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Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
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Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
Habia salido con direccion hacia el campamento Romano que se encontraba afuera de Alejandria con una gran carabana en la cual iba la ultima ofrenda de paz que le ibamos a ofrecer a los romanos claro si la aceptaban. Al salir fui amenazada por los soldados pero al ver lo que traia la caravana las cuales mostraban banderas blancas simbolo de que veniamos en paz parecieron calmarse y dejarnos pasar para asi llegar hacia donde se encontraba su general, hice avanzar a la caravana con simpleza debido a que venia en son de paz y no a tratar de molestar a los romanos. Vi con mis propios ojos como todos los soldados posaban sus miradas sobre mi persona y en la caravana con ojos no solo ambiciosos sino tambien demostrando la lujuria que en esos momentos sentian al tener cerca a una simple mujer egipcia, cosa que me ponia algo nerviosa mas no por eso deje mi postura firme al caminar. Llegue al lugar en donde todos los soldados se reunian incluido el general en jefe el tal Edward ante lo cual hice que bajaran las personas de la caravana las cuales iban cubiertas de pies a cabeza con una capa.
- General Edward vengo a dejarle una carta de parte de mi señora la cual leere en este preciso instante... -sacando un pergamino dorado de su espalda y abriendolo frente a si para comenzar a leerlo con total tranquilidad- ''Dirigido al General de las Tropas Romanas, Edward.
General, largo ha sido el sufrimiento de mi pueblo al ver las edificaciones que el Glorioso Alejandro Magno construyó en ruinas. Hemos llorado la perdida de más de la mitad de la biblioteca de Alejandría, los daños irreparables en nuestro hermoso faro de oro, las perdidas de vidas de miles de mis hombres.
Es mi deseo más profundo acabar con esta guerra que divide a pueblos hermanos, ya que Egipto esta al servicio de Roma, ahora y siempre. Por favor acepten estos obsequios como un simbolo de nuestra más humilde sumisión y lealtad al Imperio. Deseamos la paz y prosperidad de nuestro pueblo y de ser necesario, yo, Selene, le entregaré mi vida por la salvación de Egipto.''...como puede ver lo que mi soberana desea mas que nada es la paz entre nuestros reinos...usted estaria dispuesto a eso general? -al terminar de leer hace que las personas se quitaran las capas de encima dejando ver a 15 concubinas muy hermosas vestidas en joyas y oro mientras varias de ellas traian consigo comida y vino- las joyas son un regalo espero que las disfrute -dice tranquilamente mientras las mujeres comenzaban a bailar sensualmente mostrando todo lo que debian mostrar-
- General Edward vengo a dejarle una carta de parte de mi señora la cual leere en este preciso instante... -sacando un pergamino dorado de su espalda y abriendolo frente a si para comenzar a leerlo con total tranquilidad- ''Dirigido al General de las Tropas Romanas, Edward.
General, largo ha sido el sufrimiento de mi pueblo al ver las edificaciones que el Glorioso Alejandro Magno construyó en ruinas. Hemos llorado la perdida de más de la mitad de la biblioteca de Alejandría, los daños irreparables en nuestro hermoso faro de oro, las perdidas de vidas de miles de mis hombres.
Es mi deseo más profundo acabar con esta guerra que divide a pueblos hermanos, ya que Egipto esta al servicio de Roma, ahora y siempre. Por favor acepten estos obsequios como un simbolo de nuestra más humilde sumisión y lealtad al Imperio. Deseamos la paz y prosperidad de nuestro pueblo y de ser necesario, yo, Selene, le entregaré mi vida por la salvación de Egipto.''...como puede ver lo que mi soberana desea mas que nada es la paz entre nuestros reinos...usted estaria dispuesto a eso general? -al terminar de leer hace que las personas se quitaran las capas de encima dejando ver a 15 concubinas muy hermosas vestidas en joyas y oro mientras varias de ellas traian consigo comida y vino- las joyas son un regalo espero que las disfrute -dice tranquilamente mientras las mujeres comenzaban a bailar sensualmente mostrando todo lo que debian mostrar-
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Re: Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
Justo cuando Edward iba a lanzar el ultimo ataque contra Alejandria.. sus puertas se abrian por primera vez en todo el largo tiempo que permanecieron apostados frente a la gloriosa ciudad. Quizas ya no podian soportarlo mas al verse rodeados y superados enormemente en numero.. Una gran carabana se acercaba y en un primer momento soldados los interceptaron pero vieron las banderas blancas lo cual les hizo para su avance
Dejenlas pasar!
Los soldados se apartaron, si era verdad que Egipto se rendia era un alivio para mi, no tenia por que suceder otra batalla mas innecesaria.. La mujer que guiaba la carabana me comunico que venia a traerme un mensaje de sus superiores... Una gran pergamino dorado se abrio y la chica egipcia de tez palida pronuncio las palabras que alli habia escritas. Eran las palabras de Selene la cual se rendia y aceptaba la victoria de Roma..
Si es asi.. me alegra escucharlo, no tenemos por que luchar mas.
Volvi a colocar mi arco en mi espalda y la flecha que hubiera empezado otra guerra en el carcaj. Tambien habia una ofrenda, se trataban de mujeres de corta vestimenta y con un gran contoneo las cuales se acercaban a los soldados alli cercanos... ellos cedian rapidamente ante la lujuria.. Pero yo no tenia tiempo para eso, estaba de servicio, y no habria ninguna diversion hasta llegar a Roma
Bien me gustaria que nos llevaran ante la familia real.. quiero zanjar esto en persona y disculparme personalmente por las vidas que ambos bandos hemos perdido.
Llame a varios soldados con mi mano entre los que estaba Strife. Las mujeres bailaban a mi alrededor, pero no les hechaba mucha cuenta, podia aceptar que eran muy atractivas, pero yo seguia de mision aun, debia ver a la familia real. Ahora espere que la chica egipcia no guiara hacia dentro de la ciudad, di unos pasos hacia adelante apartandome de las bellas mujeres, pero gire mi rostro a los soldados los cuales se veian muy animados en esa situacion.
Soldados aun estan de servicio, recuerdenlo..
Dejenlas pasar!
