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- [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
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- [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
Los pasos imposibles de ocultar del hombre se hicieron presentes en la madera de aquella cabaña provocando un rechinar como si estuviese a punto de romperse. Aquel pie inmenso daba pista para que el próximo pie se asomara en aquel lugar seguido de un enorme estruendo que se hizo sentir en el suelo, haciéndolo temblar.
¡Hoy realmente tuve suerte! – Dijo para si mismo el hombre que colocaba en el suelo a un enorme animal que de seguro sería la comida para un par de días antes de que comenzara a pudrirse. Ladeó su cabeza, estirando su cuello y provocando un ruido por los nervios con contractura que tenía en aquel sitio de su cuerpo, estiró hacia el otro lado la cabeza provocando un estruendo mayor y luego hizo sonar sus nudillos.
Caminó hasta dentro de la casa y salió con una enorme hacha pesada para comenzar a cortar el animal y poder meterlo en la fogata que ya había sido encendida con anticipación. Colocó un trozo de carne en un enorme pinche y lo posó sobre el fuego para comenzar a cocinarlo, no era la gran cosa para comer debido a que ese animal no tenía mucha carne pero era lo suficiente para satisfacer su estomago que rugía.
Introdujo la carne en su boca y estaba a punto perfecto, así que comenzó a masticarlo y luego lo tragó, realmente sabía sabrosa o quizás era que tenía mucha hambre. Tras comer un par de bocados mas, observó hacia el horizonte, ya comenzaba a amanecer puesto que había estado la noche intentando cazar algo. Se levantó del suelo de madera el que estaba sentado y pateó fuertemente la fogata para que esta se apagara.
Mi estomago y mi mente nuevamente están fusionados, llegó la hora de descansar un poco, ¿No crees? – dijo Aldebaran al animal que ya estaba muerto pero que le había costado mucho cazarlo. Bostezó con rudeza, mientras estiraba sus brazos, sus parpados comenzaban a pesarle así que caminó hasta la posada y se acostó en su cama, grotescamente, para dormir placenteramente en un santiamén.
¡Hoy realmente tuve suerte! – Dijo para si mismo el hombre que colocaba en el suelo a un enorme animal que de seguro sería la comida para un par de días antes de que comenzara a pudrirse. Ladeó su cabeza, estirando su cuello y provocando un ruido por los nervios con contractura que tenía en aquel sitio de su cuerpo, estiró hacia el otro lado la cabeza provocando un estruendo mayor y luego hizo sonar sus nudillos.
Caminó hasta dentro de la casa y salió con una enorme hacha pesada para comenzar a cortar el animal y poder meterlo en la fogata que ya había sido encendida con anticipación. Colocó un trozo de carne en un enorme pinche y lo posó sobre el fuego para comenzar a cocinarlo, no era la gran cosa para comer debido a que ese animal no tenía mucha carne pero era lo suficiente para satisfacer su estomago que rugía.
Introdujo la carne en su boca y estaba a punto perfecto, así que comenzó a masticarlo y luego lo tragó, realmente sabía sabrosa o quizás era que tenía mucha hambre. Tras comer un par de bocados mas, observó hacia el horizonte, ya comenzaba a amanecer puesto que había estado la noche intentando cazar algo. Se levantó del suelo de madera el que estaba sentado y pateó fuertemente la fogata para que esta se apagara.
Mi estomago y mi mente nuevamente están fusionados, llegó la hora de descansar un poco, ¿No crees? – dijo Aldebaran al animal que ya estaba muerto pero que le había costado mucho cazarlo. Bostezó con rudeza, mientras estiraba sus brazos, sus parpados comenzaban a pesarle así que caminó hasta la posada y se acostó en su cama, grotescamente, para dormir placenteramente en un santiamén.
Aldebaran- Caballeros Dorados
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
La pequeña Sylvanas andaba dando brincos por los bosques, con sus ojos bien abiertos llenos de curiosidad, y sus cortos y oscuros cabellos meciéndose haciéndole cosquillas en el rostro. La niña estaba contenta, se había topado con un campamento legionario que casualidad estaba casi desolado. Por lo que la joven llevaba consigo nuevos tesoros, en su pecho relucían algunos trozos de una brillante armadura que por supuesto le quedaban enormes en su pequeño cuerpecito. Simplemente no podía contenerse cuando veía algo que captaba la atención de sus ojos, ¡Y había demasiadas cosas bonitas!
Pero eso ya había quedado atrás, un camino zigzagueante marcaba el rumbo de la chiquilla que con gran espíritu jugaba trepándose en algunos árboles y balanceándose boca abajo en otros, increíblemente estaba tan sumida en su diversión que la lluvia que comenzaba a caer con mas fuerza a cada segundo le daba gracia. Pero su cuerpecito empezó a reaccionar al frío y al cansancio, para su fortuna en su juego su mirada se avivó al encontrarse con nada más y nada menos que una cabaña.
-¡Perfecto!- exclamó la pequeña mientras se bajaba del árbol para correr hacia la casa de madera. Para ser una cabaña era muy grande, ni que un gigante la habitara, peor no le importo a la inquieta Sylvanas y con sigilo se adentro por una ventana que estaba semiabierta.
La habitación era inmensa pero al mismo tiempo brindaba una sensación acogedora muy agradable. Aun se podía sentir el calor que había envuelto a la habitación gracias a la fogata por mas que se encontrase apagada hace rato. Los orbes de la pequeña se ensancharon como si estuviese en un paraíso y en menos de un instante se abalanzo sobre una alfombra de piel en el suelo. Como si se tratase de un animalito se desparramó sobre el pelaje, girando de un lado a otro fascinada por la sensación de suavidad y calor. Se detuvo unos instantes acurrucada escuchando el relajante sonido de la lluvia, sabiendo que estaba protegida, pero claro sin olvidar que ese lugar no era suyo lo cual la entristecía un poco el no poder quedarse. Pero antes de que hiciese cualquier movimiento su pequeña nariz olisqueo un aroma rico. Ladeó su cabeza hacia el fondo de la habitación cerca del intento de chimenea.
-Co-mi-da.- espetó en un tenue tono de voz con su boca abierta, casi babeando pudiendo deleitarse en como sabría un buen pedazo de carne. Un leve tintinear resonó en la habitación al golpear sus tesoros que se encontraban en el suelo junto a ella, cuando salio literalmente disparada hacia los restos de animal cocinado, las bolsas de raciones secas y frutas. Fue tal la brusquedad y el deseo por comida que se subió a las bolsas y comenzó con una mano a meter con desespero el alimento en su boca hasta atragantarse y con la otra sacaba de a puñados otro poco para esconderlo entre sus ropas y llevárselo. Tanto era el desespero, la felicidad y diversión que la mitad superior de su torso quedó dentro de la bolsa y sus pálidas piernitas que pataleando quedaban fuera a plena vista. Pero tanta euforia tendría sus consecuencias, ya que no se percató de que unos imponentes pasos se avecinaban…
Pero eso ya había quedado atrás, un camino zigzagueante marcaba el rumbo de la chiquilla que con gran espíritu jugaba trepándose en algunos árboles y balanceándose boca abajo en otros, increíblemente estaba tan sumida en su diversión que la lluvia que comenzaba a caer con mas fuerza a cada segundo le daba gracia. Pero su cuerpecito empezó a reaccionar al frío y al cansancio, para su fortuna en su juego su mirada se avivó al encontrarse con nada más y nada menos que una cabaña.
-¡Perfecto!- exclamó la pequeña mientras se bajaba del árbol para correr hacia la casa de madera. Para ser una cabaña era muy grande, ni que un gigante la habitara, peor no le importo a la inquieta Sylvanas y con sigilo se adentro por una ventana que estaba semiabierta.
La habitación era inmensa pero al mismo tiempo brindaba una sensación acogedora muy agradable. Aun se podía sentir el calor que había envuelto a la habitación gracias a la fogata por mas que se encontrase apagada hace rato. Los orbes de la pequeña se ensancharon como si estuviese en un paraíso y en menos de un instante se abalanzo sobre una alfombra de piel en el suelo. Como si se tratase de un animalito se desparramó sobre el pelaje, girando de un lado a otro fascinada por la sensación de suavidad y calor. Se detuvo unos instantes acurrucada escuchando el relajante sonido de la lluvia, sabiendo que estaba protegida, pero claro sin olvidar que ese lugar no era suyo lo cual la entristecía un poco el no poder quedarse. Pero antes de que hiciese cualquier movimiento su pequeña nariz olisqueo un aroma rico. Ladeó su cabeza hacia el fondo de la habitación cerca del intento de chimenea.
-Co-mi-da.- espetó en un tenue tono de voz con su boca abierta, casi babeando pudiendo deleitarse en como sabría un buen pedazo de carne. Un leve tintinear resonó en la habitación al golpear sus tesoros que se encontraban en el suelo junto a ella, cuando salio literalmente disparada hacia los restos de animal cocinado, las bolsas de raciones secas y frutas. Fue tal la brusquedad y el deseo por comida que se subió a las bolsas y comenzó con una mano a meter con desespero el alimento en su boca hasta atragantarse y con la otra sacaba de a puñados otro poco para esconderlo entre sus ropas y llevárselo. Tanto era el desespero, la felicidad y diversión que la mitad superior de su torso quedó dentro de la bolsa y sus pálidas piernitas que pataleando quedaban fuera a plena vista. Pero tanta euforia tendría sus consecuencias, ya que no se percató de que unos imponentes pasos se avecinaban…
Sylvanas- Amazona Dorada
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
El camino ya había quedado atrás y se habían desviado del sendero, puesto que la cabaña no estaba bordeando dicho tramo, sino justo en el centro del bosque. Aun seguía lloviendo y el gigante iba con el torso desnudo sin inmutarse cargando al pequeño perro que, envuelto entre las pieles y gracias al calor de los brazos de Aldebarán se había dormido placidamente olvidando todo a su alrededor por instantes.
Se podía ver asomarse la madera de la cabaña entre los árboles y con suma paz el gigante respiró haciendo señas con su cabeza de que esa era su morada, hacía señas para que Hachi no se despertara. Una ventana estaba bastante abierta, raro a decir verdad, puesto que nunca dejaba las ventanas muy abiertas pero ahí cabía el cuerpo de un pequeño animal que quisiera saquear las cosas de adentro.
Aldebarán colocó al can en el suelo lentamente, dejándolo bajo techo y con las pieles que le envolvían, descansando tranquilamente y le hizo señas a Argol de que hiciera silencio, llevando su dedo índice a su boca. Se ajustó por primera vez el guantelete y escuchó ruidos dentro de la casa, alguien estaba robando. Abrió la puerta de un empujón y estaba dispuesto a aniquilar al animal que estaba dentro, de seguro era un oso en busca de comida, para darse cuenta que era una simple niña que estaba comiendo su carne.
Tomó a la niña de sus ropajes y la levantó como si nada, mirándola aun mas de cerca y salió con ella a la puerta, para avisarle a Argol que estaba todo bien. Salió con la niña sostenida con una mano y con cara de dudas, mientras observaba que la niña seguía comiendo como si nada, suspiró y dijo.
- Hmm, supongo que este era el animal.
Zamarreó un poco a la chica en el aire para que despertara de su trance de comer, comer y seguir comiendo la carne que era de Aldebarán y futuramente iba a degustarla el legionario Argol. La miró a los ojos los cuales eran un toque blanquecino, como si de una ciega se tratase y con total amabilidad le preguntó a la pequeña.
Hmm, ¿Y tu quien eres, pequeña?
Se podía ver asomarse la madera de la cabaña entre los árboles y con suma paz el gigante respiró haciendo señas con su cabeza de que esa era su morada, hacía señas para que Hachi no se despertara. Una ventana estaba bastante abierta, raro a decir verdad, puesto que nunca dejaba las ventanas muy abiertas pero ahí cabía el cuerpo de un pequeño animal que quisiera saquear las cosas de adentro.
Aldebarán colocó al can en el suelo lentamente, dejándolo bajo techo y con las pieles que le envolvían, descansando tranquilamente y le hizo señas a Argol de que hiciera silencio, llevando su dedo índice a su boca. Se ajustó por primera vez el guantelete y escuchó ruidos dentro de la casa, alguien estaba robando. Abrió la puerta de un empujón y estaba dispuesto a aniquilar al animal que estaba dentro, de seguro era un oso en busca de comida, para darse cuenta que era una simple niña que estaba comiendo su carne.
Tomó a la niña de sus ropajes y la levantó como si nada, mirándola aun mas de cerca y salió con ella a la puerta, para avisarle a Argol que estaba todo bien. Salió con la niña sostenida con una mano y con cara de dudas, mientras observaba que la niña seguía comiendo como si nada, suspiró y dijo.
- Hmm, supongo que este era el animal.
Zamarreó un poco a la chica en el aire para que despertara de su trance de comer, comer y seguir comiendo la carne que era de Aldebarán y futuramente iba a degustarla el legionario Argol. La miró a los ojos los cuales eran un toque blanquecino, como si de una ciega se tratase y con total amabilidad le preguntó a la pequeña.
Hmm, ¿Y tu quien eres, pequeña?
Última edición por Aldebaran el Lun Sep 13, 2010 11:36 pm, editado 1 vez
Aldebaran- Caballeros Dorados
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
Argol se bajo de su corcel cuando ya las ramas le impedian avanzar montado, por lo que tomando de las riendas de su corcel lo guiaba por el paso que Aldebaran marcaba a medida que avanzaba. Este camino no recordaba haberlo visto nunca en los dias que solia acampar por el bosque. A decir verdad no salia casi nunca del perimetro establecido de las carpas de la Legion.
Observo la gran cabaña oculta entre ramas y pinos que con sus hojas opacaban un poco la lluvia que caia del cielo. Argol ato a su caballo a un pino cercana a la cabaña y se dirigio con la mano en la empuñadura de su espada hacia la puerta, donde Aldebaran habia visto que algo no andaba bien. El romano no pudo actuar ya que el gigante entro por si solo y al cabo de unos segundos salio con una niña en sus manos. Esta aun tenia su boca llena de comida y una armadura de la Legion en su cuerpo. Inmediatamente Argol se llevo una mano a la frente, recordando que su campamento estaba vacio por ahora.
Se acerco a la niña, olvidando de pronto todo rastro de amabilidad y le pregunto:
-¿Que mas robaste del campamento? ¿ah?-
Su tono era con autoridad, pensaba en como era castigada el robo en Roma y no pudo evitar fruncir su entrecejo. Tendria que tomar riendas en el asunto. Pero la volvio a observar y se rasco sus cabellos mojados. Era solo una niña con hambre, no era culpa de ella ser curiosa, despues de todo el tambien fue niño en su epoca. Observo a Aldebaran y luego a la niña.
-Perdona mis modales, niña. Puedes quedarte con la armadura, ya que hay millones de ellas... pero te meteras en problemas si te ven con ella. ¿Que otras cosas sacaste del campamento? No se toma nada prestado sin consultar antes...-
Me cruze de brazos imitando al gigante y espere una respuesta por parte de la niña. De seguro en mis pertenencias tendria algo para darle a la niña y que no se vaya con las manos vacias.
