[1º Fecha] Aspros vs Khrysis

Aspros de Geminis vs Khrysis Berseker Apocalypse


ESCENARIO - CAMINOS ENTRE LOS CORALES





MODERADOR





Datos de Aspros




Def. 5

HP - 5000

Defensa - Otra Dimensión
(Si tu cosmo supera los 45 puedes devolverle completamente el ataque a tu enemigo por el agujero de gusano, pero no podrás atacar. El enemigo lo recibirá con el mismo rango de ataque que lo mandó y los mismos efectos.)

AD - Ilusión Demoniaca (1000)
(Quien reciba este ataque deberá disminuir su defensa en -5 por tres turnos.)

AM - Estallido Dimensional (1500)
(Quien reciba este ataque deberá descontar -150 de HP el resto del combate por las heridas. Si tu cosmo pasa los 40, tu ataque causará que se deba descontar -250 de HP.)

AF - Explosión de Núcleo (2000)
(El que reciba esta tecnica deberá disminuir -250 de HP hasta el final del combate por las heridas. Si tu cosmo pasa los 45 eliminarás por completo el bonus de defensa de tu enemigo)

Datos de Khrysis




Def. 5

HP - 5000

Defensa - Fire Wall
(Si utilizas esta tecnica efectivamente puedes agregar 4 de cosmo en tu contra ataque.)

AD - Patada flamígera (1000)
(Quien reciba este ataque deberá disminuir -100 de HP hasta finalizar el combate por las quemaduras)

AM - Circulo ígneo (1500)
(Por las quemaduras se deberá disminuir en -200 el HP hasta el final del combate.)

AF - Nube de cenizas (2000)
(Quien reciba esta técnica por el intenso calor deberá disminuir en -2 su bonus de armadura y -300 de HP el resto del combate.)

La Atlántida...un reino sumergido cuyo resurgimiento marcaba nuevamente la aparición de Poseidón sobre la Tierra, y por tanto, una oportunidad de oro para alcanzar cierta meta que yo, Aspros de Géminis había tenido en mente desde hacía algún tiempo: convertirme en un dios. Sí…ser la estrella más brillante de la Constelación de los Gemelos Cástor y Pollux significaba que siempre buscaría la grandeza y el poder para sobresalir por sobre los demás gusanos simplones que se arrastraban por la Tierra, así eso implicara matar a conocidos, aliados o a los mismos dioses del Olimpo. Razón por la cual, mi presencia en los límites de la Atlántida no debía ser considerada como una sorpresa muy grande.

El ambiente era bastante hermoso e incitaba a quedarse admirándolo por largo rato sin pensar en nada más que la vasta inmensidad del Reino de Poseidón. Los corales se elevaban hacia el cielo azul en la forma de enormes pilares multicolores con extensas y maravillosas ramificaciones que parecían presumir de su hermosura al mundo. Lo más curioso del paraje en el que me encontraba caminando era la distribución del coral: en lugar de ser una explanada, era un sinuoso camino apenas marcado por corales más pequeños en comparación con otros que literalmente hacían de enormes riscos, casi como un valle antinatural salido de las profundidades del Inframundo...solo que esta versión había surgido de los abismos marinos en los que un tiempo atrás había sido hundido por una fuerza sin igual. Antes de que diera otros dos pasos hacia delante, sentí una fuerza de magnitud algo considerable acercarse a mi posición…menuda suerte, apenas entraba a la Atlántida y ya había aparecido un obstáculo. No importaba, solo tocaba quitarlo de en medio como fuera necesario y continuaría tranquilamente hacia el centro de todo aquel asunto.

Y bien, ¿a quién tenemos aquí? pregunté con voz calmada mientras me arreglaba un mechón de cabello rebelde que se me colaba por una oreja, efectivamente permitiéndome oír a aquel ser que se acercaba poco a poco a mi. Fuera quien fuera, caería sin duda alguna.

El Berseker de la destrucción total se encontraba vagando en medio de los corales, un ambiente completamente ajeno a él y al que no estaba acostumbrado, por lo que le parecía sorprendente; nunca antes había estado en un lugar de tal magnificencia en su joven vida. Y un lugar tan pacifico y con ausencia de caos era un lugar que rogaba ser destruido. En qué más podía pensar un berseker que portaba la palabra destrucción en su nombre? No se podía esperar otro tipo de comportamiento de él que no fuera llevar sufrimiento y fuego abrazador a todo sitio que tuviera la desgracia de conocerlo.

