Cabaña Abondonada

por Manigoldo Jue Mar 17, 2011 5:48 pm

Después de caminar alrededor de 20 minutos entre la bruma de la noche, el frío y los pilares caídos por todos lados… Manigoldo visualizó una cabaña en la ladera de una de las colinas de ese recinto. Su vista por algún motivo se estaba agudizando, pero lo asoció con la falta de sueño que le exigía buscar rápidamente un lugar para dormir.

- Por fin… - Murmuró tirando más de las riendas para que los caballos se apuraran. - ¡Ey! ¡Jezzara! ¡Aumenta el paso! – Le gritó sin voltear a la chica para que se apurara pues estaba realmente cansado de haber estado caminando/cabalgando todo el día.

Apenas llegó frente a la cabaña amarró las riendas de los caballos a un árbol medio moribundo que se encontraba a unos 10 metros de distancia. Desde lejos miraba el recinto intentando ver si alguien estaba dentro de ese lugar o si tal vez, alguien viviera ahí. Intentó abrir la puerta, pero luego se dio cuenta que estaba un tanto caída y apenas tiró de ella la puerta se salió de su marco y la madera se quebró en decenas de pedazos mientras caía en completa decadencia al piso, levantando un montón de polvo.

- Mañana habrá que buscar madera... – Se dijo a si mismo rascándose la cabeza, pero al menos esa madera que se había caído le serviría para hacer fuego y no tener que pasar frío esa noche. - ¡Jezzara! – Gritó aun sin voltearse a ver donde estaba la chica. – Haz algo útil y carga esa madera dentro para hacer fuego.

El hombre se estaba tomando muy a pecho las palabras de Jezzara en que había dicho que no iba a ser una carga. Lo primero que sintió al entrar dentro de la casa fue una telaraña pegandose contra su casa.

- Aff… que asco. – Murmuró mientras se retiraba las telas pegajosas de la cara pensando en todos los bichos que se le habrían pegado a la cara.

El lugar estaba en decadencia completa. Se notaba que hacía siglos que nadie había vivido ahí. Los muebles de la cabaña que consistían en una mesa, dos sillas, una cama y una especie de mueble para guardar comida en el sector cerca de la estufa… estaban completamente despedazados por el transcurso del tiempo. A la mesa le faltaba una de sus patas y estaba deshaciéndose sola, la silla estaba quebrada en dos y no tenía respaldo, la cama de piedra, de piedra, estaba llena de polvo y de seguro había servido a alguien hacía mucho, mucho tiempo. Lo único que parecía aun funcionable era la chimenea de piedra, llena de telas de araña. Manigoldo dejó caer su bolsa cerca de la entrada y se volvió a rascar la cabeza pensando por donde podría tirarse para dormir un poco.

- ¿Tienes hambre? – Le preguntó a Jezzara aun sin decidirse a que hacer primero.

por Jezzara Dom Mar 20, 2011 5:45 pm

Caminamos durante un largo rato, algo más de 20 minutos por el sendero polvoriento y lleno de escombros de piedra. Yo también tenía mucho sueño pero no quería admitirlo, primero debíamos buscar un sitio en donde dormir y comer tal vez. Estaba muy cansada y no había dormido muy bien en días, ya me estaba atacando demasiado el cansancio pero podía aguantar o eso creía por lo menos. La noche se hacía más fría e intensa. Pronto llegamos a un sitio bastante amplio, a lo lejos se veía una cabaña, parecía estar abandonada pues se veía ya desde el exterior bastante vieja y descuidada.

Caminamos hasta aquel sitio, Manigoldo se encargó de comprobar la puerta que por cierto al tratar de abrirla se desprendió y se quebró la madera en pedazos, eso comprobó mi sospecha además de los muebles destrozados del interior que podía ver. Suspiré al ver todo eso, se veía viejo y horrible, no me gustaba para nada ese sitio, pero era lo único que había para brindar protección y calor en una noche fría y oscura. No quedaba otra opción. Por lo tanto debía aceptarlo. Pronto Manigoldo me pidió que junte las maderas y las meta en esa chimenea de piedra que parecía ser lo único útil dentro de esa cabaña. Me lo pidió de una manera agresiva desde mi punto de vista, comenzaba a darme ordenes, le iba a hacer caso esa vez porque era lo primero que me pedía que haga, pero no iba a permitir que me trate como una esclava, en mi opinión él también tenía que hacer parte del trabajo si ibamos a seguir viajando juntos, entonces lo miré.

-De acuerdo... ya voy- Dije para luego tomar esas maderas con fuerza, eran algo pesadas pero podía hacerlo, llevé todas y las dejé en el suelo erca de la chimenea, luego de ahí tomé algunas y las amontoné dentro de la chimenea y dejé otras de reserva por si las dudas, todas juntas en el suelo, en un rincón donde no estorben. Mientras decía en voz muy baja aunque podía escucharse con claridad por el enorme silencio de la noche. -...la próxima vez podrías ser más amable...- dije en un tono suave pero decidido.

