[Isla Kanon] - Cantera volcánica

Después del particular intercambio de palabras del gemelo de Cambre con la chiquilla de Tauro, aquella que respondía al nombre de Sylvanas el Dorado simplemente terminó llevándose a la egipcia conocida como Seiren a un lugar donde seguramente todo sería aclarado…y de paso, esta adquiriría el impulso final que la haría levantarse como una verdadera Amazona, siendo potencialmente más peligrosa que cualquier otro Santo del mismo rango.

Moviéndose a la velocidad de la luz, poco le costó llegar a la Isla Kanon aún cargando con la pelinegra encima. Habiendo decidido de antemano el lugar en donde empezaría a ejecutar el plan que tenía para la mujer, tan solo se materializó en una planicie que antes había sido un pequeño lago de roca fundida, rodeado por enormes paredes que la hacían ver como una cantera de material volcánico y tan extensa que incluso para una arquera como ella se le haría difícil, sino imposible, el acertar en el blanco de su elección.

Dejando a la aludida en el suelo y desapareciendo de su vista si es que llegaba a despertarse, el peliazul terminó sentándose al borde de unas de las paredes cercanas desde el cual podía ver el actuar de la sagitariana una vez esta se despertara. En su mano derecha estaba el arco de la mujer, al que simplemente tiró a su lado. Cerrando los ojos y exhalando con calma, Aspros tan solo esperó.

Comencemos con el acto final…Seiren. Murmuró el Santo de Géminis, haciendo sentir su cosmos en la forma de una presión sin igual…una lo bastante potente como para simular el efecto de la gravedad aumentada varias veces su poder. Si la egipcia no podía resistir eso siquiera, no habría nada más que hacer.

Tras su llegada, el santo de Géminis vociferó unas palabras que denotaban su mal humor sobre la llegada de ambas aspirantes irrumpiendo su descanso o su soledad. Cuando observo como el santo desaparecia tras unos de esos portales que la habían llevado ahí, no dijo nada ni observo detalladamente lo que sucedía. Si el hombre de cabellos azules se marchaba pues debía tener una razón para hacerlo, tan sólo esperaba no quedarse mucho tiempo en la Isla ya que la condición climática no era para nada favorable para la peli verde.

Escucho a la aspirante de Leo maldecir en voz alta y demostrar su poca falta de temperamento con situaciones donde no comprendía lo que sucedía, era entendible si te hablaban de algo que hasta hace poco no se creía ni era algo razonable que ningún libro podía explicar correctamente.

Chrystalle no se inquieto cuando noto la cercanía de la leona ni tampoco mostro enfado por sus palabras que mas parecían gritos llenos de dudas y que buscaban una explicación concisa. Aunque ella no supiera mucho de la situación estaba tan sólo conocía lo que Ashrael le había comentado y sobre las historias que había escuchado en la Villa Rodorio. Aún sin levantarse y elevando la mirada hasta cruzarla suya con la de Felia, la austriaca le respondió.

-De diferentes partes...- Respondió a la primera pregunta, de forma global abarcando a todos los posibles santos y a los cuales ella misma había visto, cada uno de ellos tenía rasgos únicos y típicos de diferentes zonas del planeta, así como lo era ella que venía de las lejanas tierras heladas de Austria. -En Grecia, en el Santuario... A la Diosa Athena- termino de hablar con calma observando la reacción que podía causar sus respuestas en la pelinegra.

-No ganas nada con desesperarte de esa forma... lo mejor será que esperemos a Aries. El hecho de que sepas ahora o mañana como obtener el poder que buscas no cambiara nada- Hablo mientras tomaba un poco de agua de la cantimplora que había obtenido en el pueblo bajo la ladera del volcán, ese calor si que era insoportable para ella pero no quedaba más remedio que seguir allí esperando. Luego callo sin más que decir ya que no era alguien de muchas palabras.

- ¿Grecia? - Dijo escandalizada. - ¡Demonios! - Vociferó frustrada, dando un fuerte pisotón que resquebrajó las rocas debajo de ella, apretó los puños tan fuerte que su piel se puso totalmente blanca por la falta de circulación, miró al horizonte, faltaban apenas unos minutos para la puesta de sol, para ella era imposible llegar a Grecia en ese tiempo y el portal se había cerrado demasiado rápido para seguir al caballero.

La morena hubiese comenzado a dar vueltas otra vez como león enjaulado si las palabras de la otra mujer no le sacan de quisio justo antes; le dirigió una mirada fulminante, el gesto de su cara era ofendido. - ¿Tú qué sabes de mí o de lo que busco? Si crees que no hay diferencia entre el ahora y el mañana es tu problema, desperdicia tu tiempo si quieres Princesa. - Dijo la última palabra con tono sarcástico, más como un insulto que como un halago o un reconocimiento de clase social. - Yo sabré que hago con el mío. - Refunfuñó, se dio vuelta dejando a la otra chica y tomó el sencillo saco con sus cosas, echando a correr hacia la ladera del volcán, hacia el sitio donde había conocido al ángel.

El calor no le afectaba, estaba acostumbrada a vivir en un volcán, pero su estado de ánimo era el problema, estaba furiosa y avanzaba como una estampida demoledora, sin prestar mucha atención a lo que había a su al rededor.

Su silencio seguía embargando el lugar, sin demostrar una mueca de disgusto o de enojo al escuchar las palabras de la pelinegra, ya que desde el comienzo no buscaba caerle bien o agradarle ni mucho menos que la entendiera teniendo el carácter que se manejaba. Su salvajismo sólo le traería problemas que esperaba llegara a entender en un comienzo. Paso su mano derecha sobre su cabellera verde, evitando que algunos de sus rebeldes cabellos dieran contra su rostro y la distrajeran.

La pelinegra ya estaba fuera del rango de visión de la austriaca, mas no decidió ir a buscarla pues ya era de edad como para perderse en un volcán donde parecía ser que era su hábitat natural. Chrystalle apoyó uno los codos de sus brazos sobre sus rodillas y recosto su quijada sobre las palmas de sus manos esperando que el santo de Aries apareciera pronto. El día aprecia sucumbir pronto, y las estrellas ya empezaban a mostrarse en el firmamento nocturno, y por la ubicación de Aries, parecía que tardaría en llegar demasiado al punto de encuentro.

-Desperdiciar mi tiempo... Que sabe esa insensata-

Se dijo a sí misma mientras se paraba y se alejaba de la cantera y se dirigía hacia el pueblo mas su mente se dirigía hacia el rostro de Ashrael, el dios de Asgard, y su último encuentro nada favorable para él. Otra imagen se mostro en sus pensamientos mas esta vez se trataba de su encuentro con ese sujeto de cabellera blanca y de aspecto lúgubre. Había tantas cosas en que pensar y cada uno de ellas requería pensarlo con calma.

-Bien, desperdicia el tuyo entonces... El calor de aquí es inaguantable-