Baños del Palacio

por Verenice Jue Ago 12, 2010 4:23 pm

Baños privados destinado al uso exclusivo de los hijos del Emperador, como por parte de él mismo y su reina.

Una gran habitación, con pequeñas y espaciosas piletas cada una asignada y acondicionada para las necesidades de cada uno de los miembros de la realeza de Roma, donde sus propios sirvientes sirven y se encargan de los baños de sus amos.

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Habíamos dejado las calles del mercado, la noche había caído y era momento de regresar. La marcha hacía el Palacio del Cesar iba a hacer larga y un tanto agotadora, él iba adelante y yo atrás siguiéndole los pasos, hacía frío pero no me quejaría de ello, el tiempo pasaba y más sentía el cansancio en mis piernas y espalda, aunque a decir verdad era un agotamiento general en cada fibra de mi cuerpo.

Las horas pasaban, atravesamos toda la ciudad, el mercado al igual que los barrios que rodeaban el rio quedaban atrás, a lo lejos se podían vislumbrar imponentes estructuras a las afueras de Roma.

Caminamos un poco más, mis piernas se mostraban un poco más pesadas, de pronto él se detuvo en una gran entrada, dos guardias en el portón de piedra y otros dando rondas, asumí debido a su acción y la cantidad de soldados que finalmente habiamos llegado finalmente al Palacio, él se quedó mirando a detalle su casa, observando si habían o no cambios, permanecía en silencio pero siempre atento, por mi parte, debía empezar mis labores como parte de su servidumbre personal por lo cual me adelante abandonándolo en su propio terreno, sabía que sería casi imposible que requiriera mis servicios en esos momentos, unas cuadras más, corta por fortuna de los dioses había una gran puerta imponente y lujosa, se podía asumir que era la entrada principal, la miré detalladamente estudiando la cantidad de soldados que siempre permanecían allí, tres a lo sumo 4 se ubicaban en ese momento de la noche. Seguí mi camino y detrás de unos jardínes en una sendero, había una entrada que parecía ser la del servicio, ingresé por ella, avancé un corto pasillo, giré a mi izquierda y encontré lo que parecía ser la cocina y un comedor social de la servidumbre, habían unos cuantos criados ahí sentados comiendo al parecer, detuvieron sus acciones y me miraron detalladamente, sin decir nada ingresé, me acerqué a una anciana que parecía encargarse de aquella habitación, en tono frío sin ser grocero expresé:

- El joven Octavius llegó, con quién coordino su baño?

La señora se me quedó mirando, preguntándose quién era yo, sin prestarle mucho atención a su expresión,reiteré nuevamente: - Y?..... con quién debo hablar para organizar el baño de mi señor?

La señora un tanto sorprendida o tal vez un tanto asustada, me señaló una chicas que se encontraban calentando agua. Dejé de mirarla y al momento de desviar la mirada vi dos pequeños cuchillos, los tomé y me retiré de la presencia de la cocinera, dirigiéndome a la jovencitas y solicitando sus servicios para el agua del baño de Octavius, él no me lo había pedido pero sabía muy bien que él estaría tan agotado o más que yo. Las chicas comenzaron con sus deberes, sabía que tardaría un momento para tener el agua lista, salí de la cocina, volviendo al patio, la luna iluminaba con intensidad dediqué una mirada a la luna, al cabo de unos segundos bajé la mirada y el olor de las rosas se levantó en el ambiente momento en que una suave brisa se generaba en aquel patio, mis cabellos rojos al igual que mis vestiduras se agitaban, giré mi cabeza a la izquierda donde era la dirección de aquel viento y un gran jardín de rosas estaba allí, caminé en aquella dirección tomé los dos cuchillos empuñádolos bien, frente a las flores y en dos ágiles moviemientos tan imperceptibles para cualquier ojo humano, y tan perfectos para los ojos de un guerrero, corté una cuantas flores tomandolas entre mis brazos en el momento en que guardé ambos cuchillos en la parte trasera del cinto que llevaba puesto.

