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Las calles del mercado
Cubría mi rostro con la capucha para disimular un poco la mascara, simplemente no me acostumbraba a no usarla, tan solo en privado o frente a algunas personas no la utilizaba. Pero bueno tampoco era la idea llamar la atención, así que nada que unos harapos no hicieran pasar desapercibido.
-Tsk…hmhmhm – Contenía la risa, ya que la mascara haría ecos un poco extraños. Pero ver la reacción de la gente a nuestro alrededor cada vez que el estomago de Enya rugía de hambre era en verdad gracioso. Aunque mejor eran esas caras que ponía de ruego por llegar a las tiendas del mercado.
No fue mucho lo que habíamos caminado cuando comenzamos a ver algunos de los puestos ambulantes en el horizonte. Pero el calor y el sol hacían el camino mas extenuante, nos habíamos alejado un poco de la brisa que traía el río. Cada vez había más puestos, más grandes, con más variedades. Por instantes me detenía observando lo que exponían en alguno que otro pero suponía que el hambre de mi amiga ya la estaría hostigando mucho. – ¿Viste algo que le apetezca al ruidoso?- inquirí volteándome, pero me encontré hablando a la nada ya que Enya no estaba allí. Dirigí mi mirada unos metros mas adelante encontrando a mi compañera ya en un puesto. –Haha que impaciente.- musité mientras me acercaba a ella a ver que había encontrado.
-Tsk…hmhmhm – Contenía la risa, ya que la mascara haría ecos un poco extraños. Pero ver la reacción de la gente a nuestro alrededor cada vez que el estomago de Enya rugía de hambre era en verdad gracioso. Aunque mejor eran esas caras que ponía de ruego por llegar a las tiendas del mercado.
No fue mucho lo que habíamos caminado cuando comenzamos a ver algunos de los puestos ambulantes en el horizonte. Pero el calor y el sol hacían el camino mas extenuante, nos habíamos alejado un poco de la brisa que traía el río. Cada vez había más puestos, más grandes, con más variedades. Por instantes me detenía observando lo que exponían en alguno que otro pero suponía que el hambre de mi amiga ya la estaría hostigando mucho. – ¿Viste algo que le apetezca al ruidoso?- inquirí volteándome, pero me encontré hablando a la nada ya que Enya no estaba allí. Dirigí mi mirada unos metros mas adelante encontrando a mi compañera ya en un puesto. –Haha que impaciente.- musité mientras me acercaba a ella a ver que había encontrado.
Luna- Cantidad de envíos : 8
Re: Las calles del mercado
Enya caminaba apresuradamente queriendo llegar pronto al sector del mercado y así poder saciar el hambre que hacía eco en su mente y en el exterior ruidosamente, miró a Luna la cual intentaba contener la risa que le causaba aquella situación no pudo más que sonreír como siempre, pero en cuanto llegaron al mercado Enya se puso a ver los puesto con ojos brillantes y ansiosa se puso a ver el contenido de estos, hasta que un puesto llamó la atención de la lemuriana, en el puesto había comida preparada de distintos tipos, romana, germana y de otros lugares en los cuales habían colonias romanas, se le hizo agua a la boca, sacó de entre sus pechos la bolsa con monedas para pedir un plato un trozo de carne asada con un poco de verduras y frutas, se sentó pago y comenzó a comer como su no hubiese mañana, la joven estaba tan sumida en su labor de comer que se olvidó de su acompañante, hasta que la sintió a su lado, la miró con la boca llena y ojitos brillosos, tragó rápidamente para hablar.
-Esto esta delicioso - dijo Enya para luego seguir comiendo, pero recordó que debía de guardar la bolsa de monedas o le aparecerían manos y desaparecería de su vista, así que la guardo nuevamente entre sus pechos y prosiguió a comer sin importarle si se ensuciaba en ello, su estómago a veces mandaba más que su mente o eso quería aparentar.
-Esto esta delicioso - dijo Enya para luego seguir comiendo, pero recordó que debía de guardar la bolsa de monedas o le aparecerían manos y desaparecería de su vista, así que la guardo nuevamente entre sus pechos y prosiguió a comer sin importarle si se ensuciaba en ello, su estómago a veces mandaba más que su mente o eso quería aparentar.
Enya- Amazona Dorada
- Reino : Santuario de Athena
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AD - Crystal Chrysalis (950)
Defensa :
Crystal Sphere
Cantidad de envíos : 110
Re: Las calles del mercado
Caminaba por las calles del mercado, sin fijar la vista a nadie en particular. Los gritos de los vendedores ambulantes y el de los que tenian puestos con muchas mercancias y artefeactos extraños lo hacian sentir tranquilo. Finalmente estaba de regreso y el ruido tipico del lugar le hacia recordar en demasia a su niñes.
Se dirigio a un puesto de manzanas, naranjas, duraznos, etc. Empujo levemente con sus hombros a los campesinos que no le dejaban ver bien la mercaderia. Sus ojos celestes se fijaron en una manzana bien brillosa y por ende deliciosa. Tomo de sus ropas una moneda de plata y se la entrego al vendedor que tenia una barba desaliñada y en su sonrisa faltaban varios dientes parejos. El hombre acepto la moneda encantado y siguio gritando precios y promociones de compras a los pobladores que se acercaban curiosos.
Argol volvio a caminar por el gastado sendero de piedra que cruzaba todos los puestos de mercado. Era un ambiente algo hostil ya que nunca faltaban los ladrones o algun que otro estafador.
Dio un mordisco a su manzana y avanzo sin mucha preocupacion por sus alrededores. Ahora mismo se dirigia a su vieja choza que tenia en las afueras de Roma. Queria descansar un rato antes de buscar a Ioros, por lo cual luego tomaria un delicoso y relajante baño.
Se dirigio a un puesto de manzanas, naranjas, duraznos, etc. Empujo levemente con sus hombros a los campesinos que no le dejaban ver bien la mercaderia. Sus ojos celestes se fijaron en una manzana bien brillosa y por ende deliciosa. Tomo de sus ropas una moneda de plata y se la entrego al vendedor que tenia una barba desaliñada y en su sonrisa faltaban varios dientes parejos. El hombre acepto la moneda encantado y siguio gritando precios y promociones de compras a los pobladores que se acercaban curiosos.
Argol volvio a caminar por el gastado sendero de piedra que cruzaba todos los puestos de mercado. Era un ambiente algo hostil ya que nunca faltaban los ladrones o algun que otro estafador.
Dio un mordisco a su manzana y avanzo sin mucha preocupacion por sus alrededores. Ahora mismo se dirigia a su vieja choza que tenia en las afueras de Roma. Queria descansar un rato antes de buscar a Ioros, por lo cual luego tomaria un delicoso y relajante baño.
Argol- Status :
Cantidad de envíos : 42
Re: Las calles del mercado
Hablo
Pienso
El sol volvia a aparecer por sobre los tejados anaranjados de Roma, el cantar de las jovenes al ducharse era cortado por el bullicio casi ensordecedor de las señoras de clase media y baja que comenzaban desde temprano a llegar como ganado al mercado, enfrentandose unos a otros por conseguir las verduras más frescas, las carnes más jugosas y las frutas de mejor color.
Alli no parecia existir la civilización, solo un mundo conformado por masas caoticas que más parecian animales. Pero todo esto solo le servia a Aspros para estar de incognito, aun su rostro estaba oculto bajo la capucha similar a un turbante, sus ropas no eran de romano asi que nadie lo descubriria...
Con que esto es lo que hacen los criados...
Pensaba mientras caminaba en linea recta, en medio de ese frenesí que ante un minimo de descuido lo arrastraria como si fueran las corrientes de un rio. No estaba acostumbrado a todo esto, habia vivido ajeno durante toda su vida a esto cleaseres dirarios de lo cuales los sirvientes como Alejandra se encargarian.
Pero sobreviviria, luego de su travesia en el oriente lo sabia y muy bien. Sus ropas opacas aunque limpias no llamaban la atención de la muchedumbre. Su experiencia de vida por la ruta de las sedas le habia aleccionado en algo y eso era que el más fuerte sobrevive.
Veia atentamente a los marcaderes quien a duras penas se daban abasto para atender a su clientela, ante cualquier descuido el joven tomaba sin verguenza alguna lo que ofrecian ellos sin pagar.
Al parecer esto es lo mejor de los dos mundos... pero para un ladron ...
Sim embargo algo me falta... y eso trata sobre sus.... costumbres...
Estaba seguro que lo unico q le delataria era esa refinación que recibio de niño, era lo unico que revelaria su verdadera identidad, asi que sin más que hacer decidio internarse al otro lado del tiber, dodne seguro aprenderia lo que le hacia falta.
Pienso
El sol volvia a aparecer por sobre los tejados anaranjados de Roma, el cantar de las jovenes al ducharse era cortado por el bullicio casi ensordecedor de las señoras de clase media y baja que comenzaban desde temprano a llegar como ganado al mercado, enfrentandose unos a otros por conseguir las verduras más frescas, las carnes más jugosas y las frutas de mejor color.
Alli no parecia existir la civilización, solo un mundo conformado por masas caoticas que más parecian animales. Pero todo esto solo le servia a Aspros para estar de incognito, aun su rostro estaba oculto bajo la capucha similar a un turbante, sus ropas no eran de romano asi que nadie lo descubriria...
Con que esto es lo que hacen los criados...
Pensaba mientras caminaba en linea recta, en medio de ese frenesí que ante un minimo de descuido lo arrastraria como si fueran las corrientes de un rio. No estaba acostumbrado a todo esto, habia vivido ajeno durante toda su vida a esto cleaseres dirarios de lo cuales los sirvientes como Alejandra se encargarian.
Pero sobreviviria, luego de su travesia en el oriente lo sabia y muy bien. Sus ropas opacas aunque limpias no llamaban la atención de la muchedumbre. Su experiencia de vida por la ruta de las sedas le habia aleccionado en algo y eso era que el más fuerte sobrevive.
Veia atentamente a los marcaderes quien a duras penas se daban abasto para atender a su clientela, ante cualquier descuido el joven tomaba sin verguenza alguna lo que ofrecian ellos sin pagar.
Al parecer esto es lo mejor de los dos mundos... pero para un ladron ...
Sim embargo algo me falta... y eso trata sobre sus.... costumbres...
Estaba seguro que lo unico q le delataria era esa refinación que recibio de niño, era lo unico que revelaria su verdadera identidad, asi que sin más que hacer decidio internarse al otro lado del tiber, dodne seguro aprenderia lo que le hacia falta.
Aspros- Caballeros Dorados
- Reino : Santuario de Athena
Ataques :
AD - Ignición (4200)*
AD - Disrupción (4300)*
AM - Golpe Centrado (4500)*
AM - Sentencia (4600)*
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TS -Destrucción Dual
TE -Apoteosis
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Otra DimensiónDE - Niebla Cósmica
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Re: Las calles del mercado
La imagen de esos ojos como de gatito, brillosos, con la boca rebosando de comida era en verdad tan tierna como hilarante. Era como una niña pequeña habiendo encontrado el placer de su vida. Mi vista se desvió hacia el plato de comida que tenia entre las manos, ya casi vacío, y luego volteé mi rostro hacia el local en el que había comprado. Todo se veía en verdad delicioso y no solo mi estomago comenzaba a sentir hambre sino que no venía comiendo nada muy deleitante últimamente. Extrañaba el sabor de la carne, solo me faltaba una buena…
-¡Cerveza!- exclamé al notar que también tenían jarras de esta. De entre las vendas tomé algunas monedas, nunca dudaba de que los métodos de Enya solían ser los mejores en esas cuestiones. Me senté junto a ella y me quité la mascara para poder comer. A pesar de que no engullía el alimento con el mismo apuro y desesperación que mi amiga aun mantenía aquella costumbre brusca de comer, al punto en el que si mi figura no me delatara podría pasar como un hombre bastante tosco. Al terminar eché un suspiro satisfecha mientras limpiaba mi boca con el antebrazo para luego acariciar mi panza que se regocijaba de llena. En eso me percaté de una conversación a tan solo unos metros de distancia entre dos dueños de puestos en el mercado. Se estaban quejando de una celebración en el coliseo, de cómo les quitaba el ritmo de trabajo y aun así si deseaban comer no podían ir a festejar la gran “victoria”.
