[Isla Kanon] - Cantera volcánica

Después del particular intercambio de palabras del gemelo de Cambre con la chiquilla de Tauro, aquella que respondía al nombre de Sylvanas el Dorado simplemente terminó llevándose a la egipcia conocida como Seiren a un lugar donde seguramente todo sería aclarado…y de paso, esta adquiriría el impulso final que la haría levantarse como una verdadera Amazona, siendo potencialmente más peligrosa que cualquier otro Santo del mismo rango.

Moviéndose a la velocidad de la luz, poco le costó llegar a la Isla Kanon aún cargando con la pelinegra encima. Habiendo decidido de antemano el lugar en donde empezaría a ejecutar el plan que tenía para la mujer, tan solo se materializó en una planicie que antes había sido un pequeño lago de roca fundida, rodeado por enormes paredes que la hacían ver como una cantera de material volcánico y tan extensa que incluso para una arquera como ella se le haría difícil, sino imposible, el acertar en el blanco de su elección.

Dejando a la aludida en el suelo y desapareciendo de su vista si es que llegaba a despertarse, el peliazul terminó sentándose al borde de unas de las paredes cercanas desde el cual podía ver el actuar de la sagitariana una vez esta se despertara. En su mano derecha estaba el arco de la mujer, al que simplemente tiró a su lado. Cerrando los ojos y exhalando con calma, Aspros tan solo esperó.

Comencemos con el acto final…Seiren. Murmuró el Santo de Géminis, haciendo sentir su cosmos en la forma de una presión sin igual…una lo bastante potente como para simular el efecto de la gravedad aumentada varias veces su poder. Si la egipcia no podía resistir eso siquiera, no habría nada más que hacer.

¿Donde?...estamos en la Isla Kanon, Seiren. Este lugar es reconocido por ser donde los Santos vienen a reparar sus armaduras cuando son dañadas, además de fortalecerlas para las futuras batallas. Y sobre tu segunda pregunta…déjame hacer una aclaración antes de todo…una aclaración que de paso, despejará la mayoría de las preguntas que están rondando ahora mismo en tu cabeza: no soy yo quien ha cambiado. Dijo el gemelo de Cambre con semblante serio y hasta…adusto, esperando que no pasara mucho tiempo para que la egipcia comprendiera el significado de sus palabras.

Una persona ha cambiado…y no soy yo.

…Seiren, ¿recuerdas aquella historia que te conté en las afueras de Roma…hace ya algún tiempo atrás? Inquirió Aspros con ambas cejas levantadas y sin cambiar de posición, dejando que su cosmos siguiera fluyendo para aumentar de a poco más y más la presión que este ejercía en su compañera, sabiendo que eventualmente la agotaría si es que esta no se apostaba a usar su propia energía para contrarrestar los efectos adversos que generaba un acto tan simple. Si la recuerdas, seguramente sabrás exactamente a que me refiero.

Vamos Seiren, recuérdalo.

La respuesta la tienes tu misma, Seiren. Dijo Aspros cerrando los ojos para así dejarse caer, dejando el arco de Sagitario clavado en la tierra para que así la egipcia quedara completamente desarmada…lo único peligroso sobre ella ahora era su energía cósmica, aquel asombroso poder que liberaba cargas eléctricas a cada instante sin demasiado control. Al parecer el geminiano debía trabajar en otro aspecto aparte del tormento interno de Seiren.

Bien, mejor era empezar cuanto antes.

Yo solo estoy aquí para ayudar a agilizar tu mejoría y evolución…y no lo digo como un Santo de Athena, sino como tu amigo. Informó el peliazul mientras que en su mano derecha aparecía la Lanza de Longinus, con la cual apuntó directamente a la pelinegra. Casi instantáneamente una neblina azulada que no dejaba traspasar la luz los rodearon, bajando la temperatura y dejando que el único sonido totalmente audible fueran los chispazos que emitía la energía de la mujer. Creo que no te lo comenté en su momento…pero Sentencia no es una técnica que solo puede causar quemaduras por hielo y las bajas temperaturas con las que trabaja. Hay algo más que actúa junto al poder del Ángel de alas negras…Seiren… Sin que pasara ni un solo segundo más un sendo par de alas color azabache se manifestaron a la espalda de Aspros, aleteando una sola vez y dispersando momentáneamente la niebla.

