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Posada en las cercanías del río
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Posada en las cercanías del río
Recuerdo del primer mensaje :
Abrí mis ojos observando el techo que parecía caerse a pedazos. El bullicio de la mañana en los distritos me había despertado. La gente se levantaba para disponerse a conseguir el pan de cada día, el ritmo era bastante más acelerado que en otros lugares de los muchos por los que habíamos viajado. Me incorporé masajeando un poco mi hombro, era una habitación relativamente cómoda…al menos para el precio que habíamos pagado. Giré mi rostro, a mi lado estaba Enya aún dormida, los viajes ya eran un tanto extenuantes, y estuvimos apurando bastante el paso para acercarnos a donde creíamos podrían estar los nuevos dioses.
Até mis largos cabellos en una cola, y me coloque por encima de los vendajes los harapos usuales que usaba por ropa. Me dirigí a la puerta de la habitación tratando de abrirla con delicadeza, ya que al ser maltrechas y de madera crujían al mas leve movimiento. Por fortuna el sigilo era algo que lograba con facilidad…a veces. La luz del sol intenso me obligó a cerrar mis ojos hasta poder acostumbrarlos, respiré profundamente, era un bello y soleado día. Aunque el calor seco y agobiador traía a mi mente el recuerdo de los duros entrenamientos en Jamir.
Hmm…mi deber. Pensé aún algo somnolienta. A mis oídos llegaban los murmullos de los aldeanos del distrito y los dueños de la posada donde nos albergábamos. Rumores sobre la victoria del ejercito, por sobre todo de las triunfantes y valerosas tropas. Perfecto…ahora la ciudad será un caos. Me dije a mi misma para mis adentros, asumiendo que complicaría un tanto nuestra labor. Cerré la puerta y me dirigí con tranquilidad a la cama de conjunto. Sacudí con un poco de brusquedad a mi compañera y eso que trataba de ser suave. –Eny…¡Levántate!-necesitábamos organizarnos bien, y eso era algo que no podía hacer sin su capacidad como soporte.
Até mis largos cabellos en una cola, y me coloque por encima de los vendajes los harapos usuales que usaba por ropa. Me dirigí a la puerta de la habitación tratando de abrirla con delicadeza, ya que al ser maltrechas y de madera crujían al mas leve movimiento. Por fortuna el sigilo era algo que lograba con facilidad…a veces. La luz del sol intenso me obligó a cerrar mis ojos hasta poder acostumbrarlos, respiré profundamente, era un bello y soleado día. Aunque el calor seco y agobiador traía a mi mente el recuerdo de los duros entrenamientos en Jamir.
Hmm…mi deber. Pensé aún algo somnolienta. A mis oídos llegaban los murmullos de los aldeanos del distrito y los dueños de la posada donde nos albergábamos. Rumores sobre la victoria del ejercito, por sobre todo de las triunfantes y valerosas tropas. Perfecto…ahora la ciudad será un caos. Me dije a mi misma para mis adentros, asumiendo que complicaría un tanto nuestra labor. Cerré la puerta y me dirigí con tranquilidad a la cama de conjunto. Sacudí con un poco de brusquedad a mi compañera y eso que trataba de ser suave. –Eny…¡Levántate!-necesitábamos organizarnos bien, y eso era algo que no podía hacer sin su capacidad como soporte.
Luna- Cantidad de envíos : 8
Re: Posada en las cercanías del río
El miembro 'Jabranth' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Re: Posada en las cercanías del río
Sarahissa dio unos pasos adelante en ese infierno de fuego en el que se encontraba, observando como los ojos de Jabranth intentaban oponerse a su cosmo. Estaba perdido. Tanto él como ella sabían que el cosmo de Sarahissa se encontraba dentro de su cuerpo, lo cual significaría sin duda alguna de que ese hombre llamado Jabranth era ahora su títere, su propiedad, un instrumento para cumplir con los fines que Ares determinara.
- Creo que... ya lo has entendido. - Lo miró desde la altura, sin expresión en su rostro, el fuego de su ilusión se reflejaba en sus ojos, los lamentos y quejidos de aquellos inmundos humanos retorciendose de terror parecían no provocarle nada. - Le perteces a Ares, Bazir. Eres nada... sólo el polvo en su calzado, un objeto que utilizará cuando el juego así lo requiera.
Sarahissa hizo desaparecer su violín. Podría haber intentado matarlo lo cual en ese estado lastimero y patético en el que se encontraba el hombre le habría resultado bastante facil, pero por ahora no tenía instrucción de ello. Si Ares había resucitado aquella alma desde su letargo, significaba que era una pieza indispensable para sus planes. ¿Quién era Sarahissa para oponerse a dichos planes? Nadie. Absolutamente nadie.
- No sigas intentando cosas sin pensarlas o lo lamentarás. - No le dio un utlimatum, despues de todo nadie podría haber predicho la forma en que esa mujer podría haber actuado a futuro. Ese era el enigma de su frialdad, nadie podía saber realmente que estaba pensando. Si sus palabras eran condecendientes o estaba lista para darle el golpe de gracia. - No mancharé mis manos con tu sangre Bazir... no eres mío para hacer contigo lo que guste, le perteneces a Ares y sólo él podrá ser tu ejecutor y tal vez, en esa ocasión, yo sea tu verdugo. - Nunca se podría haber sabido si Sarahissa lo estaba haciendo por que menospreciaba a Jabranth y no lo veía como una amenaza latente que debía ser eliminada, o si realmente creía en que Ares era el único capaz de matarlo, pues Bazir le pertenecía. - Aunque ten siempre presente, mi esencia recorrerá tus venas hasta el día en que mueras. Hasta entonces, espero que aprecies tu armadura con el respeto que se merece, eres uno de los selectos, actua como tal.
Sarahissa permaneció mirandolo, esperando su reacción. ¿Se pondría de pie? ¿Reaccionaría? ¿Volvería despues de esa paliza a reaccionar como un verdadero Berseker?
- Creo que... ya lo has entendido. - Lo miró desde la altura, sin expresión en su rostro, el fuego de su ilusión se reflejaba en sus ojos, los lamentos y quejidos de aquellos inmundos humanos retorciendose de terror parecían no provocarle nada. - Le perteces a Ares, Bazir. Eres nada... sólo el polvo en su calzado, un objeto que utilizará cuando el juego así lo requiera.
Sarahissa hizo desaparecer su violín. Podría haber intentado matarlo lo cual en ese estado lastimero y patético en el que se encontraba el hombre le habría resultado bastante facil, pero por ahora no tenía instrucción de ello. Si Ares había resucitado aquella alma desde su letargo, significaba que era una pieza indispensable para sus planes. ¿Quién era Sarahissa para oponerse a dichos planes? Nadie. Absolutamente nadie.
- No sigas intentando cosas sin pensarlas o lo lamentarás. - No le dio un utlimatum, despues de todo nadie podría haber predicho la forma en que esa mujer podría haber actuado a futuro. Ese era el enigma de su frialdad, nadie podía saber realmente que estaba pensando. Si sus palabras eran condecendientes o estaba lista para darle el golpe de gracia. - No mancharé mis manos con tu sangre Bazir... no eres mío para hacer contigo lo que guste, le perteneces a Ares y sólo él podrá ser tu ejecutor y tal vez, en esa ocasión, yo sea tu verdugo. - Nunca se podría haber sabido si Sarahissa lo estaba haciendo por que menospreciaba a Jabranth y no lo veía como una amenaza latente que debía ser eliminada, o si realmente creía en que Ares era el único capaz de matarlo, pues Bazir le pertenecía. - Aunque ten siempre presente, mi esencia recorrerá tus venas hasta el día en que mueras. Hasta entonces, espero que aprecies tu armadura con el respeto que se merece, eres uno de los selectos, actua como tal.
Sarahissa permaneció mirandolo, esperando su reacción. ¿Se pondría de pie? ¿Reaccionaría? ¿Volvería despues de esa paliza a reaccionar como un verdadero Berseker?
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Re: Posada en las cercanías del río
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Re: Posada en las cercanías del río
La esencia de aquella mujer estaba cada vez mas dentro de mis venas, cada centimetro de mi cuerpo estaba cubierto por su poder, aun estaba bajo su control entero, elevaba mi cosmos tratando de safarme, pero era imposible, la voluntad de ares estaba con ella, y por ello quizas habia abandonado toda esperanza, trate de levantarme de poco a poco, centimetro a centimetro fui avanzando hasta poder rozar mis manos con el suelo, y tener un poco de fuerza. Levante ambos brazos, toque el suelo, y poco a poco trate de levantarme, el dolor aun estaba presente, incluso las heridas estaban empezando a abrirse mas y mas, y la sangre chorreaba a brotones, no media la accion de mis actos, ahora no importaba de mucho, solo tenia que verla estar por encima de mi.
Mis piernas, hiban levantandose de poco en poco, hasta que mis rodillas se acomodaron contra el suelo para poder levantarme lentamente, seguia con ese movimiento, hasta quedar practicamente incado frente a ella. Mi vista se perdia completamente entre ver el panorama que habia delante de mi, los entes quemandose en propia vida, y ella ahi, baje la mirada, las palabras estaban haciendo efecto, pero no queria aun comprender, solo queria estar a su servicio, por ahora solo estaria ahi, sin poder moverme mas, sus antojos ya estaban realizados.
Interesante la demostacion de poder sarahissa, se que he fallado como berserker, incluso mis sentimientos no han sido los correctos, tratare de enmendar mi error, pero en este caso, te seguire a donde quiera que vallas, aunque no lo quiera, ya que todo mi ser esta a tu servicio, tu poder a estado manipulando mi cuerpo, y con ello pienso, que solo te pertenecere a ti....
Última edición por Jabranth el Jue Abr 07, 2011 10:33 pm, editado 1 vez
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Re: Posada en las cercanías del río
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Re: Posada en las cercanías del río
- Es ahí tu error Bazir, alguien que no cree en Ares como su señor y dueño, no tiene derecho de llamarse a sí mismo un Berseker.
Sarahissa lo miraba con su mentón en alto. Sus ojos estaban fijos en él, pero no era una mirada de altanería ni desprecio. Simplemente le era indiferente si Bazir estaba arrepentido o no, pues si no lo estaba de cualquier forma ella se lo haría pagar y muy caro. Nunca Sarahissa permitiría que alguien hablara mal de su señor Ares. Él era el único ser en el Universo que hacía que su vida tuviera algo de sentido… y propósito.
– Si quieres seguir a alguien, no me sigas a mi. Sigue a Ares. Él es la luz de tu vida de oscuridad…
Y no dejó en ese entonces de observar a los ojos de Jabranth. Su propia cosmoenergía que recorría las venas de ese sujeto ahora haría que todo su cuerpo ardiera. Levantó sus manos y alrededor de ambos todo ardió con más fuerza. No había nada que no se sintiera quemándose a excepción de Sarahissa quien mantenía una calma descomunal y perturbadora.
- Dilo Bazir. Siente que la fidelidad vuelve a ser una palabra con sentido en tu vida mientras te quema las venas.
Sarahissa se acercó a él, tomándole el mentón para que no dejara de observarla mientras hacía que su cosmoenergía en el cuerpo de Jabranth ardiera.
- Ares es tu señor Bazir. Ares es tu dueño… yo no soy nada para ti Bazir, es a Ares a quien debes seguir por el resto de tu vida… tu existencia es para él y por él.
El cabello de Sarahissa flotaba por el aire. Era hermoso ver que en ese rostro tan bello reinara la frialdad más grande de todas, la indiferencia, y que al mismo tiempo, de su boca salieran palabras que en otras podrían sonar tan apasionadas pero en ella… sonaban a nada. Era como escuchar el murmuro del viento en una tarde de otoño en que la corriente se lleva las hojas sin más remedio.
_____________
MANIPULACIÓN POR COSMO ACTIVADA:
ORDEN:
Que te hierva el cuerpo y sigas gritando “Ares es mi señor, le pertenesco a Ares” Al menos 5 veces.
