Arribo al templo de la diosa .

La diosa del amor y la lujuria llegó a la entrada de su templo con su primo el senador Solomon, ella nunca se habia imaginado ni por un segundo que algún día tendria que llevar a su primo a ese sitio que era tan sagrado para ella, ese sitio que ella pensaba nadie podía invadir por mucho que quisiera.

-Bueno mi querido primo ya estamos aquí... Espero este sitio sea de tu agrado, porque hasta que no tengas un plan nos quedaremos por una temporada en este lugar...- La princesa de ROma pasó su blanca y delicada mano por el rostro de su primo cerrando sus ojos, estaba contenta pero no podía definir por qué. No podía regresar a Roma y ese sería el único sitio al que podría ir hasta que el hombre que había llevado ahí decidiera qué sería lo que harían de ahí en adelante.

-Mmm no es bueno que el sepa bien la entrada a mi templo, mejor hago algo para que se duerma hasta que lo lleve hacia adentro, no quiero que sepa cómo se llega a mis aposentos o al sitio donde descanso, peor si lo tendré un tiempo acá.

Lydia suspiró y miró la gran puerta dorada que conducía al jardín donde estaba la entrada del templo en el que ella habitaba y reinaba como la soberana que era en ese lugar. Varias rosas rojas estaban adornando la puerta y las enredaderas que estaban en la superficia de la misma hacían una especie de cerrojo entre las dos hojas de la misama; esa entrada era un sitio digno de ver, los pájaros volaban hacia el interior del mismo y daban una melodía relajante como regalo a los visitantes, el olor del perfume de las flores era hipnotizante y bastante embriagante. La diosa por consideración hacia su primo pensó en hacerlo dormir con el néctar de alguna de las flores que crecían allá afuera, pero no tenía tiempo para esto así que solo se colocó detrás de su primo le dijo al oído:

-Primo por razones de seguridad yo no puedo dejar que tú veas la entrada a mis aposentos ni cómo se pasa el laberinto, bien podría yo llevarte como te he traido pero así no es divertido, así que usaré la varita del olvido- La diosa dijo esto alegremente y desapareció; segundos después apareció de improviso detrás de su primo y sin previo aviso le propinó un golpe cerca de la carótida con una vara gruesa, con ese golpe TODO ser humano se quedaría soñado y caería al piso. Claro en la humilde opinión de la narradora puedo decir que al pobre Solomon se le va a bajar la presión!!! Pero bueno estos detalles parecían no importarle mucho a la diosa; la razón por la que no lo llevaba con su cosmos era porque por alguna razón en su templo si llevaba a algún humano era necesario que pasara por la entrada del mismo con él. Parece ilógico pero así son la cosas del mundo de los dioses, carecen de mucho sentido en raras ocasiones.

En otras circunstancias la diosa se hubiera quedado a ver si su golpe tuvo efecto o no, pero realmente sentía que tenía cosas que hacer así que no esperó ni observó las consecuencias de su golpe sino que dijo:

-Solomon primo querido prometo regresar pronto debo irme a ver algo, prometo traer algo para que comas.- Una vez dicho estola joven princesa de Roma volvió a brillar y se desvaneció marchándose del sitio; ya regresaría a ver a su primo, no podria hacer nada en un lugar como ese, o por lo menos eso presumia, total no pensaba que sería tan terrible.

Para que Solomon no estuviera aburrido en ese lugar, la diosa del amor y la lujuria hizo otra aparición para crear a una sirvienta muy bonita de cabellos rubios, esta tenía un serie de instrucciones a cumplir, su primo ya había despertado y no era factible que estuviera aburrido en ese lugar, aún no había ido a disculparse por lo de la varita del olvido, así que estaba segura que el estaría molesto por ello, pero tenía que hacer algo por el, por lo que ahora que el joven senador había despertado las funciones de la chica rubia con chitón rosado empezaron ya a ponerse en lista.

-Es un gusto ver que ha despertado señor Solomon- dijo la joven mientras hacía una reverencia; ciertamente la joven era muy hermosa, no tanto como la diosa Afrodita, pero sí bastante bella y despampanante como para deleitar a un hombre, solo que sus fuciones estrictamente eran de ser sirvienta.