Los soldados se apartaron, si era verdad que Egipto se rendia era un alivio para mi, no tenia por que suceder otra batalla mas innecesaria.. La mujer que guiaba la carabana me comunico que venia a traerme un mensaje de sus superiores... Una gran pergamino dorado se abrio y la chica egipcia de tez palida pronuncio las palabras que alli habia escritas. Eran las palabras de Selene la cual se rendia y aceptaba la victoria de Roma..
Si es asi.. me alegra escucharlo, no tenemos por que luchar mas.
Volvi a colocar mi arco en mi espalda y la flecha que hubiera empezado otra guerra en el carcaj. Tambien habia una ofrenda, se trataban de mujeres de corta vestimenta y con un gran contoneo las cuales se acercaban a los soldados alli cercanos... ellos cedian rapidamente ante la lujuria.. Pero yo no tenia tiempo para eso, estaba de servicio, y no habria ninguna diversion hasta llegar a Roma
Bien me gustaria que nos llevaran ante la familia real.. quiero zanjar esto en persona y disculparme personalmente por las vidas que ambos bandos hemos perdido.
Llame a varios soldados con mi mano entre los que estaba Strife. Las mujeres bailaban a mi alrededor, pero no les hechaba mucha cuenta, podia aceptar que eran muy atractivas, pero yo seguia de mision aun, debia ver a la familia real. Ahora espere que la chica egipcia no guiara hacia dentro de la ciudad, di unos pasos hacia adelante apartandome de las bellas mujeres, pero gire mi rostro a los soldados los cuales se veian muy animados en esa situacion.
Soldados aun estan de servicio, recuerdenlo..
Edward- Caballeros Dorados
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Re: Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
El joven alzo la mirada en dirección hacia la gran ciudad. El y varios soldados que se encontraban rodeándolo no podían creerlo; una gran caravana salía de esta ciudad varios soldados del bando romano la interceptaron y la detuvieron. Hasta que se escucho la voz de Edward quien decía “Déjenlas pasar” las banderas blancas que se sobresalían de las caravanas eran signo de paz. Desde el lugar donde se encontraba Strife se podía escuchar lo que la joven de cabello castaño oscuro y ojos del mismo color estaba diciendo. Varios soldados no podían creérselo, habían pasado un año luchando y todo se resumía en un acto.
Strife quien bajaba de la pequeña colina en donde estaba alojado no bajo la guardia en ningún momento.
Podía haber sido una trampa pero el joven aun así bajo su espada y la pego en la empuñadura de su cinturón. Estaba dispuesto a creer las palabras de la joven romana sobre cualquier duda que tenga; Tal vez las matanzas finalmente habrían de cesar se escuchaban los gritos de los hombres gritando ¡¡Victoria, Roma ha ganado larga vida a Roma!! Strife algo angustiado y confundido les dijo a los legionarios que gritaban.
Strife: - ¡¡Guarden silencio!! Ahora vámonos iremos ante Selene finalmente veremos en persona a la soberana de la bella Alejandría. Que suerte había sido una pena destruir esta ciudad por completo. Tiene muy buena simetría –
Todos los hombres que se encontraban gritando se callaron al escuchar las palabras de Edward y Strife. El joven de cabello turquesa se acerco ante la joven y el general y lentamente les dijo.
Strife: - Bueno es un alivio ya no veré caer compatriotas ensangrentados y escuchar los gritos de las mujeres llorando por sus maridos e hijos –
Dijo a ambos personajes en un tono metálico y siniestro. Also la mirada al cielo y lentamente se dijo en su propia mente “Hermana si esto es verdad pronto iré a Roma y te liberare…. Por ahora trata de aguantar los maltratos que de seguramente te han de estar dando tus patrones”
Strife quien bajaba de la pequeña colina en donde estaba alojado no bajo la guardia en ningún momento.
Podía haber sido una trampa pero el joven aun así bajo su espada y la pego en la empuñadura de su cinturón. Estaba dispuesto a creer las palabras de la joven romana sobre cualquier duda que tenga; Tal vez las matanzas finalmente habrían de cesar se escuchaban los gritos de los hombres gritando ¡¡Victoria, Roma ha ganado larga vida a Roma!! Strife algo angustiado y confundido les dijo a los legionarios que gritaban.
Strife: - ¡¡Guarden silencio!! Ahora vámonos iremos ante Selene finalmente veremos en persona a la soberana de la bella Alejandría. Que suerte había sido una pena destruir esta ciudad por completo. Tiene muy buena simetría –
Todos los hombres que se encontraban gritando se callaron al escuchar las palabras de Edward y Strife. El joven de cabello turquesa se acerco ante la joven y el general y lentamente les dijo.
Strife: - Bueno es un alivio ya no veré caer compatriotas ensangrentados y escuchar los gritos de las mujeres llorando por sus maridos e hijos –
Dijo a ambos personajes en un tono metálico y siniestro. Also la mirada al cielo y lentamente se dijo en su propia mente “Hermana si esto es verdad pronto iré a Roma y te liberare…. Por ahora trata de aguantar los maltratos que de seguramente te han de estar dando tus patrones”
Strife- Caballeros Dorados
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Re: Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
Despues de haberme presentado y de haber hecho lo que hice, espere de manera paciente a que el general diera un veredicto en cuanto a nuestra oferta de paz la cual no tardo en venir siendo esta algo positivo a lo cual vi como todos sus soldados parecian celebrar besando a cualquiera de las concubinas que habia traido conmigo mientras estas seguian repartiendo comida y vino en el lugar moviendose sensualmente para todos los soldados. Al oirle decir que deseaba ver a la emperatriz Selene frunci levemente el ceño al oirle el tono con el que se dirigia hacia ella mas no dije nada al respecto debido a que se que eso acarrearia problemas para la paz que deseabamos tener. Mas habia algo mas que debia hacer antes de dejar que ellos entraran algo que era tradicional en nuestra tierra y que no se podia dejar pasar.