Se te olvido descontar el daño de Objeto que te realizó Sarahissa, por lo tanto hazlo en este turno.
3º Descuento de 200 de HP de cinco por las heridas Superficiales. No has disminuido en ningun turno este HP, asi que debes descontarte 200 de HP y los 600 del daño de violin que no descontaste.
HP JABRANTH = 3200 – 600 de Objeto – 600 3 turnos de daño HP = 2000 de HP.
Sarahissa lo miraba con su mentón en alto. Sus ojos estaban fijos en él, pero no era una mirada de altanería ni desprecio. Simplemente le era indiferente si Bazir estaba arrepentido o no, pues si no lo estaba de cualquier forma ella se lo haría pagar y muy caro. Nunca Sarahissa permitiría que alguien hablara mal de su señor Ares. Él era el único ser en el Universo que hacía que su vida tuviera algo de sentido… y propósito.
– Si quieres seguir a alguien, no me sigas a mi. Sigue a Ares. Él es la luz de tu vida de oscuridad…
Y no dejó en ese entonces de observar a los ojos de Jabranth. Su propia cosmoenergía que recorría las venas de ese sujeto ahora haría que todo su cuerpo ardiera. Levantó sus manos y alrededor de ambos todo ardió con más fuerza. No había nada que no se sintiera quemándose a excepción de Sarahissa quien mantenía una calma descomunal y perturbadora.
- Dilo Bazir. Siente que la fidelidad vuelve a ser una palabra con sentido en tu vida mientras te quema las venas.
Sarahissa se acercó a él, tomándole el mentón para que no dejara de observarla mientras hacía que su cosmoenergía en el cuerpo de Jabranth ardiera.
- Ares es tu señor Bazir. Ares es tu dueño… yo no soy nada para ti Bazir, es a Ares a quien debes seguir por el resto de tu vida… tu existencia es para él y por él.
El cabello de Sarahissa flotaba por el aire. Era hermoso ver que en ese rostro tan bello reinara la frialdad más grande de todas, la indiferencia, y que al mismo tiempo, de su boca salieran palabras que en otras podrían sonar tan apasionadas pero en ella… sonaban a nada. Era como escuchar el murmuro del viento en una tarde de otoño en que la corriente se lleva las hojas sin más remedio.
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MANIPULACIÓN POR COSMO ACTIVADA:
ORDEN:
Que te hierva el cuerpo y sigas gritando “Ares es mi señor, le pertenesco a Ares” Al menos 5 veces.
Se te olvido descontar el daño de Objeto que te realizó Sarahissa, por lo tanto hazlo en este turno.
3º Descuento de 200 de HP de cinco por las heridas Superficiales. No has disminuido en ningun turno este HP, asi que debes descontarte 200 de HP y los 600 del daño de violin que no descontaste.
HP JABRANTH = 3200 – 600 de Objeto – 600 3 turnos de daño HP = 2000 de HP.
Última edición por Sarahissa el Sáb Abr 30, 2011 11:54 pm, editado 1 vez
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Re: Posada en las cercanías del río
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Re: Posada en las cercanías del río
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Re: Posada en las cercanías del río
Sarahissa observó como lo que le ordenaba a Jabranth se volvía realidad. No mostró estar feliz al respecto, ni complacida, ni si quiera decepcionada. No le interesaba a simple vista lo que ese hombre hiciera o no hiciera, pero si le molestaba que se atreviera a morder la mano que lo alimentaba.
- Bazir… señor de las mentiras… que se pierda tu alma hasta que le sepas guardar lealtad a tu dueño.
Y con esas últimas palabras Sarahissa le ponía fin a su lección sobre lealtad a ese engendro de la guerra. Era hora de que Bazir fuera olvidado en un mundo lleno de desesperación para que supiera apreciar el mundo que Ares le ofrecía a su lado. El violín de Sarahissa comenzó a tocar su sonido más perturbante, un chillido parecido al llanto de un animal herido en el cual el lugar en donde había llevado el cuerpo y alma de Bazir comenzó a cerrarse, dejándolo encerrado dentro de él en una especie de cárcel de cristal azul.
Sarahissa cerró los ojos, escuchando los gritos de desesperación a su alrededor. No le interesaba. No iba a tener a un traidor entre sus filas. No le interesaba ningún Berseker que no supiera quién era el jefe. En un mundo en el cual comenzaba una de las guerras mas grandiosas de todas después de la guerra de Troya, no había espacio para un cobarde que no sabía su lugar en el mundo gobernado por los dioses que Ares intentaba llenar con guerras y lucha, una violencia que trajera pánico, caos y destrucción a todo lo que Athena protegía. Haberlo tenido entre ellos no sólo era peligroso, sino que no estaba dispuesta a estar peleando y recibir un golpe por la espalda cuando menos se lo esperara.
Por ello, cuando abrió los ojos, Jabranth, Bazir, ya no existía. Haría su penitencia en una dimensión ajena a ella, en la cual pudiera arrepentirse hasta la próxima vez que viviera de haber sido un idiota que le dio la espalda a la lealtad, con su propio dios.
Volvía a estar en esa posada de mana muerte, pero no le interesaba pasar un segundo más ahí. Cerró los ojos y tocó una nota bastante alta, desapareciendo su cuerpo de ese lugar. Estaba lista para volver al Olimpo y esperar allá a que Ares volviera por ella.
____________
OFF: Bazir abandonó el personaje en medio de una batalla con Sarahissa, por lo cual manipule su "muerte" onrol para que el personaje se entienda por el momento perdido en otra dimensión, muerto.
- Bazir… señor de las mentiras… que se pierda tu alma hasta que le sepas guardar lealtad a tu dueño.
Y con esas últimas palabras Sarahissa le ponía fin a su lección sobre lealtad a ese engendro de la guerra. Era hora de que Bazir fuera olvidado en un mundo lleno de desesperación para que supiera apreciar el mundo que Ares le ofrecía a su lado. El violín de Sarahissa comenzó a tocar su sonido más perturbante, un chillido parecido al llanto de un animal herido en el cual el lugar en donde había llevado el cuerpo y alma de Bazir comenzó a cerrarse, dejándolo encerrado dentro de él en una especie de cárcel de cristal azul.
Sarahissa cerró los ojos, escuchando los gritos de desesperación a su alrededor. No le interesaba. No iba a tener a un traidor entre sus filas. No le interesaba ningún Berseker que no supiera quién era el jefe. En un mundo en el cual comenzaba una de las guerras mas grandiosas de todas después de la guerra de Troya, no había espacio para un cobarde que no sabía su lugar en el mundo gobernado por los dioses que Ares intentaba llenar con guerras y lucha, una violencia que trajera pánico, caos y destrucción a todo lo que Athena protegía. Haberlo tenido entre ellos no sólo era peligroso, sino que no estaba dispuesta a estar peleando y recibir un golpe por la espalda cuando menos se lo esperara.
Por ello, cuando abrió los ojos, Jabranth, Bazir, ya no existía. Haría su penitencia en una dimensión ajena a ella, en la cual pudiera arrepentirse hasta la próxima vez que viviera de haber sido un idiota que le dio la espalda a la lealtad, con su propio dios.
Volvía a estar en esa posada de mana muerte, pero no le interesaba pasar un segundo más ahí. Cerró los ojos y tocó una nota bastante alta, desapareciendo su cuerpo de ese lugar. Estaba lista para volver al Olimpo y esperar allá a que Ares volviera por ella.
____________
OFF: Bazir abandonó el personaje en medio de una batalla con Sarahissa, por lo cual manipule su "muerte" onrol para que el personaje se entienda por el momento perdido en otra dimensión, muerto.
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Re: Posada en las cercanías del río
Después de haber pasado por aquel terrible incidente Michiru observo que había una posada cerca del río así que decidió ir a ver, Miro hacia ambos lados de la calle para percatarse de que nadie se encontraba a su alrededor, Corrió hasta estar frente ala puerta y entro, miro el lugar detenidamente realmente no era muy bonito pero debía ser porque nadie se hospedaría en este lugar y no tenían fondos para una decoración, El trabajador se encontraba detrás del mostrador observo a Michiru entrar
- ¿Puedo ayudarla en algo señorita? -
-¿Hum? D.. Disculpe usted Muy buenas noches -
Michiru observo a un hombre de edad mayor que se encontraba detrás del mostrador
- Buenas Noches -
- Disculpe ... ¿Podría quedarme esta noche en esta posada?-
- Pero que hace una chica como usted en este lugar tan peligroso, por los dioses véase ¿Que le paso?-
- Solo caí y debido a las calles sucias me eh manchado-
- De acuerdo veamos por la noche tendría un costo de....-
- Desgraciadamente... No cuento con dinero en este momento-
- jajajaja Señorita entonces como piensa hospedarse-
- Podría trabajar para usted y así pagar esta noche -
- ¿Que es lo que usted sabe hacer?
- Me dedico a la música -
- ¿A la música? -
- Así Es -
Michiru saco su violín y se lo mostró a aquel trabajador
- ¿Que es eso? -
- Esto es un violín -
Aquel hombre coloco una expresión de asombro
- Nunca había visto un instrumento como ese-
Michiru comenzó a tocar una de sus mejores melodías de su repertorio ya que de acuerdo ala decisión que tomara ese hombre dependería si se podía quedar de esa manera, Solo toco algunas estrofas y aquel hombre se quedo maravillado
- Tu ... Tu eres Michiru Kaio ...¿verdad? -
-Así es señor la misma ¿Como me conoce?-
- Una mujer muy hermosa,joven y con gran habilidad en un instrumento extraño sería un tonto si no me diece cuenta que es usted,Puedes Quedarte con mucho gusto nos encantara que este aquí.. pero si quiere salir de este lugar... deberá marcharse por la mañana esta gente esta podrida y harán lo que sea por algunas monedas-
Michiru le agradeció a aquel hombre por tal amable gesto , el hombre le dio las llaves de su habitación y así se dispuso a dirigirse hacia el, era realmente humilde la habitación pero lo importante era que la habían dejado quedarse, Michiru suspiro aliviada porque se había salvado de un destino trágico, el espejo comenzó a brillar nuevamente y solo mostró el color dorado
- ¿Hum ? ¿Que significa esto? ¿porque ma haces esto espejo' muestrame mas
Michiru se quedo pensativa, destendio su cama y se dispuso a acostarse
- ¿Puedo ayudarla en algo señorita? -
-¿Hum? D.. Disculpe usted Muy buenas noches -
Michiru observo a un hombre de edad mayor que se encontraba detrás del mostrador
- Buenas Noches -
- Disculpe ... ¿Podría quedarme esta noche en esta posada?-
- Pero que hace una chica como usted en este lugar tan peligroso, por los dioses véase ¿Que le paso?-
- Solo caí y debido a las calles sucias me eh manchado-
- De acuerdo veamos por la noche tendría un costo de....-
- Desgraciadamente... No cuento con dinero en este momento-
- jajajaja Señorita entonces como piensa hospedarse-
- Podría trabajar para usted y así pagar esta noche -
- ¿Que es lo que usted sabe hacer?
