Entrada al Templo de las Astes y la Luz

El recorrido se había alargado un poco, ya que el tempo de la Discordia se mantenía sumergido entre las tinieblas de la parte baja de Grecia, mientras que el de las Artes y la Luz de Apolo se encontraba en la cúspide del Olimpo, por lo que el camino se hizo un tanto pesado, peor para Cassie quien acostumbrada estaba a tan pesados recorridos, le pudo soportar distrayendo su aburrimiento con cánticos aprendidos desde niñas con temas venerantes para el Dios que en frente tenia.

Su garganta ya reseca estaba pero eso no le impedía cantar melódicamente para no aburrir a su Dios. Y después de otros minutos más de recorrido donde la musa de Clío declino su cántico para guardar silencio, pensando que su Dios y amante ya estuviera arto de escucharle, pudo percatarse de cómo e viento cambiaba y el aroma se endulzaba, surcando una sonrisa de lado a lado, la dama no pudo evitar emocionarse y sacar la cabeza por la ventanilla del carruaje de fuego.

Esta suspiraba de alivio pues a lo lejos se alzaban las cúpulas del palacio donde anteriormente le había visitado para tomar su armadura como rehén, más eso ya lo había olvidad o más bien no lo quería tener a su lado atormentadote. Relamiendo sus labios la mujer dijo un tanto animada mientras era despeinada por el céfiro frenético:

-Mire mi Dios, su templo frete esta que hermoso se ve desde lejos, mire, mire su hermosas tonalidades turquesas, rosadas y rojiza Stara el reflejar del ocaso, hermoso e envidiable.

Cassie suspiraba un sin fin de veces mientras extasiaba su vista con el bello juego de luz que se hacia tras el sol ocultarse y aun golpear con su pardos rayos las murallas del templo de Apolo, posando su brazo sobre el quicio de la ventana esta se recargo y con una sonrisa se quedo fija mirándole, esperando a que el carruaje de su amo y amante… pero mas que eso Dios, se apurada a tocar suelo.

-He llegado a mi viejo hogar, en verdad que te extrañaba demaciado.

La musa de Clío en silencio prestaba atención a las oraciones de su Dios, quien indicaba que ella se ocuparía de los preparativos con respecto a al venidera fiesta que se daría en aquel hermoso templo, al igual daba a indicar sus deseos de que ella fuera su dama de compañía. Cassie asentía con la cabeza, luego otro silencio llego pero este no duro mucho pues el carruaje comenzando a descender hasta aterrizar en al entrada del palacio de Apolo. Richard era quien bajaba primero para así con actos caballerosos ofrecer su mano ante la dama, quien con ternura le sostuvo y así salio de aquel carruaje de fuego.

En silencio ambos caminaron, mientras que cassie podía divisar como el Templo de las Artes y la luz se nutria tras ser tocado por el cosmos del Dios Apolo, generando que esta también alzara el suyo para que danzara en derredor de las construcciones y así llegar a su jardín mitológico, indicando que Clío había nacido una vez más en la tierra de los mortales.

La tarde se pintaba en el firmamento, inundando el cielo con matices rojizos y anaranjados, mientras que el céfiro se tornaba ya un tanto gélido, con actos inocentes Cassie se abrazaba con gran fuerza a Richard, caminando en silencio sin que ninguno de los dos rompieran tal escena, ambos se detenían en frente de la entrada grande del templo, por lo que la musa se tuvo que separar de el y así correr hacia el frente para abrir tan enorme portón.

Las puestas se abrían lentamente y con ello la mano de Cassie se extendía para tomar la de Richard y con fuerza jalarlo para que ambos caminaran de la mano adentrándose con mesura en su antiguo hogar.

El viento corría embravecido gimiendo con una repercusión espantosa que aparentaba más los bramidos de un moribundo león. Ahora la escena se situaba en las inmediaciones del palacio de Apolo. El lugar estaba desértico… sólo uno que otro animalito rondando para buscar refugio. De la nada el lugar se comenzó a distorsiona tanto de forma como de color. Y así tras formar una espira de viento de repente se desato una serie de explosiones de luz que inundaban el lugar.

Tras el disipar de aquel torrente de segadora irradiaciones se comenzó a fraguar la silueta de dos mujeres… Era Zarabia y Cassie quienes se transportaron desde el mundo mortal hasta el santuario del amante de la musa…Apolo. La musa Clío aún estaba débil por todo lo pasado anteriormente por lo que soltando a su compañera dio un paso hacia atrás y cayó sentada con su cuerpo agitado.

