Alrededor de la Primera Prisión

De repente un estruendo cimbró en derredor de aquel valle. Como si fuese un rayo cayendo desde el mismo cielo, impactado y desquebrajando el solido suelo. La luz invadió por fracciones de segundos matando todo rastro de tinieblas, pero que aquello apenas y duro lo suficiente para dejar un fantasma de irradiación. De poco a poco, mientras bajaba la intensidad de dicha luz, el cuerpo de una dama se formó lentamente, era Alessa que había caído en los alrededores de las diferentes pariciones del inframundo.

Lentamente se despejó el lugar, quedando de nueva cuentas en penumbras. Un aire bufaba en derredor suyo, generando el mecer de sus largos cabellos azulados, como también de las cintas que se escurrían por debajo de las coyunturas metálicas que unían su armadura. Suspirando Alessa terminó alzando la mirada viendo el nublado cielo de aquella zona, nunca antes había visitado ese lugar, no en esa era. Era la primera vez que pisaba dicha tierra por lo que le extrañaba todo lo que rodeaba la zona de las diferentes cárceles.

Sin decir nada, tan sólo se cruzó de brazos y decidió que lo mejor que podía hacer para ese entonces era inspeccionar el lugar y dejar de perder el tiempo divagando parada. Además el cosmos del juez que desconocía se hacía más potente, naciendo en Alessa un ansia tremenda pro conocerle de inmediato y medir sus capacidades como guerrero de Hades.

Sonriendo y meneando sus caderas de par en par, aquella joven de piel pálida comenzó a caminar. Adentrándose a lo que parecía había sido un bosque, el cual consumido por algún incendió años atrás permanecía como estepa de aquel raro sitio.

La mujer de repente sintió que algo le seguía por lo que aumentando su cosmos se puso buza a cualquier situación de amenaza venidera. Y como fue, de repente un espectro de bajo nivel aparecía frente a ella, amenazándole con una especie de guadaña, gritando que ella no tenía el permiso de caminar por esos lares, que se largara cuanto antes o que no tendría apiade para con su alma condenada. Para Alessa era una perfecta oportunidad para entrenar su nuevo ataque, por lo que no dejaría que se le escapara de las manos.

Arqueando una de sus cejas y elevando su cosmos, ésta en ves de hacerle caso as u ridícula amenaza, comenzó a desafiarlo. Elevando su cosmos la mujer acumuló una tremenda nova de energía pura en sus manos. Alessa claramente sentía como parte de su armadura se fundía, pegándose en su piel, generando un ardor. Sabía muy bien que era efecto de aquella técnica, por lo que lo tenía sin cuidado. Relamiendo sus labios tan sólo aventaba aquella esfera de cosmos, provocando el carcomer del espectro de bajo nivel… suspirando tan sólo musitó:

-Basuras como tú, no pueden darse el lujo de amenazar a al estrella infernal de la pereza… Ja

Lo que más le molestaba a aquel espectro femenino era caminar sin rumbo y en aquel sendero era lo que estaba haciendo. Por unos minutos descendió su cosmos, nada ni nadie le amenazaba además estaba en su reino no podía andar así, pues demás espectros lo tomarían a reto como el anterior que había calcinado con la energía que estaba apenas controlando.
Alessa de repente se detuvo y alzó un poco la mirada directa al cielo. El ambiente estaba transformando un poco, eso indicaba que una hora más se había completado en el reino de Hades. El viento comenzó a bufar tremendamente hacia el sur, despenando el cabello largo de la pereza. El polvo se levantaba y con ello una nube densa café se formó. La mujer molesta se dirigió al bosque en cenizas y divisando unos cuantos troncos aún en pie se antepuso en uno para evadir la tormenta de polvo.

Los minutos pasaron y con ello Alessa decidió sentarse para esperar mejor a que aquel cambio pasara. Cerrando sus ojos trataba de recordad algo que le divirtiera pero sólo una oscuridad inmensa invadió su vista. Relamiendo sus labios bajó el rostro y comenzó a tararear una vieja canción de mar. De repente recordaba la tonada de un tantas canciones que le escuchaba a los borrachos que llegaban a la taberna donde trabajó a lado de su mortal hermana. Tiempo había pasado sin recordar a Bárbara y las tantas peleas que generaba con ella. Por un instante Alessa sonrió y de inmediato alzó su vista al cielo, recargando su nuca en el tronco, sólo esperando el momento para continuar.

