[Villa del Casale] Alcoba Principal

por Ambrose Vie Ene 28, 2011 3:16 pm

El piso del pasillo se sentía frío, completamente distinto al piso del patio, parecía feliz, con un caminar danzarin. Había unas instalaciones anexas a las que se encontraban ligadas al patio principal, eran las alcobas de los señores de Casale, poco visitadas por mí en mi confinamiento, dado que no existía nada interesante en ese lugar, además que no tenía ni porque ir a esas instancias, pero recordaba que mi madre siempre fue una dama de sociedad por ende sus vestidos estarían allí intactos y esperando por mi.

Atravesé el pequeño camino que unía las dos secciones, el suelo se sentía algo árido y un tanto caliente, casi de puntitas atravesé el sendero y nuevamente el frío del piso pude sentirlo bajo mis pies, apresuré mi andar y abrí la gran puerta de aquella alcoba, estaba completamente limpia, sin una gota de polvo, parecía que la servidumbre bien disfrutaban hacer las labores de limpieza, sin reparos atravesé el gran cuarto dirigiendome al gabinete donde mi difunta madre, abrí las dos puertecillas del gabinete y una gran colección de vestidos de hermosas y más finas telas se encontraba dentro de él.

Tomé un par, uno color rosa y uno color blanco, los medi por encima sin llegar a ponermelos, el rosa no me gustaba, molesto color, el blanco era perfecto, me lo puse sin reparos y me dirigí a la cómoda con espejo para ver como me quedaba, me quedé inmóvil, aquel vestido se acentuaba con exactitud y perfección a mis curvas, de pronto una imagen se vio proyectada en el espejo, su mano posada en mi hombro derecho para luego acercar su mano y acariciar mi mejilla, mi rostro permanecía inexpresivo, con voz profunda dije:

- Qué te parece Padre ... el vestido de mamá me queda … ¿bien?

El hombre reflejado en el espejo simplemente afirmó con un movimiento de cabeza , los labios del hombre parecieron entreabrirse y decir un par de palabras, sonreí para luego reflejar dureza en mi semblante y agachando un poco mi cabeza, mostrandome un poco sombría murmuré: - Sabes bien que los muertos no hablan … Padre

Levanté mi mano izquierda y haciendo un ademán aquella sombra reflejada en el espejo desapareció, de pronto otra imagen blanquecina se materializó, reflejandose en el espejo, era la fígura de una mujer, sis delgados y delicados brazos me abrazaron por el cuello, levanté la vista, y me quedé observando con atención aquella escena, permanecí inmóvil, siempre mirando con atención el espejo, levanté mis manos y las puse sobre las de ella, susurré: - Viste madre … mi padre aún … me … ama …

Soltando las manos que se cruzaban en mi cuello dejandolas libres sobre mis hombros, retomé nuevamente, susurrando una vez más: - … debe ser porque soy exactamente igual a ti!!!!!!! HAHAHAHAHHAHAAAHAHAHAHAHAHAHA

Acaricié una vez las manos de aquel ser, llevé mis manos a la altura de mi cintura y di un aplauso, la imagen desapareció al instante. Tomé el pequeño peine y comencé a cepillar mis cabellos mientras tarareaba alguna que otra canción, miré al piso y noté mis pies sucios, dejé el cepillo y tomé el vestido rosa lo lancé al piso y sobre él limpié mis pies, eché un vistazo a la parte baja del gabinete y vi un par de sandalias doradas, sin reparos las tomé y me calcé. Tomé un poco de colorete para los labios y se tornaron rojos, algun aceite para aromatizar mi piel y una ultima mirada al espejo y salí de allí.

por Ambrose Dom Oct 16, 2011 8:43 pm

-Día 1-

Atravesé el gran corredor que conducía a la recámara principal de los Señores de Casale, el polvo, el moho y demás porquería mostraba evidencia de la dejadez de aquella hacienda que tiempo atrás ostentaba de ser una de las más privilegiadas y poderosas del Imperio.

No dejaba de pensar en las palabras de Anfitrite, por un momento pensé que era uno de los tantos juegos que ya me tenía ella acostumbrada, pero el tono de su voz, aquella risa me daban el presagio que esta vez las cosas iban muy en serio, si demoras me encontraba frente a la puerta de la alcoba, de un punta pie abrí la puerta dispersando el polvo y formándose una nube de éste, sin molestarme a abrir paso con mis manos para evitar contacto con él, atravesé la nube de partículas y me adentré en el cuarto. El sol había hecho buena parte del trabajo, prácticamente estaba seca, solo debía cambiarme de ropas y empezar con la dichosa búsqueda si en verdad quería deshacerme de la infernal presencia de la Diosa. Fui directamente a los gabinetes y retiré el primer vestido que encontré, era color vino con hilos dorados, sonreí al verlo y pensé: - Al menos se sigue conservando el estilo y la clase en la ropa de mi madre! retirando el vestido que tenía encima y poniendome el nuevo, sin darle mucha atención al cabello lo recogí con un par de pinzas que encontré y me dirigí al estudio del que fue mi amante pero ante todo fue mi padre.

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