[Jerusalén] - Mercado

Luzbelle camino por las calles de los distritos bajos de Jerusalen el sol brillaba intensamente y había un calor de cierta forma insoportable pero aquello no le preocupaba a aquel chico, a lo largo de su caminata estuvo pensando en que habían ciertas necesidades que debía satisfacer ya que seguía siendo humano, cuando su cuerpo estuviese listo ya no tendría que cuidarlo como a un tesoro mas bien se preocuparía por preservar otras cosas pero como eso aun no ocurria debía ir a comprar ciertas cosas, por eso es que habían llegado al mercado.
- Queremos una toga, con estas escuetas ropas nos vemos un poco repulsivos –

Era un ser que aunque podía ser la reencarnación del mal poseía cierta vanidad, debido a lo mucho que se le adoro en alguna época como el ser mas hermoso y cercano a dios, pero era una vanidad basada en la prescencia que imponía no en la belleza mundana que muchas mujeres ostentaban a lo largo de sus vidas, se consideraba un ser perfecta y sin mancha por lo que todo lo que concerniera a el debía ser tal cual el era, por lo que aquel desvio era solo para satisfacer aquella necesidad de sentirse mas comodo en sus propios términos.

Llego hasta un puesto en el cual se encontraban lo que parecían las mejores telas de aquel lugar, la vendedora era una mujer de mediana edad quien no dudo en atender al muchacho y ver con curiosidad a su acompañante, Luzbelle se quedo mirando una exquisita pieza de ropa de color azul marino y blanco con bordados dorados, señalo aquella prenda por lo que la vendedora se la acerco, el joven no dudo en colocársela encima de sus viejas ropas, lo que le interesaba era verse bien, aquellas ropas le ajustaban perfectamente y le hacían ver junto con su rostro angelical y perfecto como a un verdadero angel.

- Se ve hermoso, como un angel, son 100 piezas de oro –

Luzbelle se volteo a ver a aquella mujer que le pedia el pago por aquellas prendas de ropa, este poso sus delgadas y perfectas manos en su rostro mientras acercaba mas el propio al de ella, la mujer parecía hipnotizada al ver a aquel sujeto quien en ningún momento mostro desagrado o enojo por aquellas palabras, lo giro levemente y se alejo de ella, la mujer callo sentada al piso mientras su miraba parecía perdida en el horizonte como si fuese un recipiente sin alma.
- Eso es todo, estamos listos para seguir. -


OFF: aspecto de luzbelle

Spoiler:

Antes de dejar aquella mujer que se desplomo sobre el piso se acerco y acaricio su rostro, por primera vez la expresión de su rostro se mostro conmovida y feliz aunque claro era una total mentira, le acaricio un poco mas y le dio un beso en la mejilla. Luego retomaron el camino por las calles del mercado ese cambio de apariencia en su aspecto había causado que se sintiera un poco mas alegra ya que mostraba una leve sonrisa en sus labios rosas, aunque no perdia la seriedad que le envestía desde un primer momento. Aquel hombre que le acompañaba a quien le había brindado toda su confianza pero que irónicamente desconocía su nombre o su procedencia le señalo un punto sobre la ciudad al cual debían dirigirsen, asintió sin discutir mientras lo seguía. Era extraño para cualquiera la supuesta amistad/compañerismo o lo que fuera la relación entre este par, un hombre que había llegado en medio de la noche a sacarle de la cárcel y quien de cierta forma era se guía, mientras retomaba todas su poder divino sobre este mundo.

El sitio mas alto de todo Jerusalen, ese sujeto le conocía muy bien a pesar de ser perfectos extraños muchas veces a lo largo de su vida en aquella ciudad paseaba por ese sitio y podía pasar días enteros observando como la vida transcurría en aquella ciudad el sol se ocultaba y la noche llegaba, de todo lo patético y despreciable que podía llegar a ser Jerusalen era el único sitio que salvaría si algo llegaba a pasar en aquel lugar.

Caminaron un poco mas mientras algunos curiosos posaban sus ojos a la singular pareja pero lo que mas llamaba la atención era ese joven? Mujer? Muchos se quedaban mirando sin disimulo a Luzbelle, es que con aquellas ropas de verdad no se podía determinar cual era su sexo y su rostro tampoco ayudaba mucho, algunas personas que alcanzaban a cruzar la mirada con aquel joven tenían que bajarla inmediatamente cuando sus ojos color miel penetrantes parecían como si les examinaran su cochina alma a fondo y sintieran miedo ante aquel juicio divino, porque eso era lo que en realidad hacia aquel joven que guardaba la escencia del ser mas puro y noble que nunca antes jamás había existido.

Al llegar a las ruinas de Jerusalen que fueron azotadas por la resistencia de los habitantes de aquel lugar ante el yugo romano llego a sentir un poco de nostalgia, ya que le traian recuerdos de su infancia pero aquel sentimiento fue aplacado en fracción de segundos por aquellos seres que ahora consumían su alma como si fueran lobos hambrientos frente a una suculenta presa. Aquel momento de debilidad fue interrumpido por las palabras de aquel sujeto que le acompañaba quien indicaba que el sitio a donde debían llegar era un poco arisco, Luzbelle entendía su posición aun no poseía esa fuerza divina que le permitia acabar con todo por lo que en estos momentos se encontraba como el eslabon mas débil de la cadena, no refunfuño ni respondió con altanería, lo que hacían por el seria recompensado, no por nada aquel sujeto se convertiría paulatinamente en su mano derecha.
- No tenemos ningún problema, si es necesario accederemos -