...es hora de que lo recuerdes…

…conocerás la desesperación. Y con otro aleteo una lluvia de plumas negras envueltas en energía azulada salieron disparadas creando un arco por sobre los dos combatientes, dirigiéndose hacia Seiren y amenazando con convertirla en una ídolo congelado si no hacía nada por impedir semejante destino.

Aparentemente, la táctica del Santo de Géminis había funcionado de mejor forma de la que jamás se hubiera esperado el peliazul. Con un solo toque de las plumas generadas por la Sentencia, la Amazona de Sagitario se había desplomado y con ella el sello de sus poderes se había vuelto a cuartear, liberando una poderosa carga de energía en la forma de varias plumas cargadas que se dirigieron a todos los lugares de la cantera para, por supuesto, amenazar al Dorado quien tan solo observaba desde su punto, listo para cualquier cosa.

Los proyectiles volaron a una velocidad asombrosa y siendo Aspros un blanco tan grande junto a sus alas negras cubriendo gran parte de su flanco, parecía que la Amazona acertaría directamente en su persona. Pero apenas las plumas se acercaron a su persona el tiempo pareció detenerse y el ambiente teñirse de un negro azabache, impenetrable y por demás, sobrecogedor.

Lo veo. Dijo el geminiano desviándose con suavidad de un lado al otro, evitando así los proyectiles con una facilidad casi pasmosa y dejando un rastro de energía con cada evasión que efectuaba; casi sin esfuerzo aparente. Después de aquella maniobra el Santo Dorado tan solo desapareció en un destello fugaz para así materializarse frente a la Amazona, apuntando a su pecho con la Lanza de Longinus y poco después, atravesárselo sin compasión ni previo aviso.

... Sin decir más nada, Aspros tan solo aplicó el poder de su técnica no en el ambiente, sino directamente en el arma que ahora atravesaba el pecho de su compañera para sobrecargar el sello que encerraban sus poderes.

¿Su intención? El romper aquella medida inútil. Lo único que había logrado era lastimar a la egipcia, el constante flujo de poder se mantenía en su cuerpo y con eso su mera persona se veía lastimada. Quien hubiera pensado en esa tontería no podía ser demasiado brillante. Y de todas formas, ¿había alguien más brillante que Aspros entre los Santos? Desde la medición de fuerzas, Géminis había descartado esa posibilidad al instante. Estaba rodeado de idiotas en el Santuario.

Ahora Seiren se vería sobrecargada por todos los sentimientos negativos de su pasado y presente. Había llegado la hora de que los confrontara directamente…había llegado la hora de que manera a la perfección las habilidades con las que había nacido o en caso contrario, perecer. En esas circunstancias, no había una tercera opción.

Y finalmente...el verdadero espectáculo empezaba.

Después de una jugada sumamente riesgosa, el Santo de Géminis había logrado su verdadero objetivo: romper el sello del cosmos de la egipcia. Lo que si no esperaba era la presencia de “alguien” más. No importaba, de todas formas…¿quién aparte del mismo Santo de las Dos Caras cómo para confrontar semejante evento? Era como si el destino se empeñara en que ayudara a Seiren a superarse por completo, con todo lo que ello implicaba.

Y si tenía que vencer a la “otra”, estaría gustoso de proceder.

¿Y quién te crees como para poder hacer lo que te de la gana de esa forma? Créeme, he tenido bastante experiencia con personalidades separadas como para pensar que eres un verdadero reto. Dijo Aspros con confianza, sin dejar de notar que aquel cosmos había creado un ambiente totalmente hostil a su alrededor: rayos caían con fuerza, relámpagos resonaban a su alrededor y el brillo dorado del sello roto anunciaba la verdadera fuerza de la egipcia. De nuevo, ¿para qué dejar encerado tanto poder en un solo sitio? Sinceramente las consecuencias hubieran sido peor si no lo hubiera destrozado en primer lugar…menuda tontería usar un “sello”. Además...no creas que pienso poseer una licencia moral omnisciente…de hecho, si hago esto es porque es el mejor modo de proceder para Seiren. Dejarla estancarse, dejarla hundirse en sus propias incapacidades…

…siendo su hermano, me es imposible dejarlo así sin más. Declaró el peliazul, tomando el mango de la Lanza de Longinus para así ejercer presión e intentar clavarla aún más en el cuerpo de la mujer.

