[Isla Kanon] - Ladera del Volcán

5to Post Ataque Débil – Especialización

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El camino que había decido seguir Aspros, el gemelo de Cambre y ex-senador romano no había resultado ser nada fácil de recorrer una vez que hubo llegado a la mitad del ascenso por la ladera del volcán de la Isla Kanon. De hecho, resultaba ser todo lo contrario. El camino plagado de guijarros y piedras de tamaño más que considerable era tortuoso de transitar, ya que la irregularidad del terreno y el calor que se había apoderado de todo el ambiente eran más que suficiente como para hacer desistir a cualquier ser meramente consciente de continuar como semejante travesía, pero para el peliazul no era más que un incentivo de que realmente, lo que fuera que lo estuviera llamando desde el cráter del volcán, valía la pena el viaje. Si la presencia de un camino intransitable, el intenso y apenas soportable calor sumado al viento caliente e inclemente no hubieran sido ya de por sí alarmantes, lo que se vino después si resultaba una advertencia más que clara: del cielo empezaba a caer una lluvia de cenizas en forma de copos negros como el azabache, que al contacto con la piel dejaba un ínfimo pero significativo calor sobre el cuerpo de cualquier persona que tuviera la desdicha de conocer que sería lo que vendría a continuación…la caída de hollín del cielo solo podía significar una cosa: una erupción volcánica era más que inminente.

Esta situación no me está gustando nada…este sentimiento… pensaba el gemelo de Cambre, parándose encima de un pedrusco mientras sentía el calorcito de los copos negros golpeando ligeramente sobre su piel expuesta al extremo calor que manaba de la montaña. ...es la misma que pude percibir antes de que Octavius destrozara el Coliseo…si esto va por el mismo camino, ellos… murmuraba para su persona, dirigiéndole una fugaz mirada el pueblo asentado más abajo, perfectamente visible para él desde aquel lugar en particular. No...no pasará... concluyó el peliazul, apretando su puño derecho mientras su energía empezaba a hacerse presente y por tanto, escudándolo de los efectos adversos del clima cuya potencia e inclemencia aumentaban conforme pasaban los segundos. No lo permitiré... con una decisión firme e intachable, Aspros tan solo entornó los ojos y sin pensarlo demasiado, dio varios saltos que impulsados a través de aquella fuerza que era capaz de percibir y que en su momento había usado para escapar de la muerte, le permitieron avanzar con una rapidez y flexibilidad impresionantes. Una parte de su cerebro decía que fácilmente podía generar una disrupción espacial para llegar a la cima en cuestión de segundos, pero al hacerlo se arriesgaría a caer directamente al interior del volcán…y le quedaba bien claro que el no era precisamente inmune a la roca derretida a una temperatura insoportable…o por lo menos, no estaba plenamente consciente de ello ya que su cuerpo, mente y poder estaban trabajando al unísono para producir ese mismo resultado que ni el mismo peliazul se esperaba.

Dejando de lado el orgullo, la ansiedad y el miedo, Aspros siguió ascendiendo por la ladera en dirección al cráter, saltando de roca en roca e impulsado por aquella extraña sensación de poder que recorría todas y cada una de las fibras que conformaban su ser.

Definitivamente aquella mujer era una guerrera bastante capaz. El solo ver como descartaba su arma y lanzaba un golpe directo a su rostro en un vano intento por defenderse mostraba agallas y, porque no, decisión frente a la misma muerte. Esfuerzos memorables, sin duda.

-Me temo que eso no funcionará.- Dijo Aspros con su porte orgulloso todavía levantado, deteniendo el golpe de Felia con el dedo índice de su mano izquierda casi sin quererlo. -Aunque fue un buen esfuerzo, debo reconocerlo. Dime Felia ¿te interesaría volverte más fuerte?- Inquirió el peliazul sin romper la calma y pasividad absolutas con la que se dirigía a la chica, pareciendo que en lugar de presionarla con un aura asesina tan solo estuviera tomando el té con ella a mitad de la tarde. -Tienes el potencial, la energía y la capacidad para ser alguien capaz de grandes cambios en el mundo…o simplemente, convertirte en una guerrera a la que no le harían esto.- Completó el romano con ligereza al afianzar el agarre sobre el puño de la chica y con un solo giro lanzarla en dirección a un árbol cercano, no con violencia…o al menos no con la suficiente como para causar un daño permanente o durable; a lo sumo la dejaría algo entumecida.

