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La Sobajera
por Bárbara Dom Ago 08, 2010 10:24 pm
En una esquina que une dos calles, en medio de sucias y abandonas casas de Roma, al otro lado del rio Tiber en los distritos más pobres y decadentes del Imperio, hay un lugar famoso entre los hombres y odiado entre muchas mujeres, se encuentra el local más visitado, más próspero del Tiber, la teberna: La Sobajera
En nuestro negocio se puede beber, comer, pasar la noche, bañar y también hacer uso de los servicios de hermosas y dedicadas mujeres que le hacen olvidar días de lucha, días de penas, días de duelo, días de olvido, cada dicha y cada pena es solucionada entre besos, abrazos, comida, alcohol y sexo!!!
Bárbara y Aglaya, las dueñas y anfitrionas de La Sobajera les damos la bienvenida, por favor pasen, sientense y soliciten el servicio que requieran.
Tenemos un delicioso menú, con sabrosas bebidas, habitaciones cómodas, cálidos baños y preciosas mujeres, todo a los mejores precios del mercado, garantizando su satisfacción como clientes.
Pregunten por lo que no vean, aquí se les buscará!!!! (No nos hacemos resposable de NADAAAAAAAAAA xDDDDD)
La Sobajera el lugar de encuentro, el lugar de despechos, el negocio del hoy. el negocio del mañana
Alisten sus bolsas de monedas e inviertanlas con nosotras, Vengan!!! Vengan!!!! se sentirán como en casa, pero en la casa donde no los joden, ni critican y siempre se les escucha y lo mejor siempre les hacen reir.
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Re: La Sobajera
por Alessa0 Mar Ago 10, 2010 6:10 pm
Ya la noche sobresalía entre el crepuscular cielo cuando esta mujer desalmada se disponía a regresar a casa, se avía puesto de necia a inspeccionar las lujosas calles de Roma con el fiel propósito de encontrar trabajo pero la holgazanería le impidió tal designio.
Caminando y saliendo de las calles que conformaban el mercado Alessa estaba, mientras en su mente divagaba lo hermoso que podían estar aquellas estrellas en esa ocasión, lentamente las casa perdían jocosidad y brillo, era obvio que en los bajos barrios ya estaba llegando aquella vagabunda, el olor y el ambiente era distinto, sin mencionar el incomodo presentimiento del seguimiento de terceros, eta aumenta su paso, ya que no deseaba una mala situación, aun no, la luz por fin nacía de nuevo, los bares abierto estaba, junto con otros lugares donde l placer se derrochaba, Aquella se calma por breves segundos ya que en casa estaba.
Frente a la mas envidiable caverna estaba con el nombre de *La Sabajera” envidiada por todos los comerciantes que se dedicaban al negocio de alcohol, distracción y placer, puesto era la más famosa que existía entre las callejuelas del Tiber, extrañándole a Alessa ya que por aquella ocasión, cerrado permeancia el establecimiento de su hermana Bárbara y su amiga Aglaya, ciñendo levemente las cejas por tal sorprendimiento, aquella se dispone a adentrarse a dicho lugar.
-Hola hermana menor, mujer, ¿donde andan?…hey… hola… Diablos se largaron ni para avisar, maldita sea mi suerte, mientras no ande de prostitutas todo va bien para mi, Ho… dios que asco, algo se echo a perded o es mi fétida imaginación…Que asco… hact.
Aguantando las gana de vomitar por tan desagradable olor, se acerca lentamente a la cocina viendo que un pedazo de res se había descompuesto por el calor tan siniestro que propicio aquel día el astro rey, tomándole y tirándole en medio de la calle para que los perros vagabundos tuvieran la delicadeza de devorarlo, después de eso suspira un poco y de ahí se dispone a limpiar como signo de deuda amena.
-Bueno en lo que llegan estas mujeres yo aseare los malditos cuartos de la maldita taberna, no me extrañaría encontrar fluidos en las asquerosas sabanas, que cada noche se dan para que las mujeres sirvan como putas y den placer a cualquier insecto o animal. Asqueroso si lo veo en mi forma de pensar, pero pues un trabajo es un trabajo, que tan interesante será tener relaciones sexuales con quien sea.
Callando un poco, tomando con la diestra la escoba para empezar su labor de sirvienta mal pagada, la mujer suspira, se queda pensativa efímeros minutos para después decir:
-Que idioteces pienso…
Riéndose era así como está mal aventurada damisela comenzaba sus quehaceres hogareños, a la espera de que llegará su familia fabricada, mientras tarareaba levemente canciones de caverna vulgares, típico de la servidumbre de aquella época de bonanza.
Caminando y saliendo de las calles que conformaban el mercado Alessa estaba, mientras en su mente divagaba lo hermoso que podían estar aquellas estrellas en esa ocasión, lentamente las casa perdían jocosidad y brillo, era obvio que en los bajos barrios ya estaba llegando aquella vagabunda, el olor y el ambiente era distinto, sin mencionar el incomodo presentimiento del seguimiento de terceros, eta aumenta su paso, ya que no deseaba una mala situación, aun no, la luz por fin nacía de nuevo, los bares abierto estaba, junto con otros lugares donde l placer se derrochaba, Aquella se calma por breves segundos ya que en casa estaba.
Frente a la mas envidiable caverna estaba con el nombre de *La Sabajera” envidiada por todos los comerciantes que se dedicaban al negocio de alcohol, distracción y placer, puesto era la más famosa que existía entre las callejuelas del Tiber, extrañándole a Alessa ya que por aquella ocasión, cerrado permeancia el establecimiento de su hermana Bárbara y su amiga Aglaya, ciñendo levemente las cejas por tal sorprendimiento, aquella se dispone a adentrarse a dicho lugar.
-Hola hermana menor, mujer, ¿donde andan?…hey… hola… Diablos se largaron ni para avisar, maldita sea mi suerte, mientras no ande de prostitutas todo va bien para mi, Ho… dios que asco, algo se echo a perded o es mi fétida imaginación…Que asco… hact.
Aguantando las gana de vomitar por tan desagradable olor, se acerca lentamente a la cocina viendo que un pedazo de res se había descompuesto por el calor tan siniestro que propicio aquel día el astro rey, tomándole y tirándole en medio de la calle para que los perros vagabundos tuvieran la delicadeza de devorarlo, después de eso suspira un poco y de ahí se dispone a limpiar como signo de deuda amena.
-Bueno en lo que llegan estas mujeres yo aseare los malditos cuartos de la maldita taberna, no me extrañaría encontrar fluidos en las asquerosas sabanas, que cada noche se dan para que las mujeres sirvan como putas y den placer a cualquier insecto o animal. Asqueroso si lo veo en mi forma de pensar, pero pues un trabajo es un trabajo, que tan interesante será tener relaciones sexuales con quien sea.
Callando un poco, tomando con la diestra la escoba para empezar su labor de sirvienta mal pagada, la mujer suspira, se queda pensativa efímeros minutos para después decir:
-Que idioteces pienso…
Riéndose era así como está mal aventurada damisela comenzaba sus quehaceres hogareños, a la espera de que llegará su familia fabricada, mientras tarareaba levemente canciones de caverna vulgares, típico de la servidumbre de aquella época de bonanza.
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Re: La Sobajera
por Bárbara Jue Ago 12, 2010 7:06 pm
El camino se hizo corto y bastante tranquilo, no era aconsejable caminar por ahí a espensas de que cualquier desadaptado te robase en el mejor de los casos, te matase en el peor pero haciendote suya en el proceso.
Las calles se encontraban desoladas, uno que otro transeunte por ahí, se tornaba molesto que ningún asqueroso soldado se arrimará al local ni siquiera para tomar una copa de vino o alguna que otra cerveza, contara sus historias de guerra y cayera borracho hasta el amanecer.
Sin notarlo mis piernas me habían llevado por inercia al negocio y estaba frente a él, las luces aún estaban apagadas y el enojo vino instantáneamente
Abrí con brusuedad la puerta, miré a mi alrededor y completamente a oscuras y solo, iracunda grité:
- Alessaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!! no me digas que sigues durmiendo, acaso no sab....es
Caminé un par de pasos buscando las antorchas para encender las lámparas y tropecé son algo, alcancé a balancearme para no explayarme contra el suelo, levantándome encendí una a una las lámparas de la taberna, Alessa se encontraba dormida sobre una de las mesas, abrazando la escoba pero pude notar que todo el recinto estaba completamente limpio,mis gritos no fueron suficientes para despertarla, una butaca era el obstáculo que casi hace que mi cuerpo se encontrara con el suelo, dejé la antorcha encendiendo las lámparas exteriores, reubiqué la butaca y me acerqué a mi hermana mayor, estuve tentada a acariciarle sus cabellos blanco, sonreí y un gran manotazo dí sobre la mesa, haciendo que se levantara del susto:
- Buena noche Alessa, veo que quedó exhausta luego de limpiar y acondicionar el local El sarcasmo se mostraba en mis palabras, aún seguía enojada pero no tanto como en un inicio. Incliné mi cuerpo acercando mi rostro al suyo, sonriendole con malicia pregunté:
- Sabes algo de Aglaya o de Ameri?
Mirándola a los ojos, esperando sus respuesta mientras tiraba más mi cuerpo hacia adelante casi tocando su frente
Las calles se encontraban desoladas, uno que otro transeunte por ahí, se tornaba molesto que ningún asqueroso soldado se arrimará al local ni siquiera para tomar una copa de vino o alguna que otra cerveza, contara sus historias de guerra y cayera borracho hasta el amanecer.
Sin notarlo mis piernas me habían llevado por inercia al negocio y estaba frente a él, las luces aún estaban apagadas y el enojo vino instantáneamente
Abrí con brusuedad la puerta, miré a mi alrededor y completamente a oscuras y solo, iracunda grité:
- Alessaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!! no me digas que sigues durmiendo, acaso no sab....es
Caminé un par de pasos buscando las antorchas para encender las lámparas y tropecé son algo, alcancé a balancearme para no explayarme contra el suelo, levantándome encendí una a una las lámparas de la taberna, Alessa se encontraba dormida sobre una de las mesas, abrazando la escoba pero pude notar que todo el recinto estaba completamente limpio,mis gritos no fueron suficientes para despertarla, una butaca era el obstáculo que casi hace que mi cuerpo se encontrara con el suelo, dejé la antorcha encendiendo las lámparas exteriores, reubiqué la butaca y me acerqué a mi hermana mayor, estuve tentada a acariciarle sus cabellos blanco, sonreí y un gran manotazo dí sobre la mesa, haciendo que se levantara del susto:
- Buena noche Alessa, veo que quedó exhausta luego de limpiar y acondicionar el local El sarcasmo se mostraba en mis palabras, aún seguía enojada pero no tanto como en un inicio. Incliné mi cuerpo acercando mi rostro al suyo, sonriendole con malicia pregunté:
- Sabes algo de Aglaya o de Ameri?
Mirándola a los ojos, esperando sus respuesta mientras tiraba más mi cuerpo hacia adelante casi tocando su frente
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Re: La Sobajera
por Alessa0 Jue Ago 12, 2010 9:01 pm
Mas y mas se hacia aquella acción de limpieza muy cansada para Alessa, pero el deber estaba primero, mas por que todo el día avía tenido el descaro de desaparecer para olvidarse de su quehaceres, culminado a pesadas horas de la noche dejándose envolver por una pesadumbre de orbes, cayendo en un pedazo de madera cuya forma circular era, acurrucándose entre la brisa nocturna y dejándose llevar entre las callejuelas de un sueño de sensualidad.
Y la puerta se abrió con brusquedad, trayendo con eso, el sucumbir de los suelos, un grito apenas notorio se derrocha por toda la sala, que para la exhausta mujer, que yacía durmiendo sobre una mesa del bar y con ella abrazando la escoba que le acompaño, en la osada tarea de limpiar, apenas fue raquítica las ondas de sonidos en sus oídos.
Aun así sentía entre sueños como los paso se acercaba, hacia donde estaba Alessa, y aunque se avíese tropezado, aquel ente que divagaba entre la oscuridad, pudo llegar hasta donde estaba la mujer perezosa, golpeando la mesa, apenas despertando la mujer de largos cabellos, bostezando y tomando apuradamente la visión de derredor, noto que su hermana menor era la autora de su mal despertar, reclamándole y preguntando, a la vez que se acercaba mas y mas a ella, tan solo sonríe, le despeina con al diestra sus cortos cabellos amoratados y dice aun soñolienta:
-Ya, ya Bárbara pero que bárbaro me despiertas tan bruscamente, mujer inconsciente, ya limpie, solo que me quede dormida, divague mucho este día, lo siento, por lo menos decente la caverna ya esta, si desea abrirla adelante, las putas que tenemos como empleadas no me extrañarían que estén urgidas esta noche… jajajajaja
Callando un poco, disipando el gesto de ironía y sonrisa macabra que avía dibujado Alessa sobre su faz, levantándose y entrecruzándose de piernas, dejando desnudo unos de su muslos, relamiendo sus labios, recargando el peso de su torso en su brazos, la mujer deja soltar un bostezó insonoro y dice con tranquilidad:
-A tu pregunta que me hiciste, escasamente unos cuantos minutos atrás, la respuesta que te doy, mi querida Bárbara es tan simple: no se donde anden aquellas vagas mujeres, ahora bien ¿Tu donde anduviste todo este tiempo niña?, sabes muy bien que la noche peligrosa es, no quiero que te pase lo mismo que a mi me ocurrió hace algunos años, el que te roben dinero es ligero, pero que te ultrajar el cuerpo, es la mas asquerosa experiencia que se pueda vivir, y tu querida hermana te he de jurar que hare todo lo posible para protegerte de que nunca vivas aquel malestar.
Callando, aguantándose las ganas de recordar aquel sufrimiento de antaño que tan solo le generaba llanto, le da la espalda con descaro, y aunque demostraba un vulgar desinterés hacia ella, era su hermana y le dolería demasiado si aquella mujercita le pasase algo terrible, causándole la muerte en vida en Alessa. Parándose y llegando a la barra se sirve un poco de vino mientras esperaba la respuesta de su hermana menor.
Y la puerta se abrió con brusquedad, trayendo con eso, el sucumbir de los suelos, un grito apenas notorio se derrocha por toda la sala, que para la exhausta mujer, que yacía durmiendo sobre una mesa del bar y con ella abrazando la escoba que le acompaño, en la osada tarea de limpiar, apenas fue raquítica las ondas de sonidos en sus oídos.