Cuando acabé de dejar allí la madera volví a pararme y miré en dirección a Manigoldo que juntamente me hablaba de nuevo a lo que contesté con un tono inocente -Si... mucha...- dije, hacía un tiempo bastante largo que no comía algo decente, por estar concentrada en tratar de encontrar información acerca del famoso santuario, y comenzaba a afectarme un poco, comenzaba a dolerme el estómago por el hambre que tenía. Esperaba poder comer algo en poco tiempo.

por Manigoldo Dom Mar 20, 2011 6:07 pm

- En mi bolsa hay algo de comida... - Se agachó frente a la chimenea y viendo que Jezzara había acomodado ya la madera tiró algunos leños dentro. - Debería haber pan y queso...

Hacer fuego para un hombre como él no era nada del otro mundo, lo hacía constantemente cada vez que la legión debía acampar por algun sitio desolado y frío. Si hubiese sido por él, ni si quiera habría hecho fuego esa noche. El clima en esa región era bastante parecido al de Roma y mucho más soportable que el clima de las regiones Bárbaras en donde había pasado los últimos tres años de su vida. Pero Jezzara no era de esa región, era Egipcia (o por lo menos eso decía ella), seguramente el clima la estaba destrozando y lo podía notar por la forma en que se había abrigado con su capa.

No se lo reprochó, despues de todo era sólo una jovencita solitaria, en busqueda de algo que pudiese llamar una familia, o un lugar en donde pertenecer, seguir atormentandola hubiese sido aburrido, pues ella seguramente ni si quiera hubiese respondido a sus bromas. No le molestaba su compañia, la joven casi no hablaba, ni se quejaba, ni pedía mucho. Despues de todo, aunque era de caracter solitario él mismo, la compañia de una mujer no le desagradaba del todo. Lo único que lo ponía un tanto nervioso era el hecho de que sabía como se comportaba alrededor de las mujeres, y ya había experimentado el rechazo de la joven... aprender a respetarla al menos lo que quedaba de la noche sería de seguro un infierno.

Empezó a rozar con fuerza dos leños que al estar en ese clima tan seco se prendieron casi de inmediato y la cabaña se llenó de luz, mostrandoles aun con más claridad lo deteriorada que estaba. Manigoldo suspiró, ese sería su hogar quizá por cuanto tiempo más. Él estaba acostumbrado a vivir en peores situaciones que esas, pero no sabía si esa chica lo podría soportar con la misma enteresa que él.

- Duerme frente a la chimenea, no pasarás frío de esa forma. - Dijo algo indiferente, parandose y tirando un leño más (que había sido parte de la puerta destruida) dentro de la chimenea. - Puedes calentar el pan en las llamas, el queso se derrite y queda bastante aceptable.

Por su parte, se retiró cerca de la puerta y se sentó contra la pared. Se tiró su capa sobre los hombros y apoyó su cabeza hacia atras cerrando los ojos, pensando en lo incomodo que era estar tan cerca de una mujer y no poder tocarla. Manigoldo, no creía en la fuerza cuando se trataba de esos asuntos.

- Mañana habrá que arreglar esta pocilga. Si sientes algun ruido extraño despiertame. - Y así Manigoldo cerró los ojos y el sueño comenzó a invadirlo.

por Manigoldo Sáb Mar 26, 2011 10:10 pm

Cuando Manigoldo despertó no se sorprendió para nada que la chica estuviese aun durmiendo frente a la estufa. De las llamas solo quedaban algunas cenizas. No sabía en que momento la chica se había quedado finalmente dormida, la escucho darse vueltas toda la noche ya que tenía el sueño bastante ligero y cualquier sonido solía despertarlo.

De cualquier forma, se sentó sobre el piso y con la luz del dia que entraba por las telarañas en las ventanas se dio cuenta que tan grave era la situación de ese lugar. Estaba practicamente en ruinas. No se veía pasando ahí mucho tiempo pero al menos servia para protegerse del frío de la noche.

Se puso de pie y sacó una manzana de su bolsa y se retiró del lugar, dejando que la chica durmiera. De seguro estaba cansada de haber estado jugando a ser la heroina por tanto tiempo.

El día ya estaba bastante avanzado, de seguro eran alrededor de las diez de la mañana. El lugar se veía seco, tan seco... tan desolado, lleno de pilares caidos y ruinas de marmol. Alrededor de la casa estaba todo desparramado en el suelo en forma de basura y rocas gigantes que tal vez, en alguna epoca del tiempo, pudieron haber sido pilares hermosos que decoraban un lugar menos infertil. No podría haberlo dicho con seguridad, pero ese "Santuario" hasta olía a muerte y angustia. Podía escuchar las almas lloriqueando a lo lejos, por lo cual, pensó de inmediato que cerca debía haber algun tipo de cementerio. La idea de ello lo repugno. No sólo porque era asqueroso vivir entre los muertos, sino, porque supo que al igual que las polillas se acercan a las llamas durante la noches, esas almas perdidas comenzarian a buscarlo para contarles sus pateticas historias, como solían hacer.