Bajando la mirada se quedaba de piernas entrecruzadas al igual que sus delgados brazos. Aquel gasto de cosmos le había proporcionado una fatiga de gran magnitud, por lo que decidió sin pedir opinión a Zarabia que lo mejor era descansar un poco antes de presentarle aquel mundo irreal. Suspirando y tomando una enorme bocanada de aire Cassie por fin se dispuso a hablar:

-Zarabia… te presento el Olimpo… y para ser más exacta el templo de Apolo… ahora que estas en un mundo divino no puedo seguir ocultando el quien soy…

Dicho eso Se levanto como pudo y en frente dela pelirroja se puso. Mirándola con una seriedad impresionante aquella retomó su palabra y dijo:

-Yo soy una guerrera protectora del dios de las Artes… el gran Apolo. Mi titulo completo es: Cassie la musa de Clío… si alguna vez dudaste que los Dioses existían y que sólo eran un mito… espero que veas que no es así…

Dicho eso La mujer de nueva cuenta echo su cuerpo hacia atrás y cayó sentada ene l suelo… ya que estaba demasiado cansada y no podía ni mantenerse en pie.

¿Aterrador?

Cassie se extrañó sólo un poco al escuchar aquel adjetivo que empleaba la mujer de cabellos rojizos, con respecto al Olimpo, sin embargo, se quedó en silencio, estaba demasiado extenuada por el viaje que sentía como su corazón latía exageradamente. Parecía que en segundos venideros era más que claro que explotaría… pero sólo era el cómo se sentía ya que aquello nunca pasaría.
Suspiró con el afán de retomar un poco más de aire y así poder tranquilizar su palpitar que estremecía todo su sensual cuero. A duras penas podía ver su alrededor ya que el esfuerzo que había empleado para transportarse con otra persona había sido casi fatal para su sistema. Alzando su mirada cristalina pudo ver como su compañera observaba anonadada el derredor de la entrada del palacio de las Artes y la Luz de Apolo.

Después de parar uno que otro segundo los oídos de Cassie se destaparon, pudiendo escuchar las palabras de aquella desdichada mujer. Quien afirmaba el haber perdido la fe a los dioses tras la muerte de su familia. Como pudo se levantó y se dirigió de inmediato a Zarabia. Reposando su diestra sobre el hombro de la pelirroja aquella tomó una enorme bocanada de aire y musitó:

-Calma querida… todos perdemos fe alguna vez con respecto a los Dioses… Es nuestro mayor defecto como humanos que somos, pero te aseguro que ellos no la han perdido para contigo. Vamos querida que es más que claro que mi Dios ya se ha de ver dado cuenta de nuestras presencias, pero antes de irnos… ¿quieres acompañarme a un lugar especial para mí?

Dicho eso Cassie guardó silencio y extendió su mano ofreciéndosela delicadamente a aquella, esperando a que aceptara para así llevarla a su jardín… aquel majestuoso lugar que desde eras pasadas siempre tranquilizaban a la musa cuando aquella en dolencias de corazón y espíritu yacía envuelta.

Cassie se mantenía serena esperando la reacción de aquella mujer, le tiempo pasaba y el silencio abundaba, comenzando a irritar a la musa de Apolo; Fue entonces cuando aquel de la nada bajaba la mano y su cuerpo se encrespaba, no podía ser posible que la distracción que había tenido por culpa de su invitada haya pasado pro desapercibido el cosmos de su amo y aún peor el cosmos de aquella asquerosa Diosa que le había impedido el culminar su deseo de casamiento con su amado.

De repente su semblante reflejo un odio aterrador y su cosmos comenzaba a expedía sensaciones gélidas provocando que el suelo se congelaba, por un instante perdía el interés de aquella pelirroja ya que en aquella comenzaba nacer un deseo incontenible de encarar a esa ramera, mas desviando su mirada al cielo crepuscular y divisando como el sol se extinguía entre los nubarrones densos de una venidera tormenta, aquella suspiró y dijo con vos llorosa:

-Me da pene lo que voy a hacer querida… pero la visita de mi jardín se pospondrá unas cuantas horas… y algo peor tengo que adelantarme por favor perdóname…mi Dios me requiere una fiesta habrá… vendrá la poderosa Eris, estará Afrodita y la casa edecán del evento será el templo de mi Dios Apolo. Por favor sigue el pasillo derecho y el ultimo cuarto es mi habitación ahí espérame quiero que también tu asistas al evento lamento dejarte así pero esto el tiempo para mí es crucial…

Dicho eso y guiñándole el ojo para con su invitada y despeinando su corta cabellera rojiza la dama de inmediato salió corriendo rumbo al palacio. No podía permitir que aquellos dos seres divinos estuvieran a solas por lo que su trotar era apresurado. Cassie quería llegar cuanto antes para ver de nueva cuenta el rostro de su amado…

Y un tremendo impacto eléctrico sobre las tierras de aquel lugar grisáceo se dejó suelto de la nada. El cielo bramaba y con ello el céfiro corría de una manera tan alterada, densos nubarrones opacaban el brillo nocturno del firmamento. De repente el lugar comenzó a soltar una serie de estelas de luces carmesí, dorada y azuladas, y con ello un portal gélido se abrió, vomitando de su interior a ambas musas, las cuales al tocar tierra firme, dicho portal se cerraba dejando un exagerado sonido que se cimbraba en derredor y por entre los árboles de aquel medio.