Aun así sentía entre sueños como los paso se acercaba, hacia donde estaba Alessa, y aunque se avíese tropezado, aquel ente que divagaba entre la oscuridad, pudo llegar hasta donde estaba la mujer perezosa, golpeando la mesa, apenas despertando la mujer de largos cabellos, bostezando y tomando apuradamente la visión de derredor, noto que su hermana menor era la autora de su mal despertar, reclamándole y preguntando, a la vez que se acercaba mas y mas a ella, tan solo sonríe, le despeina con al diestra sus cortos cabellos amoratados y dice aun soñolienta:
-Ya, ya Bárbara pero que bárbaro me despiertas tan bruscamente, mujer inconsciente, ya limpie, solo que me quede dormida, divague mucho este día, lo siento, por lo menos decente la caverna ya esta, si desea abrirla adelante, las putas que tenemos como empleadas no me extrañarían que estén urgidas esta noche… jajajajaja
Callando un poco, disipando el gesto de ironía y sonrisa macabra que avía dibujado Alessa sobre su faz, levantándose y entrecruzándose de piernas, dejando desnudo unos de su muslos, relamiendo sus labios, recargando el peso de su torso en su brazos, la mujer deja soltar un bostezó insonoro y dice con tranquilidad:
-A tu pregunta que me hiciste, escasamente unos cuantos minutos atrás, la respuesta que te doy, mi querida Bárbara es tan simple: no se donde anden aquellas vagas mujeres, ahora bien ¿Tu donde anduviste todo este tiempo niña?, sabes muy bien que la noche peligrosa es, no quiero que te pase lo mismo que a mi me ocurrió hace algunos años, el que te roben dinero es ligero, pero que te ultrajar el cuerpo, es la mas asquerosa experiencia que se pueda vivir, y tu querida hermana te he de jurar que hare todo lo posible para protegerte de que nunca vivas aquel malestar.
Callando, aguantándose las ganas de recordar aquel sufrimiento de antaño que tan solo le generaba llanto, le da la espalda con descaro, y aunque demostraba un vulgar desinterés hacia ella, era su hermana y le dolería demasiado si aquella mujercita le pasase algo terrible, causándole la muerte en vida en Alessa. Parándose y llegando a la barra se sirve un poco de vino mientras esperaba la respuesta de su hermana menor.
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Re: La Sobajera
por Mauritius Vie Ago 13, 2010 12:51 am
Era ya de tarde cuando había salido de su Villa Mauritius. El Sol no había tardado en caer, cuando un carruaje llegó a la esquina de mala muerte y se detuvo. Si bien el hombre que estaba dentro tenía que bajar pronto para evitar problemas, tanto de inseguridad para el cochero que iba expuesto como para él que estaba dentro, no lo hizo.
Se quedó observando aquella puerta, arreglando su cabello y colocó una capucha enorme de color azabache, que cubría toda su faz. No tenía que ser reconocido por la plebe, puesto que podría llamar mucho la atención. Cuando bajó del carruaje, le ordenó al cochero que se fuera de ahí, él volvería solo a la hacienda, no necesitaba de nadie. Observó hacia sus dos lados, desconfiadamente antes de ingresar en la Sobajera.
El conocía muy bien ese negocio, se había pasado más de un cuarto de su vida ahí dentro. Tanto como Soldado, como senador. Pero exponerse a que alguien le viera era bastante peligroso, ya lo del carruaje había sido un gran error. El galope de los caballos fuera se sintió debido a que su carruaje se marchaba a gran velocidad dejándolo. No había vuelta atrás, si quería la información que precisaba, debía consultarla con la indicada, pensó por momentos mientras se sentaba en una mesa.
Era un antro de mala muerte, montones de soldados o quien sabe que, toqueteando mujeres para satisfacer sus más bajos deseos, basura. Pensó el hombre. Mientras apoyaba sus manos unidas en la mesa. Sus dedos entrelazados, observando todo lo que le rodeaba, no quería absolutamente ningún disturbio. Su faz apenas era visible, pudiéndose ver unos labios delineados y suaves sin expresión alguna.
Más en ese momento, cuando un soldado cabeza hueca expresó una grosería, sonrió. No porque le haya causado mucha gracia lo que haya dicho, sino porque le parecía muy cabeza hueca y completamente manipulable. Esperaba pacientemente que alguien le atendiera en la mesa, quería una situación tranquila y sabía que su ‘amiga’ Bárbara, que tanto conocía en los años que había pasado por estos lugares derrochando su oro, le hiciera un favor. No sexual, sino un trabajo que sería bien recompensado.
Se quedó observando aquella puerta, arreglando su cabello y colocó una capucha enorme de color azabache, que cubría toda su faz. No tenía que ser reconocido por la plebe, puesto que podría llamar mucho la atención. Cuando bajó del carruaje, le ordenó al cochero que se fuera de ahí, él volvería solo a la hacienda, no necesitaba de nadie. Observó hacia sus dos lados, desconfiadamente antes de ingresar en la Sobajera.
El conocía muy bien ese negocio, se había pasado más de un cuarto de su vida ahí dentro. Tanto como Soldado, como senador. Pero exponerse a que alguien le viera era bastante peligroso, ya lo del carruaje había sido un gran error. El galope de los caballos fuera se sintió debido a que su carruaje se marchaba a gran velocidad dejándolo. No había vuelta atrás, si quería la información que precisaba, debía consultarla con la indicada, pensó por momentos mientras se sentaba en una mesa.
Era un antro de mala muerte, montones de soldados o quien sabe que, toqueteando mujeres para satisfacer sus más bajos deseos, basura. Pensó el hombre. Mientras apoyaba sus manos unidas en la mesa. Sus dedos entrelazados, observando todo lo que le rodeaba, no quería absolutamente ningún disturbio. Su faz apenas era visible, pudiéndose ver unos labios delineados y suaves sin expresión alguna.
Más en ese momento, cuando un soldado cabeza hueca expresó una grosería, sonrió. No porque le haya causado mucha gracia lo que haya dicho, sino porque le parecía muy cabeza hueca y completamente manipulable. Esperaba pacientemente que alguien le atendiera en la mesa, quería una situación tranquila y sabía que su ‘amiga’ Bárbara, que tanto conocía en los años que había pasado por estos lugares derrochando su oro, le hiciera un favor. No sexual, sino un trabajo que sería bien recompensado.
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Re: La Sobajera
por Bárbara Vie Ago 13, 2010 1:23 am
La luces se encontraban encendidas, de esperar que por mi hemana mayor comieramos, durmieramos y vistieramos lo haríamos nuevamente en la calle como tantos años lo hicimos y pasamos allí.
No dije nada, sus palabras no eran de mucha ayuda, me alejé de allí terminando de "organizar" unas cuantas sillas y mesas que estaban fuera de lugar. La noche fue entrando y con ella los clientes, por un momento en la tarde que duré en la orilla del río, había perdido las esperanzas de que los soldados y nuestros clientes frecuentes visitaran tradicionalmente nuestro local, gracias a los Dioses que nos bendecían con buena fortuna y el negocio comenzaba a llenarse.
Mis chicas, completamente bien vestidas, llamativas y muy lujuriosas se vieron rodeadas, más bien solicitadas por los jovenes y no tan jovenes soldados de Roma, que entre comidas y bebidas pedían uno que otro beso por sus acciones logradas en guerra. El ambiente festivo se acentuaba en el local, ya había olvidado el episodio de la tarde-noche, los servicios estaban a la orden del día y lo más importante, oro el maldito oro era lo que sonaba.
Estuve al pendiente de las mesas, mientras Ameri aparecía, me tenía un tanto preocupada que la chiquilla no diera señales de vida, pero bueno, ella había mostrado que sabía cuidarse sola además en ese distrito de mala muerte las noticias nefastas viajaban a gran velocidad y a mis oídos aún no había llegado nada.
Subí al segundo nivel para ver la actividad de los cuartos y ver que habitaciones estaban disponibles, mitad de la ocupación estaba en funcionamiento, la otra esperando a estarlo, me introduje en uno de los cuartos la ventana estaba abierta me acerqué a cerrarla, de pronto ví que un carruaje se estacionaba frente al negocio, un hombre descendía de él ocultando con una gran capa oscura su identidad, el cochero salió de ahí como alma que lleva el diablo y el hombre misterioso ingreso a la taberna, sonreí esa clase de espectaculos solo los ofrecían los señores "pudientes" de Roma y al juzgar por el lujo de coche se trataba de un Senador o algun rico de mierda.
Bajé las escaleras encontrándome de nuevo en el primer nivel, aquel hombre se sentó en un mesa, debía decir que si no quería llamar la atención si que era un completo idiota dado que todos lo que estaban ahí dentro no le quitaban los ojos de encima, me acerqué a la barra tomando una jarra de vino el mejor de la casa, podía ser que fuesemos vulgares, pobres y no valieramos nada, pero en cuestión de comida y bebida Aglaya y yo eramos las mejores; agarré dos copas y acercándome a la mesa y tomando asiento expresé:
- Déjame ver ........ hmmmmm ...... reconozco esos labios.... agachando mi cabeza mientras dejaba sobre la mesa el vino y las copas, sonreí con gran malicia mientras decía: - Para ser un intelectual de Roma debo decir que le faltó cerebro para llegar aquí .... Senador Mauritius .... Hice una pausa mientras tomaba la jarra de vino y servía ambas copas, dejando nuevamente la jarra en la mesa y levantaba mi copa, un sorbo profundo para limpiar mis labios con mi lengua lamiéndolos: - Qué haces aquí?
Volviendo a beber un poco de vino, esperando una respuesta de su parte
No dije nada, sus palabras no eran de mucha ayuda, me alejé de allí terminando de "organizar" unas cuantas sillas y mesas que estaban fuera de lugar. La noche fue entrando y con ella los clientes, por un momento en la tarde que duré en la orilla del río, había perdido las esperanzas de que los soldados y nuestros clientes frecuentes visitaran tradicionalmente nuestro local, gracias a los Dioses que nos bendecían con buena fortuna y el negocio comenzaba a llenarse.
Mis chicas, completamente bien vestidas, llamativas y muy lujuriosas se vieron rodeadas, más bien solicitadas por los jovenes y no tan jovenes soldados de Roma, que entre comidas y bebidas pedían uno que otro beso por sus acciones logradas en guerra. El ambiente festivo se acentuaba en el local, ya había olvidado el episodio de la tarde-noche, los servicios estaban a la orden del día y lo más importante, oro el maldito oro era lo que sonaba.
Estuve al pendiente de las mesas, mientras Ameri aparecía, me tenía un tanto preocupada que la chiquilla no diera señales de vida, pero bueno, ella había mostrado que sabía cuidarse sola además en ese distrito de mala muerte las noticias nefastas viajaban a gran velocidad y a mis oídos aún no había llegado nada.
Subí al segundo nivel para ver la actividad de los cuartos y ver que habitaciones estaban disponibles, mitad de la ocupación estaba en funcionamiento, la otra esperando a estarlo, me introduje en uno de los cuartos la ventana estaba abierta me acerqué a cerrarla, de pronto ví que un carruaje se estacionaba frente al negocio, un hombre descendía de él ocultando con una gran capa oscura su identidad, el cochero salió de ahí como alma que lleva el diablo y el hombre misterioso ingreso a la taberna, sonreí esa clase de espectaculos solo los ofrecían los señores "pudientes" de Roma y al juzgar por el lujo de coche se trataba de un Senador o algun rico de mierda.
Bajé las escaleras encontrándome de nuevo en el primer nivel, aquel hombre se sentó en un mesa, debía decir que si no quería llamar la atención si que era un completo idiota dado que todos lo que estaban ahí dentro no le quitaban los ojos de encima, me acerqué a la barra tomando una jarra de vino el mejor de la casa, podía ser que fuesemos vulgares, pobres y no valieramos nada, pero en cuestión de comida y bebida Aglaya y yo eramos las mejores; agarré dos copas y acercándome a la mesa y tomando asiento expresé:
- Déjame ver ........ hmmmmm ...... reconozco esos labios.... agachando mi cabeza mientras dejaba sobre la mesa el vino y las copas, sonreí con gran malicia mientras decía: - Para ser un intelectual de Roma debo decir que le faltó cerebro para llegar aquí .... Senador Mauritius .... Hice una pausa mientras tomaba la jarra de vino y servía ambas copas, dejando nuevamente la jarra en la mesa y levantaba mi copa, un sorbo profundo para limpiar mis labios con mi lengua lamiéndolos: - Qué haces aquí?
Volviendo a beber un poco de vino, esperando una respuesta de su parte
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Re: La Sobajera
por Alessa0 Vie Ago 13, 2010 8:40 pm
La noche llegaba más y más al toque de las puertas de aquel distrito de mala muerte y con ello y la brisa fétida atrayendo a los soldados a que se adentraban al negocio, la respuesta que Alessa esperaba que su hermana vociferaba, nunca fue contestada, la mujer se sintió algo mal por lo duchó y tan solo culmino su vino con rapidez, las mujeres que servían para el desaojo de la virilidad de los soldados como del sexo mismo.
-Bueno pues a trabajar
Dijo con una felicidad artificial, comenzó a servir vino y demás bebidas que loa soldados pedían, siendo ella la camarera personal de varias mesas, puesto que Ameri y Aglaya, no avían aparecido en todo el día en aquel establecimiento, Alessa se preocupaba mas por Ameri siendo que apenas era una niña ante sus ojos y la noche en aquellas calles era peligrosa, por ratos quería dejar el negocio y salir para buscarle, pero el personal estaba escaso y por lo visto Bárbara se vía distraído con un cliente en especial.
Los soldados aumentaba, como los actos sin pudor en aquel lugar, Alessa aun no se sentía cómoda viviendo todo los días aquella denigración, dejando a una de las dama de compañía ordenado que estuviese pendiente de la barra, Alessa sale por unos momentos afuera del establecimiento.
-Regreso en un momento mí querida hermana, cuidaos por favor…
Grito aquellas palabras para su hermana menor, sentándose ya afuera del bar, se cruza de piernas y admira el cielo, dejándose envolver e su magia mística de oscuridad, mientras esperaba a la joven Armeri.
-Bueno pues a trabajar
Dijo con una felicidad artificial, comenzó a servir vino y demás bebidas que loa soldados pedían, siendo ella la camarera personal de varias mesas, puesto que Ameri y Aglaya, no avían aparecido en todo el día en aquel establecimiento, Alessa se preocupaba mas por Ameri siendo que apenas era una niña ante sus ojos y la noche en aquellas calles era peligrosa, por ratos quería dejar el negocio y salir para buscarle, pero el personal estaba escaso y por lo visto Bárbara se vía distraído con un cliente en especial.
Los soldados aumentaba, como los actos sin pudor en aquel lugar, Alessa aun no se sentía cómoda viviendo todo los días aquella denigración, dejando a una de las dama de compañía ordenado que estuviese pendiente de la barra, Alessa sale por unos momentos afuera del establecimiento.
-Regreso en un momento mí querida hermana, cuidaos por favor…
Grito aquellas palabras para su hermana menor, sentándose ya afuera del bar, se cruza de piernas y admira el cielo, dejándose envolver e su magia mística de oscuridad, mientras esperaba a la joven Armeri.
