[Isla Kanon] - Ladera del Volcán

5to Post Ataque Débil – Especialización

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El camino que había decido seguir Aspros, el gemelo de Cambre y ex-senador romano no había resultado ser nada fácil de recorrer una vez que hubo llegado a la mitad del ascenso por la ladera del volcán de la Isla Kanon. De hecho, resultaba ser todo lo contrario. El camino plagado de guijarros y piedras de tamaño más que considerable era tortuoso de transitar, ya que la irregularidad del terreno y el calor que se había apoderado de todo el ambiente eran más que suficiente como para hacer desistir a cualquier ser meramente consciente de continuar como semejante travesía, pero para el peliazul no era más que un incentivo de que realmente, lo que fuera que lo estuviera llamando desde el cráter del volcán, valía la pena el viaje. Si la presencia de un camino intransitable, el intenso y apenas soportable calor sumado al viento caliente e inclemente no hubieran sido ya de por sí alarmantes, lo que se vino después si resultaba una advertencia más que clara: del cielo empezaba a caer una lluvia de cenizas en forma de copos negros como el azabache, que al contacto con la piel dejaba un ínfimo pero significativo calor sobre el cuerpo de cualquier persona que tuviera la desdicha de conocer que sería lo que vendría a continuación…la caída de hollín del cielo solo podía significar una cosa: una erupción volcánica era más que inminente.

Esta situación no me está gustando nada…este sentimiento… pensaba el gemelo de Cambre, parándose encima de un pedrusco mientras sentía el calorcito de los copos negros golpeando ligeramente sobre su piel expuesta al extremo calor que manaba de la montaña. ...es la misma que pude percibir antes de que Octavius destrozara el Coliseo…si esto va por el mismo camino, ellos… murmuraba para su persona, dirigiéndole una fugaz mirada el pueblo asentado más abajo, perfectamente visible para él desde aquel lugar en particular. No...no pasará... concluyó el peliazul, apretando su puño derecho mientras su energía empezaba a hacerse presente y por tanto, escudándolo de los efectos adversos del clima cuya potencia e inclemencia aumentaban conforme pasaban los segundos. No lo permitiré... con una decisión firme e intachable, Aspros tan solo entornó los ojos y sin pensarlo demasiado, dio varios saltos que impulsados a través de aquella fuerza que era capaz de percibir y que en su momento había usado para escapar de la muerte, le permitieron avanzar con una rapidez y flexibilidad impresionantes. Una parte de su cerebro decía que fácilmente podía generar una disrupción espacial para llegar a la cima en cuestión de segundos, pero al hacerlo se arriesgaría a caer directamente al interior del volcán…y le quedaba bien claro que el no era precisamente inmune a la roca derretida a una temperatura insoportable…o por lo menos, no estaba plenamente consciente de ello ya que su cuerpo, mente y poder estaban trabajando al unísono para producir ese mismo resultado que ni el mismo peliazul se esperaba.

Dejando de lado el orgullo, la ansiedad y el miedo, Aspros siguió ascendiendo por la ladera en dirección al cráter, saltando de roca en roca e impulsado por aquella extraña sensación de poder que recorría todas y cada una de las fibras que conformaban su ser.

Aquí estará bien… murmuró Aspros con confianza, mientras su técnica de Otra Dimensión abría un portal que lo llevó tanto a él como a Night a la ladera del volcán de la Isla Kanon, un lugar bastante exótico y dominado por la ceniza que constantemente caía del cráter que no se encontraba demasiado lejos. Eligiendo un punto lo más plano y cómodo posible, el gemelo de Cambre dejó a Night posado sobre una piedra vertical donde pudiera reposar por unos instantes…después de todo, utilizar su cosmos con el cuerpo de un pequeño quejón no debía ser tarea fácil. Notando que justamente habían llegado a la Isla mientras oscurecía y el bramido de las olas se podía escuchar a lo lejos, mientras el agua salada reflejaba la luz del ocaso y el crepúsculo, el peliazul tan solo se quedó mirando fijamente por un risco dejando que la brisa agitara su alargada melena. La vista desde aquel punto era impresionante y hermosa…pero Géminis no se encontraba allí para admirar el paisaje, sino más bien para recibir el reporte de misión de Capricornio.

Y bien Night...pudiste encontrar el nombre que te envié a buscar? preguntó Aspros con calma, llevando ambas manos a su cintura para notar las motas de ceniza cayendo a su alrededor y esperando que la respuesta de su interlocutor fuera acorde con lo que había podido averiguar él mismo de boca de Seiren.

El estruendo de las olas romper hizo que Night saliera del ligero “sueño” en el que había caído, producto de la extenuante tarea que era invocar a esa extraña entidad que parecía vivir en su interior. Cuando terminara de darle el informe a Aspros y recuperara su tamaño adulto, lo primero que iba a hacer era retorcerle los testículos a ese fantasma para que le dijera quién rayos era en realidad. Además de que le preocupaba la idea de que un espíritu maligno se le pudo haber metido en ese bosque mientras peleaba con Ushuriel. Bueno, no fue exactamente una pelea, sólo un intercambio de amenazas y luego ver cómo la dama se convulsionaba violentamente en el suelo como si la invasión del fantasma la estuviera quemando igual que el ácido.

