Mazmorras debajo de la Arena

por Defteros Vie Ene 13, 2012 9:35 pm

Las mazmorras se encontraban justo debajo de la arena del ruedo mortal, era un lugar bastante oscuro y a decir verdad era muy tenebroso, las llamas apenas y alumbraban los angostos pasillos y las rejas de metal que contenían a toda clase de prisioneros que eran obligados a lugar como gladiadores, además de las bestias que eran traídas desde varios lugares como oriente y medio oriente en el extenso imperio persa.
Defteros caminaba con sigilo y silencio que solo era interrumpido por los exagerados tosidos de los prisioneros moribundos que permanecían encadenados a las bandas.
Al llegar a la armería vio a muchos gladiadores que estaban sentados en bancos de madera y que solo sonreían o asentían al ver a Defteros, llego hasta su lugar y se sentó esperando su turno para recibir su armamento, solo necesitaba un escudo puesto que siempre portaba su espada, la voz de un hombre les avisaba que ya era hora y uno tras otro se levantaba para recibir el armamento, al recibir el suyo Defteros salió por un enorme portón y llego a la arena donde se daría la batalla, las instrucciones eran claras y las tenía que cumplir.

por Sacmis Dom Mayo 06, 2012 1:40 am

El hombre regordete, con una peluca de rulos exagerados en tonalidad rubia cobriza, con cejas pobladas de color negro y una toga blanca con un manto naranja avanzaba por los pasillos, adulando el ludus espartano, la participación de los esclavos de Sacmis en los juegos del día anterior y la belleza de la muchacha que respondía por inercia, sin prestar verdadera atención, aunque nadie lo hubiera notado, por su sonrisa tan perfectamente ensayada que parecía natural.

Comenzaron a bajar hasta las mazmorras polvorientas y malolientes donde mantenían encadenados a los gladiadores de los juegos de la semana. Casi al fondo, se encontraba una mazmorra pequeña donde se encontraban los tres guerreros que participarían el siguiente domingo en los juegos y que pertenecían al padre de Sacmis; ella los saludó con una discreta mirada que ellos entendían y luego miró al hombre señalando a uno esclavo rubio de cabello largo y ojos verdes, con barba de pocos días, apenas vestido con un sencillo calzón de lana, y atado de pies y manos con pesados grilletes de hierro. - Ese es el que necesito. -

- He de pedirle que reconsidere señorita, él tiene el Primus de este domingo, tal vez algunos ex-senadores muy importantes vengan y es la máxima festividad de Júpiter... -

- Lo sé, es una gran pérdida, pero es imperativo que me lo lleve, pero descuide, que lo recompensaré ampliamente por esta molestia. - Colocó un tanto de monedas de oro en las manos del hombre. - Eso es solo una muestra. - Sonrió, a lo que el administrador dio una señal, un guardia abrió la reja de la celda, otros dos apuntaron con fuertes lanzas a los otros dos hombres y dos guardias más sacaron al elegido, escoltándolo de vuelta por los pasillos, detrás de la dama.

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