Observo la gran cabaña oculta entre ramas y pinos que con sus hojas opacaban un poco la lluvia que caia del cielo. Argol ato a su caballo a un pino cercana a la cabaña y se dirigio con la mano en la empuñadura de su espada hacia la puerta, donde Aldebaran habia visto que algo no andaba bien. El romano no pudo actuar ya que el gigante entro por si solo y al cabo de unos segundos salio con una niña en sus manos. Esta aun tenia su boca llena de comida y una armadura de la Legion en su cuerpo. Inmediatamente Argol se llevo una mano a la frente, recordando que su campamento estaba vacio por ahora.
Se acerco a la niña, olvidando de pronto todo rastro de amabilidad y le pregunto:
-¿Que mas robaste del campamento? ¿ah?-
Su tono era con autoridad, pensaba en como era castigada el robo en Roma y no pudo evitar fruncir su entrecejo. Tendria que tomar riendas en el asunto. Pero la volvio a observar y se rasco sus cabellos mojados. Era solo una niña con hambre, no era culpa de ella ser curiosa, despues de todo el tambien fue niño en su epoca. Observo a Aldebaran y luego a la niña.
-Perdona mis modales, niña. Puedes quedarte con la armadura, ya que hay millones de ellas... pero te meteras en problemas si te ven con ella. ¿Que otras cosas sacaste del campamento? No se toma nada prestado sin consultar antes...-
Me cruze de brazos imitando al gigante y espere una respuesta por parte de la niña. De seguro en mis pertenencias tendria algo para darle a la niña y que no se vaya con las manos vacias.
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
La pequeña continuó atragantándose con la comida sin siquiera percatarse del estruendo del dueño de la cabaña agarrándola con las manos, mas bien medio cuerpo, en la masa. Apenas sintió como su cuerpecito comenzaba a levitar saliendo de la bolsa, pensó que estaba soñando de tan alegre que estaba, con sus ojos entrecerrados seguía intentando engullir la comida que le hinchaban las mejillas.
“¡Wiiiii!” sonaba en su cabecita, mientras la niña continuaba en su trance de felicidad. Al menos hasta que un sacudón la tiró de vuelta a la realidad. Sus ojos se abrieron de par en par al encontrarse con un inmenso hombre que la sostenía con un brazo dejándola colgada de vista al suelo. Sus cachetes inflados pronto se contrajeron luego de tragar costosamente el bocadote que le quedaba y luego quedando boquiabierta observando con curiosidad al hombre.
-¡Wow! ¡Eres aun mas grande de lo que imaginé!- dijo ladeando la cabeza con sus ojos blanquecinos brillosos de la emoción. El gran señor le preguntó amablemente por su identidad, bueno después de todo había irrumpido en su casa, como mínimo podía presentarse.
-Jiji soy Sylvanas. Tienes una linda casa, calentita..¡y rica comida!- respondió la chiquilla con una sonrisa de oreja a oreja mientras se balanceaba para así sujetarse del brazo del enorme hombre y escalarlo hasta casi la espalda, como si jugase en las ramas de un árbol. -¿ Y tu quien…- antes de que pudiese terminar de preguntar retumbó en su pequeño oído la voz molesta de un tercero. Sus ojos se desviaron al instante en busca del sujeto y se encontró con un hombre que llevaba una armadura igualita a la de ella. No le gustaba la cara del joven, con el ceño fruncido y esa actitud de soy mas grande y mas fuerte que tú. Sylvanas le frunció también el entrecejo y la sonrisa desapareció de sus labios dejando paso a una mueca ofendida y también en partes de burla.
-¿Robar? ¡No hice nada de eso!- refutó a mala gana. Pero el temple del chico cambio por completo y continuó con su sermón de manera mas tranquila. Syl alzó una ceja algo confundida por aquello y sin mala intención se le escapó unas palabras. – Eres raro…- Al instante la gran sonrisa cual gato de cheshire le resurgió en el rostro junto a una leve risilla infantil
-¿A que me queda bien no?- dijo entre risas acomodándose la enorme armadura en su pequeño torso. – ¡No me trates de ladrona! Dile a tus amigos que no tiren tan bellas cosas por ahí.- reprochó señalando con su dedo hacia el interior de la cabaña donde en el suelo había una bolsa con todos sus tesoros, cosas de valor y otras completamente inservibles. Para ella lo que hacía no era robar y no era algo malo por lo que el hecho de que la tratara así le molestaba. Y como si nada hubiese ocurrido y las acusaciones le importaran en lo absoluto volvió a dirigir su miradita fascinada al hombre que la sostenía ya que había quedado impresionada por su tamaño. Continuó balanceándose en el brazo de este y trepándole por la espalda hasta que se digno a preguntar.
-¿Y ustedes son?-
“¡Wiiiii!” sonaba en su cabecita, mientras la niña continuaba en su trance de felicidad. Al menos hasta que un sacudón la tiró de vuelta a la realidad. Sus ojos se abrieron de par en par al encontrarse con un inmenso hombre que la sostenía con un brazo dejándola colgada de vista al suelo. Sus cachetes inflados pronto se contrajeron luego de tragar costosamente el bocadote que le quedaba y luego quedando boquiabierta observando con curiosidad al hombre.
-¡Wow! ¡Eres aun mas grande de lo que imaginé!- dijo ladeando la cabeza con sus ojos blanquecinos brillosos de la emoción. El gran señor le preguntó amablemente por su identidad, bueno después de todo había irrumpido en su casa, como mínimo podía presentarse.
-Jiji soy Sylvanas. Tienes una linda casa, calentita..¡y rica comida!- respondió la chiquilla con una sonrisa de oreja a oreja mientras se balanceaba para así sujetarse del brazo del enorme hombre y escalarlo hasta casi la espalda, como si jugase en las ramas de un árbol. -¿ Y tu quien…- antes de que pudiese terminar de preguntar retumbó en su pequeño oído la voz molesta de un tercero. Sus ojos se desviaron al instante en busca del sujeto y se encontró con un hombre que llevaba una armadura igualita a la de ella. No le gustaba la cara del joven, con el ceño fruncido y esa actitud de soy mas grande y mas fuerte que tú. Sylvanas le frunció también el entrecejo y la sonrisa desapareció de sus labios dejando paso a una mueca ofendida y también en partes de burla.
-¿Robar? ¡No hice nada de eso!- refutó a mala gana. Pero el temple del chico cambio por completo y continuó con su sermón de manera mas tranquila. Syl alzó una ceja algo confundida por aquello y sin mala intención se le escapó unas palabras. – Eres raro…- Al instante la gran sonrisa cual gato de cheshire le resurgió en el rostro junto a una leve risilla infantil
-¿A que me queda bien no?- dijo entre risas acomodándose la enorme armadura en su pequeño torso. – ¡No me trates de ladrona! Dile a tus amigos que no tiren tan bellas cosas por ahí.- reprochó señalando con su dedo hacia el interior de la cabaña donde en el suelo había una bolsa con todos sus tesoros, cosas de valor y otras completamente inservibles. Para ella lo que hacía no era robar y no era algo malo por lo que el hecho de que la tratara así le molestaba. Y como si nada hubiese ocurrido y las acusaciones le importaran en lo absoluto volvió a dirigir su miradita fascinada al hombre que la sostenía ya que había quedado impresionada por su tamaño. Continuó balanceándose en el brazo de este y trepándole por la espalda hasta que se digno a preguntar.
-¿Y ustedes son?-
Sylvanas- Amazona Dorada
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
La niña se presentaba, trepaba en el brazo de Aldebarán para luego quedarse en su espalda y comenzar a contestarle al legionario. La pequeña parecía un mono entre las ramas trepando al enorme Aldebarán que tan solo la miraba de reojos sin decir nada, quieto como si fuese un árbol, de hecho por su altura parecía.
- Ella tiene razón, no está robando. Solo está tomando cosas sin permiso de la gente y eso está extremadamente mal en las lecciones de vida de mi persona. Aunque tengo que reconocer que la armadura le queda bien, pero creo que se vería mejor en el cuerpo de él, ¿No crees Sylvanas?
Musitó Aldebarán señalando a quien le acompañaba. El cuello del grandote hizo un fuerte estruendo y se puso de pie, cargando sin problema alguno a la pequeña Sylvanas que se aferró fuerte a su torso desnudo para no caer y se quedó aferrada del cuello del gigante, mientras la lluvia hacía un cabello bastante lacio a ambos.
El físico de Aldebarán era realmente impactante, debido a que se esforzaba mucho entrenando para ser el mejor de cuerpo a cuerpo. Para hacerlo más gigante visualmente, estaba al lado de una pequeña el cual en comparación de tamaño, medía lo mismo que su brazo. Adoptaba la misma postura de siempre y con aburrimiento caminó con la pequeña colgada de su cuello hacia dentro de la cabaña.
- Ven Argol, aun queda algo de comida y te vas a helar allí fuera, como que no es muy formal comer bajo la lluvia, al menos que estés en un campamento y dentro hay un ambiente mas calido.
Al entrar el clima cambió totalmente, hacía bastante calor ahí dentro y se podía respirar un ambiente más hogareño y pacifico que el constante sonido de la lluvia impactar contra el suelo. Observó a la pequeña que a pesar de tener la armadura tenía unos simples harapos puestos, Aldebarán dejó a la pequeña sentada en su cama y buscó debajo de ella, sacando una enorme bolsa que contenía algo de ropa.
- Nunca pensé en tener un hijo, pero por las dudas me traje un poco de ropa del orfanato que tenía hace un tiempo, es ropa que a los niños no les entraban por si a alguien mas le servía, quizás te sirvan estas prendas, pequeña Sylvanas.
Dijo Aldebarán sacando unas hermosas prendas y colocándolas a los pies de la chica. Era ropa, ni de muy fina calidad ni de la mas baja, simplemente ropa y prefería regalársela a la pequeña niña mono que estaba bastante hambrienta y tenía pinta de vivir en la calle, que quedársela él, dado que ni siquiera le entraba en el pie. Cuando entró Argol, Aldebarán le señaló la carne que aun estaba en un estado perfecta para comerla.
- Ahí tienes Argol, puedes servirte lo que quieras, espero no te moleste comer con las manos, jaja… no soy de la gente que come en platos, dado que soy alguien mas rustico.
Se puso de pie y caminó hacia la comida, arrancando un gran pedazo con su mano, le dio un gran mordisco y vio a la joven que miraba la bolsa de ropa que Aldebarán le había dado. Sonrió un poco, aquella jovencita le hacía recordar a todos los niños que dejó en Roma y a todos los grandes que habían crecido con él y que ahora tenían su misma edad, asintió con su cabeza para si mismo y dijo.
- Por cierto, me llamo Aldebarán, como verás a él lo llamé a Argol, puedes elegir una ropa luego ahora ven y come, que sino no te dejaremos nada.
Musitó el gigante con amabilidad, no conocía a nadie en el bosque, tan solo de vista y de un hola y hasta luego, pero era completamente amable y amistoso. Y después de tanto tiempo de estar solo, tener un poco de compañía agradable, realmente era un gusto para el gigante del bosque, como le solían llamar algunos soldados de roma.
- Ella tiene razón, no está robando. Solo está tomando cosas sin permiso de la gente y eso está extremadamente mal en las lecciones de vida de mi persona. Aunque tengo que reconocer que la armadura le queda bien, pero creo que se vería mejor en el cuerpo de él, ¿No crees Sylvanas?
Musitó Aldebarán señalando a quien le acompañaba. El cuello del grandote hizo un fuerte estruendo y se puso de pie, cargando sin problema alguno a la pequeña Sylvanas que se aferró fuerte a su torso desnudo para no caer y se quedó aferrada del cuello del gigante, mientras la lluvia hacía un cabello bastante lacio a ambos.
El físico de Aldebarán era realmente impactante, debido a que se esforzaba mucho entrenando para ser el mejor de cuerpo a cuerpo. Para hacerlo más gigante visualmente, estaba al lado de una pequeña el cual en comparación de tamaño, medía lo mismo que su brazo. Adoptaba la misma postura de siempre y con aburrimiento caminó con la pequeña colgada de su cuello hacia dentro de la cabaña.
- Ven Argol, aun queda algo de comida y te vas a helar allí fuera, como que no es muy formal comer bajo la lluvia, al menos que estés en un campamento y dentro hay un ambiente mas calido.
Al entrar el clima cambió totalmente, hacía bastante calor ahí dentro y se podía respirar un ambiente más hogareño y pacifico que el constante sonido de la lluvia impactar contra el suelo. Observó a la pequeña que a pesar de tener la armadura tenía unos simples harapos puestos, Aldebarán dejó a la pequeña sentada en su cama y buscó debajo de ella, sacando una enorme bolsa que contenía algo de ropa.
- Nunca pensé en tener un hijo, pero por las dudas me traje un poco de ropa del orfanato que tenía hace un tiempo, es ropa que a los niños no les entraban por si a alguien mas le servía, quizás te sirvan estas prendas, pequeña Sylvanas.
Dijo Aldebarán sacando unas hermosas prendas y colocándolas a los pies de la chica. Era ropa, ni de muy fina calidad ni de la mas baja, simplemente ropa y prefería regalársela a la pequeña niña mono que estaba bastante hambrienta y tenía pinta de vivir en la calle, que quedársela él, dado que ni siquiera le entraba en el pie. Cuando entró Argol, Aldebarán le señaló la carne que aun estaba en un estado perfecta para comerla.
- Ahí tienes Argol, puedes servirte lo que quieras, espero no te moleste comer con las manos, jaja… no soy de la gente que come en platos, dado que soy alguien mas rustico.
Se puso de pie y caminó hacia la comida, arrancando un gran pedazo con su mano, le dio un gran mordisco y vio a la joven que miraba la bolsa de ropa que Aldebarán le había dado. Sonrió un poco, aquella jovencita le hacía recordar a todos los niños que dejó en Roma y a todos los grandes que habían crecido con él y que ahora tenían su misma edad, asintió con su cabeza para si mismo y dijo.
- Por cierto, me llamo Aldebarán, como verás a él lo llamé a Argol, puedes elegir una ropa luego ahora ven y come, que sino no te dejaremos nada.
Musitó el gigante con amabilidad, no conocía a nadie en el bosque, tan solo de vista y de un hola y hasta luego, pero era completamente amable y amistoso. Y después de tanto tiempo de estar solo, tener un poco de compañía agradable, realmente era un gusto para el gigante del bosque, como le solían llamar algunos soldados de roma.
Aldebaran- Caballeros Dorados
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
El romano miraba expectante la charla del grandote con la pequeña. Al parecer el si sabia tratar a los niños en comparacion a Argol, que el desde chico ya habia aprendido a matar a alguien con la espada, aunque eso no quitara el noble corazon del mismo. Escucho de fondo como la lluvia se habia intensificado, chocando con la madera de la cabaña y el viento agitando los arboles del exterior.