Hmmm así que por eso están tan vacías las calles, ya me parecía raro. Pensé para mi misma un instante, para luego mirar a Enya que ya estaba terminando su comida. -¿Y ahora? Al parecer hay fiesta…- musité con algo de pereza queriendo primero considerar su opinión ya que suponía aun debía estar al tanto de las cosmoenergías que buscábamos.
-¡Cerveza!- exclamé al notar que también tenían jarras de esta. De entre las vendas tomé algunas monedas, nunca dudaba de que los métodos de Enya solían ser los mejores en esas cuestiones. Me senté junto a ella y me quité la mascara para poder comer. A pesar de que no engullía el alimento con el mismo apuro y desesperación que mi amiga aun mantenía aquella costumbre brusca de comer, al punto en el que si mi figura no me delatara podría pasar como un hombre bastante tosco. Al terminar eché un suspiro satisfecha mientras limpiaba mi boca con el antebrazo para luego acariciar mi panza que se regocijaba de llena. En eso me percaté de una conversación a tan solo unos metros de distancia entre dos dueños de puestos en el mercado. Se estaban quejando de una celebración en el coliseo, de cómo les quitaba el ritmo de trabajo y aun así si deseaban comer no podían ir a festejar la gran “victoria”.
Hmmm así que por eso están tan vacías las calles, ya me parecía raro. Pensé para mi misma un instante, para luego mirar a Enya que ya estaba terminando su comida. -¿Y ahora? Al parecer hay fiesta…- musité con algo de pereza queriendo primero considerar su opinión ya que suponía aun debía estar al tanto de las cosmoenergías que buscábamos.
Luna- Cantidad de envíos : 8
Re: Las calles del mercado
Solitario, caminaba por el despoblado sendero que atravesaban los puestos de comerciantes. El bullicio de gente ya practicamente habia desaparecido de alli. Algunos gritos y aplausos lejanos se escuchaban, dando a entender que aun lo del Coliseo seguia en pie.
Argol notaba como algunos vendedores empezaban a cerrar los puestos. Unos colocando carteles y otros retirando las mercancias y hasta el mismo puesto en si. Los ladrones ya no le faltaban ideas como para robar pedazos de madera como eran los puestos de mercaderes...
El caballero caminaba lentamente escuchando algun que otro grillo cuando se alejaba de las voces. La luna estaba en lo mas alto y los rayos lunares iluminaban perfectamente el camino de piedras y sus celestes ojos que poseia, parecidos a los de cualquier angel.
En las sombras alguien seguia de cerca a la figura de Argol que avanzaba despreocupadamente por el sendero. La figura se movia rapidamente, siguiendole los pasos al que se reflejaba en sus oscuros orbes.
Unas pisadas a toda velocidad que venia hacia un costado de Argol hicieron que este gire su rostro rapidamente, sin oportunidad de reaccionar debidamente. El romano fue tumbado y posteriormente, lamido reiterada veces por una gran y seca lengua que no le daba tregua.
-¡¡Hachi!!-
Grito contento mientras abrazaba al animal que le habia dado la sorpresa de su vida. Se trataba de nada mas que un canino de cuerpo mediano y constitucion fuerte. Su cabeza grande y hancha es bien proporcional al cuerpo. Su cuello corto, ancho y musculoso le dan una apariencia ruda, pero noble. De hombros fuertes, patas rectas al igual que sus extremidadas traseras; musculosas y fuertes. Su suave pelo se divie en dos mantos. El manto externo de largo medio, recto, y ligeramente separado del cuerpo; el manto interno corto, denso y suave.
El animal parecia estar sumamente contento de volver a ver su amo. Argol y Hachiko (como el le puso cuando lo encontro) convivieron siempre juntos. Recorriendo los lagos, los bosques y mas que nada, comiendo y durmiendo juntos. Sus caminos se separaron cuando Argol se incorporo a la Legion pero el amor y la fedelidad de ambos nunca murio. Uno estaba para el otro y viceversa.
Argol le acariciaba el cuerpo, dandole pequeñas pero amistosas palmadas.
-¿Donde te habias metido, ah? ¿donde te habias metido?-
Abrazo al animal el cual coloco su hocico sobre el hombro de el, imitando un abrazo.
El romano se reincorporo y aun con su sonrisa dibujada miro al perro que le miraba chistosamente con su lengua larga y caida por un costado de su mandibula. El perro de pronto salio corriendo en direccion a un duo de chicas, saltandoles encima en busca de caricias.
-¡Hachi! ¡Ven aca ahora mismo!-
El guerrero, avergonzado, corrio hacia donde estaba Luna y Enya.
Argol notaba como algunos vendedores empezaban a cerrar los puestos. Unos colocando carteles y otros retirando las mercancias y hasta el mismo puesto en si. Los ladrones ya no le faltaban ideas como para robar pedazos de madera como eran los puestos de mercaderes...
El caballero caminaba lentamente escuchando algun que otro grillo cuando se alejaba de las voces. La luna estaba en lo mas alto y los rayos lunares iluminaban perfectamente el camino de piedras y sus celestes ojos que poseia, parecidos a los de cualquier angel.
En las sombras alguien seguia de cerca a la figura de Argol que avanzaba despreocupadamente por el sendero. La figura se movia rapidamente, siguiendole los pasos al que se reflejaba en sus oscuros orbes.
Unas pisadas a toda velocidad que venia hacia un costado de Argol hicieron que este gire su rostro rapidamente, sin oportunidad de reaccionar debidamente. El romano fue tumbado y posteriormente, lamido reiterada veces por una gran y seca lengua que no le daba tregua.
-¡¡Hachi!!-
Grito contento mientras abrazaba al animal que le habia dado la sorpresa de su vida. Se trataba de nada mas que un canino de cuerpo mediano y constitucion fuerte. Su cabeza grande y hancha es bien proporcional al cuerpo. Su cuello corto, ancho y musculoso le dan una apariencia ruda, pero noble. De hombros fuertes, patas rectas al igual que sus extremidadas traseras; musculosas y fuertes. Su suave pelo se divie en dos mantos. El manto externo de largo medio, recto, y ligeramente separado del cuerpo; el manto interno corto, denso y suave.
El animal parecia estar sumamente contento de volver a ver su amo. Argol y Hachiko (como el le puso cuando lo encontro) convivieron siempre juntos. Recorriendo los lagos, los bosques y mas que nada, comiendo y durmiendo juntos. Sus caminos se separaron cuando Argol se incorporo a la Legion pero el amor y la fedelidad de ambos nunca murio. Uno estaba para el otro y viceversa.
Argol le acariciaba el cuerpo, dandole pequeñas pero amistosas palmadas.
-¿Donde te habias metido, ah? ¿donde te habias metido?-
Abrazo al animal el cual coloco su hocico sobre el hombro de el, imitando un abrazo.
El romano se reincorporo y aun con su sonrisa dibujada miro al perro que le miraba chistosamente con su lengua larga y caida por un costado de su mandibula. El perro de pronto salio corriendo en direccion a un duo de chicas, saltandoles encima en busca de caricias.
-¡Hachi! ¡Ven aca ahora mismo!-
El guerrero, avergonzado, corrio hacia donde estaba Luna y Enya.
Argol- Status :
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Re: Las calles del mercado
Observaba a Enya tragar los últimos restos de su comida, mientras trataba de pensar que haríamos. En la espera de su respuesta mi ojos se percataron que la luz escaseaba, no nos habíamos dado cuenta del tiempo perdido ya que la noche no parecía tardar en caer. Volví a enfatizarme en mi amiga que parecía irme a dirigir unas palabras pero no llegue a escuchar debido a que en ese instante algo me embistió haciendo que por poco cayese de donde estaba sentada. Con rapidez lo tomé con los brazos separándolo un poco, y me encontré con dos bonitos ojos brillosos de un canino. Aquel animalito amistoso tenía bruta fuerza, y eso que yo no era nada floja.
Reí un poco ante su naturaleza juguetona. Lo sostenía con fuerza para evitar que me tirase mientras lamía mis mejillas haciendome cosquillas. Pronto se tiró encima de Eny, mis ojos se ensancharon y no pude evitar echarme a reír estrepitosamente. Con mis brazos rodeé mi abdomen que con tanta comida se quejaba al reír al ver al perro intentar jugar con mi compañera.
Unos pasos y una voz me alertaron, mas aún al ver que el animal respondía al llamado calmándose. Un joven se acercaba a nosotras, mi naturaleza desconfiada pronto hizo desaparecer la sonrisa de mi rostro. Mi temple se tornó serio, más frío e indiferente.
- Deberías ser mas cuidadoso.- se escapó de mis labios por mera reacción al ver que era el dueño de la criatura. No me era muy simple ser amistosa, ni cordial, y no siempre me interesaba serlo tampoco. Pero dentro de todo estaba serena, sin ser cruel, tan solo desinteresada.
Reí un poco ante su naturaleza juguetona. Lo sostenía con fuerza para evitar que me tirase mientras lamía mis mejillas haciendome cosquillas. Pronto se tiró encima de Eny, mis ojos se ensancharon y no pude evitar echarme a reír estrepitosamente. Con mis brazos rodeé mi abdomen que con tanta comida se quejaba al reír al ver al perro intentar jugar con mi compañera.
Unos pasos y una voz me alertaron, mas aún al ver que el animal respondía al llamado calmándose. Un joven se acercaba a nosotras, mi naturaleza desconfiada pronto hizo desaparecer la sonrisa de mi rostro. Mi temple se tornó serio, más frío e indiferente.
- Deberías ser mas cuidadoso.- se escapó de mis labios por mera reacción al ver que era el dueño de la criatura. No me era muy simple ser amistosa, ni cordial, y no siempre me interesaba serlo tampoco. Pero dentro de todo estaba serena, sin ser cruel, tan solo desinteresada.
Luna- Cantidad de envíos : 8
Re: Las calles del mercado
Siguió comiendo con rapidez y de vez en cuando saboreando lo que comía, mientras comía sintió las extrañas presencias de algunos cosmos que aún no eran explotados, pero que tenían gran posibilidad de ser caballeros, volcó nuevamente su atención a la comida y miro a Luna "Borracha" - pensó para si misma mientras le veía tomar cerveza cosa que Enya no podía porque aunque le gustara no toleraba bien el alcohol, terminó de comer su abundante comida la cual había sido demasiada y barata, pero eso no le quitaba lo deliciosa, Enya miró a Luna la cual sostenía a un perro lo miró curiosamente para luego sentir a aquel animal se encontraba encima de ella intentando jugar Enya no le presto atención no le gustaban mucho los perros, prefería los gatos no paso mucho para que este fuese llamado por el que sería su amo, lo miró perezosamente mientras se arreglaba el cabello que ya se hallaba desordenado para luego largar un bostezo sonoro, su estómmago ya se hallaba satisfecho y ahora le estaba dando sueño producto de la digestión de aquella gran cantidad de comida que ingirió.
- Aburrido - dijo en voz alta mientra se levantaba, y sacaba de su morral un paño con el cual se limpiaba la cara, pero se tuvo que quedar quieta ya que la presencia de cosmos se sentía demasiado cercana y al parecer sería el dueño del perro el portador de aquella energía, su rostro se torno serio y le miró fijamente tratando de dilucidar su energía para ver si era buena o mala y saber si decirle o no de la misión encomendada por los lemurianos con seguridad de que fuese confiable, ya que si no lo era habría que aguardar para decirle.
- Aburrido - dijo en voz alta mientra se levantaba, y sacaba de su morral un paño con el cual se limpiaba la cara, pero se tuvo que quedar quieta ya que la presencia de cosmos se sentía demasiado cercana y al parecer sería el dueño del perro el portador de aquella energía, su rostro se torno serio y le miró fijamente tratando de dilucidar su energía para ver si era buena o mala y saber si decirle o no de la misión encomendada por los lemurianos con seguridad de que fuese confiable, ya que si no lo era habría que aguardar para decirle.
Enya- Amazona Dorada
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Re: Las calles del mercado
Corrio avergonzando, esperando que Hachiko no les robara la comida o les haga daño, ya que por mas que era un buen perro, era torpe y tosco jugando porque se crio con el buen Argol.
