[Alejandría] Palacio - Habitación en el ala este.

por Selene Jue Ago 05, 2010 11:51 pm

La puerta de aquella gran habitación custodiada por dos guardias pesadamente armados se abrió dejando ver la figura de Selene que entraba sigilosa. Ya no se veía como una guerrera, sino todo lo contrario. Telas blancas y sueltas alrededor de su cuerpo apretadas a su cintura por joyas de oro. Algunas cuentas azules colgaban desde su cabello negro y sus brazos adornados con joyas de oro. Caminó hacia el hombre que aun permanecía dormido en la cama y se sentó en una silla a su lado poniendo su mano sobre la frente del general para medir su temperatura. No tenía fiebre… por lo cual debería felicitar luego a Rain… la cantidad de Belladona había sido lo suficiente como para apenas hacerlo dormir. De seguro estaba agotado de haber estado viviendo en la intemperie en aquel campamento… aquel que ahora estaba completamente destruido.

Algunas antorchas iluminaban la habitación del hombre. Selene lo miró con frialdad, inspeccionándolo con la mirada. Era la segunda vez que lo veía más su nombre era de temer en todo Egipto pues había acabado con la mayor parte de él. Por un momento tuvo que contener su deseo de ahorcarlo… muerto no le servía de nada. Más el rencor hacia él estaba planteado en ella, pues habían sido sus manos las culpables de las batallas en las cuales habían fallecido tantos de sus hombres.

Aun así tomó un trapo mojado al lado de su cama, seguramente Arianne lo debió haber aseado un poco, y paso su humedad por el rostro del General. Lo observaba fijamente, sin sonreír ni mostrar expresión alguna en su rostro.

La habitación donde se encontraba era más que digna. Estaba en una de las habitaciones que ella misma utilizaba y eso era decir mucho. Todo estaba adornado en joyas y la armadura del General se encontraba ensamblada en un mueble al lado de la cama junto a su espada y su arco. Era una clara muestra de que se le respetaba como guerrero y que las intenciones de Selene no era matarlo ni mantenerlo prisionero. Era realmente un invitado… y quemar su campamento y poner a sus hombres bajo custodia armada en la prisión era una simple medida preventiva de que se siguiera desparramando sangre innecesaria.

Se puso de pie nuevamente dispuesta a salir de esa habitación. En la mañana volvería a hablar con él. Por ahora era bueno para todos que durmiera y se recuperara de su agotamiento.

por Edward Vie Ago 06, 2010 12:08 am

Tuve muchos sueños mientras dormia, la mayoria eran batallas y mas batallas, gente muriendo un gran charco de sangre a mi alrededor, supongo que era el efecto del veneno, eran pesadillas que me estaba provocando. Me atormentaban todas las victimas que por culpa de Roma tuve que llevar a mis espaldas. Algo que fue necesario si queria cambiar Roma desde dentro, debia seguir ordenes, ascender... y eso tenia sus sacrificios

Eso fue la primera parte, ya que despues las pesadillas desaparecieron, y eso significaba que el veneno tambien estaba desapareciendo y pronto despertaria, por el momento dormia placidamente como no habia hecho en todo un año, era la primera vez que descansa de verdad, mis ojos mostraban sus ojeras, mi cuerpo su cansancia, aunque ahora estaba bien lavado por las sirvientas de la emperatriz, fue en ese momento en el cual dormia por primera vez en mucho tiempo, en que Selene entro a mi habitacion para verme, pero yo aun dormia lo que le hizo comenzar a retirarse...

Pero su fragancia fue la que hizo que mis ojos comenzaran a abrirse, poco a poco fui recuperando el sentido y lo primero que hice fue llevar mis manos a mi frente para ver que estaba mi cinta roja en la frente. Al hacer eso me di cuenta que estaba atado perfectamente de manos, movi levemente las muñecas pero me era imposible escapar, me reincorpore y pude ver que me encontraba en toda una habitacion lujosa, con mi armadura y armas acopladas en un mueble.. y en la salida la figura inconfundible de la emperatriz de Egipto

Veo que cumplio su palabra de paz emperatriz Selene.... espero que tambien lo hicieras con mis hombres...

