La Sobajera

El caminar por calles mugrientas era algo cotidiano en el aquel sector de mala muerte en la cual había sido criada e instruida para sobrevivir de la mejor o peor manera imaginable en aquel lugar, visitar el mercado para aprovechar la estupidez de los ricos o de sus sirvientes era habitual en este estilo de vida eran presas fáciles, llegue a la fachada de la Sobajera la cual seguía tal cual la había dejado hace días en ese lugar nada cambiaba excepto el hecho de que hubieran mas quebraduras en las paredes que eran reparadas cada cierto tiempo para que se mantuviera en pie, ingresé al local con tranquilidad me encontraba en mi casa por así decirlo el olor a alcohol y sexo impregnaba el aire ese lugar era la perdición de Roma y con gusto seguirá siéndolo gracias a los ingresos que se ganaban con facilidad por la ingesta de alcohol y el hambre primordial del placer y la lujuria el sexo era lo que mejor se vendía, algunas botellas en el piso rotas sonaban al desquebrajarse mientras pisaba los restos me dirigí al mesón en donde el barman me miro y me sirvió vino, tomé el vaso con tranquilidad y comencé a beber con lentitud todo seguiría igual aunque me fuera no cambiará nada con mi futura partida, el como sabía que podía ocurrir era gracias a Avaricia a pesar de vivir como parásito en mi cuerpo daba información cuando se le daba la gana a sabiendas que algún día tendrá mi cuerpo para ella sola.

Bebí el vino con parsimonia mientras veía a mi alrededor todo era igual borrachos, gente conversando otros fornicando, soldados bebiendo este lugar no cambiaba en nada era obvio que no quebraría ni cerraría por nada el ingreso de dinero era demasiado bueno y permitía a los trabajadores tener una vida más digna que las demás personas del distrito este lugar le había dado empleo a familias que estaban prácticamente al borde de la muerte y pronto tendría que expandir el negocio quizá comprar el negocio de al lado, romper la pared y unirlo a este para tener más mesas y habitaciones para los que vinieran a fornicar, dormir, beber o hacer vida social esto último era algo común entre los trabajadores y clientes, que se hicieran amigos o confidentes total quien le prestaría atención a alguien de los barrios bajos que fácilmente podía mentir, robar o emitir rumores solamente para conseguir dinero, aunque el silencio valía oro y con el se podía sacar mucho provecho con tal de no decir nada los senadores o soldados pagaban fuertes sumas de dinero o simplemente mandaban a matar a la peste que amenaza su vida pública con rumores que si bien podían ser ciertos o falsos, pero quien sabe la gente es muy susceptible a estos, hice un movimiento de manos para llamar a una de las meseras la cual se acercó y me miró temerosa, a la cual solamente le pedí algo de comer esta fue corriendo a la cocina y me trajo algo de carne y verduras, las comí con lentitud tenía hambre, pero no demasiada como para arrasar con el plato al terminar me levante y salí del local, todo estaba bien y no merecía mi atención por el momento.

El camino fue largo pero esta vez no tan aburrido como los anteriores recorridos. Alessa por fin podía distinguir una que otra persona. No eran conocidas para su retina azulada pero de igual manera era algo tranquilo estar en aquellas calles… donde alguna vez jugó hasta las nueve o diez de la noche con su hermana menor. Por un instante se quedó parada viendo hacia donde estaba una panadería que le trajea recuerdos un poco dolorosos.

Suspirando y cabizbaja se acobijó con más fuerza con aquella manta harapienta y continuó su camino rumbo a la Sobajera. Le traía malos recuerdos aquel establecimiento de quinta pero no podía repelar nada si deseaba ver por una última vez a su hermana menor. En cuanto más se adentraba a aquellas calles maltrechas y sucias más el hedor a cloaca combinada con alcohol se destacaba como aromatizante cotidiano. Al igual Alessa podía divisar uno que otra borracho tendido inconsciente en las banquetas y otros queriendo convencer a las rameras para que les diera un buen rato…

El pecado reencarnado con aquellas estampas mediocres recordaba el por que se había optado por huir de aquel lugar dejando atrás su pasado. Suspiros que se amenizaban con los pasos resonaste de las zapatillas metálicas de Alessa, eran lo único que se escuchaba en su alrededor. Pero todo aquello dejo de sonar cuando de la nada la muchacha de cabellera larga y azulada se daba cuenta que por fin estaba a un costado de la Sobajera.