El tiempo pasó y por fin se disipó la tormenta de polvo. Alessa se levantó y sacudió su armadura, la cual había sufrido las consecuencias. Repasando sus manso en su cabello, notó que el lugar se había hundido entre las mareas de polvo que había acarreado el aire frenético, por lo que alzando su cosmos y tomando de pretexto la técnica que estaba estudiando de inmediato lanzó una poderosa nova que provocó una explosión frente a ella. La luz por un instante reino entre las tinieblas del infierno, para que tras le fogonazo simplemente se perdiera y una vez más el lugar quedara envuelto en oscuridad.

Alessa se percató del como el bosque había desaparecido, bueno la parte del frente el cual había acaparado el ataque. Sonriendo relamió sus labios y con una tranquilidad típica de aquella comenzó a caminar en busca del juez que le llamaba mucho la atención.

-Todavía le falta algo… esta técnica es en verdad tediosa, maldita sea como estoy al tope de mi paciencia, quiero dormir… maldita sea.

Dijo Alessa un poco molesta. Sacudiendo su cabello comenzó a caminar entre los residuos de los árboles que habían escarchado el sendero por donde aquella danzaba sin rumbo fijo. Estaba un poco agitada se podía ver por como su pecho se contraía a cada rato. Con la boca abierta aquella tuvo que respirar para poder estabilizar un poco su ritmo cardiaco. Y cuando la paz comenzó a invadir su cuerpo esta suspiró aliviada.

La oscuridad se apoderaba de nueva cuenta de aquella región. El aire frio traía consigo lamentos de almas a lo lejos de donde aquella dama estaba. Cerrándose a toda distracción comenzó a emitir de su cuerpo un poco de calor, el cual se materializaba con pequeñas ondas en derredor de su silueta de colores escarlata y anaranjadas. Alessa estaba dispuesta en concretar su técnica, pero para ello debía de quitarse tanto el miedo como las distracciones que le hacían flaquear en su cometido.

Soltando un suspiro de sus gruesos labios y extendiendo sus brazos por los costados de su cuerpo delgado, sonrió y con ello generó que una pequeña esfera blanquecina se materializara atrapando el ser de aquella dama del pecado. Alessa de repente sintió un escalofrió que le punzo la medula espinal. Tragando saliva y contrayendo un poco el vientre por el dolor que se dispersaba raspando cada musculo de su sistema, alzó la mirada, y viendo como de nueva cuenta el lugar se iluminaba por el tremendo cosmos que estaba manipulando.

Alzando su brazo derecho y formando su puño la dama estaba dispuesta a atacar, pero un cosmos que se remarcaba en derredor suyo genero que esta se distrajera y todo lo que ya había formado desapareciera, dejando suelto una onda expansiva que alzaba la ceniza. Dándose media vuelta, la dama molesta desenfundo sus espadas y comenzando a caminar en donde aquella energía se derrochaba la mujer se detuvo, pues una silueta tosca a lo lejos podía ver. Seria dijo:

-Es de mala educación espiar a los demás, seamos lo que seamos eso debería respetarse, así que tienes tres segundos para que salgas y te muestres ante la dama del pecado pereza, de lo contrario no responderé de manera positiva… a la una… a la dos…

Y tr…
LA dama guardó silencio sin poder completa la última palabra que correspondía a su conteo. La mujer pudo notar como de entre la oscuridad de aquel lugar salía flote un hombre. Su armadura tosca decía de quien se trataba… parecía que era otro juez, pero muy diferente a Hang. Pereza se quedó mirándole sin siquiera parpadear, escuchando todo su alegato, cosa que en verdad le molestó, pero que no mostró por respeto a que ella había invadido sus territorios. Suspirando y cruzándose de brazos ésta comenzó a caminar hacia al frente, detenerse muy cerca de aquel supuesto Talos. Mirándole detenidamente mientras arqueaba una de sus cejas, esta terminó bufándose, para tan sólo decir:

