Palacio del Gobernador de Britania

Archer había salido de prisa del palacio de Londinium, estaba acompañado de aquel hombre en dirección justa de su residencia. El palacio que como gobernador y representante de Roma le pertenecía, ahora sentado sobre un gran asiento de madera procedía a escuchar atentamente las palabras de aquel soldado fiel.

Con que las rebeliones que había creído mi padre extintas han reaparecido...que cómico.

El soldado inquieto ante la lúgubre mirada de su general se digno a cuestionarle.

Para nada gobernador... solo son algunos gaznápiros, gente iletrada que aun se resiste a aceptar a los verdaderos dioses siguiendo con su cultura celta.

Archer alzaba su mirada apuntándola como lanza contra las de su inferior, una sonrisa lo hacía parecer complacido.

Acaso te refieres a lo que llaman "magia"?

El soldado ni corto, ni perezoso le respondió.

Por supuesto general, son solo creencias sin fundamento en comparación a la que nosotros, los romanos, tenemos.

Archer bajo su mirada, recordó aquel libro que había dejado en Londinium, se paro y se acerco a cualquier mueblo que poseyera alguna gaveta...la abrió y allí estaba aquel libro, apareciéndose como siempre cerca de él.

je...

Solo dijo eso, pasaron segundos, minutos, el soldado se hallaba inquieto al ver a su general inmóvil, hasta que por fin le dijo.

Manda a doce guardias, aléjenlos sin producir ruido, no deseo que la tranquilidad que tanto tomo a mi padre adquirir se vea amenazada por nadie.

El soldado asintió y salió de inmediato de su despacho.

Archer se quedo pensativo a la salida del soldado, las palabras de aquel hombre de su legión le demostraron lo mucho que había cambiado como persona, el gobernador no siempre tuvo en la mente el sendero de la burocracia e incluso la política-militar le era desconocido...

Avanzo hacia la puerta pero deteniéndose en seco justo bajo el dintel sobre el cual colgaba un muérdago, una intensa sensación de frio le cubrió de pies a cabeza, exhalaba vapor de agua mientras a sus oídos llegaban acompasadas melodías de pastizales, propios de la cultura a la que tanto desprecian los romanos...

El viento...es helado, pero agradable...

Cerro sus ojos, parecía que su conciencia se desvanecía entre sus recuerdos, su pesado traje se alivianaba, ya no se sentía como el grande de Britania, se sentía como en aquellos tiempos de su niñez...solo... pero feliz.

La imagen de las montañas desoladas y de las estepas le dibujaba en su rostro una tibia sonrisa, apenas perceptible en su rostro pétreo. Durante esa época de soledad ninguna persona de Britania conocía de su existencia, creían que sus padres no tenían un hijo, y los padres tampoco les importaba tener a un hijo salido de las normas así que nunca negaron o afirmaron el hecho de su nacimiento.

Pese a todo, Archer nunca había vivido más dotado de goce que en esos años como ermitaño.

Quien diría padre... que ahora estaría en tu puesto...

La lluvia sonaba fuerte, esta vez no en sus ensueños, sino en la realidad, se acerco hacia la ventana con la mirada triste aunque firme, veía a la gente escapar del aguacero, todo lo contrario de lo que haría ese hombre, habría deseado desaparecer de la historia y vivir bajo esa lluvia que nadie quería...

Pienso
Hablo--------------

Pero todo era un sueño, una realidad que hacia años se habia extinguido, la alegria de aquellos años de infancia nunca serian olvidados en su aun joven mente, pero toda esa historia pertenecia ahora a un capitulo de su vida que por mala suerte jamas regresaria.

Porque?!

Se pregunto consternado al meditar en lo que habia pensado, quedo alli por minutos para luego darse cuenta de su situación actual. Sí, el era el gobernador, un general de noble casta cuyo unico fin en la vida era la de mantener el orden en el pueblo de Britania.

Ese es mi proposito en la vida...es asi en realidad?

No comprendia el como la vida le habia dado vuelta y media a su filosofia de vida. Ahora analizaba sobre que clase de persona se habia convertido, era alguien justo y respetado por todo la aristocracia local. Tenia por tanto todo lo que cualquier persona deseara, inclusive su vida acomodada y pacifica era la envidia de muchos otros generales que regian tierras aun inospitas tratando aun de domesticar a sus masas de barbaros como era el caso del general Breda. Debia ser feliz...pero...

