Alrededor del palacio de los Pecados

El camino en verdad estaba largo, a como Alessa lo había pensado en un principio. Su piel estaba enrojecida por culpa de lo que parecía ser un ataque de fiebre repentina. Su cuerpo en si parecía tan quebradizo que daba la impresión que si caía al suelo se rompería en mil pedazos. La dama del pecado pereza definitivamente estaba anémica tanto de salud como espiritualmente. El aire que bufaba en derredor del palacio de los pecados capitales generaba en la de cabellos azulados un terrible mareo que terminó por tirarla al suelo, cayendo hincada doliéndose de todo.

-¿Pero qué…? Auch… ahsm… ¿ahora qué voy hacer? He llegado a mi supuesto hogar y con estas deplorables condiciones ¿Cómo me vaya presentar ante mis demás hermanas? Lo mejor es que entrene este maldito nuevo poder y ya de ahí me presente ante ellas, no deseo darles problemas antes de tiempo… sí, es lo mejor… shss… a pero este dolor como me fastidia… shss…

Dicho eso la dama posó sus manos sobre el suelo, comenzando inconscientemente a elevar su cosmos de manera que un aura color verde empezó a tornear su delgada y semidesarrollada figura femenina. Hilos de cosmos danzaban en derredor de su cuerpo tocando y marchando la flora del lugar, parecía que su nueva técnica se alimentaba de la vida en de las plantas. Pues sentía Alessa como se avivaba físicamente mientras el pasto perdía consistencia y belleza.

Lentamente la dama del pecado se levantó del suelo y con una sonrisa sarcástica, propia de ella comenzó a caminar hacia el frente. Su objetivo era pasar por desapercibida de sus hermanas, los demás pecados, para así entrenar con más tranquilidad en la comodidad de su habitación u otra zona del palacio de los pecados. Y aunque aquella estaba enérgica con el absorber de la vida de la fauna de dicha zona, sentía como sus músculos se contraían dado un agudo dolor a su cuerpo, generando que de vez en cuando su rostro se contrajera remarcando su ceño, al igual que su nariz comenzaba a sangrar, esbozando hilos de sangre que manchaba con ligereza sus labios amoratados por el frio del ambiente.

La mujer agitada comenzó a acercarse por fin a la colosal edificación de aquel palacio que en eras pasadas la vieron dormir incontables noches, cuando la efímera paz del mundo infrahumano no había sido abruptamente cortada de tajo. Eran cortos sus recuerdos, en si casi nulos, pero los que recordaba no eran malos, salvo que en el infierno murió a manos de la amazona de sagitario, aquella que algún día encontraría para así vengar su esencia pasada, pero eso sería a futuro lo que ahora le preocupaba a Alessa era no caer inconsciente por el dolor propiciado por la energía de las plantas, que con inconciencia absorbía a cada paso que daba para acercarse a su lúgubre y solitario hogar.

Después de varios minutos de caminar la dama alzaba la mirada un poco pedida pro el dolor que invadía sus entrañas, quedándose perpleja, pues lo que en frente tenía era sin más ni menos el gran palacio de los pecados. Aquel edificio colosal y lleno de leyendas. Se podía ver como una pequeña concentración de nubes se arremolinaba en la torre más alta de dicho castillo, mientras que el aire resoplaba en las zonas bajas, dejando en cada bufar un sentimiento de incierto como una sensación gélida.

Tragando hondamente Saliva la dama del pecado pereza, Alessa comenzó a circundar una parte de dicho edificio. Escudriñando meticulosamente cada roca, hoja o follaje que invadía el sendero que dividía la entrada en dos. Suspirando de forma anémica la dama llegó a uno de los costado de dicha entrada, en al sección de las estatuas que representaban los siete pecado capitales. Sin poder aguantar el dar un paso más la mujer de cabellos largos y azulados simplemente se desplomó, cayendo hincada con su respiración agitada.

Uno, dos y hasta tres suspiros largos dio Alessa para así amenizar un poco el dolor y aclarar un poco su respiración, y así poder estar en su sano juicio en aquel insólito lugar. Recargando su espalda a uno de las viejas estatuas, para así observar el turbio cielo y poder por lo menso busca un rayo de luz que pudiera aclarar su vista ante aquella oscura agonía, mas todo estaba bañado en las tinieblas, pues era el infierno, ahí la luz estaba extinta, tan solo los matices índigo, escarlata y morado eran los faroles para los espectros de Hades, no más… no menos.