No había nada mas desagradable que tener que escuchar a un muerto susurrandote en el oido una y otra y otra vez. Al comienzo de su vida, aquello lo había aterrado... pero con el tiempo, cuando vio tanta muerte en el campo de batalla... ver a los muertos y jugar con sus almas era lo único que le permitía mantener algo de compañía. Aun así... los detestaba, pues sabía que su destino estaba ligado a la muerte.

por Manigoldo Sáb Abr 30, 2011 11:01 pm

Manigoldo dio una vuelta por el lugar, inspeccionando donde rayos se había metido. Estaba un tanto inquieto aun por la llantería que mantenían las almas que llegaba a él por el viento. Elevó u mano y en su palma pudo ver que una luz azulesca jugaba con el. Sabía que era una alma, a veces jugaba con ellas, pero aquella se sentía distinta… tan tan triste. La dejó ir… y volvió a la choza destrozada.

- ¿Tu vivías aquí eh? – Era la única explicación que podía darle a la súbita melancolía que se sentía en el aire. Aquella alma estaba aferrándose aun al lugar que lo/la había acogido durante la vida.

Suspiró. Nada mejor que un alma que no quiere abandonar un lugar para empezar el día. Entró a la casa, y notó que Jezzara aun dormía. No se molestó por ello, pero si por el hecho de que hubiese amanecido hace tanto y que la mujer aun no estuviese cocinándole algo para comer.

- Hey Jezzara, ya despierta. ¿Qué te crees que esto es un hotel? – Se cruzó de brazos apoyándose en el marco de la “puerta”, inclinado sobre ella. Miró que habría que buscar más leña, hervir algo de agua, darse un baño, lavar su ropa que llevaba puesta ya hace varios días… y tal vez cazar alguna cosa viva en esos lugares para que la mujer lo pudiera cocinar. – Iré a darme un baño, ¿Vienes? O prefieres quedarte y hacer comida.

Ni si quiera se le cruzó por la cabeza de invitarla a buscar agua para lavarse fuera algo desubicado. Pero tampoco quería que la mujer pensara que se estaba deshaciendo de ella y dejándola sola ahí.

- Podrías aprovechar y lavarme la ropa o algo así… hehehe… - Lo dijo en tono de broma, pero realmente no estaba bromeando. Consideraba que la mujer podría lavarle la ropa beneficiando su viaje a un río, estero o algo con agua que hubiese cerca.

por Jezzara Dom Mayo 01, 2011 6:17 pm

Estaba tan cansada que me había quedado dormida y vaya que mucho tiempo. Ya habían pasado varias horas desde el amanecer y seguía acostada frente a la chimenea. De pronto escuché la voz de Manigoldo, y abrí los ojos de repente, algo sobresaltada, me cubría con el brazo de la luz del sol que chocaba en mi rostro y molestaba en la vista. Luego de unos segundos me recuperé y e a poco me senté en el suelo mirando a aquel hombre que estaba cerca de la entrada de la cabaña. Me froté los ojos con mis manos y luego parpadeé un par de veces. Tenía mi capa sobre el cuerpo tapándome para estar más cómoda, pronto la tomé con ambas manos y me paré lentamente.

-Ya... lo siento creo que dormí mucho...- dije y luego se dibujó una tierna sonrisa en mi rostro. -..estaba cansada...- comenté a lo último para así escuchar las siguientes palabras de Manigoldo. No me sorprendió para nada ese tono que usaba para hablarme, de hecho había pasado tantas horas en su compañía que ya estaba acostumbrándome a él. Entrecerré los ojos mientras lo miraba con un una sonrisa en el lado derecho de mi rostro. Sabía que pretendía que yo hiciera el trabajo, me sentía como si fuera su sirviente o algo así. Pero no me molestaba, eso sería necesario para conseguir llegar hasta donde quería.

-De acuerdo, te acompañaré... haré lo que me ofrezcas pero tampoco te pases...- Dije, me refería con eso a que no viviría todo el tiempo trabajando por él, haría lo que fuera necesario pero no de más. Entonces caminé hacia donde estaba Manigoldo mientras colocaba la capa marrón en mi espalda. -¿Y? ¿Ya vamos?- dije por último en un tono normal y relajado.

por Manigoldo Lun Mayo 02, 2011 10:19 pm

La sonrisa de Jezzara era tan angelical, que a Manigoldo se le revolvió el estómago verla. Nunca había visto a una mujer que se viera tan bien despierta con ropa. Pero ella no era una mujer, era una niña… su mente le daba vueltas confundido por la calidez que rodeaba a la jovencita cada vez que sonreía y lo miraba con tanta ternura. No creía haber sido amable con ella o si quiera educado como para que lo tratase tan bien, lo cual lo irritaba un tanto.

