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En el riachuelo...
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En el riachuelo...
Recuerdo del primer mensaje :
Lo bueno de haber vivido en Roma durante casi diecinueve años era que el gemelo de Cambre llamado Aspros se conocía la zona como la palma de su propia mano, de hecho, ya sabía de un lugar propicio para que Seiren pudiera tener su adecuada introducción a la naturaleza del cosmos, aquella energía interna que existía en todos y cada uno de los seres vivos del planeta Tierra. Bajando por una colina que quedaba al este de la entrada principal de Roma y caminando con calma por un sendero de tierra marrón reseca, el Santo de Géminis dirigió a la mujer hacia los linderos del bosque que quedaba entre la ciudad y la primera ronda de Villas que se ubicaban más allá de los caminos principales. La zona, de un brillante color verde y tapizada con una larga capa de pasto fresco, era un pequeño paraíso entre el ambiente muerto y desolado que actualmente dominaba a toda la ciudad. En medio de la pequeña pradera corría un arrollo de aguas cristalinas enmarcado por varias rocas ovaladas que de ser colocadas en cierta forma específica, hasta podrían crear un camino sobre el líquido destellante y así cruzar sin tener que mojarse los pies; más allá había un pequeño campo de flores y finalmente, un enorme círculo de tierra apisonada destacaba en contraste con lo demás, como si deliberadamente hubiera sido puesto allí hacía mucho tiempo atrás.
Te dije que te daría una introducción y ahora ha llegado el momento de que empieces a entender que es ese potencial oculto en lo más profundo de tu corazón. Primero lo primero, Seiren…veamos, dijiste que sentías una especia de magnetismo, no? Eso nos debería dar una pista de tu afinidad. empezó a explicar el geminiano, encarando a la egipcia con ambos brazos cruzados y actitud casi solemne mientras intentaba sonar lo más natural y claro posible. Será confuso, pero quiero que hagas algo…cierra los ojos y respira lentamente. Intenta sentir aquella energía que está impresa en tu alma…no te será difícil, desde aquí puedo percibirla, débil pero latente.
Te dije que te daría una introducción y ahora ha llegado el momento de que empieces a entender que es ese potencial oculto en lo más profundo de tu corazón. Primero lo primero, Seiren…veamos, dijiste que sentías una especia de magnetismo, no? Eso nos debería dar una pista de tu afinidad. empezó a explicar el geminiano, encarando a la egipcia con ambos brazos cruzados y actitud casi solemne mientras intentaba sonar lo más natural y claro posible. Será confuso, pero quiero que hagas algo…cierra los ojos y respira lentamente. Intenta sentir aquella energía que está impresa en tu alma…no te será difícil, desde aquí puedo percibirla, débil pero latente.
Aspros- Caballeros Dorados
- Reino : Santuario de Athena
Ataques :
AD - Ignición (4200)*
AD - Disrupción (4300)*
AM - Golpe Centrado (4500)*
AM - Sentencia (4600)*
AF - Satan Imperial (4800)*
AF - Canción de la Muerte (4850)*
AF -Explosión de Galaxias (4900)*
AFa -Megiddo (5100)*
TS -Destrucción Dual
TE -Apoteosis
Defensa :
Otra DimensiónDE - Niebla Cósmica
Cantidad de envíos : 694
Re: En el riachuelo...
Era una calma asombrosa la que podía sentir en aquel lugar. Escuchar las hojas de los árboles mecerse por el viento, el sonido que hacía el caudal del río, las aves regresando a sus nidos, era algo que raramente podía apreciar sin tanta preocupación. Había momentos en los que bajaba la mirada y podía ver un par de pececillos estancándose por sus pies y otros en los que veía un conejo o algún pequeño animal rondando por ahí. Volvió la mirada al cielo nuevamente podía ver y sentir cómo los rayos del sol marcaban como próxima la llegada de la noche, suspiró quedamente, no quería levantarse y sacar los pies del agua, era una sensación que le gustaba sentir.