Volvió a posar su vista en el hombre de imponente efigie. El movimiento de sus largos cabellos serpenteando en el aire era casi hipnótico. –Sí.- Demoró un poco en responder y luego tomó algo de aire, sin hacerle mucho caso a las cenizas que emitía el cráter del volcán. Después de estar en medio de un bosque en llamas y una demente, el nuevo lugar al que Aspros lo había transportado no era tan magnifico. Pero admitía que los colores que se reflejaban en el mar eran hermosos. -¿Dónde estamos? Bien, eso no interesa. Y sí, averigüé algo del sujeto en cuestión. Parece que el dios que viste despertar no es otro sino Ares.- Dijo, cruzándose de brazos y mirando al peliazul.

-Y también sabemos que los Bersekers se están agrupando. Más no estoy muy seguro para qué. Aquella mujer no poseía demasiada información relevante o que pudiera servir.- El enigmático fantasma ladrón de aspectos apareció a las espaldas de Night sin que éste lo notara y con su voz retumbando cerca de su oído casi lo mata del susto. –Podrías avisar antes de aparecer. No me he olvidado que tú y yo tenemos asuntos inconclusos.- Hizo crujir sus pequeños nudillos, olvidando que su nuevo rival podía aparecer y desaparecer a gusto. Le daba coraje ver que el espíritu estaba usando su apariencia madura mientras que él seguía atorado en ese cuerpo minúsculo.-No es justa la vida.- Musitó para sí mismo.

La otra mitad de Night caminó en círculos alrededor del pequeño pelinegro, con una gran sonrisa. Parecía que estaba algo divertido de ver al niño haciendo un berrinche.-El travieso espíritu haló las mejillas del chiquillo.- ¡Qué tierno!- Exclamó. Capricornio se resistía a atacarlo, puesto que temía que volviera a burlarlo. No servía de nada hacer el ridículo frente a Aspros y repetir la misma situación del bosque.

1er Post 1er AF – Especialización

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Ares...así que todo se confirma, perfecto. dijo Aspros al momento de oír la respuesta de Capricornio mientras volteaba la mirada y observaba como de pronto un ente sobrenatural, con la misma apariencia de Night en su edad original aparecía frente a los dos, completando el reporte que hacía el pequeño de 9 años. Levantando una ceja y sin poder dejar de esbozar un atisbo de sonrisa que era tanto maliciosa como siniestra, rayando en lo demoníaco, al Santo de Géminis le había despertado la curiosidad. Que era exactamente aquel ser? Le parecía algo demasiado curioso…sus ansias de saber más y más parecían haber crecido mucho más. Sí…ahora que se daba cuenta, el haber estado encerrado en su mente por el poder de su lado más noble lo había hecho investigar una que otra cosa…de hecho, había descubierto un “algo” curioso mientras indagaba en los recuerdos del viejo Geminiano, aquel que había muerto a mano de una de las Damas de los Pecados, la estúpida niña egocéntrica denominada como la Ira. El problema radicaba en como hacer que aquella función despertara, no estaba muy seguro de cómo poder aplicarla pero el secreto seguro saldría a flote si empezaba a experimentar. Resoplando mientras escuchaba las última palabras del pelinegro tanto como de su sombra, Aspros se volteó en dirección a Capricornio para apuntarlo directamente al diminuto pecho con su dedo índice derecho…por lo visto, el peliazul tenía un plan en mente.

Cierto…estás algo apretado en ese diminuto cuerpo, no es cierto? Creo que puedo ayudarte un tanto, mi estimado compañero…pero creo que te dolerá un poco. dijo el gemelo de Cambre, mientras una gran parte de su cosmos se concentraba en aquella extremidad…más específicamente en la yema de su dedo. Inmediatamente, un potente brillo amarillento salió del cuerpo del pequeño Capricorniano quien saltó unos cuantos centímetros por sobre el suelo: aquel reloj de luces y esferas doradas que originalmente había convertido a Night en un chiquillo de nueve años había reaparecido frente a él. Ya vi tu técnica una vez, recuerdas? En el Templo de los Gemelos…no puedo asegurar que podré controlarla por completo así que requiero que te concentres y empieces a invocarla…al menos poco a poco, puedes hacer eso, Night? preguntó y pidió Aspros cuyos ojos reflejaban una maldad increíble junto a una sonrisa sarcástica y llena de malicia, no es que tuviera más opción…una parte de sí mismo tan solo lo hacía esbozar aquella maligna expresión, como si el haber estado encerrado por tanto tiempo le hubiera devuelto las ganas de expresar su codicia y deseos egoístas al mundo…el problema era que el único ser cercano era Night, bueno, el ya había sido su primera víctima…el ligero arreglo que había en su cerebro lo demostraba. Bien bien...vamos Night, muestra de nuevo tu capacidad para controlar el tiempo, sino te quedarás en ese cuerpecito por toda la vida…y no quieres eso, verdad? inquirió el ex-senador al tiempo que su melena seguía siendo agitada por acción del viento, danzando junto a las cenizas del volcán mientras la luz del crepúsculo seguía dominando toda la escena.