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Re: La Sobajera
por Mauritius Sáb Ago 14, 2010 11:16 am
No tardaba en llegar la respuesta que Mauritius esperaba. Puesto que la mujer que atendía ahí, Bárbara, se hacía presente en su mesa con un vino en mano. Las copas eran servidas, al paso que hablaba les vertía dentro el líquido. Una sonrisa surcó el rostro del hombre al ser reconocido, pero también era por las pálabras que ella músitaba. - El intelecto no tiene nada que ver con la diversión, me divierte ser un enigma, el simple hecho de que todo mundo me esté acechando con la mirada y no saber quien soy, me hace sentir que soy más fuerte que ellos.
Dijo al tiempo que con cuatro dedos tomaba la copa de vino y bebía un sorbo. Las pálabras de Bárbara eran las indicadas. Las que necesitaba escuchar en ese momento el senador, que al dejar la copa en la mesa observó de reojos a alguien que se le acercaba, por la sombra que producía su capucha no se podían ver sus ojos, más sí se podían sentir, eran como los de un felino en plena oscuridad.
Mas cuando el tercero se acercó, era nada mas y nada menos que la hermana de Bárbara o al menos eso dio a entender con sus pálabras. Suspiró un momento, mientras acomodaba bien su silla, puesto que lo que iba a decir era bastante pesado. Acercó su rostro al de Bárbara, sus labios iluminados tenuemente por la luz de aquel antro, se delinearon un momento debido a que iba a musitar algo.
- He sabido que mi queridisímo hermano Aspros, está devuelta. Creo que es un idiota, pero no cualquier idiota... es un idiota con clase, alguien que sobrepasa el idiotismo, y es tan idiota que ya se vuelve un idiota peligroso. Por lo que pienso que su peligro a veces lo lleva a pensar y a pesar de que estuvo en mi villa hace un tiempo... deduzco que no se hospeda dentro de ella.
Así que he de suponer que tuvo un poco de mente y se alejó de la sociedad que lo conocía, pero no mucho... quedandose lo bastante cerca para vigilarme. Luego de pensarlo un gran momento, llegué a la conclusión que este lugar sería el indicado... por lo que no sé si está acá. Pero quiero que si lo ves... me avises de inmediato. Prometo que tu recompensa será bastante alta...
Calló el hombre por momentos, para beber un sorbo de su vino y calmar su sed, no solo su sed, sino también para refrescar un poco su garganta. Sus labios nitidamente dilatados reflejaban la luz de aquel lugar, mientras que inexpresivos se tornaban. Relamió sus labios, degustando el vino que quedaba en ellos, mientras que se disponía a hablar nuevamente.
- Necesito una respuesta concreta, todo lo que sepas acerca de él me sirve, si es que sabes algo. En caso de no saber quiero la respuesta a si aceptas el trato o no... ¿Qué me dices?
Musitó por último esperando la respuesta de la Dama de aquel lugar. Su suspiro se hizo sentir, ya había dicho todo o casi todo. No podía dejar pasar la oportunidad de encontrarse nuevamente con Aspros, de seguro se llevaría una gran sorpresa. Sonrió un momento, mientras esperaba la respuesta, después de todo, se imaginaba a Aspros lo feliz que se pondría al saber que su hermano ya sabía que estaba devuelta.
Dijo al tiempo que con cuatro dedos tomaba la copa de vino y bebía un sorbo. Las pálabras de Bárbara eran las indicadas. Las que necesitaba escuchar en ese momento el senador, que al dejar la copa en la mesa observó de reojos a alguien que se le acercaba, por la sombra que producía su capucha no se podían ver sus ojos, más sí se podían sentir, eran como los de un felino en plena oscuridad.
Mas cuando el tercero se acercó, era nada mas y nada menos que la hermana de Bárbara o al menos eso dio a entender con sus pálabras. Suspiró un momento, mientras acomodaba bien su silla, puesto que lo que iba a decir era bastante pesado. Acercó su rostro al de Bárbara, sus labios iluminados tenuemente por la luz de aquel antro, se delinearon un momento debido a que iba a musitar algo.
- He sabido que mi queridisímo hermano Aspros, está devuelta. Creo que es un idiota, pero no cualquier idiota... es un idiota con clase, alguien que sobrepasa el idiotismo, y es tan idiota que ya se vuelve un idiota peligroso. Por lo que pienso que su peligro a veces lo lleva a pensar y a pesar de que estuvo en mi villa hace un tiempo... deduzco que no se hospeda dentro de ella.
Así que he de suponer que tuvo un poco de mente y se alejó de la sociedad que lo conocía, pero no mucho... quedandose lo bastante cerca para vigilarme. Luego de pensarlo un gran momento, llegué a la conclusión que este lugar sería el indicado... por lo que no sé si está acá. Pero quiero que si lo ves... me avises de inmediato. Prometo que tu recompensa será bastante alta...
Calló el hombre por momentos, para beber un sorbo de su vino y calmar su sed, no solo su sed, sino también para refrescar un poco su garganta. Sus labios nitidamente dilatados reflejaban la luz de aquel lugar, mientras que inexpresivos se tornaban. Relamió sus labios, degustando el vino que quedaba en ellos, mientras que se disponía a hablar nuevamente.
- Necesito una respuesta concreta, todo lo que sepas acerca de él me sirve, si es que sabes algo. En caso de no saber quiero la respuesta a si aceptas el trato o no... ¿Qué me dices?
Musitó por último esperando la respuesta de la Dama de aquel lugar. Su suspiro se hizo sentir, ya había dicho todo o casi todo. No podía dejar pasar la oportunidad de encontrarse nuevamente con Aspros, de seguro se llevaría una gran sorpresa. Sonrió un momento, mientras esperaba la respuesta, después de todo, se imaginaba a Aspros lo feliz que se pondría al saber que su hermano ya sabía que estaba devuelta.
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Re: La Sobajera
por Bárbara Sáb Ago 14, 2010 12:51 pm
Me había olvidado por completo de mi hermana mayor, estaba atendiendo a nuestro cliente "misterioso", la situación mentalmente me causaba gracia, qué sucedería sí alguno de estos tarados en medio de su algarabía y borrachera, accidentalmente chocará con nuestro distinguido cliente y conociendo el humor de Mauritius tardaría más recomponerse que ser reconocido por todos los soldados y demás hombres y mujeres ahí presentes.
Seguía adoptando ese aire de misterio, ya resultaba un tanto ridículo, practicamente los pobres soldados sabían muy bien que sus patrones, ricos y dirigentes romanos visitaban con regularidad el local; bebí mientras me daba una respuesta de su actitud enigmática, a lo que repondí: - Eres un payaso .... nada más y nada menos Mauritius
Volví a tomar mi copa y ambos tomabamos del licor, mis ojos no se desprendían de la sombra que producía la capucha en sus ojos, era una manera de mirarlo "fijamente", ya había hecho la pregunta indicada y estaba esperando una respuesta, pasaron uno que otro cliente, parecía que esto molestaba al Senador, vacié mi copa tomando todo el contenido del vino, golpeé un poco fuerte la mesa diciendo: - Habla!!!
En ese momento Mauritius exponía todo lo que necesitaba y quería, se trataba de su hermano Aspros, levanté mi ceja e hice una mueca con mis labios, luego incliné mi cuerpo hacia adelante poniendo los codos sobre la mesa y sobre mis manos que se encontraban entrelazadas mi mentón, escuché atentamente, palabra tras palabra, mi rostro cambiaba de expresión, una sonrisita picarona y divertida se asomaba para quedarse plasmada en mis labios, Mauritius continuaba parecía estar de cierta manera animado al respecto, tenía muy claro lo que quería y que quería de mí. Finalmente terminó de hablar recalcando que deseaba una respuesta de mi parte, me eché hacía atrás, llevando mis brazos a mi cabeza, me ladeé sacando mis piernas hacia un lado y cruzandolas, suspiré varias veces, todo aquello sonaba como si tuviera que estar informando los actos de un hombre casado a su esposa celosa, con voz perezosa y desinteresada, dije: - No!!!, no sé nada de Aspros.... Tomé aire completamente decepcionada volviendo a retomar: - A eso sólo viniste, a ver si te servía de niñera, eres una mierda Mauritius. En ese momento descrucé mis brazos, dejando el derecho sobre la mesa y el izquierdo llevándolo a sus piernas, masajeándolas de arriba a abajo de abajo a arriba, llevé mi cuerpo hacía adelante acercándome más a él, ahora acariciaba el pecho del Senador con mi otra mano y con voz lujuriosa repliqué: - No recuerdas los viejos tiempos como soldado no salías de mi lecho... Mi mano se acercaba a su entrepierna, lo posé allí y apretando un poco esbocé: - Pero como de dinero se trata y pagarás muy bien por mantenerte informado de las andadas de tu hermano, pues acepto el trato que propones Senador Mauritius alejándome de él y volviendo a la actitud de un principio
- Y cómo se supone que te mantendré enterado? ..... paloma mensajera? El sarcasmo se evidenciaba en mis palabras
Seguía adoptando ese aire de misterio, ya resultaba un tanto ridículo, practicamente los pobres soldados sabían muy bien que sus patrones, ricos y dirigentes romanos visitaban con regularidad el local; bebí mientras me daba una respuesta de su actitud enigmática, a lo que repondí: - Eres un payaso .... nada más y nada menos Mauritius
Volví a tomar mi copa y ambos tomabamos del licor, mis ojos no se desprendían de la sombra que producía la capucha en sus ojos, era una manera de mirarlo "fijamente", ya había hecho la pregunta indicada y estaba esperando una respuesta, pasaron uno que otro cliente, parecía que esto molestaba al Senador, vacié mi copa tomando todo el contenido del vino, golpeé un poco fuerte la mesa diciendo: - Habla!!!
En ese momento Mauritius exponía todo lo que necesitaba y quería, se trataba de su hermano Aspros, levanté mi ceja e hice una mueca con mis labios, luego incliné mi cuerpo hacia adelante poniendo los codos sobre la mesa y sobre mis manos que se encontraban entrelazadas mi mentón, escuché atentamente, palabra tras palabra, mi rostro cambiaba de expresión, una sonrisita picarona y divertida se asomaba para quedarse plasmada en mis labios, Mauritius continuaba parecía estar de cierta manera animado al respecto, tenía muy claro lo que quería y que quería de mí. Finalmente terminó de hablar recalcando que deseaba una respuesta de mi parte, me eché hacía atrás, llevando mis brazos a mi cabeza, me ladeé sacando mis piernas hacia un lado y cruzandolas, suspiré varias veces, todo aquello sonaba como si tuviera que estar informando los actos de un hombre casado a su esposa celosa, con voz perezosa y desinteresada, dije: - No!!!, no sé nada de Aspros.... Tomé aire completamente decepcionada volviendo a retomar: - A eso sólo viniste, a ver si te servía de niñera, eres una mierda Mauritius. En ese momento descrucé mis brazos, dejando el derecho sobre la mesa y el izquierdo llevándolo a sus piernas, masajeándolas de arriba a abajo de abajo a arriba, llevé mi cuerpo hacía adelante acercándome más a él, ahora acariciaba el pecho del Senador con mi otra mano y con voz lujuriosa repliqué: - No recuerdas los viejos tiempos como soldado no salías de mi lecho... Mi mano se acercaba a su entrepierna, lo posé allí y apretando un poco esbocé: - Pero como de dinero se trata y pagarás muy bien por mantenerte informado de las andadas de tu hermano, pues acepto el trato que propones Senador Mauritius alejándome de él y volviendo a la actitud de un principio
- Y cómo se supone que te mantendré enterado? ..... paloma mensajera? El sarcasmo se evidenciaba en mis palabras
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Re: La Sobajera
por Aglaya Sáb Ago 14, 2010 12:56 pm
La noche cubrió la ciudad con su manto oscuro, aun me hallaba sacando las cuentas de cuanto se había ganado en la noche anterior lo cual había sido mucho más de lo esperado, me hallaba en un cuarto de difícil acceso en cual tenían prohibido entrar las putas y sirvientas del lugar, solamente allí podría entrar Bárbara o yo nadie más y el que osara entrar se las vería negras ya que seria torturado al punto de morir y dejado a su suerte en la calle para que las ratas o perros hicieran lo que quisieran con él, el sonido de alguien ingresando al local llamó mi atención vi de quien se trataba solamente era Alessa que se venía quejando como siempre no le tome mayor atención y seguí contabilizando para separar el dinero que queda para el local y el otro para las meretrices y meseras. No se cuanto tiempo realmente paso, pero el gritó agudo de Bárbara llamó mi atención me acerqué a la puerta la cual entre abrí para escuchar lo que decían. Salí del cuarto el cual cerré con llave para que ningún idiota se le ocurriese entrar, no me importó que hubiese un cliente o alguien más.
-Bárbara deberías de enseñarle a tu hermana que si no fuera por nosotras no tendría nada que comer y seguiría viviendo entre la misma mierda y ratas de la calle mendigando por un misero mendrugo de pan, enserio tu pareces la mayor y ella la menor - dije suspirando mientras recién miré a nuestro "invitado" – Vaya Senador es tan raro ver a los de su clase aquí, y aún más raro que venga a pedir información – lo miré maliciosamente mientras le daba la espalda y me retiraba nuevamente al cuarto para dejar listas las bolsas de monedas de la gente que trabajaba allí – Bárbara en cuanto termines podrías por favor venir a hablar conmigo es día de paga – dije para luego adentrarme a aquel cuarto, si bien ambas somos las dueñas cada una hacía una labor distinta.
-Bárbara deberías de enseñarle a tu hermana que si no fuera por nosotras no tendría nada que comer y seguiría viviendo entre la misma mierda y ratas de la calle mendigando por un misero mendrugo de pan, enserio tu pareces la mayor y ella la menor - dije suspirando mientras recién miré a nuestro "invitado" – Vaya Senador es tan raro ver a los de su clase aquí, y aún más raro que venga a pedir información – lo miré maliciosamente mientras le daba la espalda y me retiraba nuevamente al cuarto para dejar listas las bolsas de monedas de la gente que trabajaba allí – Bárbara en cuanto termines podrías por favor venir a hablar conmigo es día de paga – dije para luego adentrarme a aquel cuarto, si bien ambas somos las dueñas cada una hacía una labor distinta.
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Re: La Sobajera
por Bárbara Sáb Ago 14, 2010 3:15 pm
Un momento atrás antes de finalizar la conversación y esperando una respuesta del Senador, Aglaya había salido del pequeño cuarto oscuro que teníamos en el primer nivel, un cuarto normal pero todos absolutamente todos tenían prohibido ingresar allí sin nuestro consentimiento.
Aglaya salió y se había acercado a la mesa donde nos encontrabamos el Senador y yo, ella lo había reconocido, me resultó bastante cómico, el tarado pensaba que era todo un enigma y creo, sospechaba ya que mitad por no decir todo el local sabía muy bien quien era.