Y por supuesto…no iba a hacerlo sin más de una medida de precaución puesta para tal tarea. Verás…esta Lanza es legendaria por dar siempre en el blanco…y por segregar una potente toxina que tan solo yo puedo detener. Actualmente dudo que puedas moverte con libertad. De hecho…apuesto a que es una lucha el solo tratar de empuñar el arma… Empezó el gemelo de Cambre, aplicando más fuerza que antes. Y dado que no me interesas…lo siento, ahora desconoceré tu existencia…me enfocaré en aquella que sí me importa.

Seiren…se que estás ahí. Vamos…¡sal ahora! ¿¡Vas a dejar que te domine tu oscuridad!? ¿¡Acaso no recuerdas el significado de aquella historia qué te compartí en Roma!?...¿¡acaso dejarás que tus alas se tiñan de negro!? Preguntó Aspros, finalmente empezando a hacer arder su cosmos y cuarteando el hielo que antes hubiera generado. Había llegado el momento clave.

Había llegado el momento de que Seiren decidiera su futuro. El resultado ahora dependía totalmente de ella y de su voluntad para no dejarse consumir…

Con un estruendo, un rayo terminó destrozando todo el hielo que los rodeaba al mismo tiempo que la niebla azulada se dispersaba por completo. Y en medio de todo, un brillo dorado sobresalía con una fuerza que aumentaba más y más conforme pasaban los segundos, disolviendo más y más la oscuridad de las nubes del cielo…

Con cada palabra de aquella poderosa voluntad la sonrisa de Aspros se ensanchaba más y más. La verdad era que…no le sorprendía demasiado. Incluso para sus estándares el mismo geminiano debía reconocer que esa fuerza tenía los humos por los cielos, incluso más que los suyos propios…pero no importaba, ¿quería hacer preguntas estúpidas? Entonces le daría respuestas inteligentes y lo suficientemente satisfactorias como para callarla y hacer que le regresara a Seiren su propio albedrío.

Vaya, para ser una fuerza elemental hablas demasiado ¿no te parece? De verdad…deberías ser un poco más humilde, porque sin la fragilidad humana ni siquiera podrías emitir una simple palabra. Dijo el Santo de Géminis, ejecutando un cabezazo para así pegar su frente contra la de la voluntad que controlaba la egipcia y dejando que la energía eléctrica recorriera su cuerpo libremente. ¿Dolía? Tal vez, ¿le importaba? Ni en lo más mínimo. Y sobre tu estúpida pregunta…¿quieres saber mi respuesta? Ninguna de tus opciones…ninguna me gusta. ¿Y sabes qué? Como ese es el caso, optaré por tomar una tercera: en lugar de tener que elegir entre salvar a Seiren o a mi mismo, ¡nos salvaré a ambos! Exclamó el peliazul dejando fluir su cosmos con más libertad que antes, encendiéndolo y haciendo que estallara con una fuerza inusitada. Llámalo ego u orgullo, como prefieras pero SÍ, me considero lo bastante importante como para hacer una diferencia. Sí de algo puedo estar completamente seguro es que lo importante que es Seiren para mi…es recíproco, ¿y sabes qué más? No la decepcionaré.

Ya una vez se quedó sola…ya una vez yo me quedé solo. Entiendo lo que ha sufrido y me identifico con ella…es por eso…

¡Es por eso que es momento de que dejes de molestar y regreses por donde viniste! ¡Si alguien aquí no está seguro de sí mismo eres tú! ¿Entonces para qué tener que acudir en lugar de ella? ¿Inseguridad acaso? ¿No confías en tu portadora? Adivina quien duda de su importancia…¡eres tú! Finalizó el geminiano para así retirar la Lanza de Longinus con un sonido de succión acompañado de una ligera salpicada, tras lo cual las heridas de la egipcia se cerraron al instante. Así que ahora...libera a Seiren. Ella está más que lista como para cumplir con su destino y portar tu poder…eso lo debes saber aún mejor que yo…

Y finalmente, todo acababa en paz. Las palabras del geminiano parecían haber tenido el efecto deseado y con todo, Seiren había vuelto a ser ella misma sin recibir ninguna herida más que las necesarias…pero era algo que ya se remediaría, por los instantes no tenía demasiada importancia. Cerrando los ojos y respondiendo al abrazo de la egipcia, el gemelo de Cambre no pudo contestar a sus palabras dado que a pesar de tener un hermano, no sentía lo mismo que con la pelinegra…era algo totalmente diferente. Sí…se podría decir que era amor.

