La Sobajera

por Bárbara Dom Ago 08, 2010 10:24 pm

Recuerdo del primer mensaje :

En una esquina que une dos calles, en medio de sucias y abandonas casas de Roma, al otro lado del rio Tiber en los distritos más pobres y decadentes del Imperio, hay un lugar famoso entre los hombres y odiado entre muchas mujeres, se encuentra el local más visitado, más próspero del Tiber, la teberna: La Sobajera

En nuestro negocio se puede beber, comer, pasar la noche, bañar y también hacer uso de los servicios de hermosas y dedicadas mujeres que le hacen olvidar días de lucha, días de penas, días de duelo, días de olvido, cada dicha y cada pena es solucionada entre besos, abrazos, comida, alcohol y sexo!!!

Bárbara y Aglaya, las dueñas y anfitrionas de La Sobajera les damos la bienvenida, por favor pasen, sientense y soliciten el servicio que requieran.

Tenemos un delicioso menú, con sabrosas bebidas, habitaciones cómodas, cálidos baños y preciosas mujeres, todo a los mejores precios del mercado, garantizando su satisfacción como clientes.

Pregunten por lo que no vean, aquí se les buscará!!!! (No nos hacemos resposable de NADAAAAAAAAAA xDDDDD)

La Sobajera el lugar de encuentro, el lugar de despechos, el negocio del hoy. el negocio del mañana

Alisten sus bolsas de monedas e inviertanlas con nosotras, Vengan!!! Vengan!!!! se sentirán como en casa, pero en la casa donde no los joden, ni critican y siempre se les escucha y lo mejor siempre les hacen reir.

Bienvenidos y que empiece la fiesta!!!!!!!!

por Sheznarda Dom Oct 10, 2010 4:07 pm

Sheznarda vio como su amigo se ponía de pie. E ver que estaba en condiciones de levantarse la hacía sentirse muy feliz de que no le hubiera pasado mayor cosa; de pronto la sobajera se volvió un sito muy aburrido y feo, incluso hasta para ella. Ya era de noche, sin embargo el calor que había traído el sol estaba volviéndola loca haciendo que se sintiera a punto de ahogarse.

-Qué bueno que no te ha pasado nada... Si te sientes mejor entonces nos iremos- dijo la ladrona dándole un abrazo muy preocupada y tomando su mano para guiarlo hasta la puerta, pero antes fue a la barra a terminar de pagar las cosas que habían consumido, ya que le parecía injusto que tras que ella había querido robarle el tuviera que pagar su consumo exagerado.

-Bueno ahora saldremos a un sitio donde podamos estar mejor Jabranth y si te sientes mal me dices que yo te ayudo. No sé que habría pasado si no hubiera tenido esos frascos- Dijo la joven mientras se acercaba a darle otro beso apasionado a Jabrant y se separaba del para abrir la puerta. No entendía porqué pero le gustaba demasiado ese hombre, era como una especie de droga que no salía de su sistema y quería quedarse más tiempo con el. Si era posible hasta el amanecer, y pensando esto la ladrona se llevó a Jabranth de la sobajera.

-Iremos al río, ese lugar es fresco y tiene una hermosa imagen.

por Artorius Lun Oct 11, 2010 2:26 pm

Mientras escuchaba las palabras de la joven, cada vez mas me sentía atontado. El viento que entraba por la ventana hacia sacudir los manteles de la mesa. Cada vez me sentía más mareado tal vez por la cantidad de copas que había tomado o solo por el ambiente, mi mirada baja se levanto para ver nuevamente a aquella joven de cabello rosado y ojos verdes como cristales saltarines, luego de haber escuchado la explicación de que su hermana había desaparecido y su padre había fallecido llego la hora de que ella me haga nuevamente una pregunta.

- Solo quería conocer la mejor Taberna de estos distritos, no tuve otra razón por la cual venir. Mis padres también fallecieron hace mucho tiempo, solo que mi padre fue el que mato a mi madre y luego se suicido... Pero bueno no te robare el tiempo contándote esa historia. -

Mi mirada bajo de nuevo y dibuje una sonrisa maliciosa entre mis labios, gran parte de mi cabello cubrió ambos de mis ojos. Deje de sonreír solo para mirar amablemente a la señorita. Poniendo algunas monedas en la mesa me levante y le dije a aquella dama.

- Disculpe pero ya se está volviendo tarde y a la Noche estos lugares son muy peligrosos, ¿Le gustaría que le acompañase a su casa?. -

por Alice Mar Oct 12, 2010 2:13 pm

Narro/Hablo/Pienso/

Una fuerte ráfaga de viento volaba las cosas y movió una especie de tela que colgaba de la ventana y alcancé a ver una hermosa luna llena que brillaba con todo su esplendor aunque aún no era de noche por completo. Luego escuche la respuesta de aquel joven y una pequeña parte de su historia q contaba la trágica muerte de su madre y su padre. Luego dijo que no quería robarme tiempo con su historia.

Yo lo miré y sonreí ese chico que apenas conocía ya comenzaba a agradarme, eso era raro en mi pues yo era un poco desconfiada y tardaba bastante en que me agrade una persona . El chico bajo su mirada e hizo una sonrisa pero era rara. Luego de verlo tomé un trago de mi copa y me metí en mis pensamientos.

¿que le sucederá a este muchacho?

Pues me parecía raro que un joven de apariencia adinerada estuviera por esos lugares tan mediocres, y su respuesta no me convencía mucho pues nadie quería conocer estos lugares, es mas la mayoría de la gente evitaba cruzar por ellos.

Luego el joven se levanto volvió a hablar y dijo que ya se volvía tarde que si yo quería que me acompañase a mi casa.

Yo lo miré mientra pensaba que decir y luego de unos momentos me decidí y hablé.

Si no es mucha molestia para usted

Dije como aceptando su propuesta, y me levante pera pararme junto él y dirigirnos hacia la salida.

por Manigoldo Sáb Oct 16, 2010 8:08 pm

Manigoldo abrió la puerta de la Sobajera y vio a su alrededor lo mismo de siempre, un antro de diversión y sexo. Su lugar favorito en el mundo. Las mesas estaban menos llenas que antes pero por algún motivo había el mismo ruido. Se movió entre las mesas mientras las jovencillas le sonreían pasar. Iba un tanto serio, pues no deseaba follar en ese momento, sino beber… estaba seco después de haber caminado medio roma para llegar al lugar.

