Buscando el camino

por Sophia Sáb Dic 10, 2011 9:40 pm

Había caminado tanto por aquellos bosques que ya no tenía recuerdos de lo que era hablarle a otro ser humano. No sabía que día era, ni que hora, ni cuanto había pasado desde que dejó a Vergilius. Ya no sonreía como antes, lo único que le preocupaba era buscar comida para no desfallecer. Los bosques eran altos, demasiado altos y estaban llenos de terrores.

La primera noche que estuvo sola lloró amargamente por la muerte de Solomon. No sólo eso, pensó en su propia familia y en la verguenza que su propia madre sentiría ahora viendola desde los cielos. Rezó por su alma, de veras lo hizo. No sabía porque los dioses habían sido tan crueles para hacerla pasar por ello, pero ahora que estaba sola una vez más, debía ser fuerte, por Fye, por Gelum y por Vergilius.

El recuerdo de su amado la mantenía despierta. Sabía que había tomado la decision correcta pero los primeros días su cuerpo pagó el precio de ello por la gran caida. Aún así, lo peor era viajar por bosques completamente virgenes en donde no pasaba ni un alma y no había visto nadie viviendo. A veces, las ramas y los arbustos de espina se hacían tan densos que simplemente buscaba una manera de pasarlos dandoles las vueltas. Por ello, había perdido completamente el sentido de la orientacion y sólo sabía por donde salía el sol.

<< Si sigo el sol, si sigo el sol llegare a Grecia, sea como sea. >>

El estómago le crujía y muchas veces incluso alucinó con comida. El hambre era tal que un día se encontró comiendo raices y vomitandolas toda la noche. Pero el agua era abundante... y de vez en cuando encontraba bayas que molía y tragaba. Sabían horrible, amargas y acidas, pero eran la única comida que le podía dar a su estómago que la mantuviera despierta y andando.

Una noche intentó hacer fuego y fue completamente inutil. Deseó haber sido hombre para que tareas como aquella no le resultaran tan horribles. Pero no lo era. Era una mujer de alta cuna que no sabía hacer absolutamente nada y era una completa inutil por si misma. Entendió que era la primera vez que realmente se estaba valiendo por si misma y no importaba el dolor ni el hambre, podría llegar a Fye... encontraría a su hermano.

Pero entre más días pasaban, las energías se escapaban de sus piernas. Ya no sabía cuando había caminado, o si estaba caminando en circulos. Todo se hacía cada vez más dificil.

<< Apiadense de mí... denme una muerte rápida... o dejenme encontrar el camino a ellos... >>

por Sophia Dom Dic 11, 2011 3:39 pm

A medida que la luz solar ese día disminuía Sophia no pudo evitar preguntarse si moriría esa noche o no. Pidió que si moría fuese en el sueño y no mientras se la comía algun lobo o un oso. Hubiese sido una presa facil en ese estado. Miró los arboles sobre su cabeza y pensó que si hubiese sido un poco más agil tal vez habría podido trepar alguno de ellos y dormir sobre alguna rama en la seguridad de la altura que le proporcionaban, pero eso no iba a ocurrir. No sabía trepar. Y como tampoco sabía como rayos se prendía un fuego, tambien se moriría de frío esa noche.

Cuando el sol se ocultó, se quedó quieta en contra de una tronco caido, pero luego recordó que los troncos caidos eran generalmente huecos por dentro y eso no podía traer ninguna buena consecuencia, de seguro más de un animal se escondía dentro. Por lo tanto, en plena oscuridad siguió caminando, sabiendo que su ruido y olor de seguro llamarían la atención de algun animal. ¿Pero que más daba? Si había escapado de lobos anteriormente ¿Por qué no ahora?

Caminó haciendo que las hojas caidas y las ramitas bajo sus pies crujieran una y otra vez. Caminó tanto que pensó que se quedaría dormida de pie, pero finalmente, los árboles le dieron un respiro y encontró un claro por donde pasaba un pequeño riachuelo. Si hubiese sido de día habría llorado de felicidad, pero de noche, agua no le servía de mucho. El agua atraía a los animales a beber y a pescar en el amparo de la oscuridad. Por lo cual, se dio la vuelta y siguió caminando, recordando la dirección por donde salía el sol.

por Sophia Lun Dic 12, 2011 9:01 pm

Un nuevo día estaba llegando, ya no había mucho más que hacer. Los espesos bosques estaban quedando atrás pero aun así no parecía encontrar si quiera un sendero que la llevara al lugar que con tanta desesperación estaba buscando. Sin embargo, cuando encontró un rio ancho su rostro volvió a ser animado, al darse cuenta en que alguna pozos naturales que se formaban entre las piedras habían peces que nadaban. Supo entonces, que si quería comer ese día… tendría que buscar una forma de atraparlos. Pensó en una lanza pero supo de inmediato que carecía de la rapidez y fuerza para hacer algo así. Pescar con las manos era algo que se practicaba en algunas regiones de Roma pero sabía que si ella intentaba algo así haría el ridículo, por lo cual, utilizó lo más útil que pudo.

Se sacó el vestido y dejo caer la tela al agua amarrando un extremo a una roca. Los pozos naturales no eran realmente hondos y si… tan sólo uno de esos peces caía en su trampa, significaba que tendría comida en su estomago ese día y podría seguir caminando. Pero mientras estaba ahí sumergida en el agua, escuchó algo que no pensó escuchar… cascos de caballo.

Subió la cabeza atrás de una piedra, desnuda, y vio pasar a 15 legionarios en sus caballos rio abajo. Se preguntó que estarían haciendo en esa región de Roma. ¿La estarían buscando? Si era así, sería horrible. Pero si no era así y estaban ahí en alguna misión podía ir tal vez a pedirles comida, un caballo, un lugar para dormir…

<< Eso jamás ocurrirá, los legionarios no ayudan a las mujeres de las rutas, sólo las violan. Aunque tal vez, si supieran quien soy… pero eso tampoco ayudaría, es probable que odien a los Juliai ahora que Solomon usurpó el poder… >>

Se quedó quieta y de pronto, se dio cuenta que un pez estaba nadando justo sobre su vestido. Sin pensarlo dos veces, lo atrapó entre las telas.

A pesar de que su sabor crudo era asqueroso, ese día Sophia tuvo algo de comer mientras decidió seguir caminando rio abajo, con el cuerpo energético y alimentado. De cualquier forma, todos los ríos llegaban al mar. Eventualmente tendría que encontrar su camino.

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