Finalmente sacó los pies del agua, estos estaban remojados y un poco arrugados por pasar tanto tiempo dentro del río. El pelirrojo se colocó de nuevo sus sandalias y caminó hacia su mochila. Quería revisar si le quedaba algún bocadillo, cualquier cosa le caería bien no tenía demasiadas ganas de atrapar algo, ni mucho menos prepararlo además de que ya era algo tarde para andar cazando por ahí. Metió las manos dentro de la mochila para escudriñar entre sus cosas tal vez, y sólo tal vez, pudo haberse ido algo al fondo debajo de toda la ropa que había dentro y no lo había sacado antes. No le gustaba el sabor del pescado, por lo que no quería atrapar algunos, siempre que quería atrapar algún animal sólo lo hacía para tenerlo cerca, el matarlos y destazarlos sólo le hacían sentir mal. Y ¡Eureka! sintió un extraño bulto debajo de aquel monton de ropa, lo tanteó y sintió su consistencia. Al sacar un pequeño bulto que estaba envuelto en papel y un ligero cordón su rostro se iluminó. Se trataba de un pedazo de queso y un cuarto de pan que había comprado el día anterior en el mercado. Sabía que algo se le había olvidado pero no sabía qué era. Feliz el chico de cabellos rojos se sentó en el césped y comenzó a comer aquel bocadillo. No se comparaba con lo que comía en casa pero eso era mejor que nada.
Finalmente sacó los pies del agua, estos estaban remojados y un poco arrugados por pasar tanto tiempo dentro del río. El pelirrojo se colocó de nuevo sus sandalias y caminó hacia su mochila. Quería revisar si le quedaba algún bocadillo, cualquier cosa le caería bien no tenía demasiadas ganas de atrapar algo, ni mucho menos prepararlo además de que ya era algo tarde para andar cazando por ahí. Metió las manos dentro de la mochila para escudriñar entre sus cosas tal vez, y sólo tal vez, pudo haberse ido algo al fondo debajo de toda la ropa que había dentro y no lo había sacado antes. No le gustaba el sabor del pescado, por lo que no quería atrapar algunos, siempre que quería atrapar algún animal sólo lo hacía para tenerlo cerca, el matarlos y destazarlos sólo le hacían sentir mal. Y ¡Eureka! sintió un extraño bulto debajo de aquel monton de ropa, lo tanteó y sintió su consistencia. Al sacar un pequeño bulto que estaba envuelto en papel y un ligero cordón su rostro se iluminó. Se trataba de un pedazo de queso y un cuarto de pan que había comprado el día anterior en el mercado. Sabía que algo se le había olvidado pero no sabía qué era. Feliz el chico de cabellos rojos se sentó en el césped y comenzó a comer aquel bocadillo. No se comparaba con lo que comía en casa pero eso era mejor que nada.
Adelphos- Cantidad de envíos : 7
Re: En el riachuelo...
Ya entrada la noche el joven de cabellera roja yacía durmiente, acurrucado al borde del río. Su rostro se denotaba sereno, estaba por completo bajo los dominios de Morfeo, descansando. En sus sueños volvía al lado de su familia, era bien recibido y todo era diferente. Le alegraba la forma tan acogedora en la que su familia lo tomaba entre sus brazos, había aprendido la lección, en su rostro se podía ver una sonrisa sincera, que iba desde el fondo de su corazón. Entonces, una voz resonó a su alrededor. Era una voz masculina que desconocía, le llamaba entre susurros, le incitaba a ir a otro lado, regresar a cómo era antes, pero no quería, prefería estar ahora en su hogar a estar nuevamente solo en un bosque frío.
Todo parecía real, podía sentir calor, oler la comida caliente que ahora se encontraba sobre la mesa de madera, escuchar el crujir del carbón en la chimenea. Extrañaba en sobremanera todo aquello, no los lujos, o al menos no tanto, extrañaba más a su propia familia. Echaba de menos el ruidoso perro rebelde que siempre le mordía los pies cuando corría, a la nana gruñona que le jalaba del cabello cuando no le hacía caso, al lunático de su tío y sus fábulas extrañas y sin sentido. Todo eso. Pero todo terminó, su sueño, la prematura felicidad, todo gracias a que alguien le estaba llamando para despertarlo.
