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Salón Principal del Templo del Dios Ares
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Ada
Octavius
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Salón Principal del Templo del Dios Ares
Salón Principal del Templo del Dios Ares.
Seis enormes pilares heredados desde la era del mito, puestos en dos hileras de tres de forma paralela, eran los principales soportes de un salón tan grande, enorme y oscuro, que bien podía ser dicho lugar un campo de batalla.
Las torres eran tan grandes, que sus dimensiones bien podían superar los 50 metros de altura y los 10 de diámetro. No tenían mayores detalles en su estructura, pero sí se podía notar que estaban hechas con un material absolutamente resistente y duradero. Lucían viejas, notoriamente anticuadas, ennegrecidas por el polvo de los años. No obstante, ni siquiera una grieta rompía con su forma cilíndrica, tan perfecta e imponente.
Aunque no sólo por su espacio daba la sensación de estar en una guerra. A los pies, el piso no era precisamente de mármol o un material de construcción “convencional”. Sino que más bien, al pisar, se podía notar que la estructura del terreno era discontinua y muy, muy particular…
Eran cadáveres. Distintos tipos de cuerpos, de distintas guerras y matanzas, que habían llegado a parar al templo del dios de los conflictos violentos. Desde restos carbonizados, pasando por desmembrados o atravesados, de todo existía en el gran salón principal del Dios Ares. Y no necesariamente contaban con cuerpos completos. Incluso hasta extremidades por sí solas abundaban por doquier, dando espacio hasta para los huesos de dichas víctimas. La única excepción era que no existían cuerpos muertos por envenenamiento, puesto que el veneno era un recurso de mujeres y eunucos. No de guerreros sanguinarios, como los que acogía el Dios bajo su tutela.
Hombres y mujeres, de todas las edades y razas, desde ancianos centenarios hasta infantes recién nacidos. Era una gran variedad de muertos en un diferente estado de composición. Por un lado el hedor de la putrefacción era dominante absoluto, mientras que en otros lo era el de la sangre fresca salida de una herida recién hecha.
Sin lugar a dudas, un detalle que no hacía menos acogedora la panorámica del templo.
Por otro lado, estaban las diversas estatuas de héroes espartanos y criaturas mitológicas por los alrededores. Reyes importantes de la ciudad de Esparta, hasta demonios como la quimera, la hidra, el cíclope o el minotauro. Lo curioso era, que la disposición de las estatuas era frente a frente, por lo tanto, siempre a los ojos de un guerrero griego se encontraba a unos cuantos metros una enorme bestia del Inframundo. Cada estatua poseía dimensiones que podían variar, desde los 2 metros de estatura hasta los 6.
Y justo al centro de todo, rodeado por un centenar de antorchas, semejantes entre sí mismas, se encontraba la estatua más importante de todas: La de Ares, sentado en una especie de trono con su casco puesto y las manos armadas; en su diestra portaba una enorme lanza de filo considerable, mientras que en la zurda se ubicaba su gran escudo de batalla. La imagen amplificada del Dios no llevaba armadura, dejando al descubierto su humanidad tallada con una exactitud asombrosa por encima de la piedra. ¿Su altitud? Unos 30 metros de pies a cabeza, 35 si se contaba con el respaldo del trono.
El cielo no podía divisarse desde el piso. Parecía estar tan alto, que la oscuridad predominaba por dichos parajes alejados. Más de alguno pensaría, de seguro, que ni siquiera podría existir un cielo que mirar allí adentro. Que por sobre sus cabezas… no habría nada.
Las torres eran tan grandes, que sus dimensiones bien podían superar los 50 metros de altura y los 10 de diámetro. No tenían mayores detalles en su estructura, pero sí se podía notar que estaban hechas con un material absolutamente resistente y duradero. Lucían viejas, notoriamente anticuadas, ennegrecidas por el polvo de los años. No obstante, ni siquiera una grieta rompía con su forma cilíndrica, tan perfecta e imponente.
Aunque no sólo por su espacio daba la sensación de estar en una guerra. A los pies, el piso no era precisamente de mármol o un material de construcción “convencional”. Sino que más bien, al pisar, se podía notar que la estructura del terreno era discontinua y muy, muy particular…
Eran cadáveres. Distintos tipos de cuerpos, de distintas guerras y matanzas, que habían llegado a parar al templo del dios de los conflictos violentos. Desde restos carbonizados, pasando por desmembrados o atravesados, de todo existía en el gran salón principal del Dios Ares. Y no necesariamente contaban con cuerpos completos. Incluso hasta extremidades por sí solas abundaban por doquier, dando espacio hasta para los huesos de dichas víctimas. La única excepción era que no existían cuerpos muertos por envenenamiento, puesto que el veneno era un recurso de mujeres y eunucos. No de guerreros sanguinarios, como los que acogía el Dios bajo su tutela.
Hombres y mujeres, de todas las edades y razas, desde ancianos centenarios hasta infantes recién nacidos. Era una gran variedad de muertos en un diferente estado de composición. Por un lado el hedor de la putrefacción era dominante absoluto, mientras que en otros lo era el de la sangre fresca salida de una herida recién hecha.
Sin lugar a dudas, un detalle que no hacía menos acogedora la panorámica del templo.
Por otro lado, estaban las diversas estatuas de héroes espartanos y criaturas mitológicas por los alrededores. Reyes importantes de la ciudad de Esparta, hasta demonios como la quimera, la hidra, el cíclope o el minotauro. Lo curioso era, que la disposición de las estatuas era frente a frente, por lo tanto, siempre a los ojos de un guerrero griego se encontraba a unos cuantos metros una enorme bestia del Inframundo. Cada estatua poseía dimensiones que podían variar, desde los 2 metros de estatura hasta los 6.
Y justo al centro de todo, rodeado por un centenar de antorchas, semejantes entre sí mismas, se encontraba la estatua más importante de todas: La de Ares, sentado en una especie de trono con su casco puesto y las manos armadas; en su diestra portaba una enorme lanza de filo considerable, mientras que en la zurda se ubicaba su gran escudo de batalla. La imagen amplificada del Dios no llevaba armadura, dejando al descubierto su humanidad tallada con una exactitud asombrosa por encima de la piedra. ¿Su altitud? Unos 30 metros de pies a cabeza, 35 si se contaba con el respaldo del trono.
El cielo no podía divisarse desde el piso. Parecía estar tan alto, que la oscuridad predominaba por dichos parajes alejados. Más de alguno pensaría, de seguro, que ni siquiera podría existir un cielo que mirar allí adentro. Que por sobre sus cabezas… no habría nada.
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Apenas y salió de las ruinas de los dominios de la discordia, Ares se puso en marcha con su nueva guerrera provisoria hasta el punto en el que había quedado de reunirse junto a sus demás seguidoras. Esperaba que efectivamente estuvieran allí, o por lo menos, contasen con la intención de reunirse junto a él. Podía comprender sus ansias de saltar a la lucha, pero no era su estilo enviar carne de cañón… en exceso.
Una gran llamarada surcó el espacio del salón, iluminando todas las antorchas de la enorme estancia que ahora seguramente iba a ser utilizada como punto central de encuentro. Transportada por el viento, recorrió y jugueteo con todas y cada una de las vasijas, candelabros, y otros, que contaban con la capacidad de encenderse y generar luz que alumbrase dicho paraje tan desolado.
Una vez que el fuego estaba encendido, una ráfaga de fuego se separó de la central y fue a parar justo frente a la enorme estatua de Ares. Claramente dicha llama correspondía al Fantasma de Eris, que ahora había aceptado compartir causa con el Dios de la guerra violenta.
La energía luminosa restante continuó dando vueltas por el salón, rodeando cada una de las decenas y decenas de estatuas que allí poseía, sobrevolando los enormes cielos de la habitación que no parecía precisamente una habitación. Y es que, costaba creer que un sitio tan amplio y particular, pudiese ser simplemente el salón general del territorio de Ares.
Hasta que finalmente, se elevó muy alto por sobre los cielos, para después caer como un pilar de luz por sobre el regazo de la estatua de Ares. Una vez que las llamas de su cuerpo y la luz provocadas por estas decrecieron, apareció allí, sentado en la gran altura que significaba estar ubicado por sobre las piernas de la estatua – 15 metros por sobre el piso, a lo menos – mirando hacia abajo, con un rostro serio y la larga túnica cubriéndole la mitad del torso y casi todas las piernas.
Bienvenida al templo de la guerra… - Comentó con voz normal, aunque dado el enorme eco que se producía por estar en las alturas de un lugar hueco, su dicho retumbo por todos los alrededores con una potencia que hasta podría llegar a despertar a los fallecidos que utilizaba como piso.
Resultaba llamativo ver al Dios sentado como un enano por sobre las piernas de un gigante, puesto que en realidad, él parecía un gigante al lado de los que tenía a su alrededor. Aquello no hacía más que conceder una legitimidad todavía más exacta, al hecho de que la estancia en la que ahora yacían no era un espacio físico común y corriente.
Sólo falta que entren mis guerreras… - Dijo un poco más bajo, produciendo el mismo efecto que antes en todos los alrededores.
Apenas y salió de las ruinas de los dominios de la discordia, Ares se puso en marcha con su nueva guerrera provisoria hasta el punto en el que había quedado de reunirse junto a sus demás seguidoras. Esperaba que efectivamente estuvieran allí, o por lo menos, contasen con la intención de reunirse junto a él. Podía comprender sus ansias de saltar a la lucha, pero no era su estilo enviar carne de cañón… en exceso.
Una gran llamarada surcó el espacio del salón, iluminando todas las antorchas de la enorme estancia que ahora seguramente iba a ser utilizada como punto central de encuentro. Transportada por el viento, recorrió y jugueteo con todas y cada una de las vasijas, candelabros, y otros, que contaban con la capacidad de encenderse y generar luz que alumbrase dicho paraje tan desolado.
Una vez que el fuego estaba encendido, una ráfaga de fuego se separó de la central y fue a parar justo frente a la enorme estatua de Ares. Claramente dicha llama correspondía al Fantasma de Eris, que ahora había aceptado compartir causa con el Dios de la guerra violenta.
La energía luminosa restante continuó dando vueltas por el salón, rodeando cada una de las decenas y decenas de estatuas que allí poseía, sobrevolando los enormes cielos de la habitación que no parecía precisamente una habitación. Y es que, costaba creer que un sitio tan amplio y particular, pudiese ser simplemente el salón general del territorio de Ares.
Hasta que finalmente, se elevó muy alto por sobre los cielos, para después caer como un pilar de luz por sobre el regazo de la estatua de Ares. Una vez que las llamas de su cuerpo y la luz provocadas por estas decrecieron, apareció allí, sentado en la gran altura que significaba estar ubicado por sobre las piernas de la estatua – 15 metros por sobre el piso, a lo menos – mirando hacia abajo, con un rostro serio y la larga túnica cubriéndole la mitad del torso y casi todas las piernas.
Bienvenida al templo de la guerra… - Comentó con voz normal, aunque dado el enorme eco que se producía por estar en las alturas de un lugar hueco, su dicho retumbo por todos los alrededores con una potencia que hasta podría llegar a despertar a los fallecidos que utilizaba como piso.
Resultaba llamativo ver al Dios sentado como un enano por sobre las piernas de un gigante, puesto que en realidad, él parecía un gigante al lado de los que tenía a su alrededor. Aquello no hacía más que conceder una legitimidad todavía más exacta, al hecho de que la estancia en la que ahora yacían no era un espacio físico común y corriente.
Sólo falta que entren mis guerreras… - Dijo un poco más bajo, produciendo el mismo efecto que antes en todos los alrededores.
Octavius- Dios/a
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Las palabras de res, su propio dios le habían enojado terriblemente, ser llamada una traidora era algo que la propia Madareth no podía soportar. Uno de sus mayores motivos de orgullo era su lealtad a Ares, la cual el propio dios estaba desvalorando en aquellos momentos. La berserker no fue capaz de contener su poderoso cosmos para demostrar su enojo, mordió su labio inferior con fuerza y apretó sus puños. Le invadía la ira, pero todo era su propia culpa, aquellos pensamientos de duda respecto a su señor le tenían en aquella nueva situación. Pero nadie podía culparle, la guerra estaba demasiado cerca, el llamado a las armas era algo que ningún berserker podía ignorar y el mantenerse en aquella posición tan neutral le causaba total fastidio. Con la mirada fija al frente caminó hacia los adentros del templo principal, sin mirar a sus compañeras, se aventuro sola entre las tinieblas hasta llegar a aquel enorme salón que era el punto de reunión de las sobrevivientes del ejército del dios de la guerra.
Una no muy agradable sorpresa esperaba a la pelirroja en aquel lugar, al parecer su dios tuvo que recurrir a los despojos de la diosa de la discordia, recientemente derrotada por un olímpico, la ira de la berserker se incremento aun mas, pero no podía demostrarla en aquel momento, tenía que guardarse todo su odio y dejarlo salir para cuando estuviese en el campo de batalla. Clavo una mirada intimidante en la recién llegada, cargada de total odio y luego fijo sus ojos en el vacío, cambiando su expresión por una que encerraba seriedad y serenidad. Se arrodillo frente a Ares por unos instantes, colocando su mano derecha en su pecho en señal de respeto y a la vez prometiendo algo a su deidad.
- La señora de la guerra esta lista para la batalla mi señor – exclamó con solemnidad para luego ubicarse cerca de una de las columnas de aquel recinto, esperando la llegada de sus compañeras.
Una no muy agradable sorpresa esperaba a la pelirroja en aquel lugar, al parecer su dios tuvo que recurrir a los despojos de la diosa de la discordia, recientemente derrotada por un olímpico, la ira de la berserker se incremento aun mas, pero no podía demostrarla en aquel momento, tenía que guardarse todo su odio y dejarlo salir para cuando estuviese en el campo de batalla. Clavo una mirada intimidante en la recién llegada, cargada de total odio y luego fijo sus ojos en el vacío, cambiando su expresión por una que encerraba seriedad y serenidad. Se arrodillo frente a Ares por unos instantes, colocando su mano derecha en su pecho en señal de respeto y a la vez prometiendo algo a su deidad.
- La señora de la guerra esta lista para la batalla mi señor – exclamó con solemnidad para luego ubicarse cerca de una de las columnas de aquel recinto, esperando la llegada de sus compañeras.
Ada- Berseker de Ares
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Las palabras anteriores de Ares no habían sido nada amables, pero era de esperarse. Nadie podía pretender que el dios de la guerra violenta fuera un ser amable y bondadoso, ni siquiera con sus propios bersekers. Pero el hecho de que haya dudado de nuestra lealtad fue algo que me hizo sentir, un tanto confusa y extraña. Era una de las guerreras más fieles y dispuestas a servir a Ares, era mi destino. Desde que había despertado en el mundo, dejando atrás mi parte humana para convertirme en todo un Berseker, estaba destinada y dispuesta a entregar mi vida y todo lo que yo representaba con tal de seguir y ser útil a mi señor. No haría otra cosa. Pero de todas formas creía que Ares tuvo razón en remarcar aquello en sus palabras, por lo que no me quejé ni me enfurecí, ni nada parecido.
Segundos más tarde decidí seguir a mis compañeras y entrar por fin al gran templo de Ares. Madareth ya estaba adentro, y ¡Vaya! Una curiosa visita también esperaba justo en frente. La verdad no me causó ni la más mínima impresión aquella mujer de armadura oscura y cabellos grises. La miré indiferente, no tenía motivos para molestarme por eso. Tal vez en un futuro pudiera convertirse en una guerrera muy útil entre los Bersekers. Después de todo, hay que aprovechar los conflictos entre los otros dioses. Nunca está de más sumar un aliado más a las filas del dios de la guerra.
A diferencia de Madareth, yo no pronuncié ni una sola palabra, no necesitaba hablar para demostrar mi lealtad hacia mi señor. Por lo que me quedé parada a un lado, cerca de mi compañera esperando a la llegada de Latrivan.
Segundos más tarde decidí seguir a mis compañeras y entrar por fin al gran templo de Ares. Madareth ya estaba adentro, y ¡Vaya! Una curiosa visita también esperaba justo en frente. La verdad no me causó ni la más mínima impresión aquella mujer de armadura oscura y cabellos grises. La miré indiferente, no tenía motivos para molestarme por eso. Tal vez en un futuro pudiera convertirse en una guerrera muy útil entre los Bersekers. Después de todo, hay que aprovechar los conflictos entre los otros dioses. Nunca está de más sumar un aliado más a las filas del dios de la guerra.
A diferencia de Madareth, yo no pronuncié ni una sola palabra, no necesitaba hablar para demostrar mi lealtad hacia mi señor. Por lo que me quedé parada a un lado, cerca de mi compañera esperando a la llegada de Latrivan.
Lady- Berseker de Ares
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Ya no había vuelta atrás, por alguna razón había decidido seguir al dios de la guerra en aquella ocasión. Había estado confundida en el momento en que sentía cómo el cosmos de Eris desaparecía, y pude saber que su alma había sido sellada en algún sitio y que tardaría en regresar. Eris estaba en algún sitio y sabía que regresaría, pero Samantha ya no lo haría. Con eso gran parte de mi vida había perdido significado. Pero yo era una guerrera, una guerrera que sólo deseaba luchar en aquella guerra y ser útil. Siempre había sido solitaria y en mi alma no había ni un solo sentimiento humano que pudiera detenerme en mis decisiones, siendo así, muy diferente a Sheznarda y Aramse. Tal vez eso era una debilidad, o tal vez mi punto fuerte, lo cierto era que algunos me veían de una forma, otro de otra, pero no me interesaba.
