se encuentra ahí Ares no?....Puedo sentirlo, sin embargo no sé exactamente donde… Mmmm ¿Me podrías decir el camino?
Alexandra- Berseker de Ares
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Re: [Puerto Grecia -Roma]
Tafariel sólo se limitó a observar detenidamente lo que en aquel despoblado paradero sucedía con la mujer rubia frente a ella. La mirada de la desconocida carecía absolutamente de expresión alguna, no mostraba vida. Simplemente un opaco color verde en sus orbes podía divisarse.
La mujer que vestía el metal rojizo representante de la amante de lo condenados levantó la vista al percibir una potente energía. Los destellos rojizos dignos del cosmos de un berseker se hacían presentes en el aire y enseguida la mujer pudo identificar la súbita aparición de una armadura que antes había pertenecido a un guerrero; un guerrero impulsivo y poseedor de un impresionante poder y una sed de sangre insaciable.
“Madareth” –Pensó al mismo tiempo que mostraba una sombría sonrisa sin dejar de mirar el potente rojo del metal –“La señora de la guerra, enamorada de la sangre”.
“Estas armaduras han pasado por más portadores de los que pude contar, y sin embargo ninguno de ellos sirvió para nada… Lanzándose a la muerte con descuido como si hubieran podido hacer algo útil”.
En su mente miles de pensamientos negativos con respecto a sus anteriores compañeros se presentaban. La amante de los condenados había conocido personalmente a aquellos que desperdiciaron su existencia en vano, todos esos que habían portado una armadura Berseker y sin embargo fracasaron.
“Sólo esperemos que ésta resulte útil. No soportaría ver otro fracaso por parte de un Berseker… no más inútiles. Un ser patético no puede llamarse a sí mismo Berseker”.
Una vez que la armadura cubría el cuerpo de la rubia, Tafariel volvió a verla fijamente, cambiando su expresión a un gesto serio. Las palabras de la ahora señora de la guerra resonaron nuevamente en el silencio, serias e imponentes como un Berseker debía actuar.
Eres bastante perspicaz, Madareth –Musitó Lady seriamente –Es verdad, iba camino al Olimpo pero veo que esta pequeña pausa no fue en vano. Pero desafortunadamente Ares no se encuentra allí. Digamos que ah ido a encargarse de unos asuntos que suponen importancia para él.
Volvió a hacer silencio durante unos segundos y separó sus brazos que frente a su pecho se habían encontrado entrecruzados. Acomodó un mechón de su blanquecino cabello y tras unos pocos segundos de suspenso volvió a soltar unas palabras de su boca:
A nosotros, los Bersekers se nos ha ordenado entrenar mientras tanto, ya que una batalla grande se acerca. Sin embargo hay unos cuantos imbéciles que no se dignan a actuar como deberían y simplemente se muestran flojos ante las órdenes de Ares-sama. –Suspiró Tafariel –Iba al Olimpo para encargarme de esos idiotas y quizás, ahora que lo pienso, podrías acompañarme.
Supongo que con tu nuevo poder y tus nuevas intenciones deseas hacer algo para que esta pila de inadaptados empiece a moverse. A Ares no le gustará para nada esta situación cuando regrese.
Y te diré… detesto cuando las cosas no se hacen como se deben, pero más aún cuando ni siquiera se hace el intento. Si acaso ellos no se dignan a moverse, podría hasta acabar con su asquerosa existencia. –Continué después, refiriendome a los pocos Bersekers que quedaban, de los cuales podía sentir su presencia en el Olimpo.
El viento empezó a rodearme una vez más, una cálida y potente ráfaga de cosmos giraba en círculos a mí alrededor, preparándome para partir, si la rubia lo decidía, junto a ella hacia el Olimpo. Había mucho que hacer.
La mujer que vestía el metal rojizo representante de la amante de lo condenados levantó la vista al percibir una potente energía. Los destellos rojizos dignos del cosmos de un berseker se hacían presentes en el aire y enseguida la mujer pudo identificar la súbita aparición de una armadura que antes había pertenecido a un guerrero; un guerrero impulsivo y poseedor de un impresionante poder y una sed de sangre insaciable.