La chica, lo descolocaba. No sabía cómo comportarse pues nada parecía funcionar con ella. Podía ser un perfecto imbécil y ella se mantenía cerca. Podía ser amable forzadamente, y aun así, ella se mantenía igual. Era rara… estaba loca o algo así, no podía haber una persona TAN bondadosa en el mundo al punto que lo comenzaba a perturbar.

Estuvo a punto de decirle que lo dejara de mirar así, pues lo irritaba, pero permaneció en silencio, pues era casi un placer culposo poder mirarla de reojo cuando ella no se daba cuenta y admirar que hubiese alguien en el mundo con tal grado de inocencia.

- Si. – Le respondió dándole la espalda mientras la observaba caminar hacia el colocándose esa capa marrón sobre sus hombros. – Ya vamos.

Y de esa forma salió de la choza en ruinas y comenzó a caminar por donde su instinto le decía podría haber agua. Era complicado poder encontrar agua en un lugar lleno de polvo y rocas, pero su nariz hasta entonces nunca le había fallado y en caso de que eso no resultara, siempre podía comenzar a buscar maleza, pues cuando la maleza se volviese mas verdosa significaba que estaba cerca de encontrar un riachuelo o algo. Era imposible concebir que en un Santuario como ese no hubiese un caudal de agua para mantener a todas esas personas que estaban viviendo en los alrededores.

por Jezzara Lun Mayo 02, 2011 11:51 pm

Mientras me acercaba Manigoldo contestó a mi pregunta, mientras se volteaba y me daba la espalda. Tan solo me quedé en el lugar, ahora tenía que seguirlo para ver a donde íbamos pues solo él parecía saber el camino, o eso era lo que yo creía. Pero me mantuve callada por un momento mientras que Manigoldo se decidía a comenzar con el viaje. Esperaba que no fuera tan largo pues no sería bonito para mí caminar muchos kilómetros más luego de una noche de descanso satisfactorio. Pero si era así debía aceptarlo, no quedaba mucho por decidir y no me parecía bonita la idea de tener que quedarme en esa cabaña destruida por mucho tiempo y mucho menos sola. Ya de por sí me causaba una especie de escalofrío permanecer en ese lugar tan solitario, no quería estar más tiempo ahí, y al parecer en un nuevo fía había muchas cosas que hacer. Podría aprovechar a tomar un baño y luego había que comer algo, ya comenzaba a acercarse la hora y sabía que en minutos querría algo de comer y yo me conocía muy bien a mí misma. Entonces suspiré cuando Manigoldo comenzó a caminar, llevaba una pequeña mochila de cuero que cargué entonces en mi hombre derecho y comencé a caminar detrás de él, no me quedaba otra opción más que seguirlo. Salimos de esa cabaña destrozada para abrirnos paso en medio de aquellas ruinas incñomodas en busca de agua según lo que había entendido.

por Manigoldo Dom Jun 12, 2011 2:21 am

Había caminado despreocupado y al mismo tiempo desde el riachulo. Jezzara eventualmente lo había dejado de seguir, por ello no tendría problema en marcharse. Entró a la casa abandonada y vio el desastre que había ahi con la luz del sol iluminando todos los rincones. Realmente era una pocilga, pero ahora era la pocigla de Jezzra y el no tendría que preocuparse de nada más.

Recogió su bolsa en donde guardaba comida y en ningun momento si quiera se le paso por la cabeza dejarle algo de comer a esa mocosa mal agradecida. Estaba tan enojado con ella que habría deseado que se la comieran los dioses del Hades.

Salió de la cabaña, dejando su bolsa sobre el lomo de su caballo. Vio un momento el caballo que había ganado por llevar a Jezzara hasta ese lugar y sin más subió a su montura, de seguro podría venderlo a un buen precio. Tomó las riendas del caballo y guío su camino sujetando las riendas del orto, cabalgando uno al lado del otro. Era tiempo ya de volver a esa pequeña villa a ver si podía conseguir pagar a alguna prostituta para sacarse toda la rabia que llevaba encima. Y aun así, no podía dejar de pensar en el pequeo cuerpo de Jezzra desnudo y cubierto de agua...