En ese instante levanté mi rostro a mirar a Aglaya que me decía algo respecto a mi hermana, levanté la mano haciendo un ademán de que no pasaba nada, luego me encargaban de la estúpida y floja de mi hermana.
Saludó a nuestro invitado "incógnito" y me pidió que luego me reuniera con ella en el cuartito, había olvidado que era día de paga.
Ella se adelantó, yo continué con el Senador, hablando de sus asuntos, expusé mis puntos y esperé por un buen momento su respuesta, me levanté, puse mi mano derecha sobre la mesa bien abierta y la otra en la cintura, acercándome a él lo suficiente, a pocos centímetros de sus labios expresé: - Tómate todo el tiempo que necesites para responderme, voy a ver que quiere Aglaya, bebe, come, fornica ...... ya sabes, este lugar es para eso y más .... eso si no me extrañes! con un tono de voz provocador.
Levantándome y dirigiendome al cuarto donde se encontraba Aglaya, dí dos toques y abrí inmediatamente la puerta, cerrandola trás de mí:
- Aquí estoy Aglaya ..... sabes que de números y cuentas no se nada
Sonriéndole, siempre le decía lo mismo cuando tocaba día de paga, pero como dueñas debíamos encargarnos de ello, además donde hubiese oro ahí estabamos las dos
Aglaya salió y se había acercado a la mesa donde nos encontrabamos el Senador y yo, ella lo había reconocido, me resultó bastante cómico, el tarado pensaba que era todo un enigma y creo, sospechaba ya que mitad por no decir todo el local sabía muy bien quien era.
En ese instante levanté mi rostro a mirar a Aglaya que me decía algo respecto a mi hermana, levanté la mano haciendo un ademán de que no pasaba nada, luego me encargaban de la estúpida y floja de mi hermana.
Saludó a nuestro invitado "incógnito" y me pidió que luego me reuniera con ella en el cuartito, había olvidado que era día de paga.
Ella se adelantó, yo continué con el Senador, hablando de sus asuntos, expusé mis puntos y esperé por un buen momento su respuesta, me levanté, puse mi mano derecha sobre la mesa bien abierta y la otra en la cintura, acercándome a él lo suficiente, a pocos centímetros de sus labios expresé: - Tómate todo el tiempo que necesites para responderme, voy a ver que quiere Aglaya, bebe, come, fornica ...... ya sabes, este lugar es para eso y más .... eso si no me extrañes! con un tono de voz provocador.
Levantándome y dirigiendome al cuarto donde se encontraba Aglaya, dí dos toques y abrí inmediatamente la puerta, cerrandola trás de mí:
- Aquí estoy Aglaya ..... sabes que de números y cuentas no se nada
Sonriéndole, siempre le decía lo mismo cuando tocaba día de paga, pero como dueñas debíamos encargarnos de ello, además donde hubiese oro ahí estabamos las dos
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Re: La Sobajera
por Alessa0 Sáb Ago 14, 2010 9:02 pm
Alessa aun estaba demasiado disgustada por lo que Aglaya avía gritado hace un rato a Bárbara, en la caverna con testigos varones que tan solo culminaba en rizas de ironía, pero aunque era de atroz orgullo dicha mujer, domino su humor y aceptando que las palabras de la pelirroja eran en cierta forma ciertas.
Aun sentada entre las calles, afueras de la Sabajera Alessa estaba admirando el cielo nocturno, queriendo inconscientemente que fuera verdad las historias de los marineros Romanos y que una tuviera la sencillez de cumplir un deseo de años,. Pero sabía que lo que pensaba era tan solo una estupidez, agacho su cabeza y serró sus ojos, soltó un poco su cuerpo y dijo entre susurro para si misma y no para terceros:
-Yo sé por qué actuó de esta manera mujeres juzgadoras, se que tal vez Bárbara mi propia hermana menor me odie por lo que hago, tampoco no puedo ser descarada y pedir perdón, solo puedo hermandad dichos males que he propiciados con acciones de presente y futuro y olvidar el amargo pasado, así que aunque me vea como una total vividora juro que te protegeré niña.
Guardo y disipó el susurro en aquella soledad que le envolvía, volteo y miro por la ventana fijando sus orbes sanos a su hermana que sonreía, cosa que Alessa ya avía olvidado desde ya algunos ayeres, sacudió sus prensas, rasco ligeramente su cabeza y se adentro en la caverna a retomar a retomar sus labores sirviendo vino y pan, mientras se divertía crudamente con el espectáculo de orgia que propiciaba el mediocre ejercito del reino Romano.
Aun sentada entre las calles, afueras de la Sabajera Alessa estaba admirando el cielo nocturno, queriendo inconscientemente que fuera verdad las historias de los marineros Romanos y que una tuviera la sencillez de cumplir un deseo de años,. Pero sabía que lo que pensaba era tan solo una estupidez, agacho su cabeza y serró sus ojos, soltó un poco su cuerpo y dijo entre susurro para si misma y no para terceros:
-Yo sé por qué actuó de esta manera mujeres juzgadoras, se que tal vez Bárbara mi propia hermana menor me odie por lo que hago, tampoco no puedo ser descarada y pedir perdón, solo puedo hermandad dichos males que he propiciados con acciones de presente y futuro y olvidar el amargo pasado, así que aunque me vea como una total vividora juro que te protegeré niña.
Guardo y disipó el susurro en aquella soledad que le envolvía, volteo y miro por la ventana fijando sus orbes sanos a su hermana que sonreía, cosa que Alessa ya avía olvidado desde ya algunos ayeres, sacudió sus prensas, rasco ligeramente su cabeza y se adentro en la caverna a retomar a retomar sus labores sirviendo vino y pan, mientras se divertía crudamente con el espectáculo de orgia que propiciaba el mediocre ejercito del reino Romano.
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Re: La Sobajera
por Aglaya Dom Ago 15, 2010 12:32 am
Me introduje al cuarto preparando ya las últimas bolsas con el dinero para las trabajadoras del lugar, las monedas tintineaban al ser golpeadas unas con otras, algunas ordenadas en torres inclinadas otras derechas y otras simplemente tiradas en el mesón en el cual las ordenaba una por una siendo exacta en los cálculos para solamente pagar lo justo dependiendo del trabajo que alguna de las muchachas hiciera, las meretrices se les pagaba un sueldo base el cual dependiendo de cuantos clientes tuvieran se les agregaba un bono, en cambio las meseras solo se les pagaba el sueldo base ya que recibían propina de los clientes, a pesar de que me encante ganar dinero me gusta que el personal este satisfecho para evitar puñaladas por la espalda, aunque nunca faltará la gente ambiciosa que querrá verme caer. Estaba sumida en mis pensamientos hasta que oí la voz de Bárbara la cual me llevó nuevamente a la realidad, la miré para luego hacerle una seña para que se acercara.
-Esta es tu paga, que por cierto es más por un excelente trabajo - dije sonriendo mientras le extendía una bolsa de color café que tenía la apariencia de andrajosa y desgastada, pero aquello era para despistar en caso de que la quisieran asaltar, adentro de la misma bolsa había una de tela roja la cual poseía las monedas - Las demás las entregaré al finalizar la noche, por favor infórmale a las meretrices y meseras para que después no salgan con que no se les paga - esto lo dije con sorna ya que una vez una vino a alegar que no se le había pagado cuando recién ingresó a su turno de trabajo - por cierto cuídate de ese, no me fío de él - mi voz se escuchó más seria de lo común, si bien me gustaba que llegase clientela, no me gustaba que ingrese gente de altos cargos porque por algo que ellos hicieran el negocio podría prosperar aún más o irse a la quiebra.
-Esta es tu paga, que por cierto es más por un excelente trabajo - dije sonriendo mientras le extendía una bolsa de color café que tenía la apariencia de andrajosa y desgastada, pero aquello era para despistar en caso de que la quisieran asaltar, adentro de la misma bolsa había una de tela roja la cual poseía las monedas - Las demás las entregaré al finalizar la noche, por favor infórmale a las meretrices y meseras para que después no salgan con que no se les paga - esto lo dije con sorna ya que una vez una vino a alegar que no se le había pagado cuando recién ingresó a su turno de trabajo - por cierto cuídate de ese, no me fío de él - mi voz se escuchó más seria de lo común, si bien me gustaba que llegase clientela, no me gustaba que ingrese gente de altos cargos porque por algo que ellos hicieran el negocio podría prosperar aún más o irse a la quiebra.
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Re: La Sobajera
por Bárbara Dom Ago 15, 2010 3:32 pm
Aglaya estaba ensimismada en sus acciones, creo que no se había percatado de mi presencia en el cuarto, limpié mi garganta para llamar su atención, me miró y con una seña me dijo que me acercara. Así lo hice y me entregaba una bolsa andrajosa ya sabía yo como funcionaba el sistema, pero Aglaya como mi gran amiga y confidente y porque no, alcahueta conocía bien que me molestaba andar con esas cosas, cargaba justo lo necesario y ella me guardaba el resto. Poniéndome justo a su lado, tomando la bolsa y dandósela a ella expresé:
- Sabes bien que no gusto de portar tanto oro encima, además confío en ti, con tal que no me falte la comida, la bebida y una buena cama, me siento satisfecha ..... además de un buen hombre que me caliente en las noches jajajajajajajajajaja
Reí con fuerza mientras acariciaba mis senos y el cuerpo, ansiando con prontitud un hombre que me satisfaciera las necesidades que estaba sintiendo, aunque ese hombre ya tenia nombre pero su presencia en Roma estaba lejana de aparecer.
Aglaya seguía contando las monedas, haciendo cuentas y entre conteo y conteo me decía que avisará a mis subordinadas que el pago se haría luego de terminara sus labores.
Apoyé mis brazos por los codos en aquel mesón, depositando mi cabeza entre mis manos que formaban una especie de cuna entre ellas, mirando a Aglaya como jugueteaba con las monedas le respondí:
- Por esas putas no te preocupes, esas zorras saben que conmigo no se va a las malas o se quedan sin nada!!!
Mis ojos seguían sus manos, moneda tras moneda, pila tras pila, un juego que ya me estaba produciendo un poco de sueño, de a pocos y una que otra vez bostezaba, cuando de pronto Aglaya se dirigía una vez más hacia mí, me decía que debía irme con cuidado con ese Senador, Aglaya era muy precavida, pero esa actitud era la que realmente nos tenía donde nos tenía, por eso ella era mi verdadera hermana mayor; estirandome, sacandome la pereza que portaba mi cuerpo, dije:
-Ya lo sé, ya lo sé, no te preocupes, ese payaso no es más que eso un payaso del gobierno, además no te resulta interesante que ese venga a solicitar nuestra ayuda, podremos obtener un dinerito extra del jueguito que él plantea, además sabes muy bien que sé como controlar a los hombres HAHAHAHAHAHAHAHAHAHHAAHHAHAHAHA
Volvia a reír ahora con más fuerza, me levantaba poniendome de pie, me acerqué más a Aglaya, la abracé por el cuello, le daba un beso en la mejilla y posteriormente le susurraba:
- Aunque para que quiero un hombre, si tu puedes satisfacerme igual... Aglaya!
La lujuria, el calor y el deseo eran los sentimientos que remarcaban aquellas palabras, Aglaya era para Bárbara la mujer más importante en su vida.
- Sabes bien que no gusto de portar tanto oro encima, además confío en ti, con tal que no me falte la comida, la bebida y una buena cama, me siento satisfecha ..... además de un buen hombre que me caliente en las noches jajajajajajajajajaja
Reí con fuerza mientras acariciaba mis senos y el cuerpo, ansiando con prontitud un hombre que me satisfaciera las necesidades que estaba sintiendo, aunque ese hombre ya tenia nombre pero su presencia en Roma estaba lejana de aparecer.
Aglaya seguía contando las monedas, haciendo cuentas y entre conteo y conteo me decía que avisará a mis subordinadas que el pago se haría luego de terminara sus labores.
Apoyé mis brazos por los codos en aquel mesón, depositando mi cabeza entre mis manos que formaban una especie de cuna entre ellas, mirando a Aglaya como jugueteaba con las monedas le respondí:
- Por esas putas no te preocupes, esas zorras saben que conmigo no se va a las malas o se quedan sin nada!!!
Mis ojos seguían sus manos, moneda tras moneda, pila tras pila, un juego que ya me estaba produciendo un poco de sueño, de a pocos y una que otra vez bostezaba, cuando de pronto Aglaya se dirigía una vez más hacia mí, me decía que debía irme con cuidado con ese Senador, Aglaya era muy precavida, pero esa actitud era la que realmente nos tenía donde nos tenía, por eso ella era mi verdadera hermana mayor; estirandome, sacandome la pereza que portaba mi cuerpo, dije:
-Ya lo sé, ya lo sé, no te preocupes, ese payaso no es más que eso un payaso del gobierno, además no te resulta interesante que ese venga a solicitar nuestra ayuda, podremos obtener un dinerito extra del jueguito que él plantea, además sabes muy bien que sé como controlar a los hombres HAHAHAHAHAHAHAHAHAHHAAHHAHAHAHA
Volvia a reír ahora con más fuerza, me levantaba poniendome de pie, me acerqué más a Aglaya, la abracé por el cuello, le daba un beso en la mejilla y posteriormente le susurraba:
- Aunque para que quiero un hombre, si tu puedes satisfacerme igual... Aglaya!
La lujuria, el calor y el deseo eran los sentimientos que remarcaban aquellas palabras, Aglaya era para Bárbara la mujer más importante en su vida.
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Re: La Sobajera
por Alessa0 Lun Ago 16, 2010 8:32 pm
Cada vez el peso de la noche afectaba la coordinación motriz de la dama de pelos largos y azulados, sus manos tropezaban cuando lavaba los tarros de cerveza sucios causando que cayeran en el lavadero y generada un estridente sonido, sus piernas subyugaban de cansancio eterno, la mujer no se acostumbraba ha estar tan arduas horas de la noche desvelándose y para variar trabajando, pero el estar cuidando a su hermana menor era mas importante que su propia salud.
Alessa culmino con el mojar de sus desnudas manos, regreso a la taberna, percatando por el aroma exuberante que se derrochaba en el cuarto que Aglaya también yacía inerte en el lugar, Alessa solo frunció su ceño, y dejo que las sombras del cuarto le envolviera para pasar por desapercibida.
Era día de paga y aquella jugueteaba con el dinero como siempre, en su bolsa desgastada de cuero, su sonrisa y ademanes, que demostraban una enorme avaricia en su alma, para Alessa simplemente eso solo le aburría, causando un ensueño ameno.
Cuando estaba decidida a refutar algunas acciones que incomodaban la vista de la mujer, vio como Bárbara voluptuosamente se acercaba a la pelirroja mujer, detuvo su alma salvaje y solo observó como aquella perdía poco a poco su valor como doncella: por dinero, calor y lujuria.