Dejo de correr y observo algo encantado la escena. Primero se habia lanzado hacia la rubia, casi tumbandola y luego hacia la otra. Las muchachas parecian divertirse ya que la rubia sonreia de oreja a oreja y se despanzaba de la risa.
Finalmente silve y el perro acudio hacia mi. Vino corriendo y se sento a mi diestra, con su lengua reseca caida y observando a las mujeres.
-Lo siento, señorita. Le gusta jugar...-
La tunica de Argol no tenia mangas, por lo que el tatuaje de la Legion se le veia perfectamente en su hombro derecho.
-Aproposito. Soy Argol-
Les sonrio medianamente, intentando ser cortez. Luego acaricio un poco la cabeza de su compañero animal mientras que este alzaba sus dos orejitas.
-Y este jugueton se llama Hachi... disminutivo de Hachiko-
Luego se fijo en las vestimentas de ambas, intentando saber si pertenecian a una de las tantas clases de Roma.
-¿Les tiro su comida? Puedo comprarles mas si asi lo desean, tomenlo como una disculpa apropiada-
Se dio vuelta y descubrio que el unico local que aun estaba abierto era de Joyas. Claro de "joyas", solo eran piedras pintadas con uno vaya a saber que para aparentar ser joyas de la gran estirpe. Patrañas.
Argol volvio a girar el rostro y con una sonrisa con sus ojos cerrados dijo:
-Si no tienen otra cosa que hacer o si de verdad tienen hambre... en mi Villa debe haber algo para comer. Ademas estoy de paso hacia alli-
Dejo de correr y observo algo encantado la escena. Primero se habia lanzado hacia la rubia, casi tumbandola y luego hacia la otra. Las muchachas parecian divertirse ya que la rubia sonreia de oreja a oreja y se despanzaba de la risa.
Finalmente silve y el perro acudio hacia mi. Vino corriendo y se sento a mi diestra, con su lengua reseca caida y observando a las mujeres.
-Lo siento, señorita. Le gusta jugar...-
La tunica de Argol no tenia mangas, por lo que el tatuaje de la Legion se le veia perfectamente en su hombro derecho.
-Aproposito. Soy Argol-
Les sonrio medianamente, intentando ser cortez. Luego acaricio un poco la cabeza de su compañero animal mientras que este alzaba sus dos orejitas.
-Y este jugueton se llama Hachi... disminutivo de Hachiko-
Luego se fijo en las vestimentas de ambas, intentando saber si pertenecian a una de las tantas clases de Roma.
-¿Les tiro su comida? Puedo comprarles mas si asi lo desean, tomenlo como una disculpa apropiada-
Se dio vuelta y descubrio que el unico local que aun estaba abierto era de Joyas. Claro de "joyas", solo eran piedras pintadas con uno vaya a saber que para aparentar ser joyas de la gran estirpe. Patrañas.
Argol volvio a girar el rostro y con una sonrisa con sus ojos cerrados dijo:
-Si no tienen otra cosa que hacer o si de verdad tienen hambre... en mi Villa debe haber algo para comer. Ademas estoy de paso hacia alli-
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Re: Las calles del mercado
Ioros salió de los baños y tal y como había planeado pasaría por el mercado a echar un vistazo antes de ir al Coliseo, para encontrarse ya fuera con Vergilius para confirmarle que había recibido las útlimas órdenes, o con Sophia pues se quería despedir de ella pues habían sido muchos años juntos, peró claro que después de pensarlo tambien tendría que hablar con Fye pues el era el Pater Familia de la Villa Mellitus, quizá con él era con quien más tenía que hablar, Ioros quería pedirle perdón por el su comportamiento en la cena de la noche anterior,agradecerle por las facilidades que había recibido durante esos tres años y finalmente anunciarle su retirada de la villa después de recoger sus cosas.
El joven iba paseando tranquilamente por el mercado, miraba a lado y lado a todas las tiendas, tambien vigilaba su bolsa de dinero, pues en ese dia no había mucha gente rica paseando por la zona y quizá él fuese una presa fácil para esos chiquillos tan adiestrados en el hurto,Ioros era en general generoso peró no le gsutaba que le tomaran el pelo.
Al cabo de un rato, fue para sopresa de Ioros ver a Argol por allí, creía que ya iría más avanzado, peró reflexionando un poco más era normal que el chico quisiera reposar antes de volver al campamento,pero quería darle un pequeño susto así que fue acercandose a él.
Mientras se acercaba observo que Argol estaba acompañado de un perro, y estaba en compañia de dos jovencitas, Ioros esperaba que por su bien no las estubiera molestando, así que llegando a su espalda y aclarando su voz dijó:
-Ejem... veo que has aprovechado para encontrar algo de comida verdad? porque si mal no recuerdo el rancho de la legión poca carne tiene.- con lo de comida Ioros se refería al perro.
También cuando se acercaba Ioros escuchó la invitación que anteriormente Argol les hacía a las dos chicas y le dijó poniendole la mano sobre el hombro:
-Creo que será mejor que las invites algun comedor de la ciudad, no creo que sea buena idea llevar a este par de señoritas al campamento? no tengo razón?
El joven iba paseando tranquilamente por el mercado, miraba a lado y lado a todas las tiendas, tambien vigilaba su bolsa de dinero, pues en ese dia no había mucha gente rica paseando por la zona y quizá él fuese una presa fácil para esos chiquillos tan adiestrados en el hurto,Ioros era en general generoso peró no le gsutaba que le tomaran el pelo.
Al cabo de un rato, fue para sopresa de Ioros ver a Argol por allí, creía que ya iría más avanzado, peró reflexionando un poco más era normal que el chico quisiera reposar antes de volver al campamento,pero quería darle un pequeño susto así que fue acercandose a él.
Mientras se acercaba observo que Argol estaba acompañado de un perro, y estaba en compañia de dos jovencitas, Ioros esperaba que por su bien no las estubiera molestando, así que llegando a su espalda y aclarando su voz dijó:
-Ejem... veo que has aprovechado para encontrar algo de comida verdad? porque si mal no recuerdo el rancho de la legión poca carne tiene.- con lo de comida Ioros se refería al perro.
También cuando se acercaba Ioros escuchó la invitación que anteriormente Argol les hacía a las dos chicas y le dijó poniendole la mano sobre el hombro:
-Creo que será mejor que las invites algun comedor de la ciudad, no creo que sea buena idea llevar a este par de señoritas al campamento? no tengo razón?
Última edición por Ioros el Sáb Ago 14, 2010 3:54 pm, editado 1 vez
Ioros- Status :
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Defensa : Fuego del Corazón Puro
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Re: Las calles del mercado
Hachiko empezo a gruñir cuando advirtio la presencia de Ioros acercandose. Su rostro tan sereno y amigable cambio drasticamente a uno feroz con su ceño fruncido, sus orejas hacia atras y mostrando sus dientes en hileras. Ciertamente era un perro de pelea, pero Argol nunca lo crio para ello pero podria resultar realmente peligroso si atacara a alguien.
-Sentado, Hachi-
Le ordeno su dueño mientras que el perro se sentaba pero no apartaba su curiosa y penetrante mirada del recien llegado.
Argol giro apenas su rostro y sonrio sarcastico mientras acariciaba la enorme cabeza del animal para tranquilizarlo.
-No. Es el un viejo amigo mio-
Le guiño un ojo al perro que parecio entender y dejo su estado de agresividad y se quedo sentado, observando a los humanos.
Argol miro a las damas, esperando su respuesta pero las palabras de Ioros hicieron que girara nuevamente el rostro para verle a los ojos.
-Les decia de ir a mi Villa si el perro les arruino su cena, para darles algo de comer. Ya que por alli tengo que pasar de todos modos-
Se cruzo de brazos mientras esperaba la respuesta de ambas señoritas que tenia enfrente. De pronto reacciono un poco tarde y ladeo su rostro hacia un costado y observo a Ioros.
-¿Ya terminaste lo que tenias que hacer?-
Le pregunto algo despreocupado. Ciertamente ya era de noche e ir al campamento significaba una cosa. Hacer guardia constantemente con los diferentes legionarios de alli y el sueño le estaba ganando de a poco.
-Sentado, Hachi-
Le ordeno su dueño mientras que el perro se sentaba pero no apartaba su curiosa y penetrante mirada del recien llegado.
Argol giro apenas su rostro y sonrio sarcastico mientras acariciaba la enorme cabeza del animal para tranquilizarlo.
-No. Es el un viejo amigo mio-
Le guiño un ojo al perro que parecio entender y dejo su estado de agresividad y se quedo sentado, observando a los humanos.
Argol miro a las damas, esperando su respuesta pero las palabras de Ioros hicieron que girara nuevamente el rostro para verle a los ojos.
-Les decia de ir a mi Villa si el perro les arruino su cena, para darles algo de comer. Ya que por alli tengo que pasar de todos modos-
Se cruzo de brazos mientras esperaba la respuesta de ambas señoritas que tenia enfrente. De pronto reacciono un poco tarde y ladeo su rostro hacia un costado y observo a Ioros.
-¿Ya terminaste lo que tenias que hacer?-
Le pregunto algo despreocupado. Ciertamente ya era de noche e ir al campamento significaba una cosa. Hacer guardia constantemente con los diferentes legionarios de alli y el sueño le estaba ganando de a poco.
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Re: Las calles del mercado
Observaba con desdén al joven mientras se disculpaba por el comportamiento de su canino y se disponía a presentarse. Trataba exageradamente de ser cortés, algo extraño por aquellas calles romanas a por lo menos lo que había visto de momento.
Que genio… Dije para mis adentros con sarcasmo al ver como se humillaba a si mismo de manera muy cómica, plasmando en mi rostro en una mueca de gracia y algo de lastima. Sus disculpas ya pasaban a parecer un intento fatal de ligarse unas chicas a lo cual con mucho esfuerzo me contuve de reír manteniendo el temple frío y serio que usualmente mostraba frente a los demás.
No era muy buena para lidiar correcta y sutilmente esas situaciones por lo que esperaba no hablar y que mi amiga me ahorrara la vergüenza a meter la pata. Pero el silencio fue cortado por alguien más sin dar tiempo a que ninguna de las dos reaccionáramos. Otro joven apareció en la escena distrayendo al tal Argol. Solo una cosa paso por mi mente al ver como se trataban: Par de críos…
Antes de que continuaran discutiendo me dispuse a responder al joven que había tratado de ser amable, ya que no andaba con muchas ganas de quedarme allí a perder tiempo en escenitas. – Gracias por la invitación igual no te preocupes no nos echó a perder nada.- La amabilidad y la cortesía definitivamente NO eran mi fuerte, el tono de mi voz hasta podría decirse que sonaba amenazante. Aun asi intente continuar lo menos toscamente posible con muy poca efectividad. - Estamos llenas y algo cansadas, no quisiéramos interrumpir sus asuntos y…- me detuve al notar que mi compañera los observaba fijamente pensativa. Me concentre un instante y pude percatarme de la energía que emanaban ambos. Me pregunté si nos resultaría bueno o malo para nuestra misión, de cualquier forma me desconcentraba la concentración de Enya y no llegaba a leer en su expresión que pretendía hacer. – Pero… no se… ¿tu que dices?- musité dirigiéndome a mi amiga, echándole una mirada como diciéndole “no me dejes colgada”.
Que genio… Dije para mis adentros con sarcasmo al ver como se humillaba a si mismo de manera muy cómica, plasmando en mi rostro en una mueca de gracia y algo de lastima. Sus disculpas ya pasaban a parecer un intento fatal de ligarse unas chicas a lo cual con mucho esfuerzo me contuve de reír manteniendo el temple frío y serio que usualmente mostraba frente a los demás.