-Entonces, ¿acaso esta oferta es de tu interés o solo has venido a Kanon para hacer turismo improvisado?- De inmediato su cosmos se apagaba, limitándose a una emisión desestimable que sin embargo, no pasaría desapercibida para cualquier otro ser que estuviera en las cercanías. Esperaba que eso fuera más que suficiente para que Arone no se perdiera en el camino hacia el lugar. -Adelante, puedes responder con confianza.-

De nuevo aquella sensación pánico y la mirada desencajada de sorpresa se hicieron presentes en la morena que no daba crédito a lo que acontecía, su tribu de guerreras era temida mucho más allá de las fronteras hindis y entre ellas, no había ninguna más fuerte que Felia, podía derribar un árbol fuerte de un golpe, podía resquebrajar las rocas macizas de la pared de su volcán, se crió como una leona, había peleado con tigres, podía noquear o estrangular un antílope en plena carrera e incluso en su viaje había tenido que medirse con un oso, cosas normalmente impensables para un humano y sin embargo, Aspros había detenido su puño con un solo dedo, sin preocuparse, como si de un vil insecto se tratara; la mujer no había esperado noquearlo ni nada parecido a pesar de atacar con toda potencia, pretendía hacerlo retroceder lo suficiente para tomar sus katares, pero ni eso consiguió. Atónita tembló ligeramente y gruñó obligándose una vez más a reaccionar y sobreponerse. - ¿Tú eres el demonio del que hablaban los viejos? – Preguntó en un susurro apenas audible, sin dejar de mirarlo a los ojos, buscando una pista de su naturaleza, mística, demoniaca, divina o humana, lo que fuera. - ¿Tú puedes darme el poder del sol? – Inquirió en vez de responder y ya con su voz normal recuperada. – Por supuesto que quiero hacerme más fuerte, ¿qué clase de pregunta es esa? Todo guerrero quiere ser más poderoso, pero antes de responder, debo saber si es lo que busco… - Lo escuchó atentamente, sin moverse, algo le decía que si retiraba su mano, aquel dedo se hundiría en su rostro. - ¿Cambiar el mundo? – Estaba a punto de reírse cuando la última frase le hizo tratar de protegerse, pero no hubo tiempo. Soltó un rugido animal al tiempo que volaba por los aires. Al momento de chocar con el árbol apretó los dientes, volvió a arrugar la nariz y lo miró furiosa, o mejor dicho frustrada, porque no podía hacer nada y eso nunca le había pasado. Sintió en todo su cuerpo el calambre y el escozor como cuando te golpeas un nervio, seguido de la molestia por las astillas en su espalda, estaba sorprendida otra vez, estaba segura de que de haber querido le hubiera roto la columna, pero no fue así y eso era intrigante, trató de levantarse en vano, estaba algo aturdida y su cuerpo no respondía correctamente, Hizo un esfuerzo pero apenas logró ponerse a cuatro patas, mirándolo como fiera al acecho.

- ¿Cuál es el precio? ¿mi alma? ¿mi esclavitud? – Preguntó desconfiada, nadie te ofrece un enorme poder así porque sí apenas conocerte. Al fin logró ponerse en pie, pero sus movimientos eran torpes. – El turismo no es lo mío, tampoco servir a ningún amo, si aún así quieres mostrarme el “camino” empieza por decirme qué eres y que esperas de mí. – Dijo sin rodeos. No era que tuviera que pensarlo mucho, aún si Aspros no tenía el poder del sol, ella quería aprender, quería poseer esa fuerza y esa velocidad, pero no iba a hacer tratos sin conocer las condiciones.

Entrecruzando los brazos y levantando una ceja incrédula, Aspros de Géminis no pudo sino reír mentalmente con la acusación de la mujer. ¿Demonio de la Isla Kanon? Ese título era de muy baja categoría, de seguro que era algún otro insecto quien se había encargado de plagar rumores mientras se encontraba ausente.