- Mierda... - Susurró mientras sacaba su cantimplora con vino y empezaba a emborracharse desde ya, no tenía intención de estar lúcido por mucho tiempo. Se tenía que pasar de alguna forma la sensación de no haber conseguido mucho de todo eso.

por Michiru Lun Jun 13, 2011 2:28 am

La joven de cabello verde esmeralda recién había terminado su entrenamiento y se encontraba muy cansada camino por unos cuantos minutos por una pequeña vereda llena de árboles los cuales con sus enormes ramas llenas de verdes hojas atajaban el sol, haciendo que le diera sombra durante su recorrido, Michiru continuaba caminando cuando se percato de una pequeña cabaña un tanto destruida así que decidió aventurarse y echar un vistazo Asomándose por una pequeña abertura de la puerta todo se veía realmente oscuro y un poco desordenado como si nadie habitase en ese lugar.
Michiru cerro los ojos por algunos segundos y al instante de hacerlo ella callo de sentón sobre el pastizal le costaba mucho trabajo ponerse de pie, abrió sus ojos lentamente y puso toda su fuerza de voluntad para ponerse de pie.
La joven violinista comenzó a caminar nuevamente cuando escucho los pasos de un caballo, las herraduras sonaban contra el suelo así que pensó "probablemente quien lo conduzca sepa como llegar a la villa mas cercana" aun le costaba trabajo moverse pero puso su empeño para lograr moverse a un paso mas acelerado se encontraba cerca de este, se llegaba ver como un joven lo montaba. Michiru emitió un grillo que la dejo casi sin aliento -Disculpe usted el joven que monta a caballo- Gritaba desesperadamente con la esperanza de que aquel joven llegase a escucharla

por Manigoldo Lun Jun 13, 2011 10:40 am

El camino de regreso a Rodorio iba a ser bastante incomodo y desagradable bajo la luz de ese sol de mediodía. Quería sacarse de la cabeza ese episodio tan desagradable con Jezzara y volver a sus andanzas, buscar a una mujer, pasar la noche con ella, y tal vez volver a cabalgar a Athenas a ver que cosas podría conseguir por esos lados. No queria estar desocupado tanto tiempo. Le agradaba no tener que preocuparse por el tema de trabajar y hacer cosas, pero ya llevaba demasiado tiempo de ocio y temió que si eso serguía de esa forma se volviera un gordo y alcoholico hijo de puta.

Estaba comenzando a apurar el paso con el caballo cuando de pronto sintió una voz dulce que lo llamaba desde atras. Se dió la vuelta deteniendo su caballo y vio que de la nada aparecía una hermosa de cabello color mar. Era una preciosura de mujer, casi parecía una ilusión en vida, su tez blanca como la porcelana fina, su cabellera ondeando como el viento y sus ojos tan profundos como el agua. Se sintió atraido de inmediato a su belleza y cuerpo, pero despues de lo que había ocurrido con Jezzara el mundo femenino lo tenía bastante desilucionado.

- ¿Que desea joven dama? - Le dijo con un tono caballeroso y galante, como solía hacer. Despues de todo, sólo se tenía una oportunidad para hacer una primera impresión. - ¿Se dirige a mí?

por Michiru Lun Jun 13, 2011 11:06 am

La joven violinista continuo movilizándose mas rápido para llegar hacía donde se encontraba aquel joven el cual se había detenido y se dirigió con un tono y muy amablemente hacía ella, Michiru llegaba corriendo dejándola casi sin aliento -Le agradezco que se detuviera- musito la joven mientras se tocaba el pecho con la palma de su mano, Michiru levanto su mirada hacía aquel joven era realmente apuesto Así que no tardo en sonrojarse, Aun sonrojada se dirigió hacía el -Disculpe Pero me dirijo hacía la villa mas cercana ¿Podría decirme donde queda? ya que quisiera comer y descansar un momento cuando me encuentre dentro de ella, Además de que necesito ropa nueva ya que la que porto se encuentra Rasgada y mojada- dijo la joven mientras le mostraba como escurría agua de sus ropas y al mismo tiempo le sonreía amablemente - si no fuese Mucha molestia le agradecería que me mostrara el camino o ... podría hacerme el favor de llevarme hasta haya, si es necesario le pagare lo que guste pero necesito llegar hacía aquel lugar- en ese momento una pequeña brisa ondeo el cabello verde esmeralda de Michiru.
-¡Oh! lamento mis modales mi nombre es Michiru soy una violinista y pintora proveniente de las tierras de Britania- Musito la joven aun sonrojada y con una sonrisa

por Manigoldo Jue Jun 16, 2011 1:54 am

La vista no estaba nada de mal. La mujer era hermosa y por algun designio de los dioses llegaba a el con su ropaje rasgado y estaba mojada. Manigoldo no sabía que podría haber hecho de bien para que alguien como ella le llegara como un regalo del cielo, pero no pudo si quiera ocultar la felicidad que empezaba a surgir desde su pecho.

- Ya veo... - Dijo inspeccionando su cuerpo mojado y la piel que se mostraba de sus harapos, cuando ella le explico que se encontraba humeda y con la ropa en mal estado. - Tendriamos que poner arreglo a eso, ¿No? - Le preguntó, por mera caballerosidad, no que fuera un caballero pero pensaba que sólo había una oportunidad de hacer una primera impresión con una doncella tan bella como aquella.