No era muy buena para lidiar correcta y sutilmente esas situaciones por lo que esperaba no hablar y que mi amiga me ahorrara la vergüenza a meter la pata. Pero el silencio fue cortado por alguien más sin dar tiempo a que ninguna de las dos reaccionáramos. Otro joven apareció en la escena distrayendo al tal Argol. Solo una cosa paso por mi mente al ver como se trataban: Par de críos…
Antes de que continuaran discutiendo me dispuse a responder al joven que había tratado de ser amable, ya que no andaba con muchas ganas de quedarme allí a perder tiempo en escenitas. – Gracias por la invitación igual no te preocupes no nos echó a perder nada.- La amabilidad y la cortesía definitivamente NO eran mi fuerte, el tono de mi voz hasta podría decirse que sonaba amenazante. Aun asi intente continuar lo menos toscamente posible con muy poca efectividad. - Estamos llenas y algo cansadas, no quisiéramos interrumpir sus asuntos y…- me detuve al notar que mi compañera los observaba fijamente pensativa. Me concentre un instante y pude percatarme de la energía que emanaban ambos. Me pregunté si nos resultaría bueno o malo para nuestra misión, de cualquier forma me desconcentraba la concentración de Enya y no llegaba a leer en su expresión que pretendía hacer. – Pero… no se… ¿tu que dices?- musité dirigiéndome a mi amiga, echándole una mirada como diciéndole “no me dejes colgada”.
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Re: Las calles del mercado
A medida que avanzaba las calles comenzaban a estar más vacías, de hecho a cada paso estaban aún más desoladas. Los puestos de las calles del mercado comenzaban a cerrar, sin dar importancia a que todavía había alguna que otra persona deambulando. La dama sintió unos leves pasitos detrás de ella que se tornaron pronto en algo mas bien como un trote por lo cual volteó el rostro a ver quien venía detrás. Era la pequeña que le había indicado el camino, recordó que esta se dirigía hacia allí por lo que no le dio importancia, no pretendía distraerla de sus asuntos.
Su andar era cada vez mas lento, prácticamente arrastraba los pies por el agotamiento, pero deseaba continuar. Su deseo por llegar era tan fuerte que la mantenía en pie ante cualquier circunstancia, la obligaba a estar alerta a pesar de que sus ojos se posaban en el horizonte, cansados y pesados… perdidos. Llego al punto en el que sintió que sus piernas temblaban a riesgo de flaquear, por lo que si arrimó a un puesto que ya estaba cerrado y se apoyó sobre la madera.
“Ya es tarde para volver a ser débil…para echarte hacia atrás. Ya sabes…lo que quiero. Nos esta llamando…” resonó en su cabeza su misma voz pero en un tono mucho mas despiadado y sombrío.
-¡Cállate!- murmuró con brusquedad casi siseando pero manteniendo un nivel muy tenue de voz. – Primero él…luego habrá tiempo para manchar nuestras manos en venganza.- se susurró a si misma, convenciéndose de calmar la furia que encendía su cuerpo. Cuando por fin cesó la adrenalina se sintió mareada, y llevo un instante su mano a la frente para concentrarse.
La noche ya había sumido las calles en la oscuridad, apenas iluminada por la luz de la blanca luna que recién se asomaba en el cielo. Sin la molestia del sol Lucy se quitó la capucha alzando su rostro al cielo, inspirando profundamente el fresco aire. Pronto pudo reincorporarse y continuar el paso con mas fuerza, si había algo que la vigorizaba era una fría noche oscura y la belleza de la luna llena intensa como en esa noche se encontraba. La brisa alborotó sus cabellos dejando al descubierto su rostro complacido ante la caricia que el viento le hacia a sus mejillas. Su pálida piel brillaba bajo los rayos lunares, dando la impresión de que un fantasma caminaba por el mercado.
Su andar era cada vez mas lento, prácticamente arrastraba los pies por el agotamiento, pero deseaba continuar. Su deseo por llegar era tan fuerte que la mantenía en pie ante cualquier circunstancia, la obligaba a estar alerta a pesar de que sus ojos se posaban en el horizonte, cansados y pesados… perdidos. Llego al punto en el que sintió que sus piernas temblaban a riesgo de flaquear, por lo que si arrimó a un puesto que ya estaba cerrado y se apoyó sobre la madera.
“Ya es tarde para volver a ser débil…para echarte hacia atrás. Ya sabes…lo que quiero. Nos esta llamando…” resonó en su cabeza su misma voz pero en un tono mucho mas despiadado y sombrío.
-¡Cállate!- murmuró con brusquedad casi siseando pero manteniendo un nivel muy tenue de voz. – Primero él…luego habrá tiempo para manchar nuestras manos en venganza.- se susurró a si misma, convenciéndose de calmar la furia que encendía su cuerpo. Cuando por fin cesó la adrenalina se sintió mareada, y llevo un instante su mano a la frente para concentrarse.
La noche ya había sumido las calles en la oscuridad, apenas iluminada por la luz de la blanca luna que recién se asomaba en el cielo. Sin la molestia del sol Lucy se quitó la capucha alzando su rostro al cielo, inspirando profundamente el fresco aire. Pronto pudo reincorporarse y continuar el paso con mas fuerza, si había algo que la vigorizaba era una fría noche oscura y la belleza de la luna llena intensa como en esa noche se encontraba. La brisa alborotó sus cabellos dejando al descubierto su rostro complacido ante la caricia que el viento le hacia a sus mejillas. Su pálida piel brillaba bajo los rayos lunares, dando la impresión de que un fantasma caminaba por el mercado.
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Re: Las calles del mercado
Los vestigios del amanecer lentamente comenzaban a mostrarse por el horizonte, el cielo anaranjado acompañado del sol traía consigo la silueta de un hombre, que por el intenso brillo de Febo no se dejaba ver con claridad. Pronto la distinción de aquellos cabellos plateados que caían a los costados de su cuello y terminaban en su pecho lo hacían relativamente familiar en Roma, Mauritius.
Realmente, era extraño ver a un hombre de su calaña estar caminando por las calles de la ciudad con más esplendor en todo el mundo. Cerró sus ojos, puesto que estaba agotado ya que había hecho un gran trayecto a pie desde los distritos desolados al otro lado del Tiber. Algunos puestos en los mercados comenzaban ya a abrir sus puertas, otros ya venían desde la noche abiertos, pero llamaba la atención su presencia ahí.
Sus ojos claros observaban a todos lados, mientras caminaba por las calles del mercado con toda la comodidad del mundo, puesto que a pesar de tener un alto rango ahora estaba acostumbrado a esas calles cuando era un soldado. Niños, hijos de algún mercader correteaban y jugaban, mientras que algunos comían unas frutas.
Allá a lo lejos se podía ver la inmensa estructura al centro de la ciudad, El coliseo Romano e ahí a donde iba el Senador. Arregló su traje mientras caminaba con más claridad ahora que podía visualizar el objetivo. Con velocidad apuraba su paso y las tiendas quedaban en su espalda, era hora de trabajar un poco con su queridísimo Palumbus. Que tanto había pagado por las habilidades que éste tenía.
Realmente, era extraño ver a un hombre de su calaña estar caminando por las calles de la ciudad con más esplendor en todo el mundo. Cerró sus ojos, puesto que estaba agotado ya que había hecho un gran trayecto a pie desde los distritos desolados al otro lado del Tiber. Algunos puestos en los mercados comenzaban ya a abrir sus puertas, otros ya venían desde la noche abiertos, pero llamaba la atención su presencia ahí.
Sus ojos claros observaban a todos lados, mientras caminaba por las calles del mercado con toda la comodidad del mundo, puesto que a pesar de tener un alto rango ahora estaba acostumbrado a esas calles cuando era un soldado. Niños, hijos de algún mercader correteaban y jugaban, mientras que algunos comían unas frutas.
Allá a lo lejos se podía ver la inmensa estructura al centro de la ciudad, El coliseo Romano e ahí a donde iba el Senador. Arregló su traje mientras caminaba con más claridad ahora que podía visualizar el objetivo. Con velocidad apuraba su paso y las tiendas quedaban en su espalda, era hora de trabajar un poco con su queridísimo Palumbus. Que tanto había pagado por las habilidades que éste tenía.
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Re: Las calles del mercado
Cerró los ojos para concentrarse mejor, ignorando todo lo que pasaba a su alrededor era tenue el cosmos entre el dueño del perro y un nuevo personaje que se hacia presente, era energía cálida la que emanaba de ellos, Enya abrió los ojos lentamente escuchando la conversación de los presentes con poca atención, hasta que Luna habló con su tono poco amable con los extraños como siempre, ya que no era su fuerte el socializar, Enya la siguió escuchando hasta que fue nombrada por Luna, ella la miró confusa ya que no sabía de que estaban hablando o cual era la pregunta su mente no estaba fija en lo que pasaba al frente de sus propios ojos así que atinó a responder cualquier cosa.
- No se que decir - dijo con tono infantil y rascándose la cabeza - disculpen es que andaba con la mente en la luna - se puso a reír tontamente, si bien podría ser muy seria cuando se requería, también podía ser muy infantil sin intentar serlo, aquello podía desconcertar o hacer rabiar a la gente que ya la conocía como Luna, que se reía de ella o se enojaba por ser así de despreocupada a veces, de pronto su mente recordó lo poco de lo mencionado de los jóvenes - esperen ya recordé, la respuesta es si - dijo sonriente esperando que Luna no la matara por esa respuesta tan poco responsable, pero en su interior esperaba saber más y poder dilucidar si ellos podrían ser posibles candidatos o no.
- No se que decir - dijo con tono infantil y rascándose la cabeza - disculpen es que andaba con la mente en la luna - se puso a reír tontamente, si bien podría ser muy seria cuando se requería, también podía ser muy infantil sin intentar serlo, aquello podía desconcertar o hacer rabiar a la gente que ya la conocía como Luna, que se reía de ella o se enojaba por ser así de despreocupada a veces, de pronto su mente recordó lo poco de lo mencionado de los jóvenes - esperen ya recordé, la respuesta es si - dijo sonriente esperando que Luna no la matara por esa respuesta tan poco responsable, pero en su interior esperaba saber más y poder dilucidar si ellos podrían ser posibles candidatos o no.
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Re: Las calles del mercado
Lo primero de todo que tenía que hacer Ioros era responder a la sarcastica pregunta de Argol, mientras por su cabeza le pasaban mil maneras de hacer sufrir dolor a un persona sin que muriese, pero dibujando una sonrisa en su afable rostro respondio:
-Pues la verdad aún no he terminado mis asuntos, solo que tomé este camino y por casualidad te ví. Peró bueno no tengo ninguna obligación de darte explicaciones así que para que alargar más la respuesta sería estúpido.
Parecía que la oferta del joven Argol no fue muy bien acogida por las jovenes, pues la primera rechazó immediatamente la oferta de manera seca y sin muchas palabras, por otro lado estaba la otra chica de pelo rubio, estaba como en otro mundo, completamente distraida en su mente, totalmente absorta del mundo real, a Ioros le surgió la duda en su cabeza, porque una chica quedaría en ese estado en un sitio como ese, tendría algun problema?¿
La primera chica peró preguntó a su compañera que le parecía la idea de Argol, esta por fin reacciono de forma muy infantil almenos eso aparentaba su cuerpo peró a saber que le pasaba por la cabeza a esa jovencita, a Ioros le hizo gracia la forma de rascarse la cabeza de la muchacha y se le pasó de la cabeza su anterior duda,esa muchacha era mucha más lista de lo que aparentaba sin ninguna duda, y finalmente parecíeron aceptar la invitación de Argol, peró Ioros antelandose a una especie de cita con esas dos chicas se intento librar amablemente:
-Me gustaría acompañarles, pero tengo algunos asuntos que resolver, peró os dejo en buenas manos, seguro que Argol y su compañero canino os harán pasar un buen rato, así que jovencitas me despido de vosotras, en cuanto a ti Argol nos vemos en el bosque mas tarde.
Así fue como Ioros se fue alejando dirección al Coliseo de ese extraño grupo de recién conocidos, quizá en un futuro volvieran a coincidir, bueno con Argol seguro y con su perro, y por el bien del canino esperaba que no diese muchos problemas en el campamento porque sino acabaría rápido en un cazo de comida.
-Pues la verdad aún no he terminado mis asuntos, solo que tomé este camino y por casualidad te ví. Peró bueno no tengo ninguna obligación de darte explicaciones así que para que alargar más la respuesta sería estúpido.
