Habitación de Huéspedes

Tan solo fueron contados los pasos que dio Alessa para estar frente a lo que seria su cuarto por durante unos días mientras se mantenía como huésped de honor en Egipto. Su mirada recayó en la perilla y tan sol suspiro para así tronar sus dedos y desvanece la técnica de tiempo que tenia embriagando el ambiente, siendo posible el despetrificar de los mundanos sirvientes de aquel palacio, y dando otro chasquido el Cords Gelidus desvaneció descongelando a los guardias egipcios.

Rascando su cabeza la mujer giro la perilla y con leve fuerza empujo la puerta, adentrándose a la ostentosa habitación, alzando su mirada hacía el techo con la boca abierta admiro tan hermosa arquitectura, adentrándose mas mientras se despojaba de su harapienta capa, saliendo un tanto eufórica la alimaña que en los distritos del Tiber había encontrado, haciendo su nido en dicho cuero, la mujer llegaba a la cama y con templanza comenzó a despojarse de la aradura de espectro, quedando completamente desnuda.

Subiendo la diestra hasta su rostro con fuerza arranco el parche que marcaba diferencia en su rostro delgado y fino. Relamido sus labios abrió su ojo izquierdo y tan solo bastaron unos cuantos segundos para que el color y la limpidez llegaran a dicho órgano. Viendo de reojo una puerta adherida a la pared del costado derecho, pudo reducir que se trataba del baño, por lo que cadenciosamente se dirigió a dicho apartado y empujando con fuerza la puertezuela, se proyectó la imagen de una tina llena de agua fría, por lo que dando paso tras paso la mujer se recostó en tal lugar de porcelana y así humecto por largo tiempo su reseca piel.

En la cabecera de la tina yacía un estropajo e hierba de olores que servían como un neutralizador de grasa corporal, por lo que tallando con astucia la mujer se limpio cada impureza que cargaba consigo… y así estuvo por durante una media hora apñorximadamente, sintiendo que ya estaba lo suficiente limpia tanto de cuerpo como su cabello, salió del agua goteando el suelo que pisaba, tomando una toalla un tanto larga se seco y así enrolló el lienzo en su delgado cuerpo, tomando otro pedazo de limpio envolvió sus cabellos y así se dirigió una vez mas al cuarto donde dormiría.

Viendo que en frente tenia un pequeño ropero de hermosos acabados que parecían ser jeroglíficos, adentro sus manos y con ello un largo vestido blanco muy común en esas tierras saco. Respirando un tanto exagerada la mujer se despojó de la toalla y así se puso aquella prenda de algodón. Estaba demasiado justo para su gusto, ya que remarcaba su anchas caderas y su busto, no podía casi caminar puesto que la falda era entera y sus piernas no estaban acostumbradas a tan apretados lujos materiales, por lo que como pudo se dirigió a la cama y tomando una de sus espadas, la desenfundo y corto por el costado del vestido una abertura que hacia que la falda se explayara y dejara a vista simple la denudes de su muslo derecho y su pierna, aventando su tizona hacia un costado, la cual caía tenida en al cama la mujer se diario al palco de aquella habitación.

Estando ya afuera desenrolló la toalla de su cabeza y así dejo que la brisa fría secara sus largos y húmedos cabellos azulados, los cuales se ondeaban alocadamente por detrás de su espalda. Su vista proyectaba una serie de imágenes hermosas de aquel paradisiaco lugar; la luna en aquella noche serena era en verdad intrigante y las estrellas… por los dioses si que era hipnóticas, suspirando y relamiendo sus labios grueso Alessa se dirigió hacia el balaustrada del balcón y así se sentó, posando su pie derecho en el barandal, haciendo que su vestido cortado se escurriera hacia abajo y desnudaba por completo su jugosa extremidad, posando al igual su brazo diestro sobre su rodilla, tan solo observó el firmamento dejando que la brisa le susurrara un sinfín de sinfonías un tanto monótona, pero al fin y acabo muy embriagantes.

-¿Qué pasara ahora?…