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[Villa del Casale] Habitación de Máximo
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[Villa del Casale] Habitación de Máximo
Día 1
Me había escabullido entre las grandes ruinas y altos jardines de la propiedad, por ahora entre más oculta me mantuviese mejor, aunque no creo que alguien echase mi presencia en falta, la cabaña se encontraba en uno de los extremos de la propiedad y vale aclarar que esta villa es de las más extensas de toda Roma, para llegar a la cabaña lo mejor era usar caballo, pero ahora mismo solo podía hacer uso de mis pies, creo que había transcurrido una hora ya desde mi salida de la cabaña, pasaba por las habitaciones designadas a la servidumbre de la Hacienda, los que se encontraban allí estaban ensimismados en sus labores, no se percataron del momento que pasaba por aquel sendero, que unía el gran patio con las habitaciones y la cocina.
Había llegado al pasillo principal, el trecho que unía las habitaciones y los salones, además de establecer los accesos a la cocina, patios y jardines. Debía ir a la habitación de Máximo en ella además de sus aposentos se encontraba su despacho, él era demasiado meticuloso y desconfiado para tener en una habitación aparte y aislada aquel despacho.
Recorrí el largo pasillo, la habitación del Senador estaba al final de aquel corredor, bastante inteligente de su parte ubicar y elegir esa habitación para él, alejaría a los posibles invasores de un posible robo dado que las anteriores habitaciones se encontraban equipadas de grandes lujos y eso podría distraer al enemigo de poseer u obtener algo que él tuviera en su poder. Recordé mientras me acercaba entre las sombras del pasillo que Máximo no sabía que yo hablaba y entendía bien el latín, además debía asumir que no estaba al tanto de todas las conversaciones y conspiraciones que mantenía con la actual Emperatriz, Diva.
Finalmente estaba frente a la puerta que conducía a ambas habitaciones, abrí sigilosamente la puerta, afortunadamente la puerta se encontraba un tanto retirada del escritorio por lo que si él estaba allí, estaría concentrado y aquel movimiento no lo notaría fácilmente, además era un riesgo que debía correr, al fin y al cabo como iban las cosas y no tener a nadie en quien confiar (aún no me convencía la actitud de Octavius), moriría por mano del Senador o por mano del Hijo del Emperador.
Esperé un momento a ver si algo o alguien producía algún ruido dentro de aquella habitación, no paso nada continué abriendo aquella puerta para finalmente ingresar en ella, podía tener cierto alivio al escabullirme allí en las horas del día, los sonidos propios y los ruidos producidos por todos los que habitaban la Villa podrían camuflar los míos. Cerré con cuidado la puerta luego de haberme infiltrado en aquel cuarto, no se notaba a nadie cerca, me apoyaba en las paredes para el avance, ocultando mi presencia en las sombras y rincones típicos de aquella habitación. Atravesé la pequeña salita que daba la bienvenida al lugar para de una vez por todas hacer ingreso oficial al despacho.
Un gran escritorio de madera maciza, en el cual se encontraban unas bandejas llenas de papeles, asumí que todos eran referentes a asuntos del Senado, eché una mirada a cada uno de ellos, leyendo con rapidez y efectivamente eran asuntos expresamente del gobierno. Debía asumir que luego de tanto tiempo no encontraría nada allí sobre asuntos del pasado. Revisé las gavetas de aquel escritorio y nada, más diarios de asuntos de las asambleas del Senado, cuentas y demás cosas pertinentes a la Villa; me giré para echarle un vistazo a la repisa de madera y cristal que estaba detrás del escritorio, viejos trofeos de guerra, papeles y más papeles, todo indicaba que no encontraría nada allí, removiendo y removiendo una pequeña caja de madera y cuero cayó desde la parte baja de aquel escaparate, me incliné a tomarlo y lo abrí, dentro de ella se encontraban algunas notas químicas y médicas, además de uno pequeñas bayas y hojas secas de una planta, la planta se me hacía conocida pero no recordaba de donde o porque, levanté la caja llevándola a mi nariz, el olor que ésta tenía era nauseabundo, tomé los papeles y comencé a leer:
Solté la nota y pensaba: - Flores pardas con sus bordes color púrpura con forma de campana o globo, hmmmm… sé que la he visto, dónde... dónde… Levanté la vista y volví a mirar aquellas muestras de la planta, tardé un poco en reconocerla, mi asombro fue tal que casi dejo caer la misma caja, en voz baja y sorprendida dije: - Maldita sea!!! Es Belladona, Diva es más peligrosa de lo que podía suponer… Es una verdadera bruja de Egipto.
