Palacio de los pecados (Salón)

-Que fue todo eso…

Musitó Alessa mientras comenzaba a tomar fuerzas con sus brazos y piernas, para así poderse levantar. Aquel lugar donde estaba, era la sala principal del palacio de los pecados. Para aquella pecaminosa que estaba con falta de costumbre en ver cosas lujosas, aquella imágenes de riqueza material la sorprendieron de sobre manera. Sufriendo aún los estrago de lo que le había pasado con respecto al acumule de vitalidad en la afueras del colosal edificio, con esfuerzo limpió su piel desnuda, aquella que estaba empolvada por culpa de que la mayoría del tiempo se la paso arrastrándose para poder llegar a su cometido.

Suspirando y viendo por todos lados, percatándose que tan sólo ella estaba, decidió que lo mejor que podía hacer para ese entonces era buscar las áreas habitacionales del palacio de los pecados y así descansar un poco. Además se sentía tan fría del cuerpo que podía aquella jurar que temblaba con el sólo echo de ser acariciada por el correr del viento. Aun así su cosmos estaba demasiado alterado por aquella manifestación de energía que estaba apenas adaptadnos para su sistema, por lo que las flores que yacían como mero adorno de aquella entrada, comenzaron simplemente a marchitarse para que la vitalidad se fuera acumulando entre la silueta de Alessa en forma de un aura verdosa.

Bajando su rostro y frunciendo sus hombros la dama del pecado pereza comenzó de nueva cuenta a agitar su respiración. Parecía que una vez más el dolor se filtraba entre sus poros, aquella cosmosenergía era en verdad ahogante y desesperante, tan inhóspita y dolorosa que alteraba de manera irracional a la pobre mujer de cabello azulado. Alzando la murada mientras traba un poco de su saliva amarga, Alessa observó las luces que irradiaban en derredor de aquella entrada y simplemente sonrió, para así poder ubicar las escaleras que daban al segundo piso de aquel sitio, tan solido… tan callado y triste.

Suspirando y apretando sus palmas contra si para marcar sus puños, aquella simplemente cerró sus ojos y comenzó a caminar, absorbiendo a cada paso la vitalidad de las jardineras que servían como adorno. Y cada vez que aquella energía se iba enfrascando en derredor de su silueta, las venas de su cuerpo comenzaba a oscurecer y asimismo remarcarse entre su pálida piel. Alessa con su garganta reseca y como si aquel lugar le fuera tan familiar, subió las escaleras y se dirigió hacia el pasillo derecho en busca de su habitación.

El camino se hizo en verdad tedioso, pasillos extensos, sin ventanas y extrañas pinturas que adornaban las dos paredes que encarcelaban el caminar de aquella pecaminosa, quien con una mirada perdida, una faceta de cansancio y desesperación deambulaba sin rumbo fijo en busca de su cuarto, aquel que le daría las pautas para poder descansar antes de empezar el verdadero entrenamiento de su cosmos.

Suspirando y cabizbaja pudo sentir la presencia de otro pecado, aquel cosmos era demasiado débil, pero estaba estático en un sólo lugar, por lo que le indicó inconscientemente que tal vez estuviera en la are habitacional del palacio de los pecados. Sonriendo y desenfundando una de sus tizonas, Alessa, representante de la pereza, comenzó a rozar el piso con la punta argentinas de su sable, generando un sonido chirriante que cimbraba por todo el lugar, dejando un eco agudo.

Su cosmos aún estaba alterado por aquella manifestación de energía extraña y difícil de controlar, pero aquella diestra en las artes bélicas, de poco en poco iba controlando tal exposición de energía sobrenatural. Había pasado demasiado tiempo sin poder dominar el elemento a su cien por ciento de ahí aquella deducía su tremendo cansancio.

En si podía sentir como sus venas se iban engruesando y que en ellas algo de verdad denso se iban drenando, algo que en si generaba una irritación en sus sistema circulatorio. Parecía que las consecuencias de absorber la vitalidad de la fauna de su alrededor, lo pagaba con creces su cuerpo. Aquella energía de la naturaleza en vez de hacerla sentir vivas, le generaba una dolencia hasta la medula, por así decirlo, cosa que la dama al momento de querer expulsarla generaba en su sistema el desatar de una endorfina tan fina que causaba su excitación a simple vista.

-¡Ah! Pero esto que me pasa si que es totalmente fuera de seria, tan diferente a lo común en mí… ahora bien, como manifestar esto nuevo que nace en mí y peor aún cómo emplearlo… shss, como me desespero al no tener respuesta alguna… ah… ya, ya… ya sé…

Musitó con seriedad la dama, pero al saber que hacer aquella surcó una temible sonrisa. Por desgracia de Alessa, nadie estaba por esos rumbos para que le sirviera como conejillo de india, pero al analizarlo, era mejor que así fuera, por lo que buscando uno de los tantos floreros, adornos del pasillo del palacio, la mujer se detuvo, soltó su espada, la cual recimbró en el piso y elevando su cosmos, haciendo nacer unos tentáculos verdosos, pero semitransparentes.

