Oasis El Fayum

por Selene Dom Sep 12, 2010 12:43 am

Recuerdo del primer mensaje :

La vegetación crecía visiblemente con cada paso que daban, ya estaban cabalgando sobre pastizales y a lo lejos incluso se podía ver grandes plantaciones de uvas y otras frutas. Estaban en el territorio de El Fayum sin duda alguna. Una basta zona donde el agua no era escasa y en donde se cultivaba la mayor cantidad de frutas de Egipto, como los melocotones o la fruta preferida de Selene… las granadas. Disminuyó el paso, pues ya no era necesario andar tan rápido, además que estaba atardeciendo y habían llegado a destino.

De pronto, justo frente ellos Selene visualizó algo que la hizo sonreír.

- Bahr Yussef – Paró su caballo viendo que se extendía en su camino un canal de agua tan clara como el cristal.

Era un canal que se conectaba con el mismo río Nilo hasta el lago del Oasis, lugar al que iban, por lo cual sólo debía seguir el curso del agua hacia el norte. Palmeras se extendían alrededor de este canal y flamencos adornaban los bordes del canal… un paisaje paradisíaco después de haber estado cabalgando en medio del desierto la mayoría de ese día.

Se bajó rápidamente del caballo dejándolo amarrado a una palmera y metió sus pies al agua, avanzando por ésta hasta la altura de sus rodillas, sólo para agacharse y lavarse la cara. Respiró tranquila, finalmente estaba en el lugar donde quería estar y además el sol ya no era un castigo, sino un placer. La limpieza de su cara era simbolico... dejaba ahi en el agua de su amado egipto la pena o malestar de lo que había hecho en el desierto y le prometía ahi mismo olvidarse de ello. Suspiró de nuevo sintiendo el agua bajar por su piel... Era su hora preferida del día pues no hacía ni calor ni frío y el agua era simplemente refrescante. Sin importarle la presencia de Edward o incluso de la Kisame se quedó mirando el paisaje un buen rato, sonriendo pues sabía que iba por un buen camino y debía prepararse para lo que venía.

De pronto salió de sus propios pensamientos para volver a la orilla. Cada paso que cada sentía como el agua caía por sus pantorillas... pero lo ignoró. Observó a Edward y Kisame un momento… para luego volver a su caballo…

- Kisame vigila la retaguardia, ya no estamos cabalgando en territorio vacío. – Dijo mientras golpeaba su corcel y comenzaba a cabalgar guiando al grupo, pues conocía la zona. Estaban cerca de su destino… ya en el horizonte se veían algunas estrellas pues el sol se ocultaba… - Edward, estamos ya en El Fayum… intenta no ofender a las personas que aquí habitan mirándolos a los ojos, pues tu ejercito masacró a muchos de los que hoy se refugian aquí. Eso sí, mantente siempre atento.

Selene se cubrió con una capa, no era bueno que la reconocieran los aldeanos que habitaban por las orillas del canal. Nunca se sabía que tipo de personas habitaban ahí y si la reconocían… podía haber problemas y lo único que realmente deseaba Selene era llegar rápido a El Fayum para bañarse, comer y dormir. Sus sirvientes la esperaban... sería tal vez una de las ultimas veces que estaría sola en tranquilidad...

por Edward Lun Sep 20, 2010 8:15 pm

Edward estaba sumido en el mundo de los sueños, descansando antes de encontrarse de nuevo con la emperatriz de Egipto que lo esperaria en un jardin que alli tenia, pero aun faltaba unas horas para que llegara ese encuentro, mientras tanto, el veterano general estaba inmerso en otro de sus extraños sueños..

Un gran templo.. pero no era romano, habia rasgos que lo diferenciaban de los templos que habia en Roma, por su estructura diria que era de una epoca mas antigua. Lo mas probable es que fuera griego, la unica epoca donde se construian este tipo de templos. Y detras de este templo una gran estatua de una mujer, una de sus manos estaba alzada hacia delante, y tenia en ella una pequeña estatuilla. En la otra mano tenia un escudo, un gran escudo que lo apoyaba en el suelo....

El sueño era tan vivo con la realidad, si alzaba la mano hacia delante parecia que podia tocar esa estatua que emanaba una luz radiante y dorada. El cielo estaba oscuro y lleno de nubes, no llovia pero habia tormenta, truenos se escuchaban en el cielo y los rayos dejaban una gran luz que alumbraba todo el lugar. Unas plumas doradas comenzaron a caer del cielo, rodeando a la imponente mujer de marmol... Entonces la figura de una mujer se materializo delante de la estatua, sus ropajes eran blancos, y su cabello de color morado, pero estaba cambiendo, el color iba cambiando a rojo como el fuego, y mientras eso pasaba... la mujer hablo

Edward.. te estoy esperando..

En ese momento Edward desperto por los golpes que levemente estaban dando en su puerta, eran las sirvientas de Selene que venian a recogerlo para llevarlo hacia el jardin. Aun seguia sin saberlo, pero esos sueños, eran el recuerdo de otra persona, y un lazo que creo con una mujer, que se a transmitido a otra era. Pero ahora mismo, para Edward todo era confusion, por que no era la primera vez que soñaba algo asi.

Un segundo. Enseguida saldo.

Se levanto de la cama y comenzo a colocarse sus ropajes que le habian dejado, mientras lo hacia pensaba en el sueño y en la mujer que le habia mirado a los ojos, aun sentia su mirada como si fuera real, y su voz resonando en la cabeza del general

Quien es ella? No es la primera vez que aparece en mis sueños, cada vez el sueño va mas lejos. No se que puede significar todo esto. Hace tiempo... que siento que estoy mas cerca de aquello que busco, y creo.. que esa mujer debe tener la respuesta. Pero... sera real?

Necesitaba respuestas, por que todo comenzaba a ser demasiado real, los sueños, los presentimientos, la manera de percibir a la gente. Todo cambiada, era como si algo se expandiera dentro de mi, y como si algo oculto saliera a la luz...

Las mujeres entraron y me comenzaron a indicar el camino que me llevaria a la emperatriz, habia mucho que no estaba tan distraido, tanto que no podia enfocarme bien en mi cometido. Y no estaba siendo de gran ayuda en el tramo final de esta guerra. Las batallas quedaron atrás, y ahora no podia hacer nada. Tome mi arco antes de salir. Y me dirigi por los pasillos, hasta el jardin..

por Strife Miér Sep 22, 2010 2:43 pm

La majestuosidad del Sol alumbraba los caminos arenosos del antiguo Egipto, no había vida si quiera en las lejanías. Todo era un mar rodeado de Arena llena de sangre, la noche y el día ya no existían. Las sombras se habían apoderado del corazón del hombre la piedad, la bondad, incluso la amabilidad ya no existía en este pútrido mundo al que llamaban Tierra, los dioses deberían de estar avergonzados del ser humano los hijos de Júpiter…. Ahora solo tenían el derecho de llamarse Perros, Roma caería algún día como todo imperio poderoso. Pero aun faltaba mucho para eso. Nuevamente la voz de la mujer comenzó a susurrarle con sus labios unas palabras.

- Se lo que piensas y también entiendo el odio que sientes hacia las personas que te rodean, aunque no lo compadezco tu eres uno de los 12 deberías sentir menos odio. –

Strife se quedo callado al oír esas palabras ¿12? El joven no entendía a lo que se refería aquella voz de una mujer en su cabeza, lentamente se levanto del arenoso suelo y miro fijamente al cielo, su mirada seria y perdida no tenía nada que hacer en ese lugar, con tan solo un pestañeo sintió como si una flecha le había atravesado la mente propia. Su propio cuerpo y mente jugaban con él como si solo fuera una estúpida marioneta.

Recordaba los días en el campo, en los que ni allí era bienvenido por los niños vecinos. Solo era un espectador que miraba como aquellos niños gozaban de su amada niñez mientras que el no hacía nada más que trabajar para sus amos. Pero no todo había cambiado cuando se unió a la legión, era casi igual los soldados le tenían miedo, al oír todas las historias de las masacres que cometía aquel joven casi nadie se atrevió a hablarle, siendo tan joven se gano así mismo el miedo del propio ejército Romano. Pasaron varios días desde que él y toda su legión se convirtieron en los invitados de la emperatriz Selene.

Aquellos niños quienes gozaban de su niñez y libertad eran ahora los actuales hijos del emperador, por más odio que les tenía a ellos Strife le había jurado lealtad a Roma y al hacerlo lo juro a los descendientes actuales de esta.

- El mundo? No el mundo debe ser rígido por una sola nación, un solo poder, un solo amo y el más indicado para eso es Roma.... Vivimos bajo los pies de un emperador pero aun así después de todo el sigue siendo un simple mortal. Los dioses hace tiempo nos han dado la espalda, el mundo solo está compuesto por traición y deshonra inclusive yo soy una de esas personas. Roma al pasar de todos estos años ha conquistado naciones pero solo para destruirlas. -

Dijo el joven que demostraba frialdad. Comenzó a mover los pies siguiendo las huellas que habían dejado Selene y Edward para así alcanzarlos a donde sea que hayan ido

por Orpheo Dom Sep 26, 2010 3:47 pm

Me levante, estaba oyendo que el general se marchaba, mire a las chicas con las que estuve durmiendo hoy y les dije varias cosas.

Lo primero buena noche jeje, lo segundo me gustaria que cuando me aleje de aqui le digais a Edward que me marcho hacia Alejandria y sobretodo agradecedle todo esto a la emperatriz Selene, sin ella podria haber muerto

Despues de decir eso, cogi mi lira las chicas me miraban estaban pasmadas por mi decision, se acercaron a mi para decirme algo.

Espere aqui un momento, le traere una tunica, comida y varias cantimploras para el viaje, tambien si usted lo desea puede que te consigamos una espada, la suya esta mellada y desgastada, aunque aun pueda usarla en combates se rompera pronto

Claro, si puedes conseguirme una mas grande y en mejor estado se lo agradeceria

Oki. entonces me marcho, mi compañera se quedara aqui.

La chica de cabellos dorados se fue, pero se quedo aqui su compañera, me fije en sus ojos eran de un azul verdoso extremadamente bonito, sonrei y me estire, entonces la dine.

Prometo volver a veros ^^

Va-vale, te estaremos esperando. *avergonzada*

Jaja pero no te pongas roja jajajaja.

Llego la otra chica, me consigui una gran espada y una tunica comoda. las cantinploras estaban a rebosar, me enganche las cantimploran en el cinto, y me puse pro enciam la tunica, tenian una especie de correa de piel para enganchar las espadas , asi que las coloque y me puse la capucha, solo se me veian los ojos y unos pocos mechones de pelo por la parte por la que se veia.

Muchas gracias, os estare siempre agradecido

Las dos: De nada, para eso estamos para servir a la emperatriz y sus invitados.

Me acompañaron a la salida, antes me dieron varias provisiones con comida y dinero, conte el dinero era lo suficiente para una posada, me aventure por el arduo desierto sin fiel compañero, mi lyra la cual llevava enganchada a la toga, se balanceaba de derecha a izquierda,

Valla, que calor pero si no llego a salir de alli era posible mi ejecucion

Andando, me cai y me desmaye durante unos 5 minutos. solo veia una mujer, parecida a mi diosa, por su baculo deduje que era Athenea, me desperte y vi que solo era un sueño, me levante y seguia caminando pensando por el extraño sueño que tuve

Que sueño mas extraño...

Por el camino, llegando a la ciudad, me encontre a unos bandidos los cuales me atacaron, tuve suerte solo eran dos, me amenazaron y tuve que colocarme para pelear

Valla con que bandidos eee, veo que me lo pasare bien

Saque las espadas y empece a correr hacia ellos velozmente, ellos corrian tambien hacia mi me agache y suvi el filo de la espalda hacia arriva rapidamente, me gire un poco hacia la derecha y di una patada al otro bandido, uno resulto gravemente herido mientras que el otro resulto magullado, se levanto y recogio a su compañero medio muerto, antes de que se fueran les dije que la ciudad estaba hacia el norte, y que estaban cerca que fueran hacia alli si no queria que muriera su compañero.

Adioos.

Vi unas murallas a lo lejos,empece a correr, era la basta ciudad de Alejandria, podre descansar, pero esta vez no correre el riesgo de resultar degollado...

