[Cerca de Villa Casale] Entrada de la casa de Amelio

La cabaña tenía un aspecto raro sin duda muy antiguo y algo descuidado pero el ambiente era de lo mejor, era un buen lugar para descansar y respirar el aire puro que la hermosa vegetación proveía; en la entrada tenía sillas de madera, algo descuidada pero muy acogedor con un simple acolchado. La señora entro a la casa para cocinar, en ese momento lo único que pasaba por mi cabeza era que quizás metería al gato junto con los pescados en el almuerzo, de todas formas la señora entró a la casa llevándose a mi mascota como si fuese de ella. El burro que nos acompañó en el viaje quedó cerca de la entrada para comer el pasto, el viejo sacó los pescados de su fornido lomo y se los llevó a su esposa para que cocinara, en unos segundos el viejo apareció de nuevo y me ofreció esperar en la entrada y sentarnos en las sillas de madera.

-Siéntese joven Beneth la comida tardará unos cuantos minutos y que mejor que conocernos un poco más, y que hacía solo en los senderos que llevan a las villas? Es usted romano? Las sillas rechinaron al sentarnos y parecían que se romperían ante un movimiento brusco. –Si soy romano, vivía en la capital del Imperio Romano, pero después de algunos inconvenientes decidí que lo mejor era viajar un poco y desinflarme de ese lugar al que algunos admiran y otros desean irse, o por lo menos necesitaba un poco del ambiente silvestre, me gusta mucho la vegetación, como las rosas que tiene en su balcón. No dejaba de admirar las rosas que tenían esta extraña pareja, mientras le hablaba a Amelio.

-Ah ya veo, así que vienes de la capital, si la verdad que por estos lados es más tranquilo, hace mucho mi esposa y yo vivíamos en la villa que sigue a continuación si sigues el camino por donde veníamos, pero nos dimos cuenta que no hay nada mejor que estar lejos de la sociedad, que hoy en día ya no puede vivir tranquilamente. Estas guerras que el Emperador de Roma emprende afectan a casi todo el mundo.
-Si tiene razón, pero parece que a usted también lo ha afectado. No pude evitarlo, era obvio que no estaba de acuerdo con las ideologías del Imperio Romano, sino no se hubiera ido a vivir lejos donde nadie los molestase. El viejo se sacó su sombrero, y parecía resignado y afligido por algo, y miraba el bosque… -Hijo la verdad si me ha afectado, antes de vivir en este apartado bosque, teníamos una gran y confortable familia en Villa Casale, teníamos un hijo que se llamaba Samuel, era nuestro futuro médico pero de alguna forma el destino nos quiso acelerar más la vejes, llevándoselo a la maldita guerra de Roma, contra los bárbaros. Y esperamos años y años, al final nunca supimos de él, era obvio que había muerto, los mensajeros llegaban cada mes y solo traían noticias devastadoras, hasta que un día nos tocó a nosotros, no pudimos hacer nada.
-Pero porqué su hijo eligió la vida militar, no entiendo.
-El nunca eligió esa vida… fue obligado, algunos represores visitaban la villa y se llevaban a los que andaban deambulando de noche, así muchas familias fueron desvastadas por los militares romanos, nadie sabe de ello porque saben bien como evitar un revuelta e inventaron otras historias que nadie creía. De todas formas el poder del Emperador es infinito, si quisiera podría arrasar con todo que amenace su reinado, así que decidimos vivir solos, lejos de todo lo que tenga que ver con los malditos militares romanos.

-Y cuanto años tenía su hijo cuando se lo llevaron?
-21, y tenía un gran parecido a usted joven Beneth, esos rubios cabellos, ojos verdes su forma tan amable de tratar con personas como si conociese a todo el mundo, no es personal pero mi amada esposa no desea tener este tipo de conversaciones en la mesa…
-No se preocupe don Amelio, no la tendrá, lamento mucho lo de su hijo espero mi presencia no sea un problema para usted y su esposa.
-No no lo será usted trae recuerdos de él y estamos muy contentos de tenerlo como huésped en casa, vamos entremos que tengo que darte algo de tomar seguro está sediento. Entramos a su pequeña cabaña, después de conversar en la entrada, por alguna razón sentía lastima por los vejetes…

A lo lejos se veía una silueta de una persona, el vejete también pudo verlo, podía verle porque no era alguien pequeño, pensé por un momento que quizás el viejo tenía algún pariente cerca, seguro no era el único que eligió la vida apartado de los demás. Que raro, un hombre de amplia musculatura y cabello largos, cualquiera pensaría que era algún militar o explorador enviado por la milicia, don Amelio sacó un cuchillo que tenía en la cintura debajo de su camisa, parecía muy alterado por el hombre desconocido que se acercaba de a poco. No importa quien fuese no iba a dejar que lastimara al anciano. Rápidamente se acercaba a nosotros, y la verdad era mucho mas grande que hace unos momentos, el pobre vejete tenía el cuchillo apuntando temblorosamente al extranjero, ya llegando al pórtico de la cabaña, se me acerca y se presenta cortésmente dándome un fuerte apretón de manos y nos explica la razón de su visita a la “escondida” cabaña.

