Claro entre las llamas eternas

El miembro 'Mac' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'Ataque debil ' : 1

En cierta manera me sorprendí con aquella técnica empleada por el berseker. Era extraño que uno de los de su “especie” utilizara el tiempo como arma; cosa que no me resultaba muy entretenida que digamos, pero era su elección. Por un momento sentí que envejecía de una manera demasiado rápida, mientras que el guerrero de armadura roja hablaba. Definitivamente ese juego no era de mi agrado y el gesto en mi rostro comenzaba a demostrarlo, pero aún así no hacía nada al respecto.

Fue de esa manera que al acabar con todo eso, aquel sujeto volvió todo a la normalidad, tanto el tiempo como mi aspecto. Miré por un momento alrededor, volviendo a ver el mismo bosque en llamas que resultaba ser parte de los alrededores del templo de la guerra. Suspiré mientras escuchaba las últimas palabras del berseker, justo cuando éste se marchaba.

– Apocalypse… eres un idiota. –comenté en un tono tan bajo que casi no pudo oírse.

Me di media vuelta mirando hacia la dirección en donde estaba el templo principal de aquel recinto. Estaba algo confundida y no sabía qué era lo que debía hacer. Nada cambiaba y yo seguía allí como una idiota pensando qué era lo que podía hacer. Y lo haría por mi cuenta ya que ninguno de mis hermanos siquiera se había preocupado por mí, o eso pensaba. Tenía ganas de dejar todo aquello y marcharme de una vez por todas. ¿Qué me quedaba?

– Eris no regresará… si no lo ha hecho hasta ahora… quién sabe. –comenté en un tono débil e indeciso.– ¿Qué me queda?

La muerte… ese elemento tan preciado y dominado por mí. Mi cosmos… toda esa fuerza y poder que había ganado con el correr del tiempo. Tal vez pertenecía a otro lugar, donde se valorase de otra manera lo que yo poseía en mi ser.

– Poder… respeto… eso necesito. Quiero… derramar sangre en mi camino. Muerte, destrucción… –la ambición en mí crecía a medida que obtenía más fortaleza y quizás eso estaba consumiendo los pocos sentimientos que habitaban en mí. Me sentía incompleta aún con todo lo que poseía, pero a su vez, me sentía superior a todos los que me rodeaban.

– Es tiempo de encontrar mi verdadero destino. Aún no soy quien debería ser… –un aura oscura comenzó a rodearme, junto con algunas almas que aparecían desde la nada… nuevamente la esencia de la muerte se hacía presente en ese bosque, esta vez… para sacarme de allí.– Al demonio con todo esto. Al demonio con la maldita vida! No es esto lo que merezco… quiero más… necesito más poder. No estoy en el lugar que debería estar. ¿Soy sólo el fantasma de la muerte? ¿O acaso merezco algo más?

Las llamas negras comenzaron a rodearme de repente cubriendo por completo todo mi cuerpo. Estaba furiosa, tal vez conmigo misma por no ser en verdad quien deseaba ser. Necesitaba encontrar un propósito para mi existencia.

Iba a empezar una búsqueda, llena de destrucción, ambición, ira, odio, muerte… yo estaba antes que todos los demás, antes que mis hermanos, antes que mis aliados, antes que mi propia diosa y señora a quien siempre había servido. Me estaba convirtiendo en un monstruo, en alguien sin sentimientos ni el más mínimo sentido de lealtad. No podía pertenecer a ningún sitio, siempre lastimaba a los que me rodeaban, los traicionaba… ¿Cómo iba a hacer con ese peso? No podía llevar esa carga por siempre. Tenía que alejarme de todo… buscar mi verdadero destino, ¿A dónde pertenecía mi alma? Tenía que averiguarlo.

Si me quedaba de brazos cruzados, al igual que mis hermanos, los fantasmas, no iba a lograr nada. De esa manera, irónicamente esperaría la propia muerte, dejando que me llevara sin siquiera preguntar el por qué. Tenía la oportunidad de buscar, aprovechar mi poder. Entonces… ¿Por qué esperar?