Por fin, ya es de noche y no puedo mas buscare una posada

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Siguente post en la entrada de Alejandria

por Hang Dom Sep 26, 2010 8:32 pm

Salimos del Jardín de Isis yo con Selene en brazos mientras los demás se encontraban detrás, entramos al palacio por lo que pude ver al cargarla las heridas que tenia sanaron por completo y que el veneno tampoco le afecto, solo era que se encontraba exhausta, pero yo empezaba a sentir un poco los efectos del veneno me sentía un poco mareado y las heridas seguían sangrando nos apresuramos para llegar a su habitación a cado paso me sentía peor y al parecer Strife también lo sentía.

Llegamos por fin a la habitación, unas de sus doncellas ya habían dado aviso de que prepararan la habitación y un tratamiento por si se encontrara envenenada pero para ella no fue necesario así que nos lo dieron a Strife y a mi pero nos advirtieron que tal vez no era suficiente porque esta era nuestra primera exposición al veneno de las rosas y no nos garantizaban que hiciera demasiado efecto pero nos dijeron que nos vigilarían por si algo pasaba recostamos a Selene les dijimos que solo se encontraba exhausta y que la dejaran descansar.-Selene solo se encuentra exhausta no hay de que preocuparse, Ha cuando nos retiremos cámbienla de ropa para que duerma ha gusto.-les dije eso a sus doncellas mientras les dedicaba una sonrisa despreocupada sabiendo que fui bastante expuesto al veneno de las rosas.

.-HA...lo olvidaba le pueden dar una habitación al capitán Strife para que descanse ya que también es un invitado

Después de decir esto me dirigí a mi habitación apenas cruce la puerta sentí que me desmallaría, me recosté el la cama para ver si me dormía un rato, antes de poderme acomodar seti como todo se convertía en silencio y todo se tornaba oscuro...

.-Donde estoy...?
.-JAJAJAJA...No puedo creer que unas simples flores te dejaran noqueado y casi muerto...
.-QUIEN ERES...?
.-Acaso no reconoces mi voz...a que decepción que no te recuerdes a ti mismo.-Dentro de la oscuridad aparece la silueta de un ave gigante la que vi ese dia antes de que nos atacaran los Romanos.
.-También me decepciona saber que uno de los tres grandes sea derrotado por SIMPLES PLANTAS, ME DA ASCO SEVER QUE SOY TU...YO EL JUEZ GARUDA REVAJADO A ESTO...UN NIÑO QUE ES DIRRIVADO POR UNAS FLORES...
.-CALLATE NO ME IMPORTA QUIEN O QUE SEAS NO TE DEJARE TRATARME DE ESA MANERA...Empieza a desplegar un aura acecina y sedienta de sangre
.-OOO...SI ASI,ASI ES COMO TIENES QUE SER AGRESIVO Y SIN COMPACION POR LOS HUMANOS...JAJAJAJAJA...
.-AHORA RECUERDA QUIEN ERES ENVERDAD Y QUIENES SON TUS ALIADOS
.-A que te .....-Antes de terminar la oración fue arrastrado por un extraño tornado cuando se recupero se dio cuenta de que se encontraba en un castillo de apariencia oscura y un aura temible pero no sentía temor.-Y esté lugar?.-camine para ver el lugar, empecé a escuchar voces y pude ver a una mujer de cabellos morados con lo que parecian caballeros con un extraño ropaje, pero unos me llamaron mas la atención ya que tenían un ropaje dorado y entre ellos..Edward.-solo a el le pude ver el rostro pero me percate de la presencia de otros un hombre de cabello negro junto con lo que también parecían caballeros pero con un ropaje oscuro, junto a el una mujer con un tridente y atrás tres hombres en particular que aparecer comandaban a los demás pero entre esos tres...-[color=blue]No ES POSIBLE YO...?.-Todo se vuelve oscuridad y despierta en su habitación desconcertado y pensando quienes serian todos ellos y porque se encontraba entre ellos Edward y en el otro extremo el…

.-Recuerda quien eres en verdad y cual es tu misión, recuerda tu nombre...Aiacos...

por Selene Dom Sep 26, 2010 11:03 pm

Narración / Dialogo en Egipcio.

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Un lugar de sombras y lamentos, un largo pasillo adornado por antorchas junto con seis puertas a cada lado y una séptima puerta al final del pasillo. Gritos de lamento, risas exageradas, gemidos de placer y lujuria… llanto, tristeza… pétalos de orquídeas cayendo de una puerta, enredaderas de rosas cubriendo otra, lirios, violetas, margaritas, girasoles, magnolias… todo tipo de flor por conocer adornaba ese pasillo en donde la angustia era casi palpable.

Selene caminaba por ese palacio, por esos pasillos… caminaba y parecía no avanzar mientras las flores la recibían.

Despertó agitada sentándose de golpe. De inmediato recobró el sentido de la realidad y se preguntó que hacía ahí. Lo último que su mente portaba era haber estado en el jardín de Isis y haber sometido a la reina de las rosas, pero así como iba… tal vez hasta eso hubiese sido un sueño. No sabía por qué estaba en su habitación… ni porque estaba en su cama. Una tenue luz alumbraba desde afuera, seguramente había amanecido… ¿Cuántos días habría dormido? ¿Cuánto tiempo habría pasado? ¿Cuánto de lo que recordaba había sido un sueño y que había sido realidad?

- Mi señora… ¿Esta despierta? – Pregunto del otro lado del mosquitero una de las doncellas egipcias encargada del cuidado personal de Selene.

- ¿Qué día es hoy? – Preguntó Selene. - ¿Qué sucedió?

- Es el día de la media luna mi diosa… - Respondió la mujer casi susurrando, la voz de una esclava nunca podía ser mas alta que la de su ama y la voz de Selene se había escuchado algo débil. – El joven Hang la trajo inconciente a este lugar… la dejamos dormir pues sabemos como se pone luego de ir al jardín de Isis…

- ¿Hang? ¿Hang me tocó? – Preguntó lentamente sintiendo como su corazón latía con fuerza, poniéndose sus mejillas rojas de la indignación de que aquel campesino se hubiese atrevido a poner sus manos encima de ella.

- …Mi señora, yo… yo…discúlpenos, nos era urgente traerla de vuelta cuando la vimos caer.

- ¡CALLA! ¡Me hubieses dejado morir ahí y no permitir que un plebeyo me tocara! – Selene le gritó a la mujer a través del mosquitero y le lanzó con fuerza un florero al lado de su cama.

Salió por el otro lado respirando profundamente. La mera idea de que la hubiese tocado un hombre cualquiera la indignaba pero debía controlarse. Puso una de sus manos sobre la frente cerrando los ojos para calmarse. El resto de las mujeres levantaba a la que había caído por el masetero en su cara. La mujer se sostenía el rostro mientras la nariz le sangraba y se la llevaban de ahí.

Selene levantó los brazos y otras dos mujeres pusieron sobre ella una especie de camisón de algodón, era de forma cuadrada, con un agujero para su cabeza y otros dos para sus brazos. Era simple, pero ya que no tenía intensiones de salir de su habitación aun, se mantuvo vestida así… Se sentó en la terraza de su habitación y observó hacia el lago mientras comenzaba a comerse una granada.

Al mirarla… por alguna razón, la imagen de una mujer pelirroja vino a su mente.

por Illidan Dom Sep 26, 2010 11:16 pm

Narracion / Dialogo en Egipcio.
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A sus espaldas habia escuchado la risa proveniente desde lo mas oscuro del ser que habia sido seleccionado como mano derecha del ministro de finanzas de Egipto, el sanguinario Illidan. Aquel mencionado sujeto era un enmascarado con control sobre las llamas, un demente piromano que asesinaba y quemaba a sangre fria todo lo que Illidan le ordenaba. Siempre fue fiel y nunca hubo una excepcion a esto. Luego de haber liquidado a la familia de Seth, mejor dicho, al hermano de Seth. Illidan camino con rumbo hacia el Oasis de Al Fayum seguido por todo su pequeño puñado de soldados que lo habian acompañado en esta travesura. Hizo escala en el oasis donde se baño y aprovecho para que sus soldados descansaran y se refrescaran. Luego de purificar su cuerpo y higienizarlo, Illidan estaba listo para seguir con su camino, se vistio dejando en aquella agua todo rastro de la muerte de los hermanos.

-Lo unico que lamento en este momento…Es que un lugar tan bello como este oasis haya tenido que servir para limpiar la sangre inmunda de Seth y su hermano.

El ministro egipcio se subio a su caballo mientras que ordenaba a los soldados que lo siguieran. Los caballos comenzaron su marcha directamente hacia el palacio donde Selene se suponia que estaria. Era hora de que Illidan notificara la caida de los dos hermanos. Sin embargo, se notaba el clima de preocupación en el palacio de la emperatriz. Al cruzar la entrada pudo ver a dos empleadas hablando entre ellas en voz baja, Illidan miro a una y ella vino rapidamente, Illidan le hizo una pregunta pero no dejo de caminar para que la empleada lo siguiera.

-¿Qué ha pasado aquí? –Dijo Illidan que ya sospechaba algo, el ambiente no era tan hospitalario o tranquilo como solia serlo. La muchacha se sorprendio por la pregunta ya que el ministro egipcio parecia saber lo que pasaba, siendo que no estaba enterado- Es por Selene, la emperatriz llego aquí desmayada en brazos de este muchacho que vino el otro día…

Illidan hizo una pausa mientras que se freno completamente, sus soldados estaban en la puerta ya que parecia que en el palacio seria todo tranquilo, pero Illidan los llamo mientras que le hizo una fuerte interrogatoria a la empleada.

-Fue alguno de los romanos –La empleada no entendio por lo que le pregunto que habia dicho anteriormente, Illidan la miro y lo repitio- Que quien la trajo en brazos era uno de aquellos romanos que vinieron. –La empleada nego rapidamente con la cabeza y contesto la duda del ministro, dando la clara respuesta- No señor, fue el muchacho egipcio…Hang.

Illidan agradecio y avanzo hacia el centro del palacio donde se encontraban los caminos a todos lados. Se quedo esperando que sus soldados llegaran mientras que pensaba lo que haria, ya lo tenia decidido y justo sus soldados llegaron. Señalo al mas fiel de ellos, aquel loco ser que era su mano derecha y le dirijio unas palabras.

-Tu, Ve hacia la habitación de Selene y asegurate que este bien. Notificale sobre nuestra victoria ante Seth y su hermano. Dile que la sangre de esos miserables ya fue desaparecida de la tierra egipcia.

Mientras que termino de dar estas ordenes, señalo a los demas soldados y fue hasta la habitación de Hang, Hizo que los soldados abrieran la puerta a la fuerza y entraran, mientras que veian al muchacho que estaba alli, un tanto desconcertado o perdido. Illidan entro a la habitación y miro al muchacho con un rostro de furia mientras que tomaba su espada en la mano.

-Muy bien idiota…Ya mismo me diras lo que paso con Selene y porque demonios te atreviste a tocar su sagrado cuerpo –Illidan puso su espada en el cuello del muchacho mientras que los soldados lo rodeaban lentamente, pero sin tocarlo. Illidan no habia dado orden de eso aun. Luego de que el muchacho entendiera, Illidan dijo unas ultimas palabras para ya cederle la palabra al campesino- Espero que tengas un buen motivo….Mi espada ya ha bebido bastante sangre este tiempo.

por Arthas Dom Sep 26, 2010 11:38 pm

Arthas había seguido a su hermano, completamente tranquilo y en el viaje pudieron descansar unos momentos. Al ingresar al Fayum, las ordenes estaban dadas por su hermano, a lo que el enmascarado tan solo asintió con la cabeza mientras una risa salía de su boca, tan solo se la escuchaba no se la podía ver, a lo que una de las asistentes de Selene se asustó un poco, mientras que el monstruo caminaba por el pasillo hasta la habitación de la emperatriz.

Los ojos de locura que irradiaba ese hombre eran completamente notorios, mientras se acomodaba sus guantes de cuero oscuro antes de ingresar a la habitación de la Emperatriz, cuando ingresó una pequeña jovencita salía acompañada por unas tantas de las asistentes de Selene, la joven se venía tomando el rostro sangrando a lo que Arthas se relamió los labios al ver esa hermosa sangre recorrer su cara.

