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Camino al Santuario por los acantilados
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Jezzara
Manigoldo
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Camino al Santuario por los acantilados
Habían pasado algunas horas ya desde que habían salido de la puerta principal de la Villa Rodorio. Manigoldo aun guiaba a su caballo, en parte porque llevaba tantas cosas en él que no hubiese cabido en su lomo, y tambien, por que le agradaba caminar cuando la mañana estaba fresca.
Pero pronto la temperatura en ese lugar empezó a ascender cuando atras quedaban los árboles, la vegetación y cualquier indicio de agua. De la nada todo el ambiente comenzó a volver árido y polvoriento, desagradable para cualquiera que hubiese estado caminando bajo aquel fuertísimo sol. El hombre era de piel un tanto morena, por lo cual no le preocupaba quemarse o algo por el estilo. Volteó la vista protegiendose los ojos del sol con la mano mirando por donde venía la muchacha... pues ella si era muy pálida y si no se protegía de aquella luz del medio día era posible que terminara con una gran insolación.
Ya lo había visto bastantes veces en el cambio de batalla, compañeros que caminanban todo el dia bajo el sol que por sus pieles parecía que se las hubiesen quemado al carbón... terminaban rojos, deshidratados y siento peso muerto al tener que cargarlos durante el camino.
Pero estaba tan molesto con la joven que prefirió no decirle nada. Si ella se creía autoindependiente buscaría por si misma la mejor manera de protegerse del sol mientras caminaban. Por su parte Manigoldo tan sólo sacó su propia cantinplora que había llenado con agua y le dio un sorbo. No podría beber alcohol con esa temperatura. Sentir el agua fue desagradable fue estaba caliente... todo en ese maldito lugar subía de temperatura y el polvo que se levantaba por los caballos empeoraba aun todo.
Habían cabalgado muchas horas en silencio. No le molestaba, pero comenzaba a aburrirse. Por lo mismo, cedió en su orgullo y sin voltear le comenzó a hablar a la joven.
- Aun no me dices como te llamas, no es que interese pero si te vas a morir por el camino me gustaría saber que nombre ponerle a tu lápida. - Manigoldo sonrió, controlando la risa que estuvo apunto de salir de su boca. Sabía que un comentario así le molestaría a la joven que se creía tan capaz y autosuficiente para pasar por ese lugar por si misma.
Pero pronto la temperatura en ese lugar empezó a ascender cuando atras quedaban los árboles, la vegetación y cualquier indicio de agua. De la nada todo el ambiente comenzó a volver árido y polvoriento, desagradable para cualquiera que hubiese estado caminando bajo aquel fuertísimo sol. El hombre era de piel un tanto morena, por lo cual no le preocupaba quemarse o algo por el estilo. Volteó la vista protegiendose los ojos del sol con la mano mirando por donde venía la muchacha... pues ella si era muy pálida y si no se protegía de aquella luz del medio día era posible que terminara con una gran insolación.
Ya lo había visto bastantes veces en el cambio de batalla, compañeros que caminanban todo el dia bajo el sol que por sus pieles parecía que se las hubiesen quemado al carbón... terminaban rojos, deshidratados y siento peso muerto al tener que cargarlos durante el camino.
Pero estaba tan molesto con la joven que prefirió no decirle nada. Si ella se creía autoindependiente buscaría por si misma la mejor manera de protegerse del sol mientras caminaban. Por su parte Manigoldo tan sólo sacó su propia cantinplora que había llenado con agua y le dio un sorbo. No podría beber alcohol con esa temperatura. Sentir el agua fue desagradable fue estaba caliente... todo en ese maldito lugar subía de temperatura y el polvo que se levantaba por los caballos empeoraba aun todo.
Habían cabalgado muchas horas en silencio. No le molestaba, pero comenzaba a aburrirse. Por lo mismo, cedió en su orgullo y sin voltear le comenzó a hablar a la joven.
- Aun no me dices como te llamas, no es que interese pero si te vas a morir por el camino me gustaría saber que nombre ponerle a tu lápida. - Manigoldo sonrió, controlando la risa que estuvo apunto de salir de su boca. Sabía que un comentario así le molestaría a la joven que se creía tan capaz y autosuficiente para pasar por ese lugar por si misma.
Manigoldo- Status :
Defensa :
Muro de Almas
Cantidad de envíos : 179
Re: Camino al Santuario por los acantilados
Iba caminando detrás de aquel hombre, sin perderle de vista, mientras sostenía a mi caballo por las riendas así podía guiarlo, aunque el ambiente comenzaba a ponerse denso, el sol empezaba a golpear fuerte al llegar a la zona de las montañas y los acantilados, la tierra era totalmente seca y polvorienta, la tierra se levantaba con cada paso que dábamos y mucho más cuando los animales caminaban. Eso era desagradable, a veces tenía de cubrirme los ojos para que el polvo no moleste. Pero el calor era otro factor que comenzaba a afectar, ponía un brazo frente a mi rostro para evitar los fuertes rayos pero ya era casi imposible, el sol quemaba mi piel y me estaba cansando. Pero algo de me ocurrió de repente para poder protegerme de fuerte sol. Tomé la capa marrón que estaba colgando en mi espalda, aquella que siempre llevaba conmigo por cualquier cosa que llegue a ocurrir. Tenía una gran capucha, la cual apoyé en mi cabeza cubriendo parte de mi rostro para que el sol no me de de lleno, por lo menos así era menos insoportable.
En un momento decidí montarme en el lomo del caballo, no soportaba ni un segundo más una caminata con esa temperatura, era algo que nunca me había agradado, prefería el aire fresco de la mañana en las llanuras, me desagradaba por completo el calor intenso y los climas secos. Cabalgaba tranquila, tan solo siguiendo el camino detrás de aquel hombre, estaba pensativa, no decía ni una sola palabra tan solo avanzaba. Fueron largas horas en silencio, no se sentía ni un sonido, nada en absoluto, tan solo las pisadas de los caballos chocando con la tierra, pero solo eso.
Estaba distraída hasta que de pronto una voz me hizo despertar de mis pensamientos, era aquel sujeto quien me guiaba que me estaba hablando. Supuestamente esas palabras me molestarían, pero a decir verdad me estaba acostumbrando a ese tipo de comentarios burlones por su parte, no tenía ánimos para discutir ni contestar de mala manera, tan solo decidí seguirle la corriente. Suspiré de pronto para hablar por fin.
-Sospechaba que dirías algo como eso tarde o temprano... mi nombre es Jezzara... por lo menos ahora lo sabes, quizás deberías pensarlo antes de seguir llamándome mocosa...- Contesté luego en un tono serio pero suave, no parecía decirlo furiosa. A decir verdad era un tanto irritante que me llame de esa manera, pero claro, no podía culparlo, no sabía mi nombre y al parecer le molestaban mis comentarios, era lógico que lo hiciera. Y hablando de nombres, antes había escuchado que dijo como se llamaba en una de sus bromas o esos comentario de hacía mientras estábamos en la plaza. -Y tu nombre es Manigoldo ¿verdad? Me pareció que lo habías dicho en un momento...- Dije luego, aunque unos segundos después sin esperar mucho quise agregar unas palabras -...salvo que hayas estado hablando de otra persona...- Decía con un tono irónico, quería por lo menos animar un poco las cosas siguiéndole la corriente a aquel sujeto, por lo menos de esa forma creía que el viaje no sería tan desagradable. Ya me iba acostumbrando a sus contestaciones por lo que quizás no me molestaría lo que responda o comente luego.
En un momento decidí montarme en el lomo del caballo, no soportaba ni un segundo más una caminata con esa temperatura, era algo que nunca me había agradado, prefería el aire fresco de la mañana en las llanuras, me desagradaba por completo el calor intenso y los climas secos. Cabalgaba tranquila, tan solo siguiendo el camino detrás de aquel hombre, estaba pensativa, no decía ni una sola palabra tan solo avanzaba. Fueron largas horas en silencio, no se sentía ni un sonido, nada en absoluto, tan solo las pisadas de los caballos chocando con la tierra, pero solo eso.
Estaba distraída hasta que de pronto una voz me hizo despertar de mis pensamientos, era aquel sujeto quien me guiaba que me estaba hablando. Supuestamente esas palabras me molestarían, pero a decir verdad me estaba acostumbrando a ese tipo de comentarios burlones por su parte, no tenía ánimos para discutir ni contestar de mala manera, tan solo decidí seguirle la corriente. Suspiré de pronto para hablar por fin.
-Sospechaba que dirías algo como eso tarde o temprano... mi nombre es Jezzara... por lo menos ahora lo sabes, quizás deberías pensarlo antes de seguir llamándome mocosa...- Contesté luego en un tono serio pero suave, no parecía decirlo furiosa. A decir verdad era un tanto irritante que me llame de esa manera, pero claro, no podía culparlo, no sabía mi nombre y al parecer le molestaban mis comentarios, era lógico que lo hiciera. Y hablando de nombres, antes había escuchado que dijo como se llamaba en una de sus bromas o esos comentario de hacía mientras estábamos en la plaza. -Y tu nombre es Manigoldo ¿verdad? Me pareció que lo habías dicho en un momento...- Dije luego, aunque unos segundos después sin esperar mucho quise agregar unas palabras -...salvo que hayas estado hablando de otra persona...- Decía con un tono irónico, quería por lo menos animar un poco las cosas siguiéndole la corriente a aquel sujeto, por lo menos de esa forma creía que el viaje no sería tan desagradable. Ya me iba acostumbrando a sus contestaciones por lo que quizás no me molestaría lo que responda o comente luego.
Jezzara- Reino : Santuario de Athena
Ataques :AD - Light and Dark illusion (2000)AD – Illusory Copy (2150)
Defensa :Psychic Barrier
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Manigoldo escuchaba que la chica le respondía. Él se encontraba sentado apoyado contra la roca aprovechando la sombra, pues el calor era casi insoportable. Entre sus manos tenía una manzana y su daga. Comenzaba a pelar la fruta despreocupadamente, escuchando a la joven hablar. No la miraba pero tampoco la estaba ignorando. Algunas gotas de sudor comenzaban a caer por su rostro, tan fuerte era el sol en esa zona rocosa. A lo lejos se seguía viendo esa enorme estatua, seguramente estaba a un medio día, o un día de caminata a lo máximo. El hombre no pretendía que sería fácil entrar al Santuario si efectivamente lo custodiaba una especie de ejercito, pero tenía que hacer el intento si quería vivir escondido un tiempo.
- Jezzara… yo jamás te dije mi nombre. - No la miró pero le pareció demasiado extraño.
Pensó en interrogarla de inmediato, moverla un poco, obligarla a hablar. Cosas extrañas estaban ocurriendo fuera donde fuera y no le agradaban para nada esas sorpresas. ¿Como era posible de que ella lo supiera? De partida él nunca le decía su nombre a nadie por un tema de seguridad. Si estaba huyendo no le iba a decir su nombre a cualquiera por el camino. Siempre se presentaba como Kardia cuando estaba con su hermano, así el que se metería en problemas sería él. Y cuando estaba sólo, se presentaba como Verdugo, en forma de broma, pues Manigoldo significaba aquello. Pero no recordaba haberle dicho su nombre a la chica, de hecho, estaba seguro que así había sido. Él no decía su nombre a menos que sintiera que la persona a quien se lo diría era de confianza extrema.
– ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que ese es mi nombre?
Ahora sí la miró. La quedó mirando fijamente comenzando a pensar que tal vez esa chica lo había seguido desde Roma o algo así… ¿La habría visto en algún lado? ¿Habría cogido con alguna de sus hermanas? ¿Vendría buscando venganza y lo mataría mientras dormía?
Su nombre era egipcio, sin duda. Pero nunca había visto una chica Egipcia con toda su cabellera en la cabeza, sin los ojos pintados y además… rubia. Los egipcios eran morenos y usaban pelucas, haciendo todo a su alrededor un ritual sin fin. Le agradaban aunque nunca había estado en el país del Nilo. La razón era simple, esa gente se tomaba la vida como unas eternas vacaciones, no tenían moral… todo era sexo y lujuria con ese pueblo del sol. Pero Jezzara no tenía una gota de actitud Egipcia en ella. Por lo cual Manigoldo no pudo evitar pensar de que todo eso era un acto y que el nombre de esa chica no era realmente Jezzara. Mantuvo su daga cerca jugando con ella… todo eso podía ser una trampa y nunca bajaría la guardia, menos con una niña.
– No luces Egipcia, aunque tu acento es raro… ¿De dónde vienes? ¿Qué quieres realmente conmigo… mocosa?
El asunto lo empezaba a incomodar de verdad. Jamás se le cruzó por la cabeza que esa hermosa niña de ojos azules y grandes inconcientemente había podido percibir su nombre pues Manigoldo lo había pensando. Tal vez, ni si quiera ella se había dado cuenta aun que poseía ese tipo de cualidades, poder ver dentro de la cabeza de las personas… una cualidad bastante común en cualquier caballero dorado.
- Jezzara… yo jamás te dije mi nombre. - No la miró pero le pareció demasiado extraño.
Pensó en interrogarla de inmediato, moverla un poco, obligarla a hablar. Cosas extrañas estaban ocurriendo fuera donde fuera y no le agradaban para nada esas sorpresas. ¿Como era posible de que ella lo supiera? De partida él nunca le decía su nombre a nadie por un tema de seguridad. Si estaba huyendo no le iba a decir su nombre a cualquiera por el camino. Siempre se presentaba como Kardia cuando estaba con su hermano, así el que se metería en problemas sería él. Y cuando estaba sólo, se presentaba como Verdugo, en forma de broma, pues Manigoldo significaba aquello. Pero no recordaba haberle dicho su nombre a la chica, de hecho, estaba seguro que así había sido. Él no decía su nombre a menos que sintiera que la persona a quien se lo diría era de confianza extrema.
– ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que ese es mi nombre?
Ahora sí la miró. La quedó mirando fijamente comenzando a pensar que tal vez esa chica lo había seguido desde Roma o algo así… ¿La habría visto en algún lado? ¿Habría cogido con alguna de sus hermanas? ¿Vendría buscando venganza y lo mataría mientras dormía?
Su nombre era egipcio, sin duda. Pero nunca había visto una chica Egipcia con toda su cabellera en la cabeza, sin los ojos pintados y además… rubia. Los egipcios eran morenos y usaban pelucas, haciendo todo a su alrededor un ritual sin fin. Le agradaban aunque nunca había estado en el país del Nilo. La razón era simple, esa gente se tomaba la vida como unas eternas vacaciones, no tenían moral… todo era sexo y lujuria con ese pueblo del sol. Pero Jezzara no tenía una gota de actitud Egipcia en ella. Por lo cual Manigoldo no pudo evitar pensar de que todo eso era un acto y que el nombre de esa chica no era realmente Jezzara. Mantuvo su daga cerca jugando con ella… todo eso podía ser una trampa y nunca bajaría la guardia, menos con una niña.