Con las flores en los brazos, alguna que otra espina lastimando, entré nuevamente a la cocina, las chicas tenía todo listo, miré en todo el lugar, buscando los recipientes, ollas y vasijas propias de una cocina, entre plato y plato y caserola y caserola pude ver un mortero, me acerqué al mezón, escaneaba los frascos buscando un aceite de frutas, no podía indentificarlo y volviendo a incomodar a la señora, dije: - El aceite de frutas o algo que se le parezca la señora señaló a mi izquierda un pequeño frasco semitransparente, lo abrí y para fortuna mia no olía a nada, lo probé y tampoco tenía una sabor característico, deposité un poco de aquel líquido dentro del mortero y desflorando algunas rosas, eché los pétalos para mezclarlos y fucionarlos. Eché una mirada y todos me observaban sospechosamente, la última chica de las tres disponibles salía de allí cargando la jarra de agua caliente, dediqué una mirada de desprecio a los presente y sali de allí también siguiéndola ahora mismo era una "intrusa" en ese lugar y no sabía donde quedaban las habitaciones principales del Palacio, además no estaba interesada en tener un encuentro innnecesario con la Emperatriz, por lo menos no por ahora.

Subimos una escaleras que tenían una cierta tendencia a espiral, un gran pasillo que a mitad de camino se dividía en dos, uno a la derecha y otro a la izquierda, las chicas tomaron la derecha y las seguí, cada pasillo, cada puerta custodiada por guardias, pasamos por una puerta que particularmente no tenia custodia, me quedé mirándola y la chica que iba adelante de mi sonriendo y amablemente dijo: - Esta es la antigua habitación del joven Octavius ..... hasta que él desapa..... se calló al instante, parecía que era un tema del que no se hablaba mucho o se les tenía prohibido hablar.

Finalmente habíamos llegado al final del pasillo, una gran entrada sin puerta alguna, al entrar se podia ver pequeños baños debidamente organizados y dispuestos, había uno que se mostraban un tanto abandonado comparado con los demás pero de igual manera prolijo y bien arreglado, parecía ser que hacía mucho tiempo no se usaba, las jovencitas dejaban caer el agua, calentando la fría que se encontraba allí, el humo y el vapor comenzaban a asomarse, me acerqué a la pileta, dejé en un costado el mortero, dejar macerar un poco la mezcla, introduje mi mano y noté la temperatura, estaba perfecta un poco más caliente de lo normal pero eso me daría tiempo de ir por Octavius e informarle sobre su baño, tomé algunas rosas y las lancé al agua, parecía el baño de una mujer pero bien sabía que las rosas tienen un efecto relajante y tranquilizador en el momento en que se usen para un baño caliente.

Las chicas observaban mis acciones, con sus jarras en los brazos, asintieron y se retiraron nuevamente, salí con ellas regresándome por el mismo camino, en el mismo pasillo en el cual se encontraba Octavius frente a la gran puerta que conducía hacia su habitación, se mostraba pensativo, perdido entre imagenes del pasado, apoyó sus manos en la gruesa madera, medio abrió las puertas en el momento en que esbocé:

- He preparado un baño para ti, cuando estés listo me avisas para acompañarte

Poniéndome justo a su lado izquierdo, esperando por una respuesta de su parte

por Octavius Vie Ago 13, 2010 6:33 pm

Vamos entonces… dijo Octavius, después de haberse quedado un rato pensativo justamente al frente de las puertas del que fuera en un distante pasado su habitación. Curiosamente al entrar, notó como todo había sido dejado exactamente como la última vez que la recordaba…al menos, todo era igual a los pocos detalles que todavía no se le habían escapado a su cerebro mientras intentaba rememorar alguno que otro momento que hubiera gastado en aquel enorme y de cierta forma, desolado cuarto.

Era curioso como apenas había conocido a esa mujer de color y esta ya sabía con exactitud que era lo que quería, era casi como “telepatía”…o sería que simplemente, ella pensaba en lo mismo cuando llegaron a palacio. En lo particular, Octavius quería irse directamente al agua, pero primero tenía que dejar unas cuantas cosas en su habitación, por lo cual tan solo empezó a quitarse la armadura, dejando tan solo la desgastada y vieja ropa que llevaba debajo de esta mientras lanzaba las placas de metal al suelo sin ningún miramiento. Luego de eso se acercó al extremo derecho de la habitación, tan solo viendo con detalle todo lo que había en esta…si, si bien había sido todo un problema el asunto de su desaparición, al parecer alguien parecía haber mantenido las esperanzas de que siguiera con vida, dado que el lugar se había conservado en perfecto estado, con seguridad las órdenes habrían sido las de limpiar una vez a la semana, o algo parecido a eso. Después de cavilar sobre eso un poco, Octavius simplemente se volvió e inició la marcha hacia la habitación del baño con paso seguro, pisando fuerte y llevando con el su espada, puesto que había algo en esa arma que le impedía separarse, casi como una fuerza invisible e inexorable se lo imposibilitara, así que tan solo continuó con el arma enfundada en mano y entró en el cuarto al fondo del pasillo.