Alessa quedo impactada y solo se alejo de espaldas, moviendo con negatividad la nuca, a diestra y siniestra, llegando a una esquina húmeda llena de soledad y bruma, la mujer se sentó, recargo sus manos en la mesa para esconder así al cabeza, y poder llorar con amargura por tan penosa situación que nacía en su corazón, entre gemidos insonoro de sollozantes lagrimas la mujer se maldecía a si misma:
-Como pude ser tan débil de corazón y cuerpo, como me pude dejar que me envolviera tan siniestro pecado que es la pereza, y así, dejar descuidada a algo importante en mi alma, afuera esta Bárbara humillándose y perdiendo todo honor de mujer… ¿y yo que estoy haciendo para recuperar su alma? nada, tan solo duermo y como, levemente trabajo y me esfuerzo, maldigo mi vida por haber entregado al infierno a mi propia hermana.
Guardo silencio y siguió llorando con amargura mientras en su mente ideaba el perfecto plan para alejar a su hermana de aquella denigrante situación.
-Lo siento hermana mía pero are lo que sea para alejarte de este lugar, me valdrá mierda si culminas odiándome, pero eso es lo que are como hermana mayor que sois para vos.
Alessa culmino con el mojar de sus desnudas manos, regreso a la taberna, percatando por el aroma exuberante que se derrochaba en el cuarto que Aglaya también yacía inerte en el lugar, Alessa solo frunció su ceño, y dejo que las sombras del cuarto le envolviera para pasar por desapercibida.
Era día de paga y aquella jugueteaba con el dinero como siempre, en su bolsa desgastada de cuero, su sonrisa y ademanes, que demostraban una enorme avaricia en su alma, para Alessa simplemente eso solo le aburría, causando un ensueño ameno.
Cuando estaba decidida a refutar algunas acciones que incomodaban la vista de la mujer, vio como Bárbara voluptuosamente se acercaba a la pelirroja mujer, detuvo su alma salvaje y solo observó como aquella perdía poco a poco su valor como doncella: por dinero, calor y lujuria.
Alessa quedo impactada y solo se alejo de espaldas, moviendo con negatividad la nuca, a diestra y siniestra, llegando a una esquina húmeda llena de soledad y bruma, la mujer se sentó, recargo sus manos en la mesa para esconder así al cabeza, y poder llorar con amargura por tan penosa situación que nacía en su corazón, entre gemidos insonoro de sollozantes lagrimas la mujer se maldecía a si misma:
-Como pude ser tan débil de corazón y cuerpo, como me pude dejar que me envolviera tan siniestro pecado que es la pereza, y así, dejar descuidada a algo importante en mi alma, afuera esta Bárbara humillándose y perdiendo todo honor de mujer… ¿y yo que estoy haciendo para recuperar su alma? nada, tan solo duermo y como, levemente trabajo y me esfuerzo, maldigo mi vida por haber entregado al infierno a mi propia hermana.
Guardo silencio y siguió llorando con amargura mientras en su mente ideaba el perfecto plan para alejar a su hermana de aquella denigrante situación.
-Lo siento hermana mía pero are lo que sea para alejarte de este lugar, me valdrá mierda si culminas odiándome, pero eso es lo que are como hermana mayor que sois para vos.
Última edición por Alessa el Miér Ago 18, 2010 6:06 pm, editado 1 vez
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Re: La Sobajera
por Mauritius Miér Ago 18, 2010 2:35 pm
El manoseo constante de la mujer no provocaba nada en el hombre, después de todo cuando era soldado que ésta se abriera de piernas era un privilegio. Pero desde que era Senador, realmente podía elegir veinte mujeres y tener una orgía con ellas sin algún reclamo. No le interesaban las putas, hablando mal de pronto y por así decirlo. Un pequeño chascarrillo salió de los labios de la mujer, para separarse del Senador.
- Supongo que una paloma sería poco efectiva, mejor envíame un perro, algunos de esos familiares que tienes por ahí. Digo, después de todo tu y los perros se deben llevar bien, tienen mas de una cosa en común, como por ejemplo ambos casi siempre están a cuatro patas. - dijo el hombre para cuando iba a musitar algo mas, una nueva mujer salía. Era Aglaya, y vaya si la conocía muy bien, después de todo ésta era la socia de Bárbara.
- No es raro, todos esos hijos de puta de viejos decrépitos que están en el senado tienen una erección cada un año, y se masturban todo el viaje para que les dure y llegar hasta aquí para descargar ‘lo suyo’ en algunas de sus chicas, ¿Por qué dices que es raro? Sin embargo yo no vengo a eso, como bien dice, vengo a conseguir información, pero ya está todo hablado con Bárbara, creo…
Bárbara en ese momento se retiraba, junto con Aglaya para hablar de negocios, dejándole un mensaje al Senador para que se divirtiese. Evidentemente no estaba en sus planes divertirse, así que tan solo se quedó un momento a beber un trago. El vino que había quedado en la mesa y que había servido Bárbara, eso es lo único que hizo. Se quedó esperando a que la mujer volviera, ya era entrada la noche y sus ojos estaban enrojecidos por no haber dormido nada, algo normal en él ya que se quedaba hasta altas horas de la noche pensando en lo que haría para mejorar a Roma.
¡Oye, viejo!
Musitó un hombre al encapuchado ahí presente. Era un soldado, bastante robusto y sin preguntarlo, se sentó en la misma silla en la que estaba Bárbara anteriormente. Observando con sus ojos inquisidores intentando buscar entre la figura del hombre, que llevó la mano entre sus ojos y dando un tirón se quitó la capucha. - ¿Viejo?
- ¿Tú no eres el senador?
- No, soy Julio Cesar, volví de entre los muertos para ver que me decías.
- ¿Qué hace aquí un tipo como tú?
- ¿Y qué hace aquí un tipo como tú?
- Divirtiéndome con las mujeres que nos proveen aquí, es relajador descargar tensiones.
- Interesante, ¿Verdad?
- Sí, es interesante, pero veo que usted evade mi pregunta ¿Qué hace por aquí?
- Jamás evadí tu pregunta, solo la dejé pasar e hice una yo. Pero me caíste bien... te contestaré la pregunta si me resuelves una pregunta tú… ¿Qué te parece? ¿Te parece interesante que yo te conteste? Deberías ponerte a prueba.
- ¿Algo así como un acertijo?
- ¡Exacto! ¿Crees poder hacerlo?
- No veo el porque no, me intriga saber verdaderamente porque está aquí, así que venga, dímelo…
- ¿Qué camina con cuatro patas, luego con dos patas y al final con tres patas?
- ¡Eso es fácil! Los del ejército no somos idiotas, es evidente que es un ser humano. Cuando bebé gatea a cuatro patas, de adulto camina sobre dos y en su vejez usa un bastón… ¡Resolví su acertijo! Así que ahora dígame, ¿Qué hace usted aquí?
- Jajajaja… casi aciertas, pero la respuesta a los tres casos es un bebé. Es cierto que gatea con cuatro patas, pero si le cortas las piernas, sólo podrá balancearse sobre dos miembros. Dale un palo y podrá andar a trompicones con tres, ¿Entiende?
- Eso es… horrible. ¿Cómo puede hacer un chiste sobre eso?
- Muy fácil, Soldado. No es mi bebé.
Dijo el Senador para levantarse de la mesa y marcharse. Después de todo había hablado lo indicado con Bárbara acerca de Aspros. Si ella le veía iba a ir en busca del dinero hacia su Villa, era evidente que aquel negocio le llevaba su dinero, pero un extra de oro era bastante bueno para ella. La ayuda de parte de la Sobajera, ya estaba hecha. Allí quedó el Soldado perplejo, puesto que no podía creer lo que había dicho el hombre. ¿Era acaso un monstruo?
- Supongo que una paloma sería poco efectiva, mejor envíame un perro, algunos de esos familiares que tienes por ahí. Digo, después de todo tu y los perros se deben llevar bien, tienen mas de una cosa en común, como por ejemplo ambos casi siempre están a cuatro patas. - dijo el hombre para cuando iba a musitar algo mas, una nueva mujer salía. Era Aglaya, y vaya si la conocía muy bien, después de todo ésta era la socia de Bárbara.
- No es raro, todos esos hijos de puta de viejos decrépitos que están en el senado tienen una erección cada un año, y se masturban todo el viaje para que les dure y llegar hasta aquí para descargar ‘lo suyo’ en algunas de sus chicas, ¿Por qué dices que es raro? Sin embargo yo no vengo a eso, como bien dice, vengo a conseguir información, pero ya está todo hablado con Bárbara, creo…
Bárbara en ese momento se retiraba, junto con Aglaya para hablar de negocios, dejándole un mensaje al Senador para que se divirtiese. Evidentemente no estaba en sus planes divertirse, así que tan solo se quedó un momento a beber un trago. El vino que había quedado en la mesa y que había servido Bárbara, eso es lo único que hizo. Se quedó esperando a que la mujer volviera, ya era entrada la noche y sus ojos estaban enrojecidos por no haber dormido nada, algo normal en él ya que se quedaba hasta altas horas de la noche pensando en lo que haría para mejorar a Roma.
¡Oye, viejo!
Musitó un hombre al encapuchado ahí presente. Era un soldado, bastante robusto y sin preguntarlo, se sentó en la misma silla en la que estaba Bárbara anteriormente. Observando con sus ojos inquisidores intentando buscar entre la figura del hombre, que llevó la mano entre sus ojos y dando un tirón se quitó la capucha. - ¿Viejo?
- ¿Tú no eres el senador?
- No, soy Julio Cesar, volví de entre los muertos para ver que me decías.
- ¿Qué hace aquí un tipo como tú?
- ¿Y qué hace aquí un tipo como tú?
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- Interesante, ¿Verdad?
- Sí, es interesante, pero veo que usted evade mi pregunta ¿Qué hace por aquí?
- Jamás evadí tu pregunta, solo la dejé pasar e hice una yo. Pero me caíste bien... te contestaré la pregunta si me resuelves una pregunta tú… ¿Qué te parece? ¿Te parece interesante que yo te conteste? Deberías ponerte a prueba.
- ¿Algo así como un acertijo?
- ¡Exacto! ¿Crees poder hacerlo?
- No veo el porque no, me intriga saber verdaderamente porque está aquí, así que venga, dímelo…
- ¿Qué camina con cuatro patas, luego con dos patas y al final con tres patas?
- ¡Eso es fácil! Los del ejército no somos idiotas, es evidente que es un ser humano. Cuando bebé gatea a cuatro patas, de adulto camina sobre dos y en su vejez usa un bastón… ¡Resolví su acertijo! Así que ahora dígame, ¿Qué hace usted aquí?
- Jajajaja… casi aciertas, pero la respuesta a los tres casos es un bebé. Es cierto que gatea con cuatro patas, pero si le cortas las piernas, sólo podrá balancearse sobre dos miembros. Dale un palo y podrá andar a trompicones con tres, ¿Entiende?
- Eso es… horrible. ¿Cómo puede hacer un chiste sobre eso?
- Muy fácil, Soldado. No es mi bebé.
Dijo el Senador para levantarse de la mesa y marcharse. Después de todo había hablado lo indicado con Bárbara acerca de Aspros. Si ella le veía iba a ir en busca del dinero hacia su Villa, era evidente que aquel negocio le llevaba su dinero, pero un extra de oro era bastante bueno para ella. La ayuda de parte de la Sobajera, ya estaba hecha. Allí quedó el Soldado perplejo, puesto que no podía creer lo que había dicho el hombre. ¿Era acaso un monstruo?
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Re: La Sobajera
por Alessa0 Miér Ago 18, 2010 6:02 pm
Lentamente la clientela se dispersaba rumbos a apaciguar el calor corporal, tras la excitación de ver doncellas casi desnudas en “La Sabajera”, el ruido de hombres gimiendo al compas de los sacudones corporales, lentamente dejaban de ensordecer los oídos de Alessa.
Limpiando sus estúpidas lágrimas de autocomparecencia, aquella mujer se para, camina lentamente hacia donde estaba su hermana incitando a la lujuria en su cuerpo terso y delgado, con enojo en su rostro la mujer se para frente a ella, tomándole los hombros y fijando la mirada dice:
-Me has deshonrado tras estas acciones lascivas a plena luz, me has decepcionado puesto creí que con el prácticamente abandono que te di, tú tendrías una forma de ver la vida distinta y no como lo vez ahora: dinero y placer. ¿Qué aras mujer? Mas bien… que escoges, ¿venir con migo en busca de un nuevo y mejor futuro o quedarte a humillarte y perder lo ultimo de humanidad que quiero pensar que tienes?
Soltándole con brusquedad, cerrando el puño y aguantado el quererle golpear con gran salvajismo, y sin ni siquiera esperar una respuesta de su hermana menor Bárbara, Alessa se aleja en silenció de aquel edificio, ya mas afuera que adentro en el portón de la bienvenida al placer sexual y demás perversiones suculentas, la mujer ladea levemente el rostro en dirección a la jovenzuela, cerrando dolorosamente los ojos aquella se expresa:
-Tienes un atardecer mas para decidir, me largo de esta lugar por el momento ya que sobro yo y mi raquítica autoridad, cuando regrese espero escuchar tu impaciente respuesta a la cuestión hermana mía.
Guardando silencio y tan solo dejando un eco tras el azotar de la puerta, Alessa simplemente desvanece entre la oscuridad de las calles de aquellos suburbios lamentables.
Limpiando sus estúpidas lágrimas de autocomparecencia, aquella mujer se para, camina lentamente hacia donde estaba su hermana incitando a la lujuria en su cuerpo terso y delgado, con enojo en su rostro la mujer se para frente a ella, tomándole los hombros y fijando la mirada dice:
-Me has deshonrado tras estas acciones lascivas a plena luz, me has decepcionado puesto creí que con el prácticamente abandono que te di, tú tendrías una forma de ver la vida distinta y no como lo vez ahora: dinero y placer. ¿Qué aras mujer? Mas bien… que escoges, ¿venir con migo en busca de un nuevo y mejor futuro o quedarte a humillarte y perder lo ultimo de humanidad que quiero pensar que tienes?
Soltándole con brusquedad, cerrando el puño y aguantado el quererle golpear con gran salvajismo, y sin ni siquiera esperar una respuesta de su hermana menor Bárbara, Alessa se aleja en silenció de aquel edificio, ya mas afuera que adentro en el portón de la bienvenida al placer sexual y demás perversiones suculentas, la mujer ladea levemente el rostro en dirección a la jovenzuela, cerrando dolorosamente los ojos aquella se expresa:
-Tienes un atardecer mas para decidir, me largo de esta lugar por el momento ya que sobro yo y mi raquítica autoridad, cuando regrese espero escuchar tu impaciente respuesta a la cuestión hermana mía.