Y yo contigo he obtenido aquello que realmente me hacía falta…alguien a quien poder llamar “la más importante en mi vida”. Es un gusto tenerte de vuelta Seiren. Dijo finalmente el Santo de Géminis, separándose ligeramente de su interlocutora y mirándola directamente a los ojos mientras que alrededor de ambos todo se aclaraba: ahora la luz de la luna era visible y diversos rayos iluminaban ciertos puntos del piso de obsidiana pareciendo charcos plateados en medio de la misma nada. Era una vista impresionante que sin embargo, los dos soldados no parecían siquiera notar.

Resoplando y decidiendo que tampoco podían estar allí de forma permanente, recordando que todavía había bastante trabajo que hacer el peliazul tan solo terminó soltando a la egipcia para así dar varios pasos en dirección sur y voltear la mirada, dejando notar una sonrisa apenas visible bajo aquella luz.

Todavía tengo un pendiente, Seiren. Y creo que sería contraproducente dejarte sola…¿te molestaría acompañarme? Preguntó Aspros extendiendo su mano derecha y abriendo la palma a modo de ofrecimiento. Ya si Seiren aceptaba o no, no la detendría. Después de todo, confiaba en ella de forma plena y absoluta.

Sin esperar demasiado por la respuesta de Seiren, fuera cual fuera, el gemelo de Cambre tan solo chasqueo los dedos para así abrir un portal a Otra Dimensión dado que a lo lejos pudo sentir un cambio en el flujo de energía. Al parecer había aparecido otro prospecto de Santo…aquella firma de energía era inconfundible. De todas formas, con el uso de su particular técnica llegaría al instante así que volteándose escuchó la decisión de su compañera y con esta, la pregunta que de seguro más angustia le causaba.

Curioso…más que todo porque la respuesta no era algo que Aspros poseyera, así que no podía decirlo con total seguridad y con eso presente, el peliazul tan solo se acercó a la egipcia para levantar la mano derecha y con el índice, darle un simple toque en la frente.

Lo que sea que quieras preguntar, está aquí mismo. No puedo decírtelo porque sencillamente ni yo estoy completamente al tanto. Si quieres respuestas, búscalas dentro de ti misma…después de todo, estoy seguro que te has vuelto mucho más fuerte desde entonces.

No lo olvides Seiren, tienes que valerte por ti misma…busca la verdad con tu poder y así lograrás lo que te propongas sin fallar. Ten eso en mente durante toda tu vida…mientras tanto, debemos marcharnos. Lo sientes, ¿verdad? Esa explosión de cosmos…algo inestable, será mejor apresurarnos si es que no has cambiado de opinión… Finalizó el geminiano con aquel tono de monótona calma, dando un paso al frente para entrar al portal interdimensional y avanzar con calma más y más hasta que su silueta se borró, perdiéndose en el camino que lo llevaría a aquel estallido que había sentido a la distancia.

Entonces consideraré eso como un “probablemente” hasta que tenga tu aprobación total. De todas maneras, dudo tener que esperar demasiado…juju. Dijo la sombra con algo de malignidad bastante arraigada en su voz, dejando flotar la posibilidad de lo que se avecinaba con un aura de “misterio”. Por un lado sabía que el romano era bastante volátil debido a la naturaleza de su signo, pero en ese instante confiaba totalmente en la acumulación de decepción y poca tolerancia que ahora se habían apoderado de su ser. Además…

Tu también necesitas el descanso, ¿verdad? Inquirió de pronto el actual Géminis con voz socarrona, llevándose ambas manos a la cintura bajo su gastada capa de viaje mientras que a su alrededor nubarrones de color gris fuerte se levantaban, manchando los tonos marrones de su ropa.