- Me dedico a la música -
- ¿A la música? -
- Así Es -
Michiru saco su violín y se lo mostró a aquel trabajador
- ¿Que es eso? -
- Esto es un violín -
Aquel hombre coloco una expresión de asombro
- Nunca había visto un instrumento como ese-
Michiru comenzó a tocar una de sus mejores melodías de su repertorio ya que de acuerdo ala decisión que tomara ese hombre dependería si se podía quedar de esa manera, Solo toco algunas estrofas y aquel hombre se quedo maravillado
- Tu ... Tu eres Michiru Kaio ...¿verdad? -
-Así es señor la misma ¿Como me conoce?-
- Una mujer muy hermosa,joven y con gran habilidad en un instrumento extraño sería un tonto si no me diece cuenta que es usted,Puedes Quedarte con mucho gusto nos encantara que este aquí.. pero si quiere salir de este lugar... deberá marcharse por la mañana esta gente esta podrida y harán lo que sea por algunas monedas-
Michiru le agradeció a aquel hombre por tal amable gesto , el hombre le dio las llaves de su habitación y así se dispuso a dirigirse hacia el, era realmente humilde la habitación pero lo importante era que la habían dejado quedarse, Michiru suspiro aliviada porque se había salvado de un destino trágico, el espejo comenzó a brillar nuevamente y solo mostró el color dorado
- ¿Hum ? ¿Que significa esto? ¿porque ma haces esto espejo' muestrame mas
Michiru se quedo pensativa, destendio su cama y se dispuso a acostarse
Michiru- Amazona Dorada
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Re: Posada en las cercanías del río
Ya era de día y Michiru se encontraba aun dormida, los rayos del sol no entraban por la ventana como era costumbre ese lugar era realmente diferente hasta que despertó debido a un estribido que se escucho sus ojos aun se encontraban cerrados mientras bostezaba y levantaba sus manos, se levanto de la cama y se dirigió al baño para lavarse el rostro, tomo agua con sus manos y la llevo hasta su rostro, se miro en el espejo y se dio cuenta que su cabello estaba todo hecho un desastre desgraciadamente no contaba con un cepillo ala mano, así que tuvo que improvisar cortando un poco de la tela de sus guantes logro hacer un listón con el que se amarro su cabello creando una coleta, su vestido aun sucio se encontraba y no tenia otra vestimenta comenzó a reír
- jajaja me veo terrible, incluso en los momentos difíciles es bueno darle buena cara, no tengo mas remedio que salir así lo primero que are a salir de aquí es ir a comprar una nueva vestimenta seguramente la ropa de aquí debe ser muy bella-
Tomo su estuche y salio de la alcoba, camino por el pasillo hasta llegar ala administración aquel anciano no se encontraba, ahora se encontraba un muchacho un poco atractivo
- Buenos días -
- Buenos días señorita-
-¿Disculpe no esta el otro trabajador?-
- Si se refiere a mi abuelo no, tuvo que salir-
- Oh, que mala suerte quería agradecerle por tantas molestias que le cause-
- No se preocupe yo le diré de su parte-
- Muchas gracias-
Michiru le entrego la llave de la habitación y sin nada mas que decirle, sonrío y salio de aquella posada
- jajaja me veo terrible, incluso en los momentos difíciles es bueno darle buena cara, no tengo mas remedio que salir así lo primero que are a salir de aquí es ir a comprar una nueva vestimenta seguramente la ropa de aquí debe ser muy bella-
Tomo su estuche y salio de la alcoba, camino por el pasillo hasta llegar ala administración aquel anciano no se encontraba, ahora se encontraba un muchacho un poco atractivo
- Buenos días -
- Buenos días señorita-
-¿Disculpe no esta el otro trabajador?-
- Si se refiere a mi abuelo no, tuvo que salir-
- Oh, que mala suerte quería agradecerle por tantas molestias que le cause-
- No se preocupe yo le diré de su parte-
- Muchas gracias-
Michiru le entrego la llave de la habitación y sin nada mas que decirle, sonrío y salio de aquella posada
Michiru- Amazona Dorada
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Re: Posada en las cercanías del río
El cementerio donde Alessa se había dispuesto a pasar un rato sin hacer absolutamente nada quedaba en uno de los extremos del famoso Rio del distrito Tiber. Ya cuando aquella se había decidido a emprender la búsqueda del paradero de su hermana menor tomó el camino izquierdo rumbo a las ciento de posadas malolientes de aquel grisáceo lugar. Paso lento tras otro mientras aquella vagabunda veía por todos lados. El lugar no había cambiado por completo, todo estaba totalmente igual y eso para Alessa era más que aburrido… patético en verdad.
No tardó mucho para que por fin pudiera ver las posadas del lado este. Aquella aceleró el paso ya que en ésa zona tañía una que otra conocida que le pudiera dar información. Por lo que llegando a una de las primeras zonas de habitaciones en renta tocó con delicadeza la puerta y espero a que esta se abriera. Más de cinco minutos y nada… absolutamente nada. Ahora que lo pensaba bien Alessa el ligar estaba más que desértico ninguna alma mortal a la cual se le pudiera preguntar.
Eso si que era extraño para la estrella infernal pues conociendo aquel distrito lo que menos existía era silencio. Frunciendo sus hombros y ladeando su boca no le dio tanta importancia y siguió caminado ya que si aquel lugar no podía buscar un medio para encontrar a Barbará lo haría en otro lado ya que Alessa lo que menos hacia era darse por vencido. Declinando el tocar cada puerta de las posadas a lado del rio Tiber . La mujer se cruzó de brazos, inhaló y exhaló inapetentemente y sin decir nada continuo su paso sin ya distraerse en tocar cada puerta de aquella sección.
No tardó mucho para que por fin pudiera ver las posadas del lado este. Aquella aceleró el paso ya que en ésa zona tañía una que otra conocida que le pudiera dar información. Por lo que llegando a una de las primeras zonas de habitaciones en renta tocó con delicadeza la puerta y espero a que esta se abriera. Más de cinco minutos y nada… absolutamente nada. Ahora que lo pensaba bien Alessa el ligar estaba más que desértico ninguna alma mortal a la cual se le pudiera preguntar.
Eso si que era extraño para la estrella infernal pues conociendo aquel distrito lo que menos existía era silencio. Frunciendo sus hombros y ladeando su boca no le dio tanta importancia y siguió caminado ya que si aquel lugar no podía buscar un medio para encontrar a Barbará lo haría en otro lado ya que Alessa lo que menos hacia era darse por vencido. Declinando el tocar cada puerta de las posadas a lado del rio Tiber . La mujer se cruzó de brazos, inhaló y exhaló inapetentemente y sin decir nada continuo su paso sin ya distraerse en tocar cada puerta de aquella sección.
Alessa0- Dama del Pecado
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AM - Cors Gelidus (3600)
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Re: Posada en las cercanías del río
Arribamos a una posada cercana al río, el lugar no se veía muy grande, pero por lo menos no estaba muy concurrido, cosa que me pareció bien, sobre todo porque la Musa aún se encontraba cansada, o preocupada, y lo que menos necesitaba era que se forzara más de lo que ya lo hacía. Me acerqué al posadero y me quité el velo de la cabeza mientras le hablaba.
-Buenas noches, buen hombre… necesito una habitación para dos personas por… - dudaba del tiempo que íbamos a permanecer en ese sitio – por una noche, al menos de momento; en caso de que sea necesario alargar la estancia, le estaré avisando. Quiero que sea una habitación tranquila, sin tanto ruido, y quiero además que me informe de algún puesto de cuadrigas que exista, aunque ignoro si lo vamos a necesitar, pero le estaré informando… ¿qué más? Ah, sí, quiero que nadie, absolutamente nadie nos moleste, mi amiga y yo estamos fatigadas por la jornada y queremos descansar bien; si lo hace, le aseguro que lo recompensaré bien – al decir esto puse una moneda de oro en la mesa.
El posadero no se hizo repetir la orden y llamó a los gritos a una moza a que limpiara y acondicionara la habitación más grande del tercer piso, hizo llamar a unos esclavos para que se ocuparan de mi equipaje y luego con total parsimonia nos condujo a la habitación, y luego de dar muchas reverencias y ponerse a nuestras órdenes salió de la misma.
La habitación era amplia, tenía 2 camas a cada lado, al igual que una gran ventana que miraba al camino; estaba lejos del pasillo, con lo que nos íbamos a asegurar de no ser molestadas, al menos que toda una legión se asentara en el lugar. Estaba pintada en color terroso, que la hacía verse más oscura de lo que era, y sobre un gran baúl estaba un ánfora grande con un platón, para poder lavar el rostro.
Miré el lugar y luego a Cassie.
-Bueno, el lugar no es tan malo… al menos podremos dormir, no nos van a molestar y podremos ver el camino, en caso de querer hacer algo – dije, sin dejar de mirar el lugar.
-Buenas noches, buen hombre… necesito una habitación para dos personas por… - dudaba del tiempo que íbamos a permanecer en ese sitio – por una noche, al menos de momento; en caso de que sea necesario alargar la estancia, le estaré avisando. Quiero que sea una habitación tranquila, sin tanto ruido, y quiero además que me informe de algún puesto de cuadrigas que exista, aunque ignoro si lo vamos a necesitar, pero le estaré informando… ¿qué más? Ah, sí, quiero que nadie, absolutamente nadie nos moleste, mi amiga y yo estamos fatigadas por la jornada y queremos descansar bien; si lo hace, le aseguro que lo recompensaré bien – al decir esto puse una moneda de oro en la mesa.
El posadero no se hizo repetir la orden y llamó a los gritos a una moza a que limpiara y acondicionara la habitación más grande del tercer piso, hizo llamar a unos esclavos para que se ocuparan de mi equipaje y luego con total parsimonia nos condujo a la habitación, y luego de dar muchas reverencias y ponerse a nuestras órdenes salió de la misma.
La habitación era amplia, tenía 2 camas a cada lado, al igual que una gran ventana que miraba al camino; estaba lejos del pasillo, con lo que nos íbamos a asegurar de no ser molestadas, al menos que toda una legión se asentara en el lugar. Estaba pintada en color terroso, que la hacía verse más oscura de lo que era, y sobre un gran baúl estaba un ánfora grande con un platón, para poder lavar el rostro.
Miré el lugar y luego a Cassie.
-Bueno, el lugar no es tan malo… al menos podremos dormir, no nos van a molestar y podremos ver el camino, en caso de querer hacer algo – dije, sin dejar de mirar el lugar.
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Re: Posada en las cercanías del río
En todo el camino la musa de Clío simplemente se limitó a observar el sendero donde Pisba a lado de aquella mujer de cabellos azulados de nombre Hécate. De repente aquella mortal hablaba con un extraño a lo que simplemente Cassie sonrió por mera educación e hizo una simple reverencia de rostro tras estar frente a una tranquila posada. Después aquella fijó su mirada al suelo y así escuchó sin siquiera interrumpir a la mujer, quien exigí con cierta amabilidad algunos términos para poder pasar la noche en dicho lugar.
La dama de cabellos castaños simplemente frunció sus hombros al escuchar aquellos estridentes gritos por parte del posadero, quien repetía las peticiones por parte de Hécate a una señorita encargada de la limpieza de dicho lugar. Aquella estaba cansada y lo que menos soportaba era ruidos exagerados, pero aún así no modificó su semblante cabizbajo.
Relamiendo sus labios y en total serenidad la musa siguió tanto a la esclava como a su acompañante, oliendo cada hedor que se expedía en derredor, haciendo un espantoso y potente perfume de humedad y cosas ambiguas, causando que aquella sonriera, pues aquel distrito no había cambiado e absoluto…
Era extensa la habitación donde ambas se quedarían por aquel resto de la noche a descansar. Había dos camas bien tendidas y puestas en cada extremo del aposento. Y un ventanal que esbozaba ala perfección cada imagen del exterior nocturno, como lo era los pocos árboles y la menguante luna y otros adornillos que daban a la perfección la faceta de una simple habitación.
La dama sonrió y así comenzó a caminar flanqueando cada cama hasta decidir que tomaría la del lado izquierdo, sentándose y cruzándose de piernas, con tranquilidad escuchó las palabras de Hécate, a las cuales contestó apropiadamente:
-El lugar está más que pasable… no te preocupes, perfecto para descansar un poco mi adolorido cuerpo, espero y no te molestes que haya tomado esta cama, pero la veo un poco más tiesa que la otra y bueno…
La musa suspiró y bajó el rostro pues de repente lagrimas salieron de sus chacos ojos, parecía que como si algo malo se le hubiera puesto en frente, aquella se quedaba cabizbaja y anonadada, se sentía demasiado deprimida y eso era por culpa de lo que pasaba en el Olimpo con la batalla de su amo y señor contra Eris…
La dama de cabellos castaños simplemente frunció sus hombros al escuchar aquellos estridentes gritos por parte del posadero, quien repetía las peticiones por parte de Hécate a una señorita encargada de la limpieza de dicho lugar. Aquella estaba cansada y lo que menos soportaba era ruidos exagerados, pero aún así no modificó su semblante cabizbajo.
