[Villa Rodorio] Plaza

por Manigoldo Dom Ene 23, 2011 8:47 pm

Luego de largos dias de cabalgar, deteniendose solo a comer lo que encontraba en lo salvaje y bebiendo agua de charcos y rios... Manigoldo llegó a Grecia. El lugar lo maravillo enseguida. Nunca había estado ahí, de hehcho había viajado a la mayoría de los lugares del mundo, pero nunca antes había podido visitar Grecia.

Ahora que lo hacía, le resultaba algo extasiante... desde sus bellas mujeres hasta la gran calidad de su vino, cada parada que hizo por el camino fueron memorias que lo acompañarían siempre. Por primera vez en mucho tiempo se sentía bastante feliz. Lejano parecía el asunto de Roma y sus guerras. La idea de que tenía un hermano casi había desaparecido de su mente. Fue un caluroso dia de verano en el cual para refrescarse comenzó a beber cerveza con unas damas en una cantina de mala muerte en Atenas, cuando escucho a hombres hablando sobre una pequeña Villa no muy lejana a ese lugar en donde se buscaba hombres fuertes y de temperamento para ayudar a reconstruir lo que el tiempo había comenzado a borrar. Le pregunto a las mujeres que sabían sobre esa Villa Rodorio, y todas quedaron el silencio rapidamente, pero una de ellas habló. Su familia era de Rodorio, habían vivido ahi toda su vida a los pies del Santuario.

Santuario? Preguntó Manigoldo anonadado, no entendiendo cual sería la importancia de ello en el relato de la historia de una villa. En Roma las Villas eran generalmente controladas por la clase social dominante y sus familiares, dejaban que los campesinos vivieran en ellas con la condicion implicita de que cultivaran sus tierras... pero nunca había escuchado sobre que en las Villas se construyeran templos.

La mujer le explico que no era cualquier clase de templo, no era como los templos Romanos destinados a la adoración de Jupiter o Venus... sino que era casi una ciudad dedicada a la adoración de la diosa Atenea o Athena como le decían allí. Mientras bebía su cerveza, Manigoldo escuchaba con interes como la mujer describía ese lugar como un lugar de justicia en donde todos los hombres eran iguales de verdad, donde la vida del debil valía lo mismo que la del fuerte y todos ellos estaban al servicio de algo más grande. Manigoldo no entendía como podía existir un lugar así, el que estaba acostumbrado a Roma en donde la vida de los esclavos era menos importante que la de un animal... que existiera en Grecia un lugar así, donde a las mujeres se le consideraba personas a diferencia del resto de esa tierra.

Tomó su caballo esa noche y galopó a Rodorio por algunas horas. Apenas llegó entendió a que se referían aquellas mujeres. El ambiente de esa Villa era completamente de trabajo duro, estab amaneciendo y parecia que ni una alma dormia, el pan ya habia sido horneado, las flores cortadas, las frutas puestas en ensaladas... las ovejas ya habían salido de sus corrales rumbo a las montañas...
Se bajó del caballo amarrandolo a un poste en la plaza. Caminó algunos pasos y sin si quiera pedirlo una joven se le acercó ofreciendole pan y leche. Manigoldo lo aceptó sin decir gracias, muy sorprendido... pero eso pareció no molestarle a la joven que repartía pan de su canasta a todas las personas que se encontraba por el camino.

- Que mierda esta sucediendo en este lugar... - Se preguntó en voz baja mientras se sentaba en el borde de una pileta, cuando de pronto el sol pasó cierto punto del horizonte y chocó contra algo en la montaña que se iluminó con fuerza resplandeciendo, haciendose presente a los ojos de Manigoldo por primera vez. A lo lejos, una gigantesca estatua de una mujer que portaba algo en su palma y un escudo a su costado. Se le revolvió el estomago verlo... - Con que ese es el Santuario...

por Manigoldo Mar Feb 01, 2011 12:03 am

La sensación que desprendía ese lugar le causó un cierto grado de inquietud y al mismo tiempo calma. Nunca antes se había sentido así, pero ahora que podía observar lo que todos comentaban en Atenas, entendía que ese lugar era algo completamente fuera de lo que se hubiese imaginado. Habia templos hermosos y gloriosos en Roma, pero ninguno tenía una estatua así. Alguna vez en su vida navegando, Manigoldo había visto el coloso de Rodas, una enorme estatua de bronce de Zeus, pero esa estatua blanca a lo lejos la superaba en grandeza. Suspiró mirando el monumento mientras masticaba el pan con lentitud, sin modales.

Escuchó algunas risitas y miró en dirección de donde provenían. A algunos pasos tres campesinas iban con sus cestas llenas de verduras cuchicheando entre ellas mientras lo miraban con una sonrisa. Manigoldo las siguió con la mirada mientras pasaban a su lado y les sonrió con picardía. Las jóvenes se taparon la boca con sus manos para evitar reír y sus mejillas se sonrojaron mientras corrían alejándose.

- Pero que gente tan rara… - Pensó mientras seguía mirando a su alrededor. - ¿Estarán ebrios?

Manigoldo terminó de comer el pan que le habían ofrecido, se mojo la cabeza en la fuente de agua y dejo que las gotas cayeran por su cuello. Sólo entonces se dio cuenta que apestaba. Con poca delicadez levantó su brazo derecho y olfateo su axila… realmente hedía a sudor mezclado con vino. Se rascó la cabeza pensando si habría un lugar por ahí cerca donde pudiera darse un baño… tal vez alguna posada.

Las personas pasaban a su alrededor, cada uno ocupado en lo suyo. El hombre no sabía que pensar, nunca había visto una villa donde todos tan temprano estuvieran ocupándose de labores tan banales como cargar flores, cuidar animales o cargar agua de un lado a otro. Caminó algún tiempo, buscando un bar… pero no lo encontró. ¿Cómo era posible que en una Villa así no hubiera un solo bar donde beber algo y tal vez comer, pagar una puta, coger y tomar un baño? Recorrió las calles viendo como los niños corrían de un lado a otro, como las mujeres conversaban y reían… el lugar lo comenzó a alterar. Era como estar en un universo paralelo en donde Roma nunca había influido ahí.

Se sentó en una banca en donde daba la sombra bajo un árbol de manzanas sin frutas. Estiró los brazos y se apoyó en la madera, casi reclinándose por completo. Fue ahí que a lo lejos vio una escena que cambiaría el transcurso de su vida por mucho tiempo. Un chico de unos 12 o 13 años con un tapa pecho de metal, manos vendadas y rodilleras hablaba con una niña de unos 7 años. Le acariciaba la cabeza mientras la niña le ofrecía agua. No entendía porque un mocoso estaría vistiendo como un guerrero pero… lo entendió cuando escuchó de la conversación que ese niño era un aprendiz a caballero. Curioso sobre el asunto, siguió escuchando la conversación y terminó concluyendo que había un ejército que peleaba en el nombre de la diosa Griega de la inteligencia y la guerra… Athena.

por Jezzara Miér Feb 02, 2011 7:17 am

Cabalgando durante largas horas por fin llegaba a Grecia, mi destino, por supuesto que tardé más de lo que esperaba, haciendo paradas en distintos lugares para comer algo y descansar, ya me encontraba como nueva, no estaba tan cansada como antes de viajar, eso me aliviaba porque sabía que podría recorrer las calles de la gran Grecia sin problemas, el tiempo no era un inconveniente para mi, podía recorrer el lugar por horas y si quería detenerme a descansar en cualquier sitio. Disfrutaba de mi recorrido por las calles de Grecia, nunca en mi vida había estado en ese lugar y los paisajes que poseía eran extraordinarios, me sorprendía cada cosa que veía a mi alrededor, como si nunca lo hubiese visto y es verdad.

Me detuve en alguna posada en el camino, ya me encontraba exhausta y hacía mucho calor, necesitaba tomar un refrescante baño y comer algo. Ya en el lugar mientras tomaba algo de comer escuché hablar de una pequeña villa cercana que se encontraba no muy lejos del Santuario, en donde se adoraba a la diosa de la guerra y la sabiduría, Athena. Sabía algo acerca de ese lugar, conocía que existían leyendas sobre guerreros que se dedicaban a luchar en el nombre de dicha diosa, sabía que eso podía ser cierto, Edward me lo había mencionado en alguna ocasión. Por eso estaba en busca de más información, y sabía que en Grecia la iba a encontrar, pues allí no era como Roma, la gente conocía historias que podían ser útiles y muy interesantes.

Tras algunas indicaciones que recibí por parte de unos campesinos supe como llegar a la villa Rodorio, de verdad me interesaba entrar en ese lugar. En horas de la madrugada, cerca del amanecer me dispuse a cabalgar camino a Rodorio. No fue largo el camino pues aquel lugar se encontraba muy cerca de donde me había detenido a descansar. Era un bello día y ya estaba amaneciendo, podía ver el sol en el horizonte, podía notar el bello efecto en el cielo que ocasionaban los primeros rayos de luz. Llegando a la villa notaba como la gente trabajaba desde muy temprano, me parecía algo extraño aunque era algo que desde muy pequeña acostumbraba a hacer, pero sinceramente nunca había visto un lugar así y gente como la que habitaba en el sitio, desde mi infancia en Egipto y mi estadía en Roma nunca había visto algo así. Cada persona que pasaba me preguntaba si necesitaba algo o incluso me ofrecían agua. Era una actitud que en Egipto nunca había visto y mucho menos en Roma, eso era lo que realmente me agradaba del lugar, me agradaba demasiado las personas que eran amables.

Llegó a una especie de plazas, había varias bancas y una bella fuente en medio, noté a unos niños hablando, un chico que estaba vestido como guerrero, no me parecía extraño, había escuchado historias, muchos niños entrenaban para convertirse en caballeros. Pero esa historia, la que más me intrigaba era aquella que trataba sobre el Santuario de Athena y sus guerreros. Por ese motivo era que había viajado a Grecia. Me bajé del caballo de un salto, cayendo con una rodilla en el suelo y me paré de inmediato. Volteé mi rostro por un momento, notando que había un hombre de aspecto extraño y cabellera azul sentado en una banca, aunque no le presté mucha atención.