El cosmos de la dama en si estaba desatándose desbocadamente, se podía ver como hilos de su energía chocaba con el pasto de su alrededor, absorbiendo la energía de dicha plata para así trasportarla lentamente hasta el cuerpo de la pereza, quien e vez de sentir grato aquel absorber, era sino todo lo contrario, sentía como su cuerpo era literalmente penetrado y rasgado con cuchillas. No obstante la mujer ya estaba más cerca de llegar a su objetivo: su cuarto; por lo que a punta de gemidos estridentes la mujer se levantó para así ir de inmediato a l entrada del palacio de los pecados.

Alessa a lo lejos podía sentir las energías tanto de Orgullo como de aquella que era Ira, la cual, no olvidaba el como le había tratado en Egipto de una manera tan falta de criterios. Ambos cosmos estaban un poco alterados, como si estos paliaran o algo por el estilo, por lo que la mujer trató de bajar lo más que podía su energía para pasar por desapercibida y así no distraerlas a ellas antes de que ésta despertara al cien por ciento su siguiente técnica. Llegando a la entrada y aún siguiendo absorbiendo la vida de la flora la mujer con esfuerzo empujó la entrada enorme del palacio para así en silencio adentrarse cuanto antes a dicho lugar, con el afán de llegar a su cuarto y así poder entender aquel nuevo poder.

En si la mujer sinceramente no se quería acercar al palacio de los pecados, algo sentía que podía terminal mal. No sabía que era, pero presentía que si se alejaba de la vitalidad de las plantas terminaría su cuerpo pagando las consecuencias de su retirada cobarde, pero también el dolor la hacia declinar de aquella decisión tan repentina.

Suspirando y viendo por todas partes Alessa decidió acostarse un poco, descendiendo su cosmos al grado de que su cuerpo se enfrió por completo. Sus aliento se materializaba en una pequeña nubecita grisácea, que al ser tocada por el correr del céfiro simplemente se disipaba. Girando y viendo el cielo nublado la mujer de cabellos largos y azulados suspiró una y otra vez, tratando de destensa su cuerpo.

Su cuerpo comenzaba a temblar demasiado por el brusco cambio de temperatura, al parecer la pecaminosa no podía dormir su cosmos, no cuando estaba despertando una técnica tan pesada como aquella, por lo que cerrando sus ojos y mostrando un semblante de dolor y angustia la mujer elevó de nueva cuenta su energía cósmica para así hacer brotar aquellos tentáculos de cosmos semitransparentes que absorbía la vitalidad de la plantas, aquella que provocaba un dolor inmenso en la dama.

Alessa se levantó porque sabía que al estar acostada no ganaría absolutamente nada, la entrada del palacio de los pecados estaba cerca y parecía que una cuarta excesiva pecaminosa se aparecía en dicho lugar, su cosmos era débil, pero eso no quitaba que la pereza reencarnara tuviera un ligera intriga de quién diablos se trataba.

Caminando con esfuerzo la mujer de repente sintió como si miles de alfileres penetraran su piel hasta choca con la sensibilidad de sus huesos, generando que gritara un poco y se contrajera hacia l frente, hasta tomar su vientre y simplemente temblar. Su respiración se alteró al grado de gemir para poder obtener pequeños gramos de aire. Su vista se ponía borrosa y su cosmos aumentaba aún más, chocando descontroladamente en un diámetro de tres metros. La mujer como pudo caminó rápidamente hasta donde estaba la entrada del palacio de los pecados, recargando su frente en la puerta ésta simplemente suspiró y en susurro musitó:

-Al fin en casa…ashm……

Dicho eso la mujer se dio media vuelta colocando su espalda en la puerta, mirando pro doquier, buscando un punto desolado, pues no podía aguantar seguir manteniendo aquella cosmosenergía, cuando divisó una pradera a lado izquierdo de las inmediaciones del plació, la mujer suspiró y de repente proyecto su mirada hacia aquel lugar, rápidamente los tentáculos de cosmos que habían absorbido la energía de las plantas se dirigieron hacia dicho punto establecido en la mente de Alessa, e si aquella no vio cual fue los resultados de aquello, pues de inmediato la puerta se abrió cayendo aquella adentro de dicho lugar.

-Ohmm

La dama del pecado comenzó a respira de manera agitada, mientras inconsciente se mantenía tendida en aquel solio sendero, que daba camino al palacio de los pecados de Hades. El aire se mantenía cálido, por culpa de aquella explican de cosmos que anteriormente había manifestado aquella pecaminosa.

De repente, no muy lejos de donde se mantenía Alessa inconfidente, en una concentración de maleza, que aún permanecía en aquel lugar comenzó a mecerse de manera desacoplada, generando un sonido de fricción que causó que la estrella de la pereza comenzara a despertarse de su corto letargo.