Relamiendo sus labios y en total serenidad la musa siguió tanto a la esclava como a su acompañante, oliendo cada hedor que se expedía en derredor, haciendo un espantoso y potente perfume de humedad y cosas ambiguas, causando que aquella sonriera, pues aquel distrito no había cambiado e absoluto…
Era extensa la habitación donde ambas se quedarían por aquel resto de la noche a descansar. Había dos camas bien tendidas y puestas en cada extremo del aposento. Y un ventanal que esbozaba ala perfección cada imagen del exterior nocturno, como lo era los pocos árboles y la menguante luna y otros adornillos que daban a la perfección la faceta de una simple habitación.
La dama sonrió y así comenzó a caminar flanqueando cada cama hasta decidir que tomaría la del lado izquierdo, sentándose y cruzándose de piernas, con tranquilidad escuchó las palabras de Hécate, a las cuales contestó apropiadamente:
-El lugar está más que pasable… no te preocupes, perfecto para descansar un poco mi adolorido cuerpo, espero y no te molestes que haya tomado esta cama, pero la veo un poco más tiesa que la otra y bueno…
La musa suspiró y bajó el rostro pues de repente lagrimas salieron de sus chacos ojos, parecía que como si algo malo se le hubiera puesto en frente, aquella se quedaba cabizbaja y anonadada, se sentía demasiado deprimida y eso era por culpa de lo que pasaba en el Olimpo con la batalla de su amo y señor contra Eris…
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Re: Posada en las cercanías del río
Dejé mi equipaje a un lado y me dediqué a dar una vista al lugar, así como al paisaje que se dejaba ver desde afuera de la ventanilla, pues algo que siempre me habían inculcado mis hermanos mayores era a estar siempre atenta a lo que pasara (a veces pensaba que ellos no eran tan devotos a Apolo como se pudiera creer, sino que estaban en el templo y se preparaban para ser sus sacerdotes por “cuestión de tradición de familia”) así que me dediqué a ello, además… para ser honesta era claro que tenía a una Musa conmigo, y si ella existía y era real ¿quién me garantizaba que alguien más no vendría tras su cabeza?
Escuché sus palabras acerca de la escogencia de la cama y asentí con un movimiento de cabeza, mientras seguía mirando en silencio por la ventana, y cuando finalmente me moví de allí alcancé a ver a la mujer con la cabeza baja y una clara apatía en su rostro… me quedé mirándola por unos segundos, tratando de imaginar lo que pasaba por la mente de ella, aunque me era imposible imaginarlo siquiera… ¿qué significaba al final ser una de las Musas de Apolo? Por las historias que escuchaba en Delfos era un inmenso honor ser su elegida, pero Cassie me daba toda la impresión de ser lo contrario, de que traía dolor, amargura y mucha confusión, por decir lo menos; no tenía ni idea de qué hacer o cómo portarme, pero lo que sí sabía era que estaba pasando por un muy mal momento, y eso no era nada bonito, fuera uno un humano sin rumbo como yo, un dios como Apolo, o una Musa como Cassie.
Me senté frente a ella en la otra cama, sin dejar de acariciar la espada, mirando en silencio a la mujer guerrera por unos minutos, y finalmente me arriesgué a romper aquel silencio que me estaba poniendo nerviosa.
-No sé lo que pase… pero es seguro que Apolo está bien… vamos, es un dios, el dios de la música, las artes, la profecía y de la luz del sol, no ay nadie como él, y sea lo que sea que pase, es seguro que pondrá en su lugar a quien lo ataque o amenace, y es casi seguro que saldrá de lo que sea que enfrente con la cabeza en alto, y además mandará a buscarte, o mejor aún, te buscará él mismo en persona – trataba de dar a mi voz un tono solemne para que la muchacha se sintiera mejor, aunque era claro que aquello era algo difícil, por decir lo menos.
Me quedé silenciosa unos instantes, acariciando el pomo de la espada, y luego volví a retomar la palabra.
-Nadie puede contra Apolo, y siempre saldrá victorioso, sólo confía.
Esperaba sonar algo realista, pero por alguna razón también sentía una inquietud que no lograba entender del todo; agité mi cabeza con lo que mi cabello se desparramó por mi espalda y miré a la Musa.
-Deberías recostarte, ya mañana pensaremos qué hacer, no sólo en ver si vamos a Roma, sino en qué hacer para ayudar a Apolo… al menos para fastidiar a sus atacantes – comenté, jugando con la cadena y el dije que colgaban de mi cuello.
Escuché sus palabras acerca de la escogencia de la cama y asentí con un movimiento de cabeza, mientras seguía mirando en silencio por la ventana, y cuando finalmente me moví de allí alcancé a ver a la mujer con la cabeza baja y una clara apatía en su rostro… me quedé mirándola por unos segundos, tratando de imaginar lo que pasaba por la mente de ella, aunque me era imposible imaginarlo siquiera… ¿qué significaba al final ser una de las Musas de Apolo? Por las historias que escuchaba en Delfos era un inmenso honor ser su elegida, pero Cassie me daba toda la impresión de ser lo contrario, de que traía dolor, amargura y mucha confusión, por decir lo menos; no tenía ni idea de qué hacer o cómo portarme, pero lo que sí sabía era que estaba pasando por un muy mal momento, y eso no era nada bonito, fuera uno un humano sin rumbo como yo, un dios como Apolo, o una Musa como Cassie.
Me senté frente a ella en la otra cama, sin dejar de acariciar la espada, mirando en silencio a la mujer guerrera por unos minutos, y finalmente me arriesgué a romper aquel silencio que me estaba poniendo nerviosa.
-No sé lo que pase… pero es seguro que Apolo está bien… vamos, es un dios, el dios de la música, las artes, la profecía y de la luz del sol, no ay nadie como él, y sea lo que sea que pase, es seguro que pondrá en su lugar a quien lo ataque o amenace, y es casi seguro que saldrá de lo que sea que enfrente con la cabeza en alto, y además mandará a buscarte, o mejor aún, te buscará él mismo en persona – trataba de dar a mi voz un tono solemne para que la muchacha se sintiera mejor, aunque era claro que aquello era algo difícil, por decir lo menos.
Me quedé silenciosa unos instantes, acariciando el pomo de la espada, y luego volví a retomar la palabra.
-Nadie puede contra Apolo, y siempre saldrá victorioso, sólo confía.
Esperaba sonar algo realista, pero por alguna razón también sentía una inquietud que no lograba entender del todo; agité mi cabeza con lo que mi cabello se desparramó por mi espalda y miré a la Musa.
-Deberías recostarte, ya mañana pensaremos qué hacer, no sólo en ver si vamos a Roma, sino en qué hacer para ayudar a Apolo… al menos para fastidiar a sus atacantes – comenté, jugando con la cadena y el dije que colgaban de mi cuello.
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Re: Posada en las cercanías del río
La musa de Clío se mantenía en total silencio, pensando las cosas y analizando, queriendo creer que el porvenir sería mejor que lo que en aquel momento estaba viviendo; pero era más que obvio que sólo se estaba engañando a ella misma para no estallar en un llanto amargo, el cosmos de su Dios, amo y amante se estaba extinguiendo mientras que el de Eris se nutría por cada golpe que daba.
La acompañante de cuarto de aquella desdichada mujer se sentaba en frente de ella, en la cama restante. La musa simplemente ladeó el rostro y observó el panorama que esbozaba grisáceamente la ventana de aquella habitación. En total silencio y sin interrumpir a Hécate, Cassie escuchó y analizó cada palabra de la muchacha y de inmediato ésta terminaba de hablar, aquella suspiró, ladeó de nueva cuenta su rostro, clavando su mirada en al de ella, le sonrío y dijo:
-Mmm… no sé niña, no lo sé… su cosmos se debilita y eso me afecta a mí de manera indescriptible, tal vez por eso mi desganes repentino y mi melancolía. Como sea sólo me queda esperar los resultados de la batalla, no dudo que Eris me busque después, al final soy la única musa que tiene Apolo… uff…
Suspirando y tratando de tranquilizarse aquella simplemente se recostó en la cama, siguiendo escuchando a la joven vagabunda. Lo cierto era que Cassie no se sentía nada bien con todo aquello que pasaba, pero no podía mostrarse tan débil a una completa extraña, que bien ya le había contado parte de su vida, pero eso no decía que ya era alguien a la cual le podía confiar sus más oscuros secretos. El rebelarle que era una musa había sido por mera casualidad y por las circunstancia en que se enredaron, pero si no hubiera sido así simplemente Cassie le ignoraría por completo.
Relamiendo sus labios y cerrando sus ojos la musa contestó a lo último que decía Hécate, con unos tonos más tranquilos en su delicada voz:
-La cosa mi querida niña que es la propia Eris la que es el atacante directo de mi Dios, sería un suicidio quieres detenerle, meterse en el camino de los Dioses siempre será una completa estupidez por parte de nosotros los humanos, lo único que podemos hacer es esperar a que todo salga favorable al reino de las artes y la luz… ahora bien si quieres descansar hazlo niña, aquí estaré dudo y pueda dormir… pero aun así gracias por escucharme, muchas gracias
La acompañante de cuarto de aquella desdichada mujer se sentaba en frente de ella, en la cama restante. La musa simplemente ladeó el rostro y observó el panorama que esbozaba grisáceamente la ventana de aquella habitación. En total silencio y sin interrumpir a Hécate, Cassie escuchó y analizó cada palabra de la muchacha y de inmediato ésta terminaba de hablar, aquella suspiró, ladeó de nueva cuenta su rostro, clavando su mirada en al de ella, le sonrío y dijo:
-Mmm… no sé niña, no lo sé… su cosmos se debilita y eso me afecta a mí de manera indescriptible, tal vez por eso mi desganes repentino y mi melancolía. Como sea sólo me queda esperar los resultados de la batalla, no dudo que Eris me busque después, al final soy la única musa que tiene Apolo… uff…
Suspirando y tratando de tranquilizarse aquella simplemente se recostó en la cama, siguiendo escuchando a la joven vagabunda. Lo cierto era que Cassie no se sentía nada bien con todo aquello que pasaba, pero no podía mostrarse tan débil a una completa extraña, que bien ya le había contado parte de su vida, pero eso no decía que ya era alguien a la cual le podía confiar sus más oscuros secretos. El rebelarle que era una musa había sido por mera casualidad y por las circunstancia en que se enredaron, pero si no hubiera sido así simplemente Cassie le ignoraría por completo.
Relamiendo sus labios y cerrando sus ojos la musa contestó a lo último que decía Hécate, con unos tonos más tranquilos en su delicada voz:
-La cosa mi querida niña que es la propia Eris la que es el atacante directo de mi Dios, sería un suicidio quieres detenerle, meterse en el camino de los Dioses siempre será una completa estupidez por parte de nosotros los humanos, lo único que podemos hacer es esperar a que todo salga favorable al reino de las artes y la luz… ahora bien si quieres descansar hazlo niña, aquí estaré dudo y pueda dormir… pero aun así gracias por escucharme, muchas gracias
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Re: Posada en las cercanías del río
Entendía la tremenda tristeza que debía tener la Musa, y cuando mencionó que el atacante de Apolo era Eris, la diosa de la discordia, no pude evitar un estremecimiento; siempre se me enseñó que ella era de los dioses más crueles (aunque ¿cuál no lo era?) además de no inspirar nada más que problemas (y me quedaba corta) tanto entre hombres como dioses. Claro que no podía creer que alguien como ese ser pudiera vencer al poderoso Apolo, pero imaginé que las cosas debían tener una explicación, aparte de que atribuí aquellas palabras al estado anímico de Cassie, por lo que decidí no ahondar mucho en eso.