-Me llamo Beneth, y no soy dueño de la cabaña, pero el que está al lado mío si lo es. Luego de presentarme me di cuenta que no era de la milicia romana, y no parecía un ladrón, pero no debía bajar la guardia, así que solo observaba cuando hablaba con Amelio. -Mi nombre es Amelio hijo (un poco más relajado, guardo su cuchillo nuevamente), y no te venderemos nada, están invitados los dos a comer a casa, hace mucho tiempo no tenía visitas, y no parece ser de los militares romanos, vengan pasen a mi hogar, seguro Lauris ya tiene la comida hecha.
Será que el viejo lee las mentes como sabe que el nuevo integrante al almuerzo no le robaría, que persona tan extraña. Mi pobre gato estaba tomando leche en un rincón, por fin no estaba en los brazos de esa mujer que tanto lo apretujaba. Antes de entrar le pregunté a Dahiten como había encontrado este lugar tan escondido.

-Disculpe, como encontró esta cabaña que se esconde entre los árboles? El vejete ya había entrado a la casa solo habíamos quedado fuera Dahiten, su mascota y yo, me intrigaba saber como había encontrado este lugar.

Dahinten estrechó la mano del muchacho y este le dijo que se llamaba Beneth, así mismo le dijo que no era el dueño de la casa, pero el anciano si lo era.

Dahinten volteó a ver al señor, quien le dijo que se llamaba Amelio y que no le venderían nada de comida, sino que lo invitaba a comer con ellos, Dahinten se sintió muy agradecido y sorprendido también, era muy dificil encontrar gente tan hospitalaria. Realmente era algo muy extraño, pues en aquellos tiempos habían muchos ladrones, asesinos y mucha gente mala por toda Roma.

Amelio entró a su casa a ver si ya estaba el almuerzo, así que solo quedaron fuera Beneth y Dahinten.

El muchacho Beneth parecía casi un niño, su cabello bien recortado, su ropa estaba bastante limpia. Antes de que alguno hablara, Beneth volteó a ver hacia un rincón, Dahinten lo imitó y vió que se encontraba un pequeño gato bebiendo leche a grandes sorbos.

De pronto, Beneth le preguntó a Dahinten sobre como había encontrado la cabaña, antes de responder, Dahinten observó nuevamente la cabaña y sus alrededores, era un lugar muy profundo entre el bosque y seguro era muy tranquilo por la dificultad de encontrar tal lugar.

-Lo que sucede, joven Beneth. Es que yo me crié en un bosque, muy lejos de Roma. Y ahora que voy saliendo de esa ciudad, decidí recordar viejos tiempos y caminar por el bosque como lo hacía antes. Me gusta mucho escuchar a los pájaros, ver el color verde por todos lados, sentir la frescura de la grama y los olores de las flores. Y ahora sin querer me encontré con ustedes y con esta cabaña. Fue una suerte creo yo, porque tras varios días de caminata, ya el hambre me estaba matando jejeje.

Y usted de donde viene Beneth?-

Beneth le respondió a Dahinten que se había criado en la alta sociedad romana, eral ago muy extraño que un joven como él anduviera solo y era aun más extraño que siendo de la alta sociedad no anduviera rodeado de sirvientes y guerreros para cuidar de su persona. Realmente Dahinten estaba muy intrigado por lo que sucedía.

A la pregunta de que había más allá del imperio Romano, Dahinten sonrió levemente ante la ingenuidad del muchacho, pues como él mismo decía, solo había vivido en su casa.

-Pues verá joven Beneth, tanto en el imperio Romano como fuera de él la vida es dificil, hay muchos peligros por los bosques y no solo peligros humanos, sino tambien peligros naturales. Mas allá de las tierras del reino del César, encontrará nuevas culturas, nuevas personas y nuevos peligros. Aunque debo decirle que si sigue viajando por el bosque es menos probable que sea asaltado u atacado. Pero si es más probable ser atacado por las fieras salvajes que abundan por aquí.

Realmente vale la pena ver todo esto, hay una gran variedad de animales y naturaleza ahi afuera. Yo viví toda mi infancia muy lejos de acá y viajé mucho. Ahora tengo la oportunidad de ya no viajar solo, pues Silver mi caballo y Hachi mi perrito me acompañar..si usted así lo desea podemos continuar el camino juntos, veremos que dice el destino. Yo puedo guiarlo por estas tierras salvajes y puedo llevarlo también a la Villa Miseria que es un buen lugar para entrenar. Pero ahora antes de emprender el viaje es necesario que comamos un poco jejeje. Pues me parece que no solo usted tiene hambre.. Dijo Dahinten señalando al gato que arremetía decididamente contra el tazón de leche.