¿Cómo mentir? Esta generación de Santos es una desgracia. Un conejo, dos vacas, inútiles que recaen en mujeres y lisiados. Ni siquiera lo que teníamos en mi época era tan disonante y ridículo…más porque nuestro Patriarca era impedido tanto mental como físicamente. Eso es MUCHO mejor que un lugar que ni siquiera tiene una cabeza en toda regla. Es patético. Comentó el viejo Géminis con resentimiento y un pequeño tinte de ira en su modo de hablar, dejando bien en claro todo lo que se pasaba por su reducida presencia en el mundo mortal. Has lo que te digo, así podremos descansar…aún si es en un sueño forzado. Llegado a este punto…lo merecemos. Ni más, ni menos.

Si Arone tenía una visita, él también debía incluirse en eso…hacía poco que había sentido algún tipo de distorsión en las energías que confluían en la Isla Kanon y comparado a todo lo visto con anterioridad, era alguien peligroso, alguien mucho más peligroso que los mismos Berserkers a las órdenes de Ares. Sacando la caja de Pandora de una distorsión dimensional, Aspros tan solo se sentó en medio de la cantera que seguía siendo tan negra como la vez inicial en que la hubo pisado y la verdad, solo se le venían a la mente recuerdos de Seiren…de quien no había tenido noticias, al menos en los últimos días.

-No importa.- Dijo con tono relajado, entrecerrando los ojos y sonriendo con un deje de malicia. No debía preocuparse ya que al final de todo, la egipcia había sido su mejor alumna y más que eso, una de las dos personas que podía decir apreciaba en el mundo. Considerando aquello, pensó en Night…

Seguramente, estaba mejor aún que Seiren. Haberse liberado de sus presiones de seguro que le había sido un gusto enorme.

-Ya mucha memoria, he. Como sea… Me pregunto, ¿cuánto tardará en aparecer?- Murmuró el peliazul mientras afilaba su mirada y se sentaba encima de la caja dorada poniendo en jarras su brazos, quedándose a la espera de que la causa de semejante problema se manifestara frente a su persona. Había algo que no terminaba de encajar y por lo mismo, esperaba ver si podía dar con una solución…eso en caso, de que el “otro” fuera razonable.

-Ya se verá.- Concluyó, afilando aún más sus orbes.

Manteniendo su postura de brazos entrecruzados y la mirada baja, con los ojos cerrados mientras que a su alrededor se formaban enormes nubarrones de ceniza negra el Santo de Géminis se dejaba a la tarea de sentir todo a su alrededor sin distinción alguna.

La tarde transcurría con lentitud, los seres que habitaban la isla seguían con el curso de su existencia sin interrupción alguna y finalmente aquella presencia ominosa que su sexto sentido hubo captado hacía un tiempo atrás se mantenía presente…pero sin moverse o actuar. Las razones no las sabía pero claro, no pasaba nada. No había nada que agregar en todo ese proceso más que un ligero pensamiento de incertidumbre. Resoplando, Géminis dejó que la brisa agitara su melena azulada.

Más allá de esa presencia los demás cosmos que se levantaban por sobre la isla parecían ir y venir de un lado a otro: la energía del visitante que había ido a ver a Arone se movía con timidez en la playa mientras que el Santo de Aries se mantenía aún estático en la posada; al tiempo la existencia de aquella mujer a la que había tomado como alumna se movía en pos de la ladera… ¿sería que lo estaba siguiendo? Sí, era bastante viable. Finalmente y no menos importante, Chrystalle continuaba cercana a la posición de Arone. Levantando una ceja Aspros volvía a suspirar. Eso lo hizo reconocer la última presencia que había pasado por alto debido a lo inocua que le resultaba…y que aún, le parecía demasiado vacía y carente de importancia.

-…-

Sí, se mantendría a la espera. No estaba demás.

