Mercado de joyas

La hermosa princesa de Roma llegó al mercado de joyas, de todos los callejones del lugar, ese era el que más le gustaba, y es que no era de menos, ya que en el mismo se vendía todo tipo de joyas, desde las más sencillas hasta las más elaboradas; mientras caminaba, la princesa de cabellos negros trataba de definir quien era esa presencia que estaba dentro de ella, era acaso una segunda personalidad? O talvez era otra alma que se había metido en su cuerpo y no lo sabía? Nada de esto tenía respuesta, ya que no podía preguntarle nada a esa voz, porque no la estaba escuchado.

Caminando por el mercado la joven llegó como guiada por una fuerza extraña a un estante donde se exhibían brazaletes con formas de serpiente. Todos le parecían grotescos y fuera de lugar, ya que la serpiente no le era un animal muy grato para ella, sin embargo cuando movida por una fuerza extraña se acercó un poco más, la hermosa princesa pudo ver un brazalete fino de serpiente muy hermoso, y lo que más le sorprendía era que con la luz del sol y el fuego de una candela que aún no entendía porqué esta ahí; las serpientes de la pulsera parecían moverse ante sus ojos.

-Cómpralo.... Ese brazalete me gusta mucho... Cómpralo de una vez!- Otra vez estaba hablándole esa voz en su mente, y esta vez estaba dándole más bien una orden directa.

-Porqué lo quieres con tanta insistencia?- Dijo Lydia mientras tomaba instintivamente una corona de piedras blancas y brillantes que estaba detrás del brazalete; a diferencia de las demás coronas, esta no era rígida, sin o más bien estaba sujeta por partes un unas finas cadenas que daban la posibilidad de doblarla para meterla en una bolsa.- Si no me dices quien eres no compro nada, estoy harta de que tú aparezcas digas cosas si sentido y luego te vas como si nada.

La princesa miró la corona y la dejó en su sitio, luego miró detenidamente el brazalete y al ver que no recibía respuesta de esa voz hizo un ademán indicando que se marcharía, pero entonces la voz dijo:

-Si compras eso te diré en el camino de regreso quién soy, además ya estás para empezar a enterarte de... Algunas cosas.

Una vez que Lydia escuchó esto decidió comprar esas dos cosas a un sorprendido vendedor que no salía de la estupefacción, puesto que había visto el rostro de la mujer bajo el velo y se había quedado hipnotizado con su hermosura; una vez que Lydia recibió una bolsa con estos obejetos se alejó del puesto de joyas y se fue tomando el camino menos transitado del mercado, con el fin de poder hablar con esa voz camino al senado.

Había llegado al gran mercado de las joyas, el solo podía mirar todo lo que tenía a su alrededor y pensar en cómo se le vería a su madre, pero era muy pobre no tenía ni casa, así que menos podría comprar unas joyas tan caras como esas, solo le podía regalar amor y cumplirle la promesa le que ISO antes de su partida a su madre. Eso era lo que motivaba a drakins a seguir su camino a pesar de todo lo que se encontrara, mientras mirabas pulseras de oro y plata, que avían eran impresionantes, y al mismo tiempo peligrosas. Las joyas estaban a los centímetros de él pero tan lejos a la vez, no entendía como era todo eso posible, tantas cosas, tantas familias adineradas. Y su familia es tan pobre y humilde, fueron unos esclavos, y de broma tienen como comer, la única familia que ahora le quedaba era su madre, que la veía reflejada en cada joya que miraba el joven caballero de bronce, la salida no estaba lejos cuando se detuvo por unos segundos.

Porque hay tanto sufrimiento en este mundo. Creo que athena podrá acabar con dicho sufrimiento. Espero algún día cómprale una de estas joyas a mi madre.

Sigue su camino no pensaba seguir mas en ese lugar que solo le traía sentimientos de tristeza a el mismo, así que sigue su camino con su vista al frente ya que no tenía por qué sentirse así aunque así se sintiera.