Lo primero que pasó por la mente del heredero al trono era que le habían preparado el baño a una mujer, pero de cierta forma intuyó que aquello serviría a que se relajara un poco más y su suposición había sido fácilmente corroborada por la fragancia que se elevaba del agua, embriagando sus sentidos poco a poco, por lo cual…simplemente terminó de desvestirse, lanzando la última prenda de ropa que cubría desde su ombligo hasta las rodillas para introducirse con tres pasos fugaces y sentarse lentamente, sintiendo como el fresco y perfumado líquido empezaba a hacer efecto sobre su cuerpo y mente…en aquellos instantes, tan solo resopló por lo bajo y dejó que el agua hiciera su trabajo…

por Verenice Vie Ago 13, 2010 8:38 pm

Permanecí inmóvil junto a la puerta, esperando una respuesta que no tardó en llegar, asentí ante sus palabras, él ingresó a su cuarto y yo aguardé afuera esperando su salida para escoltarlo a su baño. No tardo y lo seguí, cargaba su espada, me resultó curioso que aún a un simple baño, suspiré todo indicaba que no confiaba en lo más mínimo aunque el sentimiento era recíproco pero ya no estaba tan segura de ello, algo había en él que me permitía creer en sus palabras.

Ingresó dentro de la pileta, descansando su cuerpo en una de las escalinatas, cerró sus ojos extendiendo sus brazos a los lados, mientras una de sus manos asía su gran arma.

El perfume de las rosas poseía todo el ambiente, mis pulmones estaban embriagados con aquel aroma. Él permanecía tranquilo, miré a mi alrededor en busca de una vasija, una pequeña jarra se encontraba en el baño de al lado, la tomé solo la usaría por unos minutos, llevé la vasija llenándola de agua y la vacié sobre su cabeza, haciendo que toda la parte superior tambien disfrutara del baño. Dos jarras más caían sobre él, luego aún con ese vestido blanco y largo me introduje dentro de la pequeña piscina ahora en mis manos aquella mezcla de aceite y los pétalos de rosas, deposité un poco en su torso desnudo del mismo modo que en su espalda, salí de la alberca y masajeaba fuertemente su espalda, relajando todos sus músculos de aquella zona, subía y bajaba mis manos, cubierdo la extensión de su gran espalda, volví a ingresar a la pileta y me ubicaba frente a él, mis manos se posaron en su pecho y masajearon con cierta dureza sus pectorales, extendí el masaje a sus brazos. Me desplacé un poco más hacia el centro de la alberca y me introduje completamente dentro de ella, bañando mi mojando mi vestido, cabello y cuerpo, tomé sus piernas y del mismo modo que había hecho con el resto de su cuerpo, las masajeé con más dedicación, si él se sentía como sentía en esos momentos mis piernas debía dolerle hasta el punto de no sentirlas, además aprovechaba aquella situación para relajar mi propio cuerpo en esas cálidas aguas, mientras atendía a Octavius movía los dedos de mi pies, me empinaba una y otra vez para masajear de esa manera mi propio cuerpo.

El tiempo transcurría dejando que mis manos atendieran su cuerpo, devolviéndole la vitalidad y la fuerza propia de sus músculos, salí nuevamente y me ubiqué detrás de él, sentada masajeando una vez más su cuello y hombros, tomé la jarra y volvía a descargar sobre él aquellas aguas, él seguía empuñando su arma, la miré con detenimiento mientras mis manos seguían en sus actividades dije:

- Tanta es tu desconfianza que tenías que traer tu arma

Dije mientras tomaba sus cabellos y los limpiaba con delicadeza; no esperaba una respuesta de su parte, seguí con mis labores, noté que sus cabellos estaba algo largos, con una de mis manos llevandola haciala parte trasera de mi cintura y tomé uno de los pequeños cuchillos, sosteniéndolo con maestría expresé:

- Deseas que te corte el cabello?