De seguro había hecho alguna estupidez y Selene de gran carácter la había castigado, pero no, alguien que era inservible una vez iba a ser inservible cientos de veces, por lo tanto como si fuese un reflejo tomó a la pequeña del cuello y comenzó a estrangularla.

- ¿Qué le pasa, señor? ¿Qué hace? ¡Suéltela! ¡La va a matar!

Se escuchó de una tercera, seguramente esas palabras las había escuchado la cabeza de todo Egipto, que estaba en su balcón tomando su desayuno, cuando ingresó Arthas con la jovencita tomada del cuello arrastras casi asfixiándose, intentando dar manotazos para todos lados ante el inmenso monstruo enmascarado que ni siquiera se inmutaba.

Cerró aun mas su mano, casi destrozando el cuello de la sirvienta y la levantó bien alto por unos instantes, bajándola con violencia y haciendo que su espalda hiciera un estruendoso sonido al partirse un par de huesos contra el piso. Arthas reía sádicamente, mientras que hacía una reverencia ante su señora y dijo con una voz algo ronca.

- Los hermanos han muerto, como lo solicitó. Esta chica está lastimada en el rostro y sé que es por haber hecho algo malo, ¿Puedo divertirme con ella para que sepa quien manda, Señorita Selene?

Prácticamente rugió el enmascarado. Las otras jovencitas no podían creer y miraban atónita la situación de aquella que había desobedecido las leyes básicas de la Emperatriz, que jamás la tocara ningún hombre. Ella debía pagar claramente para que sepan que con Egipto no se podía bromear y tenían que cumplir todo como se debe.

por Selene Lun Sep 27, 2010 1:00 am

Narración / Dialogo en Egipcio.

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Selene se encontraba tranquilamente mirando desde el balcón hacia fuera desgranando la granada. Sus labios se veían muy rojos por la fruta y contrastaban a la perfección con su pálida piel. Tomaba de su copa con lentitud y calma, observando a lo lejos como esas montañas en el oasis estaban repletas de grano, comida y riqueza. Esa había sido la misión de Illidan y la había cumplido de manera formidable… por lo mismo le había dado el emblema que anteriormente había portado Arianne… pensar en su desagradable e hipócrita nombre le hizo querer vomitar. A pesar de que todos hubiesen visto en Arianne algo, Selene había visto a la verdadera Arianne… la serpiente venenosa cuya lengua solo esparcía lo que la otra persona quería escuchar y de esa forma había trepado abriéndole las piernas a cualquiera por la escala de poder hasta llegar a ser la mano derecha de Selene. Pero la reina de Egipto había visto pasada sus caretas y mascaras, aquella falsa sonrisa, aquel falso interés… todo lo que hacía, lo hacía con una agenda oculta y Selene sabía cual era… reemplazarla. Por lo mismo la había matado… y entre más tiempo pasaba menos se arrepentía de ello.

De pronto, escuchó algo de ruido a su espalda, más no se volteo. No entendía quien habría entrado a ese luchar para perturbar su paz, pero no se lo permitiría, por lo mismo continuo comiendo frutas y bebiendo jugo de uva. De pronto escuchó una voz extremadamente parecida a la de Illidan, por lo mismo volteo su rostro y al ver que era otro hombre sólo volvió a mirar el paisaje indiferente.

- Bastante atrevido eres al hacerte presente de esta forma imprudente e irrespetuosa… podría mandarte a matar por ello. – Dijo con frialdad mas tranquilidad. – Pero como me has dado tan buenas noticias, te recompensaré con oro… pídele a Illidan que adorne ese cuello desnudo con algún medallón.

Dejó el vaso en la mesa y estiró ambos brazos hacia arriba. La tela semi transparente que portaba se resbaló hacia sus hombros, dejando a la vista su piel blanca. Movió la cabeza en forma circular para relajar el cuello… estaba sin duda relajándose y quitándose la pereza por haber dormido tanto tiempo.

- Puedes hacer lo que se te antoje con esa inútil. Sólo no lo hagas frente a mi ni manches mi suelo con sangre. – Sus palabras fueron tajantes y concisas. No quería ver fuera lo que fuera que le harían a esa inútil mujer que había fallado en proteger que un hombre cualquiera la tocara en su inconciencia. – Dile a Illidan que quiero tomar desayuno con él y que solicito su presencia. Y espero que este aseado pues tu hueles a puerco… la falta de higiene me irrita, por lo tanto la próxima vez que estés en mi presencia, toma un baño.

Retírate.

por Arthas Lun Sep 27, 2010 1:35 am

El silencio invadió por momentos la habitación luego de la respuesta de Selene. El hombre se puso de pie, dejando de hacer la reverencia y tomó a la muchacha por los cabellos para de un tirón, levantarla y cargarla en su hombro. La risa sádica de Arthas se podía escuchar detrás de aquella mascara de cuero, cuando se dio la vuelta y salió de aquella habitación, mientras las asistentes de la Emperatriz se hacían a un lado.

- Lo tendré en cuenta, Señorita Selene. Con respecto al oro, se vería mejor en una mujer como usted antes que un insignificante hombre como lo soy yo, mientras complazca a Egipto estaré conforme y no necesitaré de nada más.

Era rustico, si bien su tono de voz tenía algo muy parecida a la de Illidan, era mas ronco su musitar, como si tuviese todo el tiempo la garganta seca. Las últimas palabras fueron dadas por el hombre antes de desaparecer por la puerta que conducía hacia donde estaba su hermano; el enmascarado con la muchacha en su hombro hizo unas señas.

Eran claras las señas, señalaban hacia la habitación de la emperatriz y estas eran dirigidas solamente para quien era su ‘jefe’, por así decirlo. Mientras que aspiraba el aire fresco que entraba por su mascara, esa jovencita que tenía en sus hombros olía bastante bien para un monstruo como lo era Arthas. Con gran atrevimiento el enmascarado bajó lentamente la espada de Illidan con su mano, para que se tranquilizara y lanzó al suelo a la niña que cayó violentamente haciendo un gran sonido en el suelo.

- Eres bastante compasivo, Illidan. Déjame intentarlo.

Musitó la mano derecha de su propio hermano, mientras tomaba su guadaña y con una mano la hacía raspar en el suelo, Hang estaba ahí sentado, rodeado de los montones soldados servidores del ministro de finanzas, reemplazo de Arianne y Seth al mismo tiempo. Levantó su mano armada con violencia y la fricción en el suelo del filo de su hoz, hizo crecer unas inmensas llamas que pronto fueron depositadas en la carne de la mujer que anteriormente traía en sus hombros.

- ¡JAJAJAJAJA!

Sonrió Arthas, mientras quitaba el acero de la chica y esta comenzaba a prenderse fuego, rápidamente quemando todos sus ropajes y posteriormente su piel. Se relamía de placer el gemelo menor, cuando la chica agonizaba y daba alaridos para intentar salvar su vida, a lo que de tanto griterío, Arthas le cortó la cabeza y esta rodó hacia los pies de un soldado que estaba cerca y éste se echó para atrás con miedo.

- Esa jovencita era la más fiel sirvienta de Selene, la Emperatriz. Por el error de que tú pusieras tus sucias manos sobre la gran Emperatriz, ella pagó con su vida… ahora, imagínate lo que te haremos a ti que fuiste quien ejecutó ese acto. Si quieres que tu y tus pelotas se salven de no ser incineradas bajo mi hoz, me contestarás todo lo que quiero saber sin siquiera titubear, ¿Estamos de acuerdo?

Ahora empieza… ¿Qué sucedió con Selene?

por Illidan Lun Sep 27, 2010 3:25 am

Narracion / Dialogo en Egipcio.
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La mano se le escapaba sola a Illidan. Las ganas de enterrar esa espada en el cuello del campesino eran tantas que se sentía tentado por las mismas. Pero no podía matarlo, debía esperar que contestara. Sin embargo, el joven estaba demasiado sorprendido y no decía nada. La impaciencia se hacia presente en Illidan y justo cuando estaba por cortar la garganta del joven, su soldado mas fiel apareció y le hizo señas hacia el cuarto de la emperatriz. Aquel soldado llevaba en su hombro una mujer y la tiro al suelo de un violento golpe. El escalofriante azote en el suelo hizo un eco en la mente de todos los soldados que no aprobaban este uso de violencia, pero que no podían estar en contra o serian ellos quienes lo recibieran. Illidan no dijo palabra alguna ante la bruta acción de su soldado, después de todo había sido bastante fiel como para negarle un placer. Era como alimentar una bestia hambrienta, pero esta bestia estaba hambrienta de sangre y sin el control necesario…Podría convertirse en un estorbo muy grande.

-No cuestiono lo que has hecho, soldado, esta muchacha debió de hacer algo para ser tratada con la violencia que tú empleaste. Pero la próxima vez que alguien haga algo así, avísame y deja de tomar decisiones por ti mismo…Recuerda que solo eres un soldado del reino egipcio…

Dijo Illidan mientras que ponía en su lugar al violento ser, aquel soldado era un enigma que jamás podría entender, pero de todas formas estaba de su lado, por lo que no se preocupaba bastante. Luego escucho como tomaba su lugar rápidamente en el interrogatorio a Hang, Illidan sonrío y se refirió a su soldado por ese hecho.

-Por lo demás, buen trabajo…Termina de averiguar lo que este muchacho tiene que decir y luego toma las medidas que creas necesarias. O mándame a informar con uno del resto de los soldados.

Illidan dio órdenes exactas a los demás soldados de permanecer bajo el mando de Arthas mientras que llevo solo a uno consigo. En la entrada de la habitación de Selene, miro como una de las empleadas lloraba por la muerte de la otra chica, era la misma que había dado la información anteriormente al ministro de Egipto. Illidan le dio ordenes a su soldado que esperara y que ayudara a la empleada a calmarse y recién ahí entro en la habitación de la emperatriz Selene. Al mismo tiempo que puso un pie en la habitación dijo unas palabras.

-Con permiso, Selene…Mi soldado me ha dicho que me has mandado a llamar.

El temible guerrero busco con su mirada a la emperatriz, al verla pudo ver su blanca piel cubierta por una tela muy refinada. La manera de vestir de Selene era digna de una persona de la nobleza egipcia, por lo que Illidan al ver a la mujer se arrodillo haciendo una reverencia y quedándose así hasta que ella respondiera a sus palabras.

por Selene Lun Sep 27, 2010 11:26 am

Narración / Dialogo en Egipcio.

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Selene se encontraba bastante más tranquila en ese instante. La verdad, mirar el paisaje la tenía relajada y un tanto feliz. Había logrado algo que había buscado por mucho tiempo... y tenía todos los motivos para haberle gritado al mundo que era la dueña de Egipto y que se preparara porque iba por él... pero... sentía que le faltaba algo. Aquella sensación la ponía un tanto melancólica aunque no lo demostrara. Tras su expresión no había sentimiento algo. No había ningun tipo de demostración que enseñara lo que realmente pensaba o sentía. Era una roca, le habían enseñado toda su vida a serlo y no se arrepentía de ello ahora. Nunca nadie podría saber sus verdaderas intenciones, nunca podrían estudiarla para saber como derrotarla... lo mejor, era mantener su mirada fija al frente y perderse en sus pensamientos con la imagen del Oasis.

Por algun extraño motivo, cada grano de aquella fruta que se reventaba en su boca sólo la hacía recordar aun mas en aquella mujer de cabellera roja cubierta en una sombra oscura. Aun no podía distinguir aquella sombra que la aprisionaba y sometía... pero se imaginaba que era extremadamente poderosa. Nunca se preguntó por qué veia tantas cosas ni pensó que era anormal, despues de todo era una reina elegida por los dioses... sus visiones las atribuía a ellos.

Ahi, en ese instante, sintió la voz de Illidan. Volteo su rostro y lo vio arodillado frente a ella. Los modales del hombre le agradaban bastante.

- Asi es, te he mandado a llamar... por cierto, extraño hombre que has elegido bajo tus servicios, no lo mandes a mi presencia si insiste en oler a rayos. - Selene se quedó mirando a Illidan y extendió su mano indicandole el asiento para que la acompañara. - a Puedes unirte a mi desayuno. Comer bien en la mañana es fundamental para rendir bien el resto del día o al menos eso decía mi instructor de guerra y filosofía. De cualquier forma... te mande a llamar pues quería saber como va la producción de grano este año y cuanto hemos guardado en las cavernas de la montaña.