Me costaba hablar por que aun tenia leves efectos del somnifero.... mi cuerpo se sentia limpia y bastante relajado sin esa armadura, mis muñecas solo me dolian un poco del tiempo que estuve amarrado. En otras ocasiones habia estado encarcelado y prueba de los duros castigos eran cicatrices que habia en todo mi cuerpo, comparado con eso, me habian tratado como todo un invitado, aunque tenian sus precauciones.

Llevo un año queriendo hablar con usted.. para terminar esta guerra, y para disculparme en persona por todas las vidas que mis guerreros han quitado a los suyos al igual que los suyos hicieron con los mios. Muchas vidas se perdieron ya... Ahora me gustaria saber que piensa hacer conmigo y mis soldados...

Hable en tono respetuoso sabiendo que mi situacion era delicada y que quizas podria ser ejecutado para complacer al pueblo egipcio, pero en ningun momento mostre miedo en mis palabras y me comporte como el general que era

por Selene Vie Ago 06, 2010 12:37 am

Selene se iba a retirar cuando sintió que el hombre se reincorporaba. Volteo su rostro y lo observó con severidad, después de todo seguía siendo la soberana de Egipto y el sólo un soldado, por muy importante que fuera en ese momento para ella. El sonido de las cuentas en su cabello era pausado mientras se volvía a acercar al hombre pero manteniendo su distancia.

- Sus hombres están descansando en los calabozos de Alejandría. Mañana serán liberados e invitados al palacio a descansar y disfrutar de Egipto. Entenderá que no podía dejar que usted y sus hombres entraran armados a mi Reino… no permitiría aquella tiranía de parte de pueblo alguno, menos uno con el cual se esta luchando una guerra. Apreciaría que no intentara nada estúpido como escapar... pues muerto no me sirve de nada.

Caminó hacia el mueble en donde estaban las armas del capitán y tomando su espada la miró con cuidado. Era una bella espada y ella sabía de éstas. La tomó con ambas manos y le dio unos cortes al aire para luego ver su balance, extendiéndola frente a ella.
Escuchó como se disculpaba por la guerra. Algo que le pareció realmente extraño e hizo que se volteara a verlo sorprendida.

- ¿Qué pienso hacer con usted y sus soldados? – Dijo acercándose con la espada en una de sus manos, mostrándose realmente amenazadora. – la pregunta más acertada… General… - Dijo tomando moviendo el filo de la espalda destapándolo hasta la cintura. – Es que piensa hacer usted por mí.

A pesar de que sus palabras en otro contexto podrían haberle hecho pensar a un hombre que deseaba algo más que charlar, cualquier espacio para malinterpretación de su tono de voz fue interrumpido cuando con el filo de la espada de un corte limpio rompió las ataduras de las manos del hombre para luego volverla al sitio en donde estaba caminando con toda calma.

- Coma, descansa y duerma. Mientras este bajo mi techo y en mis tierras ni usted ni los suyos serán lastimados mientras mantengan una actitud pasiva. De no ser así… ordenaré que quemen a sus soldados vivos y sus restos sean alimentados a los perros, pues General, usted y yo seguimos siendo enemigos por mucha cortesía que le este mostrando ahora.

Se acercó al velador y le llevo un plato con frutas a Edward y un vaso de vino, mirándolo a los ojos, probó las uvas y bebió de la copa, para que viera que no contenían veneno ni mucho menos, para alcanzárselos.

- Mañana se ha preparado un barco para navegar por el Nilo usted, algunos de sus hombres y mis doncellas. Espero que disfrute su estadía en Egipto y tome lo que desee de éste, pues estamos para servirle, General Edward. Si necesita de algo, pídaselo a los guardias. Si desea pasar la noche con alguna mujer, mandaran a algunas mujeres para que elija la de su agrado.