Estaba consciente de que mis compañeros fantasmas no estarían contentos con mi decisión y mucho menos Eris. Sabía que no me esperaría algo bueno por parte de ellos… tal vez me guardarían rencor o algo de eso, sentimientos los cuales no me interesaban mucho. Ya había tomado una decisión y si me esperaba algún castigo o reprimenda por ello, lo aceptaría, pero tendría sus consecuencias por mí parte. Tomé esa decisión porque no me sentía segura al cuidado de Afrodita y mucho menos frente al incompetente de Zeus… no estaba actuando como lo debería un dios de su calibre y sinceramente yo quería actuar con alguien que me tomara en cuenta como una guerrera, lo que yo era en realidad. No deseaba quedarme de brazos cruzados esperando a que alguien se dignara a hacer algo. Tal vez había desaparecido en el momento menos oportuno y si hubiera esperado un poco más las cosas serían diferentes, pero la decisión estaba tomada.
Pero ya era tarde para ponerme a pensar en todo eso, ya estaba en el templo de la guerra junto al dios Ares y pronto llegaban los Bersekers. La primera en llegar me llamó la atención, parecía estar muy furiosa, sí que podía dar miedo a cualquiera. Además supuse que no le agradó mi presencia y me miró con un gesto de enojo que pude notar a la perfección y bien que pudo haberme molestado, pero ni siquiera me inmuté al respecto. Mi gesto era serio y sin ninguna clase de expresión que mostrara sentimiento alguno. No estaba en mi territorio, por lo tanto no podía desafiar a nadie de ninguna manera ni tampoco comportarme de manera irracional. Me sentía una intrusa para los guerreros de Ares en ese momento. Sospechaba que no se esperaban de mi visita y eso les molestaría, pero no me interesaba nada más que saber los planes que el dios de la guerra tenía para con sus guerreras. Tampoco sabía lo que planeaba conmigo, pero nada más restaba esperar.
Me encontraba en el mismo lugar, frente a aquella gran estatua en donde estaba Ares, esperando a que el resto de sus guerreras llegaran al lugar. Mi mente en blanco y mi rostro serio, mirando hacia ningún sitio, aguardando nada más.
Estaba consciente de que mis compañeros fantasmas no estarían contentos con mi decisión y mucho menos Eris. Sabía que no me esperaría algo bueno por parte de ellos… tal vez me guardarían rencor o algo de eso, sentimientos los cuales no me interesaban mucho. Ya había tomado una decisión y si me esperaba algún castigo o reprimenda por ello, lo aceptaría, pero tendría sus consecuencias por mí parte. Tomé esa decisión porque no me sentía segura al cuidado de Afrodita y mucho menos frente al incompetente de Zeus… no estaba actuando como lo debería un dios de su calibre y sinceramente yo quería actuar con alguien que me tomara en cuenta como una guerrera, lo que yo era en realidad. No deseaba quedarme de brazos cruzados esperando a que alguien se dignara a hacer algo. Tal vez había desaparecido en el momento menos oportuno y si hubiera esperado un poco más las cosas serían diferentes, pero la decisión estaba tomada.
Pero ya era tarde para ponerme a pensar en todo eso, ya estaba en el templo de la guerra junto al dios Ares y pronto llegaban los Bersekers. La primera en llegar me llamó la atención, parecía estar muy furiosa, sí que podía dar miedo a cualquiera. Además supuse que no le agradó mi presencia y me miró con un gesto de enojo que pude notar a la perfección y bien que pudo haberme molestado, pero ni siquiera me inmuté al respecto. Mi gesto era serio y sin ninguna clase de expresión que mostrara sentimiento alguno. No estaba en mi territorio, por lo tanto no podía desafiar a nadie de ninguna manera ni tampoco comportarme de manera irracional. Me sentía una intrusa para los guerreros de Ares en ese momento. Sospechaba que no se esperaban de mi visita y eso les molestaría, pero no me interesaba nada más que saber los planes que el dios de la guerra tenía para con sus guerreras. Tampoco sabía lo que planeaba conmigo, pero nada más restaba esperar.
Me encontraba en el mismo lugar, frente a aquella gran estatua en donde estaba Ares, esperando a que el resto de sus guerreras llegaran al lugar. Mi mente en blanco y mi rostro serio, mirando hacia ningún sitio, aguardando nada más.
Pandora1- Espectro de Hades
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Ares observó como llegaban hasta su templo todas y cada una de sus guerreras, aunque se mantuvo inerte e indiferente ante dicho acontecimiento. Al fin y al cabo, su misión era estar con él y acompañarle hasta la última de sus batallas, sin importar cuál pudiese ser el resultado o si les iba la vida en ello. De otra forma, no podrían hacerse acreedoras del título de berserkers, el que demostraba la calidad de soldado que poseían bajo su piel.
La primera en llegar fue Madareth, la enamorada de la sangre. Fiel a su estilo, llena de rabia e ira contenida. Era una bomba de tiempo, una muy peligrosa que en cualquier minuto amenazaba con explotar y de paso, arrasar con todo lo que estuviese a la redonda. Era quizás a la que más debía tener contenida de todas, puesto que un descuido y podría ir a arrasar lo primero que su mente le ordenase.
La segunda fue Lady, aquella enigmática mujer de cabellos grises y mirada engañosa. Nunca había estado seguro de qué clase de emoción era la que predominaba en su persona, aunque tenía algunas suposiciones. En su momento creyó firmemente que sería la lujuria, especialmente cuando la encontró junto al desterrado Apocalypse. No obstante, le había concedido el beneficio de la duda en cuanto a eso. Ya tendría tiempo para descubrirla, eso seguro.
Como agregado adicional, y por cortesía del propio señor de la guerra, se encontraba junto a ellos la fantasma de Eris, Flori. Una muchacha de mirada distante, caballos apagados y ojos rojos como la sangre. Sólo ella podía saber bien qué guardaba dentro de sus intenciones, pero mientras tanto, Ares confiaba en ella. Más que nada, por ese espíritu de lucha y ansias de guerra tan poco común en otros soldados, y que siendo él el mejor representante de las luchas, no podía dejar pasar así como así. Simplemente, le era imposible ignorar el llamado de una guerrera de categoría, que en este caso, se había materializado con un extraño comportamiento en su cosmos.
Tan sólo faltaba que llegase Sarahissa, la sombra silenciosa de Latrivan. Por lo general no demoraba mucho en atender a las órdenes de Ares, aunque seguramente estaría en camino a su encuentro. La esperaría, así como había esperado a las otras, aunque no era bueno que estuviese dispuesta a poner en jaque la paciencia del hombre sobre la estatua.
Como notaran tenemos una nueva invitada… es una aliada, así que si tienen pensamientos de muerte para con ella, les está prohibido atacarla… ¿Entendido?, ya tendrán muchos objetivos dentro de pronto... se los aseguro.
De la nada comentó lo que de todas formas era evidente. Conocía la naturaleza sanguinaria de sus luchadoras y muy bien su particular forma de querer destacar ante sus ojos, y por supuesto, ser la mejor entre las mejores. Por lo mismo, no le extrañaba en lo más mínimo que fuesen tan recelosas ante la idea de contar con ayuda externa. Y no las culpaba, puesto que bien poco se podía confiar en alguien en días tan extraños y turbios como aquellos.
La primera en llegar fue Madareth, la enamorada de la sangre. Fiel a su estilo, llena de rabia e ira contenida. Era una bomba de tiempo, una muy peligrosa que en cualquier minuto amenazaba con explotar y de paso, arrasar con todo lo que estuviese a la redonda. Era quizás a la que más debía tener contenida de todas, puesto que un descuido y podría ir a arrasar lo primero que su mente le ordenase.
La segunda fue Lady, aquella enigmática mujer de cabellos grises y mirada engañosa. Nunca había estado seguro de qué clase de emoción era la que predominaba en su persona, aunque tenía algunas suposiciones. En su momento creyó firmemente que sería la lujuria, especialmente cuando la encontró junto al desterrado Apocalypse. No obstante, le había concedido el beneficio de la duda en cuanto a eso. Ya tendría tiempo para descubrirla, eso seguro.
Como agregado adicional, y por cortesía del propio señor de la guerra, se encontraba junto a ellos la fantasma de Eris, Flori. Una muchacha de mirada distante, caballos apagados y ojos rojos como la sangre. Sólo ella podía saber bien qué guardaba dentro de sus intenciones, pero mientras tanto, Ares confiaba en ella. Más que nada, por ese espíritu de lucha y ansias de guerra tan poco común en otros soldados, y que siendo él el mejor representante de las luchas, no podía dejar pasar así como así. Simplemente, le era imposible ignorar el llamado de una guerrera de categoría, que en este caso, se había materializado con un extraño comportamiento en su cosmos.
Tan sólo faltaba que llegase Sarahissa, la sombra silenciosa de Latrivan. Por lo general no demoraba mucho en atender a las órdenes de Ares, aunque seguramente estaría en camino a su encuentro. La esperaría, así como había esperado a las otras, aunque no era bueno que estuviese dispuesta a poner en jaque la paciencia del hombre sobre la estatua.
Como notaran tenemos una nueva invitada… es una aliada, así que si tienen pensamientos de muerte para con ella, les está prohibido atacarla… ¿Entendido?, ya tendrán muchos objetivos dentro de pronto... se los aseguro.
De la nada comentó lo que de todas formas era evidente. Conocía la naturaleza sanguinaria de sus luchadoras y muy bien su particular forma de querer destacar ante sus ojos, y por supuesto, ser la mejor entre las mejores. Por lo mismo, no le extrañaba en lo más mínimo que fuesen tan recelosas ante la idea de contar con ayuda externa. Y no las culpaba, puesto que bien poco se podía confiar en alguien en días tan extraños y turbios como aquellos.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
No podía refutar nada por mas que quisiese hacerlo, sin mas Madareth quien se trataba de controlar en su arranque de ira al ver a aquella extraña guerrera de Eris presente. La señora de la guerra entonces trato de despejar su mente y empezar a trabajar en lo que serian sus próximos objetivos, al parecer el campo de batalla estaba muy próximo, situación que le ponía de cierta forma feliz, ya que sabia que muy pronto tendría el placer de destrozar a sus enemigos en el combate. Una sonrisa maquiavélica apareció en el rostro de la mujer a causa de tales pensamientos, sin lugar a dudas estaba ansiosa para la batalla, pero como siempre todo dependía de la voluntad de su dios, quien por el momento deseaba esperar al resto de sus compañeras. Latrivan y Zugurosh, quienes hasta el momento brillaban por su ausencia, no se atrevían a entrar al gran templo, de la segunda lo esperaba sin sorpresas, la cobarde como asi era conocida, era un animal roñoso que se movia de acuerdo a las situaciones manipulándolas a su beneficio. Pero por mas rastrera que fuera no acatar una orden directa de Ares significaba la propia muerte. Latrivan quien recientemente se mostraba un poco rebelde con su dios no estaba tampoco, aquella altanera y vacia mujer que se jactaba de su lealtad a Ares al parecer le desafiaba al no aparecer tan pronto sus ordenes fueron expuestas. Lealtad no significaba ser el primero en aparecer, en hablar, en ser un fanatico. Tan solo es ser leal, en todos los aspectos, en la vida, la muerte, la batalla y aquellas dos mujeres emezaban a fallarle a su dios, la duda siempre será debilidad y la debilidad acarrea el fracaso, Madareth analizaba a sus compañeras restantes mientras, apoyada en una columna y con los brazos cruzados, esperaba los siguientes acontecimientos.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Por lo que lograba ver en el ambiente a mi alrededor, las demás guerreras y el dios Ares, aún faltaban otros Berseker por llegar al gran templo del dios de la guerra. Nada más escuchaba los sonidos y sentía el cosmos de aquellas guerreras de rojas armaduras. Mis ojos permanecían fijos en el suelo, pero mi mente se encontraba pensativa, sin siquiera atender a lo que ocurría con lo que me rodeaba.
Reflexionaba todavía en lo que mis hermanos fantasmas pensaran de mí. Sospechaba que al menos Sheznarda, que era la más consciente de los dos que quedaban en el templo de la discordia, estaría muy furiosa con mi decisión. Teníamos pensamientos muy distintos y yo siempre había sido la más decidida según lo que veía en ellos al dirigirse a mí. Tal vez era aquella una oportunidad para cambiar. ¿Por qué ellos no podían hacer las cosas bien y yo debía cargar con toda la responsabilidad?
Me sentía una guerrera y eso era lo que representaba. Me interesaban mis verdaderas ambiciones y aunque eso me llevara a tomar decisiones que fueran a alejar a mis más queridos seres, no me importaba mucho… no sentía remordimientos por mis acciones y en mí no quedaban sentimientos humanos. Yo estaba sólo para pelear, y no me gustaba cuando las cosas se hacían demasiado monótonas y no había planes inteligentes de por medio en cada acción. En su momento me guardé mis opiniones acerca del asunto de Eris y Apolo, porque creía que no debía entrometerme en los problemas de los dioses. Y ahora ya no podía regresar atrás, estaba en el templo de la guerra esperando a la siguiente acción… ansiosa por actuar de una vez por todas.
Reflexionaba todavía en lo que mis hermanos fantasmas pensaran de mí. Sospechaba que al menos Sheznarda, que era la más consciente de los dos que quedaban en el templo de la discordia, estaría muy furiosa con mi decisión. Teníamos pensamientos muy distintos y yo siempre había sido la más decidida según lo que veía en ellos al dirigirse a mí. Tal vez era aquella una oportunidad para cambiar. ¿Por qué ellos no podían hacer las cosas bien y yo debía cargar con toda la responsabilidad?
Me sentía una guerrera y eso era lo que representaba. Me interesaban mis verdaderas ambiciones y aunque eso me llevara a tomar decisiones que fueran a alejar a mis más queridos seres, no me importaba mucho… no sentía remordimientos por mis acciones y en mí no quedaban sentimientos humanos. Yo estaba sólo para pelear, y no me gustaba cuando las cosas se hacían demasiado monótonas y no había planes inteligentes de por medio en cada acción. En su momento me guardé mis opiniones acerca del asunto de Eris y Apolo, porque creía que no debía entrometerme en los problemas de los dioses. Y ahora ya no podía regresar atrás, estaba en el templo de la guerra esperando a la siguiente acción… ansiosa por actuar de una vez por todas.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Sí que Latrivan y Zugurosh tardaban en llegar. Al parecer no habían entendido del todo lo que Ares había dicho, o se tomaban su tiempo, quién sabe. Pero no era buena idea que estuviéramos tardando tanto… había muchos planes por realizar y aún no hacíamos nada más que permanecer a la espera. Aún así sabía que tenía que ser paciente y aguardar por aquellas dos mujeres que aún no llegaban. Permanecía tranquila y seria al igual que antes, sin mencionar ni una sola palabra. A un lado, cerca de Madareth sin siquiera mirarla, ni tampoco a aquella fantasma que se encontraba a unos pocos metros. Con mi mente en blanco esperaba sin siquiera moverme, sin mostrar expresión alguna, dispuesta a escuchar las próximas ordenes del dios de la guerra. Había que hacer algo pronto con lo que estaba pasando entre los demás dioses, era una oportunidad perfecta para comenzar con los planes de la guerra que estaba a punto de dar comienzo... aunque en cierto modo ya había comenzado. Quedaba muy poco tiempo y los Berseker teníamos que empezar a pelear por nuestro dios, sea como sea.
Lady- Berseker de Ares
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Caminé lo más rápido que pude no quería sufrir la ira de Ares por nada del mundo o del infierno, lo mejor era ser obediente y permanecer viva, esto último siempre me lo repetía a mí misma, mejor cobarde a que muerta, con este pensamiento pase de la entrada del Templo del la Guerra al Salón Principal, sentía el olor de la muerte impregnado en las paredes y piso, algo me estaba molestando más no era miedo, el Caos había dejado de ejercer en el Olimpo... Eris claro ella había muerto por eso se sentía aquel peste, podré ser cobarde pero aborrecía a todos los dioses excepto Ares, él único que me aceptó en sus filas sino fuera por él seguiría vagando hasta el fin del tiempo sobreviviendo.
Llegué al lugar en el cual se encuentra reunido Ares, Madareth, Tafariel y la causante de la peste, no era de extrañarse que el dios guerrero fuese a buscarla su cosmos es demasiado fuerte para ser una simple Fantasma de Eris, diría que eligió una excelente pieza para la guerra, la cual si es bien utilizada podría ser muy beneficiosa para nuestro dios, la guerra estaba por venir ya no había marcha atrás, solamente quedaba esperar.
Llegué al lugar en el cual se encuentra reunido Ares, Madareth, Tafariel y la causante de la peste, no era de extrañarse que el dios guerrero fuese a buscarla su cosmos es demasiado fuerte para ser una simple Fantasma de Eris, diría que eligió una excelente pieza para la guerra, la cual si es bien utilizada podría ser muy beneficiosa para nuestro dios, la guerra estaba por venir ya no había marcha atrás, solamente quedaba esperar.