Vio a Aglaya a lo lejos como siempre muy ocupada contando monedas… esa mujer habría vendido su alma al diablo por obtener más y más… lástima que no fuera una puta porque una mujer que siempre quiere más no habría sido nada de mala en ello. Se acercó a una mesa y le llevaron una copa de vino con pan, lo que se bebió rápidamente. Dejó salir un suspiro y sonrió, pues finalmente se sentía de vuelta en casa.

Miraba la copa mientras se iba vaciando, levantó una mano y pidio que le trajeran una botella. Una de las jóvenes se acercó a el y le llenó la copa dejando en su mesa el vino. Manigoldo le dio un nalgazo mientras se retiraba y siguió bebiendo para levantar su cabeza y observar quien se encontraba a su alrededor. No había gente nueva ahí pero eso era lo de menos.

- De vuelta tan pronto… - Escuchó que susurraban desde atrás. No necesitaba adivinar quien era.

- Esfúmate. – Dijo cortante, no tenía ánimos para lidiar con una puta que en su mente pensaba que era la novia de Manigoldo o algo así.

- ¿Comerás algo o solo estas calentando el asiento?

- En un rato más estaré calentando otras cosas así que muerde el polvo… - las cejas de Manigoldo estaban rectas y miraba hacia el costado de reojo. Realmente le irritaba cuando Bárbara se ponía posesiva con él y se hacía la tonta negando que fuera eso.

La mujer se retiró y Manigoldo se quedó bebiendo y mirando de reojo y sonriendo a una joven mujer al otro lado de la Sobajera que atendía las mesas. No sabía si era una puta o no, pero su sonrisa le pareció agradable.

por Aglaya Lun Oct 18, 2010 8:39 pm

El mercado comenzaba a quedar atrás con cada paso que dábamos, el atardecer en el horizonte con sus tonos naranjos y rojos se perdían a medida que pasaba el tiempo, la primera estrella de la noche se hacía presente en la bóveda celeste, tomé el brazo de Dagna, esta hora era la más peligrosa en los barrios bajos a cualquiera que se hallase débil o desprotegido era blanco fácil de los ladrones y violadores del lugar, lo sabía bien fui una ladrona en las noches en las que no había luna era fácil, pero requería entrenamiento para poder ver en la obscuridad absoluta o conocer demasiado bien el territorio, por suerte ella sabía ambas se hallaba armada y dispuesta a matar a quien osara hacerle algo a ella o a Dagna, las personas la conocían en aquel lugar sabían de su mal carácter a la hora que se enojaba, preferían no acercarse o mirarla si quiera por miedo.
- Ya estamos llegando, no te sueltes de mi brazo y no te alejes, si aprecias tu vida harás lo que te digo - dije seria mientras llegábamos a la entrada de la Sobajera, ingresamos al local y la presente con las demás meseras la cual la acogieron bien a pesar de ser nueva, tras esto me dirigí a ver si lo ordenado había sido cumplido cosa que fue tal como dije, luego me fui a contar las monedas y las cuantas que recupere en una buena faena en el mercado robando. Algo me sacó de mi conteo de monedas habitual el presentimiento de que alguien me miraba, vi en la dirección y resulto ser Manigoldo me acerque como buena anfitriona era un cliente frecuente que pagaba bien y no era como los señoritos de Roma que se creían lo mejor.
- Enserio tendré que comenzar a pensar que me extrañas mucho, como para venir siempre con tu habitual cara de muerto - dije altanera pero relajada me daba lo mismo, el era una rata como todos los que vivían en este sector.

por Manigoldo Mar Oct 19, 2010 12:46 am

- No me jodas Aglaya, tuve un día... no... una semana de mierda y no estoy de animo. - Respondió Manigoldo mientras se hundía en la copa de vino frente a él. Lo decía en serio. Estaba cansadisimo de aquel horrible viaje que había tomado junto a Archer por el mediterraneo, sin baños, sin comida caliente... sólo recordarlo hacía que sintiera nauseas una y otra vez. - De cualquier forma deja de pretender que te da igual que este aquí, debo ser el único en esta pocilga que te paga por adelantado todo lo que coje y consume. - Volvió a darle un sorbo a su copa de vino cuando sus ojos se desviaron en la nueva joven que estaba atendiendo las mesas, esbelta pero no flaca, piernas firmes, cintura y cadera adecuada, cabellera clara... todo un especimen de mujer - ¿Y quien es esa? ¿Nueva adquisición? Que bien que ocupas de forma inteligente el dinero que me sacas... - Manigoldo se puso de pie y estaba a punto de ir a hablar con esa joven, cuando de pronto, algo que tenía en su mente salió simplemente de su boca, poniendo una de sus manos en la cintura de Aglaya. - Oye Aglaya... ¿Hasta cuando vamos a seguir este coqueteo infructuoso? Bien sabes que podría pagar a cualquiera de tus trabajadoras pero la única que me interesa no esta a la venta... Por qué no pones fin a mi sufrimiento y me dices un precio por tu virtud. - Tenía que dejar el tema sobre la mesa o tajarlo finalmente. Bárbara ya no le llamaba la atención, se le estaban poniendo verde los dientes y con la edad se le caían los senos, sin mencionar que la mitad de los hombres de roma le habían dado por el culo, Aglaya por el otro lado era conocida por no dejar que los hombres se le acercaran mas de la cuenta y eso le atraía a Manigoldo, no porque fuera un reto, sino porque era la unica en todo ese local junto a la chica nueva que aun no se había follado.

por Aglaya Mar Oct 19, 2010 2:32 pm

Me le quede mirando mientras hablaba, sonreí ante lo referente al pago siempre había sido así desde que ingreso al ejército, traía lo que ganaba y pagaba por adelantado, pregunto sobre la nueva muchacha Dagna le mire seriamente.
- Nueva, pero no está a la venta es libre, solamente trabajará un año como lo he hecho con cada esclava que compro, ella decidirá si se queda o no, aunque todas se quedan a la larga por el dinero - dije despreocupadamente lo último había sido así desde hace un buen tiempo prefería las esclavas a que cualquier otra mujer, eran más agradecidas y leales, Manigoldo se había levantado dirigiéndose a Dagna, pero en vez de ello me tomó de la cintura y comenzó a hablar nuevamente, ahora respecto a mi persona sonreí de forma maliciosa ya se me hacía raro que nadie preguntara eso, aunque no preguntaban porque me temían, pero Manigoldo nunca me ha temido.
- Te recuerdo que mi precio es alto querido - dije en tono meloso mientras tocaba la punta de su nariz con un dedo y me acercaba a su cuerpo provocándolo - si puedes pagarlo seré toda tuya y de nadie más - le dije en el oído para luego darle un beso en el rostro y alejarme lentamente, me solté con delicadeza de su agarre, para sentarme en una silla y cruzarme de brazos provocando que mi pecho llamase la atención más de lo común - tu decides cariño - mis ojos brillaron de manera maliciosa y provocadora, mi virginidad y el precio por esta era conocida, pero nadie se atrevía a pagar aquel precio la mayoría senadores no lo haría por su reputación preferían una puta barata y usada a que pagar por algo más tentador.