Me puse de pie y lentamente me fui despojando de las joyas que me adornaban, mientras me volví a mirar a la Musa, que estaba recostada en la cama.
-Claro, Hypnos y sus hijos vendrán cuando sea el momento y te darán su consuelo, o eso decía mi abuelo… ahora sólo relájate y trata de… - no pude concluir la frase, pues de pronto me sentí mal.
Y no me refiero a un simple malestar: aquello era la sensación más horrible que había sentido en toda mi vida. De repente tuve la sensación de que mi piel ardía, que dentro de mí un horno horrible se estaba encendiendo y que mis entrañas se estaban calcinando por completo; la cabeza comenzó a dolerme y un zumbido extraño empezó a resonar, haciendo que mi equilibrio se perdiera y cayera sentada en la dura cama, sujetando mi garganta con mis manos y tratando desesperadamente de respirar.
-Cassie… no me siento bien – logré decir en medio de un jadeo.
Quise ir a la jarra que estaba sobre el baúl que adornaba uno de los flancos de la habitación pero no pude, la cabeza me dolió espantosamente y gimiendo me llevé las manos a la cabeza, tratando de que todo eso desapareciera de una vez, cosa que fue imposible; de repente, dando un alarido fortísimo me puse de pie, agarré la espada y simplemente salté por la ventana de la habitación, llegué al techo y comencé a correr, saltando con una agilidad y una velocidad que, luego, me dejó pasmada. Tan pronto llegué al suelo eché a correr, ignorando los relinchos de los caballos y los gritos de los caminantes que llegaban a la posada, perdiéndome en el bosque.
No sabía adónde me dirigía, ni con qué propósito, pero sí tenía algo claro, necesitaba espacio, me estaba ahogando y necesitaba aire fresco, lejos de todos aquellos edificios que parecían que me encerraban y me dejarían aplastada al menor descuido. Seguí corriendo, sin escuchar nada más ni pensar en nada, sólo sabía que mi piel y mis entrañas ardían, y que necesitaba espacio; el resto del mundo no importaba para nada.
Primer post de cuatro con respecto al tema:
Despertar de la Primera Defensa
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Me puse de pie y lentamente me fui despojando de las joyas que me adornaban, mientras me volví a mirar a la Musa, que estaba recostada en la cama.
-Claro, Hypnos y sus hijos vendrán cuando sea el momento y te darán su consuelo, o eso decía mi abuelo… ahora sólo relájate y trata de… - no pude concluir la frase, pues de pronto me sentí mal.
Y no me refiero a un simple malestar: aquello era la sensación más horrible que había sentido en toda mi vida. De repente tuve la sensación de que mi piel ardía, que dentro de mí un horno horrible se estaba encendiendo y que mis entrañas se estaban calcinando por completo; la cabeza comenzó a dolerme y un zumbido extraño empezó a resonar, haciendo que mi equilibrio se perdiera y cayera sentada en la dura cama, sujetando mi garganta con mis manos y tratando desesperadamente de respirar.
-Cassie… no me siento bien – logré decir en medio de un jadeo.
Quise ir a la jarra que estaba sobre el baúl que adornaba uno de los flancos de la habitación pero no pude, la cabeza me dolió espantosamente y gimiendo me llevé las manos a la cabeza, tratando de que todo eso desapareciera de una vez, cosa que fue imposible; de repente, dando un alarido fortísimo me puse de pie, agarré la espada y simplemente salté por la ventana de la habitación, llegué al techo y comencé a correr, saltando con una agilidad y una velocidad que, luego, me dejó pasmada. Tan pronto llegué al suelo eché a correr, ignorando los relinchos de los caballos y los gritos de los caminantes que llegaban a la posada, perdiéndome en el bosque.
No sabía adónde me dirigía, ni con qué propósito, pero sí tenía algo claro, necesitaba espacio, me estaba ahogando y necesitaba aire fresco, lejos de todos aquellos edificios que parecían que me encerraban y me dejarían aplastada al menor descuido. Seguí corriendo, sin escuchar nada más ni pensar en nada, sólo sabía que mi piel y mis entrañas ardían, y que necesitaba espacio; el resto del mundo no importaba para nada.
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Re: Posada en las cercanías del río
La musa divagaba demasiado y apuradamente escuchaba lo que aquella decía, sin embargo Hécate no terminaba su frase generando de inmediato que la dama se levantara para ver que era lo en verdad pasaba. La dama se levantó y comenzó a sentir la emanación de un nuevo cosmos, era débil, pero en si vivaz, recordando cuando por primera vez había interactuara con la energía que yacía enfrascada en su ser antes de despertar como musa.
Cassie tragaba hondamente saliva ¿Era acaso qué en frente una nueva guerrera despertaba? Pero ¿A qué dios pertenecía? La dama intrigada comenzó a elevar de igual manera su cosmos, desgarrando su vestido, quedando desnuda para que así una luz rosara cubriera su silueta y tras un fogonazo de esta brotara de poco en poco una especie de caparazón que lentamente se fue solidificando y colocando sobre, hombros, codos, pechos, pubis, rodillas, pantorrillas y pies de aquella guerrera febril de Apolo. Por lo visto la armadura de aquella mujer una vez más se hacía presente…
La mujer con una mirada demasiado fría divisaba los ademanes de Hécate y cuando se disponía a acercar, aquella simplemente Salió disparada por la ventana, llevado consigo aquella hermosa espada. La musa se quedó viendo el horizonte y caminando lentamente se dirigió a la ventana, buscando el nuevo cosmos que invadía la atmosfera del derredor. Y cuando por fin lo identificaba Cassie sonrió de una manera tan macabra. Posando sus manos en los marcos de la ventada destrozada. Sacó la cabeza y respiró de una manera que asemejaba excitación… y es que en si la mujer estaba estimulada con todo aquello que pasaba.
Elevando su cosmos saltó lanzando una pequeña nova hacia el suelo, el cual abría un portal paralelo a aquel mundo mortal. La mujer formando una equis sobre su pecho simplemente se adentró tras la caída libre a aquel lúgubre puerto… que tras tragar su figura se cerraba y simplemente dejaba como residuo una terrible aura escabrosa que congelaba el derredor.
Intersectando a la muchacha vagabunda que corría como desquiciada entre la maleza densa del bosque. De repente el lugar bramó atronando de una manera tan potente que las ramas de los árboles terminaron cimbrándose y cayendo como escarcha, acumulándose por el sendero. De nueva cuenta el medio se alteraba abriéndose así el portal que transportaba a la musa, dejándola expuesta aquella de inmediato se lanzaba a atrapar a Hécate.
Tomándola con rudeza por los hombros la alzó de una manera espontánea. Moviendo sus brazos bruscos la lanzaba contra la corteza de un árbol que yacía a su costado derecho. Mirándola a los ojos de una manera tan vacía, aquella dijo:
-¿A dónde vas tú y quien eres en verdad?… no te escaparas tan fácilmente del juicio de Clío niñita…mmm, siento que en tu cuerpo la ferocidad del fuego esta que quiere salir al exterior…
Cassie tragaba hondamente saliva ¿Era acaso qué en frente una nueva guerrera despertaba? Pero ¿A qué dios pertenecía? La dama intrigada comenzó a elevar de igual manera su cosmos, desgarrando su vestido, quedando desnuda para que así una luz rosara cubriera su silueta y tras un fogonazo de esta brotara de poco en poco una especie de caparazón que lentamente se fue solidificando y colocando sobre, hombros, codos, pechos, pubis, rodillas, pantorrillas y pies de aquella guerrera febril de Apolo. Por lo visto la armadura de aquella mujer una vez más se hacía presente…
La mujer con una mirada demasiado fría divisaba los ademanes de Hécate y cuando se disponía a acercar, aquella simplemente Salió disparada por la ventana, llevado consigo aquella hermosa espada. La musa se quedó viendo el horizonte y caminando lentamente se dirigió a la ventana, buscando el nuevo cosmos que invadía la atmosfera del derredor. Y cuando por fin lo identificaba Cassie sonrió de una manera tan macabra. Posando sus manos en los marcos de la ventada destrozada. Sacó la cabeza y respiró de una manera que asemejaba excitación… y es que en si la mujer estaba estimulada con todo aquello que pasaba.
Elevando su cosmos saltó lanzando una pequeña nova hacia el suelo, el cual abría un portal paralelo a aquel mundo mortal. La mujer formando una equis sobre su pecho simplemente se adentró tras la caída libre a aquel lúgubre puerto… que tras tragar su figura se cerraba y simplemente dejaba como residuo una terrible aura escabrosa que congelaba el derredor.
Intersectando a la muchacha vagabunda que corría como desquiciada entre la maleza densa del bosque. De repente el lugar bramó atronando de una manera tan potente que las ramas de los árboles terminaron cimbrándose y cayendo como escarcha, acumulándose por el sendero. De nueva cuenta el medio se alteraba abriéndose así el portal que transportaba a la musa, dejándola expuesta aquella de inmediato se lanzaba a atrapar a Hécate.
Tomándola con rudeza por los hombros la alzó de una manera espontánea. Moviendo sus brazos bruscos la lanzaba contra la corteza de un árbol que yacía a su costado derecho. Mirándola a los ojos de una manera tan vacía, aquella dijo:
-¿A dónde vas tú y quien eres en verdad?… no te escaparas tan fácilmente del juicio de Clío niñita…mmm, siento que en tu cuerpo la ferocidad del fuego esta que quiere salir al exterior…
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Re: Posada en las cercanías del río
No supe adónde me llevaba mi carrera, sólo sabía que tenía que correr o de lo contrario me quemaría, o esa era la impresión que me daba en ese momento, aunque para ser francos estaba tan loca que no sabía lo que me pasaba por la cabeza en ese momento; ni veía el camino, simplemente estaba segura de que debía alejarme, no debía dejar que nada ni nadie me viera, al menos mientras aquella espantosa sensación abrasiva estuviera en mi interior.
De repente mi loca carrera se vio interrumpida por un agarre y el golpe de mi cuerpo contra un tronco de árbol me hizo volver a la realidad el tiempo suficiente como para ver que la posada se veía lejana, apenas se vislumbraba la sombra de su techo alto, y de que Cassie era quien me sujetaba contra aquel tronco. Su mirada era absolutamente diferente, y de nuevo su cuerpo estaba cubierto por aquella armadura, como si estuviera lista para la guerra, o como si estuviera en frente de un enemigo al cual debía eliminar a toda costa; su actitud amenazadora era terrible, y en medio de la especie de aturdimiento que me tenía poseída su voz, fuerte y seca, atronó mi cabeza, dándome la suficiente calma como para ordenar mis ideas, mientras de nuevo sentía con mayor fuerza el calor que me quemaba las entrañas.
-¡¿Quién soy?! ¡¿Qué no me reconoces?! ¡¡Soy yo, Hécate!! ¡¡Y no pertenezco a ningún dios, ni siquiera sé de lo que hablas!! ¡¡No sé qué demonios me pasa, sólo siento eso, un calor inmenso dentro de mí, un fuego espantoso que se mete en mi piel y quiere consumirme desde dentro, y claro que no estoy interesada en el juicio que me des, Clío, sólo quiero que esto…!! ¡¡¡ARGH!!!
De nuevo la espantosa sensación se hizo presente con mucha mayor ferocidad, como si una especie de resaca u oleada se formara dentro de mi cuerpo y me deseara envolver, derritiéndome; no entendía aquello, y lo peor era que me sentía ahogar, por lo que como pude reuní fuerzas y empujé a Cassie a un lado, mientras volvía a correr unos 50 metros hasta que llegué a una especie de descampado que estaba más adelante, con vegetación y unas pocas rocas. Me doblé sobre mí misma y clavé la espada en el suelo, al tiempo que caía de rodillas frente a ella, colocando mis manos en el pasto, que comenzó a soltar un olor a quemado.