Ubicando con su mirada el objetivo que destruiría, Alessa alzó sus manso y así los tentáculos salieron disparados en contra del pobre objeto, de inmediato aquello que no era un ser humano o un guerrero, no pudo aguantar y lentamente se fue chupando hasta hacerse arena, la mujer surcando una sonrisa y viendo los resultados de su ofensiva, suspiró y dijo:

-Mmm… interesante, si esto hace con un pobre florero, qué será de un guerrero… oh, bendita mi suerte…jajaja…

Dicho eso la dama descendió su cosmso y tomó su espada para simplemente encaminarse a la área habitacional con un semblante de victoria…

La dama de la pereza caminó más de media hora, parecía que aquellos pasillos más que nada eran laberintos que desesperaban a la pobre mujer moribunda. Sus pasos resonaban de manera estridente por culpa de las zapatillas metálicas, ornamento más de su indaga armadura y sello personal de las filas de Hades. La dama simplemente se limitaba observar el frente, se podía ver que aquella de cabellos azulados estaba más tranquila por el liberar de su cosmos, aun así tenía intriga del como le emplearía a futuro y que si la forma en que ya lo estaba maquinando era la correcta.

La dama se detuvo y suspiró de manera anémica mientras guardaba aquella tizona en su funda de cuero, Alzando el rostro pudo divisar que por fin estaba en al área habitacional, mas una duda surgió de inmediato ¿Cuál sería la suya? Frunciendo su hombros comenzó a adentrarse a un más en el lugar… si bien sabia que no tenía determinado el lugar donde dormiría, por lo que tomaría la ultima habitación, la más alejada al ruido del ambiente de aquel inframundo donde las lamentaciones era la sinfonía de bienvenida por toda una eternidad.

La dama continuó caminado y adentrándose en su totalidad en la oscuridad de aquel extenso pasillo, dejando tan sólo al aire el golpeteo de sus tacones contra el puso del mármol. Su decisión ya estaba tomada por lo que simplemente le quedaba cumplir su objetivo: llegar a su habitación, para darse un ameno baño y después descansar un poco, era más que claro que ahí no nada más estaba ella, por lo que seria interesante interactuar con las demás pecaminosas.

Los minutos parecían ser horas para aquella maltrecha mujer. Su cosmos estaba más que alterado y bueno a cada lugar donde pisaba con ese estado tan alterado, simplemente como resultado destrozaba su alrededor. Los hermosos jarrones, que parecían ser de mármol fino, eran desintegrados en fracciones de segundo. Cuadros que personificaban a los pecados, como sufrimientos, que en un parpadeo se volvían ceniza. Y la poco a vida vegetal, aquella que anteriormente Alessa había manipulado, pero que algunas se habían mantenido a salvo se encendían en un chasquido… todo por el calor inmenso que expulsaba la capsula de cosmos que rodeaba a Alessa.

Aquella mujer comenzaba a agitarse, estaba demasiado desgastada ¿Cómo era posible que no tuviera control en su cuerpo? Sí, aquella dudaba del cómo, pues no había ni pasado una hora cuando por fin se había liberado de la sin clemencias que provocaba el despertar de una nueva técnica y sin siquiera por lo menos dormir un poco para resurgir con más fuerzas volva a caer en ese tormento.

-¡Arghhssss!

Alessa exclamó de repente y con ello cayó hincada hundiendo aquella esfera cósmica en el suelo, pero sin siquiera penetrar hasta la plata baja, tan sólo lo suficiente para que aquella se quedara en ese lugar. Llevándose las manos de inmediato a la cabeza aquella comenzó a respirar de una manera agitada. Veía por todos lados y no podía evitar seguir sangrando por cada orificio de su cara. Cerrando los ojos de manera remarcada, seguía gimiendo y lloriqueando:

-Ahhhh, maldito dolor, maldito dolor ¡Ya! ¡Ya, por favor! Que pare, sí que pare… argshsss… quiero que esto pare, pero ¡Ya! Oh, por todo los Dioses, maldito dolor… ya por favor, yaaaaaa… Argrsss, ¿cómo diablos me pudo pasar esto? Siento que me muero, pero… pero… no, ya está decidido, no les daré el gusto… malditos Dioses, sé que me temen… jajaaj… me temen, sí ahsrsgg jaja cof cof amasss… malditos, lso acabare a todos… a todos…

Parecía que aquella lunática se había vuelto, pero tan sólo era el producto del constante dolor que manaba desde su interior, lacerando cada parte de su delgado cuerpo. Salivando y con una carcajada de desquiciada la mujer que representaba al pereza dejó de toar su cabeza y así con sus manos se levantó. Estaba perdida entre al realidad y la locura, por lo que no podía percatarse de los seres que podían tal vez estar viéndole. Alessa se levantó y corriendo entre al sala principal de aquel palacio se dirigió a la salida, cuanto antes tenía que sentir el aire, pues según ella, si no lo hacia sin duda alguna explotaría y con ella medio inframundo.