por Manigoldo Mar Oct 19, 2010 7:22 pm

- Que desperdicio... - Dijo en un suspiro mirando a la nueva trabajadora de la Sobajera. La filosofia de Aglaya le parecía una soberana estupidez. Si el hubiese tenido esclavos se hubiese encargado que se murieran trabajando para él, pues por algo habían nacido como esclavos, pero no se podía esperar más de una mujer que tenía la misma sangre que esas esclavas, una simple extranjera que había llegado desde germania buscando prosperidad en vez de haber caido y muerto como el resto de su pueblo. Por lo mismo, era normal que la mujer les diera esa oportunidad a quienes trabajaban con ella, compartían sus origenes y más no el mismo destino, pues mientras las trabajadoras y esclavas de Aglaya lo hacian por necesidad, Aglaya lo hacía por avaricia. Y eso... era algo que desconcertaba a Manigoldo, que una persona como ella que de por si tenía suerte de ser libre quisiera más y más siempre, que no hiciera nada que no fuese por dinero o conveniencia. - Tengo más que claro cuanto vales, el porqué de ello se escapa a mi mente pues ni si quiera eres Romana. - Su humor desagradable e hiriente aparecía en forma de una sonrisa despectiva hacia ella. No le agradaban las mujeres que se daban más valor del que tenían, como la tal Lady... se tomaban demasiado en serio, aunque era innegable que Aglaya era la mujer más bella de esa pocilga, seguía siendo extranjera a sus ojos, pro lo cual, no valía lo mismo que una mujer romana. - Y sobre ser mía, sabes que no soy de comprometerme, de lo contrario no estaría aquí. - Tomó su vaso y volvió a sentarse indiferente y mirando en frente, esperando que algo ocurriera que lo sacara de aquel estado de inercia.

por Aglaya Miér Oct 20, 2010 12:25 pm

La respuesta no tardo en llegar respecto a Dagna, se me escapo una pequeña risa, nunca fui esclava gracias a los dioses porque mi familia se instalo en Roma antes de que atacaran el pueblo en donde vivíamos, pero había visto como eran tratados los esclavos algunos eran de mi pueblo otros de otras aldeas germanas, por eso los liberaba eran parte de la sangre germana solamente por eso y porque debía de agradecer lo que poseía gracias a ellos que trabajaban para mí, en parte detestaba a los romanos pero amaba el dinero que me daban la relación con Roma era meramente comercial para mí ya me había acostumbrado a vivir aquí no me iría a menos que hubiesen buenos motivos para eso. La voz de Manigoldo nuevamente entró por mis oídos, le escuche atenta cuando dijo lo referente a mi precio no pude más que lanzar una carcajada.
- La diferencia querido es que las romanas se entregan a cambio de matrimonio, y sabes que lo que menos me interesa es eso, me gusta mi libertad un marido es solamente un peso que no estoy dispuesta a aceptar en especial porque no me gusta que me manden - dije en tono relajado, era verdad no deseaba casarme ni tener hijos, pero si pasaba lo segundo habría que aceptar, pero no me casaría ni por dinero detestaba eso de Roma, el marido es quien mandaba, distribuía los bienes materiales y monetarios, no me gustaba esa idea, la voz del guerrero prosiguió le mire con un poco de interés, al parecer no era la única que pensaba así - Descuida no tienes porque comprometerte a nada, pareciera que no me conocieras - me levanté con cuidado de la silla y me dirigí a la barra dándole la espalda, mientras tomaba una botella que contenía vino añejado, me di la vuelta y lo deje en su mesa - un regalo por parte de la casa, si no lo quieres lo devuelves - mi tono de voz sonó sereno y relajado mientras habría la botella y me servía el vino.

por Manigoldo Jue Oct 21, 2010 12:48 am

- No hay necesidad de convencerme a mí de que el matrimonio es un asco. La mera idea de una mujer haciéndome espectáculos de que el dinero me lo gasto el alcohol y putas… ugh… ¿Hijos? ¿Me ves con hijos acaso? Aunque a lo mejor soy padre y ni lo sepa… ¿Tu me contarías si una de tus trabajadoras tuviera un hijo mío, no? ¿Me lo dirías Aglaya?

Un sudor frió recorrió su espalda por la sola idea de que hubiese dejado alguna vez en los últimos años embarazada a uno de esas mujeres y tuviera hijos recorriendo el mundo y ni si quiera lo supiera. Aunque

- No… si eso sucede soluciónalo a tu modo, nunca me lo digas.

Manigoldo se removió ese sentimiento de encima con un nuevo vaso de vino. Había bebido tanto que ya ni sentía el rostro. Estaba hace horas sentado ahí, dele que dele bebiendo y esperando a alguna señorita con quien hacer mucho más que conversar, pero por alguna razón ninguna se le acercaba ese día. Estaba seguro que algo tenía que ver de ello la puta loca de Bárbara, como le jodía la vida ese mujer… un par de cogidas y ya se creía su dueña. Pobre… Así que miró de arriba abajo a Aglaya y discutió consigo mismo si valdría la pena pagar su ridículo precio sobre las nubes para estar con una mujer que era primeriza.

– Mira Aglaya… la verdad del asunto es el siguiente. Me vas a cobrar una suma ridícula para follar contigo por primera vez, será tu primera vez, habrá sangre, lloriqueos, gritos, ni si quiera vas a gozarlo y me vas a joder la tarde mirándote llorar… no se porque a algunos hombres le excita la pureza y la virtud pero yo no soy uno de ellos. Si te follan y aprendes con el resto de tus trabajadoras los gajes del oficio te pagaría… pero por la misma suma puedo estar con 10 mujeres romanas más experimentadas que tú… ¿No hay por donde perderse no crees? – Manigoldo tomó la botella que le traía Aglaya y se sirvió de inmediato un vaso que bebió de un golpe. Era tan bruto que ni si quiera sabía disfrutar del buen vino con delicadeza y cada vez que bebía se ponía a hablar mas de la cuenta. – Si algún día te haces mujer y aprendes… y se comenta que haces que un hombre se agarre de las uñas a la pared… la cosa cambia… hasta entonces, prefiero este ridículo coqueteo pues se que nadie más se atreve si quiera a mirarte a los ojos… aunque no diría lo mismo de tus senos jejeje…

por Aglaya Jue Oct 21, 2010 1:11 pm

La voz de Manigoldo volvió a resonar en mis oídos, lo que decía del matrimonio me sacó una sonrisa, aunque fuese la verdad y la odiase, cuando dijo lo referente a hijos, no pude evitar una gran carcajada si supiera que las putas preferían abortar a que tener hijos y perder la figura, algunas los tienen pero los abandonan en las villas esperando un mejor destino que el que ellas tienen.

