Recorriendo las calles de la ciudad

Despues de que el señor Defteros me diera uno de sus caballos y de que el tambien se montara en uno, no tardamos en comenzar a dirigirnos de manera lenta hacia la ciudad la cual era bastante mas grande lo que habia podido apreciar la primera vez. Esta vez si pude admirar los edificios y los enormes puesto de mercaderia ademas de algunas otras cosas, puesto que en la noche se veia bastante mejor esa ciudad siendo iluminada solo por antorchas que iban colgadas en cada una de las esquinas. En si me gusto ese paisaje nocturno puesto que era mucho mas tranquilo para poder transitar pero al mismo tiempo no dejaba de ser peligroso puesto que podian haber ladrones en cualquier esquina cosa que me preocupaba mas al mantenerme cerca del señor Defteros me sentia segura pero aun asi sentia cierto miedo a que algo malo sucediera, ya que ultimamente podia sentir muchas energias distintas, unas muy poderosas y otras algo pequeñas pero al mismo tiempo que iban en crecimiento lo cual me seguia preocupando puesto que me preguntaba que es lo que mi querido dios Ra queria decirme con eso.

- Es una ciudad sin duda muy hermosa señor Defteros me agrada como se ve ahora que esta de noche puesto que no hay tanta gente y se puede transitar mas tranquilamente...pero aun asi se me hace extraño puesto que deberia haber al menos algo de movimiento... -dice mientras veia las calles con tranquilidad-

La respuesta del señor Defteros no se hizo esperar a lo cual solo le sonrei puesto que lo que decia era bastante cierto, mas la preocupacion que sentia seguia latente. En especial al oirle decir lo del movimiento militar puesto que significaba que algo malo podria pasar pronto y temia que fuera justamente algo contra mi pais, por lo cual pude evitar poner una mueca de preocupacion ya que de verdad temia que hubiera una nueva guerra pero tambien sabia que mi señora Selene posiblemente estaria preparada para cualquier cosa, en especial para una nueva guerra. Dando un suspiro intente quitar esas ideas de mi cabeza no era bueno que me desanimara ni me preocupara de ese modo o de lo contrario solo atraeria problemas a ese lugar y eso realmente no lo deseaba en ese momento, asi volviendo a mirar al frente decidi el olvidar el tema puesto que estaba segura que mi gesto podia haber preocupado al señor Defteros y no era mi intencion el causarle tales preocupaciones. Mas en ese momento escuche un ruido bastante fuerte el cual asusto al caballo en el que iba haciendo que se inquietara por lo cual comenzo a moverse de manera violenta al tiempo que intentaba tranquilizarlo un poco tomando las riendas con fuerza y tirando de ellas para que se calmara.

- Pero que pudo ser eso...me causo un buen susto por poco y pierdo el control del caballo... -dice mientras veia a todos lados esperando encontrar al responsable de aquel ruido-

Pase por algunos minutos viendo alrededor buscando alguna señal de vida puesto que ese ruido no pudo haber sido causado por otra cosa, no habia viento ni nada parecido mas el señor Defteros volteo un momento a lo cual al seguir lel recorrido de su mirada vi a los responsables del ruido quienes nos habian rodeado en aquel instante. Podrian serladrones o algo peor? mas mi pregunta murio en mi garganta al oir al que parecia el lider de todos los hombres que haora nos rodeaban hablando, no era dificil el imaginar que se referia a mi por modo lascivo en el que me miraba el y todos sus acompñantes a lo cual emiti un ligero suspiro sacando una cinta de entre mis ropas con la cual tome mi cabello en una coleta alta manteniendo un gesto por lo demas serio. Al hablar de ese modo me habian primero ofendido y luego tomado como una debil mujer que no sabia defenderse por lo cual era obvio que de aqui no salian sin un castigo por lo cual me baje del caballo tomando una espada que traia conmigo por su pasaba algo como esto o intentaban robarme.