[Dentro de la casa de don Amelio]

Mi estadía en Esparta cuando era un niño me enseñó a defenderme y a sobrevivir en la soledad, incluso en situaciones extremas, pero nunca pude salir de la instalación en donde nos enseñaban el arte del combate, casi todo lo externo a Roma lo veía solo en libros, la verdad es distinto saberlo por propia experiencia que estudiarlo en papel, algún día tendré suficiente experiencia para vivir lo que el señor Dahinten me está relatando.

-Seguro, debe ser algo fantástico para mi viajar con un guía que conoce con más detalles el mundo… pero lo siento Dahinten, no hay nada mejor que la adrenalina, quiero estar solo en este viaje, quiero aprender y atravesar cualquier tipo de obstáculo que me impida seguir, no importa cuanto me cueste y cuanto tarde en encontrar definitivamente el punto final de mi viaje. Pero ojala algún día nos encontremos nuevamente para contarle todo mi trayecto.

Luego de nuestra pequeña conversación, el hambre nos invadió a los dos, al ver a mi gato tomando su tazón de leche, la puerta estaba entreabierta esperando nuestra entrada a la cabaña. –Ese de ahí es mi desnutrido gato se llama Grant, y me gustaría que sea un caballo como el que tiene usted, para acelerar mi paso en los senderos del Imperio Romano, jejeje. Y si la verdad ese olor a comida me está llamando de hace rato, entremos don Amelio nos espera.

El viejo estaba sentado en el comedor con una jarrón con agua y cuatro vasos llenos listo para tomar, la señora Lauris estaba sirviendo el almuerzo de a uno contenta. –Ooo… parece que tenemos otro invitado igual hice bastante va alcanzar para todos el pescado con relleno que hice, siéntese y usted como se llama joven. Dirigiéndose a Dahinten, y el le respondió cordialmente y nos sentamos en la mesa listos para devorar el manjar de pescado con algunas verduras alrededor. Estábamos los cuatro sentados comiendo y hablando de cosas de la vida sin tocar puntos malos que evitaran un almuerzo como en familia, ni gato después de comer de su platón se acostó cerca de la pata de la silla en la cual estaba sentado.

-Dahinten, que le parece si brindamos todos por nuestro almuerzo inesperado pero agradable. Levantamos todos los vasos de vidrio para chocarlos en gratitud de esta reunión, que… nunca he podido disfrutar nunca cuando tuve la oportunidad de hacerlo, cuanto lo siento padres…

-Comprendo.- Dijo Dahinten.


-Por un lado era mejor andar solo, pues uno podía disponer como uno guste de su tiempo y de sus recursos. Llega un momento en el que uno necesita de compañía, pero comprendo que quiera continuar solo su camino Beneth.-

Beneth rió al ver a su gato que se relamía la leche de los bigotes y le dijo a Dahinten que el gato se llamaba Grant y que le gustaría tener un caballo para andar más rapido por aquellos largos caminos. Luego invitó a Dahinten a entrar, pues ya había un delicioso aroma a comida en el aire.

Entraron y Amelio ya los esperaba en la mesa, la mujer de Amelio, una dama llamada Lauris; servía la comida, y al ver a Dahinten pareció alegrarse, podía decirse que no tenían visitantes muy seguido. Cuando ella preguntó el nombre a Dahinten, este respondió muy cortesmente y se sentó.

Con un silbido, Dahinten llamó a Hachi, éste muy obedientemente llegó corriendo y olfateando todo a su alrededor, observó al gato de Beneth y los cabellos de su lomo se erizaron al instante, Dahinten viendo que podía haber problemas por las constantes peleas entre perros y gatos, volvió a llamar a Hachi que fue a sentarse a un costado de Dahinten. Dahinten sacó unos trozos de pan de su bolsillo y se los dió.

-Claro! Brindemos!
Brindemos por este gran almuerzo y por don Amelio y su esposa doña Lauris, que tan amablemente nos han compartido de su comida!!- Dijo Dahinten chocando su vaso con el de los demás y sonriendo amablemente...

El muchacho de cabellos rubios sentía un aura en el joven Dahinten, algo singular como lo que sentía cuando estaba con Helena en el Portón Principal, era incómodo para Beneth, y muy extraño, no quiso preguntarle nada al respecto el pensaba que podría ser un brujo o algo así, el almuerzo había terminado, todos estaban satisfecho con la comida de la señora Lauris.