Le sonreía con amabilidad, y su sonrisa era tan hermosa que podría haber opacado al mismísimo sol en esa mañana. Era lo más refrescante que había visto en días, y hasta casi llegó a pensar que podría estar soñando, o que todo eso fuese una forma de emboscarlo para quitarle los caballos, distrayendolo con una mujer de ese calibre de hermosura.

- La puedo llevar a Rodorio, claro. - Dijo estirando su mano hacia ella para que la tomara y se pudiera montar en el caballo con él. - No necesito que me de nada por ello, aún, pero si la llevo a salvo hasta Rodorio, ¿Que tal si me paga con un beso? Señorita Michiru, y luego... me podría tocar quizás alguna melodía con su violín.

Manigoldo no iba a dejar pasar la posibilidad de conquistar a alguien como esa joven. Hubiese sido un maricón teniendo una mujer así cerca sin haber reaccionado de la forma que lo hacía.

por Michiru Jue Jun 16, 2011 3:36 am

El sol aun estaba puesto la tarde era calurosa y Michiru se encontraba escuchando cada una de las palabras de aquel joven -Así es como observara mi camino ah sido muy largo y el camino se ah complicado mucho de manera que durante mi travesía eh pasado por varías adversidades- Musito contestándole con gran amabilidad y respeto -Usted es muy amable al recoger a una desconocida se lo agradeceré infinitamente... solo espero que no desconfíe de mi.

Michiru se sintió aliviada al escuchar las palabras de aquel joven de cabellos azules diciéndole que podía llevarla hasta el rodorio mientras el le ofrecía su mano en forma de caballerosidad para ayudarle a montarse al caballo, La joven de cabello esmeralda inmediatamente tomo su mano eran muy calidas y subió al caballo aquel joven le hablo nuevamente y Michiru presto atención a sus palabras diciéndole que no era necesario pagarle, Michiru se sorprendió al escuchar que no quería nada a cambio, ya que solo pedía un beso y una canción de la joven, Michiru sonrío amablemente de nuevo - Realmente creo que es una poquedad lo que me pide .. pero si usted lo desea así con gusto lo are.

Michiru Con sus manos Abrazo de la cintura a Aquel joven Para sujetarse - Disculpe si resulto ser una tanto atrevida pero es mi primera vez en uno de estos animales tan hermosos .... y si no es mucho pedir Me gustaría saber el nombre de mi salvador Musito la joven amablemente mientras esperaba respuesta

por Manigoldo Lun Jun 20, 2011 1:13 am

Sentir las manos de la joven por su cintura le resultaba extremadamente agradable. No le molestaba para nada el hecho de que sus pechos se apretaran contra su espalda y que la mayoría de su piel estuviese mojada. Manigoldo no era conocido precisamente por ser un galán o un caballero, pero esa chica de voz suave y mirada como el mar le traía un buen presentimiento... además, era realmente hermosa.

- ¿Una poquedad? - Preguntó riendo un poco. No podía creer que alguien que luciera de esa manera pensara que un beso suyo valía poco. ¿Dónde había estado metida esa joven toda su vida? ¿Acaso nunca se había visto a un espejo? - Señorita, hombres matarían por un beso de una dama como usted en Roma. - Volvió a reir mientras le daba una patada leve al caballo y éste empezaba a caminar al galope hacia Rodorio.

Tenía la sensación de que ella no le causaría problemas. No le molestaba llevarla a Rodorio para nada, de cualquier forma iba en camino a ese lugar. Aunque por un segundo pensó si era apropiado decirle su nombre. Despues de todo, lo estaban buscando en Roma por los crímenes que había cometido y por desertar del ejercito escapandose de sus castigos. No era inteligente de su parte andar diciendo como se llamaba a los cuatro vientos, soldados romanos podían llegar a ese lugar y tomarlo rehen.

Además, Manigoldo no confiaba ni es su propia sombra, menos en la sonrisa de una mujer hermosa.

- Preferiría que no supiese mi nombre hehehe.... sujetese fuerte, voy a galopar con rapidez.

por Michiru Lun Jun 20, 2011 11:08 pm

Al Tomar su torso con sus manos la joven violinista pudo sentir que aquel joven era realmente fuerte ya que podía sentir que su cuerpo estaba muy bien desarrollado al escuchar tales palabras del joven Michiru se sonrojo y comenzó a reír - ¿Matarían dice?- Continuo riendo de manera muy dulce .-Realmente no lo veo de esa manera, Pero si usted lo dice le agradezco realmente me halagan sus bellas palabras- Musito sonriente

El caballo comenzó a andar - No se preocupe realmente el nombre no es muy importante.. solo deseaba conocerlo para recordarlo y guardarlo con cariño y gratitud- Michiru recargo su cabeza sobre la espalda de aquel guapo joven cerrando sus ojos sientiéndose muy cómoda al estar junto a el a pesar de que recién lo había conocido pasaron minutos cuando abrió sus ojos y movió su cabeza de la espalda de el joven de cabellos azulados -Disculpe- Musito sonrojada se sentía tan a gusto recostada sobre su espalda ya que era calida y fornida.