Khrysis miró confundido hacía los lados, buscando a aquella presencia poderosa que había sentido en el momento de comenzar a invadir en el reino de Poseidón; un cosmos dorado que sólo podía ser despedido por un caballero de oro. Tenía bastante suerte ese día, había conseguido a un gran pez, un enorme pez dorado que tenia su nombre tatuado en el cuerpo. Y por nada del mundo iba a dejar escapar a esa oportunidad de apagar la llama vital de una constelación del ejercito de la Diosa patética de la sabiduría, a quien sólo reconocía como tal, pues el titulo de Dios de la guerra no le quedaba a otro que no fuera su poderoso señor Ares.

Caminó algunos pasos e inspección el área por un segundo, podía esperar que su adversario ya hubiera percibido su violenta cosmo energía así como él ya había sentido su desagradable presencia dorada. Un choque de guerreros de alto nivel, aunque Khrysis no buscaba tener un gran combate; en su cabeza la palabra muerte escrita con letras sangrientas era el único pensamiento del joven berseker, desesperado por ver la sangre brotar de un cuerpo inerte, al que primero cortaría a la mitad con su espada para dejarlo en ese estado.

-Sal de tu escondite rata dorada, muéstrame tu rostro...- dijo tratando de sacar a su oponente a la luz. El muchacho ignoraba la belleza del paraje en el que el azul predominaba; aunque lo iba a remodelar con color rojo sangre.

La energía destructiva que surgía de aquel sujeto, quien se acercaba más y más a mi posición era bastante considerable, aunque no por eso dejaba de ser desordenada y poco centrada…mucho poder, poca disciplina. Con algo de aburrimiento tan solo me acomodé la larga melena que ondeaba con la débil brisa, dejando que mi Armadura Dorada destellara a causa del rebote de la luz y esperando que finalmente, aquel ser llegara. Justo ahí fue cuando pude escuchar sus pobres y escasamente cultas palabras…perfecto, aparte de ser un guerrero sin propósito fijo ahora resultaba que también debía enfrentar a un idiota total. Suspirando con resignación me volteé para ver directamente a aquel Berserker (reconociéndolo a través de su Armadura de profundos tonos rojos como la sangre, emulando el terror del campo de batalla que infundían Ares y sus guerreros desde la era mitológica.) y con un movimiento fluido de mi mano que lo señalaba a él tanto como a nuestro ambiente, dije ¿Escondite? Parece que sus ojos necesitan una revisión médica, señor Berserker. Por si no lo ha notado estamos en un valle de coral y yo me encuentro en el centro del mismo…de querer esconderme, lo habría hecho de mejor manera como por ejemplo, disfrazar mi energía cósmica. Algo que por lo visto, es imposible para ustedes al ser tan caóticos y con escaso control ¿verdad? comenté con una sonrisa socarrona en mi rostro, con el casco de la Cloth en brazos y la mano libre ahora posada sobre mi cintura.

Ahora el viento empezaba a soplar con más fuerza que antes, llevando la sal del mar directamente sobre nosotros y de cierta forma difuminando la vista. Tan solo me quedé esperando la “brillante” respuesta que saldría de la boca de aquel Berserker…¿poderosos?, sí, ¿imbéciles? como ningún otro ejército existente.

Khrysis había tenido el primer tropiezo al no haber avistado al dorado desde el inicio, pero no era algo que le extrañara; siempre había tenido el problema de obviar detalles mínimos en las imágenes, la única forma en la que pudo haber visto al dorado hubiera sido si este manara una enorme luz que marcara mejor su posición. Los insultos del caballero dorado no le llegaban, para él eran palabras al aire. Quizá no había sido detectado por la vista del pelirrojo al no ser más llamativo y brillante, pero al menos el aura que el peliazul concentraba alrededor de su cuerpo, que no se molesto en esconder, era suficiente para que el Berseker no bajara la guardia en el momento de adentrarse más en el mundo del Poseidón.