Se acerco a una mesa con la bolsita con las pertenencias del campamento que Sylvanas le habia mostrado y que el agarro. La abrio y empezo a revisarla. Habia joyas, algun que otro anillo con un rubi verde en el centro, de seguro algun tesoro de sus compañeros que tomaron en sus viajes. Lo demas no tenia importancia.
-Seria mejor devolverle lo de valor a los hombres... podrian rodar cabezas si se dan cuenta que les falta estas cosas-
Dijo y acto seguido tomo los anillos, y las cosas de valor, guardandolas en un costado de sus ropas, donde si estarian seguros, por lo menos hasta llegar al campamento. Metio su otra mano en sus ropas para retirar algo y lo coloco en la mesa, alejandolo con sus dedos para que la niña lo tome.
-Mira eso. Lo "tome prestado" cuando combati en Germania. Te lo doy a cambio de las cosas que tome-
Era nada mas que un anillo enorme, tal vez perfecto para el dedo de Aldebaran, pero si la niña lo queria para cambiarlo por oro se haria rica. Tenia muchas perlas preciosas incrustadas por el costado del anillo, el cual era de oro. Delante como si fuera el anillo de un rey, tenia un rubi que brillaba msiteriosamente.
Luego puso atencion al enorme animal cocinado que teni enfrente. Lucia bastante apetitoso y aun quedaba bastante para el y la niña. Con sus manos desgarro un poco de carne y sus dedos se llenaron de grasa. Llevo el pedazo de carne a su boca y empezo a comer.
-No te preocupes por comer sin cubiertos. En los campamentos esas cosas no existen jeje-
Siguio desgustando su comida y en verdad le parecia muy rico, tal vez lo mejor que pudo haber comido desde que se enlisto en el ejercito romano. Luego se chupo los dedos grasolientos y se quedo observando a la niña.
-¿De donde conoces a Aldebaran? Es que antes hablaste como si hubieras oido de el...-
Se acerco a una mesa con la bolsita con las pertenencias del campamento que Sylvanas le habia mostrado y que el agarro. La abrio y empezo a revisarla. Habia joyas, algun que otro anillo con un rubi verde en el centro, de seguro algun tesoro de sus compañeros que tomaron en sus viajes. Lo demas no tenia importancia.
-Seria mejor devolverle lo de valor a los hombres... podrian rodar cabezas si se dan cuenta que les falta estas cosas-
Dijo y acto seguido tomo los anillos, y las cosas de valor, guardandolas en un costado de sus ropas, donde si estarian seguros, por lo menos hasta llegar al campamento. Metio su otra mano en sus ropas para retirar algo y lo coloco en la mesa, alejandolo con sus dedos para que la niña lo tome.
-Mira eso. Lo "tome prestado" cuando combati en Germania. Te lo doy a cambio de las cosas que tome-
Era nada mas que un anillo enorme, tal vez perfecto para el dedo de Aldebaran, pero si la niña lo queria para cambiarlo por oro se haria rica. Tenia muchas perlas preciosas incrustadas por el costado del anillo, el cual era de oro. Delante como si fuera el anillo de un rey, tenia un rubi que brillaba msiteriosamente.
Luego puso atencion al enorme animal cocinado que teni enfrente. Lucia bastante apetitoso y aun quedaba bastante para el y la niña. Con sus manos desgarro un poco de carne y sus dedos se llenaron de grasa. Llevo el pedazo de carne a su boca y empezo a comer.
-No te preocupes por comer sin cubiertos. En los campamentos esas cosas no existen jeje-
Siguio desgustando su comida y en verdad le parecia muy rico, tal vez lo mejor que pudo haber comido desde que se enlisto en el ejercito romano. Luego se chupo los dedos grasolientos y se quedo observando a la niña.
-¿De donde conoces a Aldebaran? Es que antes hablaste como si hubieras oido de el...-
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
-¡No he hecho nada malo!- replico al gran hombre con un poco de frustración y tristeza en sus ojos y una mueca ofendida surcándole el rostro. Ella no era mala, y no creía estar haciendo ningún mal. – ¡Yo no robo! Todo lo que tengo son cosas que encontré abandonadas, si le quito algo a alguien es porque esa persona era mala.– refutó la pequeña pataleando al colgar de la espalda de Aldebarán, una vez que este la dejó en la cama la niña volvía a tener esa sonrisa infantil y juguetona. – Si la quería solo debía pedirlo.- dijo alegremente mientras se quitaba el enorme peto y lo dejaba a un costado para que en todo caso Argol quisiera llevárselo.
La chiquilla vió como el espaldón le ofrecía ropas cómodas para ponerse, Sylvanas ni se lo pensó dos veces comenzó a revolver la bolsa sintiendo el tacto de las telas, de seguro eran calentitas y no estaban todas rotas como las suyas. – Wiiiiiiiiii.- exclamó la jovencita mientras se abalanzaba casi metiéndose sobre la bolsa para investigar mas, pero escuchó unas ultimas palabras del tal Aldebarán y definitivamente su estomago la obligo a escoger primero la oferta de comida. Corrió hacia la mesa con un brillo entusiasta y fascinado en sus ojitos blanquecinos, pero por su estatura el borde de la mesa se le clavaba en el pecho y no alcanzaba la comida. Colocó ambas manos sobre el borde y clavo su mirada en la deliciosa carne como si fuese una presa, y de la nada pegó un salto con mucha agilidad en la acrobacia aterrizando encima de la mesa, cerca de la comida. Tomó con desespero una pata del animal y se lo llevó a la boca sin timidez alguna, ni modales, masticando con rapidez hasta casi atragantarse.
Se percató entonces de que Argol se estaba llevando parte de sus tesoros. –¡Ey!¡Eso no es justo!- se quejó cruzándose de brazos frunciendo el ceño ya que se estaba llevando todas las cosas brillantes y bonitas, y no una ¡Todas!. Pero antes de que pudiese decir otra cosa, el joven la interrumpió ofreciéndole un anillo muy extravagante que a la niña le encantó. Lo tomó entre sus manitas analizando hasta el más mínimo detalle. Era brillante, grande, bonito y con muchos colores, era aceptable para el cambio. –¡Hecho! Llévate lo que te sea importante, pero ¿podría pedirte que me dejes eso?- inquirió señalando una especie de cacerola de metal de esas que se utilizan en los campamentos para cocinar algo pequeño a la intemperie, algo inservible pero a la chiquilla le gustaba. Lo tomó y se lo colocó en la cabeza, le quedaba como un casco, era una imagen muy graciosa y la pequeña reía con inocencia.
-Nunca lo había visto, pero escuche hablar de un grandote por aquí en los bosques aunque pensé se trataría de un oso. Cuando vi la cabaña tan grande imaginé que viviría alguien inmenso, pues no me equivoque.- respondió Syl observando a Aldebarán y sonriéndole con la cabeza ladeada. Volvió a pegar un mordisco a la carne en sus manos, pero cuando tragó su rostro perdió un poco de aquella vivacidad, mostrándose hasta un poco inexpresiva. – Es difícil vivir sola en el bosque…o en las calles.- murmuró en un tono un poco mas serio y tenue para luego volver a arrancar un pedazo de la pata del animal cocinado. Dejando así solo el hueso se puso de pie en la mesa y abrazo al gran hombre de larga cabellera. –¡Gracias!- le chilló cerca del oído recobrando nuevamente el espíritu juvenil y bromista. Para luego soltarlo y nuevamente pegar un salto acrobático cayendo en la alfombra donde vació la bolsa de la ropa y comenzó a hurgar en ella. Encontró unas prendas verdes bastante bonitas y al parecer cómodas, se las puso inmediatamente por sobre sus harapos y volvió a dirigir su mirada a los hombres que miraban desde la mesa, brindándoles una sonrisa aun mas ancha y agradable. Se desparramó sobre la alfombra, disfrutando y jugando en ella como si fuese un gato. Luego de una comida tan abundante como hace demasiado tiempo no tenía el sueño comenzó a invadirle.
-¿Podría…quedarme hasta que pare la lluvia?- preguntó en un tono dulce e inocente observando inquieta a Aldebarán.
La chiquilla vió como el espaldón le ofrecía ropas cómodas para ponerse, Sylvanas ni se lo pensó dos veces comenzó a revolver la bolsa sintiendo el tacto de las telas, de seguro eran calentitas y no estaban todas rotas como las suyas. – Wiiiiiiiiii.- exclamó la jovencita mientras se abalanzaba casi metiéndose sobre la bolsa para investigar mas, pero escuchó unas ultimas palabras del tal Aldebarán y definitivamente su estomago la obligo a escoger primero la oferta de comida. Corrió hacia la mesa con un brillo entusiasta y fascinado en sus ojitos blanquecinos, pero por su estatura el borde de la mesa se le clavaba en el pecho y no alcanzaba la comida. Colocó ambas manos sobre el borde y clavo su mirada en la deliciosa carne como si fuese una presa, y de la nada pegó un salto con mucha agilidad en la acrobacia aterrizando encima de la mesa, cerca de la comida. Tomó con desespero una pata del animal y se lo llevó a la boca sin timidez alguna, ni modales, masticando con rapidez hasta casi atragantarse.
Se percató entonces de que Argol se estaba llevando parte de sus tesoros. –¡Ey!¡Eso no es justo!- se quejó cruzándose de brazos frunciendo el ceño ya que se estaba llevando todas las cosas brillantes y bonitas, y no una ¡Todas!. Pero antes de que pudiese decir otra cosa, el joven la interrumpió ofreciéndole un anillo muy extravagante que a la niña le encantó. Lo tomó entre sus manitas analizando hasta el más mínimo detalle. Era brillante, grande, bonito y con muchos colores, era aceptable para el cambio. –¡Hecho! Llévate lo que te sea importante, pero ¿podría pedirte que me dejes eso?- inquirió señalando una especie de cacerola de metal de esas que se utilizan en los campamentos para cocinar algo pequeño a la intemperie, algo inservible pero a la chiquilla le gustaba. Lo tomó y se lo colocó en la cabeza, le quedaba como un casco, era una imagen muy graciosa y la pequeña reía con inocencia.
-Nunca lo había visto, pero escuche hablar de un grandote por aquí en los bosques aunque pensé se trataría de un oso. Cuando vi la cabaña tan grande imaginé que viviría alguien inmenso, pues no me equivoque.- respondió Syl observando a Aldebarán y sonriéndole con la cabeza ladeada. Volvió a pegar un mordisco a la carne en sus manos, pero cuando tragó su rostro perdió un poco de aquella vivacidad, mostrándose hasta un poco inexpresiva. – Es difícil vivir sola en el bosque…o en las calles.- murmuró en un tono un poco mas serio y tenue para luego volver a arrancar un pedazo de la pata del animal cocinado. Dejando así solo el hueso se puso de pie en la mesa y abrazo al gran hombre de larga cabellera. –¡Gracias!- le chilló cerca del oído recobrando nuevamente el espíritu juvenil y bromista. Para luego soltarlo y nuevamente pegar un salto acrobático cayendo en la alfombra donde vació la bolsa de la ropa y comenzó a hurgar en ella. Encontró unas prendas verdes bastante bonitas y al parecer cómodas, se las puso inmediatamente por sobre sus harapos y volvió a dirigir su mirada a los hombres que miraban desde la mesa, brindándoles una sonrisa aun mas ancha y agradable. Se desparramó sobre la alfombra, disfrutando y jugando en ella como si fuese un gato. Luego de una comida tan abundante como hace demasiado tiempo no tenía el sueño comenzó a invadirle.
-¿Podría…quedarme hasta que pare la lluvia?- preguntó en un tono dulce e inocente observando inquieta a Aldebarán.
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
La pequeña saltarina estaba jugueteando con el gigante del bosque, mientras éste observaba todas sus maniobras y lo que de vez en cuando comentaba Argol. Observar a la jovencita con una cacerola en la cabeza realmente era un espectáculo admirable sin contar que mientras comían ella sonreía y le agradecía a Aldebarán con mucho entusiasmo, se podía notar que no comía bien hacia unos días la pequeñuela.
- Sé que vivir en la calle es duro, chica. Si tú supieras todo lo que yo he vivido, te sorprenderías, pero aunque cueste… robar no es lo más indicado que se debe hacer. Podrías meterte en problemas y luego te podrían llevar a la pena de muerte por una tontería así, yo creo que deberías tomar otro camino, pequeña.
Dijo Aldebarán mientras la jovencita aun con la cacerola en la cabeza se comenzaba a acomodar en la pequeña alfombra que tenía el gigante cerca de su cama. El grandote se levantó rápidamente y escuchó las palabras de la niña pidiendo permiso para quedarse a lo que el enorme hombre ni siquiera respondió y la alzó como si fuese un bebé.
- Hahaha, puedes quedarte el tiempo que quieras pero si vas a descansar lo harás en la cama como corresponde, dado que podría impedir tu crecimiento dormir en un lugar tan duro como el suelo o la alfombra, que técnicamente es un poquito mas blanda que el piso de madera.
La colocó sobre su cama para que ésta se acostara como ella quisiera, parecía una pequeña muñeca en la cama dado que ésta había sido creada especialmente para Aldebarán y era enorme, más grande de lo común. Con unas pieles de animales que cazaba de vez en cuando en el bosque, las cuales servían para taparse cuando hacía frío en las noches de invierno o como en esos momentos que estaba lloviendo.
- No hay problema en cuanto te quedes, mientras no causes desorden o caos… ¡Jajaja!
Dijo para levantarse y quedarse erguido mirando a la niña, mientras se cruzaba de brazos. Esa niña le hacía recordar un poco su infancia, de seguro estar por las noches solo, quizás con algo de hambre e intentando ver como conseguir un trozo de pan, algo que realmente entristecía a Aldebarán, porque por mas que lo intentara no podía ayudar a todos y siempre habría un pequeño niño el cual quedaría desamparado en la vida.
- ¿Entendido?
- Sé que vivir en la calle es duro, chica. Si tú supieras todo lo que yo he vivido, te sorprenderías, pero aunque cueste… robar no es lo más indicado que se debe hacer. Podrías meterte en problemas y luego te podrían llevar a la pena de muerte por una tontería así, yo creo que deberías tomar otro camino, pequeña.
Dijo Aldebarán mientras la jovencita aun con la cacerola en la cabeza se comenzaba a acomodar en la pequeña alfombra que tenía el gigante cerca de su cama. El grandote se levantó rápidamente y escuchó las palabras de la niña pidiendo permiso para quedarse a lo que el enorme hombre ni siquiera respondió y la alzó como si fuese un bebé.
- Hahaha, puedes quedarte el tiempo que quieras pero si vas a descansar lo harás en la cama como corresponde, dado que podría impedir tu crecimiento dormir en un lugar tan duro como el suelo o la alfombra, que técnicamente es un poquito mas blanda que el piso de madera.