-¿Ah? ¿Qué dices, un juez?… oye no quiero ser irrespetuosa, pero qué más da… tu cosmos es en verdad débil, comparado con el mío… que tan sólo soy una pobre estrella infernal, pero como sea. Oye, agradece que no he destrozado el inframundo, esta técnica es en verdad poderosa, así que no te precipites corazón que apenas estoy calentando, no puedo explotarla al máximo, de lo contrario moriría… y así no podría disfrutar un poco más esta era, por ello cállate y no me juzgues por tan sólo verme… Jumm!! Créeme que no estoy de buen humor y contigo puedo desquitarme, ahora si me disculpas debo de cerrar este lapso, aléjate no respondo si te rompes las uñas, querido Juez Talos.

Dicho eso la dama le sonrió de manera burlona. Era norma que Alessa actuara de ese modo, ya que tenía un genio espantoso cuando se trataba de estar en frente de otro ser que criticara sus capacidades como guerrera que era ella. Dándose media vuelta e ignorando por completo la presencia de aquel hombre comenzó de nueva cuenta a elevar su cosmos. Por un instante la ceniza que tupia los suelo desquebrajados, comenzaron a elevarse, haciendo una especie de esfera grisácea en derredor de la pereza reencarnada.

Y en un instante su cuerpo se comenzó a iluminar, era producto del potente cosmos que estaba dominando. Alessa de inmediato alzó sus brazos y así haciendo un ligero movimiento de explicación, lanzaba una tremenda bola de energía que recorrió el firmamento oscuro, hasta que aquella abriendo sus ojos dicha concentración de cosmos explotaba formando una enorme bocanada de aire que destrozó uno que otro bosque a la lejanía de done ella y el juez yacían parados.

Suspirando la mujer caía postrada, estaba un tanto debilitada, por lo que bajando su cosmos comenzó a regulariza su respiración, sonriendo simplemente se musitó:

-Hasta que por fin podre dormir…

Dicho eso y por su fatiga la mujer caía inconsciente en el suelo.

Lentamente su respiración descendió, hasta quitar por definitiva aquel jadeo. Una expresión de satisfacción se formó en su faz, parecía que aquella dama del pecado comenzaba a sentir tranquilidad en su cuerpo… se notaba cuándo sonreía aún estando inconsciente. Un suspiro salió de su cuerpo y lentamente comenzó a moverse, parecía que Alessa estaba decidía a despertar. Aún así fue el palmeo sobre sus mejillas los que hizo que aquella guerrera desgastara se despertara lentamente.

Sus ojos parpadearon un par de veces y su vista borrosa lentamente se acostumbro a l poca luz que rodeaba aquel llano. Lo primero que hizo la pereza reencarnada fue toma con fuerza la mano que osaba tocar su piel. Sonriendo la mujer pudo ver aquel guerrero que demasiado cerca estaba de ella, y bufando dijo:

-Lo único que deseaba después de tanto desgaste físico era dormir un poco, pero por tu insolencia no puedo conceder el suelo cariño ¿Qué tanto quieres? ¿Charlar?… ¡Ah! Está bien, charlemos…

Dicho eso suspiró y soltó su mano. Seria echó su cuerpo hacia al frente hasta sentarse. De repente sintió un escalofrió que recorrió de manera incomoda por toda su espalda. Posando sus brazos contraídos sobre sus muslos, bajó su rostro e hizo que sus largos cabellos azules se escurrieran hacia el frente y tapara por completo su cara.

Descubriendo su cara por un costado Alessa sonreía y cerrando sus ojos se dispuso ser un poco amigable con aquel espectro, que al final de cuenta era su hermano de reino. Relamiendo sus labios alzando su vista para clavarla en la de aquel juez, cansada musitó:

-… pero bueno no importa, hola, soy Alessa estrella infernal de la pereza, dime querido juez Talos, ya que tú estás mas pendiente ¿Qué es de Hades?