El caballo comenzó a andar mas fuerte que el cabello de la joven se colocaba sobre el rostro de la joven impidiéndole la vista, la cual no importo para sostenerse con mas fuerza de aquel joven tan apuesto

por Jezzara Jue Nov 03, 2011 1:46 pm

Tras caminar largo rato un largo tramo de calor y cansancio, por fin llegaba a una llanura rocosa, donde había muy pocos árboles y unos cuantos escombros. Por suerte el amanecer no había llegado aún, y el sol no aparecía con fuerzas a esas horas. Pero en esa parte de Grecia, en algunas horas, el calor se hacía insoportable y provocaba mucho cansancio y malestar. De todas formas yo estaba cansada desde mucho tiempo antes. La última vez que había descansado bien, fue cuando estuve en esa misma cabaña, acompañada de aquel sujeto de cabello azul.

A unos pocos metros pude ver esa cabaña en ladera de una colina, aún como había quedado la última vez que estuve allí. Se veía un poco insegura sin mucha protección y el frío podía pasar fácilmente por cualquiera de los huecos que tenía la vieja madera con la que estaba construido aquel sitio.

– Al fin llegamos, Dante. Parece que este lugar está de la misma forma en que lo vi la última vez. No lo veo muy seguro, pero nos arreglaremos para descansar un poco. –

Debían ser como las cinco de la mañana más o menos. El amanecer no estaba lejos, de hecho, en el horizonte podían divisarse las primeras luces del sol. Planeaba descansar algunas horas antes de partir. Tampoco sabía a donde iría… lo único que quedaba era esperar y cuidarse pues el ejército del dios de la guerra violenta estaba casi listo para cualquier cosa, con su dios despierto nada podía detenerlo. En cambio nosotros, los guerreros de Athena, teníamos el deber de proteger a la jovencita que sería la reencarnación de Athena, quien mostraba señales de un débil cosmos, pero aún no estaba lista para hacerse cargo de un ejército.

Suspiré y me adelanté unos cuantos pasos hasta llegar a la vieja construcción de madera. Todavía había algunos trozos en el suelo; con ello podía encender una fogata o algo por el estilo para que el frío no me afectara demasiado. Entonces me agaché y solté a mi mascota, que no hizo más que soltar un bostezo y permanecer sentado a mi lado, esperando mi decisión.

– hmm… hay que encender el fuego. –

Me agaché al lado de la chimenea aquella que estaba en un rincón de la habitación. Había unas cuantas maderas usadas y otras pocas estaban a un lado amontonadas. Tomé unas cuantas y las lancé junto con las demás. Intenté encender el fuego durante algunos segundos hasta que por fin la primera pequeña llama comenzaba a consumir la madera hasta encender una gran fogata en aquella chimenea de piedra. Entonces me quité la mochila de la espalda y la coloqué a un lado. Entraba bastante viento frío por la entrada ya que la puerta estaba rota, y casi ninguna parte quedaba de ella. Entonces tomé un trozo de madera bastante grande, eran los restos de una mesa que había allí, a la cual le faltaba una pata. No me importó mucho, de igual manera no iba a usarla para otra cosa, entonces la coloqué sobre el marco de la entrada para que detuviera un poco la entrada del viento.

– ¡Uf! Ya está. Vamos a descansar Dante, así luego nos encaminamos hacia Rodorio. – murmuré luego de un suspiro para quitarme la capa marrón que siempre llevaba en mi espalda. Entonces me recosté en el suelo, a unos pocos metros a la derecha de la chimenea y con esa capa cubrí mi cuerpo. Dante, mi pequeño animalito, se acurrucó a mi lado y así descansaríamos unas horas.

por Jezzara Dom Nov 06, 2011 1:57 am

Pasó algún tiempo desde que me quedé dormida. Abrí los ojos al sentir unos pequeños chirridos y unos pasos sobre mí. Al voltear lentamente vi al pequeño Dante dando brincos sobre mi cuerpo mientras que emitía ruiditos con su garganta. Tal vez él intentaba despertarme; no tenía idea de la hora que era, pero había pasado bastante tiempo, pues el sol ya iluminaba a mayor escala el ambiente y la pequeña rendija que quedaba entra la madera que había apoyado en el marco de la puerta que faltaba.

– ¡Dante! Tranquilo… ¿Qué quieres? Ya ya… me voy a levantar. – dije en un tono de voz algo débil y con mis ojos entrecerrados a causa de la luz que me iluminaba y a penas me despertaba. Eso era en verdad molesto.