Su mirada se perdía en las cavernas de la montaña. Estaban llenas de grano y era lo más importante para Egipto... ese grano en una epoca de hambruna podía ser la salvación y grandeza de su pueblo o... la desgracia en caso de que algun otro reino en hambruna simplemente intentara quitarselo por el capricho de sobrevivir... el instinto humano era capaz de hacer cualquier cosa con tal de seguir viviendo y ella era testigo de eso. Lo vio cuando Diva escapó de Egipto humillada buscando refugio ante los mismos que habían matado a su padre.

- Hay algo que no te he mencionado. El último acto inteligente de la mujerzuela esa cuyo nombre me niego a decir, fue crear un tratado de paz con Roma. Rain se encuentra allá ahora y debería estar trayendo noticias de vuelta en cualquier momento.
Sabiamos que nuestros recursos habrian aguantado unos 2 años más de guerra, pero quedariamos en la ruina, por ello empezamos este ahorro en las montañas de cualquier suministro de grano, pues en caso de que los Romanos nos vencieran las ordenes eran quemar los graneros de Alejandría.

Tenía más que claro que si los Romanos la derrotaban la unica opción para ella era la muerte... y no sólo la suya, habría preferido ver a Egipto morir de hambre y quemar las graneras antes de haber visto a la Legión de Edward saliendo de Alejandría con sus barcos llenos de grano por que ella se hubiese rendido.

- Pero... sabiamos que un simple papel podía romperse facilmente. Un acuerdo de palabra hoy en día no tiene valor alguno... sobre todo sabiendo que la serpiente de Diva aun sigue casada con el Emperador. Por ello... para que este tratado de paz tuviera algun tipo de fortaleza o al menos firmeza de ser cumplido... me ofrecí en matrimonio con alguno de los parientes de la familia del Emperador Romano.

Permaneció en silencio despues de lo último. Quería escuchar lo que opinaba Illidan al respecto, no que hubiese cambiado su opinión, pero al menos quería saber como tomaría su pueblo semejante unión...

por Illidan Lun Sep 27, 2010 12:35 pm



Narracion / *Dialogo en Egipcio.* __________________________________________

El ministro conservo su posición respetuosamente mientras que la emperatriz permanecía indiferente mirando hacia el paisaje, como si estuviera en otro lugar. Cuando noto su presencia la emperatriz volteo rápidamente para mirarlo. El guerrero estaba aun arrodillado frente a ella y pensaba estarlo hasta que ella contestara. Al parecer su soldado no se había higienizado como todos los demás en el oasis. Esto le molesto mucho a Illidan, ya que al enviar a un soldado sucio hacia la habitación de Selene había cometido sin sospecharlo, un error. Illidan arrepentido por lo que su soldado había hecho, se disculpo con la emperatriz.

-Lamento mucho enterarme de esto, señora. De haberlo sabido no habría enviado al muchacho hasta aquí…-Dijo Illidan mientras que recordaba el incidente con la empleada. Decidió disculparse por eso también- También me disculpo por la violenta actitud ante la empleada y la muerte de la misma. Yo mismo me encargare de hacer que él pague por esto y que limpie todo lo que ensucio con sangre. Es solo un monstruo que necesita control…Pero es mejor tenerlo como aliado que como enemigo…créame.

El ministro respondió positivamente a la propuesta de la muchacha para que se sentara. Una vez que se sentó cerca de Selene, siguió escuchando sus palabras. La muchacha hablo sobre un desayuno, sin embargo el guerrero no sentía hambre en su cuerpo. Luego la emperatriz siguió hablando, pero esta vez sobre el grano que Illidan debía juntar en las cavernas y la producción del mismo. Illidan no sabia exactamente los datos de esto ya que había estado ocupado con la muerte de los hermanos, pero según lo que había pasado hacia algunos días, todo marchaba bien e Illidan no creía que cambiara tan repentinamente.

-No tengo mucha información sobre ello, Mi señora. Pero estoy seguro que la producción será muy abastecedora como esperamos y las cuevas tienen grano para sobrevivir todo lo que queramos.

Después de esto Illidan comenzó a contestar lo demás que había dicho. Todo era muy confuso. ¿Un tratado de paz con Roma?... ¿Porque?...Illidan era una de esas personas que detestaba a los romanos con todo su corazón y desearía que Egipto diera muerte a esta civilización guerrera, pero sin embargo los planes de la emperatriz eran otros.

Illidan fue tolerante con el tema del tratado de paz, hasta que Selene menciono lo de casarse con un Romano, esto hizo que los ojos del ministro se abrieran rápidamente mientras que la miraban con un rostro de impugnación o incluso de asco. Illidan no podía creer que la sangre noble de Egipto tuviera que mezclarse con la sucia sangre de un romano. No podía permitirlo…

-No puedo creer que usted desconfíe tanto en Egipto como para llegar a vender su cuerpo a una lacra romana. ¿Acaso no ve que usted es la mas pura y divina mujer de todo el reino?...El solo saber que estará en manos de un romano me da nauseas o incluso, me dan ganas de asesinarla antes de que cometa cualquier locura.

Illidan estaba descontento con la decisión de la joven, no quería que la sangre de Egipto se mezclara con la de otros seres inferiores, la raza egipcia era sabia y muy poderosa como para enfrentar al imperio romano. Después de todo, los romanos solo son personas mientras que los egipcios son demonios enfurecidos con sed de sangre.

Después de su respuesta, Illidan comprendió que se había salido de sus casillas, por lo que se arrodillo nuevamente y con un tono de arrepentimiento pidió disculpas una vez más a la joven.

-Yo ruego que me disculpe…Pero, sigo manteniendo mi postura firme… Solo piense la imagen que tendrán de Egipto las demás naciones si se enteran que la mujer mas pura y sagrada de todo el reino, se entrego al imperio romano…Por miedo.

por Hang Lun Sep 27, 2010 9:17 pm

Narración / Dialogo Hang / Dialogo Hang (Garuda) / Pensamiento

Todavía no lograba en tender que quiso decir con todo lo que me mostro y también con eso de recordar mi nombre, me preguntaba quienes serian todas esas personas?, quienes serán los tres?, y que es lo que asíamos en ese lugar...mientras pensaba en todo eso no preste atención a que un hombre se acerco a mi con una espada y la ponía en mi cuello paso un tiempo y se guía confundido me pregunto sobre lo que paso con Selene pero no conteste por mi misma confusión, lo llamo lo que parecía un soldado y se fue pero dejo a cargo de lo que dijo un interrogatorio a un hombre que tenia impregnado un aroma como de muerte y sangre se acerco con una guadaña, pregunto que porque toque a Selene pero no entendía porque tanta furia en las preguntas como si fuera un criminal o algo parecido, el esperando mientras miraba como reaccionaba...como no conteste, los soldados se desespéeraron y me atacaron para ver si así hablaba, dos me tomaron de los brazos mientras que los demás me intentaban clavar sus espadas...

.-JA..tan distraído eres que te van a matar antes de tiempo y por simples humanos que ridículo...bueno me encargare después de todo soy tu

Bajo la cabeza por un momento cuando la levanto sus ojos tenían el color de la sangre y emanaba un aura oscura, terrorífica y agresiva...los soldados que lo sostenían fueron empujados a la pared por un viento oscuro y violento mientras los que tenían las espadas se detuvieron mirando con terror...-Les sugiero que se queden donde están si no quieren salir lastimados...Y lo que paso con Selene fue que se desmallo en el jardín de Isis donde se encuentran esas rosas venenosas...además que preferían que la trajera yo un Egipcio o esos Romanos que odiamos tanto...como sea no me importa lo que piensen si no me creen pregúntenle a Selene si requieren algo de mi estaré a orillas del Oasis.
Se acerca a Arthas y le dice.-No se quien seas pero por alguna razón no me pareces un enemigo de cualquier forma....-mira a uno de los soldados.-Dile a Selene que me diga si desea que permanezca en el palacio o me valla.

Salí de la que era mi habitación dejando atrás a los soldados mientras me dirigía a orillas del oasis, ya salí del palacio me acerque a la orilla me senté en la arena metí mis piernas en el agua para refrescarme vi el reflejo del agua y mire que las ropas que me dieron todas rotas y cubiertas con mi sangre...pierde el equilibrio y cae al agua...Serán efectos del veneno todavía .- Se recuesta en el agua y todo se vuelve oscuridad.-Otra vez será noqueado por el veneno...si eres uno de los tres jueces del inframundo desaparece el veneno.-se levanta del agua y mira que todavía ahí un espina clavada en el brazo la saca y con ella abre una pequeña herida en la vena de su brazo sale un pequeño choro de sangre...la arena empieza a volar a su alrededor formando un pequeño remolino la sangre que sale de su brazo se torna de un color negro por el veneno que esta siendo expulsado de su cuerpo al terminar de salir todo el veneno la el viento se calmo, cae al piso sintiendo todas las heridas que le hicieron las rosas...

.-Al parecer aquí tendré que dormir un poco mas...

por Arthas Lun Sep 27, 2010 10:46 pm

La incompetencia de los soldados de Arthas era notoria, aquel acto de desesperación al ver al gigante ahí parado con su guadaña, de seguro habrán pensado de que sino eran efectivos en su labor el enmascarado les mataría, pero no tenía ordenes para eso sino ya lo hubiese hecho por el simple hecho de querer eliminar todo lo que anda cerca.

Magia o vaya a saber que, las leyendas contaban que solo los Dioses podían ser tan omnipotentes que nadie podía llegar a tocarlos, por eso Selene era sagrada, porque era una Diosa para los Egipcios y no la podía tocar nadie, pero cuando tomaron desesperadamente a Hang, estos salieron volando por una fuerza de oscuridad inmensa que no hizo ni siquiera inmutarse a Arthas que se quedó viendo como los guerreros volaban e impactaban contra una pared cayendo desmayados.

- Quizás sea un Dios… por eso tenía derecho para tocar el cuerpo de Selene.

Pensó Arthas mientras reía detrás de su mascara ante las absurdas amenazas del niñito, que como poseído aun le causaba gracia y ni siquiera nada de miedo, con toda la contra que podrían tener los otros soldados que estaban con el trasero pegado a la pared por intentar salvar su vida del niño, malditas maricas - pensó Arthas.

- Te importará niñito de mierda si te cortara esa cabeza de estúpido que tienes, pero eres un insecto, no vales nada. Tu falta de respeto por tocar el cuerpo sagrado de la Emperatriz y de una Diosa, como Selene… tiene que ser pagada quieras o no.

El chico se le acercó al monstruo rojo que ni siquiera parecía respirar debajo de su mascara, éste le habla con amabilidad, algo que Arthas no comprendió y tuvo ganas de ahorcarlo, pero un soldado maricon le tomó el puño ante el miedo de que le pudiera pasar algo a todos por un impulso de los que tenía el enmascarado.

- ¡No vuelvas a tocarme, idiota!

Dijo Arthas con furia mientras estampaba contra la pared al soldado, de un golpe con el antebrazo en el medio del rostro. Observó al chico irse como si fuese nada lo que hubiese hecho y el enmascarado lo siguió, tenía que vigilar que pudiera hacer, iba a paso muy lento el hombre de la mascara roja y cuando llegó encontró a Hang en el Oasis, desmayado en el agua flotando. El monstruo rojo se introdujo en el agua a sacarlo por los cabellos al niño que estaba desmayado.

- Tengo que sacarme unas dudas contigo, sino te hubiese dejado morir… aparte ¡No es divertida una muerte con agua, es mas divertida una muerte con fuego!

Penso para si mismo el hombremientras el niño estaba inconsciente. Se tenía que hacer presente ante Selene y recordó sus palabras, dejando al joven ahí tirado en el suelo, se echó en el agua para higienizarse por completo y en un rato ya estaba lo suficientemente limpio como la Diosa le quería. Sumergió su rostro en el agua, quitándose su mascara para limpiar su cara y al mismo tiempo su mascara, poniéndosela al instante.

El higiene había terminado y pronto salió desnudo de las aguas, a lo que una de las asistentes de Selene, como le vio en esos estados le trajo ropa inmediatamente. Estaba presentable y sin ese olor a sangre que tenía anteriormente, tomó a Hang desmayado y caminó hasta el cuarto de la Emperatriz, interrumpiendo a los presentes.