-Mi nombre es Salomé y soy una creación de la diosa, para que me encargue de que su estancia sea buena mientras ella arregla unos asuntos- Salomé hizo una reverencia y emprendió marcha hacia un pasillo de la entrada del templo de la diosa, más adelante estaban los aposentos donde el senador encontraría comodidades y manjares para que comiera hasta que ella regresara.

Una vez dicho esto la sirvienta que creó la diosa del amor y la lujuria siguió avanzando, algo tenía esa joven que no era normal, a parte de ser la creación de una diosa, y es que era etérea como si fuera un fantasma, algo irreal salido de un espejismo o una ilusición de la noche, la verdad era que las cosas en el olimpo eran sencillamente mágicas e inimaginables, ningún humano podía describirlas bien o entenderlas.

Narro/ Salomé

Una vez que Lydia llegó a la conclusión de que no tenía sentido lamentarse por las cosas pasadas decidió mejor ir a ver a su primo para no pasar por mal educada, además que no confiaba mucho en el para dejarlo solo en ese lugar tanto tiempo, por mucho que Salomé lo estuviera vigilando no era garantía de que el se portara bien y no hiciera estragos, porque había demostrado ser bastante desastroso en la misma roma que era su hogar y el sitio que más quería.

-Lamento la tardanza mi querido primo pero es que tenía que hacer alguanas cosas- Helena caminó lentamente y haló a su primo de la mano para llevarlo por el pasillo que indicaba Salomé la sirvienta; llegando a una especie de habitación en la que había muchos cojines, con una rapidez casi inusual, la joven princesa de Roma lanzó a pose contra un gran sillón repleto de cojines y ella se lanzó sbore lo que parecía ser una montaña de cojines de muchos colores y de telas transparentes; luego con sólo elvar su cosmos la diosa hizo aparecer mucha comida frente a Solomon para que el comiera, mientras ella se deleitaba con unas uvas.

-Solomon ahora sí dime ¿Qué es lo planeas hacer?

Lydia miró hacia el techo y pensó en qué estaría haciendo Mauritius en ese lugar, no podía imaginar qué era lo que tenía que sentir porque ciertamente estaba confundida con todo lo que estaba pasando, y pues la presencia de su primo quien por alguna razón tenía vestigios de una energía cósmica tampoco ayudaba a su tranquilidad.

-Salomé puedes irte- dijo la diosa terminando de comer sus uvas, por primera vez podía comerlas sin pensar en que alguien las habia envenenado para matarla.

La diosa del amor no pudo sentirse más indignada, su amor hacia solomon empezó a morir como un cervatillo que cae luego beber un elixir envenenado, el estaba acusándola de ser la causante de la desgracia de su padre, cosa que ella sabía bien era sólo culpa de la mujer que Solomon tan neciamente amaba. Ahora mismo lo estaba entendiendo, Solomon estaba condenado y no iba jamás a salir de aquella condena que el gustosamente se puso encima; los ojos de la diosa se pusieron fríos, su cosmos se elevó considerablemente y cambió de lila hasta pasar a morado ahora Solomon había acabado con la paciencia de la diosa y no habia nada en el mundo que hiciera que esto cambiara; pero las cosas no terminaban así, sino que a luego de decir un montón de cosas que hirieron a la parte humana de Lydia su primo se atrevió a pedirle una bendición; claro que le daría una, la bendición del encierro, porque después de lo que el había dicho no iba a dejar ese lugar hasta que ella quisiera.

-Cómo te atreves siquiera a insinuar eso?- Lydia avanzó y tomó a Solomon del cuello para pegarlo a un pilar y hablarle con los ojos inyectados de sangre- SI hubiera sabido de mi poder antes, hace rato hubiera hecho yo que mi padre hubiera despreciado a la vívora de Diva la mujer que tanto quieres, hubiera hecho que jamás la tomara por esposa!- Lydia dijo esto último levantanto bastante su voz y entonces soltó a Solomon para dejarlo caer al piso, sin importarle como este se viera afectado por ello.