El pequeño de cabello negro estaba cerca de golpear a esa entidad extraña, cuando escuchó lo que Aspros balbuceaba sobre que haber confirmado que efectivamente era Ares el dios que había visto despertar en el Coliseo. Eso a él le daba igual, lo único que quería más que nada en el mundo era deshacerse de ese fastidioso espíritu que lo perseguía. No comprendía cuál era la motivación de ese ser fantasma para seguirlo hasta ahí, y por qué usaba su aspecto en lugar de mostrar su verdadera forma. ¿Sería tan repulsivo que necesitaba de usar las apariencias ajenas para manifestarse? Sólo eso pudo pensar desde que lo vio en el bosque. Debía agradecer a ese sujeto, puesto que sin él no habría recolectado la información solicitada por el caballero de melena azul. De hecho de no ser por la intervención del fantasma seguiría ahí, tratando de convencer a esa vieja mula para que le soltara datos importantes.

-No me vuelvas a tocar.- Le advirtió al que invadía su espacio personal, aparentemente disgustado. Era difícil creer que un niño tan tierno como en el que se había convertido Night estuviera enfadado, en especial por esa cara infantil. Pero se debía a que era un hombre atrapado en el cuerpo de un menor. Aspros hizo un comentario alusivo a su condición actual.- Gracias por recordármelo…- Respondió sarcástico, no era sencillo olvidar que estaba encerrado en ese diminuto recipiente. Ni loco pensaba volver a crecer, fue una espera muy larga conseguir su cuerpo adulto y no tenía ningún tipo de ánimo para revivir la infancia otra vez.

-¿Qué clase de pregunta es esa? Si me vas a ayudar sólo hazlo, punto.- Gruñó. Por estar distraído viendo cómo su doble le hacía caras extrañas no atendió a la increíble malicia que Aspros dejaba expuesta. Pero sí sintió un escalofrío, una sensación de que algo no estaba bien. Un poderoso resplandor emergió de su pecho, transformándose en el extraño reloj que había hecho aparecer en Géminis. La acumulación de cosmos del mayor fue algo que el pequeño no pasó por alto. –Sí, lo recuerdo. Y no hace falta que lo preguntes, haré todo para salir de este predicamento.- El pequeño se concentró en la técnica tal y como Aspros lo pedía, cerrando los ojos para ignorar completamente al doble astral. Además de que la cara de desquiciado del Caballero de Géminis comenzaba a asustarlo.

2do Post 1er AF – Especialización

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Que agresividad, Night...no deberías ser tan impulsivo, deberías recordar que eso no te ha servido de mucho. murmuró Aspros con aquella voz siniestra que caracterizaba a su lado más oscuro y codicioso, sí, la referencia que hacía el Geminiano no era otra más que la del curioso evento que hacía algún tiempo se había llevado a cabo en la entrada del Templo de los Gemelos…más específicamente, al instante en que el Santo de Géminis había influido un “tanto” en la mente del pelinegro. Aunque por el seguro que le había plasmado en el cerebro, Night no recordaría nada de aquel incidente en particular, a lo sumo llegaría a tener uno que otro recuerdo fugaz del encuentro pero más nada. Resoplando con voz calmada, el peliazul hizo crujir los dedos de su mano derecha para extender la palma y posarla sobre el reloj dorado que había aparecido frente a su interlocutor…había llegado el momento de manipular un poco la habilidad del pequeño para así devolverle su apariencia original y con ello empezar la siguiente parte de su plan. Ensanchando aquella maligna sonrisa a más no poder, el gemelo de Cambre notó como las cenizas del volcán caían sobre su persona, pegándose sobre su cara y confiriéndole un aspecto aún más temible del que ya de por sí, denotaba.

Veamos...a esta técnica la llamaste Abyss Retrace, no? Déjame manipularla un tanto…es hora de que te devuelvas a tu apariencia original…Night de Capricornio! exclamó Aspros con voz terrible mientras su cosmos se clavaba directamente en el corazón de su interlocutor para así hacer que el reloj de energía empezara a andar con una violencia desmedida. La luz que despedía el Santo de la Cabra Montesa era increíble y ni hablar del brillo dorado que tan solo era bloqueado por una que otra mota de ceniza que se atravesaba de vez en cuando…de pronto, el cuerpo del chiquillo empezó a retorcerse y a saltar mientras que el flujo temporal hacía estragos en sus células de tal forma que sus telómeros se veían afectados…en síntesis Night estaba recuperando su edad normal.

Con su dedo índice levantado y la sonrisa de payaso asesino en cara, el gemelo de Cambre observaba todo con un deleite sadista y de cierta forma cómico…aquellos gritos que profería el menor le causaban mucha, mucha gracia. En ese mismo instante el sol terminó por ocultarse y finalmente la oscuridad se había anunciado como la gran regente de aquel lado del mundo, secundada por una fría brisa de verano y en la lejanía el bramido de las olas contra las rocas de la costa. Casi como una campana un temblor del volcán señalaba el fin del proceso…Night ya había vuelto a su apariencia anterior y frente a él, Aspros no cambiaba su gesto primitivo y maligno. Bien Night...hora de marchar, hay trabajo por hacer. dijo el peliazul dándose la vuelta y empezando a andar.

