Entrada Templo del Miedo y el Terror

por Raider Sáb Dic 11, 2010 3:08 am

El templo del terror y el panico estaba tal cual Sarahissa lo recordaba aunque un tanto distinto tambien... se notaba la falta de Ares en el Olimpo, sobre todo la falta de guerreros que estuvieran ahí manteniendo el lugar en el estado que merecía. Ese era el pabellón del gran templo de la guerra reservado al ejercito del cual Sarahissa era parte. El lugar inspiraba al miedo mas profundo de las personas, era realmente extraño, no entraba mucho la luz pues la luz era esperanza y en la desesperación dicho sentimiento no existía.

Los pasillos estaban cubiertos en polvo, una señal que hasta en el Olimpo el tiempo continuaba pasando. No importaba. Ahora que ella estaba ahí era cuestión de llamar ninfas para que limpiaran y volvieran a tener ese lugar con el esplendor que Ares se merecía. No sabía realmente cuales serían los planes de su señor para haberlos despertado a todos esa era, pero seguramente era algo que le causaría diversión. De cualquier forma debía estar en forma para poder enfrentar el desafío con el rostro en alto y no como una perdida. Tenía que levantar el nombre de Ares hasta el cielo junto con los Bersekers. Se preguntaba donde estarían Phobos y Deimos... ellos eran de los encargados para liderar esa revuelta pero ahora no se encontraban ahí... lo cual era lamentable pues le habría gustad presentarles sus respetos.

por Raider Vie Mayo 06, 2011 11:11 pm

Las notas caóticas dieron paso a que se levantara el viento en el templo del miedo y el pánico, dejando que Latrivan entrara en el. Las paredes se veían acabadas por el transcurso del tiempo, se escuchaba un goteo incesante. Pero pasando el primer pasillo, se podían ver los largos pasillos desolados en los cuales entraba una luz bastante lúgubre.

Ahí se encontraba sarahissa, sentándose finalmente entre los pilares para seguir con su tocar. No portaba su armadura, ésta había desaparecido camino al templo de Latrivan. Sólo permanecía la joven pelirosa, tocando su violín con bastante rapidez. Tal vez en su alma sintiera el pesar de haberse deshecho de un enemigo de Ares que al mismo tiempo, era uno de los aliados. Sabía que tendría que dar explicaciones a su señor por su accionar. No le importaba recibir un castigo, prefería morir antes de que los planes de su amo estuvieran en peligro por culpa de un imbécil.

Cerró los ojos, dejando que el viento le pegara en la cara. El Olimpo era un lugar bastante solitario, incluso para ella que adoraba la soledad. Quizás era porque, más que soledad, lo que había en el Olimpo era un sentimiento desgarrador de desolación, como si las almas se fueran encogiendo con cada segundo que pasaba. Pero no sabía si aquello se aplicaba a ella, su corazón de por si estaba completamente vacío. El único sentimiento que aun quedaba en él, era aquel sentimiento desmedido de amor, fervor e idolatría por Ares.

Sentía que el Olimpo se estaba llenando de nuevas presencias, pero no le interesaba de por si conocerlas. No estaba ahí para socializar con el resto de los Bersekers, por el contrario, prefería mantenerse alejada de esos seres traicioneros y trepadores que no dudarían en atacarla por hacerse con su poder.

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