- Antes de llevarlo a Egipto, debo saber que puedo confiar en su palabra -viendo a una de las mujeres la cual traia un vaso en sus manos la cual toma mientras otra de las tantas mujeres le hacia una herida profunda en su mano la cual hace sangra de inmediato dejando caer la sangre dentro de la copa que rebosaba de vino- les pido que hagan lo mismo la tradicion egipcia para hacer la paz es mediante la sangre del otro y beberla -viendo seriamente a Edward y a su compañero mientras sostenia la copa frente a ellos esperando a ver lo que harian-
- Antes de llevarlo a Egipto, debo saber que puedo confiar en su palabra -viendo a una de las mujeres la cual traia un vaso en sus manos la cual toma mientras otra de las tantas mujeres le hacia una herida profunda en su mano la cual hace sangra de inmediato dejando caer la sangre dentro de la copa que rebosaba de vino- les pido que hagan lo mismo la tradicion egipcia para hacer la paz es mediante la sangre del otro y beberla -viendo seriamente a Edward y a su compañero mientras sostenia la copa frente a ellos esperando a ver lo que harian-
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Re: Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
Pensaba que ya podia ir a pasar a la emperatriz de alli, pero aun habia mas sorpresas por descubrir, la chica que habia llegado la primera tenia algo mas organizado, al parecer ahora debia de mostrar la paz bebiendo la sangre del otro, y era en serio ya que la mujer se hizo una herida, el liquido carmin comenzo a caer a una copa la cual me ofrecio, la mirada de la mujer era seria y la mia era igual a la suya, no habia llegado tan lejos para nada, y haria lo que fuera por acabar la guerra de una vez y dejar de ver cadaveres...
Si sangre he de beber asi sera...
Algunos soldados se acercaron por que no se fiaban de aquello, pero yo confiaba en la buena voluntad de aquellos que muestran la bandera blanca, nadie caeria tan bajo como engañar al enemigo de esa forma y sin honor... ademas por mucho que me pasara a mi algo, el plan seguiria en marcha y lo unico que los egipcios conseguirian seria comenzar otra batalla donde perderian aun mas vidas...
Ademas si alguien debia beber esa sangre era yo, el responsable de las tropas de Roma en Egipto, yo confiaba en la buena fe de mi rival, pero si no fuera asi, no podia exponer a ningun soldado bajo mi mando a algun peligro
Apartense.. lo hare yo, no hay nada que temer.
Tome una flecha de mi carcaj y la clave en mi brazo, sangre comenzo a salir y las gotas caian a una vaso que me dieron, una vez lleno se lo pase a la mujer y comence a llevar a mis labios el que ella me ofrecio.
Por la paz... entre dos pueblos..
El liquido rojo comenzo a introducirse en mi boca, ahora solo faltaba que la chica hiciera lo mismo y me dejara llegar hasta la familia real sin ninguna resistencia, yo debia asegurarme su preteccion hasta que llegaran a Roma.
Si sangre he de beber asi sera...
Algunos soldados se acercaron por que no se fiaban de aquello, pero yo confiaba en la buena voluntad de aquellos que muestran la bandera blanca, nadie caeria tan bajo como engañar al enemigo de esa forma y sin honor... ademas por mucho que me pasara a mi algo, el plan seguiria en marcha y lo unico que los egipcios conseguirian seria comenzar otra batalla donde perderian aun mas vidas...
Ademas si alguien debia beber esa sangre era yo, el responsable de las tropas de Roma en Egipto, yo confiaba en la buena fe de mi rival, pero si no fuera asi, no podia exponer a ningun soldado bajo mi mando a algun peligro
Apartense.. lo hare yo, no hay nada que temer.
Tome una flecha de mi carcaj y la clave en mi brazo, sangre comenzo a salir y las gotas caian a una vaso que me dieron, una vez lleno se lo pase a la mujer y comence a llevar a mis labios el que ella me ofrecio.
Por la paz... entre dos pueblos..
El liquido rojo comenzo a introducirse en mi boca, ahora solo faltaba que la chica hiciera lo mismo y me dejara llegar hasta la familia real sin ninguna resistencia, yo debia asegurarme su preteccion hasta que llegaran a Roma.
Edward- Caballeros Dorados
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Re: Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
Despues de haberme hecho la herida y de haberle dado la copa con sangre al general vi como este mostraba cierta sorpresa en su mirada mas aun asi no dejo nunca la seriedad de lado a lo cual pude ver como los soldados que estaban alrededor se acercaban desconfiados de lo que yo habia hecho a lo cual cerre mis ojos con parcimonia. Escuche las palabras del general a lo cual tuve que abrir los ojos logrando ver asi como se hacia una herida en su brazo la cual no tardo en sangrar y la sangre fue recogida en una copa aparte y siendome acercada por otra de las mujeres a la cual le agradeci con la mirada antes de tomarla con mis dos manos viendola de manera seria antes de oir las palabras del general el cual se llevo la copa a los labios bebiendo el liquido carmesi mas pude fijarme facilmente que lo mantenia en su boca y no lo tragaba frunciendo levemente el ceño mas decidi no decir nada debido a que seguramente el esperaba que yo tambien bebiera su sangre al mismo tiempo, por lo cual solo suspire un momento antes de acercar la copa a mi rostro con mirada seria.
- Por la paz de mi reino... -dice antes de posar la copa en sus labios bebiendo la sangre tal y dijo que haria antes de extendersela a Strife manteniendo mi mirada siempre seria- Soldados Romanos, beban por la paz entre Egipto y Roma -manteniendo su vista seria esperando la accion que haria el soldado-
- Por la paz de mi reino... -dice antes de posar la copa en sus labios bebiendo la sangre tal y dijo que haria antes de extendersela a Strife manteniendo mi mirada siempre seria- Soldados Romanos, beban por la paz entre Egipto y Roma -manteniendo su vista seria esperando la accion que haria el soldado-
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Re: Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
Muchos de los soldados habían pensado que seria una rendición fácil. Pero tras escuchar las condiciones de la joven egipcia muchos bajaron la mirada….. Beber sangre era demasiado incluso para esos grandes guerreros sangrientos quienes han visto mas sangre que ninguna otra persona en este mundo. Edward fue el primer voluntario en beber la sangre de la joven. Los soldados solo pudieron mirar como su general bebía aquel liquido color carmesí; terminado el turno de Edward llegaba el del joven Strife, miro fríamente a la joven mientras que de su cinturón sacaba una daga la cual se clavo en el brazo para que su sangre llene el baso que conducirá a la paz entre ambas naciones.