- Aquí le traigo al joven que osó tocar su cuerpo, Señorita Selene. Solicitó saber que se va a hacer con su persona, si se puede quedar en el palacio o irse. Estoy bajo sus órdenes, cabe mencionar que hice lo que me ordenó para estar presentable ante su persona antes de llegar y también cabe destacar que este niño no ha sido herido por mi, sino que lo encontré desmayado en el mismo Oasis. Disculpe mí… atrevimiento de interrumpir.

Musitó el enmascarado titubeando, dado que no se le daba eso del respeto a sus mayores, menores ni nada que se le pusiera enfrente. Quizás le tenía un gran aprecio y respeto a Selene, pero verlo a Illidan ahí… ¡Era como muy tentador a acabar con su vida de un guadañazo! Intentaba controlarse, sabía que todo iba a llegar a su debido tiempo.

por Selene Mar Sep 28, 2010 2:19 am

Narración / Dialogo en Egipcio.

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- ¿Eso es lo que crees no?

Selene podría haberse puesto a hablar de lo que pensaba en realidad sobre el tema. Pero nunca lo haría. La habían educado a no mostrar lo que realmente se deseaba pues otra persona podría ponerle un precio mas alto de lo cual se podía pagar al fingir el desinterés. La habían educado a cuestionar cada acción bondadosa e desinteresada a su alrededor, pues aquello nunca existía… siempre las personas esperan algo a cambio después de un favor y tarde o temprano cobran. Le habían enseñado sobre honrar las tradiciones Egipcias, pues eran aquellas mismas tradiciones en las cuales su divinidad y soberanía se apoyaban… mostrar recato y buenos modales siempre agradaba el pueblo, pues se cazaban mas moscas con miel que a palos. Y lo más importante y una lección que había intentado pasar a cada uno de sus sirvientes cercanos era, nunca mostrar lo que realmente se pensaba.

– Estoy debatiendo en mi mente si decirte porque deseo casarme con un Romano o no… haré una excepción esta vez y te lo diré, exclusivamente porque hiciste un buen trabajo deshaciéndote de Seth y sus secuaces… me indignaba la idea de que estuviese vivo y tu me complaciste quitándole el privilegio de respirar mi aire…

Selene se estiró sobre la mesa, subió sus pies a la silla y quedó sentada sin tocar el piso de esa forma mientras comía trocitos de pan remojados en una pequeña fuente de greda que contenía olivas y aceite.

- Roma es el faro que ilumina el mundo y si fueras lo suficientemente objetivo verías eso. Han comenzado a unificar a la fuerza las tierras del norte y de aquí a algunos años, por la construcción de rutas de comercio, marítimas y sobre todo la colonización de Hispania, Galia, Helvetia y Londinium… su población aumentará a tal nivel que será imposible contener a Roma si quisieran poner su pie sobre nosotros, en especial, porque este territorio es el que abastece de grano la mayor parte de la provincia itálica.

Selene sabía el riesgo que corría Egipto. Era la nación mas Rica de África, era sin duda el primer blanco en los Romanos si terminaban de conquistar los territorios que les importaba. Sin mencionar el clima privilegiado de Egipto donde el grano se doraba bajos los rayos del sol, un lugar bendecido por el Nilo… Pero Selene veía la forma en que Roma se estaba expandiendo y tomando lo que quería sin la necesidad de preguntar. Eso también los había empobrecido, pero no al punto de que no se pudiera juntar un ejercito que cuadruplicara la cantidad de hombres que tenía ella bajo su control en ese momento. Había que dejarles pensar que Egipto tenía un ejercito lo suficientemente fuerte para oponerse a ellos algunos años, y probablemente sería así… pero no uno que le garantizara la victoria, al menos no en ese momento. Había que ser precavida, por lo mismo se estaba construyendo cerca de las cataratas cien barcos de guerra para defender las costas de Alejandría. Pero para eso se necesitaba tiempo y su matrimonio con alguno de los vástagos de Roma le daría justamente eso.

- No es miedo lo que me hace querer unirme a Roma… Illidan. – Dijo mirando al hombre con una sonrisa un tanto traviesa, como una niña que estaba a punto de revelar un gran secreto que le causaba complacencia. - El mundo esta cambiando rápidamente y debemos estar en el barco que lo liderará, es mas fácil derrotar a un imperio desde adentro que con un ejercito de cien mil hombres… Si me caso con un heredero del Cesar no sólo garantizo el cese de acciones bélicas en Alejandría y sus alrededores, sino que podemos esperar y ver quien saldrá campeón de la pequeña batalla entre Persia y Roma. El emperador esta describiendo la misma ruta de Alejandro Magno en Asia y seguramente le espera el mismo final, morir lejos de su amada Roma… - Con una ramo de uvas en su mano, desgranaba una por una las frutas para comerlas con lentitud mientras hablaba mojándose los labios con el liquido que producían esos granos al reventarlos entre sus dedos. - Por otro lado, mi hermana esta llevando Roma a su ruina tal como lo hizo en Egipto, casarme con uno de sus sobrinos o hijos políticos es como… ponerle sal en su herido orgullo, cuando tuvo que tomar su flacuchento trasero y retirarse de Egipto al ser nombrada una traidora y asesina de Ankrahsemun III…

En ese instante entraron las criadas de Selene y se acercaron a ella, para tomar su corto cabello y cepillarlo. Otras mujeres abanicaban para mantenerlos frescos en esa mañana que comenzaba a ser bastante calurosa y por ultimo entraba una mujer con una jarra de vino para servirle a Illidan una copa. Selene permanecía indiferente a ellos, como si todo eso fuera una rutina a la cual ya estuviese acostumbrada…

- De cualquier forma, podría mentir, robar, matar e incluso prostituirme por Egipto… pero sabes mejor que cualquiera que ese Romano con quien me casen luego de la ceremonia no volverá a tocarme. Es sólo un matrimonio político. – Le dio un sorbo grande a su copa de vino, tajante en sus palabras. Tenía claro que ni ella ni con quien la casaran, en caso de ser aceptada su propuesta, querría estar con el otro. Era tan solo un matrimonio para finalizar una guerra. - Nunca le daría mi virtud a aquellos hombres que han traído tanta miseria a mi tierra, tenerlos cerca me da asco, tener que oler sus cuerpos sebosos y sudorosos por la falta de higiene, ver sus cabezas llenas de piojos y liendres… no… jamás dejaría que un hombre así tocara a la hija de Isis.

Selene tenía claro que su cuerpo era un templo, no le pertenecía hace bastante tiempo. Era parte de Egipto, era para Egipto… si algún día les daba a sus súbditos un heredero se aseguraría que su padre tuviera en su sangre la misma sangre guerrera que su pueblo, un hombre al que admirara y viera hacia arriba, no hacia abajo. Por algún motivo, la imagen del mismo hombre en ese templo destruido con pétalos de rosas que la cubría vino a su mente y sonrió ausente mientras sus mejillas se sonrojaban levemente.

- Así que ya ves, Illidan… las cosas nunca son realmente lo que parecen y no todo lo que brilla es oro. Deja que los Romanos y el resto de los pueblos del mundo piensen que temo… Deben estar pensando en lo generosa que he sido con esta oferta mandando grano a su pueblo, felices de finalmente poner a alguien que podrán manipular junto a mí para gobernar Egipto… ese error será su derrota final. Venceremos sin la necesidad de desparramar sangre innecesaria… eso, en el caso de que esos hombres acepten.

Se puso de pie y se le acomodó su peluca sobre la cabeza junto con un cinto de oro en su cintura, apenas una tela de algodón cubria el resto de su cuerpo, ideal para una tarde calurosa con aquella. Acerco su mano al rostro de Illidan y lo acaricio levemente con su pulgar, tan solo para que la mirara a los ojos.

- Es hora de que surja una nueva princesa Europa que tome al toro por las astas.

La leyenda decía que Europa había sido una hermosa princesa, una mujer llena de virtud de la cual Zeus se había enamorado… para poseerla se disfrazó de toro y la rapto. Ella no tenía la intención de ser sometida por nadie, tomaría a los Romanos por las astas cuando menos se lo esperaran.

Fue entonces que sin ser anunciado y requerido el mismo hombre que olía a puerco y mantenía cubierto su rostro entró al lugar cargando a Hang. Selene abrió ampliamente sus ojos sorprendida. No estaba acostumbrada a que los hombres se atribuyeran tantas libertades en su presencia.

- ¿Cuándo le vas a enseñar modales a tus subordinados Illidan? – Le preguntó a l hombre un tanto irritada. – Al menos no huele a estiércol esta vez…

Levantando una ceja, relajo su expresión para mirar a Hang. Sí, la había tocado, pero lo había hecho por un motivo y ese había sido protegerla, por lo cual lo perdonaría. A veces pensaba que era demasiado bondadosa.

- Cuiden de él hasta que despierte, sigue siendo un invitado en este lugar. – Dijo tajante ordenando que las mujeres lo llevaran a descansar, seguramente el veneno del jardín de Isis lo estaba enfermando como sucedía con la mayoría de las personas. – Y tú, hombre, te has presentado dos veces frente a mi con esa mascara. Lo permito pues me imagino que no quieres crisparme con tu rostro. En fin… ¿Dónde están los romanos?

por Arthas Mar Sep 28, 2010 12:07 pm

Se quedó con una rodilla en tierra, su antebrazo apoyado en el muslo de la pierna que estaba semiflexionada y con su puño cerrado apoyando los nudillos en el suelo; mientras observaba como se llevaban a Hang con tan solo una orden de la Emperatriz.

La respiración del monstruo rojo se acumulaba en su máscara y parecía como si las fauces de una bestia estuvieran respirando tras aquella rojiza mascarilla, la paciencia se le estaba agotando, agachó su cabeza sin pensar en nada, con la mente en blanco esperando que más fuera a decir Selene. Mas las siguientes palabras iban hacia él.

- La máscara es parte de mi indumentaria para sembrar el caos en mis enemigos y para que las tropas del Señor Illidan sepan que si lo traicionan se las tendrán que ver conmigo, resulta realmente todo esto dado que me tienen miedo y a Illidan también. En cierta manera es para que no le suceda lo mismo que le sucedió a Seth. Pero no tendría problema en mostrar mi rostro si es necesario, Señorita Selene.

Dijo llevando su mano al rostro, sosteniendo su máscara y acomodándola un poco, sabiendo que si ella lo pedía él lo iba a hacer; de ahí a que pudiera suceder era otra cosa muy diferente, dado que nadie conocía el rostro y quizás la Emperatriz podría asustarse al verlo, o quizás no, dado que tenía el mismo rostro de quien estaba a su lado.

- Con respecto a los romanos, algunos desertaron y otros están en el Isis. Esperamos sus ordenes… con respecto a lo de interrumpir, pido disculpas por ello, el Señor Illidan me dijo que envíe un soldado de informante del interrogatorio al chico, pero nunca se sabe quien se puede hacer presente, quizás todavía quede gente seguidora de Seth que esté planeando cosas y le pudiera atacar sorpresivamente a usted, o quizás podrían atacar al señor Illidan…

Sonrió por debajo de la máscara, esa idea de que alguien ataque a Illidan, la tenía hace mucho tiempo sembrando en su cabeza, se hubiese arrojado encima del maldito sino fuese porque le faltaría el respeto a todo Egipto, que no se lo merecía. Tenía que hacerlo personal, tenía que hacerlo en el momento preciso y con las armas precisas.