Parecía que la oferta del joven Argol no fue muy bien acogida por las jovenes, pues la primera rechazó immediatamente la oferta de manera seca y sin muchas palabras, por otro lado estaba la otra chica de pelo rubio, estaba como en otro mundo, completamente distraida en su mente, totalmente absorta del mundo real, a Ioros le surgió la duda en su cabeza, porque una chica quedaría en ese estado en un sitio como ese, tendría algun problema?¿
La primera chica peró preguntó a su compañera que le parecía la idea de Argol, esta por fin reacciono de forma muy infantil almenos eso aparentaba su cuerpo peró a saber que le pasaba por la cabeza a esa jovencita, a Ioros le hizo gracia la forma de rascarse la cabeza de la muchacha y se le pasó de la cabeza su anterior duda,esa muchacha era mucha más lista de lo que aparentaba sin ninguna duda, y finalmente parecíeron aceptar la invitación de Argol, peró Ioros antelandose a una especie de cita con esas dos chicas se intento librar amablemente:
-Me gustaría acompañarles, pero tengo algunos asuntos que resolver, peró os dejo en buenas manos, seguro que Argol y su compañero canino os harán pasar un buen rato, así que jovencitas me despido de vosotras, en cuanto a ti Argol nos vemos en el bosque mas tarde.
Así fue como Ioros se fue alejando dirección al Coliseo de ese extraño grupo de recién conocidos, quizá en un futuro volvieran a coincidir, bueno con Argol seguro y con su perro, y por el bien del canino esperaba que no diese muchos problemas en el campamento porque sino acabaría rápido en un cazo de comida.
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Re: Las calles del mercado
Miré fijamente a Enya al escuchar aquella respuesta, suspiré inquieta. De cierta manera no me terminaba de sorprender. De no ser porque le tenía tanto aprecio desde que éramos pequeñas, si se hubiese tratado de otra persona la habría abofeteado. Y creo que pudo notar eso en mi reacción ya que la percibí algo nerviosa, no podía culparla mi carácter no era precisamente predecible, je! Pero me extrañó que hubiese hecho algo así tan espontáneamente…irresponsable. Nunca había dudado de su astucia y capacidad y no iba a comenzar a hacerlo ahora, alguna razón debía de haber pero aun así quería entender mejor antes de que nos lanzáramos a algo raro.
Observe de soslayo al joven y al ver que su compañero lo estaba distrayendo momentáneamente con sus inútiles egos, aproveche de acercarme con rapidez a mi amiga y susurrar lo mas bajo que pude.
- Creo ver lo que te intriga, ¿pero te parece adecuado? ¿Que hay de los grandes cosmos? Le perderemos la pista.- inquirí con apuro, intentando ser tan tenue que solo ella pudiese escucharme. Volví rápidamente a vigilar a Argol y todavía estaba distraído, había unos segundos mas. -¿Qué tienes en mente?- pregunté curiosa.
Observe de soslayo al joven y al ver que su compañero lo estaba distrayendo momentáneamente con sus inútiles egos, aproveche de acercarme con rapidez a mi amiga y susurrar lo mas bajo que pude.
- Creo ver lo que te intriga, ¿pero te parece adecuado? ¿Que hay de los grandes cosmos? Le perderemos la pista.- inquirí con apuro, intentando ser tan tenue que solo ella pudiese escucharme. Volví rápidamente a vigilar a Argol y todavía estaba distraído, había unos segundos mas. -¿Qué tienes en mente?- pregunté curiosa.
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Re: Las calles del mercado
La mujer caminaba y caminaba entre la gente de aquella época, mirando y no analizando toda aquella información, pero por brevedad de segundos un golpeteo de la brisa la despertó de su trance de errante de días, mirando que ya no estaba en las asquerosas cloacas del Tiber, era distinto el panorama y la brillantes de las callejuelas como de la gente misma.
Alessa suspiraba entre cada paso dado de su pierna, mirando con asombre y boca abierta todo su alrededor, el mercado era donde yacía esa moribunda, harapienta y sucia, pero no le importaba puesto el ambienté era agradable para sus ojos y nariz, en una esquina se detiene merando como los niños de esa época ambigua, donde l a felicidad empezaba con tan solo tener un trozo de barro con forma animal para divertirse por oras y nunca dejar aquella dicha.
-Pero que hermoso todo esta, tan tranquila y feliz, aquí no hay infelicidad o eso quiero pensar, el sol alumbra distinto y el aire acurruca mejor, mientras la poca nada que se sumerge en el corazón del divagante no es amarga si no amena.
Aquella mujer lo decía con una franqueza exagerada, suspirando no hiso mucho, solo se recargo entre las paredes robusta y cerros su ojos dejando que su mente fuese la que viera con todo ruido estridentes, era así como Alessa imaginaba era si como Aquella comenzaba.
-Mirad corazón este es el nuevo lugar en donde viviré y a futuro arrastrare a Bárbara a venir a aquí que sienta como es en verdad la felicidad, que se sienta en verdad mujer en este lugar.
Alessa suspiraba entre cada paso dado de su pierna, mirando con asombre y boca abierta todo su alrededor, el mercado era donde yacía esa moribunda, harapienta y sucia, pero no le importaba puesto el ambienté era agradable para sus ojos y nariz, en una esquina se detiene merando como los niños de esa época ambigua, donde l a felicidad empezaba con tan solo tener un trozo de barro con forma animal para divertirse por oras y nunca dejar aquella dicha.
-Pero que hermoso todo esta, tan tranquila y feliz, aquí no hay infelicidad o eso quiero pensar, el sol alumbra distinto y el aire acurruca mejor, mientras la poca nada que se sumerge en el corazón del divagante no es amarga si no amena.
Aquella mujer lo decía con una franqueza exagerada, suspirando no hiso mucho, solo se recargo entre las paredes robusta y cerros su ojos dejando que su mente fuese la que viera con todo ruido estridentes, era así como Alessa imaginaba era si como Aquella comenzaba.
-Mirad corazón este es el nuevo lugar en donde viviré y a futuro arrastrare a Bárbara a venir a aquí que sienta como es en verdad la felicidad, que se sienta en verdad mujer en este lugar.
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Re: Las calles del mercado
Sophia caminaba un poco delante de Vergilius con bastante tranquilidad por las calles del mercado mirando de un lado a otro. La verdad… el mercado nunca había sido el destino que buscaba, andaba buscando la calle que diera con el muro de la salida este y, como siempre, había terminado completamente perdida. A la salida este estaba el camino que se dirigía a las pequeñas plantaciones, un lugar que en ese tiempo de caos de cualquier forma habría sido peligroso recorrer, pero que Sophia quería volver a ver. Era lógico que no viera lo peligroso que era para ella y Vergilius haber caminado una ruta que a pesar de ser hermosa, era de gran tránsito y que un grupo grande de malhechores viera a una joven noble caminando prácticamente sola por dicha ruta, de seguro habría significado un eventual secuestro o incluso la perdida de su virtud a la fuerza.
Más aquello no cruzaba por la mente inocente y sencilla de Sophia que hasta entonces había vivido en una pequeña burbuja de cristal en donde aquellos problemas reales no cruzaban en sus estudios. Sólo buscaba con la vista dicha calle que daba a la salida este, y sin quererlo habían terminado recorriendo las calles del mercado, otro lugar bastante inadecuado para alguien de la nobleza Romana. Parecía no notarlo mientras miraba de un lugar a otro, pero los ojos lentamente se posicionaban en ellos y sobre todo en las joyas que portaba Sophia. Definitivamente no había sido buena idea llegar ahí a pie, inmiscuyéndose con la plebe. Pero Sophia parecía ajena a ese detalle, tan sólo caminando sin hablar.
No hablaba, pues pensaba que no le hacía nada de gracia a Vergilius estar ahí con ella, lo cual la incomodaba un poco, pero lo intentaba ocultar con su excesivo animo. Quería tratar al menos de que Vergilius se viera menos preocupado, ver su expresión un tanto ajena y distante la ponía inquieta pensando en que podía hacer para levantar aquella carga de los hombros de su primo, pero… no se había dado la situación como ella esperaba. Después de ver como arqueaba la ceja cuando ella le ofreció su mano… sólo sentía nervio de que su presencia comenzara a molestar a Vergilius. Después de todo, el deseo de Sophia de estar con él no nacía por querer ser la esposa de un gran líder, ni por su riqueza, ni por querer evitar seguir envejeciendo sin ofertas de matrimonio… su deseo nacía simplemente del hecho de estar enamorada y querer verlo feliz. Por lo mismo, se sentía un poco frustrada al ver que no conseguía encontrar la calle que diera con la salida este. Pensaba que caminar por dicho paisaje tendría que animar a cualquiera en un día caluroso.
- Estem…eh… - Dijo nerviosa parando en un lugar en donde la calle se dividía en tres posibles caminos. – Uhmm…. – Sonriendo siguió caminando hacia el este, buscando la famosa calle que daba a la salida de la ciudad. – ¡Debe ser por acá…! - Expresó animosa mientras miraba de un lado a otro las cosas que se vendían en la calle. Para ella, aquel camino por el barro y la gente era lo más cercano al mejor día que había pasado en mucho tiempo. Se sentía tan feliz de ver como se vendían los animales, los hermosos caballos, las aves, las frutas, verduras, los utensilios.
De pronto simplemente paró en una banca donde se sentaba una vieja canosa y de piel oscura que vendía peras de agua, rojas por fuera y blancas por dentro. Sophia le estiró una moneda de cobre y sacó dos de ellas, una que le pasó a Vergilius y la la dejó en sus manos lista para llevarla a su boca y darle un mordisco. Estaba bastante contenta pues le gustaban las peras y en la Villa por desgracia no había un solo árbol de ellas… pero al parecer, el destino no planeaba que la joven comiera peras ese día pues justo en el momento en que le iba a dar un mordisco... sus ojos se encontraron con los de un niño que la miraba a unos tres pasos de distancia.
Estaba cubierto en barro, sus rodillas estaban heridas y sus ropajes agujerados. A su lado, había una niña en las mismas condiciones, tan sucios en barro que ni si quiera se podría haber distinguido con claridad de que color era su piel.
- Toma niño… - Dijo estirando su mano en dirección a éste. El infante no se acercó a ella, por el contrario, dio un paso atrás. Se veía famélico, en los huesos prácticamente mientras abrazaba a la niña a su lado. – No tengas miedo… no voy a lastimarte. – Incluso con esas palabras, el impúber no se movía. Sophia comenzaba a mostrar en su rostro la angustia de ver aquello y la forma en que uno a uno salían de su escondite más niños y se acercaban a ella con lentitud. – Es un regalo… - Un niño aparecía de su escondite bajo un cajón, otra niña se abría paso de su resguardo bajo una mesa del mercado, otros que miraban desde la distancia se acercaban tímidamente, y antes de que tanto Vergilius o Sophia se dieran cuenta, había al menos una decena de niños mirando con sus enormes ojos tristes aquella única pera que se le ofrecía al infante que aun abrazaba a su hermana con timidez.
Pronto, Sophia vio que no tendría dinero para alimentarlos a todos. No solía portar dinero consigo aparte de una que otra moneda para pagar a los sirvientes que la atendían cuando viajaba para compensar sus atenciones. Despues de todo, quien arreglaba los asuntos economicos en su casa era Fye, no ella. Si ella necesitaba dinero para algo, debía pedirselo a Fye.
Sus ojos se movieron a su mano, y entonces, la niña que estaba junto a su hermano dio un paso al frente causando que el resto soltara un suspiro de temor. Estiró su pequeño brazo tiritando de miedo y lentamente puso su mano sobre la pera para alcanzarla.
- Gra…gracias… - Murmuró mientras su otra mano también alcanzaba la pera que observó dudosa un instante antes de darle un mordisco. De inmediato el resto comenzó a acercarse esperando tambien comer.
Sophia vio en la situación que se encontraba. El resto de los niños también necesitaban comer algo y esperaban el mismo trato. Nerviosa observó en su mano el anillo que portaba, único recuerdo de su madre… una herencia familiar que había sido su único legado por ser mujer. Sin dudarlo un instante y sabiendo que era lo único de valor que portaba que podría negociar por comida, lo retiró de su dedo anular y lo extendió a la señora de edad que vendía frutas.
- ¿Aceptaría este anillo para alimentar a estos niños? – Preguntó con algo de tristeza en su voz. Si recibía un no, vería a aquellas criaturas entristecidas y no creía poder aguantar la decepción de aquello. No estaba triste por dejar el recuerdo de su madre sino… por las condiciones precarias en que se encontraba el verdadero pueblo de Roma.