Lleno el baso por completo con su sangre mientras se lo pasaba a la chica y tomaba el que esta le estaba ofreciendo; sin dudar siquiera el joven de cabello turquesa lo bebió sin ni siquiera mostrar señales de asqueado o afectado.
Strife: - Hare lo que sea por la victoria de Roma. Aun si tengo que beber la sangre de quien alguna vez fue mi enemigo, espero que ahora ambas naciones puedan vivir en paz gracias a la emperatriz Diva y a la reina Selene. El sol desciende sobre Egipto y Roma finalmente pondremos un pie en Alejandría y es mejor aun sin tener que luchar por ello -
Su mirada seria se torno a una sonrisa. Mientras que la sangre que sobresalía de su brazo dejo de brotar, Basta un instante ser un héroe y una vida entera para hacer un hombre de bien. Una de las pocas lecciones que aprendió el joven de ojos rojos este día. Ahora solo quedaba la parte mas difícil e incluso el final.
Lleno el baso por completo con su sangre mientras se lo pasaba a la chica y tomaba el que esta le estaba ofreciendo; sin dudar siquiera el joven de cabello turquesa lo bebió sin ni siquiera mostrar señales de asqueado o afectado.
Strife: - Hare lo que sea por la victoria de Roma. Aun si tengo que beber la sangre de quien alguna vez fue mi enemigo, espero que ahora ambas naciones puedan vivir en paz gracias a la emperatriz Diva y a la reina Selene. El sol desciende sobre Egipto y Roma finalmente pondremos un pie en Alejandría y es mejor aun sin tener que luchar por ello -
Su mirada seria se torno a una sonrisa. Mientras que la sangre que sobresalía de su brazo dejo de brotar, Basta un instante ser un héroe y una vida entera para hacer un hombre de bien. Una de las pocas lecciones que aprendió el joven de ojos rojos este día. Ahora solo quedaba la parte mas difícil e incluso el final.
Strife- Caballeros Dorados
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Re: Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
La ceremonia clásica de paz había concluido. Los principales representantes tanto de Roma como Egipto habían llegado a un acuerdo de paz. Edward había bebido el vino con sangre egipcia y romana, una forma en el pueblo egipcio de dar la palabra para cesar el combate y llegar a un acuerdo prospero entre ambos pueblos.
La celebración fue obvia desde ese momento. Soldados cansados de haber estado peleando se dejaron caer en los brazos de aquellas tentaciones egipcias, en el vino, en la comida, en las frutas, en el pan caliente que traían consigo. Hacía mucho que aquellos hombres cansados no disfrutaban de una buena cena y de compañía femenina.
Rain se encontraba frente a Edward, seguramente esperando algunos instantes antes de conducirlo frente a Selene ahora que sabía que el General hablaba en serio sobre la paz. Mas una voz interrumpió colocándose delante de Rain.
- No será necesario señor que vaya hacia Selene… pues yo he venido a usted. – Era la misma mujer que había servido el vino en la copa.
Estaba cubierta en joyas de oro, su torso semi desnudo apenas tapado por hojas y flores, su cuerpo pintando en líneas doradas y negras. Sus ojos eran de un color extraño, violetas… un violeta vibrante que expedía vida, delineados de un pesado color negro en en borde de sus parpados. Su cabello, corto, liso y negro, caía adornando sus hombros desnudos con perlas en sus puntas.
Miró a Rain con frialdad, estudiándola. Luego miró hacia su costado a otra mujer y asintió con su cabeza a lo cual esta se acercó lanzándole una daga de oro. Ambas estaban armadas ahora.
- Has hecho bien tu labor… – Y apenas pronunció dichas palabras Rain cayó desplomada al piso, inconciente o tal vez muerta. - … por Egipto.
Miró ahora con frialdad a Edward dándole a entender que lo mismo estaba ocurriendo con todos sus hombres alrededor que habían bebido el vino.
- Belladona. – Dijo con frialdad. – Potente somnífero y hasta letal veneno si se usa lo suficiente, General Edward. – Se acercó a éste sin miedo, el veneno ya les debía estar quitando la conciencia. - Verá… creo que he cambiado de opinión respecto a la paz entre usted y yo. Usted me ha ofendido gravemente, general Edward. Y sus ofensas ... son causas justas para tratarlo como se me antoje ahora. Sus pequeñas gracias de quemar mi ciudad acaban esta noche.
Le dio la espalda a ambos hombres que caían como sacos y se dirigió a una de las doncellas de cabellera negra y larga trenzada en dos y cubiertas en joyas de oro. Su mirada de despreció era notable. A Selene le parecía increíble que hubiese aguantado tanto tiempo repartiendo vino entre los hombre a esa velocidad y dejando que la manosearan.
- Nunca mandes a un hombre a hacer el trabajo de una mujer. Bien hecho Arianne. – Lo dijo con evidente desprecio a Seth, quien hasta ese momento en la guerra se había demostrado como un completo inútil.
Sabía que Seth esperaba su orden para atacar y quemar el campamento… pero ella había cambiado de opinión. Los hombres estaban cayendo uno a uno vencidos por el sueño y no había necesidad de matarlos cuando ahora sus vidas tenían un significado mucho más importante… negociación y trueque.
- Levanten la bandera azul. Significa que hemos triunfado pacíficamente. Vendran 1000 hombres armados desde los alrededores a ponerle fin a este circo. - Selene se montó rápidamente en una de las carrozas. Observando como no quedaba nadie en pie para pelear. Dio la orden alzando su daga y las mujeres comenzaron a arrastrarlos todos juntos, amarrarlos y desarmarlos con cuidado.
- Quémenlo. – Le indicó a Arianne como una orden. – Quémenlo y que no queden si quiera cenizas en las blancas arenas de Egipto de la mugre de los Romanos.
Miraba con desprecio aquel campamento que había estado a las afueras de su ciudad… de su amada Alejandría. Ahora sabrían lo que era el fuego como ellos habían conocido el fuego anteriormente esos días.