Sosteniendo un gran mechon de su cabellera, esperando una negativa o una afirmación de su parte.

por Octavius Lun Ago 16, 2010 6:40 pm

No es desconfianza…es que simplemente hay algo en esta cosa que impide que me separe de ella… Comentó Octavius con los ojos cerrados, tan solo disfrutando el masaje que Verenice se encontraba dándole en aquellos momentos. El cansancio había dado lugar al relajo puesto que tenía ya algunos años sin tomar un baño tan decente, en forma literal. Los brazos y los hombros se encontraban en perfecta forma justo después de que la pelirroja hubiera hecho su trabajo en un inicio, tomando algo de tiempo en comparación a las piernas, que estaban bastante agarrotadas…el heredero supuso que había sido por tantas caminatas, corridas y huidas a través de los 13 años en los cuales se había tenido que esconder o escapar de las hordas de los enemigos que pasaban regularmente por el pie de las montañas que usaba como locación principal, teniendo que cambiarlas constantemente para poder sobrevivir. Además...se trata de un tesoro con más valor del que alguna vez podrás admirar en tu vida, la antigüedad y exquisitez del metal que ves y que yo por mi lado puedo tocar está más allá de la imaginación del hombre común…se podría decir incluso que es casi divino…aunque de seguro que me dirás que es tan solo supersticiones de un lunático, o algo así…

Ya Verenice había terminado con las piernas, dejándolas un poco mejores pero no completamente recobradas, lo único que en ese caso podía hacerse era el descansar un buen rato en una cama cómoda, un día como mínimo…

Mmm...si puedes, ordena que preparen mi cama, necesito tomar un largo descanso…ya después de eso, estaré completamente listo para lo que se viene después y creo que tu y yo tenemos un asunto pendiente que discutir…la Emperatriz, no es cierto? Murmuró Octavius, abriendo un solo ojo e inclinando la cabeza para observar a la pelirroja, quien volvía a posarse sobre el mientras levantaba un cuchillo y ofrecía un corte de pelo…eso hizo que el hombre considerara que desde que se había quedado varado en tierras bárbaras, su imagen había sufrido ciertos cambios puesto que nunca se había preocupado en lo más mínimo para mantenerla…y si no se equivocaba, su cabello llegaría hasta media espalda…Adelante…tampoco puedo presentarme de manera tan poco digna a los senadores, después de todo se acerca el momento de poner en marcha la purga…se podría decir que este es un primer paso, así que…adelante…

por Verenice Lun Ago 16, 2010 9:44 pm

Octavius no se iba con rodeos, por un momento pensé que mis respuestas dadas en aquel tejado lo habían dejado tranquilo o por lo menos, menos apresurado, pero que equivocada estaba, él se disponía a obtener de mi cualquier, más bien toda la información que pudiera suministrar con respecto a la Emperatriz Diva o cualquier indicio sobre sus sospechas.

Se echó hacía atrás, dedicandome una peculiar mirada, no me percate dado que por esos instantes mis pensamientos parecían nulos, solo me limitaba a acariciar los grandes mechones de su cabellera, mientras con el pequeño cuchillo que sostenía los cortaba poco a poco, no sabía si fiarme de él y sus supuestas palabras de honor o simplemente seguir guardando silencio hasta el momento oportuno.

Seguía cortando su cabello, él hablaba y yo lo escuchaba, le entendía lo que decía pero mis pensamientos seguían siendo vacíos.

- Zaaaaaaz, zaaaaaz eran los sonidos que una y otra vez se producían en aquel silencio mientras cortaba su gran melena y le hacía un corte más a ras, los cabellos caían sobre mis muslos mientras minuto a minuto terminaba aquel corte de cabello, pulía por allí y por allá dejándolo impecable. Sin darme cuenta ya había terminado, recogí sus cabellos haciendo un pequeño monticulo de ellos, tenía unas pequeñas ebras de aquel cabello negro un tanto largas sin recortar cerca de su oreja derecha, las tomé con la intención de cortarlas pero recordé que en mi tribu había un pequeño ritual de bendición y buena fortuna de los Dioses: la mujeres primogenitas podían bendecir con sus cabellos a los guerreros; corté un poco de mi propio cabello rojo y lo enredé, trenzándolo con el suyo, no era muy largo, aquella unión de cabellos llegaba un par de centímetros abajo de su nuca. Me levanté recogiendo todo lo sobrante para deshacerme de ello, volví el cuchillo a su lugar y lo miré una vez más, posiblemente se desharía de aquella trencilla en un par de minutos, al fin y al cabo no era él un guerrero de mi tribu y no tenía porque creer en mis propias creencias.