Volví a voltear, y algo que vi me llamó mucho la atención. Ahora podía ver a lo lejos en la montaña aquella estatua de la diosa de la sabiduría resplandeciente, ahí comprendí de inmediato que en ese sitio se encontraba el santuario. Decían que era un lugar maravilloso, los templos que se encontraban en ese sitio eran dignos de ser contemplados aunque nunca había visitado el lugar. Caminé unos metros hacia delante, alejándome a penas un poco de mi caballo. -Ya veo... asique ahí se encuentra el famoso Santuario de Athena... que increíble- Decía en voz alta pero hablando conmigo misma. Me parecería extraordinario algún día llegar hasta ese sitio, estaba ansiosa por conocer más a fondo sus historias. Era algo que por primera vez me interesaba, quizás desde aquel encuentro con Edward. -Ahora entiendo lo que Edward me había mencionado....- Seguía diciendo sorprendida. Sentía algo extraño en mi interior, esa fuerza que había despertado hace poco tiempo se hacía presente en ese mismo momento.

Edward también había mensionado que una reencarnación de la diosa Athena iba a desertar pronto, que aquella persona que él buscaba tenía mucho que ver con eso. Yo comenzaba a creer que en ese sitio donde recientemente había llegado iba a resolver mis dudas. Por el momento debía tomarme todo con calma, por lo menos ahora sabía que allí se encontraba el Santuario del que había oído. Por último suspiré lanzándome al suelo, sentándome allí mientras miraba al cielo pensando en todas esas cosas que me tenían intrigada. En ese momento pensaba que sería bueno encontrar alguien que pueda ayudarme o darme algún tipo de información. Sabía que había más personas como Edward, como Seiren y como yo, personas que han despertado en su interior esa energía mágica llamada Cosmos, podía sentirlo en el aire, en el mundo muchos como nosotros estaban listos para luchar por la justicia.

por Manigoldo Miér Feb 02, 2011 11:28 am

La mañana se alargaba mas de la cuenta y Manigoldo aun no sabía que hacía en aquella villa. había llegado ahi por el rumor de que en ese lugar se necesitaban hombres fuertes con experiencia en el arte de la guerra que tuvieran el vigor para entrenar y convertirse en caballeros de una orden Griega. A Manigoldo le pareció una escusa perfecta para esconderse entre las filas del ejercito griego, pero cuando llegó a Rodorio se dio cuenta que lo que sucedía en ese lugar iba mucho más allá de su compresión.

Esa gente, esos mocosos con tapapechos que recorrian las calles, no estaban ahi en busqueda de glori, fortuna o riquezas... estaban ahi por el simple ideal de pelear por una deidad. había conocido hombres que seguían al emperador porque lo amaban, porque creían en él... pero siempre motivados por la grandeza de Roma, nunca porque el emperador fuera un dios o algo por el estilo. Por ello, no entendía aun que estaba sucediendo con esas personas que pensaban y actuaban de una forma tan desinteresada.

De pronto, algo le llamó la atención al menos unos momentos. Una semi mujer (No la podría haber llamado mocosa con los melones que tenía, pero se notaba que aun no llegaba a una edad para procrear sin morirse) había llegado cabalgando y se bajaba torpemente de su caballo. Las personas se acercaban a ella ofreciendo ayudarla y darle agua... Manigoldo no tenía idea de quien podría ser, pero por la forma confiada que mostraba y la felicidad en su rostro asumió que se podría tratar tal vez de la señora de esa Villa o la hija del domino de la Villa o algo por el estilo. Se quedó ahi mirandola un poco, pues su larga cabellera rubia y sus ojos grandes la hacian ver bastante extranjera. Era posible que ni si quiera fuera Romana, tenía un aire en ella como los britanicos... pero era un poco mas morena que eso a pesar de que era mucho más blanca que el o cualquiera ahí.

Dejó de mirarla y se puso de pie. Ya había tenido suficiente ahí por ese momento y necesitaba encontrar un lugar donde poder comer y dormir una siesta, el sol estaba pegando muy fuerte.

por Jezzara Miér Feb 02, 2011 1:57 pm

Ya había pasado varios minutos mirando el cielo sin un motivo, tan solo pensando en aquellas cosas que invadían mi mente. Estaba casi perdida en aquella villa, sin tener bastante información de igual manera había viajado hasta Grecia para saber más acerca de ese ejército que peleaba para proteger a la diosa de la sabiduría y la guerra, había escuchado historias, sabía que no solo los hombres más fuertes podían pertenecer a ese ejército, también había mujeres, mejor conocidas como amazonas, que por lealtad a la diosa peleaban en este grupo de guerreros con armaduras. Aunque todavía no tenía mucho conocimiento de esto, quería hacerme más fuerte, aumentar esta fuerza en mi interior, la cosmoenergía para poder unirme a es ejército, porque lo que más me importaba era pelear por la justicia, seguir el mismo camino de Edward.

Suspiré y cuando estaba a punto de levantarme del suelo vi a un lado, el hombre que hace algunos minutos estaba sentado en aquella banca me estaba mirando. Volví a voltear y me puse de pie nuevamente, sacudí un poco mi vestido blanco y me volteé mirando a aquel hombre, que sin mucho interés se daba media vuelta y estaba a punto de marcharse. sentía algo extraño en su presencia, algo parecido a lo que sentí cuando vi a Edward o a Seiren, pero no era igual. Tenía un extraño presentimiento, no se porque se me puso en la cabeza que ese sujeto podría ser capaz de controlar el cosmos también. Tenía que averiguar si por lo menos tenía algo de información acerca de lo que estaba buscando allí, sobre el santuario y los guerreros que pertenecen al ejército de Athena, aunque dudaba que supiera algo, más tenía pinta de alguien que no tiene un rumbo en la vida, pero quien sabe, uno no pierde nada con preguntar.

Me acerqué al sujeto, pensando en hablarle aunque con algo de temor. Pero era la única persona que estaba allí, no tenía que perder esa oportunidad aunque no supiera como iba a reaccionar a mis palabras. -Disculpe...- Dije primero, estaba acostumbrada a hablarle de buena manera a la gente que no conocía por lo menos hasta saber como me contestaban, pues no podía tratar mal a la gente que aún no conocía, no era lo mio. -He viajado hasta aquí porque me han mencionado algo acerca de que existe un ejército en el cual también integran mujeres... más bien creo que son llamadas amazonas... bueno en realidad creo que es más larga la historia pero... no tiene mucha importancia...- Hablaba bastante rápido y a veces mezclaba las palabras, no sabía que decir, a decir verdad estaba bastante nerviosa, no me gustaba tratar con personas de otros sitios que ni siquiera conocía. -...que... ellos pelean en nombre de la diosa de la sabiduría y de la guerra... protegiendo el... Santuario de Athena...- Hice una pausa mientras miraba a lo lejos en las montañas aquella enorme estatua que se veía, de la misma diosa. -Me preguntaba si acaso usted... no tiene algún conocimiento acerca de eso... porque de verdad me interesa unirme a ese ejército... y vine aquí con muy poca información y me dijeron que aquí podía encontrar respuestas...- termine de decir esas palabras, con algo de timidez pero no sabía si había sido lo correcto, había pensado también en decirle lo del cosmos que hace poco me había ocurrido pero decidí no hacerlo pues iba a tomarme como una loca, cada cosa es a su debido tiempo, como me había dicho Edward alguna vez. No sabía lo que iba a ser de mi futuro luego, pero mi único ideal era poder pelear por la justicia, siguiendo a alguien superior, poder proteger algo por primera vez en mi vida, no me importaba que fuera, pero quería seguir el camino correcto.

por Manigoldo Miér Feb 02, 2011 2:56 pm

Había dado unos cuantos pasos por las calles de tierra mirando a su alrededor buscando un lugar donde dormir y comer, cuando de pronto una pequeña vocesita a su espalda lo llamo. Apenas escuchó el disculpe, más siguió caminando. No había mucho que hiciera que Manigoldo detuviera su andar o le llamara la atención y por experiencia propia generalmente esos "disculpe" en medio de la calle significaban dos cosas... pedir dinero o pedir comida. No tenia ninguna de las dos cosas.

- No tengo nada para darte, largo. - Respondió sin voltear y aun caminando, pero al parecer se había apurado demasiado en responder.

No se detuvo cuando la niña hablo sobre su viaje a Grecia, pero se pregunto si esa voz se trataría de la chiquilla que había llegado en aquel hermoso caballo a la plaza. Mientras caminaba se volteo a mirarla sobre su hombro y comprobó que era la misma jovencita. Se detuvo de golpe cuando mencionó sobre un ejercito en el cual las mujeres podían luchar. Había escuchado sobre tribus en Africa donde se utilizaba a algunas mujeres como arqueras, pero nunca sobre una legión Griega Ateniense que luchara con mujeres en sus filas. Despues de la primera impresión de sorpresa, se hechó a reir con ganas mientras la niña hacía una pausa en su hablar rapido, se le notaba bastante nerviosa. Pero Manigoldo no se reía de ella, sino de la idea de que hubiera un ejercito de mujeres y peor aun, que una mocosa flacuchenta y escualida quisiera unirse a él.

- ¿Que querría una niña como tu saber de un ejercito? - Le preguntó finalmente cuando pudo controlar su risa. -

Le divertía la mirada asustada y avergonzada de la joven. Era tan joven e ingenua, su acento era raro, nunca lo había escuchado antes, pero sin duda hablaba latín... pero había algo en ella que le parecía raro. De partida no era Romana por su aspecto, tampoco era Griega... no hablaba como los griegos... había algo en su pronunciar que la hacía tener un aire exotico que por un momento le llegó incluso a parecer atractivo... si tan sólo hubiese tenido algunos años mas y un poco mas experiencia de vida.