- ...Por eso vine voluntariamente por mi mismo, no me gusta mandar a terceros. Sé que Illidan confía en mí y sabe que nunca lo atacaría. Confío en el Señor Illidan, y cualquier enemigo que le pongan enfrente podría vencerlo si quisiera traicionarlo, pero sería un gran ahorro que usted no tenga que ver ese acto de sangre, Señorita Selene.

por Illidan Mar Sep 28, 2010 8:20 pm

Los planes de Selene parecían claros al igual que sus palabras. Cada segundo que pasaba Illidan iba entendiendo lentamente el plan maestro que la emperatriz tenia en su mente, digno de alguien tan fría y manipuladora…Digno de una reina de Egipto y de la hija de Isis. Cada día que pasaba el ministro confiaba más en las capacidades que la emperatriz tenía y se daba cuenta que Egipto estaba en las mejores manos. Sin embargo, también sabía que el hombre que se casara con la emperatriz podría no aceptar la proposición que ella dijera y siendo Selene una mujer, estaría en desventaja. Illidan estaba muy pensativo por esto, ya que de seguro la muchacha lo había pensado también, pero no menciono nada acerca de su seguridad. El ministro temía que la emperatriz quisiera arriesgar su vida en esta decisión, por lo que se levanto de la silla e intento mencionar algunas respuestas pero su soldado interrumpió antes y no pudo contestarle a la emperatriz. El misterioso ser llevaba cargado a Hang, Illidan sonrío pero también había escuchado los gritos y sabía perfectamente que el enmascarado había acabado con la vida de otro soldado. Esto se le estaba escapando de las manos, el ministro sabia que la bestia podría tomar mucha confianza por si mismo y decidió que lo mejor seria ponerle limites al soldado, al igual que lo hacia con los demás. Espero que terminaran de hablar y cuando los dos finalizaron prosiguió él.

-¿Terminaste? –Dijo Illidan mientras que con su mirada buscaba los escondidos ojos del enmascarado, aquellos que siempre mostraban furia o indignación- Escúchame bien…Estoy harto de tu comportamiento… He oído como has acabado con la vida de otro soldado egipcio sin mi permiso y eso ya pasa de ser una travesura a ser un crimen contra Egipto. Mereces la muerte soldado, después de todo tu mataste a un soldado, muerte por muerte es un buen pago. –La furia en la voz de Illidan era inmensa, estaba cansado de que aquel soldado se creyera más rango que sus compañeros e hiciera lo que quisiera, sin acatar órdenes de nadie y andando como si fuera el sucesor de todos los imperios juntos. Luego de tomar un poco de aire y mirar al soldado prosiguió con sus palabras.- Si no te mato, es por agradecimiento a tus últimos servicios…Pero recuerda bien…-Una pausa, recordando que no sabia ni el nombre del muchacho- Como sea que te llames…Apégate a la idea de que eres solo un soldado egipcio y no tienes privilegios superiores. Las órdenes son órdenes y a la hora de cumplirlas, será mejor que dejes tus gustos y no tomes decisiones. Puede que confíe en ti muchacho, pero eso no te da privilegios para saltarte mis órdenes…

Illidan presto mucha atención a la mascara que llevaba aquel hombre, el nunca había visto su rostro y tampoco había logrado ni siquiera saber su nombre. Pero era mejor así, ya que al parecer prefería guardar su identidad en secreto. El ministro levanto su mano suavemente mientras que decía unas últimas palabras, esta vez mas calmado.

-Puedes retirarte…Recuerda mis palabras o lo lamentaras. Dale una sepultura digna al soldado que has matado y luego vigila a Hang…Puede que la bondadosa Selene lo haya perdonado, pero quizás no todo Egipto opine lo mismo de alguien que osó tocar el cuerpo de la hija de Isis.

La mirada de Illidan se dirigía a Selene, ahora era como que su soldado hubiese desaparecido del lugar y solo quedaran él junto a la emperatriz. Illidan se acerco lentamente hacia la joven mientras que llego hasta al lado suyo, de poder haberle tocado los hombros, lo habría hecho, pero tenia bien claro que una hija de Isis no debía ser tocada por nadie, incluso por Illidan. Las manos de Hang quizás fueron afortunadas y según las leyes debieron ser cortadas. Pero la emperatriz hizo una excepción esta vez dejando que el soldado egipcio conservara sus extremidades y su vida. Illidan se acerco lo más que pudo, evitando romper la comodidad de la joven y la miro directamente a sus ojos para demostrarle que lo que decía seria totalmente sincero.

-Recuerde que detrás de este joven estará todo el ejercito romano…Si el no quiere lo mismo que usted, me refiero a que si el quiere seguir con un matrimonio serio…Usted siendo una mujer no podrá evitarlo. –Illidan lo decía sinceramente, sin intentar rebajar al sexo femenino o a la misma reina de Egipto. Solo lo decía para demostrarle en el peligro que se metía si tan solo un hilo de su plan salía mal- Yo podría oponer resistencia al imperio romano, pero seria solo uno ya que los demás soldados no me seguirían en batalla…He visto en sus rostros el miedo a los romanos y he visto la duda sobre si usted es una gran emperatriz… Muchos piensan que incluso se ha vendido a Roma y por eso ha destruido los generales…Pero yo, yo he visto la verdadera persona que hay en usted…He visto sus intenciones a la perfección y aunque usted lo niegue, en el fondo sabe que es verdad. Por eso no permitiré que ningún Romano ponga las manos en el cuerpo de la hija de Isis y no me importa si debo morir yo, el soldado o incluso todo Egipto…Prefiero que Egipto caiga en batalla y con una chispa de esperanza de victoria…A que caiga en manos de un papelerio sin sangre y pura política.

Illidan parecía molestarle todo este asunto del casamiento, pero si la emperatriz quería hacerlo, no habría nada que la detuviera. El ministro tomó de un sorbo todo el contenido de su copa y dejo la misma en una fuente que acerco la sirviente. Se volvió a sentar donde estaba antes e intento calmarse. Jamás nadie había hablado de esa manera a la reina de todo Egipto y sabia que podía ser castigado por ello. Pero él quería que Selene supiera su forma de pensar y que se enterara que no le escondía nada. Ningún detalle de los planes o de su pensamiento estaban ocultos a la diosa de Egipto y por eso era que Illidan era fiel y confiable.

-La reina Europa fue solo una mujer que confundió un dios con un toro…Pido que usted sea mas precavida y no cometa el mismo error.

Illidan finalizo de hablar, para ceder la palabra a la muchacha. El ministro podría decir muchas cosas, pero todas las decía con el más gigante de los respetos hacia una persona que admiraba y que había jurado proteger con su vida. Por este motivo era que su seguridad le preocupaba tanto, porque si Selene moría o algo pasaba con ella, nadie en Egipto podría gobernar con el mismo rendimiento que ella…Porque era única en su tipo.

por Hang Miér Sep 29, 2010 7:58 pm

Narración / Dialogo Hang / Dialogo Hang (Garuda) / Pensamiento

Después de quedar desmayado a orillas del oasis todo el alrededor era oscuridad y de nuevo estaba en frente de las runas de lo que parecían un castillo..
.-Donde estoy...de nuevo estas ruinas
.-OOO...ya despertaste...por fin después de tanto tiempo vas a despertar ya me estaba impacientando por eso como sea falta poco para que seas de nueva uno de los jueces del inframundo.
.-Uno de...los tres jueces del inframundo...quienes son los otros y cual es mi misión
.-Todo a su tiempo yo espere por largo tiempo ahora tu espera un poco solo te diré el nombre de cada uno...Minos(Archer) de Griffon estrella celestial de la nobleza, Radamanthis(Noah) de Wyvern estrella celestial de la furia y por ultimo tu Aicos(Hang) de Garuda estrella celestial del valor
.-Aiacos ese es...mi verdadero nombre?
.-AL FIN...ya estas recordando quien eres en verdad, Hang fue el nombre que te pusieron los humanos pero Aiacos es tu nombre real y tu verdadera identidad no es de un simple campesino, sino que es de AIACOS UNO DE LOS TRES JUECES DEL INFRAMUNDO..
.-Si yo soy Aiacos quien eres tu?...
.-Yo...soy parte de ti soy tu memorias y gran parte de tu poder.-Ese lugar se vuelve un poco mas claro y ve como el ave esta encadenada por grandes cadenas doradas.-El poder de esa diosa me mantiene preso con estas cadenas y no podre liberarme hasta que tu y las demás estrellas despierten de su letargo.-Mientras decía esto un viento hiso que de entre las cadenas se dispersaran unas cuantas plumas negras del ave todas caían del cielo balanceándose en el viento del oscuro lugar y una de esas plumas toco la frente de Hang generando un destello purpura..

Desperté y mire que me encontraba en mi habitación me pregunte que fue lo que paso con los soldados y el porque me encontraba en el cuarto si recuerdo que fui a la orilla del oasis...Sera que me que de desmallado en el oasis...y asi fue como pude ver todo eso...ja.ja.ja.jajajaJAJAAJA.-Pone la mano en su rostro riendo porque al fin pudo recordar parte de lo que el en realidad era...Esto se pondrá interesante una vez que pueda encontrar a los demás...me pregunto Selene será una de nuestras estrellas...bueno lo descubriré con el paso del tiempo, pero por ahora me quedare aun con la identidad de Hang

Sale de nuevo de su habitación y se dirige a la entrada del pació para poder ver si Selene se encuentra en el jardínMMM...Selene no esta en el jardín entonces se debe encontrar en su habitaciónMe dirigí a la habitación de Selene pero cuando me encontré en medio del palacio un grupo de soldados me rodearon.-TU FUISTE QUIEN SE ATREVIO A TOCAR A NUESTRA PRESIADA DIOSA SELENE NO TE PERDONAREMOS POR TU OSADIA, DEVERAS PAGAR CON TU SANGRE.-No puede ser primero unos cuantos y ahora son demasiados...Pero no suficientes tan siquiera para poder tocarme...pero no los debo herir ya que son soldados de Selene...Intentare calmarlos-.-HA...disculpen si toque a Sel...Lo interrumpen los soldados antes de terminar lo que decia.-CALLATE SUICIO CAMPESINO TU NO MERESES DAR EXPLICASION ALGUNA LO UNICO QUE MERECES ES UN CASTIGO SEVERO.-MMM..No los queria lastimar por ser soldados de Selene pero si se atreven a atacarme pagaran las consecuencias.-Los soldados sacaron sus espadas y se dirigían hacia mi con furia cuando se encontraban a pocos metros...Que diminutos son.-Una sonrisa tenebrosa se reflejo en el rostro de Hang, sus ojos cambiaron de despistados a fríos y sedientos de sangre como los de una bestia, una energía oscura rodeo su cuerpo.-No los quería herir por ser soldados de Selene...pero no dejare que unos simples humanos se atrevan a atacarme sin justificación alguna.-el viento que se encontraba a su alrededor se empezó a volver de tranquilo y calmado a huracanado y furioso, la energía oscura que cubría su cuerpo se empezó a mezclar con el viento, los soldados se sorprendieron pero no los detuvo y por consecuencia fueron empujados por el viento con tan violencia que al pegar con la pared varios quedaron inconscientes...me acerque a uno de los soldados que aun seguía despierto.-Agradezcan que son súbditos de Selene ya que si no lo fueran ya estarían muertos, ahora ven sígueme vamos a ver a la emperatriz...Lo miro con frialdad de tal manera que no tuvo mas opción que seguirlo.-S.s.si .

Cuando llegaron a la entrada de la habitación de Selene le dijo a una de sus doncellas.-Dile a Selene que si nos da permiso para pasar ya que quiero hablar con ella.-La doncella me dijo que se encontraba con Illidan pero aun así le preguntaría...paso un poco de tiempo y nos dijo que podíamos pasar. Al estar frente a Selene me arrodille como un súbdito cualquiera para mostrarle mi respeto sin levantar la cabeza comencé a hablar.- Bien aquí por dos cosas emperatriz Selene primero para disculparme por tocarla en el Jardín de Isis pero fue por su bien no podía dejarla en medio de las rosas además de recibir un castigo por usted al tocarla a dejar que alguno de esos romanos la tocara prefiero mi castigo pero que venga directo de su vos y no impuesto por soldados sin su consentimiento, también vine para disculparme por dejar inconscientes a algunos de sus soldados...cuéntale lo que paso.-Mirando al soldado que se arrodillo junto a el.-Mire emperatriz nosotros atacamos al joven Hang por tomarse el atrevimiento de tocarla así que decidimos castigarlo por nuestra propia mano pero...-El soldado le comenzó a decir todo lo que paso a Selene incluso como fueron noqueados por mi...

.-Eso era todo lo que le quería decir ahora es de usted la decisión de castigarme y de que yo siga en el palacio o no..

por Selene Miér Sep 29, 2010 11:00 pm

Narración / Dialogo en Egipcio.

