Jerusalen: Limites de la ciudad

Luego de su corta y precisa platica con el marinero Israel, Usui decidio caminar un poco por el valle, casi en los limites de la ciudad. Sin que lo supiera, parecia ser atraido por una bella melodia que lograba oir, gracias a su poder auditivo mas alla de lo normal, una leve y lejana tonada de flauta. Usui permanecio en silencio a la entrada de un tunel hecho por arboles quebrados y rotos. Oia roncas exhalaciones, como resoplidos de un caballo. El sonido procedia de su derecha. Usui se asomo lentamente. A la derecha no oyo mas nada. Agudizo el oido; los debiles resoplidos continuaban, semejantes a una suave brisa. Pero no soplaba la mas leve brisa: los arboles y arbustos no se movian... ¿O si?

Usui tuvo la sensacion de que algo se le escapaba, algo que tenia justo enfrente, metaforicamente, de sus ojos. Por un momento creyo detectar un ligero movimiento en los arbustos a su derecha. El contorno de las hojas parecio desplazarse y volver a su anterior posicion. De inmediato lo escucho con claridad: un puma. El cazador de serpientes mantuvo la calma, no era necesario alarmarse. Ya habia lidiado con este y muchos peores problemas, y un simple gato negro no le seria un estorbo.

Pero... algo sucedio. Una bella melodia pudo escucharse, proveniente de la entrada al tunel de arboles en donde se encontraba parado. Una musica magica, tanto que el puma parecio relajarse y huir de alli. Usui sonrio con gusto, ya sabia de quien trataba.

Continuo su avanze, guiandose por la melodia. Sentia una extraña sensacion, tanto que hasta podia jurar estar en paz. Sus chancletas aplastaban hojas y ramas, no tenia porque andar sigilosamente por ahi, solo estaba obedeciendo a su mente y seguia por mero instinto la musica. Hasta que llego a lo que parecia, un hospital... oia muchos quejidos y los latidos de corazon aumentar, tos, gritos y llanto. Aunque no los habia percibido antes pese a la musica. Ahora que lo pensaba aquel hombre que tocaba la flauta seria ideal para lograr mantener viva a la anaconda y poder capturarla sin necesidad de arrancarle alguna parte. Avanzo a un lado de la fila que sentia en su izquierda, sintiendo los gemidos y suspiros asustadizos de las personas, ya que él no era ningun herido ni buscaba ayuda, llevaba aquel escudo con forma similar a un caparazon de tortuga colgado en su retaguardia y una enorme lanza en su mano derecha -¿Donde se encuentra el "Angel"?-

Lo guio hasta la pequeña entrada del lugar y espero a que pase, para luego cerrar la puerta. No queria que nadie mas escuche. Pese a su discapacidad visual, parecia manejarse muy bien inclusive mucho mejor que antes.A veces cuando clavaba la "vista" en algo parecia observarlo, como si pudiera verlo con tantos ojos dibujados en sus ropas.

-Te necesito para una expedicion de corto tiempo, niño. jmjmjmjm... tu musica tranquiliza a los animales, incluso estoy seguro que alterara y dejara inmovil a las serpientes, ya que ellas tienen el oido mucho mas desarrollado que cualquier can-

De pronto un trueno parecio haber desgarrado parte de la tierra, a ese le siguieron relampagos y luego la lluvia comenzo a caer. La lluvia golpeaba ruidosamente el tejadillo de la casona en donde se encontraban, y caia por los lados formando una cortina homogenea. Usui aspiro profundamente y sonrio. Le encantaba aquel olor a tierra humeda que producia la lluvia.

-Si me acompañas, incluso si quieres puedes ser parte de mi descubrimiento ... es en una isla a unos pocos kilometros de aqui, tengo quien me lleve y quien me traiga. ¿Que dices? Ademas, el dinero te sera necesario para este lugar...-

Se relamio los labios esperando respuesta. Si el chico viajaba con él seria mucho mas facil atraer a la imponente anaconda y atraparla facilmente. Ademas el credito del trabajo... sacaria a Israel cuando pudiera y colocaria en su lugar a este chico. Israel solamente le servia por el barco, asi que era mejor decir lo que a él le gustaba por ahora. Luego tendria tiempo para terminarlo.