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Manipulación permitida por Night

Mientras Aspros se daba a la tarea de manipular la técnica del pelinegro, aquella que había sido su maldición por un día al convertirlo en un mocoso. Pero bueno, qué más podría hacer una habilidad que se basaba en controlar el tiempo. -Lo último que necesito es que me fastidies con eso.- El hombre de cabello azulado le reprochó que no tenía porqué ser tan agresivo pero no pensaba hacerle ningún caso. Quizá no fue un regaño pero así lo sintió él. Sólo quería que terminara de revertir los efectos de la técnica. El reloj comenzaba a marchar hacia atrás gracias a la influencia de Aspros y su violenta energía cósmica, la cual causaba que el tiempo volviera de manera violenta y acelerada, provocando que el joven retornara a su edad original. Había sido tan rápido que no lo podía creer, después de todo lo que pasó no creyó que sería algo tan fácil eliminar el problema. Su cuerpo había recuperado el aspecto original. Pero antes de poder celebrar y darle las gracias al Dorado, recordó algo, lo que había pasado en la casa de Géminis después de haber descubierto esa técnica. No sabía explicarlo pero, algo de lo que no estaba enterado había regresado a él. Recordó el dolor que había experimentado cuando el dorado de Géminis penetró en su cerebro y usando un extraño truco bloqueó esas imágenes.

El Santo invocó su armadura dorada, usando esa vía de escape que el caballero le había otorgado para huir en caso de tener problemas con los Bersekers. La armadura se colocó sobre el cuerpo de Night, encajándose en los lugares adecuados. –Detente Aspros.- Dijo el muchacho, rechinando los dientes y mirando hacia abajo. No podía ver el rostro de Aspros, estaba demasiado enojado como para dirigirle una mirada. Junto con la edad volvió el dolor que sufrió en el Templo de Géminis. Lo recordaba todo, tan claro como el agua y tan doloroso como un hierro caliente sobre la piel. El sufrimiento fue tan real que no podía tratarse de un sueño, incluso podía ver a Aspros divirtiéndose torturándolo.

-Mierda..-

Night se acercó a Aspros y en un arranque de ira extrema lo golpeó en el rostro, con una fuerza que pudo haber desgarrado la cara del caballero. No se podían ver los ojos del pelinegro, se encontraban ocultos bajo la mata de cabello negro que se ondeaban con la brisa. El brillo dorado de su armadura se fusionaba con el que despedía el cuerpo de Night. Era un aura cargada de odio. No iba a perdonar a Aspros por lo que hizo.

-¡Debería matarte aquí mismo! Eres lo peor… ¡te odio!-

3er Post 1er AF – Especialización

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Y justo había pasado lo que menos se hubo esperado Aspros en un principio...por lo visto los recuerdos de Night se habían liberado al momento en que su cuerpo hubo recuperado su edad original y con ello al geminiano le había llegado un puñetazo de parte del pelinegro. Con sus ojos ocultos por sus mechones azulados y el guantelete de la Armadura Dorada de Capricornio encajado al costado de su cara el gemelo de Cambre esbozó una sonrisa que denotaba un peligro más que inminente, algo se cocía en un prodigioso cerebro.

Que fue eso Night? Es así como piensas matarme?...no no no empezó el guardián del Tercer Templo del Zodiaco mientras que su cosmos se manifestaba en la forma de un aura dorada que destellaba con ciertos tonos deslumbrantes…poco a poco el puño de Capricornio se fue separando de la piel de Géminis para dejar ver que el ataque no había hecho ni el menor daño en el romano. Yo debería ser quien te matara…la verdad es que me parece patético que no pudieras ni siquiera hacerme retroceder…más conociendo el potencial que tienes entre tus manos, verdad? comentó el ex-senador moviendo su cara y haciendo retroceder a Night milímetros, centímetros y eventualmente, uno y dos metros. Debo suponer que además se ha roto el control que ejercí contigo originalmente…debí haber retomado el mando de este cuerpo mucho antes, mi dominio simplemente se debilitó mientras el señor nobleza mandaba. Bien, eso dice que es el momento de usar algo más potente en tu cerebrito, verdad? Y esta vez no podrás zafarte…pero antes te ablandaré un poco. comentó Aspros mientras reunía una cantidad inconcebible de cosmos en su puño y lo cerraba con una fuerza que hizo resonar el metal de su protección y al mismo tiempo, crujir los huesos de su extremidad. Un verdadero puño debería tener esta potencia! finalizó el peliazul para así lanzar un embate dirigido a la cara de su compañero que impactó en su cara y lo mandó a volar en línea recta por la ladera del volcán y de esa forma hacer que entrara al cráter principal de forma “improvisada”. Ladeando la cabeza y haciendo sonar su cuello, Aspros dio un paso hacia delante.

Me pregunto si a Night le gustará el baño de vapor que se viene. murmuró el gemelo de Cambre mientras daba uno y otro salto, dirigiéndose con agilidad al borde del cráter del volcán para así continuar con la pequeña lección que Night debía aprender: cuidado con las amenazas que haces, puede que te estallen en la cara de una forma inesperada.

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Manipulación permitida por Night

¿Proposiciones para la orden? Preguntó de pronto el gemelo de Cambre, escuchando atentamente el ruido que hacían sus pies al tocar el suelo del cráter del volcán así como el susurro del viento llevándose las partículas de roca oscura que se levantaban tras cada uno de sus pasos sobre la superficie de la montaña…lo que no descartaba por supuesto que estaba totalmente al pendiente de las palabras de su antepasado.