El joven colocó la mano sobre la empuñadura de su espada, la cual se encontraba en su espalda, pero el chico volvió a enfundarla; quería tener el placer de suavizar la carne del Géminis con sus puños y no simplemente cortarlo en pedacitos con la ayuda de un arma. Como era de esperarse de un Berseker, su mirada denotaba a kilómetros su incontrolable hambre de batalla y su mente irracional. Sonrió de soslayo mientras se acercaba lentamente a Aspros, ligeramente jorobado y con una cara maliciosa. -No, es que eres algo tan pequeño e insignificante que te debí haber confundido con una roca brillante...- respondió mientras preparaba los puños.

-Desde hace tiempo quiero comprobar que tan bien resisten los golpes ustedes los dorados.-

El diseño de la armadura sumado a los extraños ojos del joven le otorgaba cierta apariencia demoníaca. Khrysis ya estaba ansioso por ver a ese guerrero derrotado, pues al ser un berseker no encontraba mayor placer en otra cosa que no fuera un combate sangriento. Aunque en el fondo odiaba tener que destrozar el bello rostro de su rival, una verdadera lastima.

O debe ser que tu cerebro no puede procesar la visión de verme. Se dice que las criaturas inferiores son incapaces de procesar la existencia de seres muy superiores a ellos…no importa, indagar más en el asunto implicaría perder mi tiempo ya que es obvio que su arraigada estupidez es incurable. Me dan lástima…todos ustedes, gusanos que se arrastran por el lodo del mundo. comenté con un suspiro resignado, tan solo mostrándole la palma libre al Berserker en una posición que se asemejaba a una advertencia que prevenía el paso por algún camino prohibido. El viento seguía soplando y el silencio se apoderaba de todo…menos de un segundo después, una chispa había aparecido frente a mi, más específicamente, frente a la palma que llevaba levantada y apuntando directamente hacia aquel chiquillo. Aunque supongo que en algún lugar de ese diminuto cerebro, debe haber al menos algo que quieras en este mundo…por más oculto y escondido que lo tengas, todo saldrá a flote.

Mientras mis palabras se perdían en la inmensidad de la escena, los corales empezaban a emborronarse de la vista y la luz que surgía del cielo empezaba a apagarse. El fondo que nos rodeaba desaparecía segundo a segundo y la única luz que existía era la de la diminuta mota luminosa que para ese instante se había convertido en un aura que envolvía toda mi mano derecha.

Veamos, Berserker. ¿Qué oculta tu pecaminoso corazón? justo allí levanté mi brazo y aquella aura dorada se expandió con gran fuerza, destellando hasta hacer que el ambiente ennegrecido se tiñera totalmente de blanco. En medio de aquel paraje, mi enemigo observaría a aquel ser objeto de sus afectos, tan ínfimos o imposibles que parecieran y de ese instante en adelante, una lluvia de lanzas lo habrían de empalar y herir de manera un tanto “considerable” por decirlo de alguna forma, después de todo, solo estaba probando a aquel chiquillo…midiendo sus fuerzas para tener presente de que era capaz.

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[AD] – Ilusión Demoniaca

Concentrando una cierta cantidad de Cosmos en sus manos, Aspros levanta sus brazos hacia el cielo y genera una chispa de energía incandescente, que brilla con gran intensidad y ciega al enemigo, creando una ilusión del ser que el oponente más ame en el mundo; una vez cegado por la luz y la ilusión, una lluvia de incontables lanzas de luz se dirigen al enemigo y lo empalan, destrozándole el cuerpo y cualquier protección que este porte.

Daño: 1000 / 2 = 500 – 75 (15%) = 425
Efecto: (Quien reciba este ataque deberá disminuir su defensa en -5 por tres turnos.)

El caballero de oro estaba en plena ejecución de uno de sus trucos. Al ver que el cielo se apagaba y se volvía oscuro, tiñéndose con negrura y perdiendo aquel color azul que se distinguía perfectamente en las entrañas del reino del Dios de los océanos, no puedo evitar sentirse algo temeroso. Khrysis admiraba sorprendido lo que el caballero estaba haciendo, pues le había tomado por sorpresa que un dorado manejara un habilidad tan grandiosa como para alterar el campo de batalla. ¿Tan grande era el poder de los dorados que eran capaces de modificar el entorno a placer?. El Santo de Géminis levantó su mano, en donde se originaba un pequeño fulgor blanco que era lo único que se lograba ver en esa oscuridad. Un resplandor dorado surgió del cuerpo de su rival; en ese momento comprendió que su oponente no controlaba el escenario, estaba intentando penetrar en su mente con algún truco barato.