¿Qué podría saber Manigoldo del ejercito de Athena? Realmente nada. Estaba ahi por el mismo proposito que ella, ver si había algun puesto disponible para él... pero ahora que había escuchado que ese ejercito era compuesto por mujeres le pareció todo una broma de muy mal gusto. Había gastado su tiempo en ir a ese lugar... pero al menos no se iría con las manos vacías.

- A lo mejor tengo información, pero te costará... tu bonito caballo. - Una amplia sonrisa apareció en su rostro. Miró a la joven a los ojos y luego miró en dirección a su caballo. dependía de la jovencilla ahora con cuanta fuerza deseaba la información sobre Athena y el Santuario.

por Jezzara Miér Feb 02, 2011 3:51 pm

Cuando terminé de hablar aquel sujeto comenzó a reírse descontroladamente, no sabía si se reía de mi o de lo que me había dicho, solo él sabía el motivo, pero lo que sí era seguro que me había molestado mucho esta actitud, me fastidiaba demasiado la gente que me trataba así, sea como sea, yo solo trataba de hablar bien a las personas para que lo hagan de la misma manera, pero al parecer este sujeto no era así, o tal vez me creí una loca o una simple niña que estaba perdida y no sabía que hacer de la vida, realmente no sabía que le ocurría, pero luego cuando pudo controlarse por fin habló, otro comentario que me molestó, o quizás fue la forma en que lo dijo. Entonces no pude evitarlo, no era una persona que hablara fuerte ni que tratara mal a los demás pero en esta ocasión no podía dejarlo pasar.

-Escucha... no soy una niña cualquiera. Me puedo defender por mi misma y tomar mis propias decisiones, por más que tengo quince años, mi trágica vida me enseñó a ser fuerte ¿Sabes? Y quiero convertirme en una guerrera y luchar por la justicia para viajar nuevamente a Egipto en busca de mi hermana y liberarla de oscura energía que la domina....- Hice una pequeña pausa, aquellas palabras que el sujeto de cabellos azules me dijo, provocó que yo comente los motivos por los cuales quería entrar en ese ejército. -Por si no lo sabes existe algo llamado cosmos, esa energía he despertado en mi interior hace un tiempo y me convertí en una persona más fuerte... aunque... creo que no tienes idea de lo que es eso... asique no vale la pena seguir hablando- Dije luego. Suspiré mientras observaba detenidamente a aquel hombre. Luego volvió a hablar.

-¿Mi caballo?- Pregunté incrédula mirando al animal -No sabes lo que me costó conseguir ese animal... y no lo entregaría a alguien que ni siquiera conozco a cambio de unas cuantas palabras. Y mucho menos a alguien que cree ridículo el hecho de que una muchacha como yo quiera formar parte de un ejército...- Hice un silencio por unos momentos mientras bajaba mi cabeza mirando al suelo, pero en realidad me encontraba decepcionada, no sabía que hacer en ese momento. -Es muy importante para mí... de verdad quiero aprender a dominar por completo esta energía que hay en mi interior y saber como puedo integrarme en ese ejército... quiero luchar por la justicia, hacer algo que no puede hacer en toda mi vida....- Dije luego, para levantar mi vista mirando a los ojos de aquel sujeto. -Si quieres puedo demostrarte que no soy cualquier mujer...- Dije bajando un poco el tono de voz, quería que por lo menos una vez alguien me tome en serio, si era necesario podía a encender mi cosmos sin problemas. Creía que ese sujeto era del tipo de personas de las cuales me ponían un tanto nerviosa, de esos que me hacen enfurecer, yo no era una persona que se enojara con facilidad pero cuando lo hago nadie me detiene, porque siempre fui de esos que dicen las cosas de frente y cuando algo les molesta no se callan.

por Manigoldo Miér Feb 02, 2011 4:28 pm

Las palabras de Manigoldo no le habían caido para nada bien a la muchacha. Su rostro nervioso y apacible empezó a transformarse y por primera vez en mucho tiempo vio firmeza y determinación en las facciones de otro ser humano. Aun así, la palabrería de aquella mocosa lejos de impresionarlo sólo lo irritaba, deseaba por todos los medios que dejara de hablar.

- El discurso de "mi tragica vida" me tiene harto. Sea donde sea que voy salta algun descerebrado a informarme lo dificil que ha sido su vida y como ha derrotado la adversidad. ¿Crees que me importa aquello? cada uno tiene su propia mierda que afrontar y no se lo anda gritando a los desconocidos para que le hagan las cosas mas faciles. Si tanto te quejas es porque eres debil, una persona fuerte mantiene su boca cerrada y se vale de lo que puede para salir adelante. - La miró sonriendo burlescamente, tomandola de los brazos y alejandola de él sin ser brusco, pues despues de todo era una joven fragil y no quería causar una escena. - Un, "no gracias, no puedo perder mi caballo" habría bastado, mocosa. - Dijo con ligereza y aun de buen humor, sonriendole. Su camino estaba adelante y no atras... si ella quería algo de él era ella quien tendría que pedirselo de buena forma o al menos lograr convencerlo de que hiciera algo por ella. Pero sin un interes de por medio, Manigoldo no iba a cambiar sus planes de la nada por alguien que no conocía y que por la actitud que mostraba, no quería conocer. - Si te puedes defender por ti misma y tomar tus propias decisiones, no le pidas ayuda a los extraños, gran guerrera Griega... no sabes que gente enferma y demente te puedes encontrar por el camino.

Sus ultimas palabras sonaron bastante oscuras y hasta su mirada pareció endurecerse. Manigoldo era un ser de poca paciencia y no había nada que lo enervara más que las personas que las mujeres que le hablaban y no querían pasar la noche con él... si aguantaba escuchar estupideces de las feminas era porque sabía que al final de todo eso se lo recompensarían, con creces, pero tener que aguantar el parloteo insensato de una puber... era mas de lo que estaba preparado a afrontar en ese momento en que tenía hambre y hasta algo de sueño.

- Como te dije antes, lo que yo sepa o no sepa es problema mío. Si quieres saberlo tu tambien te costaría tu caballo... pero ahora cambie de opinión. Si quieres saber sobre el Santuario, Athena y el cosmo aquel... tendrás que darme tu caballo y ademas un beso. - Le guiñó un ojo y siguió riendo de lo miserable que era provocando la furia de una niña, mientras volvía a caminar indiferente a la presencia de la joven. Sacó una manzana de entre sus cosas dentro de la bolsa que cargaba sobre su hombro, la limpió con su camisa y le dió un mordisco. - Si tan importante es para ti... y tanto crees en la justicia y bla bla... no veo cual es el problema de desprenderte de tus cosas materiales para unirte al ejercito del Santuario. ¿Eso es lo que quieres no? Pues dame tu caballo, un beso y tal vez te diga como lograr controlar lo que hierve en tu interior. - Lo ultimo lo dijo con doble sentido, obviamente. A pesar de que la chica era una puber, él no era un santo... podia dejarse llevar por la carne de vez en cuando incluso con virgenes. - Si quieres demostrarme que no eres cualquier mujer... siempre hay formas de arreglar eso... si te comportas... sólo no esperes que te pague por ello hehehe...

por Jezzara Jue Feb 03, 2011 6:36 am

Ya las primeras palabras que mencionaba aquel sujeto comenzaban a molestarme demasiado, no iba a quedarme callada permitiendo que alguien desconocido me fastidiara de esa manera tan grosera. Era una chica tranquila y de pocas palabras pero si algo realmente me molestaba no me quedaría callada tan solo observando. Aquel hombre hablaba y hablaba, criticándome y diciendo hasta cosas sin sentido desde mi punto de vista, no podía soportar aquella actitud, comenzaba a pensar por qué rayos había siquiera hablado a ese sujeto maleducado.

-No puedo creer que haya personas así... este sujeto esta comenzando a fastidiarme...- Esas ideas pasaban por mi mente mientras oía con poco interés las palabras de ese tipo. A decir verdad lo único que necesitaba era alguien que me ayudase a dominar mi cosmos pero al parecer lograr convencer a ese sujeto iba a ser muy difícil y quizás casi imposible, era terco y no había manera de hacerlo entender lo que quería. Terminó de pronunciar las primeras oraciones y decidí hacer un comentario con el tono de voz algo bajo, aún más de lo que acostumbraba.

-Ahora sí me doy cuenta de las personas enfermas y dementes que puedo encontrar...- Dije refiriéndome a la actitud que estaba teniendo él. Aunque no era de mucha importancia aquellas palabras pues muy seguido de eso, casi interrumpiendo volvió a hablar. Ahora quería mi caballo y un beso a cambio de la información, yo no estaba de acuerdo, ni siquiera me interesaba acercarme un poco más a ese sujeto y mucho menos darle un beso, no era la clase de persona que me caería bien y eso ya había sido demostrado. Quería contenerme a mi furia pero era imposible sentía el impulso de decir lo que pensaba de esos comentarios entonces fruncí el ceño y comencé a hablar con el tono de voz fuerte y claro.