La colocó sobre su cama para que ésta se acostara como ella quisiera, parecía una pequeña muñeca en la cama dado que ésta había sido creada especialmente para Aldebarán y era enorme, más grande de lo común. Con unas pieles de animales que cazaba de vez en cuando en el bosque, las cuales servían para taparse cuando hacía frío en las noches de invierno o como en esos momentos que estaba lloviendo.
- No hay problema en cuanto te quedes, mientras no causes desorden o caos… ¡Jajaja!
Dijo para levantarse y quedarse erguido mirando a la niña, mientras se cruzaba de brazos. Esa niña le hacía recordar un poco su infancia, de seguro estar por las noches solo, quizás con algo de hambre e intentando ver como conseguir un trozo de pan, algo que realmente entristecía a Aldebarán, porque por mas que lo intentara no podía ayudar a todos y siempre habría un pequeño niño el cual quedaría desamparado en la vida.
- ¿Entendido?
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
Con su carita pegada al pelaje de la alfombra volvió a hacer una mueca algo ofendida que se deformaba al tener la mejilla aplastada contra el suelo. En verdad no le gustaba que le dijeran que lo que hacia era algo malo ¡para ella no lo era! Además de no haberlo hecho no estaría viva, nunca se negó a devolver algo cuando se le fue pedido de vuelta con amabilidad, claro que fuese comida, eso no podía aunque quisiese. Los parpados de la chiquilla se entrecerraron apenada al escuchar las ultimas palabras del gran hombre, habrá sido en su confusión o en su entusiasmo tal vez que no entendió bien y pensó que no podría quedarse. Quería seguir sintiendo el calor y la suavidad de ese lugarcito, extrañaba sentir esas bellas sensaciones.
Pero de repente sintió como dos inmensas y fuertes manos la tomaban por la cintura y la levantaban por los aires como si se tratase de un juego, y al ver la cara del Aldebarán sonriendo se percató de su error, provocando que la sonrisa que torció sus labios fuese aun mas ancha y alegre. Disfrutó de los segundos en el aire, como si volara, riendo y aferrándose de los brazos del peliblanco para balancearse y jugar. Pero el hombre la dejó en una cama y Sylvanas lo miró fijamente con ingenuidad. Escuchó las palabras con atención y sus ojitos se abrieron de par en par, primero observando fijamente al hombre del bosque y luego dirigiendo su miradita blanquecina a la inmensa cama en la que estaba sentada. Sus orbes brillaron de felicidad y emoción ¡Una cama! Por primera vez en su corta vida iba a conocer lo que era descansar en esas camas de aspecto tan cómodo y acogedor. Abrió sus bracitos y se desparramó sobre el colchón, moviéndose de lado a lado abrazando la almohada. La suavidad, el calor, era indescriptible la dicha que en esos momentos vivía la joven Syl. No era tan solo una cama, era un paraíso para la niña. Hundió su rostro el acolchonado relleno, pataleando felizmente sin aun poder creer que todo aquello fuera real. El aroma a cedro y roble, a tela limpia y fresca. Volvió a levantar la cabeza para no ahogarse y para observar al gigantón que le pedía tan solo que se portase bien.
-¡Si! – respondió Sylvanas asintiendo con la cabeza y con una sonrisa de oreja a oreja, puramente sincera y llena de gratitud. Sus parpados se fueron cerrando lentamente pero de sus labios salieron unas últimas e inesperadas palabras:
-Señor Aldebarán…usted es demasiado bueno.- murmuró la chiquilla con el tono más dulce que podría escucharse alguna vez de ella, y así como habló se dejó arrastrar por el cansancio y se quedó dormida, abrazada a la almohada, acurrucada con las rodillas tocando casi su pecho.
Pero de repente sintió como dos inmensas y fuertes manos la tomaban por la cintura y la levantaban por los aires como si se tratase de un juego, y al ver la cara del Aldebarán sonriendo se percató de su error, provocando que la sonrisa que torció sus labios fuese aun mas ancha y alegre. Disfrutó de los segundos en el aire, como si volara, riendo y aferrándose de los brazos del peliblanco para balancearse y jugar. Pero el hombre la dejó en una cama y Sylvanas lo miró fijamente con ingenuidad. Escuchó las palabras con atención y sus ojitos se abrieron de par en par, primero observando fijamente al hombre del bosque y luego dirigiendo su miradita blanquecina a la inmensa cama en la que estaba sentada. Sus orbes brillaron de felicidad y emoción ¡Una cama! Por primera vez en su corta vida iba a conocer lo que era descansar en esas camas de aspecto tan cómodo y acogedor. Abrió sus bracitos y se desparramó sobre el colchón, moviéndose de lado a lado abrazando la almohada. La suavidad, el calor, era indescriptible la dicha que en esos momentos vivía la joven Syl. No era tan solo una cama, era un paraíso para la niña. Hundió su rostro el acolchonado relleno, pataleando felizmente sin aun poder creer que todo aquello fuera real. El aroma a cedro y roble, a tela limpia y fresca. Volvió a levantar la cabeza para no ahogarse y para observar al gigantón que le pedía tan solo que se portase bien.
-¡Si! – respondió Sylvanas asintiendo con la cabeza y con una sonrisa de oreja a oreja, puramente sincera y llena de gratitud. Sus parpados se fueron cerrando lentamente pero de sus labios salieron unas últimas e inesperadas palabras:
-Señor Aldebarán…usted es demasiado bueno.- murmuró la chiquilla con el tono más dulce que podría escucharse alguna vez de ella, y así como habló se dejó arrastrar por el cansancio y se quedó dormida, abrazada a la almohada, acurrucada con las rodillas tocando casi su pecho.
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
Aun cruzado de brazos observaba como la pequeña lentamente cerraba sus parpados y se dejaba llevar por el sueño y cansancio que de seguro tenía, lo podía ver en sus ojos, no era común para ella dormir en una cama o quizás nunca lo había hecho. Asintió a la pregunta que Aldebarán le había hecho hacía unos instantes y se echó en la cama despatarrada y se fue durmiendo, no sin antes murmurar unas palabras con una dulce voz que sin duda tocaron el corazón del gigante hasta lo más profundo.
No pudo evitar sonreír y descruzarse de brazos para tapar a la pequeña con un par de pieles que usaba como cobija en las noches el hombre. El gigante respiró profundo y se puso de pie al instante observando ahora a Argol que comía lentamente, en realidad tenía hambre pero comía lento comparado a como comía él cuando tenía hambre. Era simplemente como un huracán que arrasaba la comida y dejaba solo los restos.
- Los niños realmente son como ángeles… cuando duermen, ¡Jajaja!
Musitó mientras se ponía de pie y observaba a través de la ventana como caía la lluvia fuera. Era un hermoso paisaje, siempre le gustaba la lluvia a Aldebarán, recordaba cuando era niño y esos días de lluvia, donde toda la gente siempre corría buscando un refugio el estaba jugando con sus amigos en las calles de tierra, divirtiéndose entre el barro y ensuciándose hasta no dar mas, pues total no había padres que los regañaran.
Cada quien era un mundo, y el gigante quería saber que podría pensar cada persona en su mente, comprenderlo, ayudarlo estar siempre con ellos, con los que lo necesitaban. Se le pasó por la mente ¿Qué pensaría esa niña que ahora dormía en su cama cuando iba a dormir? ¿Tenía padres? Lo mas seguro era que no, sino no estaría en el bosque y mucho menos hurtando, y sobretodo que el hurto le pareciera que estaba bien.
El hombre adoptaba la pose de siempre, cruzándose de brazos mientras sentía como Argol masticaba la poca carne que al animal le quedaba. Evitó mirar para fuera, la lluvia le entristecía un poco y se le podía notar en su rostro, aun estaba con su torso desnudo y con su cabello mojado. Suspiró y se colocó una ropa cómoda, agregando una capa blanquecina a su atuendo que le llegaba hasta la parte trasera de sus rodillas.
Se acomodó su pelo arrojándoselo hacia atrás y este cayó a su espalda, quedando algunos cabellos apoyados sobre sus hombros que chorreaban hasta su pecho. Se colocó su capucha y abrió la puerta, mirando hacia fuera antes de salir. Observó a la pequeña y luego a Argol, caminó hasta fuera y trajo el caballo del Legionario bajo techo para que no se mojara, le caían bien todo tipo de ser que tuviera vida y no le gustaba verlo mojado al equino, le daba como lastima o pena.
Con el caballo bajo techo y atado, fuera de la cabaña se sintió mas tranquilo, la fuerte lluvia se hacía mas densa y cuando Aldebarán entró a la casa nuevamente se quitó la capa, la capucha y se quedó con la puerta abierta para que un asustado Hachi por la lluvia se introdujera dentro de la casa con la cola entre las patas y se echara encima de la alfombra para descansar un poco. El gigante cerró la puerta y musitó.
- Y cuéntame Argol, ¿Qué tan difícil es la vida de un Legionario?
No pudo evitar sonreír y descruzarse de brazos para tapar a la pequeña con un par de pieles que usaba como cobija en las noches el hombre. El gigante respiró profundo y se puso de pie al instante observando ahora a Argol que comía lentamente, en realidad tenía hambre pero comía lento comparado a como comía él cuando tenía hambre. Era simplemente como un huracán que arrasaba la comida y dejaba solo los restos.
- Los niños realmente son como ángeles… cuando duermen, ¡Jajaja!
Musitó mientras se ponía de pie y observaba a través de la ventana como caía la lluvia fuera. Era un hermoso paisaje, siempre le gustaba la lluvia a Aldebarán, recordaba cuando era niño y esos días de lluvia, donde toda la gente siempre corría buscando un refugio el estaba jugando con sus amigos en las calles de tierra, divirtiéndose entre el barro y ensuciándose hasta no dar mas, pues total no había padres que los regañaran.
Cada quien era un mundo, y el gigante quería saber que podría pensar cada persona en su mente, comprenderlo, ayudarlo estar siempre con ellos, con los que lo necesitaban. Se le pasó por la mente ¿Qué pensaría esa niña que ahora dormía en su cama cuando iba a dormir? ¿Tenía padres? Lo mas seguro era que no, sino no estaría en el bosque y mucho menos hurtando, y sobretodo que el hurto le pareciera que estaba bien.
El hombre adoptaba la pose de siempre, cruzándose de brazos mientras sentía como Argol masticaba la poca carne que al animal le quedaba. Evitó mirar para fuera, la lluvia le entristecía un poco y se le podía notar en su rostro, aun estaba con su torso desnudo y con su cabello mojado. Suspiró y se colocó una ropa cómoda, agregando una capa blanquecina a su atuendo que le llegaba hasta la parte trasera de sus rodillas.
Se acomodó su pelo arrojándoselo hacia atrás y este cayó a su espalda, quedando algunos cabellos apoyados sobre sus hombros que chorreaban hasta su pecho. Se colocó su capucha y abrió la puerta, mirando hacia fuera antes de salir. Observó a la pequeña y luego a Argol, caminó hasta fuera y trajo el caballo del Legionario bajo techo para que no se mojara, le caían bien todo tipo de ser que tuviera vida y no le gustaba verlo mojado al equino, le daba como lastima o pena.
Con el caballo bajo techo y atado, fuera de la cabaña se sintió mas tranquilo, la fuerte lluvia se hacía mas densa y cuando Aldebarán entró a la casa nuevamente se quitó la capa, la capucha y se quedó con la puerta abierta para que un asustado Hachi por la lluvia se introdujera dentro de la casa con la cola entre las patas y se echara encima de la alfombra para descansar un poco. El gigante cerró la puerta y musitó.
- Y cuéntame Argol, ¿Qué tan difícil es la vida de un Legionario?
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
Caminando lenta y acompasadamente, iba Dahinten. Pensaba seriamente en su pasado, su presente y su futuro...llevaba mucho tiempo caminando sin rumbo fijo; seguía a su corazón, no tenía idea hacia donde se dirigía.
Alimentandose de frutas, algunas raíces, y alguno que otro animal producto de la caza, se mantuvo durante muchos días; durmiendo en frondosas ramas de arboles que le brindaban abrigo. Caminaba durante todo el día, y descansando unas pocas horas por las noches arrimado a un buen fuego para calentar el espíritu y el cuerpo.
Una noche lluviosa, Dahinten buscaba donde pasar la noche, caminando a trancos debido a las ramas, piedras y charcos del humedo suelo; cabizabajo iba; pensando en cuanto le gustaba la lluvia y esa sensación de las gotas de agua cayendo sobre sus hombros y de frescura en su cabello.
Sumido en sus pensamientos caminaba, cuando vio a lo lejos un caballo que estaba debajo de la lluvia. Siguiendo sus instintos, se escondió rapidamente para analizar la situación y poder observar si no había alguien por los alrededores. No tardó mucho tiempo en concluir que seguramente el equino era propiedad de alguien y que ese alguien podría encontrarse cerca.
No se si será conveniente acercarme...pensó rapidamente.
En eso estaba cuando vió a un hombre muy grande acercarse al caballo, tomar las cuerdas con las que lo ataban y conducirlo hacia una cabaña. No pudo ver el rostro del gigante, solo su oscura silueta junto a la del equino. Sigilosamente se acercó a la cabaña, y vio que debajo de la puerta había luz, seguramente de un buen fuego.
Considerando si era prudente acercarse a una cabaña desconocida en medio de la noche, pasó unos cuantos minutos juzgando sus posibilidades.
Ya sé, he tomado una decisión!dijo. Tocando su espada para infundirse confianza, se acercó valientemente a la cabaña; y tomando aire llamó suavemente a la puerta, golpeando con los nudillos; se alejó un poco de la puerta y esperó a la respuesta....
Alimentandose de frutas, algunas raíces, y alguno que otro animal producto de la caza, se mantuvo durante muchos días; durmiendo en frondosas ramas de arboles que le brindaban abrigo. Caminaba durante todo el día, y descansando unas pocas horas por las noches arrimado a un buen fuego para calentar el espíritu y el cuerpo.
Una noche lluviosa, Dahinten buscaba donde pasar la noche, caminando a trancos debido a las ramas, piedras y charcos del humedo suelo; cabizabajo iba; pensando en cuanto le gustaba la lluvia y esa sensación de las gotas de agua cayendo sobre sus hombros y de frescura en su cabello.
Sumido en sus pensamientos caminaba, cuando vio a lo lejos un caballo que estaba debajo de la lluvia. Siguiendo sus instintos, se escondió rapidamente para analizar la situación y poder observar si no había alguien por los alrededores. No tardó mucho tiempo en concluir que seguramente el equino era propiedad de alguien y que ese alguien podría encontrarse cerca.
No se si será conveniente acercarme...pensó rapidamente.
En eso estaba cuando vió a un hombre muy grande acercarse al caballo, tomar las cuerdas con las que lo ataban y conducirlo hacia una cabaña. No pudo ver el rostro del gigante, solo su oscura silueta junto a la del equino. Sigilosamente se acercó a la cabaña, y vio que debajo de la puerta había luz, seguramente de un buen fuego.