“Madareth” –Pensó al mismo tiempo que mostraba una sombría sonrisa sin dejar de mirar el potente rojo del metal –“La señora de la guerra, enamorada de la sangre”.
“Estas armaduras han pasado por más portadores de los que pude contar, y sin embargo ninguno de ellos sirvió para nada… Lanzándose a la muerte con descuido como si hubieran podido hacer algo útil”.
En su mente miles de pensamientos negativos con respecto a sus anteriores compañeros se presentaban. La amante de los condenados había conocido personalmente a aquellos que desperdiciaron su existencia en vano, todos esos que habían portado una armadura Berseker y sin embargo fracasaron.
“Sólo esperemos que ésta resulte útil. No soportaría ver otro fracaso por parte de un Berseker… no más inútiles. Un ser patético no puede llamarse a sí mismo Berseker”.
Una vez que la armadura cubría el cuerpo de la rubia, Tafariel volvió a verla fijamente, cambiando su expresión a un gesto serio. Las palabras de la ahora señora de la guerra resonaron nuevamente en el silencio, serias e imponentes como un Berseker debía actuar.
Eres bastante perspicaz, Madareth –Musitó Lady seriamente –Es verdad, iba camino al Olimpo pero veo que esta pequeña pausa no fue en vano. Pero desafortunadamente Ares no se encuentra allí. Digamos que ah ido a encargarse de unos asuntos que suponen importancia para él.
Volvió a hacer silencio durante unos segundos y separó sus brazos que frente a su pecho se habían encontrado entrecruzados. Acomodó un mechón de su blanquecino cabello y tras unos pocos segundos de suspenso volvió a soltar unas palabras de su boca:
A nosotros, los Bersekers se nos ha ordenado entrenar mientras tanto, ya que una batalla grande se acerca. Sin embargo hay unos cuantos imbéciles que no se dignan a actuar como deberían y simplemente se muestran flojos ante las órdenes de Ares-sama. –Suspiró Tafariel –Iba al Olimpo para encargarme de esos idiotas y quizás, ahora que lo pienso, podrías acompañarme.
Supongo que con tu nuevo poder y tus nuevas intenciones deseas hacer algo para que esta pila de inadaptados empiece a moverse. A Ares no le gustará para nada esta situación cuando regrese.
Y te diré… detesto cuando las cosas no se hacen como se deben, pero más aún cuando ni siquiera se hace el intento. Si acaso ellos no se dignan a moverse, podría hasta acabar con su asquerosa existencia. –Continué después, refiriendome a los pocos Bersekers que quedaban, de los cuales podía sentir su presencia en el Olimpo.
El viento empezó a rodearme una vez más, una cálida y potente ráfaga de cosmos giraba en círculos a mí alrededor, preparándome para partir, si la rubia lo decidía, junto a ella hacia el Olimpo. Había mucho que hacer.
Lady- Berseker de Ares
- Reino : Olimpo
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Re: [Puerto Grecia -Roma]
Mientras la armadura de la señora de la guerra se adhería al cuerpo de la humana Alexandra, podía ver una mirada curiosa en la mujer de cabellos blanquecinos pues intuía que no era la primera vez que presenciaba algo de este tipo de situación. Eso le causo mucho interés pero tendría bastante tiempo para pensar en eso por que ahora tenia que concentrarse en algo mucho mas importante y era que se llevara a cabo el sincretismo en cuestión. Una vez terminado el proceso, le había preguntado ciertas cosas fundamentales puesto que ahora como berseker no sabia las instrucciones de su Dios y tenia que aprovechar la oportunidad al tener a Tafariel ahí para aclara sus dudas.
Enseguida solo se limito a observar detenidamente a la berseker mientras le explicaba la primera parte del cuestionario que Madereth le había realizado anteriormente, luego de unos segundo se quedo callada la guerrera de cabellera blanca para solo bajar sus brazos que los tenia entrecruzados, acomodar su cabello que se venia a su rostro y continuar con su comentario. La rubia colocando su mano derecha en su cintura y sus pies uno delante del otro para escuchar a Tafariel.
A nosotros, los Bersekers se nos ha ordenado entrenar mientras tanto, ya que una batalla grande se acerca. Sin embargo hay unos cuantos imbéciles que no se dignan a actuar como deberían y simplemente se muestran flojos ante las órdenes de Ares-sama...