Khrysis se sentía tonto por haber creído que todo aquello era real cuando sólo era una jugada mental. -Te recomiendo que evites jugar conmigo. El fuego arde, es destructivo como yo... y te puede quemar.- musitó mientras imaginaba un circulo en su mente y preparaba el contraataque. Un aro llameante se dibujó alrededor de los pies de Khrysis, y otro idéntico a los pies de Aspros, produciendo dos barreras de fuego que los mantenían separados. El calor del fuego hizo que la ilusión creada por el Santo desapareciera, como si las llamas ahuyentaran las pesadillas y se alimentaran del cosmos del Santo.

-Me voy a divertir incinerando tu cuerpo, te lo puedo garantizar.- dijo mientras presionaba el suelo con sus manos y permitía que su cosmos llameante originará poderosas flamas que brotaron del suelo sobre el que estaba parado Aspros. Quería ver como el Santo se salvaba de ser cocinado vivo.

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Sinceramente...¿creíste que sería tan simple? pregunté con voz confiada para aparecer por detrás del Berserker pisando con calma y mirándolo directamente a la nuca con una sonrisa socarrona de mejilla a mejilla que no ocultaba el hecho de que aquel chico me parecía patético. Aunque al ver la ejecución inicial de la técnica hubiera parecido que solo me dedicaba a jugar con los sentidos del pequeño muchacho, en realidad me había ocupado de enviarnos a un limbo entre dimensiones…simplemente, no nos encontrábamos en la Atlántida. No me subestimes chiquillo...una diminutas flamas no lograran tocarme. Es que incluso, tu decisión por matarme prueba ser tan débil que dudo que lo intentes en realidad. dije con tranquilidad, posando un dedo sobre la parte trasera de la cabeza del Berserker tan solo como medio de expresión y de cierta forma, para hacerle ver la dura verdad de su situación actual. Te lo explicaré…apenas tu ataque se efectuó yo ya me encontraba lejos. empecé con mi voz tornándose cada vez más siniestra conforme las sílabas se escapaban de mi boca al tiempo que la negrura del ambiente se solidificaba cada vez más.

Hay Santos Dorados capaces de detener los movimientos atómicos en su totalidad, lo que se conoce como el Cero Absoluto. Hay Santos Dorados capaces de cortar cualquier cosa con sus manos y pies. Pero yo, el Santo de Géminis soy capaz de doblar el Tiempo y el Espacio…para que tu pequeño cerebro lo comprenda, simplemente, lo que viste al inicio no fue parte del jueguito para dañar tu mente…fue algo real. Pequeño Berserker, hace rato que dejamos la Atlántida para pasar a un limbo entre Dimensiones…un buen escenario para dejar tu cadáver vagando por toda la eternidad, ¿no te parece? comenté con normalidad, sin dejar de posar mi dedo sobre la nuca del pelirrojo; ahora solo quedaba esperar su reacción ante aquella complicada explicación que seguro le había dado dolor de cabeza al ser tan detallada e imposible de analizar a menos que se fuera un genio. Y ese Berserker obviamente, no lo era.

Confiado de que su ataque seria un éxito contundente el muchacho de roja cabellera surcó una sonrisa en sus labios. La berrera de fuego había consumido al impertinente Santo de Géminis, haciendo que el joven diera por hecho que su ataque con llamas infernales fue efectivo. Aunque la voz del caballero detrás de sus espaldas, y viendo que en el lugar en el que el fuego se disipaba ya no había nadie, pudo entender que su contrincante se había escapado de las flamas abrasivas.

Aspros le daba una explicación breve de lo que había efectuado, y aunque el joven debía estar asombrado por la forma en la que fue transportado a un limbo entre dimensiones, de cierta forma ya se esperaba algo como eso. Pues desde un principio había sospechado que su oponente tenía una habilidad similar a la que había expuesto, pero lo negó creyendo que se trataba de un simple juego de imágenes. Sentía un dedo frío en la parte trasera de su cabeza, ahí estaba Aspros, sintiéndose con la seguridad de burlarlo así y tener el descaro de acercarse tanto.