-Para nada.- Respondió Géminis con calma, elevando nuevamente su cosmos y dejando que su representación personal, dos enormes alas negras, aparecieran a sus espaldas, extendiéndose majestuosamente y liberando una que otra pluma de tonalidad oscura que al caer, cubrían el suelo con una delgadísima capa de hielo transparente. Fue en ese momento que con un solo aleteo, una ráfaga de viento congelado se disparó contra Felia, removiendo sus cabellos de ébano con un sonido placentero y de cierta forma, triste. -Soy un ser que está muy por encima de semejante nivel. ¿Un demonio? Negativo…puedes llamarme un Ángel, Felia, un Ángel Cegador.-

Finalmente la chica preguntaba algo esencial y que de nuevo, le hacía esbozar una sonrisa socarrona en cara. Ciertamente, podía decirse que trataba con una bárbara poco acostumbrada a lo que era la vida en sociedad.

-Por favor, hablas como un animal. Por si no lo has notado soy bastante civilizado. Como sea, no hay ningún precio que pagar…excepto el de prestar tus servicios para una causa noble. No te molestes en ocultarlo, puedo verlo en tus ojos…por más que lo escondas tras una fachada de salvajismo se nota que eres bastante apegada a un sentido de justicia.

¿Qué espero de ti? Es bastante sencillo: espero explotar el potencial que mantienes encerrado en tu ser de una forma que sea provechosa. Y de acuerdo a lo que mencionaste antes sobre un “poder del Sol”, la verdad es que no solo una persona lo puede alcanzar. Yo soy uno de los tantos que lo ostenta.-

De pronto perdió el control de sus acciones, sin darse cuenta, bajó los brazos y abandonó su posición defensiva, miraba embelesada las alas que habían parecido, ni siquiera parpadeaba, su expresión dejó de ser feroz y adquirió un gesto de inocencia, cual niña que ve algo majestuoso que hasta ahora solo conocía de sueños; su curioso actuar felino provocaba movimientos veloces y peculiares de su cabeza, cuando seguía por un instante la trayectoria de las plumas que se desprendían y entonces notó el hielo sobre aquel suelo cálido, cuando era más pequeña, su madre le había contado que existían tierras frías donde había nieve cubriendo todo y en vez de lagos, habían espejos de hielos pero nunca los había visto, así que le asombró aquel suceso, por fina que fuera la gélida cubierta. Dio un paso sin pensarlo, quería tocarlo pero se detuvo cuando una ráfaga de viento removió su cabello y acarició su rostro, dejando una extraña sensación de frío a pesar del clima de la Isla, llevó su mano a su mejilla izquierda, aquello la devolvió a la realidad, a saber que estaba frente a alguien que podía matarla como si fuera una simple mosca. - ¿Un ángel? – susurró mirándolo encandilada. – Ciertamente… y en verdad me ha cegado… su poder apabullante, sus ojos hipnóticos como el mar, su actitud que de algún modo era familiar y desconcertante al mismo tiempo… creí que era un demonio y es un ángel… ¿es la dualidad que busco? Creo que solo lo averiguaré si voy con él… -

Ladeó la cabeza sin saber que responder a sus palabras. - ¿Animal? – Pensó en voz alta. – Crecí como uno… vivo como uno… no logré ganar un lugar entre mi gente… - Ni siquiera supo porqué dejó escapar aquellas ideas, tal vez porque era el primero que la miraba a los ojos y encontraba algo bueno en ellos, en vez de solo caos y un corazón negro, porque nunca nadie le ofreció seguir una causa noble en vez de saciar su violenta sed de sangre.

Trató de dar otro paso, pero su cuerpo aún acalambrado y aturdido por el golpe la traicionó; sus piernas flaquearon y trastabilló cayendo hasta apoyar la rodilla derecha en el suelo, la revelación del poder del sol la hizo mirarlo ansiosa por una explicación. - ¿Tantos? - Casi no podía creerlo. - ¿Cuántos hay? – Le pareció volver a escuchar un susurro en el viento y sonrió. - Śiksaka. – Repitió y echó el cuerpo hacia atrás sentándose en el suelo sin dejar de mirar ni un momento la escena delante de ella. - Si no hay un costo ¿qué debo hacer entonces? - Continuaba mirándolo mientras estiraba la mano inocentemente - ¿Puedo tocarlas? - Al final no pudo evitar preguntar refiriéndose a las alas de Aspros

Luego de una conversación particular parecía que había dado en el blanco. La chica se había quedado pensativa y de cierto modo prendada de lo dicho por el Santo de Géminis quien con una sonrisa de suficiencia cruzó sus brazos sobre el pecho al tiempo que esperaba más preguntas o inquisiciones de su parte y tal cual, estas llegaban casi al instante.