Alice- Berseker de Ares
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Pasaba el tiempo, y aunque hubiesen sido tan sólo algunos, quizás menos de treinta minutos, para mí se hicieron más que eternos. Aunque sinceramente el presenciar tal presencia de cosmos y ver guerreros que al menos aparentaban tener un inmenso poder, me llenaba de ansias de poder pelear; no sabía si a su lado, pero al menos sería útil en la batalla, y eso era lo que me importaba en verdad, no andar haciendo el ridículo y paseando sin rumbo por la vida. Si había que esperar, lo haría sin quejarme. Sabía que el dios de la guerra era un ser muy listo y poderoso, algo debía tener entre manos para reunir a todos sus guerreros en ese justo instante en el gran tempo de la guerra. Me intrigaba en verdad, pero sólo bastaba esperar.
Aún recordaba lo que hacía varios minutos había hecho, pero por ello no sentía remordimiento. Podía sentir que mis hermanos estaban furiosos o decepcionados por mi accionar, pero poco me importaba en ese instante. Seguramente los otros dioses, Afrodita y Zeus, estarían quejándose o preocupándose, pero no por mí, sino por lo que fuera a ocurrir con ellos al dejarme ir quizás, quien sabe. Sólo estaba consciente que yo no era nada en sus mentes, sólo una fantasma a la que debían cuidar mientras la diosa del caos y la discordia no estuviese en su templo. Y como quería que me tomaran en cuenta como una guerrera, había decidido marchar en otro rumbo, sin dar mayores explicaciones a aquellos que me rodeaban.
Aún recordaba lo que hacía varios minutos había hecho, pero por ello no sentía remordimiento. Podía sentir que mis hermanos estaban furiosos o decepcionados por mi accionar, pero poco me importaba en ese instante. Seguramente los otros dioses, Afrodita y Zeus, estarían quejándose o preocupándose, pero no por mí, sino por lo que fuera a ocurrir con ellos al dejarme ir quizás, quien sabe. Sólo estaba consciente que yo no era nada en sus mentes, sólo una fantasma a la que debían cuidar mientras la diosa del caos y la discordia no estuviese en su templo. Y como quería que me tomaran en cuenta como una guerrera, había decidido marchar en otro rumbo, sin dar mayores explicaciones a aquellos que me rodeaban.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Ya había pasado mucho tiempo y eso me estba cansando demasiado. No llegaban todoas las guerreras y eso me hacía pensar que no obedecían al pie de la letra lo que Ares decía, no me agradaba pero de todas formas no podía hacer nada. No era mi culpa que Latrivan tardara tanto, pero tampoco podíamos esperar por el resto de la eternidad, la guerra terminaría y nosotros parados allí sin hacer nada. Pero bueno... sólo era una guerrera más, un arma de Ares, un alma que sólo sería para su servicio, estaba condenada a ello hasta que muriera, hasta que mi alma fuera sellada por el resto de los días, hasta que de decidiera a despertar una vez más. Por el momento sólo servía para la guerra y nada más que eso me importaba. Seguir las ordenes de mi señor era lo único que pretendia hacer y nada más que eso, me dijeran lo que me dijeran. Si fallaba iba a esperar el castigo que fuera, pero trataría de cumplir con cada una de las cosas que él me pidiera. Hasta entonces, sólo esperaba alguna orden, pero todo parecía estar tan quieto que parecía que el tiempo se había detenido en ese justo momento.
Lady- Berseker de Ares
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Vaya, los guerros que Ares eran más desobedecientes que yo misma. Todas llegaban cuando querían; eso desde mi punto de vista no era bueno, al menos no actuar de esa manera frente a una de las más grandes deidades del Olimpo. Ares era un dios digno de respetar, si se era un guerrero nato. Si se sabía de esas cosas... uno podía llegar a conocer a un dios sin siquiera dirigirle la palabra si se tenía el espíritu guerrero, si se deseaba luchar y nada más, sin importar lo demás. Al parecer varias de esas guerreras de rojas armaduras no lo comprendían, y se atrevían a actuar desinteresadamente ante su dios. Aunque por cierto, no podía opinar mucho acerca de eso. Nada más me dediqué a mirar al vacía, mientras un enorme e incómodo silencio reinaba en ese gran salón. Nadie hablaba con nadie, todos se miraban. El dios de la guerra permanecía sentado inmóvil esperando al resto de sus guerreros. Se volvía todo tan aburrido. Ares trenía que hacer algo pronto, porque la guerra no esperaba... si sus guerreras querían hacerlo, bueno, no les iría muy bien, pero nadie se movía hasta el momento, y el tiempo pasaba. Pero sin más me quedé quieta en el mismo lugar, sin hablar, sin moverme, sólo esperando el momento de actuar, que se había demorado bastante.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
El señor de la guerra observó con tranquilidad a sus soldados, sin decir palabra aparente. El temple de su voz había resonado fuerte por todos los parajes de la tierra de las llamas, pero aún así seguía poseyendo la habitual calma y ostentosidad como la que se podría observar en un Dios. Miró primero a Madareth, quieta y llena de rabia, fiel reflejo de los viejos espartanos antiguos. Luego, volteó su rostro para analizar a Lady, aquella misteriosa mujer capaz de todo, si es que se lo proponía. Más tarde dejó caer sus ojos sobre el fantasma de la muerte, aquel que había extraído desde los confines más ocultos del templo de la discordia. Todas eran fieles representantes de sus reinos, grandes guerreras y por sobretodo, excelentes soldados.
Pestañeó y entonces dio un salto, desapareciendo de la estatua en la que estaba y apareciendo justo frente a ellas.
Aguarden un segundo, parece ser que ha llegado un hermano vuestro... – Les dijo, aunque no con tono de orden precisamente, sino más bien con la voz que caracterizaba al que alguna vez había sido el humano… Octavius.
Y sin decir más, simplemente comenzó a caminar por los pasillos dirigiéndose una vez más hacia la entrada de su gran templo, en donde por supuesto, se iniciaba el trayecto para llegar a sus más alejados dominios.
Pestañeó y entonces dio un salto, desapareciendo de la estatua en la que estaba y apareciendo justo frente a ellas.
Aguarden un segundo, parece ser que ha llegado un hermano vuestro... – Les dijo, aunque no con tono de orden precisamente, sino más bien con la voz que caracterizaba al que alguna vez había sido el humano… Octavius.
Y sin decir más, simplemente comenzó a caminar por los pasillos dirigiéndose una vez más hacia la entrada de su gran templo, en donde por supuesto, se iniciaba el trayecto para llegar a sus más alejados dominios.
Octavius- Dios/a
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Sarahissa entró con paso lento y calmado al salón de en que se encontraba Tafariel, Zugurosh y Madareth. Había sentido sus cosmoenergías, pero metida en sus propios pensamientos había demorado su llegada al lugar en que su dios le había ordenado entrar. Sentía que estaban perdiendo el tiempo esperando... estaban todas las cartas sobre la mesa para dar el primer golpe en el corazón de los humanos, Athena.
Había sentido su cosmoenergía con tanta debilidad que le parecía evidente que esa mujer ni si quiera tenía conocimiento que era una diosa. Sus caballeros dorados que habían jurado desde el mito defenderla estaban enfocados en asuntos vanales y absurdos, de lo cual si ellos se organizaban podrían haber sacado el mayor de los provechos, atacandolos uno por uno mientras caían en su propia desesperación. Así lo habría planteado al menos Sarahissa... habría comenzado por el más fuerte de todos los caballeros dorados y habría avanzado hasta el más debil, matandolos uno por uno en un juego de peones y reinas.
Athena habría sido solo un trofeo de guerra para su señor o el resto de los Bersekers. Sabía que Ares contaba en ese momento con el suficiente poder para sellarla, pero el motivo por el cual no lo hacía le era completamente un misterio. Tal vez, como un verdadero caballero y no un canalla, quería darle el beneficio de la duda a su oponente de fortalecerse para atacarla y llevarse la gloria de un combate bien planificado. Sarahissa al menos habría hecho eso si el tiempo no hubiese escaseado.
Se quedó en un costado del salón, esperando instrucciones. Era sólo un peon en el juego de los dioses y estaba lista para desempeñar su función en ello.
Había sentido su cosmoenergía con tanta debilidad que le parecía evidente que esa mujer ni si quiera tenía conocimiento que era una diosa. Sus caballeros dorados que habían jurado desde el mito defenderla estaban enfocados en asuntos vanales y absurdos, de lo cual si ellos se organizaban podrían haber sacado el mayor de los provechos, atacandolos uno por uno mientras caían en su propia desesperación. Así lo habría planteado al menos Sarahissa... habría comenzado por el más fuerte de todos los caballeros dorados y habría avanzado hasta el más debil, matandolos uno por uno en un juego de peones y reinas.
Athena habría sido solo un trofeo de guerra para su señor o el resto de los Bersekers. Sabía que Ares contaba en ese momento con el suficiente poder para sellarla, pero el motivo por el cual no lo hacía le era completamente un misterio. Tal vez, como un verdadero caballero y no un canalla, quería darle el beneficio de la duda a su oponente de fortalecerse para atacarla y llevarse la gloria de un combate bien planificado. Sarahissa al menos habría hecho eso si el tiempo no hubiese escaseado.
Se quedó en un costado del salón, esperando instrucciones. Era sólo un peon en el juego de los dioses y estaba lista para desempeñar su función en ello.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Mac entro al salón principal de aquel enorme palacio, sin duda una muy buena construcción en pocas palabras una obra de arte. Sus pisadas resonaban en el duro piso de mármol ligeramente brilloso del pasillo que lo llevaba hacia la sala principal y que además estaba bordeado por grandes pilares de mármol blanco con relieves que daban una muy buena impresión a pesar de la atmosfera poco amistosa de aquel lugar.
El salón estaba muy cerca y Mac permanecía totalmente serio pensando que era lo que había motivado a Ares para hacer una reunión pero esa inquietud no era de ningún motivo por miedo si no por emoción no podía esperar a tener un combate con alguien que fuera de su nivel, pero no era tonto sabia que cual quiera desventaja por muy pequeña que fuera le iba a costar la vida y por desgracia su pequeña desventaja era en realidad una desventaja monstruosa, aun no contaba con un ropaje sagrado y por mas ágil que Mac fura siempre existía el riesgo de que su oponente fuera aun mas ágil que el, así que decidió dejar de pensar en eso cuando entro en el salón principal, donde ya se encontraban algunas de sus compañeras junto con el gran Ares, Pero prefirió ignorar a sus compañeras y decidió esperar a que el gran ares dijera lo que había que decir. El salón tenia la misma estructura impresionante que la entrada, era totalmente de mármol blanco y su piso estaba sorprendentemente pulido y se extendía por todo el templo.
El salón estaba muy cerca y Mac permanecía totalmente serio pensando que era lo que había motivado a Ares para hacer una reunión pero esa inquietud no era de ningún motivo por miedo si no por emoción no podía esperar a tener un combate con alguien que fuera de su nivel, pero no era tonto sabia que cual quiera desventaja por muy pequeña que fuera le iba a costar la vida y por desgracia su pequeña desventaja era en realidad una desventaja monstruosa, aun no contaba con un ropaje sagrado y por mas ágil que Mac fura siempre existía el riesgo de que su oponente fuera aun mas ágil que el, así que decidió dejar de pensar en eso cuando entro en el salón principal, donde ya se encontraban algunas de sus compañeras junto con el gran Ares, Pero prefirió ignorar a sus compañeras y decidió esperar a que el gran ares dijera lo que había que decir. El salón tenia la misma estructura impresionante que la entrada, era totalmente de mármol blanco y su piso estaba sorprendentemente pulido y se extendía por todo el templo.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Llegaban por último dos guerreros más, en primer lugar Latrivan, aquella mujer que poseía una apariencia muy misteriosa, que si no emitía palabras, nunca podía saberse lo que pensaba, ni siquiera lo que era capaz de hacer. Aquella berseker que poseía una inmensa energía, un cosmos muy poderoso que podía sentirse enseguida. Caminaba entre nosotros sin hablar, para finalmente detenerse a un lado. Luego llegaba un muchacho sin armadura… su cosmoenergía no era muy potente, pero podía sentir que se trataba de un guerrero de Ares. Miré por un momento a ambos, mientras permanecía de brazos cruzados sin siquiera moverme.
Ares había aparecido en un abrir y cerrar de ojos, frente a sus guerreras, quienes esperábamos ansiosas su próxima orden, o al menos yo, que no podía aguantar los deseos de salir a pelear y destrozar a esos caballeros de una diosa, que al parecer aún no mostraba señales de existencia, y si las mostraba, eran extremadamente débiles. Como ese diminuto cosmos que fácilmente podía sentirse; era Athena.
Suspiré y volví a mirar a mi señor, esperando que éste dijera algo, ya que todos sus guerreros estaban en aquel salón… por el momento nadie más pertenecía a las filas del dios de la guerra, aunque a lo lejos podía sentirse un cosmos un tanto débil, que parecían ser nuevos seres que se preparaban para su misión en el mundo, siendo leales al dios Ares. Pronto nos tocaría actuar; eso sería cuando él diera la próxima orden.
Ares había aparecido en un abrir y cerrar de ojos, frente a sus guerreras, quienes esperábamos ansiosas su próxima orden, o al menos yo, que no podía aguantar los deseos de salir a pelear y destrozar a esos caballeros de una diosa, que al parecer aún no mostraba señales de existencia, y si las mostraba, eran extremadamente débiles. Como ese diminuto cosmos que fácilmente podía sentirse; era Athena.
Suspiré y volví a mirar a mi señor, esperando que éste dijera algo, ya que todos sus guerreros estaban en aquel salón… por el momento nadie más pertenecía a las filas del dios de la guerra, aunque a lo lejos podía sentirse un cosmos un tanto débil, que parecían ser nuevos seres que se preparaban para su misión en el mundo, siendo leales al dios Ares. Pronto nos tocaría actuar; eso sería cuando él diera la próxima orden.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
El tiempo pasaba lentamente y yo comenzaba a cansarme de esperar. Quería pelear y hacerme más fuerte, aumentar mi cosmos y poder dominar nuevas técnicas de pelea, y allí tampoco pasaba nada. Aún continuábamos esperando a los demás guerreros. Cerré mis ojos, cruzándome de brazos fastidiada. Algunos bersekers si que eran lentos, pero bueno, habrán tenido sus motivos.
Mientras tanto me preguntaba si aquellos dioses que supuestamente estaban a cargo de mi cuidado hasta que Eris regresara, y ni siquiera se habían hecho presentes para impedir mi partida, al menos se preocuparían por mí en ese instante. ¿No les importaba su deber? Esa decisión mía quizás los ponía a prueba, a pesar de, seguramente, perjudicarme a mí también, pero estaba lista para cualquier cosa. Sólo me importaba pelear y hacerme más fuerte con cada victoria, era una guerrera y aquellos dioses, tanto a ellos como a mis hermanos fantasmas ni siquiera les había importado, sino hubieran hecho algo por mí. Me sonreí levemente pensando en la situación que debía estar pasando en su lugar. Sospechaba que estarían enojados conmigo, pero ellos tampoco habían tenido el valor de hablar conmigo, convencerme.
Entonces suspiré, manteniendo mis ojos cerrados y ahí fue que sentí de cerca dos cosmos más. Uno era bastante débil, ni siquiera parecía un verdadero guerrero, pero el otro era muy potente… era un berseker más. Le resté importancia a aquello, no miré nada y ni siquiera me moví. Esperaba a ver los planes del dios de la guerra y si no llegaban, iba a ser muy difícil querer mantenerme en ese sitio. Aún así, estaba siendo bastante paciente hasta ese momento y ciertamente yo no era alguien que tuviera mucha paciencia.
Mientras tanto me preguntaba si aquellos dioses que supuestamente estaban a cargo de mi cuidado hasta que Eris regresara, y ni siquiera se habían hecho presentes para impedir mi partida, al menos se preocuparían por mí en ese instante. ¿No les importaba su deber? Esa decisión mía quizás los ponía a prueba, a pesar de, seguramente, perjudicarme a mí también, pero estaba lista para cualquier cosa. Sólo me importaba pelear y hacerme más fuerte con cada victoria, era una guerrera y aquellos dioses, tanto a ellos como a mis hermanos fantasmas ni siquiera les había importado, sino hubieran hecho algo por mí. Me sonreí levemente pensando en la situación que debía estar pasando en su lugar. Sospechaba que estarían enojados conmigo, pero ellos tampoco habían tenido el valor de hablar conmigo, convencerme.
Entonces suspiré, manteniendo mis ojos cerrados y ahí fue que sentí de cerca dos cosmos más. Uno era bastante débil, ni siquiera parecía un verdadero guerrero, pero el otro era muy potente… era un berseker más. Le resté importancia a aquello, no miré nada y ni siquiera me moví. Esperaba a ver los planes del dios de la guerra y si no llegaban, iba a ser muy difícil querer mantenerme en ese sitio. Aún así, estaba siendo bastante paciente hasta ese momento y ciertamente yo no era alguien que tuviera mucha paciencia.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Una vez hubieron entrado todos los Berserkers restantes al interior del Templo de la Guerra Sangrienta, la deidad que los gobernaba los siguió de cerca con un paso relativamente lento que de paso reflejaba su actual estado mental, uno que por cierto no era el mejor: su actitud taciturna y un tanto alejada de sus intereses usuales era la prueba primordial, así como la forma errática en la que había actuado últimamente incluso cuando aquella época, aquel tiempo eran totalmente suyos.
