[Villa del Casale] Cabaña de Verenice

por Verenice Lun Ago 02, 2010 9:51 pm

En la zona más retirada de las tierras del Sendor Maximo, se encuentra una pequeña parcela, algo en ruinas y en mal estado, lugar donde realizan muchos de los castigos que se les realizan a los esclavos y en ocasiones ha servido de patíbulo de los esclavos que dejan su existencia en aquella ostentosa e inhumana propiedad: Villa del Casale

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[Villa del Casale] Cabaña de Verenice Cabana1

En el lugar más apartado, en una humilde y rudimentaria cabaña, estaba "confinada" a vivir. Debido a mi temperamento agresivo y fuera de lugar, comportándome como un animal salvaje, como una bestia indomable, recibiendo castigo tras castigo, y mi espalda completamente cicatrizada del sin fin de látigazos a los que había estado expuesta por los últimos dos meses, aún no me acostumbraba al hecho de ser una esclava y menos se aquel ser repugnante que era mi "dueño" Maximo.

Aún la jergas romanas se me dificultaban, aún el latín no lo hablaba ni lo comprendía a plenitud, pero ya esos meses de esclavitud me habían dado la oportunidad de ver como eran los Romanos y como hacían lascosas los de Roma, y asqueaban.

Las cosas que se escuchaban tras los muros de aquella villa solo mostraban la decadencia de esa sociedad.

En mi cabaña, en aquel espacio mio, podía regocijarme y pensar, idear la manera de salir de allí, escapar de aquella villa significaba la muerte, debía pensar, debía encontrar la manera de recobrar mi libertad, de ser posible de volver a mi pueblo.

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Esa noche, acostada en aquel cambuche de tierra y paja que hacia función de cama, levantando mi Bámbara, la acaricié recorriendo sus líneas susurrando dije:

- Kry jy die eer en trots van my volk (Recuperaré el honor y el orgullo de mi pueblo)

Poniéndome la máscara mientras levantaba mis manos con sus muñecas encadenadas

por Verenice Sáb Ago 21, 2010 5:10 pm

Día 1

Parecía que las cosas seguían normales por la Villa, el viejo camino oculto entre los arbustos seguía allí, por un momento llegué a sospechar que lo había descubierto y claro desaparecido para que nadie externo pudiese escabullirse en aquellos terrenos. Las ramas de los arbustos cortaban y lastimaban mi piel, no dolían si acaso llegaban a ser molestas, ya había tomado una gran resistencia al dolor luego de tantos meses expuesta a azotes por parte del capataz de la Villa y del mismo Máximo.

El avance se hizo rápido, el sol ya comenzaba a picar sobre mi piel aumentando la molestia de los cortes, faltaba poco solo tenía que atravesar una columna de arbustos altos y llegaría a lo que tiempo atrás era mi casa. Finalmente atravesando aquellos matorrales podía verse la parte trasera de la cabaña, no sabía si ya alguien ocupaba ese lugar o qué serían de mis cosas, escabulléndome entre las matas que rodeaban la cabaña, apoyé mi oído izquierdo sobre la frágil madera de la construcción intentando escuchar algo que proviniera de adentro de ella, no parecía que hubiese alguien allí, sin esperar a sorpresas que pudieran venir del exterior me introduje en ella y todo se veía normal, tal cual como las había dejado dos noches antes. Me acerqué a mi cama y levanté mi Bámbara, al lado de la cama las dos lanzas, todo indicaba que Máximo no había informado de mi o él aún no había llegado a la Villa, sea cual fuese la situación no debía perder más tiempo, cada minuto que permanezca allí resultaba más ir en mi contra si Máximo llegase a aparecer finalmente.

Tomé aquellos dos objetos, desajusté mis lanzas dejándolas de manera más portable, saqué la sábana que cubría aquel invento de cama y envolví la máscara y las lanzas, anudé la tela e hice una especie de bolso, y me lo llevé a la espalda, cruzando los dos extremos sobre mi pecho y amarrándolos entre sí. Ya nada me ataba a aquel cuarto y ya nada quedaba pendiente en esa cabaña, di una última mirada al espacio, expresé: - Deur en vir Afrika (Por y para Africa) Suspiré y salí de allí. Mi objetivo los aposentos del Senador Máximo.

por Ambrose Lun Ene 24, 2011 8:11 pm

Había salido del gan patio, tambaleante, sin fuerzas sin un rumbo fijo o bien, no uno que conscientemente supiera, mi cuerpo como el de una frágil muñeca, una dulce marioneta que sus hilos estaban a punto de cortar, la noche se hacía más larga y con ella la oscuridad y el frío. Por momentos mi cuerpo tiritaba, por momentos perdía el equilibrio y caía al suelo, por momentos ... no sabía donde estaba, solo recordaba y apretaba contra mí la pequeña bolsa de terciopelo negro, la acariciaba y susurraba frases inentendibles.

