-A orillas del río Tiber-

Recuerdo del primer mensaje :

Ya habíamos abandonado el bosque hace un buen rato, íbamos caminando por las calles de los distritos, mirando adelante, sin hablarnos, sin mencionar nada. Mientras caminaba tranquila al lado del muchacho miraba a mis alrededores, estaba algo nerviosa, pues el lugar por el cual entramos para ir al río no tenía muy buen aspecto, los edificios se veían gastados y algo sucios, y las calles estaban desiertas, era raro que a esas horas de la tarde no hubiera nadie, pero ya era un hecho. De pronto mencioné unas palabras, que por cierto, al no haber gente hablando ni ruidos en el lugar, se oyó muy bien.

-Es demasiado extraño esto... a estas horas suele haber gente...- Decía dudosa mientras miraba a mi alrededor, más luego pensé -Este lugar siempre me pareció un tanto incómodo, no veo la hora de llegar al río...- Eso pasaba por mi mente mientras caminaba lentamente por el lugar.

Luego de algunos minutos, dejamos atrás las calles de cemento gastado para pisar por fin la fría arena. A unos cuantos metros podía divisarse el río, que estaba algo alborotado, las aguas se movían de un lado al otro, formando pequeñas olas. Tan pronto llegaba la tarde y la brisa refrescante del viento comenzaba a soplar, haciendo elevarse a los pequeños granos de arena que se perdían en el aire. De pronto, al esbosar una alegre sonrisa, miré de repente a Leonard.

-Este es el lugar... ¿Verdad que es bello?- Suspiré de repente y me detuve -Suelo venir aquí para pasar mi tiempo... me relaja el sentarme en la orilla y mirar el agua desde cerca, es algo que hago desde pequeña.- Sonreí, y tras hacer silencio cerré los ojos y comencé a sentir el aire que chocaba en mi piel, me quede allí por unos minutos, y luego volvi a mirar a Leonard esperando su reaccion.

El atardecer paseaba por los cielos, dándole aquel color naranja especial y de tranquilidad. Es el anuncio del fin de un largo día de holgazanear. Miro como dos jóvenes se postraban uno frente al otro. En un lugar árido, donde una brisa suave soplaba y levantaba el polvo y la tierra del suelo. Por doquier rocas amontonadas en pila.

Una de las figuras era delicada, "seguramente una chica" de cabellos largos y rojo a diferencia de sus ojos que resaltaban su belleza angelical, eran color marron. Su rostro, su mirada era una de las mas inocente que jamas había visto antes, sin duda alguna seria una presa formidable.

Mac se paro de donde estaba acostado y se dirijo a la chica, -hola bonita, que haces tan solita por aqui-, Mac trato de tomarla del brazo, pero su intento fue frustrado por el grito del otro -No la toques maldito- , dijo aquel misterioso personaje, a lo que mac solo contesto con una mirada, su rival, un joven de cabello castaño, ojos verdosos y aproximadamente de la misma estatura que ella, quizás pocos centímetros mas alto. -te crees muy valiente, verdad?- El miraba fijamente al joven, sin duda alguna se sorprendio, eran pocos los que le hacian frente.

"Es valiente, pero que tanto me durara, jajajaja despues de matarlo disfrutare mi trofeo", La bella chica demostraba todo el temor que sentia por medio de su rostro que lo expresaba.

Mac se disponia a matarlo, cuando recordo aquella cosa tan importante que tenia que hacer, y desistio en su intento, "Ya me dare un tiempo para buscarlos y concluir lo de hoy", asi que dio media buelta y se fue de aquel lugar.

Sus pasos terminaron justo enfrente de un pequeño almacén de mala muerte. Un circulo de personas se había acercado para verlo de cerca a aquel personaje extraño que había salido de las mismas aguas. Las botas de caucho estaban empapadas y su traje despedia un aroma a pescado impresionante. Sus cabellos pegados a los costados de su frente y cara, terminaban con pequeñas gotas que caian al suelo. Su sonrisa tan grande generaba un poco de terror.

-¿Qué cosa eres?

Preguntó una de las tantas personas allí reunidas pero Impo no dijo nada. Alzo su cabeza un poco, inquietando al resto. Observo con su único ojo sano el lugar, dándose una pequeña idea del lugar en donde estaba... y de pronto lanzo una carcajada lúgubre.

-¿Esto es Roma?

Inquirió el extranjero y las personas reunidas intercambiaron miradas entre ellos, confundidos. Una mujer obesa asintió.

-Esto es Roma extranjero...