Seguí revisando los papeles, sabía que esto no condenaría a nadie y no sería de ningún modo algo incriminatorio, solo buscaba pistas lo que en sus conversaciones en el pasado revelaban en incontable ocasiones delante de una esclava extranjera, que a sus ojos no entendía nada de su lengua. Tomé un papel más y lo leí:
Estaba segura de que se trataba de Belladona, solo necesitaba averiguar cómo fue que se realizó el envenenamiento, puse nuevamente la cajita en su lugar mientras lo hacía un cofre negro se encontraba a su lado, tenía buen tamaño, lo tomé, pesaba un poco, lo abrí y contenía tres bolsas de terciopelo negro, tomé una de ellas y miré su contenido, nada más ni nada menos que monedas de oro y plata, las saqué de allí sería una manera de cobrarme muchos de los azotes que había recibido por capricho del gran dueño; las tres bolsas las metí en el improvisado bolso que tenía a mi espalda, esto me serviría luego estando en el mercado y en el centro de Roma.
Volví todo a su lugar, sin dejar sospechas a que alguien estuvo en aquel cuarto y buscando algo entre aquellas cosas, ya era momento de salir de allí y eso era lo que me dispondría a hacer. Dando una nueva mirada al lugar, además de haber notado con anterioridad que aún no sabían de que ya no hacía parte de la Casa Casale, así que podría usar este hecho de salir sin problemas de allí. Si no estaba equivocada sabría que el galeno estaría a punto de partir y podría usar su transporte para retirarme de allí y me arrimará sin problemas al pueblo. Rápidamente salí de la habitación, al menos si uno de aquellos sirvientes me veía no les parecería sospechoso, dado que a veces se me encomendaba las labores de limpieza por esas zonas. Salí y nadie se encontraba cerca, retomé la marcha por el pasillo, pasando por el patio y la cocina, esperaría al médico a las afueras de la entrada de la Villa. Apresurada con paso largo y seguro me encaminé pasé por el gran sendero de los jardines exteriores, donde un par de sirvientes me vieron, pasé de ellos y continué mi camino, sabía que si salía por la entrada principal sería algo problemático, me escabullí entre los grandes arbustos que delimitaban la propiedad, en el momento en que el galeno saliera me subiría entregándole una nota
Me había escabullido entre las grandes ruinas y altos jardines de la propiedad, por ahora entre más oculta me mantuviese mejor, aunque no creo que alguien echase mi presencia en falta, la cabaña se encontraba en uno de los extremos de la propiedad y vale aclarar que esta villa es de las más extensas de toda Roma, para llegar a la cabaña lo mejor era usar caballo, pero ahora mismo solo podía hacer uso de mis pies, creo que había transcurrido una hora ya desde mi salida de la cabaña, pasaba por las habitaciones designadas a la servidumbre de la Hacienda, los que se encontraban allí estaban ensimismados en sus labores, no se percataron del momento que pasaba por aquel sendero, que unía el gran patio con las habitaciones y la cocina.
Había llegado al pasillo principal, el trecho que unía las habitaciones y los salones, además de establecer los accesos a la cocina, patios y jardines. Debía ir a la habitación de Máximo en ella además de sus aposentos se encontraba su despacho, él era demasiado meticuloso y desconfiado para tener en una habitación aparte y aislada aquel despacho.
Recorrí el largo pasillo, la habitación del Senador estaba al final de aquel corredor, bastante inteligente de su parte ubicar y elegir esa habitación para él, alejaría a los posibles invasores de un posible robo dado que las anteriores habitaciones se encontraban equipadas de grandes lujos y eso podría distraer al enemigo de poseer u obtener algo que él tuviera en su poder. Recordé mientras me acercaba entre las sombras del pasillo que Máximo no sabía que yo hablaba y entendía bien el latín, además debía asumir que no estaba al tanto de todas las conversaciones y conspiraciones que mantenía con la actual Emperatriz, Diva.