- Que los soldados sean encarcelados, como vulgares criminales, pero que no se les maltrate… aliméntenlos bien y entreténgalos con mujeres durante su cautiverio, pues desde hoy pasan a ser invitados de Egipto. Al general Romano que se le trate con la dignidad de su título, llévenlo a una de las habitaciones de mi palacio para que duerma el veneno y que sea atendido de cerca por un médico en caso de que algo le suceda. Amárrale las manos y amárraselas bien, no quiero que escape ni que haga algo estúpido que ponga en juego su vida. Muerto no me sirve de nada… te lo encargo personalmente Arianne, puesto que si quiera un pelo de ese hombre es herido, pagarás con tu cabeza. Espero ser lo suficientemente clara. - Miró a Edward en el suelo, ese hombre podría ser la salvación de su pueblo si sabía negociar bien con él. - El otro… que no se le maltrate, pues si bebió de la copa significa que debe tener algún tipo de título dentro del ejercito y en consiguiente su labor será volver a Roma y mandarle un mensaje a mi querida hermana. Aliméntenlo bien para que tenga fuerzas. Sobre Rain… si no ha muerto, que se le cuide con todos los honores de una verdadera guerrera y dale un nuevo título… dile cuando despierte que su soberana esta muy complacida con ella.
Las mujeres traían una armadura de oro en forma de busto de mujer que posicionaban con cuidado sobre Selene mientras esta habría los brazos sin mirarlas. La preparaban para entrar a Alejandría victoriosa colocando sobre su cabellera los emblemas que la caracterizaban como la Soberana d Egipto, era la única forma de volver a su reino. Los Romanos se habían descuidado y creído en su palabra. No le interesaba. Después de todo la carta la había escrito la mismísima Arianne, cuyas habilidades con las palabras eran mayores que las suyas. Técnicamente, ella no había hecho nada malo, pues aun planeaba negociar la paz con la carta mayor de su lado.
- Sobre Seth… - Su rostro se volvió frío y vengativo. - Que vaya al palacio de inmediato.
Dio un latigazo fuerte a los caballos y la carroza tirada por éstos la llevó en dirección a las puertas de Alejandría con la misión más que clara para Arianne. Edward y su legión completa estaban siendo desarmados y amarrados de pies y manos para entrar en Egipto. Algunas tropas llegaban para ayudar en dicha labor mientras ella volvía a Egipto. No sabía si llamar a aquello una victoria, después de todo era solo una Legión y tenía plena conciencia de que muchas más esperaban en el horizonte… más… su intención de paz no había sido falsa. Habría negociaciones para llegar a ello, pero se harían a su manera y no bajo las leyes o presiones de aquellos perros Romanos.
La celebración fue obvia desde ese momento. Soldados cansados de haber estado peleando se dejaron caer en los brazos de aquellas tentaciones egipcias, en el vino, en la comida, en las frutas, en el pan caliente que traían consigo. Hacía mucho que aquellos hombres cansados no disfrutaban de una buena cena y de compañía femenina.
Rain se encontraba frente a Edward, seguramente esperando algunos instantes antes de conducirlo frente a Selene ahora que sabía que el General hablaba en serio sobre la paz. Mas una voz interrumpió colocándose delante de Rain.
- No será necesario señor que vaya hacia Selene… pues yo he venido a usted. – Era la misma mujer que había servido el vino en la copa.
Estaba cubierta en joyas de oro, su torso semi desnudo apenas tapado por hojas y flores, su cuerpo pintando en líneas doradas y negras. Sus ojos eran de un color extraño, violetas… un violeta vibrante que expedía vida, delineados de un pesado color negro en en borde de sus parpados. Su cabello, corto, liso y negro, caía adornando sus hombros desnudos con perlas en sus puntas.
Miró a Rain con frialdad, estudiándola. Luego miró hacia su costado a otra mujer y asintió con su cabeza a lo cual esta se acercó lanzándole una daga de oro. Ambas estaban armadas ahora.
- Has hecho bien tu labor… – Y apenas pronunció dichas palabras Rain cayó desplomada al piso, inconciente o tal vez muerta. - … por Egipto.
Miró ahora con frialdad a Edward dándole a entender que lo mismo estaba ocurriendo con todos sus hombres alrededor que habían bebido el vino.
- Belladona. – Dijo con frialdad. – Potente somnífero y hasta letal veneno si se usa lo suficiente, General Edward. – Se acercó a éste sin miedo, el veneno ya les debía estar quitando la conciencia. - Verá… creo que he cambiado de opinión respecto a la paz entre usted y yo. Usted me ha ofendido gravemente, general Edward. Y sus ofensas ... son causas justas para tratarlo como se me antoje ahora. Sus pequeñas gracias de quemar mi ciudad acaban esta noche.
Le dio la espalda a ambos hombres que caían como sacos y se dirigió a una de las doncellas de cabellera negra y larga trenzada en dos y cubiertas en joyas de oro. Su mirada de despreció era notable. A Selene le parecía increíble que hubiese aguantado tanto tiempo repartiendo vino entre los hombre a esa velocidad y dejando que la manosearan.
- Nunca mandes a un hombre a hacer el trabajo de una mujer. Bien hecho Arianne. – Lo dijo con evidente desprecio a Seth, quien hasta ese momento en la guerra se había demostrado como un completo inútil.
Sabía que Seth esperaba su orden para atacar y quemar el campamento… pero ella había cambiado de opinión. Los hombres estaban cayendo uno a uno vencidos por el sueño y no había necesidad de matarlos cuando ahora sus vidas tenían un significado mucho más importante… negociación y trueque.
- Levanten la bandera azul. Significa que hemos triunfado pacíficamente. Vendran 1000 hombres armados desde los alrededores a ponerle fin a este circo. - Selene se montó rápidamente en una de las carrozas. Observando como no quedaba nadie en pie para pelear. Dio la orden alzando su daga y las mujeres comenzaron a arrastrarlos todos juntos, amarrarlos y desarmarlos con cuidado.
- Quémenlo. – Le indicó a Arianne como una orden. – Quémenlo y que no queden si quiera cenizas en las blancas arenas de Egipto de la mugre de los Romanos.
Miraba con desprecio aquel campamento que había estado a las afueras de su ciudad… de su amada Alejandría. Ahora sabrían lo que era el fuego como ellos habían conocido el fuego anteriormente esos días.