Considerando si era prudente acercarse a una cabaña desconocida en medio de la noche, pasó unos cuantos minutos juzgando sus posibilidades.
Ya sé, he tomado una decisión!dijo. Tocando su espada para infundirse confianza, se acercó valientemente a la cabaña; y tomando aire llamó suavemente a la puerta, golpeando con los nudillos; se alejó un poco de la puerta y esperó a la respuesta....
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
Aldebarán estaba de pie y por momentos su mirada se perdió en la nada, no sabía si Argol le había contestado algo o no, no le prestaba atención a él; su atención estaba en otro lado a lo que entrecerró sus ojos y llevó su dedo índice a la boca en señal de que el Legionario hiciera silencio. Levantó su índice en señal de que esté alerta e hizo gestos con su mano para que se quedara quieto, se podía sentir el ruido de la lluvia fuera.
- Conozco el ambiente que me rodea, puedo sentir la presencia de la gente que está a mis alrededores, a decir verdad esta postura me hace unirme con el ambiente y ser uno con el universo, puedo distinguir algo que quizás no puedas hacer… como por ejemplo en este mismo momento en el escalón puedo sentir que las gotas de lluvia no dan por completo, lo que quiere decir que algo interviene su caída completa al suelo.
Dijo entre susurros Aldebarán, mientras seguía con su postura clásica. Quizás pudiese haber sido un animal, pero por el abarcar del sonido de las gotas, era una figura simple y erguida, un oso abarcaba mas rango y las gotas harían menos ruido fuera. Una sonrisa fue desprendida de su boca, cuando se sintió el tocar de su puerta. Aldebarán se colocó detrás de esta y la abrió como si pareciese que la hubiese abierto el viento, no se podía ver a nadie dentro de la Casa desde fuera, era como un plan perfecto a una trampa.
- Te puedo ver, pero tu no a mi. No entiendo que es lo que quieres aquí, pero si vienes en paz serás bien recibido, en cambio si intentas usar tus armas en mi contra serás bien recibido a un pasaje directo hacia la muerte, ahora dime, ¿Qué es lo que deseas?
Dijo Aldebarán serio, espiando a través del marco de la puerta que podía denotar su figura por completo mientras se ajustaba el guantelete para ser usado en caso de entrar en combate por una hostilidad el próximo, ese hombre no tenía olor a soldado, los soldados aunque mínimo pareciera tenían olor a sangre a muerte en sus seres.
- Conozco el ambiente que me rodea, puedo sentir la presencia de la gente que está a mis alrededores, a decir verdad esta postura me hace unirme con el ambiente y ser uno con el universo, puedo distinguir algo que quizás no puedas hacer… como por ejemplo en este mismo momento en el escalón puedo sentir que las gotas de lluvia no dan por completo, lo que quiere decir que algo interviene su caída completa al suelo.
Dijo entre susurros Aldebarán, mientras seguía con su postura clásica. Quizás pudiese haber sido un animal, pero por el abarcar del sonido de las gotas, era una figura simple y erguida, un oso abarcaba mas rango y las gotas harían menos ruido fuera. Una sonrisa fue desprendida de su boca, cuando se sintió el tocar de su puerta. Aldebarán se colocó detrás de esta y la abrió como si pareciese que la hubiese abierto el viento, no se podía ver a nadie dentro de la Casa desde fuera, era como un plan perfecto a una trampa.
- Te puedo ver, pero tu no a mi. No entiendo que es lo que quieres aquí, pero si vienes en paz serás bien recibido, en cambio si intentas usar tus armas en mi contra serás bien recibido a un pasaje directo hacia la muerte, ahora dime, ¿Qué es lo que deseas?
Dijo Aldebarán serio, espiando a través del marco de la puerta que podía denotar su figura por completo mientras se ajustaba el guantelete para ser usado en caso de entrar en combate por una hostilidad el próximo, ese hombre no tenía olor a soldado, los soldados aunque mínimo pareciera tenían olor a sangre a muerte en sus seres.
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
Dahinten pudo notar el repentino silencio en la cabaña, parecía que hablaban en susurros...o por lo menos una persona lo hacía, a juzgar por su voz, Dahinten pensó que debía ser el gigante al que vió junto al caballo en el bosque.
Esperó pacientemente, sin ningun temor.
La puerta se abrió, y del umbral de la misma; una voz sonora salió, ahora Dahinten veía claramente al hombre que había abierto la puerta...era el mismo caballero que había ido por el caballo. La voz le dijo:
- Te puedo ver, pero tu no a mi. No entiendo que es lo que quieres aquí, pero si vienes en paz serás bien recibido, en cambio si intentas usar tus armas en mi contra serás bien recibido a un pasaje directo hacia la muerte, ahora dime, ¿Qué es lo que deseas?
Dahinten dió un paso hacia el frente, acercandose a la puerta y dejandose ver a la luz que salía de la cabaña, era muy agradable sentir la calidez que exhalaban los aposentos a los cuales se acercaba.
Con mucha educación, Dahinten escuchó las palabras del gigante, hizo a un lado su humedo cabello y dijo con serena voz:
- Gran caballero, hace unos momentos cuando te vi, pude notar la grandeza y poder que emana de tu cuerpo, movido por esa sensación, decidí acercarme a esta agradable cabaña. Lo hice a pesar de ser un completo desconocido...con el deseo de pedir que me den permiso de poder guarecerme de la lluvia de esta noche aqui en su cabaña, llevo muchas lunas caminando y durmiendo en las ramas de los árboles, y no pude evitar al notar la calidez que salía de esta cabaña acercarme.
No vengo con intenciones hostiles, solo eso humildemente te pido. Oh! Olvidé presentarme; soy Dahinten, mucho gusto!
Esperó pacientemente, sin ningun temor.
La puerta se abrió, y del umbral de la misma; una voz sonora salió, ahora Dahinten veía claramente al hombre que había abierto la puerta...era el mismo caballero que había ido por el caballo. La voz le dijo:
- Te puedo ver, pero tu no a mi. No entiendo que es lo que quieres aquí, pero si vienes en paz serás bien recibido, en cambio si intentas usar tus armas en mi contra serás bien recibido a un pasaje directo hacia la muerte, ahora dime, ¿Qué es lo que deseas?
Dahinten dió un paso hacia el frente, acercandose a la puerta y dejandose ver a la luz que salía de la cabaña, era muy agradable sentir la calidez que exhalaban los aposentos a los cuales se acercaba.
Con mucha educación, Dahinten escuchó las palabras del gigante, hizo a un lado su humedo cabello y dijo con serena voz:
- Gran caballero, hace unos momentos cuando te vi, pude notar la grandeza y poder que emana de tu cuerpo, movido por esa sensación, decidí acercarme a esta agradable cabaña. Lo hice a pesar de ser un completo desconocido...con el deseo de pedir que me den permiso de poder guarecerme de la lluvia de esta noche aqui en su cabaña, llevo muchas lunas caminando y durmiendo en las ramas de los árboles, y no pude evitar al notar la calidez que salía de esta cabaña acercarme.
No vengo con intenciones hostiles, solo eso humildemente te pido. Oh! Olvidé presentarme; soy Dahinten, mucho gusto!
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
La expresión en su rostro no resultaba hostil, se podía sentir a leguas que el brillo de sus ojos eran más que los de esperanza que un buen tipo podría dar. Aunque tenía pequeños tintes opacos en esos brillos como si hubiese alguna vez sufrido por algo que sin duda lo marcó de por vida; los ojos eran facciones que podían definir mucho el entorno de la persona con solo verlos y este hombre era un mar de sensaciones.
El muchacho comenzó a hablar, presentándose con educación, dando a conocer que no venia con malas intenciones y que la sensación extraña que sintió Aldebarán fuera cuando fue a llevar al caballo bajo techo no había sido una equivocación.
Aldebarán salió de las sombras de la cabaña y observó al ‘pequeño’ Dahinten, en realidad no era tan pequeño pero Aldebarán seguía siendo inmenso para cualquiera. Con una media sonrisa se mostró el gigante, haciendo señas a Dahinten para que entrara.
- Mi nombre es Aldebarán, como me he dado cuenta, sentí tu presencia ahí fuera pero este bosque está lleno de gente o animales, así que no puedo saber a ciencia cierta quienes son casi siempre. Pasa, si quieres puedes servirte un poco de carne allí serás bienvenido a mi posada, aquel es Argol, un legionario y ella…
Dijo señalando a la jovencita que dormía como nunca antes. Parecía un ángel recién caído del cielo, completamente pacifico y apenas hacía un pequeño ruido respirando tranquilamente abrazada a las frazadas y Aldebarán llevó su dedo índice para que Dahinten hiciera silencio, no quería despertar a la niña que de seguro necesitaba paz.
- Ella es Sylvanas…
Dijo entre susurros el gigante muy graciosamente, dado que parecía un tipo bastante tranquilo a pesar de ser una enorme mole de dos metros veintiséis. Caminó tranquilamente hasta el animal y arrancó un pedazo de carne, estirando la mano para convidarle al recién llegado que de seguro debía tener un poco de hambre.
- Anda come… puedes quedarte el tiempo que sea necesario, en cuanto te pueda ayudar lo haré si está al alcance de mi mano, Dahinten.
El muchacho comenzó a hablar, presentándose con educación, dando a conocer que no venia con malas intenciones y que la sensación extraña que sintió Aldebarán fuera cuando fue a llevar al caballo bajo techo no había sido una equivocación.
Aldebarán salió de las sombras de la cabaña y observó al ‘pequeño’ Dahinten, en realidad no era tan pequeño pero Aldebarán seguía siendo inmenso para cualquiera. Con una media sonrisa se mostró el gigante, haciendo señas a Dahinten para que entrara.
- Mi nombre es Aldebarán, como me he dado cuenta, sentí tu presencia ahí fuera pero este bosque está lleno de gente o animales, así que no puedo saber a ciencia cierta quienes son casi siempre. Pasa, si quieres puedes servirte un poco de carne allí serás bienvenido a mi posada, aquel es Argol, un legionario y ella…
Dijo señalando a la jovencita que dormía como nunca antes. Parecía un ángel recién caído del cielo, completamente pacifico y apenas hacía un pequeño ruido respirando tranquilamente abrazada a las frazadas y Aldebarán llevó su dedo índice para que Dahinten hiciera silencio, no quería despertar a la niña que de seguro necesitaba paz.
- Ella es Sylvanas…
Dijo entre susurros el gigante muy graciosamente, dado que parecía un tipo bastante tranquilo a pesar de ser una enorme mole de dos metros veintiséis. Caminó tranquilamente hasta el animal y arrancó un pedazo de carne, estirando la mano para convidarle al recién llegado que de seguro debía tener un poco de hambre.
- Anda come… puedes quedarte el tiempo que sea necesario, en cuanto te pueda ayudar lo haré si está al alcance de mi mano, Dahinten.
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
El gigante Aldebarán dijo:
- Mi nombre es Aldebarán, como me he dado cuenta, sentí tu presencia ahí fuera pero este bosque está lleno de gente o animales, así que no puedo saber a ciencia cierta quienes son casi siempre. Pasa, si quieres puedes servirte un poco de carne allí serás bienvenido a mi posada, aquel es Argol, un legionario y ella…es Sylvanas
Dahinten abarcó toda la habitación de una sola mirada, en un rincón una linda niña dormía plácidamente cubierta con unas pieles, Argol, un gentil cabalero de noble mirada, comía tranquilamente nuevamente.
Gracias...Musitó Dahinten.
Aldebarán, le hizo un gesto para que guardara silencio ya que no quería que la niña fuera perturbada de sus sueños. Aldebarán penetró nuevamente en la cabaña, se acercó a el animal el cual les estaba sirviendo de alimento, tomó un buen trozo extendiéndoselo a Dahinten.
Anda come… puedes quedarte el tiempo que sea necesario, en cuanto te pueda ayudar lo haré si está al alcance de mi mano, Dahinten.Dijo Aldebarán.
Muchas gracias, llevo mucho tiempo sin comer algo tan sabrosoDijo Dahinten al probar un bocado de la carne que el gigante Aldebarán le ofrecía.
Es un honor para mí compartir con ustedes esta comida y haber sido aceptado en su cabañadijo haciendo un gesto de agradecimiento con la cabeza. Estar dentro de la cabaña era una sensación excepcional, había mucha calidez, al mismo tiempo era bastante acogedora y amplia, sin duda hecha a la medida de Aldebarán.
Sylvanas seguía durmiendo mientras Dahinten continuaba arremetiendo decididamente contra el pedazo de carne que tenía en sus manos, gozando de la exquisitez de la comida. Pero más que todo se sentía feliz por al fin poder hablar con sus semejantes, de tener compañía...
- Mi nombre es Aldebarán, como me he dado cuenta, sentí tu presencia ahí fuera pero este bosque está lleno de gente o animales, así que no puedo saber a ciencia cierta quienes son casi siempre. Pasa, si quieres puedes servirte un poco de carne allí serás bienvenido a mi posada, aquel es Argol, un legionario y ella…es Sylvanas
Dahinten abarcó toda la habitación de una sola mirada, en un rincón una linda niña dormía plácidamente cubierta con unas pieles, Argol, un gentil cabalero de noble mirada, comía tranquilamente nuevamente.
Gracias...Musitó Dahinten.
Aldebarán, le hizo un gesto para que guardara silencio ya que no quería que la niña fuera perturbada de sus sueños. Aldebarán penetró nuevamente en la cabaña, se acercó a el animal el cual les estaba sirviendo de alimento, tomó un buen trozo extendiéndoselo a Dahinten.
Anda come… puedes quedarte el tiempo que sea necesario, en cuanto te pueda ayudar lo haré si está al alcance de mi mano, Dahinten.Dijo Aldebarán.
Muchas gracias, llevo mucho tiempo sin comer algo tan sabrosoDijo Dahinten al probar un bocado de la carne que el gigante Aldebarán le ofrecía.
Es un honor para mí compartir con ustedes esta comida y haber sido aceptado en su cabañadijo haciendo un gesto de agradecimiento con la cabeza. Estar dentro de la cabaña era una sensación excepcional, había mucha calidez, al mismo tiempo era bastante acogedora y amplia, sin duda hecha a la medida de Aldebarán.
Sylvanas seguía durmiendo mientras Dahinten continuaba arremetiendo decididamente contra el pedazo de carne que tenía en sus manos, gozando de la exquisitez de la comida. Pero más que todo se sentía feliz por al fin poder hablar con sus semejantes, de tener compañía...
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
En la profundidad de sus sueños la pequeña se encontraba feliz jugando por praderas de pastos altos y suaves que meciéndose con la brisa primaveral le hacían cosquillas y envolvían haciéndola sentir acogida. Las flores emanaban un aroma a frescura, todo era maravilloso. La chiquilla saltaba y corría con completa libertad, pero de pronto a lo lejos vio una silueta femenina. El rostro sonriente de su madre adoptiva llamándola iluminó en el rostro de Sylvanas una sonrisa inmensa. Sin dudarlo corrió hacia ella estando segura de que era un sueño pero deseaba disfrutarlo. Pero cuando la alcanzó esta desapareció, se desvaneció en el aire sin dejar siquiera rastro.