-Señor, ¡Señor Adelphos!- escuchó a lo lejos, la voz… esa voz sí que la conocía, se trataba de uno de los siervos de su familia, Simon. Se levantó creyendo que realmente había regresado a su casa, pensando que estaría en su acogedora y cálida habitación, pero era mentira. Aún seguía en el bosque, pero el hombre, Simon, si estaba con él. –Vamos señor, no hay tiempo que perder, debe regresar a su casa ahora. Vamos, yo llevaré su mochila. –Ni siquiera le dio tiempo para saludar, el mayor tomó la mochila del chico y su brazo y lo jaló mientras corría. Confundido el chico le llamaba - ¿qué sucede Simon? ¿Cómo me encontraste?- El hombre no le respondía, parecía que tenía tanta prisa como alguien que estuviese siendo perseguido, como si temiese por su vida. Llegaron pronto a las villas, el hombre a pesar de su avanzada edad mantenía una muy buena condición física y podía correr esa distancia sin problemas. –Tu padre… cayó enfermo pocos días después de que te fuiste de casa… creímos que era un simple resfriado, algo común pero… ha estado preguntando mucho por ti, tu madre… - el hombre se detuvo y miró al chico mientras suspiraba.- no le queda mucho tiempo… tu madre pidió buscarte y llevarte a casa cuanto antes, me alegra haberte encontrado, pero… no es tiempo de reencuentros amenos. Sube a mi espalda, será más rápido así.
Al final de un sendero se encontraba una hermosa villa algo aislada, sólo se alcanzaba a ver la barda exterior cubiertas por enredaderas y detrás todo el terreno se encontraba rodeado de árboles frondosos y enormes, no se podía ver hacia el interior, parecía una fracción de un bosque cercado por una barda de ladrillos y enredaderas. El hombre con el chico en la espalda entró apresurado pasando la cerca y continuó corriendo por el sendero de piedra. A los alrededores se veía la servidumbre observándolos atónitos, el joven amo había regresado finalmente. Primero fue recibido por el perro que le mordió los pies al tocar el suelo alfombrado, después por la nana gruñona que ahora le abrazaba entre lágrimas, luego su lunático tío quien le tomó del brazo y lo jaló mientras corría. Nunca antes lo había visto tan… cuerdo y serio, por su mente pasaba la idea de que ese tal vez sería un gemelo escondido, una contraparte suya, porque era casi imposible verlo así.
Entonces se detuvieron frente a unas puertas de caoba, esas las conocía bastante bien, los grabados que en ella se dibujaban eran hermosos, siempre le causaron curiosidad. Al entrar a la habitación se encontraba una bella mujer de larga cabellera ondulada de color rojo, sus grandes y redondos ojos azules se postraron en el cansado chico a quien abrazó de inmediato y con fuerza. La mujer lo soltó y le miró unos momentos sin decir nada, acarició sus mejillas y sonrió. Al levantarse señaló hacia atrás, a la gran cama que se encontraba a un extremo de la habitación. Ahí yacía débil un hombre de cabellera negra y blanca, barba y bigote de color blanco. Sus ojos verdes buscaron al chico que acababa de entrar y su temblorosa mano se extendió.
Sus piernas no se movían, sus ojos miraban fijamente a los ojos del moribundo hombre. Su cuerpo temblaba y cuando sus piernas estuvieron a punto de ceder, se abalanzó hacia la cama y sujetó la mano de su padre. –Adel… regresaste…- Susurró con voz ronca y cansada el hombre. –Sí, eh aprendido mi lección… Padre.- El hombre sonrió lentamente, su mano apretó la de su hijo y tosió un poco. Los tres presentes se exaltaron pero había terminado, el hombre seguía allí y miró de nuevo a su hijo y acarició su larga cabellera.- Yo también aprendí… no cortes tu cabello ¿escuchaste?... la nana se quedará sin mechones qué jalar. Hazle caso a tu tío, será un lunático pero… sus historias son asombrosas.- Dijo entre risas, ambos rieron, y los ojos del chico comenzaron a verse llorosos. – No, no llores, no me voy a ir todavía... Aún tengo cosas qué enseñarte… Adel… Bienvenido a casa, hijo mío… Bienvenido a casa.