Finalmente estaba frente a la puerta que conducía a ambas habitaciones, abrí sigilosamente la puerta, afortunadamente la puerta se encontraba un tanto retirada del escritorio por lo que si él estaba allí, estaría concentrado y aquel movimiento no lo notaría fácilmente, además era un riesgo que debía correr, al fin y al cabo como iban las cosas y no tener a nadie en quien confiar (aún no me convencía la actitud de Octavius), moriría por mano del Senador o por mano del Hijo del Emperador.
Esperé un momento a ver si algo o alguien producía algún ruido dentro de aquella habitación, no paso nada continué abriendo aquella puerta para finalmente ingresar en ella, podía tener cierto alivio al escabullirme allí en las horas del día, los sonidos propios y los ruidos producidos por todos los que habitaban la Villa podrían camuflar los míos. Cerré con cuidado la puerta luego de haberme infiltrado en aquel cuarto, no se notaba a nadie cerca, me apoyaba en las paredes para el avance, ocultando mi presencia en las sombras y rincones típicos de aquella habitación. Atravesé la pequeña salita que daba la bienvenida al lugar para de una vez por todas hacer ingreso oficial al despacho.
Un gran escritorio de madera maciza, en el cual se encontraban unas bandejas llenas de papeles, asumí que todos eran referentes a asuntos del Senado, eché una mirada a cada uno de ellos, leyendo con rapidez y efectivamente eran asuntos expresamente del gobierno. Debía asumir que luego de tanto tiempo no encontraría nada allí sobre asuntos del pasado. Revisé las gavetas de aquel escritorio y nada, más diarios de asuntos de las asambleas del Senado, cuentas y demás cosas pertinentes a la Villa; me giré para echarle un vistazo a la repisa de madera y cristal que estaba detrás del escritorio, viejos trofeos de guerra, papeles y más papeles, todo indicaba que no encontraría nada allí, removiendo y removiendo una pequeña caja de madera y cuero cayó desde la parte baja de aquel escaparate, me incliné a tomarlo y lo abrí, dentro de ella se encontraban algunas notas químicas y médicas, además de uno pequeñas bayas y hojas secas de una planta, la planta se me hacía conocida pero no recordaba de donde o porque, levanté la caja llevándola a mi nariz, el olor que ésta tenía era nauseabundo, tomé los papeles y comencé a leer:
Planta herbácea perenne, de hasta metro y medio de altura, de hojas grandes, desiguales, pilosas, de color verde oscuro y ovales que tienen 20 cm como máximo. Sus flores son pardas, color púrpura en los bordes y más claras en el resto, en forma de campana globosa y tienen un mal olor característico. Florece entre mayo y agosto y los frutos son bayas de dos celdas negras, brillantes y con numerosas semillas en su interior. La parte medicinal utilizada son las hojas frescas y la raíz. La planta crece en lugares sombreados y puede reproducirse mediante la siembra de las semillas o por esquejes.
Solté la nota y pensaba: - Flores pardas con sus bordes color púrpura con forma de campana o globo, hmmmm… sé que la he visto, dónde... dónde… Levanté la vista y volví a mirar aquellas muestras de la planta, tardé un poco en reconocerla, mi asombro fue tal que casi dejo caer la misma caja, en voz baja y sorprendida dije: - Maldita sea!!! Es Belladona, Diva es más peligrosa de lo que podía suponer… Es una verdadera bruja de Egipto.