Eso no importa, pues ahora la responsabilidad de mis actos son los que marcan el camino de mi futuro... aun no me despido soledad... pero doy desde ya la bienvenida al gelido viento de estas tierras para enfriar este corazón llameante.

Crackkkkk....

Sono con fuerza el lateral opuesto de donde se hallaba, Archer dio vuelta con rapidez, una de las ventanas de la sala habia sido destruida, una flecha llameante yacia clavada sobre la alfombra roja de su salon.

Que diablos.

Actuando rapido apago el naciente fuego que aun no comenzaba a correrse, lo hizo por medio de su bota de cuero, de inmediato abrio las puertas del balcon donde intentaria ver al o los causantes de tal atentado.

...Nada se escape a mi vista...

Al momento de abrir el portico de par en par una fuerte brisa avanzo hacia él, era ta la fuerza del viento que lo hacia retroceder, parecia un gigantesco bloque tratando de tunbarle al suelo, lo cual no llego a producirse.

Archer avanzó, pero todo britania yacia envuelto en una extraña ventisca, ni su aguda vista podria atravezar la espesa corriente. Era todo inutil, de seguro eran los celtas. Archer dio la vuelta para ver la flecha que seguia sobre la planta de su piso.

Esto...es...

La flecha era de plata en cuya punta residia escrita una letra griega. Era increible y asombroso a la vez este hecho, Archer no se lo podia explicar, se mantuvo pensativo cuando dio cuenta que la ventisca desaparecia, mientras pasaban decenas de estrellas fugaces.

Esto solo puede indicar la mala suerte...algo grave esta por ocurrir.

Con furia arroja la flecha de hielo plateado en contra de los cielos donde aun alumbrando pasaban las fugacez piedras celestes. La Luna se mostraba roja como la premonición de la sangre que se veria derramada bajo sus ojos en el futuro.

No tardo mucho es oirse el chillido llanto de los pequeños, algo malo ocurria, las madres agonizantes salian de sus casas con niños en brazos en busqueda de un doctor. Archer percibia la muerte cerca, pero no era un hombre de temores, ni de menosprecios a los menos afortunados.

Un soldado quizo entrar, pero el paso de su general lo dejaba alli parado sin poder decirle nada al gobernador que con omnisapiente voz llamaba a los medicos de todo palacio para ir a las calles a ayudar en lo que necesitara.

Recordando sus añorados años de exodo, indico a sus soldados las hierbas necesarias para hacer desaparecer la fiebre alta de los aldeanos, sea cual sea el mal presagio que intentaba caer sobre ellos, Archer lo detendria...a toda costa.

La incesante aparición de casos similares en los más pequeños y debiles habian logrado ocupar el rango de emergencia, asi pasaron varios días, aunque nadie moria, su afliccion lo hacia padecer hasta limites muy altos de dolor.

Tres días exactos pasaron, Archer seguia desvelado sobre su sillon con algunos de los soldados más fieles y responsables que tenia a su cargo.

Asi que aquellas apariciones virulentas han desaparecido...

Preguntaba con la voz apagada y seca, el medico general de Londinium le reafirmaba su informe, todo estaba pasando, desapareciendo tan rapido como habia llegado. Archer estaba seguro de la causa, una invasión, pero el motivo o la identidad de los atacantes le era completamente esquiva. Los celtas no se comportaban así, al igual que otras tantas de tribus barbaras que aun seguian libres en las tierras del norte.

El medico se retiro, solo ahora conocia que la extraña nube que llego con la enfermedad provenia de Grecia, o al menos de su dirección. Archer lo apuntaria en su libro, algo le inquietaba de todo lo ocurrido, la invasión de algo o alguien habia dado inicio y se sentia más expuesto que nunca. Los soldados luego de una larga exposicion y de debate se marcaharon dejando por fin a su general meditabundo.

Gobernador!

Exclamo un soldado que traia el aviso de un invitado extranjero, al parecer provenia de roma, y si bien solo uno esperaba en el salon, eran dos o al menos asi lo habian dejado claro los guardias en los alrededores del palacio. Archer dejo sus pensamientos y planeaciones, ahora tenia que atender el problema que obviamente traian los emisarios de roma.

Ahora los atiendo.