Pasaron los meses, el chico finalmente había regresado a casa, su actitud había cambiado drásticamente al igual que la salud de su padre. La culpa había carcomido su alma, pero ahora todo había cambiado. Era como el sueño de aquella vez. La calidez de su hogar, la satisfacción de hacer lo correcto, todo era mejor así. Ya no utilizaba más aquel hermoso dije y junto a la lanza habían sido regresados al almacén de la Villa. El alma del Ángel de la pureza renacería después bajo la cuna de aquella familia como en generaciones anteriores, no despertaría en esta era, tal vez en la siguiente, tal vez no. Nadie sabía. Ahora sólo esperaría a su siguiente despertar.
Todo parecía real, podía sentir calor, oler la comida caliente que ahora se encontraba sobre la mesa de madera, escuchar el crujir del carbón en la chimenea. Extrañaba en sobremanera todo aquello, no los lujos, o al menos no tanto, extrañaba más a su propia familia. Echaba de menos el ruidoso perro rebelde que siempre le mordía los pies cuando corría, a la nana gruñona que le jalaba del cabello cuando no le hacía caso, al lunático de su tío y sus fábulas extrañas y sin sentido. Todo eso. Pero todo terminó, su sueño, la prematura felicidad, todo gracias a que alguien le estaba llamando para despertarlo.
-Señor, ¡Señor Adelphos!- escuchó a lo lejos, la voz… esa voz sí que la conocía, se trataba de uno de los siervos de su familia, Simon. Se levantó creyendo que realmente había regresado a su casa, pensando que estaría en su acogedora y cálida habitación, pero era mentira. Aún seguía en el bosque, pero el hombre, Simon, si estaba con él. –Vamos señor, no hay tiempo que perder, debe regresar a su casa ahora. Vamos, yo llevaré su mochila. –Ni siquiera le dio tiempo para saludar, el mayor tomó la mochila del chico y su brazo y lo jaló mientras corría. Confundido el chico le llamaba - ¿qué sucede Simon? ¿Cómo me encontraste?- El hombre no le respondía, parecía que tenía tanta prisa como alguien que estuviese siendo perseguido, como si temiese por su vida. Llegaron pronto a las villas, el hombre a pesar de su avanzada edad mantenía una muy buena condición física y podía correr esa distancia sin problemas. –Tu padre… cayó enfermo pocos días después de que te fuiste de casa… creímos que era un simple resfriado, algo común pero… ha estado preguntando mucho por ti, tu madre… - el hombre se detuvo y miró al chico mientras suspiraba.- no le queda mucho tiempo… tu madre pidió buscarte y llevarte a casa cuanto antes, me alegra haberte encontrado, pero… no es tiempo de reencuentros amenos. Sube a mi espalda, será más rápido así.
Al final de un sendero se encontraba una hermosa villa algo aislada, sólo se alcanzaba a ver la barda exterior cubiertas por enredaderas y detrás todo el terreno se encontraba rodeado de árboles frondosos y enormes, no se podía ver hacia el interior, parecía una fracción de un bosque cercado por una barda de ladrillos y enredaderas. El hombre con el chico en la espalda entró apresurado pasando la cerca y continuó corriendo por el sendero de piedra. A los alrededores se veía la servidumbre observándolos atónitos, el joven amo había regresado finalmente. Primero fue recibido por el perro que le mordió los pies al tocar el suelo alfombrado, después por la nana gruñona que ahora le abrazaba entre lágrimas, luego su lunático tío quien le tomó del brazo y lo jaló mientras corría. Nunca antes lo había visto tan… cuerdo y serio, por su mente pasaba la idea de que ese tal vez sería un gemelo escondido, una contraparte suya, porque era casi imposible verlo así.