Impo ladeo su rostro hacia un costado y siguió notando el devastado perímetro. Las personas de allí parecían vivir en la miseria misma.

(Estoy en el lugar correcto... mi señor Ares ya ha estado aquí, eso explica el porque Roma esta siendo destruida por dentro, como alimañas. Debe haber muchas enfermedades venéreas... intentare no tocar a nadie hasta que me tope con mi señor)

La gente notó que el extranjero de cuerpo fornido tenia un tic nervioso en el ojo izquierdo.

-¿De donde viene usted?

Pero Impo no hizo caso alguno a las palabras y murmullos que se formaron a su espalda mediante él comenzaba a caminar, alejándose y rompiendo aquel circulo que los espectadores habían formado ante él. Comenzó a alejarse, encorvado y oliendo el aire cargado de humo y sangre. Conocía bien aquel aroma... el olor a guerra y muerte. Había caído en el lugar correcto.

-¡ARES! ¡JUAJUJAUJAUJAUJAUA!

Ya alejado, solo se oían sus gritos desquiciados y sin control. La gente, aun atónita, se rascaron la cabeza sin entender del todo bien. ¿Quien era ese Ares que había nombrado?

¿Hmpf?

Lanzo un bufido de molestia cuando sus pensamientos, bastantes escasos por cierto, fueron interrumpidos por la irritante voz de una persona, más especifico de una mujer. ¿Una mujer? Su imagen de ella era verlas correr lejos de su figura antes de darles caza, era hasta gracioso que una simple muchachita se acercara a él de esa forma tan indiferente, como evitando saber de quien se trataba.

(Oh claro, es cierto. En esta ciudad aún no me hago conocer...)

Impo volteo su rostro y la observo de soslayo, con una mediana y aterradora sonrisa surcando su rostro. Luego se acerco a toda prisa hacia ella y se detuvo justo a centimetros de su nariz y comenzo a... olfatearla como un perro, como un sabueso que busca algo escondido.

Olió su cabello, sus ropas, su piel...

(Jejeje... podría hacerme una mascara de piel con su carne... tan deliciosa...)

-¿Quién eres? ¿Quién te envía?

Preguntó mientras seguía olfateando su aroma. Tenía olor a pescado, eso quería decir que trabajaba ahí en el puerto...

-¿Acaso quieres ser la primera victima del gran Impo?

El fornido hombre se relamió los labios y clavó su profundo y negro ojo en los de la muchacha. Una mirada así parecía capaz de poder atravesar hasta el alma...

¿Acaso esa mocosa no le tenía miedo al GRAN IMPO? ¿No había pánico en sus ojos? ¿No notaba ni siquiera nervios en su ser? No podía ser... de seguro, de seguro esa niña estaba bien protegida por alguien en las cercanías y por eso estaba tan confiada. Impo podría ser un asesino a sangre fría pero no era idiota... bueno, no tanto.

Alzo su cabeza como un resorte e inició una inspección analítica con su ojo. El perímetro parecía limpio y seguro. Sólo unas cuantas personas rondando por allí sin mucha importancia.

-¿Qué quieres, comida? Largate, no tengo nada para ti.

Dijo de mala gana, bufando como un toro por lo bajo y dandole la espalda, ignorando la ultima pregunta.

-Hoy vives porque me pareces una muchacha valiente. No tendría sentido asesinarte hoy sin que puedas hacer nada mas que gritar como un cerdo. Tu coraje te ha salvado esta vez.

Anunció de forma cortante, murmurando entre dientes cosas que sólo él lograba comprender.

-¿Donde esta el templo que rinde culto a Ares, plebeya?

Preguntó alzando sus cejas y volteando su rostro para mirarle de soslayo. Si Roma había sido conquistada por Ares, de seguro este habría organizado templos, guerras y muchos soldados y como él se sentía parte de su armada, él mismo se adjudico el puesto de soldado de élite.

El día era perfecto y el joven
legionario peli rojo, seguía el camino por las orillas de un rio, de roma, sin
pararle mucho a las personas que por ahí se encontraba seguía caminando,
contemplando el paisaje y los peses que se encontraban en el rio, entre mas
caminaba sentía varias energías presencia con cierto poder, unas presiones se podía
sentir.





¿Qué será esto?


Se preguntaba el joven mientras seguía
caminando, hacia aquellas presencias, Su caminar comenzaba a aumentar la
velocidad, mirando fijamente el horizonte, después de un tiempo consigue a unas
personas, mirándolas fijamente, se prepara para cualquier cosa mientras va
saludando.


Holas quiénes son? Ustedes?