Primero está la orden de “apagar los sentimientos”. Es la primera regla que vendrá implícita en la orden. Descartaremos todo: la ira, la decepción, la añoranza…en general, adiós a la empatía. No tenemos la necesidad de semejantes tonterías…no en un mundo donde todo viene a ser superfluo. Comentó la sombra con calma, enumerando mentalmente todo lo que a continuación le comunicaría a su contraparte. La segunda, según mi perspectiva sería la de mínima comulación.

¿Mínima comunación? Preguntó el romano, deteniéndose de pronto mientras levantaba una ceja y cerraba los ojos.

Exacto. Dado que no tenemos interés en “sentir” y que los demás seres que habitan el Santuario son unos ineptos totales, entonces no necesitamos comunicarnos con ellos. Dejaremos que nuestras acciones hablen por nosotros…si es que en algún momento tenemos que actuar, por supuesto. Explicó el antiguo Santo de Géminis con pasividad, paseándose de un rincón a otro de la mente del peliazul.

Y por la típica regla de tres, existe una última cláusula ¿no?

Exacto.

A ver...sorpréndeme. Finalizó el geminiano posándose en la ladera de la montaña, lugar desde el cual podía observar el pueblo que se ubicaba a las faldas del volcán. Vaya que era una vista espectacular que de cierto modo, ya extrañaba el contemplar. Adelante, así podemos terminar con esto de una buena vez.

Comenzaba a anochecer cuando finalmente la hindú alcanzó la ladera del volcán desde el sur, la vegetación había desaparecido hace casi una hora atrás,no había ningún camino, por lo contrario, tenía que arreglárselas para avanzar entre pedruzcos afilados y guijarros, el calor se volvía sofocante, pero aún le parecía menor de lo que solía soportar en Sūrya kē Dila, pero el que estuviera habituada, no significaba que no fuera difícil, o cansado, los trozos de piedra volcánica y las pequeñas y afiladas obsidianas del camino dificultaban su avance, se clavaban en el cuero grueso de sus botas y algunos hasta lograban herirla un poco, soltó una potente carcajada mirando hacia la cima de Kanon - Y este es solo el inicio... - se dijo divertida pues ante ella veía un reto más que un obstáculo. Bebió un poco de agua y estudió el panorama buscando otra ruta más factible, tras unos minutos la encontró.

Comenzó a ascender hacia el oeste de su posición, las rocas estaban un poco menos escarpadas de ese lado, aunque igualmente pensaba que tal vez aquel volcán guardara un secreto pasaje hacia su interior, eso definitivamente lo haría "un lugar como su hogar" pero por otro lado, estaba segura de que no era tan literal, así que por ahora, solo continuaría explorando.

Kanon estaba tranquilo de momento, así que no le preocupaba tomarse su tiempo para apreciar la magnificencia de aquella fuerza natural, a pesar de que el aire caliente aumentaba la sensación de fatiga al entrar a sus pulmones.

Tras sentarse un rato a disfrutar del ocaso que llenaba el cielo de rojo, como si la sangre lo tiñera y de pronto se volvía negro como su corazón, con apenas luces titilantes en la inmensidad. Sonrió sin poder evitarlo, amaba la naturaleza, su propio espíritu a veces parecía una tormenta, salvaje, indomable, otras era un volcán en erupción, lleno de fuego ardiente y mortal y después era el cielo claro y despejado, o una brisa fresca entre la arboleda; así de voluble era, quizá por eso la habían considerado peligrosa, porque nadie sabía cuando estallaría y hasta ahora, nadie podía controlarla por las buenas.

Una vez que el sol se hubo marchado a dormir, Felia volvió a avanzar, la noche era sorprendentemente fresca y clara, por lo que resultó mucho más fácil que hacerlo de día, la luna llena la bañaba con su luz argenta, y eso quizá continuara al día siguiente, así que había que aprovechar esas condiciones para buscar el secreto que oculta Kanon, aunque no le parecía que fuera a encontrar a nadie en aquel lugar.

De vez en cuando levantaba un trozo grande de obsidiana, aquellas piedras eran más afiladas que algunas espadas, hacían excelentes armas, aunque de pronto se distraía, no podía evitar pensar en ese sueño raro de la noche anterior, donde había visto una silueta brillante como el sol, tal vez comenzaba a afectarle pensar tanto en las palabras de la anciana, se repetía a sí misma que no debía prestar tanta atención, y quizá, ya con la mente despejada encontrara la respuesta.

En la hora más oscura, aquella que precede al alba, cuando el silencio es la melodía de un mundo que se debate entre la luz y la oscuridad, cuando el brillo de las estrellas parece morir en un último suspiro que trata de alcanzar la tierra, cuando la atmósfera se llena del frío lacerante que intenta someter al espíritu en su intento de levantarse una vez más envuelto en la calidez del sol que para ese punto parece lejana e inalcanzable, en ese momento justo donde mejor se puede apreciar la dualidad del mundo y lo delgada que es la frontera entre la vida y la muerte, cuando los espectros se marchan y los briosos aún no se aventuran a salir, cuando la esperanza agoniza y sin embargo, se aferra como nunca a ese último resquicio de fe, antes de que aparezca el rocío, antes de que las flores liberen su perfume y después de que el aroma de la noche se ha desvanecido, cuando la luna se apaga y aún no hay atisbos del astro rey, es cuando la joven exploradora que ha venido de tierras lejanas, exóticas y salvajes, se detiene a respirar profundamente, aguza la mirada sobre la acompasada danza de contrastes que ofrece el universo, escucha la naturaleza y siente el milagro de la muerte y el renacimiento, con cada fibra de su ser; lentamente se pone en cuclillas y apoya las palmas de las manos sobre el terreno sinuoso que aún le falta por recorrer, su movimiento es suave y cauteloso, como si fuera la caricia de una amante que llega tarde al lecho y contempla al dormido consorte con el deseo de yacer a su lado sin perturbarlo; lo hace para sentir la tierra rebosante de vida, palpitante; sonríe con deleite, suspira y acerca su rostro al suelo, susurra con gentileza – Esta soy yo Kanon… ahora déjame conocerte… descúbrete ante mí… -