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La respuesta de qué hacía ahí otro más de los subordinados de Illidan fue respondido por el sujeto. Le explico la razón por la cual portaba una mascara y al mismo tiempo le comunicó que si lo deseaba se la podía sacar. Al mismo tiempo, habían sacado a Hang de su habitación y se lo habían llevado a otro lugar, quien sabe donde. De cualquier forma, Selene no quería ver el rostro del joven, no le interesaba…

- Puedes dejártela puesta, no tengo interés en ver tu rostro. – Dijo con sinceridad, pues si usaba una mascara debía tener sus razones. - Sólo te pido que recuerdes cual es tu lugar en este palacio. – Selene se puso de pie, ya había tenido suficiente por esa mañana de sus subordinados, debía hacer algunas otras cosas antes de volver a Alejandría. - Y no hables de Seth como si sus soldados no lo hubiesen respetado, el problema… era que Seth no me respetaba a mí. – El joven hablaba sobre soldados que aun podrían ser seguidores de Seth y de que su seguridad podría estar en peligro quedándose en ese lugar. – Estoy de acuerdo contigo… hay seguidores de Seth aun por esta zona, aquellos ilusos que pensaban que podrían derrocar la dinastía de mi padre para remplazarla con él… incluso, sin ir mas lejos, aun quedan importantes políticos en Memphis... de hecho por eso los mande a llamar a ambos y por ello también ese joven llamado Hang esta aquí. Hablaremos de ello luego cuando vuelva.

Selene permaneció indiferente ante las palabras que cruzaba Illidan con su subordinado. Parecía que el hombre no podía mantener bajo control a sus hombres, algo que hizo que Selene levantara una ceja y los mirara a ambos con algo de extrañeza por estarse dirigiendo frente a ella con tanta libertad. Pero no quería perder la paciencia, por lo mismo se sirvió más jugo de frutas y le dio un gran sorbo mientras escuchaba como Illidan seguía cruzando palabras con el otro sujeto.

Aun parada ahí, un tanto alejada de ellos… Illidan le dio la orden de retirada a su subordinado. Luego, caminó hacia ella y permaneció a una distancia bastante cercana, algo que más que molestarle, le sorprendió. No muchas personas se tomaban tantas atribuciones y libertades en su presencia.
El joven Illidan hablo sobre lo que realmente sentía al respecto de toda la idea de un matrimonio con alguien perteneciente a la familia imperial Romana. Escuchó la forma en que el pensaba, lo que su ejercito pensaba… de la manera que ella quedaría parada ante el pueblo Egipto si efectivamente contraía nupcias con un joven Romano, como si se hubiese vendido al mejor postor. Algo de razón tenía en ello Illidan.

- ¿Acaso no me temes Illidan? – Preguntó divertida viendo lo cerca que estaba y la franqueza de sus palabras. - Hablas con demasiada libertad en mi presencia y a diferencia de mis otros sirvientes, no intentas ocultar la verdad dulcificándola y minimizándola, la dices crudamente. No se si eso me agrada o no, pues maté a Arianne por decir todo lo que pensaba en público… - Se quedó un instante mirando fijamente a los ojos al joven, para finalmente dar su sentencia sonriendo con algo de travesura en sus facciones. - Creo, que no me molesta que me digas lo que quieras cuando estemos solos, pero en público sigo siendo la reina y diosa de Egipto… si empiezas a minimizar mi autoridad frente a mis súbditos correrás la misma suerte que la antigua persona que ocupó tu collar.

Miró la joya que adornaba el cuello de Illidan, aquella que demostraba que ocupaba un alto rango dentro de Egipto. Pensó un instante si responder o no el resto de lo que había dicho, pero prefirió callar. No iba a discutir sus intenciones con él. Sabía quien era fiel a ella y quien no… y si se daba una nueva guerra, estaba mas que confiada de que el ejercito Egipto iba a defender a su tierra. Llevó una de sus manos y la puso delicadamente en la parte posterior del cuello de Illidan, enredando sus dedos en el cabello oscuro del joven mientras seguía mirándolo a los ojos.

- El matrimonio con uno de los sobrinos o hijos del emperador es inevitable a esta altura y no hay nada que tu ni nadie pueda hacer al respecto. – Apretó levemente su cuello, para indicar lo sería que era con esas palabras. - Es mi voluntad después de todo la que aceptará casarse o no con alguien. Si conozco a mi hermana lo suficientemente bien mandará a la persona mas inútil e inservible de todas para intentar humillarme. Mandar a alguien que si tenga poder para someterme no le serviría, pues… podría salirle mal el juego y podría imponerme yo sobre él. – Soltó el cuello del joven para comenzar a caminar hacia el interior de su habitación justo donde se encontraba una mesa llena de papeles, papiros, libros, plumas y tinta. – La única orden que tienes es obedecer mi voluntad. Por ahora, mi voluntad es casarme con un joven romano que sea heredero del Emperador. Roma no me tiene preocupada joven Illidan… tengo mis ojos puesto en el oriente en este momento, sobre todo en Persia. No podemos ganar una guerra contra ellos… mi padre lo intentó y fracasó rotundamente, teniendo que pedirle ayuda a los Romanos para intentar mantenerlos fuera de Egipto, por algo que estamos aun pagando ese ridículo tributo de grano. Por ahora nos conviene mantener la paz con Roma, pues creeme, el valle del Nilo estará lejos de ser un papeleo politico y aburrido...será un mar de sangre en los próximos años y debemos fortalecer nuestro ejercito si queremos aguantar lo que se viene… no podemos hacer eso si estamos en guerra contra Roma.

Comenzó a buscar entre los papiros cuando llegó al lugar Hang nuevamente, se veía mucho mas repuesto que antes. Selene lo miró un instante y lo dejó hablar, pedirle disculpas por lo que había sucedido al él tocarla sin su permiso.

- Ya esta olvidado. – Dijo tajante, había cosas mas importantes en ese momento. – Que bueno que estas aquí. Illidan, Hang y tú, hombre de la mascara… presten atención…

Selene abrió uno de los papiros, mostraba un mapa de la región con bastantes destalles… puso su dedo justo en el dibujo del Oasis, de la laguna, donde estaba El Fayum.

Oasis El Fayum - Página 2 Mapa%20antiguo%20egipto

- Esta es nuestra posición ahora. Como bien dijo tu joven subordinado Illidan… hay aun seguidores de Seth. Mis hombres me dicen que se han amotinado un grupo de alrededor de 300 y estan acompando en las afueras de Memphis… justo aquí. – Movió su dedo para indicarles en el mapa donde estaban los hombres. – Si hay algo que odio es la insubordinación.

Mátenlos.

Mátenlos y córtenles las lenguas para que en el otro mundo no puedan decir su nombre a los dioses. Quiero dejar en claro que no aceptaré ningún tipo de rebeliones a esta altura… ¿Esta claro? Sólo una muerte horrible puede mandar un mensaje claro del futuro que le espera a cualquiera que se interponga en mi camino. – Selene miró a los tres, debían emprender un viaje a Memphis. – Si fracasan, ni se molesten en volver.

por Hang Jue Sep 30, 2010 10:00 pm

Narración / Dialogo Hang

Cuando llegue a la habitacion se encontraba en ella Illidan y el hombre de la mascara parecia que les estaba dando instrucciones para algo que parecia inportante, una vez que me explique con Selene sobre lo que paso en el jardin y disculparme me dijo que no importaba y todo quedaba olvidado ya que habia cosas mas importantes que hacer, saco un papiro que tenia un mapa en el nos explico que habian aun seguidores de Seth y que se habian amotinado un grupo alrededor de 300 hombres y se encontraban acampando en las afueras de Memphis, nos señalo el lugar en el mapa y nos indico que debiamos matarlos a todos sin excepcion por su insubordinacion hacia Selene ya que no aceptaba rebeliones en este momento, que les dieramos una muerte dolorosa para dejar como advertencia que cualquier futura rebelion sera castigada.

.-Haremos caer a todos los que se interpongan en su camino y los castigaremos por rebelarse en su contra

Con el deseo de aniquilar a todo el que se interponiera en nuestro camino sin ninguna compasion por esos traidores...

Luego me guiaron a un especie de salón donde se encontraban varias armas y los que parecían vestimentas de batalla, me comentaron que en este cuarto nos prepararían para el viaje, algunas doncellas me ayudaron a ponerme esas vestimentas además me dijeron que tomara una espada o algún arma con la que me acomodara ninguna me parecía cómoda así que tome solo una espada y una pequeña daga, cuando terminamos de prepararnos nos trajeron nuestros caballos para poder dirigirnos a Memphis…también ya habían preparado a Osiris para el viaje…me sorprendió que alguien pudiera aguantarlo ya que con casi nadie se portaba manso, deje eso de lado y lo monte para poder comenzar el recorrido.

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Proximo post camino a Memphis

por Illidan Vie Oct 01, 2010 12:49 am

Narración - Dialogo en Egipcio
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La emperatriz era siempre segura, siempre confiada y dispuesta a responder a Illidan todo lo que este le preguntaba, por más que este se tomara las libertades que quería. Esto podía ocasionar la muerte del ministro de Egipto, pero sin embargo, Illidan estaba demasiado confiado en que Selene sabia que no lo hacia con las mismas intenciones que Arianne sino que lo decía con respeto y tratando de cuidar a la emperatriz. Egipto necesitaba una líder tan carismática y justa como lo era Selene y Illidan sabia esto, de hecho, nunca había planeado rebajar la autoridad de Selene o minimizarla, solo quería que ella entendiera su punto de vista ya que para algo era el ministro, para aconsejar a su superior y hacerlo escoger el lado que mas le convenía o si no podía convencerlo, entonces asegurarse de que la decisión que tomara no fuera fatal. La emperatriz seguía hablando y como era costumbre, Illidan callaba y escuchaba esperando el momento adecuado para contestar. La muchacha apretó su cuello mostrando seriedad, lo cual Illidan interpreto y se dio cuenta que quizás se estaba tomando demasiada confianza con Selene, una confianza que no existía.

-No le temo, mi señora… -Dijo mientras que hizo silencio para ver si la emperatriz tenia algo que decir por esto. Al no responderle, Illidan prosiguió e interpreto que era su turno para hablar- Estoy al tanto del poder que tiene y sé que podría acabar conmigo con tan solo chasquear sus dedos. Se que tiene todo el ejercito egipcio detrás y si me quiere dar muerte, quizás un soldado habilidoso corte mi garganta una de estas noches. También he conocido su temperamento y he aprendido que ese día puede llegar a cualquier hora. Pero no le temo porque sé que si eso pasa uno de estos días, me lo habré ganado por mis actos…

Illidan hizo una pequeña reverencia para dejar de hablar del tema y disculparse al mismo tiempo, no quería seguir hablando del tema del casamiento ya que no era nadie para cuestionar las decisiones de Selene y por lo visto, esto ya era una decisión. Él solo estaba para aconsejar en lo posible a la hija de Isis. Sin embargo, sentía como Selene sabia que la confianza que le había puesto al muchacho era demasiado para lo que había hecho, por eso tomo el collar que adornaba su pecho y sacándolo de un tiron, se lo dio en la mano a Selene mientras que la miraba directamente a los ojos. El ministro se alejo unos pasos atrás.

-Jamás quise bajar su autoridad o minimizarla, de hecho, solo quería mostrarle mi punto de vista para que no se llevara sorpresas en el futuro. Este collar, significa mucho y a la vez nada para mí. Puedo seguir sirviendo a mi pueblo y a usted sin este gran titulo que me ha dado.-Dijo mientras que señalaba aquella joya que lo convertía en ministro de Egipto, no estaba renunciando a su puesto, solo estaba demostrándole a la hija de Isis que podía servir sin su puesto o incluso sin un ejercito.- Ambos sabemos, Selene, que esta joya me fue entregada solo porque Arianne fue derrotada y yo limpie a Egipto de la sangre de Seth…Pero mi trabajo no esta terminado y no es suficiente para poder aceptar esta joya. –Illidan camino unos pasos hacia fuera, por donde Hang se estaba retirando, hizo una pausa y se freno para decirle unas ultimas palabras a Selene.- Devuélvamelo cuando haya terminado con el legado de Seth en esta tierra…Si logro mi misión, estaré orgulloso de ser su ministro, pero no antes de probar que sirvo para ello. –Luego desvío la mirada hacia su soldado enmascarado y le dio una orden- Vamos…Es hora de cumplir con los deseos de la emperatriz y terminar nuestro trabajo.
El guerrero egipcio no necesitaba buscar armas, tenía su habilidosa y poderosa espada en su cinturón, por lo que siguió directamente hacia los caballos, donde aquel rápido corcel que había sido de Illidan desde que nació, lo esperaba. Un pelaje blanco maravilloso y una actitud digna de un caballo del sanguinario Illidan. Espero a que Hang subiera y sin decir nada más, empezó a cabalgar hacia su destino.

