Arroyo... extremo sur del bosque..

Creo que en esta ocasión los papeles se han invertido…dime Seiren, porque te arrastras en el fondo del abismo? dijo una voz calmada y conciliadora mientras que la negrura de las nubes terminaba por oscurecer el azul del cielo de la tarde y alrededor de la egipcia comenzaban a precipitarse una lluvia de plumas de color azabache, descendiendo perezosamente mecidas por un viento casi imperceptible y girando antes de caer en la superficie del arrollo generando ondas que apenas si podían ser vislumbradas en aquel entorno. No pareces tu misma. finalizó la voz, mientras que una melena azulada se veía agitada por una súbita ráfaga de viento que hizo que las plumas se dispersaran en todas las direcciones. En una formación rocosa de al menos tres metros y sentado justo en el borde con las piernas entrecruzadas se hallaba quien había proferido aquellas palabras, mirando a la mujer de cabellos negros con unos ojos que a esas luces eran inescrutables. A su espalda se encontraban materializadas un par de sendas alas, que era de donde salían aquellas mismas plumas que ahora empezaban a disolverse en el líquido semi-transparente que hubo usado la pelinegra para intentar limpiarse…si no fuera porque la chica podía aseverar de que el recién llegado era un humano, bien pudiera haber sido confundido por el ángel de la muerte, uno que vestía una imponente y brillante armadura dorada que aún en la ausencia del sol, relucía con fuerza. Creo que ambos hemos cambiado, verdad?

Como gustes, Seiren. respondió el gemelo de Cambre todavía con sus piernas entrecruzadas al tiempo que las alas negras daban un solo aleteo para así dejar que sus plumas cubrieran la escena en un torbellino helado que finalmente se dispersó para dejar ver algo en la base de la estructura de piedra en la cual se encontraba sentado el peliazul: una armadura dorada, semejante a la del geminiano había hecho acto de presencia frente a Seiren. El ropaje de oro no era otro más que el de Sagitario, la constelación guardiana de la egipcia que por lo visto se aparecía para declarar su juicio sobre la mujer ya que esta se encontraba apuntándola directamente con su flecha sagrada. Aunque eso no me toca a mi, no en estos momentos.

Dime…estás segura de que quieres morir en este instante? Después de todo lo que has pasado…tan solo tiraras todo a la basura? preguntó Aspros con calma, mirando directamente a Seiren sin dejar que sus pensamientos fueran evidentes…en aquel momento no cabía la posibilidad de ser “delicados” precisamente. Supongo que el controlar tus habilidades, el entrenar en el Santuario y salvar al general fueron un chiste para ti… al momento de decir eso, el arco de Sagitario se tensaba con un chirrido apenas perceptible entre el ajetreo de los relámpagos y de las hojas de los árboles que los rodeaban. ...eso resulta ser una verdadera decepción.

Un trueno se hizo escuchar, mientras que el cosmos descontrolado de Seiren era reprimido por la misma energía de Géminis quien se encontraba presionando a su interlocutora para así impedir que pudiera resistirse a lo que se venía.

Si deseas malgastar tu vida y todas aquellas promesas y sueños que recaen sobre tus hombros, que así sea…el mundo no tiene lugar para alguien que ha abandonado todo tan solo por una caída. dijo el peliazul con tono conclusivo al tiempo que un sonido cortante se escuchaba…un microsegundo después, del pecho de Seiren sobresalía el proyectil de la armadura de Sagitario…una herida que curiosamente, no sangraba y que su víctima ni siquiera llegaría a sentir en realidad. Seiren...levántate y camina. La vida no es justa, la vida no es brillante, la vida no es un feliz…nosotros debemos hacerla así, tu me enseñaste eso hace ya bastante tiempo, no lo recuerdas? preguntó con una voz que hizo eco y se escuchaba realmente lejana.

Puedes oirlas? Tus palabras en ese entonces…

Había llegado el momento de la verdad, aquella representaba la prueba final que debía superar Seiren…era el momento en que debería decidir si vivir o dejar que su corazón cediera ante la herida provocada por la flecha dorada de Sagitario.

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Manipulación aceptada por Seiren

Aunque eso no es suficiente…lo siento Seiren, pero aquí nos separamos de nuevo. dijo Aspros con calma una vez hubo observado como la egipcia obtenía su armadura dorada correspondiente, apareciendo por detrás de ella con la mano izquierda extendida horizontalmente. Un instante después la chica se arqueaba debido a una intensa presión que había ejercido el romano mediante su técnica del Golpe Centrado, usado en una variante particular para así permitirle manipularla más fácilmente. No era algo agresivo o pensado para causarle daño sino que más bien, era una acción que le facilitaría las cosas a la arquera de ahora en adelante así como al mismo Santo de Géminis. Además...necesitas terminar de comprender algunas cosas. Lo que deberás hacer ahora es olvidar esto. murmuró el peliazul mientras sonreía con algo de melancolía para posar su palma derecha en la frente de la Amazona y aplicar su cosmos con una onda psíquica que le calaría en el cerebro apenas volviera a despertarse…sí, Aspros la había sometido a un trance que la haría caer en un profundo sueño, uno que realmente necesitaba para afrontar lo que se venía a continuación.