Sin decir nada salí de aquel cuarto, ahora mismo no conocía a nadie para delegarle la función de adecuar la cama del hijo del Emperador, además de suponer que nadie solo aquellos que tuvieron la "fortuna" de encontrarse conmigo sabían de la presencia del hijo mayor del Emperador en el Palacio. Estaba con las manos completamente ocupadas y llenas, sería un lío dejar aquellos cabellos y demás desechos del baño por ahí, tomé nuevamente uno de los cuchillos y rasgué la parte baja de mi vestido, dejándolo más corto, tomé aquel pedazo de tela y envolví todo aquello, lo mejor que podría hacer era quemarlo, bien sabía yo lo que la magia podía hacer si obtuviesen los cabellos de Octavius.

Caminé por ese gran pasillo, me detuve frente a su habitación y con fuerza abrí aquellas puertas, ingresé y al poco tiempo noté la armadura que con antelación traía puesta se encontraba dispersa en el suelo, la levanté acomodándola en una silla que se encontraba en la habitación, el cuarto estaba impecable, parecía que día tras día se acondicionaba para su uso así nadie posteriormente lo hiciese, me acerqué a la gran cama, removí las delicadas y suaves sábanas, no era nada raro para mi aquellas acciones dado que en la Villa de Máximo se me asignaron más de una vez, acondicioné las almohadas, encendí una pequeña lámpara, tomé una jarrita de agua, bebí un poco, depositanto algo de aquel líquido en mi mano, quería saber que tan reciente estaba y era agua fresca, dejé la jarrita sobre la mesilla, busqué dos toallas o dos grandes telas para secarse, dejé una sobre la cama y la otra la tomé para llevarsela a Octavius.

Salí de la habitación, cerrando detrás de mi aquellas imponentes puertas, cargando la toalla y la "almohada" de desperdicios que debía quemar.

Regresé al cuarto de baño, dejando a un lado la toalla, tomé la jarra y dos descargas del agua que estaba algo fría deje caer sobre cabeza y pecho de Octavius, retirando cualquier vello o cabello y claro alguna que otra suciedad de su cuerpo, me senté a su lado y le ofrecí la tela, mientras lo hacía esbocé:

- Ya he preparado tu cuarto.

Me levanté en el momento en que tomó aquella tela para secar su cuerpo y esperando a un lado, habiendo recogido instantes atrás lo que debía eliminar, pensando como evadiría un posible y pronto cuestionamiento de su parte, era un tema que me estaba resultando bastante dificil de manejar, pero debía encontrar la manera de que aquella información no me causará la muerte y por lo menos me diera el tiempo necesario para poder conseguir mi libertad y largarme de ese Palacio, de esa ciudad, de la vida de él, de la vida de Diva y la de cualquier infame Romano.

por Octavius Vie Ago 20, 2010 12:31 pm

Estoy empezando a apreciar esa tendencia tuya de evitar por lo grande preguntas en extremo simples…puede que eso mismo sea de ayuda en un futuro Comentó Octavius, mientras daba varios pasos hacia delante con aquella sábana que estaba usando para secarse con gran paciencia, siendo deliberadamente lento para analizar el actuar de Verenice con detalle… evidentemente, sabía algo importante que no quería soltar bajo ningún motivo, seguro estimando como decirlo apropiadamente para quedar ella misma libre de cualquier cosa incriminatoria, un objetivo que de seguro muchos informantes compartían por igual y era algo que no se podía considerar como incorrecto en cualquier caso, dado que si tienes información importante…para qué perder la cabeza por eso? No había motivo alguno en realidad, y eso era lo que la mujer de cabellos rojos pretendía lograr en esos mismos momentos…ya un hombre como Octavius había visto suficiente de eso como para no darse cuenta casi al instante de una táctica tan clásica en el arte de la información y (obviamente) de la desinformación.