Cassie agitada quedaba hincada entre el pasto observando sin siquiera parpadear el frente. No podía créelo, cómo era posible que su dios perdiera, aún no, no, ella lo necesitaba todavía, no podría pensar una vida sin él… no, simplemente no. Cerrando sus ojos, y dejando que la brisa chocara con su faz, la mujer comenzó a temblar. Cabizbaja relamió sus labios y en segundos, tras una cadena de crujidos de la cúpula celestes, la lluvia se desató. Las pringas de agua no duraron, ya que estas se transformadora en pesados goterones que de inmediato inundaron el lugar. La lluvia que se acumulaba en su cabellos se escurría por sobre su piel y su armadura.

Cassie estaba destrozada y ni ánimos tenía en ese momento de por lo menso resguardarse del diluvio. Quería acapara la infausta noticia, aquella que le carcomía su corazón. Cómo era posible que su amado Apolo hubiera perdido, era demasiado pronto, debería de ser una mala broma, pero no, aquella sabía muy bien que Richard la dejaría en ese mundo desprotegida. Posando sus manos en el enlodado suelo, y arqueando sus hombros hacia afuera, la mujer sin importarle dar espectáculos de dolor, comenzaba a gritar y llorar… por gracia suya el viento bufaba con sonidos remarcados, y por lo menos disimulaba un poco su escándalo.

-Apolo…

La musa susurró con un remarcado dolor y con ello alzó un poco la mirada sólo para ver como su compañera a un lado estaba tratándola de animar, de jalarla con ella para alojarse de aquel desprovisto lugar que podía terminar enfermándola de gravedad por la tremenda lluvia que descendía del mero cielo. La mujer desganadamente se levantó del suelo, mientras la lluvia se escurría por debajo de su silueta, entreverándose entre los bordes de su armadura. Superando y ladeando su cuerpo aquella quedaba en frente de Hécate y mirándola fijamente pro escasos segundos, aquella no pudo evitar contraer su rostro aguantando su grito para así lanzándose a los brazos de su compañera de reino por fin descargarse como tanto lo anhelaba:

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOO! Ahh ahhh ahh ahhh ahh ahh ahh ahh ahh ¿es que no puede ser posible todo esto? No, no… Apolo ¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!… por favor que no sea cierto, que no sea cierto ¡Noooooooooooo! Ahh… ahhashs… ahaa…

Cassie aferrada al cuerpo de Hécate gritaba, sollozaba y gemía del agonizante dolor emocional que sentía para ese entonces. Aquella no sabía que hacer, no podía darle una respuesta a Calíope, estaba derrumbada, pero algo en mente hizo que se le aclarara sólo un poco si estado irracional, la imagen de Apolo… más bien Richard, aquella noche donde lo había conocido en la villa Adriana, para que suspirando y culminando aquel llanto que no valía pena, aquella se despegaba de su compañera y cabizbaja dijo:

-Tengo que ir a verlo, lo debo de hacer, sin embargo tú no puedes llegar así eres débil, dos vidas no se pueden perder en una misma noche… iré sola, tú ve y prepara lienzos blancos y escancias para el cuerpo de Apolo… debes de saber ya que nuestro dios ha sido sellado…

Dicho eso la dama limpio su lágrimas, y aunque la lluvia se escurría en su faz dando la aprecia de seguir llorando aquella ya no lo hacía, pues había tomado una faceta cruda. Tomando su guadaña la mujer comenzó a alejarse de la entrada del templo, rumbo al salón de fiestas, sabiendo que su Dios lo encontraría muerto, no importaba lo único que quería hacer era estar a su lado en sus últimos momento ya darle paz.

La mujer que había nacido para ser el avatar de la musa Clío de la nada, tras la tristeza que generaba la perdida de su deidad, provocaba en ella que sin remordimiento alguno renunciara a tan frágil armadura. Aun Cassie rondaba en los lindares de aquel palacio. Y es que la dama de cabellera castaña no deseaba de cierta forma despegarse del cual su hogar había sido por largas eras.

Tras el soplo de la brisa cálida la dama se detenía. Alzando el rostro y mirando hacia atrás por una última vez veía aquel paraje tan ameno y tranquilo en el cual ella había pasado largas horas con su amado Apolo. Cerrando sus ojos y formando una sonrisa la mujer se cruzaba de brazos y así emprendía su largo camino. Era más que claro que la antigua musa no sabía a donde tenía que llegar, pero la fe prevalecía en su ser de que sin duda sería como una pequeña hoja seca que el correr del céfiro la arrastraría hasta su siguiente sendero.

Lentamente la silueta, el perfume y cálido cosmos de aquella joven guerrea se disipaba en los terrenos del templo de las Artes y la luz del gran Apolo. Pequeños ecos rondaban por aquellos lares, como un simple recuerdo de quien había habituado tan lujoso lugar.

El camino que debía de recorrer Cassie era largo, pero eso no bajaba el poco ánimo que nacía de entre su marchito corazón. Sin más, la mujer con una tranquilidad en su alma continuó su danza rumbo al mundo mortal, pues ella tenía entendido que ya en aquellos sitios su respuesta a tan conflictiva cuestión llegaría por si sola, y si no fuera así ella estaba dispuesta a dar todo para encontrar su siguiente tarea en aquella era romana.