Guardando silencio y tan solo dejando un eco tras el azotar de la puerta, Alessa simplemente desvanece entre la oscuridad de las calles de aquellos suburbios lamentables.
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Re: La Sobajera
por Aglaya Vie Ago 20, 2010 2:15 pm
Me quede mirando fijamente a Bárbara, mientras ella hablaba en su tono único que utilizaba conmigo cosa que ya no me era extraña después de tanto tiempo juntas como socias, amigas y hermanas, me causo un poco de gracia su último gesto lleno de deseo, desvié rápidamente la mirada para proseguir en el conteo de monedas, apilándolas en torres y distintos tipos de montones, miré nuevamente a Bárbara que me hablaba para luego bostezar ante mi rutinaria forma de contar dinero, sonreí de lado ante lo que dijo del "Senador" ya que ese tipo solamente era una rata más de cloaca como todos los de este distrito incluso era aún más bajo que nosotras. El abrazo de Bárbara me sacó de mis pensamientos, junto a un beso y su voz aterciopelada vibrando en mi oído.
- Tú sabes que para cuando me necesites en tu cama estoy dispuesta mi bella dama - le dije con voz seductora, mientras la miraba fijamente a sus ojos rojos como la sangre llenos de lujuria infinita, le acaricie el cabello blanco y suave como la seda, mi mirada se dirigió a sus labios carnosos y rojos, me relamí para luego darle un beso lujurioso ella era la única que podía hacer aflorar esa parte de mí que se mantenía oculta ante la vista de los demás - Bárbara es hora de trabajar aunque podría darte la noche libre - dije soltando su boca lanzando un suspiro sonoro, la mire a sus ojos nuevamente esperando su respuesta.
- Tú sabes que para cuando me necesites en tu cama estoy dispuesta mi bella dama - le dije con voz seductora, mientras la miraba fijamente a sus ojos rojos como la sangre llenos de lujuria infinita, le acaricie el cabello blanco y suave como la seda, mi mirada se dirigió a sus labios carnosos y rojos, me relamí para luego darle un beso lujurioso ella era la única que podía hacer aflorar esa parte de mí que se mantenía oculta ante la vista de los demás - Bárbara es hora de trabajar aunque podría darte la noche libre - dije soltando su boca lanzando un suspiro sonoro, la mire a sus ojos nuevamente esperando su respuesta.
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Re: La Sobajera
por Bárbara Vie Ago 20, 2010 11:29 pm
Los ojos de Aglaya se encontraban con los míos mientras seguía abrazándola por su cuello, ella me respondía a mis insinuaciones, sonreí al escuchar sus palabras mientras sus manos acariciaban mis cabellos sueltos. Yo seguía mirándola con aquel calor y aquella lujuria, de pronto su vista bajo hacia mis labios, en sus ojos se mostraba el placer y el deseo, yo pasé a mirar los suyos, ella se los lamía y sin más y más acercaba su boca a la mía y me besaba lujuriosamente, nos besábamos en extrema pasión con los ojos abiertos mirándonos nuevamente e intercambiando miradas de deseo, mis brazos de despegaron de su cuello y delicadamente se deslizaron y acariciaron la parte superior de su corsé, jugueteando con mis dedos en el canal que formaba la unión de sus pechos. Nuestras lenguas se divertían entre sí.
Bajé más mis manos y atraparon con ellas sus senos masajeándolos un poco todo el tiempo que restaba de aquel beso, pude escuchar un sutil gemido de su parte, ella se apartaba de mí, le sonreí de nuevo mientras mis dedos comenzaban un suave ascenso por la piel denuda de su escote subiendo por su cuello, llevé mis manos aún acariciando su piel a sus hombros, me puse detrás de ella y agachándome comencé a respirar y a oler su nuca, la punta de mi lengua delineaba aquel camino llevando mis labios a su oreja izquierda, lamí y succioné un poco su lóbulo y le susurré: - Eres mía Aglaya!
Me reincorporé cambiando por completo de actitud, poniéndome de nuevo a su lado, llevando mis manos a la cabeza mostrando un poco de pereza: - No te preocupes patrona! Este cuerpecito se va a trabajar
Me incliné rápidamente y un corto beso le robé cuando me separé de ella, expresé: - Te quiero en mi cama. Me levanté riendo mientras emprendía mi marcha hacia la puerta y saliendo del pequeño cuarto, cerrando la puerta detrás de mi.
Al salir lo primero que me encuentro era el rostro de mi hermana, parecía que había llorado, por un momento pensé: - Acaso uno de estos se quiso sobrepasar con ella? ..... hmmmm tendría que estar muy desesperado! dejé de mirarla cuando comenzó su insistente parloteo de degradación, ya resultaba molesto esa actitud de mi hermana mayor, si tan preocupada estaba y tan sentida se encontraba porque nunca había hecho nada para cambiarlo, nunca se quejaba de la comida que día tras día llevaba a su boca, o de la caliente cama que noche tras noche siempre usaba, todos estos asquerosos años había estando yo cuidando de ella, cuando era ella quien debía de estar cuidando de mi.
Le dediqué una mirada fría y llena de desprecio, simplemente repliqué: - Alessa, Alessa, Alessa dime o quién te ha dicho que quiero ser salvada, nunca te has quejado de la comida, dormida y vestida que esta boca y estas tetas noche tras noche consiguen también para ti, ahórrate discursos baratos, te quieres largar pues lárgate, te quieres ir a vivir entre la mierda y las ratas pues vete, debe ser que te extrañan, pero a mí no me vengas a joder la puta existencia con moralismos rebuscados, vete!!!... vete!!!!... nadie te está deteniendo, eso sí si te vas aquí no vuelves más, no te preocupes por atardeceres ni amaneceres ni esas mierdas, mi respuesta es clara, te quedas y te aguantas tu propia mierda o te largas y no me jodes la vida más!
Salí de su presencia, dirigiéndome a la mesa que antes ocupaba el cliente “encapuchado”, la mesa estaba vacía, solo las dos copas vacías del mismo modo que la jarra sobre la mesa, la basura esa ni siquiera se tomó la molestia de pagar por los tragos, definitivamente por más dinero que hubiese obtenido no dejaba de ser lo que siempre había sido un repugnante bastardo; apoyando mi mano izquierda sobre el espaldar de la silla dije completamente irritada por los berrinches de mi hermana y la actitud del maldito: - La basura siempre se reúne con la basura, Mauritius estúpida escoria romana.
Bajé más mis manos y atraparon con ellas sus senos masajeándolos un poco todo el tiempo que restaba de aquel beso, pude escuchar un sutil gemido de su parte, ella se apartaba de mí, le sonreí de nuevo mientras mis dedos comenzaban un suave ascenso por la piel denuda de su escote subiendo por su cuello, llevé mis manos aún acariciando su piel a sus hombros, me puse detrás de ella y agachándome comencé a respirar y a oler su nuca, la punta de mi lengua delineaba aquel camino llevando mis labios a su oreja izquierda, lamí y succioné un poco su lóbulo y le susurré: - Eres mía Aglaya!
Me reincorporé cambiando por completo de actitud, poniéndome de nuevo a su lado, llevando mis manos a la cabeza mostrando un poco de pereza: - No te preocupes patrona! Este cuerpecito se va a trabajar
Me incliné rápidamente y un corto beso le robé cuando me separé de ella, expresé: - Te quiero en mi cama. Me levanté riendo mientras emprendía mi marcha hacia la puerta y saliendo del pequeño cuarto, cerrando la puerta detrás de mi.
Al salir lo primero que me encuentro era el rostro de mi hermana, parecía que había llorado, por un momento pensé: - Acaso uno de estos se quiso sobrepasar con ella? ..... hmmmm tendría que estar muy desesperado! dejé de mirarla cuando comenzó su insistente parloteo de degradación, ya resultaba molesto esa actitud de mi hermana mayor, si tan preocupada estaba y tan sentida se encontraba porque nunca había hecho nada para cambiarlo, nunca se quejaba de la comida que día tras día llevaba a su boca, o de la caliente cama que noche tras noche siempre usaba, todos estos asquerosos años había estando yo cuidando de ella, cuando era ella quien debía de estar cuidando de mi.
Le dediqué una mirada fría y llena de desprecio, simplemente repliqué: - Alessa, Alessa, Alessa dime o quién te ha dicho que quiero ser salvada, nunca te has quejado de la comida, dormida y vestida que esta boca y estas tetas noche tras noche consiguen también para ti, ahórrate discursos baratos, te quieres largar pues lárgate, te quieres ir a vivir entre la mierda y las ratas pues vete, debe ser que te extrañan, pero a mí no me vengas a joder la puta existencia con moralismos rebuscados, vete!!!... vete!!!!... nadie te está deteniendo, eso sí si te vas aquí no vuelves más, no te preocupes por atardeceres ni amaneceres ni esas mierdas, mi respuesta es clara, te quedas y te aguantas tu propia mierda o te largas y no me jodes la vida más!
Salí de su presencia, dirigiéndome a la mesa que antes ocupaba el cliente “encapuchado”, la mesa estaba vacía, solo las dos copas vacías del mismo modo que la jarra sobre la mesa, la basura esa ni siquiera se tomó la molestia de pagar por los tragos, definitivamente por más dinero que hubiese obtenido no dejaba de ser lo que siempre había sido un repugnante bastardo; apoyando mi mano izquierda sobre el espaldar de la silla dije completamente irritada por los berrinches de mi hermana y la actitud del maldito: - La basura siempre se reúne con la basura, Mauritius estúpida escoria romana.
Me volteé y gritándole a las putas del lugar dije: - A ver zorras!!!!... a trabajar. Que de sus culos es de lo que yo vivo! Estaba de muy mal humor para aguantar babosadas ahora de las chicas y de sus clientes.
Última edición por Bárbara el Miér Ago 25, 2010 2:21 pm, editado 2 veces
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Re: La Sobajera
por Ameri Mar Ago 24, 2010 11:56 pm
El rechinido inicial de la puerta trasera del local habría podido pasar desapercibido perfectamente en primera instancia, mientras ésta se abría para dejar pasar a cierta cabecita clara y baja, que empujaba como podía el carrito de carga con el mandado mas, no se hubiera podido decir lo mismo del rechinido posterior, que llegó acompañado del nada silencioso azotar de la madera contra el marco de la entrada, un sonoro portazo que obligó a Ameri a respingar y cerrar los ojos de golpe con el corazón en la garganta, asustada. ¡Era realmente difícil maniobrar entre la puerta y el mandado cuando sólo tenía dos manos y ese barril medía casi lo mismo que ella!...
-... Pero ya estoy aquí –susurró una vez ingresó, siguiendo su curso forzado hasta el almacén donde descargaría el barril no sin otro esfuerzo más, el último, pero una vez la barrica estuvo en su lugar correspondiente junto a las demás bebidas que se resguardaban ahí, sonrió satisfecha.
Si bien su trabajo original era únicamente como mesera en el local, nunca le había molestado el tener que hacer aquellos ‘extras’. Aquel lugar era como su casa, y el simplemente sentirse útil ahí le resultaba tan gratificante... que incluso el trabajo pesado, lo hacía con gusto.
Inhaló profundamente alzando las manitas a sus costados, sintiéndose satisfecha por su propio esfuerzo y, tras una sonrisa, procedió a tomar la cesta con comida que había dejado por unos minutos en el suelo, llevándosela junto al carrito de carga para cerrar la puerta del almacén tras ella. Dejó ahí el carrito, anotándose mentalmente el no olvidar devolverlo después, y tras abandonar la canasta sobre una de las mesas que tenían en el trasfondo del establecimiento, corrió a cambiarse de ropa.
Saldría escasos minutos después (directo a la cara principal del negocio donde los clientes ya colmaban buena parte de él), pulcramente vestida con su uniforme de trabajo, un sencillo pero no menos llamativo vestidito de mesera que se acoplaba perfectamente a su edad, sin hacerla parecer demasiado niña. Su cabello recogido en un chongo dejaba apenas un par de mechones largos caer a los costados de su rostro, junto al copete desmechado ya de por sí típico de ella.
Una vez ahí, sus ojitos recorrieron rápidamente el local, ubicando una cabellera alvina fácilmente distinguible que le hizo esbozar una verdadera sonrisa entusiasta. Lo primero para ella, siempre, era reportarse.
-¡Señorita Bárbara~! –saludó alegremente una vez tras la mencionada, simplemente se lanzó a abrazarla confiada y cariñosamente por la espalda, unos pocos segundos antes de soltarse para buscar su rostro con emoción, pues sabía que pese a todo había tenido un día bastante bueno e interesante–. ¡Perdón por la tardanza! Vengo a reportarme, y a decirle que el pedido fue transportado exitosamente y ya se encuentra bien guardado en su sitio.
-... Pero ya estoy aquí –susurró una vez ingresó, siguiendo su curso forzado hasta el almacén donde descargaría el barril no sin otro esfuerzo más, el último, pero una vez la barrica estuvo en su lugar correspondiente junto a las demás bebidas que se resguardaban ahí, sonrió satisfecha.
Si bien su trabajo original era únicamente como mesera en el local, nunca le había molestado el tener que hacer aquellos ‘extras’. Aquel lugar era como su casa, y el simplemente sentirse útil ahí le resultaba tan gratificante... que incluso el trabajo pesado, lo hacía con gusto.
Inhaló profundamente alzando las manitas a sus costados, sintiéndose satisfecha por su propio esfuerzo y, tras una sonrisa, procedió a tomar la cesta con comida que había dejado por unos minutos en el suelo, llevándosela junto al carrito de carga para cerrar la puerta del almacén tras ella. Dejó ahí el carrito, anotándose mentalmente el no olvidar devolverlo después, y tras abandonar la canasta sobre una de las mesas que tenían en el trasfondo del establecimiento, corrió a cambiarse de ropa.
Saldría escasos minutos después (directo a la cara principal del negocio donde los clientes ya colmaban buena parte de él), pulcramente vestida con su uniforme de trabajo, un sencillo pero no menos llamativo vestidito de mesera que se acoplaba perfectamente a su edad, sin hacerla parecer demasiado niña. Su cabello recogido en un chongo dejaba apenas un par de mechones largos caer a los costados de su rostro, junto al copete desmechado ya de por sí típico de ella.
Una vez ahí, sus ojitos recorrieron rápidamente el local, ubicando una cabellera alvina fácilmente distinguible que le hizo esbozar una verdadera sonrisa entusiasta. Lo primero para ella, siempre, era reportarse.
-¡Señorita Bárbara~! –saludó alegremente una vez tras la mencionada, simplemente se lanzó a abrazarla confiada y cariñosamente por la espalda, unos pocos segundos antes de soltarse para buscar su rostro con emoción, pues sabía que pese a todo había tenido un día bastante bueno e interesante–. ¡Perdón por la tardanza! Vengo a reportarme, y a decirle que el pedido fue transportado exitosamente y ya se encuentra bien guardado en su sitio.
