[Limites del Imperio] Conclusión

-Eres un idiota…- Fue lo último que le dijo a aquel tipo con la cara horripilante. Al pelinegro no le agradó para nada escuchar sus comentarios o los de su espíritu de compañía. De hecho eso no era todo, en ese momento estaba cansado. Ya no quería continuar, simplemente pretendía irse lejos de Roma y vivir su vida fuera de ese lugar que sólo le traía más y más recuerdos. Entre más permanecía ahí más recordaba a su padre, al que extrañaba demasiado. Pero a esas alturas, por mucho que deseara volver, ya nada iba a ser igual que antes.

¿Qué podía decir? Lo arruinó todo. Estaba harto de decepcionarse, irritado de tener que tratar con esos dioses inútiles que no le brindaban su gran oportunidad para demostrar su valía, que era lo que más había esperado desde que se fue de Roma. En realidad el tiempo que había transcurrido no fue demasiado, estaba seguro de que ni siquiera se completó el año lejos de casa. Pero igual no podía darse el lujo de volver, porque esa persona que le importaba estaría en peligro si se atrevía a regresar a su lado al ser un guerrero elegido por los dioses.

La única opción que veía era marcharse a un lugar muy lejano o simplemente mantenerse en movimiento. No quería volver al mar y tampoco deseaba regresar a Grecia. Caminó hasta llegar a los limites de la ciudad, curiosamente ese era el punto en el que su aventura había dado inicio. Hacia unos meses se embarcó en un viaje del que esperaba obtener frutos, y a cambio sólo consiguió miserias.

Siguió caminando hasta llegar al bosque, justamente en la zona cercana a donde había combatido con la Berseker. En aquella batalla no había podido hacer mucho puesto que por un incidente poco afortunado terminó por convertirse en un pequeño niño. Hasta ahora las cosas que había aprendido durante su viaje no habían logrado más que darle dolores de cabeza.

Llegó hasta un pequeño lago. La luna se encontraba en lo alto y el aire comenzaba a refrescar, así como las hojas de los árboles se mecían con la caricia del viento. En el camino estaba pensando en una idea un poco alocada pero que quizá sería buena.- ¿Te digo una cosa Second? No me molestaría tanto la ausencia de conflictos importantes si no me estuviera haciendo viejo. Piénsalo, me estoy marchitando y en realidad eso es algo opcional. Si pudiera usar el Abyss Retrace de modo que mi tiempo se detuviera, conservarme como en este instante por una eternidad. Tengo el poder de vencer al tiempo… es muy interesante, ¿no lo crees?- Le preguntó a su compañero, esperando que le diera una respuesta mínimamente interesante.

Él no se hallaba presente en ese momento, pero de igual modo sabía que estaba escuchándolo ya que compartían el mismo cuerpo y cerebro, sólo que Second se hacía el desaparecido la mayor parte del tiempo. Un brazo brotó del pecho de Night y rápidamente el fantasmas completo apareció flotando sobre él.-Creo que es una mala idea, pero la decisión sólo la puedes tomar tú. Por otro lado conozco un lugar que te puede interesar. El Abyss Retrace es algo más que una maquina cambia edades, también es un poderoso portal que conecta hacia otros mundos. Existen muchas misteriosas dimensiones Night, yo he explorado algunas. Eso es lo bueno de que tu alma esté dividida en dos, mientras uno es enfoca en una tarea el otro puede realizar otra diferente. En nuestro caso tú te dedicabas a hacer corajes y yo a estudiar todas las posibilidades que me brindaba ese portal. Podríamos irnos y desaparecer, jugar algo diferente.- En ese momento unos enormes cuernos lo coronaron, y sus ojos se tornaron brillantes y maléficos, además de que voz se mutaba para adquirir un tinte diabólico nunca antes escuchado por el General. Night tenía miedo, ya que no sabía si confiar en ese extraño ser que bien podría ser el diablo que había habitado dentro de él por mucho tiempo. Podía sentir su poder, era grande. Se preguntaba si era suyo también, ya que Second afirmaba que eran uno mismo, aunque a él nunca le constó esa palabrería. -¿Quién eres en realidad? Nunca fuiste parte de mí, sólo eres un ser maligno que me poseyó, ¿no es así?- Dijo el astuto pelinegro usando un tono conclusivo. Todo aquello era difícil de asimilar… ¿Abyss Retrace era una puerta y Second un demonio? Quién lo podría creer.

-Vaya, eres más inteligente de lo que pensé.- Aquel ente al que había conocido como Second se envolvió en una densa capa de sombras y al abrirse un hueco en ésta, Night pudo aprecia la verdadera forma del demonio. Patas parecidas a las de una cabra, largos cuernos negros como ébano y una larga melena oscura. Sus facciones eran similares a las de Night, así como su altura. Su torso iba desnudo, cubierto por sus largos cabellos, los cuales parecían serpientes por su curioso movimiento zigzagueante. Tenía dos pares de ojos brillantes y rojos, uno encima del otro. Se acercó a Night con confianza, ya que sabía que no iba a huir, lo conocía muy bien.- Dime, pequeño Night, ¿no te gustaría venir a mi mundo de pesadillas y dolor? Podrías matar a todo tipo de demonios por mí.- Le propuso el ser demoniaco mientras reía. El pelinegro le miró con escepticismo para después esbozar una sonrisa maliciosa.- Ya veo… entonces eso era lo que estabas buscando, que me volviera fuerte y cuando estuviera “maduro” manifestarte como la sabandija que eres y proponerme esta oferta. Si me hubieras dicho esto antes lo más seguro es que me hubiera burlado en tu cara y emitido comentarios sobre tus muslos gordos de cabra pero… ciertamente es una oferta que no puedo declinar. Cuenta conmigo, asqueroso hombre-cabra.- El demonio lo miró con recelo, como si se hubiera ofendido, para luego sonreír del mismo modo que él. Con un elegante movimiento de su muñeca, abrió un portal completamente negro a sus espaldas, el cual conectaba hacia un destino misterioso. –Mi nombre no es hombre-cabra, sino Ripfaike, el Diabólico.- Le espetó antes de introducirse en el portal y desaparecer. Ahora era el turno de Night. Cualquiera diría que era una difícil elección, pero cuando su vida había dejado de tener propósito, lo único que le quedaba era comenzar con un nuevo reto. Sin titubear, el chico saltó hacia el vértice, diciéndole adiós a Roma y al mundo mortal.

Fin de la historia de Night