-Eres repugnante no puedo creer que digas esas cosas... en mi vida había pensado encontrarme con alguien como tú... no se si te estás burlando de mi pero olvídalo, no pienso ni siquiera tocarte...- Decía refiriéndose a la propuesta que me había hecho a cambio de la información. -Pero... si me ayudas y me dices como controlar eso del cosmos puedo darte mi caballo y....- Dije y desde el interior de la capa marrón que siempre llevaba saqué unas cuantas joyas de oro y diamantes que me habían quedado desde mi encuentro con Selene en Egipto y se las mostré a aquel sujeto. -...podría recompensarte con algunas cositas valiosas...- Dije refiriéndome obviamente a aquella joyería que tenía un valor muy elevado, ahora que lo pensaba no me importaba perder mis cosas si era por un buen motivo, si él me ayudaba con lo que necesitaba pensaba entregarle el animal y además algunas joyas. Pues había notado que parte de los intereses de ese tipo eran las cosas materiales. Luego de mis palabras volví a guardar aquellos objetos y dije: -Esa es la recompensa... pero solo si me ayudas... asique hasta que no vea colaboración no lo tendrás... pero prometo cumplir, para que lo sepas soy una persona de palabra... lo que prometo lo cumplo- Trataba de negociar con él para que me ayude con lo que le había dicho anteriormente, aunque lo crea casi imposible, con intentarlo no perdía nada, obviamente enojarme no era una buena idea, asique trataba de contenerlo aunque en mi rostro se vea el disgusto todavía tenía ganas de gritar e insultarlo pero no era mi estilo, no era esa clase de persona.

por Manigoldo Jue Feb 03, 2011 5:01 pm

No le respondió absolutamente nada mientras la jovencita hablaba. Estaba acostumbrado a ese tipo de reacciones de mujeres "virtuosas" o que al menos algo de moralidad tenían. Siempre se encontraba uno o dos en cada camino, pues en todos los ambitos de la vida había perdidas y mujeres que se dejaban llevar por el codigo moral de conducta. A él en lo particular éstas últimas lo aburrían, no las tomaba en cuenta... para lo unico que les hablaba era para ver como se indignaban con sus palabras. Era un placer poder observar sus mejillas blanqueadas de lejia tornarse rojas por la verguenza que sentían de que un hombre les faltara el respeto de esa forma.

- Todo lo que he escuchado salir de tu boca es "bla bla bla... que sexy eres Manigoldo." Así que viniendo de ti lo tomaré como un cumplido. - Estaba dispuesto a abandonarla a su suerte en ese isntante, pues si no había negocios de por medio no le interesaba seguir hablando con alguien tan aburrida y desabrida. Su estilo de mujer era aquellas que le podían dar vida y alegría a un hombre, para estar con alguien con semejante actitud lo minimo que habría pedido era una recompensa, lo cual había hecho y le había sido negada. Por lo tanto, no había nada que lo hiciera querer pasar un segundo más con una mocosa insolente como esa, tenía mejores cosas que hacer... cuando de pronto justo cuando lanzaba lejos la coraza de la manzana vio que la joven sacaba valiosas joyerias de entre sus ropas.

Su interes volvió de inmediato y escuchó la oferta que se le presentaba con cuidado. Si hubiese querido podría haber matado a esa niña y robado esas joyas... de seguro que valía la pena hacerlo, con eso se podría mantener sin esfuerzos al menos un año. Pero estaba rodeado de gente y ademas... ya estaba metido en suficientes problemas por todo el asunto de Sophia y su familia.

Miró a la joven rascandose la barbilla pensando que hacer. La mera idea de tener que aguantarla mucho mas tiempo le resultaba insoportable... pero al mismo tiempo... era mucho dinero el que estaba en juego.

- Bien. Te llevaré al santuario de Athena, te diré lo que se, te ayudaré con eso de controlar tus brujerías... - Estaba conciente de que toda esa blasfemia contra los dioses le patearía el trasero mas tarde, pero Manigoldo nunca había sido un hombre respetuoso con las deidades, por ello lo habían maldecido con la carga de ver a los muertos donde quiera que fuera. Ayudaría a la mocosa y la llevaría al Santuario, arriesgando el castigo que tuviera que pagarle a los dioses romanos luego por ello. - ...Pero quiero la mitad ahora y la mitad cuando terminemos. No me importa tu palabra, me vale tanto como tú. Primero pagas y despues veremos que sucede.

Manigoldo no era estupido tampoco. Mucho estaba haciendo cediendo a las demandas de la joven, pero el dinero siempre lo hacía pensar de otra forma. Había vivido toda su vida sin él por ello se había vuelto cada vez más suspicaz con el tema. Para un hombre que no tenía nada que perder y mucho que ganar, prefería tener en su propia posesión las joyas, podría comprar algo de comer con ello, tal vez construir una choza por ahi y vivir tranquilamente hasta que el asunto de Sophia se olvidara en Roma y pudiera volver a la doceava legión.

Pero su orgullo como hombre le pedía seguir fastidiando a la joven. No iba a dejar el asunto del beso, sobre todo por escucharla decir lo asqueada que se sentía respecto a él. No habría mejor paga que verla humillada a tener que besarlo para que él accediera a sus peticiones.

- Y parte de la primera mitad, ademas de las joyas, es un beso en mi mejilla. - Apunto su dedo indice a su rostro, justo al lado de su nariz, indicando donde la joven debía besarlo. - Tómalo o déjalo. Ya te lo dije, es decisión tuya que tan importante es este asunto... yo tengo mejores cosas que hacer que llevarte al Santuario. Me parece un precio razonable por mi valioso tiempo...¿No lo crees? - Una sonrisa complaciente apareció en su rostro, disfrutaba ver lo humillada que esa joven se sentiría ante su petición.

por Jezzara Vie Feb 04, 2011 7:03 am

El sujeto de cabello azul estaba a punto de marcharse cuando de pronto le ofrecí esas joyas, al parecer cambió de opinión muy rápido, eso me alivió, pues sino no se que hubiera hecho quedando sola allí, sin nadie que me ayuda, de verdad necesitaba información, no sabía mucho acerca del tema pero por lo menos algo tenía. Por suerte tenía esas joyas, el dinero siempre lo arregla todo, y especialmente con personas como aquel sujeto. Aunque me alegrara que haya funcionado lo de las joyas no mostré ningún gesto de felicidad ni nada por el estilo, ni siquiera una sonrisa, no sabía como iban a seguir las cosas y era mejor que tenga cuidado con cada decisión, con cada palabra, pues podría ser que por algo aquel sujeto cambie de opinión, uno nunca sabe como es ese tipo de personas.

Cuando volvió aceptando mi oferta, me propuso darle la mitad de la paga antes y la otra mitad cuando haya acabado el trabajo, aunque lo dudé un momento, por lo que había visto de él hasta ahora dudaba de si en verdad iba a ayudarme o me traicionaría a penas le entregue parte de las joyas que tenía. Pero tenía muy claro que si no lo hacía aquel tipo no accedería a ayudarme y me encontraría en la misma situación de antes, perdida y con muy poca información. Por lo mismo no podía negarme a la propuesta, pero las cosas cambiaron cuando escuché sus próximas palabras, el tipo no se arrepentía de lo que quería, aún pretendía que yo lo de un beso en su mejilla, no sabía si hacerlo, no deseaba ni siquiera acercarme un poco más a ese sujeto pero si no lo hacía no me ayudaría a eso lo tenía claro.

-¿Valioso tiempo? Bueno, si tu lo dices debe ser así...- Comenté al respecto de la última pregunta. Pero aun faltaba mi contestación, debía decidirlo enseguida, no podía tardar mucho más. Hasta que por fin me decidí, no podía decir que no, sino no iba a ayudarme, después de todo era solo un beso. Suspiré y baje mi rostro, estaba verdaderamente avergonzada de lo que iba a hacer, ni siquiera tenía deseos de hacerlo pero estaba obligada. Mis mejillas se sonrojaron un poco, me sentía humillada pero no podía evitar hacerle caso. Entonces volví a levantar la vista mirando a la cara a aquel sujeto. -De acuerdo, lo haré... solo para que me ayudes....- Dije con un tono de voz baja, estaba resignada a que debía hacer lo que él me dijera si quería conseguir algo.

Suspiré nuevamente y me acerqué al sujeto. No sabía si estaba bromeando pero parecía hablar en serio, tenía que hacerle caso. Aquel tipo era un poco más alto que yo, por lo que tuve que pararme en cunclillas y apoyé mis manos sobre sus hombros para no perder el equilibrio. Y finalmente acerqué mis labios a su mejilla para así darle por fin un pequeño beso. Luego sin pensarlo dos veces me alejé nuevamente y saqué algunas joyas, estirando mis manos para entregársela, esperando que las tome.

-Es todo ¿Verdad? ¿Ahora si me ayudarás?- Dije con un tono de voz bastante elevado y firme, esperando la respuesta. Me encontraba más tranquila que antes, aunque ese sujeto de verdad me alteraba los nervios, raro de ver en mí, pues la mayoría de la gente me caía bastante bien.

por Manigoldo Sáb Feb 05, 2011 3:16 pm

Manigoldo seguía sonriendo al ver la humillación en los ojos de la joven, sus mejillas rojas por la verguenza de tener que hacer lo que él dijera para obtener su ayuda. Pequeñas cosas como esas hacían que la vida tuviera más gracia, o al menos así pensaba Manigoldo. Su tono de voz se sentía tan desanimado, era como si el hombre le hubiera quebrado aquel altanero caracter que mostraba. No había nada mejor que bajarle los humos a una persona y Manigoldo se deleitaba en que hubiese sido él quien le había bajado los humos a esa niña grosera y altanera que había llegado de la nada pidiendo su ayuda y lo había terminado solo insultando.

La joven era una niña de unos 14 o 15 años, por lo tanto no era muy alta que digamos para haber alcanzado el rostro de Manigoldo. Aun asi el hombro no se inclinó ni le facilitó en ninguna forma la primera mitad de su pago, si debía besarlo que se las ingeniara como pudiera para alcanzarle el rostro. Observó como la niña se ponía de puntillas y se afirmaba en sus hombros para besarle la mejilla. Fue un beso corto, desganado, pero fue el pago ideal por todo el mal rato... ver en su rostro el desagrado que aquello le provocaba.

- ¿No te vas a limpiar la boca o algo asi? - Le preguntó mientras tomaba las joyas. - Digo... si tan asqueroso soy hahahahaha...

La alzó en el aire y las vio contra la luz. Sacó un rubí de entre un collar para mirarlo más de cerca. Con eso compraría algo de comida y vino... que era lo que más le estaba faltando en ese momento.

- Ve por tu caballo, iré a comprar comida para irnos al "Santuario".