Tan solo dime algo…la información que tienes…es algo que incluya a la Emperatriz y a alguien mas confabulados? Si vas a responder, hazlo con un asentimiento para afirmar o con una sacudida para negar…sin palabra alguna fue la indicación del enorme hombre, mirando fijamente a la esclava que había conseguido hace poco sin despegar su vista ni un solo instante, casi sin parpadear siquiera Además…también quiero que reúnas información durante los siguientes 3 días, todo lo que puedas recabar concerniente a la emperatriz, sus ayudantes y sobre todas las personas que directamente tengan que ver con lo que sabes…para el final de ese plazo quiero que me informes con detalle y pruebas (en caso de conseguirlas) de todo lo que sepas…y te diré una última cosa…no admitiré errores de ningún tipo, y si algo he aprendido durante estos últimos años, es que existen peores torturas que la muerte o el exilio, me he hecho lo suficientemente claro? Si es así, contesta de la misma manera que te he indicado anteriormente finalizó Octavius, sin dejar de clavar sus ojos en la pelirroja, a la espera de sus respuestas con el semblante estoico y sin expresión alguna.

por Verenice Vie Ago 20, 2010 1:22 pm

Permanecí de pie, pensando en como manejaría la situación en un eventual y próximo interrogatorio por su parte, estuve inmutable escuchando una a una sus palabras, levanté rápidamente la vista en el momento en que descubría por completo mis pensamientos, mi rostro completamente inexpresivo, procesando cada una de sus palabras. Me sorprendió que aquel hombre tuviese la capacidad de leerme con tanta facilidad, pocos por no decir ninguno sabrían a ciencia cierta que pasaba por mi mente.

Resultaba interesante que los planteamientos que él mismo hacía eran los mismos que tiempo atrás yo ya me había hecho. Casi pude sonreír en el momento en que él me decía que asintiera o negará con la cabeza, para mi no era problema el decirle directamente lo que tenía conocimiento de causa, lo que quería era tener un beneficio de ello y que mejor beneficio que mi propia libertad y salir finalmente y para siempre de aquellas malditas tierras

Él terminó de hablar, sacudí mis manos se notaba que el cansancio estaba ya mostrando señales en ellas, abrí y cerré mis dedos un par de veces, mirándolo a sus ojos expresé:

- No hay necesidad de que tenga que comportarme como un perro, a lo que tanto preguntas y reclamas es un SI!

Inicié la marcha y me acerqué un poco más a él, sin dejar de mirarlo volví a replicar:

- No sé quienes estén o no implicados en exactitud en la corrupción y porquería de Roma, solo te diré tu Emperatriz podría decirse que es la raíz y ha estado ayudada por grandes de Roma, por otro lado, no subestimes el poder de esa mujer... Me giré dandole la espalda bien sabía él a quién me estaba refiriendo, - ... Por algo ella fue soberana de Egipto, por algo estuvo a punto de destruir su propio pueblo y por mucho más aún de haber sido objetivo militar y del Imperio, se encuentra viva y siendo nada más y nada menos que la que ocupa el lugar que alguna vez tuvo tu propia madre. La Emperatriz del Gran Imperio

Comencé a caminar en dirección a la salida, un aura fría se podía ver a mi espalda, seguí hablandole sin problemas, parecía en ese momento que no era su esclava, moviendo mi mano derecha la cual instantes atrás había levantando en un ademán de que no se preocupara, esbocé: - Tres días!.... indicando el número con 3 de mis dedos, - ... Tendrás la información que buscas, pruebas posiblemente no, pero en tres días sabrás todo lo que acabas de mandar a buscar. Me detuve a mitad de camino, con mi dedo índice y del medio pegados y señalando en diagonal, sin girarme a mirarlo expresé con respecto al tema: - Y no tienes que amenazarme, conozco bien los castigos y torturas, por algo alguna vez fui conocida como "El Terror Africano", sé y conozco bien de la vida de un guerrero. Te dije que lo "nuestro" es una sociedad de mutuo beneficio.

Retomé la marcha y me ubiqué en la salida, esperándolo para salir del cuarto de baño y acompañarlo a sus aposentos donde pronto descansaría, di mis últimas palabras: - Tu habitación está lista!