Mis pasos me guiaban y me llevaron a una pequeña cabaña, alejada de todo, de las instalaciones principales y aledañas, una cabaña abandonada, pobre, me encontraba en lo que parecía la entrada porque ni puerta tenía, solo una estera de paja que evitaba que el frío consumiera lo que dentro estuviera. Ingresé estaba completamente sola, oscuro no podía verse ni distinguirse nada, entre parecía un zombie, choqué con algo golpeo mis espinillas y resenti el anterior golpe que la pequeña sabandija me había propinado.

Me quejé de inmediato por el dolor pero gracias a éste pude salir de mi estado de trance, traté de adaptar mis ojos a la oscuridad en la que estaba inmersa, di un par de pasos, lento asegurando no tropezar con algo más, me dirigí en línea recta y en diagonal era la solución más óptima a no encontrarme con algo y lastimarme. Llegué a la esquina, puse mis manos sobre la pared y las deslice hacia abajo al mismo tiempo que comenzaba a agacharme al rato me tope con algo, una superficie plana estaba hecha de tierra, una lámpara de aceite, reconocí el olor instantáneamente, y dos piedras.

Desajusté la lámpara, dejando la mecha libre y comencé a chasquear las piedras tratando de obtener fuego, mis acciones se tornaron infructiferas aún en medio de la oscuridad mi rostro mostraba desagrado e impotencia, murmuraba maldiciones y quejas de encontrarme en esas condiciones cuando de pronto en una súbita chispa la lámpara se encendió, tomé aquel foco de luz y comencé a moverlo por todo el lugar, era una cabaña sin igual, dubijos en las paredes un altar con "algo" que parecía representar algo, en esencia aquel lugar parecía un pequeño templo, recordé que alguna vez Máximo me había hablado de una nueva adquisición una nueva mascota que había conseguido en el mercado de esclavos, una negra esclava que respondía al nombre de Verenice.

Me levanté y continué alumbrando el lugar, sonriendo expresé: - Así que esta era tu madriguera Verenice .....

Fui hacia el lugar que parecía una cama, me senté en ella y puse la lámpara en una esquina, sentada con las piernas cruzadas, con los brazos hacia atrás apoyados y mirando al precario techo de paja esbocé: - Hubiese sido un placer conocer al delirio de mi hijo.... Verenice, El Terror Africano .... qué será de ti....

Continué mirando al techo y lentamente mi cuerpo comenzaba a perder nuevamente fuerzas, estaba realmente cansada, muy cansada y sin darme cuenta caí bajo los dominos de Morpheo y me quedé dormida allí.

por Ambrose Miér Ene 26, 2011 3:43 pm

No sé cuanto tiempo había pasado pero la luz claramente se filtraba por la endijas de aquella choza, la lámpara había consumido todo el aceite que tenía, la delicada luz blanca que se adentraba dentro de la cabaña mostraba, más bien iluminaba aquel montículo con aquellos dibujos inentendibles, parecía que el sol aprobaba las practicas de aquella esclava.

Lentamente mis ojos se fueron abriendo y con ellos apreciaba un nuevo día, luz ... tanto tiempo sin poder sentirla como la sentía ahora, luz .... tan libre y sin tener que esconderme. Me levanté de la cama, quedandome sentada en ella, moví mis manos y mis dedos, los sentía entumecidos, eché un vistazo a mi vestido y no podía encontrarse en peores condiciones, llevé mis manos a mis hombros a comprobar el estado de las heridas de la noche anterior, no había dolor, no habían cicatrices por lo tanto estaba plenamente curada, desde hacía un buen tiempo había desarrollado una manera rápida de curación, me tiré nuevamente a la cama, y me quedé mirando el techo de paja de aquel lugar, no significaba nada, jugueteaba con mi mano derecha a coger las pajitas mientras tenia la otra mano cruzada por debajo de mi cabeza, flexioné mis rodillas y crucé mis piernas, continué con el jugueteo, perdiendome en mi pensamientos en blanco. De pronto y sin motivo alguno comencé a reír empuñando mi mano en el aire: - Qué divertido será este nuevo comenzar .... latima que no estés aquí ... hijo mio ... HAHAHAHAHAHAHAHHAHAHAHAHAHAHAHAHHA

Levantandome de la cama y saliendo de aquella choza de porquería. Nuevos deseos y nuevas metas, por ahora a cambiarme de vestido.

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