– No luces Egipcia, aunque tu acento es raro… ¿De dónde vienes? ¿Qué quieres realmente conmigo… mocosa?
El asunto lo empezaba a incomodar de verdad. Jamás se le cruzó por la cabeza que esa hermosa niña de ojos azules y grandes inconcientemente había podido percibir su nombre pues Manigoldo lo había pensando. Tal vez, ni si quiera ella se había dado cuenta aun que poseía ese tipo de cualidades, poder ver dentro de la cabeza de las personas… una cualidad bastante común en cualquier caballero dorado.
Manigoldo- Status :
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Aquel hombre me respondía, según él nunca me había dicho su nombre, pero a mi me parecía haberlo escuchado en algún momento, quizás fue mi imaginación o algo que pasó por mi mente pero esa idea seguía firme en mi cabeza, sí había oído ese nombre. Era algo extraño, últimamente me habían pasado muchas cosas extrañas en los últimos días, como el despertar de mi cosmos, aquel encuentro con Edward y Seiren y aquella energía que sentía estando a su lado y también cuando estaba cerca este hombre de cabellos azules. Luego de eso podía esperar cualquier cosa de mi vida, quizás era alguien especial y no me había dado cuenta, pero a eso no le daba mucho crédito pues estaba resignada ya a que mi vida había sido un desperdicio y que sería una inútil por el resto de mis días, que seguiría vagando sola por el mundo sin nadie a mi lado, en busca de mi verdadero destino, que quizás nunca encontraría.
Pensaba en todo eso, mi mente estaba perdida entre pensamientos sin sentido, pero los cuales eran muy importantes para mí. Hasta que escuché su voz nuevamente, esas preguntas que parecían invadirme. En realidad no sabía como responder a eso, no tenía ni la más mínima idea de como es que sabía ese nombre, quizás me lo había dicho y no lo recordaba, o tal vez era mi imaginación, pero era extremadamente extraño, no podía ser mi imaginación haber escuchado justamente el nombre de la persona que me acompañaba en ese momento... o quizás sí, quien sabe, pero era muy raro. Entonces lo miré y decidí contestarle.
-Me has dicho tu nombre...- Dije con un tono de voz bastante elevado, pero luego miré al suelo -... o quizás fue mi imaginación...- continué con un tono más bajo y suave, pudo oírse con dificultad. -No se como contestar entonces... de alguna forma ese nombre llegó a mi mente- Hice un pequeña pausa y suspiré mientras volvía a mirar al sujeto -Pero si tanto te molesta que lo sepa entonces olvídalo... hagamos de cuenta que nunca pasó eso y no le diré a nadie... simplemente hacemos de cuenta que no nos conocemos y solo me guías al santuario...- Decía luego un poco más fuerte y con la voz firme, aunque en esas palabras había algo de ironía. En realidad era una difícil decisión, por más que me molestara su actitud me parecía interesante su compañía, pues sentía algo extraño pero agradable en su presencia, algo que me recordaba a Edward, pero no quería admitirlo.
Cuando acabé de hablar, pasaron unos segundos y volvía a escuchar su voz, era una situación incómoda para mi pues parecía que me estaba interrogando y eso me molestaba, me irritaba que cualquier persona me haga eso, no era alguien que soporte los interrogatorios y mucho menos con esa actitud desafiante. Me acerqué un poco más a aquel hombre si dejar de mirarlo y me agaché un poco para así responder sus preguntas sin más, con un tono elevado y decidido.
-Soy Egipcia... aunque no lo parezca... sí, mucha gente ha dudado de mi procedencia incluyéndote y no los culpo.- Hice una pausa y mi rostro se volvió serio, pocas veces visto en mi esa actitud, pero pretendía dejar las cosas en claro de una vez y dejarme de rodeos, en verdad no conocía a ese hombre, nunca lo había visto en ninguno de los sitios donde estuve, incluso en mis pocos meses de estadía en Roma, nunca se había cruzado en mi camino, ni siquiera de vista podía conocerlo. Y por lo tanto no tenía nada en contra de él, realmente lo único que pretendía era que me ayude con lo que buscaba saber, nada más. -Escucha... ni siquiera te conozco, nunca en mi vida te he visto, no se quien eres ni de donde vienes... y no quiero realmente nada de tí... más que tu ayuda, como lo prometiste...- Hice una pequeña pausa pero sin dejar de mirar al sujeto -Si lo dices por lo de tu nombre... pues no tengo nada que decir al respecto, quizás se pasó por mi mente de alguna forma... la verdad es que ignoro el por qué de eso y tampoco me interesa mucho...- Fue lo último que dije.
Era una persona muy tímida, no hablaba mucho, solo lo necesario, pero desde que me encontré con él y el tiempo que estuve a su lado me había hecho cambiar un poco mi actitud. Quizás por su forma de ser, por esos desafiantes comentarios que me hacía y su forma de contestarme, pero estaba cambiando en ese poco tiempo, por lo menos no me quedaba callada a la hora de defenderme.
Estaba agotada, y más con ese clima seco y caluroso, en mis rostro se notaba, me dejé caer en el suelo por un momento, sentándome a descansar, por lo menos por unos minutos, hasta que aquel hombre decida seguir avanzando.
Pensaba en todo eso, mi mente estaba perdida entre pensamientos sin sentido, pero los cuales eran muy importantes para mí. Hasta que escuché su voz nuevamente, esas preguntas que parecían invadirme. En realidad no sabía como responder a eso, no tenía ni la más mínima idea de como es que sabía ese nombre, quizás me lo había dicho y no lo recordaba, o tal vez era mi imaginación, pero era extremadamente extraño, no podía ser mi imaginación haber escuchado justamente el nombre de la persona que me acompañaba en ese momento... o quizás sí, quien sabe, pero era muy raro. Entonces lo miré y decidí contestarle.
-Me has dicho tu nombre...- Dije con un tono de voz bastante elevado, pero luego miré al suelo -... o quizás fue mi imaginación...- continué con un tono más bajo y suave, pudo oírse con dificultad. -No se como contestar entonces... de alguna forma ese nombre llegó a mi mente- Hice un pequeña pausa y suspiré mientras volvía a mirar al sujeto -Pero si tanto te molesta que lo sepa entonces olvídalo... hagamos de cuenta que nunca pasó eso y no le diré a nadie... simplemente hacemos de cuenta que no nos conocemos y solo me guías al santuario...- Decía luego un poco más fuerte y con la voz firme, aunque en esas palabras había algo de ironía. En realidad era una difícil decisión, por más que me molestara su actitud me parecía interesante su compañía, pues sentía algo extraño pero agradable en su presencia, algo que me recordaba a Edward, pero no quería admitirlo.
Cuando acabé de hablar, pasaron unos segundos y volvía a escuchar su voz, era una situación incómoda para mi pues parecía que me estaba interrogando y eso me molestaba, me irritaba que cualquier persona me haga eso, no era alguien que soporte los interrogatorios y mucho menos con esa actitud desafiante. Me acerqué un poco más a aquel hombre si dejar de mirarlo y me agaché un poco para así responder sus preguntas sin más, con un tono elevado y decidido.
-Soy Egipcia... aunque no lo parezca... sí, mucha gente ha dudado de mi procedencia incluyéndote y no los culpo.- Hice una pausa y mi rostro se volvió serio, pocas veces visto en mi esa actitud, pero pretendía dejar las cosas en claro de una vez y dejarme de rodeos, en verdad no conocía a ese hombre, nunca lo había visto en ninguno de los sitios donde estuve, incluso en mis pocos meses de estadía en Roma, nunca se había cruzado en mi camino, ni siquiera de vista podía conocerlo. Y por lo tanto no tenía nada en contra de él, realmente lo único que pretendía era que me ayude con lo que buscaba saber, nada más. -Escucha... ni siquiera te conozco, nunca en mi vida te he visto, no se quien eres ni de donde vienes... y no quiero realmente nada de tí... más que tu ayuda, como lo prometiste...- Hice una pequeña pausa pero sin dejar de mirar al sujeto -Si lo dices por lo de tu nombre... pues no tengo nada que decir al respecto, quizás se pasó por mi mente de alguna forma... la verdad es que ignoro el por qué de eso y tampoco me interesa mucho...- Fue lo último que dije.
Era una persona muy tímida, no hablaba mucho, solo lo necesario, pero desde que me encontré con él y el tiempo que estuve a su lado me había hecho cambiar un poco mi actitud. Quizás por su forma de ser, por esos desafiantes comentarios que me hacía y su forma de contestarme, pero estaba cambiando en ese poco tiempo, por lo menos no me quedaba callada a la hora de defenderme.
Estaba agotada, y más con ese clima seco y caluroso, en mis rostro se notaba, me dejé caer en el suelo por un momento, sentándome a descansar, por lo menos por unos minutos, hasta que aquel hombre decida seguir avanzando.
Jezzara- Reino : Santuario de Athena
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
- Como sea. Que sepas o no mi nombre no hace diferencia alguna. – Dijo finalmente mientras con su daga volvía a poner su atención en la manzana.
El asunto le parecía sospechoso, pero notaba sinceridad en el tono de voz de Jezzara. Si algo podía Manigoldo ver, era la intensión de las personas y era más que claro que si la joven hasta había accedido a besarle el rostro después de haber declarado con claridad lo asqueada que se sentía por la actitud de Manigoldo, entonces era evidente que estaba desesperada por llegar al Santuario. Dejaría el asunto ahí, pero lo tendría presente, siempre pendiente de lo que pudiese hacer o no esa joven que conocía su nombre sin que él se lo hubiese dicho.
Pero por algún motivo Jezzara no dejaba de quejarse y quejarse y dar explicaciones que ya no eran necesarias y además decirle lo que debía hacer. Manigoldo suspiró profundamente intentando pasar el mal rato de tener que aguantarla hablar, pero simplemente lo superó.
- Suficiente, suficiente, deja de parlotear. Te llevaré al Santuario… - Empezó a decir mientras se metía una toronja de manzana a la boca que había cortado con la daga. – Volveremos a caminar cuando el sol baje un poco más. Te dije que te llevaría al Santuario y eso haré.
No porque te quiera hacer un favor, sino porque tu me vas a dar tu caballo a cambio. – Pensó mientras la miraba directamente a los ojos. Y vaya ojos que tenía. Por primera vez los notó mientras masticaba la manzana lentamente sin dejar de mirar su piel, su cuerpo, sus senos… cando permanecía callada era una mujer más que atractiva. Si tan sólo hubiese sido muda habría sido la mujer perfecta para cualquiera… pero su boca, arruinaba ese envoltorio. Manigoldo sonrió incrédulo de que el aburrimiento hiciera que incluso Jezzara se viera apetecible.
- Sabes Jezzara, para alguien Egipcia, tienes unos ojos bastante interesantes.
Dejó de mirarla, y siguió cortando su manzana, sabía que intentar cualquier cosa con esa niña habría sido inútil por que lo detestaba por instinto, aunque por lo general el sexo con las mujeres que lo detestaban siempre resultaba algo más que apetecible.
- Bellos. No es común ver ojos así. Tu madre debió ser una preciosidad.
Comenzó a pensar si realmente estaba haciendo lo que creía que estaba haciendo… ¿La estaba cortejando? Muchas veces había tenido que tragar su propio orgullo con mujeres que lo habían insultado e incluso golpeado, por el simple capricho de seducirlas, de escuchar luego como gemían con el peso de su cuerpo encima, como se mordían los labios para no pronunciar su nombre…. la diferencia estaba en que, eran mujeres, Jezzara tal vez aun era impúber. O tal vez se equivocaba.
¿Podría intentarlo? ¿Se atrevería a ello? Era un completo estúpido, siempre lo había sido con las mujeres bonitas… se olvidaba de todo lo demás y luego que las conseguía simplemente desaparecía del mapa.
Tenía que buscar una forma de romper esa desconfianza que sentían, y además, de caerle un poco más en gracia si planeaba hacer algo. Un gesto, un pequeño detalle… una señal de que el podía valer la pena como persona.
Tomó la daga y cortó un trozo de manzana clavándola en la punta. Luego, movió su mano en dirección a Jezzara, sin mirarla, sin sonreír, completamente serio. Un ofrecimiento de paz, una tregua en medio del calor de aquellos riscos. No podía haber gesto más amistoso que eso, y si las cosas resultaban como esperaba, tal vez esa tarde en la sombra no fuera una completa perdida de tiempo.
- Te mojará los labios… de lo contrario se te partirán con este calor.
El asunto le parecía sospechoso, pero notaba sinceridad en el tono de voz de Jezzara. Si algo podía Manigoldo ver, era la intensión de las personas y era más que claro que si la joven hasta había accedido a besarle el rostro después de haber declarado con claridad lo asqueada que se sentía por la actitud de Manigoldo, entonces era evidente que estaba desesperada por llegar al Santuario. Dejaría el asunto ahí, pero lo tendría presente, siempre pendiente de lo que pudiese hacer o no esa joven que conocía su nombre sin que él se lo hubiese dicho.
Pero por algún motivo Jezzara no dejaba de quejarse y quejarse y dar explicaciones que ya no eran necesarias y además decirle lo que debía hacer. Manigoldo suspiró profundamente intentando pasar el mal rato de tener que aguantarla hablar, pero simplemente lo superó.
- Suficiente, suficiente, deja de parlotear. Te llevaré al Santuario… - Empezó a decir mientras se metía una toronja de manzana a la boca que había cortado con la daga. – Volveremos a caminar cuando el sol baje un poco más. Te dije que te llevaría al Santuario y eso haré.
No porque te quiera hacer un favor, sino porque tu me vas a dar tu caballo a cambio. – Pensó mientras la miraba directamente a los ojos. Y vaya ojos que tenía. Por primera vez los notó mientras masticaba la manzana lentamente sin dejar de mirar su piel, su cuerpo, sus senos… cando permanecía callada era una mujer más que atractiva. Si tan sólo hubiese sido muda habría sido la mujer perfecta para cualquiera… pero su boca, arruinaba ese envoltorio. Manigoldo sonrió incrédulo de que el aburrimiento hiciera que incluso Jezzara se viera apetecible.
- Sabes Jezzara, para alguien Egipcia, tienes unos ojos bastante interesantes.