-Te atreves a culparme de todo sin embargo yo nada he tenido ver que ver, si tu padre murió fue por causa tuya y de tu hermana, ustedes son los culpables de la desgracia de la familia, pero el más importante causante eres tú! Zeus debería castigarme, pero no por mis faltas a la autoridad que siempre cometo, sino por haber dejado que mi parte humana pensara que eres un hombre noble, hermoso y amable, no eres más que un hipócrita que se jacta de lo que no es; y aún así yo te amé con todas las fuerzas de mi corazón mortal. De haber sabido antes que yo era Afrodita jamás hubiera dejado que te enamoras de DIva, pero tú senador imbécil qué vas a entender de esto! No entiendes nada eres un egoísta ser sin alma- Lydia agarró un plato con uvas y lo lanzó en dirección a Solomon, quería desaparecerlo de su vista.


-Incluso el suplicio de casarme con Efestos y tener que serle fiel sería
poco en comparación al grave pecado que cometí al haber concebido amor irrancional hacia tí! Me expuse al odio de Egipto sólo para que tú no fueras el único que tuviera que sufrir el escarnio, te ofrecí mi ayuda pero tú eres como siempre un desagradecido, casi como...- Lydia se tapó la boca y miró a Solomon con sorpresa, dentro de el había una energía cósmica fluyendo muy despacio y algo débil, alguien dormía dentro de el, pero no sabía quien; su primo tampoco era tan humano como pretendia ser, pero eso aunque le daba alguan explicación de las cosas igual no cambiaba la situacion. Solomon era un desagradecido y habría de pagar por ello.

-Me has pedido la bendición del olvido? NO señor! Ese es un regalo que debería concedérseme a mí! Para olvidar tu asqueroso rostro de uan vez! Tú no eres más mi primo querido y créeme Solomon si no quisiera ensuciar mis manos con sangre te aplastaría como el insecto que eres!- Lydia elevó su cosmos y materializó en su mano una botella de vidrio con un líquido pùrpura en su interior.

-Toma tu poción del olvido, pero esta poción humano insignificante no puedes tomarla tú, porque sencillamente no podrías olvidar nada de lo queres, el efecto sólo sirve en otro ser humano- Lydia rasgó el aire y un portal rosado apareció frente a Solomon, el ya no era bienvenido en ese lugar por lo que sencillamente tenía que irse- Ve y juega on esa poción haz tus estragos de siempre, el hecho de tenerla y no poder usarla en tí es tu castigo, ahora arrástrate como el gusano que eres y vete de aquí, aparecerás en tu cuarto, no eres bievenido en este lugar.

Una vez dichoe esto Lydia ignoró a Solomon y se dirigió a lin, su ángel y su mejor amiga, y quien la ayudaría a vengarse de Solomon y Diva como tanto deseaba; su ojos se posaron sobre la figura de su ángel a quien amorosamente dijo mientras pasaba la mano por los rubios cabellos de la misma:

-Linda iré unos momentos a la tierra, tu tienes una misión, tienes que irte ahora mismo al palacio de Roma y cuéntame qué hace Diva y qué sabe ella de mi padre, cuéntame cuál será su próxima actividad, nos veremos dentro de mi templo en una hora si? Lamento no quedarme contigo un poco más de tiempo, pero es importante que hagas estos por mí si? Ahora tengo que irme, porque no quiero que me veas así, pero vete ya que no quiero que te contamines mas con la presencia de mi asqueroso primo- Lydia dijo esto mientras abría un portal para LIn, aún con el rostro bañado en lágrimas la diosa se seguía viendo hermosa, sólo que ahora estaba triste, muy triste, porque dos hombres importantes para ella la habian decepcionado en ese día, haciendo que fuera uno de los peores que habia podido vivir.

Una vez dicho esto Lydia desapareció del lugar dejando destellos negros con morados, ignorando por completo ya, al senador Solomon, el hombre que una vez amó con todo su corazon de humana, pero el mismo mató su amor ese día, ya no lo amaría nunca más.