Ya era hora de irme, tenía que continuar, mi villa no estaba muy lejos, pero mi larga ausencia seguro era de mucha preocupación para mis aldeanos. –Muchas gracias por el almuerzo señora Lauris, don Amelio fue una agradable la compañía y Dahinten que buenos consejos los suyos del mundo exterior, lo lamento pero debo irme, asuntos personales, jejeje. Estábamos todos sentados en la mesa, agarré mi mochila, el gato y me levante para dejar la cabaña y emprender mí viaje a casa, de forma algo apurada.
Tome de las manos de los hombres, y me despedí de la señora Lauris con un beso en su mejilla en forma de agradecimiento.

-Que le valla bien joven Beneth. Se despedía en la mesa el vejete, sacándose los restos de comida en sus dientes con palillos de madera. Seguro pensarían que estaba loco, pero me sentía cada vez mas extraño cerca de Dahinten, no se lo que era pero no podía soportarlo. Nuevamente encamine a los caminos y me dirigía para mi villa, el gato en mis brazos, espero volver a ver a los vejetes algún día de nuevo. De alguna manera, ellos eran como mis padres que murieron, y a los que nunca les agradecí nada, como lo hice en la mesa…

El almuerzo había transcurrido de la mejor manera, Dahinten había comido y bebido muy bien en la casa de los hospitalarios ancianos. El pescado de la señora Lauris tenía un toque muy especial.

Hachi estaba echado a un costado de Dahinten y no dejaba de ver al gato de Beneth. Hablaban tranquilamente de varios temas, cuando de pronto, Beneth se levantó rápidamente. Se despidió con un apretón de manos de Dahinten y de don Amelio y con un beso en la mejilla de doña Lauris, tomó su mochila y a su gato Grant y se fué. Parecía que algo le había pasado o que hubiera recordado algo muy importante que tenía que hacer. Su excusa fue que tenía asuntos personales que atender...

Dahinten había notado el cosmos de Beneth, no era ni muy fuerte ni tan débil, parecía que ni el mismo Beneth sabía de que se trataba aquello. Dahinten prefirió no decir nada, pues aquello era algo muy extraño y era dificil hablar de ello cuando no se estaba acostumbrado.



-Fue una salida un tanto apresurada verdad? jejeje- Comentó Dahinten.

-Así es, me imagino que recordó algo muy importante que tenía que hacer...- Dijo don Amelio.

-Señora, quiero felicitarla; cocina usted de maravilla, realmente todo estaba delicioso. Y este lugar es muy bonito también, esocogieron ustedes un lindo lugar para vivir.-

La señora Lauris hizo un gesto de agradecimiento por el elogioy comenzó a recoger los platos.

-Me gustaría vivir por aquí señor Amelio. Es un buen lugar, porque esta alejado de todos, es un lugar tranquilo y apacible.. Talvez regrese algun día...

Tras la marcha de Beneth, Dahinten se quedó unos momentos platicando con don Amelio, aquel era un lugar paradisíaco. Todo era verde y fresco, y la tranquilidad del bosque le encantaba a Dahinten.

-Y digame, don Amelio; ¿porqué eligieron este lugar para vivir?- Preguntó Dahinten.

-Estabamos cansados del bullicio y peligro de la ciudad, y cuando nuestro hijo falleció decidimos alejarnos de ahi para siempre-

-Comprendo, yo también me aleje de mi casa al quedarme solo. Es una historia larga y triste y no quiero enturbiar nuestra conversación con eso.-

-Ahora dejeme a mi preguntarle: ¿Cómo encontró esta casa?-

-Para serle sincero don Amelio, decidí caminar por los bosques pues me siento mas tranquilo andando solo que por el camino donde uno encuentra a muchas personas, y además, el olor de la comida realmente atrae jejeje-

-Jejejeje claro y más cuando uno no ha comido en largo tiempo jejeje-

La conversación estaba muy animada, pero Dahinten debía irse...

-Si jejejeje, bueno. Don Amelio, yo debo irme. Realmente le agradezco mucho por todas las atenciones que tuvieron conmigo, no se como agradecerselos.

-No se preocupe joven Dahinten, fue un gusto tenerlo por aquí y cuando usted guste puede venir a visitarnos. Aquí siempre encontrará la puerta abierta.

Dahinten se sentía muy agradecido, don Amelio y su mujer eran muy buenas personas.

-Muchas gracias don Amelio, se lo agradezco mucho. Igual ustesdes pueden ir a visitarme, yo me encargaré de avisarles cuando esté de regreso y de donde me encuentre.-

Tomando sus pertenencias, Dahinten salió de la casa. Tras despedirse de la pareja, llamó a Hachi que llegó corriendo y junto con su caballo, Dahinten desapareció de la vista de los ancianos que habían salido a despedirlo a la puerta...