Pasó sobre sus brazos una hermosa tela de Algodón que parecía seda, cubriéndose un poco. Estaba poniéndose fresca la noche. Hizo una leve reverencia para comunicarle que se retiraba. No había mucho más que decir hasta el próximo día.

por Edward Vie Ago 06, 2010 1:00 am

La soberana emperatriz de Egipto se volteo al ver como yo habia despertado de aquel profundo sueño y me contesto que mis hombres aunque se encontraban encarcelados, estaba bien, lo cual me alivio ya que era la preocupacion mas grande que tenia. Su propuesta era ser sus invitados, cosa que se podia haber hecho de otra forma ya que yo hubiera aceptado gustoso a entrar sin armas a la ciudad, pero se hizo de esta manera y aun seguia vivo, asi que confie en su palabra que solo eramos invitados

Luego.. de sus labios salio una frase que en un principio no pude llegar a entender, ella respondio a mi pregunta con otra mas, queria saber que podia hacer yo por ella, pero antes de que pudiera responder la espada habia cortado mis ataduras.... comence a tocar mis muñecas que se sentian mucho mejor ahora que estaban liberadas...

Aun permanecia en silencio, espectante a lo cortes que estaba siendo, pero siempre con una gran frialdad dejando ver que yo era su enemigo, lo mas normal en esta situacion, me ofrecio comida, bebida y mujeres para pasar la noche, todo muy tentador a lo que estaria gustoso de aceptar, pero aun no podia entender varias cosas

Agradezo su ofrecimiento...

Me tome la libertad de levantarme de mi cama y tomar una fruta y darle un bocado.. luego dar un pequeño sorbo al vaso de vino. Hacia mucho tiempo que no estaba con una mujer, pero no debia pensar en eso ahora, lo importante era la mision, aun prisionera debia cumplir mi cometido. Asi que no dejaria que Selene se marchara tan pronto, aun habia mucho que aclarar...

Pero si me disculpa, no me interesa ninguna mujer que pueda ofrecerme, la unica que me interesa es usted, por la cual he luchado tanto para llegar a verla...

De nuevo eran frases que facilmente en otro contexto significarian otra cosa, los placeres el vino, las mujeres, todo era tentador, pero mi objetivo de siempre fue Selene, asegurarme su proteccion y que no recibiera ningun daño

Asi que si de verdad puedo pedir lo que necesito, lo que necesito es que se quede. Confio en su palabra y le prometo que mantedremos la paz. Pero ahora necesito que se quede..

Debia hablar con ella, conversar de como intentarian llegar a un acuerdo mutuo y de paso concerla y asi prepararme para cuando este delante de Diva. Disfrutar de la compañia que me estaba ofreciendo, pero sin dejar de pensar en el futuro de ambas naciones...

por Selene Vie Ago 06, 2010 2:45 am

- ¿Quedarme para qué? – Preguntó calmada sin alterarse… aun. – Creo haberle dicho todo lo que tenía que decirle por hoy.

No iba a causar una escena de ira desenfrenada por el atrevimiento de aquel hombre y la forma en que se escuchaban sus palabras, como si estuviese rechazando a las mujeres que se le podían ofrecer y la pedía a ella. El atrevimiento era sin duda una grave ofensa… más Selene se hizo la desentendida. Había sido un día demasiado largo de por si y todo lo que tenía que decirle a ese hombre se lo diría al día siguiente.

No entendía ese deseo de haber ido a la guerra para verla a ella. ¿Acaso era tan grande la arrogancia Romana que pensaba que un soldado era el igual de una diosa viviente como ella? Si no se había hecho cargo ella misma del combate era simplemente porque encontraba dichas practicas una desgracia… pero sabía que la única forma de negociar la paz sería comprándola, pues Diva no se detendría hasta verla muerta. Y tal compra, no podía realizarla a Diva, sino al mismísimo emperador o en caso contrario, a uno de sus hijos.