- Señorita… con ese anillo podría alimentarlos por un mes. No lo puedo aceptar. – Indicó la mujer retirando hacia Sophia el anillo... la mujer aunque era negociante, parecía ser honrada y no se aprovecharía de la ingenuidad comerciante de Sophia.
- ¿Qué tal mis aros? Tienen algo de oro en ellos... - Insistió Sophia retirándoselos y mostrándoselos más de cerca a la anciana.
- Seis peras por cada aro. – Dijo la señora, viendo que podría revender aquella joyería posteriormente aceptándolos y dejando que los niños comenzaran a retirar la fruta uno a uno de la mesa en que vendía.
Sophia sonrió aliviada y se agachó extendiendo una de las peras al primer niño que apareció. El chico la tomó entre sus manos con una sonrisa y ese era todo el pago que necesitaba Sophia por ello. Observó como se alejaban los niños comiendo frutas y sonrió… los había hecho feliz con un acto tan simple. Suspirando levantó su rostro levemente y sólo entonces notó la presencia de Vergilius. Era extraño… pero cuando vio el sufrimiento en los ojos de aquellos niños, se olvidó completamente de la presencia de su primo. Le dio una mirada bastante sorprendida… como recordando que era lo que realmente hacía ahí y dándose cuenta que era posible que dicha actitud de intercambiar sus pertenencias por comida, podría haberlo molestado o incluso deshonrado.
- Las guerras. – Dijo volviendo a pararse y mirándolo a los ojos con seriedad, un poco de melancolía y una pisca de abnegación. – Alimentar a las legiones con el poco trigo que se produce en Italia ha traído hambruna a Roma. El trigo ahora es un bien codiciado pues escasea desde que tu madrastra convenció al emperador para que hiciera que el Senado declarara la guerra contra Egipto. Como ya no llega grano desde esas tierras… quienes ya no pueden costear el trigo y la harina… son el pueblo de Roma… y sus niños pasan hambre mientras Diva disfraza la hambruna con excesivos gastos como el desfile de hoy.
Sophia sabía que no era propio de una dama cuestionar los motivos del imperio, ni sus estrategias ni las guerras que tanta gloria traían a Roma. Pero también… traían hambre y sufrimiento en las personas más desprotegidas de todas, las clases bajas. Al mismo tiempo, sabía que no estaba hablando con un político, sino con su primo… la persona en quien más confiaba. Si no podía decirle a él lo que realmente pensaba, significaría que lo que sentía por el era falso, pues lo mas importante entre dos personas que se aman es la confianza que depositan la una en la otra.
- Se que no debería decirte estas cosas, se que no es mi lugar cuestionar los asuntos de tu padre ni de tu familia… ni si quiera los tuyos…lo siento Vergilius.
Más aquello no cruzaba por la mente inocente y sencilla de Sophia que hasta entonces había vivido en una pequeña burbuja de cristal en donde aquellos problemas reales no cruzaban en sus estudios. Sólo buscaba con la vista dicha calle que daba a la salida este, y sin quererlo habían terminado recorriendo las calles del mercado, otro lugar bastante inadecuado para alguien de la nobleza Romana. Parecía no notarlo mientras miraba de un lugar a otro, pero los ojos lentamente se posicionaban en ellos y sobre todo en las joyas que portaba Sophia. Definitivamente no había sido buena idea llegar ahí a pie, inmiscuyéndose con la plebe. Pero Sophia parecía ajena a ese detalle, tan sólo caminando sin hablar.
No hablaba, pues pensaba que no le hacía nada de gracia a Vergilius estar ahí con ella, lo cual la incomodaba un poco, pero lo intentaba ocultar con su excesivo animo. Quería tratar al menos de que Vergilius se viera menos preocupado, ver su expresión un tanto ajena y distante la ponía inquieta pensando en que podía hacer para levantar aquella carga de los hombros de su primo, pero… no se había dado la situación como ella esperaba. Después de ver como arqueaba la ceja cuando ella le ofreció su mano… sólo sentía nervio de que su presencia comenzara a molestar a Vergilius. Después de todo, el deseo de Sophia de estar con él no nacía por querer ser la esposa de un gran líder, ni por su riqueza, ni por querer evitar seguir envejeciendo sin ofertas de matrimonio… su deseo nacía simplemente del hecho de estar enamorada y querer verlo feliz. Por lo mismo, se sentía un poco frustrada al ver que no conseguía encontrar la calle que diera con la salida este. Pensaba que caminar por dicho paisaje tendría que animar a cualquiera en un día caluroso.
- Estem…eh… - Dijo nerviosa parando en un lugar en donde la calle se dividía en tres posibles caminos. – Uhmm…. – Sonriendo siguió caminando hacia el este, buscando la famosa calle que daba a la salida de la ciudad. – ¡Debe ser por acá…! - Expresó animosa mientras miraba de un lado a otro las cosas que se vendían en la calle. Para ella, aquel camino por el barro y la gente era lo más cercano al mejor día que había pasado en mucho tiempo. Se sentía tan feliz de ver como se vendían los animales, los hermosos caballos, las aves, las frutas, verduras, los utensilios.
De pronto simplemente paró en una banca donde se sentaba una vieja canosa y de piel oscura que vendía peras de agua, rojas por fuera y blancas por dentro. Sophia le estiró una moneda de cobre y sacó dos de ellas, una que le pasó a Vergilius y la la dejó en sus manos lista para llevarla a su boca y darle un mordisco. Estaba bastante contenta pues le gustaban las peras y en la Villa por desgracia no había un solo árbol de ellas… pero al parecer, el destino no planeaba que la joven comiera peras ese día pues justo en el momento en que le iba a dar un mordisco... sus ojos se encontraron con los de un niño que la miraba a unos tres pasos de distancia.
Estaba cubierto en barro, sus rodillas estaban heridas y sus ropajes agujerados. A su lado, había una niña en las mismas condiciones, tan sucios en barro que ni si quiera se podría haber distinguido con claridad de que color era su piel.
- Toma niño… - Dijo estirando su mano en dirección a éste. El infante no se acercó a ella, por el contrario, dio un paso atrás. Se veía famélico, en los huesos prácticamente mientras abrazaba a la niña a su lado. – No tengas miedo… no voy a lastimarte. – Incluso con esas palabras, el impúber no se movía. Sophia comenzaba a mostrar en su rostro la angustia de ver aquello y la forma en que uno a uno salían de su escondite más niños y se acercaban a ella con lentitud. – Es un regalo… - Un niño aparecía de su escondite bajo un cajón, otra niña se abría paso de su resguardo bajo una mesa del mercado, otros que miraban desde la distancia se acercaban tímidamente, y antes de que tanto Vergilius o Sophia se dieran cuenta, había al menos una decena de niños mirando con sus enormes ojos tristes aquella única pera que se le ofrecía al infante que aun abrazaba a su hermana con timidez.
Pronto, Sophia vio que no tendría dinero para alimentarlos a todos. No solía portar dinero consigo aparte de una que otra moneda para pagar a los sirvientes que la atendían cuando viajaba para compensar sus atenciones. Despues de todo, quien arreglaba los asuntos economicos en su casa era Fye, no ella. Si ella necesitaba dinero para algo, debía pedirselo a Fye.
Sus ojos se movieron a su mano, y entonces, la niña que estaba junto a su hermano dio un paso al frente causando que el resto soltara un suspiro de temor. Estiró su pequeño brazo tiritando de miedo y lentamente puso su mano sobre la pera para alcanzarla.
- Gra…gracias… - Murmuró mientras su otra mano también alcanzaba la pera que observó dudosa un instante antes de darle un mordisco. De inmediato el resto comenzó a acercarse esperando tambien comer.
Sophia vio en la situación que se encontraba. El resto de los niños también necesitaban comer algo y esperaban el mismo trato. Nerviosa observó en su mano el anillo que portaba, único recuerdo de su madre… una herencia familiar que había sido su único legado por ser mujer. Sin dudarlo un instante y sabiendo que era lo único de valor que portaba que podría negociar por comida, lo retiró de su dedo anular y lo extendió a la señora de edad que vendía frutas.
- ¿Aceptaría este anillo para alimentar a estos niños? – Preguntó con algo de tristeza en su voz. Si recibía un no, vería a aquellas criaturas entristecidas y no creía poder aguantar la decepción de aquello. No estaba triste por dejar el recuerdo de su madre sino… por las condiciones precarias en que se encontraba el verdadero pueblo de Roma.
- Señorita… con ese anillo podría alimentarlos por un mes. No lo puedo aceptar. – Indicó la mujer retirando hacia Sophia el anillo... la mujer aunque era negociante, parecía ser honrada y no se aprovecharía de la ingenuidad comerciante de Sophia.
- ¿Qué tal mis aros? Tienen algo de oro en ellos... - Insistió Sophia retirándoselos y mostrándoselos más de cerca a la anciana.
- Seis peras por cada aro. – Dijo la señora, viendo que podría revender aquella joyería posteriormente aceptándolos y dejando que los niños comenzaran a retirar la fruta uno a uno de la mesa en que vendía.
Sophia sonrió aliviada y se agachó extendiendo una de las peras al primer niño que apareció. El chico la tomó entre sus manos con una sonrisa y ese era todo el pago que necesitaba Sophia por ello. Observó como se alejaban los niños comiendo frutas y sonrió… los había hecho feliz con un acto tan simple. Suspirando levantó su rostro levemente y sólo entonces notó la presencia de Vergilius. Era extraño… pero cuando vio el sufrimiento en los ojos de aquellos niños, se olvidó completamente de la presencia de su primo. Le dio una mirada bastante sorprendida… como recordando que era lo que realmente hacía ahí y dándose cuenta que era posible que dicha actitud de intercambiar sus pertenencias por comida, podría haberlo molestado o incluso deshonrado.
- Las guerras. – Dijo volviendo a pararse y mirándolo a los ojos con seriedad, un poco de melancolía y una pisca de abnegación. – Alimentar a las legiones con el poco trigo que se produce en Italia ha traído hambruna a Roma. El trigo ahora es un bien codiciado pues escasea desde que tu madrastra convenció al emperador para que hiciera que el Senado declarara la guerra contra Egipto. Como ya no llega grano desde esas tierras… quienes ya no pueden costear el trigo y la harina… son el pueblo de Roma… y sus niños pasan hambre mientras Diva disfraza la hambruna con excesivos gastos como el desfile de hoy.
Sophia sabía que no era propio de una dama cuestionar los motivos del imperio, ni sus estrategias ni las guerras que tanta gloria traían a Roma. Pero también… traían hambre y sufrimiento en las personas más desprotegidas de todas, las clases bajas. Al mismo tiempo, sabía que no estaba hablando con un político, sino con su primo… la persona en quien más confiaba. Si no podía decirle a él lo que realmente pensaba, significaría que lo que sentía por el era falso, pues lo mas importante entre dos personas que se aman es la confianza que depositan la una en la otra.
- Se que no debería decirte estas cosas, se que no es mi lugar cuestionar los asuntos de tu padre ni de tu familia… ni si quiera los tuyos…lo siento Vergilius.
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Re: Las calles del mercado
Narración// Dialogo del Infante// Dialogo de Alessa
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Al culmino de aquellas frases que ínsito en la soledad de la callejuela, mientras la niñez de aquel mercado aglomerado se divertía con sencillez, unos de los pequeñuelos percato como Alessa admiraba su enternecedora felicidad: con ojos límpidos y una sonrisa sin igual.
Lentamente el de castaños cabellos y estatura no pasando el metro, se le acercaba ha la muchacha indolente, la cual, recargada y entre cruzada de brazos como piernas en la tapia húmeda estaba.
Alessa se asusta levemente y se queda mirando con asombre al jovencito, tragando saliva dijo con desconfianza:
-Que se le ofrece mi niño, si desea monedas, le recomiendo: que ha esta errabunda de casa, no le pida… (Degluto saliva) …pues ella esta en las mismas, así que váyase a jugar y no molestes.