- Aquellos que osan insultar a los mensajeros de los dioses...recibiran un castigo acorde a sus pecados -dice en su lengua natal dejando perplejos a los hombres que ahora se acercaban mas apenas uno la tomo del brazo esta lo tomo a el con la misma mano lanzandolo contra el grupo que se acercaba haciendo que todos cayeran al suelo mientras se ponia a jugar con la espada- Anubis sera quienes los reciba y quien los torture por su osadia... -vuelve a hablar en su lengua natal mientras esquivaba a los otros que intentaban tomarla desprevenida lanzando algunos cortes que dan en varios hombres haciendolos retroceder-

Habla normal / Habla Egipcia

Apenas terminar de apartar a aquellos tipos de mi, escuche como uno me llamaba hechicera a lo cual solo alce una de mis cejas viendo como salian corriendo luego de ello por miedo a que les hiciera mas daño. Despues de que se fueran guarde la espada en su funda volviendo a soltar mi cabello viendo con cierto enojo el camino que habian tomado esos hombres, puesto que se habian atrevido a querer violarme y luego llamarme hechicera mas habia algo muy distinto entre ser una hechicera y una sacerdotiza asi que me seguia causando enojo por la clase de insulto que me habian dado. En ese momento cerre mis ojos tranquilizandome no queria causarle una mala impresion al señor Defteros ni nada parecido mas su pregunta fue lo que me hizo voltear a verlo escuchando como se disculpaba por lo sucedido con esos hombres recomendando el salir de la ciudad a un sitio mas seguro en este caso era la villa en la que estuvimos hace algunas horas. Di un suspiro algo cansada puesto que al parecer y sin darme cuenta habia liberado parte de mi aura cuando estuve peleando contra esos tipos y el señor Defteros se habia dado cuenta de ello por lo cual le debia al menos una pequeña explicacion de lo que habia sucedido en ese momento.

- No se preocupe tiene todo el derecho de preguntar por lo sucedido...en si es una habilidad que tengo como sacerdotiza y la cual adquiri desde años antes de serlo, es como una auto-defensa contra aquellos que intentan hacerme daño por eso pudo sentir algo de mi aura en el lugar...mas estoy de acuerdo con lo que dice, deberiamos ir a un lugar mas seguro y no es necesario que se disculpe no fue usted quien causo los problemas... -dice sonriendole nuevamente mientras se subia al caballo-

No había pasado mucho tiempo desde que aspros había dejado a Michiru en aquella fuente explicándole sobre la energía que sentía, Se mostraba mas aliviada y segura de si misma Al parecer athena le había enviado a un ángel.
Se encontraba caminando por las calles de la cuidad de Roma su destino era llegar hacía el santuario pero no se sentía lista aun deseaba perder el tiempo y pensar como llegaría, ¿que es lo que dirá? El joven Aspros había aclarado sus dudas y al estar con el se sentía segura y decidida a dirigirse al santuario, la chica de cabellos turquesas continuo caminando sin rumbo alguno ¡Que dilema! es realmente difícil de creer que soy un santo de athena creí ser una chica normal de Britania que adora y disfruta de la música, No estoy enterada de las acciones que realizan los santos además de proteger a su diosa,Michiru descanso cerca de un árbol, donde su sombra lograba cubrir gran parte de su cuerpo refrescándola de aquel caluroso sol Bueno sea cual sea mi destino como santo mi deber es cumplirlo a toda costa

Después de mucho tiempo de andar vagando por los lugares mas exóticos y a la vez mas extremos del mundo, Ikki volvía a Roma, caminaba despacio, no tenía prisa alguna por llegar pues nadie lo esperaba…no tenía familia, amigos, vecinos o conocidos a quienes ansiara ver, pero por azares del destino volvía a su ciudad natal en busca de algo en lo que poder ocuparse. Algo lo llamaba a Roma y no sabía a ciencia cierta que...

Era seguro que nadie lo reconocería, el muchacho que dejó esa ciudad hace muchos años había cambiado de tal manera que se podría decir que había vuelto a nacer, había crecido varios centímetros, su musculatura había aumentado si bien no al punto de ser escandalosa pero era bastante fuerte, tenía una complexión atlética y sus ojos de un azul oscuro demostraban a leguas la fiereza de su corazón mientras que escondían su sorpresa por ver todos los cambios de Roma.

