[Jerusalén] - Plaza

Después de haber salido del burdel y recorrido la calle descendente hacia el centro del distrito, lo que tocaba por hacer era dirigirse a la plaza principal de la ciudad donde reunían una cantidad inconcebible de personas para mantenerlas juntas cual ganado, actuando al mismo tiempo como rehenes y botín. En lugar de tomar la ruta que llevaba hacia el mercado, el albino y yo nos ocupamos de ir por un callejón oscuro y poco conocido a través del cual terminamos por llegar a una maraña de pasillos estrechos entre los cuales mi pequeño compañero lograba pasar como si nada debido a su reducido tamaño mientras que yo debía ladearme y luchar para no quedarme estancado cada tres segundos. Unos quince minutos después de caminata (parcialmente) ininterrumpida en aquel laberinto de edificios derruidos y varios cadáveres desperdigados entre charcos de sangre y agua estancada, el hijo del carpintero que servía como contenedor de la esencia del Portador de la Luz y yo llegamos a una zona especial en la cual podíamos ver perfectamente la situación que se daba en la plaza mientras que de vuelta, ninguno de los que eran los actores de la escena en cuestión podían hacerlo.

La enorme y vasta plaza era un lugar concéntrico con varias columnas y antiguos tenderetes apostados en los extremos, unos puestos de mercadeo que habían sido abandonados y posteriormente saqueados al llegar los romanos como los conquistadores de toda la ciudad. En medio del escenario que veíamos, sucedía exactamente lo que había visto desde el tejado del burdel, pero a mayor escala: las personas eran amontonadas en un gran grupo que gritaba y se quejaban por el maltrato del que eran presas, mientras que a su alrededor habían incontables romanos amenazándolos con arcos y flechas, teniéndolos como rehenes. De un momento a otro, una mujer había sido separada del grupo y desnudada a un lado de la plaza por un violento centurión que para ese instante, se quitaba la parte interior de la armadura de reglamento con intenciones más que obvias. Manteniendo mi actitud calmada, pude observar como desde un flanco descuidado por la guardia romana varias sombras se movían…la resistencia ciudadana de Jerusalén estaba por entrar para aportar su grano de arena a la guerra civil, que según las palabras de la bóveda celeste, terminaría allí con una colina de cadáveres y la revelación de la primera pieza del objeto que buscaba el albino al que me tocaba resguardar. Todo iba de acuerdo al plan.

Aqui vamos, entonces. Murmuré, esperando la avanzada de los rebeldes quienes ya empezaban a tardarse en actuar.

La ofensiva de los ciudadanos rebeldes de Jerusalén se había hecho presente en todos los accesos de la plaza principal, todos y cada uno armados con objetos comunes que bien eran usados para cocinar o para cosechar, simplemente para tareas que distaban demasiado de la función de matar o causar daño severo…al contrario que los romanos ya que estos por otro lado, sí tenían instrumentos funcionales en aquella especialidad. Eso ni hablar de la ventaja estratégica que tenían frente a los desordenados campesinos y amas de casa, comparados con ellos, los viciosos romanos eran unos perros de caza enfrentándose a una horda de ratoncillos gordos y fáciles de atrapar y por tanto, matar. Los gritos de sorpresa y auxilio que se escapaban del grupo prisionero al centro de la plaza eran estremecedores: niños, mujeres y ancianos pedían ayuda a los recién llegados, cuyos ánimos caldeados terminaron por estallar con un último alarido en el cual la carga de ataque se concretó con una furia demente.

La masacre había comenzado.

Una buena parte de los arqueros se habían enfocado en atacar a los primeros tontos que se habían lanzado como parte de la primera ola ofensiva, eliminándolos casi a todos con varias ráfagas bien dirigidas, de allí los sobrevivientes fueron exterminados por los soldados romanos más cercanos, todo llevado a cabo bajo una estrategia por demás obvia y efectiva que siempre solía funcionar contra enemigos analfabetas y poco versados en el arte de la guerra. Y ahora...se viene el segundo acto. murmuré con voz simplista, al tiempo que la segunda ola de campesinos se adelantaba con un grito de furia expresado a toda potencia por sus cansadas y frustradas gargantas…ahora la táctica de los romanos sería mantener a raya a los que pudieran surgir con los arqueros mientras que los soldados de a pie eliminarían uno a uno a los imbéciles que se habían lanzado a su muerte. Dentro de poco, todo terminaría.