Dejó de mirarla, y siguió cortando su manzana, sabía que intentar cualquier cosa con esa niña habría sido inútil por que lo detestaba por instinto, aunque por lo general el sexo con las mujeres que lo detestaban siempre resultaba algo más que apetecible.
- Bellos. No es común ver ojos así. Tu madre debió ser una preciosidad.
Comenzó a pensar si realmente estaba haciendo lo que creía que estaba haciendo… ¿La estaba cortejando? Muchas veces había tenido que tragar su propio orgullo con mujeres que lo habían insultado e incluso golpeado, por el simple capricho de seducirlas, de escuchar luego como gemían con el peso de su cuerpo encima, como se mordían los labios para no pronunciar su nombre…. la diferencia estaba en que, eran mujeres, Jezzara tal vez aun era impúber. O tal vez se equivocaba.
¿Podría intentarlo? ¿Se atrevería a ello? Era un completo estúpido, siempre lo había sido con las mujeres bonitas… se olvidaba de todo lo demás y luego que las conseguía simplemente desaparecía del mapa.
Tenía que buscar una forma de romper esa desconfianza que sentían, y además, de caerle un poco más en gracia si planeaba hacer algo. Un gesto, un pequeño detalle… una señal de que el podía valer la pena como persona.
Tomó la daga y cortó un trozo de manzana clavándola en la punta. Luego, movió su mano en dirección a Jezzara, sin mirarla, sin sonreír, completamente serio. Un ofrecimiento de paz, una tregua en medio del calor de aquellos riscos. No podía haber gesto más amistoso que eso, y si las cosas resultaban como esperaba, tal vez esa tarde en la sombra no fuera una completa perdida de tiempo.
- Te mojará los labios… de lo contrario se te partirán con este calor.
Manigoldo- Status :
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Mientras hablaba noté que Manigoldo suspiraba y pronto interrumpió mis palabras, obviamente sabía que le molestaba que hable, pero pensaba por qué entonces me hacía preguntas, comencé a creer que quizás yo hablaba demasiado dando explicaciones innecesarias pero no me importó demasiado, mientras me lleve al santuario iba a estar contenta, aunque no del tono, aún me seguía fastidiando demasiado esa actitud que tenía hacia mi, pero no decía nada al respecto. En algún momento confirmó que me iba a llevar al santuario, pero en realidad ese tono sonó como si lo hubiese dicho para que me callara y deje de hablar innecesariamente, eso me molestaba un poco pero seguí callada, no quería armar problemas y mucho menos en ese momento.
Se hizo un pequeño silencio aunque un poco incómodo mientras notaba que él me estaba viendo a los ojos mientras comía su manzana. Me observaba demasiado y eso me ponía un poco incómoda, por lo que bajé mi rostro aun con ese gesto de seriedad que tenía desde un principio. Ahí escuche sus palabras, hablaba de mis ojos, no lo creí muy cierto, ¿por que me estaría diciendo esas cosas luego de haberme molestado tanto con sus comentarios? Lo creía algo poco posible pero lo escuchaba de su propia boca, levanté mi vista para verlo, pero no dije nada al respecto, ni siquiera sonreí, mantenía el mismo rostro inexpresivo de antes. e pareció una actitud bastante extraña que esté diciendo eso, quizás algo planeaba o solamente quería que confíe un poco en él, ni siquiera yo lo sabía pero aún así me parecía extraño.
Lo estaba mirando, seguía cortando un trozo de la manzana que tenía en su mano, pero lo que me pareció más extraño fue su siguiente acción, clavando el trozo de manzana en la punta de su daga la acercó a mí ofreciéndola mientras pronunciaba unas cuantas palabras. Las dudas seguían invadiendo mi mente ¿por qué estaría siendo tan amable conmigo si hace un momento no me soportaba? Aunque no podía negarme, empezaba a agradarme esa actitud que había tomado, solo esperaba que no se arrepienta y vuelva a fastidiarme con alguno de sus malos comentarios que tanto me molestaban. En mi rostro se dibujó una tierna sonrisa mientras tomaba el trozo de manzana.
-...gracias....- solo pude pronunciar esa palabra, no quise hablar más que eso, después de todo aquel sujeto había demostrado en varias oportunidades que no soportaba mi voz. Pronto llevé el trozo de manzana a mi boca y probé por fin un poco. Pero no pude evitarlo, era extraño aquel cambio y quise comentar acerca de eso -Que extraño, de pronto eres bueno conmigo...- Mordí otro trozo de manzana y me mantuve unos segundos en silencio hasta terminar de masticar y luego agregué -...aunque me agradas así...- dije para terminar y no pude evitar mostrar una sonrisa aunque por unos cortos segundos. No quería hablar mucho, además estaba bastante agotada y ese calor me tenía mal, no podría esta ni un minuto bajo ese sol, aunque al pasar de las horas se hacía menos intenso. Después de un corto rato suspiré y bajé mi rostro mirando al suelo, estaba muy pensativa, en realidad no miraba ningún punto fijo, solo pensaba.
Se hizo un pequeño silencio aunque un poco incómodo mientras notaba que él me estaba viendo a los ojos mientras comía su manzana. Me observaba demasiado y eso me ponía un poco incómoda, por lo que bajé mi rostro aun con ese gesto de seriedad que tenía desde un principio. Ahí escuche sus palabras, hablaba de mis ojos, no lo creí muy cierto, ¿por que me estaría diciendo esas cosas luego de haberme molestado tanto con sus comentarios? Lo creía algo poco posible pero lo escuchaba de su propia boca, levanté mi vista para verlo, pero no dije nada al respecto, ni siquiera sonreí, mantenía el mismo rostro inexpresivo de antes. e pareció una actitud bastante extraña que esté diciendo eso, quizás algo planeaba o solamente quería que confíe un poco en él, ni siquiera yo lo sabía pero aún así me parecía extraño.
Lo estaba mirando, seguía cortando un trozo de la manzana que tenía en su mano, pero lo que me pareció más extraño fue su siguiente acción, clavando el trozo de manzana en la punta de su daga la acercó a mí ofreciéndola mientras pronunciaba unas cuantas palabras. Las dudas seguían invadiendo mi mente ¿por qué estaría siendo tan amable conmigo si hace un momento no me soportaba? Aunque no podía negarme, empezaba a agradarme esa actitud que había tomado, solo esperaba que no se arrepienta y vuelva a fastidiarme con alguno de sus malos comentarios que tanto me molestaban. En mi rostro se dibujó una tierna sonrisa mientras tomaba el trozo de manzana.
-...gracias....- solo pude pronunciar esa palabra, no quise hablar más que eso, después de todo aquel sujeto había demostrado en varias oportunidades que no soportaba mi voz. Pronto llevé el trozo de manzana a mi boca y probé por fin un poco. Pero no pude evitarlo, era extraño aquel cambio y quise comentar acerca de eso -Que extraño, de pronto eres bueno conmigo...- Mordí otro trozo de manzana y me mantuve unos segundos en silencio hasta terminar de masticar y luego agregué -...aunque me agradas así...- dije para terminar y no pude evitar mostrar una sonrisa aunque por unos cortos segundos. No quería hablar mucho, además estaba bastante agotada y ese calor me tenía mal, no podría esta ni un minuto bajo ese sol, aunque al pasar de las horas se hacía menos intenso. Después de un corto rato suspiré y bajé mi rostro mirando al suelo, estaba muy pensativa, en realidad no miraba ningún punto fijo, solo pensaba.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
- No soy tan desagradable cuando no me están gritando ni ofendiendo. – Respondió Manigoldo sin mirarla con un tono algo alejado, como si estuviese sentido con ella. Pero por dentro sonreía pues había logrado su cometido, la joven le había sonreído y le había dicho que le gustaba que la tratara bien.
Si eso era lo que necesitaba para poder seducirla, la trataría bien… no sabía por cuanto tiempo pero debía hacer el intento al menos en las horas que estuvieran escapándose del sol. Suspiró siguiendo con su plan… pensando que podía hacer para que la joven inevitablemente se acercara a él y fuera ella quien buscara su compañía. Era difícil pues a ella le desagradaba su personalidad y a él le desagradaba su altanería y falta de delicadeza. Pero podía hacer una excepción por matar el tiempo.
Se volteó a mirarla notando lo abochornada que estaba por el calor. No fingió interés sobre exagerando, pero si tuvo la cortesía de acercarse con una distancia prudente hacia ella.
- Luces agotada…no te preocupes, el sol bajara en unas cuantas horas. - Murmuró mientras que con el puño de la manga de su camisa secaba la frente de Jezzara, un gesto que pensó la joven apreciaría. Las mujeres por algún motivo solían responder a ese tipo de actos. El hubiese agradecido si con su boca hubiese buscado otras partes de su cuerpo... ESE si era un gesto que se podía apreciar. – Si quieres puedes dormir… yo te cuidaré Jezzara. No hay necesidad de llegar con tanto apuro al Santuario.
Volvió a mirar en frente, suspirando… ¿Sería suficiente aquella muestra de preocupación para que la joven se acercara a él? No lo sabía. Por el momento en lo único que podía pensar era en como luciría desnuda bajo él… peor debía ser paciente pues si se abalanzaba de la nada hacia ella, lo único que lograría sería asustarla. Si quería tener cualquier tipo de contacto con la joven, tenía que tratarla como a una señorita le gustaría ser tratada, aunque le resultara imposible hacerlo a un hijo de la calle como él.
- Me recuerdas a una persona que perdí hace mucho tiempo, Jezzara. Por eso me es tan difícil estar contigo sin ser un... tarado… – Dijo finalmente. Fue la primera estupidez que se le ocurrió decir. Pero pensó que una confesión tan íntima como esa generaría más confianza entre ellos. – También me trataba como tú… era cruel y despiadada conmigo. Creía que podía sola contra el mundo y a veces me provocaba querer golpearla…Y aun así su sonrisa alumbraba el día de cualquiera. Tenía este detalle en sus facciones, tan especial… único a decir verdad, cada vez que sonreía se le hacían agujeros en el borde de los labios… margaritas le decimos en Roma …tal vez creas que estoy loco pero… era la mujer mas bella que hubiese visto en mi vida… al menos hasta ahora… - No la miró pero pretendió haberse avergonzado, bajando el rostro. – y tú… me recuerdas lo que perdí y es posible que nunca vuelva a tener. Alguien a quien le importe.
Era irónico que hubiese decidido decir una mentira tan grande como esa. Manigoldo era un experto de las mentiras, se le daban con tanta facilidad que llegaba a ser ridículo. Lo decía con un tono tan honesto que era impensable que alguien pudiese inventar algo como eso. Movió su mano lentamente y la puso sobre la de Jezzara, apretándola con delicadeza.
- ¿Puedo?
Si eso era lo que necesitaba para poder seducirla, la trataría bien… no sabía por cuanto tiempo pero debía hacer el intento al menos en las horas que estuvieran escapándose del sol. Suspiró siguiendo con su plan… pensando que podía hacer para que la joven inevitablemente se acercara a él y fuera ella quien buscara su compañía. Era difícil pues a ella le desagradaba su personalidad y a él le desagradaba su altanería y falta de delicadeza. Pero podía hacer una excepción por matar el tiempo.
Se volteó a mirarla notando lo abochornada que estaba por el calor. No fingió interés sobre exagerando, pero si tuvo la cortesía de acercarse con una distancia prudente hacia ella.
- Luces agotada…no te preocupes, el sol bajara en unas cuantas horas. - Murmuró mientras que con el puño de la manga de su camisa secaba la frente de Jezzara, un gesto que pensó la joven apreciaría. Las mujeres por algún motivo solían responder a ese tipo de actos. El hubiese agradecido si con su boca hubiese buscado otras partes de su cuerpo... ESE si era un gesto que se podía apreciar. – Si quieres puedes dormir… yo te cuidaré Jezzara. No hay necesidad de llegar con tanto apuro al Santuario.
Volvió a mirar en frente, suspirando… ¿Sería suficiente aquella muestra de preocupación para que la joven se acercara a él? No lo sabía. Por el momento en lo único que podía pensar era en como luciría desnuda bajo él… peor debía ser paciente pues si se abalanzaba de la nada hacia ella, lo único que lograría sería asustarla. Si quería tener cualquier tipo de contacto con la joven, tenía que tratarla como a una señorita le gustaría ser tratada, aunque le resultara imposible hacerlo a un hijo de la calle como él.
- Me recuerdas a una persona que perdí hace mucho tiempo, Jezzara. Por eso me es tan difícil estar contigo sin ser un... tarado… – Dijo finalmente. Fue la primera estupidez que se le ocurrió decir. Pero pensó que una confesión tan íntima como esa generaría más confianza entre ellos. – También me trataba como tú… era cruel y despiadada conmigo. Creía que podía sola contra el mundo y a veces me provocaba querer golpearla…Y aun así su sonrisa alumbraba el día de cualquiera. Tenía este detalle en sus facciones, tan especial… único a decir verdad, cada vez que sonreía se le hacían agujeros en el borde de los labios… margaritas le decimos en Roma …tal vez creas que estoy loco pero… era la mujer mas bella que hubiese visto en mi vida… al menos hasta ahora… - No la miró pero pretendió haberse avergonzado, bajando el rostro. – y tú… me recuerdas lo que perdí y es posible que nunca vuelva a tener. Alguien a quien le importe.
Era irónico que hubiese decidido decir una mentira tan grande como esa. Manigoldo era un experto de las mentiras, se le daban con tanta facilidad que llegaba a ser ridículo. Lo decía con un tono tan honesto que era impensable que alguien pudiese inventar algo como eso. Movió su mano lentamente y la puso sobre la de Jezzara, apretándola con delicadeza.
- ¿Puedo?
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Tenía mis dudas de esa actitud que había tomado aquel sujeto, pues de un momento al otro comenzaba a tratarme bien, pero de algún modo eso me agradaba, mientras no cambie de idea y vuelva a agredirme con sus ofensivas palabras estaría contenta, quizás necesitaba en ese largo viaje una compañía, como la había tenido junto a Edward en el viaje desde Egipto, no podía viajar sola, era algo que me incomodaba, pero aún menos soportaba pasar tanto tiempo junto a alguien que me ofende a cada momento, que me discute y hasta ignora mis palabras, por eso comenzaba a pensar que me agradaba cada vez más esa actitud amable que él estaba teniendo conmigo, aunque no tenía idea del motivo por el cual cambió tan de repente, no me importaba mucho tampoco pero me agradaba de alguna manera.