Fijando la mirada en aquella faz sucia pero contenta, era así como Alessa se defendía instintivamente de la cercanía de aquel infante, escupiendo a un lado, la mujer solo se cruzaba nuevamente de brazos, mientras murmuraba sonidos sin coherencia alguna, aquel niño cierra los ojos mientras decía con tranquilidad:
-No mi señorita, no he venido a pedir monedas aunque sea mendigó, ni mucho menos a molestarle, es que… he observado el como mira nuestro encuentros de juego, y me percate que usted esta sola y demasiado triste, con tan solo ver sus ojos azulados, como el mero cielo que nos envuelve en este momento, y cuando yo estoy así de triste como usted, lo único que hago es jugar con mi animalito de barro. Y aunque sus ojos estén corrompidos con la oscuridad de la nada, su aura refleja una total confianza, así que, señorita tomad mi juguetito y espero inyecte en su ser la felicidad necesaria para sonreír francamente.
Aquel jovenzuelo de escasa edad, hablaba con gran fluidez, una educación que Alessa no conoció nunca, solo estiro la mano y sujeto firmemente con la diestra el juguetito, mientras el niñito se alejaba con una sonrisa enorme entre sus chapeadas mejillas, la mujer en susurros decía:
-Inocencia aun existe, pero por desgracia se extingue, puesto aun la denigración yace entre la plebe Romana, desgraciadamente nuestro nobles señoríos, solo se preocupan de sus diversiones, mientras dejan morir a su pueblo… aun así… gracias mi niño, ¡si gracias!… gracias por querer mutar una esperanza inexistente en mi corazón.
Sonriendo, fija la mirada en el infante juguetón, dando una leve reverencia con el rostro, era así como Alessa le agradecía, por aquel acto de humanidad repentina, desviando su vista hacia abajo, pasando de mano a mano aquel juguetillo de barro, se distraía.
Lentamente el de castaños cabellos y estatura no pasando el metro, se le acercaba ha la muchacha indolente, la cual, recargada y entre cruzada de brazos como piernas en la tapia húmeda estaba.
Alessa se asusta levemente y se queda mirando con asombre al jovencito, tragando saliva dijo con desconfianza:
-Que se le ofrece mi niño, si desea monedas, le recomiendo: que ha esta errabunda de casa, no le pida… (Degluto saliva) …pues ella esta en las mismas, así que váyase a jugar y no molestes.
Fijando la mirada en aquella faz sucia pero contenta, era así como Alessa se defendía instintivamente de la cercanía de aquel infante, escupiendo a un lado, la mujer solo se cruzaba nuevamente de brazos, mientras murmuraba sonidos sin coherencia alguna, aquel niño cierra los ojos mientras decía con tranquilidad:
-No mi señorita, no he venido a pedir monedas aunque sea mendigó, ni mucho menos a molestarle, es que… he observado el como mira nuestro encuentros de juego, y me percate que usted esta sola y demasiado triste, con tan solo ver sus ojos azulados, como el mero cielo que nos envuelve en este momento, y cuando yo estoy así de triste como usted, lo único que hago es jugar con mi animalito de barro. Y aunque sus ojos estén corrompidos con la oscuridad de la nada, su aura refleja una total confianza, así que, señorita tomad mi juguetito y espero inyecte en su ser la felicidad necesaria para sonreír francamente.
Aquel jovenzuelo de escasa edad, hablaba con gran fluidez, una educación que Alessa no conoció nunca, solo estiro la mano y sujeto firmemente con la diestra el juguetito, mientras el niñito se alejaba con una sonrisa enorme entre sus chapeadas mejillas, la mujer en susurros decía:
-Inocencia aun existe, pero por desgracia se extingue, puesto aun la denigración yace entre la plebe Romana, desgraciadamente nuestro nobles señoríos, solo se preocupan de sus diversiones, mientras dejan morir a su pueblo… aun así… gracias mi niño, ¡si gracias!… gracias por querer mutar una esperanza inexistente en mi corazón.
Sonriendo, fija la mirada en el infante juguetón, dando una leve reverencia con el rostro, era así como Alessa le agradecía, por aquel acto de humanidad repentina, desviando su vista hacia abajo, pasando de mano a mano aquel juguetillo de barro, se distraía.
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Re: Las calles del mercado
El viaje habia sido largo, pero poco a poco fui entrando a roma, acercándonos por los caminos del bosque, cada paso que daba se hacía una sensación indescriptible, estaba ahora cerca del gran imperio, las casas comenzaban a cambiar, la gente de distintos lugares hacían gala de presencia ahí, animales, carruajes, piedras preciosas, cadenas de oro, y pequeños detalles eran bien vistos por los propios compradores, guardias había por doquier, siempre con sus lanzas, espadas y escudos dispuestos a atravesar a cualquiera que alterara el orden público, yo venía a ver si de alguna forma podría tener algún contacto con Asgard, para saber la situación, y de mi futuro regreso, por si acaso se necesitara de mi presencia, aunque con las suposiciones de los soldados galos, tenian muy pocas esperanzas.
Muchos de los compradores se acercaban a mí, como no tenia alguna capa que me cubriera por completo, rapidamente lo que mas resaltó fue el arpa, y pronto se acercaron los comerciantes, hasta que uno de ellos se atrevió a preguntarme.
Esa fina pieza tallada en roble, con finos grabados debe de ser parte de mi colección de instrumentos, cuanto pides por él. Dijo.
Esta arpa no está en venta, señores. y comencé a caminar de nueva cuenta, hasta que por algún motivo, no sé cómo, pero un rugido de los guardias me alerto, su caminata y el choque de espadas, me comenzo a asustar pensando en que me detendrian a mi, en mi afan de salir de ahi, y en un movimiento brusco me pegue a una pared, y al tratar de escabullirme, golpee a una joven, y segundos después, un sonido se escuchó en el aire, una pieza de barro se rompió en el acto, no sabía qué hacer, solo atine a agacharme, y tratar de poder tomar trozo por trozo, pero ahora, mire a la cara de la joven, y no tuve cara para mirarle a los ojos, me levante, y lleve mis manos junto a los de ella, para entregar los pedazos, y con mi cara agachada, solo unas palabras salieron de mi boca.
Disculpa por haberte roto tu animalito, no tengo mucho dinero, y parece ser una pieza cara, dime cómo puedo pagártelo.
Espere la respuesta, con la cara de vergüenza por lo sucedido, los pequeños momentos que pasaron se me hicieron eternos, solo las palabras de ella, sería lo primordial para romper ese silencio que me mataba.
Muchos de los compradores se acercaban a mí, como no tenia alguna capa que me cubriera por completo, rapidamente lo que mas resaltó fue el arpa, y pronto se acercaron los comerciantes, hasta que uno de ellos se atrevió a preguntarme.
Esa fina pieza tallada en roble, con finos grabados debe de ser parte de mi colección de instrumentos, cuanto pides por él. Dijo.
Esta arpa no está en venta, señores. y comencé a caminar de nueva cuenta, hasta que por algún motivo, no sé cómo, pero un rugido de los guardias me alerto, su caminata y el choque de espadas, me comenzo a asustar pensando en que me detendrian a mi, en mi afan de salir de ahi, y en un movimiento brusco me pegue a una pared, y al tratar de escabullirme, golpee a una joven, y segundos después, un sonido se escuchó en el aire, una pieza de barro se rompió en el acto, no sabía qué hacer, solo atine a agacharme, y tratar de poder tomar trozo por trozo, pero ahora, mire a la cara de la joven, y no tuve cara para mirarle a los ojos, me levante, y lleve mis manos junto a los de ella, para entregar los pedazos, y con mi cara agachada, solo unas palabras salieron de mi boca.
Disculpa por haberte roto tu animalito, no tengo mucho dinero, y parece ser una pieza cara, dime cómo puedo pagártelo.
Espere la respuesta, con la cara de vergüenza por lo sucedido, los pequeños momentos que pasaron se me hicieron eternos, solo las palabras de ella, sería lo primordial para romper ese silencio que me mataba.
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Re: Las calles del mercado
Las horas pasaban y el calor se intensificaba, las olas de soledad nuevamente nacía entre aquella diagonal, pues los niños se habían alejado de la cercanía de la errante, hasta disiparse por completo, aun así no le importo a la mujer, pues a los lejos un extraño llamaba la atención de la servidumbre Romana, y por lo menos ruido se derrochaba, Alessa no haciendo tanto caso de aquel apabulle, seguía clavada en sus pensamientos apacibles.
Minutos demasiados largos, llenos de ecos, pero que para aquella alma lastimada y humillada le eran de grato como sosiego, solo sonreía con gran ternura mirando aquella piececilla de barro, como si su infancia regresara en imágenes pausadas ante su vista borrosa de lágrimas, si… lagrimas saladas como si fueran mares, que se desbordaban de su cause, mientras la piel reseca y partida daba paso aquellos caudales entre sus mejillas.
Pero todo eso culmino, cuando una fuerza de desdén azoto el delgado cuerpo de Alessa, casi haciéndola sucumbir en aquel suelo reseco, pero no fue así, pues como instinto tuvo que soltar aquel juguetito para sostenerse entre la tapia, salvándose ella pero no aquel recuerdo, clavando la mirada hacia aquella pieza de barro, que se disipaba por doquier, permaneciendo circunspecta por meros segundos, hasta que una vos dijo: “Disculpa por haberte roto tu animalito, no se como podría pagar los daños, parece ser una pieza cara, dime como puedo pagártelo.”
Aun siendo mas cruel aquel hombre extraño, pone entre las manos de la damisela, el recuerdo destrozado de una inocencia efímera, Alessa iracundamente le mira por brevedad de tiempo, para después cavilar un poco y suspirar, fijando su vista azulada a aquellos ojos llenos de una droga tan dañina, tan ruin, como lo era el miedo, Alessa con seriedad se expresaba:
-Efectivamente hombre extranjero, esta pieza es demasiada cara, que ni un mismo rey pueda pagar, pues aunque refleje calidad en su elaboración artesanal, a los sentimientos no se le puede poner precio fijo… Aun así, el pasado ya quedo entre este suelo vago, y aunque quisiera que las migajitas que permanecen adheridas al suelo, crezcan en un venidero futuro, como arboles de frutos juguetones, y darme felicidad de nuevo, se que tan solo es un sueño incansable, aun así, me siento honrada de haber tenido tan hermosa pieza entre mis manos, rogando en silenció, que los sentimientos mutados por esta piececita de barro, no desaparezca fugazmente como el juguete mismo.
Sonriendo lastimeramente, la mujer cierra su puño con gran fuerza, haciendo polvo las rebabas del juguetillo, para así de nuevo explayar su mano mientras la brisa descarada se robaba aquel polvo entreverado en su palma, segundos de silencio incomodo, para después corromperlo con el palmear de amabas manos, con tan solo un fin: sacudir los pequeñitos residuos en su desnudas extremidades. Mira al extraño y dice:
-Así de efímera es la felicidad mundana, así de dolorosa y así se olvidara… bueno pues… que le vamos ha hacer, tan solo olvidar que paso tal desgracia comunal para mi corazón, y ahora me presento antes usted extranjero: Mi nombre es Alessa y ¿usted como se llama?
Guardo silencio, fijo su mirada reflejando un vacio doloroso en su alma, aguardando las palabras de aquel que tenia en frente.
Of Topic: Se permite el manipulo de movimientos motrices, pero no de diálogos ni sentimientos reflejados… solo indiferencia.
Minutos demasiados largos, llenos de ecos, pero que para aquella alma lastimada y humillada le eran de grato como sosiego, solo sonreía con gran ternura mirando aquella piececilla de barro, como si su infancia regresara en imágenes pausadas ante su vista borrosa de lágrimas, si… lagrimas saladas como si fueran mares, que se desbordaban de su cause, mientras la piel reseca y partida daba paso aquellos caudales entre sus mejillas.
Pero todo eso culmino, cuando una fuerza de desdén azoto el delgado cuerpo de Alessa, casi haciéndola sucumbir en aquel suelo reseco, pero no fue así, pues como instinto tuvo que soltar aquel juguetito para sostenerse entre la tapia, salvándose ella pero no aquel recuerdo, clavando la mirada hacia aquella pieza de barro, que se disipaba por doquier, permaneciendo circunspecta por meros segundos, hasta que una vos dijo: “Disculpa por haberte roto tu animalito, no se como podría pagar los daños, parece ser una pieza cara, dime como puedo pagártelo.”