- Que los soldados sean encarcelados, como vulgares criminales, pero que no se les maltrate… aliméntenlos bien y entreténgalos con mujeres durante su cautiverio, pues desde hoy pasan a ser invitados de Egipto. Al general Romano que se le trate con la dignidad de su título, llévenlo a una de las habitaciones de mi palacio para que duerma el veneno y que sea atendido de cerca por un médico en caso de que algo le suceda. Amárrale las manos y amárraselas bien, no quiero que escape ni que haga algo estúpido que ponga en juego su vida. Muerto no me sirve de nada… te lo encargo personalmente Arianne, puesto que si quiera un pelo de ese hombre es herido, pagarás con tu cabeza. Espero ser lo suficientemente clara. - Miró a Edward en el suelo, ese hombre podría ser la salvación de su pueblo si sabía negociar bien con él. - El otro… que no se le maltrate, pues si bebió de la copa significa que debe tener algún tipo de título dentro del ejercito y en consiguiente su labor será volver a Roma y mandarle un mensaje a mi querida hermana. Aliméntenlo bien para que tenga fuerzas. Sobre Rain… si no ha muerto, que se le cuide con todos los honores de una verdadera guerrera y dale un nuevo título… dile cuando despierte que su soberana esta muy complacida con ella.
Las mujeres traían una armadura de oro en forma de busto de mujer que posicionaban con cuidado sobre Selene mientras esta habría los brazos sin mirarlas. La preparaban para entrar a Alejandría victoriosa colocando sobre su cabellera los emblemas que la caracterizaban como la Soberana d Egipto, era la única forma de volver a su reino. Los Romanos se habían descuidado y creído en su palabra. No le interesaba. Después de todo la carta la había escrito la mismísima Arianne, cuyas habilidades con las palabras eran mayores que las suyas. Técnicamente, ella no había hecho nada malo, pues aun planeaba negociar la paz con la carta mayor de su lado.
- Sobre Seth… - Su rostro se volvió frío y vengativo. - Que vaya al palacio de inmediato.
Dio un latigazo fuerte a los caballos y la carroza tirada por éstos la llevó en dirección a las puertas de Alejandría con la misión más que clara para Arianne. Edward y su legión completa estaban siendo desarmados y amarrados de pies y manos para entrar en Egipto. Algunas tropas llegaban para ayudar en dicha labor mientras ella volvía a Egipto. No sabía si llamar a aquello una victoria, después de todo era solo una Legión y tenía plena conciencia de que muchas más esperaban en el horizonte… más… su intención de paz no había sido falsa. Habría negociaciones para llegar a ello, pero se harían a su manera y no bajo las leyes o presiones de aquellos perros Romanos.
Selene- Dama del Pecado
- Reino : Inframundo
Ataques :
AD - Espinas de la Ira (3750)*
AD - Pétalos Oscuros (3850)*
AM - Enredadera del Infierno (4350)*
AM - Cementerio Silencioso (3450)*
AM - Tumba del Silencio (4150)*
AF - Rosa Sangrienta (4350)*
Defensa :
Capullo de Rosa
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Re: Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
Permanecía en aquella ridícula actuación, dándoles vino, acariciando y bailando para ellos, aquellos romanos estúpidos que habían confiado en el poder letal de Egipto: sus mujeres!
Raín había hecho muy bien su trabajo, cerré los ojos en el momento en que bebía aquella copa, sabía que serían cuestión de segundos para que el veneno/somnifero hiciese efecto, abrí de nuevo mis ojos en el momento en que mi señora se dirigía a los romanos, ubicándose delante de Raín, sonreí al instante mostrando el placer que mostraba al ver como uno a uno iban cayendo producto del letar y efectivo bebedizo que se encontraba mezclado en las jarras de vino
Raín caía inconsciente al suelo, mientras el General Edward y el asesino Strife, causante de tantas muertes de mis hermanos egipcios caían como bultos de carne impactando fuertementee contra la arena.
Hice una reverencia, asintiendo con la cabeza, momento en que me sacaba el adorno de mi cabeza y cuello de oro macizo y puro, dejandole aquellas preciosas joyas del tesoro nacional en mano de otras damas que nos acompañaban, las jovencitas agilmente amarraban a nuestros prisioneros, desponjándolos de sus armas y armaduras, dejándolos en sus meras ropas.
Ya sabía cuales eran mis órdenes, quemar todo y cada una de las tiendas de campaña, no dejar nada ni siquiera la sucia ceniza en nuestra amada arena y eso era exactamente lo que haría.
Esperé que todos y cada uno de los soldados fuesen llevados a las carrozas que los llevarían a Alejandría, mientras sus pertenencias iban a un carruaje más grande que se dirigiría a las bodegas de los almacenes de nuestra ciudad.
El General Edward se encontraba en el suelo dormido al parecer, llevé mis manos al interior de dos jarras de vino que estaban detrás de mi y saqué las dos hoces escurriendose aquel alcohol por toda la hoja de aquellas imponentes armas, las agité escurriendolas por completo, caminando en dirección donde se encontraba el guerrero romano, con la punta de mi hoz derecha quitaba las partes de su armadura, cayendo a ambos lados de su cuerpo, y con la otra hoz desgarraba las telas de sus ropas dejando descubierto su pecho. El sujeto continuaba insconciente, puse una de las hoz sobre su abdomen y la otra la sostenía de su hoja con mi boca, mientras quitaba las amarraderas de sus botas, las utilizaría para atarlo y someterlo a la voluntad de mi señora. Destruí sus calzados abrí sus piernas lo suficiente para requisarlo, no quería sorpresas ni posteriores eventualidades con respecto al aquel extranjero, giré su cuerpo amarrando sus manos y sus piernas y comencé a arrastrarlo unos metros más allá de su tienda de campaña, corte un trozo del vestido que llevaba y haciendo una pequeña bola la introduje en su boca y luego lo amordacé, al dejarlo recostado en la carroza que se me había asigando para el retorno a Alejandría.