Entonces, ¿qué sucedía?
No era tan difícil imaginarlo, ya que una vez al “despertar” parte de su consciencia humana había quedado anclada a ese cuerpo, interfiriendo en su modo de actuar e impidiendo que tanto una como otra parte pudieran ser actuar como uno solo o en su defecto, que una destruyera a la otra por completo. Y ese era un verdadero problema, uno que no faltaba mucho para solucionar.
Pasado un minuto de caminata donde ya estaba por llegar al salón principal del Templo, la consumación de su verdadera persona comenzaba: con un destello rojo los músculos de su hombro derecho crecieron cinco veces su tamaño original, dejando un desagradable bulto a la vista de los Berserkers, si es que se atrevían siquiera a mirarlo pasar frente a ellos.
Con las venas de aquella extremidad a la vista y palpitando con fuerza, el dios continuó avanzando al tiempo que otro destello se sucedía y con él el resto de su brazo aumentaba de tamaño, quedando a la par que el hombro. Y así se vinieron más y más fogonazos tras los cuales el cuerpo de Ares se distorsionó a niveles insospechados, sin dejar de avanzar con decisión al frente hasta que finalmente se hallaba encarando a su efigie de treinta metros de altura. Teniendo sus brazos, hombros, pechos y en resumen, su masa muscular completamente abultadas su cosmos se elevaba muy por encima de lo que jamás sus propios soldados podrían lograr en sus efímeras vidas.
…
Su respiración era entrecortada, su cosmos impedía que cualquiera de sus guerreros se acercara y en un instante todo el ropaje que portaba su cuerpo se desintegró en una nube de cenizas a temperaturas inimaginables. Elevando su rostro al cielo y abriendo la boca más allá de lo que era considerado normal, con enormes colmillos y su piel literalmente ardiendo, más relámpagos rojos salían de su persona.
¡¡¡RRRRRRRAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRGGGGHHHHHH!!!
Si ya su cuerpo se notaba abultado, ahora era monstruoso: protuberancias esféricas surgían de un lado a otro, su cabello rojo apenas si se notaba entre la masa de carne gigantesca que los ocultaban y finalmente su rostro ahora era ínfimo comparado a lo que ahora lo “envolvía”. Pasados unos segundos el físico del dios estaba totalmente transformado para ser una bola que crecía a un nivel alarmante hasta que explotó, liberando una onda de choque que esparció sus restos en la forma de una lluvia de sangre hirviendo y pedazos de carne roja por todos lados, manchando la no demasiado limpia estatua que era la atracción principal del Templo.
Finalmente y en medio de todo, un cuerpo semejante al anterior mas no el mismo se levantaba en medio de una niebla roja, espesa y de olor penetrante que invadió el recinto sagrado. Si los Berserkers eran capaces de ver sus narices, se consideraría un verdadero milagro.
Berserkers... Dijo la voz del hombre que había “nacido” del mutante, revelando que esa apariencia no era más que un capullo que imitaba su cuerpo original, aquel que había usado hacía eones en las batallas originales contra los seres demoníacos que ahora conformaban su ejército…aquel cuerpo nacido de la esencia del mismísimo Zeus. ...diganme, ¿a quién sirven? La voz una vez muda y un tanto carrasposa ahora se notaba totalmente confiada, confiada y terrible, amplificada por efecto de la niebla que aún no se había podido dispersar ya que esta seguía la voluntad de una sola persona.
Diganme Berserkers...¿¿¿¡¡¡A QUIÉN SIRVEN!!!??? Gritó Ares diseminando la neblina de sangre en un solo instante, provocando que los cadáveres que cubrían el suelo salieran volando así como las baldosas sueltas y resquebrajadas, todo debido a la mera onda de choque que su exclamación había soltado. Y allí quedó completamente claro, ese sí era el dios de la Guerra en lugar de la efímera consciencia con la que habían tratado antes y por lo mismo, la mejor forma de proceder para sus soldados era…arrodillarse o perecer. Si el dios tenía que cortarles los tendones para que se postraran, lo haría.
Dando un paso hacia delante y dejando que su cuerpo desnudo experimentara el calor y la espesura del aire de su zona del Olimpo, la deidad no tuvo sino que considerar algo para que esto pasara: partes sueltas de su armadura divina surcaron el aire para envestirlo. La cintura, los muslos, las espinillas fueron cubiertas con aquel metal sagrado en la forma de piezas curvas decoradas exquisitamente, mientras que sus pies eran calzados con el mismo material pero modificado ligeramente al gusto del dios, y esas no eran más que las botas de batalla con las puntas arrancadas, formando unas sandalias improvisadas que seguían la típica moda romana. Si Ares iba a habitar el cuerpo del heredero al trono romano, aquel que una vez fue considerado el General máximo entre todos los combatientes humanos debía hacerlo de una forma en que la memoria corporal se sintiera más realizada…y como no, el también lo hacía. Después de todo Roma era la ciudad preferida por “Marte”.
Finalmente, el enorme sujeto que pasaba los dos metros de alto avanzó para así quedar bien puesto frente a Latrivan, Madareth, Tafariel, Zugurosh, Apocalypse y de extra, el Fantasma de la Muerte de Eris. Levantando la mano para hacer crujir los dedos de su siniestra, la espada característica de la entidad de los conflictos sangrientos se materializó al instante. En su derecha llevaba el casco de su armadura y su piel estaba cubierta por la sangre de su “capullo”. Levantando la vista sus ojos miraban al frente, sus pupilas negras y su esclerótica roja daban a entender una sola cosa:
No había marcha atrás, la época de la Guerra Sangrienta daba inicio.
-------
Offrol:
Bien, no necesito presentación para la mayoría pero igual, lo hago. Hola, soy su nuevo jefe. Primero que nada arrodíllense onrol o les corto los tendones para que lo hagan (eso ya lo mencioné antes) y luego pasaremos a los asuntos serios de verdad:
Dado que los leí antes y me quedé con la idea de que quieren acción o al menos, tienen ideas para que eso suceda pueden postear dando sus ideas y aportes tanto como en el rol como en un offrol. Tienen libertad de aportar lo que consideren necesario dado que igual consideraré todas y cada una de sus propuestas para actuar en consecuencia (incluso si quieren atacar a alguien en particular por asuntos personales)…y si no, igual ya hay algo en marcha. Tienen dos días para soltar ideas antes de que el “default” hable por sí mismo.
Eso es todo, saludos.
Nota para Sarahissa: Necesito que me expliques onrol exactamente como es que mataste/sellaste a Bazir así como los planes que estabas a punto de explayar antes.
Nota para Mac: Mac, tómalo como un consejo de roleador a roleador. Al llegar a un lugar TIENES que leer la descripción de donde te encuentras si es que es un topic hecho por otra persona, tu post describe el Templo de forma incorrecta (la forma y descripción están al inicio del topic) y si ni siquiera lo haces, habrán muchas irregularidades y problemas después. Por favor corrige eso.
Entonces, ¿qué sucedía?
No era tan difícil imaginarlo, ya que una vez al “despertar” parte de su consciencia humana había quedado anclada a ese cuerpo, interfiriendo en su modo de actuar e impidiendo que tanto una como otra parte pudieran ser actuar como uno solo o en su defecto, que una destruyera a la otra por completo. Y ese era un verdadero problema, uno que no faltaba mucho para solucionar.
Pasado un minuto de caminata donde ya estaba por llegar al salón principal del Templo, la consumación de su verdadera persona comenzaba: con un destello rojo los músculos de su hombro derecho crecieron cinco veces su tamaño original, dejando un desagradable bulto a la vista de los Berserkers, si es que se atrevían siquiera a mirarlo pasar frente a ellos.
Con las venas de aquella extremidad a la vista y palpitando con fuerza, el dios continuó avanzando al tiempo que otro destello se sucedía y con él el resto de su brazo aumentaba de tamaño, quedando a la par que el hombro. Y así se vinieron más y más fogonazos tras los cuales el cuerpo de Ares se distorsionó a niveles insospechados, sin dejar de avanzar con decisión al frente hasta que finalmente se hallaba encarando a su efigie de treinta metros de altura. Teniendo sus brazos, hombros, pechos y en resumen, su masa muscular completamente abultadas su cosmos se elevaba muy por encima de lo que jamás sus propios soldados podrían lograr en sus efímeras vidas.
…
Su respiración era entrecortada, su cosmos impedía que cualquiera de sus guerreros se acercara y en un instante todo el ropaje que portaba su cuerpo se desintegró en una nube de cenizas a temperaturas inimaginables. Elevando su rostro al cielo y abriendo la boca más allá de lo que era considerado normal, con enormes colmillos y su piel literalmente ardiendo, más relámpagos rojos salían de su persona.
¡¡¡RRRRRRRAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRGGGGHHHHHH!!!
Si ya su cuerpo se notaba abultado, ahora era monstruoso: protuberancias esféricas surgían de un lado a otro, su cabello rojo apenas si se notaba entre la masa de carne gigantesca que los ocultaban y finalmente su rostro ahora era ínfimo comparado a lo que ahora lo “envolvía”. Pasados unos segundos el físico del dios estaba totalmente transformado para ser una bola que crecía a un nivel alarmante hasta que explotó, liberando una onda de choque que esparció sus restos en la forma de una lluvia de sangre hirviendo y pedazos de carne roja por todos lados, manchando la no demasiado limpia estatua que era la atracción principal del Templo.
Finalmente y en medio de todo, un cuerpo semejante al anterior mas no el mismo se levantaba en medio de una niebla roja, espesa y de olor penetrante que invadió el recinto sagrado. Si los Berserkers eran capaces de ver sus narices, se consideraría un verdadero milagro.
Berserkers... Dijo la voz del hombre que había “nacido” del mutante, revelando que esa apariencia no era más que un capullo que imitaba su cuerpo original, aquel que había usado hacía eones en las batallas originales contra los seres demoníacos que ahora conformaban su ejército…aquel cuerpo nacido de la esencia del mismísimo Zeus. ...diganme, ¿a quién sirven? La voz una vez muda y un tanto carrasposa ahora se notaba totalmente confiada, confiada y terrible, amplificada por efecto de la niebla que aún no se había podido dispersar ya que esta seguía la voluntad de una sola persona.
Diganme Berserkers...¿¿¿¡¡¡A QUIÉN SIRVEN!!!??? Gritó Ares diseminando la neblina de sangre en un solo instante, provocando que los cadáveres que cubrían el suelo salieran volando así como las baldosas sueltas y resquebrajadas, todo debido a la mera onda de choque que su exclamación había soltado. Y allí quedó completamente claro, ese sí era el dios de la Guerra en lugar de la efímera consciencia con la que habían tratado antes y por lo mismo, la mejor forma de proceder para sus soldados era…arrodillarse o perecer. Si el dios tenía que cortarles los tendones para que se postraran, lo haría.
Dando un paso hacia delante y dejando que su cuerpo desnudo experimentara el calor y la espesura del aire de su zona del Olimpo, la deidad no tuvo sino que considerar algo para que esto pasara: partes sueltas de su armadura divina surcaron el aire para envestirlo. La cintura, los muslos, las espinillas fueron cubiertas con aquel metal sagrado en la forma de piezas curvas decoradas exquisitamente, mientras que sus pies eran calzados con el mismo material pero modificado ligeramente al gusto del dios, y esas no eran más que las botas de batalla con las puntas arrancadas, formando unas sandalias improvisadas que seguían la típica moda romana. Si Ares iba a habitar el cuerpo del heredero al trono romano, aquel que una vez fue considerado el General máximo entre todos los combatientes humanos debía hacerlo de una forma en que la memoria corporal se sintiera más realizada…y como no, el también lo hacía. Después de todo Roma era la ciudad preferida por “Marte”.
Finalmente, el enorme sujeto que pasaba los dos metros de alto avanzó para así quedar bien puesto frente a Latrivan, Madareth, Tafariel, Zugurosh, Apocalypse y de extra, el Fantasma de la Muerte de Eris. Levantando la mano para hacer crujir los dedos de su siniestra, la espada característica de la entidad de los conflictos sangrientos se materializó al instante. En su derecha llevaba el casco de su armadura y su piel estaba cubierta por la sangre de su “capullo”. Levantando la vista sus ojos miraban al frente, sus pupilas negras y su esclerótica roja daban a entender una sola cosa:
No había marcha atrás, la época de la Guerra Sangrienta daba inicio.
-------
Offrol:
Bien, no necesito presentación para la mayoría pero igual, lo hago. Hola, soy su nuevo jefe. Primero que nada arrodíllense onrol o les corto los tendones para que lo hagan (eso ya lo mencioné antes) y luego pasaremos a los asuntos serios de verdad:
Dado que los leí antes y me quedé con la idea de que quieren acción o al menos, tienen ideas para que eso suceda pueden postear dando sus ideas y aportes tanto como en el rol como en un offrol. Tienen libertad de aportar lo que consideren necesario dado que igual consideraré todas y cada una de sus propuestas para actuar en consecuencia (incluso si quieren atacar a alguien en particular por asuntos personales)…y si no, igual ya hay algo en marcha. Tienen dos días para soltar ideas antes de que el “default” hable por sí mismo.
Eso es todo, saludos.
Nota para Sarahissa: Necesito que me expliques onrol exactamente como es que mataste/sellaste a Bazir así como los planes que estabas a punto de explayar antes.
Nota para Mac: Mac, tómalo como un consejo de roleador a roleador. Al llegar a un lugar TIENES que leer la descripción de donde te encuentras si es que es un topic hecho por otra persona, tu post describe el Templo de forma incorrecta (la forma y descripción están al inicio del topic) y si ni siquiera lo haces, habrán muchas irregularidades y problemas después. Por favor corrige eso.
Octavius- Dios/a
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Al notar pasar a Ares por en medio del templo en dirección a la estatua de 30 metros, Sarahissa bajó el rostro en señal de completa sumisión y respeto por él. Puso una de sus manos en el pecho y se inclinó en una reverencia. Su cabeza jamás debía estar más arriba que la del señor Ares, eso lo sabía muy bien. Por lo general, ni si quiera hablaba a menos que su Dios se lo pidiese.
Sintió como la cosmoenergía de Ares mutaba y crecía a niveles extraordinarios y un escalofrío pasó por su cuello al sentir ese cosmo violento... era maravilloso si quiera estar en presencia de algo así. Pero el rostro de Latrivan permaneció inalterable, como siempre... como si ni si quiera estuviese ahí.
Cerró los ojos, con el rostro inclinado, y ni si quiera los abrió cuando sintio que liquido pulverizado y tibio chocaba contra su rostro. Sabía que era la sangre del contenedor de Ares, pero no entendía el porque de todo ello... porque mutar y destruirse a si mismo sólo para volver a ser de imagen, como el Octavius que hacía tantos años Sarahissa había encontrado moribundo en los campos nevados de Germania. En esos tiempos, podría haber sido un hermano mayor ejemplar para ella... ahora, era todo, su dios... el ser que le daba sentido a su existencia.
Pero ese sujeto que aparecía ahí, por más que se pareciese a Octavius, no lo era. Había algo en éste que lo hacía distinto, aunque tal vez de aspecto eran casi identicos.
Cuando escuchó el grito sobre a quien servían, la rodilla derecha de Latrivan cayó al suelo.
- A usted mi señor. - Respondió con suavidad y elegancia, frialdad, con ese tono de nada que había en ella. Balsosas, piedresillas de marmol, huesos y otras cosas salían volando por el aire. Sintió como una baldosa le rozó el rostro y una linea roja apareció en el, mezclando su sangre con el resto. Ni si quiera se molestó en moverse. Ser lastimada por la cosmoenergía de Ares era un privilegia que sentía no merecer... ni si quiera merecía estar parada frente a él.
Sintió como una energía divina e infinita cubría todo el lugar. Era la armadura de Ares... que lo cubría dandoles a todo la visión de que ese hombre que llegaba, ya no era un hombre, sino el dios de la Guerra.
__________
OFF:
No puedo postear sin que le preunten. Sarahissa es de por si callada y desabrida, no hablaría en una situacion como esa sin que se lo pidieran, ordenaran o le preguntaran algo.
Sintió como la cosmoenergía de Ares mutaba y crecía a niveles extraordinarios y un escalofrío pasó por su cuello al sentir ese cosmo violento... era maravilloso si quiera estar en presencia de algo así. Pero el rostro de Latrivan permaneció inalterable, como siempre... como si ni si quiera estuviese ahí.
Cerró los ojos, con el rostro inclinado, y ni si quiera los abrió cuando sintio que liquido pulverizado y tibio chocaba contra su rostro. Sabía que era la sangre del contenedor de Ares, pero no entendía el porque de todo ello... porque mutar y destruirse a si mismo sólo para volver a ser de imagen, como el Octavius que hacía tantos años Sarahissa había encontrado moribundo en los campos nevados de Germania. En esos tiempos, podría haber sido un hermano mayor ejemplar para ella... ahora, era todo, su dios... el ser que le daba sentido a su existencia.
Pero ese sujeto que aparecía ahí, por más que se pareciese a Octavius, no lo era. Había algo en éste que lo hacía distinto, aunque tal vez de aspecto eran casi identicos.
Cuando escuchó el grito sobre a quien servían, la rodilla derecha de Latrivan cayó al suelo.