Algo intranquila y un tanto nerviosa se dirigió a aquel sombrío lugar. Abriendo la puerta lo primero que le daba bienvenida era el olor rancio de la cerveza fría, después el asqueroso olor a sexo y uno que otro aroma de putrefacción como defecación. Aguantando las ganas de regurgitar la mujer se dirigió a una de las mesas bacías. El lugar estaba decadente de ambiente. Como cubierta totalmente estaba, nadie de las pirujas le reconocía. Sólo levanto la mano pidiendo una cerveza fría a al camarera esperando a que esta tomara su orden para que cuando se acercara preguntarle por Barbará.

La orden de Alessa no tardo demasiado tempo para ser atendida. A los pocos segundos de haber solicitado una cerveza una de las tantas camareras de aquel inundo lugar llegó. La mujer de cabellos azulados la reconocía a la perfección mas sin embargo aquella parecía que había borrado todo recuerdo de su persona. A la pecaminosa no le interesó aquello y fingió ser una completa extraña… como era debido.

El tarro de vidrio llegó escurriendo la espuma de aquella amarga y rancia bebida alcohólica. Alessa se cruzó de brazos y echó su cuerpo hacia atrás recargando su espalda en la sucia pared del edificio. Suspiró una que otra vez y simplemente se limitó al ver como la espuma perdía su grosor al paso de los minutos.

Parecía que Alessa y sus actitudes inapetentes había llamado la atención de varias mujeres que trabajaban ahí… o tal vez le habían por fin reconocido. De reojo podía divisar como se formaba una pequeña agrupación de como seis a ocho prostitutas que se susurraban entre si. A la mujer errante no le interesó en lo absoluto, estaba más intranquila esperando a que llegara la hora apropiada para así cuestiona del donde estaba su hermana menor.

Cuando lo vio oportuno tomó el tarro y se lo empinó bebiendo hasta la ultima gota aquella espantosa bebida, su rostro se encrespaba por el malestar generado sin embargo tras un suspiro aquello se apaciguo. Una vez más pedía a la camarera otra de aquellas famosas cervezas esperando a que esta rápidamente llegara a la meda.

El pedido llegó después de diez segundos pero antes de que la perra dejara aquel tarro sobre la chueca mesa Alessa se echaba hacia el frente tomando con fuerza la muñeca de ésa. La extraña se consterno al ver esa reacción por parte de la mujer de cabellos largos azulados, sin embargo Alessa hizo aquello más pacifico para que no tuviera miedo. Le solicito de manera humilde a que tomara asiento pues necesitaba de su ayuda para ubicar la situación de una persona. LA zorra accedió y de inmediato se sentó… por otra parte la pereza reencarnada se cruzó de piernas, suspiró y dijo en voz baja:

-Escucha esto… pon atención y sólo limítate a contestar lo que yo pregunte… ¿entendiste?

La mujer un poco aterrada movía positivamente la cabeza dando a entender que su respuesta era un sí.

-Perfecto… ¿Has visto a Barbará? ¿Vive aún? ¿O que sabes de ella?

-Nadie sabe de ella… simplemente desapareció… tememos de que esté muerta o…

Alessa alzaba la mano para así tapar su boca, suspirando aquella cerró sus ojos y cabizbaja dijo:

-Vale, sólo quería saber si la habías visto… vale gracias, dejo aquí las monedas, s la llegas a ver dile que Alessa paso a buscarla… Adiós

Dicho eso dejo unas cuantas monedas de plata y de inmediato salió de aquel edificio sucio. Su semblante era serio no mostraba que tan mal estaba con aquella posible verdad con respecto a su hermana menor. Mas no hizo un alboroto se limitó a caminar rápido para alejarse de ese lugar.