¿Vida eterna?… ja…

Musitó con ironía la dama del pecado. Superaba Alessa mientras acomodaba sus cabellos. Sus ojos cristalinos divisaban cada movimiento hecho por el joven juez. Sin embargo, desvió la mirad al ver como su armadura estaba un poco enlodada, molesta la mujer ignoró por completo lo que alegaba aquel supuesto Talos. La mujer se cruzó de brazos mientras buscaba algún pedazo de lienzo viejo para limpiar su caparazón índigo, pero sólo ceniza abundaba en derredor suyo.

-¡Ah! Maldita sea… bueno, bueno, como sea. Bueno Talos, que te puedo decir, aún presiento que algo le falta a la técnica recién entrenada, pero no sé y ni me interesa… y a lo anterior, a lo que tú me decías.

La dama guardó silencio y de inmediato caminó hacia donde el joven juez, para tan sólo posarse en frente de él. Arqueando una de sus cejas la pereza de esa era continuó hablándole a aquel desconocido:

-Dudo y tengamos vida eterna, no siempre he lucido así… mi cuerpo debe de descansar sino como pelear as la hora que sea necesario, además desde que desperté como espectro de Hades me la he estado pasando entrenando y entrenando… sin dormir absolutamente nada, por ello es más que merecedor un lindo descanso… me pongo de malas si no duermo y quien esté a lado mío puede y que sufra las consecuencias, y dudo que tu tengas el maldito potencial para por lo menos detener un ataque mío… ja, ja, ja, ja …

La dama del pecado simplemente observaba como aquel muchacho ni siquiera reaccionaba como era debido. Molesta estaba pues siempre ese tipo de actitudes desinteresadas irritaban de sobremanera a la dama del pecado pereza. Arqueando una de sus cejas decidió que lo mejor que podía hacer era alejarse de aquel lugar y así comenzar a entrenar de nueva cuenta para cuando llegara el momento que tanto esperaba Alessa, el de patear traseros tanto del santuario de Athena como de los mismos dioses.

Relamiendo sus labios comenzó a rodear al joven juez, pensaba que si seguía tan inanimado como lo estaba haciendo en aquel momento terminaría matándolo para su entretenimiento, pero aún así pensaba que no era tal vez lo correcto… no porque fuera del mismo bando, Alessa no diferenciaba tan cosa, pero sinceramente el estar con otro ser de su intelecto le resultaba algo agradable cuando aburrida estaba.

Cruzándose de brazos y de nueva cuenta quedando en frente del juez infernal de aquella prisión, Alessa sonreía y con gran descaro recorría su cuerpo con su mirada irónica, bufando tan sólo un poco aquella decidió cortar el silencio con una simple cuestión:

-¿Qué pretendes hacer ahora mismo?

Dicho eso se dio media vuelta y alzó su rostro quedándose tranquila mirando cada matiz pardo que se entremezclaba en el cielo abrumado, suspirando y recordando sus días en las que pasaba horas observando el cielo nocturno en compañía de su hermana menor, de la cual ya nada se sabía.

La dama del pecado pereza comenzaba a pensar que aquella situación era una completa perdida de tiempo. Analizando bien las cosas, ella qué diablos tenía que estar haciendo en aquel lugar hablando con un completo desconocido. Sólo porqué era una especie de compañía desde hace una larga temporada debía de estar interactuando con él. Bufando porque se sentía un poco ridícula con ella misma y su espontanea reaccionas al a ver otro ser que supiera hablar, la mujer se dio media vuelta y comenzó a caminar mientras agitaba de manera negativa su cabeza, ya que no lo podía creer.

Alessa observaba un pequeño tronco, el único que quedaba en aquel medio destrozado. La pecadora decidió que lo mejor era sentarse y recapacitar qué era la mejor que podía hacer para esos momentos incómodos de silencio. Suspirando y posando sus codos en su muslos, la mujer recargo su mentón en su palmas abiertas y en con gesto indiferente observó a aquel juez, de pies a cabeza, para encontrarle algo que le hiciera tener interés y no lo dejara ir, pero lo veía de lo más simple que le daba hasta pereza verlo.

Desviando su mirada a las alas de su armadura bostezó y se quedo pensando en lo siguiente que pasaría… tal vez un desplante de aburrimiento colosal que hiciera que aquella lo retara a duelo… o tal vez nada y decidiera dormir un poco… en si no le interesaba en lo absoluto a la pereza reencarnada.