-No te aconsejaría tocarlas si es que quieres perder el brazo completo. Viste lo que le sucedío al suelo ¿no? Eso te pasaría a ti con solo rozar las plumas. En todo caso si lo que quieres es ganar el “poder del sol” y sentirte completa, entonces te aconsejo que me sigas de cerca.- Finalizó Aspros con calma, disminuyendo la fuerza de su cosmos dorado para así hacer desaparecer las alas negras que le hubieran servido como demostración de su superioridad total. Si lo seguía, entonces podría decir que ya había cumplido con uno de sus objetivos principales: encontrar un buen candidato para las filas del Santuario de Athena, un hecho que por demás se le antojaba ya algo común. Ninguno otro de los Caballeros Dorados podía presumir de tal proeza.

-Entonces… ¿aceptarás venir conmigo y convertirte en una persona fuerte?- Volvió a inquirir el gemelo mayor de Cambre ya de espaldas a Felia, apuntando su rostro al descenso por la ladera en dirección al pueblo que había en la costa de la Isla. Incluso si ya una parte de su tarea estaba hecha, la otra esperaba ser completada…eso sin contar que todavía se mantenía a la expectativa de si Arone llegaría. Había mucho que hacer, sin duda. Dando un paso adelante, comenzó a bajar por la colina.

Torció la boca en una mueca de decepción sin dejar de mirar las alas, estiró la mano plantéandose tocar el hielo en el suelo, pero prefirió dejarlo para otro momento, sacudió la cabeza para sacar aquellas ideas y actitudes infantiles de su cabeza y se volvió a poner de pie. Aún estaba algo acalambrada, pero sabía que se le pasaría.

La joven vio desaparecer las alas y casi se le escapa un suspiro, avanzó hacia él preguntándose qué tanto era "cerca" sin que le partiera la cara por aproximarse demasiado, para alguien como ella, eran un par de metros, así que se ajustó las prendas y sin decir nada caminó de vuelta al recoveco donde había dormido, recogió sus cosas colgándose el saco al hombro y se ajustó las grebas y la pechera metálica, preparándose para continuar el camino.

Cuando escuchó la pregunta de Aspros, lo miró y sonrió como si su pregunta estuviera de más, caminó hasta él, alcánzándolo con pasos extraños por los músculos que aún estaban uun poco aturdidos y le tendió la mano derecha como para cerrar un trato. - Iré Śiksaka. - Dijo mirándolo a los ojos, como siempre desde el flanco izquierdo y sin detenerse. Luego miró el pueblo nuevamente y el volcán. Ella hubiera preferido llegar a la cima de Kanon, pero no pensaba discutir con un ángel, así que lo siguió simplemente, además ese era el trato.

Tras unos minutos volvió a mirar a Aspros y por fin habló. - Solo por curiosidad... ¿tienes algo que ver con una lechuza? - Preguntó con un tono un tanto divertido pensando en lo que le había dicho la anciana matriarca antes de enviarla en aquel viaje misterioso.

- Háblame más de aquellos que pueden tocar el sol. - Pidió mientras caminaban, ella solía creer que no puedes tener y menos manipular un poder que no conoces ni entiendes, así que quería saber todo cuanto fuera posible de aquella misteriosa empresa en la que acababa de embarcarse.

La visión que Chrystalle veía era digna de admirar, las estrellas reunidas de diferentes tamaños y tonalidades le daban un toque místico y a la vez emotivo para la joven que observaba bien lo que podía ya que la carrera de Aries era rápida lo que imposibilitaba que en ocasiones las imágenes no quedaran grabadas en su memoria para siempre. Las estrellas eran resaltadas por la oscuridad que rodeaba a ambos, como si hubieran sido tragados por el espacio infinito y llevados hacia otro lugar fuera del mapa.