Manigoldo comenzó a caminar dejando a la joven ahí. No tenía idea como llegarían al Santuario sin que los detuvieran o sin que alguien les preguntara que hacían ahí. Era más que probable que por ayudar a esa joven se metiera en un lío, pero no le molestaba... despues de todo, no tenía nada mejor que hacer por el momento. Caminando por la plaza encontró un puesto donde vendían pan y frutas, compró un poco de todo y lo metió en una bolsa. Pero por más que buscara no encontraba nadie que le pudiera indicar donde comprar un vaso de vino o algun licor... lo cual le estaba empezando a incomodar bastante. En las esquinas se veía niñas con flores en sus canastos, algunas bordando en hermosas telas que seguramente luego venderían... más de un chiquillo intentando vender queso y carne seca. Aprovechó de comprar con una cuenta de oro un poco más de aquello y les preguntó donde podría encontrar vino.

Los jovenes le respondieron que en Rodorio no se bebía mucho y que generalmente el vino lo traían de Atenas, pero que había un señor a poca distancia que vendía garrafas de jugo de manzana un poco fermentado que servía para la sed. Manigoldo les encomendó que le trajeran una garrafa y les dio una cuenta más de oro por el esfuerzo. Los chicos corrieron a ayudarlo. Sólo cuando se quedó solo comenzó a pensar que tal vez había sido un idiota por confiar en esos mocosos pero se sintió aliviado cuando los vio regresar con una especie de cantiplora de cuero llena de sidra.

El hombre estaba feliz, por lo cual sonrió y les pagó a los mocosos. Ya tenía queso, pan, frutas, carne seca y sidra. Podría acampar cerca de Rodorio cuando dejara a la niña en el Santuario. Hasta ese momento no tenía intensiones de quedarse con ella mucho tiempo, pero cumpliría con su parte de trato y la ayudaría a buscar lo que ella necesitaba saber... despues de todo el caballo de aquello niña era un animal precioso y le serviría bastante mejor que la porqueria de caballo que montaba él.

Volvió a la plaza, al lugar donde había dejado amarrado a su animal y acomodó las cosas que compró en el lomo. Destapó la sidra y le dió un gran sorbo mientras esperaba que llegara la joven para irse de una buena vez. No tenía idea como llegarían a ese lugar en donde se veían a lo lejos los templos y la gran estatua de Atenea la diosa griega de la guerra y la sabiduria... pero confiaba que de algun modo se las arreglaría, como todo lo que hacía en su vida.

por Jezzara Dom Feb 06, 2011 2:29 am

Para mí era una situación bastante incómoda, tenía que esperar una respuesta que ni siquiera podía sospechar cual sería, era tan impredecible la actitud de aquel sujeto que no sabía lo que haría, además claro, sin mencionar que tuve que darle un beso, eso me desagradó mucho y no pensaba hacerlo de nuevo. Pero había sido todo por una buena razón, por lo menos algo importante para mí, y es que aquello que necesitaba saber me tenía intrigada desde el momento que volví a viajar a Egipto, por aquella conversación que oí de los dos sujetos que hablaban del control del cosmos y demás.

Pronto el tipo de cabello azul tomó las joyas rápidamente sin que pueda reaccionar antes, mientras decía unas cuantas palabras a las que no le di mucha atención pero suspiré moviendo un poco la cabeza a los lados mientras cerraba los ojos por unos segundos, realmente irritada por el comportamiento de aquel hombre y sus comentarios, ya comenzaba a cansarme de eso, pero a decir verdad con todo lo que había escuchado de su parte ya estaba preparada para escuchar cualquier cosa de su boca. De pronto empezó a contemplar las joyas por un momento y no tardó en hablar nuevamente, diciéndome que busque mi caballo mientras él compraba algo de comer para comenzar el viaje. Suspiré mientras miraba al sujeto.

-Bien...- solo dije esa simple palabra mientras él se alejaba. Me quedé por unos momentos pensativa mirando como aquel hombre se alejaba, y luego reaccioné. Miré hacia atrás, mi corcel no estaba muy lejos de donde me encontraba parada, me di media vuelta y comencé a caminar en dirección hacia el animal. Estaba a unos pocos metros del árbol de manzanas. Tomé al caballo de las riendas y me paré un momento a su lado, acariciando por unos segundos su bello pelaje, sabía que pronto iba a tener que dárselo a ese tipo. Más no tarde mucho y jalé de las riendas para que el animal comience a caminar, llevándolo hacia donde estaba antes. El sujeto de cabello azul ya estaba preparado, bebiendo de una cantimplora junto a otro caballo, aunque a decir verdad no se veía como el que poseía yo. Me acerqué y miré al hombre, con un gesto serio, no tenía esa sonrisa que acostumbraba.

-Estoy lista... ¿Vamos ya?- hice una pausa y en ese momento algo pasó por mi mente, a decir verdad no tenía idea de como íbamos a llegar a ese lugar tan lejano, y me temía que él no lo supiera con exactitud, o al menos la manera en que íbamos a llegar entonces se me ocurrió hacerle una pregunta. -Y sabes como llegaremos allí ¿no? lo veo difícil... y parece un largo camino... demasiado...- Comentaba mientras giraba mi vista para fijarla en esa enorme estatua de Athena.

por Manigoldo Dom Feb 06, 2011 3:06 am

Manigoldo tapó la sidra sin ningun cuidado y la tiró practicamente sobre el caballó. Tenía ganas de caminar por lo cual sólo tomo las riendas y empezó a guiar a su animal por las calles de aquella pequeña Villa. Mientras caminaba le respondió a la joven, pues antes de eso tuvo que contar hasta 20 para no perder la paciencia con esa chiquilla. De seguro ella lo habría notado por la mirada horrible que le dio. Lo exhasperaba, sentía deseos de ahorcarla cuando su pequeña vocecita asqueaba el ambiente. Pero por otro lado le parecía interesante la compañía de una niña en su caminar, pues andar sólo muchas veces se volvía monotono. Sólo esperaba que dicha decisión no le pateara luego el trasero y terminara con un muerto más persiguiendolo en el desierto.

- Se hace camino al andar mocosa. - Que ciertas resultaban aquellas palabras para Manigoldo. El que había caminado por tantas partes en el mundo, ahora podía utilizar su experticie de sobrevivencia por el camino, contratado para ayudar a una chiquilla que ni si quiera le agradaba pero que era bonita de observar. - ¿No vas a ser una gran guerrera del ejercito de Athena? Entonces un camino tan simple no debería significar nada para ti, princesita. - La burla en su tono de voz tal vez molestaría a la joven, pero le daba igual. Una sonrisa siempre había en su rostro cuando tomaba al resto como su objeto de diversión, pero esa niña se llevaba el premio. - Además el que hará todo el esfuerzo es tu caballo, no tú, sólo sigueme e intenta no caerte o atrasarme.

Caminaron por las calles de Rodorio, Manigoldo adelante guiando a su caballo, la joven atras. El lugar era bastante rustico pero el animo de las personas que se encontraban era desbordante. Pasó una jovencilla cargando margaritas en un canasto y sin motivo aparente estiró su mano para ofrecerle una a la rubia. Manigoldo lo observó desde adelante entre ojos, sonriendo pues la flor le parecía tan bella como la niña a quien guiaba. Por alguna razón a pesar de que su rostro era inocente y sin duda era una virgen (a la cual él no habría tocado por lo mismo) le causaba una extraña sensación caminar junto a esa chica... como si algo en ella hiciera que todo lo demas se fuera alumbrando. Era tan parecido como el resplandor que emitía Sophia pero en una cantidad mucho menor... pero era la misma sensación calida que parecía ahuyentar a los muertos que lo perseguían constantemente.

- Hmph... tonterías... - Dijo en voz baja volviendo su vista en frente y saliendo por las puertas principales de Rodorio, por un camino ruinoso que se dirigía hacia las montañas y riscos que había frente a la estatua de piedra a lo lejos sobre todo ello. - Ey, princesa... ni te creas que te voy a andar cargando si te lastimas o te enfermas... quedas advertida desde ya que comerás sólo lo que tu cazes y si me estorbas te dejare a morir por el camino. Espero que te quede claro pues no suelo perder el tiempo por nadie, si quieres ir conmigo vas a tener que ser tan ruda como un hombre ya que piensas que puedes desempeñar el oficio de uno en un ejercito. ¿Entendido? No te trataré diferente a lo que trataría a un compañero, asi que espero... ESPERO... que no estorbes con niñadas ni estupideces.

A Manigoldo que por lo general era un desgraciado, le desagradaba ver en las demas personas algo rescatable. Por lo cual descargó toda esa molestía en ella... sabía muy en el fondo que esa sensación de que la joven tuviera algo digno de admirar era algo que no estaba acostumbrado a ver en nadie y eso, le ofendía su orgullo. Lo hacía sentirse algo más debil de lo que usualmente se sentiría... pues sentía simpatía, y algo mucho más peligroso para un hombre sin valores... piedad.

por Jezzara Dom Feb 06, 2011 9:05 am

Por fin aquel hombre había tomado la decisión de comenzar la marcha hacia el Santuario, la verdad era que no me agradaba mucho la idea de estar más tiempo junto a ese sujeto, era una de las únicas personas que había conocido que alteraba mis nervios y me hacía ofender. Pero si iba a darme una respuesta a lo que intentaba saber iba a soportarlo por un tiempo más, no tenía otra opción. Pero por otro lado era extraño, pues al estar cerca de él sentía esa cálida presencia parecida a lo que sentía cerca de Edward, una extraña energía a su alrededor que me llamaba mucho la atención. Por eso es que de a ratos lo miraba fijamente, era algo que muy pocas veces me había pasado, en realidad solo lo había sentido durante aquel largo viaje junto a Edward.