Con un destello negro con morado, la diosa del amor y la lujuria dio paso a su presencia en el portón donde se arriba a su templo, ya había sentido el cosmos de su ángel, por lo tanto era más que primordial que ella se encontrara en ese lugar, para poder al fin hablar con Lin y ponerla al tanto de todo, además también ella deseaba ponerse al tanto de las cosas que habían pasado en Roma, ya que ella no se la pasaba en el palacio desde hace algunos días porque no tenía nada bueno qué hacer o lograr verdaderamente en ese lugar; aunque por ahí el plan de acercarse a Diva para que hiciera más fáciles las cosas para ella, era algo bastante tentador, pero conociendo cómo era esa mujer de precipitada y cuánto se odiaban ambas, el hecho de querer llevar ese plan a cabo, sólo quedaba en un querer más no en un logro.

-Es un gusto ver que has llegado al fin a mi templo Lin. Tengo tantas cosas que preguntarte, pero es más importante aún lo que tengo que decirte primero, ya que es de suma importancia para mis planes y para asegurar tu protección como mi guerrera.

Lydia se acercó a LIn para poder mirarla a los ojos, luego de eso suspiró y siguió mirándola con ternura para poder determinar si algún suceso malo habría marcado de alguna forma la estadía de su ángel en la oscuridad. Una vez que Lydia comprobó que su ángel del amor estaba en condiciones buenas, la diosa del amor pasional abrazó a Lin y le dijo:

-Lin ... Mi querido ángel de la pureza, en un acto de buscar protección para ambas he entrado a una alianza con Eris, Apolo y al parecer Zeus también está en la misma, y es precisamente por eso que quiero que tú estés conmigo en la fiesta que se llevará mañana en el templo de Apolo, no tengo las más mínima duda, todos los dioses de la alianza junto con sus guerreros se van a presentar ahí, espero tú puedas estar también, desde ya tendré que buscar un vestido para lucirlo, y así mismo tú también deberás lucir uno casi tan hermoso como el mío. Lo más importante eso sí, es que conozcas a todos los miembros para que no te engañen los enemigos, ni para que cometas errores fatales atacando a tus compañeros.- Lydia se separó de LIn y puso sus manos en cada hombro de la joven mujer rubia y dijo:

-Alguna pregunta acerca de lo que te he dicho?

Lydia escuchó lo que decía su ángel del amor, estaba realmente complacida de que no fueran cuestionadas sus decisiones por parte de Lin, ya había puesto al tanto de las cosas a su ángel, por lo que al final ahora solo tenía que hablar con Lin de otro asunto. Como no quería permanecer mucho tiempo de pie en ese lugar, la diosa del amor y la lujuria hizo aparecer unos cómodos sillones ahí en las afueras del templo para no tener que moverse mientras conversaban.

-Cierto mi querida LIn, es importante al asunto de Diva y es el que queremos hablar en estos momentos, supongo que algo bueno tuvo que salir de ello.

Lydia sacó sus manos de los hombros de la princesa Lin y se alejó para poder sentarse en uno de los sillones que hizo aparecer, luego extendió su mano derecha para indicarle a su ángel que tomara asiento a su lado, mientras escuchaba el canto de los pájaros, pensado en lo maravillosos que eran y en cuán afortunada era ella de tenerlos en su reino. Aunque Lydia estaba interesada en saber acerca del asunto con Diva, muy en el fondo sabía que su ángel también tenía información acerca de Solomon, y por mucho que ella lo negara aún quería enterarse de este tipo, ya que la posibilidad de que el fuera uno de los tantos dioses dormidos, era tan grande como la posibilidad de que incluso otro de sus primos, cualquiera que fuera, también tuviera otro dios durmiente dentro de él; aún en sus adentros la princesa de Roma rogaba que no fuera así, porque si resultaba que Solomon tenía dentro de su ser a un dios durmiente, y de paso uno de los poderosos, ella no iba a poder existir en paz de la rabia, y seguro buscaría mil y un formas de que desapareciera para siempre de la faz de la tierra, aún no comprendía bien por qué, pero su odio por Solomon era cada vez mayor e incluso llegaba a superar el que sentía por Diva. La diosa del amor suponía que quizá eso era por la forma en la que él la había tratado aún cuando ella le ofreció su ayuda, la verdad era lo único que se le ocurría.