No llevaba más que una vieja mochila que contenía algunas prendas de vestir, un poco de fruta y agua y algo de dinero que tenía desde hacía muchos años. En su cuello colgaba su talismán del volcán y en su mano llevaba su lanza de fuego. En su rostro una expresión desafiante y surcado su cuerpo por muchas heridas y cicatrices seña de su arduo entrenamiento.

Tranquilamente, Ikki recorría las calles de la ciudad, buscando recordar algún lugar que conociera, pero desde que había dejado Roma había jurado a si mismo olvidarse de aquel lugar, no se detuvo en ningún lugar ni dirigió largamente su mirada hacia un punto específico; la gran muchedumbre que deambulaba por la ciudad se apartaba de su paso presintiendo tal vez que lo podían hacer enojar y por temor a su aspecto y a su lanza. Ikki estaba acostumbrado a esto y no le incomodaba, sino que lo prefería pues así podía seguir con su vida tranquila y solitaria. Su cabello azul bailaba al ritmo del viento mientras caminaba.

A lo lejos vio a un muchacho que le pareció a primera vista extraño, sabía que no lo conocía…pero algo en el le parecía enigmático y misterioso. El desconocido vestía completamente de negro, salvo por un brazo que tenía una especie de cuadrícula blanca y negra, su cabello era de color verde claro casi blanco, y había algo en él, una forma de energía que emanaba de su larguirucho cuerpo, algo que solo había sentido en una persona hasta el momento….el mismo…

Mientras caminaba, Ikki veía que el joven de cabello verde claro se enfrentaba primero a un hombre gordo y de aspecto nauseabundo para luego sin darle oportunidad de bloquear o esquivar el ataque, golpear el estómago de éste haciendo que en su rostro se dibujara un gesto que lo hacía mucho más desagradable, pero de pronto el muchacho detuvo su ataque y volteó extrañado a ver a Ikki que se dio cuenta de que el gordo ya restablecido del primer embate se preparaba para golpear al joven muchacho. Ikki pensó que si el muchacho recibía aquel golpe iba a terminar malherido al ver la corpulencia del otro y la aparente fragilidad del joven ignorando su gran flexibilidad y rapidez, así que sin pensarlo dos veces y con un rápido movimiento colocó su lanza de fuego en el cuello del gordo deteniendo así su ataque y le dijo:

- Vete de aquí, o te mato…

El gordo sentía en su garganta el ardor mezclado con dolor que le producía el pequeño corte que le había realizado la lanza con su afilada hoja y la quemadura por el fuego de la misma, vio el rostro de Ikki y se leyó el terror en su mirada al ver la fría expresión del portador de la lanza. Lentamente, sin abrir la boca y sin quitarle los ojos de encima a Ikki se alejó lanzándole una profunda mirada de odio desde lejos.
La lanza había dejado de flamear en el momento que Ikki la había retirado del cuello del tipejo al que había alejado; tenía un control absoluto de su arma y aunque tenía un peso bastante considerable, Ikki la sostenía como si fuese una pluma y la manejaba como una parte de su cuerpo.

Sin saberlo, Ikki se había encontrado con un chico que poseía una fuerza interna muy parecida a la suya y la cual solo había sentido hasta el momento en el mismo, pero había decidido que no era el momento para hablar de eso puesto que el muchacho podía ignorar lo concerniente a aquella rara fuerza o incluso no sabía que la poseía.

- Buen golpe.

Le dijo en un tono de voz que denotaba que no había sido utilizado durante mucho tiempo y tendiéndole la mano dijo también:

- Me llamo Ikki.

Las palabras que salían de su garganta eran contadas y parecían venir desde un sitio muy profundo. Ikki miraba al joven muchacho viendo sin demostrar ningún sentimiento su pálido rostro que no se mostraba asustado ante su presencia.

El muchacho se había quedado helado al ver el rostro de Ikki. Ikki imaginó que seguramente sería por su cicatriz en la frente, el no pensaba que su imagen fuera tan intimidante debido a sus ojos que observaban todo como un águila dispuesta a cazar a su presa.