El sujeto comenzó a caminar, entonces no esperé más y tomé las riendas de mi caballo y lo seguí a paso rápido. Mientras tanto me decía algunas palabras, las cuales me molestaron, quizás era esa forma burlona de hablar, no lo se, pero sinceramente ya no le contestaba, no me parecía algo necesario, además si lo hacía volvería a hablarme de esa forma tan molesta y no quería seguir ofendiéndome por nada, por lo que solo lo seguía, escuchando sus palabras pero sin decir ni una sola cosa. Pero cuando acabó.

Caminábamos por las calles de la pequeña villa, había mucha gente rondando por ese sitio, todos eran tan amables que me hubiera gustado vivir siempre en ese lugar, me agradaban demasiado esa clase de personas, que por cierto eran muy distintas a aquel hombre que ahora me guiaba camino al santuario. Una jovencita me ofrecía una flor, la cual tomé sin negarme mientras mostraba una tierna y agradable sonrisa en mi rostro.

-Gracias, es muy bonita...- Dije en un tono de voz suave mientras me alejaba de la muchacha para no retrasarme en el camino. Había un silencio incómodo, aunque no me interesaba hablar tampoco. Cuando levanté la vista noté que aquel hombre que me guiaba volvía su rostro hacia el frente. Y después de unos minutos volvió a hablarme. Escuché aquellas palabras a lo que decidí contestar, no iba a quedarme callada.

-Lo se, te dije antes que me puedo cuidar sola... no tendrás que preocuparte por mí, solo me guías. Además soy una persona bastante madura para andar haciendo estupideces... simplemente no pienso ser un estorbo...- Contesté con una voz firme y un tono bastante desafiante, aunque no me interesaba mucho lo que aquel sujeto vaya a pensar.

Ya habíamos salido de la villa, caminábamos por un sitio rocoso y bello, era el camino que llevaba a las montañas que estaban próximas a nuestro destino, aunque aún quedaba un largo camino, no me quejaba de ello pues debía seguir adelante si quería conseguir lo que deseaba, y aunque me molestaba viajar junto a aquel tipo por alguna razón me sentía segura estando a su lado, era una sensación extraña y me sorprendía pero por algo sería aunque ni siquiera sospechaba el motivo. Me adelanté un poco jalando de las riendas para guiar a mi caballo, no quería perder de vista a aquel hombre por lo que decidí caminar un poco más cerca aunque no tanto, no quería estorbar y que luego él haga algunos de sus comentarios que tanto me irritaban. Me mantenía callada, además de que no quería hablarle era una persona tímida, por lo que tampoco me dispuse a abrir mi boca para decir palabras.

Suspiré, tenía aún la flor en mi mano, decidí entonces engancharla entre mis cabellos, así se vería bella. Ahora ya estábamos en marcha, cada vez faltaba menos pero sabía que el camino iba a ser largo y aun más viajando junto a aquel sujeto pero igualmente no me quejaba de ello. Tan solo caminaba sin hacer ningún comentario, observando el bello paisaje y las montañas que estaban bastante cercanas, nunca había presenciado un lugar como ese, estaba agradándome más Grecia que los otro sitios donde estuve.

por Aspros Miér Feb 23, 2011 6:44 pm

Las calles de la villa se extendían mucho más de lo que Aspros hubiera imaginado, todo el lugar era un centro social rebosante de vida, como Roma…pero de una forma muy diferente. Roma tenía aquel aire enviciado y corrupto, que si bien alguna vez había sido sano, agradable y vivaracho, en el presente era tan solo expedía un aura espantosa que calaba bien profundo en el corazón, revelando la verdadera miseria que se escondía detrás de los muros aparentemente impenetrables de la capital del Imperio más glorioso que había existido en el continente hasta la época. Por otro lado Rodorio inspiraba una cantidad impresionante de buenos sentimientos, el mismísimo gemelo de Cambre no era la excepción…el podía sentir como si de alguna forma las ambiciones que lo habían llevado hasta Grecia disminuyeran en gran medida con cada segundo que pasaba en la afable aldea.

Sintiendo esa disminución, su mirada se volvía menos asertiva, menos mordaz y en resumen…menos cruenta. Sin saber exactamente como, de pronto se vio parado en medio de lo que por lo visto, era una plaza en la cual colindaban varios negocios y viviendas rebosantes de gente con sonrisas en sus rostros. Aspros pudo percibir casi de inmediato como era que destacaba por sobre los demás dado que para esos humanos amigables, el era como una sombra que oscurecía el brillo natural despedido por el pueblo. Eso no los detenía para dirigirle la palabra con varios “buenos días” “bienvenido extranjero” o “saludos visitante”.

Sonriendo con sinceridad después de años de sequedad y monotonía, Aspros no pudo evitar dirigirse hacia un mercader rechoncho que intentaba cargar varias cajas sobre una carreta, ayudándolo con el último empaque y preguntarle con calma la dirección a la posada más cercana.

Oh...la posada? Bueno muchacho, si quieres puedes seguirme, justamente me dirijo hacia allá…si no es que te molesta el olor a oveja claro, haha! dijo el hombre palmeándose la panza con comicidad mientras se colocaba frente a la carreta para dirigirla, esperando una respuesta de parte del peliazul.

Por supuesto que no anciano…más bien, debería estar agradecido. Y…no le molestará llevar a tan particular extranjero como yo? Debo ser una carga pesada. respondió Aspros, sentándose al lado de su interlocutor mientras colocaba la bolsa de viaje en la parte trasera del vehículo.

Claro que no muchacho, si todos nosotros nos volviéramos así de recelosos con los recién llegados, no llegaríamos a sobrevivir nunca! Y escucha…no vuelvas a decirme anciano, apenas tengo 23 años y no quiero sentirme viejo antes de tiempo!

por Aspros Jue Mar 03, 2011 5:42 pm

Comparado al día anterior, el sol iluminaba mucho más y el calor que esto conllevaba era por demás, agobiante. Eso se aplicaba por lo menos para Aspros, el ex-senador y gemelo de Cambre quien estaba sentado al lado de un rechoncho mercader que le servía de guía en la Villa de Rodorio, un asentamiento antiguo que desde hacía siglos vivía a los pies del Santuario de Athena y que por lo tanto se encontraba bajo la protección de la diosa de la Sabiduría y la Guerra Inteligente así como por extensión, de los Santos que la servían. Las calles abarrotadas con gente que iba de un lado a otro no mostraban el agobio y la fatiga que por otro lado dominaban al peliazul, simplemente no se encontraba preparado para tal ambiente tan inclemente…su condición, se dijo, era patética.

Ha!...A-así que tan solo por pasar el tiempo en el senado, no? Ha…haha…de verdad, es triste saber que mi condición es tan deplorable, no importa. Esto no representa nada… pensó Aspros, posando su mano derecha sobre su frente para evitar que la luz del sol lo encandilara ya que después de todo, no estaba tan bien como quería aparentar. Si bien su cuerpo se mantenía firmemente sentado en el lado derecho del único asiento de la carreta donde viajaba con su rechoncho compañero, su cerebro empezaba a experimentar los estragos provocados por el calor del sol. Por otro lado, el mercader que conducía el vehículo simplemente se mantenía a la izquierda del peliazul mientras masticaba el extremo de un pedazo de paja con una lentitud casi ritual, con los ojos centrados en el camino que recorría la monta que en esos momentos le tocaba dirigir. Vamos...calma...

Exacto...calma, llegados a este punto no podemos darnos el lujo de desfallecer, así que tan solo nos toca aguantar y adaptarnos…si perdemos el rumbo por un poco de calor, no mereceríamos ascender a lo más alto del escalafón.

Llegados a este punto, no podemos permitirnos caer por razones tan deprimentes…así que…

Así que…

Hmp...

Pasa algo, señor romano? preguntó el robusto compañero del gemelo de Cambre, sin desviar la vista del camino que tenían por delante.

No, es tan solo el calor…no es tan sofocante de donde provengo. respondió el aludido, sin poder evitar el esbozar una sonrisa algo cínica, una expresión que simbolizaba perfectamente el ligero roce que había tenido consigo mismo.

Buenos invasores, pero con un aguante de mujeres…ha! Romanos… murmuró a su vez el otro, posando su barbilla sobre la mano izquierda mientras el traqueteo continuaba sin detenerse ni un solo instante.

por Beneth Miér Mar 30, 2011 8:35 pm

El día era hermoso, el sol hacía su trabajo en las plantas y árboles del lugar, las nubes eran contadas con los dedos, hacía algo de calor pero no tanto como para molestar. Algunas edificaciones parecían antiguas, la gente caminaba tranquila sin apuros y alegre, los niños y niñas jugaban inocentemente por la plazoleta en la que me estaba encaminando. Había un par de puestos de verduras cerca de allí donde una mujer de edad se encontraba sentada acomodando sus manzanas. Mi pequeño felino volvía de nuevo a mi hombro derecho, su pelaje era una incomodidad para seguir caminando, ya que le hacía demasiado calor a comparación mía.

Me acerque para preguntarle donde podría pasar la noche, seguro habría alguna posada para extranjeros que se puedan hospedar, al menos por una noche. El hambre nuevamente molestaba mi estomago.

-Disculpe señora, quiero tres manzanas, ah.. otra cosa donde puedo encontrar un lugar para pasar la noche?

La señora amablemente con una sonrisa de oreja a oreja, respondió señalándome un edifico característico del lugar, con carteles ilustrativos. -Allí joven, en ese lugar se hospedan los turistas que vienen de otros lados. Son dos monedas de oro por las manzanas.

Le di las monedas para pagarle y antes de irme le pregunté algo importante que debía haber hecho en un principio -Como se llama este pueblo, señora?

Y ella guardo las monedas en uno de sus bolsillos de su delantal blanco -El lugar donde se encuentra es Villa Rodorio, y espero que sea de su agrado su visita.