Los ciudadanos eran literalmente hechos pedazos por las lanzas de los romanos, quienes sin ton ni son los empalaban en puntos clave, haciendo que las ropas de los campesinos se mancharan de sangre y estos escupieran aquel líquido carmesí como si fuera algo totalmente carente de importancia, tal era la situación que se vivía en la plaza principal de la ciudad santa, Jerusalén. Los arcos de los soldados apostados en los tejados se tensaban una y otra vez, lanzando sus proyectiles para atinarles perfectamente a los pobres blancos, quienes soltaban gritos de angustia y dolor antes de caer de bruces al suelo ya fuera muertos o agonizantes. Los soldados de a pie por otro lado sostenían la batalla con una eficacia que mostraba nuevamente el porque aquel imperio había logrado conquistar casi todo el continente europeo, los pobres habitantes no tenían más que morir deshonrosamente contra aquella casta de guerreros carentes de miedo y a veces, de la suficiente sanidad mental que se requería para ascender en la carreta militar. Los minutos pasaron ininterrumpidos hasta que por fin, todo hubo terminado…la sangre manchaba totalmente las baldosas de la plaza en un patrón que me hizo levantar una ceja incrédula: una estrella de cinco puntas se había formado gracias a los ríos de líquido rojo que seguían corriendo de un lado a otro. Pero aunque los enemigos hubieran sido diezmados, los soldados tomaron un nuevo aliento que los hizo levantar las armas y continuar con aquella masacre, tomando por víctimas a los rehenes indefensos quienes clamaron piedad y compasión totalmente en vano. Terminado aquello los ánimos no pudieron ser calmados de ninguna forma…por lo visto luchar se había vuelto una adicción para los romanos ya que estos continuaban lanzando estocadas, mandobles y cortes en cualquier dirección en la que estuviera de pie un ser vivo, así fueran sus camaradas y compatriotas. Las flechas volaban, las espadas resonaban y las lanzas cortaban el aire.

Uh... murmuré de pronto, una vez todo aquello hubo parado: los cadáveres se habían desplomado en una formación particular por sobre la enorme estrella de cinco puntas invertidas hecha de sangre…como si los cuerpos inertes fueran palabras inscritas en el suelo. Sin duda, todo eso había sido obra del hijo del carpintero, cuyo cabello se agitaba con el viento y cuya alegría era por demás tangible. Entonces...esta es la colina de cadáveres? pregunté tranquilamente, todavía con los brazos cruzados y todavía sin molestarme en moverme ni un ápice ya que simplemente, no era necesario. Al menos por los momentos.

Pero se supone que en esta plaza se encuentra la primera parte de lo que busca. Respondí con voz calmada ante la petición de la esencia más neutral de las tres voces que eran dueñas del cuerpo del hijo del carpintero, ocupándome mientras tanto de levantar una ceja en modo un tanto…desanimado. Por lo visto no me habían hecho demasiado caso cuando había expresado que el primer objeto de nuestra búsqueda se ubicaba en la plaza donde justamente se había marcado un símbolo con sangre recién esparcida a causa de las heridas y desmembramientos que apenas unos segundos tras habían sido llevados a cabo. Más que señalar el lugar donde está el fragmento, no puedo hacer…ya queda a discreción suya el ubicarlo con más precisión. completé mientras daba unos pasos adelante y me dirigía a la “colina” compuesta por cadáveres que en vida habían sido personas de cualquier edad, oficio y con sueños propios, pero que ahora no eran más que sacrificios dispuestos para que el Portador de la Luz hiciera su trabajo en la tierra, empezando por supuesto con Jerusalén. Por cierto...que es exactamente lo que debemos encontrar? inquirí de pronto, cuidando de no pisar los límites de la estrella de cinco puntas de sangre que manchaba el piso, solo por precaución…si el chiquillo insistía en recuperar aquellas piezas, era que su valor intrínseco era bastante alto y por tanto, su función para nuestro bando era muy útil…o por lo menos, eso es lo que pude deducir con los pocos datos que tenía a mi disposición. De pronto nuevas columnas de humo se levantaron por los alrededores y más gritos de angustia y lucha se hacían escuchar con una fuerza abrumadora. Al parecer, las peleas secundarias se estaban llevando a cabo y con esto, los demás sacrificios estarían listos…si es que de verdad se necesitaban tantos cadáveres para toda esa tarea; una parte de mi quería que no acabaran con todos los ciudadanos porque para cualquier viajero casual, resultaría sospechoso y alarmante ver tal cantidad de muerte y destrucción…otro asunto más que agregar a la lista de pendientes, por lo visto.