-Descuida las mismas putas se encargan de eso - dije mientras tomaba un breve trago de vino saboreándolo, se me hacía raro que no se acercaran las meseras o las putas provocando a Manigoldo, de seguro Bárbara les había dicho algo, sonreí maliciosamente parece que alguien tendría abstinencia un tiempo, la voz del soldado me sacó de mis pensamientos lo oí atenta. -Si hubiese llorado todas la veces que me torturaban los viejos del mercado por robar no estaría aquí - dije mientras quitaba parte de mi cabello de mi espalda mostrándole algunas cicatrices que no se veían porque siempre estaban cubiertas, la verdad es que había recibido latigazos en la espalda porque a pesar de ser una ladronzuela me tenían un poco de piedad por mis orígenes - Moriré virgen a este paso - tomé nuevamente el vaso y bebí el líquido carmesí, me reí ante lo dicho respecto a mis senos, era verdad nadie me miraba al rostro - Nadie pagará el precio y lo sabes, así que solamente será una pérdida de tiempo - volví a dejar mi cabello en mi espalda y pensé en algo que se había estado dando hace años, Manigoldo era el que más pagaba en el local desde que se abrió, tenía que ser justa - Aunque sin darte cuenta has pagado mi precio cariño - dije levantándome de la silla para buscar otra botella de vino y servirme otro vaso.

por Pandora1 Jue Oct 21, 2010 5:06 pm

Caminaba por las calles de Roma sin importarme que me vean con mi armadura fantasma y con mi gatito, y quizás, algunas almas que me seguían, quien sabe, pero tal vez no los vean, ya que las personas normales que no han despertado su cosmos no ven ese tipo de cosas. Pero era lo que menos me importaba, actuaba indiferente a la mirada de las personas que me veían con un gesto extraño como si fuera una loca. Ya estaba demasiado cansada y no tenía ganas de aguantar ese tipo de situaciones, que eran un tanto incómodas para mí.

caminaba por las calles desiertas de Roma, quizás era uno de esos distritos llenos de ineptos y pobres que no poseían muchos recursos económicos, yo había nacido para ser una sirvienta, pero en una lujosa villa en donde me trataban de la mejor forma y no conocía lo que era esa clase de pobreza. Pero sin más me adentré en las calles, caminando tranquila, sin saber donde estaba pero teniendo conciencia de que estaba ya en algún lugar de roma. Me dije a mi misma en mis pensamientos. -Quizás aquí haya un lugar donde descansar y tomar algo...- y no pasó mucho tiempo hasta que noté un edificio bastante grande que parecía muy frecuentado, aunque no estaba muy bien cuidado, por lo menos no por fuera, vi un cartel de madera algo gastado que de leía con dificultad "La Sobajera" decía en él. Me sonreí, pense que podía llegar a ser una taberna o algo de eso, no me agradaba rebajarme a entrar en ese tipo de lugares, pero mi cuerpo lo pedía, ya estaba muy cansada como para seguir. Entonces empujé la puerta con fuerza, lo que debió haber llamado la atención. Me adentré en el lugar, no había mucha gente, pero noté que había chicas con muy poca ropa y otras personas bebiendo y olvidándose de la vida, mientras se emborrachaban. Mi boca soltó un "JA" mientras me adelantaba para dirigirme a la barra y apoyarme en ella, mientras golpeaba con fuerza la madera, al mismo tiempo que el gato se subía a la silla que estaba allí y soltaba un fino maullido, yo dudaba que alguien pudiera verlo u oirlo, por lo que no le presté mucha atención, solo grité -¡Rápido necesito algo fuerte para beber! Estoy cansada y no quiero demoras...- Esperando a que alguien me atendiera mientras miraba a dos personas que estaban hablando allí, una bella mujer y un hombre de cabello alborotado y azul, solo los observaba, notaba algo extraño, un presentimiento, pero no le di importancia, aunque suspiré mientras permanecía parada esperando a que alguien atendiese mi pedido, no estaba de muy buen humor que digamos.

por Manigoldo Vie Oct 22, 2010 1:29 am

- No necesitaba saber tanto detalle del tema, que fineza la tuya de explicarlo de esa forma. – Dijo sarcástico cuando la mujer le menciono el futuro de los niños concebidos en ese lugar.

Aun así mientras bebía y dejaba que el humo del lugar lo rodeara, vio algo en los ojos de Aglaya, una fuerza interna que hasta entonces había estado ignorando. Puso cara de asco cuando le vio la espalda llena de cicatrices por latigazos.

- Vaya, con esas cicatrices es bien probable que si mueras virgen. – sacó la mirada del cuerpo de la muchacha pues observar su piel marcada le había dado un tanto de asco, un verdadero mata pasiones para él. Podía ser un bastardo pero también tenía sus estándares en cuanto a belleza. - ¿Quién pagaría tan caro por mercadería dañada? – Estaba ebrio y seguramente hablando todo lo que pensaba, algo que podría haber ofendido a Aglaya que hasta ahora estaba siendo mas amigable que se costumbre con él. El hombre asi así la miró a los ojos y le dijo. – Sólo ten en cuenta que si no quieres morir virgen te puedo hacer el favor, el coqueteo inútil me irrita.

Manigoldo le sonrió, podía ser muy desagradable pero nunca lo hacía con mala intención, era solo que se tomaba el mundo siempre como una broma. Cuando de pronto una sensación horrible lo invadió. Subió su mirada borrándose de inmediato su sonrisa del rostro… una mujer entraba al lugar cubierta en una extraña armadura. No fue la armadura lo que le llamó la atención, fue la energía alrededor de ella, era lo mismo que siempre lo acompañaba a él. ¿Estaría esa mujer viva? Era como si la muerte la siguiera y las almas se sintieran atraidas hacia ella. Un animal que nunca antes había visto la acompañaba, dejando más que claro que esa presencia no debió haber estado ahí.

Se paró de inmediato y caminó hacia la mujer, mirándola con bastante desconfianza. La veía por la espalda, su largo cabello negro que escondía parte de la armadura que portaba. No había nada agradable en ella, y la verdad… observarla le daba una sensación de escalofríos.