Archer salio de la recamara, sus pasos se oian entre las pasarelas desoladas del ala que solo corresponia al general Archer, una visita extranjera no se tenia todos los días, debia de ser alguna encomienda del senador Solomon.

Archer ingreso escoltado por el soldado que le habia avisado minutos antes, el semblante que llevaba el gobernador denotaba la falta de sueño y cansancio mental, más su porte erguido y casi ceremonioso no se dejaba perder en lo absoluto, su mirada seria y calma se poso sobre el legionario de roma, su apariencia y gestos no daban exactamente la mejor impresión, pero eso no le interesaba a Archer de momento.

Asi que vienes de Roma legionario...parece erguido!

Paso delante suyo sin siquiera importarle si hacia o no caso a su pedido, era obvio que provenia de la más baja calaña militar, de seguro pertenecia al general Breda.

Bien emisario, digame que le trajo a esta ciudad...que mensaje me tiene de parte de sus superiores en roma.

Lo decía mientras se sentaba en el sillon aterciopelado en el cual siempre meditaba, junto a su fiel libro a la derecha.

Hablo
Pienso

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Roma...

Con cierta duda Archer adelanto su mano para tomar rápidamente el pergamino que sostenía y mostraba el guerrero de cabello azulado y mirada vivida, para esta altura del camino la imagen provista de la primera impresión del legionario había sido minimizada, sus respuestas concretas y respetuosas para con un superior lo demostraban ya no como el andrajoso hombre de Breda.

Veamos...

Dijo en voz alta el gobernador, no pensaba que lo expuesto por los viajeros fuera alguna clase de treta, en especial por el sello púrpura que existía por sobre el mensaje escrito, era obviamente una gran verdad o una muy elaborada mentira, a lo que creyó más en la primera afirmación. Pero sobre lo que se discutía en la redacción de quien le había enviado dicho documento era algo difícil de entender, que se le buscase a él, Archer, general de la tercera legión y gobernador de toda Britania parecía ser sacado de algún errante sueño.

No había duda alguna, se le solicitaba en roma para la asumida de la décima segunda legión, si bien no se hacia mención del como sucedió la muerte del general Breda, la petición estaba servida.

Termino de leer el último párrafo, dejando finalmente el pergamino enrollado a un lado de su pupitre, con la misma voz fría y algo áspera le dijo al legionario que seguía frente suyo.

Se que vienes acompañado soldado, dormirán en el ala este de este palacio, mañana al mediodía estaremos partiendo hacia Roma, eso es todo por ahora...retírese.

Aun quedaban cabos sueltos para la historia que traían los visitantes, pero no pensaba arriesgarse con asuntos provenientes del propio senado, debía ir más tendría el tiempo suficiente como para dejar todo en orden en Britania antes de partir.

La retirada del guerrero romano parecía conjeniar con el aspecto de todo legionario, pero aun no le terminaba de convencer por entero aquella faceta tan respetuosa que el visitante traia consigo frente a Archer.

El gobernador espero a que cerrarar la puerta para revizar su libro, apuntando con deteniemiento todo lo escrito en aquella carta, en aquel mensaje se hallaba algo más de lo que Manigoldo habia anunciado, algo más que todo confidencial que debia cerciosarse Archer en persona en la ciudad de Roma.

De inmediato Archer salio del salon a otra recamara donde yacian algunos de sus fieles soldados, guerreros de casta noble de la tercera legion, la elite si se quisiera decir, el general odiaba las denominaciones desde tiempos de su niñez, los rangos y diferencias sociales le sacarian de quicio si no fuera por lo ocurrido hacía más de 5 años.

Quería coordinar muy bien todo lo que pasaria en su ausencia, designo a su lugar teniente en la legion para servirle de respaldo, sabía que todo podia ser un plan malintencionado de Breda, al cual siempre odio por su increible vulgaridad, algunos de sus más experimentados espias irian a vigilar al par de extranjeros haciendose pasar por marinos en el muelle, tal como lo habia pensado desde la lectura de la carta, Archer llevaria consigo un sequito competente de sus legionarios a Roma. Quería saber a ciencia cierta los intereses del senado en todo esto.

No dormio durante toda la noche, analizo y concluyo cada detalle posible en Britania para dejar satisfechos a su gobernatura, luego de eso y un tibio desayuno partio en dirección final, el puerto.