Divirtió a Ikki que el muchacho comenzara a hablar sin poder detenerse, parecía que las palabras salieran a borbotones de su boca como el torrente de un río. El muchacho invitó a Ikki a comer después de decirle que tenía una cara que daba miedo; Ikki estaba acostumbrado a eso, durante su estancia en el desierto se encontró con unos caravaneros que acostumbraban hacer largas travesías de noche aprovechando el fresco de las horas nocturnas con sus camellos bien cargados y siempre dispuestos a luchar por defender su vida y sus mercaderías.
Estos caravaneros, al ver a Ikki completamente solo y armado nada mas con su lanza pensaron que era un ladrón de los muchos que andaban por el desierto buscando tesoros ocultos por altas dunas de arena y los cuales habían sido soterrados debido a que los camellos ya no podían dar un paso mas bajo las voraces ventiscas deserticas; armados todos se alinearon buscando combatir, pero Ikki les habló y les dijo que no tenía intención de hacerles daño ni de robarles nada, estos al ver que Ikki no tenía malas intenciones se decidieron a acampar pues ya estaba cerca el amanecer del nuevo día. Todos ellos eran gente muy recatada que apenas y hablaba por lo que congeniaron rápidamente con Ikki, luego de haber bebido un té muy fuerte y muy caliente, se tendieron todos bajo sus tiendas y durmieron durante el resto del día. Antes de irse, el mas anciano de todos, se acercó a Ikki y pronunció lo siguiente:

-Que Alá, el Señor Poderoso cubra con su mano tu vida y te de prosperidad y salud ya que eres un hombre honrado que busca probar ante el gran Señor su fortaleza viniendo solo al desierto solo con el animo de sobrevivir. Que en tu rostro siga dibujándose la fiereza del león para que así aparte a todo aquel que quiera medir fuerzas sin ser digno de cruzar su acero contigo.

Y sin más palabra, todos se alejaron.

Ikki recordó todo en un fugaz momento perdiendo el hilo de la conversación momentáneamente, el muchacho decía en aquel instante que sería bueno irse de aquel lugar pues la gente estaba murmurando. Ikki convino que sería lo mejor, aunque sabía que pocos iban a estar dispuestos a enfrentárseles puesto que ambos iban armados, aunque le irritaba que la gente murmurara por lo que con una ligera sacudida hizo que su lanza flameara, sabía que con eso la gente horrorizada iba a callarse para evitarse algún problema.


- Bueno, creo que es mejor que nos vayamos a otro lugar, yo no conozco Roma así que decide a donde debemos ir…

Dijo Ikki dándose cuenta de que tenía hambre, a pesar de que podía aguantar varios días sin comer y sin beber; durante su larga travesía de regreso a Roma no había comido un solo bocado y con la intención también de no alejarse del muchacho pues quería averiguar que era aquella energía que emanaba de su ser y a que se debía.

Vaya era un buen sujeto este tipo. Le gustaba escuchar sin quejarse, algo que me daba un buen ánimo. Aunque no supiera que en verdad no me prestaba la total atención, pero ese era otro punto. Pero al escuchar su respuesta, un cierto alegrar de mi parte se mostro. Pero me daba cuenta de forma rápida el flamear de su arma. Este sujeto no solo compartía aquella esencia que me hacia tan familiar. Si no que también tenía un arma que tenía una relación con el fuego, aunque claro. La mía era de un efecto no tan visible como el suyo, ya que la mía se llevaba el fuego de el enemigo al cual dañaba. Algo que no se ve en todos los arcos, pero agradecía de gran manera a mi padrastro por habérmelo dado. Pero ya me estaba concentrando en algo que no tenía importancia en estos momentos, por lo que ya quería empezar a cumplir mi palabra de un sitio para comer. Lo había ofrecido, el técnicamente había aceptado. Ajustando mi arco y flecha, a la vez que movía mi muñeca donde tenía mi guante especial, para estar seguro que estaba todo en su lugar, respectivo.