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Re: La Sobajera
por Bárbara Miér Ago 25, 2010 2:10 pm
Las perras se mostraban más felices, con la misma felicidad característica del día de paga, el local estaba a reventar, Alessa parecía que había abandonado o bien se trataba una vez de sus ridículos berriches, como me molestaba la actitud de mi hermana y se suponía que la bastarda era mi hermana mayor; hice una mueca de desprecio, solo por el hecho de ser mi hermana no estaba muerta.
Miré a mi alrededor, buscando una cabellera color caramelo, que debía estar bien oculta entre los clientes y prostitutas del local, su baja estatura la hacía difícil de encontrar, pero bien sabían los que frecuentaban La Sobajera que si alguno osaba en meterse con ella, era meterse conmigo y Aglaya, y eso solo implicaba una sola cosa: La muerte.
Ameri era una chica que a pesar de su estatura y su vida era muy fuerte, no se dejaba de nadie, pero siempre no faltaba el que se quisiera pasar de listo con ella, Ameri para mí era como mi hermana pequeña, como una hija, y siempre velaría por ella, no era la mujer más amorosa pero ella sabía que la amaba, así a veces la tratara con rudeza.
Buscaba por todos lados, el gentío no permitía tener una gran visibilidad, la había enviado por el encargo de siempre, desde temprano en la tarde y ya era de noche y no parecía estar dentro del local, me encontraba preocupada, a esas horas o hasta más temprano las calles de aquella pocilga que llamaban distrito eran sumamente peligrosas, podían conocerme en toda Roma, y saber de mis “talentos” y monstruosidades de ser necesario pero no faltaría el desadaptado que quisiera aprovecharse de la inocencia de aquella niña. Me dirigí hacía la puerta, ya era momento de ir a buscarla, mis pasos eran largos y firmes, de pronto sentí que algo o alguien me detenía, abrazándome por la espalda, agaché mi mirada y eran unas pequeñas manitas que me agarraban con fuerza y de pronto la voz, aquella voz que curiosamente ansiaba escuchar se hizo presente, sonreí al escucharla, de pronto se daba la vuelta para ponerse frente a mí y dedicándome una sonrisa con su rostro lleno de emoción se repostaba ante mí, diciéndome que el encargo había sido un éxito y se encontraba en el depósito.
Mi primera reacción fue tomarle el rostro con más emoción de la que ella me había mostrado mientras decía: - Ameriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!! Ya estás aquí!!!! La atraje hacia mí y la abracé con fuerza, la solté y levanté mi rostro, con los ojos cerrados y una gran sonrisa gritándole a todos los presentes: - Mi Ameri bastardos!!! Mi Ameri está aquí… así que por ella esta ronda de cerveza y vino va por cuenta de la casa!!! Tomé una copa y una de las chicas me servía vino, levanté la copa y grité: - Salud putazos!!!!! Sonreí con cierta malicia, ya estarían tan borrachos que ni se darían cuenta que se los cobraría después. En La Sobajera ni en la vida, nada absolutamente nada es gratis.
Me bebí todo el contenido en un solo sorbo, un – Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhz fue lo que se escuchó de mi, ahogando un buen eructo, dejé la copa sobre la mesa que teníamos a nuestro lado, me agaché frente a Ameri y esbocé: - Porqué tardaste tanto… ¿Tuviste algún problema con los bastardos de la tienda? O ¿con alguien más? Mirándola con dulzura así mis palabras parecieran duras.
Miré a mi alrededor, buscando una cabellera color caramelo, que debía estar bien oculta entre los clientes y prostitutas del local, su baja estatura la hacía difícil de encontrar, pero bien sabían los que frecuentaban La Sobajera que si alguno osaba en meterse con ella, era meterse conmigo y Aglaya, y eso solo implicaba una sola cosa: La muerte.
Ameri era una chica que a pesar de su estatura y su vida era muy fuerte, no se dejaba de nadie, pero siempre no faltaba el que se quisiera pasar de listo con ella, Ameri para mí era como mi hermana pequeña, como una hija, y siempre velaría por ella, no era la mujer más amorosa pero ella sabía que la amaba, así a veces la tratara con rudeza.
Buscaba por todos lados, el gentío no permitía tener una gran visibilidad, la había enviado por el encargo de siempre, desde temprano en la tarde y ya era de noche y no parecía estar dentro del local, me encontraba preocupada, a esas horas o hasta más temprano las calles de aquella pocilga que llamaban distrito eran sumamente peligrosas, podían conocerme en toda Roma, y saber de mis “talentos” y monstruosidades de ser necesario pero no faltaría el desadaptado que quisiera aprovecharse de la inocencia de aquella niña. Me dirigí hacía la puerta, ya era momento de ir a buscarla, mis pasos eran largos y firmes, de pronto sentí que algo o alguien me detenía, abrazándome por la espalda, agaché mi mirada y eran unas pequeñas manitas que me agarraban con fuerza y de pronto la voz, aquella voz que curiosamente ansiaba escuchar se hizo presente, sonreí al escucharla, de pronto se daba la vuelta para ponerse frente a mí y dedicándome una sonrisa con su rostro lleno de emoción se repostaba ante mí, diciéndome que el encargo había sido un éxito y se encontraba en el depósito.
Mi primera reacción fue tomarle el rostro con más emoción de la que ella me había mostrado mientras decía: - Ameriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!! Ya estás aquí!!!! La atraje hacia mí y la abracé con fuerza, la solté y levanté mi rostro, con los ojos cerrados y una gran sonrisa gritándole a todos los presentes: - Mi Ameri bastardos!!! Mi Ameri está aquí… así que por ella esta ronda de cerveza y vino va por cuenta de la casa!!! Tomé una copa y una de las chicas me servía vino, levanté la copa y grité: - Salud putazos!!!!! Sonreí con cierta malicia, ya estarían tan borrachos que ni se darían cuenta que se los cobraría después. En La Sobajera ni en la vida, nada absolutamente nada es gratis.
Me bebí todo el contenido en un solo sorbo, un – Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhz fue lo que se escuchó de mi, ahogando un buen eructo, dejé la copa sobre la mesa que teníamos a nuestro lado, me agaché frente a Ameri y esbocé: - Porqué tardaste tanto… ¿Tuviste algún problema con los bastardos de la tienda? O ¿con alguien más? Mirándola con dulzura así mis palabras parecieran duras.
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Re: La Sobajera
por Ameri Vie Ago 27, 2010 7:11 pm
La risita discreta pero inocente y contagiosa de la más pequeña no se hizo esperar, que apenas se cubrió un poco la boca con la manita antes de volver a mirar a la peliblanca con la completa adoración plasmada en aquellos enormes ojos castaños, cual pequeño que observa a su superhéroe favorito frente a sí, y juntó las manitas delante de su pecho con entusiasmo.
-¡Para nada...! Aunque... –musitó un momento bajando la miradita un tanto falta de emoción–, sí me tropecé con una mujer... un tanto extraña, y... –sonrió un poco, como nostálgica–, vi a Seiji... –susurró, sabiendo que con eso le daría a aquella mujer toda la explicación que necesitaba, y tras eso únicamente volvió a esbozar su mejor sonrisa, animada, como si hubiera hecho un borrón y cuenta nueva dentro de su cabecita, aunque no fuera así–. El dueño de la licorería le mandó saludos otra vez... ¡ah, me pidió que lo hiciera, porque también le regaló el pedido! –asintió de pronto como recordando algo, y esculcando con velocidad entre sus ropas para sacar la bolsita de dinero que le hubiesen dado más temprano para ir a comprar el encargo, se la extendió a la que fuera su jefa–. No necesité esto. Dijo que esta vez iba a su cuenta...
Y aquella era sin duda una de las tantas veces en que Ameri mostraba su honestidad, fidelidad e inocencia sin darse cuenta. En el fondo, sabía que el pretender que el regalo jamás había sido hecho y quedarse con el dinero era algo que muchas personas hacían, pero también era una idea que, en el cumplimiento de su tarea, jamás había cruzado por su cabecita. Mentir, engañar, decepcionar, y demás, eran cosas que no se permitían en la lista de sus principios prácticamente viviendo bajo el mismo techo que la señorita Bárbara, a quien (junto a la señorita Aglaya) no sólo le debía muchísimo... sino que admiraba y mantenía su eterno agradecimiento hacia su persona.
-¡Para nada...! Aunque... –musitó un momento bajando la miradita un tanto falta de emoción–, sí me tropecé con una mujer... un tanto extraña, y... –sonrió un poco, como nostálgica–, vi a Seiji... –susurró, sabiendo que con eso le daría a aquella mujer toda la explicación que necesitaba, y tras eso únicamente volvió a esbozar su mejor sonrisa, animada, como si hubiera hecho un borrón y cuenta nueva dentro de su cabecita, aunque no fuera así–. El dueño de la licorería le mandó saludos otra vez... ¡ah, me pidió que lo hiciera, porque también le regaló el pedido! –asintió de pronto como recordando algo, y esculcando con velocidad entre sus ropas para sacar la bolsita de dinero que le hubiesen dado más temprano para ir a comprar el encargo, se la extendió a la que fuera su jefa–. No necesité esto. Dijo que esta vez iba a su cuenta...
Y aquella era sin duda una de las tantas veces en que Ameri mostraba su honestidad, fidelidad e inocencia sin darse cuenta. En el fondo, sabía que el pretender que el regalo jamás había sido hecho y quedarse con el dinero era algo que muchas personas hacían, pero también era una idea que, en el cumplimiento de su tarea, jamás había cruzado por su cabecita. Mentir, engañar, decepcionar, y demás, eran cosas que no se permitían en la lista de sus principios prácticamente viviendo bajo el mismo techo que la señorita Bárbara, a quien (junto a la señorita Aglaya) no sólo le debía muchísimo... sino que admiraba y mantenía su eterno agradecimiento hacia su persona.
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Re: La Sobajera
por Aglaya Sáb Ago 28, 2010 2:42 am
La mirada de Bárbara era penetrante y llena de lujuria ella la única que hacía que aquello aflorara incontrolablemente, no sabía que tenía ella que lograba provocarme, sus manos comenzaron a masajear mis senos haciendo que soltara pequeños suspiros de placer estaba tan sumida en ello que me sorprendió escuchar su voz cercana a mi oído, la mire traviesamente, siempre terminábamos así era algo incontrolable y desmedido que pasaba de un momento a otro, la mire ya cambiando mi mirada a una más seria recomponiéndome de lo que había pasado.
- Entonces mueve esas caderas que de ellas vivimos - dije sonriendo mientras volvía mi atención a las monedas, pasaron minutos u horas no se con exactitud, pero el bullicio llamó mi atención al parecer otra vez Bárbara estaba ofreciendo cerveza gratis a los clientes, si bien eso es prácticamente irse a pérdida se recuperaba fácilmente ya que la gente prefería aún más el local por eso. Salí del cuarto para mirar la situación el local como siempre lleno, pero estaba buscando a Bárbara y la pequeña Ameri, alcance a oír su conversación al irme acercando.
- Quédate con el dinero y no repliques - mi voz sonaba calmada incluso mi mirada generalmente seria cambió a una más de cariño por un familiar, ya que Ameri siempre hacía excelente cualquier trabajo que se le daba, además de ser una de las más leales junto con Bárbara, nunca había robado o engañado a alguna de nosotras y siempre estaba dispuesta a ayudarnos - si lo deseas puedes descansar - la mire un momento para luego mirar a un grupito que comenzó a levantar el tono de voz dando inicio a una posible pelea, me aleje de ellas para llegar a aquel lugar - A ver montón de idiotas si quieren pelear vayan a la calle aquí no se pelea y el que rompe lo paga- mi voz resonó fuerte y autoritaria, no iba a permitir esa clase de estupideces que podría hacer que la clientela disminuyese o peor provocase que nos clausurara, los tipos me miraron furiosos pero antes de que pudiesen hacer cualquier tipo de movimiento, algunos soldados que anteriormente estaban sentados se acercaron a ellos, lo cual provocó que salieran apresurados del lugar.
-Idiotas – dije por lo bajo mientras le señalaba a una de las meseras que no les cobrara el consumo a los soldados que ayudaron.
- Entonces mueve esas caderas que de ellas vivimos - dije sonriendo mientras volvía mi atención a las monedas, pasaron minutos u horas no se con exactitud, pero el bullicio llamó mi atención al parecer otra vez Bárbara estaba ofreciendo cerveza gratis a los clientes, si bien eso es prácticamente irse a pérdida se recuperaba fácilmente ya que la gente prefería aún más el local por eso. Salí del cuarto para mirar la situación el local como siempre lleno, pero estaba buscando a Bárbara y la pequeña Ameri, alcance a oír su conversación al irme acercando.
- Quédate con el dinero y no repliques - mi voz sonaba calmada incluso mi mirada generalmente seria cambió a una más de cariño por un familiar, ya que Ameri siempre hacía excelente cualquier trabajo que se le daba, además de ser una de las más leales junto con Bárbara, nunca había robado o engañado a alguna de nosotras y siempre estaba dispuesta a ayudarnos - si lo deseas puedes descansar - la mire un momento para luego mirar a un grupito que comenzó a levantar el tono de voz dando inicio a una posible pelea, me aleje de ellas para llegar a aquel lugar - A ver montón de idiotas si quieren pelear vayan a la calle aquí no se pelea y el que rompe lo paga- mi voz resonó fuerte y autoritaria, no iba a permitir esa clase de estupideces que podría hacer que la clientela disminuyese o peor provocase que nos clausurara, los tipos me miraron furiosos pero antes de que pudiesen hacer cualquier tipo de movimiento, algunos soldados que anteriormente estaban sentados se acercaron a ellos, lo cual provocó que salieran apresurados del lugar.
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Re: La Sobajera
por Manigoldo Dom Ago 29, 2010 5:49 am
- ¡Ya escucharon a la señorita banda de hijos de puta! – Dijo Manigoldo apoyandose despreocupadamente en el marco de la puerta con un saco a su espalda, vistiendo el uniforme de legionario Romano. - ¡Si los vuelvo a ver de nuevo por este lugar molestando a Aglaya, sus familiares tendrán que buscar sus restos en el río! ¡Largo ratas inmundas!– Molesto por a penas haber llegado y ya tener que estar viendo cosas que no le agradaban nada, puso su mano en la espada sólo para confirmar que hablaba más que en serio.
Al mismo tiempo otros hombres se habían puesto de pie, todos legionarios que Manigoldo conocía de vista por haber luchado con ellos en Germania. Los busca pleitos salieron con la cabeza baja por su lado mientras los miraba de reojo y dejaba salir de su boca un quejido intimidante.