-¿Isla Kanon?... ¿Aspros de Géminis?-

Repitío grabándose el nombre del lugar y del Santo de Géminis que los esperaba en dicho lugar y de inmediato se le vino a la mente la figura del hombre de cabellos azulados que había visto hace no más de un par de horas. La oscuridad dio paso a la poca luz que los irradió por completo, Chrystalle llevó su brazo hasta su rostro para cubrirse los ojos. Cuando sintió que el brillo desaparecía pudo ver un volcán a lo lejos cubierto por una espesa capa de árboles en sus faldas y unas nubes oscuras que seguramente contenían hollín.

La austriaca saltó del final de la brecha siguiendo a Arone antes de que el portal se cerrara, al momento del salto Chrystalle tomó los pliegues de su vestido blanco y los junto para evitar perder el equilibrio por la largura de su ropaje. Sus pies tocaron el suelo con delicadeza, soltando su vestido en el proceso para evitar que se ensuciara.

Los vocablos de Aries no tardaron en dejarse escuchar indicando la posición de Geminis y como lo había sentido era el hombre que había divisado antes mas la joven que lo acompañaba no la reconocía en ningún lugar y por sus vestimentas no conocía la nación de donde provenía. Camino hacia la dirección de ambos quedando muy cerca de ellos, nuevamente escuchó las palabras de Aries y asintió confirmando su nombre.

-Es un placer conocerlo Santo de Géminis... Señorita. Amablemente el Santo de Aries me habló sobre el camino a seguir por eso estoy aqui-

Hablo presentándose y unas cuantas palabras más y guardo silencio sin agregar nada más por ahora puesto que no consideraba hacerlo, su mirada viajó hacia la joven de cabellos negros.

-Algo por el estilo, Felia.- Respondió Aspros con calma una vez hubo escuchado la pregunta de parte de la mujer quien por cierto, parecía mucho más amigable que en primera instancia…al parecer sus intereses sí iban de las manos con lo que el peliazul hubo pensado con su potencial. En definitiva, no se había equivocado al pensar que sería una buena Amazona.

Fue en ese momento que, seguido a la petición de la pelinegra, Arone decidía presentarse junto a la chica de cosmos que había visto sentada en la fuente de la plaza en Rodorio…justamente como lo había predicho.

-Me das demasiado mérito, Arone. Pero sí, la respuesta es un rotundo sí. Bienvenidos a Isla Kanon, Arone y Chrystalle…ella es Felia, futura Amazona del signo del león, la quinta casa zodiacal: Leo.- Dijo el dorado con tranquilidad y sin enredarse demasiado en las presentaciones tontas que normalmente hubieran seguido a ese instante. No tenían demasiado tiempo que perder…al menos no para la tarea que debían cumplir en las horas diurnas que aún faltaba por ser vividas en la isla. Era cuestión de saber aprovechar el tiempo al máximo de su capacidad. -Bien, ya que tenemos varias explicaciones e introducciones pertinentes que hacer, así como prepararnos correctamente, le daré las indicaciones de lo que sucederá a continuación: primero bajaremos al pueblo de Kanon para comer y conocernos mejor, si quieren descansar será su momento. Segundo y más importante, usaremos la noche para que vean la práctica de la “teoría” que Arone y yo les daremos en la posada…de hecho, habrá bastante uso para esa sesión. ¿Me entendieron? Si es así, tan solo síganme.- Finalizó Aspros para continuar con su marcha, avanzando en pos de la cuesta descendiendo hacia el pueblo. El “entrenamiento” entonces, daba inicio.

La morena miró su mano sin respuesta y simplemente se encogió de hombros, no parecía haber tiempo para aquellas formalidades, al fin y al cabo los leones no se daban las manos, peleaban, como habían hecho ellos y luego se le permitía o no al cachorro formar parte de la manada.