Estaba bastante lejos de él, ni siquiera me miraba pero pronto levanté la vista viendo que se acercaba a mí, mientras decía unas palabras con un tono amable y bastante bajo mientras secaba mi frente con el puño de su camisa, lo miré un tanto extrañada pero con una pequeña sonrisa en mi rostro y un gesto tierno que a veces se veía en mis ojos, mientras miraba detenidamente a aquel hombre. Terminó de hablar entonces dije con un tono suave. -Gracias pero he dormido lo suficiente antes de llegar a Roma... creo que lo que me tiene muy agotada es ese calor... aún no me acostumbro a estos climas...- Dije con unas simples palabras dirigidas a aquel hombre. Luego de eso se hizo un silencio de algunos segundos hasta que volvió a hablar. Seguía pareciéndome algo sospechoso, pero esas oraciones que decía se me hacían muy bellas y conmovedoras, por supuesto que yo creía que eso era verdad, después de todo con ese tono con que hablaba no podía creerse otra cosa.
-¿De verdad? Es... es.. bello lo que dices...- Decía ingenua sin saber que otras palabras usar, era lo único que se me ocurría. Pero eso no fue lo único, pronto acercó su mano a la mía apretándola con delicadeza. Algo que me extrañaba aún más, comenzaba a ponerme nerviosa, podía notarlo porque los palpitos de mi corazón se aceleraban un poco, aunque no demasiado, solo había sido por el simple hecho de que no me esperaba aquella acción. Suspiré levemente sin que se note demasiado entonces apreté también su mano suavemente, sin siquiera contestar, estaba un poco confundida pero no me molestaba aquella actitud amable que estaba teniendo él aunque me parecía un tanto extraño. Me encontraba bastante pensativa, no decía nada, pero luego levanté la vista mirando a aquel hombre a los ojos.
-¿Sabes? No eres tan malo como creía... comienzo a creer que eres una buena compañía... por lo menos hasta llegar al Santuario- Le estaba dando demasiada confianza aún sin saber que era todo mentira, yo le creía, como era costumbre en mi, era una joven amable que se le hacía difícil dudar de alguien. Por lo que estaba cayendo sin darme cuenta. Decidí acercarme un poco y sentarme frente a él, un poco más cerca de lo que estaba. -Espero que no te moleste...- comenté luego, pensando que quizás le molestaría aquella acción mía de acercarme a donde él estaba. No dejaba de mirarlo a los ojos con esa tierna mirada con la cual miraba siempre a las personas que apreciaba, comenzaba a sentirme cómoda con la actitud que tomaba Manigoldo pero sin saber lo que pretendía. Pronto bajé mi rostro mirando su mano sosteniendo la mía, me encontraba muy pensativa en mi mente aún estaba la duda.
El sol se hacía menos intenso, las horas pasaban muy rápido y yo comenzaba a sentirme mejor, mi cuerpo se sentía más liviano, sin ese pero que significaba el intenso calor y la sed que causaban los fuertes rayos del sol. -Me siento un poco mejor... o al menos eso creo... el sol intenso me estaba matando...- Comenté luego, con un gesto serio en mi rostro, la verdad no tenía ningún apuro por llegar al Santuario, solo quería llegar por lo menos, no importaba cuando, pero era mi deseo, mientra aquel hombre me lleve allí, podía aceptar lo que el destino me traiga, ya sean cosas buenas o dificultades, todo podía pasar.
Estaba bastante lejos de él, ni siquiera me miraba pero pronto levanté la vista viendo que se acercaba a mí, mientras decía unas palabras con un tono amable y bastante bajo mientras secaba mi frente con el puño de su camisa, lo miré un tanto extrañada pero con una pequeña sonrisa en mi rostro y un gesto tierno que a veces se veía en mis ojos, mientras miraba detenidamente a aquel hombre. Terminó de hablar entonces dije con un tono suave. -Gracias pero he dormido lo suficiente antes de llegar a Roma... creo que lo que me tiene muy agotada es ese calor... aún no me acostumbro a estos climas...- Dije con unas simples palabras dirigidas a aquel hombre. Luego de eso se hizo un silencio de algunos segundos hasta que volvió a hablar. Seguía pareciéndome algo sospechoso, pero esas oraciones que decía se me hacían muy bellas y conmovedoras, por supuesto que yo creía que eso era verdad, después de todo con ese tono con que hablaba no podía creerse otra cosa.
-¿De verdad? Es... es.. bello lo que dices...- Decía ingenua sin saber que otras palabras usar, era lo único que se me ocurría. Pero eso no fue lo único, pronto acercó su mano a la mía apretándola con delicadeza. Algo que me extrañaba aún más, comenzaba a ponerme nerviosa, podía notarlo porque los palpitos de mi corazón se aceleraban un poco, aunque no demasiado, solo había sido por el simple hecho de que no me esperaba aquella acción. Suspiré levemente sin que se note demasiado entonces apreté también su mano suavemente, sin siquiera contestar, estaba un poco confundida pero no me molestaba aquella actitud amable que estaba teniendo él aunque me parecía un tanto extraño. Me encontraba bastante pensativa, no decía nada, pero luego levanté la vista mirando a aquel hombre a los ojos.
-¿Sabes? No eres tan malo como creía... comienzo a creer que eres una buena compañía... por lo menos hasta llegar al Santuario- Le estaba dando demasiada confianza aún sin saber que era todo mentira, yo le creía, como era costumbre en mi, era una joven amable que se le hacía difícil dudar de alguien. Por lo que estaba cayendo sin darme cuenta. Decidí acercarme un poco y sentarme frente a él, un poco más cerca de lo que estaba. -Espero que no te moleste...- comenté luego, pensando que quizás le molestaría aquella acción mía de acercarme a donde él estaba. No dejaba de mirarlo a los ojos con esa tierna mirada con la cual miraba siempre a las personas que apreciaba, comenzaba a sentirme cómoda con la actitud que tomaba Manigoldo pero sin saber lo que pretendía. Pronto bajé mi rostro mirando su mano sosteniendo la mía, me encontraba muy pensativa en mi mente aún estaba la duda.
El sol se hacía menos intenso, las horas pasaban muy rápido y yo comenzaba a sentirme mejor, mi cuerpo se sentía más liviano, sin ese pero que significaba el intenso calor y la sed que causaban los fuertes rayos del sol. -Me siento un poco mejor... o al menos eso creo... el sol intenso me estaba matando...- Comenté luego, con un gesto serio en mi rostro, la verdad no tenía ningún apuro por llegar al Santuario, solo quería llegar por lo menos, no importaba cuando, pero era mi deseo, mientra aquel hombre me lleve allí, podía aceptar lo que el destino me traiga, ya sean cosas buenas o dificultades, todo podía pasar.
Jezzara- Reino : Santuario de Athena
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Manigoldo mantenía la mirada agachada cubriendose sus ojos con su cabellera azul desordenada. Por dentro sonreía pues había sentido como la joven apretaba su mano y no lo rechazaba, como hubiese esperado. Pero tambien podia darse cuenta que Jezzara estaba un tanto incomoda... no era bueno apresurarse con las cosas pues sabía que chocaría contra una pared y lo único que lograría sería asustar a esa niña. Por lo mismo, levantó la mirada y percibió que ella tambien lo estaba mirando. Pensó que mierda podría decir para causar una buena impresión... la tenía casi donde quería y no podía arruinar las cosas.
- Lo siento... no quise incomodarte Jezzara. Es que... - Hizo una pausa y miró hacia el costado evitando su mirada. - Eres tan... eres... no me hagas decirlo. Sabes a lo que me refiero. Te debes haber mirado a un espejo... hehe...
No podía creer de donde sacaba tanta basura para decir. Era realmente un talento que tenía. ¿Cuantas doncellas habían caido en Germania con esas tonterias? inumerables. Kardia usaba su fuerza para tener mujeres, Manigoldo en cambio usaba algo mucho mas despreciable, mentiras, engaños y juegos. El tema de la seducción para él era incluso más divertido que todo el acto físico luego de que caían, pues en el cortejo se tenía que esforzar...
- Y no te preocupes, te dejaré en paz una vez lleguemos al Santuario. Se que me estoy comportando como un idiota. - Por dentro se sentía complacido... si las cosas salían como quería prontamente la tendría en sus brazos disfrutando de la noche, pero... no podía arruinarlo apresurandose. Tenía que mostrarle que podía confiar en él, que no era una amenaza para ella y que la respetaba. Las mujeres se tragaban ese tipo de cosas rapidamente. - A menos... que quiera que permanesca contigo y te proteja.
De pronto, notó que Jezzara se sentaba delante de él. Las cosas parecían mejorar... la joven se acercaba sin que él tuviera que hacerlo. La dama le preguntó si le molestaba si se sentaba en ese lugar, a lo cual Manigoldo negó con la cabeza sonriendole de vuelta.
- Claro que no me molesta. - Jezzara lo miraba a los ojos y no paraba de hacerlo. Curiosamente, a pesar de que Manigoldo sólo quería divertirse un poco con ella... sintió que se ponía nervioso. ¿Qué era eso? ¿Acaso de verdad le estaba empezando a gustar esa chica? ¿O se empezaba a sentir mal por querer aprovecharse de ela? ¿Era remordimiento? ¿Cómo podía aprovecharse de la ingenuidad de una niña? Se aclaró la garganta y dejó de mirarla, poniendose serio, como si hubiese visto un fantasma. Incluso con ese calor empalideció. Soltó la mano de la joven y volvió a bajar el rostro.
No, eso era imposible para un hombre como él que había crecido sin conocer nunca el afecto de nadie, sentir remordimiento o afecto era algo que no se podía permitir. Aquella emoción le era completamente desconocida. De seguro la manzana le había hecho mal al estómago, o al menos eso quizo pensar para no volver a meditar en el asunto.
- Jezzara... - Mumuró. - Creo que no es tan buena idea que te sientes tan cerca de mi. Despues de todo... soy un hombre y estamos solos. No quisiera que pienses que intento aprovecharme de eso. - No podía creer lo que acababa de decir porque ni si quiera lo pensó. Simplemente salió de su boca... ¿Lo sentía de verdad así?
- Lo siento... no quise incomodarte Jezzara. Es que... - Hizo una pausa y miró hacia el costado evitando su mirada. - Eres tan... eres... no me hagas decirlo. Sabes a lo que me refiero. Te debes haber mirado a un espejo... hehe...
No podía creer de donde sacaba tanta basura para decir. Era realmente un talento que tenía. ¿Cuantas doncellas habían caido en Germania con esas tonterias? inumerables. Kardia usaba su fuerza para tener mujeres, Manigoldo en cambio usaba algo mucho mas despreciable, mentiras, engaños y juegos. El tema de la seducción para él era incluso más divertido que todo el acto físico luego de que caían, pues en el cortejo se tenía que esforzar...
- Y no te preocupes, te dejaré en paz una vez lleguemos al Santuario. Se que me estoy comportando como un idiota. - Por dentro se sentía complacido... si las cosas salían como quería prontamente la tendría en sus brazos disfrutando de la noche, pero... no podía arruinarlo apresurandose. Tenía que mostrarle que podía confiar en él, que no era una amenaza para ella y que la respetaba. Las mujeres se tragaban ese tipo de cosas rapidamente. - A menos... que quiera que permanesca contigo y te proteja.
De pronto, notó que Jezzara se sentaba delante de él. Las cosas parecían mejorar... la joven se acercaba sin que él tuviera que hacerlo. La dama le preguntó si le molestaba si se sentaba en ese lugar, a lo cual Manigoldo negó con la cabeza sonriendole de vuelta.
- Claro que no me molesta. - Jezzara lo miraba a los ojos y no paraba de hacerlo. Curiosamente, a pesar de que Manigoldo sólo quería divertirse un poco con ella... sintió que se ponía nervioso. ¿Qué era eso? ¿Acaso de verdad le estaba empezando a gustar esa chica? ¿O se empezaba a sentir mal por querer aprovecharse de ela? ¿Era remordimiento? ¿Cómo podía aprovecharse de la ingenuidad de una niña? Se aclaró la garganta y dejó de mirarla, poniendose serio, como si hubiese visto un fantasma. Incluso con ese calor empalideció. Soltó la mano de la joven y volvió a bajar el rostro.
No, eso era imposible para un hombre como él que había crecido sin conocer nunca el afecto de nadie, sentir remordimiento o afecto era algo que no se podía permitir. Aquella emoción le era completamente desconocida. De seguro la manzana le había hecho mal al estómago, o al menos eso quizo pensar para no volver a meditar en el asunto.
- Jezzara... - Mumuró. - Creo que no es tan buena idea que te sientes tan cerca de mi. Despues de todo... soy un hombre y estamos solos. No quisiera que pienses que intento aprovecharme de eso. - No podía creer lo que acababa de decir porque ni si quiera lo pensó. Simplemente salió de su boca... ¿Lo sentía de verdad así?
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Todavía pensaba que Manigoldo hablaba y hacía todo eso porque me creía buena persona y quería que tenga más confianza con él, yo ya se lo estaba demostrando, pero obviamente tenía mis dudas, como no sabía cual fu el motivo por el cual cambió de actitud tan de repente, por lo que hace un rato estaba hablando muy más de mí, con insultos y me criticaba, eso me molestaba demasiado, pero ahora estaba actuando de una forma distinta que realmente me agradaba y me sentía muy cómoda con él. No dejaba de mirarlo mientras él hablaba, sus primeras palabras me avergonzaron un poco, bajé mi rostro mirando al suelo, mis mejillas se sonrojaron un poco. No dije nada solo solté un pequeña risa que a penas se notó. Creía que todo eso era cierto.
Aquel hombre siguió hablando, amablemente como lo venía haciendo hace unos minutos. Analizaba esas palabras, y estaba realmente muy pensativa, eso me confundió, en realidad no sabía si quería que me dejara en paz al llegar al santuario. De verdad sentía una extraña seguridad y una protección al estar a su lado que me sentía realmente segura. Era parecida a la sensación que sentí cuando estaba cerca de Edward, sospechaba que había algo extraño en él aunque no sabía que era, ¿estará relacionado con eso del cosmos? ¿O quizás nuestros destinos sean parecidos, al igual que mis anteriores compañeros de viaje? No lo sabía, solo pretendía seguirle la corriente para que no deje de tratarme amablemente. Tampoco le contesté pero en mi rostro se veía esa inseguridad de no saber que decidir, no saber que decir. Pensé un par de veces en decírselo pero temía a su reacción, aunque no me contuve y se lo dije, subiendo mi rostro mientras lo miraba a los ojos.