-Bueno Lin dime lo que ha pasado en ese lugar, tengo deseso de saber qué es lo fascinante que se puede ver o vivir en ese aburrido lugar y con esa mujer tan simple.

Al parecer a Lydia no solamente le parecía gracioso el asunto de pose, sino que también a su angelito, quien no pudo disimular que ella también tenía deseos de reírse a carcajadas al igual que ella. No podía negarlo, ese espectáculo que le daba un enorme gusto a su ángel, aunque no comparado con el gusto mayor que había recibido; hubiera sido digno de ver para la mujer de cabellos negros, quien desde hace ya bastante tiempo estaba deseando ver a Solomon arrastrarse en el fango de su verguenza.

-Bueno lin, yo creo que el poco a poco irá recibiendo su merecido, después de todo, el rechazó mi mano cuando yo se la ofrecí para ayudarle, no tengo por qué tener compasión o sentir pena con él. Por mí que su cabeza ruede hasta mis pies, ya que el se merece la mayor de todas las humillaciones.

Lydia siguió tomando lo poco que quedaba de su té, ahora tenía que pensar en el momento correcto para ir a encontrarse con los demás en el templo de Apolo, eso claro si las cosas iban del modo que debían ir. Algo estaba pasando en la tierra, pero la verdad era que la diosa del amor y la lujuria no quería saber, estaba más que aburrida de mirar hacia abajo para ver las desgracias de la gente, no bajaría de su cómoda estancia, así le suplicaran y le hicieran una plegaria.

-¿Con que Fye un dios durmiente? No me sorprende, el tiene el porte y la gracia para ser el recipiente de uno en realidad, y si eso es así entonces me será más que difícil vengarme de Gelum.

Lydia dejó que le viento moviera sus cabellos negros, y luego de pensar en las formas que tendría que encontrar para poder ir contra su primo más pequeño, decidió dejar de lado sus caprichos para decir:

-[color=red]Bueno linda, creo que lo mejor es que te vayas a alistar, yo ya tengo un hermoso vestido que lucir, pero tú no, si deseas puedes pedirme uno, o puedes descender para buscar uno a tu gusto, pero sólo tienes dos horas para ello.- =white]]Lydia dijo esto y esperó la respuesta de su ángel.

Lydia estaba escuchando las palabras de LIn. Al parecer ella tenía la disposicion de siempre para obedecer sus órdenes y era precisamente esa, la razòn por la que ella pensaba que su ángel debìa ser cuidado con todas las medidas de seguridad habidas y por haber. Ya la joven incluso estaba diciendo que tenìa el traje indicado para la reunión e incluso estaba garantizando que no se demorarìa casi nada en estar lista, cosa que Lydia consideró un poco innecesaria, puesto que no estaba tan deseosa de salir corriendo a esa reunión.

-Linda no tienes que apresurarte demasiado. Acabo de darme cuenta que no tengo tantas ganas de salir corriendo a la reunión todavía. Te aseguro que aún no hay nadie en ese lugar, y Zeus ni siquiera se ha puesto en marcha tampoco, eso te lo aseguro; por lo tanto no creo que sea necesario que nos pongamos a correr por gusto.

Lydia se puso de pie y pensò en Ares. El habìa espertado y habìa dado indicios de su paso por Roma. Obviamente los mortales no lo sabían pero ella sí, después de todo fue la mujer que lo acompañó en épocas más antiguas. No podía negar que sentía deseos de verlo, pero eso sí, bien lejos, como a unos once metros o más, después de todo no quería verlo por cuestiones sentimentales sino por cuestiones más importantes. Quería comprobar su poder y calcular qué no más tenía que hacer para poder arrebatárselo; sin embargo aún no podía cantar victoria, para poder si quiera pensar en encargarse de Ares tenía que primero descubrir que dios dormido habitaba en Solomon y matarlo al fin.

-Lin, recuerda que cuando estés en la tierra tienes que tener cuidado de encontrarte con Solomon. No confío para nada en él. Estoy segura que incluso la serpiente de Diva es más confiable que ese gusano desgraciado que se arrastra tras la sombra de esa arpía.