-Mama…- murmuró muy por lo bajo entre sueños, aferrando sus manitas a las sabanas que la envolvían y hundiendo su rostro en el colchón.
En los parajes de sus sueños, en menos de lo que pudo notar el sol y el calido ambiente había desparecido dando lugar a una lluvia torrencial helada. Por mucho que le gustase, algo en ese diluvio en particular le daba mala espina, no le gustaba para nada. Sentía como en su piel un escalofrío recorría todo su cuerpo y sin poder entenderlo su respiración se agito levemente y su expresión se torno seria y algo preocupada.
Como podría saber la niña que al mismo tiempo sus fantasías se reflejaban en la realidad. Su pequeño torso se levanto de golpe y sus ojos se abrieron como luceros, pero no estaba despierta, seguía sumida en un sueño del cual no parecía despertar fácilmente. Aun envuelta en las sabanas y soltó la almohada que tenía aferrada entre sus brazos y se movió en una voltereta, pero estando atascada se cayó de cara al suelo. Chocando la mejilla contra la peluda alfombra y quedando con las patas encima de la cama. A pesar del golpe amortiguado y el hecho de que eso despertó al perro que dormía allí que se quedó mirándola extrañado, la niña seguía dormida y en su rostro se mantenía un temple sereno y feliz.
Mientras tanto en los paisajes de ensueño de la pequeña, esta buscaba algún lugar para refugiarse, o estaba escapando de algo no estaba segura solo sabía que sentía la necesidad de moverse con rapidez y que en su cuerpo se había despertado un impulso extraño. Incluso con su gran agilidad el paso era tramposo, era como si el suelo se moviese, en un momento creyó caerse y pegando un salto se logro atrapar de unas ramas que daban comienzo a un mural de piedra envuelto en enredaderas. Con gran habilidad lo escaló en tan solo segundos. Pero la punta no era tierra firme tan solo algunas rocas y ramas de las cuales aferrarse. Sin embargo allí arriba sintió tranquilidad, paz y calidez. Sus ojos blanquecinos se abrieron de par en par al ver como todo se teñía de dorado y la brisa contagiaba en su cuerpo la tonalidad luminosa llena de calidez. La pulsera en su muñeca tintineó y una silueta de luz se abrió paso entre la lluvia como si se tratase de una diosa.
-¿Quién eres?...- preguntó Sylvanas en la realidad, encontrándose ahora encima de los hombros de Aldebarán aferrada en un estado completo de sonambulismo, luego de haber corrido a sus pies y haberlo escalado. Apoyó con tranquilidad su mejilla en la inmensa espalda del hombre y recuperando la sonrisa en su faz volvió a entrar en un estado de sueño profundo, amenazando con caerse de la espalda del gigante.
-Mama…- murmuró muy por lo bajo entre sueños, aferrando sus manitas a las sabanas que la envolvían y hundiendo su rostro en el colchón.
En los parajes de sus sueños, en menos de lo que pudo notar el sol y el calido ambiente había desparecido dando lugar a una lluvia torrencial helada. Por mucho que le gustase, algo en ese diluvio en particular le daba mala espina, no le gustaba para nada. Sentía como en su piel un escalofrío recorría todo su cuerpo y sin poder entenderlo su respiración se agito levemente y su expresión se torno seria y algo preocupada.
Como podría saber la niña que al mismo tiempo sus fantasías se reflejaban en la realidad. Su pequeño torso se levanto de golpe y sus ojos se abrieron como luceros, pero no estaba despierta, seguía sumida en un sueño del cual no parecía despertar fácilmente. Aun envuelta en las sabanas y soltó la almohada que tenía aferrada entre sus brazos y se movió en una voltereta, pero estando atascada se cayó de cara al suelo. Chocando la mejilla contra la peluda alfombra y quedando con las patas encima de la cama. A pesar del golpe amortiguado y el hecho de que eso despertó al perro que dormía allí que se quedó mirándola extrañado, la niña seguía dormida y en su rostro se mantenía un temple sereno y feliz.
Mientras tanto en los paisajes de ensueño de la pequeña, esta buscaba algún lugar para refugiarse, o estaba escapando de algo no estaba segura solo sabía que sentía la necesidad de moverse con rapidez y que en su cuerpo se había despertado un impulso extraño. Incluso con su gran agilidad el paso era tramposo, era como si el suelo se moviese, en un momento creyó caerse y pegando un salto se logro atrapar de unas ramas que daban comienzo a un mural de piedra envuelto en enredaderas. Con gran habilidad lo escaló en tan solo segundos. Pero la punta no era tierra firme tan solo algunas rocas y ramas de las cuales aferrarse. Sin embargo allí arriba sintió tranquilidad, paz y calidez. Sus ojos blanquecinos se abrieron de par en par al ver como todo se teñía de dorado y la brisa contagiaba en su cuerpo la tonalidad luminosa llena de calidez. La pulsera en su muñeca tintineó y una silueta de luz se abrió paso entre la lluvia como si se tratase de una diosa.
-¿Quién eres?...- preguntó Sylvanas en la realidad, encontrándose ahora encima de los hombros de Aldebarán aferrada en un estado completo de sonambulismo, luego de haber corrido a sus pies y haberlo escalado. Apoyó con tranquilidad su mejilla en la inmensa espalda del hombre y recuperando la sonrisa en su faz volvió a entrar en un estado de sueño profundo, amenazando con caerse de la espalda del gigante.
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
La niña se despertaba o al menos eso pensaba Aldebarán, ya que la veía con los ojos cerrados y en un estado de sonambulismo. La niña estaba como en una pesadilla y pronto corrió hacia Aldebarán, que se agachó lentamente para recoger a la pequeña y que esta pudiera trepar sin que se despertara, dado que podría ser peligroso.
- No la despierten o hagan algún ruido, podría agarrarle un pequeño ataque a la niña o asustarse, mas si está en una pesadilla… tengan mucho cuidado.
Dijo Aldebarán entre susurros esperando a que Sylvanas se quedara quieta, signo de que se estaba durmiendo nuevamente. Musitó unas palabras antes de quedarse dormida nuevamente en la espalda del gigante, resbalándose lentamente a lo que el gigante pronto la atajó y la tuvo en brazos, parecía un bebé al lado de Aldebarán y estaba dormida como todo un ángel, a lo que Aldebarán pronto la volvió a recostar con sumo cuidado en la cama y la volvió a tapar con las pieles.
- Me alegra que te sientas a gusto en esta cabaña, Dahinten. Me costó mucho tiempo construirla para que sea así de acogedora y realmente me gusta que los que estén aquí se sientan bastante conforme con eso, porque me hace sentir con gran dicha de que no fallé al crearla como quería que fuera… ósea para terceros y para estar bien yo.
El perro que se había despertado, Hachi estaba ahora investigando y olfateando al recién llegado Dahinten, cuando se recostó en los pies de Aldebarán y con su lengua colgando hacia un lado de su hocico, cerró sus ojitos mientras el gigante le pasaba el pie por el lomo, acariciándolo lentamente.
- Jajaja… que loco es el destino, hace un rato estaba solo y ahora estoy acompañado por cuatro mas, contando a Hachi… que rápido giran a veces las cosas, se puede disfrutar de una buena compañía un rato, es agradable hablar con alguien…
Dijo el gigante relajándose un poco en la silla en la que estaba sentado, apoyando el codo y todo su antebrazo en la mesa pequeña que tenía aun bastante carne para alimentar a Argol que seguía comiendo como si fuese la ultima cena de un condenado a la horca, suspiró y se relajó por completo sabiendo que este iba a ser un día bastante aburrido por la lluvia, dado que le gustaba mas la libertad al toro, pero pasarla con compañía traía por lo menos algo de diversión, ya que el bosque era muy solitario en sí.
- Lo veo muy entretenido a Argol comiendo, así que cuéntame Dahinten, ¿Qué te dio por ser un aventurero?
- No la despierten o hagan algún ruido, podría agarrarle un pequeño ataque a la niña o asustarse, mas si está en una pesadilla… tengan mucho cuidado.
Dijo Aldebarán entre susurros esperando a que Sylvanas se quedara quieta, signo de que se estaba durmiendo nuevamente. Musitó unas palabras antes de quedarse dormida nuevamente en la espalda del gigante, resbalándose lentamente a lo que el gigante pronto la atajó y la tuvo en brazos, parecía un bebé al lado de Aldebarán y estaba dormida como todo un ángel, a lo que Aldebarán pronto la volvió a recostar con sumo cuidado en la cama y la volvió a tapar con las pieles.
- Me alegra que te sientas a gusto en esta cabaña, Dahinten. Me costó mucho tiempo construirla para que sea así de acogedora y realmente me gusta que los que estén aquí se sientan bastante conforme con eso, porque me hace sentir con gran dicha de que no fallé al crearla como quería que fuera… ósea para terceros y para estar bien yo.
El perro que se había despertado, Hachi estaba ahora investigando y olfateando al recién llegado Dahinten, cuando se recostó en los pies de Aldebarán y con su lengua colgando hacia un lado de su hocico, cerró sus ojitos mientras el gigante le pasaba el pie por el lomo, acariciándolo lentamente.
- Jajaja… que loco es el destino, hace un rato estaba solo y ahora estoy acompañado por cuatro mas, contando a Hachi… que rápido giran a veces las cosas, se puede disfrutar de una buena compañía un rato, es agradable hablar con alguien…
Dijo el gigante relajándose un poco en la silla en la que estaba sentado, apoyando el codo y todo su antebrazo en la mesa pequeña que tenía aun bastante carne para alimentar a Argol que seguía comiendo como si fuese la ultima cena de un condenado a la horca, suspiró y se relajó por completo sabiendo que este iba a ser un día bastante aburrido por la lluvia, dado que le gustaba mas la libertad al toro, pero pasarla con compañía traía por lo menos algo de diversión, ya que el bosque era muy solitario en sí.
- Lo veo muy entretenido a Argol comiendo, así que cuéntame Dahinten, ¿Qué te dio por ser un aventurero?
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
En un momento, la pequeña Sylvanas se levantó de la cama y corrió rápidamente en dirección a Aldebarán, el gigante; amorosamente la levantó y la mantuvo en sus brazos unos momentos. Seguramente la niña estaba soñando.
Aldebarán pidió silencio mientras la niña escalaba su fuerte cuerpo. Lentamente Sylvanas volvió a caer en un profundo sueño. Aldebarán la levantó y la llevó a la cama, la tapó con unas pieles y se dirigió a Dahinten; diciéndole:
- Me alegra que te sientas a gusto en esta cabaña, Dahinten. Me costó mucho tiempo construirla para que sea así de acogedora y realmente me gusta que los que estén aquí se sientan bastante conforme con eso, porque me hace sentir con gran dicha de que no fallé al crearla como quería que fuera… ósea para terceros y para estar bien yo..
Muchas gracias, Aldebarán.
Ha de haber sido un trabajo bastante fácil para tí siendo tan grande y fuerte poder construirla, aunque no dudo que haya sido algo complejo debido igualmente a tu tamaño. Es un lugar muy agradable. Dijo Dahinten.
Mientras hablaban, Hachi olfateaba ansiosamente a Dahinten, reconociendo su aroma y poniendo su ligera pata sobre la pierna de Dahinten en actitud amistosa.
Aldebarán se encontraba muy feliz de tener compañía, al igual que Dahinten. Dahinten estaba casi seguro que Argol y Sylvanas estaban también muy felices por el hecho de tener con quien compartir. Sus sospechas se vieron confirmadas cuando el gigante Aldebarán dijo:
- Jajaja… que loco es el destino, hace un rato estaba solo y ahora estoy acompañado por cuatro mas, contando a Hachi… que rápido giran a veces las cosas, se puede disfrutar de una buena compañía un rato, es agradable hablar con alguien…
Dahinten se sentía cada vez mas a gusto en la acogedora cabaña, e interiormente se sentía satisfecho de si mismo por haberse atrevido a tocar a la puerta de la cabaña, ya que ahora tenía alimento, un lugar donde dormir....y amigos!
Aldeberán le preguntó a Dahinten:
¿Qué te dió por ser aventurero?
Dahinten tomó su tiempo, eran muchos los recuerdos que se amontonaban en su mente, recuerdos bueno y malos, pasajes del pasado que nunca regresaría.
Con voz serena dijo:
Salí del bosque donde está ubicado mi hogar, lo hice movido por un sueño, un deseo....la grandeza!.
Desde muy pequeño me ví forzado a realizar multiples trabajos para ayudar a mis padres, al morir ellos me ví solo, sin ningun tipo de ayuda y sin oro, viví bastante tiempo en soledad, comiendo los frutos del bosque y una que otra vez la carne de algun animal producto de la cacería.
Desde hace mucho tiempo tengo mis espadas y este medallón, gracias a ellos me di cuenta de mi destino al derrotar a un fiero león, me di cuenta de que cosas grandes me estaban reservadas, pero por desgracia no en mi tierra. Así que empecé a caminar sin un rumbo fijo, sigiendo a mi corazón. Espero algún día poder encontrar lo que el destino me depara. Y el destino me ha conducido hasta acá, y cada vez mi porvenir mejora teniendo en cuenta que ahora los conozco a ustedes... La voz de Dahinten se quebró un poco, seguramente de la emoción que lo embargaba en ese momento; y a manera de conclusión a le pregunta dijo:
.....Ustedes......ustedes son los primeros amigos que he tenido
Aldebarán pidió silencio mientras la niña escalaba su fuerte cuerpo. Lentamente Sylvanas volvió a caer en un profundo sueño. Aldebarán la levantó y la llevó a la cama, la tapó con unas pieles y se dirigió a Dahinten; diciéndole:
- Me alegra que te sientas a gusto en esta cabaña, Dahinten. Me costó mucho tiempo construirla para que sea así de acogedora y realmente me gusta que los que estén aquí se sientan bastante conforme con eso, porque me hace sentir con gran dicha de que no fallé al crearla como quería que fuera… ósea para terceros y para estar bien yo..
Muchas gracias, Aldebarán.
Ha de haber sido un trabajo bastante fácil para tí siendo tan grande y fuerte poder construirla, aunque no dudo que haya sido algo complejo debido igualmente a tu tamaño. Es un lugar muy agradable. Dijo Dahinten.
Mientras hablaban, Hachi olfateaba ansiosamente a Dahinten, reconociendo su aroma y poniendo su ligera pata sobre la pierna de Dahinten en actitud amistosa.