Alessa sonrió y dijo mientras se levantaba del tronco donde estaba sentada:

-Esa es tu mejor escusa estúpido juez debilucho… pretextos, mientras tu crese yo lo hago aún más nunca llegaras a estar a mi nivel corazón, aunque entrenes día tras día sin descanso… pues simplemente soy el espectro más poderoso de Hades… deberías ya reconocerlo.

Bufó irónicamente la espectro al escuchar la primera escusa de aquel juez que pensaba ponerse a jugar con ella a egos subidos, sabiendo que él era una simple basura ante la mirada de esa mujer tan fría.

-Tienes una esperanza ciega que me fascina querido Juez talos, o más bien una estúpida creencia arraigada, pero como sea quiero ver que me alcances… aunque te soy sincera, lo dudo con claridad.

Después con u gesto de fastidio escuchó lo que haría aquel joven, si que estaba el lugar hecho un aburrimiento total, no nada más en el palacio de los pecados sino en todos lados. Relamiendo sus labios y repasando sus manos entre sus cabellos la mujer se estiró hasta tronar cada hueso de su espalda y destensarse un poco. Suspirando el olor a calcinación que danzaba con el viento gélido la mujer dijo:

-Vaya que divertido eh… A la tierra de los mortales… no lo creo, primero aumento mis habilidades ya después e voy a matar entes que ande por esos lares… así que si tu quieres largarte al mundo de los vivos dale vete y por ahí me traes un recuerdo… cómo algo de comida, tiene mucho tiempo que no la pruebo… jajaja

Dicho eso la mujer comenzó a caminar hacia el este viendo el cielo que estaba muy abrumado de nubes, tal vez llovería en el inframundo, eso era raro, pero sucedía y quería Alessa presenciarlo.

-Pues aquí termina muchacho estúpido…

Dijo con mera tranquilidad la mujer de los cabellos azulados. Su genio hacía no tener mucha paciencia con las personas que le rodearan y más si éstas daban una especie de interés en ella. Suspirando relamió con lentitud sus labios, elevando un poco su cosmos pues la brisa de aquella cercanía de la cárcel del juez era gélida en verdad y eso irritaba aún más a la ególatra estrella infernal.

Arqueó su ceja al escuchar las últimas palabras que daban como resultado el desaparecer de aquel molesto muchacho, por otra parte la espectro simplemente se sonrió y cruzó sus brazos. Y aunque no estaba de humor aquella actitud simplemente la dejó pasar por alto.

Los minutos pasaron en un total sereno que generaba una pereza en los parparos de la mujer, que representaba dicho pecado capital, eso generó que Alessa terminara decidiendo en levantarse y apartarse de aquel lugar. Pues si ya no tenía con quien alegar y jugar con sus emociones se le hacía tedioso y una total pérdida de tiempo quedarse más en aquel bosque de ceniza.

Sus paso fuero constante y una total y diferente dirección de la cual el juez había tomado, ella no pensaba ser una acosadora o un ser sin voluntad propia que debía seguir a los demás sólo porque eran compañeros del reino al cual permanecían en esa era tan tranquila.

A lo lejos se escuchaban lamentos… muchos de ellos, que generaban sin duda una excitación pervertida en el cuerpo de la pereza reencarnada. Y es que Alessa gustaba mucho de la agonía ajena, era por ello más que nada por lo que luchaba de una manera tan sádica y sin tanta preocupación de su persona.

Cuando la mujer se alejaba del sendero que daba ala cárcel del Griffon un escalofrió penetrante generó que esta sin más se desplomara directo al suelo. Su cuerpo sucumbía con gran fuerza, levantando cortinas de ceniza que se adherían a su armadura.

-No de nuevo maldita sea mi suerte…

Musitó la mujer con una desesperación marcada en su rostro y es que aquella sensación la atormentaba cada que despertaba en ella más su cosmos. La mujer pensaba que simplemente no era justo, pues apenas se había liberado de tan tremendo sufrimiento minutos atrás. Sentándose toda desanimada y cabizbaja la mujer apretaba la tierra con sus uñas esperando a que el frio se perdiera de poco en poco

-¡Ashmmm!