Seguí revisando los papeles, sabía que esto no condenaría a nadie y no sería de ningún modo algo incriminatorio, solo buscaba pistas lo que en sus conversaciones en el pasado revelaban en incontable ocasiones delante de una esclava extranjera, que a sus ojos no entendía nada de su lengua. Tomé un papel más y lo leí:
En la medicina herbolaria suelen prepararse cocimientos con las bayas y la raíz de la planta. Además de en forma de solución durante intervenciones oftálmicas y en cápsulas o gotas de administración oral. En la terapéutica se aplica en caso de neuralgias, tos nerviosa, asma, convulsiones, epilepsia, constricciones espasmódicas y algunas enfermedades de los ojos. En ocasiones se usa para bloquear los impulsos de las terminaciones nerviosas previniendo las contracciones de los músculos involuntarios, a tal grado que difícilmente puede llevarse a cabo una operación de los ojos sin la ayuda de esta valiosa droga. Se emplea también como diurético, sedativo, analgésico leve y antídoto contra la intoxicación por hongos que contengan alcaloides muscarínicos como el Amanita muscaria.
Nota Médica: Es una planta sumamente venenosa, capaz de provocar estados de coma o muerte.
Estaba segura de que se trataba de Belladona, solo necesitaba averiguar cómo fue que se realizó el envenenamiento, puse nuevamente la cajita en su lugar mientras lo hacía un cofre negro se encontraba a su lado, tenía buen tamaño, lo tomé, pesaba un poco, lo abrí y contenía tres bolsas de terciopelo negro, tomé una de ellas y miré su contenido, nada más ni nada menos que monedas de oro y plata, las saqué de allí sería una manera de cobrarme muchos de los azotes que había recibido por capricho del gran dueño; las tres bolsas las metí en el improvisado bolso que tenía a mi espalda, esto me serviría luego estando en el mercado y en el centro de Roma.
Volví todo a su lugar, sin dejar sospechas a que alguien estuvo en aquel cuarto y buscando algo entre aquellas cosas, ya era momento de salir de allí y eso era lo que me dispondría a hacer. Dando una nueva mirada al lugar, además de haber notado con anterioridad que aún no sabían de que ya no hacía parte de la Casa Casale, así que podría usar este hecho de salir sin problemas de allí. Si no estaba equivocada sabría que el galeno estaría a punto de partir y podría usar su transporte para retirarme de allí y me arrimará sin problemas al pueblo. Rápidamente salí de la habitación, al menos si uno de aquellos sirvientes me veía no les parecería sospechoso, dado que a veces se me encomendaba las labores de limpieza por esas zonas. Salí y nadie se encontraba cerca, retomé la marcha por el pasillo, pasando por el patio y la cocina, esperaría al médico a las afueras de la entrada de la Villa. Apresurada con paso largo y seguro me encaminé pasé por el gran sendero de los jardines exteriores, donde un par de sirvientes me vieron, pasé de ellos y continué mi camino, sabía que si salía por la entrada principal sería algo problemático, me escabullí entre los grandes arbustos que delimitaban la propiedad, en el momento en que el galeno saliera me subiría entregándole una nota
Verenice- Cantidad de envíos : 19
Re: [Villa del Casale] Habitación de Máximo
Seguí el mismo camino que noche tras noche transitaba años atrás para ir a la casa principal de la Villa del Casale. Una vez más la oscuridad guiaba mis pasos y la luz de la luna, la poca que se filtraba iluminaba mi andar. La villa en sí se mostraba un tanto abandonada, pocos esclavos a decir verdad tan sólo 4 sirvientes habitaban y se encargaban de mantener a medio estar las instalaciones principales.
Seguía caminando, un insipido pero no por eso dejaba de ser un fino vestido color hueso cubría mi cuerpo, elborde inferior de la falda completamente sucio por la tierra y el barro y salpicado por mi propia sangre. El camino era largo pero aquel tiempome daba el suficiente espacio para reorganizar los próximos movimientos.
Las instalaciones principales, la casa principal se vislumbraban más cerca, podía sentir la soledad de la propiedad, las hijas del senador, las hermanas del senador, las sobrinas del senador se habían olvidado por completo de ella; sonreí al pensarlo, todo mio, absolutamente todo para mi; esos eras mis pensamientos mientras me acercaba más y más a los recintos.