Había escuchado una historia similar…supongo que puedo considerar a esta la “fuente original” del relato. comenté con voz calmada mientras le seguía los pasos al hijo del carpintero y veía como este se dirigía a la zona donde la sangre se concentraba en mayor cantidad con respecto a las otras partes de la plaza, para ver como el albino recuperaba una daga que literalmente chorreaba sangre…demasiada sangre, de hecho. El olor del hierro y la fetidez que emanaba del filoso objeto fueron rápidamente menguadas por las acciones del peliblanco, cuya lengua pasó directamente sobre la hoja del arma para parar el misterioso y tétrico sangrado. En ese instante me acerqué al pequeño ser mientras levantaba una ceja y respondía a las últimas frases proferidas por las tres voces, cada una con su propio tono y particular acento que mostraban un aspecto único e inigualable. Desde hace tiempo que vengo observando como las personas se hunden poco a poco en su miseria…incluso cayendo en los trucos baratos de una tribu de charlatanes como lo era la mía antes de ser diezmada por los romanos…pero no importa, ya que realmente para dejarse llevar por supersticiones tontas, mucho no se puede esperar de ellos. Es curioso confirmar con sus palabras, que desde épocas remotas las personas cometen una y otra vez los mismos errores sin parar…confusión, pena, muerte, destrucción, sed de sangre, venganza, celos, lujuria, ignorancia y otras cosas…no puedo decir que no haya pisado en algún momento alguno de esos terrenos, pero tampoco es que me haya hundido como lo hicieron estos sacos de arena… comenté en voz calmada, dirigiéndole una mirada fugaz a la montaña de cadáveres que se situaba frente a mi, mientras gritos de angustia y traqueteos de destrucción se oían al fondo ya que la guerra civil continuaba ininterrumpida por las calles adyacentes. Incluso hasta sería justificado que todo fuera purgado…de forma literal. completé sin dedicarle más pensamiento a aquello, al tiempo que una sombra se podía divisar en mi cara…aunque fuera por un efímero instante, un segundo fugaz, un momento fácilmente perdible. Mmm... ... ...el siguiente objetivo está en Acre… … … concluí, dejando varios intervalos de pausa entre frase y frase, de pronto había empezado a sentir un poco de presión en la cabeza y los pensamientos se me nublaban pero no de forma seguida, sino que más bien eran diminutos lapsos en blanco, negro o lo que fuera, pero acompañados de una migraña algo extraña.

1er Post Defensa – Especialización

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Es tan solo un dolor de cabeza… … … dije en voz calmada pero que no llegaba a mitigar la ligera mueca de desagrado que ahora empezaba a apoderarse de mi rostro. Por lo visto la noche de poco descanso empezaba a hacer mella en mi…o tal vez, solo tal vez era otra cosa. Y algo me decía que efectivamente esa “otra cosa” de verdad que iba a ser…molesta. Sin prestarle más atención de la que debía, simplemente me erguí lo más que pude y traté de componer la expresión de mi rostro, dejando tan solo un ojo abierto para notar que mi visión se tornaba un tanto borrosa. Lo que faltaba… Uh...demonios. murmuré para acercarme a una enorme roca que en su tiempo había sido un pedazo de uno de los almacenes que rodeaban a la plaza (desprendida en la primera avanzada romana que había conquistado la ciudad) y sentarme mientras analizaba la situación: si ahora se me estaba emborronando la vista, por los momentos no me iba a arriesgar a salir de la plaza, no en ese estado. Irse por ahí como si no pasara nada, y sin poder ver bien el entorno sería literalmente un suicidio. Eso y que ahora me empezaba a embargar un molesto mareo que apenas si me hacía notar que tenía lo pies sobre la tierra.