Preguntaba era bueno conocer a la
gente en estas estepas de crecer y aprender.

(Otro espía... o pensándolo bien, podrían serme útiles... este tipo de personas, débiles y manipulables son las que necesito para que rindan tributo a mi señor...)

Pensó Impo, observando al nuevo hombre que ingresaba en la charla. Inagui solo alzo una ceja y le observo con precaución. Luego ensanchó su sonrisa y llevó una mano a la funda de su espada que colgaba en su cintura.

-Impo es mi nombre, escúchenlo bien, mortales, porque será la primera y última vez que lo escuchen de mí. Esta ciudad me pertenece, tanto a mí como a mi señor Ares. ¿Quieren vivir una vida destinada al caos y la destrucción? ¿O serán los peones sacrificables necesarios para comenzar esta nueva era de purificación?

El hombre sin duda alguna tenía serios problemas mentales, pero se lo veía muy peligroso, un ser que sin duda podría hacer algo malo, muy malo... para conseguir lo que él quisiera.

Giró sobre si mismo, describiendo un circulo completo y retiró la espada de su funda negra. El brillo del metal cegó por unos segundos al portador.

-Esta espada purificará sus cuerpos si se niegan al poder eterno de mi señor.

Dijo, volteando a verles por una última vez, ya que comenzaba a caminar en dirección opuesta a ellos.

Tenía hambre y quería encontrar algún lugar para saciar sus necesidades e instintos primarios.

Ellos estaban en total libertad de seguirle...

off: jejeje ps claro que roleo con ustedes me disculpo si no les llevo la secuencia pero me ando aclimatando a rolear nuevamente xD

on:



Escuchando atentamente viendo como actuaban cada uno de las
personabas que estaban ahí estaba muy atento pendiente de cualquier cosa, todo
es factible, haci que tenía que estar mosca, mirándolos seriamente y con un
tono de voz imponente dijo.

Yo soy Ayem legionario del gran dios Zeus quien mande sobre
los demás dioses, quien es mi señor. Estas tierras son de hades?
Preguntaba el joven legionario mientras seguía observando
detenidamente a cada uno de ellos, pero avía uno que tenia armadura y parecía ser
una persona fuerte del emanaba algo que era imponente pero ayem no sabía que
es. El de la armadura parecía servirle a
ares, otro dios, todos eran fieles
sirvientes a un dios, pero cada uno con sus intenciones diferentes agarrando su
espada con fuerza miro a los dos, mientras respiraba y observaba lo bello del
paisaje sabria que algo ocurriría pero que y cuando, tenia que prepararse haci
mismo.

Él asesino ya estaba unos metros alejado de esos dos chiquillos molestos, Impo no quería interrupciones en su estadía allí en Roma hasta que logré encontrar a su dios. ¿Cómo lo haría? Era imposible saberlo, ya que no tenía idea en donde podría estar. Pero algo le decía que se encontraba ahí, en algún lugar de la ciudad, era difícil describir la sensación que sentía dentro de su ser que le obligaba a seguir su búsqueda con mas afán.

Escupió a un costado del camino y de repente quedó paralizado por una fuerza mayor a la de su voluntad, que en esos momentos era casi nula.

Sintió como si el aire entero comenzara a agitarse violentamente en distintos sectores de aquel lugar. Sus ropas se mecían levemente por la brisa que comenzaba a subir de volumen, llegando a lograr mover sus cabellos pegados con gomina. Alzó ambas cejas, indiferente a aquello... no entendía porque no lograba mover un musculo de su cuerpo.

Una energía logró sentir muy escasamente a unos metros de su posición. No lograba captar porque de aquello pero no pudo pensar mas sobre ello, ya que veía con su único ojo sano como, literalmente, un torbellino comenzó a destrozar todo en su camino hasta ir directo a su posición. Veía las baldosas de mármol ser arrancadas de cuajo y destrozadas contra paredes y el piso.

No pudo comprender porqué, pero el torbellino justo cuando parecía dar con él y terminar su patética existencia, dobló hacía la derecha, irónicamente perdonándole la vida. Pero no quedó a salvo, ya que la onda expansiva le golpeo luego de que el torbellino siguiera caminar directo al rió. El cortante viento lo lanzó por los aires como un muñeco de trapo y termino aterrizando sobre un comercio de madera cerrado, destruyéndolo con el peso de su cuerpo.

-GRRRrrr...jag.... ja...