De pronto me detuve abruptamente llevando una de mis manos a mis labios, los acaricié una y otra vez, detendia ahí en medio de la nada, en medio de la soledad, sonriendo picara y divertidamente mucité: - Debo ir … primero a un … lugar
Retomé rápidamente la marcha y ya finalmente daba un paso en el gran patio, miré al cielo y reí con fuerza, burlandome de todo y de todos. Giré mi cabeza a la izquierda y emprendí camino hacia esa dirección, atravesé un pequeño jardín y cruce un largo pasillo, una habitación al final de este era mi destino. Mis pasos me llevaron a estar frente a una rútisca puerta, tiré de ella y una pequeña sala de estar me daba la bienvenida, cerré con delicadeza la puerta , caminando despacio, delicado y armonioso dejando que mis manos a su paso acariciaran todo lo que se les atravesara, a pesar de que ya había tiempo desde su muerte, la habitación se encontraba tal cual como la ultima vez la habia visitado, solo el polvo había dejado huella sobre alguno de los objetos, era normal dado que la servidumbre tenía prohibido hacer cualquier tipo de labor en esta habitación.
Había dejado la salita de estar y me encontraba justo a punto de ingresar finalmente al dormitorio, su perfume se mantenía en el ambiente, cerré mis ojos y respiré profundo llenando mis pulmones de su aroma, abrí rápidamente los ojos y los dirigí a su cama, a paso largo me acerqué a ella, estaba un poco desordenada, las sábanas un tanto arrugadas, la cojinería incluyendo las almohadas mostrando cierta asimetría, caminé hacia ella deteniendome justo frente a la pequeña mesa de noche que se encontraba al lado izquierdo de la cama, sobre ésta su argolla, la tomé y me la pusé en mi dedo anular derecho, me quedaba grande, reí al notarlo, lo acaricié girandolo en mi dedo, lo saqué y lo puse en el dedo pulgar, calzaba casi perfecto. Me dejé caer, cayendo sobre la cama, tomé una de las almohadas y la abracé a mi cuerpo, de piernas y brazos, era como si lo abrazara a él mismo, cerré una vez más mis ojos y respiré la almohada mientras la apretaba contra mí, me extasiaba saber que aún su esencia permanecía en sus cosas.
Solté la almohada lanzandola hacia la pared, me giré al otro lado de la cama y me revolqué un poco en sus sábanas, las enredé entre mis piernas y pecho, abrí mis ojos y me quedé quita, inmóvil mirando la pared que tenía en frente, mis ojos se tornaron turbios, mi rostro tomó una expresión dura, soltando la sábana que en ese momento mordía, levantando mis manos, dejando ver mis palmas y en ellas la curación de mis heridas, dije en tono tenebroso e inquisidor:
- Estúpido! … Sólo un estúpido podría, pudo y siempre podrá … morir como bien moriste tú … Máximo!!!
Me acurruqué en la cama, ocultando mi cabeza entre la sábana y mi propio cuerpo, y murmurando expresé:
- Yo … nunca … tuve … un … hijo … ESTÚPIDO!
Permanecí así un par de minutos, luego me levanté dirigiéndome a un escaparate alto de madera maciza que se encontraba opuesto a la cama, tomé ambas perillas y en un único movimiento abrí el gran estante y dentro de él dos hermosas espadas reposaban. Tomé una en cada mano y las giré, un destelló se produjo en aquel movimiento, mi mirada accidentalmente se dirigió a la base del estante y dos estuches negros se escondian en el fondo, me incliné y los tomé, dos bolsitas de terciopelo de mediano tamaño y de buen peso, no me molesté en mirar su contenido simplemente me limité a sonreír, lo hacía con cierto placer macabro, las puse en mis muñecas, dí dos pasos hacia atrás y comencé a girar sobre mí misma, riendo mientras lo hacia, al cabo de un rato me detuve, tambaleandome un poco producto de las revoluciones, arrastrando las espadas, produciendo un infernal chirrido me dirigí rumbo a la salida, habían unos sirvientes y esclavos que atender. Abrí la puerta y tras mi paso ésta quedo abierta solo dejando entrar el frio viento de la noche y que borrará cualquier rastro del que alguna vez compartió mi sangre y pensamientos: Mi hijo Máximo.
Seguía caminando, un insipido pero no por eso dejaba de ser un fino vestido color hueso cubría mi cuerpo, elborde inferior de la falda completamente sucio por la tierra y el barro y salpicado por mi propia sangre. El camino era largo pero aquel tiempome daba el suficiente espacio para reorganizar los próximos movimientos.