-La verdad es que no sabría que hacer... desde que te encontré siento algo extraño estando a tu lado... una energía especial que me da una especie de seguridad y protección... pero... no se que pensar de eso...- dije algo insegura y en un tono suave y bajo, luego de eso volví a bajar mi rostro pensando en lo que acababa de decir.
Pero cuando volvía a mirarlo lo notaba extraño, de pronto dejó de mirarme y soltó mi mano, en su rostro se veía algo diferente, como si estuviera confundido o algo parecido, no lo veía igual que hace unos momentos. Luego decidió hablarme aunque en un tono distinto. Lo escuché atentamente, me parecían palabras sinceras. Mi rostro se vio serio, suspiré levemente y decidí contestar.
-¿Por qué dices eso, Manigoldo?- Hice una pequeña pausa y luego continué -Eres una buena persona desde mi punto de vista, a pesar de tus defectos, pero yo también tengo defectos... todos los tenemos...- Decía refiriéndome a la anterior actitud que había tenido él conmigo, sus comentarios y su mala manera de hablarme, pero creía que yo también había sido ruda con él, por eso aclaré las últimas palabras -¿Pero por qué crees que pensaría que pretendes aprovecharte de este momento? en ningún momento pensé en eso...- Hice una pausa y baje la vista por un momento para luego volver a mirarlo. -Escucha... comienzo a verte como un buen amigo... no se si sea bueno pensar así pues cuando lleguemos al santuario ya tendremos que separarnos y no lograré conocerte muy bien, pero es lo que yo siento.- En ese momento estaba siendo realmente sincera, no pensaba mucho en lo que decía, esas palabras salían de mi boca tan pronto como se presentaban en mi mente, era lo que de verdad sentía, aunque creía que Manigoldo no lo comparta igual.
-No quiero que digas más esas cosas por favor, porque en mi opinión pienso que eres diferente...- Fue lo último que dije murmurando en un tono más bajo del que había hablado anteriormente. -...a menos que hayas pensado de esa forma en algún momento, pero no quiero juzgarte, no es lo mío...- dije luego para así bajar mi rostro nuevamente sin mirar al joven. Seguía pensando en aquello que dije, aquello que salió de mi boca sin que lo haya pensado mucho.
Yo era una persona que decía todo lo que sentía sin callarse, y más a las personas que creía que se sentían incómodos conmigo y también a aquellos de quienes no soportaba para nada su actitud, solía criticar y discutir con esa gente. Quizás por eso tenía pocos amigos y tantos enemigos, pues siempre iba de frente con las palabras sin callarme ni una sola. Eso era lo que me traía tan indecisa e incómoda, no sabía lo que aquel hombre llegara a pensar de aquellas oraciones.
Aquel hombre siguió hablando, amablemente como lo venía haciendo hace unos minutos. Analizaba esas palabras, y estaba realmente muy pensativa, eso me confundió, en realidad no sabía si quería que me dejara en paz al llegar al santuario. De verdad sentía una extraña seguridad y una protección al estar a su lado que me sentía realmente segura. Era parecida a la sensación que sentí cuando estaba cerca de Edward, sospechaba que había algo extraño en él aunque no sabía que era, ¿estará relacionado con eso del cosmos? ¿O quizás nuestros destinos sean parecidos, al igual que mis anteriores compañeros de viaje? No lo sabía, solo pretendía seguirle la corriente para que no deje de tratarme amablemente. Tampoco le contesté pero en mi rostro se veía esa inseguridad de no saber que decidir, no saber que decir. Pensé un par de veces en decírselo pero temía a su reacción, aunque no me contuve y se lo dije, subiendo mi rostro mientras lo miraba a los ojos.
-La verdad es que no sabría que hacer... desde que te encontré siento algo extraño estando a tu lado... una energía especial que me da una especie de seguridad y protección... pero... no se que pensar de eso...- dije algo insegura y en un tono suave y bajo, luego de eso volví a bajar mi rostro pensando en lo que acababa de decir.
Pero cuando volvía a mirarlo lo notaba extraño, de pronto dejó de mirarme y soltó mi mano, en su rostro se veía algo diferente, como si estuviera confundido o algo parecido, no lo veía igual que hace unos momentos. Luego decidió hablarme aunque en un tono distinto. Lo escuché atentamente, me parecían palabras sinceras. Mi rostro se vio serio, suspiré levemente y decidí contestar.
-¿Por qué dices eso, Manigoldo?- Hice una pequeña pausa y luego continué -Eres una buena persona desde mi punto de vista, a pesar de tus defectos, pero yo también tengo defectos... todos los tenemos...- Decía refiriéndome a la anterior actitud que había tenido él conmigo, sus comentarios y su mala manera de hablarme, pero creía que yo también había sido ruda con él, por eso aclaré las últimas palabras -¿Pero por qué crees que pensaría que pretendes aprovecharte de este momento? en ningún momento pensé en eso...- Hice una pausa y baje la vista por un momento para luego volver a mirarlo. -Escucha... comienzo a verte como un buen amigo... no se si sea bueno pensar así pues cuando lleguemos al santuario ya tendremos que separarnos y no lograré conocerte muy bien, pero es lo que yo siento.- En ese momento estaba siendo realmente sincera, no pensaba mucho en lo que decía, esas palabras salían de mi boca tan pronto como se presentaban en mi mente, era lo que de verdad sentía, aunque creía que Manigoldo no lo comparta igual.
-No quiero que digas más esas cosas por favor, porque en mi opinión pienso que eres diferente...- Fue lo último que dije murmurando en un tono más bajo del que había hablado anteriormente. -...a menos que hayas pensado de esa forma en algún momento, pero no quiero juzgarte, no es lo mío...- dije luego para así bajar mi rostro nuevamente sin mirar al joven. Seguía pensando en aquello que dije, aquello que salió de mi boca sin que lo haya pensado mucho.
Yo era una persona que decía todo lo que sentía sin callarse, y más a las personas que creía que se sentían incómodos conmigo y también a aquellos de quienes no soportaba para nada su actitud, solía criticar y discutir con esa gente. Quizás por eso tenía pocos amigos y tantos enemigos, pues siempre iba de frente con las palabras sin callarme ni una sola. Eso era lo que me traía tan indecisa e incómoda, no sabía lo que aquel hombre llegara a pensar de aquellas oraciones.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
- ¿Buena persona?... – Murmuró pensativo mirando hacia el costado.
El viento volvía a levantarse arrastrando consigo el polvo de las quebradas. No había casi vida en ese lugar, todo se veía seco, demasiado seco. Quiso responderle lo obvio, que él no era una buena persona y que pensar que sí lo era engañarse a si misma. Pero hacerlo, arruinaría todo el avance que había hecho hasta entonces. Por lo mismo no dijo nada. La escuchó hablar sin mirarla hasta que no pudo guardar silencio.
– Jezzara, no es bueno que me veas así… claro que no es bueno. – Dijo cuando la escuchó diciendo que lo veía como un posible amigo. Manigoldo no sabía si quiera el significado de esa palabra y no estaba seguro si quería conocerlo. Pero que esa niña lo viera de esa forma lo estaba empezando hacer sentir… culpable. Aprovecharse de los sentimientos nobles de otra persona era despreciable, y no tenía problema con serlo… pero esa chica era tan joven… - Yo no soy amigo de nadie. – Respondió finalmente. - No se que podrías haber visto en mí que te indique lo contrario. ¿Quieres saber quien soy? Soy solo el hijo de una prostituta. Un hijo de la calle y la mierda, que robó, asesinó y peleó toda su vida para alimentarse o por diversión.
Cuando terminó de hablar abrió ampliamente sus ojos al darse cuenta que era la primera cosa verdadera que decía en mucho tiempo. ¿Qué sucedía con él? ¿Por qué no media sus palabras? Estaba echando por la borda todo el trabajo que había hecho hasta entonces con la muchacha. Sacudió su mente de lo maricón que se estaba volviendo. No importaba la edad, no importaba lo noble que esa niña fuera… si lograba tenerla entre sus brazos sería una de sus mayores victorias. Por lo mismo, la miró con ojos algo melancólicos, actuando a la perfección como sabía, y le dijo con algo de suavidad:
- No se que es lo que ves en ti misma que te haría decir que tienes defectos, desde mi punto de vista, te ves perfecta. - Remató todo lo dicho con una sonrisa de gracia. Siempre sonreía relajado por todo, nada lo complicaba realmente, era una persona que se tomaba todo a la ligera.
Pero la chica miraba hacia abajo aun. De seguro todo eso la tenía algo incomoda. ¿O tal vez sentía vergüenza de sentirse tan en confianza con Manigoldo? Fue lo que fuera, el hombre supo que era el momento adecuado para actuar. Si fracasaba y se daba un portazo contra ella, pues ni modo. Podía dejar de actuar y comenzar a avanzar por la ruta ahora que el sol comenzaba a bajar…. Pero si triunfaba en su acción, si las cosas se daban como el pensaba… sería el rey de reyes por ese día al menos. Movió lentamente su mano hacia el mentón de Jezzara, y con su dedo índice subió con lentitud el rostro de la joven para mirarla sin pestañar a los ojos.
- ¿Realmente quieres saber que es lo que estoy pensando?
El viento volvía a levantarse arrastrando consigo el polvo de las quebradas. No había casi vida en ese lugar, todo se veía seco, demasiado seco. Quiso responderle lo obvio, que él no era una buena persona y que pensar que sí lo era engañarse a si misma. Pero hacerlo, arruinaría todo el avance que había hecho hasta entonces. Por lo mismo no dijo nada. La escuchó hablar sin mirarla hasta que no pudo guardar silencio.
– Jezzara, no es bueno que me veas así… claro que no es bueno. – Dijo cuando la escuchó diciendo que lo veía como un posible amigo. Manigoldo no sabía si quiera el significado de esa palabra y no estaba seguro si quería conocerlo. Pero que esa niña lo viera de esa forma lo estaba empezando hacer sentir… culpable. Aprovecharse de los sentimientos nobles de otra persona era despreciable, y no tenía problema con serlo… pero esa chica era tan joven… - Yo no soy amigo de nadie. – Respondió finalmente. - No se que podrías haber visto en mí que te indique lo contrario. ¿Quieres saber quien soy? Soy solo el hijo de una prostituta. Un hijo de la calle y la mierda, que robó, asesinó y peleó toda su vida para alimentarse o por diversión.
Cuando terminó de hablar abrió ampliamente sus ojos al darse cuenta que era la primera cosa verdadera que decía en mucho tiempo. ¿Qué sucedía con él? ¿Por qué no media sus palabras? Estaba echando por la borda todo el trabajo que había hecho hasta entonces con la muchacha. Sacudió su mente de lo maricón que se estaba volviendo. No importaba la edad, no importaba lo noble que esa niña fuera… si lograba tenerla entre sus brazos sería una de sus mayores victorias. Por lo mismo, la miró con ojos algo melancólicos, actuando a la perfección como sabía, y le dijo con algo de suavidad:
- No se que es lo que ves en ti misma que te haría decir que tienes defectos, desde mi punto de vista, te ves perfecta. - Remató todo lo dicho con una sonrisa de gracia. Siempre sonreía relajado por todo, nada lo complicaba realmente, era una persona que se tomaba todo a la ligera.
Pero la chica miraba hacia abajo aun. De seguro todo eso la tenía algo incomoda. ¿O tal vez sentía vergüenza de sentirse tan en confianza con Manigoldo? Fue lo que fuera, el hombre supo que era el momento adecuado para actuar. Si fracasaba y se daba un portazo contra ella, pues ni modo. Podía dejar de actuar y comenzar a avanzar por la ruta ahora que el sol comenzaba a bajar…. Pero si triunfaba en su acción, si las cosas se daban como el pensaba… sería el rey de reyes por ese día al menos. Movió lentamente su mano hacia el mentón de Jezzara, y con su dedo índice subió con lentitud el rostro de la joven para mirarla sin pestañar a los ojos.
- ¿Realmente quieres saber que es lo que estoy pensando?
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Estaba mirando al suelo pensando en todo lo que había dicho, casi podía arrepentirme pero solo reflexionaban, hasta que escuché las palabras de aquel sujeto, eran unas frases que realmente me decepcionaban, antes no creía que el fuese de ese tipo de personas pero lo que oía era real, lo estaba diciendo y me lo decía a mí. Esas palabras sonaban aún más reales que lo que había dicho antes pero yo no reaccioné en ese mismo instante, aún mi mirada estaba fija en la nada con el rostro bajo, pensando, escuchando, reflexionando acerca de mis palabras y lo que él contestaba. Me sentía ahora realmente confundida, no sabía que decir ni que hacer, comencé a creer que lo que él me decía anteriormente no era del todo cierto, pero mi noble actitud me obligó a creer todo lo que había oído.
Pronto escuché las siguientes palabras del joven diciendo que me veía perfecta, en realidad eso no era cierto ya que tenía muchos defectos, es más quizás tenía más defectos que virtudes, yo me veía así, nunca nada me salía bien, había tenido una miserable vida y jamás aprendí a valerme por mi cuenta y pedía ayuda. Entonces sin mirarle decidí contestar con un tono serio pero melancólico.
-Tú no me conoces... no soy perfecta, soy muy distinta a la persona que ves...- Dije algo confundida, en realidad no sabía muy bien lo que decía solo mencionaba lo que sentía en mi corazón. En ese momento me sentía decepcionada y angustiada. Ya quería seguir el camino sin más, el sol estaba bajando, ya comenzaba a soplar el viento aun débil pero levantaba polvo y hacía ondear mis cabellos rubios al aire.
Luego me hizo una última pregunta, eso me hizo dudar de sus anteriores palabras, llegué a pensar si de verdad era real todo lo que me había dicho. Porque si me hacía ese tipo de preguntas, ¿acaso todo lo que me dijo antes no era lo que pensaba? Entonces quise saberlo, con su mano levantaba mi rostro, eso me obligó a mirarlo a los ojos, con un gesto de seriedad.
-¿Acaso lo que me dijiste anteriormente no era lo que piensas?- Respondí con otra pregunta pero enseguida añadí unas palabras, cada una de las frases era real, seria -Quiero saber lo que de verdad quieres de mí, no me importa lo que sea, dímelo, pero no me mientas por favor...- Me sentía presionada, quería saber la verdad, lo que de verdad sucedía con ese tipo, si es que era sincero o me estaba mintiendo, y solo esperaba que sea sincero. Y tomé con suavidad la mano de Manigoldo apartándola un poco de mi rostro, pero sin bajar el mismo, siempre mirándolo seriamente a los ojos.