Dísculpame, Seiren. dijo finalmente el romano, sabiendo que la muchacha tan solo recordaría esas mismas palabras y su cara como lo último que había pasado hasta entonces…lo de antes, todo el trauma al que había sido sometida por otro lado, sería emborronado hasta el momento en que fuera necesario sacarlo a flote. No lo olvidaría…Seiren tendría presente todas y cada una de las consecuencias de lo sucedido, pero ahora sería una carga más liviana o al menos, una que llegado el tiempo adecuado sería capaz de soportar sin verse hundida de nuevo. Sí, ella había aceptado las palabras del romano pero no era suficiente, razón por la cual el geminiano actuaba de esa forma. Sin más que agregar Aspros le cerró los párpados para así abrir un portal a Otra Dimensión y dejarla caer a un lugar que era por demás, seguro. No nos volveremos a ver…y esto será para ti un sueño. Adios…Sagitario. terminó el peliazul, cerrando el portal y dirigiéndose a su nuevo destino.

¿Otro arroyo?...que bien. Parece que tan solo estoy caminando en círculos. En todo caso…llegó la hora. Dijo Aspros con tono conclusivo, deteniéndose en el medio del arroyo al que había llegado unos minutos atrás. Aún cuando el agua le llegaba hasta las pantorrillas y aún cuando ya había reconocido el lugar, tampoco iba a detenerse. No había razón alguna para hacerlo dado que ya todo estaba resuelto y una vez careciendo de metas y motivación…lo único que quedaba era la nada. Por tanto, Géminis actuaría para remediar esa situación.

Hasta que al fin… Comentó la sombra del pasado con calma, asentándose tranquilamente en el cerebro del peliazul esperando la paz de la que ahora gozarían una vez que el Satán Imperial entrara en acción.

Ju...finalmente, todo termina. Fue lo último que dijo el geminiano levantando su índice derecho para posarlo en su frente y con un solo impulso apenas perceptible, lanzar un rayo psíquico que atravesó su cerebro de cabo a rabo.

Todos los recuerdos, todos los sentimientos y en resumen, todo lo que no era necesario tan solo se apagó en un flash de cosmos que no duró demasiado, más allá de la agitación momentánea de sus cabellos y el cerrar espontáneo de sus ojos.

Estaba hecho y ahora…la nada.

Dando un paso adelante y observando de cerca todos y cada uno de los detalles que lo rodeaban sin distraerse, el gemelo de Cambre chasqueó secamente los dedos para abrir una abertura interdimensional a través de la que avanzó sin mirar atrás, dirigiéndose a un nuevo destino.

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Cosmos: 42 + 4 (Defensa Especial) = 46
Efecto: Implantación de una orden en el cerebro.

Orden: “Invalidación de los sentimientos”; condiciones activas:


• Imposible sentir, empatía inexistente.
  
• Comunicación mínima.
  
• Identidad prioritaria, imposibilidad de compartirla con otros así como ocultación de la misma.

Después de una larga caminata, aquel guerrero solo escuchaba la caída de agua de un arroyo. Era muy chico, pero aun así transportaba suficiente agua como para calmar la sed de cualquier errante. Portaba en su espalda una caja, cubierta por una tela que comenzaba a romperse de lo vieja que se estaba poniendo. En el transcurso del viaje tuvo que pasar por ramas e interminables rocas para poder estar ahí.

Caminaba sin rumbo fijo, siempre buscando algún indicio de su hermana. El cosmos. La sangre que los había unido. Todo ello formaba parte de su vida. Buscaba ahora solamente la manera de encontrarla. Pasaron varios días sin saber nada de ella. Aunque el hambre y la sed lo habían atosigado el siempre seguía con un pensamiento en su mente.

Agua... Musito mientras que de sus labios resecos salían unas breves palabras. La lengua no se podía mover con facilidad. Mientras que sus labios, agrietados, daban una fiel imagen de lo que había pasado. Sus tormentos. sus penas y sus glorias. Se arrodillo lentamente y con su mano derecha tomo un poco de agua, que se lo llevo a la boca. Poco a poco siguio con toda esa faena. Pero al fin podía descansar.

Quedo recostado, frente aquel arroyo. Su cuerpo solo necesitaba descansar. Solo unos cuantos metros lo separaban de aquel lugar. Donde debería llegar a convertirse en un guerrero mas fuerte.