-Okey, hasta luego señora y gracias por la información. Me di vuelta y me encamine a la posada para pasar la noche, al menos era de mañana pero debía dejar mi pesada mochila y acomodarme bien, para emprender mi misión. Claro antes debía descansar un poco y darme un buen baño...

por Arone Jue Mar 31, 2011 12:26 am

Pensé que me tardaría mas en llegar a la pequeña villa que se encontraba a los pies del Santuario de Athena pero no mi caminata duro aproximadamente como de treinta minutos a paso lento, al mirar la villa me di cuenta de que are mas grande de lo que había imaginado además de que se encontraba muy poblada y transitada, un sonrisa se dibujaba en mi rostro aunque no supiera la razón de ello…quizás porque me agradaba la atmosfera que se podía respirar en aquel lugar, era tan tranquilo, podía respirar la paz en ese lugar.-Que paz se puede sentir en este lugar…quizás se deba a que el cosmos de nuestra diosa lo protege y por ende nosotros también debemos de hacerlo.-Le decía a Guren con lo ojos cerrados ya que me quería sentir a la dulce brisa que chocaba contra mi rostro.

Me acerque a un puesto en donde vendían todo tipo de frutas.-Me puede dar dos peras, por favor.-Decía amablemente mientras que colocaba la caja dorada a mis pies, la altura de esta alcanzaba a mis rodillas pero la señor no se podía dar cuenta a causa del puesto, la señora perecía muy sonriente al darme aquellas frutas.-Es una moneda de oro.-Saque de mi bolsilla la moneda y la puse en su mano mientras que con la mano izquierda tomaba las peras.-Muchas Gracias.-Tome de nuevo la caja y me aleje un poco del puesto para sentarme en aquella caja que resguardaba mi armadura para poder comer la fruta.-Toma…-Estire mi mano hacia mi hombro para que Guren tomara su fruta y también comiera.

Le daba mordidas pequeñas a la jugosa fruta mientras que miraba a las personas pasar, me encontraba tranquilo hasta que…-Denos todo su dinero señora…-Un estruendo hizo queme levantara de donde me encontraba bruscamente para ir a ver a la señora a la que le compre la fruta.-Quienes se creen como para agredir a la pobre señora. Decía con un tono serio mientras que la caja dorada y Guren se quedaron unos metros atrás de mí.-No te metas niño ya que a ti no te concierne lo que estemos haciendo.-Miraba de reojo a la pobre e indefensa señora que se encontraba en el suelo tirada.-Como se atreven se nota que no tiene vergüenza no es así?.-Cambien mi tono cerio a uno burlón y sarcástico.-Como te atreves mocoso-Que no les gusto lo que dije?.-Aun seguía con ese tono sarcástico para que se olvidaran de la señora y se concentraran en mí.

Si tanto coraje me tienen intenten callarme-Sera un placer mocoso, lamentaras el haberte metido en nuestro camino-jo.-Dije con algo de gracia ya que de verdad quería que se molestaran para que me siguiesen.

por Beneth Jue Mar 31, 2011 11:48 pm

1er Post Ataque Débil – Especialización [Villa Rodorio] Plaza 2itpx1i

Tome de una de las manzanas que le había comprado a la señora y le di un gran mordisco que casi la termino de un bocado, mi pequeño amigo felino subió a mi hombro derecho esperando también un bocado de la jugosa fruta. Era un hermoso día, la verdad no me había sentido tan bien desde que había llegado a esta villa, era un aire puro y cómodo para mis pulmones. Caminé unos pasos dirigiéndome a la posada que la señora amablemente me había indicado anteriormente, pero algo que no concordaba con el ambiente de paz y amabilidad del lugar me había inquietado, un barullo algo escandaloso direccionado por casi todas las miradas de las personas que estaban cerca, hacía más fácil detectar el escándalo.

Mi curiosidad como siempre me molestaba para saber lo que estaba ocurriendo allí, terminé mi manzana con otro bocado y me acerqué para ver mejor. Al parecer lo que estaba presenciando era un robo ya que los gritos de los que hacían alboroto en la plaza se escuchaban hasta la entrada. Denos todo su dinero señora… era lo que uno de los que pretendían robarle a la señora de un puesto de frutas decía sin vergüenza alguna sabiendo que había gente alrededor observándolos, pero según lo que mis ojos fijaban era que un joven pelimarrón, de forma sarcástica les había hecho frente a los maleantes de forma confiada, como si su tamaño pudiese intimidar a alguien, claro, yo no podía juzgar a nadie por su tamaño ya que a pesar de que yo igual no intimidaría a nadie con mi apariencia sabía que podría ser tan peligroso como un soldado bien formado físicamente.

Pero algo me había llamado la atención en ese joven, que cada vez que lo observaba al detalle podía sentir un aura que emanaba de su cuerpo, nose lo que era pero era lo mismo que sentía en la niña-fantasma en el bosque aquella vez. Debía sacarme la duda de quien era ese muchacho, ya que si una persona de ese tamaño le hace frente a unos maleantes tan confiadamente sólo significa una sola cosa en este lugar cuna de los mitos, quizás hallaría alguna de mis tantas preguntas en ese sujeto. No dudé más y me acerqué para comprobarme ante él. Luego de que la señora fuera despistada de los ladrones por las sarcásticas palabras del muchacho, solté mi mochila dejándola en el suelo junto mi gato encima de ella, no quería que se lastimara en el intento de pelear con esos bandidos.

-Vaya, vaya, vaya, pero que tenemos acá… ladrones? No me parece que este sea un lugar para robar y menos a una señora que trabaja para poder responder a sus necesidades, y no alimentar la codicia de unos vagos que tranquilamente podrían trabajar como hombres malos que son ahora. No les parece?... Mientras me dirigía a los delincuentes miraba de reojo a aquel joven, pero no podía darle el flanco al grupete que al parecer mis palabras los irritaron más de la cuenta. Así que dirigí nuevamente mi mirada a ellos.

-Otro idiota más que creen ser la autoridad en esta plaza, pero quien rayos se creen para pararse en frente de nosotros y darnos una lección de moral, van a pagar los dos por su incompetencia y falta de respeto. Rápidamente antes de que el pelimarrón dijese algo, les respondí a los insultos del maleante.

-Falta de respeto dices?, creo que queda muy mal de tu boca que salga esa acotación después de lo que le hicieron a la inocente señora, ahora sí que haré que se retracten de rodillas a la mujer que no merecía nada de lo que está ocurriendo.

El joven de ropajes blanco, no decía nada seguro estaba pensando lo mismo que yo, y también tenía curiosidad de mi presencia osada en frente suyo. Por otro lado había olvidado un detalle importante, no tenía armas ni nada, y sería muy peligroso usar mi defensa venenosa ante la cantidad de gente que estaba presenciando el hecho violento que estaba por dar comienzo, y yo no había planeado como enfrentarlos ya que podría enfrentarme con dos a la vez pero con más cantidad sería un poco riesgoso. -No importa lo primordial es no quedar mal ante el personaje misterioso que me observaba, y haberle sacado su “diversión”, pensaba yo de forma militar, ya que ansiaba entrenarme hace rato y esta era una buena oportunidad que se me presentaba.

por Arone Vie Abr 01, 2011 10:26 pm

Después de un rato de estar provocando a aquellos sujetos por fin obtuve toda su atención eso de cierta manera me alegraba ya que dejarían en paz a la señora por unos instantes en lo que me encargaba de ellos.-Y bien que es lo que van a hacer…ustedes…o acaso le tienen miedo a un pequeño niño.-Levaba mis manos a mis ojos para simular que estaba llorando y enfurecerlos aun mas, no le prestaba demasiada atención a las personas que se encontraban alrededor ya que aunque tuvieran el deseo de ayudar no se atreverían a retar a aquellos tipos que se veían algo amenazantes y desde mi punto de vista tampoco arriesgarían sus vidas por eso, eso no me agradaba pero por el momento no se podía hacer nada a eso.

Pero después de unos momentos de mi juego sarcástico alguien mas se me unió, lo mire de reojo mirando y escuchando la manera en que los provocaba y pensaba que tal vez había entendido lo que yo pretendía hacer.-Y que piensan hacer…o son como los perros que solo ladran pero no muerden he?...-Decía después de haber escuchado al joven que se me había unido, mientas que comenzaba a contar a los maleantes era mas o menos como diez o mas no estaba muy seguro, pero mientras me encontraba distraído uno de ellos salió decidido a atacarme mientras que intentaba el darme un golpe.

Son demasiado toscos ante mis ojos algo como eso no me tocara, pensaba mientras que elevaba un poco mi aura causando un leve resplandor de color dorado el cual era prácticamente invisible a aquellos que no sabían del cosmos, creando una pequeña corriente de aire que causo que el golpe de aquel hombre se desviara a un lado lo que me dio la oportunidad de poner mi pie en su camino para que se tropezara con su propia fuerza.-Ho que torpe soy no pensé que pasarías por aquí así que estire mi pie y mira ahora te encuentras en el piso…-Mis intensiones eran obvias por lo menos para el joven peliblanco que se encontraba a pocos pasos de mi.

por Beneth Sáb Abr 02, 2011 4:07 pm

2do Post Ataque Débil – Especialización [Villa Rodorio] Plaza 2itpx1i

Disimulada y algo intencionalmente me había comprometido en una confrontación ajena, los limites de mi curiosidad eran de una línea muy fina y aguda, como un hilo, como siempre metiendo las narices donde no me llamaban. Luego de haber dicho algunas palabras a los ladrones, del otro bando el muchacho que me llamaba la atención seguía provocándolos, sus expresiones harían reventar a cualquiera de ira. Y mi presagio se había hecho realidad y uno de ellos se le lanzó bruscamente para de alguna forma cerrarle la boca, yo en ese instante me quedé inmóvil para sacarme una duda, o mejor dicho muchas dudas. Mi incomodidad era absoluta por más que era sólo cuestión de segundos mis ojos rojos lentalizaban el momento, en el que iniciaba la lucha, pero no para ver como se le abalanzaba el enemigo al joven pelimarrón, sino que pude notar algo increíble y significativo en ese preciso momento, ante mi búsqueda. Cuando el malhechor ataca, un aura de color dorado emana del cuerpo del muchacho pelimarrón, justo cuando se mueve para esquivar a la tortuga y hacerlo caer, ese resplandor dorado fue tan justo para el combate que ni siquiera tuvo la necesidad de luchar mano a mano, un solo giro fue suficiente para derribar al estúpido ignorante, que había caído por uno de los pies del joven con intenciones de defender a la señora que se había perdido, seguro se había ido a su casa después del horroroso mal momento que le habían hecho pasar.