La morena ojiazul había avanzado un buen rato cruzando la selva, hasta que al fin había localizado el rastro que buscaba, aquel peculiar "perfume" era inconfundible, aún cuando lo hubiese conocido apenas por la mañana. Caminó por la ladera de levante, siguiendo aquel aroma, su rostro, sus ropas y sus manos estaban manchadas de sangre, igual que sus hombros, sobre los que llevaba casi tres cuartas partes del ciervo que había cazado, envuelto en la zalea que ya le había quitado con cuidado; estaba segura que luego de un árduo entrenamiento, el resto del grupo tendría hambre y necesitarían más que manzanas y naranjas. Su avance no era precisamente sigiloso, de su saco colgaba la cornamenta del antílope que usaría más adelante para hacerse unos buenos cuchillos.

En la distancia, un resplandor dorado llamó su atención, al principio le lastimaba la vista, pero cuando pudo enfocarlo se dió cuenta que pertenecía a la caja sobre la que estaba sentado su nuevo maestro, miró hacia el horizonte teñido de rojo, el anochecer estaba cada vez más próximo.

Antes de llegar a él, se puso a mover algunas rocas como si buscara algo, cuando pareció encontrarlo, bajó la pieza de caza, la envolvió en una enormes hojas de un árbol frutal que sacó de su bolso de provisiones y comenzó a limpiar un área del suelo. Cuando hubo terminado aquella tarea, comenzó a excavar, mientras más profundo iba, la tierra era más caliente, al grado que le quemaba las manos, era algo común en los volcanes, encontrar zonas con escapes de vapor que convertían ciertas áreas en hornos naturales, una persona normal se habría detenido a un pie de profundidad, pero ella estaba tan acostumbrada a hacerlo que bastaba ponerse un par de guantes de cuero para poder cavar poco más de un brazo. Al terminar, dejó el animal perfectamente cubierto en el agujero, lo cubrió con las piedras y luego lo enterró, poniendo la zalea encima del lugar, como una seña. Tras aquel peculiar acto, se puso de pie y avanzó hasta encontrarse con el peliazul.

Aspros estaba cruzado de brazos, parecía concentrado y por un momento se preguntó si sería buena idea interrumpirlo, pero tampoco era que se fuera a quedar ahí mirándole, así que caminó despacio, desde un ángulo donde pudiera verla, aún a sabiendas de que seguramente él había notado su presencia antes de que ella pudiera verlo. Se detuvo a un costado del romano, a distancia prudente y se sentó mirando a ningún lugar en particular, tocaba esperar a que llegaran los demás...

Por un momento pensó en que una charla haría más pasable el rato, pero ella no era muy dada a la conversación casual, solía convivir con animales, así que bastaban miradas, movimientos y uno que otro gruñido ocasional, pero finalmente, su curiosidad se sobrepuso a su sentido común que le decía que era mejor no molestarlo.

- ¿De dónde viene esa velocidad? Ni siquiera un halcón vuelta tan rápido... - Preguntó con tranquilidad, mientras sacaba de su bolso un pañuelo de tela para limpiarse un poco el rostro, no es que le importara, pero seguramente el hombre civilizado no estaría de acuerdo con su demostración de salvajismo, pero no tenía tiempo suficiente para tomar un baño antes de que el sol se ocultara, ya lo haría luego de la misteriosa clase que tenía por delante.

El camino hacia la cantera volcánica era extenso y rocosa por lo que la joven tenía cuidado donde caminaba y agradecía haber tomado la decisión de cambiarse de ropa en un lugar así. La subida era agotadora de por sí pero era mucho más por el calor que despedía la Isla y mas que todo el calor del volcán y de su recorrido. Ante ese calor, Chrystalle emanó su cosmos de nuevo y generó una capa de frío que recorría todo su cuerpo y que así las temperaturas altas del lugar la debilitaran. Ya después trabajaría en ello y su resistencia sobre los diferentes climas de Grecia y de más zonas de entrenamiento.

-Tendre que lidiar con ello...-

A lo lejos pudo notar un brillo dorado que en unos segundos más pudo identificar como la caja de Pandora de un santo que seguramente era Geminis ya que Aries debía estar ocupado con su visita. Chrystalle se encamino en la dirección del destello y cuando estuvo a punto de llegar notó que la aprendiz de Leo ya estaba ahí. Fue la apariencia de la leona lo que detuvo su camino al verla como se limpiaba de unas manchas rojas que tenía por su rostro y brazos, la joven tardó unos segundos en notar que era sangre lo que sus ojos veían.