Las instalaciones principales, la casa principal se vislumbraban más cerca, podía sentir la soledad de la propiedad, las hijas del senador, las hermanas del senador, las sobrinas del senador se habían olvidado por completo de ella; sonreí al pensarlo, todo mio, absolutamente todo para mi; esos eras mis pensamientos mientras me acercaba más y más a los recintos.
De pronto me detuve abruptamente llevando una de mis manos a mis labios, los acaricié una y otra vez, detendia ahí en medio de la nada, en medio de la soledad, sonriendo picara y divertidamente mucité: - Debo ir … primero a un … lugar
Retomé rápidamente la marcha y ya finalmente daba un paso en el gran patio, miré al cielo y reí con fuerza, burlandome de todo y de todos. Giré mi cabeza a la izquierda y emprendí camino hacia esa dirección, atravesé un pequeño jardín y cruce un largo pasillo, una habitación al final de este era mi destino. Mis pasos me llevaron a estar frente a una rútisca puerta, tiré de ella y una pequeña sala de estar me daba la bienvenida, cerré con delicadeza la puerta , caminando despacio, delicado y armonioso dejando que mis manos a su paso acariciaran todo lo que se les atravesara, a pesar de que ya había tiempo desde su muerte, la habitación se encontraba tal cual como la ultima vez la habia visitado, solo el polvo había dejado huella sobre alguno de los objetos, era normal dado que la servidumbre tenía prohibido hacer cualquier tipo de labor en esta habitación.
Había dejado la salita de estar y me encontraba justo a punto de ingresar finalmente al dormitorio, su perfume se mantenía en el ambiente, cerré mis ojos y respiré profundo llenando mis pulmones de su aroma, abrí rápidamente los ojos y los dirigí a su cama, a paso largo me acerqué a ella, estaba un poco desordenada, las sábanas un tanto arrugadas, la cojinería incluyendo las almohadas mostrando cierta asimetría, caminé hacia ella deteniendome justo frente a la pequeña mesa de noche que se encontraba al lado izquierdo de la cama, sobre ésta su argolla, la tomé y me la pusé en mi dedo anular derecho, me quedaba grande, reí al notarlo, lo acaricié girandolo en mi dedo, lo saqué y lo puse en el dedo pulgar, calzaba casi perfecto. Me dejé caer, cayendo sobre la cama, tomé una de las almohadas y la abracé a mi cuerpo, de piernas y brazos, era como si lo abrazara a él mismo, cerré una vez más mis ojos y respiré la almohada mientras la apretaba contra mí, me extasiaba saber que aún su esencia permanecía en sus cosas.
Solté la almohada lanzandola hacia la pared, me giré al otro lado de la cama y me revolqué un poco en sus sábanas, las enredé entre mis piernas y pecho, abrí mis ojos y me quedé quita, inmóvil mirando la pared que tenía en frente, mis ojos se tornaron turbios, mi rostro tomó una expresión dura, soltando la sábana que en ese momento mordía, levantando mis manos, dejando ver mis palmas y en ellas la curación de mis heridas, dije en tono tenebroso e inquisidor:
- Estúpido! … Sólo un estúpido podría, pudo y siempre podrá … morir como bien moriste tú … Máximo!!!
Me acurruqué en la cama, ocultando mi cabeza entre la sábana y mi propio cuerpo, y murmurando expresé:
- Yo … nunca … tuve … un … hijo … ESTÚPIDO!
Permanecí así un par de minutos, luego me levanté dirigiéndome a un escaparate alto de madera maciza que se encontraba opuesto a la cama, tomé ambas perillas y en un único movimiento abrí el gran estante y dentro de él dos hermosas espadas reposaban. Tomé una en cada mano y las giré, un destelló se produjo en aquel movimiento, mi mirada accidentalmente se dirigió a la base del estante y dos estuches negros se escondian en el fondo, me incliné y los tomé, dos bolsitas de terciopelo de mediano tamaño y de buen peso, no me molesté en mirar su contenido simplemente me limité a sonreír, lo hacía con cierto placer macabro, las puse en mis muñecas, dí dos pasos hacia atrás y comencé a girar sobre mí misma, riendo mientras lo hacia, al cabo de un rato me detuve, tambaleandome un poco producto de las revoluciones, arrastrando las espadas, produciendo un infernal chirrido me dirigí rumbo a la salida, habían unos sirvientes y esclavos que atender. Abrí la puerta y tras mi paso ésta quedo abierta solo dejando entrar el frio viento de la noche y que borrará cualquier rastro del que alguna vez compartió mi sangre y pensamientos: Mi hijo Máximo.