Pronto escuché las siguientes palabras del joven diciendo que me veía perfecta, en realidad eso no era cierto ya que tenía muchos defectos, es más quizás tenía más defectos que virtudes, yo me veía así, nunca nada me salía bien, había tenido una miserable vida y jamás aprendí a valerme por mi cuenta y pedía ayuda. Entonces sin mirarle decidí contestar con un tono serio pero melancólico.
-Tú no me conoces... no soy perfecta, soy muy distinta a la persona que ves...- Dije algo confundida, en realidad no sabía muy bien lo que decía solo mencionaba lo que sentía en mi corazón. En ese momento me sentía decepcionada y angustiada. Ya quería seguir el camino sin más, el sol estaba bajando, ya comenzaba a soplar el viento aun débil pero levantaba polvo y hacía ondear mis cabellos rubios al aire.
Luego me hizo una última pregunta, eso me hizo dudar de sus anteriores palabras, llegué a pensar si de verdad era real todo lo que me había dicho. Porque si me hacía ese tipo de preguntas, ¿acaso todo lo que me dijo antes no era lo que pensaba? Entonces quise saberlo, con su mano levantaba mi rostro, eso me obligó a mirarlo a los ojos, con un gesto de seriedad.
-¿Acaso lo que me dijiste anteriormente no era lo que piensas?- Respondí con otra pregunta pero enseguida añadí unas palabras, cada una de las frases era real, seria -Quiero saber lo que de verdad quieres de mí, no me importa lo que sea, dímelo, pero no me mientas por favor...- Me sentía presionada, quería saber la verdad, lo que de verdad sucedía con ese tipo, si es que era sincero o me estaba mintiendo, y solo esperaba que sea sincero. Y tomé con suavidad la mano de Manigoldo apartándola un poco de mi rostro, pero sin bajar el mismo, siempre mirándolo seriamente a los ojos.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Cuando Jezzara retiro la mano de Manigoldo de su cara fue como un golpe en el estomago. Ni modo, no había caso en seguirle el juego ni desgastarse más con el tema. Ella de cualquier forma era una niña. Sólo debía llevarla al Santuario, cobrar y ya era. Con ese dinero podía pagar alguna prostituta en Rodorio. Después de todo, le había dicho la primera verdad en muchas mentiras y la joven reaccionaba así…¿Qué hubiese pensando si Manigoldo seguía hablando de su vida hasta entonces? Seguramente, nada bueno, por mucho que se las diera de santurrona esa niña no estaba ni cerca de ser alguien compresiva o agradable si quiera.
Manigoldo se retiró hacia atrás, poniendo una mano en el hombro de Jezzara para marcar la distancia entre ambos. La actitud de la niña era un verdadero “mata pasiones”. Su mirada seria lo asqueaba… le producía dolor en el estomago que una mujer se tomara las cosas con tanta seriedad cuando el momento era perfecto, había creado el momento perfecto para que ella simplemente se callara de una vez y le preguntara con suavidad que es lo que el pensaba… y el le habría contestado que deseaba besarla y le hubiese pedido permiso para ello, después de todo, Manigoldo nunca actuaba a la fuerza con las mujeres, odiaba escucharlas llorar y quejándose, escupiendo y mordiendo. Pero el momento estaba arruinado por completo con la actitud de Jezzara. Una mujer así ni si quiera le podría traer un minuto de satisfacción corporal, no tenía porque seguir con el tema.
Se puso de pie, de cualquier forma el sol ya no estaba pegando tan alto y caminó hacia su caballo subiéndose de un golpe a él.
- Andado. Ya bajó el sol. – Fue lo único que dijo y su caballo empezó a caminar hacia delante por el sendero del acantilado rocoso, en miras al Santuario y a la enorme estatua que vigilaba con solemnidad el paisaje.
Lo único que lamentaba el hombre era lo estúpida que Jezzara había sido con él. No pensó que alguien que se mostraba tan “bondadosa” hubiera sido así con él, alejándolo al primer signo de sinceridad que mostró… lo que esa niña quería de alguien era completamente opuesto a él, por lo mismo no estaba dispuesto a gastar mas tiempo en ver si había algo salvable de ella de lo cual se pudiera deleitar. Simplemente, Jezzara no valía la pena.
Manigoldo se retiró hacia atrás, poniendo una mano en el hombro de Jezzara para marcar la distancia entre ambos. La actitud de la niña era un verdadero “mata pasiones”. Su mirada seria lo asqueaba… le producía dolor en el estomago que una mujer se tomara las cosas con tanta seriedad cuando el momento era perfecto, había creado el momento perfecto para que ella simplemente se callara de una vez y le preguntara con suavidad que es lo que el pensaba… y el le habría contestado que deseaba besarla y le hubiese pedido permiso para ello, después de todo, Manigoldo nunca actuaba a la fuerza con las mujeres, odiaba escucharlas llorar y quejándose, escupiendo y mordiendo. Pero el momento estaba arruinado por completo con la actitud de Jezzara. Una mujer así ni si quiera le podría traer un minuto de satisfacción corporal, no tenía porque seguir con el tema.
Se puso de pie, de cualquier forma el sol ya no estaba pegando tan alto y caminó hacia su caballo subiéndose de un golpe a él.
- Andado. Ya bajó el sol. – Fue lo único que dijo y su caballo empezó a caminar hacia delante por el sendero del acantilado rocoso, en miras al Santuario y a la enorme estatua que vigilaba con solemnidad el paisaje.
Lo único que lamentaba el hombre era lo estúpida que Jezzara había sido con él. No pensó que alguien que se mostraba tan “bondadosa” hubiera sido así con él, alejándolo al primer signo de sinceridad que mostró… lo que esa niña quería de alguien era completamente opuesto a él, por lo mismo no estaba dispuesto a gastar mas tiempo en ver si había algo salvable de ella de lo cual se pudiera deleitar. Simplemente, Jezzara no valía la pena.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Noté segundos después de mi respuesta que Manigoldo se alejaba algo serio, distanciándose de mi nuevamente, como si se hubiera molestado con mi respuesta o tal vez con mis acciones, a decir verdad aún no lo entendía, primero era bueno conmigo y luego ya me volvía a ignorar, era algo extraño, nunca había tratado con personas que tengan ese tipo de actitud, me parecía extraño pero interesante a la misma vez, por eso quería seguirlo, por más que le moleste mi actitud quería conocer a ese tipo, tenía algo especial que me llamaba mucho la atención al igual que Edward. No dije nada, solo veía como él se levantaba nuevamente y se dirigía hasta su caballo.
El sol había bajado bastante, ya no estaba tan intenso y caluroso, las primeras ráfagas de viento comenzaban a resoplar anunciando la proximidad de la fría noche entre los riscos y las montañas. Estaba decepcionada aunque no lo demostraba, igualmente mi rostro se veía pensativo e inexpresivo. No quería demostrar sentimiento alguno aunque no podía evitarlo, no podía evitar contestarle de esa manera, era mi actitud y yo no podía callarme a mi pensamientos y sentimientos, simplemente no me importaba lo que piensen de mí por eso, era mi carácter y no podía cambiar. Entonces me levanté del suelo, sacudiendo un poco el polvo de mi ropa para dirigirme a mi caballo y mientras me acercaba decidí decirle unas palabras a aquel hombre que ya comenzaba a avanzar.
-Lo siento si te ofendí, no fue mi intención...- Dije eso porque notaba que algo le ocurrió al escuchar mis palabras, es más tampoco contestó, fue un frío corte al tema de conversación, pero a decir verdad tampoco quería saberlo, no pretendía que él se enoje conmigo si era tan agradable tratarnos bien, pero a veces perdía el control sobre mis palabras y no podía evitarlo, ese era el motivo por el cual me ganaba tantos enemigos, pero también compañeros y amigos, tenía un lado bueno y uno malo mi carácter.
Me subí de un salto a mi caballo y jalé de las riendas para que éste comience a avanzar, el sol ya no era una molestia y por lo tanto ya no hacía tanto calor. Comencé a seguir a aquel hombre que iba adelante, estaba arrepentida de haberlo ofendido, quería arreglar las cosas entonces dije -Si pudiera hacer algo para...- No quise continuar la frase, quería hacer algo para que las cosas vuelvan a estar bien, obviamente creyendo que ese anterior actitud de Manigoldo era real pero luego lo pensé mejor. Bajando mi rostro y diciendo en un tono de voz más baja. -...no, olvídalo, no dije nada...- me arrepentí de lo que iba decir, tan solo quería llegar al santuario y no me importaban los medios por lo cuales lo haría, si me trataría bien o mal, eso ya no me interesaba, estaba resignada a que no debía volver a abrir mi boca pues simplemente iba a volver a perder el control y decir algo fuera de lugar que hiciera enfurecer al hombre, solamente avanzaba callada luego de lo que dije.
El sol había bajado bastante, ya no estaba tan intenso y caluroso, las primeras ráfagas de viento comenzaban a resoplar anunciando la proximidad de la fría noche entre los riscos y las montañas. Estaba decepcionada aunque no lo demostraba, igualmente mi rostro se veía pensativo e inexpresivo. No quería demostrar sentimiento alguno aunque no podía evitarlo, no podía evitar contestarle de esa manera, era mi actitud y yo no podía callarme a mi pensamientos y sentimientos, simplemente no me importaba lo que piensen de mí por eso, era mi carácter y no podía cambiar. Entonces me levanté del suelo, sacudiendo un poco el polvo de mi ropa para dirigirme a mi caballo y mientras me acercaba decidí decirle unas palabras a aquel hombre que ya comenzaba a avanzar.
-Lo siento si te ofendí, no fue mi intención...- Dije eso porque notaba que algo le ocurrió al escuchar mis palabras, es más tampoco contestó, fue un frío corte al tema de conversación, pero a decir verdad tampoco quería saberlo, no pretendía que él se enoje conmigo si era tan agradable tratarnos bien, pero a veces perdía el control sobre mis palabras y no podía evitarlo, ese era el motivo por el cual me ganaba tantos enemigos, pero también compañeros y amigos, tenía un lado bueno y uno malo mi carácter.
Me subí de un salto a mi caballo y jalé de las riendas para que éste comience a avanzar, el sol ya no era una molestia y por lo tanto ya no hacía tanto calor. Comencé a seguir a aquel hombre que iba adelante, estaba arrepentida de haberlo ofendido, quería arreglar las cosas entonces dije -Si pudiera hacer algo para...- No quise continuar la frase, quería hacer algo para que las cosas vuelvan a estar bien, obviamente creyendo que ese anterior actitud de Manigoldo era real pero luego lo pensé mejor. Bajando mi rostro y diciendo en un tono de voz más baja. -...no, olvídalo, no dije nada...- me arrepentí de lo que iba decir, tan solo quería llegar al santuario y no me importaban los medios por lo cuales lo haría, si me trataría bien o mal, eso ya no me interesaba, estaba resignada a que no debía volver a abrir mi boca pues simplemente iba a volver a perder el control y decir algo fuera de lugar que hiciera enfurecer al hombre, solamente avanzaba callada luego de lo que dije.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
No se detuvo a esperar a Jezzara ni le respondió a pesar de que las palabras que salían de ella le llamaron en algo la atención, pues volteo el rostro y la miró un segundo, solo para volver su vista al frente y cabalgar. El sol estaba cayendo por el cerro cada vez más y pronto se vendría el atardecer. No le molestaba cabalgar de noche, era algo a lo cual estaba acostumbrado desde toda su vida, pero no sabía como Jezzara se sentiría al respecto.
Aun así, no dijo nada, no volvió a abrir la boca claramente molesto por la forma en que Jezzara había rechazado su lado “sensible”. No entendía el porqué de ello, siempre le había resultado aquella estrategia con cualquier mujer y ahora esa chica no había caído como el pensó. Se sentía bastante frustrado consigo mismo, lo más rápido se pudiera deshacer de Jezzara mejor.
No estaba acostumbrado al fracaso o al rechazo. La idea de que su plan no hubiese funcionado lo hacía ponerse muy irritado. Su ceño estaba completamente fruncido mientras cabalgaba delante de Jezzara. Apretaba con más fuerza de la común las riendas de su caballo. Repetía todo lo que había hecho en su cabeza una y otra vez, viendo en que error había caído, que cosa había hecho mal para que esa niña no cayera en sus brazos. No se conformaba con la idea de que ella hubiese sido muy joven si quiera para darse cuenta que estaba siendo seducida por alguien sin moral alguna.
El cielo tomaba ese lindo color dorado y violáceo del atardecer, justo antes de que el sol se oculte. Las nubes tomaban un hermoso tono, parecido al algodón de azúcar. Llegó a una parte en donde se acababa la subida por el sendero en la quebrada y empezaba una planicie… muy a lo lejos se divisaban estructuras de piedra y pilares caídos.
- Vaya vaya… quien diría lo cerca que estábamos del Santuario. – Dijo limpiándose el sudor de la frente y lanzando un poco de agua en su cabeza. Aun no se daba vuelta a mirar a la joven, pero sabía que tendría que hablarle tarde o temprano, así que con un tono distante y desinteresado lo hizo. – Hey Jezzara, ¿Quieres llegar rápido o prefieres dormir?
Si la joven prefería dormir antes de llegar al Santuario, tendrían que buscar un buen lugar, refugiado del viento, en donde Manigoldo pudiese hacer una fogata para cocinar alguna cosa para comer. Si por el contrario, Jezzara quería llegar pronto al lugar, tendrían que cabalgar toda la noche… era decisión de la joven.
Aun así, no dijo nada, no volvió a abrir la boca claramente molesto por la forma en que Jezzara había rechazado su lado “sensible”. No entendía el porqué de ello, siempre le había resultado aquella estrategia con cualquier mujer y ahora esa chica no había caído como el pensó. Se sentía bastante frustrado consigo mismo, lo más rápido se pudiera deshacer de Jezzara mejor.
No estaba acostumbrado al fracaso o al rechazo. La idea de que su plan no hubiese funcionado lo hacía ponerse muy irritado. Su ceño estaba completamente fruncido mientras cabalgaba delante de Jezzara. Apretaba con más fuerza de la común las riendas de su caballo. Repetía todo lo que había hecho en su cabeza una y otra vez, viendo en que error había caído, que cosa había hecho mal para que esa niña no cayera en sus brazos. No se conformaba con la idea de que ella hubiese sido muy joven si quiera para darse cuenta que estaba siendo seducida por alguien sin moral alguna.
El cielo tomaba ese lindo color dorado y violáceo del atardecer, justo antes de que el sol se oculte. Las nubes tomaban un hermoso tono, parecido al algodón de azúcar. Llegó a una parte en donde se acababa la subida por el sendero en la quebrada y empezaba una planicie… muy a lo lejos se divisaban estructuras de piedra y pilares caídos.