Iba a preguntar más cosas cuando percibió que alguien se acercaba, arrugó la nariz en ese gesto típico suyo y llevó las manos a los katares, se trataba de un castaño y una chica peliverde, pero el joven de inmediato habló con Aspros, parecían ser amigos, así que ella volvió a guardar sus armas y los miró con cierta frialdad, no era dada a socializar y tantos buenos modales solían fastidiarle, aunque en realidad, ni siquiera tuvo que hablar, ya que su maestro la presentó, pero fue precisamente eso lo que la hizo sobresaltarse y mirarlo. - ¿Amazona de Leo? - musitó, aunque ciertamente sonaba adecuado para ella, no entendía muy bien de que iba la situación - ¿cuáles casas zodiacales? - Estaba a punto de empezar un interrogatorio pero se detuvo a sí misma. - Si ya tomé la decisión de confiar en él y seguirlo, no hay razón para cuestionarlo. - Y como respuesta a sus pensamientos él mismo dijo que había explicaciones pendientes. Por estas razones, se limitó a asentir y a seguirlo mientras observaba detenidamente a las otras dos personas y se detenía por momentos en las cajas que los dos hombres llevaban.

Vio un ciervo correr entre los árboles, era suficiente para que los cuatro comieran, sin embargo recordó que el ojiazul le había recalcado el moderar su salvajismo atento a que él era bastante civilizado, así que asumió que prefería un guiso más sofisticado que un ciervo asado en una fogata y además querría comerlo sentado a una mesa, usando platos y cubiertos, ni que decir de la joven de aparincia fina, como si se tratara de una princesa, tan pulcra vestida de blanco, no parecía que estuviera preparada para un entrenamiento, pero podía notar fuerza en su mirada.

Obviamente se trataba de una clase de clan de guerreros que ahora se encontraban reclutando amazonas ¿porqué? ¿en verdad solo amazonas o mujeres en general? Bueno, pronto lo descubriría, además, la idea de descansar le venía bien ya que había viajado todo el día y toda la noche anterior y Aspros la había despertado y aplastado luego de apenas una o dos horas de sueño.

Habían avanzado rápido, el pueblo ya podía divisarse, la morena suspiró cuando vio otro ciervo correr a unos cien metros apenas. - ¿Qué sentido tiene ir al pueblo por comida cuando aquí abunda? - Preguntó sin darse cuenta, ya que fue un pensamiento que se escapó como un susurro de sus labios.

Chrystalle fijó su mirada en la joven de cabellos negros que no lucía tan feliz de ver más gente en el lugar quizás por el aspecto fiero y con toques algo salvajes entremezclados con su poderío y fortaleza que despedían sus orbes. Su sorpresa al escuchar que ella era la candidata a amazona de Leo no se hizo notar en sus facciones frías y serenas que la caracterizaban. Felia sería su compañera de armas y así como ella era una aspirante a una armadura aunque la austriaca no había considerado la armadura a la cual aspiraría.

Asintió sin pronunciar palabra alguna, bajarían al pueblo cercano para comer algo y preparase para la práctica que de seguro no sería fácil teniendo a dos caballeros dorados como Aries y Geminis. Caminaba muy cerca de Arone, tan sólo un par de pasos tras él mientras observaba la vegetación del lugar, le agradaba bastante ese aire tranquilo y algo salvaje pues todo parecia ser un misterio, un misterio que la peli verde quería descubrir.

Pero a pesar de todo lo bueno, a Crhystalle le disgustaba por completo el calor de la Isla y que era el volcán la fuente de calor más próxima a ellos; ella provenía de un lugar donde el frío y el hielo era parte de su vida y de su quehacer diario por lo que el cambio de temperatura le molestaba. Podia sentir como una gota de sudor recorría su frente y que ella limpio antes de que cayera por sus pómulos. Ante ello, la peli verde encendió su cosmos un poco generando una corriente fría que se contra-restaba con el calor, así aligeraba al aire a su alededor haciéndolo más respirable para ella.

-Mucho mejor-

Penso en el momento justo que la aspirante de Leo daba su punto de vista sobre la merienda que procederian a comer en el pueblo, su vista de inmediato viajo hacia el ciervo que corría libremente y sin sentir peligro alguno a su alrededor. Nuevamente miro a la Leona tratando de no imaginar lo que ella estaba pensando al ver al animal ni lo que deseaba hacerle. Una mueca leve de horror se mostro en su rostro pero que por su ubicación era probable que nadie haya podido apreciar; le disgustaba que se matara animales de tal forma aunque fuera para sobrevivir. No era partidaria de las luchas sin sentido y menos del derramamiento de sangre de ningún tipo.