La dama del pecado pereza ligeramente se quejó. El viento comenzaba a cambiar de rumbo; del sur al norte ahora corría y de una manera tan fría, que hacía encrespar la piel de aquella moribunda mujer. Suspirando Alessa como pudo tomó fuerza en sus rodillas y emprendió su nuevo rumbo. Nada bueno se avecinaba… el silencio lo anunciaba y el dolor de su cuerpo lo recalcaba.

Su garganta de repente se resecó; Alessa culpaba el viento que seco estaba. El polvo se levantaba formando densas cortinas grisáceas, generando una vista borrosa del paraje lúgubre de aquel infierno. Los ojos de la pereza estaban irritados y eso provocó que en una de esas levantara su mirada al cielo.

-Pero… ¿qué es eso tan…?

Musitó un poco extrañada Alessa al ver que en el cielo comenzaban a formarse raras nubes a las habituales de por aquellos parajes. El cielo de aquellos rumbos siempre estaba congestionado por un tipo de nubes grises pálido que no dejaban ver la rojiza luz que era la pigmentación normal de la cúpula celeste de los avernos. No aquellas nubes eran demasiado densas con una coloración índigo que se remolinaban encima de la pecadora mujer romana.

-Esto definitivamente no es común…

Dijo Alessa mientras arqueaba una de sus cejas y asimismo elevaba un poco su cosmosenergía. Era más que obvio que una tormenta pronto se desataría, pero no era común, bien lo sabía la mujer de cabellos azulados. Relamiendo sus labios con tremenda sensualidad de inmediato desenfundó sus tizonas y lentamente comenzó a caminar.

La energía cósmica que derrochaba por todo su cuerpo chispeaba cómo si fueran meras centellas eléctricas la que manaban de su ser. Eso sin duda no era nada común para Alessa, nunca antes había experimentado tal sensación de ansiedad y calor que le excitara de manera indescriptible.

Y un relámpago demasiado escandaloso era el que daba apertura a que los goterones de agua aplastaran con gran facilidad las nubes de polvo que hacían difuso el paraje. En cuestión de segundos el cuerpo de la dama del pecado quedaba empapado y escurriendo por todos lados gota tras gota lodosa que pacificaba su pequeño ser delgado.

El cosmos eléctrico que derrochaba de inmediato hacía corriente con la lluvia dejando imantado cada charco que la dama aplastaba en su camino. Pero Alessa en vez de corre simplemente caminaba como si estuviera en un día soleado, y es que aquella mujer presentía que debía ser perseverante pues algo impresionante sin duda llegaría.

La tormenta aumentaba a cada paso que daba la dama del pecado pereza. El viento azotaba de una manera tan abrupta que de vez en cuando hacía que aquella vagabunda diera uno que otro paso en retroceso. La tormenta que se estaba desatando en aquel terreno sí que era feroz. La mujer apena y podía ver puesto que la densidad del agua y en la forma en que azotaba sobre su cara era constante.

Del cielo los bramidos resonaban y hacían que cimbraran los tímpanos de la pereza, provocando que se aturdiera continuamente en sus movimientos motrices. Fue el descender e impactar de un rayo no muy lejos de donde Alessa caminaba, para que ésta se detuviera y así se quedara inerte, pensando que era lo mejor que podía hacer.
Las tizonas con las que se apoyaba para poder caminar en aquel lodoso sendero, lleno de ciénagas estaban más que sucias y pesadas, dificultando totalmente que aquella pudiera moverse con ligereza. Fue por ello que la mujer sin pensarlo mucho se acercara a un charco y con mera tranquilidad lavara cada espada, quitando el pesado lodo que se había compactado sobre las hojas de dichas armas.

-De verdad… ¡qué extraño clima posee el inframundo del señor Hades!

Musitó con un tono irónico la mujer. Tras el haber limpiado sus objetos bélicos la joven guerrera se levantaba cuando de repente un relámpago que cruzaba de manera fiera por el firmamento, hacía que aquella en guardia se pusiera, pues el tintineo de aquel fenómeno eléctrico era muy distinto a las comunes centellas que un rayo desataba tras su descender.