Después de todo los Romanos no eran tan estúpidos como para rechazar una buena oferta. Más la cuota de grano pedida era tan alta que ni si quiera les hubiese permitido plantar trigo ese año, por lo mismo la había rechazado tajantemente sabiendo que Diva enviaría a sus tropas a la guerra.

Todo ello cruzaba su mente mientras veía la suplica en los ojos de ese hombre Romano que lejos estaba de saber los verdaderos motivos de esa guerra. Con seguridad ni si quiera sabría quien era Diva realmente, aquella mujer venenosa que lo único que traería a Roma sería su destrucción de la misma forma en que había traído la miseria a Egipto.

- Mañana joven General, es un nuevo día. Asuntos de importancia serán discutidos. Se enviarán sirvientes al amanecer para que lo aseen y le ayuden a vestirse cómodamente para el calor egipcio. Aquellas armaduras pesadas no creo sean necesarias para un viaje por el Nilo. Buenas noches.

Tajante y certera, dio la media vuelta pasando por la puerta sin mirar atrás un segundo. Había otros asuntos que resolver, en especial con Seth. Ambos guardias se quedaron en la puerta custodiando al hombre, después de todo… no quería que nadie se acercara a él mientras ella no diera orden expresa.

- La única que puede entrar aquí es Arianne. Ha rechazado pasar la noche acompañado, por lo mismo… nadie entra, nadie sale. Nadie. Desobedescanme y no sólo serán sus cabezas las que rodaran por el piso, sino la de toda su familia.

Siguió caminando hasta sus despachos, la tela susurraba por el roce de sus piernas y las cuentas en su cabello sonaban produciendo una armónica melodía. Sus ojos más que nunca mostraban la severidad de Selene que pensaba en que mañana podría ser el día en que acabara todo eso.

por Edward Vie Ago 06, 2010 8:45 am

Aquella mujer era diferente a las que solia ver en Roma, no solo tenia una belleza superior, sino que ademas su carectar era bastante fuerte y se comportaba como una lider perfecta. Por mucho que le dijera que quedarse la emperatriz no estaba por la labor, pero no se podia hacer nada, tendria que esperar toda la noche para poder verla de nueva, una lastima ya que si que deseaba que se quedara esa noche.. Pero que se le iba a hacer, con mis habilidades no me seria dificil salir de la habitacion pero no podia poner en peligro a mis soldados...

Las puertas se cerraron y escuche como los pasos de Selene se alejaban, suspire por que era una chica bastante dificil con la que tratar. Yo habia sido el causante de muchas derrotas en su imperio y podia ver como su ira se posaba en sus ojos cada vez que me miraba

Me levante de la cama, estaba en esa habitacion yo solo y habia dormido tanto tiempo que ahora mismo no tenia nada de sueño en esa noche que se presentaba larga. Al parecer no recibiria ninguna visita mas, una lastima. Pero estaria con mis propios pensamientos planeando que hacer al dia siguiente.

Por ahora tomaba el vaso de vino de antes y comenzaba a beber, la emperatriz Selene lo habia hecho antes asi que no tenia nada que temer, comecen a tomar frutas y me acerque a mi armadura la cual estaba en perfectas condiciones. Tome mi arco que nunca me habia fallado e igualmente no tenia ningun desperfecto. Lo deje de nuevo alli y camine por la habitacion mientras seguia tomando fruta.

Pues si que necesitaria compañia para esta larga noche o creo que se pasara lenta..

Dije mientras admiraba la arquitectura tan diferente que alli tenian, el lujo de las cosas era increible, al igual que el atuendo de Selene lo cual era toda una maravilla, y le hacia parecer mas hermosa aun, ahora solo me faltaba esperar ya que quisiera o no estaba a merced de la emperatriz.

por Arianne Vie Ago 06, 2010 12:54 pm

Camino a la habitación del huesped romano me encontré con mi señora, me detuve e hice una reverencia:

- Mi señora Selene! ..... Me dirijo a realizas mis tareas encomendadas.