La tierra es dura y oscura, las texturas de las piedras que la cubren varían de la tersura del cristal de obsidiana, a la rugosidad de piedras erosionadas o cubiertas de ceniza solidificada, y si bien a la hindú nada de esto le era desconocido, no podía evitar apreciarlo como si fuera un paisaje único. Levantó la mirada y como si fuese otra muestra de la perfección y sabiduría incomprendida de Brahmá, logró ver un recoveco formado por las rocas apiladas, que hacía un excelente refugio para proteger su sueño del calor abrazador del día. Sonrió complacida y subió hasta el lugar, a cuatro patas, como un felino en terreno desconocido, cada movimiento de manos y pies parecía ampliamente cavilado y el apoyo era ceremonioso. No era una cueva, ni de lejos, no era siquiera profundo, solo lo suficiente para darle un poco de sombra mientras dormía y que Surya, el Dios Sol, no abrasara su piel al asomar por el cielo una vez que se posara en su trono del alto cielo.

Ya en su “refugio”, se hizo un ovillo, usando su equipaje como almohada y removiéndose un poco en su lugar para hacer a un lado las piedrecillas que pudieran incomodar, aunque no era tampoco muy quisquillosa en ese aspecto, había vivido demasiados años casi como si fuera un tigre de su natal India, un animal, que duerme y come a la intemperie, sin necesidades complicadas, respiró profundo, había avanzado todo un día completo y ahora que estaba quieta, el cansancio le venía de golpe, cerró lentamente sus ojos, a sabiendas de que Aruná, el cochero del Sol, aparecería en cualquier momento trayendo el amanecer. Estaba de espaldas a la pared, para poder reaccionar si alguien se acercaba, aunque seguía convencida que eso era poco probable, no había que confiarse, con una mano sobre un katar y la otra cerca de la espada que había depositado en el suelo, a su lado, se dispuso a dormir y descansar durante el día, por raro que fuera, ella prefería andar de noche, no solo por la frescura del clima, si no porque se sentía más cómoda en muchos aspectos, principalmente psicológicos, aunque aquella situación careciera de explicación lógica.

No tardó mucho en quedarse dormida, esperando que la Isla la aceptara y le hablara en sueños, o que la Diosa del conocimiento, le diera una idea más clara de lo que buscaba en aquel lugar tan familiar y a la vez tan extraño. Su respiración era tranquila, su dormitar sereno poco a poco desconectó su mente del mundo físico y presente a su alrededor, pasando a convertirse en un sueño profundo y reparador.

Atravesando un espacio lleno con estrellas fugaces, planetas y soles repartidos a una distancia inconmensurable el Santo de Géminis manipulaba la fábrica del tiempo y el espacio mismos para llegar a su destino final: la Isla Kanon. Una vez las líneas que separaban su realidad de la enormidad del universo infinito detrás de su técnica se hubieron detenido el peliazul supo que había llegado; chasqueando una sola vez los dedos de su mano derecha el Caballero manifestaba el portal que actuaba de salida con respecto al anterior. De un solo salto pisó el territorio de Kanon que al voltear distinguió como la ladera del volcán, un lugar extraño para aparecer cuando en primer lugar, su intención había sido llegar directo al puerto. Puesto que ya antes le había sucedido cerró los ojos y suspiró, percibiendo el entorno, específicamente la fuerza vital de todo lo que lo rodeaba…

Y allí captó la presencia que no tenía nada que ver con el ambiente natural de la isla. Girándose y dando una simple zancada vio más allá la presencia de una mujer acurrucada en el suelo, como si fuera un animal. Curiosamente esa era la fuente del cosmos que hubo perturbado su Otra Dimensión, dirigiéndolo inconscientemente hacia su locación. Si era así, entonces…

-Menudo lugar para descansar.- Dijo Aspros con una ceja levantada, todavía con la caja de Pandora a cuestas y dando un paso adelante. -¿Quién eres?- A pesar de las apariencias estaba seguro de que la fémina lo escuchaba y por lo tanto, se quedó esperando a una reacción…fuera la que fuera. Al parecer el destino seguía empeñado en enviarlo con buenos prospectos…una y otra vez, a veces de corrido y sinceramente, no tenía queja alguna con ello. Eso le facilitaba mucho las cosas.