Entonces se detuvieron frente a unas puertas de caoba, esas las conocía bastante bien, los grabados que en ella se dibujaban eran hermosos, siempre le causaron curiosidad. Al entrar a la habitación se encontraba una bella mujer de larga cabellera ondulada de color rojo, sus grandes y redondos ojos azules se postraron en el cansado chico a quien abrazó de inmediato y con fuerza. La mujer lo soltó y le miró unos momentos sin decir nada, acarició sus mejillas y sonrió. Al levantarse señaló hacia atrás, a la gran cama que se encontraba a un extremo de la habitación. Ahí yacía débil un hombre de cabellera negra y blanca, barba y bigote de color blanco. Sus ojos verdes buscaron al chico que acababa de entrar y su temblorosa mano se extendió.
Sus piernas no se movían, sus ojos miraban fijamente a los ojos del moribundo hombre. Su cuerpo temblaba y cuando sus piernas estuvieron a punto de ceder, se abalanzó hacia la cama y sujetó la mano de su padre. –Adel… regresaste…- Susurró con voz ronca y cansada el hombre. –Sí, eh aprendido mi lección… Padre.- El hombre sonrió lentamente, su mano apretó la de su hijo y tosió un poco. Los tres presentes se exaltaron pero había terminado, el hombre seguía allí y miró de nuevo a su hijo y acarició su larga cabellera.- Yo también aprendí… no cortes tu cabello ¿escuchaste?... la nana se quedará sin mechones qué jalar. Hazle caso a tu tío, será un lunático pero… sus historias son asombrosas.- Dijo entre risas, ambos rieron, y los ojos del chico comenzaron a verse llorosos. – No, no llores, no me voy a ir todavía... Aún tengo cosas qué enseñarte… Adel… Bienvenido a casa, hijo mío… Bienvenido a casa.
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Pasaron los meses, el chico finalmente había regresado a casa, su actitud había cambiado drásticamente al igual que la salud de su padre. La culpa había carcomido su alma, pero ahora todo había cambiado. Era como el sueño de aquella vez. La calidez de su hogar, la satisfacción de hacer lo correcto, todo era mejor así. Ya no utilizaba más aquel hermoso dije y junto a la lanza habían sido regresados al almacén de la Villa. El alma del Ángel de la pureza renacería después bajo la cuna de aquella familia como en generaciones anteriores, no despertaría en esta era, tal vez en la siguiente, tal vez no. Nadie sabía. Ahora sólo esperaría a su siguiente despertar.
Adelphos- Cantidad de envíos : 7
Re: En el riachuelo...
Detuvo su correr sobrehumano cuando estuvo lo suficiemente lejos del camino. Aparecía y desaparecía en distintos lugares, pues para el ojo humano un guerrero que corre a la velocidad de un berseker parecería solo eso. Llevar el cuerpo de Somon al hombro era como si nada para ella, no pesaba, no sentía nada proviniente de él. Había perdido la conciencia, estaba como un muerto entre sus manos. Por lo cual, se detuvo cuando vió agua y parandose sobre una roca lo dejó caer el rió pesadamente, sin delicadeza alguna.
Ella era una guerrera, no una princesa. No era su sirviente tampoco. Si había algo que quizas lo animaría y lo haría volver a sus sentidos sería el agua.
El cuerpo del hombre golpeó con fuerza la superficie pacifica del río en la parte estancada de éste. Raider lo miró desde la roca, su cabellera arremolinada por la brisa. Esperó que saliera a flote, que de pronto su cuerpo saliera y respirara por si mismo, que mostrara nuevamente signos de vida. Pero mientras pasaban los minutos y no había signo de nada de ello, decidió hacer un clavado al agua y buscarlo.