- ¿Qué haces aquí? – Le preguntó con altanería. – Deberías estar en el cementerio, donde descansan todos los muertos. Retirate del mundo de los vivos... ¿No es suficiente con que me jodan en cada lugar que voy, tambien me vienen a joder en la sobajera la unica alegría de mi vida? Dile a los dioses que me la pueden mamar, estoy harto de ver a los muertos y que me molesten donde quiera que voy.

por Pandora1 Vie Oct 22, 2010 7:35 am

Narración - Hablo - Pienso

Estaba tranquila esperando mi pedido, mientras miraba a la nada de pronto escuché una voz fuerte a mi lado que me hablaba, ese tono me molestó un poco, entonces miré a mi lado, estaba ese hombre que había visto antes, escuché atentamente todas las cosas que mencionaba, al parecer no era la única que podía ver a las almas de los muertos en este mundo. -mmm interesante. ¿Asique él también puede ver a los muertos?- Pensaba en mi mente. Entonces no pude evitar soltar una carcajada y contestar a lo dicho, entonces, tomé a mi pequeño gato y me senté en esa silla, mientras lo acariciaba y dirigía unas palabras hacia aquel hombre.

-¿De verdad crees eso?- Pregunte con una sonrisa en mi rostro -No estoy muerta, idiota- Dije meneando la cabeza de lado a lado unas cuantas veces -Y en cuanto a eso de ver a los muertos, te diré que no eres el único y deberías empezar a aceptarlo, porque si es así, tu destino está ligado a ellos.- Hice una pequeña pausa para tomar aire -Yo tengo el don de controlar la muerte, amigo, al principio pensaba igual que tú, odiaba el hecho de que las almas me persiguieran todo el tiempo... pero tuve que aceptarlo...-

Al instante, giré mi cabeza y noté que una mujer traía una botella de vino y una copa plateada y las apoyaba en la mesa. -Aquí tiene...- Me dijo con una voz suave, entonces le entregué unas cuantas monedas y tomé la botella y serví un poco de la bebida en la mencionada copa. Bebí un sorbo y volví a mirar a aquel hombre de cabellos azules, mientras soltaba a mi mascota, que comenzó a pasear muy cerca de ese hombre -Así que te sugiero que pienses bien lo que dices ¿De acuerdo?- Decía para luego beber un poco de vino -Asique te diría que empieces a hacerte amiguito de esos fantasmitas que ves...- Decía en un tono de broma pero al final agregué -...aunque ahora que lo pienso.. en un futuro podrías usarlos a tu beneficio... asique piénsalo...- Dije a lo último, no me interesaba demasiado explicarle todo lo que ocurría a aquel hombre que ni siquiera conocía, además parecía estar ebrio, asique seguí bebiendo del vino. Para esperar su reacción a mis palabras.

por Manigoldo Dom Oct 24, 2010 4:04 am

- ¿Me dices a mi idiota? – Preguntó Manigoldo levantando una ceja. – Perdón gran guerrera! Al menos no soy lo suficientemente ridículo como para andar con un gato que solo tu ves, y yo.

A pesar de que no escuchó la mayoría de las cosas que le dijo pues se estaba tratando de convencer a si mismo si esa mujer estaba realmente muerta o no, lo que si escuchó fue algo que lo dejó en silencio, algo que nunca había pasado en su vida.

Su destino estaba ligado al de los muertos.

La frase la repitió una y otra vez en su mente, pues no podía aceptar que un montón de almas lloriqueando fueran las encargadas de definir lo que iba a pasar con él.

- Te equivocas, mujer. Mi destino no lo definen las almas, yo defino el destino de ellas. – Con altanería mirándola desde arriba pues la mujer estaba sentada, le quitó la copa de sus manos y se la bebió de un golpe. No le importaban los modales para nada y esa mujer de mirada vacía no lo asustada. – Hay alguien que puede traer vida a los que han muerto… - Las palabras le salieron de la boca sin pensarlas, y hasta entonces no le había dado mucho vuelta al asunto. La pelirroja que había podido traer ese hombre agonizante a la vida y sanar sus heridas… ella era la única que podría alejarlo del destino de la muerte.

Si esa chica sabía combatir contra la muerte, podría ser la que sacara ese calvario de encima de Manigoldo para siempre y lo alejara del destino de morir joven.

- Gracias por el vino bonita. – Dijo Manigoldo dando un golpe con la copa y dejándola sobre la mesa, para darse la vuelta y salir de la Sobajera. Sabía que debía encontrar a la jovencilla pero no sabía donde la encontraría.

por Pandora1 Dom Oct 24, 2010 9:03 am

Narración - Pienso - Hablo

De pronto aquel hombre de cabellos alborotados contestó a mis palabras, al parecer se burlaba de mí, mientras que me llamaba tonta, insinuándole mientras hablaba de mi compañero animal.

-Ay dios, este tipo me pone un tanto nerviosa... si supieras que este gato puede serme útil en la guerra que se aproxima...- Pasaba por mi mente mientras escuchaba las ridículas palabras de ese hombre ebrio, aunque a decir verdad no prestaba tanta atención a ello, pues no estaba de acuerdo con ese palabrerío sin sentido. De pronto mencionó algo acerca de su destino y las almas. Mientras que sentí que mi copa de vino era arrebatada por la mano de ese hombre, lo miré sorprendida pero pronto cerré los ojos y sonreí. No dijo mucho, tan solo aquella ignorancia que veía en él me repugnaba como solo yo sabía. Tan pronto escuchar sus últimas palabras y sentí el golpe de la copa en la madera, y noté que se estaba alejando del local, para irse. Por lo que tome la botella de vino un casi llena y con todas mis fuerzas la arrojé hacia la salida donde estaba aquel joven, pero sin la intención de golpearlo, mientras exclamaba -¡Llévate mi botella también si quieres! ¡Deberías aprender un poco de modales!- Dije, resignada por su acción. La botella estalló contra el muro, haciéndose pedazos y manchando el suelo con el líquido escarlata de su interior. Estaba furiosa, por lo que mi cosmos se encendió un tanto más, por su puesto, no fue mi intención.