Ambrose- Dios/a
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Re: [Villa del Casale] Habitación de Máximo
Y bien...creo que he dado en el clavo, esta si parece ser la bóveda de esta casucha. dije con tono de triunfo al haber llegado finalmente a una habitación mucho más grande que todas las anteriores y tal cual era más grande, también se podía apreciar la diferencia entre aquella y las demás: mientras que los primeros intentos fallidos habían acabado en haber rondado por cuartos relativamente pequeños (comparados a donde me encontraba actualmente) y, obviamente, sin objetos de valor, aquella habitación era un campo esperando a ser cosechado…copas, espadas, fundas, telas exóticas y lo mejor de todo: un enorme cofre en un costado, y si mi intuición no estaba mal... Veamos que es lo que encontró el Lobo Plateado en este lugar…mmm……perfecto! exclamé con gusto al ver el contenido del arcón: muuuuuuuuuuuuchas monedas de oro y plata, con unos cuantos rubíes y esmeraldas de tamaño bastante apreciable sumados a la cuenta…había encontrado el tesoro escondido en aquel manicomio. Bien, es hora de aportar algo a los pobres, llámese yo. finalicé al tiempo que sacaba una bolsa de piel reforzada, algo especial para cuando encontrara objetos “especiales”.
Diez minutos más tarde ya había saqueado la habitación en su totalidad, incluso había hallado una bonita espada que si bien no era la más filosa para algo podría servirme más adelante. Ahí fue que noté como la temperatura subía y de pronto, un brillo se hizo presente al rabillo de mi ojo: parecía que ahora la casa se incendiaba.
Demonios...ahora como dia---…ugh, vieja maniática. dije con el ceño fruncido al tiempo que empezaba a correr y de pronto las vi: unas llamaradas consumían el pasillo por donde había llegado antes. Si mi sexto sentido no me fallaba, la “dulce” ancianita había iniciado el fuego con intenciones de sacarme para esperar por fuera y de paso, eliminar los cadáveres de sus anteriores víctimas…ni siquiera se debía ser un genio para poder aplicar una estrategia de semejante simplicidad…fuera como fuera, era hora de salir de allí y darle la sorpresa de su vida a la amable anfitriona.
Diez minutos más tarde ya había saqueado la habitación en su totalidad, incluso había hallado una bonita espada que si bien no era la más filosa para algo podría servirme más adelante. Ahí fue que noté como la temperatura subía y de pronto, un brillo se hizo presente al rabillo de mi ojo: parecía que ahora la casa se incendiaba.
Demonios...ahora como dia---…ugh, vieja maniática. dije con el ceño fruncido al tiempo que empezaba a correr y de pronto las vi: unas llamaradas consumían el pasillo por donde había llegado antes. Si mi sexto sentido no me fallaba, la “dulce” ancianita había iniciado el fuego con intenciones de sacarme para esperar por fuera y de paso, eliminar los cadáveres de sus anteriores víctimas…ni siquiera se debía ser un genio para poder aplicar una estrategia de semejante simplicidad…fuera como fuera, era hora de salir de allí y darle la sorpresa de su vida a la amable anfitriona.
Milanor- Cantidad de envíos : 78
Re: [Villa del Casale] Habitación de Máximo
- Día 2 -
Estaba completamente estresada por el tema del desligue de la maldita diosa que quería poseer mi cuerpo, salí apurada del antiguo cuarto de mis progenitores en dirección al estudio de mi difunto padre y bien difunto hijo, no me había percatado pero en el aire se podía percibir el aroma de una vieja rata conocida, me detuve y sonreí en el momento justo que decía: - Qué será de ti Milanor... aspirando nuevamente para retomar mi marcha.