Mi señora solo asintió, mientras pasaba por mi lado alejandose de aquel lugar. Retomé mi marcha, los dos guardias que custodiaban aquella puerta se encontraban en su debida posición con sus lanzas atravesando aquella entrada, evitando asi el ingreso no autorizado del personal.

En el momento en que me vieron detenerme frente a ellos, quitaron sus lanzas dejandome, permitiendome el ingreso a aquella habitación.

Ingresé, las antorchas estaban encendidas y el General Romano se encontraba comiendo y bebiendo, los tragluces dejaban filtrar un poco la luz de la luna, haciendo un poco más cálida la habitación

Me dirigí a la silla que se encontraba justo al lado izquierdo de la cama, me senté sacandome las hoces que llevaba en mi espalda, poniendolas sobre mis piernas, con los mangos en sentidos opuestos, crucé mis piernas y cerré mis ojos, era el momento de iniciar mi guardia en aquella habitación y vigilar que el romano no se le ocurriera hacer una estúpidez.

por Edward Vie Ago 06, 2010 7:27 pm

Seguia solo en esa habitacion con el unico entretenimiento de mirar aquella decoracion y tambien recuperando fuerzas mientras comia las frutas tan exquisitas que me habian traido. Pensaba en mi futuro el cual no parecia estar muy claro, si lograba sobrevivir a Egipto es probable que o bien muriera por una oleada de tropas o bien por que al llegar a Roma fuera vendido como esclavo... y todo por intentar hacer la paz...

Tantos años a mis espaldas y aun sigo creyendo en mi camino..

Estaba algo resignado por creer que todo podia solucionarse de forma pacifica. Por el momento estaba disrutando de una buena hospitalidad, y mis soldados serian liberados para ver las grandes de Egipto, pero.. con que proposito...? Mi cabeza daba mas vueltas al asunto cuando las puertas de la habitacion se volvieron a abrir...

Era otra mujer egipcia que estaba armada, por lo visto era mi carcelera, no digo nada, simplemente se sento a mi lado en una silla al lado de mi cama y mostros sus armas mientras se colocaba de piernas cruzadas... la hospitalidad era my buena, pero el trato humano era mas bien escaso, mas bien aquellas mujeres nos seguian tratando como enemigos..

Te ofreceria un poco de vino pero no quiero que pienses que quiero emborracharte para escaparme...

Bebi mi vaso de vino pero no le ofreci nada, supuse que al hacerlo pensaria que era parte de mi plan. Por lo que en vez de eso tome una fruta y me sente frente a ella mientras se la ofrecia con mi mano

Cual es tu nombre? Me gustaria saber como debo llamarte.

Seguia con la mano extendida, la mujer tenia los ojos cerrados y seguia impasible, ni siquiera sabia si iba a reaccionar. En cuanto a su fisico.. su estatura no era muy alta pero si tenia una piel tersa y palida que la habia bella. Su pelo corto y oscuro tambien le quedaban muy bien, quizas lo llevaba corto por ser una guerrera

por Arianne Vie Ago 06, 2010 8:35 pm

Permanecí en aquella posición, con los ojos cerrados y extremadamente concentrada, a pesar de que mis ojos no lo veían podía seguirlo con su olor, su rastro y hasta con su calor, todas ellas eran fuentes perfectas para saber momento a momento donde se encontraba aquel romano dentro de la habitación.

Sentí que bebía vino, y comenzaba a comer fruta, en ese momento me moví un poco, cambiando el cruce de mis piernas. Ignoré sus primeras palabras, lo que menos me interesaba era entrar en una conversación con un romano.