Iba al Olimpo para encargarme de esos idiotas y quizás, ahora que lo pienso, podrías acompañarme.
Supongo que con tu nuevo poder y tus nuevas intenciones deseas hacer algo para que esta pila de inadaptados empiece a moverse. A Ares no le gustará para nada esta situación cuando regrese.
Y te diré… detesto cuando las cosas no se hacen como se deben, pero más aún cuando ni siquiera se hace el intento. Si acaso ellos no se dignan a moverse, podría hasta acabar con su asquerosa existencia.
Las palabras de la mujer que tenia frente a ella pasaron por la mente de Madereth incontables veces y específicamente era la parte de la ubicación de Ares. Tenia ahora curiosidad y preocupación sin embargo al recordar que tenían que entrenar desecho esos pensamientos inservibles y se limito a responderle antes de emanar su cosmos en ráfagas alrededor de mi tal y como lo hacia Tafariel.
- Mmmm entiendo la situación y por lo que siento no se mueven aquellos ineptos, supongo que tendré que ayudarte a encargarte de ellos....eso seria interesante y si las ordenes de Ares-sama es entrenar así lo haré de eso no habrá problema pero hay que darnos prisa por que no tendremos mucho tiempo para encargarnos de estos tipos y entrenar como se debe.
Y acertaste, con este nuevo poder deseo mover sus traseros del sitio en donde estén holgazaneando por que bien tienes razón con respecto a Ares ademas de que las cosas se tienen que hacer bien y como se deben, sino mejor no existas y ya!......Bueno partamos ya para saber que hacer con Annihilon e Infernatil.... .-Termino de decir para terminar de acumular su cosmos para poder partir rumbo al Olimpo.
Enseguida solo se limito a observar detenidamente a la berseker mientras le explicaba la primera parte del cuestionario que Madereth le había realizado anteriormente, luego de unos segundo se quedo callada la guerrera de cabellera blanca para solo bajar sus brazos que los tenia entrecruzados, acomodar su cabello que se venia a su rostro y continuar con su comentario. La rubia colocando su mano derecha en su cintura y sus pies uno delante del otro para escuchar a Tafariel.
A nosotros, los Bersekers se nos ha ordenado entrenar mientras tanto, ya que una batalla grande se acerca. Sin embargo hay unos cuantos imbéciles que no se dignan a actuar como deberían y simplemente se muestran flojos ante las órdenes de Ares-sama...
Iba al Olimpo para encargarme de esos idiotas y quizás, ahora que lo pienso, podrías acompañarme.
Supongo que con tu nuevo poder y tus nuevas intenciones deseas hacer algo para que esta pila de inadaptados empiece a moverse. A Ares no le gustará para nada esta situación cuando regrese.
Y te diré… detesto cuando las cosas no se hacen como se deben, pero más aún cuando ni siquiera se hace el intento. Si acaso ellos no se dignan a moverse, podría hasta acabar con su asquerosa existencia.
Las palabras de la mujer que tenia frente a ella pasaron por la mente de Madereth incontables veces y específicamente era la parte de la ubicación de Ares. Tenia ahora curiosidad y preocupación sin embargo al recordar que tenían que entrenar desecho esos pensamientos inservibles y se limito a responderle antes de emanar su cosmos en ráfagas alrededor de mi tal y como lo hacia Tafariel.
- Mmmm entiendo la situación y por lo que siento no se mueven aquellos ineptos, supongo que tendré que ayudarte a encargarte de ellos....eso seria interesante y si las ordenes de Ares-sama es entrenar así lo haré de eso no habrá problema pero hay que darnos prisa por que no tendremos mucho tiempo para encargarnos de estos tipos y entrenar como se debe.
Y acertaste, con este nuevo poder deseo mover sus traseros del sitio en donde estén holgazaneando por que bien tienes razón con respecto a Ares ademas de que las cosas se tienen que hacer bien y como se deben, sino mejor no existas y ya!......Bueno partamos ya para saber que hacer con Annihilon e Infernatil.... .-Termino de decir para terminar de acumular su cosmos para poder partir rumbo al Olimpo.
Alexandra- Berseker de Ares
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