- A usted mi señor. - Respondió con suavidad y elegancia, frialdad, con ese tono de nada que había en ella. Balsosas, piedresillas de marmol, huesos y otras cosas salían volando por el aire. Sintió como una baldosa le rozó el rostro y una linea roja apareció en el, mezclando su sangre con el resto. Ni si quiera se molestó en moverse. Ser lastimada por la cosmoenergía de Ares era un privilegia que sentía no merecer... ni si quiera merecía estar parada frente a él.
Sintió como una energía divina e infinita cubría todo el lugar. Era la armadura de Ares... que lo cubría dandoles a todo la visión de que ese hombre que llegaba, ya no era un hombre, sino el dios de la Guerra.
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OFF:
No puedo postear sin que le preunten. Sarahissa es de por si callada y desabrida, no hablaría en una situacion como esa sin que se lo pidieran, ordenaran o le preguntaran algo.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
- Berserkers –
Ese fue su grito de guerra, esa era la voz de mando que guiaba su espada y ordenaba destruir a todo y todos los que estuviesen a su paso… ese era el verdadero ser de su señor.
Madareth quien hasta hace unos instantes se debatía entre decirle a Ares que estaban siendo unos putos capullos escondidos en la fortaleza del palacio de la guerra, atemorizados por quien sabe que cuando debían estar destruyendo todo lo que se atreviese a levantar sus puños contra los berserkers y su deidad o quedarse aun manteniéndose respetuosa ante sus hermanas de batalla y su dios.
La pelirroja tenia su rostro desfigurado por una mueca de alegría y emoción, sonreía satisfecha, sonreía feliz y sadicamente, porque sabia que el campo de batalla estaba aun mas cerca y le llamaba con insistencia. La reacción de la mas explosiva de sus beerserkers no se hizo esperar, aquel cosmos que siempre se mantenía ardiente y altanero exploto aun mas, causando que la baldosa a un area alrededor de ella se desquebrajara por la presión y rompiera en pedazos los cuales al final quedaban reducidos a polvo por el poder del cosmos de la mujer.
- AU!!!!!!!!!!! AU!!!!!!!!!!!!!!!!! – respondió sin mas para su señor, invocando el grito de batalla que los guerreros espartanos le ofrecían antes de la batalla, desenvainando sus armas y clavándolas con descolosal fuerza al piso, al tiempo que se arrodillaba frente a Ares, levantando una ligera capa de polvo que hizo ondear su capa rojiza.
- Su arma esta lista para ser empuñada….- porque eso era ella, un arma, un objeto al servicio del dios de la guerra, el cual disfrutaba el campo de batalla y moriría en este con orgullo y con la frente en alto.
----------------------------------------
OFF: sorry el fail post, tanto tiempo afk me ha hecho perder a mada...
No tengo ideas para la guerra sorry u.u
Ese fue su grito de guerra, esa era la voz de mando que guiaba su espada y ordenaba destruir a todo y todos los que estuviesen a su paso… ese era el verdadero ser de su señor.
Madareth quien hasta hace unos instantes se debatía entre decirle a Ares que estaban siendo unos putos capullos escondidos en la fortaleza del palacio de la guerra, atemorizados por quien sabe que cuando debían estar destruyendo todo lo que se atreviese a levantar sus puños contra los berserkers y su deidad o quedarse aun manteniéndose respetuosa ante sus hermanas de batalla y su dios.
La pelirroja tenia su rostro desfigurado por una mueca de alegría y emoción, sonreía satisfecha, sonreía feliz y sadicamente, porque sabia que el campo de batalla estaba aun mas cerca y le llamaba con insistencia. La reacción de la mas explosiva de sus beerserkers no se hizo esperar, aquel cosmos que siempre se mantenía ardiente y altanero exploto aun mas, causando que la baldosa a un area alrededor de ella se desquebrajara por la presión y rompiera en pedazos los cuales al final quedaban reducidos a polvo por el poder del cosmos de la mujer.
- AU!!!!!!!!!!! AU!!!!!!!!!!!!!!!!! – respondió sin mas para su señor, invocando el grito de batalla que los guerreros espartanos le ofrecían antes de la batalla, desenvainando sus armas y clavándolas con descolosal fuerza al piso, al tiempo que se arrodillaba frente a Ares, levantando una ligera capa de polvo que hizo ondear su capa rojiza.
- Su arma esta lista para ser empuñada….- porque eso era ella, un arma, un objeto al servicio del dios de la guerra, el cual disfrutaba el campo de batalla y moriría en este con orgullo y con la frente en alto.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Al fin llegaban todos los guerreros restantes y era hora de actuar, como estaba esperando hacía ya bastante tiempo. No era muy paciente y eso estaba provocando de quisiera actuar por mi cuenta antes de que todos llegaran, pero pronto el poderoso e imponente cosmos del dios de la guerra se liberó en aquel gran salón del templo. En ese momento sonreí sospechando que pronto llegaría el momento de pelear, y estaba muy ansiosa por eso. Lista para seguir a Ares y obedecer a todo lo que dijera, sin negarlo. Era mi deber y mi deseo, no podía hacer menos.
Cuando escuché su voz fuerte preguntando a quién le servíamos los bersekers, levanté la vista por unos segundos mirándolo. Pude sentir esa cosmoenergía imponente y divina que cubría aquel gran salón, entonces sin pensarlo dejé caer mi rodilla en el suelo.
–Tafariel está a su servicio, Señor. Lista para obedecer sus órdenes.– seguido de aquellas palabras incliné mi cabeza cerrando los ojos, en señal de respeto y devoción a aquel dios que frente a nosotros se encontraba. Era mi deber y mi único motivo de existencia el obedecerle y serle fiel al dios de la guerra, y estaba dispuesta a hacerlo, incluso si debía arriesgar mi propia existencia no me importaba, iba a luchar y obedecerle como fuera. Entonces fue que mi cosmos se dejó senti allí, pero no era nada e comparación con el de aquel dios, claro está, pero con ello demostraba estar lista para cualquier cosa.
Cuando escuché su voz fuerte preguntando a quién le servíamos los bersekers, levanté la vista por unos segundos mirándolo. Pude sentir esa cosmoenergía imponente y divina que cubría aquel gran salón, entonces sin pensarlo dejé caer mi rodilla en el suelo.
–Tafariel está a su servicio, Señor. Lista para obedecer sus órdenes.– seguido de aquellas palabras incliné mi cabeza cerrando los ojos, en señal de respeto y devoción a aquel dios que frente a nosotros se encontraba. Era mi deber y mi único motivo de existencia el obedecerle y serle fiel al dios de la guerra, y estaba dispuesta a hacerlo, incluso si debía arriesgar mi propia existencia no me importaba, iba a luchar y obedecerle como fuera. Entonces fue que mi cosmos se dejó senti allí, pero no era nada e comparación con el de aquel dios, claro está, pero con ello demostraba estar lista para cualquier cosa.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Bien bien, veo que las cosas no han cambiado demasiado por aquí. Dijo la divinidad de la Guerra haciendo girar su arma característica, finalmente encajándola en la funda que iba incluida en la cintura de su kamei. Menuda diferencia se sentía: la percepción del ambiente, de los cosmos e incluso su visión eran total y absolutamente distintas a lo que su forma de “capullo” pudo haber sentido…y bajo todo aquello quedaban también los recuerdos. Estando sumido en esa batalla mental con una mente tan regia como lo era la de aquel humano tan perfecto no le había dejado registrar propiamente todo lo que ya de por sí, debía haberse dado cuenta. Así que hagamos un recuento adecuado. Murmuró con calma para equiparse el casco y avanzar en dirección a las tres personas que habían demostrado su absoluta lealtad al responder primero que nadie.
Latrivan. Señaló deteniéndose frente a la dama de cabellos tan rojos como la sangre y piel tan pálida como la nieve de Germania, lugar de origen de su avatar humano. Dado que tu función encargada fue velar por el bienestar de este cuerpo, ¿dónde estabas mientras improvisaba mi entrada al mundo? Preguntó la deidad afilando la mirada y clavando sus pupilas totalmente negras en la cabeza de la mujer que todavía postrada, era por lejos la más peligrosa de todos los guerreros que se encontraban frente a su persona. Ni siquiera te recuerdo allí. Solo Madareth pareció tener un atisbo de preocupación por ese mínimo detalle, ¿cierto? Bien…dime, ¿qué hacías? Inquirió el dios de la Guerra sin cambiar de expresión y llevando ambos brazos desnudos a la espalda, donde los entrecruzó para así dejar notar como los músculos de su torso se marcaban con claridad.
En aquel momento, solo quería conocer cierto detalle. Si no estaba mal las energías de Ushuriel, Hellgorak y Bazir habían desaparecido. De los primeros dos tenía todos los detalles y aún cuando hubiera sido particular, su propósito, aunque desconocido, había sido cumplido. Si Latrivan le aclaraba todos los detalles de lo sucedido con Bazir, podría ser que incluso una basura tan cobarde como esa hubiera cumplido su cometido…de una forma u otra, esas muertes no eran sino las piedras angulares de un propósito con el que llevaba trabajando desde hacía mucho, incluso mucho antes de haber usado el cadáver de un pintorcillo patético para ganar tiempo…lo que claro, conllevó a un sello por doscientos años que le permitió además darle los últimos martillazos a su esquema maestro.
Solo necesitaba una respuesta concreta y esa, la tenía Latrivan.
Latrivan. Señaló deteniéndose frente a la dama de cabellos tan rojos como la sangre y piel tan pálida como la nieve de Germania, lugar de origen de su avatar humano. Dado que tu función encargada fue velar por el bienestar de este cuerpo, ¿dónde estabas mientras improvisaba mi entrada al mundo? Preguntó la deidad afilando la mirada y clavando sus pupilas totalmente negras en la cabeza de la mujer que todavía postrada, era por lejos la más peligrosa de todos los guerreros que se encontraban frente a su persona. Ni siquiera te recuerdo allí. Solo Madareth pareció tener un atisbo de preocupación por ese mínimo detalle, ¿cierto? Bien…dime, ¿qué hacías? Inquirió el dios de la Guerra sin cambiar de expresión y llevando ambos brazos desnudos a la espalda, donde los entrecruzó para así dejar notar como los músculos de su torso se marcaban con claridad.
En aquel momento, solo quería conocer cierto detalle. Si no estaba mal las energías de Ushuriel, Hellgorak y Bazir habían desaparecido. De los primeros dos tenía todos los detalles y aún cuando hubiera sido particular, su propósito, aunque desconocido, había sido cumplido. Si Latrivan le aclaraba todos los detalles de lo sucedido con Bazir, podría ser que incluso una basura tan cobarde como esa hubiera cumplido su cometido…de una forma u otra, esas muertes no eran sino las piedras angulares de un propósito con el que llevaba trabajando desde hacía mucho, incluso mucho antes de haber usado el cadáver de un pintorcillo patético para ganar tiempo…lo que claro, conllevó a un sello por doscientos años que le permitió además darle los últimos martillazos a su esquema maestro.
Solo necesitaba una respuesta concreta y esa, la tenía Latrivan.
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Mac se encontró pronto en el salón principal que alojaba dentro de si aquella impresionante estatua del que era su general el dios Ares. Des de que llego a aquel lugar Mac no sintió un atmosfera acogedora, aun que no era eso lo que esperaba, se sentía una atmosfera violente que emanaba de la persona que iba llegando a aquel lugar y se juntaba con la atmosfera de arrogancia que emanaban algunos de loa hay presentes.
Aquel presente personaje recién llegado comenzó a deformarse de alguna forma exagerada, creciéndole los hombros y los brazos de una forma tan descomunal, seguida por las demás partes de su cuerpo que de igual forma crecían exageradamente hasta que llego al punto que aquel cuerpo de aquella persona de nombre Octavio, exploto como un cuero de cabra al que se le excede el límite de vino que puede cargar y trozos del cuerpo desmembrado volaron en todas direcciones acompañados por pedazos de baldosa resurgiendo de entre aquellos despojos de cuerpo un cuerpo totalmente diferente.
Mac comprendió que aquel nuevo personaje era el autentico y esperado general ansioso de dar órdenes y aunque Mac aun no recibía su ropaje sagrado ya se sentía y mas que sentirse ya estaba listo a la orden para hacer un desorden y se sintió totalmente emocionado.
El nuevo Ares emitió sus primeras palabras emitidas del nuevo cuerpo –A quien sirven?-, y al no obtener respuesta grito nuevamente –A quien sirven?- las tres mujeres fueron las primeras en dar su respuesta, para después obtener su ropaje sagrado y usarlo después de un largo tiempo.
Mac fue el último en decir a quien serbia, -Así que hagamos un recuento adecuado- murmuro Ares- a lo que Mac contesto en el momento en que ponía su rodilla derecha en el suelo –No se olvide de mi señor yo también estoy a su lado, aunque aun no despierte totalmente, pero estoy listo a la orden para lo que mande-
Off
Pues ya esta claro el mensaje, para la próxima leeré un poco mas antes de escribir, de mi parte no te debes preocupar si seguiré las reglas, no debes excluirme ayer iba postear perro por un asuntillo ya no pude, pero ahora lo hago espero no haya ningún problema en eso.
En cuanto si ya va a empezar la acción te pido que me incluyas, aunque sea en cosas simples, me esforzare por conseguir la armadura lo más pronto posible
Aquel presente personaje recién llegado comenzó a deformarse de alguna forma exagerada, creciéndole los hombros y los brazos de una forma tan descomunal, seguida por las demás partes de su cuerpo que de igual forma crecían exageradamente hasta que llego al punto que aquel cuerpo de aquella persona de nombre Octavio, exploto como un cuero de cabra al que se le excede el límite de vino que puede cargar y trozos del cuerpo desmembrado volaron en todas direcciones acompañados por pedazos de baldosa resurgiendo de entre aquellos despojos de cuerpo un cuerpo totalmente diferente.
Mac comprendió que aquel nuevo personaje era el autentico y esperado general ansioso de dar órdenes y aunque Mac aun no recibía su ropaje sagrado ya se sentía y mas que sentirse ya estaba listo a la orden para hacer un desorden y se sintió totalmente emocionado.
El nuevo Ares emitió sus primeras palabras emitidas del nuevo cuerpo –A quien sirven?-, y al no obtener respuesta grito nuevamente –A quien sirven?- las tres mujeres fueron las primeras en dar su respuesta, para después obtener su ropaje sagrado y usarlo después de un largo tiempo.
Mac fue el último en decir a quien serbia, -Así que hagamos un recuento adecuado- murmuro Ares- a lo que Mac contesto en el momento en que ponía su rodilla derecha en el suelo –No se olvide de mi señor yo también estoy a su lado, aunque aun no despierte totalmente, pero estoy listo a la orden para lo que mande-
Off
Pues ya esta claro el mensaje, para la próxima leeré un poco mas antes de escribir, de mi parte no te debes preocupar si seguiré las reglas, no debes excluirme ayer iba postear perro por un asuntillo ya no pude, pero ahora lo hago espero no haya ningún problema en eso.
En cuanto si ya va a empezar la acción te pido que me incluyas, aunque sea en cosas simples, me esforzare por conseguir la armadura lo más pronto posible
Invitado- Invitado
Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Latrivan se puso de pie, Ares se estaba dirigiendo a ella para que respondiera por su accionar. Su corazón permaneció frio e inalterado. No hubo rasgo de preocupación y hasta parecía que todo aquello se podría haber traducido en indiferencia por parte de ella. Pero no era así, Latrivan era distante y silenciosa, vivía en su cabeza la mayoría del tiempo, siempre razonando, buscando la mejor forma de poder servir. Ares en su momento la había nombrado como su arma táctica, la ultima guerrera que debía aparecer en batalla. No era del tipo que iba a estar buscando peleas innecesarias o suicidas, aunque su propia naturaleza se lo ordenase. Despues de todo era una criatura de la guerra y no había para ellos mayor deleite que poder ver la sangre cubriendo el suelo.
- Mi señor. – Dijo solemne, mirando el suelo, pues no se atrevía a mirar a los ojos a Ares en ese momento, no sentía que tenía derecho a tal privilegio. – La mujer en que nació mi alma lo cuidó y protegía durante toda su vida junto con su hermano mellizo en las tierras de Germania.
Al parecer, la cosmoenergía de mi señor fue demasiado grandiosa para dicho cuerpo y en un arrebato eliminó a todo el ejército enemigo y también al suyo propio, dejándolo al abismo de la muerte.
El humano llamado Octavius perdió la memoria después de esto y vivió una vida bastante tranquila en los bosques orientales de Germania junto con Sarahissa y Kainan.
Para resumirlo un poco, en los años en que el hermano menor de el humano en que su alma reposó, volvió a Germania para conquistarla, Sarahissa le confesó la verdadera naturaleza de su origen a Octavius. En dicho momento, el humano volvió a Roma junto con su familia.
No fallé en cuidar de su avatar, mi señor. Pero entonces era tan sólo una muchachita sin poder alguno, que no llamaba la atención a nadie. Mi presencia cerca de usted no representaba peligro alguno.