Luego de unos segundos me levanté de la silla, diciendo en voz baja. -Me marcho de aquí...- ntonces me dirigí hasta la salida de la Sobajera, pasando por al lado de este hombre, rozándolo con mi armadura, mientras mi pequeño compañero me seguía por detras.

por Aglaya Dom Oct 24, 2010 3:38 pm

Seguía bebiendo con tranquilidad hasta que entro una loca con armadura apestando a muerte y mandando como si fuese la dueña del local la miré seriamente no mes gustaba esa clase de gente prepotente que se creía dueño de todo, no hice caso a las palabras de Manigoldo me quede mirando fijamente a la joven que parecía muerta y apestaba a muerto allí recién me di cuenta que Manigoldo le estaba hablando, me estaba aburriendo así que me pare de la mesa y me dirigí a las meseras dándoles las orden que si volvía a llegar esa mujer no le sirvieran nada a menos que pidiera las cosas como se debe y no ordenando, las meseras asintieron y volviendo a su trabajo, ni los senadores más altaneros hacían lo que querían aquí por miedo a manchar su reputación aunque habían excepciones como el Senador Mauritius que se llevo a una muchacha que se estaba ofreciendo a su villa. El como sabía esas cosas era gracias a mis empleados los cuales me contaban todo lo que pasaba en el local, todo lo que pasaba podría servirme algún día y luego ya vería como sacar provecho a esa información, pero por ahora no me importaba, Manigoldo se retiro junto con la loca y con ellos el olor a muerto.
- Limpien el desastre que dejo la loca - se escucharon algunas carjadas cuando le di ese apelativo a la mujer de armadura, una de las meseras que enseguida limpió y recogió los trozos de vidrio, luego me dirigí a mi habitación para contar monedas como era habitual. Tras pasado unos minutos me puse una capucha y salí a caminar necesitaba aire fresco y no lo conseguiría en la taberna.

por Helena Miér Nov 03, 2010 11:37 am

La puerta se abrió de par en par dando paso a la belleza de la joven de cabellos rubios, quien sólo tenía un único fin de estar en ese lugar. Comprar una botella de vino para llevar de regalo al joven que tanto le gustaba, cada vez que veía que cumplía cada paso de su plan se sentía de mejor humor y podía también sentirse más cerca del hombre que tanto tiempo había observado desde lejos.

-Buenos días por favor deme esa botella de vino- Helena señaló una botella grande que estaba en un estante, luego de comprarla pagó las monedas necesarias y se sentó en una de las mesas para sacar sus pregaminos y repasar su plan, con el fin de determinar en qué momento del día iba a empezar a poner en marcha seriamente los pasos más importantes y determinantes de su plan.

-Mmmm si me quedo en este lugar no me alcanzará el día, ya que tengo que ir a recoger el arco que mandé a hacer para dárselo... Espero que no me diga que no le gusta- La joven hizo un puchero y luego de mirar hacia el techo decidió guardar todo otra vez y tomar la botella de vino para empezar a salir de la sobajera, sin embargo tenía la impresión de que algo le estaba faltando hacer, no determinaba bien qué era, así que decidió volver a sentarse para pensar con más detenimiento que era lo que estaba faltándole hacer en ese lugar, o en alguno de los sitios por los que había pasado sin tomarlos en cuenta.

-Cielos me falta tanto igual... Y siento que olvido algo, no quiero demorarme, pero seguro el estará ocupado también así que no importa qué tan temprano llegue- Helena pasó la mano por sus cabellos y tomando una tira blanca se hizo una trenza para que sus largos cabellos no fueran un estorbo en su andar, mientras seguía pensando que era lo que le faltaba realizar.

por Helena Jue Nov 04, 2010 12:37 pm

Mientras los minutos pasaban la joven hija del soldado empezaba a darse cuenta de que lo que estaba olvidando era comprar un par de cuerdas bien largas y fuertes, además de que no había llevado su morral para poder así llevar las cosas que necesitaba. Había salido con cosas realmente innecesarias, y las pocas que había llevado que podrían servirle tapoco eran lo más indicado para lo que estaba planeando hacer en esos momentos, cosa que tendría que reestructurar su plan, o dejarlo de una vez, y hacer lo que decía su madre acerca de conseguir un prometido; nada más horrible y absurdo para ella, puesto que no deseaba bajo ningún término carse con un hombre que apenas si conocía en una fiesta de esas aburridas y fura de todo tono en su vida.

Pensando esto y dándose cuenta de que si seguía así no iba a poder llegar a la noche, la joven mujer de cabellos rubios se puso de pie y llevando todas su cosas emprendió marcha hacia la puerta del local en donde estaba, no sin antes detenerse a la mitad del camino para tomar una moneda que estaba en el piso, y que por mucho que hubiera querido ignorarla le llamaba bastante la atención.

-Qué cosa más interesante, hoy será mi día de suerte, además de este dinero saldrá la compra de las cuerdas que encargué.- pensó mientras salía de la taberna tarareando una canción alegre en su cabeza, una de esas canciones que cantaba cuando iba camino al sitio donde entrenaba con su padre, y cuando el estaba obviamente vivo; estaba feliz y nada de lo que dijera su madre o la gente que la veía pasar iba a cambiar ese hecho puesto que el día de hoy iba a lograr ver a ese joven fuera como fuera, aunque le costara toda su fortuna, lo cual esperaba no llegara a suceder nunca porque sino su madre si la casaría para evitar que Helena cayera en desgracia una vez que muriera y la dejara sola.

por Aglaya Vie Nov 19, 2010 10:24 pm

Al llegar a la Sobajera algunos guardias que tenía contratados estaban sacando los últimos rezagados de la noche y la juerga, comenzaban a llegar las muchachas que servían durante el día a limpiar el desastre nocturno al parecer estuvo buena la venta de alcohol y se habían follado en varias ocasiones a las meretrices, algunas me miraron sonrientes sabían que recibirían una buena paga las muy putas gracias al límite impuesto en relación a sus sueldos si sobrepasaban el límite recibirían una buena bonificación, dirigí mi mirada al lugar ayude algo con el retiro de vasos y botellas, más la limpieza general no la hice no era mi responsabilidad si quería ayudaba o no total yo soy la dueña, me dirigí a la habitación en la cual le tenia prohibido a la mayoría el ingreso excepto por algunos cercanos allí esperé paciente a que me trajeran la recaudación de la noche, al llegar comencé a contar una por una hasta terminar las cuentas, me levanté con pesadez estirándome el sueño quería prevalecer y en este caso le haría caso, salí de la habitación no sin antes cerrarla con llave para dirigirme a una de las habitaciones ocultas del local allí me recosté en la mullida cama que me había costado un tanto de esfuerzo conseguir, me senté para proseguir a desnudarme con lentitud y cuidado con las prendas las cuales dejé encima de una silla, al estar completamente desnuda me metí entre las mantas para dormir.
Unas horas después se levanta con flojera y se dirige al pequeño baño privado en su habitación con cuidado se sumerge a la bañera que en comparación a las de los baños públicos era bastante pequeña, pero útil para una habitación al terminar se seca con una tela suave y procede a vestirse para luego salir de la Sobajera.

por Bárbara Vie Ene 07, 2011 5:29 pm

El dolor que sentía en mi cuerpo era inmenso, no sabía que había pasado, pero no podía moverme con facilidad Lentamente abrí mis ojos y con la gran pesadez de mi cuerpo poco a poco fui reincorporandome en aquella cama, llevando mi mano derecha a mi rostro y posteriormente a mis senos, repliqué:

- La puta que me parió!!! .... qué me pasó!!!?