Aquel sujeto tomo en brazos a Luzbelle y lo ubico tras su espalda para cargarlo, el joven no sintió ninguna molestia ante aquel acto, su yo humano era demasiado débil para escalar aquellas paredes a donde su salvador pretendía llevarlo, tal vez aquel sujeto sentiría el poco peso que poseía el muchacho de cabellos grises, era mas como un muñeco de trapo que un humano común, el hombre de gran contextura escalaba aquellas paredes con total facilidad como si llevara haciendo eso por años, en fin nada le sorprendia a Luzbelle ni una frase de halago o temor salieron de sus labios seguía con aquella expresión de seriedad en su rostro y con la mirada fija en el horizonte o perdida en algún lado mas no se sentía que estuviese presente.

Habian llegado a una parte lisa y bien cuidada de aquellas ruinas pero aun no era su destino aun asi la vista sobre Jerusalen se empezaba a tornar privilegiada y poco a poco la ciudad emergia frente a sus ojos, su guía indico que debían caminar por un sistema de vigas que les llevarían a su destino final, al albino no mostro miedo a pesar de estar a metros de distancia del piso, si caian seria algo simplemente faltal, el joven solo asintió frente al hombre mayor y le siguió en aquel juego de niños ya que jugar al equilibrio era mas de un pequeño que de un adulto, aquel hombre pasaba con seguridad y Luzbelle como si estuviese en otro mundo o ni siquiera le importaba el peligro caminaba sin el menor esfuerzo por aquellas vigas con sus manos puestas en su espalda.

la velocidad de la mujer de gesto inexpresivo se volvia más torpe, hasta el punto en que termino por caerse raspandose los codos con los cuales trato de apoyarse al caer al suelo, sus finos ojos rojos ni siquieran marcaban señal de dolor o ira, eran tan fria, palida, como la propia muerte, ese era su don y castigo, nacer sin nada de valor para el mundo de los humanos.

Señorita!!

Gritaron las doncellas que aun yacian varios metros atras, Serafina se levanto lentamente, quedando de pie al instante en que llegaban a socorrerla, las manos de las feminas no tardaron en acecharla una vez más, indagando por cada rincon de su cuerpo tapado por el vestido, ese trato especial que a tantos les habria encantado solo le producia total desinteres, a fin de cuentas sabia bien que solo le atendian por miedo de los ancianos que las enviaron, la gentileza no existia en su corazón, ni el de ellas, ni en el suyo propio, porque eran solo objetos, solo imitaciones de lo realmente milagroso.

Listo, esta bien...

Eso no tiene importancia.

Como diga.

La chica diviso por fin el ajetreado mercado, algo habia ocurrido, pero nada impresionante, nada que puediera causar tamaño estruendo oido en la mezquita. Algo abatida, Serafina solo dio vuelta, dejandose guiar por sus doncellas.

Seguia cargado por el hombre de enorme contextura y tez negra, gracias a aquella acción empezaba a sentirse mas relajado y menos agotado aunque era solo un poco pero lo suficiente para bajar su carga. Sus energias debían ser recuperadas por lo que aquella noche de descanso seria trascendental para que en los otros días soportara aquella carga que era ser el elegido para portar a uno de los seres mas detestados en la historia de la humanidad.

- Solo queremos comer y dormir – Respondio con un tono de voz con tintes de cansancio.

Aquella caminata por el mercado solo servia para ver los estragos que su ligera manipulación en los hechos de aquella mañana había causado, las calles estaban manchadas de sangre inocente y pecadora, no importaba si eran Judios o Romanos, todos en Jerusalen estaban condenados y nada ni nadie podría evitarlo.

Era una de las peores épocas para la humanidad y aun asi habían personas que se dedicaban a defenderle en una causa utópica y perdida, asi eran los testarudos por mas que se les mostrara por el camino de la razón que todo estaba perdido nunca lo entenderían, y con ese nunca morirían tratando de defender aquellos ideales.

El acceso al sitio que ahora se dirigía estaba bloqueado por lo que debía pasar por las calles del mercado para llegar al centro de la ciudad, obviamente era un lugar concurrido y donde muchas batallas campales tenían lugar, pero asi mismo aquellos seres humano o mejor poseídos por que lo que en realidad había causado tal alboroto, quienes manejaban los verdaderos hilos de las pobres almas humanas eran demonios menores, los mismos que se divertían poseyendo a los cuerpos humanos, haciéndolos hablar en idiomas extraños, insultar a dios, comportarse de una manera retorcida, aquellos pequeños demonios que habían sido infundidos con la fuerza de Lucyfer y que con tal poder podían lograr que Jerusalen ahora estuviese en ruinas.

Mientras Luzbelle quien ahora caminaba normalmente manteniendo sus manos tras su espalda pasaba por las calles del mercado uno a uno, quisieranlo o no aquellos demonios espezaban a formar parte de el y de una enorme sombra que iba terminando de arrebatar las vidas de quienes aun permanecieran con vida.

Aquel efecto de muerte y esa presencia tenebrosa y oscura que arrancaba las vidas se había visto en un pasado, aquel angel de la muerte que arrebato vidas de primogénitos egipcios hace unos cuantos siglos atrás ahora se manifestaba de nuevo pero no se contentaría con las vidas de unos cuantos niños sino de la humanidad entera o cualquier cosa que se interponga en su camino.