Aun siendo mas cruel aquel hombre extraño, pone entre las manos de la damisela, el recuerdo destrozado de una inocencia efímera, Alessa iracundamente le mira por brevedad de tiempo, para después cavilar un poco y suspirar, fijando su vista azulada a aquellos ojos llenos de una droga tan dañina, tan ruin, como lo era el miedo, Alessa con seriedad se expresaba:
-Efectivamente hombre extranjero, esta pieza es demasiada cara, que ni un mismo rey pueda pagar, pues aunque refleje calidad en su elaboración artesanal, a los sentimientos no se le puede poner precio fijo… Aun así, el pasado ya quedo entre este suelo vago, y aunque quisiera que las migajitas que permanecen adheridas al suelo, crezcan en un venidero futuro, como arboles de frutos juguetones, y darme felicidad de nuevo, se que tan solo es un sueño incansable, aun así, me siento honrada de haber tenido tan hermosa pieza entre mis manos, rogando en silenció, que los sentimientos mutados por esta piececita de barro, no desaparezca fugazmente como el juguete mismo.
Sonriendo lastimeramente, la mujer cierra su puño con gran fuerza, haciendo polvo las rebabas del juguetillo, para así de nuevo explayar su mano mientras la brisa descarada se robaba aquel polvo entreverado en su palma, segundos de silencio incomodo, para después corromperlo con el palmear de amabas manos, con tan solo un fin: sacudir los pequeñitos residuos en su desnudas extremidades. Mira al extraño y dice:
-Así de efímera es la felicidad mundana, así de dolorosa y así se olvidara… bueno pues… que le vamos ha hacer, tan solo olvidar que paso tal desgracia comunal para mi corazón, y ahora me presento antes usted extranjero: Mi nombre es Alessa y ¿usted como se llama?
Guardo silencio, fijo su mirada reflejando un vacio doloroso en su alma, aguardando las palabras de aquel que tenia en frente.
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Re: Las calles del mercado
A pesar de que la distracción sobre la respuesta era poca, Enya escuchó al joven de cabellos azules el cual se retiraba del lugar en dirección al Coliseo de Roma, cerró sus ojos y lanzó un suspiro miró al tipo y su perro que ya no estaban cerca de ellas, para luego mirar a Luna la cual le decía algunas palabras.
- Habrá que seguirlos y vigilarlos, quiero saber el porque hay tanta concentración de cosmos en esta ciudad - dijo seria y pensativa mientras se tomaba el mentón, cerrando los ojos para nuevamente concentrarse, de pronto como si nada la presencia de otros cosmos algunos de tipo oscuro le llamaron la atención, pero un cosmos fuerte, puro e inocente hacía presencia en el lugar, abrió los ojos con rapidez buscando a aquella persona que emitía aquella energía bondadosa, miró a Luna fijamente.
- Esta cerca - la seriedad con el que dijo aquellas palabras eran para llamar la atención de la lemuriana de cabellos rubios y le ayudase para encontrar a aquella persona que emitía ese cosmos singular en aquel lugar - ese cosmos es demasiado puro – dijo con determinación para nuevamente cerrar los ojos y buscar a la persona que lo emitía, si bien no sabía de quien podría ser le era muy llamativo y quería saber más sobre aquella persona tan especial, de la nada comenzó a moverse entre la muchedumbre del lugar intentando localizar a aquella persona, pero parecía que era en vano ya que la muchedumbre parecía una marea de persona y le impedía el paso desplazándola en dirección contraria a la que se dirigía, comenzó a ofuscarse parecía que el destino quería impedirle buscar a aquella persona, pero a pesar de ello intentó nuevamente ir en contra de la marea de gente que le impedía el paso.
- Habrá que seguirlos y vigilarlos, quiero saber el porque hay tanta concentración de cosmos en esta ciudad - dijo seria y pensativa mientras se tomaba el mentón, cerrando los ojos para nuevamente concentrarse, de pronto como si nada la presencia de otros cosmos algunos de tipo oscuro le llamaron la atención, pero un cosmos fuerte, puro e inocente hacía presencia en el lugar, abrió los ojos con rapidez buscando a aquella persona que emitía aquella energía bondadosa, miró a Luna fijamente.
- Esta cerca - la seriedad con el que dijo aquellas palabras eran para llamar la atención de la lemuriana de cabellos rubios y le ayudase para encontrar a aquella persona que emitía ese cosmos singular en aquel lugar - ese cosmos es demasiado puro – dijo con determinación para nuevamente cerrar los ojos y buscar a la persona que lo emitía, si bien no sabía de quien podría ser le era muy llamativo y quería saber más sobre aquella persona tan especial, de la nada comenzó a moverse entre la muchedumbre del lugar intentando localizar a aquella persona, pero parecía que era en vano ya que la muchedumbre parecía una marea de persona y le impedía el paso desplazándola en dirección contraria a la que se dirigía, comenzó a ofuscarse parecía que el destino quería impedirle buscar a aquella persona, pero a pesar de ello intentó nuevamente ir en contra de la marea de gente que le impedía el paso.
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Re: Las calles del mercado
La joven que se hacia llamar como Alessa, me empezaba a mirar con profundo odio, aunque tratara de evitarlo, sus ojos la delataban, solo que no me miraba directamente, sacudio sus manos del polvo del brro que le quedo por las manos, al juntar los restos, y con los dientes fruncidos casi para estallar, me hablaba, el nombre me parecia muy lindo, y la dama, no se quedaba atras, con una latura promedio, y unos sensuales labios, me estaban idiotizando, admire por un momento la belleza, pero de pronto, recorde a lo que habia venido, pero en unos cuantos minutos pense, tengo que hacer algo por ella, ese animalillo le tenia recuerdos, por eso mirada antes de hablar se habia perdido en los escombros.
Mira, alessa, como podras ver por mi cabellos y mi barba, yo no soy de aqui, e venido desde muy lejos, me gustaria contarte mi historia pero es muy larga en realidad, sali de mi tierra natal hace meses, y creo que desde ahi, solo me dedico a viajar, creo que me quedare aqui, buscando trabajo... mientras hablaba ella aun no dirigia su mirada hacia mi, y mi nombre es Jabranth,mire a lo lejos unas pequeñas bancas donde uno podia estar sentado por horas viendo el lugar, e invite a la dama a sentarnos, ella parecia aceptar... caminos unos cuantos metros y sentados ahi prosegui...
Alessa, de nuevo quisiera pedirte una disculpa, ahorita no tengo monedas para pagarte, solo lo unico que tengo es mi arpa, y el arte que puedo lograr con ella, dije, mientras tomaba despacio mi lira, y la tomaba con la mano izquierda, y con mi mano derecha la empezaba a afinar.
Solo puedo tocarte una melodia, solo sera para ti, los demas no entenderian, estan ocupados comprando, y creo que esto podra pasar este mal momento que te e echo. dije y suavemente comenze...
Terminando las notas, solo comenze a verla, parecia que queria decirme algo, pero solo el silencio de mi ultima nota, acabaria con todo...
Mira, alessa, como podras ver por mi cabellos y mi barba, yo no soy de aqui, e venido desde muy lejos, me gustaria contarte mi historia pero es muy larga en realidad, sali de mi tierra natal hace meses, y creo que desde ahi, solo me dedico a viajar, creo que me quedare aqui, buscando trabajo... mientras hablaba ella aun no dirigia su mirada hacia mi, y mi nombre es Jabranth,mire a lo lejos unas pequeñas bancas donde uno podia estar sentado por horas viendo el lugar, e invite a la dama a sentarnos, ella parecia aceptar... caminos unos cuantos metros y sentados ahi prosegui...
Alessa, de nuevo quisiera pedirte una disculpa, ahorita no tengo monedas para pagarte, solo lo unico que tengo es mi arpa, y el arte que puedo lograr con ella, dije, mientras tomaba despacio mi lira, y la tomaba con la mano izquierda, y con mi mano derecha la empezaba a afinar.
Solo puedo tocarte una melodia, solo sera para ti, los demas no entenderian, estan ocupados comprando, y creo que esto podra pasar este mal momento que te e echo. dije y suavemente comenze...
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Re: Las calles del mercado
Y aquel se regocijaba por ser extranjero a lo cual Alessa no le interesaba en lo más mínimo, pero era su momento de hablar y no le cortaría tal deseo, tan solo fijaba levemente su mirada en aquellos grueso labios, los cuales escupían palabras ridículas pero que no generaban risas. Y después de presentarse como Jabranth, solo la mujer iracunda esbozó levemente una sonrisa, calma su espíritu y separo por breves minutos sus labios diciendo:
-Mucho gusto Jabranth…
Guardo silesio y tan solo se dirigió hacia las bancas, que aquel hombre lampiño le señalaba, sentándose cruza sus piernas haciendo que levemente su vestido se recogieran, al igual cruzaba sus brazos, fijando su mirada en aquel que de nuevamente palabreaba, queriendo refutar, queriendo bostezar... pero que tan solo sonreía con gran hipocresía, puesto por dentro el dolor le consumía, no por aquel animalito roto, si no por el recuerdo de aquellas palabras de desdén que su alma alcanzo a escuchar, siendo propiciadas por los labios de su hermana menor.
Y aquel hablaba de pagar dicho erro tras el romper del barro, con una tierna melodía, la mujer que se jactaba en toda su patética vida de ser fuerte y nunca lloraba… esa vez no fue así, pues tras escuchar el roce de las cuerdas sedosas de aquella arpa, una melodía tan sublime le invadía, generando que esta soltara llanto de entre sus orbes, un lagrimeo doloroso y extenso que emancipaba los verdaderos sentimientos de la vaga, suspiros y llanto, llanto y amargura, espasmos y raspeo de gargantas, silencio y un correr de aire entre aquellos errantes.
El culmino llegaba con la tarde que se esbozaba, la música culminaba siendo absorbida entre los oídos de Alessa, su espíritu tomaba un temple leve para tan solo decir:
-No hay nada que pagar joven, pues no me costó nada adquirir tal juguete, fue un regalo, algo material, que no hay que ponerle tanta importancia puestos los sentimiento aun se resguardan en lo más profundo de mi mente…igualmente ando buscando trabajo con desespere y de mi historia para que contarla, que yo misma no la conozco, no la recuerdo, no la quiero… así que pues ¿qué hará ahora se retirara o me acompañara un rato mas como signo de permuta?
Le sonrió esta vez con gran amabilidad mientras esperaba su respuesta con gran impaciencia
-Mucho gusto Jabranth…
Guardo silesio y tan solo se dirigió hacia las bancas, que aquel hombre lampiño le señalaba, sentándose cruza sus piernas haciendo que levemente su vestido se recogieran, al igual cruzaba sus brazos, fijando su mirada en aquel que de nuevamente palabreaba, queriendo refutar, queriendo bostezar... pero que tan solo sonreía con gran hipocresía, puesto por dentro el dolor le consumía, no por aquel animalito roto, si no por el recuerdo de aquellas palabras de desdén que su alma alcanzo a escuchar, siendo propiciadas por los labios de su hermana menor.
Y aquel hablaba de pagar dicho erro tras el romper del barro, con una tierna melodía, la mujer que se jactaba en toda su patética vida de ser fuerte y nunca lloraba… esa vez no fue así, pues tras escuchar el roce de las cuerdas sedosas de aquella arpa, una melodía tan sublime le invadía, generando que esta soltara llanto de entre sus orbes, un lagrimeo doloroso y extenso que emancipaba los verdaderos sentimientos de la vaga, suspiros y llanto, llanto y amargura, espasmos y raspeo de gargantas, silencio y un correr de aire entre aquellos errantes.
El culmino llegaba con la tarde que se esbozaba, la música culminaba siendo absorbida entre los oídos de Alessa, su espíritu tomaba un temple leve para tan solo decir:
-No hay nada que pagar joven, pues no me costó nada adquirir tal juguete, fue un regalo, algo material, que no hay que ponerle tanta importancia puestos los sentimiento aun se resguardan en lo más profundo de mi mente…igualmente ando buscando trabajo con desespere y de mi historia para que contarla, que yo misma no la conozco, no la recuerdo, no la quiero… así que pues ¿qué hará ahora se retirara o me acompañara un rato mas como signo de permuta?
Le sonrió esta vez con gran amabilidad mientras esperaba su respuesta con gran impaciencia
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