De inmediato busco con la mirada quien podría estar herido o de donde provenía ese liquido escarlata pero Geminis parecía estar bien y Felia también así que sospechaba que le pertenecía a un animal y que su compañera no había aguantado las ganas de comerse a un animal de por ahí. Se giro sin comentar nada y tratando de olvidar todo lo que había visto, con un movimiento de cabeza saludo a Geminis y no pronuncio palabra alguna mientras tomaba asiento en una roca.

-...-

Y justamente lo que menos se esperaba en esos momentos era ver que apareciera la chica que hubiera tomado por alumna seguida por la aspirante a Amazona de Acuario. La verdad de por medio, si se había desaparecido de la posada de forma tan contundente e inesperada era precisamente para alejarse y tener un momento en soledad para considerar eventos no tan recientes, eso sin contar la presencia ominosa que se percibía desde su posición y si las dos mujeres llegaban a donde se encontraba, entonces el inconveniente era aún mayor.

-¿Para qué han llegado aquí?- Inquirió Géminis fulminando con su mirada al par de mujeres, dejando que el celeste de sus pupilas destellara con fuerza y se reflejara en el poder que sus cosmos expandió conforme pasaron los segundos. No había caso en mencionarlo…de hecho, otro evento llamó su atención más que todo lo demás: una presencia desconocida en la entrada del Templo del Carnero, algo que no se podía dejar pasar por alto de ninguna forma. Había cometido un error de cálculo al pensar que el tiempo en la Isla sería lo suficientemente corto como para devolver a Arone a su puesto de guardia y al haberlo errado, le tocaba a él remediarlo en persona.

Levantándose de un salto y desapareciendo en medio de una abertura dimensional que se abrió a sus pies, la caja de Pandora lo acompañó por la inercia misma del movimiento, cerrándose menos de un segundo después. Su destino era entonces, la entrada del Santuario.

Observó a la otra chica llegar, al menos ya no vestía como Princesa, le miraba como buscando algo, quizá por la sangre en su cuerpo, quien sabe, quizá solo era por la diferencia enorme que existía entre ellas.

Aquel extraño cambio en el ambiente la hizo mirar a su maestro, cuya aura había provocado esa misteriosa energía nuevamente, su tono de voz, su mirada, toda su actitud dejaba claro que no le era grato verlas... por eso no soportaba estar con la gente, tan volubles, tan cambiantes, tan complicados...

- Dijiste que te siguiera de cerca. - Respondió encogiéndose de hombros y dejándose caer para recostarse en las rocas tibias no era que le gustara mucho la idea, pero ese había sido el trato y se esforzaría por conseguir aquello que deseaba, sin embargo, antes de que lograra apoyar la espalda contra el suelo, el peliazul volvió a desaparecer y ella se incorporó de inmediato como fiera al acecho.

La hindú buscaba un rastro, cerró los ojos y se concentró escuchando la voz de Phitriví, los susurros del viento... nada... aquella magia había llevado a Aspros no a la ladera del volcán, si no a un lugar lejano...

- ¡Maldición! - Vociferó furiosa, su cabello se agitaba con cada vuelta que daba como animal enjaulado, gruñendo y con la mirada aguzada, esto comenezaba a sacarla de sus casillas, seguir a Aspros sería mucho más difícil dado que ella no tenía esa clase de poderes arcanos y eso la fastidiaba, pero entonces otras de sus palabras, de las pocas que le había dicho, retumbaron en su cabeza y se volvió hacia la otra muchacha, caminando a grandes zancadas y resoplando por la nariz como un búfalo encabritado. - ¿De dónde vienen? ¿Dónde están los otros como él? ¿Qué es lo que protegen? - De pronto ya no parecía buena idea haberse saltado la historia que Arone tenía para contarles, debió ser más paciente, pero lo hecho, hecho estaba y ahora tenía que buscar el modo de solucionarlo; es verdad, tampoco era buena idea hablarle con esa brusquedad y hacer demandas a la otra mujer, pero no tenía tiempo que perder, el sol estaba por ocultarse y ella debía encontrar la fuente de aquel poder solar.