El sol entraba brillante por la ventana que se encontraba a mi costado izquierdo, arrugando mi rostro por la intensa luz trataba de opacarla y así tener mejor visibilidad, eché un vistazo al lugar donde me encontraba, era el cuarto que siempre usaba, no había nadie más.

Como pude me levanté y mis cadenas cayeron abruptamente contra el piso, el sonido que produjeron hicieron erizar la piel y estremecer mi cuerpo, llevé ambas manos a mi cabeza y mis cabellos estaban completamente desordenados, me tambaleaba de un lado a otro, dando pequeños pasos me acerqué a la puerta, la entre abrí y no vi a nadie conocido, cerré la puerta y me apoyé sobre ésta. Cerré mis ojos y mi cuerpo comenzaba a deslizarse por la fuerte madera hasta caer sentada en el suelo.

Permanecí así un buen momento, pensando, tratando de recordar que había pasado, pero mis memorias eran nulas, nada completamente nada me veía a la mente, solo el nombre de Ameri una y otra vez me golpeaba como un recuerdo perdido.

Comencé a irritarme y subitamente me sentía llena de energía, mis cadenas comenzaron a levitar, y mi estado animico a mejorar, el dolor cedía pero los recuerdos seguían sin estar

Me levanté y el tono de mi voz era fuerte e imponente, gritando dije: - AGLAYAAAAAAAAAAA!!!!!!!

por Bárbara Lun Ene 17, 2011 3:47 pm

Me reincorporé poniendome frente a la puerta, tomé la perilla y de un halón la abrí, salí de aquel cuarto, Aglaya no daba signos de estar remotamente cerca, aunque mi cuerpo se sentía mejor y el dolor cedía con el tiempo, ni los recuerdos ni nada de las anteriores noches podía recordar, di un par de pasos y un fuerte mareo me hizo detener de manera abrupta, me tomé la cabeza con ambas manos y en ese momento comencé a escuchar voces que se acercaban, levanté la vista y eran un par de putas que venían riendose de algo cargando una tinaja cada una.

Arqueé mis cejas cuando se pusieron frente a mí, súbitamente mi estómago se revolvió y sin dar tiempo a esperas vomité, dejándoles aquel desperdicio sobre sus pies, una de ellas dejó caer el recipiente de barro y éste se rompió, la otra comenzó a vociferar un sin fin de insultos; terminé de recuperarme, me limpié la boca con mi mano derecha, el odio en mis ojos y el enojo que proyectaba mi rostro eran evidentes, permanecí en silencio un par de minutos, una de ellas lloraba y la otra seguía insultando, de pronto mi voz se hizo escuchar y con ella lo siguiente:

- A ver par de zorras... tú a quién insultas? .... señalando a la mujerzuela de la izquierda- ... por si se te olvida aquí tu jefa soy YO!!!! .... y tú qué!!! deja de llorar por una maldita vasija .... o lloras por el vómito que tienen tus pies .... en vez de quejarse .... LIMPIENLO!!!! y no se los estoy pidiendo, muevan sus culos y limpien esta porquería.

Las "damas" guardaron silencio y con enojo se dieron media vuelta para ir por lo que necesitaban para limpiar, las ganas de volver a vomitar volvieron y simplemente me las aguanté, necesitaba aire fresco y allí era un lugar donde simplemente no lo encontraría, casi tragandome lo que por poco expulsaba emprendí camino hacia la salida, las demás mujerzuelas se encontraban haciendo sus quehaceres, sin prestarles mucha atención y camino hacia la puerte esboce a buena voz:

- Voy a buscar a Aglaya, si regresa diganle que me espere

Llegando a la salida y saliendo del local.

por Aspros Miér Ene 26, 2011 6:27 pm

Caminando por los inmundos callejones llenos de pordioseros, vagabundos y niños abandonados por la estrella de la fortuna eventualmente entré a un distrito mucho mejor distribuido y construido (aunque el aire de pobreza e inferioridad no había cambiado ni un solo instante) con casas hechas con ladrillos de barro secados al sol, una estrategia de construcción mucho más eficiente que la de recaer en la confianza puesta sobre pedazos de madera que con el tiempo y unas cuantas lluvias, se destruían por el soplo de una simple brisa. Los espacios entre una edificación y la otra eran incluso más transitables pero como aspecto negativo, la sensación de trampa y encierro aumentaban…esos callejones parecían ser incluso más inmundos, insalubres y peligrosos que los del distrito anterior…una tarea loable, al menos en aquel triste aspecto.

De vez en cuando también podía ver ancianas caminando de un sitio a otro, con menudos mantos carcomidos por las polillas y que con movimientos torpes no lograban hacer que sus manos semejantes a las arañas se coordinaran para efectuar los movimientos apropiados y así evitar que sus pertenencias cayeran al sueño con ruidos molestos, acompañados claro por súplicas inútiles que iban cargadas con palabras semejantes a “ayuda” “por favor” y “disculpe”. Andando por la misma ruta descendente llegué hasta un edificio que sobresalía por los demás y esa era una casa con un letrero que rezaba “La Sobajera”. Inmediatamente caí en cuenta de la clase de antro que era aquel lugar…una trampa para tontos y vagos, estúpidos e inútiles. Seguramente las personas que llevaban el lugar serían la peor clase de basura humana que mi prodigioso cerebro pudiera imáginar…ja! Ni siquiera valía la pena considerar a semejantes lacras y manchas que recorrían el mismo suelo que lastimosamente pisaban mis pies. Con una última mirada desdeñosa remarqué con increíble crueldad:

La Sobajera? Menuda estupidez…deberían derribar este lugar junto a las cucarachas que la habitan…así le harían un favor al mundo, ja! comenté sin ánimos de ocultar el desprecio con el que iban cargadas mis palabras, tan solo retomando mi camino sin siquiera molestarme en regresar la mirada por si algún gusano curioso se hubiera molestado en buscar la fuente de tales frases que si bien pudieran llegar a ser hirientes, no me importaba ni lo más mínimo.

por Lady Mar Mar 01, 2011 8:03 am

Por fin llegaba a esa esquina tan conocido donde se encontraba esa vieja y sola edificación a la que algún día había asistido. Esa taberna en la cual lo único que se encuentra es alcohol y sexo, un lugar repleto de prostitutas y soldados borrachos. Ese lugar en el cual solía ahogar mis penas estando todo un día sola sin hacer nada, sentada en una mesa pensando en mi patética vida, perdiendo mi dignidad. Pero eso ya no me interesaba, no era la misma que antes, ahora era un Berseker y lo único que me importaba era la destrucción y no me importaba nada más.