Notó como la oscuridad a su alrededor se convertía en una verdadera prisión, como si quisiera engullirlo. Khrysis no tenia miedo del poder del Santo de Géminis, tenía un buen presentimiento. -Si crees que algo de oscuridad va a infundir miedo en mí estás muy errado, Caballero de Géminis.- dijo mientras la barrera que lo rodeaba se intensificaba, resplandeciendo con ferocidad en medio de la oscuridad interminable.

-¡Nunca moriré en combate!- exclamó, y con su potente exclamación liberó más fuego. No era un fuego normal, eran llamaradas sobrenaturales que ardían con el cosmos del guerrero. Ardientes e indomables, como el espíritu del joven que representaba la destrucción total. Aspros jamás podría extinguir su llama, por más que lo deseara. -Anda, dame tu mejor golpe, no lo voy a sentir.-

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¿Miedo? No...esa no es mi intención pequeño ignorante. dije con voz socarrona, sin dejar mostrar aquella sonrisa confiada y llena de orgullo. Sobre lo otro…¿para qué molestarme en lanzar un ataque potente contra algo como tu? No tiene caso. comenté con confianza, mientras alejaba la mano calmadamente…no por el fuego que había conjurado el chiquillo, sino más bien porque ya el Berserker había captado el sutil mensaje que le había enviado con aquel gesto confiado de mi parte.

En medio de aquel limbo, la torre de fuego que había conjurado el chiquillo resultaba ser una prodigiosa fuente de luz que dispersaba la negrura dominante sobre toda la escena. Curiosamente las llamas se extendían de un lado a otro no parecían capaces de extinguirse…al menos no mientras la voluntad del chiquillo las alimentaran. Al menos podía dejar en claro que había motivado a aquel enemigo que hasta los instantes no parecía ser demasiado peligroso en sí mismo, pero con un poco de manipulación mental y un golpe a su orgullo mi logro se dejaba ver de forma magnífica. Pero aún así, tenía bastante presente que aquella táctica era un arma de doble filo…si bien lo había hecho rabiar y descontrolar un tanto, aquel factor podía ser usado por el Berserker a su favor ya que después de todo era uno de los soldados de la Guerra Violenta.

En cualquier caso, no le di mayor importancia de lo que debía hacerlo.

Ya que hablamos de los mejores golpes, debo suponer que ese círculo de fuego fue lo mejor que podías hacer en esta situación, ¿cierto? Los Berserkers resultan ser decepcionantes. finalicé con voz decepcionada, desviando la mirada y mostrando una expresión de aburrimiento y resignación capaz de sacar de quicio al que fuera. Solo quedaba ver si de verdad lo que podía lograr el Berserker era solamente…eso.

Khrysis no cabía en sí por el coraje que experimentaba ante la actitud del caballero dorado. Estaba harto de que se estuviera mofando y no tomara como un autentico guerrero. El fuego que se había consolidado alrededor del Khrys ardía violentamente, pero no causaba ninguna quemadura en la tez clara del pelirrojo. Algo que seria diferente de ser Aspros el que se encontrara envuelto dentro de aquellas llamas que se alimentaban de la ira descontrolada y el cosmos del berseker de la destrucción.

Motivado por las palabras expresadas con ese tonito de voz que ya lo estaba enloqueciendo. Resultaba frustrante para él, alguien que no tenía paciencia para tipos de la clase del caballero, y que para más remate había logrado esquivar cada uno de sus intentos por erradicarlo. El incendio que era expulsado por el cuerpo del pelirrojo seguía creciendo y volviéndose más incandescente, como el mismísimo sol.

El berseker brillaba con la pasión y presencia de una estrella, que podría cegar a cualquier que se encontrara cerca de su emanación de llamas incontrolables. -Te la estás buscando...desgracido. Te clausuraré esa maldita boca tuya.- dijo con su rostro embargado por la rabia y el disgusto.

No quería matar a Aspros, buscaba inundar el espacio con su fuego y destruirlo todo. Pero sabía que tenia que concentrarse, si actuaba violento y sin pensar bien sus movimientos podría ser un error fatal. Si Aspros no quería mostrarle su mejor golpe, él seria el primero en exhibir su ataque más devastador.