Latrivan dio una pausa. Cuando se le dirigían solía tomarse su tiempo para hablar y explicarse a si misma. No era de las que se apuraba en hablar, le gustaba hacerlo cuando era necesario. Tenía que hacer que Ares viera lo que ella veía y era precisamente esto lo que estaba haciendo. Claro, como una niña salvaje en Germania no era peligro para nadie, no era una amenaza, y así inconscientemente su cuerpo había permanecido cerca de Ares cuidándolo, alimentándolo, bañándolo y sirviéndole casi como una hermana menor.
Octavius la había criado, le había enseñado latín y todo lo que ella sabía de las estrategías de guerra. Quería creer que Ares había caído en ese lugar por un propósito y ese era, educarla para que pudiera servirle en el futuro.
- Cuando mi alma despertó en el cuerpo de la esclava Sarahissa, desperté el alma de Hellgorak, quien curiosamente había sido el dueño de aquella mujer. En ese momento, ambos decidimos que acercarnos al humano Octavius hubiese sido el peor de los errores. Octavius, como el humano que era, no llamaba la atención de nadie que hubiese podido percibir el cosmo. Pero si Hellgorak y yo mismo nos hubiésemos acercado a usted, habría sido como iluminarle el camino en la oscuridad a todos sus enemigos.
La mejor forma de cuidarlo, era haciéndolo a la distancia, mi señor. De esa manera nadie sospecharía de que su ejército se levantaba en señal de que su despertar estaba próximo.
Con Hellgorak decidimos reunir a su ejercito en el Olimpo, llegando sólo Bazir al llamado de nuestra cosmoenergía. Decidimos, que buscaríamos a Madareth, Tafariel, Gorgoldan e Ushuriel, cuyas cosmoenergías ya daban pequeños atisbos de existir.
Yo cumplí con mi cometido, encontrando a Madareth y a Ushuriel. Les indiqué que se esperaba de ellas. Madareth fue a su encuentro. Ushuriel, no. Ushuriel prefirió utilizar sus nuevos poderes para vengarse de quienes la habían agravado en vida, muriendo en el intento como ya sabrá.
Aun pensaba que la muerte de Hellgorak e Ushuriel había sido completamente evitable y estúpida, habiendo ido contra el señor de los mares sin el permiso de Ares para ello, mientras que la propia Latrivan intentaba formar una alianza de guerra con Eris, llevándole el mensaje que Ares le había pedido… “Mantente fuera o muerte.” Tambien aquel sujeto llamado Khrysis había hecho estupideces, atacando a los espectros. Todos en el bando de Ares eran unos imbéciles, a decir verdad, Sarahissa los veía como piedras en el camino de su señor, piedras que se movían con independencia y sin seguir ordenes. Lo que ella había hecho, era mover dichas piedras de su camino.
- La disciplina para cualquier guerrero es fundamental. Eso me lo enseñó el humano Octavius, cuando me educó para servirle. Vi basura en su ejercito que debía ser eliminada. Eso es todo. No hay más explicación que esa, mi señor. Pero como me esta pidiendo que diga que sucedió, y no que opino de ello, le mostraré exactamente, cual fue el destino de Bazir.
Tomó su violín entre las manos y comenzó a tocar una melodía. Uno de los caprichos de Latrivan, así se llamaban las 24 composiciones que podía ejecutar en el violín con diferentes efectos. Por algo era llamada la hechizera maldita.
Frente a todos los bersekers un humo rojizo apareció y fue tomando forma. Un hombre y una mujer, amándose, copulando como animales, susurrándose palabras de amor mientras ello ocurría. Pronto, la mujer se retiro, y el hombre permaneció ahí solo. En escena apareció entonces, la figura de Latrivan, hecha de humo blanco… se veía tan real que cualquiera podría habido intentado tocarla para ver cual era Latrivan y cual era una simple ilusión.
¿Encontraste a Tafariel adentro de esa mujerzuela o sólo empezaste por ahí tu búsqueda? – La voz viajaba en el aire, lejana y sin prisa. - ¿Puedo también escribirte cartas los primeros de cada mes y recordarte Bazir, que eres un guerrero de Ares? Mientras estabas aquí perdiendo el tiempo, Ares ha despertado. Necesito que vayas por Ushuriel mientras yo voy por Tafariel. Es momento de que el ejército se vuelva a juntar. ¿Puedes hacerlo o te morirás de pena por estar lejos de esa mujer?
Luego de que la figura de Bazir diera ciertas explicaciones del porque de su fracaso al pedirle que hiciera algo, dijo algo que retumbó en los oídos de todos los presentes.
.... Asi que ya a despertado ese viejo, tuch, bien creo que no hay mucho que desear, al cabo que solo somos peones, crei que mi existencia podria cambiar el mundo.... pero ahora....
Nunca he juzgado al resto de los Bersekers cuando se trata de cumplir órdenes, no somos un equipo, no tenemos compañerismo alguno... Tengo más que claro que entre nosotros sólo hay traiciones y cada uno de los guerreros de Ares no sólo debe cuidarse la espalda de nuestros enemigos, pero tambien paradojicamente, de nuestros aliados. Lo acepto, no me molesta saber que podría pelear contra cualquiera de ustedes en cualquier momento, de hecho, me agrada tal idea...Pues amo la batalla, y no hay nadie que ame pelear tanto como otro Berseker.
La mano de Sarahissa rodeaba el cuello de aquella figura de humo, apretando con fuerza. Indicando lo mucho que odiaba lo que acababa de escuchar.
Pero lo que no puedo aceptar es que un insecto como tú hable así de mi señor. Retractate de ofenderlo o muere entre mis manos.
Mmm interesante...¿Crees que apretando sólo mi cuello dejaré de decir mis verdaderas intenciones? ¡Me vale un comino lo que sientas por tu dios, al cabo solo eres una maldita esclava igual que yo, tu amor nunca será correspondido, eres y serás solo un insecto para él, ese destino lo es para todos...!!
Bazir había alejado las manos de humo de Sarahissa, retirándola de su posición.
Interesante, saber que una lacaya dará todo por su dios. Así como tú lo amas, yo amo a esa mujer, no importa que se interpusiera, el mismo mandato divino... se las consecuencias, siempre lo supe. Y bien aquí estamos, no importa nada, ahora solo uno decidirá quien tiene razón, tú con el amor ciego que tienes hacia ese dios, o yo solo cumpliendo mi destino. Sabía que alguien acabaría con mi vida, y quien más que una berserker lo haga, complacido estaría con la vida para poder pelear entre nosotros...
Bazir tomó su lira y las piesas de su armadura de Berseker lo cubrieron, señalando que una batalla entre ellos era inminente. Daba la primera señal de querer combatir contra Latrivan en la ilusión de humo.
¿Que tienen que ver lo sentimientos con todo ésto? Los que luchan porque aman, porque odian, porque temen o porque buscan libertad lo único que consiguen es ser mártires olvidados en el tiempo. Los grandes guerreros como Aquiles, que luchan sólo por el gusto de luchar... son recordados para siempre.
Si crees que te desprecio por que amo a mi señor, te equivocas rotundamente. Te desprecio porque eres un perro que muerde la mano que te alimenta.
Nosotros no seguimos a Ares porque lo amemos o le temamos, lo seguimos porque ama luchar y es más fuerte que cualquier otro en ello. ¿Entiendes eso Bazir? No somos nada al lado de él... y lo mínimo que puedes hacer para agradecer que bondadosamente te permita seguirlo, es respetarlo como se merece.
No me interesa a quien ames, si eres el tipo de hombre que ama es tu problema.
Los sentimientos te han hecho patético y debil ante mis ojos... No te interesa morir, ¿Verdad? No sería una lección para ti morir en este momento. Entonces, ¿Que tal si cambiamos las cartas? ¿Qué tal si mato a la mujer que amas para enseñarte una lección sobre respeto y fidelidad? ¿Qué valor tiene la vida de ella para tí? ¿La amas lo suficiente como para respetar a Ares?
Sarahissa se posaba en el marco de la ventana tomando asiento.
Por ahora no me importa lo que pienses. En verdad, si quieres ir a matar a aquella mujer, a la que amo, entonces ¿Qué esperas? Ve de una vez...
Aunque para poder encontrarla, sera difícil, ademas de que ella no es tan débil como para dejarse morir, pero si quieres hacerlo, solo perderás tu tiempo.
Si, creo que será difícil encontrarla Jabranth, su cosmoenergía era tan insignificante que se podría confundir hasta con la de un árbol o una piedra.
De cualquier forma, tu mejor que nadie sabes, que no hay guerrero alguno que se compare a la fuerza de un berseker. Ni si quiera los jueces de Hades ni los legionarios de Zeus se comparan a nosotros cuando se trata de fuerza. ¿Qué te hace pensar que una basura como esa mujer podría ser rival para mí, para tí o para cualquier berseker?
No comprendo tu idea de ser cambiar las cosas ¿Acaso no me parezco mejor contendiente? ademas de que en caso de que yo ganase no se sabría nada de esto y ya muerto no me harías sufrir. Pero creo que es mucha palabrería por ahora, ¿Por qué no comenzamos, o es que la cobardía salio al final? Si vas a ponerte seria entonces comencemos, si no, solo aceptaras tu muerte.
Una voz distinta invadió el lugar… la voz de alguien que en ese momento estaba muerto.
La fuerza? La fuerza viene del poderío Bazir, la fuerza es la habilidad para aplastar a las cucarachas que plagan este mundo. La fuerza es la carencia de debilidades…y tú, has mostrado ser otra plaga más. No mereces el título de Berserker.
Al lado de Sarahissa se sentaba alguien más, dándole la espalda a ambos. Pero para los que estaban de frente a esta nueva ilusión de humo rojizo carmesí, podían ver los rasgos de Steven, Hellgorak.
Jum valla, asi que el muerto se hace presente. Pensé que te habrías quedado entre los aposentos de Latrivan u otra cosa. Menos mal que regresaste. Aquí Sara ya te estaba esperando con ansias, sus deseos se notan, hasta en el momento de respirar tu esencia.
Latrivan...esta basura no cambiará, ya oíste su miserable respuesta. Si gustas, puedo ir a eliminar al otro insecto, que te parece?
Has lo que gustes. Si te divierte jugar con basura, ve y ensuciate.
Se puso de pie entre las alas de la armadura del Berseker Hellgorak.
No necesito justificarme frente a ti Bazir, te di una oportunidad para que tu alma hiciera las paces con los dioses. Sufrirás una vida eterna en el Cocytos, el lugar reservado para aquellos que vivieron sus vidas en contra de los dioses... ¿Realmente crees que pararás de sufrir entonces?
El lugar de humo empezó a mutar, a transformarse, el espacio a cambiar una y otra vez... era la habilidad de Latrivan, hacer parecer lo real como irreal y lo irreal como real, confundiendo a sus enemigos en un laberinto de mentiras y verdades que podían enloquecer a cualquier mente.
No... No Bazir... la muerte para ti será sólo el principio de tu castigo, cuando éstes en el inframundo, suplicaras que tu alma se desvanezca y sea destruida antes de sentir esa tortura, pena y dolor, una y otra... y otra... y otra vez... hasta el final de los tiempos.
Jajajaja, vaya no pensé que llegarías al extremo de matar a un berserker por tu amor ferviente a Ares, tu reacción es de sorprenderse.
No te confundas Latrivan, recuerda que el peor destino que puede haber para cualquier ser en este mundo es desaparecer completamente, incluso de las memorias de las demás ratas. Aún siendo cucarachas, se protegen entre sí…y que mejor castigo que borrarlos del mapa, los pensamientos y la historia por completo?
Eso Latrivan, es lo que se ganan las lacras como Bazir…excepto claro, que no es Bazir el que tenemos ante nosotros, no es más que el sucio humano que se suponía era su vehículo en esta época.
El lugar pareció llenarse de oscuridad y nieve empezó a caer, como si se encontraran al aire libre... en medio de la nada, solo oscuridad y pocos de nieve cayendo desde el cielo.
Sabes que yo Bazir soy el señor de las mentiras. Siempre estoy jugando con sentimientos, no importa quien sea, sin importar lo que pienses. ¿Crees que todo lo que he hecho ha sido por algo de amor, y palabras cursis que he dicho anteriormente? No, solo son eso, mentiras que aunque a algunos le duela, nunca podran ser verdad. Es lo que he hecho. Primero, lo de no respetar a Ares, incluso de no importarme su despertar, lo dije en sarcasmo que no pudiste deducir, por tu falta de sentido del humor
No tengo sentido del humor. Eso deberías saberlo ya.
Y sí, por esa mujer también mentí al decir que moriría por ella, por mi puedes hacer lo que quieras, al fin y al cabo, toda mi vida a sido la mentira la única amiga, la que siempre me ha seguido. Y bien que dices ahora Latrivan, crees que aveces me tomo enserio mi papel de berserker, o quizas tambien sea la mentira mas piadosa.
Me sorprende que pienses que no mataría a un Berseker por mi lealtad y amor al señor Ares. Levantaría mis puños contra los mismos dioses si así Ares me lo ordenara, ¿Qué te hace pensar que no mataría a un Berseker por él?
Si te sorprende mi reacción, es porque eres inferior a mí en todo sentido. Cuando se trata de mi señor, no acepto bromas de ningún tipo. Si te crees tan gracioso te recomendaría que te dedicaras a ser payaso y no Berseker. Te iría mejor de ilusionista barato por las calles de Roma que entre las gloriosas filas de Ares, Bazir. No estas a la altura de representar al dios de la guerra. Eres un niño inmaduro y sin cerebro, que no merece portar el metal rojo de tu armadura.
Si tengo que despertarte a golpes lo haré sin problema para que recuerdes donde esta tu fidelidad.
¿Tanto deseas asesinarme? ¿Ver mi sangre vertida entre tus manos? Bien toma mi alma y mi cuerpo.. jum ... al cabo no es precisamente lo que tenga en mis planes, quizas pueda morir hoy o quizas sea luego, la suerte esta hechada, veamos que podras hacer, aqui tienes a este cuerpo, dispara todo lo que tengas en tu arsenal, vamos...
La armadura de Latrivan la cubría. Todo se volvía mas oscuro en el mundo de ilusiones.
Despierta ahora, Bazir. No habrá una segunda oportunidad para ti. Despierta, o muere junto a tu única compañera hasta ahora… tus mentiras.
Ummm, despertar, jajaja si ya estoy mas que despierto, esta forma humana que vez aqui es lo que soy, sólo eso. Quizas sea solitario, pero es mejor que estar buscando la compañia en alguien mas... Pero no me hagas esperar, veamos que tienes que hacer...
El cabello de humo de Latrivan se elevó en el aire producto de la cosmoenergía que emanaba.
No hay más que decir. Haré que te arrepientas por perderle el respeto a Ares.
Interesante, me estas dando este regalo, bien creo que ya no tendre que imaginarme antes de morir, si es que eso me depara el destino, igual mi existencia por si sola, en este momento ya te corresponde, se que este juego de ilusiones no es para solo asustarme, algo emanara de ti, y se que dolera, y mucho.
Es verdad, me tienes ya en tus manos...
Comenzó a tocar su violín con notas rápidas y violentas que hacían que todo a su alrededor se transformara en algo distinto a lo que debía ser. Ya no estaban en la posada de mala muerte, sino en un infierno de fuego y desesperación en donde se escuchaba el sufrimiento de los cuerpos que caían en las lavas. Sus chillidos eran horribles, tan horribles que hacía que la piel se erizara.
Valla, tengo que felicitarte por esas notas, alegran este corazon frio y vacio, tu musica y los gritos, son melodias especiales para mis oidos, mi corazon comenzo a latir mas fuerte por la emocion de escucharte....
¡VERMILION!
Al momento en que gritó aquellas palabras una esfera de viento se posicionó frente a ella, de colores rojizos como el fuego y se dirigieron a toda velocidad para chocar contra el suelo, a los pies de Bazir. Le estaba mostrando a todos lo que había hecho con el traidor. Tal vez sería una buena forma de enseñarles a cada uno de los presentes lo que pasaba con los traidores.
Ugghhh
Se podía ver sangre encima de la armadura de Bazir, mientras caía al piso en un golpe seco. Sarahissa tocó una nota más, y Bazir aulló de dolor.
AAAAAAAAAAARRRRGGGGHHHH
¿Sientes el terror en tu pecho, Bazir? Ese es el poder que Ares nos da, la capacidad de infundir pánico en cualquier ente viviente. Y ese dolor y parálisis en tu cuerpo y alma, es el verdadero pánico, el terror, lo que nuestro escuadrón representa. Yo, Latrivan, te mostraré el poder de un verdadero Berseker.
Tocó una segunda Nota, obligando al hombre a arrodillarse con el mismo dolor que su cosmoenergia ardiente le estaba provocando alrededor de su cuerpo.
Tocó por último una tercera nota, aguda, tan aguda que las almas en pena en su mundo distorsionado chillaron de dolor. Estaba destinada a la mente de Jabranth y las palabras le llegaron como una orden para que las repitiera infinitamente, para que perdiera toda habla posible y que lo único que quedara en su cabeza fuera lo que era…. "Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor…"
Dilo. – Ordenó la mujer caminando hacia él sin apartar sus ojos de su rostro. - Dilo hasta que tu boca sangre. Convéncete que no eres nada, sólo barro… fango… polvo… basura… que sin el cosmo de Ares no serías nada, ni si quiera existirías en este mundo. Dilo Bazir, hasta que tu corazón comienza a latir como el de un verdadero Berseker.
Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… - eran palabras suaves, casi como si estuviese hablando para si mismo.
Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor…
Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor…Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor…Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor…Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor….
Le perteces a Ares, Bazir. Eres nada... sólo el polvo en su calzado, un objeto que utilizará cuando el juego así lo requiera. No sigas intentando cosas sin pensarlas o lo lamentarás.
No mancharé mis manos con tu sangre Bazir... no eres mío para hacer contigo lo que guste, le perteneces a Ares y sólo él podrá ser tu ejecutor y tal vez, en esa ocasión, yo sea tu verdugo. Aunque ten siempre presente, mi esencia recorrerá tus venas hasta el día en que mueras. Hasta entonces, espero que aprecies tu armadura con el respeto que se merece, eres uno de los selectos, actua como tal.
Interesante la demostacion de poder Sarahissa. Se que he fallado como berserker, incluso mis sentimientos no han sido los correctos. Tratare de enmendar mi error, pero en este caso, te seguire a donde quiera que vayas, aunque no lo quiera, ya que todo mi ser esta a tu servicio, tu poder a estado manipulando mi cuerpo, y con ello pienso, que solo te pertenecere a ti....
Es ahí tu error Bazir, alguien que no cree en Ares como su señor y dueño, no tiene derecho de llamarse a sí mismo un Berseker. Si quieres seguir a alguien, no me sigas a mi. Sigue a Ares. Él es la luz de tu vida de oscuridad…
Dilo Bazir. Siente que la fidelidad vuelve a ser una palabra con sentido en tu vida mientras te quema las venas. Ares es tu señor Bazir. Ares es tu dueño… yo no soy nada para ti Bazir, es a Ares a quien debes seguir por el resto de tu vida… tu existencia es para él y por él.
Pero Bazir no hizo caso alguno, en vez de eso gritó y chilló e intentó deshacerse de la cosmoenergía de Latrivan. La berserker lo miró con frialdad, abnegada. No perdería mas tiempo educando a ese sujeto.
Bazir… señor de las mentiras… que se pierda tu alma hasta que le sepas guardar lealtad a tu dueño.
El violín de Sarahissa comenzó a tocar su sonido más perturbante, un chillido parecido al llanto de un animal herido en el cual el lugar en donde había llevado el cuerpo y alma de Bazir comenzó a cerrarse, dejándolo encerrado dentro de él en una especie de cárcel de cristal azul.
En ese momento la ilusión desaparecía. Bazir, su alma, estaba sellada en una dimensión en que LAtrivan había dejado como castigo por su indisciplina hacia Ares. EL humo en el lugar se exparcía y Sarahissa volvía a su lugar.
- Tomo completa responsabilidad por lo que he hecho. Si desea castigarme puede hacerlo. Me lo merecería por imprudente. Pero le diré ahora, señor, cualquiera que hable de usted de esa forma frente a mí, enemigo o aliado, sufrirá el mismo destino. Nunca permitiré que hombre o dios mancille su honor.
Movió lentamente sus ojos hacia todos los presentes. Una amenaza tácita se había hecho.
- Mi señor. – Dijo solemne, mirando el suelo, pues no se atrevía a mirar a los ojos a Ares en ese momento, no sentía que tenía derecho a tal privilegio. – La mujer en que nació mi alma lo cuidó y protegía durante toda su vida junto con su hermano mellizo en las tierras de Germania.
Al parecer, la cosmoenergía de mi señor fue demasiado grandiosa para dicho cuerpo y en un arrebato eliminó a todo el ejército enemigo y también al suyo propio, dejándolo al abismo de la muerte.
El humano llamado Octavius perdió la memoria después de esto y vivió una vida bastante tranquila en los bosques orientales de Germania junto con Sarahissa y Kainan.
Para resumirlo un poco, en los años en que el hermano menor de el humano en que su alma reposó, volvió a Germania para conquistarla, Sarahissa le confesó la verdadera naturaleza de su origen a Octavius. En dicho momento, el humano volvió a Roma junto con su familia.
No fallé en cuidar de su avatar, mi señor. Pero entonces era tan sólo una muchachita sin poder alguno, que no llamaba la atención a nadie. Mi presencia cerca de usted no representaba peligro alguno.
Latrivan dio una pausa. Cuando se le dirigían solía tomarse su tiempo para hablar y explicarse a si misma. No era de las que se apuraba en hablar, le gustaba hacerlo cuando era necesario. Tenía que hacer que Ares viera lo que ella veía y era precisamente esto lo que estaba haciendo. Claro, como una niña salvaje en Germania no era peligro para nadie, no era una amenaza, y así inconscientemente su cuerpo había permanecido cerca de Ares cuidándolo, alimentándolo, bañándolo y sirviéndole casi como una hermana menor.
Octavius la había criado, le había enseñado latín y todo lo que ella sabía de las estrategías de guerra. Quería creer que Ares había caído en ese lugar por un propósito y ese era, educarla para que pudiera servirle en el futuro.
- Cuando mi alma despertó en el cuerpo de la esclava Sarahissa, desperté el alma de Hellgorak, quien curiosamente había sido el dueño de aquella mujer. En ese momento, ambos decidimos que acercarnos al humano Octavius hubiese sido el peor de los errores. Octavius, como el humano que era, no llamaba la atención de nadie que hubiese podido percibir el cosmo. Pero si Hellgorak y yo mismo nos hubiésemos acercado a usted, habría sido como iluminarle el camino en la oscuridad a todos sus enemigos.
La mejor forma de cuidarlo, era haciéndolo a la distancia, mi señor. De esa manera nadie sospecharía de que su ejército se levantaba en señal de que su despertar estaba próximo.
Con Hellgorak decidimos reunir a su ejercito en el Olimpo, llegando sólo Bazir al llamado de nuestra cosmoenergía. Decidimos, que buscaríamos a Madareth, Tafariel, Gorgoldan e Ushuriel, cuyas cosmoenergías ya daban pequeños atisbos de existir.
Yo cumplí con mi cometido, encontrando a Madareth y a Ushuriel. Les indiqué que se esperaba de ellas. Madareth fue a su encuentro. Ushuriel, no. Ushuriel prefirió utilizar sus nuevos poderes para vengarse de quienes la habían agravado en vida, muriendo en el intento como ya sabrá.
Aun pensaba que la muerte de Hellgorak e Ushuriel había sido completamente evitable y estúpida, habiendo ido contra el señor de los mares sin el permiso de Ares para ello, mientras que la propia Latrivan intentaba formar una alianza de guerra con Eris, llevándole el mensaje que Ares le había pedido… “Mantente fuera o muerte.” Tambien aquel sujeto llamado Khrysis había hecho estupideces, atacando a los espectros. Todos en el bando de Ares eran unos imbéciles, a decir verdad, Sarahissa los veía como piedras en el camino de su señor, piedras que se movían con independencia y sin seguir ordenes. Lo que ella había hecho, era mover dichas piedras de su camino.
- La disciplina para cualquier guerrero es fundamental. Eso me lo enseñó el humano Octavius, cuando me educó para servirle. Vi basura en su ejercito que debía ser eliminada. Eso es todo. No hay más explicación que esa, mi señor. Pero como me esta pidiendo que diga que sucedió, y no que opino de ello, le mostraré exactamente, cual fue el destino de Bazir.
Tomó su violín entre las manos y comenzó a tocar una melodía. Uno de los caprichos de Latrivan, así se llamaban las 24 composiciones que podía ejecutar en el violín con diferentes efectos. Por algo era llamada la hechizera maldita.
Frente a todos los bersekers un humo rojizo apareció y fue tomando forma. Un hombre y una mujer, amándose, copulando como animales, susurrándose palabras de amor mientras ello ocurría. Pronto, la mujer se retiro, y el hombre permaneció ahí solo. En escena apareció entonces, la figura de Latrivan, hecha de humo blanco… se veía tan real que cualquiera podría habido intentado tocarla para ver cual era Latrivan y cual era una simple ilusión.
¿Encontraste a Tafariel adentro de esa mujerzuela o sólo empezaste por ahí tu búsqueda? – La voz viajaba en el aire, lejana y sin prisa. - ¿Puedo también escribirte cartas los primeros de cada mes y recordarte Bazir, que eres un guerrero de Ares? Mientras estabas aquí perdiendo el tiempo, Ares ha despertado. Necesito que vayas por Ushuriel mientras yo voy por Tafariel. Es momento de que el ejército se vuelva a juntar. ¿Puedes hacerlo o te morirás de pena por estar lejos de esa mujer?
Luego de que la figura de Bazir diera ciertas explicaciones del porque de su fracaso al pedirle que hiciera algo, dijo algo que retumbó en los oídos de todos los presentes.
.... Asi que ya a despertado ese viejo, tuch, bien creo que no hay mucho que desear, al cabo que solo somos peones, crei que mi existencia podria cambiar el mundo.... pero ahora....
Nunca he juzgado al resto de los Bersekers cuando se trata de cumplir órdenes, no somos un equipo, no tenemos compañerismo alguno... Tengo más que claro que entre nosotros sólo hay traiciones y cada uno de los guerreros de Ares no sólo debe cuidarse la espalda de nuestros enemigos, pero tambien paradojicamente, de nuestros aliados. Lo acepto, no me molesta saber que podría pelear contra cualquiera de ustedes en cualquier momento, de hecho, me agrada tal idea...Pues amo la batalla, y no hay nadie que ame pelear tanto como otro Berseker.
La mano de Sarahissa rodeaba el cuello de aquella figura de humo, apretando con fuerza. Indicando lo mucho que odiaba lo que acababa de escuchar.
Pero lo que no puedo aceptar es que un insecto como tú hable así de mi señor. Retractate de ofenderlo o muere entre mis manos.
Mmm interesante...¿Crees que apretando sólo mi cuello dejaré de decir mis verdaderas intenciones? ¡Me vale un comino lo que sientas por tu dios, al cabo solo eres una maldita esclava igual que yo, tu amor nunca será correspondido, eres y serás solo un insecto para él, ese destino lo es para todos...!!
Bazir había alejado las manos de humo de Sarahissa, retirándola de su posición.
Interesante, saber que una lacaya dará todo por su dios. Así como tú lo amas, yo amo a esa mujer, no importa que se interpusiera, el mismo mandato divino... se las consecuencias, siempre lo supe. Y bien aquí estamos, no importa nada, ahora solo uno decidirá quien tiene razón, tú con el amor ciego que tienes hacia ese dios, o yo solo cumpliendo mi destino. Sabía que alguien acabaría con mi vida, y quien más que una berserker lo haga, complacido estaría con la vida para poder pelear entre nosotros...
Bazir tomó su lira y las piesas de su armadura de Berseker lo cubrieron, señalando que una batalla entre ellos era inminente. Daba la primera señal de querer combatir contra Latrivan en la ilusión de humo.
¿Que tienen que ver lo sentimientos con todo ésto? Los que luchan porque aman, porque odian, porque temen o porque buscan libertad lo único que consiguen es ser mártires olvidados en el tiempo. Los grandes guerreros como Aquiles, que luchan sólo por el gusto de luchar... son recordados para siempre.
Si crees que te desprecio por que amo a mi señor, te equivocas rotundamente. Te desprecio porque eres un perro que muerde la mano que te alimenta.
Nosotros no seguimos a Ares porque lo amemos o le temamos, lo seguimos porque ama luchar y es más fuerte que cualquier otro en ello. ¿Entiendes eso Bazir? No somos nada al lado de él... y lo mínimo que puedes hacer para agradecer que bondadosamente te permita seguirlo, es respetarlo como se merece.
No me interesa a quien ames, si eres el tipo de hombre que ama es tu problema.
Los sentimientos te han hecho patético y debil ante mis ojos... No te interesa morir, ¿Verdad? No sería una lección para ti morir en este momento. Entonces, ¿Que tal si cambiamos las cartas? ¿Qué tal si mato a la mujer que amas para enseñarte una lección sobre respeto y fidelidad? ¿Qué valor tiene la vida de ella para tí? ¿La amas lo suficiente como para respetar a Ares?
Sarahissa se posaba en el marco de la ventana tomando asiento.
Por ahora no me importa lo que pienses. En verdad, si quieres ir a matar a aquella mujer, a la que amo, entonces ¿Qué esperas? Ve de una vez...
Aunque para poder encontrarla, sera difícil, ademas de que ella no es tan débil como para dejarse morir, pero si quieres hacerlo, solo perderás tu tiempo.
Si, creo que será difícil encontrarla Jabranth, su cosmoenergía era tan insignificante que se podría confundir hasta con la de un árbol o una piedra.
De cualquier forma, tu mejor que nadie sabes, que no hay guerrero alguno que se compare a la fuerza de un berseker. Ni si quiera los jueces de Hades ni los legionarios de Zeus se comparan a nosotros cuando se trata de fuerza. ¿Qué te hace pensar que una basura como esa mujer podría ser rival para mí, para tí o para cualquier berseker?
No comprendo tu idea de ser cambiar las cosas ¿Acaso no me parezco mejor contendiente? ademas de que en caso de que yo ganase no se sabría nada de esto y ya muerto no me harías sufrir. Pero creo que es mucha palabrería por ahora, ¿Por qué no comenzamos, o es que la cobardía salio al final? Si vas a ponerte seria entonces comencemos, si no, solo aceptaras tu muerte.
Una voz distinta invadió el lugar… la voz de alguien que en ese momento estaba muerto.
La fuerza? La fuerza viene del poderío Bazir, la fuerza es la habilidad para aplastar a las cucarachas que plagan este mundo. La fuerza es la carencia de debilidades…y tú, has mostrado ser otra plaga más. No mereces el título de Berserker.
Al lado de Sarahissa se sentaba alguien más, dándole la espalda a ambos. Pero para los que estaban de frente a esta nueva ilusión de humo rojizo carmesí, podían ver los rasgos de Steven, Hellgorak.
Jum valla, asi que el muerto se hace presente. Pensé que te habrías quedado entre los aposentos de Latrivan u otra cosa. Menos mal que regresaste. Aquí Sara ya te estaba esperando con ansias, sus deseos se notan, hasta en el momento de respirar tu esencia.
Latrivan...esta basura no cambiará, ya oíste su miserable respuesta. Si gustas, puedo ir a eliminar al otro insecto, que te parece?
Has lo que gustes. Si te divierte jugar con basura, ve y ensuciate.
Se puso de pie entre las alas de la armadura del Berseker Hellgorak.
No necesito justificarme frente a ti Bazir, te di una oportunidad para que tu alma hiciera las paces con los dioses. Sufrirás una vida eterna en el Cocytos, el lugar reservado para aquellos que vivieron sus vidas en contra de los dioses... ¿Realmente crees que pararás de sufrir entonces?
El lugar de humo empezó a mutar, a transformarse, el espacio a cambiar una y otra vez... era la habilidad de Latrivan, hacer parecer lo real como irreal y lo irreal como real, confundiendo a sus enemigos en un laberinto de mentiras y verdades que podían enloquecer a cualquier mente.
No... No Bazir... la muerte para ti será sólo el principio de tu castigo, cuando éstes en el inframundo, suplicaras que tu alma se desvanezca y sea destruida antes de sentir esa tortura, pena y dolor, una y otra... y otra... y otra vez... hasta el final de los tiempos.
Jajajaja, vaya no pensé que llegarías al extremo de matar a un berserker por tu amor ferviente a Ares, tu reacción es de sorprenderse.
No te confundas Latrivan, recuerda que el peor destino que puede haber para cualquier ser en este mundo es desaparecer completamente, incluso de las memorias de las demás ratas. Aún siendo cucarachas, se protegen entre sí…y que mejor castigo que borrarlos del mapa, los pensamientos y la historia por completo?
Eso Latrivan, es lo que se ganan las lacras como Bazir…excepto claro, que no es Bazir el que tenemos ante nosotros, no es más que el sucio humano que se suponía era su vehículo en esta época.
El lugar pareció llenarse de oscuridad y nieve empezó a caer, como si se encontraran al aire libre... en medio de la nada, solo oscuridad y pocos de nieve cayendo desde el cielo.
Sabes que yo Bazir soy el señor de las mentiras. Siempre estoy jugando con sentimientos, no importa quien sea, sin importar lo que pienses. ¿Crees que todo lo que he hecho ha sido por algo de amor, y palabras cursis que he dicho anteriormente? No, solo son eso, mentiras que aunque a algunos le duela, nunca podran ser verdad. Es lo que he hecho. Primero, lo de no respetar a Ares, incluso de no importarme su despertar, lo dije en sarcasmo que no pudiste deducir, por tu falta de sentido del humor
No tengo sentido del humor. Eso deberías saberlo ya.
Y sí, por esa mujer también mentí al decir que moriría por ella, por mi puedes hacer lo que quieras, al fin y al cabo, toda mi vida a sido la mentira la única amiga, la que siempre me ha seguido. Y bien que dices ahora Latrivan, crees que aveces me tomo enserio mi papel de berserker, o quizas tambien sea la mentira mas piadosa.
Me sorprende que pienses que no mataría a un Berseker por mi lealtad y amor al señor Ares. Levantaría mis puños contra los mismos dioses si así Ares me lo ordenara, ¿Qué te hace pensar que no mataría a un Berseker por él?