Empujé la puerta de madera y me adentré en el lugar, era igual que antes, no había mucha gente pero el ambiente era igual de sofocante, había varias mujeres paseando por el lugar y también hombres, muchos estaban borrachos, sospechaba que ni siquiera estaban enterados de donde estaban. me sonreí al ver ese clima, antes no me agradaba para nada, me sentía incómoda pero ahora que mi parte malvada había despertado era mucho mejor para mí estar en lugares como ese y más si en medio se armaba una pelea o algo parecido, me agradaba esa idea.

Me dirigí directamente hacia la barra, apoyándome un poco encorvada en la madera, con mis manos sobre ella. volteé mi rostro y vi a una de las camareras volviendo con una bandeja vacía entonces decidí hablarle.

-Disculpa... ¿Me traes un wisky, por favor?- Dije con una voz suave obviamente actuando, no tenía deseos de armar problemas todavía con mi verdadero carácter, a eso lo guardaría para luego, y sí, no podía negar que tenía ganas de jugar con algún condenado y luego asesinarlo o hacerlo sufrir, era lo mío desde que me había convertido en un berseker, y esa taberna era el lugar indicado, no había otra cosa más que condenados perdidos en alcohol y vagancia.

-Si, enseguida, aguárdame un segundito ¿Si?- Dijo la mujer, yo asentí con la cabeza. Estaba distraída observando a los alrededores, fijando mi vista en cada uno de esos soldados y cada mujer que estaban paseando y sentados en algún sitio.

Pasaron unos minutos y por fin llegó la mujer dejando frente a mí un vaso con mi bebida. -Gracias ...- Dije tan solo. Tomé el vaso y bebí un poco, estaba pensativa sin prestar mucha atención a lo que pasaba a mi alrededor, tenía ganas de descansar y pensar en otra cosa que no sea mi estúpida vida. Pronto se aceró un tipo, y se paró a mi lado apoyándose en la barra mientras me miraba, giré mi rostro y lo vi, era extraño no parecía borracho, quizás recién había llegado. Tenía el cabello negro y los ojos de un verde oscuro.

-Hola preciosa ¿Quieres beber algo? , yo invito- Dijo el muchacho sin prestar mucha atención al vaso que estaba en frente de mi.

-Lo siento pero estoy tomando ¿Que no ves?- Dije en un tono de voz alto, así era como me gustaba tratar a las personas.

-Lo siento jaja... no te alteres, linda. ¿Quieres que te haga compañía un rato? Te veo muy sola...- Dijo, era obvio que trataba de seducirme, lo podía ver a simple vista, pero quizás esa sea la oportunidad perfecta para aprovecharme de él, y luego de jugar un rato lo haría sufrir y luego lo asesinaría, me gustaba la idea, por lo que mostré una siniestra sonrisa. Entonces dejé el vaso y me acerqué el muchacho. apoyando mis manos sobre sus hombros y acerqué mi rostro al suyo.

-Claro, me siento sola... pero... ¿que tal si nos sentamos allí?- Dije señalando una mesa que estaba al fondo, entonces pasé mi mano por detrás de su espalda y comencé a caminar guiándolo hacia esa mesa. No me importaba perder un poco de tiempo, ya lo había perdido toda mi vida, además hasta que no llegue el momento de reunirnos todos los berseker podía divertirme un rato, no tenía nada de malo y mucho menos si se trataba de un maldito condenado, él que pueda controlar a mi antojo y luego deshacerme de él como una maldita cucaracha.

por Lady Dom Mar 06, 2011 3:32 pm

Caminaba junto a aquel joven, pensando en muchas cosas pero en especial en aquel destino que me había tocado, sentía la terrible necesidad de causar caos, de alimentarme del alma de los condenados que vagaban por el mundo mortal, eso me excitaba, me hacía sentir bien, me hacía estar orgullosa de lo que me había tocado, y sentía que la armadura de Tafariel no estaba muy lejos de mi presencia, faltaba muy poco para obtenerla pero no estaba en aquella taberna, sino en un lugar muy cercano, primero debía buscarla para así comenzar con mi principal misión de encontrar a Ares, pero eso no era lo que en este momento importaba.

Me detuvo frente al muchacho y me acerqué demasiado a él, pegándome a su cuerpo, tomando total contacto con él, mientras pasaba mis manos por detrás de su cuello. Por lo que vi en su rostro el chico se sorprendió. Eso no me importó en lo más mínimo, lo único que planeaba hacer era seducir al chico y controlarlo, solo jugar con él para así apoderarme de su alma, hacerlo sufrir y finalmente acabar con su vida. Enseguida de eso acerqué mi rostro al suyo y sin más lo besé apasionadamente, jugueteando con mi lengua en su boca. El muchacho no se quedó atrás, me correspondió a la acción mientras movía sus manos apoyándolas en mi cintura. Luego de un tiempo separé mis labios de los suyos pero permanecí en la misma posición igualmente con mi rostro muy cerca del suyo.

-Es una bella noche para divertirse ¿no te parece?- Dije con una voz suave y firme.

-Ya lo creo... ¿Que dices si vamos a un lugar más... privado?- Comentó el muchacho interesado en mí.

-De acuerdo...- Dije y volteé un poco mi rostro para mirar alrededor -...aquí me siento un poco incómoda...- Dije luego y volví a mirar al joven, me acerqué y lo besé nuevamente, un beso apasionado como la vez anterior. Quería llevarlo a un lugar solitario donde nadie pueda vernos ni notar nuestra presencia para así poder jugar con él un buen rato, para luego torturarlo y quitarle su miserable vida con los poderes otorgados por mi dios para así luego obtener mi preciada armadura Tafariel.

Entonces comencé a caminar hacia la puerta de entrada, mientras que el chico quitaba una botella de alcohol de la mesa y se acercaba a mí, tomándome con una mano por la cintura guiándome desde atrás. No podía creer que algúna vez estuve tan enamorada de un maldito caballero dorado, no podía dejar de pensar en él, sin embargo mi personalidad hacía cambiado por completo desde que desperté como Berseker, y ahora lo que más me divertía era jugar con las personas hasta el cansancio para luego deshacerme de ellos de la forma más cruel.

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