Empezando a caminar alrededor de aquel chico, para darle entender que ya podía de seguirme con confianza. Diciendo a la vez que caminaba –No te preocupes. Roma es donde me crie, laburo todo los días. Así que estas en buenas manos- Técnicamente todo era cierto. Exceptuando lo último, ya que los que estaban cerca de mí. Como tenía una especial suerte para tener problemas o situaciones incomodas, parecía ser que mi aspecto daba a provocar a la gente, a pelear. Pero el parecía poder defenderse solo, cosa que hacía que no me preocupara tanto por esos detalles. Entre aquellos pasos relajados, como también mi postura que parecía no cambiar en ningún aspecto, dándose a ver que cuidaba muy bien mi presencia. Teniendo esta maña, por trabajar en un sitio, donde aquello valía demasiado.

En aquel trayecto procure no decir nada, ya que el sitio donde íbamos era uno en especial. Quizás este hombre luego agradeciera encontrar aquel tipo de lugares, ya que en Roma por ser un sitio tan poblado. Las cosas solían estar demasiado usadas y desgastadas. Pero los pocos negocios que reservaban su frescura total. Eran escasos. Pero vivir ya sea en un trabajo de mala muerte, tenía su beneficios y eran que lugares donde podías de sentirte que el mundo se dividía, quedabas solo una dimensión en ese sitio. Sobraba mi conocimiento en esos aspectos. Llegando por fin aquel sitio que me traía tan buenos recuerdos, “La moneda de cara negra”, el sitio donde los más descarados, temerarios, informistas, hasta aventureros llegaban solo para hablar, beber y comer. Sin importar sus razas o orígenes, daba igual. Nadie le interesaba de donde venias, solo quien eras en verdad. Como te comportabas.

La moneda Negra

El joven muchacho empezó a caminar inquietamente, observaba hacia todos lados mientras reía incontrolablemente, parecía que cualquier cosa que mirara lo divertía. Ikki con su forma de caminar erguido, con la frente en alto y con una mirada que se fijaba en el horizonte y daba a entender que solo quería ir hacia adelante sin ver lo que sucedía a su alrededor.

El muchacho dijo mientras caminaban:

–No te preocupes. Roma es donde me crie, laburo todo los días. Así que estas en buenas manos-

Ikki escuchó aquello sin pestañear, y caminando pausadamente pensaba que en aquel lugar había nacido y se había criado…pero solo guardaba malos recuerdos de la Roma de su infancia, de malos tratos, trabajo duro y hambre. No sabía si estaba dispuesto a borrar todo aquello de su memoria, por un lado le hacía daño pues le escocía el alma recordar todo eso; pero por otra parte, Ikki lo consideraba beneficioso pues eso lo hacía mas fuerte interiormente.

El chico caminaba ahora tranquilamente, quizás pensando en lo que había pasado o en donde podría llevar a Ikki. Ikki no se preocupaba mucho sobre si el muchacho se había ofrecido a invitarlo pues el bien sabía que el dinero que llevaba en su viejo saco de viaje iba a ser suficiente para pagar la comida de ambos por varios días. En vano intentaba recordar un lugar familiar mientras caminaban, todo le parecía desconocido.

Tras varios minutos de silenciosa caminata, llegaron frente a una taberna de aspecto rústico y tosco pero con un aire de tranquilidad increíble. Se trataba de un edificio de dos niveles, ambos de piedra unida con argamasa, puertas y ventanas de madera labrada que daban la impresión de que en otro tiempo el bar fue la flor y nata de los bares de Roma.

De una recia viga de madera colgaba con unas cadenas un letrero también de madera indicando el nombre del lugar, usando letras de color negro. Por medio de una ventana abierta, Ikki se pudo dar cuenta de la gran cantidad de gente que había dentro de la taberna, veíase pordoquier gente de toda clase social, algunos con ricos ropajes y otros apenas cubiertos con sucios andrajos, al parecer era un lugar de bebedores, cosa que a Ikki no importó en demasía debido a que lo que le importaba era comer y beber, para asi saciar el hambre y la sed que lo acosaban. El muchacho abrió las puertas de par en par adentrándose en el local y sentándose, para luego voltear a ver a Ikki...

puse la continuacion de el tema, en otro otro tema xD si viste bien mi post.