Si te sorprende mi reacción, es porque eres inferior a mí en todo sentido. Cuando se trata de mi señor, no acepto bromas de ningún tipo. Si te crees tan gracioso te recomendaría que te dedicaras a ser payaso y no Berseker. Te iría mejor de ilusionista barato por las calles de Roma que entre las gloriosas filas de Ares, Bazir. No estas a la altura de representar al dios de la guerra. Eres un niño inmaduro y sin cerebro, que no merece portar el metal rojo de tu armadura.
Si tengo que despertarte a golpes lo haré sin problema para que recuerdes donde esta tu fidelidad.
¿Tanto deseas asesinarme? ¿Ver mi sangre vertida entre tus manos? Bien toma mi alma y mi cuerpo.. jum ... al cabo no es precisamente lo que tenga en mis planes, quizas pueda morir hoy o quizas sea luego, la suerte esta hechada, veamos que podras hacer, aqui tienes a este cuerpo, dispara todo lo que tengas en tu arsenal, vamos...
La armadura de Latrivan la cubría. Todo se volvía mas oscuro en el mundo de ilusiones.
Despierta ahora, Bazir. No habrá una segunda oportunidad para ti. Despierta, o muere junto a tu única compañera hasta ahora… tus mentiras.
Ummm, despertar, jajaja si ya estoy mas que despierto, esta forma humana que vez aqui es lo que soy, sólo eso. Quizas sea solitario, pero es mejor que estar buscando la compañia en alguien mas... Pero no me hagas esperar, veamos que tienes que hacer...
El cabello de humo de Latrivan se elevó en el aire producto de la cosmoenergía que emanaba.
No hay más que decir. Haré que te arrepientas por perderle el respeto a Ares.
Interesante, me estas dando este regalo, bien creo que ya no tendre que imaginarme antes de morir, si es que eso me depara el destino, igual mi existencia por si sola, en este momento ya te corresponde, se que este juego de ilusiones no es para solo asustarme, algo emanara de ti, y se que dolera, y mucho.
Es verdad, me tienes ya en tus manos...
Comenzó a tocar su violín con notas rápidas y violentas que hacían que todo a su alrededor se transformara en algo distinto a lo que debía ser. Ya no estaban en la posada de mala muerte, sino en un infierno de fuego y desesperación en donde se escuchaba el sufrimiento de los cuerpos que caían en las lavas. Sus chillidos eran horribles, tan horribles que hacía que la piel se erizara.
Valla, tengo que felicitarte por esas notas, alegran este corazon frio y vacio, tu musica y los gritos, son melodias especiales para mis oidos, mi corazon comenzo a latir mas fuerte por la emocion de escucharte....
¡VERMILION!
Al momento en que gritó aquellas palabras una esfera de viento se posicionó frente a ella, de colores rojizos como el fuego y se dirigieron a toda velocidad para chocar contra el suelo, a los pies de Bazir. Le estaba mostrando a todos lo que había hecho con el traidor. Tal vez sería una buena forma de enseñarles a cada uno de los presentes lo que pasaba con los traidores.
Ugghhh
Se podía ver sangre encima de la armadura de Bazir, mientras caía al piso en un golpe seco. Sarahissa tocó una nota más, y Bazir aulló de dolor.
AAAAAAAAAAARRRRGGGGHHHH
¿Sientes el terror en tu pecho, Bazir? Ese es el poder que Ares nos da, la capacidad de infundir pánico en cualquier ente viviente. Y ese dolor y parálisis en tu cuerpo y alma, es el verdadero pánico, el terror, lo que nuestro escuadrón representa. Yo, Latrivan, te mostraré el poder de un verdadero Berseker.
Tocó una segunda Nota, obligando al hombre a arrodillarse con el mismo dolor que su cosmoenergia ardiente le estaba provocando alrededor de su cuerpo.
Tocó por último una tercera nota, aguda, tan aguda que las almas en pena en su mundo distorsionado chillaron de dolor. Estaba destinada a la mente de Jabranth y las palabras le llegaron como una orden para que las repitiera infinitamente, para que perdiera toda habla posible y que lo único que quedara en su cabeza fuera lo que era…. "Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor…"
Dilo. – Ordenó la mujer caminando hacia él sin apartar sus ojos de su rostro. - Dilo hasta que tu boca sangre. Convéncete que no eres nada, sólo barro… fango… polvo… basura… que sin el cosmo de Ares no serías nada, ni si quiera existirías en este mundo. Dilo Bazir, hasta que tu corazón comienza a latir como el de un verdadero Berseker.
Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… - eran palabras suaves, casi como si estuviese hablando para si mismo.
Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor… Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor…
Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor…Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor…Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor…Le pertenezco a Ares… Ares es mi señor….
Le perteces a Ares, Bazir. Eres nada... sólo el polvo en su calzado, un objeto que utilizará cuando el juego así lo requiera. No sigas intentando cosas sin pensarlas o lo lamentarás.
No mancharé mis manos con tu sangre Bazir... no eres mío para hacer contigo lo que guste, le perteneces a Ares y sólo él podrá ser tu ejecutor y tal vez, en esa ocasión, yo sea tu verdugo. Aunque ten siempre presente, mi esencia recorrerá tus venas hasta el día en que mueras. Hasta entonces, espero que aprecies tu armadura con el respeto que se merece, eres uno de los selectos, actua como tal.
Interesante la demostacion de poder Sarahissa. Se que he fallado como berserker, incluso mis sentimientos no han sido los correctos. Tratare de enmendar mi error, pero en este caso, te seguire a donde quiera que vayas, aunque no lo quiera, ya que todo mi ser esta a tu servicio, tu poder a estado manipulando mi cuerpo, y con ello pienso, que solo te pertenecere a ti....
Es ahí tu error Bazir, alguien que no cree en Ares como su señor y dueño, no tiene derecho de llamarse a sí mismo un Berseker. Si quieres seguir a alguien, no me sigas a mi. Sigue a Ares. Él es la luz de tu vida de oscuridad…
Dilo Bazir. Siente que la fidelidad vuelve a ser una palabra con sentido en tu vida mientras te quema las venas. Ares es tu señor Bazir. Ares es tu dueño… yo no soy nada para ti Bazir, es a Ares a quien debes seguir por el resto de tu vida… tu existencia es para él y por él.
Pero Bazir no hizo caso alguno, en vez de eso gritó y chilló e intentó deshacerse de la cosmoenergía de Latrivan. La berserker lo miró con frialdad, abnegada. No perdería mas tiempo educando a ese sujeto.
Bazir… señor de las mentiras… que se pierda tu alma hasta que le sepas guardar lealtad a tu dueño.
El violín de Sarahissa comenzó a tocar su sonido más perturbante, un chillido parecido al llanto de un animal herido en el cual el lugar en donde había llevado el cuerpo y alma de Bazir comenzó a cerrarse, dejándolo encerrado dentro de él en una especie de cárcel de cristal azul.
En ese momento la ilusión desaparecía. Bazir, su alma, estaba sellada en una dimensión en que LAtrivan había dejado como castigo por su indisciplina hacia Ares. EL humo en el lugar se exparcía y Sarahissa volvía a su lugar.
- Tomo completa responsabilidad por lo que he hecho. Si desea castigarme puede hacerlo. Me lo merecería por imprudente. Pero le diré ahora, señor, cualquiera que hable de usted de esa forma frente a mí, enemigo o aliado, sufrirá el mismo destino. Nunca permitiré que hombre o dios mancille su honor.
Movió lentamente sus ojos hacia todos los presentes. Una amenaza tácita se había hecho.
Raider- Status : Guerrera Sin Dios
Ataques :
AD - Requiem del Pánico (3100)*
AD - Celda del Tiempo (3200)*
AM - Vermilion (3700)*
AM - Pits Of Inferno (4000)*
Defensa :
Sonata de Cristal
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Re: Salón Principal del Templo del Dios Ares
Interesante... Fue lo único que murmuró el dios de la Guerra, observando con detenimiento todos y cada uno de los movimientos, acciones y sucesos que las ilusiones de Latrivan le mostraban. Era fascinante por decir lo mínimo, aunque en aquel momento hubo varias cosas que la deidad no dejó pasar por alto, ya llegaría el instante en que las sacaría a relucir. Una vez que el humo desapareció por completo el señor de la Guerra tampoco pudo dejar de notar el tono de amenaza de su guerrera.
Magnífico...simplemente magnífico Latrivan. Concedió el máximo general olímpico sin cambiar su tono de voz o su pose, cerrando los ojos y exhalando su aliento sonoramente por la nariz. Aunque has fallado en varias cosas básicas.
Primero que nada, ¿cuál es nuestro principal modo de actuar? Si hay un enemigo, lo aplastamos hasta que no quede nada o perecemos en el intento. Dime, ¿acaso acabaste con Bazir? No, no lo hiciste. Dejándolo encerrado le diste un ínfimo, un pequeñísimo margen de escapar...aún si el humano es un completo imbécil, es un error que alguien como tu no debió haber cometido. Me lo esperaría de Madareth, Apocalypse, Tafariel o incluso, Zugurosh o Ushuriel…no de la estratega demoníaca que trabaja en las sombras, ¿acaso me equivoco? Le informó el dios de la Guerra a Latrivan, acercándose y dejando que su cuerpo quedara a menos de treinta centímetros de distancia del de la mujer. Mírame a los ojos, Latrivan. Exigió Ares con una voz un poco más peligrosa que antes. Entonces dime, ¿cuál es nuestro modo de actuar? ¿Acaso ahora solo estarás sellando cuerpos y almas en ilusiones para toda la eternidad? ¿O los matarás para ayudar a decorar este agradable lugar? Dime Latrivan, ¿acaso me cargarás con tener que volver ameno mi Templo o tendré tu ayuda? Creo que no.
Mi deseo es llenar aún más este salón con los cadáveres de nuestros enemigos conquistados, y una vez hecho eso llenar las demás habitaciones con MÁS CADÁVERES. Explicó el dios dándole la espalda a la pelirroja para así avanzar en pos de su efigie, pisando con fuerza y dejando que todas y cada una de sus palabras resonaran en los oídos de todos sus sirvientes. ¿¡Saben que haremos cuando llenemos por completo este Templo!? ¿¡Ah!? Simple…construiremos otro y también lo decoraremos con más cadáveres, sangre, huesos, carne y el honor aplastado de todos los mosquitos que conquistemos. Berserkers…si quieren ser útiles, deben acabar con sus enemigos por completo.
Matar o sucumbir, no importa lo que sea pero háganlo con fervor, demuestren su valía en batalla. Dijo Ares empuñando su espada de tonalidades rojas y naranjas y con un solo sablazo, cortar en dos su estatua que al instante se desintegró, liberando una niebla de grava que viajó a todas las direcciones del Templo probablemente ahogando a todo aquel que no se hubiera cubierto la boca o que no tuviera la consciencia suficiente como para usar el cosmos y evitarlo.
Aún así puedes limpiar esa macha en tu expediente, Latrivan. Decora el Templo con el cadáver de Bazir ahora mismo. Ordenó el dios, chasqueando los dedos para así encender una hilera de flamas rojas que flotaron alrededor del salón mostrando lo que había detrás de la estatua: era un fresco, una pintura que cubría más espacio del que un artista humano jamás hubiera podido cubrir.
Escenas de guerra, derramamiento de sangre, muertes, destrucción y desolación era lo que mostraba la impactante imagen. Sí, no era algo que le gustara al dios precisamente…pero en una vida pasada había usado a un pintor para ganar tiempo y completar cierto plan. Bajo su influencia, esa parte del salón había sido cubierta con el secreto que los llevaría a la victoria, lo que en resumen les permitiría desolar el mundo y convertirlo en su paraíso personal: una zona de conflictos eternos.
Volteándose y enfundando de nuevo su arma, el dios abrió completamente sus sobrenaturales ojos para volver a entonar:
A ver, lo preguntaré de nuevo. Berserkers…¿¿¿CUÁL ES NUESTRO MODO DE ACTUAR??? ¿¿¿QUÉ HAREMOS CON TODOS NUESTROS ENEMIGOS???
¿¿¿¡¡¡QUÉ NOS ESPERA EN ESTA ERA!!!???
Preguntó con más decisión que antes. Al mismo tiempo, dos flamas totalmente diferentes a las anteriores se mantenían en dos puntos exactos del fresco, correspondiendo a dos titulares Berserkers que ya habían caído en batalla: Hellgorak, representado con alas y armas protuberantes de todo su cuerpo, que ingenuamente sus enemigos habían usado en su contra; la otra era Ushuriel, hermosa y de cabellos cobrizos empuñando una enorme hoz encendida en fuego mientras que pedazos de humanos colgaban a su alrededor. Ambas representaciones eran obras maestras, así como el resto de la pintura. Solo faltaba que Latrivan hiciera su contribución y así daría inicio a todo lo que el representante de las batallas sangrientas habría preparado tanto para el deleite de sus guerreros como el suyo.
Pronto todo daría inicio.
Magnífico...simplemente magnífico Latrivan. Concedió el máximo general olímpico sin cambiar su tono de voz o su pose, cerrando los ojos y exhalando su aliento sonoramente por la nariz. Aunque has fallado en varias cosas básicas.
Primero que nada, ¿cuál es nuestro principal modo de actuar? Si hay un enemigo, lo aplastamos hasta que no quede nada o perecemos en el intento. Dime, ¿acaso acabaste con Bazir? No, no lo hiciste. Dejándolo encerrado le diste un ínfimo, un pequeñísimo margen de escapar...aún si el humano es un completo imbécil, es un error que alguien como tu no debió haber cometido. Me lo esperaría de Madareth, Apocalypse, Tafariel o incluso, Zugurosh o Ushuriel…no de la estratega demoníaca que trabaja en las sombras, ¿acaso me equivoco? Le informó el dios de la Guerra a Latrivan, acercándose y dejando que su cuerpo quedara a menos de treinta centímetros de distancia del de la mujer. Mírame a los ojos, Latrivan. Exigió Ares con una voz un poco más peligrosa que antes. Entonces dime, ¿cuál es nuestro modo de actuar? ¿Acaso ahora solo estarás sellando cuerpos y almas en ilusiones para toda la eternidad? ¿O los matarás para ayudar a decorar este agradable lugar? Dime Latrivan, ¿acaso me cargarás con tener que volver ameno mi Templo o tendré tu ayuda? Creo que no.
Mi deseo es llenar aún más este salón con los cadáveres de nuestros enemigos conquistados, y una vez hecho eso llenar las demás habitaciones con MÁS CADÁVERES. Explicó el dios dándole la espalda a la pelirroja para así avanzar en pos de su efigie, pisando con fuerza y dejando que todas y cada una de sus palabras resonaran en los oídos de todos sus sirvientes. ¿¡Saben que haremos cuando llenemos por completo este Templo!? ¿¡Ah!? Simple…construiremos otro y también lo decoraremos con más cadáveres, sangre, huesos, carne y el honor aplastado de todos los mosquitos que conquistemos. Berserkers…si quieren ser útiles, deben acabar con sus enemigos por completo.
Matar o sucumbir, no importa lo que sea pero háganlo con fervor, demuestren su valía en batalla. Dijo Ares empuñando su espada de tonalidades rojas y naranjas y con un solo sablazo, cortar en dos su estatua que al instante se desintegró, liberando una niebla de grava que viajó a todas las direcciones del Templo probablemente ahogando a todo aquel que no se hubiera cubierto la boca o que no tuviera la consciencia suficiente como para usar el cosmos y evitarlo.
Aún así puedes limpiar esa macha en tu expediente, Latrivan. Decora el Templo con el cadáver de Bazir ahora mismo. Ordenó el dios, chasqueando los dedos para así encender una hilera de flamas rojas que flotaron alrededor del salón mostrando lo que había detrás de la estatua: era un fresco, una pintura que cubría más espacio del que un artista humano jamás hubiera podido cubrir.
Escenas de guerra, derramamiento de sangre, muertes, destrucción y desolación era lo que mostraba la impactante imagen. Sí, no era algo que le gustara al dios precisamente…pero en una vida pasada había usado a un pintor para ganar tiempo y completar cierto plan. Bajo su influencia, esa parte del salón había sido cubierta con el secreto que los llevaría a la victoria, lo que en resumen les permitiría desolar el mundo y convertirlo en su paraíso personal: una zona de conflictos eternos.
Volteándose y enfundando de nuevo su arma, el dios abrió completamente sus sobrenaturales ojos para volver a entonar:
A ver, lo preguntaré de nuevo. Berserkers…¿¿¿CUÁL ES NUESTRO MODO DE ACTUAR??? ¿¿¿QUÉ HAREMOS CON TODOS NUESTROS ENEMIGOS???
¿¿¿¡¡¡QUÉ NOS ESPERA EN ESTA ERA!!!???
Preguntó con más decisión que antes. Al mismo tiempo, dos flamas totalmente diferentes a las anteriores se mantenían en dos puntos exactos del fresco, correspondiendo a dos titulares Berserkers que ya habían caído en batalla: Hellgorak, representado con alas y armas protuberantes de todo su cuerpo, que ingenuamente sus enemigos habían usado en su contra; la otra era Ushuriel, hermosa y de cabellos cobrizos empuñando una enorme hoz encendida en fuego mientras que pedazos de humanos colgaban a su alrededor. Ambas representaciones eran obras maestras, así como el resto de la pintura. Solo faltaba que Latrivan hiciera su contribución y así daría inicio a todo lo que el representante de las batallas sangrientas habría preparado tanto para el deleite de sus guerreros como el suyo.
Pronto todo daría inicio.
Octavius- Dios/a
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