-Andando…Demostrémosle a esos rebeldes el poder de Egipto.

por Arthas Sáb Oct 02, 2010 6:28 am

El guardián y mano derecha de Illidan, solo observaba tras la mascara, aun cuando le habían dicho que se retirara y que sus actos estaban equívocos, luego se retractaron y le dijeron que se quedase dejando al guerrero de pies y esperando por la respuesta de sus superiores, la cual tardó un momento en llegar, debido a que hablaban entre ellos acerca del temor y los planes a futuros que tenía Selene para Egipto.

La emperatriz buscaba entre los papiros un par de cosas, cuando entró Hang, pidiendo disculpas a lo que el monstruo rojo lo miró de reojos y con algo de furia, no solo por él había herido a ese soldado, sino que emanó una fuerza un tanto hostil que a Arthas no le gustaba nada. Selene contestó tajante y agradeció la presencia de los tres.

Tras un par de enseñanzas en el mapa, algo que Arthas no observó muy bien dado que quien se encargaba siempre de ello era Illidan, solicitó que los hombres partieran hacia Memphis, a acabar con la basura del legado que había dejado Seth. Asesinarlos de la peor manera, no solo para que se dieran cuenta que su postura estaba incorrecta, sino para que los demás que quedaran vivos comenzaran a respetar las ordenes de Selene.

La experiencia de Arthas se iba a ver en el campo de batalla por fin, ajustó su mascara y su guadaña pedía a gritos mancharse con sangre nuevamente, estaba reposando en su espalda cuando Hang dijo unas palabras y Arthas se quitaba el collar de ministro, entregándoselo a Selene y dándole a conocer que no lo necesitaba por ahora, que volvería el mismo cuando haya acabado de una vez por todas con lo que respecta a Seth.

Se dio la vuelta y le hizo unas señas a su propio hermano enmascarado, dejándole un par de palabras rápidas a lo cual Arthas ni siquiera se negó, siguiéndolo en silencio, mientras todos le miraban con algo de temor por el acto de quemar a lo bonzo a una de las sirvientas de Selene. La sonrisa bajo su máscara era notoria, estaba contento de poder acabar con un montón de hombres y así poder liberarse un poco la bronca, de haber sido humillado frente a la emperatriz por las palabras de su hermano.

Subió a su caballo, aquel fiel corcel negro azabache que con todo arrasaba a su paso y acompañado de la guadaña del enmascarado, no había nadie que sobreviviera dado que cortaba cabezas a diestra y siniestra. Evidentemente iba a ser una posición bastante difícil la que debían adoptar, ya que solo eran tres hombres contra trescientos o más, pero eso no importaba en Arthas, cuanto más mejor… debido a que mas sangre y mas cabezas rodarán, alimentando la hoja de su hoz. Seguía a los otros dos caballos en silencio, iban a emprender un viaje algo largo, pero valdría la pena…

por Selene Dom Oct 03, 2010 12:13 am

Narración / Dialogo en Egipcio.

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Y ahí quedo Selene en silencio luego de que todos se hubiesen retirado. Dentro de su habitación la luz entraba con suavidad por la tela semi transparente que separaba el balcón del palacio del interior. Las telas se movían como danzantes por la brisa calida que entraba desde el Lago. Selene se estiró, alzando ambos brazos mientras se movía al balcón y miraba una vez más aquel hermoso lago en donde estaba poniendo todas sus apuestas. Ese lugar tan prospero podía ser la nueva capital de Egipto, algo que venía planificando por algún tiempo ya en su mente, con el temor de que pudiese estar siguiendo los estúpidos pasos de Nefertitis y caminar hacia su muerte.

La diferencia entre ella y Nefertitis era que al lado de Selene no había un hombre que alzara la voz más fuerte que ella. Estaba sola, algo que era mirado con peligrosidad por ciertos hombres que desesperadamente buscaban un heredero al trono de Egipto, algo que por el momento no estaba en los planes de Selene…

Un hijo. La mera idea le revolvía el estómago. Había mucho que hacer para estar preocupándose por alguien más que no fuera ella y Egipto. Suspiró… nuevamente estaba sola. Cerró los ojos un momento y deseo no estarlo. A veces se preguntaba que se sentiría que otro ser humano la tocase y estuviese junto a ella abrazandola. Nunca lo hubiese permitido… no había en esas tierras nadie que pudiera estar a su altura para hacerlo… pero sin embargo, por naturaleza humana, por instinto… deseaba no haber estado tan sola. Aunque nunca admitiría semejante cosa, ni si quiera si su vida dependiera de ello… ni si quiera para si misma.

El sol dio en las joyitas que bordaban su peluca… y lo notó por el reflejo que produjo la luz en el mármol. Era ya casi medio día…

- No quiero que molesten a Edward en el jardín de Isis. Si es lo que pienso que podría ser… debería poder sobrevivir del veneno por su cuenta. – Dio la instrucción y movió su mano para que no la siguieran mientras salía de la habitación para caminar por los pasillos leyendo un libro y comiendo una manzana.

El libro se trataba sobre Roma y la legislación de ésta. Ya que se iba a casar con un hombre de dicho imperio no quería parecer una verdadera inculta en sus costumbres y formas de hacer las cosas. Siempre debía estar estudiando pues una mente estudiosa se necesitaba para conquistar el mundo. Se preguntaba si su futuro esposo la odiaría y sonreía cuando lo hacía. Sabía el tipo de relación que se iba a dar entre ellos… algo puramente político y lo más probable era que ni si quiera se vieran después de la ceremonia Romana de matrimonio… jamás otorgaría un matrimonio Egipcio a uno de esos bastardos, pues le daría derecho divino a llamarse a si mismo Faraón y gobernar junto con ella tomando su lugar entre los dioses.

Aunque… cuando pensaba en aquello y también en las palabras que Illidan le había dicho sobre un hombre romano y que tal vez… el quisiera realmente convivir como marido y mujer, se ponía un tanto nerviosa. A pesar de toda su inteligencia, toda su lectura y experiencia militar.. .sobre todo su formación de guerrera… no tenía idea, la más mínima idea, de cómo complacer a un hombre en ese sentido. Aunque sabía de anatomía, realmente no entendía como aquello funcionaba y la mera idea la ponía bastante nerviosa.

Fue entonces que pensó que tal vez… quizás...

- Traigan a Strife, el que estaba junto al General Romano en el jardín de Isis… díganle que Reina de Egipto lo espera en la biblioteca.

Camino a paso rápido, sin ser seguida por nadie pues había dado la orden de que la dejaran en paz ese día. Entró en el cuarto donde solía escribir y estaban algunos de sus libros y se sentó. Se sirvió una copa de agua y esperó que llegara Strife golpeando con sus dedos la mesa para entretenerse.

por Strife Dom Oct 03, 2010 9:24 am

La tierra comenzó a hacer un zumbido pequeñas piedras comenzaron a moverse. A las lejanías solo se podía ver 3 figuras borrosas ya que el polvo lo cubría todo. El Sol ya comenzaba a hacer efecto en los caballos, cada vez iban mas lento pero no por eso dejaban de ir rápido. Por fin habían llegado a su destino, los caballos pararon junto enfrente del edificio en donde Strife y ambos jinetes enmascarados cubiertos por una bufanda, el joven romano entro al lugar, camino por los dichos pasillos.

Era la primera vez que la reina había pedido al joven capitán que se presentara ante ella, mayormente esto era trabajo del general de la legión Edward quien seguramente seguía en su trance, casi no había luz a excepción de las antorchas que estaban colgadas por la pared. El joven mantenía sus ojos entre cerrados ya que ni siquiera había dormido en 2 días. Seguía teniendo alucinaciones con Minerva, esta vez parecía muy real. Minerva le estaba siguiendo por los pasillos pero el joven no le daba importancia sabia que seguía siendo una alucinación..... ¿Pero que pasaría si no? ¿Que pasaría si Minerva quería decirle algo o que entienda algo?

Las meras preguntas retumbaban en su mente, pero aun así mantenía los impulsos de saber la verdad. Mediante pasaba cada vez veía mas sirvientas haciéndole reverencia por lo cual el joven solo las miro. Al llegar ante la puerta de la biblioteca de Selene. Strife solo se quedo mirándola, sin siquiera saber que había detrás. Lentamente estiro su mano sujetando asi el picaporte y abriendolo.

Ubico su mano derecha y asento la cabeza diciendo.

- ¿Cuales son las razones por la cual me necesita emperatriz Selene?. -

por Selene Dom Oct 03, 2010 7:01 pm

Narración /Dialogo Latin Dialogo en Egipcio.

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Había pasado la mayor parte de la tarde leyendo y escribiendo los distintos asuntos que debía escribir y organizar. No podía creer todo lo que habían tardado sus sirvientes en traer al joven capitán de Edward, aquel chico de cabellera y mirada oscura. Era bastante irritante el asunto, pero lo dejaba pasar, pues le había servido para dejar escrito decretos sobre como se estaba guardando el grano en la montaña y también para estar al tanto sobre los crímenes que debía decidir impugnar con la pena de muerte o no.

Finalmente, apareció por el umbral de la puerta el joven Strife. Selene lo miró un instante bajando los libros que estaba leyendo. Miró a los sirvientes y dijo:

- Larguense, quiero estar sola. Que nadie nos moleste...NADIE.

La biblioteca estaba sólo iluminada por antorchas y había algo de polvo en el ambiente que hacía que la nariz de la joven estuviera siempre picándole y con ganas de estornudar.

- Buenas tardes. – Susurró Selene mirándolo un momento. La luz de las antorchas hacían que el oro sobre ella resplandeciera. – Lo estaba esperando, joven Romano.

La educación y formalidad entre ambos no era porque lo respetara o algo por el estilo, era básicamente para establecer una muralla entre ambos, un muro de hielo que le diera a entender que entre ellos algo los separaba y jamás los uniría. No sólo por que el era romano y ella egipcia, sino porque ella era una reina en su tierra y el era un simple sirviente armado.

Aun así, era alguien del cual necesitaba de lo contrario no se habría molestado con su presencia.

- Lo he llamado porque deseaba preguntarle algunas cosas. – Selene permanecía sentada un tanto pensativa y seria, pero luego sonrió para no poner al joven nervioso o algo por el estilo. No era su intención sonar agresiva ni imperativa con el. – Verá… he pasado gran parte entre estos libros, estudiando todo lo que se pueda estudiar. A pesar de que mi hermana mayor Diva siempre fue la dedicada a la docencia, no me impidió leer sobre ese imperio al norte de nuestro Mar. - Selene hizo una pausa pues no sabía como decir exactamente lo que estaba pensando. – Se que el rol de la mujer en roma es distinto al rol de la mujer en Egipto. La mujer romana debe ser virtuosa, tenerles devoción a su hombre y a los dioses. La mujer allá debe ser casta, honorable y fértil.

Selene sonrió mientras bebía vino, ya era de noche y siempre solía beberlo antes de dormir. La idea de que pensaran tanto en Egipto como el Roma que la mujer debía ser un jardín de bebes le causaba algo de gracia. ¿Por qué no se mencionaba acaso que la mujer debía tener temple y saber ocupar un arma para pelear al lado de cualquier hombre como una igual?

- He sabido que hay una rama conservadora que aun cree en la tutela perpetua del esposo o del paterfamilias… y también, hay mujeres que son tan señoras en sus hogares como su propio esposo, pudiendo recibir la visita de quien desee. Pues… quería preguntarle dos cosas antes de proseguir…¿Es usted casado? – Lo dudaba, pues se veía tan joven, pero en Roma las cosas pasaban de otra forma, e incluso en Egipto las mujeres y hombres se casaban a edades ridículas, como ella y su primer esposo, o incluso Diva. – Y la segunda es… ¿Cómo complacen las mujeres romanas a los hombres? ¿Dándoles hijos? ¿Sirviéndoles comida? ¿Cómo se comportan o como espera un marido que se comporte su esposa?

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