Los sonidos de las batallas que se llevaban alrededor de toda la ciudad parecían entremezclase los unos con los otros en una espiral sonora por demás extraña. Ni siquiera estaba completamente seguro de que lo que veía fuera la plaza principal de Jerusalén… ahí abrí los ojos nuevamente y noté que ya el emborronamiento estaba pasando, pero curiosamente me sentía un tanto…extraño. Al menos ya podía caminar tranquilamente o por lo menos, ya no me iba a tambalear de manera estúpida.

Levantándome de la enorme roca que había usado como asiento me acerqué de nuevo al albino, detallando un tanto en que su apariencia se me hacía un poco más…detallada, era como si mis propios ojos hubieran sido mejorados de alguna forma no prevista antes. Y era porque hasta los momentos no había notado un pequeño y crucial cambio en mi persona: la esclerótica había pasado de ser blanca para teñirse de un negro azabache que enaltecía el color rojo de mi pupila, y aunque no me hubiera percatado, pude notar una ligera diferencia en la imagen de mi persona que se reflejaba en los orbes miel del albino…quien por cierto, tampoco parecía tener muy buena pinta que dijéramos…

Sucede algo? pregunté de pronto, mientras me peinaba la barba con la mano derecha y notaba que realmente el aire estaba cambiado. Era como si el lugar de pronto hubiera sido presa de una intensa aura de pesadez que era imposible quitarse o siquiera disipar…el hijo del carpintero no era la excepción, por tal razón es que se me había quedado en la cabeza la impresión de que ese pequeño cambio en el ambiente lo había empezado a afectar seriamente, tal como me había pasado a mi al menos un minuto atrás.

2do Post Defensa – Especialización

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Bien, entonces es hora de que empecemos a marchar… dije como respuesta ante la expresión extraña y algo debilitada del hijo del carpintero…era raro, apenas si había podido oír a la voz de la agresión cuando normalmente las tres se hubieran turnado y así presentar sus respectivos puntos de vista. De verdad que el cambio del ambiente les estaba haciendo efecto, cuando yo por mi lado empezaba a sentir que era algo totalmente natural. Si…la atmósfera que unos momentos antes me había parecido bastante molesta y cansada se me había transformado en algo un tanto…cargante pero en poco tiempo había aprendido a sobrellevarlo. Si no fuera porque sería raro pensarlo, incluso diría que aquello resultaba de esa forma porque simplemente decidía que no me afectaría…como si la presión del ambiente fuera algo que yo mismo causaba, realmente era estúpido pensar eso.

Resoplando ligeramente asentí y le indiqué al albino que finalmente debíamos salir de la plaza principal de Jerusalén, ya que las preparaciones para el viaje en dirección a Acre nos llevarían al menos de una tarde a un día más, así que si llegábamos al burdel lo más rápido posible, podríamos incluso salir aquella misma noche y usar el manto nocturnos para colarnos en la ciudad que era nuestro destino. Si no mal recordaba, el viaje a Acre tomaría al menos unos tres días…si no se veía interrumpido, todo saldría relativamente bien.

Pasando de nuevo por aquellas calles laberínticas no pude dejar de notar que cada vez que me acercaba a una persona agonizante en las adyacencias de los accesos a cada ruta, esta moría…bien, era obvio que lo harían tarde o temprano, pero el prospecto de que el aura de pesadez que ahora parecía perseguirnos de un lugar a otro afectara de tal modo a los caídos y que tan pronto como me aparecía frente a estos sus cuerpos parecían colapsar en cansancio y degeneración no hacían más que aumentar la sensación de que por lo visto, algo había cambiado allá atrás. De pronto me encontré caminando por una calle descendente y cubierta de varios cadáveres y hombres agonizantes con heridas abiertas en canal…lugar en el que decidí intentar algo más para confirmar que era lo que sucedía.