Soñaba nuevamente con un par de siluetas, una de ellas con un atuendo brillante como si fuera el sol, había una palabra flotando en su mente - Śiksaka - susurró entre sueños, pero de pronto algo la alteró y comenzó a traerla de vuelta a la conciencia, no era algo que pudiera explicar, era como si el mundo se doblara frente a ella, por absurdo que sonara, deslizó de modo casi imperceptible una de sus manos hasta el mango de su espada aara y concentró sus sentidos en los alrededores, nada había cambiado y sin embargo, como por arte de magia, algo cambió cerca de su refugio, alguien había aparecido a unos metros, no había llegado, porque no escuchó pasos, el viento no le llegó ningún indicio, pero de pronto el aroma de una persona llegó hasta su nariz ¿acaso sería un espíritu o algo así? lo sintió saltar hacia ella, su cuerpo se tensó, no notoriamente, era más bien un instinto, se preparaba por si tenía que defenderse.

Aquella voz que llegó hasta sus oídos, le dio una extraña confianza, su intuición le decía que podía moverse con calma, si quisiera lastimarla ya lo habría hecho, aunque no había que bajar la guardia. Abrió lentamente los ojos, el sol en el cielo la cegó un poco, a pesar de que las rocas la mantenían en la sombra, delante de ella el día resplandecía. Le costó enfocar a su interlocutor, al principio solo percibía una silueta incluso más grande que ella y unos profundos ojos azules, lo que la hizo reaccionar de golpe, si bien ya estaba consciente, aquello la alertó por completo, pese a ello, se levantó con aparente modorra, muy despacio, con esos movimientos felinos inherentes en ella, ladeó un poco la cabeza y sonrió con cierto cinismo. - Es un buen lugar. - Se encogió de hombros y llevó su mano libre a su pecho. - Soy Felia. ¿Y tú? - Preguntó con tranquilidad, confianzudamente, sin tener idea de la importancia de la persona frente a ella, mientras que parecía volver a escuchar una palabra susurrada a su mente: Śiksaka.

La expresión, figura e instintos de la mujer eran envidiables. Normalmente las personas que se presentaban en Kanon no eran más que campesinos, humanos comunes y corrientes quienes no tenían mucha idea de cómo se daba la supervivencia en un territorio desconocido y precisamente por eso su curiosidad había incrementado.

-Puedes llamarme Aspros.- Dijo el peliazul con calma analizando todos los movimientos de Felia. Al parecer no solo sus campanas habían sonado: ya estaba al pendiente de todas las situaciones posibles y solo por si se daba la ocurrencia, usaría la espada que estaba colgada en su cinturón. De un diseño ciertamente desconocido y con un agarre único, Aspros sonrió ligeramente con prepotencia, una actitud retadora. -¿Una espada? Cuidado con eso, podrías salir herida si no la usas correctamente.- Le advirtió el gemelo de Cambre con naturalidad sin cambiar de expresión o el tono inherente que siempre dejaba impreso en su voz, avanzando un poco más en dirección a Felia. -Aunque debo suponer que por esas armas eres una guerrera, ¿cierto? ¿Sería mucho pedir que me mostraras tus habilidades?- Inquirió de pronto el Santo quedándose completamente quieto. Eso era definitivamente un reto.

-De daré una ventaja, solo usaré una mano.- Terminó Géminis levantando la izquierda sin dejar de mirar los ojos de su peculiar interlocutora. Ese era el momento: mediría las habilidades de esa mujer quien con el solo hecho de llegar a Kanon había demostrado bastante. Con un poco más incluso podía que llegara a ser una guerrera del Santuario…sentía en ella una energía como ninguna otra.

Tras escuchar su nombre, le saludó con un movimiento de su cabeza, pero no agachándola levemente como señal de respeto y hasta sumisión, si no que la inclinó hacia arriba, como si saludara a un igual cuando mucho, seguramente, de haber sabido quien era, el resultado hubiera sido exactamente el mismo, porque a ella las jerarquías le daban igual.

Lo miraba a los ojos, firmemente, esa era una costumbre suya y al escuchar su comentario, enarcó una ceja, aguzó la mirada, ladeó ligeramente la cabeza a la izquierda y sonrió con superioridad. - Descuida, aprendí a usarla desde que pude sostenerla. - Dijo con un sutil tono de advertencia y aferró su arma ya sin disimulo cuando él se acercó un poco más; no tenía caso ya tratar de disfrazar sus movimientos, Aspros había notado lo que hacía, lo que significaba que también la estaba analizando y no era solo un turista que dio con ella por casualidad. Parecía muy corpóreo y sólido, así que tal vez se tratara de alguna clase de hechicero, pero la constitución de su cuerpo denotaba a un guerrero. - ¿La versión masculina de un miembro de mi tribu? - Se preguntó mentalmente y trató de contener una risa. Era un hombre atractivo, por su modo de hablar y su porte, posiblemente fuera alguien de fina estampa, por su "petición" seguro algún aristócrata acostumbrado a ser entretenido... había encontrado varios de esos por el camino hacia la isla... - El circo romano está lejos de aquí. - Respondió con un tono de voz ambiguo que dificultaba definir si era una negativa o se hacía la interesante, seguramente porque ni ella misma lo sabía. - Su mirada es afilada, su cuerpo luce fuerte, sus movimientos son seguros, si un extraño me pide ver mis habilidades, debería ser cautelosa... - soltó una risilla, - ¡Bah! ¿a quién quiero engañar? Luce prometedor, si es solo uno de esos arrogantes disfrutaré humillarlo, si es buen guerrero disfrutaré la pelea y valdrá la pena el riesgo. - Su sonrisa se volvió cínica, quizá hasta maliciosa, estaba apunto de aceptar cuando el reto se volvió cuestión de orgullo.