Permaneciendo erguida esperando que pasará por la salida y escoltarlo.

por Octavius Vie Ago 20, 2010 2:04 pm

Ju...ves? Unas indicaciones simples y básicas que limiten a una persona logran sacar mucha más información que unas cuantas órdenes mal dadas…no siempre funciona y debe ser usado con cuidado, pero evidentemente lo hice bien, no te parece? Comentó Octavius con una sonrisa de autosuficiencia en su cara mientras caminaba hacia la salida del cuarto de baño con paso seguro y firme, con la sábana que había usado para secarse puesta sobre los hombros. Así que...en tres días veremos los resultados y posiblemente, estarás libre en menos tiempo del que imaginas…así que…vamos Fue lo último que dijo antes de salir por la puerta sin mirar a Verenice o siquiera molestarse en esperarla, después de todo ella ya parecía haber captado como funcionaban las cosas con Octavius en comparación a su viejo amo, en comparación a la vida que de seguro había pasada unos días atrás.

Finalmente, el heredero al trono de Roma había recorrido el trecho que conectaba el baño con la entrada a su habitación, que estaba cerrada a cal y canto… después de una pausa fugaz el romano simplemente alzó una de sus manazas y abrió las puertas con una familiaridad que mostraba que al fin había recuperado parte la confianza que hacía 13 años lo había caracterizado al moverse por el palacio. Una vez dio tres zancadas y se hubo hallado en el interior de su cuarto, se detuvo de improviso mientras volteaba y miraba de nuevo a la pelirroja por el rabillo del ojo. Aqui nos separamos, por lo cual nos veremos en 3 días exactos…desde ahora en adelante, cuentas con mi confianza en tus habilidades, espero los mejores resultados posibles que puedas conseguirme…Verenice… expresó con severidad y con una voz implacable, asumiendo que todas y cada una de sus palabras quedarían grabadas en la memoria de la mujer para que su esfuerzo no se viera mermado por nada…ahora, el destino de ambos dependía en gran medida de que la africana cumpliera con su cometido a cabalidad y mucho más que eso…

...

Y sin decir más, Octavius simplemente cerró las puertas de su habitación para dejar a Verenice en el pasillo y dirigirse a su cama, ahora tan solo tomaría un largo y merecido descanso antes de disponerse a hacer su parte en la “pequeña” investigación que tenía por delante.

por Verenice Vie Ago 20, 2010 2:56 pm

Todo indicaba que solo se trataba de un juego mental para saber que tan manejable o quizas vulnerable era al respecto. Nio enfurecí como hubiese hecho en otros tiempos podía ser que internamente sabría que eso finalmente sucedería, Octavius se notaba que era bastante inteligente, demasiado astuto para dejarse "convencer" y "manipular" por alguna de mis estrategías de evasión.

Suspiré en el momento en que el mismo se elogiaba, mientras se acercaba a la salida, esbocé: - Digamos que ya no veía conveniente seguir evitando algo que sabías muy bien que yo poseía.

Su paso firme y seguro se acercaba hasta finalmente pasar por el lugar donde me encontraba esperando, giré un poco y él sin detenerse continuo su caminata hacia el gran pasillo en dirección a su cuarto, yo lo seguía siempre a escasos centímetros de él, llegamos a la imponente puerta, se detuvo y nuevamente me recordó el plazo establecido, indicando que hasta ahí llegaba yo y que contaba con mis habilidades, ya no requería de mis servicios en aquella habitación, mirandole la espalda respondí: - En tres noches nos veremos nuevamente .... Octavius.

Dando media vuelta momento en que las puertas se cerraban, di un par de pasos y miré a ambos lados, estacionada en aquel pasillo solo pensaba: - Dónde podré dormir un par de horas y descansar un poco?