- Vaya vaya… quien diría lo cerca que estábamos del Santuario. – Dijo limpiándose el sudor de la frente y lanzando un poco de agua en su cabeza. Aun no se daba vuelta a mirar a la joven, pero sabía que tendría que hablarle tarde o temprano, así que con un tono distante y desinteresado lo hizo. – Hey Jezzara, ¿Quieres llegar rápido o prefieres dormir?
Si la joven prefería dormir antes de llegar al Santuario, tendrían que buscar un buen lugar, refugiado del viento, en donde Manigoldo pudiese hacer una fogata para cocinar alguna cosa para comer. Si por el contrario, Jezzara quería llegar pronto al lugar, tendrían que cabalgar toda la noche… era decisión de la joven.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Pasaron varios minutos y seguíamos cabalgando sin siquiera dirigirnos la palabra, tampoco tenía mucho interés en hacerlo, temía que se me escape algún comentario que molestara a aquel sujeto como acostumbraba a hacerlo de a cada rato, no sabía porqué me ocurría eso, lo que sabía era que no me estaba llendo nada bien desde que me encontré con él. No me agradaba viajar junto a una persona que sea tan malvada conmigo, o desinteresada, siempre que viajaba debía sentirme cómoda con la persona que está a mi lado pero en cambio no me estaba sintiendo así, estaba muy pensativa buscando la forma en que aquel sujeto me trate de buena manera y creía que esa forma sería permaneciendo callada sin hablar de más. Por lo menos así ni siquiera él tendría que dirigirme la palabra y todo estaría bien aunque no me agrade hacerlo por lo menos así no pasarían más discusiones.
El sol ya estaba bajando y se acercaba rápidamente el atardecer, me gustaba cabalgar cuando la noche estaba próxima, acostumbraba a hacerlo de niña, en los desiertos de Egipto y en las calles de Roma. Cabalgaba hasta tarde y luego regresaba a mi hogar o buscaba un refugio para poder dormir. Me gustaba la brisa que de a poco se levantaba, me recordaba mi pasado, cuando no tenía preocupaciones y disfrutaba de la vida, por eso una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro, estaba sumida en mis pensamientos sin prestar mucha atención a la persona que viajaba conmigo, tan solo guiando mi caballo derecho por el sendero que comenzaba a convertirse en una planicie y podían verse a lo lejos estructuras de piedra. No estábamos tan lejos pero era claro que aún faltaba un largo camino.
Pronto escuché nuevas palabras de Manigoldo, al principio no le presté mucha atención pero luego me habló a mi, tenía claro que no debía hablar mucho tan solo contestar a la pregunta, pero no me importó demasiado lo que en ese momento el pueda contestarme entonces en un tono de voz alto y segura dije -No me interesa llegar rápido al Santuario, me vendría bien descansar un rato.- Dije a continuación. A decir verdad lo que había recorrido hasta ahí me había agotado mucho y necesitaba al menos dormir un par de horas para poder continuar. -...aunque... podríamos avanzar un poco más si quieres, no me molestaría...- trataba de ser buena y amable con mis comentarios, hablando en un tono suave para parecer que trataba de arreglar las cosas aunque sabía que probablemente no funcione.
Mientras tanto pensaba que era lo que había provocado que aquel sujeto me haya ignorado y se molestara conmigo. No creía haber hecho nada mal para que eso ocurra, tal vez aquel hombre tenía un carácter sensible y se enojaba con facilidad, no sabía que había ocurrido. Pero tampoco me había dado cuenta en ningún momento que todo lo que me había dicho aquel tipo era mentira, era una persona demasiado inocente y sincera como para no creerle a la gente, siempre escuchaba y trataba de creer lo que me decían, por eso es que muchas veces caí en trampas de ladrones o personas malvadas que querían hacerme daño, aún así nunca cambié esa actitud.
El sol ya estaba bajando y se acercaba rápidamente el atardecer, me gustaba cabalgar cuando la noche estaba próxima, acostumbraba a hacerlo de niña, en los desiertos de Egipto y en las calles de Roma. Cabalgaba hasta tarde y luego regresaba a mi hogar o buscaba un refugio para poder dormir. Me gustaba la brisa que de a poco se levantaba, me recordaba mi pasado, cuando no tenía preocupaciones y disfrutaba de la vida, por eso una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro, estaba sumida en mis pensamientos sin prestar mucha atención a la persona que viajaba conmigo, tan solo guiando mi caballo derecho por el sendero que comenzaba a convertirse en una planicie y podían verse a lo lejos estructuras de piedra. No estábamos tan lejos pero era claro que aún faltaba un largo camino.
Pronto escuché nuevas palabras de Manigoldo, al principio no le presté mucha atención pero luego me habló a mi, tenía claro que no debía hablar mucho tan solo contestar a la pregunta, pero no me importó demasiado lo que en ese momento el pueda contestarme entonces en un tono de voz alto y segura dije -No me interesa llegar rápido al Santuario, me vendría bien descansar un rato.- Dije a continuación. A decir verdad lo que había recorrido hasta ahí me había agotado mucho y necesitaba al menos dormir un par de horas para poder continuar. -...aunque... podríamos avanzar un poco más si quieres, no me molestaría...- trataba de ser buena y amable con mis comentarios, hablando en un tono suave para parecer que trataba de arreglar las cosas aunque sabía que probablemente no funcione.
Mientras tanto pensaba que era lo que había provocado que aquel sujeto me haya ignorado y se molestara conmigo. No creía haber hecho nada mal para que eso ocurra, tal vez aquel hombre tenía un carácter sensible y se enojaba con facilidad, no sabía que había ocurrido. Pero tampoco me había dado cuenta en ningún momento que todo lo que me había dicho aquel tipo era mentira, era una persona demasiado inocente y sincera como para no creerle a la gente, siempre escuchaba y trataba de creer lo que me decían, por eso es que muchas veces caí en trampas de ladrones o personas malvadas que querían hacerme daño, aún así nunca cambié esa actitud.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
La tarde caía con rapidez. El sol se estaba empezando a ocultar. Ambos habían cabalgado horas en silencio, después de aquellos momentos tan incómodos no había surgido palabra en el viaje y el único sonido era el galope de los caballos. Aun había polvo en el aire, y trágicamente, aun hacía calor. Manigoldo se secaba el sudor del rostro con su propia ropa. Estaba agotado de haber tenido que cabalgar, pero como cualquier hombre de guerra no le habría molestado seguir cabalgando por más tiempo.
Fue por ello que la respuesta de Jezzara no le cayó nada mal, aunque se hizo el tonto continuando con su lejanía y silencio con la joven. Asintió con la cabeza indicando que la había escuchado y siguió su andar cabalgando. Lo importante ahora sería donde podrían dormir ambos, tal vez prender una fogata y descansar, turnándose para cuidar del fuego y vigilar. Pensó que seguramente no podría dormir tranquilo esa noche pues tendría que estar cuidando de Jezzara y un pequeño dejavu sobre lo vivido con Sophia se le vino a la cabeza.
Era ese el sentimiento que le generaba estar cerca de Jezzara, esa especie de calma que desprendía Sophia, pero en un grado mucho, mucho menor. Siguió con la vista en frente buscando con la mirada un lugar cómodo, en donde el viento no pegara con fuerza y donde ambos estuvieran protegidos del fresco de la noche.
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Off: Flo seguimos en el otro topico con Night y Yulij =)
Fue por ello que la respuesta de Jezzara no le cayó nada mal, aunque se hizo el tonto continuando con su lejanía y silencio con la joven. Asintió con la cabeza indicando que la había escuchado y siguió su andar cabalgando. Lo importante ahora sería donde podrían dormir ambos, tal vez prender una fogata y descansar, turnándose para cuidar del fuego y vigilar. Pensó que seguramente no podría dormir tranquilo esa noche pues tendría que estar cuidando de Jezzara y un pequeño dejavu sobre lo vivido con Sophia se le vino a la cabeza.
Era ese el sentimiento que le generaba estar cerca de Jezzara, esa especie de calma que desprendía Sophia, pero en un grado mucho, mucho menor. Siguió con la vista en frente buscando con la mirada un lugar cómodo, en donde el viento no pegara con fuerza y donde ambos estuvieran protegidos del fresco de la noche.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Paso mas o menos una ora desde que salí del bosque y comencé a transitar por un camino llenos de rocas el cual era iluminado por la rojiza luz del sol provocando un enorme calor en el lugar pero gracias a que mi cosmos controlaba el fuego podía sopor el calor de ese lugar a diferencia de otros, la luz del sol se estaba tornando cada vez mas rojiza empezando por un tono anaranjado el cual se miraba reflejado en las rocas y en las nueves que se encontraba vagando por el cielo azul que aun tenia un tono de azul claro esa mezcla de luces me estaba indicando que la noche pronto me cubriría con su oscuro manto, una sonrisa se mostro en mi rostro seguido de un leve intento de risa ya que me causaba un poco de gracia el ver la forma en que los colores se avivaba junto con las luces justo en el momento en que la noche estaba apunto de caer.-Las luces mas hermosas siempre se presentan cuando esta a punto de caer la noche, porque?.
Miraba con los ojos entrecerrados las nubes que se encontraban resplandecientes por la luz del sol, pero después de un rato seguí caminando entre una vereda de roca debes en cuando mediante iba avanzando entre aquel camino algunas pequeñas rocas se desprendían de lo que parecían pequeñas montañas. Podía ver a lo lejos algunos acantilados pero también se encontraban algunos caminos los cuales parecían ser seguros pero aun así no me debía de confiar demasiado ya que si las rocas que constituían el camino eran como las que estaba mirando desde hace unos minutos no seria demasiado estable el camino pero de todos modos me arriesgaría ya que quería llegar a Roma cuanto mas rápido mejor.
Comencé a caminar por un camino que se encontraba al lado del acantilado, al principio este era muy ancho pero con forme fui avanzando se comenzó hacer estrecho pero por suerte no lo suficientemente estrecho como para obligarme a pegarme a las rocas y con ello deslizarme entre ellas para poder desplazarme pero grandes ráfagas de viento comenzaron a soplar en aquel acantilado probando que perdiera el equilibrio en distintas ocasiones durante el camino.
Miraba con los ojos entrecerrados las nubes que se encontraban resplandecientes por la luz del sol, pero después de un rato seguí caminando entre una vereda de roca debes en cuando mediante iba avanzando entre aquel camino algunas pequeñas rocas se desprendían de lo que parecían pequeñas montañas. Podía ver a lo lejos algunos acantilados pero también se encontraban algunos caminos los cuales parecían ser seguros pero aun así no me debía de confiar demasiado ya que si las rocas que constituían el camino eran como las que estaba mirando desde hace unos minutos no seria demasiado estable el camino pero de todos modos me arriesgaría ya que quería llegar a Roma cuanto mas rápido mejor.
Comencé a caminar por un camino que se encontraba al lado del acantilado, al principio este era muy ancho pero con forme fui avanzando se comenzó hacer estrecho pero por suerte no lo suficientemente estrecho como para obligarme a pegarme a las rocas y con ello deslizarme entre ellas para poder desplazarme pero grandes ráfagas de viento comenzaron a soplar en aquel acantilado probando que perdiera el equilibrio en distintas ocasiones durante el camino.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
El velo de la noche comenzó a cubrir los acantilados cosa que me hizo voltear hacia atrás para poder observar la manera en que el sol se comenzaba a ocultar en el horizonte, no me agradaba la idea de viajar de noche así que intente buscar alguna pequeña cueva en la que pudiese quedarme pero desafortunadamente no pude encontrar ninguna asi que sin ninguna otra opción deje la caja con mi armadura en el suelo para poder tomar una cuantas plantas secas que se encontraban en la orilla del acantilado, recosté mi pecho en el suelo para comenzar deslizarme ya que aquellas plantas se encontraban justo en la orilla por eso mismo tenia mas cuidado de no moverme bruscamente para que no me callera o que las rocas que constituían el camino se rompieran, al estira mi mano para tomar las plantas me di cuenta al momento de tomarlas que estas se encontraban mas unidas en las rocas de lo que yo había pensado ya que me estaba constando un poco de trabajo el sacarlas.-No es posible que estén tan…-Era una posición demasiado incomoda como para poder sacar libremente las plantas pero tampoco podía usar mi cosmos para sacarlas ya que lo mas probable seria que acabarían quemadas por este.-…que are para sacarlas?.-Me preguntaba mientras las sostenía, recargue mi rostro en la mano que no tenia ocupada con las hiervas pero al hacer esto las piedras se comenzaron a mover y a desprender de su lugar causando que perdiera el equilibrio, al moverme rápidamente para evitar mi caída sin darme cuenta aranque las plantas que deseaba.
He?...casi me mato por obtener estas plantas secas ja…-Me burlaba de mi mismo, puse en el piso las planta acomodándolas en forma de un pequeño triangulo enseguida eleve un poco mi cosmos para crear una pequeña flama en mi mano para encender con ella las plantas que por suerte había arrancado.-Por lo menos tendré un poco de luz durante la noche.-Aunque tuviera también iluminándome a la luna pero me sentía un poco mas cómodo con el fuego que había encendido no se porque, pero también me serbia para conservar el calor durante la noche ya que la temperatura descendía muy bruscamente, me abrazaba a mi mismo para no perder el calor que poseía. Era lo único malo de estar tan acostumbrado al calor ya que con un poco que bajara la temperatura yo ya me estaría muriendo de frio, aunque fuese un poco exagerado así era como me sentía.
He?...casi me mato por obtener estas plantas secas ja…-Me burlaba de mi mismo, puse en el piso las planta acomodándolas en forma de un pequeño triangulo enseguida eleve un poco mi cosmos para crear una pequeña flama en mi mano para encender con ella las plantas que por suerte había arrancado.-Por lo menos tendré un poco de luz durante la noche.-Aunque tuviera también iluminándome a la luna pero me sentía un poco mas cómodo con el fuego que había encendido no se porque, pero también me serbia para conservar el calor durante la noche ya que la temperatura descendía muy bruscamente, me abrazaba a mi mismo para no perder el calor que poseía. Era lo único malo de estar tan acostumbrado al calor ya que con un poco que bajara la temperatura yo ya me estaría muriendo de frio, aunque fuese un poco exagerado así era como me sentía.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Por suerte las ramas que había arrancado eran las suficientemente gruesas como para aguantar toda la noche o por lo menos eso esperaba, miraba con los ojos entre cerrados a las llamas que provocaban un ligero tronar en las ramas a causa de su combustión. La luz creada por la pequeña fogata rebotaba en mis ojos dándoles una tonalidad anaranjada conforme las flamas se movían a causa de las leves brisas que se presentaban el brillo que reflejaban en mis ojos se movían de un lado al otro, me recargue en la caja que resguardaba a la armadura de Aries para mirar un momento las estrellas que se encontraban relucientes en el cielo las estrellas eran algo a lo cual le prestaba de vez en cuando atención ya que me gustaba ver en repetidas ocasiones la forma en que estas titilaban en la oscuridad de la noche.