No del todo ileso, salió como pudo de los escombros, con sus ropas rasgadas pero no rotas del todo. Se quedó encorvado en cuclillas, intentando recuperar el aliento perdido. Sentía un ligero corte por encima de su frente, seguro en su cuero cabelludo... había caído de cabeza.

Intentó reponerse pero le fue imposible. Tosió un poco y dejo escapar unos hilos de baba que caían de sus labios.

-...


Y como si fuera un golpe directo en su médula cerebral y espina dorsal, Impo quedó movilizado nuevamente unos segundos que fueron eternos. Lanzó un fuerte gruñido seguido de un fuerte grito de dolor. Sentía como la cuenca que poseía en su ojo derecho, por debajo del parche negro que lo ocultaba, comenzaba a quemarse internamente, como si la energía mágica en su interior amenazara con salirse.

-¡¡GRRRAAARRRRRRRRRR!!

Se tocó la cabeza con ambas manos, intentando parar el dolor, intentando opacar las voces que sentía en su cabeza hablar un idioma que no entendía. Sangre se distinguía salir por debajo del parche...

Todo duro unos momentos hasta que Impo finalmente terminó de sufrir espiritualmente y se logró reincorporar del todo. Ahora sonreía, parecía nuevo nuevamente.

-Eso sí fue interesante...

Notó el gran surco en el piso que dejó al pasar el torbellino. Caos y destrucción. ¿Habría sido obra de su señor Ares?

A la distancia se notó a Ayem y a Anhai. Parecía estar intactos y veían a alguien que él no llegaba a ver.

Impo se acercó hasta el río, siguiendo el surco que el remolino había dejado por su paso. Pasó por al lado de Ayem y Anahi, ni siquiera se molesto en mirarlos. Llegó hasta la orilla y sintió un extraño frío recorrer su cuerpo.

(¿Habra sido Ares?...)

Preguntó internamente mientras intentaba recapacitar de todo lo ocurrido. Primero aquella chiquilla molesta, luego el hombre extraño y ahora un remolino que salió de la mismísima nada y que casi arremete contra él.

(Tendré que investigar más sobre esta ciudad... de seguro eso habrá sido una señal de que lo que ando buscando esta por aquí... jejeje...)

Guardó finalmente la espada en su funda y dio media vuelta, dandole la espalda al río.

(Arrggh... mi ojo aún me duele...)

No había caido en la cuenta de que donde tenía el parche caia sangre, solo sentia un ligero roce tibio en su mejilla y no le dio mayor importancia.

-¿Vieron de donde vino aquella cosa? Tú, legionario de Zeus, a partir de ahora me obedecerás hasta que encuentre a mi señor.

Sentenció Impo, apuntandole con su indice y con una retorcida imagen de su rostro lunático de fondo.

-Y tú, mujer, serás mi sirvienta hasta que diga lo contrario.

Dijo y se relamió los labios. Hacía mucho tiempo que Impo no satisfacía sus necesidades sexuales...

-Pero que mierda...

La mente de Impo no lograba procesar lo que había ocurrido. Ver a un tipejo llegar de la mismísima nada y pedir que le siguiera para luego marcharse misteriosamente por el camino contrario a donde él estaba parado. En ese hombre sintió la energía que había logrado sentir anteriormente, pero no lograba entender el porqué de ello.

(Siguele, idiota)

Escucho en su mente, una voz tenebrosa resonó en el interior de su craneo, chocando con su cerebro e impulsando sus nervios para poder mover los musculos de su cuerpo que hasta ahora permanecían inmoviles.

-¿Quién eres?

Pero no consiguió respuesta a su pregunta interna, ya que aquella voz, siniestra y olvidado en el rincón de su cabeza, era el alma que pronto despertaría en su avatar, era el alma de Pumin, el señor de la desesperación, que ironicamente estaba desesperado por poder conseguir posesion total de aquel avatar. Ya casi lo habia conseguido, solo faltaba lograr controlar su cerebro al 100% y podría despertar en aquel sujeto de nombre... Impo. Aunque lo dudaba, ya que a ese paso de seguro el idiota se mataba o se hacía matar por alguien antes de su total renacer.

De un momento a otro, tomó un poco de control en el cuerpo de aquel hombre y le ordeno el seguimiento de Apocalypse. No sabía que tramaba su compañero de armas, pero era algo antes de estar perdiendo el tiempo con aquellos dos.

Fue así como Impo comenzó a seguirle el rastro a toda velocidad, casi inhumana.

En un momento a otro, Impo ya permanecía a una escasa distancia de Mac, solo que su único ojo sano había tomado un color característico que siempre adoptaba cuando el alma de Pumin tomaba las riendas en el asunto.