Me moví a un lado para poder acomodarme, en lo que Dante saló al suelo de manera graciosa, cayendo a mí lado. Dejé la capa a un lado de mi cuerpo y miré la chimenea; a penas y le quedaban algunas brazas, pero ahora el ambiente estaba más cálido, no iba a necesitar más fuego. Tomé la mochila de cuero que estaba allí y la desabroché, fijándome en el interior. Saqué uno de los panecillos que me había guardado para el viaje al santuario. Corté un trozo y lo dejé en el suelo para que Dante comiera un poco. Él se acercó, disfrutando ese alimento mientras que yo daba un mordisco al trozo que estaba en mi mano.

– Me tocará entrenar de nuevo. Creo que ya descansé lo suficiente. – dije mirando de reojo a mi mascota. Entonces seguí comiendo sin apresurarme hasta que saciara el hambre. Después vería lo que iba a hacer.

por Jezzara Lun Nov 07, 2011 2:28 pm

Terminé de comer aquel panecillo, que la verdad no estaba del todo apetitoso, pues ya tenía algunas horas guardado en la mochila, pero era lo único que hasta el momento tenía para probar. Quizás haría un pequeño viaje en busca de algún sitio donde pudiera alimentarme bien y beber algo de agua fresca, pues el calor comenzaba a aumentar a medida que el sol se exponía en el firmamento. Era probable que también necesitase un baño, pero no sabía a donde podía ir para conseguir todo lo que en ese momento necesitaba. Andar sola por el mundo no era muy fácil, pero al ser yo una amazona dorada, una guerrera, podía fácilmente cuidarme o conseguir ayuda en donde buscara. Siendo así que había encontrado a varias personas en el camino que me ayudaron cada uno un podo hasta que finalmente conocí mi destino.

¿Quién iba a decir que la primera en guiarme fui Selene, querida mi hermana? Ciertamente la última vez que la vi, no se trataba de la Selene que yo conocía desde siempre. Estaba distinta. Como si un aura pesada y oscura la estuviese rodeando. Aunque a decir verdad fue de mucha ayuda en mi viaje en busca de un destino. Ella me guió hasta Edward, a quien había conocido antes, pero resultó ser un hombre valiente y lleno de fe. El me ayudó muchísimo a comprender mi camino como Santo de Athena. Fue ahí que conocí también a Seiren. Un aura cálida y bondadosa era la que rodeaba a ellos. Quizás ahora serían unos grandes guerreros como yo si han encontrado su destino.

Al llegar a Grecia, también encontré alguien que me brindó ayuda. Manigoldo, ese joven extraño de cabello azul. A simple vista no parecía ser alguien del todo agradable, al menos con mi personalidad no iba. Pero hasta en él pude percibir esa energía cálida que incluso sentía que me brindaba seguridad el estar cerca de el. Luego Aspros, el Santo de Géminis, fue quién me dio el último empujón para convertirme en quien ahora soy, fue con su ayuda que logré obtener mi armadura dorada. Y por último Rain, esa tímida joven. Aún no sabía lo que quería, pero pude sentir que controlaba esa energía que llevaba en su interior y era consciente de ello. Después me di cuenta de qué se trataba todo eso. Sus cosmos deseaban despertar dentro de ellos, probablemente estaban destinados a ser grandes guerreros.

Lo cierto era que personas como ellos se necesitaban para defender a la humanidad, de la guerra santa que se aproximaba, o tal vez, ya estaba en marcha. Personas bondadosas y dispuestas a dar todo por lo que de verdad aman. Incluso aquellos seres deseosos de pelear por algún ideal. O tal vez guerreros solitarios y poco amistosos, que quisieran incluso el bien para el mundo. Gente así se necesitaba en el santuario para proteger a la diosa. Pero a todo había que darle su tiempo… a veces no era bueno apresurar las cosas, ni yo quería hacerlo pero…

(– “Ares está tomando cada vez más fuerzas, puedo sentirlo. Sus guerreros se expanden por el mundo… quieren destrucción.” –)

Mi mente era una mezcla de sensaciones y preocupaciones por lo que fuera a pasar si las cosas no tomaban su curso pronto. Lo cierto era que desde que me convertí en la amazona de Virgo, me prometí a mí misma muchas cosas y por ello mismo también me preocupaba.

(– “Tengo que entrenar para volverme más fuerte esperando el momento en que Athena esté lista para despertar por completo.” –)

En mi mente rondaban todos aquellos pensamientos mientras que me preparaba para partir. Fue sólo un momento en que acabé de alistarme y me levanté. Tuve que sacar ese trozo grande de madera que hacía como puerta de la cabaña para poder salid de allí. El pequeño Dante me seguía con un gesto de alegría en su cara mientras trotaba a paso rápido detrás de mí. Era hora de proseguir con mi viaje.

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