Al pensar en la noche por lo general la mayoría de las personas piensa en el mal ya que casi siempre las cosas malas pasaban durante el velo de la oscuridad pero de verdad nos encontramos tan desprotegidos como nosotros pensamos ya que después de todo aun tenemos la luz de la inmensa luna blanca la cual nos ilumina durante la oscura y tenebrosa noche, para mi parecer esta era como un reflejo del sol o su sustituto ya que nos daba luz aunque no encontráramos rodeados por lo contrario.-Me pregunto de verdad la diosa de la luna velara por aquellos que se encuentran bajo su luz?.-Me preguntaba, mis parpados los comencé sentir pesados pero no permitía que estos se serran pero por mas que quise mantenerme despierto no pude ya que me encontraba un poco cansado ¿Y quien no? Después de caminar tanto tiempo atreves de un camino inestable.
Al pensar en la noche por lo general la mayoría de las personas piensa en el mal ya que casi siempre las cosas malas pasaban durante el velo de la oscuridad pero de verdad nos encontramos tan desprotegidos como nosotros pensamos ya que después de todo aun tenemos la luz de la inmensa luna blanca la cual nos ilumina durante la oscura y tenebrosa noche, para mi parecer esta era como un reflejo del sol o su sustituto ya que nos daba luz aunque no encontráramos rodeados por lo contrario.-Me pregunto de verdad la diosa de la luna velara por aquellos que se encuentran bajo su luz?.-Me preguntaba, mis parpados los comencé sentir pesados pero no permitía que estos se serran pero por mas que quise mantenerme despierto no pude ya que me encontraba un poco cansado ¿Y quien no? Después de caminar tanto tiempo atreves de un camino inestable.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Pase varios dias estando en el pueblo de Rodorio en los cuales hice una vida totalmente normal junto con los pueblerinos ayudando en las cosas que podia para poder ganarme algunas monedas que iba juntando de a poco. Cuando obtuve el dinero suficiente compre viveres que necesitaria al menos para lo que sentia que debia hacer, por lo cual aquel dia al levantarme guarde todas mis pertenencias diciendole al encargado de la posada que cuidara de mi caballo puesto que al lugar al que me dirigia en aquellos momento no era un lugar que el pudiera transitar tranquilamente, me fui una hora despues del pueblo dirigiendome a los acantilados donde se rumoreaba que mas alla de estos se encontraba el santuario de una de las diosas de aquel sitio la cual se llamaba Atena. Desde que me hablaron de ella comence a sentirme algo ansiosa puesto que sentia que debia protegerla aun sabiendo que no podia existir pero eso aun no lo sabia a ciencia cierta asi que solo continue mi camino llegando a los acantilados unas cuantas horas despues viendo que eran bastante grandes y profundos.
- Bien espero y sobreviva a esto pero viendo lo que e tenido que pasar en todo este tiempo creo que si lo lograre... -dice comenzando a caminar por los acantilados para asi dirigirse a su nuevo destino-
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Después de haber cerrado mis ojos no tarde demasiado tiempo en quedarme dormido ya que la brisa fresca y el silencio de la noche me agradaban bastante, poco a poco me fui relajando incluso podía sentir como mis hombros que se encontraban tensos se comenzaron a relajar al corto rato de haber cerrado los ojos lentamente cada parte de mi cuerpo se fue relajando incluso hubo un momento en el que sentía como si me encontrase flotando en el agua. Al cabo de un rato me quede sumido en la oscuridad del sueño.-Estaba seguro…no, más bien pensaba que al dejarte para que crecieras un poco más te arias una mejor persona pero veo que me he equivocado…desde que te comencé a conocer pensé que eras diferente a los demás humanos a los cuales había estado despreciando desde hace mucho tiempo.-Tan solo eran palabras en la oscuridad, palabras de Guren pero porque estaba hablándome de esa manera o acaso seria mi imaginación el tono tan frio con el que se dirigía a mi.-Ya no eres el mismo muchacho lleno de bondad el cual alguna vez conocí…de hecho ya no se con quién estoy hablando.-Acaso no era un sueño?.-Charo que…soy el mismo.-Me encontraba rodeado por oscuridad hasta que una pequeña estela de luz rojiza comenzó a brillar en medio de las sombras.-Tan solo eres una sombra de aquel muchacho, antes miraba en tus ojos una luz que estaba llena de esperanza…pero ahora veo un llama llena de rabia y de desilusión no sé qué te habrá pasado pero el Arone que conocía no se hubiera dejado vencer por cualquier cosa y mucho menos hubiera cambiado su forma de pensar…-Él tenía toda la razón mi forma de pensar era diferente a como lo era antes de conocer los demás caballeros dorados o por lo menos una parte.-Quizás cambie….pero fue para poder adaptarme a los demás, aquellos que supuestamente desean ir más allá del bien y del mal.-Al decir esto último un tremendo silencio de apodero del lugar.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
El galope del caballo se hacía presente entre los acantilados secos del Santuario. Manigoldo y su acompañante los atravesaban montados sin temor alguno, a pesar de que ya estaba atardeciendo y cada vez se alejaban más del Santuario de Athena. Michiru aun estaba algo humeda, y su cuerpo apegado a la espalda del hombre se sentía refrescante por el calor de esa tarde.
- Si tienes sed, hay agua en el lomo del caballo. - Le dijo, haciendose el caballero.
La verdad no le agradaba mucho la idea de compartir lo suyo con una mujer, pero considerando lo hermosa que era y la buena disposición que había tenido al aceptar besarlo, al menos pensaba, que podía tratar de tener algo más que un beso con ella cuando llegaran a Rodorio. Bien sabían los dioses que se lo merecía luego de tantos días con Jezzara.
A lo lejos observó a una mujer caminando hacia el Santuario. Tenía un aire parecido a Jezzara en su forma de vestir... pero lucía completamente diferente por su cabellera oscura. Era raro la cantidad de mujeres que se acercaban a ese lugar y por un momento pensó si no estaría comentiendo un error en abandonarlo tan rapidamente.
Seguía recorriendo el camino, cuando en un costado vio que había una fogata apagada y un muchacho que dormía abrazandose las piernas. De seguro había pasado toda la noche durmiendo ahí a la interperie. Manigoldo pensó de inmediato que si estaba muerto le podría robar lo que trajese consigo, despues de todo, no le serviría de nada en el Hades a ese muchacho.
Paró su caballo junto a el y con su rienda lo golpeo suavemente en las piernas viendo si despertaba.
- Ey... Chico...¿Estás vivo o te llevaron los mil demonios?
- Si tienes sed, hay agua en el lomo del caballo. - Le dijo, haciendose el caballero.
La verdad no le agradaba mucho la idea de compartir lo suyo con una mujer, pero considerando lo hermosa que era y la buena disposición que había tenido al aceptar besarlo, al menos pensaba, que podía tratar de tener algo más que un beso con ella cuando llegaran a Rodorio. Bien sabían los dioses que se lo merecía luego de tantos días con Jezzara.
A lo lejos observó a una mujer caminando hacia el Santuario. Tenía un aire parecido a Jezzara en su forma de vestir... pero lucía completamente diferente por su cabellera oscura. Era raro la cantidad de mujeres que se acercaban a ese lugar y por un momento pensó si no estaría comentiendo un error en abandonarlo tan rapidamente.
Seguía recorriendo el camino, cuando en un costado vio que había una fogata apagada y un muchacho que dormía abrazandose las piernas. De seguro había pasado toda la noche durmiendo ahí a la interperie. Manigoldo pensó de inmediato que si estaba muerto le podría robar lo que trajese consigo, despues de todo, no le serviría de nada en el Hades a ese muchacho.
Paró su caballo junto a el y con su rienda lo golpeo suavemente en las piernas viendo si despertaba.
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
Ya se encontraba atardeciendo y aquel joven de cabellos azulados cabalgo por los acantilados sin temor alguno, Ella de igual manera no tenia temor ya que por alguna razón se sentía segura al estar junto a el chico, Cuando este le ofreció amablemente agua Michiru para no negarse a la oferta de aquel hombre tomo la cantimplora y comenzó a beber un poco de agua a demás de que se encontraba sedienta por la caminata de hace unas horas -muchas gracias-.
El camino continuo y pasaron varios minutos en silencio solo el bullicio de los animales llegaba a romper el silencio que había entre los dos era un paisaje hermoso que se lograba ver desde esta altura Michiru se enamoro de la vista era realmente hermosa y no pudo apartar la vista de el Hasta que el caballo se detuvo y la joven violinista se preguntaba que pasaba, El joven que la acompañaba bajo de el caballo y se dirigió a un hombre Michiru de inmediato pensó que bajo para ayudarlo ya que parecía que había acampado al intemperie. Michiru bajo del caballo para dirigirse hacía donde se encontraba el joven de cabellera azul y aquel pobre chico, la violinista puso su palma sobre la espalda del joven que la ayudaba a llegar al rodorio - Tiene Un buen corazón - Musito con una dulce sonrisa, se agacho tocando con sus manos el rostro de aquel joven desafortunado -Pobre Hombre, Esta frío pobre hombre seguramente paso una noche muy fría- mientras giraba su cabeza dirigiendo la mirada hacía el joven de cabello azul
El camino continuo y pasaron varios minutos en silencio solo el bullicio de los animales llegaba a romper el silencio que había entre los dos era un paisaje hermoso que se lograba ver desde esta altura Michiru se enamoro de la vista era realmente hermosa y no pudo apartar la vista de el Hasta que el caballo se detuvo y la joven violinista se preguntaba que pasaba, El joven que la acompañaba bajo de el caballo y se dirigió a un hombre Michiru de inmediato pensó que bajo para ayudarlo ya que parecía que había acampado al intemperie. Michiru bajo del caballo para dirigirse hacía donde se encontraba el joven de cabellera azul y aquel pobre chico, la violinista puso su palma sobre la espalda del joven que la ayudaba a llegar al rodorio - Tiene Un buen corazón - Musito con una dulce sonrisa, se agacho tocando con sus manos el rostro de aquel joven desafortunado -Pobre Hombre, Esta frío pobre hombre seguramente paso una noche muy fría- mientras giraba su cabeza dirigiendo la mirada hacía el joven de cabello azul
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Re: Camino al Santuario por los acantilados
No podía comprender la verdadera razón por la cual cambie, de verdad fue por causa de los demás caballeros o acaso fue para poder ocultar mi debilidad.-A causa de ese cambio tuyo tu poder se debilito bastante ahora será mejor que cambies o más bien vuelvas a ser el de antes Arone…-Volver a ser el de antes…acaso ¿eso aun podía ser?, la estela de luz que se encontraba enfrente mío se fue disipando hasta que fue tragada por la oscuridad.-Tratare de…no, no tratare sino que de ahora en adelante volveré a ser el mismo.-Mi voz sonaba tan confiada como lo era en el principio de mi viaje.-Espero que así sea…-Después de esas palabras una luz gran luz comenzó a iluminar la oscuridad de mi sueño la luz del amanecer, al abrir mis ojos pude observar a dos personas enfrente mío pero podía distinguirlos bien ya que aún me encontraba un poco adormecido así que comencé a frotar mis ojos con las manos pero al hacer esto sentí unas manos cálidas que tomaban mi rostro con cierta dulzura, levante mi vista para ver a la persona que me agarraba con esa ternura, la luz del sol lastimo mis ojos por un momento así que los tuve que entrecerrar hasta que se acostumbraran a la luz del día.
Pude escuchar la voz de una hombre el cual me preguntaba si aún me encontraba con vida o no y también la voz de una joven.-Afortunadamente aún sigo vivo…lo único que podría tener es un ligero dolor de espalda pero está bien.-Sonreí extrañamente alegre de toparme con alguien que aún se preocupaba por los demás, al abrir de nuevo los ojos pude observar esta vez a los que se encontraban a mi lado, un hombre de piel bronceada de pelo azul acompañado de una joven bastante hermosa de piel blanca con ojos azules y una cabellera verde, extrañamente la luz del sol que la iluminaba hacia que un halo de luz rodeara su cuerpo haciéndola parecer una visión casi angelical, trague un poco de saliva mientras parpadeaba repetidas veces, sentí la forma en que un extraño calor comenzó a recorrer mi cuerpo, ¿Qué acaso me había ruborizado de tan solo verla? Desvié mi mirada hacia el lugar en donde reposaba la caja en donde se encontraba mi armadura.-Supongo que les he estorbado en su camino, ¿no es así?.-Quite con cuidado las manos de la joven de mi rostro mientras le dedicaba una sonrisa mientras me levantaba para ponerme al lado de la caja dorada.-Mi nombre es Arone…gracias por preocuparse por mi ¿Podría saber sus nombres?.
Pude escuchar la voz de una hombre el cual me preguntaba si aún me encontraba con vida o no y también la voz de una joven.-Afortunadamente aún sigo vivo…lo único que podría tener es un ligero dolor de espalda pero está bien.-Sonreí extrañamente alegre de toparme con alguien que aún se preocupaba por los demás, al abrir de nuevo los ojos pude observar esta vez a los que se encontraban a mi lado, un hombre de piel bronceada de pelo azul acompañado de una joven bastante hermosa de piel blanca con ojos azules y una cabellera verde, extrañamente la luz del sol que la iluminaba hacia que un halo de luz rodeara su cuerpo haciéndola parecer una visión casi angelical, trague un poco de saliva mientras parpadeaba repetidas veces, sentí la forma en que un extraño calor comenzó a recorrer mi cuerpo, ¿Qué acaso me había ruborizado de tan solo verla? Desvié mi mirada hacia el lugar en donde reposaba la caja en donde se encontraba mi armadura.-Supongo que les he estorbado en su camino, ¿no es así?.-Quite con cuidado las manos de la joven de mi rostro mientras le dedicaba una sonrisa mientras me levantaba para ponerme al lado de la caja dorada.-Mi nombre es Arone…gracias por preocuparse por mi ¿Podría saber sus nombres?.
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