-Iremos por la temible y tan apreciada Anaconda, algunos la conocen como Piton. La serpiente mas grande del mundo; mide casi 14,85 metros y puede engullir a un humano entero con mucha facilidad. Aunque, claro... primero se enrolla en tu cuerpo, quebrandote todos tus huesos y luego te traga mientras aun estas vivo y jadeando- Se notaba su emocion al hablar de aquello. La anaconda era uno de los pocos seres, como la cobra, que habian captado toda su atencion y era algo que realmente lo fascinaba, al punto de estar enceguecido por un vicio letal, tan letal como la anaconda.

Por alguna razon sonrio, recordando su primera expedicion fallida con un socio de él. Estaban en aquella isla, les habia costado casi una semana encontrar aquella vibora del demonio y finalmente cuando lo hicieron, todo se habia ido al retrete. La anaconda era dura, demasiado dura y resistente. Atrapo a su socio y lo devoro lentamente, aun él mismo podia escuchar los gritos ahogados de su compañero una vez dentro del estomago de aquella bestia. Pero ese dia no habia hecho nada para remediar aquel accidente. Es mas, se quedo escuchando atentamente como sus huesos eran quebrados y astillados, y como el palpitar de su corazon se aceleraba cada vez mas. Luego de ese dia se retiro, ideando algun plan de como podria volver para atraparla sin necesidad de matarla. Ya conocia el olor de la zona en donde habitaba, por lo que no seria problema encontrarla nuevamente.

-Cuando estes listo partimos. ¿Que dices? ¿Ayudaras a todos estos enfermos ayudandome a mi?-

No se aprovecharia de aquel hombre llamado entre la gente "El Angel", ahora conocido como Ashrael. No, al contrario, realmente le daria el merito, por lo menos si el muchachito seguia sus ordenes al pie de la letra, si asi lo hacia, podria borrar a Israel del mapa. -Aproposito, mi nombre es Usui... -se apoyo en una columna de madera que sostenia el tejadillo en donde la lluvia caia ritmicamente, esperando la confirmacion del joven en su proyecto.

Andando. Lidero el camino, saliendo del caluroso tejadillo de metal hacia la gracia de la lluvia, las gotas caian por sus mejillas y mojaban sus ropas, pero eso parecia no molestarlo. Él ya no era humano, o eso creia ya que habia dejado atras su humanidad hace mucho tiempo. Avanzo hasta un pino y se detuvo unos segundos, sacando una pequeña campanita con forma de una diminuta esfera y la hizo sonar entre sus dedos, tenia un sonido algo serpentino, no era una simple campanita... El sonido de la cascabel. Tomalo, por si te pierdes... hazlo sonar y te encontrare. Entrego la campana y siguio caminando. No estaban tan lejos del puerto, pero eso no le preocupaba. Su verdadero problema seria aquel Israel ya que traer al chico "Angel" no estaba dentro de los planos seguro diria alguna estupides, pero si aquel estupido marino no lo llevaria, él mismo iria en el barco si eso significaba asesinar a todos los estupidos tripulantes.

No te mareas, verdad? Porque sera un viaje movido, chico. Sentencio mientras hacia sonar su nariz con su dedo gordo, expulsando de sus fosas nasales un moco de gran tamaño que se perdio en algun lugar del barro.

Luego de haber dejado listo todo en la ciudad era el momento de partir hacia Acre, una ciudad que ni se había enterado lo que sucedia en Jerusalen, y que por el bien de sus habitantes pasara asi o sino llevaría el mismo destino que ahora enfrentaba la ciudad santa. Caminando por las calles de la salida de la ciudad debía pensar en un modo de transporte para tal lugar, problema que debía solucionar en cuestión de minutos mientras llegaba a los portones de Jerusalem en búsqueda del ultimo objeto que sellaría su destino como el dios que se enfrentaría a todo el mundo porque solamente le daba la gana hacerlo.

Un estruendo lo saco de sus pensamientos y fue cuando pudo observar como un caballo negro con llamas en sus patas, aliento de fuego y que dejaba a su paso un camino de destrucción aparecia frente a el, al parecer uno de sus endemoniados esbirros había preparado una sorpresa para el demonio mayor cosa que hizo que una sonrisa de satisfacción se dibujara en su rostro, aquel vil animal tenia una extraña armadura que le protegía y colgada a un costado una espada que ardia en llamas y también estaba enfundada, Luzbelle se monto sobre el animal, desenfundo la espada la cual ardia como si las llamas del infierno se tratasen y a toda marcha partió hacia Acre.