Inicié mi marcha, buscando algún rincón o pequeña entrada para poder recuperar algo de mis fuerzas. Aquel pasillo no ofrecía muchas opciones, bajé por las escalinatas que momentos atrás había usado para llegar a los baños superiores. Descendí por ellas y volvía a los senderos que comunicaban el palacio y la cocina, podía observar los jardínes y decidí caminar por ellos, buscando algun lugar donde dormir.

por Nia Mar Sep 14, 2010 12:24 am

Despues de haber terminado de dar las grandes noticias o por lo menos lo eran para mi me retire del jardin comenzando asi una pequeña caminata por el palacio mostrando aquella macabra sonrisa que hacia que cada uno de los esclavos me abriera paso ya que ellos conocian perfectamente esa sonrisa, sabian porque razon la tenia en mi rostro, sabian que algo muy malo habia pasado y debian el tener cuidado y no cruzarse siquiera en mi camino o de lo contrario podrian salir muertos, puesto que eso era lo que mas demostraba para ellos, esa sonrisa enorme y macabra formada en mi rostro solo significaba que yo tenia no solo enormes deseos de ver morir gente sino que tambien habia sido testigo o escuchado algo que me hizo tomar aquella resolucion. Estaba tan pero tan feliz, la muerte de mi estupido hermano mayor, el posible sufrimiento que invadiria la alegre y pura alma de mi melliza, la enorme ira que habia plantado en el corazon del senador Solomon nada podia ser mejor para mi en aquellos instantes por lo cual me dirigi a los baños privados de palacio en donde nadie mas que los hijos del emperador, la emperatriz o sus acompañantes podian entrar. Entre en ellos como si nada debido a que sabia que no habria nadie en ese lugar lo cual me hacia sentir tranquila ya que no tendria que soportar ninguna clase de queja o comentario por parte de nadie, asi que apenas entre en los vestidores me quite mis ropas y tome una toalla cubriendo mi cuerpo con esta y entrando en la aguas calientes de aquella enorme alberca. Me sentia en el paraiso en aquellos instantes ya que el sufrimiento y el dolor era lo que mas me gustaba.

- si este dia no puede ser mejor -dice con una enorme y macabra sonrisa haciendo que los esclavos que pasaban cerca de alli se asustaran y se alejaran por miedo a ser una de las victimas de la mujer-

por Solomon Vie Dic 16, 2011 7:14 pm

Su cuerpo yacía inmerso a excepción de la cabeza en el agua caliente el cual había comenzado a burbujear apenas quince minutos de adentrarse en sus tres metros y medio de profundidad; una altura más que suficiente para dejar en completo estado de reposo al emperador.

Si bien su careta seguía puesta podía suponerse que yacia dormido o en un profundo trance. Sus manos parecían detenidas en el tiempo, sin la merced de aquel supertensionado temperamento. La luz del día carecía de significado en un ambiente cuyo rojo escarlata reinaba a consecuencia de las distintas velas y brasas que permanecian en las más distintas formas, muchas de ellas más esteticas que practicas en el gran cuarto de baño.

Era raro que durmiera, no lo habría hecho desde su despertar cómo Archer ante Anfitrite. Pero algo yacía en él, algo imposible de divisar, era algo intangible que le causaba molestía, tal vez mayor al del punzante dolor en su pecho ante el deseo de sangre fresca.

Athena...Ares. Cualquiera de los dos, mientras sus envases humanos sigan con vida...

Se detuvó al pensar en aquella niña dormida sobre el cesped. Cómo espiritu heroico no era capaz de comprender del todo aquel amor de Solomon por Sophia, sin embargo, aquello no significaba que podía contradecir tan facilmente a lo que sus recuerdos le obligaban.

...Ares o Athena. Alguno debe morir. Es ellos o Roma. Jure protegerla.

Alzando sus brazos para tomar alguna arista del baño comenzó a jalar su pecho hacía la pared de madera para luego impulsarce así afuera. Al salir quedaba un momento quieto, permitiendose la gracia de descanzar una ultima vez. Las gotas de agua discurrian sin parar para finalmente ser expelidas de una sola sacudida. La sierva, quien nunca se había retirado de inmediato avanzo para cubrir a su señor de las esquisitas prendas y joyas.

Deseo algo para aliviar su apetito.

No es necesario. Estaré fuera.

Sin decir más salia de los baños con el cuerpo perfectamente perfumado. Los arquitectos y generales ya le esperaban con ansias, al parecer la obra yacia a la mitad de completada, pero hacía falta algo...dinero. Con una sonrisa despectiva el gran señor les dijo que buscasen todo lo que necesitasen en aquella recamara sepultada en alguna parte del jardin imperial. Un par de horas fueron necesarias para concluir con todo lo necesario para salir montando su fiel corcel blanco, esta vez completamente solo.