En medio del dolor que me cubría miré al suelo y vi para mi horror que en el lugar donde mis manos habían estado el pasto estaba carbonizado, soltando humo y lanzando al aire las cenizas de lo que había quedado; miré mis manos con terror y no vi nada, fuera lo que fuera aquello no me estaba consumiendo a mí, al menos no por el momento, pero al parecer era capaz de quemar todo lo demás, fuera lo que fuera. Traté de respirar pero el esfuerzo era horrible, y en un acto reflejo me sujeté a la empuñadura de la espada, pero de inmediato me solté pues lo último que deseaba era que algún daño le ocurriera, pero al parecer no le había pasado nada, ni siquiera el metal se había recalentado; me sujeté al puño de nuevo y empecé a jadear con fuerza, deseando llevar aire a mis pulmones.
-Vamos, vamos, no sé qué demonios pasa, pero tiene que terminarse, tiene que pasar…
La frase fue interrumpida de nuevo por un nuevo gemido que salió de mi garganta reseca, mientras de nuevo me llegó el olor a algo que se quemaba, sólo para ver con horror que el suelo, el pasto y la ropa que tenía estaban lanzando humo, como si estuvieran a punto de quemarse; cerré los ojos y apreté con mayor fuerza el puño de la espada, tratando en lo posible de controlar aquella sensación abrasiva, aunque ¿cómo se controlaban las llamas del infierno?
Segundo post de cuatro con respecto al tema:
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Maestría de elemento: Manipulación de Fuego
De repente mi loca carrera se vio interrumpida por un agarre y el golpe de mi cuerpo contra un tronco de árbol me hizo volver a la realidad el tiempo suficiente como para ver que la posada se veía lejana, apenas se vislumbraba la sombra de su techo alto, y de que Cassie era quien me sujetaba contra aquel tronco. Su mirada era absolutamente diferente, y de nuevo su cuerpo estaba cubierto por aquella armadura, como si estuviera lista para la guerra, o como si estuviera en frente de un enemigo al cual debía eliminar a toda costa; su actitud amenazadora era terrible, y en medio de la especie de aturdimiento que me tenía poseída su voz, fuerte y seca, atronó mi cabeza, dándome la suficiente calma como para ordenar mis ideas, mientras de nuevo sentía con mayor fuerza el calor que me quemaba las entrañas.
-¡¿Quién soy?! ¡¿Qué no me reconoces?! ¡¡Soy yo, Hécate!! ¡¡Y no pertenezco a ningún dios, ni siquiera sé de lo que hablas!! ¡¡No sé qué demonios me pasa, sólo siento eso, un calor inmenso dentro de mí, un fuego espantoso que se mete en mi piel y quiere consumirme desde dentro, y claro que no estoy interesada en el juicio que me des, Clío, sólo quiero que esto…!! ¡¡¡ARGH!!!
De nuevo la espantosa sensación se hizo presente con mucha mayor ferocidad, como si una especie de resaca u oleada se formara dentro de mi cuerpo y me deseara envolver, derritiéndome; no entendía aquello, y lo peor era que me sentía ahogar, por lo que como pude reuní fuerzas y empujé a Cassie a un lado, mientras volvía a correr unos 50 metros hasta que llegué a una especie de descampado que estaba más adelante, con vegetación y unas pocas rocas. Me doblé sobre mí misma y clavé la espada en el suelo, al tiempo que caía de rodillas frente a ella, colocando mis manos en el pasto, que comenzó a soltar un olor a quemado.
En medio del dolor que me cubría miré al suelo y vi para mi horror que en el lugar donde mis manos habían estado el pasto estaba carbonizado, soltando humo y lanzando al aire las cenizas de lo que había quedado; miré mis manos con terror y no vi nada, fuera lo que fuera aquello no me estaba consumiendo a mí, al menos no por el momento, pero al parecer era capaz de quemar todo lo demás, fuera lo que fuera. Traté de respirar pero el esfuerzo era horrible, y en un acto reflejo me sujeté a la empuñadura de la espada, pero de inmediato me solté pues lo último que deseaba era que algún daño le ocurriera, pero al parecer no le había pasado nada, ni siquiera el metal se había recalentado; me sujeté al puño de nuevo y empecé a jadear con fuerza, deseando llevar aire a mis pulmones.
-Vamos, vamos, no sé qué demonios pasa, pero tiene que terminarse, tiene que pasar…
La frase fue interrumpida de nuevo por un nuevo gemido que salió de mi garganta reseca, mientras de nuevo me llegó el olor a algo que se quemaba, sólo para ver con horror que el suelo, el pasto y la ropa que tenía estaban lanzando humo, como si estuvieran a punto de quemarse; cerré los ojos y apreté con mayor fuerza el puño de la espada, tratando en lo posible de controlar aquella sensación abrasiva, aunque ¿cómo se controlaban las llamas del infierno?
Segundo post de cuatro con respecto al tema:
Despertar de la Primera Defensa
Maestría de elemento: Manipulación de Fuego
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Re: Posada en las cercanías del río
La musa simplemente se limitaba a escuchar aquellas alteradas palabras por parte de la muchacha. Parecía que estaba más alterada que aquella guerrea que le extrañaba ver el nacer de un nuevo guerrero. Y bueno era más que claro que actuara así tan perdida, tan temerosa… la musa comenzó a analizar aquella espontanea situación. Era más que claro que la mujer que tenía en aquel momento sometida despertaría como guerrera de algún Dios ¿Pero de cual? Era devota a Apolo ¿podría ser posible que fuera a él? la musa estaba demasiado alterado con aquello, pero su gesto indiferente le ayudara a no mostrar sus sentires.
Y cuando la dama de cabellos castaños se disponía a cuestionarle de nueva cuenta, Hécate de la nada tomaba unas temibles fuerzas reflejándolas en el empujar hacia a atrás a la musa de Apolo. Aquella salía como desquiciada corriendo, pero la musa no la detenía simplemente veía de lado los ademanes que demostraban las dolencias de aquella muchacha. De repente el ambiente era invadido por un olor a quemado que generaba el estornudad de Cassie, quien con lentitud se daba media vuelta para poder ver mejor a la muchacha.
Parecía que aquel nuevo guerrero que se sumergía en la pena de los Dioses controlaría el fuego, ya que el pasto del derredor… aquel manto verde natural que era tocado por las manos de Hécate culminaba calcinado, generando una leve sorpresa en la musa, pero terrible espanto en la neonata con respecto a temas bélicos.
La musa llegaba a estar a un lado de aquella desdichada que estaba sufriendo, con atención escuchó aquellos murmullos que se iban transformando en gemidos dolientes. La mujer con una tranquilidad se ponía de cuclillas, suspiraba y con gran crueldad decía:
-Sería estúpido de tu parte que pensaras que esto terminara… ja, no, para nada. Apena nace tu pequeño tormento eterno, ahora bien la duda aquí en cuestión es ¿A que Dios perteneces Hécate?… lo que te sucede es sólo el nacer de tu cosmos… tu maldición, acostúmbrate que el dolor aumentara a futuro… o muérete de una vez si eres débil… y si no quieres lidiar con esto, si no quieres cargar con tu cruz…
Dicho eso la mujer tomó el mentón de la muchacha y se el quedo mirando fijamente, ni siquiera se permitía parpadear, estaba intrigado con que a que ejercito pertenecería aquella vagabunda.
Y cuando la dama de cabellos castaños se disponía a cuestionarle de nueva cuenta, Hécate de la nada tomaba unas temibles fuerzas reflejándolas en el empujar hacia a atrás a la musa de Apolo. Aquella salía como desquiciada corriendo, pero la musa no la detenía simplemente veía de lado los ademanes que demostraban las dolencias de aquella muchacha. De repente el ambiente era invadido por un olor a quemado que generaba el estornudad de Cassie, quien con lentitud se daba media vuelta para poder ver mejor a la muchacha.
Parecía que aquel nuevo guerrero que se sumergía en la pena de los Dioses controlaría el fuego, ya que el pasto del derredor… aquel manto verde natural que era tocado por las manos de Hécate culminaba calcinado, generando una leve sorpresa en la musa, pero terrible espanto en la neonata con respecto a temas bélicos.
La musa llegaba a estar a un lado de aquella desdichada que estaba sufriendo, con atención escuchó aquellos murmullos que se iban transformando en gemidos dolientes. La mujer con una tranquilidad se ponía de cuclillas, suspiraba y con gran crueldad decía:
-Sería estúpido de tu parte que pensaras que esto terminara… ja, no, para nada. Apena nace tu pequeño tormento eterno, ahora bien la duda aquí en cuestión es ¿A que Dios perteneces Hécate?… lo que te sucede es sólo el nacer de tu cosmos… tu maldición, acostúmbrate que el dolor aumentara a futuro… o muérete de una vez si eres débil… y si no quieres lidiar con esto, si no quieres cargar con tu cruz…
Dicho eso la mujer tomó el mentón de la muchacha y se el quedo mirando fijamente, ni siquiera se permitía parpadear, estaba intrigado con que a que ejercito pertenecería aquella vagabunda.
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Re: Posada en las cercanías del río
Cassie se me acercó y me sujetó por la barbilla, obligándome a mirarla directo a los ojos; si no fuera porque el dolor era más de lo que yo misma podía tolerar habría huido espantada al escuchar aquel tono de voz y ver esa mirada helada, como si estuviera ante alguien a quien debía exterminar, prueba de ello era su armadura que de nuevo la cubría como una segunda piel. Con toda la fuerza que pude reunir aparté mi barbilla de su mano y traté de ponerme en pie, pero de nuevo la sensación de ser calcinada desde el interior me hizo retorcerme y sujetarme al suelo mientras que el pasto seguía ardiendo a mi alrededor.
-No sé… de qué… me hablas… - logré decir entre dientes – no soy… de ningún dios… yo sirvo… yo creo…
De repente me sentí impulsada por una fuerza inexplicable, logré ponerme de pie y sujeté el pomo de mi espada, la cual no parecía ser afectada por aquel fuego que me rodeaba y que lo quemaba todo; avancé unos pocos pasos dudosa y a punto de caer, pero entonces una serie de imágenes llegaron a mi mente… era yo, sí, pero a la vez no lo era, tenía otro rostro, algo cubría mi cuerpo, un traje parecido al de Cassie, veía otras sombras a mi alrededor, veía a Apolo… de repente un nombre llegó a mi mente, así como la seguridad de detener todo aquello que me estaba volcando por momentos. Me enderecé lo mejor que pude y evitando lanzar un gemido de dolor miré de nuevo a la Musa.
-Veo que no me reconoces… está bien, Clío, entonces espero que puedas recordarme... a mí… ¡a Calíope!
Sujeté la espada con fuerza y lancé un tajo al aire, a la vez que mi voz atronaba el aire y la noche.
-¡¡Muro de Fuego!!
Una enorme pared de fuego rojo, azul y naranja se formó ante mí y se irguió a gran altura al tiempo que lograba iluminar la noche, la cual pasó de una negrura total apenas rota por unos cuantos chispazos de luz de algunos tardíos caminantes a una claridad rojiza, naranja y azulada, mientras que aquellas llamaradas se alzaban altas, formando una muralla que, estaba segura, ningún poder podría atravesar para dañarme. Miré con aspecto extraviado aquel poder que salió de mi ser, pero la fuerza que me había sostenido pareció esfumarse porque caí, aunque por suerte tuve la fuerza para poner una rodilla en tierra y tratar de respirar con calma, mientras mi Muro de Fuego seguía de pie, fuerte y casi sólido al tacto, puesto que no permitía ver a nadie a través suyo, pues la temperatura era de más de 6,000 grados, sería capaz de derretir cualquier cosa que se le atravesara.
Al fondo escuchaba gritos de terror provenientes de la posada, o eso creía, y una mueca de desprecio cruzó mi rostro mientras hablaba en voz alta.