Al finalizar su primera frase, simplemente medio moví la cabeza mostrando una expresión de desagrado en mi rostro, volvía a dirigirse a mi y esta vez preguntándome el nombre, sin cambiar aquella posición fría y amenazante, tomé mi hoz derecha y la dirigí hacía donde estaba él, la punta de mi arma estaba separada de su rostro a escasos dos o 3 centímetros, esbocé:

- No te equivoques Romano, no tienes que saber mi nombre, solo limítate a comer, berber y dormir o cuando necesites copular te traigo una mujer, Tu estancia aquí solo se traduce a que mi señora llegue a un acuerdo con Roma.

Moviendo mi arma cortándole unos cabellos que tenía al frente, regresando mi hoz a posarla delicadamente sobre mis piernas.

El silencio volvía apoderarse y dejar su invisible manto dentro del aposento, en ese momento sonó la puerta, abrí un ojo esperando con extrañeza aquel acto, nuevamente volvieron a golpear ahora decían mi nombre:

- Dieceta Arianne, puedo pasar ....... mi Señora Selene me ha enviado

Tomé mis armas con mis manos sosteniéndolas con fuerza, volví a cerrar mis ojos y dije:

- Adelante

En ese momento las puertas gruesas se abrieron y una chiquilla entró, se detuvo a unos pasos, en el cual advertí diciendo:

- Qué deseas ...... a qué has venido?

La chiquilla se mostraba asustada, podía percibir que temblaba un poco, era un sensación que generalmente causaban entre las damiselas nuevas y más jovenes dentro del Palacio. La chiquilla estuvo muda, sus nervios la hacian actuar de manera estúpida

- He dicho qué deseas ....... habla!

Dije casi hasta parecer un grito, la chiquilla saltó, y sonó el metal sobre el metal, la chiqulla sumamente asustada dijo:

- Mi señora Selene le envía esto

Ella comenzó a caminar, tomé mi hoz izquierda y la puse adelante, la jovencita se detuvo al ver el arma

- Déjalo sobre la mesilla que tienes a tu espalda, si no es más, retirate!

Dije reincorporando mi arma a mi regazo, esperando que la chiquilla acatara mis órdenes y saliera, en ese momento el General Romano, tenía intenciones de levantarse, rápidamente tomé mi hoz derecha y la llevé a su cuello

- A dónde crees que vas o mejor aún ....... qué estúpidez piensas hacer?

Sosteniedo bien mi arma, solo era moverla un poco y le rebanaría el cuello

por Arianne Sáb Ago 07, 2010 10:26 pm

Parecía que había agitación en los alrededores del Palacio en Alejandría, dentro de la habitación aún sosteniendo mi hoz y posandola en el cuello del General Romano se escuchaba a través de la puerta el corre corre de la servidumbre.

Nuevamente tocaban la puerta, bajé mi arma ahora apuntando al corazón del Romano, volvían a golpear la puerta: - Mi señora Arianne, soy Angie, puedo pasar?

Tomé la otra hoz, empuñandola bien la llevé al suelo apuntando con ella y soportando mi peso sobre aquella arma: - Adelante

Una hermosa chiquilla de cabellos negros y largos, de mirada angelical, pero bien sabía yo que escondía aquella coraza de niña buena, conocía bien su verdadera naturaleza. Angie camino hacia mi, trayendo una delicada bandeja de oro y sobre ella una nota, una misiva imperial, en tono entremezclado entre enojo y resignación me ofreció lo que la bandeja cargaba: - Tome mi señora, nuestra Señora Selene le envía esto.

Sin dejar de apuntar el corazón del "invitado" llevando nuevamente mi arma a mis piernas, y haciendo un además a Angie que abriera la nota, la tomé y comencé a leer para mis adentros:

Spoiler:

Dejé el papel y lo puse nuevamente en la bandeja, miré a Angie la que se mostraba molesta era yo, tantas atenciones contra nuestros enemigos se me hacía excesivo, pero yo no era nadie para cuestionar las decisiones de mi Señora, ella me había demostrado que su capacidad y su talento son inigualables, por lo que yo solo debo acatar sus órdenes.