Aldebarán se encontraba muy feliz de tener compañía, al igual que Dahinten. Dahinten estaba casi seguro que Argol y Sylvanas estaban también muy felices por el hecho de tener con quien compartir. Sus sospechas se vieron confirmadas cuando el gigante Aldebarán dijo:
- Jajaja… que loco es el destino, hace un rato estaba solo y ahora estoy acompañado por cuatro mas, contando a Hachi… que rápido giran a veces las cosas, se puede disfrutar de una buena compañía un rato, es agradable hablar con alguien…
Dahinten se sentía cada vez mas a gusto en la acogedora cabaña, e interiormente se sentía satisfecho de si mismo por haberse atrevido a tocar a la puerta de la cabaña, ya que ahora tenía alimento, un lugar donde dormir....y amigos!
Aldeberán le preguntó a Dahinten:
¿Qué te dió por ser aventurero?
Dahinten tomó su tiempo, eran muchos los recuerdos que se amontonaban en su mente, recuerdos bueno y malos, pasajes del pasado que nunca regresaría.
Con voz serena dijo:
Salí del bosque donde está ubicado mi hogar, lo hice movido por un sueño, un deseo....la grandeza!.
Desde muy pequeño me ví forzado a realizar multiples trabajos para ayudar a mis padres, al morir ellos me ví solo, sin ningun tipo de ayuda y sin oro, viví bastante tiempo en soledad, comiendo los frutos del bosque y una que otra vez la carne de algun animal producto de la cacería.
Desde hace mucho tiempo tengo mis espadas y este medallón, gracias a ellos me di cuenta de mi destino al derrotar a un fiero león, me di cuenta de que cosas grandes me estaban reservadas, pero por desgracia no en mi tierra. Así que empecé a caminar sin un rumbo fijo, sigiendo a mi corazón. Espero algún día poder encontrar lo que el destino me depara. Y el destino me ha conducido hasta acá, y cada vez mi porvenir mejora teniendo en cuenta que ahora los conozco a ustedes... La voz de Dahinten se quebró un poco, seguramente de la emoción que lo embargaba en ese momento; y a manera de conclusión a le pregunta dijo:
.....Ustedes......ustedes son los primeros amigos que he tenido
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
La causa de Dahinten era bastante noble a los ojos de Aldebarán, mientras Argol seguía combatiendo con la carne entre sus dientes. Triunfar frente a un león no era algo bajo para ningún hombre y verdaderamente sonaba bastante interesante. Sobretodo a Aldebarán que le contaban esas luchas de cuerpo a cuerpo con animales y armas.
- Interesante… aunque te equivocas en dos cosas, Dahinten. Un hombre crece al comprender que su destino no es la obligación de alimentar las sensaciones de lo que piensen o no piensen los demás. Comprendiste muy bien que tu destino no era ese, y ese era tu destino por lo tanto quizás… ya lo hayas encontrado.
Lo ultimo que decía Dahinten lo decía realmente con sentimiento, como quebrándose o cayéndose a pedazos por algo bastante sentido. Pero la cruda realidad es que realmente era algo impulsivo, de hecho, Argol ni siquiera había hablado aun, tan solo había asentido con un par de cosas con la cabeza y Aldebarán a pesar de ser bastante amable, realmente no era un amigo del recién llegado, ni mucho menos Sylvanas que dormía.
- Los amigos son la gente con las cuales has vivido montones de aventuras, que los recuerdas en un momento determinado de tu vida y que no los puedes olvidar. Son los que silenciosamente y con esmero se han guardado un lugar en tu corazón, realmente no creas que sea malvado al decir esto, estoy abierto a conseguir amistades y me gustaría tenerlas debido a que abandoné varias cuando me fui de Roma. Pero nosotros no somos realmente tus amigos, dado que solo hemos compartido esta pequeña comida.
Un relámpago recortaba el cielo con su luz, iluminando por momentos la ventana de la cabaña de Aldebarán y luego se sentía el estruendoso ruido del trueno, para que siguieran luego el sonido de las gotas de lluvia impactar en el suelo. El gigante observó por la ventana y sintió como una sensación de correr bajo la lluvia, algo que invadía su pecho con esmero, prácticamente un impulso, algo raro en él, dado que no se dejaba controlar por los impulsos al menos que tuvieran que ser muy desesperados.
- Ya veo que el clima no va a mejorar, así que esta noche no podré salir a caminar como todas las veces lo hago en el bosque. Y Dahinten, tus espadas son muy bonitas, ¿Cómo las conseguiste?
Preguntó Aldebarán con curiosidad observando las armas del rubio. No parecían ser romanas, o si eran, al menos nunca había visto él unas así en las arenas de los gladiadores o en algún soldado Romano que siempre cruzaba los bosques. Así que por mera curiosidad decidió preguntar para ver si podía conseguir una respuesta.
- Interesante… aunque te equivocas en dos cosas, Dahinten. Un hombre crece al comprender que su destino no es la obligación de alimentar las sensaciones de lo que piensen o no piensen los demás. Comprendiste muy bien que tu destino no era ese, y ese era tu destino por lo tanto quizás… ya lo hayas encontrado.
Lo ultimo que decía Dahinten lo decía realmente con sentimiento, como quebrándose o cayéndose a pedazos por algo bastante sentido. Pero la cruda realidad es que realmente era algo impulsivo, de hecho, Argol ni siquiera había hablado aun, tan solo había asentido con un par de cosas con la cabeza y Aldebarán a pesar de ser bastante amable, realmente no era un amigo del recién llegado, ni mucho menos Sylvanas que dormía.
- Los amigos son la gente con las cuales has vivido montones de aventuras, que los recuerdas en un momento determinado de tu vida y que no los puedes olvidar. Son los que silenciosamente y con esmero se han guardado un lugar en tu corazón, realmente no creas que sea malvado al decir esto, estoy abierto a conseguir amistades y me gustaría tenerlas debido a que abandoné varias cuando me fui de Roma. Pero nosotros no somos realmente tus amigos, dado que solo hemos compartido esta pequeña comida.
Un relámpago recortaba el cielo con su luz, iluminando por momentos la ventana de la cabaña de Aldebarán y luego se sentía el estruendoso ruido del trueno, para que siguieran luego el sonido de las gotas de lluvia impactar en el suelo. El gigante observó por la ventana y sintió como una sensación de correr bajo la lluvia, algo que invadía su pecho con esmero, prácticamente un impulso, algo raro en él, dado que no se dejaba controlar por los impulsos al menos que tuvieran que ser muy desesperados.
- Ya veo que el clima no va a mejorar, así que esta noche no podré salir a caminar como todas las veces lo hago en el bosque. Y Dahinten, tus espadas son muy bonitas, ¿Cómo las conseguiste?
Preguntó Aldebarán con curiosidad observando las armas del rubio. No parecían ser romanas, o si eran, al menos nunca había visto él unas así en las arenas de los gladiadores o en algún soldado Romano que siempre cruzaba los bosques. Así que por mera curiosidad decidió preguntar para ver si podía conseguir una respuesta.
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
Aferrada como podía a las rocas y ramas de aquel inmenso muro, Sylvanas en sus sueños comenzaba a sentir como si sus brazos se entumeciesen y el cuerpo le pesase, todo indicaba a una gran y fea caída. Pero cuando cerró fuertemente sus ojos resignada a sufrir la feroz caída, una calida brisa la cargó como si volase acogida por el viento hasta ser depositada en los prados nuevamente soleados. Demasiados cambios bruscos, aquel sueño era en verdad extraño y la pequeña no entendía nada. Fue hasta que un trueno estruendoso la hizo despertar nuevamente en la calida y agradable cabaña, envuelta en suaves pieles, desparramada en una cama. Todavía no se lo creía, era demasiada alegría para un día, su panza llena, un buen descanso en tan confortable lugar. La agradable compañía de tres buenos hombres. ¡Espera!¿ Sus ojos le engañaban? No, efectivamente ahora había tres.
Con sus manitas se refregó los ojos, mientras se desperezaba echando un leve bostezo para luego dibujarse en su rostro aquella sonrisa de oreja a oreja típica de la niña en sus momentos de felicidad o diversión. Se puso de pie en la cama y comenzó a moverse hacia los hombres haciendo volteretas con gran agilidad, subiéndose así al respaldo de una silla para quedar frente a frente con el nuevo individuo allí presente. Pestaño dos veces analizando bien su rostro y le sonrió.
-¡¡HOLAAA!!!- le chilló prácticamente dejándolo sordo. –¿Y este quien es?- preguntó girando su rostro hacia Aldebarán para luego volver a observar al nuevo y ladeando su cabeza observarlo con gracia, acercándose cada vez mas al punto de poder ser algo incomodo, tanto la situación como la posición de puro equilibrio en el que se encontraba la chiquilla. De un salto se bajó de la silla y observó a ambos, notando que los había interrumpido.
-¡Yo también tengo un arma bonita!- exclamó mientras mostraba un hacha arrojadiza bastante particular de vaya a saber donde la había sacado o donde la tenía guardada. -Ah por cierto, esto es muy lindo ¿me lo regalas? – preguntó mostrándole el amuleto de león que recién tenía consigo. Sylvanas había adquirido tanta habilidad y sigilo que era prácticamente imperceptible cuando ella tomaba algo. Sus ojos blanquecinos brillaban de una manera tierna e inocente mientras esperaba que aquel caballero fuese bueno y se lo regalase, aunque eso no solía pasar para su desgracia y solía tener que devolver lo que tanto le había gustado, pero bueno aun así ella nunca se desanimaba.
Con sus manitas se refregó los ojos, mientras se desperezaba echando un leve bostezo para luego dibujarse en su rostro aquella sonrisa de oreja a oreja típica de la niña en sus momentos de felicidad o diversión. Se puso de pie en la cama y comenzó a moverse hacia los hombres haciendo volteretas con gran agilidad, subiéndose así al respaldo de una silla para quedar frente a frente con el nuevo individuo allí presente. Pestaño dos veces analizando bien su rostro y le sonrió.
-¡¡HOLAAA!!!- le chilló prácticamente dejándolo sordo. –¿Y este quien es?- preguntó girando su rostro hacia Aldebarán para luego volver a observar al nuevo y ladeando su cabeza observarlo con gracia, acercándose cada vez mas al punto de poder ser algo incomodo, tanto la situación como la posición de puro equilibrio en el que se encontraba la chiquilla. De un salto se bajó de la silla y observó a ambos, notando que los había interrumpido.
-¡Yo también tengo un arma bonita!- exclamó mientras mostraba un hacha arrojadiza bastante particular de vaya a saber donde la había sacado o donde la tenía guardada. -Ah por cierto, esto es muy lindo ¿me lo regalas? – preguntó mostrándole el amuleto de león que recién tenía consigo. Sylvanas había adquirido tanta habilidad y sigilo que era prácticamente imperceptible cuando ella tomaba algo. Sus ojos blanquecinos brillaban de una manera tierna e inocente mientras esperaba que aquel caballero fuese bueno y se lo regalase, aunque eso no solía pasar para su desgracia y solía tener que devolver lo que tanto le había gustado, pero bueno aun así ella nunca se desanimaba.
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
La niña hiperactiva se despertaba tras el trueno y comenzaba a hacer de las suyas, a lo que Aldebarán tan solo se quedó de brazos esperando que se calmara un poco. La observaba de pies a cabeza y una sonrisa surcó sus labios, cuando descruzó sus brazos y algo brillo en sus manos con velocidad, estaba riendo cuando dijo.
- Ya lo creo que es muy bonita tu hacha, Sylvanas.
Dijo Aldebarán extendiendo su brazo con el hacha de la pequeña en la mano, nadie sabe como la había conseguido, a la velocidad que se había movido y no se sabe como, si tenía los brazos cruzados a cada momento. Colocó su dedo índice para comprobar el filo del arma que estaba bastante bien y pasó dos dedos por la hoja, para medirla, era una genial hacha pero era arrojadiza, alguien imaginaba a Aldebarán con un mazo gigante y machacando cabezas pero el decidía ir por lo mas simple el cual era su Guantelete.
- ¡HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Dijo con su voz ronca Aldebarán en el oído de la niña, con una brutalidad que por momentos tiró los cabellos de Sylvanas hacia un lado. Lo colocó el hacha en la mano y la cargó en el aire, sus piernas colgaban inocentemente y el gigante señaló al que pera ella era nuevo, debido a que había ingresado hacia unos instantes.
- El es Dahinten y este es su collar, que es muy valioso para él, ¿Así que se lo podrías devolver por favor, Sylvanas?
Arrimó a la niña hacia el rostro de Dahinten para que le devolviera el medallón y así poder seguir con la charla que estaban teniendo los hombres, la niña era bastante entrometida pero Aldebarán era un hombre muy paciente. Así que era imposible que perdiera la paciencia por una pequeña, cuando le tenía paciencia a cuarenta o más de ellos en el orfanato que había creado en Roma con sus propias manos.
- Ya lo creo que es muy bonita tu hacha, Sylvanas.
Dijo Aldebarán extendiendo su brazo con el hacha de la pequeña en la mano, nadie sabe como la había conseguido, a la velocidad que se había movido y no se sabe como, si tenía los brazos cruzados a cada momento. Colocó su dedo índice para comprobar el filo del arma que estaba bastante bien y pasó dos dedos por la hoja, para medirla, era una genial hacha pero era arrojadiza, alguien imaginaba a Aldebarán con un mazo gigante y machacando cabezas pero el decidía ir por lo mas simple el cual era su Guantelete.
- ¡HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Dijo con su voz ronca Aldebarán en el oído de la niña, con una brutalidad que por momentos tiró los cabellos de Sylvanas hacia un lado. Lo colocó el hacha en la mano y la cargó en el aire, sus piernas colgaban inocentemente y el gigante señaló al que pera ella era nuevo, debido a que había ingresado hacia unos instantes.
- El es Dahinten y este es su collar, que es muy valioso para él, ¿Así que se lo podrías devolver por favor, Sylvanas?
Arrimó a la niña hacia el rostro de Dahinten para que le devolviera el medallón y así poder seguir con la charla que estaban teniendo los hombres, la niña era bastante entrometida pero Aldebarán era un hombre muy paciente. Así que era imposible que perdiera la paciencia por una pequeña, cuando le tenía paciencia a cuarenta o más de ellos en el orfanato que había creado en Roma con sus propias manos.
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
Los ojos de la pequeña se ensancharon de asombro al ver como el inmenso hombre con igual agilidad y velocidad que ella había tomado de sus manos su hacha arrojadiza y la inspeccionaba. – ¡Es perfecta! – exclamó satisfecha son una mueca sonriente en el rostro, burlona y divertida. Pero pronto sintió la falta de su arma tan especial en sus manos y extendió sus brazos hacia Aldebarán queriendo tenerla nuevamente. Este le alcanzó el arma y le chillo tal cual ella lo había hecho siguiéndole el juego. La sonrisa de la pequeña se ensanchaba cada vez mas, riendo del comportamiento y del asombro de tal potencia. Posó sus manos levemente en sus orejas como si sintiera que estas le palpitaban ante tal vozarrón aun riendo divertidamente.