Todo el camino estuvo el aroma de aquel enano mezclándose con el olor a moho y podredumbre, dejando ver la decadencia en la que se encontraba la hacienda Casale. Sin más ni más había llegado a dicha habitación, crucé rápidamente la salita de estar que se encontraba más polvorienta que un viejo cementerio, mi interés era la biblioteca y escritorio de los señores y amos de Casale; entre tanto libro inútil debería existir alguna fórmula, alguna forma de acabar con el mal fallido jugo al que me quería imponer la diosa del Mar.
Tomé varios ejemplares y los puse sobre el escritorio, no me había percatado pero sobre éste había una carta, una carta con el sello característico de las fuerzas bélicas romanas, en el segundo viaje, con los libros en los brazos y dejándolos cerca al otro bloque anteriormente puesto tomé dicha carta y me senté en la polvorienta y bien sucia silla y la abrí:
Dejé de leer, llevándome el pedazo de papel a los labios y mostrando una expresión divertida en el rostro, mis ojos se iluminaron y una sonrisa maléfica se dibujó en mi labios, retirando la carta de mi boca y levantándome esbocé: - Así que Solomón o esa cosa aspira al máximo poder de Roma, lástima que dependas expresamente del agrado de mi tio Klaudius HAHAHAHAHAHAHHAHAHAHAHAHAHHAHAAHHAHAHAHAHAHAHAHA Dejando caer la carta y saliendo de aquel despacho, olvidando por completo mi objetivo allí, ahora tenía una nueva diversión: Molestar a Roma, Molestar a Solomón.
Estaba completamente estresada por el tema del desligue de la maldita diosa que quería poseer mi cuerpo, salí apurada del antiguo cuarto de mis progenitores en dirección al estudio de mi difunto padre y bien difunto hijo, no me había percatado pero en el aire se podía percibir el aroma de una vieja rata conocida, me detuve y sonreí en el momento justo que decía: - Qué será de ti Milanor... aspirando nuevamente para retomar mi marcha.
Todo el camino estuvo el aroma de aquel enano mezclándose con el olor a moho y podredumbre, dejando ver la decadencia en la que se encontraba la hacienda Casale. Sin más ni más había llegado a dicha habitación, crucé rápidamente la salita de estar que se encontraba más polvorienta que un viejo cementerio, mi interés era la biblioteca y escritorio de los señores y amos de Casale; entre tanto libro inútil debería existir alguna fórmula, alguna forma de acabar con el mal fallido jugo al que me quería imponer la diosa del Mar.
Tomé varios ejemplares y los puse sobre el escritorio, no me había percatado pero sobre éste había una carta, una carta con el sello característico de las fuerzas bélicas romanas, en el segundo viaje, con los libros en los brazos y dejándolos cerca al otro bloque anteriormente puesto tomé dicha carta y me senté en la polvorienta y bien sucia silla y la abrí:
Mensaje Imperial:
No hemos recibido respuesta por parte de la casa Casale sobre la supervivencia de alguno de sus miembros, Roma está en crisis, el Emperador ha muerto y hasta ahora no hay sucesor al trono, por lo que se convoca a reunión extraordinaria a todos los senadores romanos para debatir y decidir el destino del Imperio.
Hay rumores de que el Senador Solomon aspira y está buscando la manera de hacerse al trono y autoproclamarse así Emperador de Roma....
Dejé de leer, llevándome el pedazo de papel a los labios y mostrando una expresión divertida en el rostro, mis ojos se iluminaron y una sonrisa maléfica se dibujó en mi labios, retirando la carta de mi boca y levantándome esbocé: - Así que Solomón o esa cosa aspira al máximo poder de Roma, lástima que dependas expresamente del agrado de mi tio Klaudius HAHAHAHAHAHAHHAHAHAHAHAHAHHAHAAHHAHAHAHAHAHAHAHA Dejando caer la carta y saliendo de aquel despacho, olvidando por completo mi objetivo allí, ahora tenía una nueva diversión: Molestar a Roma, Molestar a Solomón.
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