Me levanté usando la hoz que portaba en mi mano izquierda la que hacía poco apuntaba al corazon del Romano y corté las amarras de sus manos y piernas, me giré para mirarlo, esbocé:

- Mi señora como invitado de honor de Egipto, lo convida a ud. y a sus hombres a conocer y explorar sus tierras desde las hermosas aguas del Nilo.

Detuvé mis palabras y miré a Angie, quien traía un juego de ropas y unos accesorios.

- No tiene que responder, no hay oportunidad a negativas, sólo levantese y vistase ...... pronto zarparemos.

Me impacientaba la situación, con la puta de mi hoz desgarré sus ropas que caían a ambos lados de su cintura, moví la otra arma y Angie se acercó a terminar de desvestirlo y claro está de ponerle las mejores ropas y las mejores joyas del imperio. La chiquilla no tardó mucho en sus labores y el romano vestido de pies a cabeza, con las mejores sedas, en hermosos tonos azul y rojo, cubrian el cuerpo del guerrero, sus manos, cuello, brazos y cabezas adornados con joyas de toda variedad, esmeraldas, rubies, diamentes y cuarzos, el oro conjugando con el esplendor de estas piedras, se le dio un calzado apropiado, solo faltaba su presencia en el barco, llevé mis armas a mi espalda cruzandolas en ella, haciéndome detrás de él, le susurré:

- Andando!

Y ambos emprendimos marcha hacia el puerto de la ciudad con rumbo a recorrer tierras Egipcias por el Nilo

por Edward Dom Ago 08, 2010 6:13 pm

Mis intentos por ofrecerle comida y un minimo de amibilidad se veian frustrados drasticamente. Aunque ella solo estaba ahi para vigilar y no para entablar conversacion conmigo, por lo menos seguia ofreciendome comida, bebida, un sitio para dormir, y mujeres... a medida que iba conociendo a las mujeres de este pais me daba cuenta de lo diferente que eran las personas y culturas de cada sitio... Para empezar en la mujer la cual tenia todo el control sobre el pais.

Entonces entro otra mujer algo mas vergonzosa y con mas prudencia, fue entonces cuando pude aprovechar para oir el nombre de la mujer que custodiaba que no hiciera ninguna locura. Tras mucho esfuerzo se pudo entender que la chica en cuestion venia traer algo a Arianne, mi guardiana...

Fue entonces cuando viendo que nada tenia que hacer con ella me levante de la cama para irme al otro borde, pero ni moverme me dejaba sin antes recibir una amenaza, debo decir que hacia muy bien su trabajo, pero si conseguia intimidarme deberia hacer mucho mas que cortarme unos simples cabellos...

Deberias calmarte, ya te dije que no pienso hacer nada... si tienes que hacer tu trabajo adelante.

La puerta se volvio a abrir y ahora entro otra mujer egipcia, cada vez me daba mas cuenta que los hombres alli no hacian nada importante... lo que me extrañaba mas aun que ellas me dieran tantos privilegios cuando directamente podian matarme

El mensaje que vino a traer fue que la emperatriz me esperaba en un barco que nos llevaria por el Nilo, tal y como dijo antes de irse... Mi oportunidad volvia a aparecer, podria de nuevo intentar hablar con Selene, espero que estaba vez me escuchara antentamente..

No me negare, esperaba este momento, aqui no podia hacer nada mas, te agradezco tu compañia.. Arianne..

Y como si yo no supiera valerme por mi mismo, me comenzaron a desvestir, aunque fueran con metodos poco ortodoxos... y me colocaron vestimenta y joyas de alta calidad, no parecia un general romano , sino mas bien alguien de la realeza de Egipto, donde acabaria todo esto... Pero el futuro era inevitable, si queria salvar a mis soldados, a mi mismo, y la realeza de Egipto, debia de actuar antes de que llegaran otra legion de Roma. La esperanza no estaba perdida, por ahora me dirigia hacia el barco que me llevaria hasta Selene

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