-Lo bueno es que ya comí algo en Rodorio pero de todas formas debo comer algo. El entrenamiento no será algo sencillo-

Así lo esperaba de cierta forma, necesitaba aprender más cosas sobre ser una amazona y manipular su poder correctamente, no podia fallar y para ello estaba dispuesta a poner todo su empeño porque había cosas que debía hacer y personas a la cual esperaba ver después como su maestro Ashrael.

La joven morena corría como alma que lleva el diablo, parecía tratar de alcanzar los últimos destellos solares; saltaba entre las rocas como un puma, no permitía que nada la detuviera y cuando al fin pudo ver la pequeña covacha en la que había intentado dormir, corrió con más bríos.

Se detuvo justo en el lugar donde Aspros le había mostrado las alas, apoyó la rodilla izquierda sobre el piso y tocó la tierra con sus manos, a simple vista había vuelto a la normalidad, pero apesar de ser la ladera del volcán, estaba fría; la tomó en sus manos, sintió su textura suave y la dejó caer por entre sus dedos y levantó la vista al cielo.

El día moría, el último rayo de sol se perdía en el horizonto y el cielo de aspecto sangriento cedía a los tonos azules y violáceos de la noche, las estrellas comenzaban a titilar y la mujer soltó un feroz rugido, como si se tratase de una fiera.

- Estoy aquí Aspros, como lo pediste... - Le dijo al viento. Arrojó su equipaje etre las rocas y tomó los katares, mirando en todas direcciones como si esperara ser atacada, preguntándose que era exactamente lo que pretendía probar de ella con aquellas contradictorias acciones ¿su voluntad? ¿su disposición y obediencia? ¿su decisión? ¿debía quedarse a esperarlo? ¿debía seguirlo a Grecia? Estaba confundida y odiaba ese sentimiento, pero debía detenerse a pensar, si eran guerreros, ella no podía solo llegar y esperar que le permitieran el paso. Tenía que ser cuidadosa y al mismo tiempo debía estar preparada para todo. - Te esperaré hasta el amanecer. - Volvió a decir como si lo tuviera enfrente.

Si bien Felia se había decidido a esperar a Aspros hasta el amanecer, no iba a permanecer quieta esperando a que el sol volviera. Relajó sus músculos tras la carrera que acababa de dar y luego comenzó a hacer algunos movimientos de calentamiento, sin soltar sus armas realizó algunas katas con movimientos lentos, pero firmes, tenía los ojos cerrados, se concentraba en su al rededor, pero al mismo tiempo buscaba en su interior la fuerza y la velocidad que Aspros había mostrado, sabía que no podría dominar algo así en un momento, pero estaba dispuesta a encontrarlas, si él la consideraba digna de ser uno de los poseedores del poder del sol, entonces en algún lugar de su espíritu debía de estar aquella capacidad.

Cuando hubo calentado, cambió su expresión de tranquilidad por una de férrea convicción y comenzó a entrenar de verdad, sus movimientos llevaban toda la fuerza que era capaz de emplear en combate y los realizaba tan rápido como podía, forzándose a superar sus propios límites, sintiendo la tensión en sus músculos y el modo en que se forzaban sus ligamentos, pues les exigía cada vez más mientras la voz del griego sonaba aún en su cabeza diciéndole "lenta". Con juego de pies y movimientos de cintura, apoyaba los potentes lances de sus puños, como un boxeador, golpes altos, medios, ganchos y combinaciones, una y otra vez hasta que un sonido la sorprendió... había sido el sonido del aire cortado por la cuchilla empujada por su puño, como nunca lo había escuchado, estaba empezando a mejorar, aunque la noche estaba llegando a su fin, había pasado muchas horas en ello y al fin obtenía un resultado, pobre a decir verdad, pero ya era algo, debía seguir así, debía esforzarse más. Sonrió animada por aquel ínfimo logro y volvió a su entrenamiento aún con la esperanza de que su nuevo maestro volviera por ella.