Ingresé de nuevo a la tienda, destruyendo las jarras que contenía el vino, salí de allí y una a una las tiendas de campaña fueron destruidas por mis hoces, en la ultima luego de destruirla posé mi rodilla izquierda en la arena, enterrando mi hoces en ella y pronunciando un antiguo rezo invoqué el sombrío y letal ejército de Anubis. Una marea negra que emergía como vapor oscuro de la arena que se extendía por todo el campo, una a una cada sombra iba tomando y materializando el cuerpo de hombre y cabeza de perro, Los Chacales estaban sobre la arena egipcia en el lugar donde los Romanos habian levantado su campamento. Continué con el rezo y sacando las hoces de la arena simplemente dije:
- Destruyan, Quemen TODO!!!!...... No dejen ni las cénizas! y sin demorarse arrasanron el lugar como una peste, dejando a su paso la desolación, la nube negra que quemaba con el mismo fuego del infierno aquel lugar desintegraba todo, devorando todo lo que tocaban, un hermoso contraste de aquellos hombres perro sobre la blanca arena. Me dirigí hacia mi "protegido" y contemplé la destrucción total de todo rastro de Roma sobre suelo Egipcio.
Las llamas negras menguaban lentamente, el ejército de Anubis dejaba la escena y desaparecía en el interior de la arena llevándose consigo las cénizas, dejando en su pureza la arena.
Moví aquella masa de hueso y carne hacía el lugar donde debía montarlo, me subí a la carroza y posteriormente lo subí a él, acomodándolo bien dentro del reducido espacio, utilizando mis piernas para sostener y apoyar su peso, agité las amarras de los caballos y agitándolas iniciando la carrera hacia Alejandría, mientras exclamaba:
- Por esto y sólo por esto ....... no confío en los hombres! .... Por ud. mi Señora Selene .... por mi Egipto!!!!!
Dirigiéndonos rápidamente a la ciudad principal.
Raín había hecho muy bien su trabajo, cerré los ojos en el momento en que bebía aquella copa, sabía que serían cuestión de segundos para que el veneno/somnifero hiciese efecto, abrí de nuevo mis ojos en el momento en que mi señora se dirigía a los romanos, ubicándose delante de Raín, sonreí al instante mostrando el placer que mostraba al ver como uno a uno iban cayendo producto del letar y efectivo bebedizo que se encontraba mezclado en las jarras de vino
Raín caía inconsciente al suelo, mientras el General Edward y el asesino Strife, causante de tantas muertes de mis hermanos egipcios caían como bultos de carne impactando fuertementee contra la arena.
Selene escribió:-Nunca mandes a un hombre a hacer el trabajo de una mujer. Bien hecho Arianne.
Hice una reverencia, asintiendo con la cabeza, momento en que me sacaba el adorno de mi cabeza y cuello de oro macizo y puro, dejandole aquellas preciosas joyas del tesoro nacional en mano de otras damas que nos acompañaban, las jovencitas agilmente amarraban a nuestros prisioneros, desponjándolos de sus armas y armaduras, dejándolos en sus meras ropas.
Ya sabía cuales eran mis órdenes, quemar todo y cada una de las tiendas de campaña, no dejar nada ni siquiera la sucia ceniza en nuestra amada arena y eso era exactamente lo que haría.
Esperé que todos y cada uno de los soldados fuesen llevados a las carrozas que los llevarían a Alejandría, mientras sus pertenencias iban a un carruaje más grande que se dirigiría a las bodegas de los almacenes de nuestra ciudad.
El General Edward se encontraba en el suelo dormido al parecer, llevé mis manos al interior de dos jarras de vino que estaban detrás de mi y saqué las dos hoces escurriendose aquel alcohol por toda la hoja de aquellas imponentes armas, las agité escurriendolas por completo, caminando en dirección donde se encontraba el guerrero romano, con la punta de mi hoz derecha quitaba las partes de su armadura, cayendo a ambos lados de su cuerpo, y con la otra hoz desgarraba las telas de sus ropas dejando descubierto su pecho. El sujeto continuaba insconciente, puse una de las hoz sobre su abdomen y la otra la sostenía de su hoja con mi boca, mientras quitaba las amarraderas de sus botas, las utilizaría para atarlo y someterlo a la voluntad de mi señora. Destruí sus calzados abrí sus piernas lo suficiente para requisarlo, no quería sorpresas ni posteriores eventualidades con respecto al aquel extranjero, giré su cuerpo amarrando sus manos y sus piernas y comencé a arrastrarlo unos metros más allá de su tienda de campaña, corte un trozo del vestido que llevaba y haciendo una pequeña bola la introduje en su boca y luego lo amordacé, al dejarlo recostado en la carroza que se me había asigando para el retorno a Alejandría.
Ingresé de nuevo a la tienda, destruyendo las jarras que contenía el vino, salí de allí y una a una las tiendas de campaña fueron destruidas por mis hoces, en la ultima luego de destruirla posé mi rodilla izquierda en la arena, enterrando mi hoces en ella y pronunciando un antiguo rezo invoqué el sombrío y letal ejército de Anubis. Una marea negra que emergía como vapor oscuro de la arena que se extendía por todo el campo, una a una cada sombra iba tomando y materializando el cuerpo de hombre y cabeza de perro, Los Chacales estaban sobre la arena egipcia en el lugar donde los Romanos habian levantado su campamento. Continué con el rezo y sacando las hoces de la arena simplemente dije:
- Destruyan, Quemen TODO!!!!...... No dejen ni las cénizas! y sin demorarse arrasanron el lugar como una peste, dejando a su paso la desolación, la nube negra que quemaba con el mismo fuego del infierno aquel lugar desintegraba todo, devorando todo lo que tocaban, un hermoso contraste de aquellos hombres perro sobre la blanca arena. Me dirigí hacia mi "protegido" y contemplé la destrucción total de todo rastro de Roma sobre suelo Egipcio.
Las llamas negras menguaban lentamente, el ejército de Anubis dejaba la escena y desaparecía en el interior de la arena llevándose consigo las cénizas, dejando en su pureza la arena.
Moví aquella masa de hueso y carne hacía el lugar donde debía montarlo, me subí a la carroza y posteriormente lo subí a él, acomodándolo bien dentro del reducido espacio, utilizando mis piernas para sostener y apoyar su peso, agité las amarras de los caballos y agitándolas iniciando la carrera hacia Alejandría, mientras exclamaba:
- Por esto y sólo por esto ....... no confío en los hombres! .... Por ud. mi Señora Selene .... por mi Egipto!!!!!
Dirigiéndonos rápidamente a la ciudad principal.