-Tontos humanos… ¿qué pueden hacer contra el poder del fuego que sirve a Apolo? ¿Qué harán, rezarle a un dios? Las llamas de Apolo les enseñarán lo que deben saber de los dioses…
Guardé silencio al tiempo que me llevaba la mano a la garganta, sin comprender lo que decía… las imágenes se presentaban ante mis ojos en confuso desorden, y me llevé las manos a la cabeza, tratando de controlar todo aquello.
-¡¡Demonios!! ¡¿Cuándo se acabará esto?! – logré gritar en medio del ruido de mi Muro de Fuego consumiendo el pasto y derritiendo una gran roca que estaba en su camino.
Tercer post de cuatro con respecto al tema:
Despertar de la Primera Defensa
Maestría de elemento: Manipulación de Fuego
-No sé… de qué… me hablas… - logré decir entre dientes – no soy… de ningún dios… yo sirvo… yo creo…
De repente me sentí impulsada por una fuerza inexplicable, logré ponerme de pie y sujeté el pomo de mi espada, la cual no parecía ser afectada por aquel fuego que me rodeaba y que lo quemaba todo; avancé unos pocos pasos dudosa y a punto de caer, pero entonces una serie de imágenes llegaron a mi mente… era yo, sí, pero a la vez no lo era, tenía otro rostro, algo cubría mi cuerpo, un traje parecido al de Cassie, veía otras sombras a mi alrededor, veía a Apolo… de repente un nombre llegó a mi mente, así como la seguridad de detener todo aquello que me estaba volcando por momentos. Me enderecé lo mejor que pude y evitando lanzar un gemido de dolor miré de nuevo a la Musa.
-Veo que no me reconoces… está bien, Clío, entonces espero que puedas recordarme... a mí… ¡a Calíope!
Sujeté la espada con fuerza y lancé un tajo al aire, a la vez que mi voz atronaba el aire y la noche.
-¡¡Muro de Fuego!!
Una enorme pared de fuego rojo, azul y naranja se formó ante mí y se irguió a gran altura al tiempo que lograba iluminar la noche, la cual pasó de una negrura total apenas rota por unos cuantos chispazos de luz de algunos tardíos caminantes a una claridad rojiza, naranja y azulada, mientras que aquellas llamaradas se alzaban altas, formando una muralla que, estaba segura, ningún poder podría atravesar para dañarme. Miré con aspecto extraviado aquel poder que salió de mi ser, pero la fuerza que me había sostenido pareció esfumarse porque caí, aunque por suerte tuve la fuerza para poner una rodilla en tierra y tratar de respirar con calma, mientras mi Muro de Fuego seguía de pie, fuerte y casi sólido al tacto, puesto que no permitía ver a nadie a través suyo, pues la temperatura era de más de 6,000 grados, sería capaz de derretir cualquier cosa que se le atravesara.
Al fondo escuchaba gritos de terror provenientes de la posada, o eso creía, y una mueca de desprecio cruzó mi rostro mientras hablaba en voz alta.
-Tontos humanos… ¿qué pueden hacer contra el poder del fuego que sirve a Apolo? ¿Qué harán, rezarle a un dios? Las llamas de Apolo les enseñarán lo que deben saber de los dioses…
Guardé silencio al tiempo que me llevaba la mano a la garganta, sin comprender lo que decía… las imágenes se presentaban ante mis ojos en confuso desorden, y me llevé las manos a la cabeza, tratando de controlar todo aquello.
-¡¡Demonios!! ¡¿Cuándo se acabará esto?! – logré gritar en medio del ruido de mi Muro de Fuego consumiendo el pasto y derritiendo una gran roca que estaba en su camino.
Tercer post de cuatro con respecto al tema:
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Re: Posada en las cercanías del río
Cassie simplemente se sonrió al ver como aquella con un movimiento brusco se despegaba de entre sus manos. La calidez formada en aquellas dos pieles distintas de poco en poquito se fue perdiendo, gracias al gélido correr del viento. La mujer guerrera de Apolo simplemente relamió sus resecos labios y se levantó del suelo, quedando en frente de Hécate, quien parecía seguía sufriendo por las sensaciones del nacer de su nuevo cosmos. El pasto ardía en derredor de ambas, haciendo un contraste en el cuerpo de Cassie, en especial su rostro que remarcaba un gélido seño. Sin embargo tras segundos de cavilar aquella expresión cambiaba a una de preocupación. Suspirando escuchaba las palabras de la vagabunda que apenas y podía hablar.
-Tú sirves a… tú crees qué… pero que disparates dices niña, no le sirves ahorita, peor a futuro así será, ahora bien… deja de lloriquear. El dolor es lo más perfecto que podemos tener nosotros los guerreros…
La mujer guardaba silencio al ver como aquella se reincorporaba de una manera asombrosa a aquel medio. Tomando su espada, comenzó a caminar, se veía tan frágil que con una bocanada de aire que le golpeara era más que posible que la hiciera sucumbir. La musa simplemente le miraba de lado, ni siquiera se permitía parpadear. Sólo cayada estaba mirando el espectáculo. La guerrea de los cabellos castaños y largos entrecerraba sus ojos, pues le parecía que aquella mujer inestable comenzaba a soñar despierta, de repente una sensación familiar le rozo por todo su cuerpo, provocando en aquella que diera un paso hacia atrás.
Aquella se erguía y costosamente comenzaba a hablar, aquella quería detenerle, pero al momento que mencionaba aquel nombre tan repentinamente, la mujer blanca se puso. Sus ojos bailaron como su boca y mentón, generando osara su brazos por un costado, los cuales se movían de adelante hacia atrás por tan suelto que estaban. Tragando saliva aquella, apuradamente contestó:
¿Calíope?… ¿una de las nueve musas del gran Apolo?… ¿una de las malditas musas que se escondieron por eras dejándome a mi sola?… maldita perra, hasta cuando te apreses… hasta que Apolo va a ser sellado por la Discordia del mundo… Jumm… pues sea bienvenida, no sé qué es lo que pretendes…
Molesta contestaba Clío, ya que si bien le sorprendía que una musa era la que en frente tenía, aún así su enojo de eras estaba en verdad vivaz. No podía perdonar a sus compelerás, sus supuestas hermanas que no habían tenido el valor de nacer cuando Apolo las solicitaba. Dejándola a ella sola, peleando hasta la muerte… simplemente no lo perdonaba, y veía aquel nacer de musa una total pérdida de tiempo.
Cruzándose de brazos divisó como aquella sujetaba la espada lanzando una estocada seca al simple aire, gritando a la vez la oración que haría que su cosmos naciera de forma expendida. Enorme lenguas de fuego que se entremezclaba entre ellas para forma una enorme pared de la misma consistencia crecía en frente de ellas. La musa de Clío simplemente observaba sin expresar sus sentires. Los contrastes del fuego eran los o cotidianos, el azul oscuro, el rojo encendido, el narina y amarillo pálido.
El calor comenzaba a fastidiar a la joven musa por lo que elevando su cosmos comenzaba a manar una serie de ondas gélidas que controlaban su temperatura. Hécate aun era nueva en aquello y sus esfuerzos habían sido demasiados que caía de rodillas en el calcinado suelo. Y cuando aquella se disponía a hablar los agonizantes gritos a la lejanía de mortales la distrajo. Mirando hacia el frente, divisando el terror creado por culpa de Hécate. Su deber era mantener cierto anonimato en aquello, por lo que sus opciones eran ejecutar a los no creyentes. Alzando su cosmos abría su lúgubre portal paralelo a aquella dimensión, adentrando su mano y sacando su enorme Hoz. Comenzando a caminar y cercando la muralla del fuego, pero cuando se disponía a lanzar una nova cósmica aquella fue distraída por las palabras de Calíope:
-Tonta tú por haberte mostrado antes de tiempo y más de esta manera tan ostentosa. Sabes muy bien que la mente de un humano común y corriente es débil… aquí la culpable eres tú, estúpida… Ja, no creo, no por hoy, somos guerreras de la luz, nuestro deber no es atacar por gusto sino por defensa a nuestro Dios, es normal que ellos actúen así…mi deber es meterlos en razón, aunque la muerte sea el único medio factible en esto niña…
Después de ello aquella arqueaba su ceja por como aquella gemía de dolor y al mismo tiempo gritaba desesperantemente, Cassie simplemente suspiraba y bufaba un poco, igual tenía que comprenderla pues ella había pasado por lo mismo. Cerrando los ojos simplemente dijo:
-Esto nunca tendrá fin… aprende de esto y vuélvete amiga del dolor o muere de locura… tu decides niña.
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Re: Posada en las cercanías del río
Enloquecía. Esa fue la impresión que, tiempo después, me llegó al recordar los eventos que precedieron al despertar de mi cosmos, algo que no creo poder olvidar por más que desee; el dolor era insoportable y no me dejaba pensar con claridad, aparte de que una inmensa cantidad de imágenes sin sentido llenaban mi mente, imágenes que no podía reconocer como de experiencias ya vividas pero que de alguna manera sabía que habían tenido lugar, las voces, los gritos, los destellos, las órdenes… me llevé las manos a la cabeza y comencé a gritar de nuevo, con lo que el Muro de Fuego se avivó más y comenzó a desplazarse a gran velocidad, yendo directamente hacia la posada que se veía a lo lejos y de la cual escapaban los gritos de terror y espanto.
Las palabras de Cassie me taladraban la mente, y de no estar en ese momento ocupada en tratar de ordenar las imágenes y las voces que la llenaban es seguro que le habría gritado algo, pero no podía… además de que en ese momento nada de lo que dijera tendría sentido, porque a pesar de conocer lo que ella me decía con una voz cargada de veneno no podía replicar (o no quería hacerlo), y mientras el Muro de Fuego parecía un ser viviente que rugía y se abalanzaba hacia delante, dispuesto a devorar todo a su paso.
-¡¡No es mi culpa el mostrarme!! ¡¡No puedo controlar esto!! ¡¡Y las voces en mi cabeza no se callan!! ¡¡Y no te dejé, simplemente me sumieron en un sueño muy profundo y no podía despertar hasta que Apolo mismo corriera peligro, entonces escucharía su llamado!! ¡¡Maldición!! ¡¿Cómo sé todo esto?!
Me llevé las manos a la cabeza de nuevo y volví a gritar, logrando que el Muro de Fuego rugiera con mayor fuerza y se elevara hasta a más de 6 metros de altura, zigzagueando como una serpiente feroz y rugiendo incontenible, lamiendo ya los muros de la posada y envolviendo la estructura en un abrazo ardiente y mortal; de nuevo las palabras de Cassie me retumbaron en la cabeza y con los ojos inyectados en sangre la miré con desprecio.
-¡¡Eres una loca!! ¡¡No pienso morir por esto, porque al igual que tú tengo una misión, y es la de proteger a Apolo, y no me importa lo que digas, debo cumplirla!! ¡¡No dejaré que el dolor me domine, ni que me absorba, ni me volveré loca!! ¡¡Soy más fuerte que esto, más fuerte que el dolor y la locura!! ¡¡Odio el dolor, y por eso lo domino, sin importarme lo que deba hacer, o quién termine arrasado en el camino!!
Un nuevo grito interrumpió aquella perorata, y de nuevo caí sobre mis rodillas, tratando de respirar… debía controlar las imágenes, ya luego podría pensar en ellas y saber qué significaban, pero por ahora debía cercarlas, al igual que a las voces o de lo contrario me tragarían en ese vórtice de locura y no creía que lograría salir viva de eso. Cerré los ojos y poco a poco fue serenándome, creando un muro en mi mente, poco a poco, cimiento por cimiento, con lo que las imágenes y las voces empezaron a disminuir poco a poco hasta que pronto sólo escuchaba (o sentía) unos leves murmullos que podían parecer los del viento golpeando en las ramas de los árboles; respiré con dificultad, tenía la garganta seca e irritada y era seguro que por algunos días mi voz no saldría normal, pero eso era la menor de mis preocupaciones.