Mmm... tomando una de las armas incrustadas en el torso de un centurión romano (cuyo cuerpo se notaba bien cuidado y entrenado, digno de un miembro de la milicia del imperio más grande de todo el continente) para desencajarla, el afectado simplemente abrió los ojos y con la poca fuerza que le quedaba, intentó ahorcarme. En ese instante le clavé la mirada directamente en sus lastimaros ojos inyectados en sangre y noté que ciertamente, aquel tipo parecía debilitarse…era como si mi mera presencia se ocupara de disminuir el espíritu de los seres vivos. De un momento a otro, el centurión simplemente pereció tras toser sangre y colapsar por las heridas. Mmm...no sabrá acaso la razón de esto? pregunté finalmente, acercándome al hijo del carpintero (quien me había seguido con una lentitud poco propia en él) mientras volvía a clavar mis ojos en los suyos…enseguida observé como parte de el se desvanecía, como si perdiera aquella fortaleza que lo había caracterizado hasta los momentos…incluso cuando su contenedor humano se había debilitado por la falta de comida y descanso. ...seguro que no sucede nada?

3er Post Defensa – Especialización

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Este bastardo? pregunté con voz realmente extrañada, ya que por un momento se me había olvidado que aquel era tan solo un contenedor para el Portador de la Luz, unas voluntades unidas para conquistar un simple cuerpo humano que por lo visto estaba presentando una resistencia increíble…y por lo visto, aquella aura de presión que parecía seguirnos (y que empezaba a sospechar que tenía algo que ver con aquella efímera migraña que había sufrido un rato atrás) influenciaba bastante en la ahora delicada condición del albino, quien se había desplomado encima de sus rodillas con una mano posada en su cara, tapando la expresión de dolor y rabia que lo dominaba en aquellos instantes y la otra en el pecho, como si el corazón de aquel contenedor no fuera capaz de soportar tal pesadez general…sí, si no me equivocaba había algo más en todo aquello; que el Portador de la Luz empezar a perder el control así de la nada resultaba demasiado extraño, por lo cual… Mmm...parece que sí tiene algo que ver… murmuré para mi mismo, viendo la palma de mi mano con relativa tranquilidad aún teniendo al albino a punto de desplomarse frente a mi persona.

Tratando de analizar la situación me quedé apostado en aquel sitio, con los ojos cerrados y dejando que mi cabeza divagar aun poco para encontrar una solución a todo aquello…ahí fue cuando recordé una línea precisa de parte del Portador de la Luz, para ser exactos, la frase había venido concretamente de parte de la voz más pasiva y escalofriante del trío que se encontraba en lucha contra el dueño original del menudo cuerpo de quien se retorcía frente a mi: “…y aunque no lo comprendas totalmente en estos momentos… eres uno de ellos”. Uno de ellos...eso significa que…? Aquellas palabras seguían rondando mi cabeza, encajando una pieza del rompecabezas con otra…sí, definitivamente aquello tenía algo que ver conmigo y aquel pequeño acceso de debilidad que había tenido en la plaza principal de Jerusalén. Resoplando con calma, traté de pensar en una solución para el problema que se nos había presentado… la razón de todo lo que pasaba era lo que fuera que estuviera dándose en mi cuerpo o en mi psiquis, ya que inherentemente (y según las palabras de la voz de la compasión) había aceptado el llamado, lo cual implicaba claro, aceptar las condiciones y “habilidades” que venían incluidas en el contrato. Si pudiera empezar a controlar el efecto que parecía producir en el ambiente…todo se solucionaría allí mismo, el problema era encontrar la forma de hacerlo. ... ... ...mmm ... ... ... La verdad era que no tenía ni la más mínima idea de que era lo que tenía que hacer.