Arianne- Cantidad de envíos : 21
Re: Campamento Romano a las Afueras de Alejandria
Bebi de aquel liquido de color carmin sabiendo cuales podian ser las consecuencias, pero aunque algo tuvieran preparado, debian confiar primero en mi, por eso bebi sin temor toda la copa. Confiaba en las personas que se diganaban a enseñar una bandera blanca en batalla, por eso sabia que no habria muertos ni mas luchas... aunque me exponia a otro tipo de cosas, pero estaba dispuesto a todo con tal de entrar a Alejandria fuera como fuera...
A Strife tambien le ofrecieron una copa, ninguno de los dos estabamos dispuesto ni a beber ni a divertirnos con las mujeres. Pero si ellos queria una muestra de paz, ahi la tendrian, el general Edward era claro en sus ideales... Entonces de entre las mujeres que estaban tapadas salio una con una belleza mayor a las demas, su cabello era completamete negro y su tez palida era hermosa... sus ojos alumbraban de una forma especial, era la emperatriz de Egipto...
Entonces poso su mano en la chica que nos ofrecio el vino la cual callo al suelo desplomada, luego se acerco a mi y me miro con una frialdad absoluta, lo mas probable es que sientiera una gran ira por mi al aver destruido su pueblo en esta lamentable guerra. Pronuncio el nombre de un somnifero que podia llegar a ser venenoso, como podia pasar, algo habian tramado, pero me habia arriesgado a ello y aun asi... seguia confiando en la bandera blanca...
Emperatriz Selene... confio en su palabra de que queria terminar con esta guerra, por que yo cumplire con la mia....
El veneno comenzo a hacer efecto en mi y pose una rodilla en el suelo, pero no era momento para caer aun, tenia que hacer algo para demostrar mis intenciones de paz. Aun tenia presente que los barcos atacarian la ciudad de Alejandria desde su puerto. Y debia pararlos antes de que atacaran, no podia permitir seguir con la guerra ahora que estaba tan cerca de acabar....
Asi que me volvi a poner en pie con esfuerzo, y tome mi arco y una flecha con una tela blanca atada, tenia varias flechas con diferentes telas que significaban diferentes mensajes... Me concentre en el veneno, y apunte al cielo con ella, varias mujeres egipcias se pusieron a mi alrededor pero no entendian mi accion. Yo solo pensaba en el barco principal, en la distancia que le faltaba por recorrer, en los planos que estudie de los mapas... Lo que iba intentar era imposible para un humano normal, pero siempre note que habia algo dentro de mi, algo que recorria mi cuerpo, algo grande e infinito... y que no podia entender, pero me hacia conseguir milagros.....
Solte la flecha y esta volo con una velocidad asombrosa. Se perdio en el cielo y cuando volvio a caer, fue justo en el barco principal de mi flota, la bandera blanca ondeaba desde mi flecha y los barcos se habian parado esperando nuevas ordenes, para ellos eso significaba que la batalla habia acabado... la distancia que recorrio la flecha fue mayor de lo que una persona normal podria disparar, pero Edward lo consiguio... tras lo que callo al suelo desplomado....
Si no hubiera lanzado esa flecha la guerra hubiera seguido, los barcos abrian atacado, y mi palabra de paz seria mancillada, ahora era turno de Selene de cumplir, ya no estaba consciente y no sabia que ocurria, solo deseaba que mis guerreros estuvieran bien y que me dieran la oportunidad de hablar con Selene
A Strife tambien le ofrecieron una copa, ninguno de los dos estabamos dispuesto ni a beber ni a divertirnos con las mujeres. Pero si ellos queria una muestra de paz, ahi la tendrian, el general Edward era claro en sus ideales... Entonces de entre las mujeres que estaban tapadas salio una con una belleza mayor a las demas, su cabello era completamete negro y su tez palida era hermosa... sus ojos alumbraban de una forma especial, era la emperatriz de Egipto...
Entonces poso su mano en la chica que nos ofrecio el vino la cual callo al suelo desplomada, luego se acerco a mi y me miro con una frialdad absoluta, lo mas probable es que sientiera una gran ira por mi al aver destruido su pueblo en esta lamentable guerra. Pronuncio el nombre de un somnifero que podia llegar a ser venenoso, como podia pasar, algo habian tramado, pero me habia arriesgado a ello y aun asi... seguia confiando en la bandera blanca...
Emperatriz Selene... confio en su palabra de que queria terminar con esta guerra, por que yo cumplire con la mia....
El veneno comenzo a hacer efecto en mi y pose una rodilla en el suelo, pero no era momento para caer aun, tenia que hacer algo para demostrar mis intenciones de paz. Aun tenia presente que los barcos atacarian la ciudad de Alejandria desde su puerto. Y debia pararlos antes de que atacaran, no podia permitir seguir con la guerra ahora que estaba tan cerca de acabar....
Asi que me volvi a poner en pie con esfuerzo, y tome mi arco y una flecha con una tela blanca atada, tenia varias flechas con diferentes telas que significaban diferentes mensajes... Me concentre en el veneno, y apunte al cielo con ella, varias mujeres egipcias se pusieron a mi alrededor pero no entendian mi accion. Yo solo pensaba en el barco principal, en la distancia que le faltaba por recorrer, en los planos que estudie de los mapas... Lo que iba intentar era imposible para un humano normal, pero siempre note que habia algo dentro de mi, algo que recorria mi cuerpo, algo grande e infinito... y que no podia entender, pero me hacia conseguir milagros.....
Solte la flecha y esta volo con una velocidad asombrosa. Se perdio en el cielo y cuando volvio a caer, fue justo en el barco principal de mi flota, la bandera blanca ondeaba desde mi flecha y los barcos se habian parado esperando nuevas ordenes, para ellos eso significaba que la batalla habia acabado... la distancia que recorrio la flecha fue mayor de lo que una persona normal podria disparar, pero Edward lo consiguio... tras lo que callo al suelo desplomado....
Si no hubiera lanzado esa flecha la guerra hubiera seguido, los barcos abrian atacado, y mi palabra de paz seria mancillada, ahora era turno de Selene de cumplir, ya no estaba consciente y no sabia que ocurria, solo deseaba que mis guerreros estuvieran bien y que me dieran la oportunidad de hablar con Selene
Edward- Caballeros Dorados
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