De sus manos comenzó a salir una niebla gris, que al observarse bien se podía descubrir que se trataba de cenizas. Las cenizas giraban en forma de estelas grises alrededor de la potente llama, esperando la orden del berseker para explotar en conjunto con la capa de fuego. -¡Quiero que tu cuerpo se transforme en cenizas!- gritó, y en un parpadeo las cenizas estallaron como pequeña bombas, creando un océano de fuego del que solo el pelirrojo podría escapar sin un rasguño.

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Entonces, ¿Eso es todo? dije con calma, sintiendo como aquella potente ráfaga de fuego me quemaba con una potencia increíble. Sí, había despertado a la bestia dormida…aunque no dejaba de ser gracioso, más que todo porque si aquel golpe era lo mejor que tenía el Berserker en su repertorio no sería la gran cosa, sí, me había golpeado de lleno…sin embargo, mi expresión no cambiaba ni un solo instante: mi sonrisa socarrona volvía a aparecer y mi aura de confianza extrema no se inmutaban ante la ira que ahora consumía al chiquillo, aumentado por supuesto el tamaño de las peligrosas llamas potenciadas por el Cosmos de mi enemigo. ¿Ahora lo ves chiquillo? Ni siquiera dejándome golpear de lleno has logrado eliminarme o tal cual dijiste, “reducirme a cenizas”. No tienes la decisión suficiente como para eliminarme…no tienes la decisión ni la capacidad para hacer algo de valor. Como guerrero, eres insignificante y fuera de foco…en resumen, me das lástima. declaré mientras levantaba de nuevo mi vista y le mostraba una expresión compasionada al Berserker. Mis ojos entrecerrados, mi cabello que se movía con el baile de las potentes llamas del guerrero y por último, aquella sonrisa piadosa no mostraban nada más que tranquilidad imperturbable y en cierta forma, pena por el destino que preveía para aquel enano cuyo nombre desconocía y cuya violencia eran las de un animal enjaulado.

Sigh. De verdad que no podrás desmentir mi afirmación de que los Berserkers son decepcionantes, no, de hecho son lastimeros…a ti pequeño Berserker, te tengo lástima. finalicé cerrando los ojos para borrar la sonrisa y quedarme en una actitud pasiva totalmente desinteresada de que mi armadura y mi piel estuvieran a una temperatura impresionantemente alta. Aunque me matara o lo que fuera, la impresión que me dejaba el enemigo no era nada buena. Mucha lástima.

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HP: 5000 – 2400 = 2600.

Sentía como si el Dorado se estuviera compadeciendo de él, algo que no toleraba para nada. El fuego que Khrysis se había empecinado en elevar se iba apagando, quedando de aquel fénix sólo pequeñas chispas que giraban entorno a los pies del berseker. Los cabellos rojos del chico sombrearon su rostro mientras mostraba sus dientes. -¿Crees que me importa lo que un idiota como tú piense de los bersekers?- confesó mientras reía. -No has visto lo mejor todavía, Santo de Athena.- declaró provocando que las chispas formaran una circulo incandescente que flotaba a la altura de las botas de su armadura rojo sangre.


Quería tomar al Santo de dorada armadura por sorpresa, atacándolo con una flama que lo calcinaría, de una vez por todas. Le desagradaba que después de haber sido azotado por una de sus técnicas más terribles. El muchacho, cansado y estresado de tener que lidiar con un hombre tan exasperante, se dispuso a ejecutar una de sus técnicas, más débil pero no por eso menos destructiva. Pues la destrucción era la firma del berseker.

Preparó el aro que rotaba al mismo nivel de sus pies, como un pequeño tornado apenas visible. Khrysis se inclinó y tanteó el círculo con sus dedos mientras decía: -Es hora de que desaparezcas en este limbo.- el anillo refulgente se transformó en una onda de fuego, la cual atravesó la oscuridad que sustituía el suelo, que rápidamente ascendió para quemar a Aspros nuevamente.

-Quémate entero, pedazo de basura...- dijo para el peliazul, con una sonrisa maliciosa y una voz parecida a la que Aspros había estado utilizando para dirigirse a él.

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