Antes de seguir pensando en algo más, un grito rompió el incómodo silencio que se vivía en aquella calle descendente que hasta aquel momento no había notado que colindaba con una ruta hacia el mercado…ese factor traería problemas dentro de poco ya que si no mal recordaba, era en ese mismo sitio donde la lucha se manifestaría con mayor intensidad después de la plaza principal y eso decía que los combatientes eran capaces de presentarse donde nos encontrábamos el hijo del carpintero y yo. Y sí el Portador de la Luz perdía su control sobre los eventos que se daban en la ciudad…Eso significa que deberíamos salir de aquí ahora…se puede mover? en un acto reflejo cometí el error que hasta ahora intentaba evitar: si mi mere presencia era capaz de debilitar la fuerza del Portador sobre su contenedor humano, tocarlo seguro suprimiría totalmente el poco control que mantenía…y justamente había tocado su hombro para que echara para atrás la cabeza y me respondiera. Demonios...

4to Post Defensa – Especialización

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Y justo lo que no quería que pasara había sucedido: el hijo del carpintero había logrado despertarse totalmente después de proferir un grito desgarrador para mirarme directamente a los ojos y notar aquel intenso color rojo sangre que los caracterizaba y que lograban espantar a la gente “común” y “corriente”, por lo cual actuó en consecuencia e intentó escapar de mi agarre, cosa que consiguió con demasiada facilidad ya que yo solo le prestaba atención a cual sería su siguiente movimiento. Si no quería que saliera corriendo y se perdiera en las calles (cosa que sería lo menos favorable para mi propósito actual) no debía apresurarme e intentar calmarlo…pero todo se había ido a pique justo cuando el enano chocó contra uno de los tantos cadáveres desperdigados por toda la calle. Buen momento para que esos cuerpos inertes asustaran a la persona más sensible e importante que habitaba esa condenada ciudad. Viendo como el albino imploraba piedad a quien sabía que fuerza celestial, tan solo se levantó para salir corriendo despavorido y perderse en el laberinto que eran aquellas ramificaciones hechas por callejones, estrechos y vías muertas…ni siquiera podía esperar ir a cazarlo cuando era el quien llevaba la ventaja en ese terreno. Suspirando con mera y pura frustración me palmeé la frente con demasiada fuerza y me levanté con la mayor calma que pude reunir en aquel caso…pero era un tanto difícil mantenerse frío cuando todo se había ido a pique de forma tan…estúpida.

Antes de poder decidir cual sería el rumbo de acción más eficaz en aquellas circunstancias de pronto me vi rodeado de varios soldados romanos y varios aldeanos, todos con la mirada perdida y los ojos inyectados en sangre, levantando sus respectivas armas mientras me observaban con baba cayéndole de la boca y mostrando los dientes…si bien la pequeña intervención del Portador de la Luz los había hecho combatir los unos a los otros, también parecía que esa mínima interferencia había logrado que sus consciencias se fueran a pique totalmente, convirtiéndolos en meros animales de presa que simplemente esperaban cazar a sus siguientes presas sin importar el costo que esto tuviera para ellos…y sabiendo que lo que fuera que había despertado en mi había “sellado” nuevamente a las tres esencias en lo más recóndito del corazón del hijo del carpintero había hecho que nuestra inmunidad se perdiera…Hay que hacer esto a la manera difícil, entonces… murmuré con desagrado. La perspectiva de tener que luchar con aquel montón de cerdos ignorantes y patéticos no me gustaba en lo más mínimo, menos cuando tenía que encontrar al chiquillo y calmarlo para disuadirlo de permanecer conmigo y así encontrar la forma de hacer resurgir a las 3 voces del representante de la primera estrella del Alba. La tarea no se hacía esperar…para nada…

Bien bien…todos calmados… … … dije sin mucha convicción, sabiendo que eventualmente tendría que acabar con todos aquellos humanos dementados a niveles insospechados…ellos eran unos cinco con armas manchadas de sangre mientras que yo era un simple lector de las estrellas del este de África……sigh… Con exasperación, hice crujir mis nudillos mientras el primero de aquellos se lanzaba en pos de mi lanzando un alarido que a cualquier transeúnte normal le hubiera puesto los pelos de punta, pero a mi…a mi tan solo me aumentó la frustración que ya empezaba a hacer mella en mi modo de ver las cosas, impidiéndome ser completamente “objetivo”. Sin más, un chasquido resonó a través del viento.