Bostezando Alessa se sentaba y rápidamente dirigía su mirada cansada y aún borrosa pro culpa de la somnolencia hacia donde se formaba el ruidillo. Estaba demasiado tranquila aquella mujer, pro lo que indicaba que no era ningún peligro lo que escondía la maleza del derredor.

De repente un animal raro salía de aquellos arbustos, provocando que Alessa sonriera y de inmediato explayara sus brazos hacia los costados llamando a lo que era su mascota. El animalejo corrió y s abalanzo hacia la dama de cabellos azulados, lamiendo su rostro mientras aquella no mostraba ningún gesto de emoción, era típico en ella ya que desde que había adquirido al responsabilidad de ser una de las guerreras de Hades, su parte humana se había extinguido, o eso hacía pensar Alessa con sus carentes emociones.

Haciendo a un lado aquella rara mascota que desee algún tiempo, cuando aquella había tomado la decisión de perseguir a escondidas a su difunta hermana, en una de sus tantos tropiezos se la había topado y desde entonces la tenía como una fiel compañera, que aunque no lo demostraba, le quería de cierta manera.

-Uff…

Suspiró Alessa un poco desanimada mientras alzaba la mirada y veía el cielo nublado, típico del Inframundo. Después de ello arqueó una e sus cejas y se levantó teniendo a su mascota entre brazos. Un ligero mareo causo que aquella declinara un poco su postura y soltara a su animalito, quedándose con los ojos totalmente abiertos. Y es que sentía como una tremenda fuerza recorría su cuerpo generándole una ansiedad nueva en Alessa.

De repente su cuerpo tomo un brillo generando que su armadura reapareciera sobre su cuerpo cubriendo las partes púdicas de la dama. Ésta sin duda estaba sorprendida pues no nada más eso pasaba ahí sino que su mascota de ridículo nombre se fraccionaba en cientos de corpúsculos brillantez que de inmediato fueron absorbidos por los poros capilares de la pecaminosa, haciendo sentir a Alessa con una fuerza única para ese entonces.

El brillo se perdió y con ello la armadura de Alessa se dejó expuesta, su mascota se había desintegrado y con ello una fuerza tremenda había nació en ella. Sorprendía alzó la mirada y comprendió que lo que había vivido anteriormente tan sólo había sido una probadita de lo que vendría a futuro. Fue entonces que la pereza suspiró y bajó su mirada de nueva cuenta, observando el imperfección del suelo, analizando qué sería mejor para aquel momento. Sin duda debía de entrenar aquel suicida cosmos que había nacido en ella, pero cómo, sin que sintiera tanto dolor que le hiciera perder la razón.

Suspirando de manera lenta, aquella comenzó a caminar en círculos, típico en Alessa cuando se ponía a pensar con seriedad las cosas. Miraba de ves en cuando de reojo el palacio de los Pecados, aquel lugar que estaba demasiado solitario y que sin duda le aburría de sobremanera. Sinceramente pensaba la pereza que necesitaba alguien con quien practicar aquel cosmos, lo malo es que no sabía donde estaba si querido Hang… su cosmos era demasiado débil para determinar donde estaba, pero en su búsqueda había encontrado otro que pertenecía al patrono de los espectros y del nivel de los jueces, sonriendo aquella murmuró:

-Perfecto, aquel ser me servirá para mi distracción, es por ello que me retiro de este maldito lugar que me aburre de sobremanera y que tan sólo me hace dar vueltas, pero antes controlo este maldito cosmos que sino llegare hecha una fiera y pueda que destroce la cárcel que custodia el juez, además, no le conozco y sería interesante interactuar con algo que hable, ya que aburrida estoy.

Dicho eso suspiró de nueva cuenta y con ello cerró sus puños. Rápidamente una florescencia manó de su silueta, bañando un perímetro enorme del panorama, de inmediato como si fuese un efecto de explico o algo parecido aquel lugar se incendió, consumiendo la vegetación que adornaba el medio. Aquella mareada abrió sus claros ojos y con gozo divisó el resultado de lo que había hecho, que aunque era mínimo, según ella sentía que de poco a poco aquel ataque generaría un estrago tremendo.

Después extendiendo sus brazos por los costados de su delgada silueta. La mujer formó una sonrisa y con ello una vez más elevó su cosmos. De repente se podía ver como su cuerpo se descomponía en partículas, las cuales rodeadas en una luz incandescente fueron trasladadas hacia el cielo oscuro, para que de inmediato tomara dirección al oeste del inframundo y desapareciera de aquellos oscuros lares.