- Ugh… - Volteó su rostro sólo para asegurarse de que se hubiesen largado de su vista y que no volvieran a molestar en la Sobajera, puesto que ese lugar era lo más parecido que tenía a un hogar y no iba a dejar que aquellos vagos pertubaran su lugar feliz.
Volvió a observar a las mujeres dentro… ahí estaba Aglaya a la cual se acercó con confianza dejando frente a ella un saco pequeño con monedas de oro… lo suficiente para mantener ese lugar por al menos dos años. Habia monedas de oro, de plata, de bronce y uno que otro diente… pero al final todo era dinero. Su pago era adelantado, pues sabía como funcionaba Aglaya, aunque era una buena mujer no permitía que anduviera mucho tiempo ahí puesto que podía tomar a Bárbara sin pagar y eso le jodía la renta…y…¿Quién era Manigoldo para joderle la vida a una dama tan bella como aquella?
- Ahi hay suficiente para pagar mi deuda y para quedarme aquí un buen tiempo...¿No Aglayita linda hermosa Reina del Tiber y las putas? Que los dioses te bendigan una y otra vez… con cada año te crecen más los senos mujer… ¡Que bendición la tuya! Jajajajaja… - Dijo tomándole la mano y dándole un beso en señal de respeto y sumisión, pues ella era la dueña y era siempre aconsejable estar en buena relación con la dueña. – Espero que aun este mi habitación aquí y no me hayan dado por muerto… Vengo a quedarme hasta que el gordo me llame de vuelta… Supongo que con ese oro podré hacerlo…¿No?
Dejó caer su botín al suelo, se agachó y sacó una copa de plata con incrustaciones de piedras preciosas que había traído como regalo a Aglaya. Curiosamente esas prostitutas las veía como familia y cuando saqueaba pensaba en ellas.
- Un regalo para ti Aglaya, que tu copa nunca este vacía ... Conmigo aquí no las van a venir a joder más. Te doy mi palabra. – Antes de darle la espalda la nalgueo como era costumbre pues a Aglaya no la tocaba mas que aquello, a pesar de todo… esa mujer no era una prostituta, sólo administraba el local.
Luego miró al lado de Aglaya y se sorprendido de ver a una niña ahí. La quedó mirando casi con la boca abierta sin reacción alguna excepto de desconcierto. Sabía que en Roma no estaban bien las cosas, pero que una niña flacuchenta y baja (por la edad) se estuviera ofreciendo lo dejó un tanto atónito. No supo que decirle… mirarla le recordaba aquella niña que había quemado viva sin saberlo...la que lo había perseguido desde Germania y en ese instante lo miraba desde la puerta. Se quedó helado mirando los ojos de la chiquilla y dirigió la mirada a Aglaya.
- Se que las cosas están mal, pero poner a trabajar a una mocosa aquí ¿Te parece prudente?... – Miró a la chiquilla aun atónito, quería decirle alguna cosa, pero simplemente no podía. Se rascó la cabeza y se sacudió la impresión. – Bueno no soy quien para juzgar, después de todo va a ser toda una belleza en unos dos o tres años más…. me imagino que es una buena inversión para ti.
Tomó su saco del piso… ahora lo que necesitaba era que Aglaya le dijera donde lo iba a hospedar pues ya había tomado un baño en los baños públicos. Pero antes de retirarse… miró a Bárbara bastante irritado.
- ¿Y tú ingrata de mierda no me vas a saludar? – Le preguntó de brazos cruzados mientras levantaba una de sus cejas. - ¿No me ves en tres años y esta es la bienvenida que me das mujerzuela? Sírveme una copa. ¿Y dónde esta la puta de tu hermana para que me lave los pies?
Esa era la forma tosca y ruda en que se habían tratado desde niños y ella así lo conocía. Manigoldo no era de sentimentalismos tontos y eso Bárbara lo tenía más que claro. A pesar de estar feliz por estar en la Sobajera, que Bárbara aun no lo estuviese embriagando cuando había pagado por adelantando le parecía un insulto de parte de su vieja amiga… sobre todo considerando los días que venía montado a caballo sin beber.
Al mismo tiempo otros hombres se habían puesto de pie, todos legionarios que Manigoldo conocía de vista por haber luchado con ellos en Germania. Los busca pleitos salieron con la cabeza baja por su lado mientras los miraba de reojo y dejaba salir de su boca un quejido intimidante.
- Ugh… - Volteó su rostro sólo para asegurarse de que se hubiesen largado de su vista y que no volvieran a molestar en la Sobajera, puesto que ese lugar era lo más parecido que tenía a un hogar y no iba a dejar que aquellos vagos pertubaran su lugar feliz.
Volvió a observar a las mujeres dentro… ahí estaba Aglaya a la cual se acercó con confianza dejando frente a ella un saco pequeño con monedas de oro… lo suficiente para mantener ese lugar por al menos dos años. Habia monedas de oro, de plata, de bronce y uno que otro diente… pero al final todo era dinero. Su pago era adelantado, pues sabía como funcionaba Aglaya, aunque era una buena mujer no permitía que anduviera mucho tiempo ahí puesto que podía tomar a Bárbara sin pagar y eso le jodía la renta…y…¿Quién era Manigoldo para joderle la vida a una dama tan bella como aquella?
- Ahi hay suficiente para pagar mi deuda y para quedarme aquí un buen tiempo...¿No Aglayita linda hermosa Reina del Tiber y las putas? Que los dioses te bendigan una y otra vez… con cada año te crecen más los senos mujer… ¡Que bendición la tuya! Jajajajaja… - Dijo tomándole la mano y dándole un beso en señal de respeto y sumisión, pues ella era la dueña y era siempre aconsejable estar en buena relación con la dueña. – Espero que aun este mi habitación aquí y no me hayan dado por muerto… Vengo a quedarme hasta que el gordo me llame de vuelta… Supongo que con ese oro podré hacerlo…¿No?
Dejó caer su botín al suelo, se agachó y sacó una copa de plata con incrustaciones de piedras preciosas que había traído como regalo a Aglaya. Curiosamente esas prostitutas las veía como familia y cuando saqueaba pensaba en ellas.
- Un regalo para ti Aglaya, que tu copa nunca este vacía ... Conmigo aquí no las van a venir a joder más. Te doy mi palabra. – Antes de darle la espalda la nalgueo como era costumbre pues a Aglaya no la tocaba mas que aquello, a pesar de todo… esa mujer no era una prostituta, sólo administraba el local.
Luego miró al lado de Aglaya y se sorprendido de ver a una niña ahí. La quedó mirando casi con la boca abierta sin reacción alguna excepto de desconcierto. Sabía que en Roma no estaban bien las cosas, pero que una niña flacuchenta y baja (por la edad) se estuviera ofreciendo lo dejó un tanto atónito. No supo que decirle… mirarla le recordaba aquella niña que había quemado viva sin saberlo...la que lo había perseguido desde Germania y en ese instante lo miraba desde la puerta. Se quedó helado mirando los ojos de la chiquilla y dirigió la mirada a Aglaya.
- Se que las cosas están mal, pero poner a trabajar a una mocosa aquí ¿Te parece prudente?... – Miró a la chiquilla aun atónito, quería decirle alguna cosa, pero simplemente no podía. Se rascó la cabeza y se sacudió la impresión. – Bueno no soy quien para juzgar, después de todo va a ser toda una belleza en unos dos o tres años más…. me imagino que es una buena inversión para ti.
Tomó su saco del piso… ahora lo que necesitaba era que Aglaya le dijera donde lo iba a hospedar pues ya había tomado un baño en los baños públicos. Pero antes de retirarse… miró a Bárbara bastante irritado.
- ¿Y tú ingrata de mierda no me vas a saludar? – Le preguntó de brazos cruzados mientras levantaba una de sus cejas. - ¿No me ves en tres años y esta es la bienvenida que me das mujerzuela? Sírveme una copa. ¿Y dónde esta la puta de tu hermana para que me lave los pies?
Esa era la forma tosca y ruda en que se habían tratado desde niños y ella así lo conocía. Manigoldo no era de sentimentalismos tontos y eso Bárbara lo tenía más que claro. A pesar de estar feliz por estar en la Sobajera, que Bárbara aun no lo estuviese embriagando cuando había pagado por adelantando le parecía un insulto de parte de su vieja amiga… sobre todo considerando los días que venía montado a caballo sin beber.
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Re: La Sobajera
por Noah Lun Ago 30, 2010 1:55 am
Circulando por las calles empedradas y sucias de los barrios más pobres, aquel que se distinguía en el campo de batalla y que comandaba a la decimotercera legión romana llegaba a una intersección de avenidas muy transitada. Principalmente a estas horas de la noche, la mayoría de los recién llegados legionarios que tenían intenciones de derrochar parte o en su totalidad la paga recibida por aquellos años prolongados de servicio y de campaña.
El punto de reunión era un establecimiento que si de tratarse de diversión y esparcimiento no tenía rival en toda la región. Las dueñas de dicho local, sabían muy bien hacer negocios y prueba de ello es que siempre acaparaba a la mayoría de la clientela. El local mantenía una fachada austera, que contrastaba con el interior, no se escatimaba en gastos para el acondicionamiento, personal y bebidas que cada noche estaban dispuestas para los que lograran costear la mayoría de ellos.
Prácticamente, los soldados se daban a la cita de ingerir bebidas embriagantes y si lograban costear los gastos podrían hacerse de una compañía femenina, la cual era especialista en poder hacer olvidar la vida dura que se llevaba dentro del régimen militar. Mientras la ciudad padecía de un desabasto de trigo, en la Sobajera parecía obrar una etapa de prosperidad.
El bullicio y las risas de algunos visitantes estaba plagando el ya abarrotado local. Noah podía darse cuenta que muchos legionarios en licencia se habían aprestado a acudir a ese lugar lo más pronto posible. Afortunadamente para sus intenciones una mesa apartada se encontraba disponible. Sus pasos se encaminaron hacia la posición elegida mientras con su mirada exploraba reconociendo algunas caras de los soldados. Insignias que en algunos reconocía eran miembros de diferentes unidades.
Ahora él se mezclaba con todos ellos, era un sitio donde podía desembarazarse de aquellos estatutos militares que poseía. No le interesaba si estaba en boca de los nobles de Roma. Su unico interes era encontrar un buen par de chicas o más con las cuales desfogar esos años de abstinencia carnal. Extrañaba aquellos días en los que pasaba su tiempo entrelazado en las extremidades inferiores de una mujer. Por ahora le complacía las chicas que ligeras de ropas deambulaban mientras sus mejores atributos quedaban expuestos por las semitransparentes telas.
Con mucha soltura tomaba asiento en una de las sillas, mientras su capa la acomodaba para que no estorbara. - Y bien ¿a quien tengo que matar para que pueda tener un poco de diversión por aquí? - Su voz se alzaba por entre los murmullos, mismos que una chica de cabellos largos y de color castaño advirtieron, sus pasos contoneados se dirigieron hacia él. Una mirada lasciva le lanzaba la chica al recién llegado, el cual no perdiendo oportunidad la tomaba de la cintura y la sentaba sobre sus piernas. - Esto es a lo que llamo un servicio de primera - Pronunciaba con una claridad en su voz.
- Solo que te costará un poco. - Declaró la chica mientras delineaba con las puntas de sus dedos los brazos de Noah. - Hehehe mocosa, si no pudiese pagar no estaría en este lugar. Pero primero necesito refrescar mi paladar con una de las botelleas de vino que tienen por este local. - Las manos de Noah la tomaron por la cintura mientras la estrechaba contra su cuerpo. - Y también comprobar que tan buena está la mercancía principal. - La soltaba para darle libertad de ir por una de las botellas que Noah le había pedido, de momento encontraba un lugar para despejarse y eso estaba comenzando a surtir efecto apenas en el primer encaramiento de aquella primera mujerzuela con la cual había tenido un encuentro inicial.
El punto de reunión era un establecimiento que si de tratarse de diversión y esparcimiento no tenía rival en toda la región. Las dueñas de dicho local, sabían muy bien hacer negocios y prueba de ello es que siempre acaparaba a la mayoría de la clientela. El local mantenía una fachada austera, que contrastaba con el interior, no se escatimaba en gastos para el acondicionamiento, personal y bebidas que cada noche estaban dispuestas para los que lograran costear la mayoría de ellos.
Prácticamente, los soldados se daban a la cita de ingerir bebidas embriagantes y si lograban costear los gastos podrían hacerse de una compañía femenina, la cual era especialista en poder hacer olvidar la vida dura que se llevaba dentro del régimen militar. Mientras la ciudad padecía de un desabasto de trigo, en la Sobajera parecía obrar una etapa de prosperidad.
El bullicio y las risas de algunos visitantes estaba plagando el ya abarrotado local. Noah podía darse cuenta que muchos legionarios en licencia se habían aprestado a acudir a ese lugar lo más pronto posible. Afortunadamente para sus intenciones una mesa apartada se encontraba disponible. Sus pasos se encaminaron hacia la posición elegida mientras con su mirada exploraba reconociendo algunas caras de los soldados. Insignias que en algunos reconocía eran miembros de diferentes unidades.
Ahora él se mezclaba con todos ellos, era un sitio donde podía desembarazarse de aquellos estatutos militares que poseía. No le interesaba si estaba en boca de los nobles de Roma. Su unico interes era encontrar un buen par de chicas o más con las cuales desfogar esos años de abstinencia carnal. Extrañaba aquellos días en los que pasaba su tiempo entrelazado en las extremidades inferiores de una mujer. Por ahora le complacía las chicas que ligeras de ropas deambulaban mientras sus mejores atributos quedaban expuestos por las semitransparentes telas.
Con mucha soltura tomaba asiento en una de las sillas, mientras su capa la acomodaba para que no estorbara. - Y bien ¿a quien tengo que matar para que pueda tener un poco de diversión por aquí? - Su voz se alzaba por entre los murmullos, mismos que una chica de cabellos largos y de color castaño advirtieron, sus pasos contoneados se dirigieron hacia él. Una mirada lasciva le lanzaba la chica al recién llegado, el cual no perdiendo oportunidad la tomaba de la cintura y la sentaba sobre sus piernas. - Esto es a lo que llamo un servicio de primera - Pronunciaba con una claridad en su voz.
- Solo que te costará un poco. - Declaró la chica mientras delineaba con las puntas de sus dedos los brazos de Noah. - Hehehe mocosa, si no pudiese pagar no estaría en este lugar. Pero primero necesito refrescar mi paladar con una de las botelleas de vino que tienen por este local. - Las manos de Noah la tomaron por la cintura mientras la estrechaba contra su cuerpo. - Y también comprobar que tan buena está la mercancía principal. - La soltaba para darle libertad de ir por una de las botellas que Noah le había pedido, de momento encontraba un lugar para despejarse y eso estaba comenzando a surtir efecto apenas en el primer encaramiento de aquella primera mujerzuela con la cual había tenido un encuentro inicial.
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