Lo encontró en el lecho del río aún inconciente y esta vez casi muerto. Fuera lo que fuera que le sucedía estaba saliendose de control. En el cuerpo de su señor habitaba el alma del grandioso dios Poseidón. Si al sentir agua no reaccionaba, eso significaba que la locura de su alma estaba finalmente comenzado a afectarlo físicamente.
Lo tomó contra su cuerpo y lo sacó a flote nuevamente, arrastrando su cuerpo por el agua hasta salir a la orilla del río. Lo dejó ahí tirado, inconsciente y mojado sobre las piedras. Se sentó a su lado mirandolo con indiferencia, esperando que despertara. Pero nad de ello courría. Entonces entendió que en ese estado el cuerpo de Solomon podría sufrir peligro en caso de que algun enemigo lo acechara. El mismo Ares podría ir contra él para tomar retribucion por la muerte de Hellgorak...
- Meraxes. Vendetta. A mí. - Susurró mientras daba vuelta el cuerpo de Solomon y presionaba sus labios con fuerza para introducir aire a sus pulmones.
Retiró su rostro y observó que estaba respirando nuevamente luego de toser. Tanto Meraxes como Vendetta se presentaron. En ese instante pensó cual era la solución al asunto. Si lo llevaba al inframundo con Meraxes o al templo de Poseidón con Vendetta. No tuvo que pensarlo dos veces.
Tocó a Vendetta sujetando con fuerza la muñeca de su señor, y ambos fueron teletransfortados al fondo del mar.
____________
OFF: Manipulé a Solomon por quedar inconciente VOLUNTARIAMENTE frente a Raider.
Ella era una guerrera, no una princesa. No era su sirviente tampoco. Si había algo que quizas lo animaría y lo haría volver a sus sentidos sería el agua.
El cuerpo del hombre golpeó con fuerza la superficie pacifica del río en la parte estancada de éste. Raider lo miró desde la roca, su cabellera arremolinada por la brisa. Esperó que saliera a flote, que de pronto su cuerpo saliera y respirara por si mismo, que mostrara nuevamente signos de vida. Pero mientras pasaban los minutos y no había signo de nada de ello, decidió hacer un clavado al agua y buscarlo.
Lo encontró en el lecho del río aún inconciente y esta vez casi muerto. Fuera lo que fuera que le sucedía estaba saliendose de control. En el cuerpo de su señor habitaba el alma del grandioso dios Poseidón. Si al sentir agua no reaccionaba, eso significaba que la locura de su alma estaba finalmente comenzado a afectarlo físicamente.
Lo tomó contra su cuerpo y lo sacó a flote nuevamente, arrastrando su cuerpo por el agua hasta salir a la orilla del río. Lo dejó ahí tirado, inconsciente y mojado sobre las piedras. Se sentó a su lado mirandolo con indiferencia, esperando que despertara. Pero nad de ello courría. Entonces entendió que en ese estado el cuerpo de Solomon podría sufrir peligro en caso de que algun enemigo lo acechara. El mismo Ares podría ir contra él para tomar retribucion por la muerte de Hellgorak...
- Meraxes. Vendetta. A mí. - Susurró mientras daba vuelta el cuerpo de Solomon y presionaba sus labios con fuerza para introducir aire a sus pulmones.
Retiró su rostro y observó que estaba respirando nuevamente luego de toser. Tanto Meraxes como Vendetta se presentaron. En ese instante pensó cual era la solución al asunto. Si lo llevaba al inframundo con Meraxes o al templo de Poseidón con Vendetta. No tuvo que pensarlo dos veces.
Tocó a Vendetta sujetando con fuerza la muñeca de su señor, y ambos fueron teletransfortados al fondo del mar.
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OFF: Manipulé a Solomon por quedar inconciente VOLUNTARIAMENTE frente a Raider.
Última edición por Raider el Vie Ene 06, 2012 8:55 pm, editado 1 vez
Raider- Status : Guerrera Sin Dios
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Sonata de Cristal
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Re: En el riachuelo...
El miembro 'Raider' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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