-¡Wiii No te saleee jijiji!¡Tu si que eres divertido!- expresó la chiquilla mientras se colgaba del cuello de Aldebarán al ser levantada en el aire. Pero su temple cambió al escuchar las palabras del hombre. Su rostro se vio enfrentado ante el del nuevo huésped que se notaba deseoso por recuperar su pertenencia. La comisura de sus labios se torció ínfimamente en una mueca de decepción, pero en menos de un instante con una sonrisa de oreja a oreja Sylvanas le devolvió el colgante a su respectivo dueño.
-Solo quería verlo bien, yo también tengo algo muy valioso para mi, así que se que tan importante puede ser esto para ti.- musitó la jovencita dejando la joyería en las manos de Dahinten para luego frotar la pulsera que llevaba en su muñeca contra su mejilla sonriendo placidamente recordando los buenos momentos con su “madre”. Y todo aun colgando de los brazos de Aldebarán, le costaba creer que en un lugar tan despiadado como lo había sido Roma desde que ella tenía memoria había individuos de tan buen corazón, aquello le alegraba en verdad, le daba algo de esperanzas a tal vez poder encontrar un hogar algo mejor a lo que acostumbraba. Se quedó aferrada al cuello del gran hombre, después de todo hacía mucho que ya había olvidado lo que se sentía un abrazo, o que alguien la cargara. Además su espíritu vivaz disfrutaba el juego que era el tamaño y fuerza de ese sujeto, casi como jugar entre los árboles pero más seguro. Luego de unos segundos se bajó, tampoco quería incomodarlo tanto y estaban hablando por lo que era mucho mas interesante sentarse a escuchar. Y así se posó en el suelo, cruzando las piernas, mirando hacía arriba con ese brillo curioso en sus blanquecinos ojos, admirando como ahora ambos hombres eran aun mas altos que antes.
-¡Wiii No te saleee jijiji!¡Tu si que eres divertido!- expresó la chiquilla mientras se colgaba del cuello de Aldebarán al ser levantada en el aire. Pero su temple cambió al escuchar las palabras del hombre. Su rostro se vio enfrentado ante el del nuevo huésped que se notaba deseoso por recuperar su pertenencia. La comisura de sus labios se torció ínfimamente en una mueca de decepción, pero en menos de un instante con una sonrisa de oreja a oreja Sylvanas le devolvió el colgante a su respectivo dueño.
-Solo quería verlo bien, yo también tengo algo muy valioso para mi, así que se que tan importante puede ser esto para ti.- musitó la jovencita dejando la joyería en las manos de Dahinten para luego frotar la pulsera que llevaba en su muñeca contra su mejilla sonriendo placidamente recordando los buenos momentos con su “madre”. Y todo aun colgando de los brazos de Aldebarán, le costaba creer que en un lugar tan despiadado como lo había sido Roma desde que ella tenía memoria había individuos de tan buen corazón, aquello le alegraba en verdad, le daba algo de esperanzas a tal vez poder encontrar un hogar algo mejor a lo que acostumbraba. Se quedó aferrada al cuello del gran hombre, después de todo hacía mucho que ya había olvidado lo que se sentía un abrazo, o que alguien la cargara. Además su espíritu vivaz disfrutaba el juego que era el tamaño y fuerza de ese sujeto, casi como jugar entre los árboles pero más seguro. Luego de unos segundos se bajó, tampoco quería incomodarlo tanto y estaban hablando por lo que era mucho mas interesante sentarse a escuchar. Y así se posó en el suelo, cruzando las piernas, mirando hacía arriba con ese brillo curioso en sus blanquecinos ojos, admirando como ahora ambos hombres eran aun mas altos que antes.
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
Al momento en el que Dahinten iba a responder la pregunta hecha por Aldebarán; la pequeña niña llamada Sylvanas se levantó del lecho en el que dormía, aun perseguida por sus sueños. Abrió sus extraños ojos y rápidamente se movilizó hasta la mesa en la cual se encontraban Aldebarán, Algor y Dahinten.
-Holaaa!-. Chilló la pequeña niña, sobresaltando a Hachi que dormía plácidamente bajo la mesa, pero sin esperar respuesta se volvió hacia Aldebarán y le dijo -¿Y este quién es?-. Pero igual que con su anterior pregunta no esperó por la respuesta.
Dahinten no pudo dejar de notar que era una niña bastante activa, rápidamente la pequeña se bajó de la silla en la que estaba y dijo al ver la espada doble de Dahinten.
-¡Yo también tengo un arma bonita!- . Mientras Aldebarán examinaba el hacha. Y en su acostumbrada forma de ser tan espontánea y sin esperar por nadie, Sylvanas dijo nuevamente: -Ah por cierto, esto es muy lindo ¿me lo regalas? –.
Pero antes de que Dahinten pudiera responder, Aldebarán le gritó gentilmente a la niña mientras la levantaba en el aire -Holaaaaaaaaaa!-. Y mientras la tenía en sus brazos, con una facilidad increíble cargó todo el peso de la pequeña en una mano y con la otra puso el hacha en la mano de Sylvanas. Al tiempo que le decía - El es Dahinten y este es su collar, que es muy valioso para él, ¿Así que se lo podrías devolver por favor, Sylvanas?-
Con su gran fuerza y sin aparente molestia, Aldebarán acercó a Sylvanas hacia Dahinten. La niña parecía muy triste al tener que devolver el Medallón del León, pero lo hizo de todas maneras. Dahinten tomó el Medallón y lo colgó de su cuello. Admiró rápidamente el brazalete de Sylvanas, y le dijo:
Muy bonito, Sylvanas.
Sylvanas se sentó en el suelo y en sus extrañamente blanquecinos ojos, Dahinten pudo ver una sincera atención y un sentimiento de admiración hacia Aldebarán, Argol y hacia el mismo.
Sin olvidar la pregunta hecha por Aldebarán, Dahinten dijo:
Creo, Aldebarán que me has entendido mal. Les llamé mis amigos, pero es porque son las primeras personas, que no son parte de mi familia con las que convivo, y con esto no te contradigo, y es más comparto tu opinión, y espero que algun día puedas considerarme como un amigo, lo cual sería un honor para mí.
Con respecto a mi espada... Dijo Dahinten separando habilmente las espadas gemelas, solo que una era de mayor tamaño que la segunda.
-Está en mi familia desde hace mucho tiempo, mi bisabuelo fue el que recibió esta espada de un hombre al que el llamaba legionario, estuvieron mucho tiempo guardadas sigilosamente por mis antepasados, hasta que llegó el momento en el que pasaron a ser mías.
Nunca supimos quien las hizo, o donde fueron fabricadas. Solo nos quedó el recuerdo de las palabras de mi bisabuelo, que decía que el legionario se las había entregado diciéndole que estas espadas estaban destinadas a uno de sus sucesores, y que ese sucesor iba a ser grande. Y que estas espadas le iban a ser de mucha utilidad. Espero ser yo ese hombre, que segun el legionario esta destinado a la grandeza, y no voy a descansar hasta que por fin llegue a ser alguien importante, te lo puedo asegurar
-Holaaa!-. Chilló la pequeña niña, sobresaltando a Hachi que dormía plácidamente bajo la mesa, pero sin esperar respuesta se volvió hacia Aldebarán y le dijo -¿Y este quién es?-. Pero igual que con su anterior pregunta no esperó por la respuesta.
Dahinten no pudo dejar de notar que era una niña bastante activa, rápidamente la pequeña se bajó de la silla en la que estaba y dijo al ver la espada doble de Dahinten.
-¡Yo también tengo un arma bonita!- . Mientras Aldebarán examinaba el hacha. Y en su acostumbrada forma de ser tan espontánea y sin esperar por nadie, Sylvanas dijo nuevamente: -Ah por cierto, esto es muy lindo ¿me lo regalas? –.
Pero antes de que Dahinten pudiera responder, Aldebarán le gritó gentilmente a la niña mientras la levantaba en el aire -Holaaaaaaaaaa!-. Y mientras la tenía en sus brazos, con una facilidad increíble cargó todo el peso de la pequeña en una mano y con la otra puso el hacha en la mano de Sylvanas. Al tiempo que le decía - El es Dahinten y este es su collar, que es muy valioso para él, ¿Así que se lo podrías devolver por favor, Sylvanas?-
Con su gran fuerza y sin aparente molestia, Aldebarán acercó a Sylvanas hacia Dahinten. La niña parecía muy triste al tener que devolver el Medallón del León, pero lo hizo de todas maneras. Dahinten tomó el Medallón y lo colgó de su cuello. Admiró rápidamente el brazalete de Sylvanas, y le dijo:
Muy bonito, Sylvanas.
Sylvanas se sentó en el suelo y en sus extrañamente blanquecinos ojos, Dahinten pudo ver una sincera atención y un sentimiento de admiración hacia Aldebarán, Argol y hacia el mismo.
Sin olvidar la pregunta hecha por Aldebarán, Dahinten dijo:
Creo, Aldebarán que me has entendido mal. Les llamé mis amigos, pero es porque son las primeras personas, que no son parte de mi familia con las que convivo, y con esto no te contradigo, y es más comparto tu opinión, y espero que algun día puedas considerarme como un amigo, lo cual sería un honor para mí.
Con respecto a mi espada... Dijo Dahinten separando habilmente las espadas gemelas, solo que una era de mayor tamaño que la segunda.
-Está en mi familia desde hace mucho tiempo, mi bisabuelo fue el que recibió esta espada de un hombre al que el llamaba legionario, estuvieron mucho tiempo guardadas sigilosamente por mis antepasados, hasta que llegó el momento en el que pasaron a ser mías.
Nunca supimos quien las hizo, o donde fueron fabricadas. Solo nos quedó el recuerdo de las palabras de mi bisabuelo, que decía que el legionario se las había entregado diciéndole que estas espadas estaban destinadas a uno de sus sucesores, y que ese sucesor iba a ser grande. Y que estas espadas le iban a ser de mucha utilidad. Espero ser yo ese hombre, que segun el legionario esta destinado a la grandeza, y no voy a descansar hasta que por fin llegue a ser alguien importante, te lo puedo asegurar
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Re: - [Cabaña Aldebarán] - Bosques -
La pequeña y atolondrada Sylvanas, al fin se dejaba de hacer de las suyas y le devolvía el collar a Dahinten, para sentarse placidamente en la alfombrilla, mientras observaba con ojos de esperanza a ambos hombres. Cuando todo estuvo lo suficientemente calmo, el recién llegado retomó la palabra comentando acerca de su concepto de amistad, a lo que Aldebarán tan solo asintió con una sonrisa y escuchó la historia de su espada.
- Es bonita la historia de tu espada, tan bonitas como lo son ellas. Aunque no es mi estilo el empuñar un acero, me parece muy poco maniobrable, aunque considerando mi tamaño que yo tenga una espada sería bastante chistoso ya que en mi mano se vería como un cubierto para comida, ¡Jejejeje!
Con respecto a la grandeza, eso sería ya cuestión de destino y de esperar. Las cosas grandes suceden cuando menos te lo esperas, como mi madre que de seguro ahora estará pensando en el más allá, ¿Cómo hizo para parir a algo tan grande? ¡Jajajaja!
Sonrió aun mas tosco Aldebarán, ante el pequeño chiste que había soltado de sus labios. Se estaba desinhibiendo un poco, mientras Argol aun seguía comiendo sin ningún problema, aunque sonreía un poco aun tragando ante el hambre que tenía el pobre.
- Por ejemplo, de seguro la pequeña Sylvanas en estos momentos estará pensando en lo más grande que le ha ocurrido en la vida, apuesto a que sin dudarlo lo más grande que ha visto soy yo. Con respecto a tamaño, de aquí a que tenga personalidad grande aun falta mucho, a veces me gustaría ser tan sabio como el hombre que me entrenó.
Musitó Aldebarán recordando a aquel gladiador, después de muchos años tendría que haberlo ido a visitar, para ver como estaba. Ese viejo le había enseñado a escribir, a combatir, lo había forjado como hombre y siempre tenía esa palabra exacta para que nunca renunciara a su sueño de ayudar a los pequeños de Roma, por muy difícil que fuera. Sabía muy en claro, que nunca había imposible si hablaba con aquel gladiador, un suspiro se le escapó al hombre algo cansado mientras apoyaba su antebrazo en la mesa.
- ¿Y tu Sylvanas? ¿Cómo sobrevives? Cuéntame un poco mas de tí.
Musitó el hombre ahora observando a la pequeña, que no le había preguntado casi nada de su vida en lo que estaba en su cabaña, algo raro en él, ya que a pesar de tener confianza siempre le gustaba saber que historia escondía cada hombre o mujer que se albergaba en ella, le hacía pensar que quizás algún día encontraría alguien mejor que él o quizás con unos ideales incorrectos, pero sabría un poco mas de quien tenía a su lado.
Off Rol: Disculpen el retraso.
- Es bonita la historia de tu espada, tan bonitas como lo son ellas. Aunque no es mi estilo el empuñar un acero, me parece muy poco maniobrable, aunque considerando mi tamaño que yo tenga una espada sería bastante chistoso ya que en mi mano se vería como un cubierto para comida, ¡Jejejeje!
Con respecto a la grandeza, eso sería ya cuestión de destino y de esperar. Las cosas grandes suceden cuando menos te lo esperas, como mi madre que de seguro ahora estará pensando en el más allá, ¿Cómo hizo para parir a algo tan grande? ¡Jajajaja!
Sonrió aun mas tosco Aldebarán, ante el pequeño chiste que había soltado de sus labios. Se estaba desinhibiendo un poco, mientras Argol aun seguía comiendo sin ningún problema, aunque sonreía un poco aun tragando ante el hambre que tenía el pobre.
- Por ejemplo, de seguro la pequeña Sylvanas en estos momentos estará pensando en lo más grande que le ha ocurrido en la vida, apuesto a que sin dudarlo lo más grande que ha visto soy yo. Con respecto a tamaño, de aquí a que tenga personalidad grande aun falta mucho, a veces me gustaría ser tan sabio como el hombre que me entrenó.
Musitó Aldebarán recordando a aquel gladiador, después de muchos años tendría que haberlo ido a visitar, para ver como estaba. Ese viejo le había enseñado a escribir, a combatir, lo había forjado como hombre y siempre tenía esa palabra exacta para que nunca renunciara a su sueño de ayudar a los pequeños de Roma, por muy difícil que fuera. Sabía muy en claro, que nunca había imposible si hablaba con aquel gladiador, un suspiro se le escapó al hombre algo cansado mientras apoyaba su antebrazo en la mesa.
- ¿Y tu Sylvanas? ¿Cómo sobrevives? Cuéntame un poco mas de tí.
Musitó el hombre ahora observando a la pequeña, que no le había preguntado casi nada de su vida en lo que estaba en su cabaña, algo raro en él, ya que a pesar de tener confianza siempre le gustaba saber que historia escondía cada hombre o mujer que se albergaba en ella, le hacía pensar que quizás algún día encontraría alguien mejor que él o quizás con unos ideales incorrectos, pero sabría un poco mas de quien tenía a su lado.
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