Y es que aquel rayo no había descendido en su totalidad, serpenteaba aún por encima de la pecadora. Fue cuando Alessa extrañada alzaba la cara y fija se quedaba mirando aquel raro fenómeno. Tragando un poco de agua de lluvia la mujer se disponía a cuestionarse, cuando de repente dicho rayo retomaba su trayecto descendiendo de manera abrupta directo a Alessa.

La estrella infernal como acto reflejo lo único que hacia era alzar una de sus tizonas, la cual acaparaba toda aquella energía eléctrica. En un instante el cuerpo de la espectro comenzaba a brillar y de ello chispas soltaba por doquier. La mujer encrespaba su rostro por la sensación de dolor que comenzaba a sentir y alzando su otro brazo señalando al frente lo único que hacía era que el rayo recorriera todo su cuerpo para salir disparado de la otra punta de la tizona. Al instante la mujer era botada por la fuerza de energía hacia un costado, impactado su cuerpo sobre un árbol y cayendo inconsciente en el lodo. Lo único que se podía ver era como su cuerpo expedía grandes cantidades de calor que al ser enfriadas con la lluvia se formaba largas cortinas de vapor.

-Ashmmss…

Se escuchaba como aquella mujer respiraba de manera agitada. Y aún estando inconsciente Alessa trataba de conseguir equilibrio en su cosmos. Y es que aquella mujer por la forma abrupta en que había absorbido el rayo se notaba como su cuerpo derrochara una basta cantidad de energía calórica que evaporaba las ciénagas del derredor.

Gota tras gota de lluvia hacía que el calor manante de su ser se enfriara. Un suspiro largo y tendido generó que aquella abriera lentamente sus ojos. Al principio no lograba distinguir absolutamente nada; pero t5ras el correr del aire y un constante parpadeo hizo que su vista se aclarada.

Alessa estaba más que sorprendida; y es que el estrago que había provocado al absorber el rayo era en verdad enorme. Relamiendo sus labios y repasando sus manos entre su cara como pudo se levantó. Estaba demasiado agitada y eso provocaba que no pudiera respirar muy bien, generando mareos tras mareos que causaban no tener suficiente soporte en sus pies.

-¡Qué raro!

Susurró y al mismo tiempo formó una sarcástica sonrisa. Rápidamente aquella dama del pecado decidió que aquel lugar no era conveniente, estaba más que agotada y sabía de antemano que si seguía practicando sus fascinantes poderes terminaría hecha pedazos, y para Alessa esa situación no era de su agrado… sí tenia que morir seria tras el filo de otra espada y no por cansancio.

Tomando sus guadañas y enfundándolas la mujer continuó su camino hacia el palacio de los pecados; querían dormir… tener un ligero descanso; que aunque fuese así su deseo estaba más que nerviosa por aquel cambio brusco de clima en el infierno.

-… Pero ahora que me pongo a recapacitar…

Murmuró la dama del pecado y al instante se detuvo en medio de un charco. Las gotas que descendían del cielo nublado y que las arrastraba el mismo céfiro que recorría el derredor suyo, hacían que se acumularan por debajo de sus pómulos. Parecía que la dama lloraba y más como tenía aquel semblante tan doloroso, pero sólo era el malestar que recorría punzantemente todo su ser. Era claro un nuevo episodio de entrenamiento empezaría para aquella desalmada guerrera, pero siendo Alessa quien sufría ya era más que acostumbrado esas facetas.

Ladeando el rostro decidió que culminaría aquel entrenamiento en ese lugar. Veía el terreno detalladamente, aquel medio ya estaba fracturado por culpa suya, por lo que era perfecto… ya no tenía que escuchar algún reclamo a futuro por destrozar simultáneamente los dominós del gran hades. Pero antes de terminar por lo que sería el último paso para ser una guerrera de temer. Había decidió esperar a que su cuerpo se recuperara… tan sólo un poco de respiro, que el agua y el viento pusiesen fresco su cuerpo.

Soltando por completo su cabello. Dejando a un lado y enterradas cada espada que portaba… la dama del pecado pereza simplemente extendía sus brazos de lado a lado esperando el momento preciso para continuar con aquella disciplina que había adquirido desde el momento en que supo que era un espectro del infierno.