Trataba de mantenerme acorde de la situación, sin mostrar sentimiento de asombro de lo que había visto, pero algo era seguro la persona que tenía en frente era alguien que había emanado “COSMOS” de su pequeño cuerpo, y este era distinto al de la niña fantasma, por lo menos a este pude sentirlo y por tan corto que fue ese lapso de resplandor dorado, era tan intenso en todo sus aspectos. Los bandidos no entendían nada de lo que había sucedido, sus lentos ojos no podían observar al detalle como lo hice yo en ese instante y era claro que tampoco podían experimentar lo que yo había sentido.

-Parece que la persona que tengo en frente no es como los que están alrededor nuestro, incluso el que está acostado en suelo, sin entender lo que acaba de suceder. Pero… por lo menos yo!!! Si se lo que has hecho, incluso fuera de la vista normal corriente humana, también pude sentirlo por tan pocos segundos que fueron.
Dime… quien eres?. Y antes que contestes mi pregunta, mi nombre es Beneth, y creo que quiero ver de nuevo lo que has hecho hace un instante…
Mi mirada y las palabras que salían de mi boca eran dirigidas al misterioso joven, del cual estaba muy interesado. Al haberle dicho eso, tenía dos opciones: me contestaba de forma cordial o no lo hacía y me ignoraba.

Los ladrones chiflaban y abucheaban a su compañero tirado en suelo, visto de otro lado era una humillación ante cualquiera lo que estábamos presenciando, un joven con aspecto de niño, había hecho caer a un ladrón bien formado físicamente, algo que por lo menos al parecer esa gente no estaba acostumbrado a ver, y sentir… la DERROTA, seguro la cantidad y el aspecto que tenían era aterrador tener que cruzarse con ellos, pero no era ninguna novedad para mi y de alguna forma también para el pelimarrón.
Y por otro lado mientras entre ellos se decían cosas ninguno había escuchado nuestra conversación, era como si no en ese preciso instante no estábamos en sus planes, solo el de burlarse el uno del otro.

por Arone Dom Abr 03, 2011 9:17 pm

Antes de que pudiera seguir “jugando” con aquellos bandidos la voz del joven peliblanco me llamo la intención ya que decía saber lo que había pasado…que acaso se había percatado de mi cosmos?...lo escuchaba con atención mientras que miraba de reojo a los maleantes…pero al escuchar que deseaba ver con mas detalle eso que acaba de hacer me distrajo bastante y no me di cuenta de que varios de ellos se abalanzaban en mi contra con navajas.-Quien soy…-Sonreí un momento antes de que esos sujetos se abalanzaran encima de mi.

Rayos de luz dorada salían de entre los espacios que dejaron a aquellos bandoleros, enseguida estos salieron expulsados de mi lado por la presión que tenia mi aura sobre ellos, mis ropas se movían levemente a causa de mi poder el cual apenas comenzaba a madurar.-Yo soy Arone de Aries.-Miraba a los que se encontraban en el piso no tenían un mirada temerosa al contrario era de odio…sin impórtales lo que les paso anteriormente se volvieron a abalanzar contra mi, baje la cabeza un momento ya que me encontraba decepcionado de aquellos que no comprendían el cuando perdían y debían de aceptarlo.

La caja que se encontraba unos cuantos metros de tras de mi comenzó a brillar con intensidad a causa de mi aura ya que de alguna forma esta podía sentir el peligro que corría…la caja dorada se abrió para dejar ver a la armadura dorada que tenia la forma de un carnero cimarrón, enseguida esta se desarmo para poder cubrir mi cuerpo de aquellas navajas aunque no fuese muy necesaria en esos momentos, los cuchillos resbalaban ante la armadura, mientras se escuchaba el chillido de estos al rozarla.

No quería pasar a la violencia ya que no me agrada…eso debe de ser a que de cierta forma aun soy un niño pero…también soy uno de los santos de Athena y no puedo permitir que cualquier vago irrumpa en la aldea que e encuentra a los pies del santuario de nuestra diosa.-Mi mirada había cambiado de juguetona a seria mientras que elevaba un poco mi cosmos para poder usarlo con libertad.-Es obvio que en cuanto a fuerza física me ganan pero…eso no es todo lo que se necesita para ganarle a alguien…-Con mi aura los comencé a empujar hacia la salida de forma brusca para que dejaran de molestar a los aldeanos pero aun se veían decididos a atacar.

Seguros de que quieren continuar?...de una vez les advierto que en este próximo golpe saldrán un poco tostados…-Levante mi mano derecha a la altura de mi hombro mientras que en mi palma materializaba una estela rojiza la cual se comenzó a convertir en una bola de fuego. En si no era aterradora una pequeña flama pero para los que no se encontraban acostumbrados a ver tales cosas si le causaba temor, mire el miedo en sus ojos así que cerré mi puño para extinguir el fuego que se encontraba en mi palma, mientras que me daba la media vuelta para mirar a Beneth.-Estas no fueron las mejores condiciones para conocer a alguien pero bueno…Mi nombre e Arone mucho gusto en conocerte Beneth.-Dije mientras que estiraba mi mano para saludar al joven pero al hacerlo una voz de niño pequeño se escucho.-SENOR SANTO DETRÁS DE USTED….

por Aspros Jue Abr 07, 2011 5:12 pm

Una vez que Aspros hubo pasado por los Templos del Gran Toro y del Carnero Dorado, supuso que detrás de él vendría Night, siguiéndolo de cerca ya que su cerebro ahora se rehusaría a desobedecer todas y cada una de sus órdenes…eso claro, si seguía las reglas que se había impuesto a sí mismo y a su marioneta para que así sucediera. Era curioso…mientras más estrictas eran las imposiciones sobre sí mismo y sobre sus víctimas, su control aumentaba más y más, seguramente por una ley universal que dominaba a la realidad y a las habilidades del cosmos. Aunque claro, era obvio pensar que mientras más difícil se hacía una tarea la recompensa sería mucho más jugosa. Una vez ubicado en las escaleras que daban directamente al camino que llevaba bien fuera al coliseo de entrenamientos o a Villa Rodorio, Aspros se quedó posado en un solo sitio mientras escuchaba la voz de la voluntad anclada en su Armadura Dorada, quien por su parte le indicaba el camino que tendría que seguir para llegar al lugar llamado “Starhill”. Una vez escuchadas las indicaciones el Santo de Géminis afianzó su agarre sobre el casco dorado de la Cloth para dar unas rápidas zancadas a la velocidad que caracterizaba a los Santos de su clase y llegar en menos de un segundo a los tejados de Rodorio. Una vez allí se paró en seco, ya que había percibido algo por demás curioso: cerca de allí, a los alrededores de la plaza donde había conocido a su rechoncho amigo mercader chocaban varias energías, unas más débiles que las otras…pero una de ellas pertenecía sin duda alguna a otro Santo Dorado. Tener tan cerca de otro posible peón tan solo hizo que el Geminiano sonriera, ya que así tantearía el terreno y conocería a otro de los tantos sujetos que bien manipularía en un futuro más cercano que lejano. Ocultando su energía al mínima para saltar a un techo donde la posición era simplemente perfecta para ver, pero no ser visto, el peliazul observó la escena mientras varias frases por demás curiosas llegaban a sus oídos.

Mmm... el llamado Arone de Aries no superaba su edad, de hecho...fácilmente podía decir que era un niño con unos imponentes pedazos de metal dorados encima. Si no fuera porque parecía tener la capacidad sobrenatural de producir fuego a voluntad con un aura tan característica de los Santos de Oro, Aspros simplemente lo hubiera confundido con otra basura más. Y en sus definiciones particulares, no se alejaba demasiado…Bonitos ojos. dijo Géminis lanzando una mirada siniestra en pos de Aries, desapareciendo del tejado en un instante para volver a la ruta que lo llevaría a las afueras del Santuario, de allí, podría llegar a su destino final: Starhill, el límite entre el cielo y la tierra.

por Arone Dom Abr 10, 2011 9:44 pm

Al escuchar la voz de aquel niño que me intentaba alertar de que aquellos bandidos aun se encontraban dispuestos a herirme o aun peor acabar con mi vida, movía la cabeza hacia los lados ya que me encontraba decepcionado de su acción.-Como quieran…-Eleve mi cosmos para que me rodeara por completo para que enseguida mi aura se convirtiera en una gran oleada de fuego que me protegía de cualquier ataque, gire mi cuerpo para quedar d frente a aquellos sujetos que osaban atacarme de nuevo después de que deje que se marcharan sin sufrir ningún daño.

Concentre mis llamas hacia las espadas que se encontraban desenvainadas para calentarlas lo suficiente como para que se derritiesen por el calor excesivo de mi poder sobre el fuego, las espadas comenzaron a tomar un color a naranjado mejor conocido como rojo vivo o por lo menos yo así lo conocía, enseguida estas se comenzaron a doblar por su propio peso.

Mantenía una considerable cantidad de llamas a i alrededor para que no se les ocurriera acercarse a mí de nuevo.-Les di la oportunidad para que se fueran de aquí sin salir lastimados pero aun asi volvieron.-Estire mi brazo para hacia el frente.- Están seguros de que no desean retirarse aun?.-Mi mirada esta vez era mas retadora ya que quería que me dijeran que ya se irían si necesidad de la violencia pero de cierta forma lo miraba difícil.

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