El rubio se detuvo a curiosear en el mercado donde vendían exquisitas joyas para todos los gustos. No pensaba comprar nada, sólo iba para observar. Tenía los recursos económicos para comprar piedras preciosas, pero no quería desperdiciar el dinero que no era suyo. Sí, el amable hombre que le había dado refugio en su hermosa villa también le había ofrecido puñados de oro, que Ganymede aceptó para poder comprarse comida y alguna que otra vestimenta para variar de atuendo. Sus ojos se posaron sobre un bello brazalete, que quiso poseer en cuanto lo vio. Lo agarró para verlo más de cerca, era precioso. De oro con joyas incrustadas. Pero sabía que no iba a poder comprarlo. Resignado, dio vuelta y empezó a caminar hacia la dirección en la que perdió de vista a los niños cuando, una sombra tomó muchas de las piezas de joyería que estaban a la vista de todos. El dueño pidió ayuda para que atraparan al ladrón pero nadie le hizo caso, sólo Ganymede. -¡Alto allí!- Sin pensárselo el chico se lanzó sobre el hombre encapuchado, atrapándolo por los pies y evitando que se soltara y pudiese huir.

Aun que Ganymede lucía como un chico frágil, en realidad poseía una gran fuerza física en los brazos, una fuerza que había ganado al recorrer el mundo y tener que valerse por sí mismo para superar los obstáculos. En el suelo ambos luchaban, uno tratando de escurrirse del agarre y el otro impidiendo que se escapara con la joyería. De pronto el mercader apareció con un bastón que uso para golpear violentamente la cabeza del que trato de robarle, haciendo que se desmayara por la contusión. Ayudó al valiente joven a levantarse mientras colocaba algo en su muñeca.-Aceptarlo como recompensa. De no haber sujetado a este truhán habría perdido mucho más de lo que cuesta ese brazalete.- Le dijo. -No fue nada.- Ganymede sonrió mientras admiraba el precioso regalo y se despedía del vendedor, el cual se iba con el malhechor, seguramente para seguir azotándolo por su crimen.

Pudiendo salir de la plaza sin problema alguno un sonido único se escucho no era nada mas y nada menos del estomago de la bella chica –Tengo hambre ¿Qué no abra un lugar donde comer por aquí?- ya había pasado mucho desde su llegada a Roma que no había probado bocado alguno así que esta vez se aventuro en buscar un lugar donde comer, no sabía si entrar al mercado y buscar hay ya que no podía ver ni su propia sombra mucho menos podría encontrar un lugar donde alimentarse. Giro su cabeza hacía la izquierda dándose cuenta que había un a calle que estaba poco transitada o al menos mucho menos que la principal comenzó a moverse en esa dirección decidiendo ir por aquella calle.

Igualmente había muchos vendedores a su alrededor ofertando sus productos a un precio razonable, un brillo especial deslumbro sus ojos, se trataba del brillo de las joyas que se provoca cuando las tocan los rayos del sol inmediatamente se dirigió al lugar. Hay mismo se vendía todo tipo de joyas, desde las más sencillas hasta las más raras y elaboradas e igualmente sus precios dependiendo de su elaboración, Entre ellas se encontraban desde hermosas tiaras, coronas con bellos zafiros, collares y brazaletes con esmeraldas y anillos con Diamantes.

Era un verdadero paraíso para todo aquel que degustara de las joyas era realmente hipnotizante no perdió tiempo y se probo todo tipo de joya que encontrara a su paso todas Lucian muy hermosas puestas -¿el anillo o la tiara .. quizas mejor el collar o el brazalete? – Se preguntaba – todo es tan hermoso que no me decido cual escoger – un ruido nuevamente se hizo escuchar provocando el sonrojo de la doncella no dejándole mas remedio que volver después –estoy dejando todo a medias- mientras dejo todas aquellas joyas y siguió su camino