Me puse de pie con dificultad y sujeté el pomo de la espada, respiré hondo y cerré los ojos, al tiempo que con una mano acaricié el Muro de Fuego, que pareció reaccionar al tacto como si fuera un ser viviente; miré aquella masa con indiferencia, y eché hacia atrás mi cabello, a la vez que hablaba con aire ausente, como si yo estuviera a cientos de miles de kilómetros de distancia.
-La belleza del fuego… es un ser vivo por derecho propio, crece y reacciona ante lo que siente de los seres humanos, por eso es una fuerza salvaje… recuerdo que prefería el fuego a estar con todas ustedes – le dije a Cassie, y por un momento me apoyé con fuerza en la muralla ardiente, puesto que de nuevo las imágenes y las voces amenazaban con caer sobre mí, arrastrándome con ellas; agité la cabeza y dejé de recordar aquello, no era bueno que lo hiciera en ese momento – pero no puedo permitir que mi niño salga, además, como has dicho, Clío, acabo de despertar, y no sirvo a Apolo así… no así.
Coloqué la palma de la mano en el sólido muro llameante y éste destelló con un reflejo blancuzco en toda su extensión, para a continuación extinguirse, como si de repente hubiera perdido su fuerza y poder; lancé un suspiro y me dejé caer al suelo, examinando el lamentable estado de mi ropa y tratando de aclarar mi garganta, que estaba seriamente irritada por los gritos que había lanzado. Alcé la vista para ver a Cassie y al verla con su hoz y su expresión hermética no tuve que adivinar lo que pasaba por su mente.
-¿Qué harás ahora? Estoy totalmente debilitada y no puedo defenderme, además temo que si trato de accesar a lo que hay aquí – me toqué con el dedo índice mi cabeza – termine enloqueciendo, y esta vez será de verdad.
Me senté lo mejor que pude y acaricié mi espada, sin alzar a ver a la Musa… ¿mi compañera?
-Dime… ¿qué o quién soy? Ahora sí que ya no sé qué soy, y no quiero volver a pasar por algo semejante, al menos hasta que logre aclarar esto – toqué mi cabeza con mis manos – porque me temo que hasta que no lo haga, no podré ayudar a los humanos, al contrario, seré una amenaza, y tampoco le serviré a Apolo, si es que queremos ir a ayudarlo o hacer algo por él.
Miré con tranquilidad a la otra Musa, tratando en lo posible que la sorpresa, el miedo, la perplejidad, el orgullo, la ira y la impotencia que sentía en ese momento se reflejaran en mi mirada.
Cuarto post de cuatro con respecto al tema:
Despertar de la Primera Defensa
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Las palabras de Cassie me taladraban la mente, y de no estar en ese momento ocupada en tratar de ordenar las imágenes y las voces que la llenaban es seguro que le habría gritado algo, pero no podía… además de que en ese momento nada de lo que dijera tendría sentido, porque a pesar de conocer lo que ella me decía con una voz cargada de veneno no podía replicar (o no quería hacerlo), y mientras el Muro de Fuego parecía un ser viviente que rugía y se abalanzaba hacia delante, dispuesto a devorar todo a su paso.
-¡¡No es mi culpa el mostrarme!! ¡¡No puedo controlar esto!! ¡¡Y las voces en mi cabeza no se callan!! ¡¡Y no te dejé, simplemente me sumieron en un sueño muy profundo y no podía despertar hasta que Apolo mismo corriera peligro, entonces escucharía su llamado!! ¡¡Maldición!! ¡¿Cómo sé todo esto?!
Me llevé las manos a la cabeza de nuevo y volví a gritar, logrando que el Muro de Fuego rugiera con mayor fuerza y se elevara hasta a más de 6 metros de altura, zigzagueando como una serpiente feroz y rugiendo incontenible, lamiendo ya los muros de la posada y envolviendo la estructura en un abrazo ardiente y mortal; de nuevo las palabras de Cassie me retumbaron en la cabeza y con los ojos inyectados en sangre la miré con desprecio.
-¡¡Eres una loca!! ¡¡No pienso morir por esto, porque al igual que tú tengo una misión, y es la de proteger a Apolo, y no me importa lo que digas, debo cumplirla!! ¡¡No dejaré que el dolor me domine, ni que me absorba, ni me volveré loca!! ¡¡Soy más fuerte que esto, más fuerte que el dolor y la locura!! ¡¡Odio el dolor, y por eso lo domino, sin importarme lo que deba hacer, o quién termine arrasado en el camino!!
Un nuevo grito interrumpió aquella perorata, y de nuevo caí sobre mis rodillas, tratando de respirar… debía controlar las imágenes, ya luego podría pensar en ellas y saber qué significaban, pero por ahora debía cercarlas, al igual que a las voces o de lo contrario me tragarían en ese vórtice de locura y no creía que lograría salir viva de eso. Cerré los ojos y poco a poco fue serenándome, creando un muro en mi mente, poco a poco, cimiento por cimiento, con lo que las imágenes y las voces empezaron a disminuir poco a poco hasta que pronto sólo escuchaba (o sentía) unos leves murmullos que podían parecer los del viento golpeando en las ramas de los árboles; respiré con dificultad, tenía la garganta seca e irritada y era seguro que por algunos días mi voz no saldría normal, pero eso era la menor de mis preocupaciones.
Me puse de pie con dificultad y sujeté el pomo de la espada, respiré hondo y cerré los ojos, al tiempo que con una mano acaricié el Muro de Fuego, que pareció reaccionar al tacto como si fuera un ser viviente; miré aquella masa con indiferencia, y eché hacia atrás mi cabello, a la vez que hablaba con aire ausente, como si yo estuviera a cientos de miles de kilómetros de distancia.
-La belleza del fuego… es un ser vivo por derecho propio, crece y reacciona ante lo que siente de los seres humanos, por eso es una fuerza salvaje… recuerdo que prefería el fuego a estar con todas ustedes – le dije a Cassie, y por un momento me apoyé con fuerza en la muralla ardiente, puesto que de nuevo las imágenes y las voces amenazaban con caer sobre mí, arrastrándome con ellas; agité la cabeza y dejé de recordar aquello, no era bueno que lo hiciera en ese momento – pero no puedo permitir que mi niño salga, además, como has dicho, Clío, acabo de despertar, y no sirvo a Apolo así… no así.
Coloqué la palma de la mano en el sólido muro llameante y éste destelló con un reflejo blancuzco en toda su extensión, para a continuación extinguirse, como si de repente hubiera perdido su fuerza y poder; lancé un suspiro y me dejé caer al suelo, examinando el lamentable estado de mi ropa y tratando de aclarar mi garganta, que estaba seriamente irritada por los gritos que había lanzado. Alcé la vista para ver a Cassie y al verla con su hoz y su expresión hermética no tuve que adivinar lo que pasaba por su mente.
-¿Qué harás ahora? Estoy totalmente debilitada y no puedo defenderme, además temo que si trato de accesar a lo que hay aquí – me toqué con el dedo índice mi cabeza – termine enloqueciendo, y esta vez será de verdad.
Me senté lo mejor que pude y acaricié mi espada, sin alzar a ver a la Musa… ¿mi compañera?
-Dime… ¿qué o quién soy? Ahora sí que ya no sé qué soy, y no quiero volver a pasar por algo semejante, al menos hasta que logre aclarar esto – toqué mi cabeza con mis manos – porque me temo que hasta que no lo haga, no podré ayudar a los humanos, al contrario, seré una amenaza, y tampoco le serviré a Apolo, si es que queremos ir a ayudarlo o hacer algo por él.
Miré con tranquilidad a la otra Musa, tratando en lo posible que la sorpresa, el miedo, la perplejidad, el orgullo, la ira y la impotencia que sentía en ese momento se reflejaran en mi mirada.
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Re: Posada en las cercanías del río
La musa de Clío simplemente arqueó una de sus cejas al escuchar aquellas alteradas palabras, por lo que parecía ser una de sus tantas hermanas de reino. Suspirando aquella simplemente cerró sus ojos, sabía a la perfección que discutir con ella simplemente perdería el tiempo y bueno, eso era lo que menos tenía para derrocharlo así como así… además una ligera confianza nació en su ser con respecto al combate febril de los olímpicos, por lo que ella simplemente quería que la vagabunda terminara para correr a los brazos de Apolo.
-Ya veo… pretextos, como quieras, me da ya igual lo que dices, total, ya para qué refutarte tus errores, la cosa es que ya estás aquí y punto… como sea… sinceramente me da igual todo esto, es demasiado confuso para mí y si me sigo cuestionando terminare frustrada y es lo que menso quiero, así que termina con tu despertar de cosmos y ya después me hablas.
Cassie parecía un poco irritada con todo aquello y bueno, la cosa ahí es que aquella vagabunda gritaba demasiado y hacía además tras ademanes que simplemente no venia al caso. O eso pensaba la musa. Rascando una de sus sienes la mujer simplemente se dio media vuelta, se había dado cuenta que tenía que esperar un poco más para poder tratar a esa mujer con lógica y bueno en aquel estado tan alterado no iba a conseguir nada… si no unos buenos insultos. Caminando unos cuantos metros la mujer se recargó en uno de los árboles y desvió su mirada hacia un costado, silbando a son de susurro esperando hasta que aquella volviera a hablarle y como fue, aquella cuestionaba algo, generando que la musa se sonriera y repasara su lengua en su apreciada hoz, para así sin verla contestar:
-Eso depende de tus actitudes mujer, como actúes y vea si es conveniente que andes así por todos lados es como reaccionare… así que la cuestión aquí es para ti ¿Qué harás? Uff… una rara pregunta por parte tuya mujer, me preguntas a mí, a una musa que no ha interactuado con sus iguales por eras, no sé quien seas en realidad, es más ni sé quien soy yo… ¿Sabes? No recuerdo nada de mi pasado y lo que apenas tengo revoloteando en mi mente es nada comparado con al historia de un humano… así que mejor preguntémosle a Apolo, tal vez él te aclare tus dudas y a mí las mías… Sólo tú sabes si eres una amenaza para este mundo mujer, si te sientes así dímelo para que te aniquile… que estúpida cuestión ahí si que te doy un cero en inteligencia mujer, vamos levántate y encarame Calíope.
-Ya veo… pretextos, como quieras, me da ya igual lo que dices, total, ya para qué refutarte tus errores, la cosa es que ya estás aquí y punto… como sea… sinceramente me da igual todo esto, es demasiado confuso para mí y si me sigo cuestionando terminare frustrada y es lo que menso quiero, así que termina con tu despertar de cosmos y ya después me hablas.
Cassie parecía un poco irritada con todo aquello y bueno, la cosa ahí es que aquella vagabunda gritaba demasiado y hacía además tras ademanes que simplemente no venia al caso. O eso pensaba la musa. Rascando una de sus sienes la mujer simplemente se dio media vuelta, se había dado cuenta que tenía que esperar un poco más para poder tratar a esa mujer con lógica y bueno en aquel estado tan alterado no iba a conseguir nada… si no unos buenos insultos. Caminando unos cuantos metros la mujer se recargó en uno de los árboles y desvió su mirada hacia un costado, silbando a son de susurro esperando hasta que aquella volviera a hablarle y como fue, aquella cuestionaba algo, generando que la musa se sonriera y repasara su lengua en su apreciada hoz, para así sin verla contestar:
-Eso depende de tus actitudes mujer, como actúes y vea si es conveniente que andes así por todos lados es como reaccionare… así que la cuestión aquí es para ti ¿Qué harás? Uff… una rara pregunta por parte tuya mujer, me preguntas a mí, a una musa que no ha interactuado con sus iguales por eras, no sé quien seas en realidad, es más ni sé quien soy yo… ¿Sabes? No recuerdo nada de mi pasado y lo que apenas tengo revoloteando en mi mente es nada comparado con al historia de un humano… así que mejor preguntémosle a Apolo, tal vez él te aclare tus dudas y a mí las mías… Sólo tú sabes si eres una amenaza para este mundo mujer, si te sientes así dímelo para que te aniquile… que estúpida cuestión ahí si que te doy un cero en inteligencia mujer, vamos levántate y encarame Calíope.
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