Soltó su espada y estiró las manos hacia el frente, moviéndose como un león que sale de su madriguera estudiando algo interesante, se estiró de ese mismo modo, como si planeara avanzar a cuatro patas, y se acercó a Aspros mirándolo con coquetería, no por seducirlo, si no por la mezcla de curiosidad y soberbia que la hacían preguntarse que pretendía de ella exactamente. - Espero que no te arrepientas luego... Aspros... - La última palabra la dijo casi con sorna, como si fuera algo sin importancia que olvidaría a la hora del almuerzo, era quizá su autodefensa inconsciente y su tendencia a satirizar aquello que la saca de sus casillas para mantener su imagen de fortaleza.

Repentinamente, casi al instante que terminaba de hablar y su sonrisa se extendía por sus labios dio un ágil salto, al más puro estilo felino, ayudada con sus cuatro extremidades para impulsarse con la suficiente fuerza de salir del recoveco y pasar del romano, poniendo suficiente distancia entre ellos para sacar su aara y blandirla cual látigo. - Ven entonces, me hará bien ejercitarme antes del desayuno. - Respondió con tranquilidad y haciendo una seña con su mano, como retándolo a acercarse, mientras tomaba una posición ofensiva-defensiva.

La actitud de Felia era sin duda alguna, feroz. Su forma de expresarse, moverse y actuar representaba a la perfección al quinto signo del zodiaco, Leo; no sería entonces difícil pensar cuál sería su puesto si de verdad lograba enfrentar y superar todas las pruebas para convertirse en una guerrera al servicio de Athena…

Ensanchando su sonrisa orgullosa el geminiano observó como la mujer daba un salto, impulsándose en el aire para separarse aún más de él, un truco que en alguna otra situación hubiera sido efectivo pero que en esa, particularmente, resultaba ser lamentable. Soltando la caja de Pandora para dejarla a un lado el peliazul se tomó la izquierda con su mano derecha, dando un simple paso al que le siguió la manifestación más básica de su cosmos. Un aura pesada y por demás poderosa se extendió por todo el claro y más que ello, la intención expresada en ella no era otra más que la de asesinar. Si la fémina era tan dotada como aparentaba ser ya habría de percibir el peligro inminente, como si una cuchilla estuviera calada en la base de su cuello y preparada para cortarle la cabeza, la presionara a huir o enfrentar la amenaza que la encaraba.

-Te mueves bien, pero eres demasiado lenta. Déjame mostrarte--- En menos de lo que tomaba parpadear el peliazul desaparecía, manifestándose inmediatamente frente a la mujer para dejar dos dedos a tan solo unos escasos milímetros de su cara. ---lo que es la verdadera velocidad.- No había marcha atrás en esos instantes…o actuaba o…moría.

De pronto, algo pasó... todo el ambiente cambió en menos de un segundo, el aire se volvió denso y parecía querer aplastarla contra el suelo, su piel se erizó y su cuerpo se tensó como nunca, podría decir que sintió miedo, como nunca antes en verdad creyó que podría perder su vida si parpadeaba. Arrugó la nariz, mostró los colmillos al tiempo que soltaba una especie de gruñido como el de un gato que se encuentra amenazado. "Lenta" retumbó en su cabeza como una señal de alarma, aferró con más fuerza la empuñadura y levantó su diestra con el fin de hacer girar la flexible y seccionada hoja de su arma para crear un área de seguridad, pero antes de completar su movimiento, antes de que su cerebro enviara a su cuerpo los impulsos necesarios para realizarlos, Aspros apareció frente a ella apuntándole al rostro con dos dedos. Sus labios rojos temblaron, pero no salió sonido alguno de ellos, abrió sus ojos cuan grandes eran, su respiración y su corazón parecieron detenerse por un momento. - Esto va más allá de cualquier cosa que haya visto... es como... las leyendas de Môrvandú... - Por primera vez en su vida, el miedo la paralizó, pero al mismo tiempo fue el detonante de la fiera en su interior.

No hay nada más peligroso en la selva que una fiera asustada; cualquier depredador te deja en paz mientras no tenga hambre; si te metes con él, se asegurará de ahuyentarte; si insistes, te atacará hasta que te retires o estés fuera de combate; si lo acorralas y lo asustas, entonces entra en acción la ley de la selva: la supervivencia del más fuerte; una fiera asustada te ataca con desesperación, a matar, jugándose el todo por el todo y Felia, creció como una fiera.

- No es tiempo para historias... si ya caíste en la trampa... pelea hasta que te quedes sin colmillos. - Se autoreprendió e hizo un esfuerzo titánico por obligarse a moverse. Logró cerrar su puño izquierdo, tan fuertemente que se clavó las uñas. Y usando toda su velocidad lanzó un puñetazo al rostro de Aspros mientras soltaba la aara que obviamente no le serviría contra aquel sujeto, de hecho, estaba segura de que no había muchas cosas que le sirvieran, pero si la muerte quería llevársela, tendría que hacerlo por las malas. Estaba aterrada, sí, pero "rendirse" no era algo que ella conociera.